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Revista Herencia, vol 2

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<strong>Revista</strong> ISSN: 0718-714<br />

<strong>Herencia</strong><br />

Estudios literarios, lingüísticos, y creaciones artísticas<br />

Publicación anual - Año 2 - Volumen II - primavera 2010 - Santiago de Chile


<strong>Revista</strong> ISSN: 0718-714<br />

<strong>Herencia</strong><br />

Estudios literarios, lingüísticos, y creaciones artísticas


<strong>Revista</strong> <strong>Herencia</strong> Vol. II<br />

MMX<br />

Publicada por FACULTAD DE EDUCACIÓN de<br />

UNIVERSIDAD DE LAS AMÉRICAS<br />

Pedagogía en Lengua Castellana y Literatura<br />

República 71, Santiago de Chile<br />

Editor General<br />

David Gallardo Matus.<br />

Editora de Redacción:<br />

Nickols Valdivia Ibáñez.<br />

Directora:<br />

Angélica Pulgar Núñez.<br />

Profesor asesor:<br />

Cristian Basso Benelli.<br />

Comité editorial:<br />

David Gallardo Matus.<br />

Miguel Bargetto Fernández.<br />

Jorge Matamala Cid.<br />

Angélica Pulgar Núñez.<br />

Juan Rodríguez Salinas.<br />

Nickols Valdivia Ibáñez.<br />

Ilustrador:<br />

Juan Rodríguez Salinas.<br />

ISSN impreso: 0718-7149. ISSN en línea: 0718-9125.<br />

Registro de propiedad intelectual: Nº 183.509.<br />

Depósito legal en conformidad a la Ley 19.733.<br />

Tiraje de 300 ejemplares.<br />

Se permite la reproducción citando la fuente.<br />

http://www.revistaherencia.cl<br />

contacto@revistaherencia.cl<br />

Fundada en septiembre de 2008 por David Gallardo, Angélica Pulgar y Nickols Valdivia.


6<br />

Índice<br />

• Presentación.<br />

David Gallardo Matus. Angélica Pulgar Núñez 8<br />

Especial Bicentenario<br />

• El desplazamiento dinámico de la perspectiva: la profundidad como un dilema en la construcción<br />

de mundo de La Comedia del Arte de Adolfo Couve.<br />

Nadia Norambuena Cofré 12<br />

• La incertidumbre como gnoseología en Estravagario, de Pablo Neruda.<br />

Mario Guerrero Alvarado 17<br />

• María Luisa Bombal: Tres cartas inéditas, un prólogo y un posavasos.<br />

Manuel Peña Muñoz 21<br />

• La etapas de la vida y las estaciones del año en Alsino, de Pedro Prado.<br />

David Gallardo Matus 35<br />

• Notas a la edición de Vivir, ¿cuándo comienza? (Poesía reunida) de Samir Nazal.<br />

Cristian Basso Benelli 44<br />

Literatura<br />

• Alicia y el reflejo de su espejo: evidencias literarias de cambios históricos.<br />

Javiera Soto Hidalgo 50<br />

• Homero, educador de occidente.<br />

César García Álvarez 59<br />

• Apología del arte.<br />

Eduardo Sánchez Ñiguez 67<br />

Lingüística<br />

• Coherencia y cohesión.<br />

Sebastián Huerta 76<br />

• Bases teóricas del estructuralismo.<br />

Miguel Bargetto Fernández 81<br />

Creaciones artísticas<br />

• Ciudad Juárez. Casablanca. Laguna Estigia. Apocalipsis.<br />

Gloria Favi Cortés 90<br />

• Antiguas ramas chuecas.<br />

Carla Soto Olave 91


<strong>Herencia</strong><br />

• Percepción terrena. San Rafael.<br />

Rosió Rendón 92<br />

• Aguanta. Piojos. Me he puesto el poema alrededor del cuello.<br />

Jean Pierre Frederick 94<br />

• Verdugo.<br />

Daniela Contreras Pavez 95<br />

• Con tu llegada. El olvido y la sangre.<br />

Angélica Pulgar Núñez 96<br />

• Detrás. Letras terapeutas. Mi voz.<br />

Gloria Saavedra Valencia 97<br />

• Hombre, puro hombre.<br />

Jorge Matamala Cid 98<br />

• Evocar.<br />

María Torreblanca 99<br />

• El cuadro.<br />

Nadine Alemán 100<br />

• Pola.<br />

David Gallardo Matus 102<br />

• Furia Azul.<br />

Raúl Ortega Mella 103<br />

• Tregua de Sombras.<br />

Mauricio Saavedra 104<br />

• Minuto a Minuto.<br />

Miguel Bargetto Fernández 106<br />

• Comenzando de cero.<br />

Nickols Valdivia Ibáñez 109<br />

• Juicio al amor.<br />

Dattis Vera Poblete 111<br />

• La verdadera belleza.<br />

María Jesús Campos, Camila Donoso, Myriam Sepúlveda, Daniela Sepúlveda 112<br />

• La espera.<br />

Freddy Fuentes Planells 111<br />

Otros<br />

• Extensión. 117<br />

• Colaboradores. 122<br />

7


8<br />

Presentación<br />

E<strong>vol</strong>ucionar, es una necesidad. El hombre busca siempre mejorar en todos sus aspectos, y el intelectual<br />

es uno de ellos.<br />

Lo que se inició como un sueño de estudiantes, hoy es un proyecto consagrado y en constante<br />

cambio, pues resulta pertinente no sólo satisfacer las necesidades de los lectores, sino también las de nuestros<br />

propios intereses como estudiantes, profesores e investigadores en cuanto a la literatura, el arte y la expresión<br />

del pensamiento.<br />

Este espacio llamado <strong>Revista</strong> <strong>Herencia</strong>, nos ha permitido engrandecer el espíritu, pues la literatura nos hace<br />

más felices, más conscientes del mundo y los cambios que nos rodean, y lo que en el primer <strong>vol</strong>umen resultó<br />

ser un día feliz, hoy es un momento de reflexión y ensimismamiento en cuanto a lo que somos capaces de lograr<br />

como individuos y como grupo de trabajo. <strong>Revista</strong> <strong>Herencia</strong> se abre espacios, se da a conocer, se profundiza y<br />

se eterniza en la cultura literaria.<br />

El camino que queda por recorrer es largo y posee muchos obstáculos que no logramos dimensionar,<br />

pero estamos seguros de que estas páginas seguirán abriendo puertas, afianzando amistades y mejorará el<br />

conocimiento.<br />

<strong>Revista</strong> <strong>Herencia</strong> Volumen II, presenta a 25 escritores novatos y profesionales, nacionales y extrajeros,<br />

estudiantes, profesores e investigadores, quienes, quizás sin conocerse entre ellos, dan cuerpo y vida a esta<br />

creación que nos llena de satisfacción y orgullo, pues es fruto del constante esfuerzo que conlleva no sólo<br />

elaborar una revista literaria, sino también una página Web que busca presentar las creaciones literarias y que<br />

hasta la fecha lleva cerca de 7600 visitas tras un año de su creación y desde diferentes partes del mundo, lo cual<br />

nos enorgullece aún más.<br />

Esperamos, que el fruto del esfuerzo esté presente durante muchos años. Creemos que será así, pues<br />

Universidad de las Américas ha visto en esta creación un impulso necesario dentro de las actividades académicas<br />

y de esparcimiento; la carrera ha visto en éste su tema predilecto de conversación entre clases; y nuestras<br />

familias, se enorgullecen tanto como nosotros de esta <strong>Herencia</strong> que aún da sus primeros pasos, pues entregamos<br />

en estas páginas un año de trabajo y entrega, ya no por el anhelo de cumplir un sueño como lo fue con el<br />

<strong>vol</strong>umen uno, sino de cumplir metas desde ahora en adelante.<br />

<strong>Revista</strong> <strong>Herencia</strong> es para el futuro.<br />

David Gallardo Matus


<strong>Herencia</strong><br />

El año pasado, con mucho esfuerzo y trabajo, logramos presentar la primera edición de nuestra revista.<br />

Durante la ceremonia contamos con una clase magistral de nuestro estimado maestro César García<br />

Álvarez, presentándose, además, su libro “Un estudio sobre lo épico: Homero y Cervantes”. Fue un<br />

gran evento.<br />

Este año, en nuestra segunda edición, quisimos conmemorar el Bicentenario de nuestro país a través de<br />

un especial dedicado a la literatura chilena, el cual fue llevado a cabo gracias a la colaboración de nuestros<br />

compañeros, escritores e investigadores destacados y con el aporte de seguidores de nuestra revista a través de<br />

su página en internet. En su totalidad y variedad de temas expuestos en esta edición, creemos haber superado<br />

con creces la alta vara dejada con la pasada publicación, elevándola aún más para la siguiente versión.<br />

Como siempre, dedicamos esta edición a nuestros padres, amigos, profesores y compañeros por su constante<br />

apoyo y colaboración. También agradecemos a destacados escritores y poetas como Nadine Alemán, Nadia<br />

Norambuena, Eduardo Sánchez, Cristian Basso y Manuel Peña; así también a todos los seguidores de nuestra<br />

revista quienes nos leen desde diversos lugares del mundo.<br />

Esta iniciativa nació como un proyecto, un sueño que hoy, ya materializado, se ha convertido en la insignia<br />

de nuestra carrera. Es un legado que esperamos nuestros compañeros compartan, acrecienten y mantengan en el<br />

tiempo con el mismo cariño y trabajo con el que se ha realizado hasta el momento, ya que la Literatura no es sólo<br />

una ciencia o una carrera de estudio, es un arte que en sus distintas formas materializa emociones, imaginación,<br />

mundos y realidades diversas; traspasa barreras de tiempo y de lugar, creando un sinfín de expresiones tanto<br />

sutiles como sublimes. La palabra es la base de todo.<br />

Este trabajo es realizado con cariño y profesionalismo, por lo cual esperamos sea de su completo agrado y<br />

que sea un aporte no sólo a la cultura, sino también un aliciente para que en ustedes, al igual que en nosotros,<br />

acrecienten ese cariño por las letras.<br />

Que disfruten su lectura.<br />

Angélica Pulgar Núñez<br />

9


Especial Bicentenario


El desplazamiento dinámico de la perspectiva:<br />

la profundidad como un dilema en la construcción de mundo<br />

Una obra narrativa es siempre un mundo,<br />

un mundo creado que visitamos a<br />

través de la lectura. En él los personajes<br />

consiguen existir en la medida de que se crean espacios<br />

capaces de contenerlos. Entonces se asume<br />

que cada espacio debiera, por más ficticio que se le<br />

considere, contar en la raíz de su construcción con<br />

la perspectiva, recurso indispensable para construir<br />

en profundidad y equilibrio. Sin ella, los espacios se<br />

desestabilizan, se aplanan, impiden que la luz ingrese,<br />

se desplace y delinee en un emocionante juego<br />

con la sombra, el <strong>vol</strong>umen de los cuerpos contenidos.<br />

Denotativamente, la perspectiva es lo antes señalado<br />

y se la considera como el gran logro de los renacentistas.<br />

La genialidad de estos hombres entregó<br />

a toda la humanidad un método capaz de dotar al<br />

arte de profundidad y <strong>vol</strong>umen. Pero la perspectiva<br />

también entraña una importante cuota de simbolismo.<br />

Ella en sí misma es símbolo de profundidad, a la<br />

vez que la profundidad es símbolo de trascendencia.<br />

Un breve recorrido por la historia nos lo demuestra.<br />

El hombre medieval hizo del arte uno carente de perspectiva.<br />

La pintura, en términos simples, fue plana y<br />

concentrada en un punto central ubicado en la altura de<br />

la tela. Allí representó a Dios. En los alrededores, otras<br />

figuras representaron a los hombres que dependiendo<br />

de su tamaño y nivel de desproporción estaban más o<br />

menos alejados de la presencia divina. Aquí tenemos<br />

entonces un arte bidimensional, carente de perspectiva.<br />

Y su ausencia no responde sólo a una manera de representar<br />

el arte, sino, también, de percibir al mundo, adquiriendo<br />

en esta misma ausencia el valor de metáfora<br />

del teocentrismo medieval. No se aspiró en el arte a la<br />

profundad porque ésta no existiera en su mundo, sino<br />

que se la alojó en la altura. Dios era la profundidad y<br />

el hombre estuvo llamado a alzar la mirada y buscarla<br />

en el cielo. El arte renacentista, en cambio, al valorar<br />

la presencia de la perspectiva en sus representaciones,<br />

huyó de lo bidimensional. Nuevas tierras conquistadas<br />

le revelaron a este hombre renacentista que il mondo<br />

12<br />

de La Comedia del Arte de Adolfo Couve<br />

Nadia Norambuena Cofré<br />

é poco y que en su calidad de creatura perfecta hecha<br />

a imagen y semejanza de Dios era capaz de capturar<br />

toda la belleza y perfección de la realidad. La perspectiva<br />

le daba ese poder de representarse y representar<br />

en exactitud, de recuperar el equilibrio y la armonía de<br />

las formas. La perspectiva adquirió, de esta manera,<br />

la fuerza de símbolo de un hombre seguro de sí mismo<br />

y de su capacidad de aprehender la profundidad<br />

de un mundo amplísimo que deseaba ser conquistado.<br />

¿Puede un método de construcción pictórico y<br />

arquitectónico como la perspectiva ser aplicado a la<br />

narrativa? ¿Es posible unir pintura y literatura a través<br />

de un elemento aparentemente tan alejado de la<br />

segunda? Son muchos los argumentos a través de los<br />

cuales podemos responder afirmativamente a estas<br />

preguntas. Por ahora sólo presentaré dos. En primer<br />

lugar, la narrativa, al proponerse establecer mundos<br />

creados construibles a través de la palabra, requeriría<br />

generar ilusión de profundidad en sus espacios a fin<br />

de que los personajes y sus movimientos nos resultasen,<br />

pese a la ficción, posibles. Y, ¿cómo lograrlo<br />

si no es a través de la perspectiva, método que por<br />

excelencia crea ilusión de profundidad? En segundo<br />

lugar, las páginas de un texto narrativo son verdaderas<br />

superficies bidimensionales y, por ende, obligadas,<br />

cual tela, a valerse de algún medio a través del<br />

cual ilusionar al lector con la posibilidad de ingresar<br />

a la recreación de una realidad tridimensional.<br />

Sin embargo, ¿puede fallar todo lo que hemos<br />

dicho hasta ahora? ¿Puede, como en la pintura, alterarse<br />

la ilusión de profundidad hasta incluso anularla<br />

dentro del mundo creado de un texto narrativo?<br />

El escritor chileno Adolfo Couve (1940-1998) dedicó<br />

gran parte de su carrera a crear una narrativa realista,<br />

tendencia marginal en su época. El resultado fue<br />

perfecto. Sus primeras novelas son el reflejo de una<br />

dedicación absoluta, depuradas de cualquier anécdota<br />

insufrible para un artista que se autodenominara amanante<br />

de lo decimonónico. Las escenas de obras como<br />

Nadia Norambuena Cofré


La lección de pintura, corregidas hasta la angustia,<br />

nos ilusionan con la realidad, una estética, pero<br />

realidad al fin. Nos engañan y frente a ellas el lector<br />

se desconoce para reconocerse esta vez como<br />

espectador de una escena pictórica. ¿Por qué no decir,<br />

entonces, que durante esta extensa etapa literaria<br />

Adolfo Couve supo manejar a la perfección esa<br />

perspectiva que sus amados renacentistas nos heredaron<br />

para representar con exactitud y equilibrio?<br />

Pero cuando Adolfo Couve escribe y luego publica<br />

en el año 1995 su Comedia del arte, se genera<br />

un cambio en su tendencia realista. En la obra hay<br />

un claro afán de abandonar la descripción detallada y<br />

cuidada. El escritor, tal vez como nunca, se encuentra<br />

sobrepasado por la realidad -la misma que lo llevó<br />

tres años después a quitarse la vida-. Adolfo tan<br />

solo deja que la historia de despliegue, avance. Elige<br />

nuestra triste y sórdida Cartagena para ofrecernos un<br />

mundo falto de luz, en extremo precario, en extremo<br />

semejante al nuestro. Todo el equilibrio, la armonía<br />

y <strong>vol</strong>umen que son posibles de recrear gracias a<br />

la perspectiva aquí se debilitan, vacilan, se anulan.<br />

El argumento de La Comedia del Arte es, básicamente,<br />

lo que sigue: un pintor, Camondo, y su modelo,<br />

Marieta, arriban a Cartagena en busca de un sitio<br />

donde el artista pueda dedicarse a su oficio en medio<br />

de la ‘tranquilidad’ de un escenario costero. Juntos se<br />

hospedan en el altillo de la residencial San Julián. Al<br />

poco tiempo, y en medio de los infructuosos intentos<br />

del artista por capturar de manera realista el motivo<br />

elegido, un fotógrafo de temporada seduce a su modelo<br />

y mujer. Una vez descubierta la infidelidad, ocurre<br />

la separación de la pareja. Ésta, sin embargo, será<br />

parcial, pues el tiempo dará lugar a la reconciliación,<br />

no sin asumir las consecuencias del hecho: Camondo<br />

no sólo desiste de su oficio y quita a su mujer la<br />

posibilidad de ser motivo de sus obras, sino que ambos<br />

se embarcan en la búsqueda de un sentido nuevo<br />

para sus vidas que no llegará jamás. La aparición del<br />

fotógrafo había puesto en entredicho no sólo la relación<br />

de la pareja, sino, por sobre todo, la misión de la<br />

pintura en el presente. Frente a la renuncia del artista,<br />

los dioses exigen un espacio en el destino final de la<br />

historia. La ira de Apolo, dios de las artes, irrumpe al<br />

obligar a la musa de Camondo a bajar desde cielo para<br />

castigarlo. Ella cumple con dolor su cometido, introduciendo<br />

en el cuerpo de su inspirado una ponzoña<br />

disfrazada de la manera más soez: un jugo en sobre<br />

marca Yupi. Marieta, conducida por la misma musa,<br />

descubre la consecuencia del sórdido brebaje: Camondo<br />

ha sido transformado en una figura de cera, una que<br />

El desplazamiento dinámico de la perspectiva...<br />

<strong>Herencia</strong><br />

lo reproduce exactamente pero que, a la vez, le quita<br />

todo rastro de humanidad. En un acto de amor o de<br />

impulsividad o tal vez de irracionalidad, la modelo<br />

arranca la cabeza de la copia de cera del pintor. Abrazada<br />

a ella y luego puesta en sus piernas, inicia la ruta<br />

fúnebre en un taxi cuyo destino nos es desconocido.<br />

Aclarado el argumento, podemos concentrarnos<br />

tan sólo en el comportamiento de la perspectiva<br />

en la construcción de mundo de La Comedia<br />

del Arte y la interpretación de este fenómeno.<br />

Para reconocer que una creación es tridiminensional<br />

-es decir, está en perspectiva-, es necesario que figura<br />

y fondo puedan distinguirse entre sí. Cuando entre<br />

ellas media una distancia, se puede afirmar que se<br />

ha conseguido generar una ilusión de profundidad. La<br />

luz, en este caso, es la que permite que los cuerpos se<br />

separen del fondo, pues al incidir sobre ellos, estos adquieren<br />

<strong>vol</strong>umen, el que a su vez les permite proyectar<br />

sombra. Pero sin luz y, por ende, sin sombra, no hay<br />

recreación de <strong>vol</strong>umen. La figura se aplana, se adhiere<br />

al fondo, se anulan las distancias, no hay perspectiva.<br />

En una representación artística, lo esperado es que<br />

en ella se presente o se ausente la perspectiva. O a eso<br />

nos hemos acostumbrado, es decir, que una apreciación<br />

rápida nos permita concluir si estamos frente a<br />

una construcción bidimensional o tridimensional.<br />

Sin embargo, la lectura detenida de La Comedia del<br />

Arte de Adolfo Couve nos libera de ese patrón al presentarnos<br />

un mundo creado cuya construcción es resultado<br />

del desplazamiento dinámico de la perspectiva.<br />

Pero ¿a qué llamamos desplazamiento dinámico<br />

de la perspectiva? Básicamente nos referimos a que la<br />

perspectiva no logra consolidarse en la construcción de<br />

mundo de la novela. Se presenta por momentos y luego<br />

se retira, haciéndose de esto una constante. La consecuencia<br />

es clara y determinante: si ella no se consolida,<br />

significa que la profundidad se trasforma en un dilema.<br />

En el presente estudio interpretativo, los personajes<br />

son considerados figuras y los espacios en los que<br />

ellos se desenvuelven, el fondo. En una primera etapa<br />

de la historia, personajes y espacios son claramente<br />

distinguibles. Camondo y Marieta son capaces de<br />

recorrer toda la extensión de la playa de Cartagena.<br />

El narrador los describe en sus detalles, dando cuenta<br />

con esto de su <strong>vol</strong>umen. Camondo es un hombre<br />

mayor, lleva un sombrero, arrastra un atril de pintor<br />

y una paleta con sus pomos. Se instala en la playa<br />

13


<strong>Herencia</strong><br />

e intenta capturar con realismo la profundidad del paisaje<br />

en su tela. Marieta, por su parte, arrastra sus redondeces<br />

por una playa atestada de gente. Sus carnes se<br />

quedan literalmente atascadas entre veraneantes, quitasoles<br />

y demás enseres playeros. Además, todo su <strong>vol</strong>umen<br />

es ansiado por el pintor, quien la instala en una<br />

tarima y la retrata como una Diana cazadora. Camondo,<br />

a su vez, busca ansioso la luz de la mañana, la misma<br />

que define los contornos de las basuras esparcidas por<br />

el arenal y que le permite al pintor captar la realidad en<br />

perspectiva para retratarla fielmente. Por todos los elementos<br />

antes señalados -luz, <strong>vol</strong>umen, distinción entre<br />

figura y fondo-, es claro para todos que la construcción<br />

de mundo en su etapa inicial es en perspectiva.<br />

La ilusión de profundidad, entonces, se ha asentado.<br />

No obstante, la llegada de un fotógrafo de temporada<br />

al balneario y su intromisión en la vida de los Camondo<br />

amenaza esta ilusión de profundidad conseguida.<br />

Gastón, el fotógrafo, ofrece a Marieta una relación<br />

clandestina. La modelo se abandona a la seducción,<br />

pese a que esto le significa ocultarse en las sombras del<br />

anonimato. Se besan en la caja de la escalera, tras un<br />

biombo, fingen desinterés mutuo ante los demás, vuelven<br />

a encontrarse en la oscuridad del dormitorio de un<br />

Camondo ausente que pinta en la playa. Que una figura<br />

huya de la luz, busque refugio en las sombras, trae<br />

consigo el debilitamiento del <strong>vol</strong>umen. Esa es la situación<br />

