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Manifestaciones artísticas en Mesoamérica. Los mexicas ... - Pearson

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<strong>Manifestaciones</strong> <strong>artísticas</strong><br />

<strong>en</strong> <strong>Mesoamérica</strong>. <strong>Los</strong> <strong>mexicas</strong> o aztecas<br />

El arte, expresión de la ideología mexica<br />

Introducción<br />

Todo hace suponer que los aztecas tomaron del arte tolteca la fundam<strong>en</strong>tación para<br />

sus propias expresiones <strong>artísticas</strong>, tanto <strong>en</strong> lo que respecta a la temática, como al estilo<br />

y la técnica. Lo anterior puede inferirse mediante una simple observación comparativa<br />

<strong>en</strong>tre las obras de ambas culturas, o mejor dicho, de ambos mom<strong>en</strong>tos históricos de<br />

la cultura náhuatl; sin embargo, la cuestión es más profunda, pues no se trata de que<br />

el arte mexica fuera una mera copia del tolteca; la palabra misma toltécatl llegó a tomarse<br />

como sinónimo de artista, y de ella se derivaron a su vez numerosos vocablos, como t<strong>en</strong>toltécatl<br />

(orador o “artista del labio”), tlil-toltécatl (pintor o “artista de la tinta negra”),<br />

ma-toltécatl (bordador o “artista de la mano”), etcétera.<br />

De acuerdo con las cre<strong>en</strong>cias de los pueblos nahuas, fue el dios Quetzalcóatl qui<strong>en</strong><br />

dio orig<strong>en</strong> al conjunto de creaciones toltecas, para b<strong>en</strong>eficio de su pueblo. Él había<br />

construido <strong>en</strong> Tula los palacios y templos, ori<strong>en</strong>tados hacia los cuatro rumbos del universo;<br />

había descubierto los metales y las piedras preciosas, el cultivo del algodón y<br />

de otras muchas plantas, y había <strong>en</strong>señado a los toltecas múltiples técnicas: cómo cultivar<br />

para obt<strong>en</strong>er el mayor r<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to de las tierras, cómo <strong>en</strong>contrar los metales preciosos<br />

y la forma de trabajarlos, y cómo fabricar tapices y p<strong>en</strong>achos de plumas; les había<br />

<strong>en</strong>señado también el arte del canto, de la arquitectura, la escultura y la pintura.<br />

Entre los numerosos ejemplos de cómo las fu<strong>en</strong>tes de literatura náhuatl <strong>en</strong>salzaban<br />

el ing<strong>en</strong>io artístico de los toltecas, se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra este poema dedicado al artista <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral:<br />

Tolteca: artista, discípulo, abundante, múltiple, inquieto.<br />

El verdadero artista: capaz, se adiestra, es hábil;<br />

dialoga con su corazón, <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra las cosas <strong>en</strong> su m<strong>en</strong>te.<br />

El verdadero artista todo lo saca del corazón;<br />

obra con deleite, hace las cosas con calma, con ti<strong>en</strong>to,<br />

obra como tolteca, compone cosas, obra hábilm<strong>en</strong>te, crea;<br />

arregla las cosas, las hace atildadas, hace que se ajust<strong>en</strong><br />

El torpe artista: obra al azar, se burla de la g<strong>en</strong>te,<br />

opaca las cosas, pasa por <strong>en</strong>cima del rostro de las cosas,<br />

obra sin cuidado, defrauda a las personas, es un ladrón. 1<br />

1 Informantes de Sahagún, Códice Matrit<strong>en</strong>se de la Real Academia, fol. 175 v. Citado por Miguel León-<br />

Portilla, <strong>Los</strong> antiguos mexicanos a través de sus crónicas y cantares, op. cit., p. 160.


Historia de México<br />

Arquitectura y urbanismo<br />

México-T<strong>en</strong>ochtitlan<br />

Cuando los españoles divisaron a lo lejos la ciudad de T<strong>en</strong>ochtitlan, se maravillaron<br />

ante su grandeza y espl<strong>en</strong>dor, según relata Bernal Díaz del Castillo, el soldado metido a<br />

cronista:<br />

… y desde que vimos tantas ciudades y villas pobladas <strong>en</strong> el agua, y <strong>en</strong> tierra<br />

firme otras grandes poblaciones, y aquella calzada tan derecha por nivel como<br />

iba a México, nos quedamos admirados, y decíamos que parecía a las cosas<br />

y <strong>en</strong>cantami<strong>en</strong>to… por las grandes torres y cúes y edificios que t<strong>en</strong>ían d<strong>en</strong>tro<br />

<strong>en</strong> el agua, y todas de cal y canto; y aun algunos de nuestros soldados decían<br />

que si aquello que veían si era <strong>en</strong>tre sueños. 2<br />

También Hernán Cortés quedó sorpr<strong>en</strong>dido de que “los indios viv<strong>en</strong> casi como <strong>en</strong><br />

España, y con tanto ord<strong>en</strong> como allá… es cosa admirable el ver cuánta razón pon<strong>en</strong><br />

<strong>en</strong> todas las cosas”. Precisam<strong>en</strong>te fueron Cortés y sus soldados los únicos occid<strong>en</strong>tales<br />

que pudieron conocer la gran capital del mundo azteca, tal como se <strong>en</strong>contraba antes<br />

de que ellos mismos la destruyeran para transformarla <strong>en</strong> capital de la Nueva España.<br />

Por tanto, las descripciones hechas por Cortés y por algunos de sus soldados, constituy<strong>en</strong><br />

docum<strong>en</strong>tos invaluables para realizar una reconstrucción, al m<strong>en</strong>os ideal, del espl<strong>en</strong>dor<br />

de México-T<strong>en</strong>ochtitlan <strong>en</strong> el mom<strong>en</strong>to del <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro.<br />

La isla era de forma muy irregular, y medía alrededor de 6 kilómetros de largo por<br />

