RELATOS FANTÁSTICOS III Fancine-UMA - Universidad de Málaga
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La casa la alquilé por pocos pesos a un traductor<br />
argentino que hablaba comiéndose las erres y que por aquel<br />
entonces se fue a Italia a traducir, según me dijo, los cuentos<br />
<strong>de</strong> Poe. A Francinet en cambio la contrató Maite cuando el<br />
primer día vimos aparecer en el jardín <strong>de</strong> los tréboles un tigre<br />
persiguiendo a unas mancuspias que estuvieron gritando<br />
toda la noche. Des<strong>de</strong> entonces Francinet venía los fines <strong>de</strong><br />
semana a or<strong>de</strong>nar los vómitos <strong>de</strong> la casa y a quitar el polvo<br />
acumulado en las <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncias. Parece mentira la cantidad<br />
<strong>de</strong> polvo y pelusas que el aire <strong>de</strong> Buenos Aires pue<strong>de</strong> arrastrar,<br />
filtrándolo por las estrechas rendijas <strong>de</strong> las ventanas y por los<br />
goznes <strong>de</strong> las puertas. A la casa Maite y yo siempre entrábamos<br />
por la parte trasera, la que da justamente a la calle Rodríguez<br />
Peña. Saltábamos la verja <strong>de</strong> hierro que daba al jardín <strong>de</strong><br />
los tréboles, cogíamos la llave que Francinet guardaba bajo<br />
una maceta —a veces, cuando estaba Francinet los fines <strong>de</strong><br />
semana nos <strong>de</strong>jaba la puerta entornada— y abríamos la puerta<br />
trasera. La casa era espaciosa y estaba dividida en dos alas por<br />
una maciza puerta <strong>de</strong> roble que aislaba la parte <strong>de</strong>lantera <strong>de</strong><br />
la trasera. El comedor, la biblioteca, dos dormitorios, una<br />
sala con gobelinos y un baño quedaban en el ala trasera<br />
<strong>de</strong> la casa. Al otro lado, había otro baño, la cocina, dos<br />
dormitorios y el living central. La entrada principal tenía un<br />
zaguán con mayólica y una puerta cancel que daba al living.<br />
Maite y yo siempre nos quedábamos en la parte trasera <strong>de</strong> la<br />
casa y solo íbamos a la parte <strong>de</strong>lantera para cocinar o para<br />
buscar recuerdos. Cuando la puerta <strong>de</strong> roble estaba abierta y<br />
uno contemplaba el largo pasillo que comunicaba todas las