de Marieta. Casi se ha trasformado en una figura<br />

plana adherida al fondo. ¿Dónde está en este punto la<br />

perspectiva? Si está, lo es de una manera débil. Cuando<br />

Camondo, el pintor, descubre que ha sido traicionado<br />

y reacciona iracundo ante la visión de los amantes en<br />

su propia cama, todo el mundo creado se desestabiliza.<br />

La perspectiva se desplaza por primera vez, a tal punto<br />

que el fotógrafo, al querer huir, tropieza una y otra vez<br />

hasta caer. Marieta, la figura casi plana ansía ser plana<br />

cuando en esta sórdida escena intenta ocultar su cuerpo<br />

desnudo con sus propias manos. A pesar de lo descrito,<br />

de tener por lo menos una figura prácticamente<br />

bidimensional y otra que no logra el equilibrio ni la<br />

armonía de sus movimientos, el desplazamiento de<br />

la perspectiva no genera que ésta se ausente del todo.<br />

Continúa el ánimo de construir en perspectiva, aunque<br />

ésta quiera fallar, pues Camondo se mantiene con <strong>vol</strong>umen<br />

gracias al vigor y determinación que demuestra<br />

en su actuar. Es una figura <strong>vol</strong>umétrica que acusa,<br />

condena, imposible de ignorar. Todos lo oyen y ven su<br />

furia. Si existe y su existencia es notoria, entonces, no<br />

se ha adherido al fondo. Por lo tanto, aún hay un espacio<br />

en perspectiva que lo contiene y nos los muestra.<br />

14<br />

Todo lo descrito anteriormente va a implicar que la<br />

construcción de mundo avance hacia la bidimensionalidad.<br />

Luego de que Camondo es testigo de la traición,<br />

por un tiempo tortura con malos tratos a su mujer. Se<br />

encasqueta unos cuernos de alce en la cabeza para<br />

ilustrar públicamente la inmoralidad de Marieta. La<br />

modelo no acepta la ridiculización a que es sometida<br />

y decide marcharse. Por un tiempo, el pintor busca el<br />

amor en los brazos de una loca que cree ver en él un<br />

antiguo amor devorado por el mar. Nunca esta mujer<br />

asume que quien duerme con ella es otro hombre. Que<br />

Camondo no sea percibido por Helena, esta loca de<br />

la playa, nos habla de una figura que comienza a perder<br />

su <strong>vol</strong>umen. Así que sólo podemos concluir que la<br />

perspectiva continúa desplazándose hacia la ausencia.<br />

Cuando la nueva relación se suma a la decadencia<br />

del paisaje, cuando se ensucia como las calles, casas y<br />

arena de Cartagena, el pintor se empecina en recuperar<br />

a su modelo. Marieta atiende al llamado del pintor y<br />

regresa al balneario. Ella toca la puerta de este hombre<br />

que la espera, los golpes despiertan a Camondo.<br />

Abre y no reconoce a la mujer que lo llama por su<br />

nombre, porque en vez de Marieta, lo que percibe es<br />

una sombra total opuesta a la luz del fondo marino que<br />

ella tiene tras sus espaldas. Lo que ocurre aquí es que<br />

figura y fondo se han estrechado. Marieta es apenas<br />

una sombra recortada por el vano de la puerta y, por<br />

ende, anulada como <strong>vol</strong>umen ante quien se enfrenta.<br />

¿Quién es usted? Usted no es Marieta. ¿Entonces mi<br />

Marieta no ha regresado? Tú no eres… Frente a la<br />

sorpresa del pintor, ante la negación de que ella sea<br />

quien es, la modelo duda de su propia existencia y se<br />

palpa aterrada, se pellizca las mejillas para cerciorarse<br />

de que no ha perdido su corporeidad y vuelto un<br />

ánima. Ocurre que la perspectiva como nunca quiere<br />

ausentarse de la representación artística. Crece la<br />

amenaza de la bidimensionalidad cuando los personajes<br />

no se reconocen e, incluso, se atreven a dudar<br />

de su propia existencia como ocurre con Marieta.<br />

El pintor está empecinado en recuperar lo perdido,<br />

todo el mundo creado está empecinado, a su vez,<br />

en que la perspectiva se desplace definitivamente.<br />

Por ello, la consecuencia inmediata es la decisión del<br />

pintor de ir en busca de la mujer que él cree no ha<br />

vuelto. Así, se embarca en un trasatlántico con rumbo<br />

a Arica, conversa con los pasajeros, intercambia<br />

con ellos sus ilusiones de reencontrarse con el amor,<br />

emplea binoculares cuando se acerca a la costa para<br />

que la tremenda distancia no le impida ver a la mujer<br />

que lo espera en tierra. Sin embargo, todo esto<br />

forma parte del desequilibrio mental del personaje<br />

y, por tanto, del mundo creado que ha terminado<br />

Nadia Norambuena Cofré


por construirse sin perspectiva. Es que el trasatlántico<br />

es un barco de lona, una maqueta plana usada por el<br />

fotógrafo para sus retratos playeros y que se encuentra<br />

apoyada en el muro de un patio entre jabas de bebida.<br />

El mar, por su parte, no es otra cosa que el cemento<br />

de la residencial que hospedaba a los Camondo. Y el<br />

pintor está detrás de la maqueta, con los ojos cerrados,<br />

imaginando que su viaje es tridimensional. En esta<br />

escena memorable por su patetismo, en lugar de que<br />

el barco se desplace por toda la extensión del mar y<br />

que el propio mar en toda su profundidad lo sostenga,<br />

tenemos una maqueta estática y apoyada en una superficie<br />

plana. Los binoculares son absurdos, puesto que<br />

se han anulado todas las distancias. Figura y fondo se<br />

encuentran totalmente indistintos. Entre ellos, no hay<br />

separación alguna. En conclusión, la perspectiva se<br />

desplazó y la profundidad se transformó en un dilema.<br />

Pese a todo, el mundo creado no tardará en recuperar<br />

su tridimensionalidad. Porque Camondo despierta<br />

de su ensoñación y, al abrir sus ojos, advierte en la<br />

distancia a Marieta, quien ocupada en la cocina vuelve<br />

a mostrar sus redondeces. El pintor nuevamente es<br />

capaz de percibirla con <strong>vol</strong>umen, atender a sus manos<br />

regordetas entretenidas con el pellejo de unas papas.<br />

Un mundo creado que vuelve a construirse en perspectiva<br />

es el que cobija a estos personajes no sólo reconciliados<br />

con el amor, sino también con el <strong>vol</strong>umen.<br />

Nuevamente caminan juntos por la extensión del jardín,<br />

suben las escaleras de la residencial, Marieta se<br />

acomoda en la tarima, y aunque en ella esté desgranando<br />

porotos, ofrece a Camondo poses retratables.<br />

Pero pronto toda la decadencia del entorno vuelve<br />

a sus vidas, en secreto asumen que su unión carece de<br />

sentido, separan camas y se miran desde sus soledades.<br />

La falta de sentido tanto los atrapa que Camondo<br />

renuncia a su oficio de pintor y en una escena en que lo<br />

ridículo vence a lo trágico devuelve mediante un rito<br />

los dones. “Oh, dios de la Belleza, de la luz, las artes,<br />

la adivinación, hijo del mismo Zeus (…) vengo a de<strong>vol</strong>ver<br />

lo que sólo consideré un préstamo”. Su renuncia<br />

es interpretable como pérdida de <strong>vol</strong>umen, puesto<br />

que abandona el motor de su vida, aquello que lo hacía<br />

existir y diferenciarse del resto. Como si lo bidimensional<br />

lo atrajera, esta figura se está aplanando violentamente.<br />

Lucha por vivir cuando se percata de que sin<br />

la pintura la muerte lo acecha y le pide a la vida una<br />

oportunidad. Quiere teñir su pelo cano, pero renuncia<br />

a eso también por lo patético que resultaría. Finalmente,<br />

se aleja de Marieta y se oculta en las sombras de<br />

una residencial desocupada ya por sus moradores. Pa-<br />

El desplazamiento dinámico de la perspectiva...<br />

<strong>Herencia</strong><br />

ralelo a esto y producto de la renuncia del pintor, Marieta<br />

vuelca toda su atención en la figura de un payaso<br />

que todas las mañanas pasa frente a su casa. Lo considera<br />

un verdadero artista, a pesar de que este hombre<br />

apodado Bombillín no es más que un ridículo personaje<br />

en medio del descolorido paisaje de Cartagena.<br />

Este nuevo proceso de desplazamiento de la perspectiva<br />

se acentúa cuando Apolo irrumpe en la historia.<br />

El dios griego, enfurecido con Camondo, exige a<br />

la musa del pintor castigarlo. Su ira es total cuando,<br />

luego de haberse marchado ésta, lanza un rayo que<br />

destruye la línea del horizonte, generando con esto el<br />

total desequilibrio dentro del mundo creado. Porque<br />

sin línea del horizonte desaparece la opción del punto<br />

de fuga y sin punto de fuga no hay líneas que converjan<br />

en él a fin de producir ilusión de profundidad.<br />

Luego todo es una cadena de sucesos que marcan la<br />

anulación total de la perspectiva en la construcción. La<br />

musa vierte veneno en el sobre de un jugo marca Yupi.<br />

Camondo no advierte aquello, bebe el líquido y el resultado<br />

es una metamorfosis. La ponzoña lo transforma<br />

en una figura de cera. Marieta lo busca desesperada.<br />

La musa la conduce al paradero final del pintor. En el<br />

camino, la modelo se siente débil, tropieza y finalmente<br />

cae de rodillas ante la Virgen de los Suspiros. No<br />

está rezando, ha perdido el equilibrio porque el mundo<br />

creado ya no lo tiene. Al llegar al refugio de su Camondo,<br />

la musa le cubre el rostro con una bolsa plástica,<br />

negándole la posibilidad de percibir la profundidad del<br />

espacio. En medio de las sombras, se la quita. Lo que<br />

sus ojos presencian es aterrador. Camondo no existe<br />

más, en lugar de él hay una figura de cera que lo reproduce<br />

y miente, porque el <strong>vol</strong>umen está de una manera<br />

artificial y dado por un material condenado a la desintegración.<br />

En las manos de Marieta está la responsabilidad<br />

de anular totalmente la perspectiva. Con ellas<br />

arranca la cabeza de esta copia y se la lleva envuelta.<br />

Y Camondo, sin cabeza, es la prueba irrefutable de<br />

que el mundo creado de La Comedia del Arte terminó<br />

construyéndose sin perspectiva. Sin cabeza, se anula<br />

para siempre la posibilidad de percibir la realidad, de<br />

advertir distancias, de medirlas y de reproducirlas. Sin<br />

cabeza el dilema en que se convirtió la profundidad a<br />

lo largo de todo el proceso de construcción se resuelve<br />

de manera implacable: la bidimensionalidad se consolida<br />

por sobre la tridimensionalidad. Vence el desequilibrio,<br />

se esfuma el <strong>vol</strong>umen, la luz no se capta más.<br />

La hermenéutica, disciplina que guía esta interpretación,<br />

nos permite develar que La Comedia<br />

del Arte, como representación artística,<br />

15


<strong>Herencia</strong><br />

entraña una particular visión de mundo y de hombre.<br />

Si La Comedia del Arte es una representación que<br />

transforma a la profundidad en un dilema y que, además,<br />

resuelve dicho dilema de manera tajante con la<br />

pérdida total de la perspectiva, la visión de mundo<br />

que subyace en ella es totalmente desesperanzadora.<br />

Porque el mundo de La Comedia del Arte es analogía<br />

de nuestro mundo, de uno que no es que carezca<br />

de profundidad, sino que se lo construye sin ella. En<br />

Camondo es castigado el hombre que nacido desde el<br />

abandono se abandona a sí mismo y se niega a mirar<br />

y vivir en profundidad. Por lo tanto, es comprensible<br />

la determinación de los dioses de participar decisivamente<br />

en la historia, porque es reprochable que<br />

los personajes, contando con todo para trascender,<br />

pese a su naturaleza finita, optaran por la mediocridad<br />

y no por la belleza. El hombre contemporáneo<br />

representado en Camondo pierde la cabeza y la perdemos<br />

todos nosotros cuando anulamos la capacidad<br />

de mirarnos y entendernos, de mirar el mundo y entenderlo,<br />

en el fondo, cuando pretendemos existir<br />

sin darle a nuestros actos un sentido trascendente.<br />

16<br />

Bibliografía<br />

•Burckhart, Jacob (1959): La cultura del Renacimiento<br />

en Italia, Barcelona, Editorial Iberia.<br />

•Camille, Michael (2000): El ídolo gótico, Madrid,<br />

Akal Ediciones.<br />

•Campaña, Claudia (2002): Adolfo Couve: una<br />

lección de pintura, Santiago, Ediciones ECO.<br />

•Cornell, Tim (1994): El mundo del Renacimiento,<br />

Vol. 1 y 2, Barcelona, Ediciones Folio.<br />

•Couve, Adolfo (2003): Narrativa completa, Santiago,<br />

Seix Barral.<br />

•Chipp, Herschel (1995): Teorías del arte contemporáneo,<br />

Madrid, Akal Ediciones.<br />

•Da Vinci, Leonardo (1976): Tratado de pintura,<br />

Madrid, Editorial Nacional.<br />

•De Micheli, Mario (1979): Las vanguardias artísticas<br />

del siglo XX, Madrid, Alianza Editorial.<br />

•Fernández, Maximino (2002): Literatura chilena<br />

de fines de siglo XX, Santiago, Edebé.<br />

•Gadamer, Hans-Georg (1991): La actualidad de lo<br />

bello: el arte como juego, símbolo y fiesta, Barcelona,<br />

Paidós.<br />

•Hauser, Arnold (1998): Historia social de la literatura<br />

y el arte, Vol. II, Madrid, Editorial Debate.<br />

•Heidegger, Martin (1997): Arte y poesía, México,<br />

Fondo de Cultura Económica.<br />

•Panofsky, Erwin (2003): La perspectiva como<br />

forma simbólica, Barcelona, Tusquets Editores.<br />

•Touraine, Alain (1994): Crítica de la Modernidad,<br />

Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica.<br />

Nadia Norambuena Cofré


La incertidumbre como gnoseología en Estravagario,<br />

de Pablo Neruda<br />

Mario Guerrero Alvarado<br />

Más allá de la existencia de diversos ciclos<br />

en la obra de Pablo Neruda (y diversas<br />

teorías que los explican), un rasgo<br />

que cruza de manera transversal toda su producción<br />

poética es su fuerte carácter autobiográfico: desde la<br />

aparición de Crepusculario (1923), hasta Incitación<br />

al nixonicidio (1973) –sin dejar de lado, por supuesto,<br />

sus publicaciones póstumas- es principalmente la<br />

experiencia del autor el material que se yergue como<br />

el sustento semántico llevado a una<br />

concreción estética; aquello, en palabras<br />

del nerudólogo Hernán Loyola,<br />

se denomina como la dirección<br />

egocéntrica de su poesía, la cual, a su<br />

vez, logra la síntesis con una fuerza<br />

contraria, o alocéntrica, enfocada en<br />

el destino del mundo y la sociedad.<br />

Con el fin de explicar la génesis<br />

de Estravagario (1958), y considerando<br />

la experiencia como una de<br />

las bases de la obra nerudiana, es<br />

necesario establecer cuáles son las<br />

circunstancias personales y sociales<br />

que rodean el nacimiento de este libro.<br />

Por lo general, la crítica coincide<br />

en que son dos los episodios<br />

que marcan un notorio quiebre en<br />

la vida de Neruda durante aquellos<br />

años: en el plano personal, en 1955 el poeta termina<br />

su matrimonio con la argentina Delia del Carril -con<br />

quien a la fecha llevaba una relación de aproximadamente<br />

dos décadas- para asumir oficialmente su relación<br />

con Matilde Urrutia, la misteriosa Rosario de<br />

la Cerda, secreta inspiradora de Los versos del Capitán<br />

(1952), y quien posteriormente se transformaría<br />

en su tercera esposa. Por otra parte, desde un punto<br />

de vista político, en el marco del XX Congreso del<br />

Partido Comunista de la Unión Soviética (1956), Nikita<br />

Jruschov hace denuncia pública de los crímenes<br />

cometidos por el régimen estalinista, lo que desemboca<br />

en una crisis al interior de la colectividad, que<br />

lleva a gran cantidad de militantes a cortar de lleno<br />

cualquier relación con el partido o, tal como hizo<br />

Neruda, a mostrar una actitud menos dogmática, de<br />

La incertidumbre cono gnoseología en Estravagario...<br />

reflexión honesta frente a lo sucedido, aunque sin renegar<br />

del proyecto político seguido hasta la época.<br />

Inmenso fue el impacto que generó en Neruda esta<br />

doble crisis personal y social. En este estado vital, y<br />

ya a nivel literario, fue perentorio para el poeta detenerse<br />

a reflexionar acerca de lo que su vida había<br />

sido hasta ese momento, a examinar los caminos recorridos,<br />

a someter a juicio sus propias acciones:<br />

En tantas ciudades estuve<br />

que ya la memoria me falta<br />

y no sé ni cuándo ni como.<br />

[…]<br />

Por qué, por qué tantos caminos,<br />

tantas ciudadelas hostiles?<br />

Qué saqué de tantos mercados?<br />

Cuál es la flor que yo buscaba?<br />

Por qué me moví de mi silla<br />

y me vestí de tempestuoso?<br />

[…]<br />

(Itinerarios)<br />

Atrás quedó la figura profética<br />

del poeta que cantó con la monumental<br />

voz de América en Canto<br />

general. Y es que, al ser Estravagario<br />

un libro de crisis, necesario<br />

fue para Neruda adoptar una actitud<br />

más humilde, un lenguaje más sencillo, y dejar<br />

de lado la grandilocuencia, con el fin de acercarse al<br />

estado de pureza necesario para renacer. Como punto<br />

de partida de la reflexión, uno de los poemas iniciales<br />

es ya revelador desde el título: Pido silencio, en<br />

el cual declara su intención de reinvención personal:<br />

Ahora me dejen tranquilo,<br />

Ahora se acostumbren sin mí.<br />

Yo voy a cerrar los ojos.<br />

[…]<br />

Ahora me dejen tranquilo,<br />

Ahora se acostumbren sin mí.<br />

17


<strong>Herencia</strong><br />

18<br />

Yo voy a cerrar los ojos.<br />

[…]<br />

Pero porque pido silencio<br />

no crean que voy a morirme:<br />

me pasa todo lo contrario:<br />

sucede que voy a vivirme.<br />

[…]<br />

(Pido silencio)<br />

Intenciones parecidas se manifiestan en No tan alto,<br />

donde el silencio necesario para la reflexión se transfigura<br />

en un purificador “baño de tumba”, o la humildad<br />

de la muerte como requisito para reiniciar el ciclo vital:<br />

De cuando en cuando y a lo lejos<br />

hay que darse un baño de tumba.<br />

[…]<br />

Hay que darse un baño de tumba<br />

y desde la tierra cerrada<br />

mirar hacia arriba el orgullo.<br />

(No tan alto)<br />

Ya desde el momento en que el hablante se ha<br />

purificado de sí mismo, en que incluso ha encarnado<br />

en el nombre de Pablo Neruda a su “más pérfido<br />

enemigo” (El miedo), se está en pie de establecer<br />

los fundamentos de la nueva postura del poeta frente<br />

al mundo. Al tomar como base la nueva actitud<br />

de cuestionamiento frente a los sucesos pasados, el<br />

yo lírico se transforma en un ente sumamente crítico<br />

y nihilista, cuya desconfianza se atreve a juzgar lo<br />

que antes era percibido como certeza, e incluso duda<br />

de la posibilidad de alcanzar un verdadero conocimiento<br />

de la realidad. Es, a fin de cuentas, la adopción<br />

de la incertidumbre como base gnoseológica.<br />

Si se interviene el orden en el cual se presentan<br />

los poemas de Estravagario, y se redistribuyen bajo<br />

el orden lógico del camino de la incertidumbre como<br />

acceso al conocimiento, se reconocen tres estaciones:<br />

la primera de ellas es la toma de conciencia del estado<br />

de crisis, ejemplificada en poemas como Itinerarios,<br />

No tan alto, o Pido silencio, expuestos anteriormente.<br />

En una segunda fase, el hablante, ya asumido como<br />

un ser incompleto, se desconcierta frente a ciertas nociones<br />

consideradas anteriormente como certezas, incluido<br />

también el papel del tiempo en la vida humana:<br />

Cuánto vive el hombre, por fin?<br />

Vive mil días o uno solo?<br />

Una semana o varios siglos?<br />

Qué quiere decir “Para Siempre”?<br />

[…]<br />

Regresé a mi casa más viejo<br />

después de recorrer el mundo.<br />

No le pregunto nada a nadie.<br />

Pero sé cada día menos.<br />

(Y cuánto vive?)<br />

No hay elemento dentro del mundo que no caiga<br />

bajo el suspicaz escrutinio de este desconfiado<br />

yo lírico. El desconocimiento de la realidad se extiende<br />

incluso a ciertos fenómenos de la naturaleza:<br />

[…]<br />

En qué medita la tortuga?<br />

Dónde se retira la sombra?<br />

Qué canto repite la lluvia?<br />

Dónde van a morir los pájaros?<br />

Y por qué son verdes las hojas?<br />

Es tan poco lo que sabemos<br />

y tan lentamente aprendemos,<br />

que preguntamos, y morimos.<br />

[…]<br />

(Por boca cerrada entran moscas)<br />

A través del uso de la primera persona plural se<br />

percibe también la intención del poeta de hacer extensiva<br />

su incertidumbre a todo el género humano.<br />

Esto nos conduce inmediatamente a una última etapa,<br />

puesto que si la humanidad en general se encuentra<br />

sumida en la ignorancia, el poco conocimiento que poseemos<br />

invalida el entramado de juicios y categorías<br />

valóricas que se transmiten a través de la cultura. La<br />

última estación de este camino es el llamado a dejar<br />

aprender por sí mismos a los que nacen, a no dejarlos<br />

contaminarse con etiquetas e ideas preconcebidas:<br />

[…]<br />

Quiero que el hombre cuando nazca<br />

respire las flores desnudas,<br />

la tierra fresca, el fuego puro,<br />

no lo que todos respiraron.<br />

Dejen tranquilos a los que nacen!<br />

Dejen sitio para que vivan!<br />

No les tengan todo pensado,<br />

no les lean el mismo libro,<br />

déjenlos descubrir la aurora<br />

y ponerle nombre a sus besos.<br />

[…]<br />

(Cierto cansancio)<br />

Mario Guerrero Alvarado


A modo de cierre, el Estravagario contempla un Testamento<br />

de otoño, destinado a los más variados personajes:<br />

en él se incluyen su partido político, su amada,<br />

algunos bienintencionados que escudriñan en su poesía,<br />

sus enemigos, y también se entregan ciertas recomendaciones<br />

y advertencias, incluida también la clarificación<br />

de objetivos que el poeta le entrega al libro:<br />

[…]<br />

Mientras se resuelven las cosas,<br />

Aquí dejé mi testimonio,<br />

Mi navegante estravagario<br />

Para que leyéndolo mucho<br />

Nadie pudiera aprender nada,<br />

Sino el movimiento perpetuo<br />

De un hombre claro y confundido,<br />

De un hombre lluvioso y alegre,<br />

Enérgico y otoñabundo.<br />

[…]<br />

(Testamento de otoño)<br />

Y con aquellas últimas líneas queda de manifiesto<br />

también la modestia de este nuevo hablante, el<br />

abandono de la posición del poeta como portador de<br />

la verdad, puesto que, si no está seguro de lo que ha<br />

sido su existencia hasta el momento, y su estructura<br />

de conocimiento se basa más bien en inseguridades y<br />

tanteos semiciegos, ¿de que manera podría mostrar el<br />

mundo a los demás? Desnudo ante sí mismo y ante<br />

la realidad, el hablante deja entrever discretamente<br />

una única preceptiva: darnos un “baño de tumba”<br />

de vez en cuando, y sumergirnos en la necesaria reflexión,<br />

buscar las respuestas por nosotros mismos,<br />

agotar las nociones consideradas satisfactorias, desconfiar<br />

de etiquetas y prejuicios, y tomar conciencia<br />

de nosotros mismos como seres que muy difícilmente<br />

llegarán a acercarse al absoluto a través del conocimiento.<br />

En pocas palabras, la idea es hacer parte de<br />

nosotros la sabia sentencia socrática “sólo sé que nada<br />

sé”, o lo que en la epistemología contemporánea se<br />

conoce como “el conocimiento de la ignorancia”.<br />

Estravagario significó un drástico antes y después<br />

dentro de la obra de Neruda, tanto por la presentación<br />

del mundo visto a través del lente de la incertidumbre,<br />

como por la utilización de un lenguaje lúdico, simple<br />

en apariencia, pero profundo en alcance y trascendencia.<br />

Variadas fueron las opiniones acerca de esta rara<br />

avis nerudiana, tanto de exaltación como de rechazo.<br />

Sin embargo, resulta sumamente significativa y esclarecedora<br />

la que el entrega el mismo Pablo Neruda,<br />

el propio padre de este extravagante ser literario,<br />

La incertidumbre como gnoseología en Estravagario...<br />

<strong>Herencia</strong><br />

quien plantea que “de todos mis libros, Estravagario<br />

no es el que canta más, sino el que salta mejor”.<br />

Podemos agregar: con saltos tan altos, que son capaces<br />

de mostrar al mundo desnudo.<br />

Bibliografía:<br />

• Costa, René de. La poesía de Pablo Neruda.<br />

Santiago: Editorial Andrés Bello, 1993.<br />

• Loyola, Hernán. Origen y razones de la Antología<br />

popular de 1972. Antología popular 1972.<br />

Santiago: Publicaciones Comisión Bicentenario.<br />

2009: 11 – 22.<br />

• -------------------. Itinerario de Pablo Neruda y<br />

esquema bibliográfico. Anales de la Universidad<br />

de Chile: Estudios sobre Pablo Neruda. Vol. 157 –<br />

160 (1971): 9 – 23.<br />

• Neruda, Pablo. Confieso que he vivido. Santiago:<br />

Pehuén, 2008.<br />

• -----------------. Estravagario. Buenos Aires:<br />

Losada, 1958.<br />

• Popper, Karl. El conocimiento de la ignorancia.<br />

Polis, revista de la Universidad Bolivariana<br />

Vol. 1 (2001): 2 – 5.<br />

• Sicard, Alain. El yo nerudiano. Hombre del<br />

sur, poeta chileno, americano del mundo. Santiago:<br />

Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad<br />

de Chile. 2007. 27 – 40.<br />

19


<strong>Herencia</strong><br />

20


María Luisa Bombal:<br />

Tres cartas inéditas, un prólogo y un posavasos<br />

Manuel Peña Muñoz<br />

Conocí a María Luisa Bombal una tarde de<br />

lluvia muy acorde a la atmósfera de sus<br />

libros. Vivía en ese tiempo, en el otoño de<br />

1974, en una de esos característicos chalets de Viña del<br />

Mar, cerca de la Plaza México, que se construyeron en<br />

los años treinta, de dos pisos, con ventanas de ojo de<br />

buey, un antejardín lleno de rosas, unos azulejos que<br />

representaban a la virgen de Covadonga y adentro, un<br />

amplio living-comedor dividido por unos cortinajes.<br />

Hacía poco tiempo que había llegado de Estados<br />

Unidos donde vivió más de treinta años alejada<br />

de Chile y muy pocos la recordaban como la<br />

gran escritora chilena que había dado tanto que<br />

hablar con sus novelas “La Ultima Niebla” y “La<br />

Amortajada” y sobre todo con un conflicto sentimental<br />

a raíz del cual tuvo que abandonar el país.<br />

Me recibió en ese salón rodeado de retratos,<br />

con porcelanas y adornos, sentándose alegremente<br />

en un sillón de cretona floreada y hablándome<br />

como si me conociera de siempre. Le agradaba<br />

la gente joven especialmente si uno se acercaba a<br />

ella porque admiraba su talento. Yo tenía veinte<br />

años en ese entonces y terminaba de leer con verdadero<br />

interés sus obras en mis días de estudiante<br />

de literatura en la Universidad Católica de Valparaíso.<br />

Para mí, esos libros eran una verdadera escuela<br />

de sensibilidad y del uso poético del idioma.<br />

Inicialmente supe que estaba en Viña del Mar a<br />

través del músico Marco Antonio Peña a quien yo<br />

visitaba a menudo en su casa de Playa Ancha, ya<br />

que estábamos vinculados con el teatro universitario<br />

del puerto. Marco Antonio era un artista permanente<br />

enamorado de la vida y los viajes. Lo recuerdo<br />

con su alegría desbordante sentado al piano<br />

y cantando baladas sentimentales o boleros taciturnos.<br />

Preparaba el té con canela y ofrecía en las noches<br />

calurosas un vaso de vino blanco helado, con<br />

una rodaja de limón, mientras se paseaba por esa<br />

casa amplia, llena de rincones inesperados con colecciones<br />

de cajas antiguas, sombreros, victrolas y<br />

partituras de música de operetas vienesas. Allí, en<br />

esa semi-penumbra, hablábamos de libros y de su<br />

María Luisa Bombal: tres cartas inéditas, un prólogo...<br />

vida en Venecia o de cuando había recorrido Alemania,<br />

tocando piano en espectáculos de cabaret.<br />

Una tarde, escuchando discos viejos de comedias<br />

musicales, sonó el teléfono. Marco Antonio descolgó<br />

y estuvo hablando largo rato, en medio de risas, acerca<br />

de “Pedro Urdemales”, una obra de teatro a la que<br />

le había puesto música. Era una versión teatral en estilo<br />

cuento infantil del famoso relato folklórico. Luego,<br />

cuando finalmente colgó, me dijo con toda naturalidad<br />

que estaba hablando con María Luisa Bombal.<br />

Yo no podía creerlo. Aquella figura tan lejana,<br />

tan imprecisa en mi mundo literario, me parecía<br />

de súbito tan cercana. Me contó que no estaba<br />

en el extranjero como yo suponía sino que<br />

en Viña del Mar, viviendo en una casa junto a la<br />

Plaza México. El la conocía mucho ya que ambos<br />

frecuentaban la casa de la escritora Sara Vial.<br />

Marco Antonio, mientras vivía en Madrid, fue<br />

muy amigo de una hermana de Sara Vial que radicaba<br />

allá. Ahora, de regreso en Chile, visitaba<br />

a Sara y le gustaba mucho encontrarse en esa<br />

casa con María Luisa Bombal que me la describió<br />

como una mujer llena de vitalidad y entusiasta<br />

de la música, la poesía y el teatro.<br />

Yo, de inmediato, le pedí su número de teléfono,<br />

pero Marco Antonio me respondió que era muy delicado<br />

y que no podía dármelo. Comprendí su prudencia,<br />

pero ciertamente hubiese deseado obtenerlo<br />

para entablar contacto con mi escritora favorita.<br />

Aquella noche, ligeramente decepcionado, me<br />

fui de la casa de Marco Antonio. Sin embargo albergaba<br />

una esperanza. En el fondo, tenía el presentimiento<br />

de que me había acercado a algo maravilloso<br />

que simplemente estaba al otro lado de la bahía.<br />

Entretanto seguí leyendo sus obras: “Lo Secreto”<br />

y “Las Islas Nuevas”, imaginando que la autora estaba<br />

en una casa de Viña del Mar bajo la misma lluvia o<br />

bajo el mismo sol, a la misma hora y a la misma temperatura.<br />

Que era día o noche para ambos, a la vez.<br />

Una noche, por azar - o tal vez por azahar o porque<br />

estaba premeditado o escrito - fui a una fiesta a<br />

una casa de la Subida Carampangue, en el barrio del<br />

21


<strong>Herencia</strong><br />

puerto de Valparaíso. Era una fiesta juvenil con gente<br />

universitaria y personajes increíbles y estrafalarios<br />

de la bohemia porteña de esos años locos años 70. Escuchábamos<br />

a Simmon and Garfunkel tocar “El cóndor<br />

pasa” y también discos de Luis Dimas y Cecilia.<br />

En un momento, un joven de unos veinte años que<br />

estaba sentado, fumando en un balcón, cayó a la calle.<br />

Asustados, salimos a ver qué había ocurrido. Pero<br />

por suerte - por esos caprichos de la geografía urbana<br />

de Valparaíso - la caída a una vereda en declive fue<br />

a muy poca altura, de modo que el accidente no fue<br />

grave, pero igualmente llevaron al muchacho a uno<br />

de los cuartos y lo tendieron en una cama.<br />

El baile continuó pero yo, por curiosidad, fui a esa<br />

habitación empapelada...¡con diarios! Aquel joven<br />

estaba aturdido por el golpe, pero podía incorporarse.<br />

Sin lugar a dudas, al día<br />

siguiente se iba a recuperar...<br />

Me quedé a su lado y, por<br />

distraerlo, le conversé de<br />

música, de los invitados que<br />

conocíamos y de la casa en<br />

donde nos encontrábamos. Le<br />

conté también que estudiaba<br />

literatura y que me gustaba<br />

leer, que mi autora preferida<br />

era María Luisa Bombal.<br />

El muchacho abrió los<br />

ojos como si se despertase<br />

de un sueño y me preguntó<br />

con una sonrisa cómplice:<br />

“¿Te gustaría conocerla?”<br />

Sorprendido ante<br />

su ofrecimiento, le respondí<br />

que sí, pero que no sabía qué relación<br />

existía entre él y mi escritora predilecta.<br />

Afuera de la habitación se escuchaba la música<br />

y las parejas que bailaban en ese enorme<br />

salón. El dijo simplemente: “Vivo con ella”.<br />

Extrañado por aquella afirmación aparentemente<br />

absurda, pensé que deliraba por efecto de la caída.<br />

Pero no era así. Me dijo que me iba a dar el número<br />

de teléfono de María Luisa con la condición<br />

de que nunca le dijese que él me lo había dado.<br />

- Ni siquiera sé tu nombre - le dije.<br />

- No voy a dártelo tampoco - me dijo - Hay que<br />

ser prudente. Y si alguna vez me ves en la casa o<br />

en la calle con ella, haz cuenta que no me conoces.<br />

Nervioso e intrigado, fui a buscar lápiz<br />

y papel. El joven tendido en aquella cama,<br />

me dictó un número y luego cerró los ojos.<br />

Yo encontraba muy misterioso todo aquello e<br />

incluso pensé que el teléfono era inventado. Al día<br />

22<br />

siguiente, muy nervioso, marqué el número desde<br />

mi casa familiar en el cerro Placeres. Salió una<br />

voz de mujer. Yo pregunté: “¿Puedo hablar con María<br />

Luisa Bombal?” Hubo un momento de silencio<br />

que me pareció interminable. Era muy factible que<br />

me dijeran “Está equivocado”, pero no fue así. La<br />

mujer me respondió “¿De parte de quién?”. Di mi<br />

nombre y luego dijo: “Espere por favor”. Luego<br />

vino un momento aún más largo e impaciente que<br />

el anterior. Pensé que alguien iba a hacerse pasar<br />

por María Luisa Bombal, pero también pensé<br />

que tampoco era un nombre tan conocido o familiar<br />

entre la gente corriente de Viña. Por fin, después<br />

de un momento, escuché una voz de mujer.<br />

- Sí, habla María Luisa Bombal.<br />

- Buenos días, habla un estudiante de literatura de<br />

la Universidad Católica.<br />

Ella no pareció escuchar y<br />

de inmediato se disculpó riéndose<br />

por la tardanza, pues venía<br />

bajando del segundo piso y arguyó<br />

que estaban encerando y<br />

que había tenido que venir “saltando<br />

por las pozas de cera”.<br />

Fueron sus palabras textuales.<br />

Era su primera frase que me reflejó<br />

de inmediato un extraordinario<br />

sentido del humor. Por lo<br />

demás, estaba sorprendido de su<br />

amabilidad y confianza, puesto<br />

que no me conocía de nada.<br />

Le expliqué que me gustaría<br />

mucho conocerla para hablar<br />

de su obra. Ella se mostró muy<br />

complacida, porque dijo que rara vez se le acercaba<br />

un estudiante para entrevistarla y que casi nadie sabía<br />

que se encontraba viviendo en Viña del Mar. Desde<br />

que había regresado a casa de su madre desde New<br />

York prácticamente no se veía con nadie, de modo<br />

que aceptaba con mucho gusto que yo la visitara.<br />

Arreglamos una cita y antes de colgar, se quedó<br />

un momento vacilante y me preguntó : “¿Quién le<br />

dio mi número de teléfono?” Hubo otro largo silencio<br />

dubitativo. Yo vi en mi mente a aquel joven enigmático<br />

del que ni siquiera sabía el nombre, tendido<br />

en aquella cama después de haberse caído del balcón<br />

en una fiesta. Y <strong>vol</strong>ví a escuchar sus palabras : “No<br />

digas nunca que yo te di el teléfono”. Estaba en una<br />

encrucijada. Pero un buen ángel me sopló al oído una<br />

piadosa mentira: “Fue Marco Antonio Peña, el músico<br />

amigo de Sara Vial...”<br />

María Luisa Bombal sonrió complacida. Ya<br />

estaba fijada la primera cita.<br />

Manuel Peña Muñoz


A los pocos días - era una tarde de otoño - acudí a<br />

la casa de María Luisa con un extraña incertidumbre.<br />

Temía incluso de que fuera una broma, que alguien con<br />

sentido del humor me había seguido el juego al otro<br />

lado del teléfono, dándome una dirección inventada.<br />

Crucé el estero Marga Marga, llegué por fin<br />

a la casa de la calle 5 Poniente 77 y toqué el timbre<br />

que estaba junto a la reja. Pronto apareció una<br />

señora que - tras cruzar un pequeño jardín donde<br />

nadaban pétalos de rosas en las pozas de lluvia<br />

- me hizo pasar a un salón para que aguardara.<br />

En medio del living me quedé de pie, sumido en<br />

aquella claridad teatral de tarde lluviosa, mirando los<br />

muebles vetustos y los cuadros al óleo, hasta que escuché<br />

unos pasos que bajaban las escaleras. Allí estaba<br />

ella, sonriendo. Era una mujer que me pareció alta,<br />

con el rostro empolvado, de unos sesenta y cinco años,<br />

vestida con pantalones oscuros y con una chasquilla sobre<br />

la frente, como una heroína de sus propias novelas.<br />

Mi temor inicial ya había desaparecido porque ella<br />

era muy divertida para hablar y constantemente hacía<br />

bromas. Me llamaba mucho la atención su manera<br />

de pronunciar el castellano con una extraña modulación<br />

acompañada de ademanes con sus uñas pintadas.<br />

Recuerdo que conversamos de libros y de películas.<br />

Le gustaba mucho la música y de inmediato<br />

nos pusimos a hablar de Marco Antonio Peña a<br />

quien admiraba por sus condiciones para tocar<br />

el piano. Le agradaba tanto que fuésemos amigos.<br />

- Ha viajado por toda Europa - me decía riéndose<br />

con una carcajada que no perdía nunca.<br />

Después hablamos de sus novelas y de la admiración<br />

que yo sentía por su obra. Lo primero que me<br />

pidió fue que no le formulara preguntas difíciles porque<br />

ella no entendía de análisis modernos. Me contó<br />

que la habían invitado por esos días a la Universidad<br />

de Chile de Valparaíso y que ella estaba aterrada delante<br />

de tanta gente. “Por suerte iba conmigo Sara<br />

Vial”, me dijo, “Porque ella respondía. De pronto, un<br />

profesor de esos doctorales, me dijo que había leído<br />

“La Ultima Niebla”, pero que no había entendido<br />

dónde había quedado el sombrero de paja que pierde<br />

la protagonista. Me preguntó dónde había quedado.<br />

Yo, indignada, le respondí: “¡¡¡Búsquelo usted!!!”...<br />

Después le hablé de unos collages que estaba<br />

haciendo y me dijo que debía inspirarme en canciones<br />

francesas de la Belle Epoque para que pegara<br />

en mis composiciones los elementos de que hablaban<br />

esas letras: rostros de mujeres románticas, tarjetas<br />

postales descoloridas, partituras de música,<br />

pétalos de flores y plumas de sombreros. Luego se<br />

puso a cantar su vals favorito Fascination en francés.<br />

Estuvimos viendo fotografías suyas y conver-<br />

María Luisa Bombal: tres cartas inéditas, un prólogo...<br />

<strong>Herencia</strong><br />

sando de Katherine Mansfield a quien admiraba.<br />

Me habló de París, de Viña del Mar en invierno, de<br />

la niebla que le daba terror y de su madre que estaba<br />

en el segundo piso y que deseaba conocerme.<br />

Al poco tiempo, bajó una anciana muy distinguida,<br />

de pelo blanco y profundos ojos azules. Para<br />

mí, era un privilegio conocer a la señora Blanca<br />

Anthes Precht, que era muy conocida en Viña del<br />

Mar por haber fundado la radio de la Universidad<br />

Santa María que transmitía siempre música clásica.<br />

Me sirvieron té en ese salón y mientras tintineaban<br />

las cucharillas en el silencio, conversamos del balneario<br />

en invierno, del Patio Andaluz de Recreo, de<br />

la playa Miramar con su avenida de palmeras, de los<br />

antiguos palacios del cerro Castillo, del paseo Monterrey<br />

y de la calle Montaña donde vivían. “Con la luz<br />

apagada en el dormitorio, la noche entera percibíamos<br />

nítidamente el nacer, alzarse y desplomarse de cada<br />

ola, y hasta el suspiro de la espuma que ésta desparramara<br />

por las arenas. Un breve silencio hecho de luna, y<br />

de nuevo el murmullo del nacer, alzarse y desplomarse<br />

de la próxima ola, y de la siguiente y de la otra...”<br />

De todo se hablaba en ese salón en invierno, del pitido<br />

del tren en medio de la noche y de aquella fuente en la<br />

plaza de Viña donde siempre nadaba un cisne negro...<br />

La madre era también un cúmulo de recuerdos<br />

que María Luisa Bombal celebraba con su alegre risa<br />

nerviosa... Viña del Mar era otra ciudad en aquella<br />

época, más elegante, cuando desfilaban los suntuosos<br />

carros alegóricos o cuando Sara Rioja fue coronada<br />

Reina de los Juegos Florales Cervantistas en<br />

el teatro Victoria de Valparaíso. Sí, ellas conocían a<br />

las familias antiguas del cerro Castillo, a Nina Anguita,<br />

claro, a la que María Luisa Bombal le había<br />

dedicado el cuento “El Arbol” y ciertamente a Felicitas<br />

Subercaseaux que paseaba en coche-victoria...<br />

Fueron tantas damas distinguidas que se fueron...<br />

De todas ellas, madre e hija cuentan<br />

recuerdos y anécdotas hasta que el salón<br />

va quedando en una tibia penumbra...<br />

Más tarde, después de las cálidas despedidas,<br />

regresé a mi casa de Valparaíso, en el cerro Placeres,<br />

con un extraño sentimiento de angustia mezclado<br />

a la felicidad. Subiendo frente al Bosque de<br />

los Lobos Marinos yo sentía que estaba viviendo<br />

algo mágico y que no tenía con quien compartirlo...<br />

La segunda vez que visité a María Luisa Emilia Inés<br />

Bombal me dijo que me iba a presentar a su se cretario.<br />

Estábamos conversando en aquella sala llena<br />

de antigüedades familiares cuando apareció<br />

a contraluz por la puerta del fondo un joven<br />

muy bien vestido. Me levanté del sillón<br />

23


<strong>Herencia</strong><br />

para saludarlo y fue entonces que lo reconocí.<br />

Era él efectivamente: el joven del balcón que<br />

había conocido en aquella fiesta, aunque ahora<br />

estaba muy diferente, con un impecable traje<br />

gris pizarra y una agenda de cuero para anotar<br />

los compromisos sociales de María Luisa.<br />

Me dio la mano ceremoniosamente como si fuese la<br />

primera vez que nos viésemos. Yo estaba desconcentrado<br />

y procuraba disimular. También él, en todo momento<br />

se comportaba con gran corrección y naturalidad.<br />

Se veía que le tenía un gran cariño a María Luisa<br />

y que estaba allí para cumplir detalladamente las obligaciones.<br />

Era un hombre pálido de modales pausados<br />

que se llamaba José Antonio Gallardo. En un momento<br />

que salió, María Luisa me explicó por lo bajo:<br />

- José Luis es muy buena persona. Vive aquí con<br />

nosotros en las habitaciones del fondo. Su madre es<br />

mi ama de llaves.<br />

“Ama de llaves”, esa fue la expresión que usó,<br />

como si estuviésemos en un castillo o fuésemos<br />

prisioneros en Manderley, la vieja mansión gótica<br />

donde se desarrolla la novela “Rebeca” de Daphne<br />

du Maurier, una novela de sus novelas predilectas.<br />

Efectivamente, de allí sacó inspiración para “La<br />

Ultima Niebla” y la situación de una mujer casada<br />

con un hombre en segundas nupcias y viviendo<br />

en una casa que le recuerda en todo momento a su<br />

primera mujer, está tomada de esa novela en donde<br />

aparece aquella famosa ama de llaves interpretada<br />

en el film de Hitchkock por Judith Anderson.<br />

A María Luisa le agradaba hablar de cine y de<br />

viejas películas. Sabía de estrellas antiguas y me<br />

contó que en Buenos Aires había escrito críticas de<br />

cine en la revista Sur que dirigía Victoria Ocampo.<br />

Hojeando un álbum de fotografías que le trajo su secretario,<br />

me dijo : “Aquí estoy en Buenos Aires en<br />

una confitería con Jorge Luis Borges. Fue toda una<br />

época. Nos juntábamos con Norah Lange, con Luis<br />

Saslawsky, el director de cine. Aquí estamos con<br />

Libertad Lamarque en el set de la película “Puerta<br />

Cerrada”. “Era maravillosa esta actriz ¡Cómo nos<br />

gustaba su clara voz con pájaros, llena de juventud y<br />

de agua fresca! Nunca apreciamos antes su extraordinario<br />

temperamento dramático, pero en “Puerta<br />

Cerrada” la vimos actuar y moverse por primera vez<br />

con soltura, gracia y dignidad... Fue otro triunfo de<br />

Saslawsky el de haber descubierto a una verdadera<br />

actriz patética, de humildad, de emoción contenida,<br />

a una actriz mucho más expresiva y más inteligente,<br />

me atrevería a decir, que muchas de las grandes<br />

figuras de la pantalla de entonces. La película era<br />

fantástica. ¡Qué pena que ni siquiera la pasen en te-<br />

24<br />

levisión! Pero en esos años, era un éxito... Lo que<br />

más me gustaba era la lluvia contra los ventanales del<br />

atelier-buhardilla de la pareja enamorada y la huida<br />

de los hermanos después del crimen: ella arrastrando<br />

una cola de encajes y llevando al niño pequeño en los<br />

brazos, perseguidos por los policías de a caballo en<br />

la noche tormentosa...Con Luis Saslawsky estábamos<br />

encantados con la actuación de Libertad Lamarque.<br />

Incluso después, filmamos con ella “La Casa del Recuerdo”<br />