4 de ancho, incluy<strong>en</strong>do las tierras de sembradío de las chinampas, con una ext<strong>en</strong>sión<br />

aproximada <strong>en</strong>tre 1,000 y 1,300 hectáreas. Era una ciudad lacustre <strong>en</strong> toda su ext<strong>en</strong>sión,<br />

e incluso se podía llegar <strong>en</strong> canoa al palacio del tlatoani; se comunicaba con tierra<br />

firme mediante tres calzadas: la de Tepeyacac al norte, la de Tacuba al poni<strong>en</strong>te (ambas<br />

de unos cuatro kilómetros de longitud) y la de Ixtapalapa (hoy Tlalpan) hacia el<br />

sur con cerca de diez kilómetros; y de esta última salía una cuarta calzada, desde el fuerte<br />

de Xóloc hasta Coyoacán, de unos dos kilómetros y medio.<br />

Las calzadas eran tan anchas que, según com<strong>en</strong>tario de Cortés,<br />

permitían el paso de diez hombres a caballo, uno al lado del otro, y estaban<br />

abiertas de trecho <strong>en</strong> trecho, para dejar el paso libre a las canoas<br />

mediante pu<strong>en</strong>tes que se podían retirar <strong>en</strong> caso de querer dejar la ciudad<br />

incomunicada. Había además otra calzada estrecha sobre el acueducto<br />

de Chapultepec, con una longitud de más de tres kilómetros. En<br />

la porción ori<strong>en</strong>tal de la ciudad había un dique que cruzaba el lago,<br />

construido a mediados del siglo XV con el propósito de evitar que<br />

las aguas dulces del lago de Zumpango se derramaran sobre el lago<br />

de Tetzcoco, más bajo que el primero, y provocaran inundaciones. Se<br />

supone que las calzadas mismas cumplían además la función de diques<br />

para regular el nivel de las aguas.<br />

Las calzadas señalaban los ejes principales a lo largo de los cuales<br />

creció la ciudad alrededor del núcleo original: uno de ellos iba de norte<br />

a sur, determinado por la línea Tepeyacac-Tlatelolco-Templo Mayor<br />

de T<strong>en</strong>ochtitlan-Coyoacan; el otro de occid<strong>en</strong>te a ori<strong>en</strong>te, marcado por<br />

2 Bernal Díaz del Castillo, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, Alianza Editorial,<br />

México, 1991, p. 238.


Tlacopan y el c<strong>en</strong>tro de T<strong>en</strong>ochtitlan. Al oeste llegaban los límites de la ciudad, fr<strong>en</strong>te<br />

a las aguas del gran lago, y había que utilizar canoa para comunicarse con Tetzcoco, y<br />

de ahí con la ruta que seguía hasta la llamada Tierra Cali<strong>en</strong>te.<br />

D<strong>en</strong>tro de la ciudad, las principales calles eran muy anchas y derechas, “de tierra dura<br />

como <strong>en</strong>ladrillado”, y el resto eran todas de tierra, o bi<strong>en</strong> t<strong>en</strong>ían un canal <strong>en</strong> medio de<br />

dos terrapl<strong>en</strong>es, para facilitar la carga y descarga de las canoas. Bernal Díaz recuerda que:<br />

…<strong>en</strong> aquella gran laguna tanta multitud de canoas, unas que v<strong>en</strong>ían con bastim<strong>en</strong>tos<br />

y otras que volvían con carga y mercaderías; y… que cada casa de<br />

aquella gran ciudad y de todas las más ciudades que están pobladas <strong>en</strong> el<br />

agua, de casa a casa no se pasaba sino por unas pu<strong>en</strong>tes levadizas… o <strong>en</strong> canoas;<br />

y… cúes y adoratorios a manera de torres y fortalezas y todas blanqueando,<br />

que era cosa de admiración.<br />

Aparte de los edificios públicos, había <strong>en</strong> la ciudad muchos otros palacios y grandes<br />

casas construidas de mampostería, pert<strong>en</strong>eci<strong>en</strong>tes a familias de la nobleza, que<br />

contaban con grandes apos<strong>en</strong>tos, salas y estancias, colocados por lo g<strong>en</strong>eral alrededor<br />

de un gran patio. En áreas cercanas a esas resid<strong>en</strong>cias, o bi<strong>en</strong> <strong>en</strong> las azoteas de éstas, había<br />

floridos jardines que recibían agua dulce a través de caños que conectaban con las fu<strong>en</strong>tes<br />

situadas al término de los acueductos. Las casas de los macehuales, obviam<strong>en</strong>te las<br />

más numerosas, estaban construidas con adobe y según las crónicas: “no eran muy<br />

vistosas ni lucían mucho, que sólo servían a los dueños de abrigo y amparo de la vida,<br />

eran muy bi<strong>en</strong> hechas y <strong>en</strong>caladas y sus terrados y azoteas estaban impermeabilizadas<br />

y no daban lugar a la formación de goteras”. 3<br />

En cuanto al estilo arquitectónico, éste no variaba es<strong>en</strong>cialm<strong>en</strong>te del establecido<br />

<strong>en</strong> Teotihuacan y continuado a través de Tula-Xicocotitlan; los elem<strong>en</strong>tos arquitectónicos<br />

de aquellas dos ciudades se manifiestan <strong>en</strong> todos las construcciones cívico-religiosas de<br />

T<strong>en</strong>ochtitlan, y el único rasgo que distingue a esta ciudad de sus predecesoras, es la<br />

planificación urbana, caracterizada por el aprovechami<strong>en</strong>to del área lacustre mediante<br />

calzadas, diques, acueductos, canales, e incluso el sistema chinampero que, aunque de<br />

ord<strong>en</strong> agrohidráulico, formaba parte del conjunto urbanístico as<strong>en</strong>tado <strong>en</strong> el lago, y<br />

construido a partir del pequeño islote donde tuvo lugar la fundación.<br />

Siempre ha sorpr<strong>en</strong>dido a los historiadores el hecho de que <strong>en</strong> m<strong>en</strong>os de un siglo<br />

los aztecas hayan podido levantar una ciudad <strong>en</strong> tan gran escala —sin contar los logros<br />

económicos que alcanzó su política imperialista—; pero eso ti<strong>en</strong>e una explicación lógica,<br />

si se toma <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta que a lo largo de su proceso migratorio, incluso desde su salida de<br />

Aztlán, los <strong>mexicas</strong> se distinguieron por sus habilidades como constructores de templos<br />

y de sistemas agrohidráulicos, habilidades que fueron perfeccionando al paso de los cerca<br />

de 200 años transcurridos hasta su as<strong>en</strong>tami<strong>en</strong>to definitivo <strong>en</strong> el valle de México.<br />

