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REFLEJEMOS A JESÚS ELENA G. DE WHITE ... - Iasdsanjudas.com

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traer a los siervos de Dios a la armonía con cada precepto de su ley, habrá burladores<br />

e incrédulos; pero cada alma debe mantenerse en su propia integridad. Como Noé fue<br />

fiel al advertir al mundo antediluviano, así debemos ser fieles al gran propósito que<br />

Dios nos ha dado. Aunque hay burladores . . . en cada lugar, no debemos retraemos de<br />

presentar la verdad del Cielo a esta generación . . .<br />

Hay quienes se agradarían de arrullarlos hasta hacerlos dormir en su carnal seguridad;<br />

pero yo tengo una tarea diferente. Mi mensaje es para alarmarlos, para llevarlos a<br />

reformar sus vidas y abandonar su rebelión contra el Dios del universo . . .<br />

La fe en Jesús no anula la ley, sino que la establece, y producirá frutos de obediencia<br />

en nuestras vidas . . .<br />

La iglesia que Cristo presenta ante el trono de su gloria es sin "mancha, ni arruga, ni<br />

cosa semejante". ¿Desea usted estar entre aquellos que hayan lavado las ropas del<br />

carácter en la sangre del Cordero? Entonces, deje de hacer lo malo; aprenda a hacer el<br />

bien (Isaías 1: 16, 17); camine en los mandamientos y las ordenanzas de Dios sin<br />

culpa. No ha de preguntar si guardar la verdad del Cielo se ajusta a su conveniencia.<br />

Ha de tomar su cruz y seguir a Cristo, cueste lo que costare. Encontrará que su yugo<br />

es fácil y su carga es ligera. -Review and Herald, 22 de junio de 1911. 47<br />

10 de febrero LA LEY, COMO UN ESPEJO, REVELA EL PECADO<br />

El que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha,<br />

perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él. (1 S. Juan 2: 5.)<br />

Dios tiene una norma de justicia por la cual mide el carácter. Esta norma es su santa<br />

ley, que se nos ha dado <strong>com</strong>o una regla de vida. Hemos sido llamados a cumplir con<br />

sus requerimientos, y cuando hacemos esto honramos tanto a Dios <strong>com</strong>o a Jesucristo;<br />

porque Dios dio la ley, y Cristo murió para magnificarla y engrandecerla. El declara: "Si<br />

guardarais mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así <strong>com</strong>o yo he guardado<br />

los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor" (S. Juan 15: 10). "Y el<br />

mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para<br />

siempre" (1 S. Juan 2: 17).<br />

Hay muchos oidores pero pocos hacedores de las palabras de Cristo. Sus palabras<br />

pueden ser aceptadas teóricamente, pero si no son estampadas en el alma, y<br />

entretejidas en la vida, no tendrán efecto santificador; sobre el carácter. Una cosa es<br />

aceptar la verdad, y otra practicarla en la vida diaria. En aquellos que sólo oyen, la<br />

palabra de Dios no produce una respuesta agradecida. El mandamiento: "Amarás al<br />

Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu fuerza", es<br />

reconocido <strong>com</strong>o justo, pero sus requerimientos no son admitidos; sus principios no<br />

son llevados a cabo.<br />

Todos somos pecadores, y por nosotros mismos somos incapaces de poner en práctica<br />

las palabras de Cristo. Pero Dios ha hecho provisión para que el pecador condenado<br />

pueda ser liberado de manchas y arrugas. "Si alguno hubiere pecado, abogado<br />

tenernos para con el Padre, a Jesucristo el justo". "Si confesamos nuestros pecados, él<br />

es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad" (1 S. Juan

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