con un guión que yo escribí especialmente<br />

para ella y que fue también un rotundo éxito...”<br />

Se dejaba guiar por sus recuerdos mientras a su<br />

lado, José Luis Gallardo le pasaba álbumes de fotos<br />

y quedaba presto a anotar cualquier compromiso<br />

que surgiera en su agenda de cuero negro. Sí...era un<br />

joven cortés, alegre y condescendiente. En diversas<br />

oportunidades lo vi llevando del brazo a María Luisa<br />

a reuniones literarias de Viña del Mar e incluso una<br />

vez, acompañándola a visitar al rector de la Universidad<br />

Católica de Valparaíso, don Héctor Herrera Cajas,<br />

una mañana en que nos cruzamos en las escaleras.<br />

En la tercera visita, acudí con el crítico de cine<br />

Sergio Salinas, que no daba crédito a que yo fuese<br />

amigo de María Luisa Bombal, a quien él admiraba,<br />

pero que suponía muerta o viviendo en otro país.<br />

También en otra ocasión acudí con Renato Paveri,<br />

profesor de francés interesado en la literatura, que<br />

trabajaba en la Universidad de Chile y que deseaba<br />

también conocerla. En esa ocasión hablamos de Francia<br />

e hizo recuerdos de su vida en París. También le<br />

comentamos que habíamos leído su último relato “La<br />

Maja y el Ruiseñor”, recién aparecido en la antología<br />

“El Niño que fue” de la Universidad Católica, con<br />

recuerdos de infancia de escritores chilenos. A mí me<br />

había gustado mucho esa nostálgica evocación de Viña<br />

del Mar, con sus neblinas y sus jardines silenciosos.<br />

En realidad, si yo llevaba a alguien a esa casa,<br />

seleccionaba muy bien a quien iba a presentarle.<br />

Para mí, era un ser maravilloso, particularmente<br />

exclusivo, a quien no deseaba compartir con alguien<br />

que no tuviese verdaderamente interés en su<br />

obra. Yo me sentía como dueño de un tesoro. Además,<br />

a esa casa llegaban a veces visitas especiales<br />

y únicas, como cuando acudió una hija del compositor<br />

Osmán Pérez Freire y hablaron de música. Esa<br />

noche de invierno, María Luisa cantó una estrofa<br />

de la canción “Una pena y un cariño” compuesta<br />

precisamente por Lily Pérez Freire y su hermana:<br />

“Me voy riendo riendo<br />

y de tí voy arrancando<br />

más si me fueran siguiendo<br />

me encontrarían llorando”...<br />

Manuel Peña Muñoz


La verdad es que en ese tiempo los intelectuales<br />

eran más bien indiferentes a la obra de María Luisa.<br />

En el ambiente universitario se leían a los autores<br />

latinoamericanos, principalmente a Mario Vargas<br />

Llosa, Leopoldo Marechall, o Juan Rulfo a quienes<br />

habíamos conocido personalmente porque estuvieron<br />

con nosotros departiendo en un encuentro de escritores<br />

en la Universidad Católica de Valparaíso en 1969.<br />

“La Ultima Niebla” o “La Amortajada” eran libros<br />

más bien para iniciados, para algunos estudiosos<br />

o poetas que creían ver en estas obras una magia<br />

especial. Por otro lado, ella misma era un ser de otra<br />

época, algo abstracto, inmaterial como sus heroínas,<br />

intangible como su niebla. Al menos así había sido<br />

para mí, hasta hacía muy<br />

poco tiempo. Se conocían<br />

sus novelas, pero como<br />

vivió prácticamente toda<br />

su vida fuera de Chile, nadie<br />

podía suponer que se<br />

encontraba viviendo allí,<br />

en un chalet de Viña del<br />

Mar, mientras a poca distancia<br />

de su casa, se congregaban<br />

los novelistas<br />

del “boom” latinoamericano,<br />

al cual no pertenecía.<br />

Por otro lado, todavía<br />

no se habían reeditado sus<br />

novelas ni tampoco <strong>vol</strong>vía<br />

a hacer noticia gracias a<br />

la edición de “La Historia<br />

de María Griselda” y<br />

“Trenzas”, textos inéditos<br />

en Chile que Roberto Silva<br />

Bijit tuvo la buena idea<br />

de editar años más tarde,<br />

en 1977, en Quillota, en<br />

la editorial El Observador.<br />

De modo que aquellas visitas<br />

eran para mí algo deslumbrante. No podía entender<br />

cómo la vida seguía indiferente allá afuera,<br />

sin que nadie sospechara siquiera, que a la vuelta de<br />

la esquina, estaba viviendo María Luisa Bombal...<br />

Ella me tomó gran afecto. Le gustaba leer mis<br />

cuentos y siempre me estimulaba en mi camino literario.<br />

Me hablaba de Federico García Lorca a<br />

quien había conocido en Argentina en el año 1933,<br />

en la casa de Pablo Rojas Paz y Sara Tornú, cuando<br />

fue a estrenar “Bodas de Sangre” en Buenos<br />

Aires con Lola Membrives en el Teatro Maipo.<br />

Después de la actuación, García Lorca realizó una<br />

función de títeres como “fin de fiesta” para el pú-<br />

María Luisa Bombal: tres cartas inéditas, un prólogo...<br />

<strong>Herencia</strong><br />

blico asistente al estreno que estaba formado principalmente<br />

por poetas y escritores. El repertorio fue<br />

“El Retablillo de don Cristóbal” del propio García<br />

Lorca y dos adaptaciones : “Las Euménides” de Esquilo<br />

y “Los Habladores” de Cervantes. Por cierto<br />

que el poeta sabía manipular muy bien los muñecos,<br />

pero en aquella ocasión, no actuó solo. Lo acompañaron<br />

con los títeres, Antonio Cunil Cabanillas, un<br />

director de teatro español residente en Argentina y el<br />

escenógrafo de la obra, el pintor e ilustrador de portadas<br />

de revistas femeninas, Jorge Larco, con el que<br />

un año más tarde iba a casarse María Luisa Bombal...<br />

Nostálgica en su sillón de Viña del Mar, recuerda<br />

a su primer marido, con el<br />

que la unían afinidades artísticas,<br />

a Pablo Neruda y a<br />

Federico García Lorca que<br />

tocaba piano para ella y le<br />

decía “María Luisa es así”<br />

tocando rápidos arpegios.<br />

Eran tiempos de alegría<br />

bajo los grandes ceibos de<br />

Buenos Aires, en las confiterías<br />

y en los teatros.<br />

Tiempo también para la<br />

soledad y los constantes altibajos,<br />

para escuchar a Enrique<br />

Granados que tanto le<br />

gustaba, para leer a Alfonsina<br />

Storni que era maestra<br />

e iba a leer poemas al Café<br />

Tortoni, a Juana de Ibarbourou<br />

y a Willa Cather.<br />

Mirando por la ventana<br />

hacia el jardín - o hacia<br />

su propio corazón - María<br />

Luisa habla de las presencias<br />

mágicas y fantasmales.<br />

También de su vida en Estados<br />

Unidos, del conde Raphael de Saint Phalle, su<br />

segundo esposo, que había fallecido en Nueva York<br />

y a quien extrañaba, de su hija Brigitte que vivía<br />

en Estados Unidos y a quien deseaba <strong>vol</strong>ver a ver.<br />

Lamentablemente nunca se llevaron bien y Brigitte<br />

jamás vino a conocer el país de su madre. Pese<br />

a las desavenencias, siempre me hablaba de ella, incluso<br />

una vez, estaba vestida con una bata de color<br />

sandía y me dijo que era regalo de su hija Brigitte.<br />

Tanto la quería que la protagonista de su cuento “El<br />

Arbol” se llama precisamente Brígida.<br />

En ese tiempo, leía a los clásicos. “Siempre hay<br />

que leer a los clásicos”, me decía. “Sobre todo la mi-<br />

25


<strong>Herencia</strong><br />

tología griega que es la base de la literatura. Allí están<br />

los argumentos de peso, los verdaderamente interesantes<br />

que son los dramáticos. Tienes que escribir<br />

cuentos basados en los mitos: Mitología Moderna,<br />

esa es la clave...Ya ves, todas mis heroínas se inspiran<br />

en el mito de la Medusa. Yolanda de “Las Islas<br />

Nuevas” no es más que una Medusa moderna”<br />

Yo me quedaba deslumbrado con sus palabras.<br />

Y cuando regresaba a la casa, comenzaba<br />

a poner en práctica todos esos consejos literarios<br />

que nacían de nuestras conversaciones en<br />

la penumbra de ese antiguo salón viñamarino.<br />

Fue así que, siguiendo sus consejos, escribí “Medea”,<br />

un cuento inspirado en la tragedia de Eurípides.<br />

Tal como me había sugerido, actualicé el tema a la<br />

década de los años cuarenta. Por ese tiempo, en los<br />

años setenta, la revista Paula organizaba todos los<br />

años un célebre concurso de cuentos que era muy famoso<br />

porque era uno de los pocos concursos de cuentos<br />

que había y además, era muy publicitado. Todos<br />

los jóvenes queríamos enviar nuestras creaciones literarias<br />

y yo envié mi cuento que había trabajado con<br />

María Luisa Bombal. Tenía en ese tiempo 20 años<br />

cuando obtuve una “mención honrosa” en ese certamen.<br />

Para mí, era todo un triunfo porque era la primera<br />

vez que obtenía un premio fuera de Valparaíso.<br />

En el puerto había ganado mi primer premio con el<br />

cuento “Berta o los dorados estambres de la locura”<br />

que a María Luisa Bombal le había gustado mucho.<br />

De inmediato la llamé por teléfono para contarle<br />

la noticia y <strong>vol</strong>vió a ratificarme la idea de los clásicos<br />

de la mitología griega. Cuando apareció el cuento<br />

en la revista Paula fue todo un acontecimiento y<br />

María Luisa Bombal me llamó para felicitarme y a<br />

todos les decía que ese cuento lo habíamos escrito<br />

juntos. En realidad, la idea había sido suya y yo había<br />

escrito el cuento siguiendo sus pautas. Ese año<br />

obtuvo el premio Marco Antonio de la Parra y el<br />

dramaturgo Fernando Cuadra, que era mi profesor<br />

de teatro en Valparaíso, una mención honrosa, igual<br />

que yo, lo cual, para mí, era una gran satisfacción.<br />

Más tarde, escribí “Fedra”, siguiendo los mismos<br />

cánones y una novela que titulé “Princesitas”.<br />

Este original obtuvo el segundo premio en el Concurso<br />

de los Juegos Florales Gabriela Mistral de la<br />

Municipalidad de Santiago en 1974. Recuerdo que<br />

entregaron los premios en el Palacio Cousiño que<br />

yo no conocía y me entrevistó el periodista y escritor<br />

Jorge Marchant Lazcano. El primer premio lo<br />

obtuvo Enrique Valdés con su novela “Ventana al<br />

sur”. Yo tenía veintitrés años en ese entonces y me<br />

parecía muy extraño el mundo de Santiago, muy<br />

diferente al ambiente que vivíamos en Valparaíso.<br />

26<br />

Por lo demás, era la segunda vez que venía a la capital<br />

en forma independiente y por más de unas horas.<br />

Antes sólo había venido con mis padres o con<br />

el colegio a ver obras de teatro en el ITUCH de ese<br />

tiempo, como “Fulgor y Muerte de Joaquín Murieta”<br />

de Pablo Neruda o “El Evangelio según San<br />

Jaime” de Jaime Silva que nos entusiasmaba tanto.<br />

La primera vez que vine por mi cuenta fue cuando<br />

vine a la entrega de los premios literarios de la<br />

revista Paula, una tarde de mucho calor. Viniendo de<br />

Valparaíso no podíamos entender las altas temperaturas<br />

que debían soportar los santiaguinos, a fines<br />

de año que era cuando se entregaron estos premios.<br />

María Luisa estaba muy contenta y sorprendida.<br />

Me pidió que le llevara el manuscrito de “Princesitas”<br />

porque deseaba leerlo. Se lo llevé y quedó encantada.<br />

Tuvimos una reunión en su casa para analizar la novela<br />

y me dijo que el personaje más interesante era un joven<br />

llamado Yayo, de quien todos hablaban, pero que<br />

nunca aparecía. Desde entonces, siempre me llamó así.<br />

Yo seguí visitándola durante ese tiempo. Conversábamos,<br />

salíamos y me llamaba alegremente “mi<br />

enamorado”. También íbamos a ver a Sara Vial donde<br />

siempre había risas, anécdotas y brillantes temas<br />

de conversación. En esa casa de la calle Arlegui pasamos<br />

momentos muy agradables que se duplicaban<br />

con la presencia de María Luisa Bombal porque ella<br />

siempre recordaba su amistad con Pablo Neruda. Y<br />

entonces comenzaba una verdadera cascada de recuerdos<br />

que se entrelazaba con las conversaciones<br />

amenísimas de Sara Vial. Ambas eran niñas joviales<br />

que reían y se mostraban cartas. Sara hablaba de su<br />

infancia en el cerro Alegre, de cuando bajaba al plan<br />

por la calle Urriola, siempre llena de agua, o de cuando<br />

su madre tocaba valses en el piano. Le agradaba<br />

hablar de esas casas misteriosas y de las campanadas<br />

del reloj Turri que acompañaron su niñez de niña elegante.<br />

En un cajón de la cómoda guardaba un poema<br />

que Pablo Neruda le había escrito en una servilleta. A<br />

su lado, María Luisa hablaba de una cocina en Buenos<br />

Aires donde ambos escribían porque allí había<br />

buena luz. En una esquina se sentaba ella corrigiendo<br />

los borradores de “La Ultima Niebla” y en la otra,<br />

Pablo Neruda escribía “Residencia en la Tierra”. En<br />

una de esas reuniones llegó María Urzúa que había<br />

sido secretaria de Gabriela Mistral en Petrópolis. El<br />

esposo de Sara Vial tenía una panadería que funcionaba<br />

en los bajos de la casa, de modo que a las cinco<br />

de la tarde, siempre enviaban bandejas de pasteles<br />

y pan recién salido del horno para la hora del té.<br />

Sentado en silencio en aquella mesa tan bien servida,<br />

yo simplemente escuchaba aquellas conversa-<br />

Manuel Peña Muñoz


ciones de alegres recuerdos con aquellas tres increíbles<br />

escritoras que tenían de común denominador<br />

un extraordinario sentido del humor y gran conocimiento<br />

literario. Se sumaba además el talento y las<br />

sabrosas anécdotas que relataban de escritores. María<br />

Urzúa contaba que estando con Gabriela Mistral<br />

en Brasil, se había suicidado su misterioso sobrino<br />

Yin Yin. A causa de ello, sumida en una profunda<br />

depresión, la escritora había escrito unas famosas<br />

oraciones que hacía leer a las personas que trabajaban<br />

con ella para orar por el alma de Yin Yin.<br />

Al poco tiempo, toda esa convivencia literaria en el<br />

salón de Sara Vial se iba a terminar. Mejor dicho, iba a<br />

ser reemplazada por otras experiencias que vendrían<br />

más tarde, ya que había obtenido una beca del Instituto<br />

de Cultura Hispánica para estudiar literatura en<br />

España. Era una gran oportunidad para perfeccionar<br />

mis estudios en el país de mis antepasados y conocer<br />

mis raíces visitando el pueblo donde había nacido mi<br />

padre en la frontera con Portugal. Con mucha alegría<br />

y profunda nostalgia, dejé Chile en enero de 1976.<br />

Días antes de partir, fui a despedirme de María<br />

Luisa Bombal. Estaba muy contenta con mi viaje,<br />

pero me dijo que me iba a extrañar porque se había<br />

acostumbrado a mis visitas y conversaciones.<br />

En aquella oportunidad, me invitó a tomar un<br />

aperitivo en el Chez Gerald de la avenida Perú que<br />

le gustaba mucho. Recuerdo que era muy especial<br />

el ambiente: parejas jóvenes en todas las mesas. En<br />

una de ellas, una mujer madura, muy pálida, vestida<br />

con un grueso abrigo de piel y un joven de veinte<br />

años, hablando de libros y poetas, del mar y de las<br />

avenidas de ceibos en Buenos Aires, del jacarandá<br />

y de cierto gomero. Yo me sentía como el dueño<br />

de un tesoro y no podía entender cómo a nuestro<br />

lado, la gente se mantenía sin saber que en una<br />

mesa estaba nada menos que María Luisa Bombal.<br />

Regresamos a su casa y nos despedimos amigablemente<br />

en el antejardín de las rosas blancas.<br />

Me dijo que me iba a anotar la dirección para que<br />

le escribiera, pero no teníamos pluma ni papel.<br />

La señora que estaba regando el jardín nos facilitó<br />

un lápiz y riéndose nos dijo “En casa de herrero,<br />

cuchillo de palo”. Días después, en enero de<br />

1976, viajé rumbo a España lleno de ilusiones...<br />

En Madrid viví en un comienzo en el Colegio<br />

Mayor Nuestra Señora de Guadalupe, en la avenida<br />

Séneca, cerca del Instituto de Cultura Hispánica<br />

que me había becado y donde realizaba estudios de<br />

lengua y literatura española. Al poco tiempo, me<br />

inscribí en los cursos de doctorado en Filología Hispánica<br />

en la Universidad Complutense de Madrid,<br />

María Luisa Bombal: tres cartas inéditas, un prólogo...<br />

<strong>Herencia</strong><br />

cuyos cursos fueron muy interesantes y profundos.<br />

Al cabo de un tiempo, el profesor Federico Sánchez<br />

Castañer que era mi tutor, me indicó que debía<br />

buscar un tema para investigar. No tardé mucho en<br />

encontrarlo. Haría mi tesis doctoral sobre el tema<br />

“Vida y obra de María Luisa Bombal” en una época<br />

en que todavía no comenzaba ese creciente interés<br />

por estudiarla que vino después con las tesis de<br />

investigación en las universidades norteamericanas<br />

y los libros de Hernán Vidal, Agata Gligo, Margorie<br />

Agosin y Lucía Guerra Cunningham entre otros.<br />

Le escribí en mi habitación del Colegio Mayor<br />

una carta a María Luisa Bombal contándole mi<br />

deseo de realizar una investigación en torno a su<br />

obra como tema de mi tesis doctoral. Al poco tiempo,<br />

recibí la respuesta de su puño y letra, escrita con<br />

bolígrafo azul, con esa caligrafía nerviosa que la caracterizaba<br />

y ese uso tan particular de los guiones:<br />

Señor Manuel Peña.<br />

Colegio Mayor N.S. de Guadalupe.<br />

Habitación 125. Av.Séneca 4.<br />

Madrid 3.<br />

España.<br />

Santiago, 24 agosto 1976.<br />

Yayo querido:<br />

¡Cuánto me emocionó tu carta de Madrid del 26 de<br />

mayo pasado! ¡Cuánto, tú no sabes! Ha sido un consuelo<br />

espiritual dentro del pesar y tristeza por las que<br />

he pasado últimamente. Mi mamá murió el 14 de junio<br />

pasado. Se fue en cuatro días - pulmonía doble - pero<br />

no sufrió y se veía muy linda y joven, muerta, cuando<br />

se la llevaron. También llevaba un semblante de paz<br />

muy grande y casi de dulzura. Bueno Yayo, yo estaba<br />

en Santiago y ella me tenía guardada tu carta que tanto<br />

aprecio y leo y releo para darme ánimos y sentirme<br />

una razón de ser. Estoy muy desanimada a ratos y atacada<br />

por la gran tentación de Satanás: la melancolía.<br />

Por favor, Yayo. ¡Pedirme el consentimiento<br />

para ocuparte de mi pequeña obra! Si más que consentimiento<br />

te doy las gracias y todo mi entusiasmo<br />

por ello. Ojalá no te haya desanimado el no recibir<br />

contestación inmediata mía. Mi único anhelo ha<br />

sido ser conocida y publicada en nuestra Madre Patria.<br />

¡Y ahora tú y tu valiosa ayuda ayudándome a<br />

conseguirlo! No puedes haberme dado una alegría y<br />

esperanza mayores. Y me siento orgullosa de ser presentada<br />

allá por el Profesor y escritor Manuel Peña.<br />

Me alegra aún sobremanera lo que me cuentas sobre<br />

tus estudios y además el enterarme que no olvidas<br />

tu libro mitológico. Va a ser grande. Sobretodo si los<br />

27


<strong>Herencia</strong><br />

personajes no son todos completamente nuestros;<br />

si los hay entre ellos algunos “universales”. Tú me<br />

entiendes. - Te echo de menos, Yayo; escríbeme diciéndome<br />

que me perdonas esta tardanza en contestarte<br />

y cuéntame de tí, tus últimas noticias. Te abraza:<br />

María Luisa Bombal.<br />

P.D. Mucho, mucho tendría que enterarte<br />

y contarte de nuestras actividades literarias<br />

aquí, pero será para otra vez - quiero que<br />

esta salga cuanto antes. Cariños. María Luisa.<br />

28<br />

Remitente: M.L.Bombal.<br />

Casilla 344.<br />

Viña del Mar.<br />

Chile.<br />

Sud América.<br />

La carta refleja el desánimo de María Luisa<br />

Bombal en aquellos años. Se sentía profundamente<br />

sola. Recuerdo que una vez, caminando<br />

por la calle Valparaíso se detuvo bruscamente y<br />

me dijo “Yo creo que ya me morí. Y esto que estoy<br />

viviendo es el infierno”. La estaba atacando<br />

“la gran tentación de Satanás : la melancolía”.<br />

Pasaba grandes depresiones y sólo la consolaba<br />

la presencia de alguien a su lado. No soportaba estar<br />

sola. Por eso, Sara Vial fue su gran amiga en Viña del<br />

Mar, con quien podía comunicarse y hablar de libros,<br />

de autores y de literatura. Fuera de ese ámbito, se sentía<br />

desorientada, sin un lugar. Por lo demás, Viña del<br />

Mar le parecía una ciudad fea y vulgar. Ya lo había<br />

sentido cuando escribió “La Maja y el Ruiseñor” en<br />

que recuerda, nostálgica, el balneario de la infancia,<br />

elegante y señorial. Ahora, con tantos años transcurridos,<br />

se sentía en una ciudad que ya no le pertenecía.<br />

La descripción de la muerte de la madre es<br />

uno de los pasajes más bellos de la carta. Parece<br />

una pasaje de “La Amortajada” : “Se veía tan linda<br />

y joven, muerta, cuando se la llevaron. Llevaba<br />

un semblante de paz muy grande y casi de dulzura”.<br />

Para María Luisa Bombal, la muerte tenía<br />

algo bello y misterioso a la vez. Algo enigmático.<br />

Luis Saslawsky, el director de cine argentino de los<br />

años treinta y cuarenta (filmó “El Balcón de la Luna”<br />

con Lola Flores, Carmen Sevilla y Paquita Rico) - a<br />

quien conocí en Buenos Aires muchos años más tarde<br />

- me contó que María Luisa Bombal siempre vivía<br />

obsesionada con la idea de la muerte. Estando allí, en<br />

esa difícil época, escribió varios guiones para el cine,<br />

entre ellos, el de la película “La Casa del Recuerdo”<br />

que Saslawsky filmó con Libertad Lamarque.<br />

“María Luisa sabía dar muy bien ese clima angus-<br />

tioso, claustrofóbico, que se siente en una hacienda<br />

en el campo, en un día de lluvia”, me dijo Saslawsky,<br />

en una amplia casa de la calle Suipacha donde me<br />

hallaba hospedado, en medio de recuerdos cinematográficos<br />

y un enorme foco de filmación. “Y eso era<br />

lo que yo quería precisamente. Durante todas la película<br />

está lloviendo y eso daba un ambiente muy...<br />

muy...María Luisa Bombal...Estábamos filmando esa<br />

película cuando recibí la carta de un amigo mío, moribundo,<br />

en un hospital de Buenos Aires. Con letra<br />

temblorosa me decía que se había enterado de que yo<br />

estaba filmando “La Casa del Recuerdo”, cuyo guión<br />

lo había escrito su autora favorita. Antes de morir,<br />

quería conocer a la autora de “La Amortajada”, novela<br />

que había leído por esos días, próximo a la muerte.<br />

Yo llevé personalmente a María Luisa Bombal al<br />

hospital. La esperé largamente en el auto. Finalmente<br />

apareció con el semblante transfigurado. No dijo<br />

nada. Días más tarde, supe que mi amigo enfermo<br />

había fallecido. A los pocos días, recibí por correo<br />

una brevísima nota con la misma caligrafía debilitada<br />

por la proximidad de la muerte. La nota decía<br />

escuetamente. “Gracias. Mitad hada. Mitad bruja”.<br />

La llegada de esta primera carta fue un extraordinario<br />

incentivo que me llenó de alegría, entusiasmo y<br />

deseos de trabajar. De inmediato comencé a recopilar<br />

datos y artículos, a leer la bibliografía existente y a<br />

analizar en detalle su obra en forma meticulosa. A la<br />

par, se desarrollaba mi vida en Madrid y la necesidad<br />

de cambiarme de casa. Sin embargo, tenía siempre<br />

tiempo para escribirle a María Luisa, cartas llenas<br />

de amistad y adoración verdadera por su obra literaria.<br />

Además, escribí un trabajo de análisis literario<br />

en torno al cuento “Lo Secreto” que se publicó en<br />

la revista de la Universidad de Chile de Valparaíso.<br />

Había adquirido una máquina de escribir vieja con<br />

la que me trasladaba a todas partes. Estaba establecido<br />

finalmente en una casa de una familia gallega<br />

en la calle Goya. Tenía un balcón por donde entraba<br />

la magnífica luz de Madrid. La dueña de casa se<br />

llamaba Marina y siempre me hablaba de “Confieso<br />

que he vivido” de Pablo Neruda que le gustaba<br />

mucho. Fue allí precisamente, en ese departamento<br />

asoleado y hermoso, donde recibí el libro “La Historia<br />

de María Griselda” con una dedicatoria de la<br />

autora. Era una hermosa edición, muy sencilla, publicada<br />

por Roberto Silva en El Observador de Quillota.<br />

Recuerdo que este envío me causó una gran<br />

alegría y esperé la tranquilidad apropiada de una<br />

noche de invierno para leer ese libro. Días más tarde,<br />

recibí la segunda carta de María Luisa Bombal:<br />

Manuel Peña Muñoz


Aéreo.<br />

Sr. Profesor<br />

Manuel Peña<br />

Goya 129 - 4ª dcha.<br />

Madrid 9<br />

España.<br />

Viña del Mar, 13 enero 1977.<br />

Yayo querido: Gracias por tus cartas. Me han emocionado<br />

de verdad. Cartas así las necesitaba mi ánimo<br />

y corazón, y me alegra sobremanera de que éstas<br />

vinieran de tí. Gracias nuevamente por todo lo que<br />

me dices de mi obra, tu interés en ésta y en mi persona.<br />

Sí, me haces comprender cuánto he perdido yo<br />

también al irte tú tan lejos. ¡Cuánto necesito de una<br />

compañía y amistad cotidianas como podrían haber<br />

sido y ser la nuestra! Pues a mí me interesa también<br />

enormemente tu obra. ¿Cómo va<br />

tu libro, ese tu “Mitología Moderna”?<br />

Escríbeme de todo lo que<br />

escribas y piensas pues me interesa<br />

tu pensamiento y vida. Cuéntame<br />

de España y de la gente que<br />

ves. Figúrate que mi sueño dorado<br />

desde hace mucho sería hacer<br />

un viaje largo a ésa. De España<br />

no conozco sino San Sebastián.-<br />

Yayo, me “encantó”, porque la<br />

palabra es “encantamiento” lo<br />

que me inspiró tu trabajo sobre<br />

“Lo Secreto”, trabajo tan profundo,<br />

hermoso...y “ameno”, quiero<br />

decir lleno de gracia además. Y<br />

ahora contestando tus preguntas.<br />

“House of Mist” me encuentro<br />

justamente traduciéndolo yo misma de mi inglés.<br />

Asimismo mi “The Foreign Minister”. Extraña situación.<br />

¿Verdad? pero figúrate que ya tengo contrato<br />

con las Ediciones Universitarias de la Universidad<br />

Católica de Valparaíso para su publicación apenas<br />

éstas, mis obras, estén a punto. No me atrevo a fijarte<br />

fecha aún. También van a hacer una nueva edición<br />

de “La Historia de María Griselda” y “Trenzas”.<br />

Quiero que ésta salga cuanto antes para que estés<br />

al corriente de la situación respecto a todo esto último,<br />

por ello no te escribo más largo; es mucho lo que tendría<br />

que decirte. Sara Vial recibió tu tarjeta y recuerdo.<br />

Muy conmovida. Te escribirá. Para tí un abrazo<br />

fuerte de esta amiga y colega que te quiere y admira:<br />

María Luisa Bombal.<br />

Mi nueva casilla 406.<br />

María Luisa Bombal: tres cartas inéditas, un prólogo...<br />

Rte. M.L.Bombal.<br />

Casilla 406.<br />

5 Poniente 77.<br />

Viña del Mar.<br />

<strong>Herencia</strong><br />

Efectivamente, María Luisa Bombal vio una<br />

nueva edición de “La Historia de María Griselda”<br />

en las ediciones Universitarias, lo que le<br />

causó gran alegría. Cuando apareció el libro, hicieron<br />

una presentación en el Club Naval de Valparaíso,<br />

a la que acudió Jorge Luis Borges, especialmente<br />

desde Buenos Aires, porque eran muy<br />

amigos de esos años porteños de bohemia.<br />

Al término de la ceremonia fueron todos a tomarse<br />

fotografías a la Escalera de la Muerte en un<br />

costado del ascensor Cordillera, pero María Luisa<br />

Bombal se quedó abajo, rehusando subir ningún peldaño<br />

porque decía que le podía<br />

traer mala suerte. Era supersticiosa<br />

y en todas las cosas cotidianas<br />

encontraba su lado mágico.<br />

Yo iba siguiendo todos estos<br />

acontecimientos desde Madrid<br />

porque mi familia y amistades me<br />

enviaban los recortes del diario, ya<br />

que sabían que los estaba necesitando<br />

para la redacción de mi tesis.<br />

Por esas fechas, recibí una<br />

carta del editor Roberto Silva, de<br />

Quillota, quien me proponía editarme<br />

un conjunto de mis cuentos,<br />

puesto que había leído “Medea”<br />

en la revista “Paula” y posteriormente<br />

“Vírgenes de Madrid”, un<br />

cuento que había escrito después<br />

de observar los modos de vida y costumbres de los<br />

madrileños. Este cuento se publicó en “La Estafeta<br />

Literaria” de Madrid y resultó finalista en un concurso<br />

de cuentos para escritores de habla española menores<br />

menores de 25 años. Junto a diversas crónicas<br />

de viaje, este cuento se reprodujo en “El Mercurio”<br />

de Valparaíso donde la profesora Ana Julia Ramírez<br />

de la Universidad de Chile lo envió, interesando<br />

también vivamente a Roberto Silva. Me pedía otros<br />

cuentos y permiso además para inspeccionar libremente<br />

mi mundo privado en un cajón de mi escritorio<br />

que yo había dejado con llave en mi casa de la<br />

infancia en Valparaíso. A cambio, me proponía editar<br />

mis cuentos y conseguir un prólogo de María Luisa<br />

Bombal, quien había intercedido también en mi favor.<br />

Roberto me contaba que deseaba publicarle “La<br />

Historia de María Griselda” que era inédita en Chile.<br />

29


<strong>Herencia</strong><br />

Yo le respondí muy entusiasmado. A los pocos<br />

días, Roberto Silva fue a mi casa y después de revisar<br />

mi escritorio, encontró los papeles, cartas, fotografías<br />

y manuscritos que le proporcionó mi madre.<br />

Entretanto, le escribí a María Luisa Bombal agradeciéndole<br />

su apoyo y contándole el desarrollo de mi<br />

trabajo que se sucedió en diversos domicilios, ya<br />

que la beca era exigua y luego se terminó, de modo<br />

que tuve que sobrevivir en pensiones más modestas.<br />

Igualmente yo me trasladaba con mis papeles y<br />

recuerdo que del barrio de Goya, uno de los mejores<br />

de Madrid, me fui a la calle de la Rosa, esquina<br />

del Ava María, en el barrio del Amor de Dios, mucho<br />

más popular y castizo, justo enfrente de la casa<br />

donde vivió (y bailó) Antonia Mercé, la Argentina.<br />

Era una pensión con un cuarto pequeño donde escribí<br />

varios capítulos. Una noche, regresé y me llevé una<br />

gran sorpresa al descubrir que en mi habitación dormían<br />

otras personas en varias camas.<br />

En un comienzo, pensé que me había<br />

equivocado, pero no, mi ropa en cajas<br />

y los papeles con los estudios sobre la<br />

obra de María Luisa Bombal, estaban<br />

en el pasillo. Los dueños de casa salieron<br />

disculpándose, diciendo que unos<br />

familiares habían sufrido una desgracia<br />

ya que se les había incendiado la<br />

casa. Por emergencia, habían tenido<br />

que ocupar mi habitación, donde se<br />

hallaban durmiendo, de modo que esa<br />

misma noche tuve que iniciar mi peregrinaje<br />

por las calles de Madrid para<br />

buscar alojamiento. Esas tres primeras<br />

noches dormí en una pensión en la calle<br />

de Alcalá. Era una habitación sombría<br />

a la que se llegaba después de subir<br />

interminables escaleras de madera.<br />

Días más tarde, por casualidad, me encontré en<br />

la Gran Vía con Gilbert Cabalceta, estudiante de<br />

geografía de la Universidad de Heredia, en Costa<br />

Rica, que había conocido en el Colegio Mayor<br />

Nuestra Señora de Guadalupe. Después de hablar<br />

de nuestras vidas en España, me señaló que venía<br />

llegando de ver a su familia en San José y que<br />

ahora estaba buscando un departamento para irse<br />

a vivir por una temporada, pues tenía que terminar<br />

también su tesis doctoral. De modo que me sugirió<br />

que buscásemos juntos un lugar para compartir.<br />

Muy contento con esta posibilidad, iniciamos<br />

la búsqueda y finalmente nos mudamos al barrio<br />

de Prosperidad a un departamento amplio, moderno,<br />

con terraza, donde trabajé en una habitación<br />

asoleada y tranquila durante varios meses.<br />

30<br />

Cuando Gilbert Cabalceta tuvo que regresar a su<br />

país, entregamos el departamento y me trasladé a la<br />

casa de Juan José Ochoa Escobar, un escritor colombiano<br />

que vivía en una casa madrileña muy antigua<br />

en el barrio de Embajadores, frente a la Plaza de las<br />

Peñuelas. Era una casa de un solo piso, con tejado<br />

de tejas y gruesas murallas. Tal vez era una de las<br />

casas más castizas que estaban quedando en el viejo<br />

Madrid. Tenía un patio interior con su pilón de<br />

agua y a fines de verano, en el mes de septiembre,<br />

se celebraba, justo enfrente de nuestros balcones,<br />

la tradicional Fiesta de la Melonera que era una de<br />

las verbenas más auténticas del Madrid romántico.<br />

Me llevé las fichas de la tesis a Fermoselle, el<br />

pueblo de mi padre en la frontera con Portugal y<br />

allí escribí, en la casa de mi abuela, cuyas ventanas<br />

daban al castillo donde vivió doña Urraca. Muchas<br />

tardes salíamos a andar en bicicleta por los alrededores<br />

y a compartir con los campesinos<br />

en el Paseo de la Ronda. Los<br />

campos estaban llenos de cardos<br />

morados en ese caluroso verano de<br />

1977. Se celebraban allí las Fiestas<br />

de Toros y en medio del bullicio<br />

de las corridas, yo seguía escribiendo<br />

mis reflexiones en torno<br />

a la obra de María Luisa Bombal.<br />

Desde allí, le escribí varias cartas,<br />

compartiendo con ella lo que me<br />

suscitaba la relectura de sus obras, y<br />

contándole también la sucesión de<br />

festividades en el pueblo. Una tarde,<br />

incluso, le envié - en medio de las páginas<br />

de una carta - una flor que corté<br />

para ella en la frontera con Portugal,<br />

frente al pueblo de Mogadouro.<br />

En septiembre regresé a la casita<br />

de las Peñuelas de Madrid y fue en este domicilio<br />

donde terminé la tesis doctoral en mi<br />

vieja máquina de escribir, tecleando hasta muy<br />

tarde. Fue aquí también donde recibí la tercera<br />

carta de María Luisa Bombal, una tarde invernal,<br />

con nieve, que bajé a ver si había algún sobre<br />

con sellos de Chile depositado en el viejo buzón.<br />

Air Mail<br />

Sr.Profesor Manuel Peña<br />

Plaza de las Peñuelas 12.<br />

buzón 20<br />

Madrid 5<br />

España.<br />

Viña del Mar. Diciembre 28, 1977.<br />

Manuel Peña Muñoz


Yayo querido:<br />

Esta carta es loca y breve - pero no sé escribir<br />

cartas que no lo sean a los que considero mis íntimos<br />

dentro de mi corazón y espíritu. Te echo de menos,<br />

me haces falta como si de toda la vida nos hubiéramos<br />

visto tarde a tarde y conversado y compartido<br />

ideas, poesía y atardeceres frente al mar en nuestra<br />

terraza-restorán de la avenida Perú ¿recuerdas? - y<br />

de cómo aquel agudo, peligroso perro canillita nos<br />

siguió...y de cómo mi ama de llaves hubo de prestarnos<br />

sus lápices en la puerta porque nosotros no disponíamos<br />

del más mínimo utensilio similar...”En casa<br />

de herrero, cuchillo de palo” nos retó. ¿te acuerdas?<br />

Recibí tu carta. Sus noticias junto con su flor de<br />

Portugal me levantaron el ánimo...por unos cuantos<br />

días. ¿Cuándo vuelves a levantármelo pan-cotidiano?<br />

Con Sara Vial te recordamos también a menudo.<br />

Ella se encontró con tus padres. Te mandará su nuevo<br />

libro de sonetos “Al oído del viento”, maravilla<br />

en todo sentido. Forma, inspiración, ambiente. Soplo<br />

de su viento apasionado y clásico al oído de ese<br />

viento misterioso de Dios. - Además, figúrate que<br />

es libro “entretenido”. ¿Has oído jamás catalogar a<br />

un libro de sonetos de entretenido? Pues cuando lo<br />

leas, verás que este genial adjetivo mío no les quita<br />

nada de su perfecta grandeza y tierna poesía.-<br />

Roberto Silva me pide con urgencia unas líneas<br />

a fin de “encabezar” tu futuro, precioso y original<br />

libro de cuentos. ¿Qué puedo decir que tú no digas<br />

ya en tus cuentos? Sólo expresar mi admiración literaria<br />

por su originalidad y sentimientos. - Lo haré<br />

con entusiasmo ya que así tú y Roberto lo desean.<br />

Te felicito y nos enorgullecemos todos aquí<br />

por tus triunfos tan merecidos en nuestra Madre<br />

Patria. Feliz Año Nuevo y...vuelve este<br />

año mismo. Un abrazo de tu colega y amiga:<br />

María Luisa Bombal.<br />

A mediados de 1978 regresé a Chile por una<br />

breve temporada. Antes de regresar a España nuevamente,<br />

con informaciones importantes para<br />

mi tesis, Roberto Silva me contó que mi libro de<br />

cuentos estaba en fase de producción, pero que<br />

no había salido porque aún no lo aprobaba la censura.<br />

Viniendo de aquella España moderna, me<br />

parecían muy injustificados aquellos trámites.<br />

María Luisa había escrito el prólogo. Ansioso por<br />

leerlo, se lo pedí en Viña a Roberto Silva pero me<br />

dijo que sería una sorpresa y que lo leería cuando<br />

el libro estuviese publicado. Mi primer libro incluía<br />

cinco cuentos premiados en diversos concursos, tanto<br />

en Chile, como en España. Su título inicial iba a<br />

María Luisa Bombal: tres cartas inéditas, un prólogo...<br />

<strong>Herencia</strong><br />

ser “Berta, o los dorados estambres de la locura” que<br />

era el cuento que iniciaba la serie con el que había<br />

obtenido el primer premio en el concurso de la Universidad<br />

Católica de Valparaíso en 1969. Pero María<br />

Luisa Bombal se escandalizó con un título tan largo.<br />

Entonces, tomando un lápiz, empezó a tachar palabras<br />

sobrantes. Una por una. Dejó solamente dos :<br />

“dorados” y “locura”. Fue ella quien tituló mi libro<br />

que desde ese momento se llamó “Dorada Locura”.<br />

Días antes de mi viaje, otra vez de regreso<br />

a Madrid, nos vimos con María Luisa Bombal<br />

en la casa de Sara Vial en Viña del Mar. Desconcertada<br />

con estos viajes, me escribió en líneas<br />

circulares alrededor de un posavasos: “Yayo: te<br />

vas, vuelves, te vuelves a ir... ¿hasta cuándo?”.<br />

Como sabía que regresaría a España y que tal vez<br />

no iba a <strong>vol</strong>verla a ver más, le dije que deseaba tener<br />

una fotografía en la que estuviéramos juntos. Me respondió<br />

que a ella también le agradaría tener una fotografía<br />

nuestra, pero como yo no tenía máquina fotográfica,<br />

le sugerí que nos fotografiáramos en la plaza<br />

de Viña del Mar, en una de esas máquinas de cajón. A<br />

ella le encantó la idea. La pasé a buscar una tarde, pero<br />

avanzábamos muy lentamente por la avenida 1 Norte,<br />

junto al estero Marga Marga, bajo las palmeras. Cada<br />

cierto tiempo se detenía para descansar aferrada a mi<br />

brazo o para decirme alguna ocurrencia divertida, de<br />

modo que cuando llegamos a la plaza de Viña, ya se<br />

estaba oscureciendo y los fotógrafos se habían ido.<br />

Desilusionada, me invitó a tomar un aperitivo al<br />

Gatsby de la calle Etchevers que a esas horas tempranas<br />

de la tarde era muy tranquilo. Nos fuimos caminando<br />

por la calle Valparaíso que ella no reconocía.<br />

Me habló del Virreina que era un salón de té muy elegante<br />

y también de Jorge Larco que le había ilustrado<br />

la portada de la primera edición de “La Ultima Niebla”.<br />

“Nos llevábamos pésimo”, me decía. “Jorge era<br />

muy sociable, muy artista. Llenaba la casa de gente.”<br />

Recuerdo que en el bar donde nos hallábamos, había<br />

música Disco y ella pidió que la cambiaran. A esa<br />

hora no había prácticamente nadie y pusieron melodías<br />

en piano. ¡Le gustaba tanto esa música! Me habló<br />

de Mozart, de Chopin, de “la música de antes”. Se<br />

sentía mejor escuchando esos preludios, pero a veces<br />

le venía una puntada de tristeza. Se arrebujaba en su<br />

abrigo de piel y se quedaba pensando. Después estallaba<br />

en carcajadas y pedía otra copa de vino blanco.<br />

Al día siguiente regresé a buscarla, esta vez, en la<br />

mañana para asegurarme de que llegaríamos a tiempo.<br />

Ya estaba arreglada y <strong>vol</strong>vimos a hacer el trayecto por<br />

la avenida del estero. Cruzamos el puente de los faroles<br />

en la avenida Libertad y llegamos por fin a la plaza<br />

donde estaban los fotógrafos. Efectivamente,<br />

31


<strong>Herencia</strong><br />

nos tomaron una fotografía teniendo de fondo el<br />

Teatro Municipal y el Hotel Español. ¡Era un marco<br />

muy europeo! Mirando la plaza mientras aguardábamos,<br />

María Luisa me contó que antiguamente<br />

allí había un parque y un estanque con cisnes...<br />

Estaba feliz, y a los pocos minutos, nos dieron dos<br />

fotos en blanco y negro, una para cada uno. Al regresar<br />

a la casa, María Luisa Bombal escribió al dorso:<br />

“Yayo y yo, en un momento feliz que espero se repetirá.<br />

María Luisa Bombal. 11 agosto 1978”.<br />

En esta época, estaba muy ansiosa porque estaba<br />

postulando al Premio Nacional de Literatura que<br />

deseaba obtener. Con Sara Vial la estimulábamos<br />

mucho, diciéndole que era la segura ganadora y que<br />

de sobra lo merecía. Pero María Luisa Bombal se<br />

decepcionó terriblemente cuando supo que lo obtuvo<br />

el filólogo Rodolfo Oroz. “No es un creador”,<br />

decía. “Este Premio se fundó para dárselo a un artista,<br />

a un poeta, no a un científico de la lengua”.<br />

Con Sara Vial tratábamos de consolarla, diciéndole<br />

que “La Ultima Niebla” y “La Amortajada”<br />

eran libros leídos en todo el mundo de habla hispana<br />

y que ahora estaba siendo revalorada en Chile a<br />

raíz de la publicación de “La Historia de María Griselda”.<br />

Pero a ella parecía que nada la consolaba.<br />

También yo regresaba otra vez a Madrid. Antes<br />

de viajar, fui a despedirme de ella. Estaba muy<br />

nerviosa y deprimida, sin entender que yo regresaba<br />

otra vez a España. “No te entiendo, Yayo”, me<br />

decía con una carcajada, jugando con la chasquilla<br />

en la frente. Entonces estando en el comedor de<br />

Sara Vial, tomó un posavasos que había en la mesa<br />

y en el reverso escribió: “A mi Yayo: mensaje. Te<br />

vas, vienes y de nuevo te vas. ¿Hasta cuándo? María<br />

Luisa Bombal. 22 agosto 1978. Viña del Mar”.<br />

En esos días, se vió también con el pintor viñamarino<br />

Alvaro Donoso. El artista, le pasó una<br />

hoja de block y lápices de colores, diciéndole:<br />

“Dibuje lo que quiera”. Ella se quedó un instante<br />

dubitativa. Luego, pintó estrellas amarillas sobre<br />

un fondo celeste. Lo tituló “Mi Cielo” y se lo<br />

dedicó a Alvaro Donoso. Es el único dibujo que<br />

se conserva realizado por María Luisa Bombal.<br />

Regresé otra vez a España donde permanecí algunos<br />

meses más antes de <strong>vol</strong>ver definitivamente<br />

a Chile. Se me venía encima el proceso de término<br />

de la tesis, con todo lo que ello significaba: mecanografiarla<br />

en limpio completamente, fotocopiarla,<br />

encuadernarla y presentarla. Fueron meses intensos<br />

con frecuentes visitas a la Universidad Complu-<br />

32<br />

tense y entrevistas con Federico Sánchez Castañer.<br />

Todavía permanecí un tiempo más en Madrid, trabajando<br />

con la escritora Carmen Bravo-Villasante,<br />

con quien me había especializado en literatura infantil.<br />

Escribí un “Catálogo de Libros Infantiles Antiguos”<br />

para una exposición itinerante en diversos<br />

países de Europa. También su Bibliografía y diversos<br />

cuentos y artículos críticos en “La Estafeta Literaria”.<br />

Ella fue mi segunda hada madrina, pues me<br />

apoyó muchísimo en mis días en España. A través<br />

de ella, entré a trabajar en el Departamento de Literatura<br />

Infantil de la Editorial Miñón de Valladolid.<br />

Ya era tiempo de regresar a Chile. Sentía que<br />

mi tiempo en España había concluido y en febrero<br />

de 1979 regresé definitivamente a Chile.<br />

En un comienzo, me sentí muy desambientado en<br />

Valparaíso. En su mayoría mis relaciones ya no estaban<br />

en la ciudad. Solía caminar por las calles de Valparaíso,<br />

sintiéndome un extraño en mi propia tierra. No reconocía<br />

mi ciudad natal y me sentía extranjero. Experimentaba<br />

esa fuerte y natural sensación de desarraigo<br />

que se tiene después de regresar de un país extranjero<br />

donde se ha vivido intensamente por algunos años.<br />

Para <strong>vol</strong>ver a ser el que era, intenté el camino<br />

de la música y toqué en diversos lugares de Valparaíso.<br />

Lo más hermoso fue un Concierto en Re<br />

para tres guitarras de Rachmanninnoff que tocamos<br />

en los altos del teatro Colón en la calle Pedro<br />

Montt, con Carlos Vásquez de la Oceja y otro guitarrista<br />