El Recinto del Templo Mayor, custodio del arte mexica<br />

Arquitectura <strong>en</strong> el Recinto del Templo Mayor<br />

La plaza c<strong>en</strong>tral de T<strong>en</strong>ochtitlan, también conocida como el “Recinto del Templo Mayor”,<br />

estaba cercada por un muro con serpi<strong>en</strong>tes (coatepantli), similar al de la ciudad de Tula.<br />

La plaza t<strong>en</strong>ía la forma de un rectángulo de 160 a 180 metros, cuyos lados más cortos es-<br />

3 Francisco R. Calderón, Historia económica de la Nueva España <strong>en</strong> tiempos de los Austrias, op. cit.,<br />

p. 85.<br />

Historia de México 27


Historia de México<br />

taban situados al norte y al sur. La plaza estaba limitada, <strong>en</strong> su lado<br />

norte, por una parte de la empalizada del templo mayor; al sur por<br />

un canal que corría de ori<strong>en</strong>te a poni<strong>en</strong>te; <strong>en</strong> el occid<strong>en</strong>te estaban<br />

las casas, muy posiblem<strong>en</strong>te de dos pisos, que ocupaban los funcionarios<br />

del Estado, y finalm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> el ori<strong>en</strong>te estaba el palacio del<br />

tlatoani (<strong>en</strong> el lugar que hoy ocupa Palacio Nacional). La vía de acceso<br />

a esta plaza era el canal de la calzada de Ixtapalapa, que pasaba<br />

a un lado del palacio y llegaba hasta el Templo Mayor.<br />

La pirámide más grande e importante del recinto estaba dedicada<br />

a las dos divinidades más importantes del panteón azteca, Huitzilopochtli<br />

y Tláloc, que regían las dos actividades fundam<strong>en</strong>tales de<br />

la riqueza económica del imperio: la guerra y la agricultura. Este templo<br />

era considerado <strong>en</strong> el p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to mexica como imag<strong>en</strong> del<br />

Coatepec cercano a Tula, donde ocurrió el port<strong>en</strong>toso nacimi<strong>en</strong>to de<br />

Huitzilopochtli; <strong>en</strong> consecu<strong>en</strong>cia, el templo era a su vez imag<strong>en</strong> del Universo, y debía<br />

reunir todos los elem<strong>en</strong>tos simbólicos relacionados con el mito primordial.<br />

El templo fue reedificado <strong>en</strong> varias ocasiones, siete <strong>en</strong> total, a partir de la “casita<br />

hecha con miseria y pobreza”, construida después de que los <strong>mexicas</strong> se establecieron<br />

<strong>en</strong> el islote; poco después de 1325 se hizo una primera reedificación, donde aparec<strong>en</strong><br />

ya los dos adoratorios —de Huitzilopochtli y Tláloc—; la segunda fue com<strong>en</strong>zada <strong>en</strong> el<br />

reinado de Acamapichtli y terminada <strong>en</strong> tiempos de Huitzilíhuitl; la tercera, más grande<br />

y ost<strong>en</strong>tosa que cubrió las edificaciones anteriores, se realizó durante el reinado de<br />

Izcóatl después del triunfo sobre Azcapotzalco. De ahí <strong>en</strong> adelante las reconstrucciones<br />

estuvieron vinculadas con los éxitos guerreros de los más destacados gobernantes; a<br />

Moctezuma Ilhuicamina correspondió la cuarta etapa reconstructiva que fue concluida<br />

al llegar Axayácatl al trono, qui<strong>en</strong> a su vez buscó cim<strong>en</strong>tar el prestigio de T<strong>en</strong>ochtitlan<br />

mediante nuevas reconstrucciones del templo, consagrado <strong>en</strong> 1487, durante el reinado<br />

de Ahuízotl. Moctezuma Xocoyotzin realizó nuevas ampliaciones —que habrían de ser<br />

las últimas— agregando al templo un adoratorio “para dar cabida a todos los dioses de<br />

que tuviera noticia”, particularm<strong>en</strong>te a los v<strong>en</strong>erados <strong>en</strong> las regiones sometidas al imperio;<br />

por esa razón dicho adoratorio se llamó Coatecalli, “casa de diversos dioses”.<br />

Como era usual <strong>en</strong> la construcción de las pirámides mesoamericanas, al hacer la<br />

edificación de cada nueva etapa constructiva del Templo Mayor, quedaba sepultada la anterior,<br />

pero se t<strong>en</strong>ía gran cuidado <strong>en</strong> no destruir la obra arquitectónica ni las esculturas<br />

que quedaban ocultas, de modo que conservaran sus características y significación ritual.<br />

El edificio, como lo <strong>en</strong>contraron los españoles —y lo descubrieron los arqueólogos <strong>en</strong> el<br />

siglo XX—, t<strong>en</strong>ía como base un rectángulo cuyos lados medían 76.6 metros de norte a sur,<br />

y 83.5 de ori<strong>en</strong>te a poni<strong>en</strong>te; <strong>en</strong> el plano asc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>te, que alcanzaba una altura aproximada<br />

de 30 metros, se componía de cuatro o cinco cuerpos <strong>en</strong> talud, <strong>en</strong>tre cada uno de<br />

los cuales había un pasillo angosto. En su parte delantera, ori<strong>en</strong>tada hacia el poni<strong>en</strong>te, se<br />

<strong>en</strong>contraba la escalinata c<strong>en</strong>tral, dividida <strong>en</strong> dos partes y compuesta por 114 escalones,<br />

que conducía al nivel superior donde se <strong>en</strong>contraban los dos adoratorios, cada uno<br />

mostrando los colores y las insignias propias del dios respectivo, cuya imag<strong>en</strong> estaba, a<br />

decir de los cronistas, “<strong>en</strong> dos capillas o altares <strong>en</strong> lo alto, cubierta cada una con un capitel”.<br />

Fr<strong>en</strong>te a cada una de ambas imág<strong>en</strong>es estaba una piedra redonda que llamaban<br />

téchcatl, donde se colocaba al sacrificado <strong>en</strong> las ceremonias rituales.<br />