que se llamaba Fito. ¿Dónde estarán ahora?<br />

También escribí diarios de vida recordando temporadas<br />

de Madrid y registrando mis impresiones de<br />

recién llegado a Valparaíso, después de una larga ausencia:<br />

olores, ambientes, personajes, fragancias de<br />

otro tiempo <strong>vol</strong>vían a vivir en mí llenos de melancolía.<br />

Roberto Silva me alegró la vida cuando apareció un<br />

día llevándome a la casa unos paquetes con mi primer<br />

libro publicado, con prólogo de María Luisa Bombal.<br />

Pocas veces se ven personas de esta generosidad<br />

puesto que todo el gasto editorial corrió por<br />

su cuenta, sin esperar recompensa alguna, sólo<br />

el placer de brindar la oportunidad a un amigo.<br />

Muy ansioso, abrí los paquetes. Eran 500<br />

ejemplares de mi libro, con una portada tomada<br />

de aquellos collages que yo hacía antes<br />

de irme a España inspirado en esas canciones<br />

que cantaba María Luisa Bombal.<br />

En la primera página, venía su prólogo:<br />

“Nuestro editor y amigo Roberto Silva Bijit,<br />

me hace el honor de pedirme unas breves<br />

líneas de introducción para tu libro.<br />

Manuel Peña Muñoz


¿Cómo hacerlo sin dar de antemano el secreto de<br />

tu obra que es privilegio del lector el descubrir?<br />

¿Cómo definir este libro tuyo, Manuel Peña?<br />

Cuentos de encanto.<br />

Historia de caprichos.<br />

Puntazos y apuntes de lo más hermético dentro<br />

del sentir y el pensamiento de seres puros, tristes solos,<br />

extravagantes.<br />

Berta, la inasible de un soñador extraviado.<br />

Medea, encubriendo con violencia su debilidad.<br />

Mari Tere, alegre melancolía.<br />

Ana María, la hermosa desesperada.<br />

Cristina, manojo de nostalgias.<br />

Tu estilo, racha de viento suspirado, que pasa explicando<br />

la intimidad poética de tus personajes, de<br />

sus anhelos y muerte. Ironía, realidad cotidiana que<br />

sabes tan bien convertir en poesía.<br />

Y bien, para resumir, cito el título de tu libro “Dorada<br />

Locura”, que me atrevo a decir son los estambres<br />

de una locura tan humana como tierna.<br />

Viña del Mar, Invierno de 1978.<br />

María Luisa Bombal.”<br />

Fue la última página que escribió María Luisa<br />

Bombal. En esos años, otros escritores se habían<br />

acercado también a pedirle prólogos de sus libros.<br />

Alrededor de esta fecha, escribió los prólogos de<br />

libros a Margorie Agosin, Sara Vial, Julio Flores,<br />

Isabel Velasco y Patricia Tejeda, entre otros.<br />

“Dorada Locura” fue mi primer libro. Se hicieron<br />

solamente 500 ejemplares y la firma de María Luisa<br />

Bombal se estampó libro a libro con un timbre de<br />

goma con tinta violeta al pie del prólogo. Fue una<br />

idea de Roberto Silva como la de incluir grabados<br />

antiguos que había en la imprenta de su padre. Igualmente<br />

las letras eran antiguos tipos de imprenta, de<br />

modo que todo el trabajo fue una edición verdaderamente<br />

artesanal y por lo tanto, llena de humanidad.<br />

Su difusión fue irregular pues yo mismo distribuí<br />

personalmente el libro en varias librerías de Santiago<br />

y Valparaíso, con escaso éxito porque en algunas<br />

ni siquiera lo aceptaban. No les interesaba o me dejaban<br />

uno o dos en consignación. Cuando iba a la<br />

semana siguiente, los vendedores no sabían del libro<br />

y ni siquiera se podía saber si se había vendido<br />

el ejemplar o lo habían cambiado de lugar. En todo<br />

caso, tuvo éxito de crítica porque yo lo envié por correo<br />

desde Valparaíso a los medios de comunicación.<br />

Oreste Plath, a quien conocí en casa de Isabel Velasco,<br />

cuando viajaba a Santiago a ver a María Luisa<br />

Bombal, me dio una lista de personas a quienes yo podía<br />

enviar mi libro. Yo no conocía a ningún escritor,<br />

María Luisa Bombal: tres cartas inéditas, un prólogo...<br />

<strong>Herencia</strong><br />

salvo a María Luisa Bombal, de modo que fue una gran<br />

sorpresa, cuando al poco tiempo, aparecieron críticas<br />

espontáneas y elogiosas de María Carolina Geel, Hernán<br />

del Solar, Enrique Lafaourcade, Jaime Quezada<br />

y Juan Antonio Massone. Posteriormente y a raíz de<br />

las críticas que suscitó este libro, entablé una relación<br />

con estos escritores, agradeciéndoles el estímulo.<br />

A raíz de este libro, el escritor Fernando Emmerich<br />

me solicitó un cuento inédito para la revista<br />

literaria de la editorial Andrés Bello. Le entregué<br />

“Una dama de punto-cruz” que había escrito a mi<br />

llegada a Valparaíso. Pero se necesitaba una fotografía.<br />

Al poco tiempo, llegó a mi casa con una fotógrafa<br />

de la editorial. La sesión fue larga porque<br />

deseaban retratarme con el gato rubio angora que estaba<br />

muy asustado con las luces.<br />

Estábamos tratando de atraparlo en medio de<br />

los focos, cuando sonó el teléfono. Era María Luisa<br />

Bombal que se sentía muy sola y deseaba hablar<br />

conmigo. Mi madre la atendió pero ella insistió nuevamente.<br />

Estaba desesperada en su soledad. Esta vez<br />

contestó Ana Hicks, una directora de estudiantina<br />

que estaba de visita junto con la actriz Gloria Barrera.<br />

María Luisa llamó cinco veces esa tarde de lluvia<br />

intensa, mientras Fernando Emmerich y las visitas<br />

no podían entender que era María Luisa Bombal la<br />

que llamaba por teléfono para comunicarle a las distintas<br />

personas que atendían el teléfono que estaba<br />

angustiosamente sola y que necesitaba hablar conmigo.<br />

Al día siguiente, tuve que ir a visitarla para desagraviarme<br />

por no haberle respondido debidamente.<br />

Días más tarde, me radiqué por primera vez en<br />

Santiago. Había obtenido mi primer trabajo que fue<br />

en el Area de Cultura de la Secretaría Ministerial de<br />

Educación donde fui Especialista en Literatura. Durante<br />

esos años, visité a María Luisa Bombal en el<br />

departamento de Isabel Velasco, en la calle Merced.<br />

María Luisa quería que entrara a la Sociedad de Escritores<br />

de Chile. Isabel me trajo unos formularios que<br />

decían que era necesario ser presentado por dos escritores<br />

que fueron Oreste Plath y María Luisa Bombal.<br />

Al poco tiempo, fui a buscarla a ese departamento,<br />

porque le iban a otorgar un premio en la Sociedad<br />

de Escritores. Temía ir sola, de modo que la pasé a<br />

buscar y la llevé hasta la Casa de los Escritores en la<br />

Calle Simpson en un taxi. Íbamos los dos y me decía:<br />

“Este taxista no sabe que lleva un mito viviente”.<br />

Al llegar, se acercaron varios autores a saludarla<br />

y a llevarla al estrado, de modo que ya no estuve<br />

más con ella hasta que la ceremonia terminó.<br />

Entonces la llevé otra vez en taxi a la casa.<br />

33


<strong>Herencia</strong><br />

Iba muy feliz y. llena de satisfacción por las<br />

muestras de cariño de los escritores a quienes yo no<br />

conocía por haber vivido todos esos años en Madrid<br />

y anteriormente en Valparaíso. Para mí, el ambiente<br />

en Santiago era absolutamente desconocido.<br />

Todavía la vi un par de veces más, en el<br />

otro departamento de Isabel Velasco, enfrente<br />

del anterior, en la calle Merced, número 336.<br />

Era un departamento amplio donde María Luisa<br />

estaba siempre sola mientras Isabel trabajaba.<br />

La última vez que la vi le llevé un libro que deseaba<br />

releer y que yo tenía. Eran los Cuentos de Hans<br />

Christian Andersen, publicados en la Editorial Porrúa<br />

de México. “El cuento más bello es el de “La<br />

Sirenita”, me decía. “Siempre lo leo. El personaje<br />

de Yolanda de “Las Islas Nuevas” es como la sirenita,<br />

mitad humana, mitad mítica. Por eso, ambas no<br />

pueden amar. No son totalmente humanas. La sirenita<br />

está enamorada de un príncipe, pero no puede<br />

consumarse ese amor porque es una sirena. Necesita<br />

una gran prueba, un gran sacrificio a costa de mucho<br />

dolor, para llegar a ser amada. También Yolanda<br />

sufre porque tampoco es humana del todo. Tiene<br />

adosada a su espalda un muñón de ala. Ama a Juan<br />

Manuel, pero cuando él se acerca a ella, huye despavorida.<br />

Teme que descubra su secreto. Ambas tienen<br />

una dualidad interior. Son creaturas ambiguas”.<br />

Hablamos de mitología, de cuentos infantiles,<br />

de leyendas antiguas y de sueños. Ese era su mundo.<br />

También del terror a la muerte y a la soledad.<br />

Fue la última vez que la vi, cuando me hizo señas<br />

desde la ventana. Otra vez se había quedado sola.<br />

Al poco tiempo fue internada en el Hospital.<br />

Al comienzo estuvo en una sala común, pero los<br />

escritores, en un esfuerzo solidario, se juntaron<br />

y lograron que la trasladaran a una habitación privada.<br />

Un amigo que la visitó me contó que había dicho:<br />

“Ahora es peor porque me voy a morir sola”.<br />

En 6 de mayo de 1980, me dieron la noticia de<br />

su muerte, víctima de un coma hepático, mientras<br />

yo escribía en una lluviosa mañana de otoño.<br />

El ciclo se había cerrado. Fui a la misa con la escritora<br />

Magdalena Vial que pocos años después se<br />

suicidó en una oficina del Edificio Diego Portales.<br />

No me podía convencer que allí, en esa urna en la<br />

Parroquia de Nuestra Señora de los Angeles, estaba<br />

María Luisa Bombal, “la amortajada”, y que<br />

en torno a su cadáver todavía viviente, estábamos<br />

todos los que la habíamos querido. Seguramente<br />

ella nos veía a todos y a todos nos estaba señalando<br />

con el dedo, hablándonos al oído con el corazón.<br />

Cuando la sacaron de la iglesia, pensé en lo<br />

34<br />

que una vez me dijo bajo las palmeras de la avenida<br />

1 Norte de Viña del Mar: “Los muertos nunca se<br />

van del todo. Siguen acompañándonos siempre”.<br />

Luego del crematorio, las cenizas fueron llevadas<br />

al Cementerio General en un ánfora y depositadas<br />

en el mausoleo de la familia Bombal Videla.<br />

En aquella ocasión, diversos escritores pronunciaron<br />

pomposos discursos de rigor, lamentándose de que<br />

nunca le hubieran otorgado el Premio Nacional de<br />

Literatura. Luego, lentamente, el cortejo se dispersó.<br />

El último que se retiró en medio de las cruces fue<br />

un joven vestido con un traje color gris pizarra...El<br />

ángel del balcón se acercó discretamente, me tendió la<br />

mano en silencio y se alejó por entre la última niebla...<br />

Del libro Ayer soñé con Valparaíso.<br />

Manuel Peña Muñoz.<br />

Editorial RIL (Red Internacional del Libro)<br />

Santiago, 2007. Quinta edición revisada y<br />

ampliada.<br />

Manuel Peña Muñoz


La etapas de la vida y las estaciones del año en<br />

Alsino, de Pedro Prado<br />

David Gallardo Matus<br />

Entre las novelas que podríamos considerar<br />

clásicas dentro de la literatura chilena, se<br />

encuentra Alsino, una de las más hermosas<br />

en relación a la prosa utilizada en la narración<br />

otorgándole a ésta un carácter poético, puesto que<br />

su creador, Pedro Prado (1886-1952), quien fuera<br />

galardonado con el Premio Nacional de Literatura<br />

el 13 de mayo de 1949, además de ser fundador<br />

del grupo Los Diez, fue un excelentísimo poeta e<br />

iniciador del verso libre en Chile, dejando atrás el<br />

modernismo de Rubén Darío y el nacionalismo que<br />

exaltaba los valores regionalistas por aquella época,<br />

pues ya de veinteañero, publica “Flores de Cardo”,<br />

que se convertiría en el punto de partida de grandes<br />

transformaciones dentro de la lírica chilena.<br />

Pero nuestro interés se centra en su prosa, poco<br />

en él conocida ya que no fue a lo que más se dedicó,<br />

pero que sin duda dejó huella dentro de la narrativa<br />

nacional, pues aunque algunos hayan considerado<br />

a Alsino como una novela para niños, es una<br />

de las obras más hermosamente escritas en nuestro<br />

país, pues esa experiencia que le dio la poesía sutil<br />

de un versolibrismo que se fuera perfeccionando<br />

a través de los años, permitió que en el año 1920,<br />

Prado presentara a Alsino en sociedad, narrando la<br />

historia de un joven campesino que deseando <strong>vol</strong>ar<br />

desde niño, se lanza de un árbol cual Ícaro, terminando<br />

estrellado en el suelo donde le surge finalmente<br />

una joroba que daría paso a unas hermosas alas que<br />

le permitieron cumplir su anhelado sueño y gran aspiración<br />

de <strong>vol</strong>ar. Pero ese tormento que era para él<br />

no poder surcar el cielo de niño, devinieron en un<br />

sin fin de calamidades que reflejan no sólo la crueldad<br />

del hombre ante lo desconocido, ante aquello que<br />

no puede entender, sino que se transforma, además,<br />

en un grito de desesperada y necesitada humanidad,<br />

en un ser que fue considerado tanto un ángel enviado<br />

por Dios, como un demonio enviado por Satanás.<br />

Incomprendido, desadaptado, pero sobre todo,<br />

mágica e inexorablemente mucho más humano que<br />

la mayoría de los personajes presentes en esta novela,<br />

como bien escribieran Arriagada y Goldsack:<br />

“La prosa y la poesía, lo lírico, lo dramático y<br />

lo trágico, todos los modos de expresión literaria<br />

concurren, en efecto, para realzar la belleza y el<br />

mensaje del “programa”, esto es, la historia que<br />

en él se cuenta. Esta multiplicidad de elementos<br />

no perjudica, sin embargo, la serena grandeza de<br />

estas páginas. Armonizadas con talento compositor<br />

magistral, van sirviendo cabalmente para los fines<br />

deseados, y el desarrollo del drama fluye, sin esfuerzo<br />

aparente, ahogando el alma del lector en un<br />

océano de sensaciones, emociones y presentimientos<br />

de la más pura calidad humana y estética.” 1<br />

Pero Alsino tiene mucho más que demostrar<br />

y contar, pues esconde, en las cinco partes en las<br />

cuales está dividida la novela, su propio origen, ya<br />

que no será enviado ni de Dios ni del Diablo, sino<br />

creación misma de la naturaleza. Aquellas cinco<br />

partes serán (sin saber si fue intencionado o no<br />

por el autor), en fiel reflejo de cada etapa de la vida<br />

descontando el nacimiento 2 (niñez, adolescencia,<br />

juventud, adultez y muerte), estando además, relacionado<br />

con las diferentes épocas del año. Es decir,<br />

durante el transcurso de la novela, la vida de<br />

Alsino estará en armonía con las estaciones del año.<br />

Imposible será saber, como se dijo anteriormente,<br />

si esto fue realizado a propósito por Prado,<br />

pues quizás su naturaleza poética, en comunión con<br />

el mundo que lo rodeaba, hizo que Alsino, siendo<br />

creación misma de la madre tierra, nos contara<br />

su historia, su vida, al fin y al cabo, como una propia<br />

muestra del poder de la naturaleza, haciéndonos<br />

comprender que la única verdad es aquella que comienza<br />

con el nacimiento y termina con la muerte.<br />

______________________________________________________________________________________________________________<br />

1 Arriagada Augier, Julio. Goldsack, Hugo. Pedro Prado, un clásico de América. Separada de la <strong>Revista</strong> Atenea Nºs 321 al<br />

323. Universidad de Concepción. 1952.<br />

2 Aún así, podríamos considerar que el verdadero nacimiento de Alsino ocurre al liberarse sus alas.<br />

Las etapas de la vida y las estaciones del año en Alsino...<br />

35


<strong>Herencia</strong><br />

Iniciaremos, entonces, este camino junto a<br />

Alsino, buscando comprenderlo dentro de su propia<br />

naturaleza más que de su significado como símbolo<br />

de la muerte, la soledad o la incomprensión humana.<br />

Nuestro objetivo será, más que citar a críticos e<br />

historiadores literarios, ser parte de la naturaleza de<br />

Alsino.<br />

Primera parte<br />

1.- Creación del Ambiente<br />

“La noche cubre los campos como un agua oscura<br />

y sutil. [...] Una niebla delgada, que el viento empuja<br />

contra el mar, vela los contornos de las cosas y hace<br />

que ellas se compenetren. La luna, que cae hacia el<br />

poniente, brilla pálida tras la niebla. [...] El mar,<br />

convertido en una sombra sonora, canta; su voz se<br />

mezcla a la niebla que brota de su seno. [...] Hacia<br />

el oriente, en la última choza, duermen una anciana<br />

y dos niños. [...] El otro niño, tal vez embriagado<br />

con el perfume violento de las ramas de boldo que<br />

forman la choza, tiene un ensueño a la vez sencillo<br />

y maravilloso. Sueña que <strong>vol</strong>ar es una hazaña que<br />

no requiere esfuerzo alguno; sueña que <strong>vol</strong>ar es<br />

un hecho fácil para todo aquel que deje su peso en<br />

tierra.”<br />

Prado elige la noche para introducirnos en el<br />

mundo del pequeño Alsino: viento, mar, niebla y<br />

luna. ¿Por qué no lo pensó antes? Se pregunta Alsino.<br />

Volar parece tan fácil, tan común, tan necesario. Con<br />

la misma facilidad con la que emprenden el vuelo las<br />

aves, debería bastar para que él hiciera lo mismo y<br />

poder contemplar su hogar, las praderas, el mar. El<br />

silencio de la noche nos ayuda a imaginar, escuchar<br />

nuestra propia voz con mayor facilidad en armonía<br />

con la brisa del campo que hace bailar las copas de<br />

los árboles, un ensimismamiento que para Alsino,<br />

será el comienzo de la realización de sus sueños.<br />

2.- Primaveral y breve niñez<br />

Un juego de niños o una travesura, para algunos;<br />

para Alsino, una necesidad. Desea <strong>vol</strong>ar, y para<br />

eso, convence a su pequeño hermano Poli que lo<br />

acompañe a la cumbre de un árbol para realizar el<br />

primer intento de <strong>vol</strong>ar, pues Alsino ha soñado<br />

exactamente cómo debe hacerlo: “Te digo que yo sé<br />

cómo se vuela. Me acuerdo, ahora, claramente de<br />

todo lo que hice anoche”, le replica a su hermano<br />

para que este no tenga miedo. Mientras tanto mira<br />

las “nubecillas largas y débiles que esfuman el sol.”<br />

36<br />

Aferra sus manos a su chaqueta y salta. Antes de caer<br />

al vacío logra aferrarse fuertemente a una rama ante<br />

el estupor del pequeño Poli. Ha fallado. Se convierte<br />

entonces en un significativo momento que comienza<br />

a dar lugar al crecimiento del muchacho; su abuela,<br />

tiempo después, ya comenzando el verano, le dirá:<br />

“¡Como hijo de borracho eres triste, Alsino, y como<br />

eres triste, te quedas pensando![...] Tú heredaste<br />

su tristeza y los deseos de salir y de cambiar. ¿no<br />

andas tú, Alsino, queriendo ser como los pájaros?”.<br />

Alsino se encuentra en etapa de reflexión, pues ya<br />

no será más ese niño ingenuo corriendo por los<br />

prados buscando moras, será ahora un muchacho que<br />

comenzará a buscar su destino y sus sueños; aquella<br />

primavera infantil se ha ido para darle poco a poco<br />

paso al verano de la adolescencia y juventud reflexiva<br />

y cuestionadora, de decisiones fuertes y rebeldes.<br />

3.- Un verano de caídas y tropiezos<br />

Alsino no se quedará con las manos cruzadas,<br />

pues su destino será encontrar la manera de <strong>vol</strong>ar.<br />

Mas será inevitable sufrir para lograr su objetivo: su<br />

abuela lo encontrará moribundo y destartalado tras<br />

un nuevo intento de emprender el vuelo, y como<br />

buena curandera, usará todas las pócimas y hierbas<br />

medicinales a su alcance para recuperar a su nieto. La<br />

naturaleza entonces entrará en juego; no será ni Dios<br />

ni el Diablo. Alsino ha desarrollado una joroba que le<br />

causa dolores que la medicina de su abuela no puede<br />

curar, pues considera que ha quedado curcuncho para<br />

toda la vida.<br />

¿Qué viene ahora? Angustia y desesperación.<br />

¿Para qué quedarse en su casa si sólo traerá dolor<br />

y sufrimiento a su abuela? No desea ser una carga<br />

para ella. Sin duda Alsino ya no es un niño, pues<br />

algo pasa en su interior: “... todo el ruido posible no<br />

apaga este otro que crece en mí y me recorre como un<br />

escalofrío.” Pierde el control de su cuerpo y la noción<br />

del tiempo. “¿Cuándo me vestí? no lo sé. ¡Dios mío!<br />

Pero ¿qué es esto? mis brazos trabajan libres de mis<br />

mandatos. ¿Cómo puede mi abuela decir que estoy<br />

enfermo? Mis piernas se van. ¿Dónde van? Ligado a<br />

ellas, sobre ellas voy.”<br />

Comienza entonces su lucha interna, el primer<br />

grito de su conciencia enfrentándose a sus propios<br />

demonios. Se fuga de su hogar sin saber y sin controlar<br />

a donde ir, pues son sus piernas, su cuerpo finalmente,<br />

y no sus pensamientos los que guían el escape en<br />

busca del destino. Comienza entonces a hablarle a la<br />

naturaleza, a su verdadera madre, en este verano que<br />

nos ha presentado el narrador. Oculta su joroba y se<br />

oculta en la noche. Esa extraña protuberancia que le<br />

David Gallardo Matus


arde, le quema, y le han salido dos puntas que puede<br />

sentir bajo la manta que lo cubre, mientras que<br />

aquellos extraños sonidos en su cabeza lo atormentan<br />

más. ¿Cómo habría de saber Alsino que aquellos<br />

sonidos eran las voces presentes en la naturaleza?<br />

Segunda parte<br />

1.- El verano continúa<br />

¿Qué es la soledad para Alsino? Poco a poco<br />

comienza a comprender a las plantas, al aire, a<br />

la tierra, y a las palomas amaestradas de un viejo<br />

que más que amigo se convierte en acompañante<br />

de soledades. Cada cual en su mundo, pero mejor<br />

si tenemos a alguien más al lado. No buscan<br />

comprenderse ni escucharse más de lo debido, se<br />

tienen para hablar, para hacer el camino más corto,<br />

en definitiva, soportarse más que acompañarse: “Este<br />

viejo Nazario me busca y yo le busco”, reflexionará<br />

Alsino. Se encontraron en verano y ya llegan las<br />

primeras lluvias. Será en invierno cuando sus alas se<br />

liberen.<br />

2.- El invierno impide a las pequeñas alas <strong>vol</strong>ar<br />

Dejaremos que Alsino nos hable:<br />

“Aquellas duras puntas salientes, ¡cómo han<br />

crecido! Todos los días pensaba en ellas. Con temor<br />

pensaba. ¿Sería posible? ¡Dios mío, qué inquietud<br />

más espantosa! [...] Más de una mujer triste ha<br />

pasado su mano por mi joroba en busca de suerte.<br />

[...] ¡Mas nadie me quiere por mí, sino porque yo<br />

les hago brillar sus esperanzas! [...] ¡Oh, sol de<br />

invierno! en el claro de este bosquecillo silencioso,<br />

desnudo te recibo, y veo que tu tibieza se ajusta a<br />

mi cuerpo mil veces más suave y más exacta que<br />

mi burda camisa. Eres siempre como un traje de<br />

justa medida que se amolda y ciñe uno a uno mis<br />

miembros, dejándolos abrigados y libres.”<br />

Y llegarán sus alas:<br />

“Aquí, escondido como un pájaro nuevo, quiero<br />

desentumecer mis pequeñas alas crecientes. ¡Mis<br />

alas! ¡Es posible! Día y noche ellas pasan plegadas<br />

sobre mi espalda. Mil veces me vienen imperiosos<br />

deseos de abrirlas y agitarlas al aire, lleno de<br />

deseos y promesas, de las dulces mañanas. [...]<br />

Con qué delicia, ahora, las extiendo lentamente<br />

y abro el varillaje de sus pequeños abanicos. [...]<br />

Pequeñas son aún para elevar mi cuerpo; pero lo<br />

Las etapas de la vida y las estaciones del año en Alsino...<br />

<strong>Herencia</strong><br />

sobrado grandes para mantener lejos, en el aire, en<br />

caprichosas y febriles rondas, de hojas secas, a un<br />

vasto y palpitante enjambre. [...] Desde los dulces<br />

vientos hasta los huracanes de tempestad, todos<br />

recuerdan este ardor que fluye de las alas y que al<br />

aire pasa. ¡Acaso cuando ellos soplan, Dios, cerca<br />

de nosotros, invisible, vuela!”<br />

3.- Uno con la naturaleza<br />

Sólo la naturaleza entiende a la naturaleza. El<br />

hombre se apartó de ella hace muchos años. Alsino,<br />

como ya se ha venido anticipando, es parte de la<br />

naturaleza, quizás la naturaleza misma, pero le tomará<br />

tiempo comprenderlo. El narrador nos muestra su<br />

soledad cuando nos dice: “por todas partes, durante<br />

largos días, ha vagado Alsino”. Porque vagar implica,<br />

en la vida de Alsino, soledad y abandono, pero a su<br />

vez, en esa soledad puede desplegar sus alas con<br />

tranquilidad, acariciando las finas y suaves plumas.<br />

Posteriormente buscará abrigo de las frías noches del<br />

otoño en las casas abandonadas de los campesinos,<br />

donde contemplará en cielo, las nubes de invierno<br />

batallando entre sí con maravillada atención.<br />

Retomará el camino sintiendo aún ese murmullo en<br />

su cabeza que se irá haciendo más claro:<br />

“Por un instante no sabe si es fantasía o realidad;<br />

pero el murmullo creciente y continuo que lo<br />

persigue, desde su aventura con los muchachos, a<br />

ratos como que se aclara y convierte en palabras.<br />

Ahora escucha anhelante. ¿Son las hojas las que<br />

hablan? ¿Es posible? [...] ¿Soy vosotras las que<br />

habláis, hojas? -pregunta trémulo, Alsino. Al oír<br />

la voz, una gran zozobra detiene la zarabanda.<br />

¿Quién es? -indaga una vocecilla. Es el hombre que<br />

ha entrado en la gruta -contestan varias. Sí, es el<br />

hombre, hojas y demás invitados a la fiesta. ¡Oh,<br />

maravilla! - exclama emocionado-. Cuánto terror<br />

y curiosa alegría me trae el saber que ya podemos<br />

entendernos. Durante largo tiempo todo ha sido<br />

ruido confuso para mí, mas ahora él, por fin, se<br />

aclara, y eras vosotras hojas; erais vosotras, rocas,<br />

aguas y llamas, eras tú, viento, y eran acaso todas<br />

las cosas de la tierra y quizás del mundo, las que<br />

hacían en mí ese ruido.”<br />

Para Alsino será este un momento más de<br />

crecimiento y de comunión con su propio ser, pues la<br />

soledad será ahora diferente en su vida. ¿Cómo podría<br />

sentirse en soledad alguien que puede relacionarse,<br />

hablar y entenderse con todas las criaturas de la<br />

naturaleza? Pero le faltarán dos cosas en su vida: la<br />

37


<strong>Herencia</strong><br />

la primera será emprender finalmente el vuelo, es<br />

decir, la libertad; la segunda será amar, y sufrir por<br />

amor.<br />

4.- El vuelo<br />

Alsino verá a las golondrinas emigrar en busca de<br />

un clima tropical y comenzará a sentir “una agitación<br />

angustiosa” que hará arder su sangre, al contemplar<br />

el lugar en el aire por el cual las golondrinas<br />

desaparecieron. La necesidad crecerá entonces en su<br />

corazón a más no poder, y:<br />

“Sin darse cuenta de sus actos, se encontró con<br />

sus grandes alas desnudas, abiertas y temblorosas.<br />

Las plumas agitadas hacían un rumor semejante al<br />

de los pajonales. [...] Elevando el cuerpo, mientras<br />

los ojos se entrecerraban y la cabeza, en desmayo,<br />

echada atrás, recibía el roce de blandos vientos,<br />

ellas prosiguieron rítmicas, serenas y poderosas.”<br />

Esta libertad, esta sensación de plenitud<br />

mientras vuela, le hará pedir disculpas a la luna por<br />

sorprenderla con su vuelo tan repentino, pues él no<br />

desea ofenderla con esta osadía, pero es algo que<br />

él esperaba que ocurriera tarde o temprano, mas no<br />

sabiendo el momento en que aquello ocurriría, trata<br />

de explicarle que “[...] feliz de sentirme libre, libre de<br />

toda posible libertad, no alcancé a experimentar al<br />

mismo tiempo este terror de verme unido a algo que<br />

ahora me arrastra más allá de los límites de acción<br />

fijados en mi vida.”<br />

Ese día, el cielo estaba cubierto de oscuras nubes<br />

azules.<br />

Tercera parte<br />

1.- El regreso del buen tiempo<br />

“Las noches son más templadas. A las lluvias el sol<br />

las vence y las convierte en pasajeros y bulliciosos<br />

chubascos.” Este nuevo cambio de estación, prepara<br />

al lector para los cambios físicos que Alsino sufre por<br />

el constante roce del viento por sus vuelos:<br />

“Alsino adelgaza. Su rostro pálido y curtido<br />

muestra unos ojos fijos, abiertos y penetrantes;<br />

sus mejillas están enjutas; sus labios, fríos y<br />

descoloridos. [...] El cabello negro, abundante y<br />

crecido, ondula rizado por el oleaje que el viento<br />

imprimiera en él. Sus ropas despedazadas cubren a<br />

medias los muslos ceñidos y recios, que se afinan en<br />

una engañosa y delicada apariencia.”<br />

38<br />

Alsino se está <strong>vol</strong>viendo hombre, adulto quizás,<br />

pues la vida irá siendo cada vez más difícil para él.<br />

Comienza paulatinamente a <strong>vol</strong>ar a plena luz del<br />

día por los pueblos, asustando a los perros y a las<br />

personas; algunos arrancan temiendo por sus vidas<br />

mientras otros oran al señor por haberles enviado<br />

un ángel salvador. Pero Alsino siente una profunda<br />

tristeza al no poder consolar a aquellos que ante su<br />

presencia en el cielo, confiesan sus pecados y juran<br />

arrepentimiento.<br />

Será el mar su gran consuelo, pues <strong>vol</strong>ará sobre él<br />

en cada oportunidad que se le presente, admirando el<br />

movimiento de las olas, pues ve en ellas un reflejo de<br />

sus alas. Se convertirá entonces, el mar, en su padre:<br />

“¡Oh, padre! por dos débiles alas que yo poseo,<br />

en cada ola tú despliegas, curvadas por el ansia<br />

y el viento, alas gigantes de inmensas a veces<br />

desconocidas que naufragan. [...] Si reflejas al cielo,<br />

tú recuerdas a Dios.”<br />

2.- Descubrimiento de la sexualidad<br />

El caluroso verano le impide <strong>vol</strong>ar todo el tiempo<br />

que él desearía, puesto que el excesivo esfuerzo<br />

provoca en él una sed que el aire no puede saciar. Baja<br />

y vuela por entre los árboles, donde las vacas mugen<br />

maternalmente a su paso. Busca un lugar donde beber<br />

y refrescarse. Divisa una pequeña laguna donde<br />

al descender, se encuentra con una joven desnuda<br />

bañándose en sus aguas; Alsino se oculta mientras<br />

observa la hermosura de su cuerpo y sus curvas<br />

pronunciadas. Sin darse cuenta de sus actos, sale de<br />

entre las ramas haciendo un excesivo ruido, por lo<br />

que la joven, al verse sorprendida por un hombre,<br />

huye del lugar tropezando con un árbol, cayendo<br />

desmayada, por lo que Alsino acude en su ayuda. Al<br />

contemplarla desnuda, quieta, asustado, va ha buscar<br />

agua para verterla en su boca, pero siempre se le<br />

escurre entre sus dedos. Decide entonces escuchar<br />

su corazón para saber si se encuentra viva, mas el<br />

roce de su suave piel estremece a Alsino; comienza<br />

entonces su despertar sexual:<br />

“Fue girando su rostro y, antes de mucho, no<br />

escuchó cosa alguna, porque era su boca la que<br />

ahora apoyaba sobre el pecho. Y fue besándola aquí<br />

y allá, en cada disco de sol, como si quisiera con<br />

sus labios hasta ellos limpiarla.<br />

La razón perdida, se recostó sobre la joven como<br />

en un blanco lecho. Enervado fue enderezándose<br />

sobre sus rodillas; y cuando, acometido del furor,<br />

púsose sobre ella, agitado, a temblar, sus alas<br />

David Gallardo Matus


vibraron rápidas como en un vuelo.<br />

Quejábase más dulcemente la joven. Abriendo sus<br />

ojos parecía mirar desde un mundo distante."<br />

3.- ¿Fin de la juventud?<br />

Alsino, con el paso del tiempo, comienza a sentir<br />

esa necesidad de cercanía de su familia. Extraña a<br />

su abuela y a su hermano. Decide, después de una<br />

terrible tempestad, <strong>vol</strong>ver a su hogar. Se encuentra<br />

con su abuela muy enferma, quien le reconoce<br />

inmediatamente, le pregunta si se encuentra ya muerta<br />

y si es él ahora un ángel. Poli la ha abandonado.<br />

Sola, es Alsino un poco de esperanza y alegría para<br />

el final de la vida de una pobre anciana. Conversa<br />

cariñosamente con su nieto, creyéndole ahora un<br />

ángel que ha venido a llevársela con el señor, mas<br />

Alsino no logra comprender sus palabras esquivas<br />

y a veces sin sentido. Su abuela fallece. Alsino cree<br />

haberla muerto de la impresión que le ha causado<br />

su retorno, pues le creían muerto. Se lamenta en<br />

silencio. Sepulta a su abuela y emprende el vuelo. Se<br />

ha quedado nuevamente solo.<br />

1.- El camino al amor<br />

Cuarta parte<br />

En la cuarta parte los cambios estacionales son<br />

recurrentes desde su llegada a Vega de Reinoso,<br />

pues allí vivirá pesares y sufrimientos. Será atrapado<br />

por los habitantes de ese pueblo, sus alas serán<br />

despuntadas para que no pueda <strong>vol</strong>ver a <strong>vol</strong>ar,<br />

será confundido con enviado de Dios y del Diablo,<br />

venderán sus huesos a unos norteamericanos cuando<br />

él muera, vivirá en soledad e incomprensión. Pero<br />

también hará amigos, y más de alguno encontrará en<br />

él algo especial. Muchos usarán su sabiduría en el<br />

uso de las plantas medicinales heredada de su abuela<br />

para mejorar su salud. Conocerá el amor que llegará<br />

en la primavera, en noviembre, cuando “todos los<br />

rosales están floridos." Pues Abigail, la joven hija<br />

del alcalde, se encuentra enferma y nada ha sabido<br />

de ella en mucho tiempo; en su corazón ha crecido un<br />

sentimiento nuevo, pues es ella la única mujer que se<br />

ha preocupado por conocerlo y amarlo por lo que es.<br />

Alsino “recibe el influjo de la primavera” por lo que<br />

siente que algo no anda bien. Se encamina hacia la<br />

casa de Abigail, y exclama:<br />

“¡Ah! si yo ahora <strong>vol</strong>ara y el unísono de tus rayos<br />

vertiera ese canto sobre el mundo, todo él reverberaría<br />

como un clarín. Al oír su voz anunciadora, las flores<br />

Las etapas de la vida y las estaciones del año en Alsino...<br />

<strong>Herencia</strong><br />

innumerables de esta primavera echarían a vuelo sus<br />

pintadas y pequeñas campanas, repicando, ebrias,<br />

por valles y montañas. [...] ¡Oh! Abigail, si la voz de<br />

cualquiera, entre estas montañas, levanta fácilmente<br />

un eco, ¿qué no despertaría mi canto, cuando yo<br />

sé las palabras por todas las cosas comprendidas?<br />

Abigail, ¿alguien que se diga como yo, prendido del<br />

sortilegio de tu amor, podría ofrecer el día de la boda<br />

una fiesta semejante? [...] No son mis alas cortadas<br />

las que aquí me tienen recluido. Siempre hay una fuga<br />

para cada prisionero. Es tu amor, Abigail, el que me<br />

enlaza. Entre estas altas murallas de zarzas, preso<br />

como un pájaro altivo que enmudece, ya ganado por<br />

tus afanes, sabiéndote distante, ensayo en la soledad<br />

mi canto olvidado”<br />

El canto al amor de Alsino no surtirá en Abigail, al<br />

parecer, el efecto deseado, pues sus visitas al huerto<br />

donde se encuentra serán cada vez más distantes en<br />

el tiempo, cambiando además su actitud: “La joven,<br />

pareciendo huirle, rara vez le hablaba. Pero Alsino<br />

siempre creía escuchar en sus palabras un rumor<br />

más vasto de voces ocultas.”<br />

2.- La muerte nuevamente se le hace presente<br />

Ha pasado el tiempo, un año quizás. Verano e<br />

invierno fugaz para la vida de Alsino. Ha perdido<br />

parte de su naturaleza y se ha transformando en objeto<br />

en algunos pasajes de la obra. Pero la recuperará a<br />

través de una trágica experiencia, una más en la vida<br />

de Alsino. Abigail se encuentra nuevamente enferma,<br />

y nada podrá hacer nuestro héroe para evitarlo. Alsino<br />

se desliza sigilosamente al interior de la habitación<br />

de Abigail sin que nadie lo pueda ver o sentir entre<br />

oraciones y súplicas. “Al divisar el dulce y pálido<br />

rostro de la muerta, Alsino dio un grito penetrante<br />

y salvaje; aullido gutural que removió hasta las más<br />

ocultas fibras de las entrañas.”<br />

El insoportable dolor de Alsino le brindó fuerzas<br />

descomunales que lo llevaron a arrancar de Vega<br />

de Reinoso pues ya nada quedaba ahí para él tras la<br />

muerte de su amada. ¿La muerte de Abigail da paso<br />

en la novela a un invierno cruel en la vida de Alsino?<br />

No hay duda de ello. Pues la quinta parte y final de la<br />

obra, depara al héroe más dolor.<br />

Quinta parte<br />

“En la sementera, las cañas del rastrojo asoman<br />

entre la tierra amarilla como la barba de ocho días.<br />

Aún no caen las primeras lluvias y las nieves siguen<br />

altas.<br />

39


<strong>Herencia</strong><br />

1.- La ceguera<br />

Llega Alsino a un miserable rancho perdido entre<br />

las montañas, donde conoce a “dos muchachas con<br />

belleza de juventud y no sin práctica real en lides<br />

amorosas.” Le ofrecen una temerosa hospitalidad<br />

que Alsino retribuye con hierbas medicinales para<br />

el padre enfermo de las muchachas que poco a poco<br />

recupera su salud, lo que lleva gradualmente a que<br />

Rosa se enamore de él:<br />

“Rosa, al comenzar con Alsino una vida de mayor<br />

acercamiento, perdiendo temores y los resabios<br />

de los primeros días, fue cayendo de interés en<br />

curiosidad; de curiosidad en asombro creciente<br />

y continuados pensamientos, que resbalaron sin<br />

tregua, hasta dar en un caprichoso amor.”<br />

¿Y cómo no va a ser caprichoso si para conseguir<br />

su amor recurre a pócimas de una vieja bruja?, pues<br />

“Con sus alas aún incapaces, triste y taciturno,<br />

Alsino mirábalo todo con un aire de ausencia y de<br />

fatiga.” Y Rosa sentía que él no le correspondía.<br />

Necesitó entonces una pócima que puesta en los<br />

ojos de Alsino, apenas los abriera, se enamoraría de<br />

la primera mujer que sus ojos presenciaran. ¿Cómo<br />

utilizar hierbas y secretos de la naturaleza en alguien<br />

que es la naturaleza misma?<br />

“Al borde del camastro, molesto por sus grandes<br />

alas, la ropa caída, medio desnudo, con los ojos<br />

cerrados y la boca entreabierta, en la triste quietud<br />

de esa luz espectral, Alsino parecía un muerto.<br />

Un grito espantoso estremeció el rancho.<br />

Incorporándose de un salto, Alsino llevaba ambas<br />

manos a sus ojos. Enredado en las ropas caídas,<br />

tropezando en la oscuridad, sacudido por aullidos<br />

guturales, como presa de una espantosa pesadilla,<br />

parecía enloquecer de dolor sintiendo en sus ojos<br />

dos llagas ardientes, con sus brazos abiertos y<br />

agitados, atropellándolo todo, logró salir del<br />

ancho.”<br />

Él no sentirá por Rosa amor, sino necesidad. La<br />

pócima dará un resultado inesperado, pues Rosa se<br />

convierte en su lazarillo pues “los días para él se<br />

fundieron en una noche eterna. Y cada despertar era<br />

como <strong>vol</strong>ver a la pesadilla de un perenne insomnio,<br />

siempre en espera del alba que tardaba.” Pero su<br />

consuelo es Cotoipa, el pequeño hermano de las<br />

niñas que encuentra en Alsino un refugio de madre<br />

más que de padre que nadie más le puede dar y que<br />

con su voz, tranquiliza los pesares del pequeño: “El<br />

40<br />

silencio que dejó la canción fue enriquecido por el<br />

susurro de la lluvia.” ¿Y Rosa? Llora al sentir los<br />

lamentos del ciego, y Alsino la consuela: “¿Aún<br />

lloras, Rosa? ¿Por qué te torturas? También mis ojos<br />

ciegos saben de lágrimas, y acaso los ojos, más que<br />

para ver, nos fueron dados para llorar.” El invierno<br />

quizás sea el que llora por él. Prado va recreando en<br />

cada instante los pequeños detalles del ambiente del<br />

lugar con rápidos cambios para indicar el paso del<br />

tiempo: de la lluvia pasaremos al calor: “Cuando<br />

Alsino y Cotopia en busca de la vaca salieron al<br />

camino, les sorprendió el extraordinario calor que<br />

aún hacía. El sol acababa de ocultarse.” ¿Pero qué<br />

es realmente el tiempo para Alsino cuando no puede<br />

ver ni <strong>vol</strong>ar? Pareciera ser una tortura, pues le han<br />

quitado su esencia. Buscará en el pequeño Cotoipa<br />

un consuelo cuando, sintiendo ya que sus alas están<br />

en condiciones de <strong>vol</strong>ar, le pide al pequeño que sea<br />

sus ojos.<br />

2.- Recordando a la naturaleza<br />

No sin temor, Cotoipa es convencido por Alsino<br />

para emprender el vuelo. Mas el niño, pasó del<br />

entusiasmo a la desesperación. Gritó y pataleó<br />

pidiéndole a Alsino que descendiera, pues el vértigo<br />

pudo más. En esa desesperación, el pequeño Cotoipa<br />

no fue los ojos de Alsino, y gritos de ambos, “tocaban<br />

las copas de algunos árboles, y ambos rodaron, entre<br />

ramas y piedras sueltas, al fondo de una quebrada.”<br />

Alsino se encuentra herido y sin la posibilidad<br />

de moverse demasiado, pero de inmediato es la<br />

naturaleza la que le habla y le aconseja, pues “eran<br />

los pájaros, los árboles y una vertiente los que así<br />

hablaban.” Su ceguera pudo haber acrecentado sus<br />

sentidos, por lo que Alsino comienza un proceso de<br />

fusión con la naturaleza; comenzará el camino a la<br />

muerte.<br />

3.- La naturaleza y el dolor<br />

He aquí uno de los capítulos más interesantes del<br />

final de la novela, pues en esta comunión de Alsino<br />

con la naturaleza, será la naturaleza misma, en todo<br />

su esplendor, la que brindará una “humilde ayuda” a<br />

este pobre ciego malherido. Las aves van al amanecer<br />

en busca del alimento diario que darán a Alsino; un<br />

zorro, silencioso se acerca y lámele las heridas con<br />

sumo cuidado; todos, jilgueros y diucas le entretienen<br />

con su canto; durante el día comenzaban a llegar los<br />

zorzales, y el martín pescador “nunca dejaba de traer<br />

plateados pejerreyes.” Alsino les hablará y agradece-<br />

David Gallardo Matus


á. Luego, cuando cae la noche y el sueño le vence,<br />

“las torcazas maternalmente, comenzaban a<br />

arrullarlo en su desvelo.”<br />

4.- La voz de Dios<br />

¡Qué lamentable y trágica es la proximidad de la<br />

muerte de Alsino! Pero nuevas voces le acompañan:<br />

Alsino siente el llamado de Dios, y le responde.<br />

Dejaremos nuevamente a Alsino contar su dolor:<br />

“Entre todos los días de mi vida yo te señalaré a<br />

ti, día de dolor. [...] Como un corazón latiendo oculto<br />

se extenderá tu poder por mi sangre y mi vida. [...] Te<br />

juzgué implacable; mas, cuando creciste demasiado,<br />

tú mismo regalabas la fatiga necesaria para que<br />

viniese en mi ayuda una dulce inconsciencia. [...]<br />

Mas, bendito sea Aquél que ha derramado, hasta en<br />

el mal, el bien, y que hace que los goces supremos no<br />

dependan de una orgullosa plenitud. [...] ¡Señor! yo<br />

ardí más inflamable que una brizna de paja en el júbilo<br />

que vertiste sobre la vida y el mundo. [...] Jamás a<br />

nada pude entregarme por completo. [...] ¡Siempre el<br />

vuelo fue para mí un goce doloroso! Hecho a vuestra<br />

semejanza, perdóname, Señor, si yo también sentí el<br />

ansia de estar en toda cosa. [...] Una noche de otoño,<br />

en el tiempo en que las aves comienzan a emigrar,<br />

[...] Señor, esta eterna e insondable noche, también<br />

para mí se rompe [...] ¡oh, Dios mío!, que ellos me<br />

guíen y, por el mismo sitio donde las tinieblas se<br />

rasgan, pase yo a tu reino.”<br />

Alsino comprende ya el sentido de la vida y de la<br />

muerte. No tiene ya razón para seguir existiendo y<br />

en la paz que le ha brindado la naturaleza, las aves<br />

y las vertientes, se encuentra ya preparado para su<br />

último vuelo hacia el reino de Dios. Alsino deja el<br />

otoño y se vuelve invierno, pues él es la naturaleza.<br />

5.- El llamado de la muerte<br />

Ni el zorro que vino a lamer durante varias noches<br />

sus heridas, ni las minúsculas arañitas que tejen sobre<br />

ellas una tela para curar las llagas, ni el avellano que<br />

lo protege del sol y la lluvia, logran evitar que Alsino<br />

empeore por la fiebre y se consuma. Ante su destino,<br />

Alsino les dice: “¡Amigos inocentes! ¡Dios sólo es<br />

visible cuando llegamos al fondo de la máxima tristeza!<br />

[...] Todo para mí ha sido soledad; ha caído como una<br />

maldición este vuelo limitado.” Y se justifica tanto<br />

dolor argumentadose que su vuelo llevó desconcierto<br />

donde estuviera, mas necesitaba él <strong>vol</strong>ar y <strong>vol</strong>ar.<br />

La naturaleza entonces comienza a preparar el<br />

Las etapas de la vida y las estaciones del año en Alsino...<br />

<strong>Herencia</strong><br />

camino de la muerte: envía en aquella noche de<br />

lamentaciones una lluvia, “marea avasalladora”,<br />

que lavará el aire para que “hasta a los astros más<br />

pequeños se les distingue con claridad.” ¿Ha llovido<br />

acaso por la tristeza de la pronta partida de Alsino?<br />

Alsino, en el delirio, retorna a su niñez, desvariando<br />

nuevamente con <strong>vol</strong>ar, con sentir el aire en su rostro.<br />

Comienza a ascender sin cesar, “se encuentra a una<br />

altura vertiginosa, dos veces mayor que la que alcanzan<br />

los últimos cóndores. Y sigue, sigue en su vuelo<br />

imperturbable.” Debido a la altura, Alsino comienza<br />

a sentir la falta de oxígeno. Grita innumerables<br />

veces ¡A despertar! ¡A despertar!, pero “en el aire<br />

enrarecido no tienen eco sus palabras.” Entonces la<br />

muerte está por llegar; un poético final para quien se<br />

convirtiera en la mismísima naturaleza; un poético<br />

final para quien ha estado y estará más cerca de Dios:<br />

“Súbitamente cae con una velocidad espantosa<br />

que se va acelerando al infinito. [...] El roce de<br />

su cuerpo con la atmósfera, cada vez más densa,<br />

comienza por encender sus alas y, rápido, como un<br />

vértigo, el fuego se apodera de él y lo consume. Era<br />

el mes de mayo, mes de estrellas fugaces. Confundido<br />

entre las que cayeron esa noche, nadie fue capaz de<br />

distinguirlo. Una legua antes de llegar a la tierra,<br />

de Alsino no quedaba sino ceniza impalpable.<br />

Falta de peso para seguir cayendo, como un jirón<br />

de niebla, flotó sin rumbo hasta la madrugada. Las<br />

brisas del amanecer se encargaron de dispersarlas.<br />

Cayeron al fin, sí; pero el soplo más sutil las<br />

<strong>vol</strong>vía a elevar. Deshechas hasta lo insoportable,<br />

hace ya largo tiempo que han quedado, para<br />

siempre, fundidas en el aire invisible y vagabundo.”<br />

Conclusiones<br />

Maravillosa es la prosa que nos ha<br />

presentado Pedro Prado en su novela Alsino.<br />

La majestuosidad del lenguaje hacen inevitable<br />

pensar cuan cerca de Dios se encontrará Alsino<br />

en estos momentos. Él es y será naturaleza.<br />

Se ha podido demostrar, <strong>vol</strong>viendo a nuestro<br />

objetivo principal, que cada una de las cinco<br />

partes de la novela representa fielmente una etapa<br />

en la vida del Alsino estando éstas relacionadas<br />

con la niñez, la adolescencia, la juventud, la<br />

adultez y la muerte, pero en base a aspectos más<br />

sicológicos que físicos, y aunque no existe una<br />

directa relación de cada etapa con las estaciones<br />

del año como era la intensión de esta investigación,<br />

41


<strong>Herencia</strong><br />

sí se pudo comprobar que los hechos, las penas,<br />

los amores e incluso las alegrías de Alsino, iban de<br />

la mano con la primavera, el verano, el otoño o el<br />

invierno, relacionando:<br />

- La primavera con el descubrimiento del mundo<br />

que lo rodea y el amor,<br />

- el verano con el crecimiento físico y espiritual,<br />

- el otoño con la melancolía de su ser,<br />

- y el invierno con la soledad y la muerte.<br />

Quizás en más de alguna oportunidad Alsino nos<br />

ha pedido desviarnos para recordar algunos pasajes<br />

importantes de su historia, pero éstos finalmente<br />

nos mostraron otras perspectivas de su entorno.<br />

En cuanto al autor, Pedro Prado, quizás haya<br />

sido su “naturaleza poética” lo que lo haya llevado,<br />

probablemente no de una manera consciente, a<br />

relacionar los hechos ocurridos en la vida de Alsino<br />

con las épocas del año, pues resulta inevitable, como<br />

se ha podido ver, separar a Alsino de la naturaleza.<br />

Sólo queda decir que quizás, en algún momento,<br />

en algún lugar, quizás en el bosque, en el campo<br />

o en el mar, exista algún grano invisible de sus<br />

cenizas, esperando por nosotros y nuestra naturaleza.<br />

42<br />

Bibliografía<br />

•Arriagada Augier, Julio. Goldsack, Hugo. Pedro<br />

Prado, un clásico de América. Separada de la<br />

<strong>Revista</strong> Atenea Nºs 321 al 323. Universidad de<br />

Concepción. 1952.<br />

•Muñoz González, Luis; Oelker Link, Dieter. “La<br />

poética (decimal) de Pedro Prado”. Diccionario<br />

de movimientos y grupos literarios chilenos.<br />

Concepción, Chile: Ediciones Universidad de<br />

Concepción, 1993.<br />

•Muñoz Lagos, Marino. “Un gran sonetista<br />

chileno”. La Prensa austral. Punta Arenas: [s.n.], 8<br />

oct. 1998.<br />

•Prado, Pedro. Alsino. Santiago de Chile: Editorial<br />

Nacimiento, 1974.<br />

•Silva Castro, Raúl. Pedro prado, Premio Nacional<br />

de Literatura. Tirada aparte de OCCIDENTE,<br />

junio 1949.<br />

David Gallardo Matus


<strong>Herencia</strong><br />

43


44<br />

Notas a la edición de Vivir, ¿cuándo comienza?<br />

(Poesía reunida) de Samir Nazal 1<br />

Cristian Basso Benelli<br />

La gente que va sola, duerme sola;<br />

el silencio se solaza con ella.<br />

A su casa llega sola: no enciende luces.<br />

La sombra osa abrazarla: vecina, se aproxima,<br />

sigilosa: sienta sus blandos huesos<br />

sobre el sofá y rebulle sus rodillas<br />

contra la carne sola. Cruza las manos<br />

la gente sola y accede a su promiscua<br />

sonrisa. A veces, suspira o expectora<br />

brutalmente. Alza la mano remisa<br />

hacia eso.<br />

El óleo consagrado de la calle<br />

-consortes espectrales- pluraliza la espera.<br />

Se esfuma el rostro en el espejo, hídrido,<br />

acaso surge. Los retratos acechan<br />

un asequible turno de perfumes.<br />

Refugian los sueños: reflejan flecos,<br />

borlas, tapices, cortinas, balcones,<br />

enredaderas, el esbelto cenit.<br />

La espalda de la gente sola es rugosa.<br />

Ancha, comba, recelosa. Muy dura al tacto.<br />

La gente sola no muere, queda sola.<br />

Los versos anteriores pertenecen a<br />

Vivir, ¿cuándo comienza? (Poesía<br />

Reunida) del poeta y escritor Samir<br />

Nazal (1930-2008), obra en la que hemos<br />

trabajado con asombro, <strong>vol</strong>untad y rigor junto<br />

al escritor Daniel Pizarro 2 por más de dos años.<br />

Contemporáneo y amigo de escritores de la<br />

Generación del 50 como David Rosenmann-Taub,<br />

Jorge Edwards, José Donoso y Armando Uribe,<br />

Samir Nazal nació en Limache en el seno de una<br />

familia de origen árabe, se educó en el Liceo<br />

Valentín Letelier de Santiago y estudió Derecho<br />

en la Universidad de Chile, para dedicarse más<br />

tarde por completo a las clases de castellano, de<br />

literatura y a los talleres literarios en los que formó<br />

a destacados escritores jóvenes, principalmente de<br />

la Generación de los 90 o, según la denominación<br />

de Maximino Fernández Fraile, de la Generación del<br />

2002. El mismo “que escribía unos curiosos apuntes<br />

del natural y que influyó, quizá, en mi manera<br />

de enfocar el género de la crónica”, según Jorge<br />

Edwards o, en palabras de León Pascal, el “almirante<br />

vitalicio de la cultura underground santiaguina" que<br />

encontraba refugio para la confesión y la literatura<br />

en las noches a la usanza de la bohemia intelectual.<br />

Uno de ellos<br />

Cuando pienso en Samir Nazal, el estallido<br />

de imágenes que me asedia impide que lo vea o<br />

rememore en una sola construcción descriptiva que lo<br />

trace únicamente en su dimensión de escritor. Tendí<br />

tras su muerte a recrear cada conversación, anécdota<br />

y trabajo poético conjunto con la intención medio<br />

desdibujada de ordenar los recuerdos en una lógica<br />

que pretendía atesorarlos. Ingenua manera de revivir<br />

al maestro (apelativo que lo incomodaba), al amigo<br />

entrañable, al crítico severo y sensato, al poeta oculto,<br />

al lector imparable, al personaje ya mítico, al genio<br />

en contacto con lo profano y lo sagrado de la vida.<br />

Todo ello sin resultado esperanzador más que dejar<br />

que el tiempo otra vez ordenara la historia personal<br />

tamizada por la riqueza todavía misteriosa de su<br />

legado que aún falta por develar en muchos sentidos,<br />

pero renace a través de una vasta producción literaria<br />

que incluye inéditos de poesía, narrativa, crítica<br />

literaria y libretas personales que forman parte de un<br />

______________________________________________________________________________________________________________<br />

1 Las notas que se presentan a continuación constituyen los primeros acercamientos a lo que será la primera edición de la obra<br />

poética de Samir Nazal bajo el título de Vivir, ¿cuándo comienza? cuya edición está a cargo del escritor, periodista y guionista<br />

Daniel Pizarro y del poeta y académico de literatura Cristián Basso.<br />

2 Daniel Pizarro es periodista (Universidad de Santiago de Chile), guionista y autor del libro de cuentos La Carta Propia (Ril<br />

Editores, 1993) y de la novela Plaza del Sol Nocturno (RIL Editores, 2003). Obtuvo la Beca de Creación Literaria del CNCA<br />

para la escritura de su segunda novela.<br />

Cristian Basso Benelli


diario íntimo que al escritor le habría gustado titular<br />

Finis Cinis (Al final, la ceniza). Fue más generoso<br />

con la escritura de los jóvenes que con la propia.<br />

A dos días de su funeral, regresé a su departamento<br />

en la calle Toesca, convocado por la familia Nazal,<br />

junto a otros cercanos al autor, para ser partícipe de<br />

la búsqueda y el hallazgo de su obra literaria que,<br />

a medida de que revisábamos manuscritos, notas y<br />

textos de diferentes épocas, nos fue deslumbrando<br />

cada vez más hasta darnos cuenta de que estábamos<br />

frente a un tesoro literario, lo que trajo consigo<br />

nuevas interrogantes con respecto a su opción por no<br />

publicar y la dificultad de decidir frente a textos que<br />

pertenecían a lúcidos proyectos literarios, algunos<br />

de los cuales se encontraban inacabados, pero por<br />

su indudable valor debían integrar el <strong>vol</strong>umen<br />

de Vivir, ¿cuándo comienza? Poesía Reunida.<br />

Fue sobrecogedor abrir la puerta y no encontrarlo,<br />

pero surgió de inmediato un compromiso real con el<br />

destino de sus textos. Cada uno de ellos se nos ofrecía<br />

como la apertura al descubrimiento de<br />

la voz (o las voces) que nos mostrarían<br />

más adelante en incontables sesiones<br />

al prolífico escritor que optó por el<br />

anonimato y la falta de interés por<br />

figurar en la “vida literaria” como lo<br />

confirma el poeta Premio Nacional<br />

de Literatura 2004 Armando Uribe<br />

cuando fue entrevistado por La Nación<br />

con motivo de la muerte del poeta:<br />

“Es de las personas que no necesitan la exposición<br />

pública, no tenía ninguna traza de exhibicionismo,<br />

como otros, dentro de los que me incluyo; él tuvo<br />

la enorme virtud de ser quien se es y quien se ha<br />

sido sin ningún teatro". 3 Así fue como manuscritos<br />

y escritos mecanografiados nos deslumbraron por<br />

su calidad y su cantidad, en una suerte de esplendor<br />

incomparable que confirmaba nuestra admiración<br />

por el hombre y artista que era y es en su obra.<br />

Dejamos pasar un período para aquietar la pena<br />

y tomar distancia crítica que nos permitiera ver<br />

los textos como tales para reunirnos en la casa<br />

de su sobrino Samir Nazal Chacón, siquiatra y<br />

lúcido autor de una biografía novelada sobre el<br />

poeta, con el propósito de hablar sobre su figura<br />

e iniciar la fase lentísima del rescate de su obra,<br />

privilegiando la poesía como primera instancia.<br />

<strong>Herencia</strong><br />

Fue así como, entre otras propuestas aún en<br />

desarrollo, surgió el documental “Samir Nazal,<br />

poeta y maestro de poetas” del realizador Álvaro<br />

González, y que se exhibió en parte durante el<br />

Homenaje “Samir Nazal: letra y vida”, que reunió a<br />

más de doscientas personas en la principal sala de<br />

eventos de la Biblioteca de Santiago en diciembre<br />

de 2008. En la ocasión, leyeron poemas inéditos<br />

jóvenes poetas y escritores que formaron parte<br />

de los talleres literarios que ofreció el escritor por<br />

más de tres décadas. Entre ellos, Amanda Durán,<br />

Feisal Sukhni, Mónica Montero y Macarena García.<br />

Vivir, ¿cuándo comienza? (Poesía reunida)<br />

La obra compilatoria reúne más de doscientos<br />

poemas en siete secciones agrupadas en torno a líneas<br />

temáticas que identifican una poética particularísima,<br />

de gran fuerza expresiva, desparpajo, desenfado e<br />

intensidad lírica que ya podemos llamar “nazaliana”,<br />

y que aborda mediante variadas formas poéticas el<br />

amor, el erotismo, la muerte, la vejez, el dolor, la<br />

compasión, la ternura y la escritura.<br />

Crónicas del desvivirse, Pastizales<br />

del Espejismo, La mirada de Adán,<br />

Litografías del exilio y Morada de<br />

lo inhabitable son parte de ella. En<br />

el corpus destacan, en una primera<br />

lectura, poemas como Salón, Mi<br />

gana es tu desgana, Si tú vinieras,<br />

cuánta fiesta; Ojos abiertos,<br />

Dios se confiesa, Incursiones al<br />

verano, Decididamente también el mar se duerme,<br />

Whe shall overcome, Nonato, entre otros más.<br />

Además, considera la edición un estudio sobre<br />

su poesía y notas aclaratorias que sustentan la<br />

construcción discursiva del carácter orgánico del<br />

corpus textual, así como también antecedentes<br />

del proceso de recolección, lectura, selección y<br />

transcripción de textos poéticos inéditos –que exige<br />

siempre tiempo y pausa para la visión orgánica en<br />

la conformación de un libro de poemas- se convierte<br />

en una responsabilidad que obliga a reflexiones,<br />

determinación de criterios estéticos-literarios y<br />

fidelidad al extenso acopio de originales, muchas<br />

veces acompañados por más de una variante y escritos<br />

por el autor en distintas épocas de su vida, algunos<br />

poemas fueron escritos en las décadas de los 60 y<br />

70, y otros incluso meses antes de su fallecimiento.<br />

______________________________________________________________________________________________________________<br />

3 Declaración del poeta Armando Uribe en el reportaje del periodista Rodrigo Quiroz Castro: “El secreto mejor guardado de<br />

la literatura chilena”, Diario La Nación, 8 de junio de 2008.<br />

Notas a la edición de Vivir, ¿Cuándo comienza? (Poesía...<br />

45


<strong>Herencia</strong><br />

46<br />

1993: Año del encuentro<br />

Lo primero que conocí de él fueron advertencias<br />

de la severidad con que criticaba los textos literarios<br />

que leía y calificaba con juicio crítico insobornable,<br />

la brillantez de su intelecto y la capacidad para captar<br />

el talento literario cuando existía. Más adelante<br />

comprobé que era cierto, enriquecida la visión con su<br />

personalidad que cautivaba a todo el mundo. Uno no<br />

era el mismo después de haberlo escuchado y de haber<br />

recibido el consejo generoso de su intelecto. Me decidí<br />

entonces a enviarle el original de Alalia, mi primer<br />

libro de poemas que Samir Nazal prologó y presentó<br />

en el Centro Cultural de España el 14 de julio de 1994.<br />

Era 1993 y yo había cumplido los 17 años cuando<br />

le envié el libro empastado con letras doradas<br />

borrándose, en cuyo interior figuraban ilustraciones a<br />

grafito y un orden que<br />

yo ingenuamente<br />

creía terminado. Al<br />

pasar los días, recibí<br />

una invitación suya<br />

para visitarlo en una<br />

“librería de viejo” de<br />

la calle Manuel Montt,<br />

frente a Providencia. Y<br />

fui. Más allá del primer<br />

temor de su crítica, tenía<br />

ansias de conocerlo. Ya<br />

me era mítico y quería<br />

saber más sobre él.<br />

Nunca he conocido a<br />

nadie más afectuoso<br />

en mi vida, más alegre<br />

y más elocuente frente<br />

al amor a la vida.<br />

Gustaba de abrir las<br />

puertas de su casa a quien lo visitara. Y se convirtió<br />

rápidamente en padre de aquellos que no lo tuvimos.<br />

Generoso hasta la saciedad, preocupado de cada paso de<br />

nuestros destinos más privados y públicos; conversador<br />

y entusiasta, lúdico, ingenioso, artístico, trágico,<br />

malhablado y solemne, fluía naturalmente nuestra<br />

admiración en cada conversación que fue sumando<br />

años y años de gran aprendizaje. Discutíamos en torno<br />

a la obra de autores que él mismo nos iba presentando<br />

en las sesiones: Vallejo, Tabucchi, Cernuda, Pizarnik,<br />

Maiakovski, Ginsberg, Mistral, Kerouac, sólo por<br />

nombrar algunos. El poeta Armando Uribe declaró<br />

que “era una de las personas más ecuánimes que<br />

he conocido en mi vida. Conversar con él era una<br />

manera de alimentarse intelectual y espiritualmente".<br />

Aparecí en la librería con timidez. Él me indicó<br />

una silla, me saludó afectuoso y me dijo "eres<br />

un palabrero, pero un gran poeta. Hay que pulir<br />

mucho". Luego hablamos de lecturas, de proyectos,<br />

de ideas y me desafió a continuar de memoria la<br />

lectura de algunos poemas de Gabriela Mistral que<br />

él admiraba mucho. Tuve suerte. Al cabo de dos o<br />

tres versos dichos por él, yo continué de memoria<br />

los que restaban para concluirlos. Esa mañana fue<br />

inolvidable. Aún lo veo reír, encantarse verso a<br />

verso, café tras café, palabra tras palabra. Yo estaba<br />

maravillado con su conversación, fue un "satori"<br />

(como decía él, es decir, "una iluminación")<br />

sentirme al fin al centro del corazón de mi familia.<br />

Lo supe un padre y amigo de inmediato. Y lo seguí<br />

siempre, durante los quince años restantes de su<br />

vida carnal.<br />

Primeros atisbos<br />

de la memoria<br />

Más adelante,<br />

conocí varios de sus<br />

amigos más cercanos<br />

y compartí a menudo<br />

con su entorno<br />

cultural y personal<br />

como Andrés Pérez,<br />

León Pascal, Daniel<br />

Pizarro, Manuel<br />

Peña Muñoz, entre<br />

tantos otros. Me hizo<br />

partícipe de lecturas<br />

públicas, conocí junto<br />

a él a Jorge Teillier;<br />

también me instó<br />

a trabajar de modo<br />

sistemático en mis poemas; pasamos muchas noches<br />

leyendo, riendo, llorando, contándonos historias,<br />

analizando lo inmediato, acechados siempre por el<br />

amanecer. Corregimos con entusiasmo mi segundo<br />

libro El amor insecto y pasamos juntos historias<br />

que poco a poco irán aflorando. Pero fueron años<br />

de gran fuerza, de "tristuras" como él las llamaba<br />

y de la "fiesta de vivir" a que siempre me invitó.<br />

Presentación del Homenaje “Samir Nazal, letra y vida”, Biblioteca de<br />

Santiago, diciembre de 2008.<br />

Cuando cumplí 30 años, y yo anhelaba trabajar en<br />

el tercer libro, me entregó la libertad para trabajar solo,<br />

porque, en palabras suyas, ya estaba preparado para<br />

ello. Quince años de taller le parecieron suficientes.<br />

Según sus palabras, era impresionante cómo yo llegaba<br />

hasta su casa con textos nuevos, haciendo correcciones<br />

Cristian Basso Benelli


que él habría determinado para ese proyecto poético.<br />

También le ha ocurrido a otros escritores y poetas<br />

jóvenes de la época, algunos de la Generación de<br />

los 90 que, al igual que yo, recibimos de él tanto<br />

que agradecerle. Quienes lo conocieron de verdad,<br />

saben lo que nos significamos uno para el otro. No<br />

corresponde que yo haga alarde de ello. Me quedo<br />

con su imagen viva, el llanto sin parar que me dejó<br />

su muerte, el júbilo de ser uno de sus discípulos más<br />

próximos y la poesía como destino que, al abrir la<br />

puerta de su departamento, me regaló para toda la<br />

vida. Recuerdo, por ejemplo, la lectura que hizo de<br />

su "Gente sola", transcrito para estas notas. Para mí,<br />

y fuera del lazo afectivo que me une a él, su obra<br />

Notas a la edición de Vivir, ¿Cuándo comienza? (Poesía...<br />

<strong>Herencia</strong><br />

literaria permitirá a los lectores y críticos de poesía<br />

no sólo conocer su talento, la precisión lírica y el<br />

tratamiento visionario de un universo poético provisto<br />

de gran fuerza expresiva, sino que también instalará<br />

su voz entre los grandes poetas chilenos del siglo XX,<br />

condición de la que él mismo renegó y se marginó<br />

<strong>vol</strong>untariamente para vivir concentrado en su obra<br />

y en la de los demás. Su presencia en la literatura<br />

chilena recién comenzará a conocerse y valorarse<br />

cuando se publique Vivir, ¿cuándo comienza? (Poesía<br />

Reunida), porque, concordando con el periodista<br />

Rodrigo Quiroz Ortiz de La Nación, Samir Nazal es<br />

“el secreto mejor guardado de la literatura chilena”.<br />

47


Literatura


50<br />

Alicia y el reflejo de su espejo:<br />

Evidencias literarias de cambios históricos<br />

Consideraciones Previas<br />

Tal vez incluso como una manifestación inherente<br />

al ser humano, desde tiempos remotos<br />

el hombre se ha <strong>vol</strong>cado a la narrativa,<br />

en especial a la literatura, para difundir ideas;<br />

para honrar el pasado; para legar este momento a la<br />

posteridad y tantas otras intenciones, imposibles de<br />

enumerar si es que aquella fuese nuestra misión.<br />

En este amplio plano en que nos situamos, es de<br />

personal interés el lugar que ocupa la literatura que<br />

surge durante el período moderno europeo, y que hoy<br />

identificamos como cuentos infantiles, tales como<br />

Hansel y Gretel, Caperucita Roja, Alicia en el país<br />

de las maravillas, entre otros, siendo en el presente<br />

de conocimiento mundial. Este interés se suscita,<br />

en alguna medida, producto de la percepción de gran<br />

vigencia y difusión que han mantenido estos textos<br />

a lo largo del tiempo y el espacio, mientras que por<br />

otra parte y unido a lo anterior, es muy interesante<br />

notar los cambios a que estas narrativas se han visto<br />

sometidas en la medida en que son reproducidas por<br />

distintas sociedades; en distintos lugares y momentos<br />

de la historia.<br />

La presente investigación, y siguiendo lo anteriormente<br />

planteado, busca estudiar la e<strong>vol</strong>ución de<br />

un cuento en particular originado durante el período<br />

moderno; la historia de Alicia a través del espejo, de<br />

Lewis Carroll. A este respecto, la mirada se orientará<br />

hacia la e<strong>vol</strong>ución que este relato ha experimentado a<br />

lo largo del tiempo, del espacio y de las adaptaciones<br />

existentes, considerando las adiciones, sustracciones<br />

o permanencias de contenido tanto como elementos<br />

externos al cuento en sí, por ejemplo el público<br />

a quien va dirigido; ya que – recordemos – pese a<br />

que actualmente Alicia y la mayoría de los cuentos<br />

de este tipo están orientados a un segmento infantil,<br />

Javiera Soto Hidalgo<br />

en sus orígenes son creados y dirigidos a un público<br />

popular adulto, en gran parte porque la existencia de<br />

la infancia como hoy entendemos –como grupo generacional<br />

y social– es posterior al surgimiento de estas<br />

narraciones, mas sobre este tema no se profundizará<br />

más de lo estrictamente necesario, por ser del interés<br />

de la historia de la infancia, y no de las motivaciones<br />

a que esta investigación responde.<br />

En consecuencia, intentamos comprobar que determinada<br />

creación literaria (para nuestros fines,<br />

Alicia a través del espejo), es resultado no sólo del<br />

discurso que elabora el autor –al tiempo que del discurso<br />

que crea inconscientemente–, sino también,<br />

es producto de la sociedad, la cual actúa como cocreadora,<br />

al proporcionar al mismo tiempo, un contexto,<br />

un sentido y una interpretación a la cual la producción<br />

literaria no puede escapar. En este sentido,<br />

consideramos que cada creación que toma el relato<br />

de Lewis Carroll como punto de partida, nos permite<br />

evaluar diferencias entre las sociedades tras las distintas<br />

elaboraciones narrativas.<br />

Dicho planteamiento se asienta en la línea argumentativa<br />

del historiador Peter Burke, quien desarrolla<br />

en sus distintas obras el tema de la historia cultural<br />

y popular, al tiempo que trabaja las producciones<br />

literarias reconociéndolas como fuentes válidas, dedicando<br />

un acápite al tema de los cuentos populares<br />

– y posteriormente infantiles – en su texto La Cultura<br />

Popular en la Europa Moderna 1 . El concepto de<br />

cultura popular de Burke apunta a todo el bagaje de<br />

la Europa moderna, que hacia el siglo XVIII y con<br />

énfasis en el siglo XIX, comienza a traducirse es manifestaciones<br />

que van desde las festividades hasta la<br />

edición de libros y cuentos con temas de raigambre<br />

tardo medieval, que han sido parcialmente transmitidas<br />

e inventadas mediante la tradición oral 2 .<br />

En complementariedad, se ha recurrido a la idea<br />

de Hayden White 3 de la narrativa como fenómeno de<br />

______________________________________________________________________________________________________________<br />

1 Burke, P. (1991). La Cultura Popular en la Europa Moderna. España, Madrid: Alianza.<br />

2 Un punto clave en la cultura popular es el nacimiento de ésta ante el interés que causa en los intelectuales del período el descubrimiento<br />

de una clase media, y su identificación no sólo con la idea de nación, sino que con la construcción misma del Estado-nación. Esta idea será<br />

utilizada en el planteamiento de interrogantes críticas ante la obra de Carroll, intentando descubrir si Alicia corresponde a una manifestación<br />

propia de la tendencia de la cultura popular, tanto en su identificación con un segmento social como en el origen del tema tratado en el relato.<br />

3 White, H. (1992). El contenido de la forma. Narrativa, discurso y representación histórica. Barcelona, España: Paidós.<br />

Javiera Soto Hidalgo


la narrativa como fenómeno humano que copia la<br />

realidad al tiempo en que la significa, ya que éste<br />

es uno de los aspectos que más nos revela del autor,<br />

de las tendencias e incluso de la sociedad que<br />

se encierra tras las líneas de un texto ficcional.<br />

Añadido a lo anterior, se hace uso de los cuatro conceptos<br />

Bajtinianos como categoría esencial de análisis a lo<br />

cual serán sometidas las fuentes bajo estudio, a saber: lo<br />

dialógico, lo carnavalesco, la parodia y la eteroglosia.<br />

Por otra parte, para habilitarnos en una lectura crítica<br />

de Alicia: A través del espejo, se ha de recurrir al libro<br />

de Braulio Arenas; Visiones del país de las maravillas 4 ,<br />

a través del cual el autor nos propone un acercamiento<br />

analítico, intentando ver en las líneas no sólo lo efectivamente<br />

maravilloso, sino que lo realista de la ficción:<br />

Hermoso, inquietante y fascinante libro es este de<br />

“Alicia en el país de las maravillas”, pues precisamente<br />

nos habla de maravillas, iluminando con<br />

sus mágicos colores la grisácea atmósfera que nos<br />

rodea 5 .<br />

E incluso, cómo el autor traspasa su carga; consciente<br />

o inconscientemente a la narración acorde<br />

a fuerzas dignas de ser denunciadas, al tiempo<br />

que él mismo es obligado por otras fuerzas, tanto<br />

más poderosas en la medida que son invisibles:<br />

Algo nos mueve a pensar, entonces, que el autor está<br />

escribiendo más cosas de las que se encierran en<br />

las ordenadas (o desordenadas) líneas topográficas,<br />

más cosas de las que pudiera contener la misma<br />

infancia, como si él propusiera un fulminante mensaje,<br />

de tal gravedad para el mundo, que se hubiera<br />

visto obligado a disfrazarlo en un complicado y, a la<br />

vez, aparentemente simple simbolismo 6 .<br />

Ahora bien, entendiendo que un personaje como<br />

Lewis Carroll – y me refiero a este como personaje<br />

diferenciándolo de Charles Lutwidge Dodgson, la<br />

persona – no es abordable de un modo simplista y<br />

unidireccional, para el desarrollo de la presente investigación<br />

se ha recurrido al texto Lewis Carroll:<br />

El juego de la lógica y otros escritos 7 , cuyo prólogo<br />

realizado por Alfredo Deaño nos entrega en primer<br />

lugar una visión sobre la convivencia de Charles Do-<br />

<strong>Herencia</strong><br />

dgson, el hombre de razón, de mundo industrializado<br />

y modernidad, con Lewis Carroll, hombre del mundo<br />

del sinsentido y la neurosis. En este sentido, la interpretación<br />

del autor apunta a comprender al creador<br />

de Alicia como el punto de unión entre dos mundos<br />

absolutamente reales para el período moderno británico;<br />

la mezcla confusa entre lógica y transgresión<br />

es precisamente aquella característica que dotaría<br />

de realidad a una de las obras más ficcionales y maravillosas<br />

en la historia de la literatura occidental.<br />

En cuanto a las fuentes utilizadas en el estudio,<br />

evidentemente la investigación se inicia con<br />

el análisis de la fuente principal que constituye<br />

el texto de Lewis Carroll, a partir del cual y en relación<br />

a las siguientes fuentes, se deberán establecer<br />

continuidades propias de la narración, y<br />

elementos de cambio que revelan los distintos paradigmas<br />

de las sociedades y tendencias tras éstas.<br />

En consecuencia, se establece una serie de textos<br />

a revisar, los cuales consisten en reediciones<br />

– o reelaboraciones – del cuento original. En función<br />

de las ineludibles limitaciones temporales<br />

de un trabajo investigativo, he decidido reducirme<br />

a comparar el texto primario 8 , con una versión<br />

infantil actual, y un texto que trabaja de modo<br />

alternativo la narración en cuestión, ambas dentro<br />

de la producción chilena, posterior a 1980.<br />

Representante del cuento de Alicia como producción<br />

orientada a lectores infantiles dentro de la<br />

esfera nacional, está el texto Alicia tras el espejo 9 ,<br />

materializada por una connotada editorial infantil. El<br />

mero comentario editorial “texto condensado por”<br />

nos refleja que la narración original ha sido sometida<br />

a supresiones y omisiones por parte de un nuevo<br />

pseudo-autor, a lo cual se añade una necesaria interpretación,<br />

a partir de la cual este sujeto decide qué<br />

fragmentos han de ser quitados de la edición, y cuáles<br />

han de ser adaptados para ser apto al público ideal.<br />

En cuanto a la segunda reproducción, tenemos<br />

una obra póstuma de Jorge Millas, titulada<br />

Escenas Inéditas de Alicia en el País de las Maravillas<br />

(Divertimientos lógico-lingüísticos) 10 ,<br />

______________________________________________________________________________________________________________<br />

4 Arenas, B. (1983). Visiones del país de las maravillas. Santiago, Chile: Andrés Bello.<br />

5 Arenas, B. Ibid. Pp.27.<br />

6 Arenas, B. Op. Cit. Pp. 28-29.<br />

7 Carroll, L. (1972). El juego de la lógica y otros escritos. Traducción, selección y prólogo de Alfredo Deaño. Madrid, España: Alianza.<br />

8 Carroll, L. (1960). The Annotated Alice. Alice’s adventures in Wonderland & through the looking glass. Introduction and notes by Gardner,<br />

J. New York, Estados Unidos: Bramhall House.<br />

9 Carroll, L. (1992). Alicia tras el Espejo. Condensado por Robles, S. Santiago, Chile: Zig-Zag.<br />

10 Millas, J. (1985) Escenas Inéditas de Alicia en el País de las Maravillas (Divertimientos lógico-lingüísticos). Santiago, Chile: Pehuén.<br />