El majestuoso Templo Mayor de T<strong>en</strong>ochtitlan, cuya última etapa fue destruida por<br />

completo después de la conquista española, estuvo cubierto durante cerca de 450 años<br />

bajo los edificios construidos durante los tres siglos del periodo colonial; a principios


del siglo XX 4 se realizaron las primeras excavaciones que permitieron descubrir la esquina<br />

suroeste de lo que ya <strong>en</strong>tonces se id<strong>en</strong>tificó como el Templo Mayor de la antigua ciudad<br />

mexica. Pero el hecho que determinó su completa excavación y justificó el derrumbe<br />

posterior de las construcciones coloniales que lo cubrían, ocurrió el 21 de febrero de<br />

1978, al ser descubierto por casualidad un relieve con la repres<strong>en</strong>tación de la diosa<br />

Coyolxauhqui, <strong>en</strong> lo que fuera la fachada principal del templo <strong>en</strong> su cuarta etapa, al pie<br />

de la escalinata.<br />

La pieza escultórica es de forma circular ligeram<strong>en</strong>te oblonga, de 3.40 por 3.05<br />

metros, con 35 c<strong>en</strong>tímetros de espesor y un peso aproximado de 8 a 10 toneladas; está<br />

labrada <strong>en</strong> roca volcánica y el relieve ti<strong>en</strong>e una profundidad de 8 c<strong>en</strong>tímetros, lo cual otorga<br />

a la figura un efecto de volum<strong>en</strong> muy expresivo, sobre todo <strong>en</strong> algunas partes donde<br />

se hicieron a la pieza cortes casi perp<strong>en</strong>diculares.<br />

Aparte de las características de la composición escultórica, <strong>en</strong> las que se observa<br />

cómo el artista hizo ajustar magistralm<strong>en</strong>te el cuerpo de la diosa al espacio circular del<br />

monolito, el tratami<strong>en</strong>to del tema no podía ser más expresivo; con la cabeza despr<strong>en</strong>dida<br />

del tronco y desmembrados brazos y piernas, la hermana de Huitzilopochtli porta<br />

todos los elem<strong>en</strong>tos que la distingu<strong>en</strong> como “la del rostro pintado con cascabeles”<br />

(coyolli, cascabel, xauhqui, la que se pinta o adorna el rostro). Un hecho de gran significancia<br />

es el lugar donde fue colocada originalm<strong>en</strong>te, al pie del templo, es decir, al<br />

pie del cerro del Coatepec, <strong>en</strong> la posición <strong>en</strong> que debió quedar, según el mito, tras haber<br />

sido destrozada por su iracundo hermano.<br />

La escultura azteca<br />

La escultura azteca es solemne y vigorosa, de trazo firme y seguro, <strong>en</strong><br />

equilibrio casi perfecto, a semejanza del cosmos que pret<strong>en</strong>de reflejar.<br />

La piedra basáltica que sirvió de materia prima, parece haber respondido<br />

a la mano maestra del artista, hasta adquirir a pl<strong>en</strong>itud la fuerza que fue<br />

capaz de imprimirle un pueblo como el azteca, nacido del crisol del<br />

“fogón divino”, como la piedra misma, forjada por los volcanes. Un pueblo<br />

con una s<strong>en</strong>sibilidad dramática producto de su concepción austera<br />

de la vida, de su profundo s<strong>en</strong>tido religioso como pueblo elegido, y del<br />

rigor de sus instituciones sociales.<br />

En la composición, el arte lapidario azteca es hasta cierto punto realista,<br />

aunque muestra una t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia a las simplificaciones geométricas,<br />

seguram<strong>en</strong>te heredada de teotihuacanos y toltecas, y <strong>en</strong> la mayoría de las esculturas se<br />

manti<strong>en</strong>e bajo el principio de la frontalidad, que pres<strong>en</strong>taba la figura humana con los pies<br />

juntos y los brazos pegados al cuerpo, o ligeram<strong>en</strong>te levantados. Pero el arte azteca<br />

rompió con la rigidez de sus predecesores e imprimió a la escultura una dinámica plasticidad<br />

y una singular at<strong>en</strong>ción hacia el detalle <strong>en</strong> el relieve, produci<strong>en</strong>do un marcado<br />

contraste de claroscuro; <strong>en</strong>tre los ejemplos más destacados que pres<strong>en</strong>tan esas características,<br />

está una repres<strong>en</strong>tación <strong>en</strong> basalto de la Serpi<strong>en</strong>te Emplumada, que <strong>en</strong> un movimi<strong>en</strong>to<br />

giratorio asc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>te, muestra <strong>en</strong> detalle las plumas sagradas de Quetzalcóatl.<br />

4 El siglo XX ha sido muy prolífico <strong>en</strong> hallazgos del antiguo mundo mexica, desde que se iniciaran<br />

los trabajos sistemáticos de la arqueología <strong>en</strong> México a principios de siglo; sin embargo, <strong>en</strong> virtud<br />

de la dificultad para excavar <strong>en</strong> el c<strong>en</strong>tro de la ciudad capital sin dañar los edificios coloniales, la mayoría<br />

de los descubrimi<strong>en</strong>tos han ocurrido de manera fortuita, al realizar algunas obras públicas, como<br />

<strong>en</strong> los casos <strong>en</strong> que la construcción del sistema colectivo de transporte, el Metro, hizo posible la realización<br />

de importantes trabajos de arqueología de salvam<strong>en</strong>to.<br />

Historia de México 29


Historia de México<br />

En la escultura <strong>en</strong> piedra, la técnica más utilizada era el cincelado, utilizando como<br />

herrami<strong>en</strong>tas, hachas, cinceles, raspadores, mazos y taladros, todos ellos de piedra, aunque<br />

se habían empezado a introducir los instrum<strong>en</strong>tos de metal, quizá importados de<br />

la región occid<strong>en</strong>tal. <strong>Los</strong> materiales pétreos más comúnm<strong>en</strong>te trabajados eran: basalto,<br />

obsidiana, cristal de roca, diorita y alabastro (tecalli).<br />

La escultura azteca <strong>en</strong> barro pres<strong>en</strong>ta rasgos más realistas que el arte lapidario y es<br />

admirable el manejo de la figura humana <strong>en</strong> piezas huecas de tamaño natural.<br />