Alicia y el reflejo de su espejo: Evidencias literarias...<br />

51


<strong>Herencia</strong><br />

en el cual, el autor traduce, publica y difunde fragmentos<br />

inéditos de la creación de Lewis Carrol.<br />

Las preguntas que surgen y que han de ser abordadas<br />

mediante el análisis particular, tanto como<br />

en el diálogo con las otras fuentes bajo estudio son<br />

¿Por qué un pensador como Jorge Millas se interesa<br />

en una narración ficcional como Alicia en el<br />

país de las maravillas? ¿Cuál es el aporte y la relevancia<br />

de publicar estos fragmentos, en una sociedad<br />

como la chilena? ¿Hay alguna intencionalidad,<br />

o fin moralizante, en la lectura de estos fragmentos?<br />

Añadido a lo anterior, se ha reflexionado sobre el material<br />

audiovisual existente, considerando que los guiones<br />

también entrañan un discurso, y por supuesto, constituyen<br />

una narrativa, lo cual los califica como fuente de<br />

estudio. A este respecto, se pretende analizar el guión<br />

de la película de Disney, entendiendo que esta producción<br />

es dirigida a un público en particular, al tiempo que<br />

la industria tras de ella es ícono de una sociedad compleja<br />

característica del mundo liberal globalizado. Por<br />

lo demás, pese a ser una producción estadounidense, la<br />

difusión de esta incluye Chile y el resto de Latinoamérica,<br />

por tanto, es válido analizar el discurso de Disney.<br />

En el estudio y análisis de estas fuentes, invitamos al<br />

lector a reflexionar qué es lo que esconde Alicia ¿Un ficticio<br />

país de maravillas? ¿Un reflejo de lo real y lo propio?<br />

52<br />

I.- Alice en el país industrializado<br />

Lo primero, es definir a Alicia, a través del espejo,<br />

y no podría haberlo hecho mejor que como<br />

nos expone Braulio Arenas, quien nos indica que<br />

su argumento se basa en la marcha de un peón (Alicia)<br />

desde su casilla inicial, la segunda, hasta la<br />

octava y última casilla donde se coronará reina,<br />

y en las mil y una peripecias que tiene que afrontar<br />

dicho peón durante su peligroso traslado 11 .<br />

En efecto, la obra de Dodgson –bajo el seudónimo<br />

de Lewis Carroll– nos relata la historia de Alicia,<br />

una pequeña de siete años y medio que descubre en<br />

un espejo la imagen del mundo real, pero absolutamente<br />

contrario (como es común y necesario en<br />

los espejos), el cual pasa a constituir la entrada a un<br />

mundo irreal, en el cual se está desarrollando una<br />

gran partida de ajedrez, de la cual Alicia se hace parte,<br />

con el propósito de atravesar el tablero y constituirse<br />

en reina. En el camino ha de encontrar a toda<br />

una serie de personajes maravillosos –animales y<br />

flores parlantes, unicornios, Humpty Dumpty, etc.–<br />

y situaciones extraordinarias, que harán de este viaje<br />

una lectura que hace al lector cuestionar, más que<br />

lo maravilloso, los conceptos de límites y lo absurdo.<br />

Sin embargo, sería pecar de ingenuidad el suponer<br />

que toda la significación del relato se encuentra en la<br />

continuidad de acontecimientos que en él se contienen,<br />

que lo trascendental de la narración son los sucesos<br />

maravillosos que ocurren, dejando de lado la<br />

invisible pero siempre sensible presencia del autor;<br />

de su carácter, su historia, su contexto, su sociedad.<br />

En consecuencia con lo anterior, es correcto detener<br />

la lectura de Alicia para dar a lugar una comprensión<br />

del autor tras esta creación –para muchos una obra<br />

maestra–, para dar sentido al sinsentido tras el espejo.<br />

Dodgson & Carroll: El hombre tras el personaje<br />

Charles Lutwidge Dodgson es tal vez uno de los<br />

mejores ejemplos de las fuerzas que confluyeron,<br />

marcaron y transformaron al hombre culto burgués<br />

del siglo XIX. Por un lado, tenemos el mundo de la<br />

ciencia, de la lógica y la razón: nacido del espíritu<br />

positivista y cientificista post re<strong>vol</strong>ución industrial,<br />

Dodgson no sólo surge en un incipiente círculo intelectual,<br />

sino que se dedica a la ciencia por antonomasia;<br />

no conforme con ser matemático, orienta su<br />

disciplina hacia el proceder de la lógica. Este es el<br />

lenguaje científico por excelencia: la dialéctica hegeliana,<br />

los silogismos, las relaciones causa-efecto;<br />

todas estas formas de conocimiento se basan en los<br />

principios de la lógica, de lo posible y lo racional.<br />

Por otra parte, vemos en Charles Dodgson los residuos<br />

de una espiritualidad que mantiene en ascuas<br />

al hombre del período: aparentemente irreconciliable,<br />

este matemático no sólo es criado en el protestantismo<br />

sino que es diácono de la Iglesia de Inglaterra,<br />

pese a lo cual, según nos indica Deaño, no<br />

concordaba con todos los planteamientos de esta.<br />

Distintos autores, como Chesterton y Breton, han<br />

visto en estos elementos –académicos, religiosos– la<br />

mezcla ideal para una vida tranquila, incluso aburrida,<br />

escasamente trascendental para el mundo real, con<br />

lo cual, Carroll se haría existente para dar realidad a<br />

lo absurdo, como único modo que habría encontrado<br />

Dodgson ante la plana y aplastante realidad:<br />

El sinsentido en Lewis Carroll extrae su importancia<br />

del hecho de que constituye para él la solución vital<br />

______________________________________________________________________________________________________________<br />

11 Arenas, B. (1983). Visiones del país de las maravillas. (pp. 38). Santiago, Chile: Andrés Bello.<br />

Javiera Soto Hidalgo


de una profunda contradicción entre la aceptación<br />

de la fe y el ejercicio de la razón, por una parte.<br />

Por otra parte, entre una aguda conciencia poética<br />

y los rigurosos deberes profesionales. La particularidad<br />

de esta solución subjetiva es doblarse en una<br />

solución objetiva, precisamente de orden poética:<br />

el espíritu, ante cualquier clase de dificultad puede<br />

encontrar una salida ideal en el absurdo 12 .<br />

Pese a estas visiones, lo que aquí se propone<br />

es que lejos de constituir personalidades distintas,<br />

Charles Dodgson se inmiscuye constantemente en<br />

la obra de Lewis Carroll, lo cual será demostrado<br />

revisando algunos elementos de la realidad –<br />

idea de progreso, razonamiento lógico– que ocupan<br />

espacios significativos en su irrealidad.<br />

Corpus significativo de Alicia, a través<br />

del espejo<br />

Lo cierto es que el maravilloso<br />

mundo que Alicia encuentra tras<br />

el espejo no tiene nada de chimeneas,<br />

ni fábricas, ni del característico<br />

hollín que se nos viene a la<br />

mente cuando pensamos en la idea<br />

tipo 13 de industrialización. Contrario<br />

a ello, el mundo tras el espejo<br />

que nos presenta Carroll se caracteriza<br />

por el verde de los bosques,<br />

y el colorido que constituyen los<br />

distintos personajes; reyes, caballeros,<br />

unicornios, flores animadas, etc.<br />

Sin embargo, podemos deducir que<br />

el proceso de industrialización se hace<br />

presente en el relato mediante pequeños sucesos,<br />

tal vez incluso inconscientes, tanto para Charles<br />

como para Lewis. Uno de estos micro-temas tiene que<br />

ver con el ir hacia atrás. Si bien esto ha sido analizado<br />

desde otros campos del saber, como el sicoanálisis, es<br />

plausible pensar que el ir hacia tiene directa relación<br />

con los ideales que llegan con la modernidad y la re<strong>vol</strong>ución<br />

industrial.<br />

<strong>Herencia</strong><br />

Pese a que Deaño ve en Dodgson a un puritano<br />

con nulo interés en los conflictos de la naciente clase<br />

obrera, y una total aceptación del estado de las cosas,<br />

es posible concebir que en el ir hacia atrás, hay una<br />

refutación, negación o cuando menos recelo ante uno<br />

de los principios que con más fuerza se anclaron en<br />

la mente del hombre industrial; el progreso indefinido.<br />

Si el esfuerzo de ir en retroceso fuera infructífero<br />

para el sujeto de la acción, tendría sentido concebir en<br />

ello un absurdo o una fijación sicológica que escapa<br />

a mi comprensión, mas es necesario recordar que los<br />

avances en marcha atrás –o para el caso, los “secnava”–<br />

constituyen no sólo éxitos en sí mismos, sino que<br />

una alternativa válida de conocimiento: En un primer<br />

momento tenemos a la pequeña Alicia, quien descubre<br />

el mundo irreal a través del espejo, objeto<br />

al cual le reconocemos a particularidad<br />

de reproducir la realidad de<br />

manera contraria a la que es:<br />

“Now, if you only attend,<br />

Kitty, and not talk so much,<br />

I’ll tell you all my ideas about<br />

Looking-glass House. First,<br />

there’s the room you can see<br />

through the glass –that’s just<br />

the same as our drawing-room,<br />

but only the things go the other<br />

way. (…) Well then, the books<br />

are something like our books,<br />

only the words go the wrong<br />

way” 14<br />

En este párrafo podemos ver<br />

cómo se hacen presentes los conceptos<br />

bajtinianos, en particular lo carnavalesco<br />

15 , ya que más allá de lo literal del<br />

mundo al revés, la abolición de las estructuras se hace<br />

evidente en la medida en que el razonamiento de Alicia<br />

no sólo tiene sentido, sino que en la misma lectura se<br />

demuestra como hecho concreto real. Es decir, lo más<br />

carnavalesco de este planteamiento no es la visión del<br />

espejo en sí, sino que lo irreal de la visión del espejo se<br />

hace real conforme avanza el pensamiento de la niña:<br />

______________________________________________________________________________________________________________<br />

12 Breton, A. (1991) Antología del humor negro. Traducción de Jordá, J. (pp.21). Barcelona, España: Anagrama.<br />

13 Se utiliza “idea tipo” según la construcción de Max Weber, según la cual se crean conceptos simplificados,<br />

purificados, que facilitan la construcción de teorías e hipótesis en el proceso de conocimiento histórico.<br />

14 Carroll, L. (1960). The Annotated Alice. Alice’s adventures in Wonderland & through the looking glass. (pp.180, 181) Introduction and<br />

notes by Gardner, J. New York, Estados Unidos: Bramhall House.<br />

15 Viu, A. (2009) Conceptualización de la Nueva Novela Histórica. Monografía de Licenciatura: Límites y Encuentros entre la ficción y la<br />

Historia. (07-IX-2009)Santiago, Chile: Pontificia Universidad Católica.<br />

Alicia y el reflejo de su espejo: Evidencias literarias...<br />

53


<strong>Herencia</strong><br />

“How would you like to live in Looking-glass House,<br />

Kitty?(…) You can just see a little peep of the passage<br />

in Looking-glass House if you leave the door of<br />

our drawing-room wide open: and it’s very like our<br />

passage as far as you can see, only you know it may<br />

be quite different on beyond. 16 ”<br />

Con lo significativo que es el fragmento anteriormente<br />

revisado, es probablemente el episodio del encuentro<br />

con la reina blanca en el bosque el que más<br />

nos dice de este rechazo a la idea de progreso típica del<br />

industrialismo. No es sólo el breve comentario “It’s<br />

a poor sort of memory that only Works backwards 17<br />

el que nos incita a pensar en esta alternativa al progreso<br />

indefinido, sino el momento en que la reina<br />

señala el castigo como previo al crimen, ya que por<br />

una parte nos habla de un rechazo a la concepción lineal<br />

cronológica de la historia, mientras que nos habla<br />

de una nueva forma de aprendizaje, que apunta<br />

más a mejorar como prevención al error y al crimen,<br />

que aprender a partir de la experiencia y el castigo<br />

que sigue a estos, como plantea la teoría del conocimiento<br />

empírico, del ensayo y error. De este modo,<br />

si bien no podemos situar a Charles Dodgson como<br />

un hombre comprometido con los sucesos de su tiempo,<br />

no podemos pretender que haya sido indiferente<br />

a las grandes ideas que se movían dentro de su propio<br />

espacio intelectual; de su vida privada y pública.<br />

54<br />

Presencia de Dodgson en el mundo de Lewis<br />

Otro elemento – aparte del rebelarse contra la idea<br />

de progreso ligada a la re<strong>vol</strong>ución industrial– de la<br />

realidad propia de Dodgson en el mundo tras el espejo<br />

es la presencia de la lógica, la cual no es explicable si<br />

nos quedamos con la visión del mundo irreal como un<br />

mundo de evasión y negación de los elementos constituyentes<br />

de la realidad cotidiana del autor. Por el contrario<br />

(como diría Tweedle-dum), el uso de la lógica en<br />

diversos puntos de la narración de Lewis Carroll es una<br />

de las principales conexiones entre el creador y el personaje<br />

tras el seudónimo, al punto en que la mixtura entre<br />

la imaginación y la lógica es precisamente lo que otorga<br />

un grado de realidad al relato de este mundo ficticio.<br />

Algunos ejemplos de lo anteriormente planteado<br />

se encuentran en episodios como el encuentro con<br />

el caballero blanco, quien ofrece a Alicia entonar<br />

un poema. El problema surge cuando Alicia desea<br />

saber el nombre del poema, sin distinguir entre su<br />

nombre, el cómo se llama, el cómo es llamada y qué<br />

canción es. Con esto se plantea un tema anexo a la<br />

lógica, el del lenguaje, en donde cada palabra tiene<br />

un significado, por lo cual no debe ser desestimado.<br />

El mayor problema que nos plantea Dodgson<br />

en el mundo de Alicia y Lewis, dice relación con la<br />

existencia misma: en el encuentro con los gemelos<br />

Tweedle, no conformes con presentar un problema<br />

de tipo ético (ante el poema de la morsa y el<br />

carpintero), plantean a Alicia un dilema que se mantendrá<br />

hasta el final del relato, sin quedar con ello<br />

concluido. Los gemelos muestran a Alicia al rey<br />

rojo durmiendo, dando a lugar el siguiente diálogo:<br />

(…)“and what do you think he’s dreaming about?”<br />

Alice said “Nobody can guess that.”<br />

“Why, about you! And if he left off dreaming about<br />

you, where do you suppose you’d be?”(…) “You’d<br />

be nowhere. Why, you’re only a sort of thing in his<br />

dream!”(…) “You know very well you’re not real 18 ”.<br />

En este intercambio, vemos que Alicia es puesta<br />

en el escenario de la irrealidad, de una existencia<br />

parcial, supeditada al sueño del rey rojo, el cual sin<br />

embargo es soñado por Alicia a su vez, como puede<br />

suponer el lector, con lo cual se genera en ascuas<br />

la pregunta de la dependencia. ¿Quién se encuentra<br />

supeditado al sueño del otro? Esta pregunta no se<br />

resuelve, como vemos al final del cuento, en donde<br />

Alicia le pregunta a Kitty, quién habría sido la reina<br />

roja en el mundo tras el espejo, “Now, Kitty, let’s<br />

consider who it was that dreamed it all.(…) Was it the<br />

Red King, Kitty?(…) Which do you think it was? 19”<br />

Finalmente, como última seña a la realidad contextual<br />

del autor, vemos cómo este utiliza ciertas<br />

referencias que permiten situarlo en un plano<br />

veraz, como la canción que entona la puerta<br />

hacia el final del cuento, el cual, según Martin<br />

Gardner, sería una parodia de la canción Bonny<br />

______________________________________________________________________________________________________________<br />

16 Carroll, L. (1960) The Annotated Alice. Alice’s adventures in Wonderland & through the looking glass. (pp.181) Introduction and notes<br />

y Gardner, J. New York, Estados Unidos: Bramhall House.Op. Cit.<br />

17 Carroll, L. (1960) The Annotated Alice. Alice’s adventures<br />

in Wonderland & through the looking glass. (pp.248) Introduction and notes by Gardner, J. New York, Estados Unidos: Bramhall House.<br />

18 Carroll, L. (1960) The Annotated Alice. Alice’s adventures in Wonderland & through the looking glass. (pp.238, 239) Introduction and<br />

notes by Gardner, J. New York, Estados Unidos: Bramhall House.<br />

19 Carroll, L. (1960) The Annotated Alice. Alice’s adventures in Wonderland & through the looking glass. (pp.343, 344) Introduction and<br />

notes by Gardner, J. New York, Estados Unidos: Bramhall House.<br />

Javiera Soto Hidalgo


Dundee, de Sir Walter Scott 20 , o bien la semejanza de<br />

las ilustraciones de John Tenniel del león y el unicornio<br />

con respecto a dos principales políticos de la actualidad<br />

británica. Esto nos prueba un innegable diálogo<br />

con intelectuales y contingencias de su tiempo, con<br />

lo cual, la hipótesis de que el país de las maravillas,<br />

tanto como el mundo a través del espejo, responden a<br />

intentos de evasión de la realidad por parte de Dodgson<br />

cae a tierra, cual Humpty Dumpty 21 .<br />

II.- Alice en el país de los infantes<br />

The fact is that Carroll’s nonsense is not nearly as<br />

random and pointless as it seems to a modern American<br />

child who tries to read the ALICE books 22 . (…) It<br />

is only because adults –scientist and mathematicians<br />

in particular– continue to relish the ALICE books<br />

that they are assured of immortality 23 .<br />

Desde 1871, año en el cual se publica Alicia, a través<br />

del espejo y lo que encontró allí y hasta hoy, el<br />

mundo ha sido testigo de muchos procesos que han<br />

influenciado en el cómo este cuento es leído en la actualidad.<br />

En efecto, producto de la globalización y el<br />

surgimiento de la sociedad de masas, se observa en<br />

el siglo XIX un aumento explosivo de editoriales y<br />

publicaciones de todo tipo; científicas, ficción, naturalismo,<br />

geografía, etc. Ante este proceso, los textos de<br />

Lewis Carroll no tardan en ampliar su difusión básicamente<br />

a todo el planeta, o al menos a todo el mundo<br />

occidental, heredero de un sistema de valor similar al<br />

de Dodgson. Por otra parte, este libro comienza a ser<br />

leído por un público más joven, llegando hasta el siglo<br />

XX como parte del panteón de cuentos medievales y<br />

modernos infaltables en el imaginario de niños y niñas<br />

a lo largo de la tierra.<br />

Con todo lo anterior, resulta imposible suponer que<br />

este avance en el tiempo haya estado exento de transformaciones<br />

–e<strong>vol</strong>uciones, si se desea– que marcaran<br />

el contenido tanto como el sentido del relato. En base<br />

a lo anterior, se tomarán dos ejemplos para demostrar<br />

estas mutaciones, que llevan a un rotundo cambio de<br />

significación.<br />

Alicia y la gran pantalla ilógica<br />

<strong>Herencia</strong><br />

La gran industria cinematográfica infantil de Disney<br />

ha realizado muchos de sus grandes éxitos a partir<br />

de relatos infantiles de raigambre medieval y moderna,<br />

y entre ellos, Alicia no es la excepción. En 1977, Walt<br />

Disney Pictures realiza Alicia en el país de las Maravillas<br />

24 , en base al cuento homónimo de Lewis Carroll.<br />

Si bien este cuento no es aquel en el cual se centra esta<br />

investigación cabe señalar que la película de Disney<br />

respeta el orden temático del cuento de Lewis salvo<br />

por un episodio en particular: Los gemelos Tweedle<br />

(propios de Alicia, a través del espejo) hacen aparición<br />

en la cinta, con la cual se puede inferir que los relatos<br />

de Lewis han cobrado una nueva dimensión, cuasi<br />

vida propia, ya no sujetos a la existencia limitada del<br />

cuento particular. Añadido a lo anterior –y debido en<br />

parte al uso extrapolado de estos personajes– lo que<br />

sucede con ellos es que el único efecto que causan en<br />

Alicia es extrañeza, asombro y hasta un grado de temor,<br />

a causa de lo cual la protagonista decide huir. No<br />

hay nada de reflexión ética, mucho menos existencial.<br />

Si bien se rescata la simplificación del lenguaje en<br />

pos de una comprensión por parte del público a quien<br />

va dirigida la cinta, se tiende a caer también en una<br />

simplificación de los acontecimientos. De este modo,<br />

queda anulada toda posibilidad de reflexión, tras de lo<br />

cual subsiste sólo un escenario de sinsentido, de absurdo,<br />

de locura. Es el caso de la fiesta del té; mientras que<br />

en el libro se tiende a reflexionar sobre la problemática<br />

del tiempo (¿Se mata el tiempo?¿Se escapa?¿Se atesora?),<br />

en la película sólo quedan dos locos, cuya única<br />

dinámica es beber té en las fiestas de no-cumpleaños.<br />

Esta situación creada por la industria de Disney<br />

puede explicarse por un público que debe ser entretenido<br />

y moralizado, pero ya no instruido, lo cual constituía<br />

uno de los intereses principales de Charles Dodgson.<br />

Por otra parte hay que considerar que para la<br />

década de los ’70, los valores cientificistas han caído<br />

en desuso ante el surgimiento de la post-modernidad y<br />

las teorías interpretativas de los procesos y fenómenos<br />

_____________________________________________________________________________________________________________<br />

20 Gardner, M. (1960). The Annotated Alice. Alice’s adventures in Wonderland & through the looking glass. (pp.180, 181) Introduction<br />

and notes by Gardner, J. New York, Estados Unidos: Bramhall House. En relación al fragmento del poema “Humpty Dumpty sat on a wall:<br />

Humpty Dumpty has a great fall. All the King’s horses and all the King’s men couldn’t put Humpty Dumpty in his place again.”<br />

21 Carroll, L. (1960) The Annotated Alice. Alice’s adventures in Wonderland & through the looking glass. (pp.262) Introduction and notes<br />

by Gardner, J. New York, Estados Unidos: Bramhall House.<br />

22 Gardner, M. (1960). Prólogo. The Annotated Alice. Alice’s adventures in Wonderland & through the looking glass. (pp.7) Introduction<br />

and notes by Gardner, J. New York, Estados Unidos: Bramhall House.<br />

23 Gardner, M. Ibid. (pp.8).<br />

24 Geronimi, C., Luske, H., Jackson, W. (1977) Alicia en el país de las maravillas. (VHS). Estados Unidos: Walt Disney Pictures.<br />

Alicia y el reflejo de su espejo: Evidencias literarias...<br />

55


<strong>Herencia</strong><br />

de la experiencia natural y humana.<br />

Por lo demás, esta película surge<br />

en el marco del centenario de las<br />

creaciones de Alicia, con lo cual,<br />

podría considerarse una película<br />

conmemorativa, más que con una<br />

intención de transmisión de valores<br />

y procesos mentales de Carroll.<br />

Lo Irracional y lo Suprimido del<br />

Relato Infantil<br />

En cuanto al relato infantil, se ha<br />

tomado como texto guía el cuento<br />

Alicia tras el espejo 25 , el cual resulta<br />

notable en la medida en que pese<br />

a ser un texto de carácter infantil –<br />

recordemos que la editorial a cargo<br />

no es otra que Zig-Zag– hace una<br />

reproducción casi literal del relato<br />

de Lewis Carroll.<br />

En este sentido, las modificaciones<br />

que la edición contiene se<br />

orientan más bien a suprimir secciones<br />

del relato, consideradas dispensables, en lugar de simplificar<br />

el contenido o reinterpretar el relato de Dodgson.<br />

Un problema que surge a partir de esta condición es<br />

que el texto tiende a desvincularse del diálogo con<br />

lo contemporáneo a la existencia del autor, ya que en<br />

gran medida estas alusiones se realizan mediante parodias<br />

o parafraseos a poemas del período, e incluso<br />

a contingencias políticas. Por lo demás, muchos de<br />

estos poemas encerraban lógicas y problemáticas que<br />

–para la infancia de hoy– se muestran como un área<br />

oculta de Alicia.<br />

Por otra parte, al ser una reproducción en extremo<br />

literal de la construcción de Lewis, tiene el defecto<br />

de no ser capaz de acercarse de manera certera a su<br />

público ideal (lo que falta a Disney sobra a Zig-Zag y<br />

viceversa) en la medida en que no se adapta al lenguaje<br />

ni conocimientos de los infantes del presente, con lo<br />

cual Alicia a través del espejo pasa a ser valorada más<br />

por su carácter histórico que por su aporte al contenido<br />

lógico irreal, principal atributo de la obra original<br />

de Charles Dodgson.<br />

56<br />

Allice Liddell<br />

Con ello, se cumple la profética afirmación<br />

de Chesterton, quien señala su<br />

miedo, “that Alice’s story had already<br />

fallen under the heavy hands of the<br />

scholars and was becoming “cold and<br />

monumental like a classic tomb. 26 ”<br />

III.- Alice en el país filosofado<br />

Dado que Charles Dodgson posee<br />

en sí la compleja mezcla del hombre<br />

de razón con el hombre neurótico, es<br />

natural que suscite en pensadores de<br />

ayer y hoy un interés por desentrañar<br />

al creador y lo creado, tanto a partir<br />

de sus afamados cuentos como a través<br />

de textos de otras áreas, e incluso,<br />

como hace Jorge Millas, desde fuentes<br />

de carácter inédito 27 .<br />

El esfuerzo de Millas consiste en<br />

publicar fragmentos de Alicia que<br />

jamás llegaron a ser incluidos en la<br />

compilación final de los cuentos de Carroll, por decisión<br />

de éste. Estos fragmentos pueden ser caracterizados<br />

por la complejidad del contenido de estos, planteando<br />

toda una serie de problemas lógicos en los que<br />

se ve in<strong>vol</strong>ucrada de una u otra manera Alicia Lidell,<br />

como protagonista de estas historias.<br />

El aporte fundamental de Millas al publicar este<br />

texto es el de proporcionarnos un mayor grado de<br />

acercamiento al hombre creador, mostrándonos que él<br />

mismo se percibía dividido entre Charles y Lewis, así<br />

como la convivencia en él de lo real de la lógica y lo<br />

ficticio de la imaginación:<br />

Mira –le dijo (el gnomo)– no enredes las cosas.<br />

Para entendernos voy a decir Dodgson-Carroll.<br />

Ahora, escúchame. Dodgson- Carroll me necesita.<br />

El anda preocupado con el siguiente problema: un<br />

mono suspendido en una polea y equilibrado por un<br />

peso equivalente al suyo intenta subir por la cuerda<br />

de suspensión. ¿Qué sucede? (…) El problema<br />

es para Dodgson-Carroll. A él lo van a enredar las<br />

matemáticas 28 .<br />

______________________________________________________________________________________________________________<br />

25 Carroll, L. (1992). Alicia tras el Espejo. Condensado por Robles, S. Santiago, Chile: Zig-Zag.<br />

26 Gardner, M. (1960). Prólogo. The Annotated Alice. Alice’s adventures in Wonderland & through the looking glass. (pp.7) Introduction<br />

and notes by Gardner, J. New York, Estados Unidos: Bramhall House.<br />

27 Millas, J. (1985) Escenas Inéditas de Alicia en el País de las Maravillas (Divertimientos lógico-lingüísticos). Santiago, Chile: Pehuén.<br />

28 Millas, J. (1985). Ibid. Carrol, L. (pp.146, 147).<br />

Javiera Soto Hidalgo


En este extracto vemos como lo maravilloso acude<br />

para dar vida a lo racional y lo lógico de Dodgson-<br />

Carroll, sin embargo, el proceso bien podía ser inverso<br />

para el autor, como lo demuestra en el fragmento<br />

titulado El enigma de los gansos 29 , en donde gansos,<br />

gansísticos y gansares son tales a partir de un razonamiento<br />

lógico para solucionar sus problemas. Sin<br />

embargo, vemos que la imaginación en estos extractos<br />

inéditos radica en la ficcionalización del lenguaje<br />

utilizado. Con esto, lo que se pretende afirmar es que<br />

estos fragmentos, expuestos por Jorge Millas, si bien<br />

tienen un alto contenido filosófico y lógico, carecen de<br />

la fluidez y la cohesión de lo maravilloso con lo real,<br />

que hace del mundo tras el espejo, un mundo posible,<br />

lógico y con sentido en el sinsentido.<br />

Conclusiones<br />

Desde 1871 hasta hoy, Alicia ha conformado nuestro<br />

imaginario colectivo en distintos niveles: como<br />

muestra del pensamiento racional del período; como<br />

cuentos delirantes e ilógicos; como lectura antes de<br />

dormir; como un clásico del cine infantil. Sin embargo,<br />

esta larga existencia de la obra de Lewis Carroll<br />

no ha sobrevivido todo un siglo sin hacer ciertos sacrificios<br />

a su contenido, y por cierto, a su sentido y<br />

significado.<br />

Como se ha visto en el primer capítulo, la obra de<br />

Charles Dodgson lejos de ser una obra exponente del<br />

sinsentido absoluto, revela ciertos elementos de la realidad<br />

que le circundaba. Estos elementos que se hacen<br />

presentes en la narración de Lewis pueden suponerse<br />

conscientes –los juegos de lógica, las alusiones a autores<br />

y hechos contemporáneos– e inconscientes, como<br />

se demuestra en el caso del (anti) progreso, tanto más<br />

inconsciente en la medida en que Charles está viviendo<br />

el proceso de modernización y re<strong>vol</strong>ución industrial<br />

sin que sus consecuencias se hayan evidenciado totalmente<br />

ni que el proceso haya acabado de manera total.<br />

Lo anterior permite afirmar que Charles Dodgson no<br />

fue insensible a los fenómenos que tomaban relevancia<br />

a su alrededor. Si bien se mantiene desentendido de<br />

la cuestión obrera proletaria, podemos creer que esto<br />

se debe a que el lógico del sinsentido se hizo cargo de<br />

los problemas que dentro la intelectualidad existían:<br />

idea de progreso, auge de las ciencias racionales, etc.<br />

<strong>Herencia</strong><br />

También por las razones anteriormente descritas,<br />

podemos responder a las preguntas que surgen desde<br />

la lectura de Peter Burke, indicando que el origen de<br />

este texto radicaría en el mundo maravilloso propio<br />

del contexto de Charles Dodgson y la mente de Lewis<br />

Carroll, y no a partir de tradiciones orales de tiempos<br />

anteriores, diferenciándose de clásicos como Caperucita<br />

Roja, Hansel & Gretel y La Bella Durmiente<br />

del Bosque, entre otros. Por otra parte, la ausencia de<br />

temas asociados a la clase media como nuevo sector<br />

social, y mucho menos de la reivindicación de estos<br />

como segmento relevante para la nación, nos hacen<br />

negar que en Alice, through the Looking-glass haya un<br />

texto característico de la cultura popular decimonónica.<br />

En cuanto a las reproducciones y reelaboraciones<br />

de este cuento, podemos ver que ya se ha<br />

instalado sólidamente como clásico infantil, a través<br />

de películas y textos. Sin embargo, ello no ha<br />

significado la supervivencia de la obra de Lewis<br />

en cuanto a su esencia, ya que estas creaciones<br />

que toman a Carroll como base de su relato han<br />

dejado de lado las características más esenciales<br />

de su obra; ya sea la renuncia a los juegos de lógica<br />

–lo cual nos dice tanto más acerca del conocimiento<br />

que deseamos y valoramos como bueno<br />

para nuestros niños– como las alusiones que hace<br />

de la realidad –lo cual nos dice más sobre nuestro<br />

deseo de evasión que sobre el que se le atribuye<br />

al autor–, tenemos como resultado la construcción<br />

de un mundo que sigue siendo considerado maravilloso,<br />

pero en sentido de lo absurdo e irreal, y no<br />

el maravilloso de Carroll, que ilumina y llena de<br />

colores a la realidad que nos circunda 30 .<br />

Tal vez ya haya pasado el momento de Alicia,<br />

tal vez lo que ha pasado es nuestra capacidad de<br />

entrar en un mundo de maravillas. Quizá sea que<br />

la faction (fact & fiction) de Lewis Carroll está<br />

condenado a ser visto como un juego infantil, producto<br />

del delirio de un hombre insano, o bien su<br />

condena sea permanecer realmente viva a través<br />

de intelectuales; filósofos, humanistas o matemáticos,<br />

quienes aún disfruten con el magnífico sentido<br />

del mundo a través del espejo.<br />

______________________________________________________________________________________________________________<br />

29 Millas, J. Op. Cit. (pp. 51-71)<br />

30 Arenas, B. (1983). Visiones del país de las maravillas. (pp. 27). Santiago, Chile: Andrés Bello.<br />

Alicia y el reflejo de su espejo: Evidencias literarias...<br />

57


<strong>Herencia</strong><br />

Sea como sea, lo innegable es que la Alicia de hoy<br />

tiene todo y nada que ver con la creación original de<br />

Charles-Lewis Dodgson-Carroll; si bien la estructura<br />

del cuento se ha mantenido, al reconocer que esta creación<br />

es propia de su tiempo y su sociedad, es necesario<br />

también aceptar que una recreación de esta narración<br />

no podía escapar de su nueva temporalidad, con lo<br />

cual Alice no podía estar exenta del cambio.<br />

¡Si tan sólo el avance en retroceso hubiera sido posible!<br />

Si tan sólo hubiéramos sido castigados por la<br />

reina antes de cometer el crimen…<br />

58<br />

Referencias Bibliográficas<br />

• Arenas, B. (1983). Visiones del país de las maravillas.<br />

Santiago, Chile: Andrés Bello.<br />

• Breton, A. (1991) Antología del humor negro.<br />

Traducción de Jordá, J. (pp.21). Barcelona, España:<br />

Anagrama.<br />

• Burke, P. (1991). La Cultura Popular en la Europa<br />

Moderna. España, Madrid: Alianza.<br />

• Carrol, L. (1992). Alicia tras el Espejo. Condensado<br />

por Robles, S. Santiago, Chile: Zig-Zag.<br />

• Carroll, L. (1972). El juego de la lógica y otros escritos.<br />

Traducción, selección y prólogo de Alfredo<br />

Deaño. Madrid, España: Alianza.<br />

• Carroll, L. (1960). The Annotated Alice. Alice’s<br />

adventures in Wonderland & through the looking<br />

glass. Introduction and notes by Gardner, M. New<br />

York, Estados Unidos: Bramhall House.<br />

• Geronimi, C., Luske, H., Jackson, W. (1977) Alicia<br />

en el país de las maravillas. (VHS). Estados<br />

Unidos: Walt Disney Pictures.<br />

• Millas, J. (1985) Escenas Inéditas de Alicia en el<br />

País de las Maravillas (Divertimientos lógico-lingüísticos).<br />

Santiago, Chile: Pehuén.<br />

• Viu, A. (2009) Monografía de Licenciatura: Límites<br />

y Encuentros entre la ficción y la Historia. Santiago,<br />

Chile: Pontificia Universidad Católica.<br />

• White, H. (1992). El contenido de la forma. Narrativa,<br />

discurso y representación histórica. Barcelona,<br />

España: Paidós.<br />

Javiera Soto Hidalgo


Homero, educador de occidente<br />

César García Álvarez<br />

Homero, la Biblia de los griegos<br />

Homero, su Ilíada y su Odisea, ha sido considerado<br />

“la Biblia de los griegos”. Como<br />

la Biblia fue comentada por los Padres de<br />

la Iglesia, por los Apologistas, por los Teólogos como<br />

San Agustín y Santo Tomás, glosada por los poetas<br />

como Dante o líricos como San Juan de la Cruz,<br />

aprendida en las escuelas, explicada por los predicadores,<br />

esculpida por los artistas como lo hizo Ghiberti<br />

en las Puertas del Cielo del Batisterio de Florencia,<br />

motivo para los pintores como Miguel Angel en la<br />

Capilla Sixtina, Leonardo y Dalí en La Última Cena.<br />

Así Homero, su obra, subyugó en Grecia a historiadores,<br />

filósofos, artistas y pedagogos, a los que voy a<br />

referirme en cada caso.<br />

A) Historiadores y políticos tras el Logos<br />

Heródoto, el Padre de la historia, cita con frecuencia<br />

pasajes de la Ilíada y la Odisea. Heródoto recoge<br />

incluso la noticia de que el tirano Clístenes prohibió<br />

en Atenas que alguien compitiese con el rapsoda<br />

Sción, pues recitaba a Homero tal fuerza que le daba<br />

el poeta, que nadie podía competir con él.<br />

Tucídides es el otro gran historiador de Grecia,<br />

con Heródoto enmarcan la historia de Atenas, uno<br />

narra las Guerras Médicas, el otro, Tucídides, la decadencia<br />

de Atenas en Las Guerras del Peloponeso.<br />

Tucídides equivocadamente cree que Homero<br />

vivió unos 60 años después de la Guerra de Troya;<br />

digo equivocadamente, pues el realismo narrativo, la<br />

vivencia de los hechos, la fuerza de los detalles, son<br />

rasgos de estilo de toda epopeya, que esculpe, cincela<br />

los hechos para hacerlos visibles por el rapsoda o<br />

juglar a los oyentes. El oyente sabía de memoria los<br />

hechos, buscaba cómo vivía o expresaba el rapsoda o<br />

juglar los hechos. El arte de los rapsodas tenía mucho<br />

del retoricismo de los artistas del barroco, que queriendo<br />

expresar con énfasis las doctrinas del Concilio<br />

de Trento, las gesticulaban en demasía, así La transfixión<br />

de Santa Teresa de Bernini.<br />

Reconocieron historiadores, políticos como Clístenes<br />

y Licurgo, filósofos con Platón y Aristóteles,<br />

la necesidad de Occidente de contar con una palabra,<br />

un libro y un guía donde mirarse. “Espejo de las<br />

Musas”, es un libro de Bochetti donde comenta el<br />

Homero, educador de occidente<br />

Homero-Espejo. Precisamente entre las palabras más<br />

ponderadas en Grecia hay que destacar todas aquellas<br />

que tienen que ver con el espejo, así: MIME-<br />

SIS (Aristóteles), MÁSCARA (Esquilo), SOMBRA<br />

(Platón), SER ACCIDENTAL (Platón y Aristóteles).<br />

Todo aquello que representa algo pero no lo es.<br />

Reconocieron historiadores y políticos la necesidad<br />

de Occidente de un guía y una palabra escrita<br />

donde mirarse. Occidente, desde Homero, sintió<br />

hambre de la palabra, de la palabra ponderada y fija;<br />

así se apropió de: Homero, los trágicos, los historiadores<br />

como Heródoto y Tucídides, en Roma se miró<br />

en la Eneida; Occidente apenas supo de la Palabra de<br />

Dios, la aceptó como suya y le dio el nombre Griego<br />

de Bibli y la selló con sangre de mártires; Occidente<br />

es San Agustín y la Ciudad de Dios, Dante y la Divina<br />

Comedia, Cervantes y el Quijote, Shakespeare<br />

y Hamlet, Goethe y Fausto, Dostoviesky y Crimen<br />

y Castigo… PALABRA, LIBRO y GUÍA fueron una<br />

necesidad de Occidente, porque quería apresar el ser<br />

y no dejar todo al tiempo destructor que pasa, quería<br />

ser Aristóteles y Platón y no solo Heráclito. La pregunta<br />

inicial griega por el ser, no es ajena a la palabra<br />

consistente que tiene el griego de Homero.<br />

En otras culturas, las AGRAFAS, los ANCIA-<br />

NOS, el CLAN, el GURU, los RITOS, sustituían la<br />

palabra. Pero estos transmisores eran siempre muy<br />

débiles, una tradición muy cambiante. Lo ha estudiado<br />

Friedemann para la cultura afrocolombianas, Luis<br />

Ramiro en La Comunicación antes de Colón, y Levi-<br />

Strauss en muchas de sus obras.<br />

La palabra como FUNDAMENTO está asediada<br />

hoy por tanto best-seller, farándula y un laicismo<br />

que quiere instaurar el dogma del Nada Vale y Todo<br />

Vale. Frente a ello, felizmente, al lado de los Premios<br />

Nobel de Medicina, Física y Economía, se encuentra<br />

el de la palabra, el Premio Nobel de Literatura. Desde<br />

Homero con la Ilíada e Israel con la Biblia hasta el<br />

Premio Nobel de Literatura, Occidente reconoce aún<br />

la lucha por lo que vale, que eso significa clásico con<br />

que apodamos a Grecia.<br />

¿Es que no hubo amor a la palabra en Oriente? ¿Y<br />

los Vedas y Gilgamesh, por ejemplo?<br />

Ciertamente, pero Occidente es lo faústico: conocer,<br />

saber, explorar, buscar, inquirir, investigar, deducir<br />

e inducir, a partir de los axiomas inviolables;<br />

59


<strong>Herencia</strong><br />

hoy en Occidente se quiere instalar la doctrina del<br />

progresismo que prefiere la mirada hacia el hoy, sin<br />

darse cuenta que no hay hoy sin el Ayer y el Mañana,<br />

sin origen y meta. Puede leerse a René Guenón,<br />

Splengler, Retamal, García Morente, Carlos Dusandro,<br />

analistas de la palabra como fundamento de occidente.<br />

60<br />

B) Homero ante los filósofos<br />

Pero además de LOGOS hay en Homero otras palabras<br />

pesadas: NOOS (pensamiento, razón)<br />

AION (tiempo largo), (junto a Cronos y Kairos),<br />

PSIJE (alma, psicología, espíritu, no solo tejidos<br />

musculares), ARJE (arquetipos, así ARISTOS, ser<br />

al modelo como ideal ético y educativo sintetizado<br />

maravillosamente por Glauco en el Canto VI: “…con<br />

gran insistencia me encargó descollar siempre, sobresalir<br />

por encima de los demás…”), (ser perfectos<br />

como vuestro padre celestial es perfecto); TELOS<br />

o finitud que es decir somos contingentes; TELOS<br />

con otro matiz, CAMINAR, Ulises y Eneas caminan<br />

hacia su patria, con dos signos Ulises va a Troya y<br />

regresa a Itaca, es el caminar de Ulises CIRCULAR;<br />

Eneas camina con la espada y el remo, funda Roma y<br />

con ello la CIUDAD ETERNA, primero de AUGUS-<br />

TO y después de SAN PEDRO.<br />

Homero no comenta todo este diccionario pesado,<br />

pero introduce las palabras fundamento de Occidentre<br />

en forma incoativa, la historia de Occidente luego<br />

las despliega.<br />

Aristóteles cita a Homero y lo comenta en su Ética<br />

(Libro VIII “Sobre la amistad”). Aristóteles escribió<br />

“Aporímata Omerika” y se considera que el Homero<br />

que guardaba Alejandro fue una donación de Aristóteles.<br />

Véase Manuel Sanz Morales “Sobre una recensión<br />

de la Iliada debida a Aristóteles”.<br />

En Platón leemos: “Por lo tanto, Glaucón, cuando<br />

encuentres a quienes alaban a Homero diciendo que<br />

este poeta ha educado a la Hélade, y que con respecto<br />

a la administración y educación de los asuntos<br />

humanos es digno que se le tome para estudiar…<br />

hay que saber también que, en cuanto a poesía, sólo<br />

deben admitirse en nuestro Estado los himnos a los<br />

dioses y las alabanzas a los hombres buenos. Si en<br />

cambio recibes a la Musa dulzona, sea en versos líricos<br />

o épicos, el placer y el dolor reinarán en tu Estado<br />

en lugar de la ley y de la razón que la comunidad<br />

juzgue siempre la mejor.<br />

-Es una gran verdad”.<br />

En la República, Platón expulsa a los poetas, pero<br />

en Las leyes los acepta.<br />

Idea del arte en Platón<br />

En el libro de la República Libro 3 y Libro 10<br />

censura el arte, por tratarse de una imitación de segundo<br />

grado, las cosas imitan las ideas, si la pintura<br />

imita las cosas, aún nos alejamos más de las ideas. La<br />

pintura es una imitación de la imitación de las ideas.<br />

Sin embargo, en el Banquete y Fedro, Platón dice<br />

que la creación es algo sublime, tiene manía o furor<br />

divino, entusiasmo por la verdad. Distingue entre<br />

amante (tó épón) y lo amado (tó épómenon). El eros<br />

o amante es el puente, une lo sensible con lo inteligible,<br />

hay en el amante un anhelo, un afán de búsqueda.<br />

El eros o amante lleva al filósofo a la sabiduría y al<br />

artista a la belleza. El Banquete y Fedro validan el<br />

arte como objeto erotizado. El amor revela, no falsea<br />

la verdad. El sofista y el tirano sí falsean la verdad.<br />

El filósofo y el artista entregan algo de la verdad y la<br />

belleza.<br />

En el arte helenístico uno de los temas más reiterados<br />

son los amorcillos o eros, se hace recurrente el<br />

eros, un eros para trascender, en Roma el eros se hará<br />

carnalidad.<br />

En la tragedia griega hay manía, furor divino, afán<br />

de búsqueda, el hombre no se siente satisfecho, el dolor<br />

es un medio de conquista de la verdad o de búsqueda<br />

de la verdad.<br />

Aristóteles habla del sentido purificador de la tragedia,<br />

catarsis. El arte helenístico es una versión en<br />

la plástica de aquello que con la palabra se representó<br />

en el siglo V.<br />

Apolo pasa por el arte del siglo V, Dionisio pasa<br />

por el arte helenístico que no se hubiese dado si la<br />

tragedia no hubiese descubierto el dolor.<br />

C) Los niños (en Grecia los niños después de<br />

aprender a leer y escribir en voz alta, aprendían versos<br />

de Homero).<br />

En Homero estaba todo: adquirían conciencia de<br />

que en el pasado se funda nuestro presente; que en<br />

las luchas de los héroes de la Ilíada, que no eran de<br />

masas sino personales, estaba la aristeia: luchas de<br />

gran interés humano, ahí veían el valor, el buen uso<br />

de la palabra, la lealtad, la destreza, la piedad; también<br />

aprendían en Homero la vida en comunidad, el<br />

comportamiento en las asambleas y en los peligros,<br />

el amor filial, la belleza, la música, la aventura, la<br />

solidaridad.<br />

César García Álvarez


Homero proponía, por otra parte, a los niños dos<br />

claros paradigmas: Odiseo, maestro de la palabra;<br />

Áyax, hombre de acción. Aquiles era la síntesis de<br />

ambos, nueva imagen del hombre perfecto.<br />

Fénix, el educador de Aquiles, en una hora decisiva<br />

recuerda al joven el fin para el cual ha sido<br />

educado: "Para ambas cosas, para pronunciar palabras<br />

y para realizar acciones". [...] El dominio de<br />

la palabra significa la soberanía del espíritu y en la<br />

acción la praxis.<br />

Funda Homero de esta manera, para el futuro de<br />

Occidente, el tópico dual de educación en: armas y<br />

letras, acción y contemplación; en la espada y la pluma;<br />

Alejandro, Julio César, Marta y Maria, Alfonso<br />

X, Garcilaso, Cervantes, Ercilla… cumplieron con<br />

ello, que es lo que hoy llamamos HUMANIDADES<br />

y CIENCIAS.<br />

Pero sobre todo el niño hoy como ayer necesita<br />

entretención maravillosa, zauma y esta estaba en Homero<br />

con esas pugnas tan cercanas a lo que hoy, cambiando<br />

lo que hay que cambiar, son el tenis, el box, el<br />

ajedrez, que junto al enfrentamiento demandan reglas<br />

y respetos y hasta amistad. En la Ilíada hay a veces<br />

excesos, como a veces los hay hoy en la pugna de los<br />

juegos, pero ahí estaban los pedagogos para enseñarle<br />

a discernir y elegir.<br />

Un acápite para la Guerra de Troya: ¿la fuerza y la<br />

muerte, dos temas educativos?<br />

El abuso de la fuerza, fue el objeto primero de<br />

meditación entre los griegos. Constituye el alma de<br />

la epopeya; bajo el nombre de Némesis (diosa de la<br />

justicia, la fuerza y la venganza) la fuerza es el resorte<br />

de las tragedias de Esquilo, de los pitagóricos, en<br />

Sócrates, en Platón. Los griegos partieron de allí, de<br />

Homero, para pensar el hombre y el universo, que no<br />

se da sin violencia, será incluso herencia cristiana,<br />

“si no os hacéis violencia, no entraréis en el Reino<br />

de los Cielos”. La noción se hizo familiar en todos<br />

los lugares donde penetró el helenismo. Lucha, agon,<br />

son palabras que usa San Pablo y que Occidente hará<br />

suyas en la paz y en la guerra.<br />

Ahora bien, hay una violencia positiva y una violencia<br />

negativa: la de la justicia es positiva, la violencia<br />

innecesaria es negativa. La Iliada desprecia a<br />

Ares, dios de la guerra. Ares fue hijo de Zeus y Hera,<br />

pero lo despreciaron en el Olimpo. Esto aprendían<br />

los niños en Homero.<br />

Escribe Simone Weil: "Sea como fuere, este poema<br />

es algo milagroso. Es la amargura de la subordinación<br />

del alma humana a la fuerza, es decir, al fin<br />

de cuentas, a la materia. Esta subordinación es igual<br />

para todos los mortales, aunque el alma la lleva diferentemente<br />

según el grado de virtud. El Evangelio<br />

viene entonces después de Homero a decirnos “Bien-<br />

Homero, educador de occidente<br />

<strong>Herencia</strong><br />

aventurados los que sufren amargura, opresión, injusticia,<br />

porque de ellos es el Reino de los Cielos”.<br />

El Evangelio es la última y maravillosa complementación<br />

del genio griego, pues nos viene a decir:<br />

somos espíritu vestido de materia, que nos aherroja,<br />

nos hace violencia y contra el que luchamos.<br />

Y aquí aparece otra palabra ponderada de Homero,<br />

la distinción entre: SOMA cuerpo vivo y SARX<br />

carne mortal. Los relatos de la Pasión de Cristo muestran<br />

que un espíritu divino, Jesús, unido a la carne es<br />

alterado por la desgracia, tiembla ante el sufrimiento<br />

y la muerte, se siente, en el fondo de su desamparo,<br />

separado de los hombres y de Dios... La materia<br />

SARX nos somete a violencia y la mayor como a Jesús<br />

es la de la muerte. El culto al cuerpo “Dale alegría<br />

a tu cuerpo, Macarena”, es fruto del hedonismo<br />

de Occidente que no quiere pensar qué somos y para<br />

qué somos, las preguntas más serias que se pueden<br />

plantear al hombre racional.<br />

Héctor muere, siente que su SOMA se debilita,<br />

entonces anuncia también a Aquiles su muerte, nos<br />

vienen a la memoria las palabras de Cristo cuando<br />

dice a Pedro: “Otro te ceñirá y te llevará a donde no<br />

quieres ir”.<br />

Si Cristo no hubiese nacido, Occidente sería Homérica<br />

y Platónica, como Oriente es budista, ese fue<br />

su pasado original no superado, el homerismo de Occidente<br />

fue continuado y elevado por el cristianismo.<br />

El hombre lucha contra la violencia de la materia<br />

animal representada en el Centauro<br />

61


<strong>Herencia</strong><br />

62<br />

Aquiles y Ayax representados en una ánfora griega. La guerra no entorpece el<br />

descanso, el juego, el equilibrio, la armonía y compostura de las formas.<br />

César García Álvarez


D) Los artistas<br />

<strong>Herencia</strong><br />

La cerámica griega está llena de motivos homéricos, lo mismo algunas métopas del Partenon y Erection; por<br />

otra parte, el Auriga de Delfos, el soldado caído, el Discóbolo de Miron, el Canon de Praxíteles entre otras obras<br />

clásicas, expresan la areté en mármol, como ser modelo, canon, ser armónico, sereno, lleno de ponderación y<br />

alta perfección, haber alcanzado el ser viril, idealizado: hombres y mujeres que superaron la materia animal y<br />

violenta para alcanzar su aristos, su más alta distinción. Esto era lo que Jaäeger llama paideia en mármol.<br />

Homero, educador de occidente<br />

El dios Poseidón, más dios de la belleza que de la guerra.<br />

63


<strong>Herencia</strong><br />

64<br />

“David” de Miguel Ángel, que sigue el Canon de Praxíteles.<br />

Canon de Praxíteles.<br />

El Auriga de Delfos, la competición no daña la serenidad, el aristos del competidor.<br />

César García Álvarez


Homero, educador de occidente<br />

“Moriré, pero con una muerte bella” (Antígona a su hermana Ismenes)<br />

La guerra ha sido sometida a armonía, convirtiéndose para Occidente en debate.<br />

<strong>Herencia</strong><br />

65


<strong>Herencia</strong><br />

66<br />

e) Vida Pública<br />

En las Panatenaicas fiesta religiosa en la que toda Atenas se dirigía procesionalmente a llevar el manto a<br />

Atenea, se recitaba completa la Ilíada. Ilíada que inspiró la belleza de la procesión expresada en las métopas<br />