Respecto a la temática y el cont<strong>en</strong>ido, las esculturas se clasifican <strong>en</strong>: a) teomórficas;<br />

b) zoomórficas; c) antropomórficas; d) estatuaria ceremonial, y e) máscaras. 5<br />

a) Teomórfica. En una concepción artística con una influ<strong>en</strong>cia religiosa tan fuerte,<br />

resulta obvio que la estatuaria fuera de prefer<strong>en</strong>cia mitológica, con múltiples repres<strong>en</strong>taciones<br />

de los dioses, o de los disfraces totémicos de animales, asociados<br />

al destino de los hombres.<br />

Entre las esculturas dedicadas a las deidades aztecas, es la de Coatlicue la que sobresale,<br />

considerada como obra maestra del arte escultórico <strong>en</strong> el contin<strong>en</strong>te americano.<br />

La diosa, madre de Huitzilopochtli, “la de la falda de serpi<strong>en</strong>tes”, reviste <strong>en</strong> esta escultura<br />

sus múltiples atributos: repres<strong>en</strong>ta a la tierra <strong>en</strong> su carácter ambival<strong>en</strong>te, como dadora<br />

de la vida y como <strong>en</strong>cargada de recoger <strong>en</strong> su s<strong>en</strong>o el cuerpo de los descarnados. Aquélla<br />

que dio la vida a su hijo el Sol, pero que ella misma lo oculta al llegar la noche.<br />

Respecto de su composición de líneas, vista de fr<strong>en</strong>te, la escultura, que ti<strong>en</strong>e una<br />

altura de más de dos metros y medio, forma un rectángulo vertical a cuyos lados, <strong>en</strong><br />

la porción próxima a la cima, sobresal<strong>en</strong> otros dos rectángulos más pequeños y mucho<br />

más angostos, lo cual produce un efecto geométrico cruciforme. De perfil, la monum<strong>en</strong>tal<br />

figura parece inclinarse hacia adelante, pues ti<strong>en</strong>e la forma de un largo romboide<br />

del cual sobresale, arriba, un ángulo vertical. En el aspecto figurativo, la falda que porta<br />

la diosa es una trama de serpi<strong>en</strong>tes, cuyas cabezas ca<strong>en</strong> hasta formar la orla de la falda;<br />

sus pies son dos garras de águila, <strong>en</strong> cuyas plantas se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra labrado el monstruo<br />

de la tierra, <strong>en</strong> forma de reptil; sobre el pecho lleva un cráneo a manera de pectoral,<br />

y de su cuello, que parece estar despr<strong>en</strong>dido del cuerpo, surg<strong>en</strong> dos <strong>en</strong>ormes cabezas<br />

de serpi<strong>en</strong>te, cuyas fauces converg<strong>en</strong> <strong>en</strong> la línea c<strong>en</strong>tral del conjunto escultórico.<br />

Además de esta obra, la escultura teomórfica muestra otras muchas repres<strong>en</strong>taciones<br />

de dioses del amplio panteón azteca, como las de Quetzalcóatl, Xochipilli, Huehuetéotl,<br />

Coyolxauhqui (una cabeza decapitada cuyos rasgos característicos permitieron id<strong>en</strong>tificar<br />

a la pieza circular <strong>en</strong>contrada <strong>en</strong> 1978), las numerosas repres<strong>en</strong>taciones de las<br />

Cihuateteo, etcétera. El llamado Chac mool, de orig<strong>en</strong> tolteca, muestra claram<strong>en</strong>te el<br />

estilo que le imprimió la mano del artista mexica.<br />

b) Zoomórfica. La escultura zoomórfica azteca está vinculada a la cre<strong>en</strong>cia, conocida<br />

ahora como “nahualismo”, sobre la relación mágica exist<strong>en</strong>te <strong>en</strong>tre animales<br />

y hombres, pues suponían que cada persona estaba ligada desde su nacimi<strong>en</strong>to, y<br />

según fuera el día <strong>en</strong> que ocurría éste, con un determinado animal que se convertía<br />

<strong>en</strong> su protector tutelar, <strong>en</strong> su otro yo. <strong>Los</strong> dioses t<strong>en</strong>ían también su propio<br />

nahual zoomórfico y cuando <strong>en</strong> ocasiones desci<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a la tierra, portan los<br />

atavíos de su tótem particular, como el caso del jaguar, símbolo de Tezcatlipoca<br />

como el cielo nocturno y estrellado, contraparte del Sol-Huitzilopochtli, caracterizado<br />

por el águila.<br />

5 Salvador Toscano, Arte precolombino de México y América C<strong>en</strong>tral, UNAM, México, 1970, p. 111.


En virtud de esa cre<strong>en</strong>cia, el universo de las formas escultóricas<br />

estaba poblado de animales totémicos, <strong>en</strong>tre los cuales los más frecu<strong>en</strong>tes<br />

eran: serpi<strong>en</strong>tes, jaguares, coyotes, tortugas, ranas, langostas,<br />

conejos y chapulines.<br />

c) Antropomórfica. <strong>Los</strong> motivos antropomórficos de inspiración<br />

histórica o retrato, son escasos <strong>en</strong> la escultura; se hicieron repres<strong>en</strong>taciones<br />

de guerreros anónimos, más como el símbolo<br />

del guerrero que como la efigie de algui<strong>en</strong> <strong>en</strong> particular. Destacan<br />

<strong>en</strong> esta clasificación de escultura naturalista <strong>en</strong> piedra<br />

dos cabezas, una conocida como la del Hombre Muerto, y la otra<br />

de un Caballero Águila, ambas consideradas como obras maestras<br />

<strong>en</strong> su género. D<strong>en</strong>tro de esta clasificación están las figuras humanas conocidas<br />

como portaestandartes, muy similares a las del arte tolteca, y las majestuosas<br />

efigies de caballeros águila, modeladas <strong>en</strong> barro con aplicaciones de estuco, de<br />

gran calidad estética, <strong>en</strong>contradas <strong>en</strong> el Templo Mayor.<br />

d) Estatuaria ceremonial. Las esculturas del ceremonial son piezas de formas variadas,<br />

talladas <strong>en</strong> piedra, destinadas a usarse <strong>en</strong> las múltiples ceremonias del<br />

ritual azteca. Entre ellas están: vasos para colocar la sangre y los corazones de<br />

los sacrificados, llamados cuauhxicallis, cuyas muestras más notables son: una<br />

impon<strong>en</strong>te figura de jaguar y unas águilas de ost<strong>en</strong>toso plumaje; se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran<br />

además urnas (tepletlacallis); monum<strong>en</strong>tos votivos y lápidas conmemorativas;<br />

altares para luchas gladiatorias (temalácatl); piedras de sacrificio (téchcatl); anillos<br />

para el juego de pelota (tlachtemalácatl); repres<strong>en</strong>taciones de la “atadura<br />

de los años” (xiuhmolpilli), etcétera.<br />

Una obra de arte ceremonial de gran importancia es la “Piedra del Sol”, conocida<br />

comúnm<strong>en</strong>te como “Cal<strong>en</strong>dario azteca”, esculpida <strong>en</strong> un monolito <strong>en</strong> forma de<br />

disco con 3.35 metros de diámetro y un peso de 24 toneladas. Esta pieza, que es<br />

realm<strong>en</strong>te un monum<strong>en</strong>to al Sol, muestra los atributos de éste como ser mítico, <strong>en</strong>tre los<br />

que destacan dos repres<strong>en</strong>taciones de la Xiuhcóatl “serpi<strong>en</strong>te de fuego” (el arma de<br />

Huitzilopochtli) que <strong>en</strong>marcan la escultura, cuyas cabezas y colas se juntan <strong>en</strong> ambos<br />

extremos de una línea diametral imaginaria. La obra conti<strong>en</strong>e además los elem<strong>en</strong>tos<br />

cal<strong>en</strong>dáricos relacionados con el año solar, sin faltar, <strong>en</strong> el c<strong>en</strong>tro del <strong>en</strong>orme disco, el<br />

signo del “quincunce”, esto es, la repres<strong>en</strong>tación de las cuatro edades o soles del universo<br />

cósmico azteca, alrededor de una cabeza antropomórfica que simboliza al<br />

Quinto Sol.<br />

e) Máscaras. Las máscaras aztecas constituy<strong>en</strong> una her<strong>en</strong>cia más de Teotihuacan;<br />

aunque <strong>en</strong> su mayoría parec<strong>en</strong> haber pert<strong>en</strong>ecido al ritual funerario, como fue<br />

una práctica común mesoamericana, es posible que se utilizaran también para<br />

cubrir el rostro de las figuras teomórficas. Como correspondi<strong>en</strong>tes al arte lapidario,<br />

las máscaras aztecas estaban talladas <strong>en</strong> piedra, principalm<strong>en</strong>te alabastro,<br />

turquesa, jade y obsidiana.<br />

Literatura<br />

La escritura<br />

<strong>Los</strong> códices, los libros, la palabra escrita, constituían un medio de transmitir los mecanismos<br />

del universo, tanto <strong>en</strong> el horizonte cósmico, como <strong>en</strong> el ámbito terr<strong>en</strong>al de la<br />

Historia de México 31


Historia de México<br />

ciudad, del calpulli y del hogar doméstico; eran <strong>en</strong> su conjunto el instrum<strong>en</strong>to mediante<br />

el cual se ori<strong>en</strong>taba a la comunidad, y se producía el apr<strong>en</strong>dizaje ritual obligatorio para<br />

la clase dirig<strong>en</strong>te. Además, la palabra, escrita u oral, se consideraba como un ritual cuya<br />

misión es<strong>en</strong>cial era legitimar la historia del pueblo mexica, registrar el pasado <strong>en</strong> función<br />

de un pres<strong>en</strong>te de grandeza, y de un futuro <strong>en</strong> el que se debía perpetuar esa grandeza, de<br />

un futuro <strong>en</strong> el que se buscara evitar la muerte del Quinto Sol.<br />

De ahí que se atribuya a Quetzalcóatl, dios creador por excel<strong>en</strong>cia, la inv<strong>en</strong>ción de<br />

la escritura; su conservación e interpretación se consideraban es<strong>en</strong>ciales, no sólo como<br />

memoria del pasado que debe transmitirse a las g<strong>en</strong>eraciones futuras, sino para fundam<strong>en</strong>tar<br />

la id<strong>en</strong>tidad del grupo social, para hacerlo “dueño de un rostro y un corazón”,<br />

para “hacer que apareciera <strong>en</strong> los humanos un rostro: poner un espejo delante de los<br />

rostros para hacerlos cuidadosos y sabios”. Por eso Quetzalcóatl creó la flor y el canto<br />

(in xóchitl in cuícatl), para alabar y dar gracias al Tloque Nahuaque, Dador de la Vida,<br />

y para que todos conocieran, a través de los libros, los diversos caminos por los que<br />

habían de llegar a cumplir el destino glorioso del Pueblo del Sol. Bajo estas circunstancias,<br />

resulta explicable que el Estado mexica dedicara at<strong>en</strong>ción muy especial a los c<strong>en</strong>tros<br />

de <strong>en</strong>señanza y a las personas <strong>en</strong>cargadas de perpetuar, de mostrar y de <strong>en</strong>señar la palabra.<br />

Fray Toribio de B<strong>en</strong>av<strong>en</strong>te (Motolinía), señala que había cinco tipos de libros: el<br />

primero hablaba de los años y las épocas; el segundo de los días del año <strong>en</strong> que debían<br />

celebrarse las fiestas; el tercero de los sueños, de los augurios y profecías; el cuarto<br />

se refería al rito del bautismo y a los nombres que daban a los niños, y el quinto a los<br />

ritos, las ceremonias y los augurios que practicaban para las bodas. 6<br />

En su conjunto, los libros eran designados con la palabra Xiuhámatl, cuyo significado<br />

equivale a “Anales o códices de años”. Aparte de que se registraban todos esos<br />

aspectos <strong>en</strong> los libros, existía un medio muy eficaz de que los aztecas recordaran su<br />

pasado y tuvieran muy pres<strong>en</strong>tes los valores y las costumbres sancionadas por sus<br />

instituciones, tal medio, el más antiguo utilizado para ese fin, se designaba con el término<br />

Itoloca literalm<strong>en</strong>te traducido como “lo que se dice de algui<strong>en</strong> o de algo”, y era <strong>en</strong><br />

es<strong>en</strong>cia la transmisión oral de las tradiciones, mediante la memorización de los textos<br />

—ya fueran <strong>en</strong> prosa o poéticos— por los alumnos del Calmécac y el Telpochcalli,<br />

g<strong>en</strong>eración tras g<strong>en</strong>eración. Este aspecto es de gran relevancia para la historia, pues<br />

permitió que muchos de los textos se salvaran de la destrucción realizada por los<br />

españoles, ya que algunos nobles aztecas sobrevivi<strong>en</strong>tes a la guerra de conquista, colaboraron<br />

con los frailes <strong>en</strong> la reconstrucción de la historia.<br />

Así pues, los libros o códices (Xiuhámatl), constituían el complem<strong>en</strong>to de la Itoloca,<br />

y <strong>en</strong> ellos, elaborados <strong>en</strong> papel amate y plegados a manera de biombos, se escribían<br />

los recuerdos, las historias y los cantos. Entre los códices más importantes, algunos de<br />

ellos originalm<strong>en</strong>te nahuas, están: Borbónico, Códice Aubin, Tira de la peregrinación,<br />

Matrícula de Tributos, Códice Xólotl, Códice <strong>en</strong> Cruz, el M<strong>en</strong>docino, el Azcatitlan, el<br />

Cozcatzin y el Mexicanus.<br />

Estos códices han permitido estudiar la escritura náhuatl, repres<strong>en</strong>tada mediante<br />

una variedad de glifos, que pued<strong>en</strong> clasificarse <strong>en</strong> cinco grupos: a) numerales, b) cal<strong>en</strong>dáricos,<br />

c) pictográficos, d) ideográficos y e) fonéticos.<br />

a) La escritura numeral. La numeración náhuatl t<strong>en</strong>ía como base el número 20,<br />

al que designaban con el término cempoalli (una cu<strong>en</strong>ta), y por tratarse de un<br />

6 Citado por Amos Segala, Literatura náhuatl, CONACULTA y Grijalbo (Col. <strong>Los</strong> nov<strong>en</strong>ta núm. 49), México,<br />

1990, p. 74.


sistema vigesimal, resultaban de importancia fundam<strong>en</strong>tal los sigui<strong>en</strong>tes números:<br />

del 1 al 19; el 20 y las varias veint<strong>en</strong>as; el 400, y el 8,000. La unidad se repres<strong>en</strong>taba<br />

por medio de un punto y, de manera aditiva, se escribían tantos puntos como<br />

unidades se quisiera repres<strong>en</strong>tar.<br />

Existían otras formas para indicar los números 5, 10 y 15, aunque difer<strong>en</strong>tes<br />

a las utilizadas por otras culturas mesoamericanas (teotihuacanos y mayas repres<strong>en</strong>taban<br />

el número cinco mediante una barra); el número 20 o cempoalli,<br />

t<strong>en</strong>ía por signo una bandera o estandarte (pantli), y con frecu<strong>en</strong>cia los números<br />

5, 10 y 15 eran repres<strong>en</strong>tados respectivam<strong>en</strong>te por las tres cuartes partes, la mitad,<br />

o una cuarta parte de la bandera; el 400 se repres<strong>en</strong>taba por una pluma o<br />

una cabellera estilizada y, como <strong>en</strong> el caso anterior, se usaban fracciones de<br />

este signo para indicar 300, 200 o 100. Por último, el número 8,000 t<strong>en</strong>ía por signo<br />

una bolsa o talega (xiquipilli), del que también se tomaban fracciones para repres<strong>en</strong>tar<br />

los números 2,000, 4,000 o 6,000.<br />

b) La escritura cal<strong>en</strong>dárica. <strong>Los</strong> dos cal<strong>en</strong>darios: el Xiuhpohualli, solar o “cu<strong>en</strong>ta<br />

de los años”, y el Tonalpohualli o “cu<strong>en</strong>ta de los días”, se repres<strong>en</strong>taban mediante<br />

los correspondi<strong>en</strong>tes numerales y veinte signos o glifos cal<strong>en</strong>dáricos que <strong>en</strong><br />

un principio t<strong>en</strong>ían carácter pictográfico (repres<strong>en</strong>tativo de objetos),<br />

y luego se transformaron <strong>en</strong> ideográficos, al simbolizar<br />

los conceptos que determinan y distingu<strong>en</strong> los diversos días.<br />

Uno de los principales docum<strong>en</strong>tos cal<strong>en</strong>dáricos es la llamada<br />

“rueda de los años” donde, a modo de crónicas o anales, se indicaban,<br />

al lado de la cifra y el glifo de cada año, los principales<br />

acontecimi<strong>en</strong>tos que <strong>en</strong> él ocurrieron. Otro códice, llamado<br />

<strong>en</strong> Cruz, abarca los hechos principales de los años 1402 a 1453;<br />

de 1454 a 1505, y de 1506 a 1557.<br />

c) La escritura pictográfica constituía una manera muy fácil y<br />

directa de comunicación, y pudiera considerarse como la forma<br />

de escritura más primitiva. <strong>Los</strong> glifos pictográficos se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran,<br />

por ejemplo, <strong>en</strong> casi todos los códices que relatan la<br />

peregrinación, los que se refier<strong>en</strong> al tlachtli o juego de pelota<br />

ritual, los que narran combates o repres<strong>en</strong>tan hechos políticos;<br />

la Matrícula de tributos conti<strong>en</strong>e muchos de estos glifos, necesarios<br />

para repres<strong>en</strong>tar los diversos objetos que el imperio<br />

azteca recibía como tributo.<br />

d) La escritura ideográfica. <strong>Los</strong> pueblos nahuas —como puede observarse <strong>en</strong> la<br />

pintura teotihuacana— utilizaron ideogramas para repres<strong>en</strong>tar conceptos metafísicos,<br />

tales como el de dios (teotl), simbolizado por un sol; el de movimi<strong>en</strong>to<br />

(ollin); el de la vida (yoliliztli); el de la noche (yohualli), o el del día (ílhuitl). La<br />

palabra se repres<strong>en</strong>taba mediante una voluta que sale de la boca de qui<strong>en</strong> habla,<br />

y el canto mediante volutas floridas. <strong>Los</strong> aztecas agregaron símbolos a la escritura<br />

náhuatl, como el de “agua quemada” (atl tlachinolli) con el que id<strong>en</strong>tificaban<br />

a la guerra, y otros relacionados con la cosmovisión creada tras la reforma<br />

de Tlacaélel.<br />

e) La escritura fonética se empleó principalm<strong>en</strong>te para repres<strong>en</strong>tar nombres de<br />

personas y lugares, mediante un sistema de glifos que simbolizaban sílabas y algunas<br />

letras (a, e, o); dichos glifos se derivaban de la repres<strong>en</strong>tación estilizada<br />

de diversos objetos, cuyo nombre com<strong>en</strong>zaba por el sonido que se pret<strong>en</strong>día<br />

simbolizar. Esta escritura t<strong>en</strong>ía como rasgos característicos: a) glifos silábicos <strong>en</strong><br />

Historia de México 33


Historia de México<br />

g<strong>en</strong>eral; b) glifos monosilábicos que repres<strong>en</strong>taban prefijos o sufijos, por ejemplo<br />

te- (refer<strong>en</strong>cia a algui<strong>en</strong> o algunos), -tlan (de lugar), -pan (<strong>en</strong>cima de), y<br />

c) glifos que repres<strong>en</strong>taban letras. 7<br />

<strong>Los</strong> aztecas distinguían <strong>en</strong>tre el l<strong>en</strong>guaje superior que pert<strong>en</strong>ecía a los tlamatinime,<br />

al que llamaron tecpictállotl, y el que se utilizaba para referirse a las actividades cotidianas,<br />

al que llamaron macehuallátotl. Distinguieron también <strong>en</strong>tre la escritura del<br />

tlahtolli, el discurso o relato, que pudiera ser equival<strong>en</strong>te a la prosa, y la del cuícatl, la<br />

escritura del canto, la poética, aquella que sabios y artistas id<strong>en</strong>tificaron con las flores.<br />

De manera g<strong>en</strong>eral, los tlahtolli t<strong>en</strong>ían como temas g<strong>en</strong>erales los asuntos ci<strong>en</strong>tíficos,<br />

administrativos, y los referidos a las costumbres o a la narración de hechos históricos.<br />

D<strong>en</strong>tro de esta categoría están las narraciones tlaquetzqui, que relatan los mitos<br />

sobre los oríg<strong>en</strong>es del cosmos, de los dioses y de los hombres. Pero el conjunto más<br />

rico de estos textos <strong>en</strong> prosa, desde el punto de vista literario, son los llamados<br />

Huehuetlahtolli o “pláticas de viejos”, que t<strong>en</strong>ían la función de recordar a todos los<br />

miembros de la comunidad el conjunto de reglas y prohibiciones que debían observar, así<br />

como los hechos históricos que debían memorizar para mant<strong>en</strong>er siempre vig<strong>en</strong>te su<br />

id<strong>en</strong>tidad como pueblo escogido.<br />

En cuanto a los cuícatl, se distingu<strong>en</strong> cuatro categorías, manifiestas a través de dos<br />

importantes docum<strong>en</strong>tos recogidos por los frailes españoles: Cantares mexicanos y<br />

Romances de los señores de la Nueva España; tales categorías son:<br />

• Yaocuícatl, cuauhcuícatl (de caballeros águila), ocelocuícatl (de caballeros tigre);<br />

cantos de guerra de las dos órd<strong>en</strong>es militares.<br />

• Xopancuícatl, xochicuícatl; cantos de verdor y de flores, que incluy<strong>en</strong> refer<strong>en</strong>cias<br />

metafóricas sobre animales, flores y metales, relacionados con el universo<br />

mágico.<br />

• Icnocuícatl; cantos de privación, que son interrogaciones dramáticas sobre la<br />

naturaleza de los dioses, la relación de éstos con los hombres, y el misterio del<br />

más allá y lo efímero de la vida <strong>en</strong> la tierra.<br />

• Cuecuechcuícatl, ahuilcuícatl; cantos de <strong>en</strong>amorados. 8<br />

7 Miguel León-Portilla, <strong>Los</strong> antiguos mexicanos a través de sus crónicas y cantares, op. cit., pp. 48-60.<br />

8 Amos Segala, Literatura náhuatl, op. cit., pp. 138-139.


Entre los numerosos cuícatl rescatados por los cronistas, existe uno, pert<strong>en</strong>eci<strong>en</strong>te<br />

a la categoría de los Icnocuícatl, que refleja con gran fuerza el p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to náhuatl sobre<br />

lo efímero de la vida <strong>en</strong> la tierra, y sobre la pequeñez del hombre fr<strong>en</strong>te a los designios<br />

ineludibles de la divinidad, y que es también, por lo mismo, uno de los más conocidos:<br />

¡Ay!, <strong>en</strong>tonces sólo como qui<strong>en</strong> recoge jades<br />

andamos recogi<strong>en</strong>do tus hermosos cantos, oh autor de la vida.<br />

Y de modo igual hacemos que prospere la amistad<br />

<strong>en</strong> la tierra pres<strong>en</strong>te.<br />

Por eso estoy triste, yo el cantor,<br />

por eso lloro: No se pued<strong>en</strong> llevar las flores,<br />

no se pued<strong>en</strong> llevar los cantos a su casa;<br />

Sólo una vez se vive <strong>en</strong> la tierra.<br />

Gocémonos, amigos míos,<br />

ninguno de vosotros si<strong>en</strong>ta aquí tristeza:<br />

Nadie ti<strong>en</strong>e casa fija <strong>en</strong> la tierra,<br />

nadie quedará <strong>en</strong> ella.<br />

Se rompe el plumaje del quetzal,<br />

las pinturas se van deteriorando,<br />

las flores se marchitan.<br />

Todo eso se va a la casa del Dador de la vida<br />

Sólo andamos como ebrios por breve mom<strong>en</strong>to,<br />

junto a ti, a tu lado, autor de la vida,<br />

sólo podemos conocernos <strong>en</strong> este mundo:<br />

Nadie quedará <strong>en</strong> él.<br />

Historia de México 35

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