del Partenón.<br />

César García Álvarez


La humanidad enfrenta hoy la posibilidad<br />

cierta de una catástrofe que puede significar<br />

su extinción como especie. ¿Qué significa<br />

esto? Nada menos que el quiebre de la fe en<br />

la razón —cuyo sueño, como en la pintura de Goya,<br />

terminó por engendrar monstruos-, en la ciencia —<br />

hoy convertida en tecnología, en mera transitoriedad,<br />

excluida, de hecho, del ámbito de la cultura—, en el<br />

humanismo —devenido en sus implementaciones<br />

concretas en antihumanismo—, en el superhombre<br />

—prefiguración, en la praxis histórica, del ideal<br />

biológico-racista de los ideólogos nazis—, y en el<br />

pensamiento abstracto de la dialéctica hegeliana que<br />

concluye su vuelo filosófico-religioso endiosando al<br />

Estado prusiano. ¿Debemos renunciar entonces a la<br />

idea de que en el seno de la propia historia palpitan<br />

los gérmenes de su transmutación en algo superior?<br />

De ninguna manera. El fracaso de la modernidad no<br />

es de una magnitud absoluta. Si bien confundió los<br />

medios —razón, ciencia, humanismo, filosofía— con<br />

el fin, acertó en explicar la historia por la historia,<br />

en desacralizarla, y también en la idea de que su resolución,<br />

aun significando el paso a un estadio cualitativamente<br />

superior, está implícita en ella misma.<br />

Se trata de la historia que en su ambigüedad de<br />

res gesta y de memoria rerum gestarum, la ciencia<br />

histórica, hija de la historia, la "ciencia nueva", negada<br />

por el positivismo, rehabilitada por la escuela<br />

de Badén, pero debatiéndose siempre entre la instrumentalización<br />

y la sospecha, es, junto al arte, la<br />

única posibilidad humanista, hoy en día. Sólo ellas<br />

nos permitirán sortear el doble riesgo que hoy enfrenta<br />

la humanidad, catástrofe nuclear y ecológica,<br />

por una parte y, por la otra, la "putrefacción de la<br />

historia", esto es la perpetuación del presente por<br />

medio del establecimiento de un orden y disciplina<br />

al estilo de una colmena, como en las sociedades<br />

que ha imaginada Orwell en 1984 o Huxley en Un<br />

mundo feliz y acceder a una suerte de metahistoria.<br />

En cuanto res gesta —cosas hechas por el hombre,<br />

el proceso histórico mismo— la historia, en el<br />

presente, gracias a la creciente automatización y<br />

racionalización del trabajo, está permitiendo que el<br />

tiempo libre —esto es no dedicado a la producción de<br />

bienes— ya no sea algo reservado a unos pocos privilegiados<br />

sino, cada vez más, algo virtualmente dispo-<br />

Apología del arte<br />

Apología del arte<br />

Eduardo Sánchez Ñiguez<br />

nible para todos. Es un hecho que, en el presente, la<br />

satisfacción de las necesidades básicas podrían atenderse<br />

con un mínimo de esfuerzo físico y mental en<br />

un tiempo reducido al máximo. De tal modo, ingentes<br />

cantidades de energía, liberadas del dolor, agotamiento<br />

y enajenación que conlleva el trabajo, podrían<br />

destinarse al libre juego de las facultades individuales.<br />

Las consecuencias de un fenómeno así —de índole<br />

cualitativa, sin lugar a dudas— son imprevisibles,<br />

pero, por ello mismo, deseables. (Cabe hacer notar<br />

que en gran parte del mundo desarrollado, la escasez<br />

que determina la reiteración de un trabajo agobiador,<br />

sólo suspendido por un "tiempo libre" destinado a<br />

reparar energías con vistas a una futura jornada de<br />

trabajo —auténtica ananké del hombre actual—, es<br />

la consecuencia de una organización específica de<br />

la escasez y ésta resultado de una sociedad que no<br />

quiere, no puede o teme asumir su propia madurez).<br />

Por otra parte, es previsible no sólo una sostenida<br />

y permanente reducción del tiempo de trabajo<br />

sino también el intercambio de las funciones, con lo<br />

cual los hombres dejarían de estar atados exclusivamente<br />

a una pequeña parte de la totalidad. La "sociedad<br />

digital" puede, pues, hacer real este punto en<br />

el que tantas esperanzas cifraba Marx. En efecto, en<br />

la Ideología alemana, refiriéndose a la sociedad del<br />

futuro, dice que está "regula la producción general y<br />

posibilita así que yo haga hoy esto y mañana lo otro,<br />

cace por la mañana, pesque por la tarde, me dedique<br />

a cuidar el ganado por la noche, critique después de<br />

comer, según me plazca en cada momento, sin tener<br />

que ser cazador, pescador, pastor o crítico". De<br />

este modo, el avance tecnológico hace posible que<br />

el trabajo sea organizado en la perspectiva de ahorrar<br />

tiempo y espacio para el desarrollo de la individualidad<br />

al margen del mundo del trabajo "inevitablemente<br />

represivo", como hace notar Marcuse en<br />

Eros y civilización. Cuando así ocurra estarán dadas<br />

las condiciones para que surja una civilización no<br />

represiva. En ella el trabajo iría transformándose,<br />

progresivamente, en juego, esto es, en una actividad<br />

gratificante en sí misma y no al servicio de fines<br />

extraños a la propia actividad. Trabajo y placer<br />

dejarían de ser términos antinómicos inaugurándose<br />

la era del homo ludens. (Resulta pertinente recordar<br />

que la transformación del trabajo en placer, es el nú<br />

67


<strong>Herencia</strong><br />

cleo central de la gigantesca utopía social de Fourier.<br />

También es decidor el temor de Jung, al advertir<br />

que el dominio del impulso del juego traería consigo<br />

una "liberación de la represión" con la secuencial<br />

"depreciación de los altos valores considerados<br />

hasta ahora" y la "catástrofe de la cultura").<br />

La civilización del "hombre que juega" contiene<br />

la posibilidad de que se concreten un cúmulo<br />

de virtualidades con las que el hombre siempre ha<br />

soñado: la superación del trabajo —maldición impuesta<br />

como castigo al primer transgresor— mediante<br />

su conversión en juego, de la dicotomía entre<br />

productor y consumidor, entre vida pública y<br />

privada. Y, en consonancia con todo ello, la reconciliación<br />

de Eros y Ágape —esto es la personalización<br />

del amor natural— que, a su vez, funde a<br />

Eros con Tánatos, al ser con el llegar a ser, al cambio<br />

con la identidad, en suma, revocar el "tiempo<br />

en el tiempo", según la bella expresión de Schiller.<br />

Sin embargo, está claro: se trata de meras potencialidades.<br />

Depende de la conciencia y la <strong>vol</strong>untad<br />

de los hombres que ellas devengan en actos. Hay que<br />

saber que todo ello puede llegar a ser siempre que<br />

actuemos en función de ese conocimiento. Es en este<br />

contexto que se nos presenta la historia como memoria<br />

rerum gestarum, como ciencia que, impulsada por<br />

los intereses de la actualidad, devela el pasado explicándonos<br />

el presente y las tendencias que en él palpitan.<br />

No se trata de hacer aquí una apología de la historia<br />

ni del historiador, ya brillantemente hecha por<br />

Marc Bloch, pero sí de subrayar el hecho esencial de<br />

que la historia es al género humano lo que la memoria<br />

al individuo, es decir, una herramienta imprescindible<br />

para la autognosis del hombre, para expresarlo en<br />

términos de Dilthey. La humanidad sin el auxilio de<br />

la historia no sabrá encontrar su lugar de destino, tal<br />

como el amnésico no atinará a dar con su domicilio.<br />

Ahora bien, la memoria —esa facultad del espíritu<br />

humano tan sospechosamente menospreciada en los<br />

días que corren— se encuentra estrechamente vinculada<br />

con el tiempo y en un sentido que resulta decisivo;<br />

es la única categoría racional de nuestra psiquis<br />

capaz de inmovilizar, aunque sea por un instante, su<br />

eterno fluir, de recuperarlo, de inocularle una gota de<br />

eternidad. Así, la memoria es la fuerza que logra la<br />

conquista del tiempo. Gracias a ella, como dice Hegel<br />

en la Fenomenología del Espíritu, el espíritu "supera<br />

su forma temporal, niega al tiempo". Si ser es<br />

recapturar el pasado, la memoria que ha preservado<br />

todo lo que fue deviene, como afirma el mismo Hegel,<br />

en "la forma interior, y en realidad la más alta de<br />

la sustancia". Por el contrario, el fluir del tiempo ayuda<br />

al hombre a olvidar lo que fue y lo que puede ser,<br />

hace que se olvide del paraíso perdido impidiendo su<br />

68<br />

extrapolación al futuro. Olvidar, es así la facultad que<br />

contribuye a que las catástrofes que nos amenazan se<br />

hagan cada vez mas posibles. Olvidar es aceptar las<br />

carencias de justicia y libertad, renunciar a las más<br />

sentidas y nobles aspiraciones humanas. (Por supuesto,<br />

olvidar —eliminar las intrascendencias que ocupan<br />

el lugar que sólo lo importante merece— es, por<br />

otra parte, un requisito indispensable de la higiene<br />

mental y física). Por lo tanto, restaurar los derechos<br />

de la memoria "es un vehículo de liberación", como<br />

dice Marcuse. Del mismo modo concibe a la memoria<br />

Hegel en la conclusión de la Fenomenología del<br />

Espíritu, y también Freud, en el conjunto de su obra,<br />

en tanto que Nietzsche, vio en el entrenamiento de la<br />

memoria el principio de la moral civilizada (Genealogía<br />

de la moral, parte II). Se trata, en realidad, de<br />

un verdadero reentrenamiento de la memoria puesto<br />

que hasta ahora, la civilización, al no poder prescindir<br />

de ella, la ha desvirtuado vinculándola al recuerdo<br />

de los deberes, a la mala conciencia, a la culpa, al<br />

pecado y a la muerte —memento morí— y no al de<br />

la felicidad, la libertad, la justicia, el placer. Hemos<br />

olvidado que el recuerdo nos proporciona el goce<br />

liberado de la angustia por su brevedad, eternizado<br />

por decirlo así. El verdadero valor de una memoria<br />

restaurada en sus prerrogativas radica en su capacidad<br />

de preservar promesas y potencialidades no cumplidas,<br />

que proceden de un pasado remoto y huidizo,<br />

pero que nunca fueron olvidadas por completo.<br />

Empero, el pasado no sólo tiene ese rostro que<br />

mira hacia el futuro y que nos brinda la utopía capaz<br />

de hacernos trascender la historia sino que, como<br />

el dios Jano, posee otro rostro vuelto hacia sí mismo,<br />

mirando empecinadamente hacia atrás y que<br />

podría paralizar el desarrollo histórico. En efecto, la<br />

emergencia de la memoria, en un momento del más<br />

profundo pasado, detuvo el desarrollo autónomo de<br />

los instintos fijándolos en ese nivel. Sin embargo, el<br />

subsiguiente desarrollo de la civilización ha entrado<br />

en contradicción con esos mecanismos inconscientes<br />

fosilizados. Como resultado de ello el individuo se<br />

castiga a sí mismo, y es castigado, por acciones que<br />

no ha realizado o que ya no son incompatibles con<br />

la realidad civilizada. Se trata de una problemática<br />

lúcidamente abordada por Kafka en su obra literaria.<br />

El psicoanálisis, por su parte, describe esta situación<br />

en términos de un dramático conflicto en el cual el<br />

Super Ego rechaza, de un modo instintivo, la aspiración,<br />

también instintiva, del Id o Ello, la satisfacción<br />

inmediata al placer, al juego y a la ausencia de represión<br />

que ofrece el principio del placer. Así, estos<br />

mecanismos inconscientes retrasan el desarrollo real,<br />

niegan sus potencialidades, en nombre del pasado.<br />

Por otra parte, es preciso considerar que ese pa<br />

Eduardo Sánchez Ñiguez


sado que define negativamente al presente, es un pasado<br />

del que la humanidad no se ha apropiado aún,<br />

constituyéndose en un reto para la ciencia histórica.<br />

Develar esa tierra incógnita, adueñárnosla, constituiría<br />

un aporte de primera importancia para la constitución<br />

de ese futuro que la historia, en cuanto res gesta,<br />

ha hecho factible. ¿Será capaz la memoria por sí misma<br />

de semejante hazaña? Cervantes, en el Quijote,<br />

responde afirmativamente, en tanto que Hegel sostiene<br />

que la memoria ha preservado todo lo que fue. Sin<br />

embargo, aunque no fuese así, hay otra facultad del<br />

psiquismo que es su íntima aliada y que ha prestado<br />

y, sin duda, prestará señalados servicios a la causa<br />

de la liberación humana: la imaginación y la fantasía,<br />

su grado superior. Efectivamente, de acuerdo a<br />

la concepción freudiana, la imaginación es la única<br />

forma de actividad del pensamiento que quedó al<br />

margen de la nueva organización del aparato mental<br />

instaurado por el principio de la realidad —el suceso<br />

más traumático ocurrido en el pasado humano, sólo<br />

comparable al que hoy experimenta una civilización<br />

empeñada en mantener vigente ese principio en términos<br />

que niegan su propio desarrollo— permaneciendo<br />

ligada al principio del placer. En todo caso,<br />

éste, reprimido, casi siempre brutalmente, no se extinguió<br />

del todo aguardando larvado, al acecho, que<br />

la propia maduración histórica ofreciera la ocasión<br />

de negar la negación que estuvo a punto de aniquilarlo.<br />

De este modo, es que el pasado puede exigir al futuro<br />

que el paraíso sea creado otra vez sobre la tierra.<br />

Ahora bien, los frutos de la fantasía, su objetivación,<br />

nos devuelven al mundo de la historia, de la<br />

res gesta. Se trata del arte, esa forma de la cultura<br />

siempre puesta, teóricamente, al lado de la filosofía,<br />

la religión y la ciencia, pero casi siempre negada,<br />

en la práctica, al considerársele como una mera<br />

fase o forma inferior de autoconciencia de la idea,<br />

de menor rango que la religión y la filosofía. Es el<br />

punto de vista de Hegel para el que la verdad sólo<br />

se da, en el mundo del pensamiento abstracto y también<br />

el de Schelling que en La filosofía del arte abjuró<br />

de su concepción del arte según la cual este es<br />

la consumación de la filosofía, su novum organum,<br />

sostenida en su Sistema del idealismo trascendental.<br />

También el arte resulta degradado cuando se le<br />

concibe como un descanso fugaz, un alivio pasajero,<br />

un consuelo momentáneo para los dolores que depara<br />

la existencia. En este caso, se trata de la tesis<br />

de Schopenhauer, según la cual la plena liberación<br />

sólo se da cuando la <strong>vol</strong>untad de vivir, fuente de todo<br />

sufrimiento, es captada teóricamente por el entendimiento<br />

y negada prácticamente por la <strong>vol</strong>untad. Es<br />

también la posición de Thomas Mann, tan influido<br />

por Schopenhauer, cuando afirma que el arte "es sólo<br />

Apología del arte<br />

<strong>Herencia</strong><br />

un consuelo", aun cuando su propia obra demuestra<br />

que no se trata sólo de un lenitivo, lo que, en todo<br />

caso, no es poca cosa, sino mucho más: una auténtica<br />

concepción del mundo. Pero la idea más negativa,<br />

castradora, vulgar y socializada, es aquella según la<br />

cual el arte es un mero adorno, afición particular y,<br />

en suma, todo aquello que el hombre light, por supuesto,<br />

desee llamar arte, como sostiene Manzoni.<br />

No obstante, si se analiza aunque sea someramente,<br />

la función de la fantasía en la estructura mental y<br />

en el curso de la historia, ella se nos muestra como<br />

de una importancia decididamente relevante y como<br />

a la memoria, también corresponde restaurarla en sus<br />

derechos. A ello, por lo demás, contribuye en buena<br />

medida, la propia revalorización de la memoria: el<br />

conocimiento histórico ha sido un poderoso fermento<br />

de la imaginación creadora en la literatura universal,<br />

desde Hornero hasta hoy. (Y no sólo el conocimiento<br />

histórico sino también la interpretación del proceso<br />

histórico. Piénsese, por ejemplo, en el papel desempeñado<br />

por la lectura de la Scienza nuova de Vico<br />

en la génesis del Finnegan's Wake de Joyce). Y, es<br />

que la fantasía, como señala Marcuse, en su obra ya<br />

citada, "preserva los arquetipos del género, las eternas,<br />

aunque reprimidas ideas de la memoria individual<br />

y colectiva, las imágenes de libertad convertidas<br />

en tabúes". Ella mantiene el "recuerdo" del pasado<br />

subhistórico —cuando la vida del individuo era la<br />

vida del género—, sostiene la esperanza de que el<br />

ya largo exilio esté próximo a su fin. (Papini, en El<br />

juicio final, dice: "El primer hombre fue también el<br />

primer exiliado y a todos sus descendientes legó, junto<br />

con el peso de la culpa, el peso de la nostalgia de<br />

un paraíso incógnito y perdido"). Dentro y contra el<br />

mundo del antagonista príncipium individuationis,<br />

agrega Marcuse, la imaginación sostiene las protestas<br />

del individuo total, en unión con el género y con<br />

el pasado "arcaico". Creadores como Büchner, Balzac<br />

y Faulkner nos recuerdan por medio de sus "locos"<br />

—llámense Lenz, Louis Lambert o Benjy— que<br />

la "realidad" es sólo un fragmento de la verdadera<br />

realidad sacrificada, escondida, racionalizada por la<br />

civilización. Ellos testimonian y anuncian la tierra<br />

olvidada. Así, la imaginación visualiza la reconciliación<br />

del individuo con la totalidad, del deseo con<br />

la realización, de la felicidad con la razón y, como<br />

añade el propio Marcuse, cuando, ella "cobra forma,<br />

creando un universo de percepción y comprensión<br />

—un universo objetivo y al mismo tiempo subjetivo—<br />

nos permite visualizar que ello no es una utopía,<br />

que ello puede y debe llegar a ser real". Se trata<br />

en este caso, obviamente, de la proyección positiva<br />

del pasado en el futuro, el que a su vez, convoca al<br />

presente. En este contexto se entiende que Shelley<br />

69


<strong>Herencia</strong><br />

definiera a los poetas como "los espejos de inmensas<br />

sombras que el futuro proyecta sobre el presente".<br />

En definitiva, tal como la memoria es la madre<br />

de la historia, en cuanto memoria rerum gestarum,<br />

la imaginación al vincular, según Marcuse, "los más<br />

profundos yacimientos del inconsciente, con los más<br />

altos productos del consciente", el propio arte, es<br />

la madre de este. El rol de la imaginación artística<br />

es entonces dar forma a la "memoria inconsciente",<br />

aquella que retiene el meollo de la liberación frustrada,<br />

de la promesa no cumplida. De hecho, desde<br />

el despertar de la conciencia de la libertad, no hay<br />

ninguna obra de arte genuina que no revele su contenido<br />

arquetípico: la negación de la falta de libertad.<br />

A este respecto recordemos que los primeros herejes<br />

que se alzaron en contra del dogma de la libertad<br />

y de las igualdades abstractas, fueron los poetas: la<br />

misma ley para el cordero y el león, es opresión",<br />

dice Blake en El matrimonio del cielo y el infierno.<br />

Siendo así, se explica que el artista, cultor de la<br />

más libre de todas las creaciones humanas sea, normalmente,<br />

objeto de censura, ya sea la tradicional,<br />

institucionalizada jurídicamente, que lo condena al<br />

silencio, o bien ésa, peor aún, que lo convierte en una<br />

especie de bufón irresponsable y que asimilándolo al<br />

establishment, lo hará inofensivo. En el primer caso,<br />

siempre su obra podrá circular clandestinamente<br />

para unos pocos, los que a su vez, memorizándola,<br />

la transmitirán a otros, como en Fahrenheit 451 de<br />

Bradbury. (Es preciso no confundir libertad artística<br />

—el libre juego de la imaginación con la realidad,<br />

cuyo resultado es una Weltanschauung sin ataduras<br />

con la razón ni con la fe— con libertad política, como<br />

hizo Shaftesbury en su fórmula liberty and letters,<br />

según la cual, la libertad política produce, inmediatamente,<br />

una gran floración del arte. ¿Cómo explicar<br />

entonces la gran literatura rusa del siglo XIX?).<br />

Así, recurriendo a la censura explícita o implícita,<br />

es como el sistema impide que el artista contagie su<br />

"extravío" a los demás, como ya temió Platón en la<br />

República. Es preferible, según aquel personaje de<br />

Aldous Huxley en Un mundo feliz, "que sufra uno<br />

a que muchos sean corrompidos... no hay crimen<br />

tan nefando, como la heterodoxia en la conducta".<br />

Solyenitsin, víctima de la doble censura a que<br />

hacíamos referencia, nos muestra dramáticamente<br />

la situación del artista en la actualidad: "exiliado"<br />

de su patria y "asilado" en Occidente, censurado<br />

en la Unión Soviética y cada vez más aislado, más<br />

"bufonizado" en Estados Unidos, ilustra la tesis de<br />

Carlos Fuentes, en Casa con dos puertas, según la<br />

cual "arte perseguido, arte temido". En todo caso es<br />

preciso considerar que la desesperación engendra<br />

en el artista la pretensión de transformar el arte en<br />

70<br />

poder, lo cual entraña, por supuesto, una transgresión<br />

a su naturaleza. En un mundo que amenaza con desintegrarse<br />

ante los embates de los poderes en pugna,<br />

el arte debe permanecer, más que nunca, fiel a su<br />

esencia: mostrar convincentemente, sin cortapisas de<br />

ningún género, la deshumanización de que es objeto<br />

el hombre, sensibilizar conciencias, en un trabajo sin<br />

tiempo —como el de la gota que horada la roca—<br />

mantener viva la ilusión de que el paraíso perdido<br />

puede ser recuperado, ser el recuerdo permanente, la<br />

ventana abierta a las infinitas posibilidades humanas,<br />

constantemente frustradas, pero eternamente presentes.<br />

El arte contiene en sí una energía terrible, sin<br />

embargo, puesto que, por esencia, es la negación del<br />

poder, no procede de este sino de la utopía que vincula<br />

lo soñado con el sueño, deviniendo, por lo tanto, en<br />

el único instrumento del bien en los días que corren.<br />

Así se entiende el aserto de Adorno, en su Filosofía<br />

de la nueva música, según el cual el arte, en<br />

esta época, es definitivamente oposición. Pero lo es,<br />

en un doble sentido. En efecto, en cuanto producto<br />

de la fantasía es, como ya hemos indicado, el polo<br />

opuesto al principio de la realidad. (Debido a esto<br />

es que, como réplica, se le intenta desvirtuar, ya sea<br />

con la tesis del realismo socialista, del arte partidista,<br />

o bien con la del "arte por el arte". El principio<br />

de la realidad une, por caminos aparentemente distintos,<br />

a los aparentemente distintos extremos. Uno<br />

lo hunde en la objetividad que debe ser superada y<br />

el otro lo aparta del mundo, tanto como la modernidad<br />

alejó a Dios de los hombres). Sin embargo, por<br />

otra parte, el arte es oposición a sí mismo, en cuanto<br />

históricamente ha llevado dentro de sí una contradicción<br />

que contribuía a invalidar su propia denuncia<br />

sobre la carencia de libertad. Y es que, para representar<br />

la falta de libertad, el arte se ha visto obligado<br />

a revestir la imagen con una apariencia de realidad<br />

—justamente de esa realidad denunciada—, pero ese<br />

elemento de semejanza, de parecido, "sujeta la realidad<br />

reprimida a patrones conocidos y, así, la priva<br />

de su elemento de terror", como sostiene Marcuse.<br />

El elemento apolíneo, para expresarlo en términos<br />

de Nietzsche, morigera al dionisíaco. Así, el efecto<br />

"purificador" que se atribuye al arte, la catarsis de<br />

que habla Aristóteles, no es otra cosa que la aceptación<br />

de lo atacado, reprimir otra vez tras haber<br />

denunciado la represión, reconciliarse con lo que<br />

se nos opone. En otras palabras: un resultado muy<br />

parecido al que consigue la terapia psicoanalítica, la<br />

que "cura" al individuo dejándolo en condiciones de<br />

funcionar en la civilización enferma que provocó su<br />

malestar. Se trata, por lo tanto, de un fracaso del arte,<br />

de una derrota, pero no necesariamente definitiva.<br />

Precisamente, tomar nota de esa contradicción ha<br />

Eduardo Sánchez Ñiguez


llevado al arte contemporáneo a una aguda crítica de<br />

sí mismo, a una profundización en su esencia, lo que<br />

le ha permitido identificarla plenamente en su imposible<br />

reconciliación con el principio de realidad, en<br />

su definitiva vinculación con el principio del placer.<br />

Por supuesto, ello ha tenido un costo: negar su forma<br />

tradicional y su consiguiente restricción a un público<br />

selecto. Así se explica que el arte haya devenido en<br />

surrealista y atonal. Y es que la oposición de la fantasía<br />

al principio de la realidad se desarrolla más fácilmente<br />

en procesos mentales subreales y sobrerreales<br />

-surreales- como el sueño, el soñar despierto, el juego,<br />

la "corriente de la conciencia". Es la hora de Joyce,<br />

Kafka, Proust, Klee, Picasso y Schönberg y, en<br />

general, de ese esteticismo que ha convertido al arte y<br />

al artista, en objeto del arte como, por ejemplo, ocurre<br />

en El retrato del artista adolescente de Joyce, en<br />

Contrapunto de Huxley, Doktor Faustus de Mann o en<br />

Fellini ocho y medio de Fellini, en el campo del cine.<br />

Algunos han llegado a sostener que el arte, al<br />

seguir el camino recién señalado, ha terminado por<br />

anularse a sí mismo, que se ha producido "la muerte<br />

del arte", "el suicidio del arte", "la deshumanización<br />

del arte". Pero, observado el fenómeno en la perspectiva<br />

histórica pareciera más bien tratarse de uno<br />

de esos típicos movimientos de "retiro y retorno" de<br />

que habla Toynbee y que tanto abundan en la historia.<br />

Cabe suponer entonces, que el arte "transfigurado"<br />

tras su retiro, tal como Cristo en el desierto, o Zaratustra<br />

en la montaña, sabrá encontrar, otra vez, el<br />

camino hacia el corazón de los hombres y que estos<br />

a su vez, habrán madurado lo suficiente como para<br />

entender y aceptar el mensaje liberador. Es probable<br />

que, como cree Bretón en su Manifiesto del surrealismo,<br />

quizás la imaginación esté "próxima a <strong>vol</strong>ver<br />

a ejercer los derechos que le corresponden". Derechos<br />

que, como sostiene el propio Bretón se originan<br />

en el hecho de que, tan sólo, la imaginación "me<br />

permite llegar a saber lo que puede llegar a ser".<br />

Sin embargo, el camino recorrido hasta este<br />

punto ha sido largo. Ya San Agustín y Pascal, esos<br />

proto-estetas, vieron la salvación en una apertura<br />

del hombre entero — no fe y razón separadas.<br />

¿Y la intuición de algo más? — a la realidad total.<br />

No obstante, fue preciso llegar a la segunda mitad<br />

del siglo XVIII para que k estética, recién constituida,<br />

explicitara el rol del arte y la intuición.<br />

Schiller, en sus Cartas sobre la educación estética<br />

del hombre, publicada en 1795, introduce la dimensión<br />

histórico-social en la estética (Kant sólo consideraba<br />

a la naturaleza y al individuo). De hecho,<br />

influenciado por el propio Kant —el de la Crítica del<br />

juicio- Schiller aspira a rehacer la civilización mediante<br />

la fuerza liberadora de la función estética, a<br />

Apología del arte<br />

<strong>Herencia</strong><br />

la que concibe conteniendo la posibilidad de un nuevo<br />

principio de k realidad, capaz de crear una cultura<br />

estética. Dicha fuerza brota del hecho de que la<br />

imaginación es una facultad central de la mente, así<br />

como la belleza es una "condición necesaria de la humanidad".<br />

Pero las ideas de Schiller no maduraron<br />

sólo bajo el influjo de las ideas de Kant, sino también<br />

debido al desarrollo de una incipiente sociedad<br />

industrial, cuyos devastadores efectos, no pasaban<br />

desapercibidos a los espíritus más lúcidos de aquel<br />

tiempo. Al respecto, recordemos los términos en que<br />

describe Schiller la negatividad de la civilización que<br />

ve surgir ante sus ojos. Dice: "el gozo está separado<br />

del trabajo, los medios del fin, el esfuerzo de la recompensa.<br />

Encadenado eternamente sólo a un pequeño<br />

fragmento de la totalidad, el hombre se ve a sí mismo<br />

sólo como un fragmento escuchando siempre sólo el<br />

monótono girar de k rueda que mueve, nunca desarrolla<br />

la armonía de su ser, y en lugar de darle forma<br />

a la humanidad que yace en su naturaleza, llega a ser<br />

una mera estampa de su ocupación, de su ciencia."<br />

Los efectos deshumanizadores de la civilización<br />

industrial moderna son descritos por Schiller con la<br />

palabra "herida", la que es provocada, más exactamente,<br />

por la relación antagónica entre las dimensiones<br />

polares de la existencia humana: sensualidad y<br />

razón, materia y forma, naturaleza y libertad, lo particular<br />

y lo universal. Cada una de las dos dimensiones<br />

es gobernada por un impulso básico: el "impulso sensual"<br />

y el "impulso de la forma". La cultura es construida<br />

mediante la combinación y la interacción de<br />

estos dos impulsos. Pero, en la sociedad establecida<br />

su relación ha sido antagónica: en lugar de reconciliar<br />

ambos impulsos haciendo a la sensualidad racional y<br />

a la razón sensual, la civilización ha subyugado la<br />

sensualidad a la razón, de tal manera que la primera,<br />

si se afirma a sí misma, lo hace en formas destructivas<br />

y "salvajes", mientras la tiranía de la razón empobrece<br />

y barbariza a la sensualidad. Considerando que<br />

sólo los impulsos tienen la fuerza duradera que afecta<br />

fundamentalmente la existencia humana, la reconciliación<br />

entre el "impulso sensual" y el "impulso de<br />

la forma" debe ser obra de un tercero: el impulso del<br />

juego. Este es objetivo como la belleza y su meta es<br />

la libertad. En este punto, la concepción de Schiller,<br />

trasciende el marco de la estética, ya que se propone<br />

resolver el problema de la liberación del hombre<br />

de condiciones inhumanas de existencia, esto es un<br />

problema "político". Se trata de una dimensión casi<br />

siempre escamoteada por el tratamiento meramente<br />

estético que se ha dado al pensamiento de Schiller.<br />

En este, para resolver tal problema, "uno debe pasar<br />

por la estética pues aquello que conduce a la libertad<br />

es la belleza" y el vehículo de esta liberación es el<br />

71


<strong>Herencia</strong><br />

impulso del juego. Dicho impulso no aspira a jugar<br />

"con" algo; es más bien el juego de la vida misma,<br />

más allá de la necesidad y la compulsión externa; es<br />

la manifestación de una existencia sin miedo y ansiedad<br />

es, así, la manifestación de la libertad misma.<br />

El hombre es libre sólo cuando está libre del<br />

constreñimiento, externo e interno, físico y moral,<br />

pero tal constreñimiento es Ja realidad. La libertad<br />

es, entonces, en un sentido estricto, liberación de la<br />

realidad establecida: el hombre es libre cuando la<br />

"realidad pierde su seriedad". Los medios para liberarse<br />

de la necesidad y para llegar a una "verdadera<br />

expansión de la humanidad" son la "indiferencia a<br />

la realidad" y el interés por el mero "espectáculo".<br />

Ahora bien, la realidad "pierde su seriedad" cuando<br />

la necesidad y el deseo pueden ser satisfechos<br />

sin trabajo enajenado. Entonces, el hombre es libre<br />

para "jugar" con sus facultades y potencialidades y<br />

con las de la naturaleza, y sólo "jugando" con ellas<br />

es libre. Su mundo es ahora un espectáculo que se<br />

despliega en el orden que proporciona la belleza y la<br />

facultad mental que ejercita esa libertad para jugar es<br />

la imaginación. Un sueño, dirán algunos, pero la memoria<br />

nos recuerda que el sueño precede a la acción.<br />

Naturalmente, Schiller, artista y pensador, concibe<br />

a la función estética como un principio que gobierna<br />

toda la existencia humana y que sólo puede hacerlo<br />

si llega a ser "universal". Así, la futura cultura estética<br />

presupone "una re<strong>vol</strong>ución total en las formas<br />

de percepción y sentimiento". Sólo en ella el hombre<br />

será restaurado dentro de la "libertad para ser lo que<br />

tendrá que ser". El impulso del juego transformará<br />

radicalmente la realidad. La naturaleza, el mundo objetivo,<br />

será experimentado entonces, ni dominando<br />

al hombre como en la sociedad primitiva, ni siendo<br />

dominado por él, como en la civilización moderna,<br />

sino más bien como un objeto de "contemplación".<br />

Y el hombre que contempla y ama directamente a la<br />

naturaleza ¿no es un ser demasiado parecido a Dios?<br />

Por otra parte, el acceso a una cultura superior pasa<br />

por la reconciliación entre el impulso sensual y el de<br />

la forma, lo que implica, teniendo en cuenta la tiranía<br />

represiva de la razón sobre la sensualidad en la sociedad<br />

industrial, la liberación de esta última, la abolición<br />

de los controles represivos que la civilización<br />

ha impuesto sobre la sensualidad. Sin embargo, la liberación<br />

adicional de energía sensual debe adecuarse<br />

al orden universal de la libertad, lo que significa que<br />

también el "impulso sensual" necesita una transformación<br />

aparentemente restrictiva, aunque en realidad,<br />

constituirá una "operación de libertad", puesto que<br />

implica rescatar a Eros de las ceñidas ataduras con<br />

que el presente lo ha vinculado a la obscenidad que lo<br />

devalúa. Sólo entonces la sensualidad devendrá en sa-<br />

72<br />

lud, belleza, juego placentero. De todas maneras, es el<br />

mismo individuo libre el que debe provocar la armonía<br />

entre la gratificación individual y la universal En<br />

una civilización libre de verdad, todas las leyes son<br />

autoimpuestas por los individuos: "dar libertad por<br />

la libertad es la ley universal" del "estado estético".<br />

Sin embargo, si el "estado estético" va a ser realmente<br />

el estado de la libertad, debe alcanzar la más<br />

grande de todas las victorias: dominar el curso destructivo<br />

del tiempo, puesto que este es, como dice<br />

Marcuse, "el enemigo fatal de la gratificación verdadera".<br />

Pero Schiller tiene la carta de triunfo: el juego,<br />

gozo y realización, es capaz de reconciliar al ser con<br />

el llegar a ser, el cambio con la identidad, de "abolir<br />

al tiempo en el tiempo". Ahora el gozo no estará<br />

separado del trabajo, ni los medios del fin, ni el esfuerzo<br />

de la recompensa: el hombre fragmentado y<br />

atado a sólo una parte de la realidad, deja su lugar a<br />

un hombre que, en la armonía de su ser, acoge y contempla<br />

al todo. Para el hombre que juega ha concluido<br />

la caída en el Tiempo, iniciada, como dice Mircea<br />

Eliade, con la desacralización del trabajo. En efecto,<br />

el hombre que no puede matar al tiempo durante las<br />

horas de trabajo, trata de consagrarlo durante las horas<br />

libres. Su vida de juego, de trabajo resacralizado,<br />

se desenvuelve en una suerte de burbuja de eternidad.<br />

De este modo, el desazonador fluir del tiempo que los<br />

griegos conjuraban mediante las imágenes de Orfeo y<br />

Narciso, que Shakespeare deseaba que se detuviera,<br />

que Proust suspende en el recuerdo, es vencido por<br />

Schiller, no en las virtualidades de una facultad de la<br />

vida mental, por más importante que sea, ni en la pura<br />

disquisición filosófica, sino en un amplio contexto<br />

social y cultural —el "estado estético"—, cuyo advenimiento<br />

implica la acción histórica. De este modo<br />

culmina el proceso de la humanidad hacia una forma<br />

superior de cultura. La civilización, como la lanza<br />

de Telefos, cierra la herida que ella misma infirió.<br />

Así pues, está en la naturaleza del arte el enfoque<br />

totalizador, la aproximación al conjunto de la realidad,<br />

la superación de la visión maniquea, fragmentada,<br />

atomizada de la realidad que ofrecen la religión,<br />

el esquema filosófico o el análisis puramente científico.<br />

Por el contrario, la aproximación estética a la<br />

realidad intenta captar y explicitar la íntima relación<br />

que existe entre el placer, la sensualidad, la belleza,<br />

la verdad, la libertad y el propio arte, es decir,<br />

el todo. El todo es lo bello, lo verdadero y la meta.<br />

Es lo que se opone a lo mutilado, a lo consagrado,<br />

esto es a lo efímero con pretensión de permanencia,<br />

a la nada. Precisamente, allí donde el filósofo opta<br />

por la nada para eludir el sufrimiento de la existencia<br />

—por la extinción de la "<strong>vol</strong>untad de vivir" y de<br />

la "representación"— el artista escoge el dolor, ("En<br />

Eduardo Sánchez Ñiguez


tre el dolor y la nada, escojo el dolor" es la última<br />

frase de Las palmeras salvajes Y es que el todo, en<br />

cuanto nostalgia y anhelo, es conciencia de incompletitud<br />

y, por lo tanto, fuente inagotable de tormento.<br />

Se trata de la vida en movimiento, contaminada,<br />

polivalente, buscando el cauce que aúne al hombre<br />

que somos con el que debimos ser, al individuo con<br />

los demás, a lo natural con lo histórico, en suma, a<br />

todas las mitades separadas. Como dice Carlos Fuentes,<br />

el artista invocando "un lenguaje que llene las<br />

ausencias de la razón y la fe nos entrega una forma<br />

de conocimiento paradójico de la vasta, compleja y<br />

ambigua realidad, transformándose en el principal<br />

agente de que la historia, al margen de que exista o no<br />

Providencia, se resuelva en una meta trascendente".<br />

Apología del arte<br />

<strong>Herencia</strong><br />

73


Lingüística


76<br />

Coherencia y cohesión<br />

Introducción<br />

El objetivo de este artículo es reseñar las<br />

principales ideas sobre los temas fundamentales<br />

de la lingüística del texto y sus<br />

autores. Comenzando por un repaso de las corrientes<br />

que dieron pie a los distintos estudios acerca de<br />

la significación del texto y la diferenciación conceptual<br />

respecto de texto y discurso, cohesión y coherencia,<br />

además de la exposición de los principales<br />

mecanismos de cohesión textual de superficie. Todo<br />

esto con el fin de contextualizar los postulados que<br />

han dado los autores acerca de las aristas que presenta<br />

el abarcar un texto desde su valor semántico.<br />

1.- Fundamentos epistemológicos de la lingüística<br />

del texto<br />

Básicamente, son tres las corrientes que han sido<br />

aceptadas como base para los estudios de la realidad lingüística<br />

según José Antonio González Montero (2005):<br />

• El planteamiento neogramático.<br />

• El planteamiento estructuralista.<br />

• El planteamiento generativista.<br />

Cada una de estas corrientes abordaba al lenguaje<br />

desde perspectivas propias y fundamentales para llegar<br />

a una gramática del texto, así, el enfoque histórico<br />

de los neogramáticos, el sincrónico a partir de los<br />

postulados acerca del signo lingüístico y sus estructuras<br />

de Saussure o los postulados de una gramática/<br />

lingüística centrada en la psicología del individuo de<br />

Chomsky han sentado sus bases en que es un fenómeno<br />

social. Ellos estudiaron el lenguaje en su profundidad,<br />

su mecánica y estructura, adoptándolo como<br />

sistema, en cambio, con la lingüística del texto la disciplina<br />

traspasa la importancia a la realidad del uso<br />

que se hace de los recursos lingüísticos, por tanto, se<br />

sirve de todas las significaciones que se produjeron anteriormente.<br />

La Lingüística del texto toma en cuenta<br />

los aspectos de coherencia y cohesión textuales, que<br />

conforman la matriz de sentido dentro de un texto.<br />

Ya dentro de los estudios modernos de la<br />

gramática del texto, Teun A. Van Dijk (2007)<br />

Sebastián Huerta<br />

plantea las corrientes que dan forma y equilibrio<br />

al desarrollo de la nueva disciplina:<br />

• La gramática estructural americana<br />

• La tagménica<br />

• La lingüística funcional<br />

• El estructuralismo checo<br />

• El estructuralismo francés<br />

• La lingüística alemana<br />

• La gramática generativo-transformacional.<br />

Teniendo todas ellas una base común en la gramática<br />

transformacional.<br />

T. Van Dijk (1979) llamó la atención sobre el hecho<br />

de que la denominación de lingüística del texto no se<br />

refiere a una única disciplina, sino que este término se<br />

utiliza para etiquetar cualquier estudio que tenga como<br />

objeto el texto. En este sentido, la retórica es la forma<br />

más antigua de interés por el estudio del texto. Asimismo,<br />

los textos han sido durante mucho tiempo objeto<br />

de investigación de los estudios literarios, en los que la<br />

lingüística textual tiene un precursor importante, por<br />

cuanto recupera esa tradición filológica y retórica. Por<br />

otro lado, aunque en un principio se interesó por las<br />

producciones escritas, sus intereses tienden a converger<br />

con la disciplina denominada análisis del discurso,<br />

orientada en sus orígenes a las producciones orales.<br />

Esta disciplina se plantea también el estudio<br />

de estructuras lingüísticas que trascienden los límites<br />

oracionales: la macroestructura y la superestructura,<br />

como estructuras globales del texto.<br />

2.- Distinción entre texto y discurso<br />

Generalmente se tiende a hablar de texto y discurso<br />

de manera uniforme, teniéndolos por sinónimos a<br />

la hora de enseñar lengua, sin embargo ¿son distintas<br />

acepciones de la misma idea? Y ¿qué debería tener, o no<br />

tener, un texto para ser un discurso? Estas son las preguntas<br />

centrales que intentaré dilucidar a continuación.<br />

En su tesis doctoral, F. Chueca (2003) distingue<br />

cuatro tentativas para abordar los términos del español<br />

Sebastián Huerta


texto y discurso: la primera, que los considera más o<br />

menos sinónimos a efectos prácticos e intercambiables;<br />

la segunda, donde “texto” se refiere al lenguaje<br />

escrito y “discurso” al lenguaje oral; la tercera, que<br />

distingue al texto como resultado de la combinación<br />

de elementos lingüísticos (léxicos y gramaticales) nivel<br />

de superficie, mientras que discurso es el resultado<br />

de la combinación de configuraciones semánticas<br />

(conceptos y relaciones) a nivel de estructura profunda;<br />

la cuarta y última diferencia ambos no desde un<br />

punto de vista estructural, sino desde uno procedimental:<br />

texto como producto y discurso como proceso.<br />

2.1.- Definición de texto<br />

Partiendo por la idea central de que el texto es la<br />

unidad de análisis de la lengua propia de la lingüística<br />

textual.<br />

Según F. Chueca Moncayo: “el texto es, por<br />

tanto, una unidad de la lengua en uso dentro de un<br />

contexto de situación”. Nombra al texto como una<br />

unidad semántica, eso significa que todo él completa<br />

un significado específico, dado por la intencionalidad<br />

del emisor y por el contexto de emisión, por<br />

lo tanto: es un producto verbal (oral o escrito); es la<br />

unidad mínima con plenitud de sentido, que se establece<br />

mediante procedimientos de negociación entre<br />

emisor y receptor, y que se mantiene en una línea<br />

de continuidad de principio a fin del texto. Así, “no”<br />

se transforma en texto dentro de una situación, por<br />

ejemplo: un sujeto A pretende acometer una acción<br />

riesgosa, mientras un sujeto B le observa; sin diálogo<br />

previo, B le dice no. La situación es el contexto<br />

del enunciado y fácilmente se pueden inferir los datos<br />

elididos, conformando la oración: A, no hagas eso.<br />

El texto se caracteriza, entre otras propiedades, por<br />

su coherencia, que nace de un conjunto de relaciones<br />

semánticas entre sus diversas proposiciones, y pragmáticas<br />

entre el texto y su contexto. Algunas de estas<br />

relaciones quedan señaladas por las que se dan entre las<br />

unidades lingüísticas de la superficie textual (palabras,<br />

frases y párrafos), que crean la cohesión textual. Así, el<br />

texto posee una dimensión supraoracional, que se basa<br />

en un conjunto de reglas y estructuras que lo organizan.<br />

Por su parte, Bernárdez (1994) plantea la idea<br />

de que texto como “aquél objeto lingüístico dotado<br />

de coherencia”. Objeto lingüístico: nos habla<br />

de una realidad presente sólo en un mundo creado<br />

a partir del lenguaje, de naturaleza cognitiva e<br />

intangible. Ya recae sobre la coherencia el signi-<br />

Coherencia y cohesión<br />

<strong>Herencia</strong><br />

ficado de texto mismo, y de este concepto nos ocuparemos<br />

más adelante en este mismo artículo.<br />

Se desprende de lo anterior una tentativa de respuesta<br />

para la interrogante acerca de qué es texto:<br />

“El texto es una unidad de la lengua en uso dentro<br />

de un contexto de situación (independiente de su extensión)<br />

y presenta una disposición de elementos formales<br />

en función del propósito que se persigue través<br />

del mismo”.<br />

Según Bernárdez, las propiedades del texto son la<br />

serie de principios que deben cumplir los discursos o<br />

textos para que la comunicación entre emisor- destinatario<br />

tenga éxito y son:<br />

• La adecuación: los textos deben estar bien construidos<br />

de p v comunicativo.<br />

• La coherencia: es la propiedad inherente a todo<br />

texto que nos hace que éste sea percibido como la unidad<br />

comunicativa y no como la sucesión inconexa de<br />

enunciados.<br />

• La cohesión: es la manifestación lingüística de<br />

la coherencia. Un texto está cohesionado cuando hay<br />

mecanismos lingüísticos que revelan la relación coherente<br />

de sus partes.<br />

• Corrección (o gramática).<br />

• Estilística.<br />

• Presentación.<br />

La distribución de estas características es distinta<br />

en los diferentes autores en dependencia de los fines<br />

que persiga, más encaminados hacia la didáctica, investigación<br />

lingüística, o la crítica literaria (González<br />

Montero, 2005).<br />

2.2.- Definición de discurso<br />

Con el término discurso se designa el uso de la lengua<br />

en las diversas actividades comunicativas. Constituye<br />

el objeto de estudio del análisis del discurso, que<br />

se efectúa en diversos niveles, desde el de los múltiples<br />

eventos comunicativos que se dan en distintos<br />

ámbitos sociales, hasta el de los sucesivos enunciados<br />

que se producen en el desarrollo de tales eventos.<br />

Muchos coinciden en considerar al texto como el<br />

uso del lenguaje o, dicho de otra manera, la lengua<br />

en acción, con todas sus variantes y significaciones.<br />

Según Van Dijk (2001) un discurso es “una unidad observacional,<br />

es decir, la unidad que interpretamos al<br />

ver o escuchar una emisión” (conf.1 p.20). El discurso,<br />

por tanto, lo tomaré para efectos del presente trabajo,<br />

77


<strong>Herencia</strong><br />

como una unidad lingüística con un fin específico y<br />

dotado de coherencia, independiente del tipo de receptor,<br />

así, su diferencia primordial con el concepto de<br />

texto radica en el tipo de receptor, que es quien, finalmente,<br />

le otorga el significado pleno al mensaje.<br />

A diferencia de otras unidades del estudio de<br />

la lengua, de carácter abstracto (la oración, el sintagma,<br />

los campos semánticos, etc.), en el discurso<br />

se trata siempre de acontecimientos realizados.<br />

78<br />

2.3 Diferencias principales entre texto y discurso<br />

Si bien ambos estudios son relativamente<br />

recientes, han sabido guiarse por sus propias<br />

pautas y enfoques, los cuales hacen posible<br />

una primera diferenciación entre ellos.<br />

• El término y la disciplina de gramática del<br />

discurso nacen asociados al estudio de la lengua<br />

oral a partir de la segunda mitad del siglo XX.<br />

• La Lingüística del texto, por su parte, nace asociada<br />

al estudio de la lengua escrita, durante el mismo período.<br />

• Ambas corrientes han confluido en gran medida<br />

en su enfoque del estudio de la lengua y<br />

en los conceptos e instrumentos que han desarrollado.<br />

De este modo, muchos autores utilizan<br />

indistintamente los términos texto y discurso.<br />

• Hay quienes ven en el discurso la dimensión dinámica,<br />

el proceso de producción de lengua, y en el<br />

texto la dimensión estática, el producto resultante.<br />

3.- Conceptos de cohesión y coherencia<br />

Ante un texto nos encontramos con dos puntos clave<br />

que hacen del mismo un texto comprensible; estos<br />

son la cohesión y la coherencia. Estos pueden funcionar<br />

juntos, en cuanto la cohesión hace alusión a los<br />

elementos textuales que configuran a un texto como<br />

una unidad morfosintáctica, es decir, con una estructura<br />

fácilmente delimitada dentro de la lingüística tradicional<br />

y científica. La cohesión nos propone el uso<br />

de indicadores textuales que sirven como nexo entre<br />

los términos que componen un texto, así, ha habido<br />

autores que distinguen dos tipos de cohesión: la cohesión<br />

s y la cohesión σ (Enrique Bernárdez), la primera,<br />

correspondiente a “los procedimientos de cohesión<br />

superficial”, por lo tanto, la sintáctica; mientras que<br />

la cohesión σ denota la unión “semántico- temática”,<br />

no explicitada sino más bien debe ser inferida a raíz<br />

de los que dice el texto mismo y apelando al conocimiento<br />

de mundo que posee el receptor. Un texto,<br />

por lo tanto, puede carecer de ambos tipos de cohe-<br />

sión y seguir siendo texto, para tocar este punto, es<br />

preciso señalar el concepto de coherencia textual.<br />

3.1.- Coherencia<br />

De acuerdo con Fernando J. Chueca Moncayo<br />

(2005) respecto de la definición que de coherencia<br />

hacen Beaugrande & Dressler (1981), Shreve<br />

& Neubert (1992) y Hatim & Mason (1989):<br />

“la coherencia es un proceso de la estructura semántica<br />

de un discurso, en la que un serie de conceptos<br />

primarios se relacionan entre ellos, así como un<br />

conjunto de conceptos secundarios que complementan<br />

a los primeros”.<br />

Podemos afirmar que coherencia es el resultado y el<br />

proceso en sí mismo de la cohesión dentro de un texto (en<br />

su definición más amplia), ya que mediante la unión de las<br />

mínimas unidades de significado morfosintáctico con:<br />

• Intencionalidad comunicativa (en relación directa<br />

con la recepción que del mensaje haga el destinatario),<br />

• recursos sintácticos (mecanismos de cohesión:<br />

nexos gramaticales, correferencias, etc.),<br />

• un contexto.<br />

Un texto puede carecer de alguno de los puntos<br />

mencionados, mas no de todos, ya que ninguno<br />

carece de intencionalidad (exceptuando el caso<br />

de personas con una patología sicológica extrema),<br />

sin importar que tenga o no cohesión gramatical, ya<br />

que la coherencia existe producto de una intencionalidad<br />

y de un contexto. Entonces, los conceptos primarios<br />

y secundarios a los que hace mención Chueca<br />

Moncayo son, por una parte, los actos del emisor<br />

(intencionalidad; recursos sintácticos; contextualización)<br />

y por otra, los actos del receptor (contextualización,<br />

en el caso en que el mismo texto no la<br />

dé o la situación del acto comunicativo sea difusa).<br />

Además hay factores que indican falta de coherencia:<br />

• El texto es reiterativo<br />

• El texto es contradictorio en su estructura<br />

• El texto contradice la realidad<br />

• El texto no es deductivo o inductivo<br />

Coherencia es, por tanto, el grado de aceptación<br />

que de un texto tiene uno o más receptores.<br />

Por consiguiente, “es casi imposible crear un texto<br />

completamente incoherente” (Bernárdez 1993); incluso<br />

el teatro de Ionesco, que presenta un bajo grado<br />

de cohesión sintáctica y que obligó a replantearse<br />

Sebastián Huerta


el concepto de la dramaturgia, es coherente; tiene<br />

sentido para cierta clase de espectadores.<br />

En definitiva, la coherencia es una propiedad del<br />

texto, de naturaleza pragmática, por la que aquél se<br />

concibe como una unidad de sentido global. Es decir,<br />

los conceptos y las relaciones de significado que se dan<br />

en su interior no contradicen el conocimiento del mundo<br />

que tienen los interlocutores sino más bien la fortalecen<br />

y se nutren de ella para delimitar su significado.<br />

3.2.- Cohesión<br />

Es la relación de dependencia entre dos elementos<br />

de un texto que pertenecen a distintas oraciones.<br />

Louwerse (2004) aplica el término cohesión para las<br />

indicaciones textuales a partir de las que debería construirse<br />

una representación coherente, es decir, es un<br />

rasgo del texto a través del cual se desvela el significado<br />

del mismo. Entonces, la cohesión es una propiedad<br />

del texto, inherente a la coherencia y reflejada en las<br />

pistas que el autor da para comprender el mensaje; estas<br />

pistas están dadas por la abundancia o carencia deliberada<br />

en el empleo de los conectores, sin embargo,<br />

puede presentarse o no de acuerdo a la naturaleza del<br />

destinatario al que va dirigido el mensaje, de este modo,<br />

un lector poco avezado requerirá una mayor cantidad<br />

de conectores textuales para comprender la totalidad<br />

del mensaje, mientras uno más experimentado inferirá<br />

si los datos se concatenan mediante conexiones de<br />

tipo referencial, temporal, espacial, causal o aditiva.<br />

4.- Mecanismos de cohesión textual de superficie<br />

Son muchos los factores que concurren en la cohesión<br />

textual, los cuales, a grandes rasgos se podrían<br />

clasificar en cohesión gramatical (referencia, sustitución<br />

y elipsis) y cohesión léxica, mientras que la conjunción<br />

quedaría en la frontera de los dos tipos: principalmente<br />

gramatical, pero con un componente léxico.<br />

Según Halliday y Hasan (1976) hay cinco tipos de<br />

relaciones cohesivas que pueden establecerse dentro<br />

de un texto:<br />

Referencia<br />

Relación que se establece entre un elemento del<br />

texto y algún otro elemento, con la que el segundo<br />

apunta a la existencia de un segundo. Se distinguen<br />

dos tipos de referencia: endofórica y exofórica, dependiendo<br />

de si el referente se encuentra dentro o<br />

fuera del texto mismo. A su vez, la referencia endofórica<br />

puede ser anafórica (si el elemento que<br />

Coherencia y cohesión<br />

<strong>Herencia</strong><br />

presupone depende de un elemento anterior en el<br />

contexto lingüístico o co-texto) o anafórica, si el elemento<br />

que presupone precede al elemento presupuesto.<br />

Sustitución<br />

Consiste en la sustitución de un elemento por otro e<br />

implica un contraste con el referente. La cohesión, en<br />

este caso, recae en una continuidad en el contexto de<br />

contraste. F. Chueca Moncayo (2003).<br />

Elipsis<br />

Se define como la forma de sustitución en la cual el ítem<br />

es reemplazado por nada, o simplemente como “substitución<br />

por cero”. Tal como en la sustitución, subyace<br />

el principio de continuidad en el entorno de contraste.<br />

Conjunción<br />

Halliday y Hasan (1976) comentan que los elementos<br />

conjuntivos no por sí mismos sino indirectamente,<br />

en virtud de sus significados específicos; no son,<br />

primariamente, mecanismos para llegar al texto precedente<br />

(o siguiente), pero expresan ciertos significados<br />

que presuponen la presencia de otros componentes en<br />

el discurso. Se distinguen dos tipos de relaciones de<br />

conjunción en función de si la relación es producto del<br />

proceso comunicativo en sí (internas) o no y, por tanto,<br />

dependiente de lo que está siendo dicho (externas).<br />

Cohesión léxica<br />

Se establece a través de la estructura del léxico o vocabulario<br />

en un nivel lexicogramatical. Según Moncayo:<br />

“La cohesión léxica abarca dos aspectos diferentes,<br />

pero relacionados de alguna manera a los que Halliday<br />

y Hasan denominan reiteración y colocación.<br />

Consistiendo el primero en la repetición de un lexema<br />

o aparición de un sinónimo o cuasi-sinónimo en<br />

el contexto de referencia. La colocación se refiere a<br />

la asociación de unidades léxicas que suelen ocurrir<br />

juntos de manera regular”.<br />

La aparición de conectores expresa las relaciones<br />

semánticas entre las oraciones: relaciones<br />

lógico-temporales, lógico-causales, de concesión,<br />

de finalidad, de restricción, de ubicación,<br />

de orden, de progresión. Es una de las estrategias<br />

de cohesión más ricas que posee la lengua.<br />

5.- Reflexión y conceptos personales sobre los<br />

temas tratados<br />

Respecto del punto 1:<br />

Considero que el enfoque adoptado hacia la comprensión<br />

de los textos en su nivel intencional global es<br />

79


<strong>Herencia</strong><br />

más cercano para su trabajo en el aula, ya que va directamente<br />

relacionada hacia la comprensión que del<br />

mundo poseen los alumnos, sin estructuraciones ni<br />

terminología científica, por lo cual resulta más ameno<br />

para el estudiante y más útil para que comprenda el uso<br />

que se pretende dar a la lengua como recurso comunicativo.<br />

Esta manera de abarcar los estudios de la gramática<br />

plantea su base en la norma lingüística, es decir,<br />

en el uso funcional de los mismos hablantes, incluyendo<br />

así tanto la denotación como la connotación de los<br />

términos, enriqueciendo el espectro de posibilidades<br />

que de un concepto pudieran poseer los estudiantes.<br />

Respecto del punto 2:<br />

Si bien texto y discurso plantean el uso efectivo<br />

de la lengua, los diferencia la intencionalidad y la necesidad<br />

de un contexto específico; así, el texto completa<br />

su significado a través de las condiciones extra<br />

textuales, tales como el tipo de receptor o el marco<br />

situacional; un texto puede seguir siendo texto si carece<br />

completamente de conectores textuales (cohesión),<br />

pero nunca estará carente de coherencia. En<br />

cambio, el discurso se completa a través del empleo<br />

eficiente que de la lengua realice el emisor, donde la<br />

coherencia y la cohesión cumplen un rol fundamental.<br />

Respecto del punto 3:<br />

Bernárdez distingue dos tipos de cohesión: cohesión<br />

s y cohesión σ para los procedimientos de cohesión<br />

superficial “sintáctica” y para la coherencia<br />

o “cohesión semántico-temática” respectivamente.<br />

Teniendo al concepto de coherencia para designar<br />

las distintas variantes que participan en el acto de la<br />

enunciación y que dotan a un texto de significado. En<br />

esa línea, podría decir que la coherencia está presente<br />

en todo acto lingüístico “consciente”, excluyendo<br />

así las patologías sicolingüísticas, que son los referentes<br />

de contrastación para los estudios del lenguaje.<br />

Respecto del punto 4:<br />

A través de los mecanismos de cohesión textual<br />

se le otorga un grado superior de coherencia al texto,<br />

haciéndolo más asequible ante lectores no experimentados,<br />

así, se explicitan la relaciones de<br />

sentido entre los conceptos e ideas presentes en el<br />

texto genérico que un lector avezado podría inferir<br />

y pudieran estar elididos por motivos estilísticos.<br />

6.- Posibles aplicaciones didácticas de la lingüística<br />

del texto<br />

A través del repaso de la lingüística del texto, es<br />

posible el manejo de la literatura por parte de los alum-<br />

80<br />

nos, la profundización en los estilos de cada escritor<br />

y las posibilidades que otorga el lenguaje para contar<br />

realidades y facilitar su comprensión, conllevando eso<br />

una valoración de la literatura como arte, el cual es uno<br />

de los objetivos transversales de la formación escolar<br />

en lenguaje y comunicación durante la educación media.<br />

Además, mediante ejercicios de comprensión lectora<br />

a partir de las pistas textuales que otorga el texto<br />

mismo a través de los conectores, es posible progresar<br />

y complejizar los textos que se les da a los estudiantes,<br />

con el fin de fomentar los niveles superiores de pensamiento<br />

dentro de las taxonomías de B. Bloom (1956)<br />

y aumentar los estándares de calidad en la educación.<br />

Referencias bibliográficas<br />

• Bernárdez, Enrique: La coherencia textual<br />

como autorregulación en el proceso comunicativo.<br />

In: Boletín de Filología, Santiago, Chile (BFil).<br />

1993-1994, 34, 9-32.<br />

• Coseriu, Eugenio (2007) Lingüística del texto.<br />

Madrid: arco/libros.<br />

• Dijk, Teun A. Van (2001) Estructuras y funciones<br />

del discurso: una introducción interdisciplinaria<br />

a la lingüística del texto y a los estudios del<br />

discurso. Siglo XXI editores, s. a. Argentina. ISBN<br />

968-23-1542-5.<br />

• González Montero, José Antonio: De la palabra/oración<br />

al texto/discurso. En EA, Escuela<br />

abierta: revista de Investigación Educativa, ISSN<br />

1138-6908, Nº 8, 2005, págs. 195-230.<br />

• Louwerse, Max (2004) Un modelo conciso de<br />

cohesión en el texto y coherencia en la comprensión.<br />

<strong>Revista</strong> signos.<br />

Recurso electrónico:<br />

• Chueca Moncayo, Fernando Julio. La terminología<br />

como elemento de cohesión en los textos de<br />

especialidad del discurso económico-financiero.<br />

Cap. 1 texto, coherencia y cohesión. Edición digital:<br />

Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes,<br />

2003. http://www.cervantesvirtual.com/FichaObra.<br />

html?Ref=10315&ext=pdf&portal=0<br />

Sebastián Huerta


Bases teóricas del estructuralismo<br />

Introducción<br />

Este artículo presenta una revisión de<br />

los postulados de las principales escuelas<br />

lingüísticas estructuralistas que<br />

han sido herederas de la tradición saussureana.<br />

Ferdinand de Saussure es considerado, indiscutidamente,<br />

el padre de la Lingüística moderna pues, a<br />

partir de sus ideas, se cimienta una forma de enfocar<br />

la disciplina. Desgraciadamente, el maestro nunca escribió<br />

una palabra para ser publicada –conocida es la<br />

historia que cuentan los discípulos Bally y Sechehaye<br />

en el prefacio al Curso-. Por lo tanto, todas las ideas<br />

que se desarrollarán a continuación son angulares de la<br />

doctrina saussurena que no fue escrita: las dicotomías<br />

lengua y habla, diacronía y sincronía, la caracterización<br />

del signo lingüístico. Tal como señala Eugenio<br />

Coseriu (1971), las ideas expuestas en el Curso no<br />

son las de él, sino las que redactaron sus discípulos,<br />

por lo tanto, es muy plausible que su pensamiento no<br />

haya sido expuesto con fidelidad o que no esté completamente<br />

desarrollado. Empero, los herederos de<br />

la tradición estructural han recogido el pensamiento<br />

del maestro para e<strong>vol</strong>ucionarlo y mantenerlo vigente<br />

como objeto de discusión durante cien años. He ahí<br />

lo interesante de su influjo: lo propuesto por Saussure<br />

no ha quedado obsoleto ni se ha transformado en<br />

un cuerpo invariable de verdades, sino que ha servido<br />

como un la raíz de un gran árbol en cuyas ramas<br />

han surgido diversas escuelas que han estudiado el<br />

lenguaje humano desde los más diversos enfoques.<br />

Este trabajo de alguna forma revisa esos múltiples<br />

enfoques del estudio de la lengua que responden<br />

a diversas inquietudes que los lingüistas han querido<br />

satisfacer a lo largo del siglo XX: los descriptivistas<br />

y su afán por delimitar los signos de las lenguas indígenas<br />

de Norteamérica; Jakobson y su interés por la<br />

relación entre los estudios científicos del lenguaje y<br />

los estudios literarios; Coseriu y su inquietud por dilucidar<br />

qué hay más allá de la aparentemente simple<br />

división del idioma en abstracto y concreto; la configuración<br />

funcional del signo lingüístico propuesta<br />

por Martinet y la materialización de las diferencias<br />

normativas y sistémicas del español americano, tan<br />

heteróclito y multiforme como el lenguaje mismo.<br />

Por lo tanto, este trabajo pretende exponer las<br />

Bases teóricas del estructuralismo<br />

Miguel Bargetto Fernández<br />

diversas maneras de cómo han e<strong>vol</strong>ucionado los<br />

estudios lingüísticos a partir de su fundador, a<br />

quien se le sigue o rechaza, pero no se le obvia.<br />

1.- Los núcleos temáticos de las escuelas<br />

estructuralistas<br />

Apresian (1985) nombra a tres escuelas estructuralistas<br />

que son herederas de las ideas saussureanas:<br />

a) Escuela de Praga: encabezada por Troubeskoy y<br />

Jakobson, de características funcionales.<br />

b) Escuela de Copenhague, dirigida por Hjlesmlev.<br />

c) Escuela norteamericana, encabezada por Bloomfield<br />

y Harris, conocida también como lingüística descriptivista<br />

distribucional.<br />

Las escuelas nombradas anteriormente diferencian<br />

entre diacronía y sincronía y las diferencias que se pueden<br />

apreciar están centradas en los aspectos que priorizan.<br />

En primer término, la escuela norteamericana está<br />

constituida en ramas: una ligada a Bloomfield, quien<br />

sostiene que la lengua está estructurada en dos constituyentes:<br />

el inmediato –equivalente al morfema- y el<br />

final –similar al concepto de sintagma saussureano-. La<br />

otra vertiente del estructuralismo norteamericano es el<br />

encabezado por Edward Sapir, cuya concepción de la<br />

lengua señala, siguiendo a Saussure, que esta se constituye<br />

en un sistema físico y otro ideal. El ideal es considerado<br />

como el principio real y más importante del análisis.<br />

Del análisis del sistema ideal de una lengua surgirá<br />

la teoría del relativismo lingüístico de Sapir y Whorf.<br />

Otro enfoque de la escuela norteamericana es el de<br />

la Lingüística distribucional. Su fundamento está en la<br />

capacidad del lingüista para descifrar lenguas sin conocerlas,<br />

a partir del método distribucional. Para los seguidores<br />

de esta tendencia, la descripción de la lengua<br />

sigue el siguiente proceso: se establecen unidades elementales<br />

en todos los niveles (fonológico, sintáctico,<br />

semántico); se establecen clases de unidades elementales,<br />

para luego delimitar clases de unidades elementales<br />

y finalizar con la combinación de unidades de clases<br />

diferentes. Así, las unidades de la lengua son los fonemas<br />

y los morfemas y las disciplinas que los estudian<br />

81


<strong>Herencia</strong><br />

son la Fonotáctica y la Morfotáctica. Además existe<br />

una interdisciplina que es la Morfonología, que estudia<br />

los medios de expresión fonológica de los morfemas.<br />

Apresian (1985) explica que la Escuela de Copenhague<br />

concibe, por su parte, la Glosemática como<br />

una teoría general de las lenguas, dado el interés<br />

teórico de Hjmeslev y no busca analizar lenguas en<br />

contacto como los norteamericanos. Concibieron la<br />

Lingüística como ciencia del lenguaje y a la lengua<br />

como objeto de la Lingüística. Emilio Alarcos Llorach<br />

(1984) sostiene que su influencia en la Lingüística<br />

se centra en la consideración inmanente del objeto<br />

de estudio, a diferencia la tradición medieval y<br />

renacentista de la lengua y de la concepción de ella<br />

como un estudio deductivo del idioma. La concepción<br />

que desarrollan del signo lingüístico como supera la<br />

saussureana: ya no es considerado solamente la conjunción<br />

de significante y significado, sino que e<strong>vol</strong>uciona<br />

a forma del contenido y forma de la expresión<br />

y sustancia del contenido y sustancia de la expresión.<br />

La tercera escuela que estudia Apresian es la del<br />

Círculo Lingüístico de Praga, conocida también como<br />

funcionalista. Su principal postulado es concebir la<br />

lengua como un sistema funcional, es decir, como<br />

un “sistema de medios de expresión tendientes hacia<br />

un fin definido” (Apresian: 55). La principal preocupación<br />

de esta escuela lingüística es la fonología.<br />

Según la conclusión de Apresian (1985: 63),<br />

la actividad de estas tres escuelas lingüísticas:<br />

82<br />

“Dejó abiertos varios caminos: creo la fonología,<br />

escribió algunos capítulos importantes de<br />

morfología, reformó la lingüística diacrónica y<br />

comenzó la elaboración seria de los problemas<br />

tipológicos.”<br />

Por otra parte, las ideas disímiles que puedan tener<br />

estas tres escuelas no son más que complementarias,<br />

porque “poseen sus objetos específicos, cuyo<br />

estudio es igualmente indispensable para la elaboración<br />

de una teoría única y completa” (Apresian: 65)<br />

Finalmente, se puede señalar que los aspectos comunes<br />

a estas tres escuelas permiten complementar<br />

una visión global de la lingüística contemporánea.<br />

2.- El influjo de Saussure en el descriptivismo<br />

norteamericano<br />

La escuela lingüística norteamericana conocida<br />

como descriptivista –o como la llama Iuri Apresian,<br />

Descriptivista funcional- tiene sus bases en la difusión<br />

en Europa del pensamiento saussureano alrededor de<br />

1930. Las semejanzas entre ella y las corrientes europeas<br />

permiten considerarla una variante del estructuralismo<br />

(Fuchs y Le Goffic: 34). Las diferencias<br />

entre las escuelas europeas y la norteamericana es el<br />

objeto de estudio, pues, mientras la europea mira las<br />

lenguas antiguas europeas, la escuela norteamericana<br />

estudia las lenguas amerindias. Los descriptivistas<br />

prefieren realizar el trabajo de campo antes que<br />

profundizar las teorías del análisis, pues su principal<br />

interés es el estudio de estas lenguas no estudiadas.<br />

Tal como se había mencionado más arriba,<br />

el descriptivismo es una escuela que es heredera<br />

de la tradición saussureana. Pues bien, esta herencia<br />

se manifiesta en los siguientes aspectos:<br />

a) El objeto de estudio del descriptivismo está centrado<br />

en la lengua y no en el habla: este aspecto quiere<br />

decir que los investigadores de esta escuela lingüística<br />

se centran en el sistema abstracto de signos. Incluso,<br />

prefieren hablar de código, pues en inglés, “lenguaje,<br />

lengua y habla no tiene equivalencia exacta” (Fuchs y<br />

Le Goffic: 34). Por otra parte, Apresian señala que el<br />

distribucionalista es un descifrador de lengua, en cuanto<br />

sistemas. Incluso, esta escuela sostiene que un lingüista<br />

podría descubrir la gramática de una lengua cualquiera<br />

solo con el análisis distribucional (Apresian, 1985).<br />

En este respecto, la escuela descriptivista asume<br />

la distinción fundamental en el estudio de una<br />

lengua, que es la distinción entre el sistema abstracto<br />

y las realizaciones concretas, aunque para realizar<br />

el estudio del sistema (o lengua) tenga que recopilar<br />

corpus a partir del habla de los informantes.<br />

b) El estudio debe ser sincrónico: el descriptivismo<br />

busca descubrir, como se dijo más arriba, la estructura<br />

de una lengua dada, especialmente de las<br />

amerindias, que son las lenguas que los lingüistas<br />

tenían a disposición e interés en describir. Ahora,<br />

estas son lenguas que no tienen escritura y que, por<br />

lo tanto, no se cuenta con registro de su pasado, lo<br />

que produce que sea imposible hacer diacronía hasta<br />

el momento en el que empezaron a ser descritas.<br />

Sin embargo, la idea de diacronía y sincronía<br />

no consiste en dos ejes antitéticos, sino en dos ejes<br />

complementarios, pues una suma de estudios sincrónicos<br />

configuran una descripción diacrónica. De<br />

esta forma, una serie de estudios descriptivos sobre<br />

Miguel Bargetto Fernández


una lengua determinada configurará en el futuro la<br />

historia de las lenguas amerindias. Con lo anterior se<br />

concluye que no se prefiere el estudio sincrónico por<br />

sí, sino que todavía no es posible realizarlo porque no<br />

ha pasado suficiente tiempo entre estudios sincrónicos.<br />

c) El análisis se realiza desde la segmentación del<br />

signo lingüístico: Saussure plantea en su Curso que<br />

el signo es lineal, es decir, que se expresan uno tras<br />

otro en la cadena hablada, diferente de cómo pueda<br />

suceder en la música –donde conviven varios signos<br />

al mismo tiempo- o en los códigos audiovisuales,<br />

donde la superposición de signos construye el mensaje.<br />

En el caso de la escuela descriptivista, el método<br />

de segmentación de signos es adoptado porque<br />

las lenguas indoamericanas no tienen registro escrito.<br />

Saussure advierte que el método de segmentación<br />

ofrece múltiples complicaciones, por cuanto el lingüista<br />

debe contrastar una secuencia fónica en diversos<br />

contextos para dilucidar la adecuada función del signo<br />

dentro del sintagma. Los distribucionalistas, por su<br />

parte, se dedican a realizar “un examen extremadamente<br />

minucioso de los problemas planteados por el análisis”<br />

(Fuchs y Le Goffic: 34), lo que implica que ellos<br />

centran su interés en el análisis de caso. En este respecto<br />

se puede apreciar cierta diferencia con el maestro<br />

ginebrino, pues este no desarrolla la metodología del<br />

análisis y los distribucionalistas se dedican a buscar<br />

la mejor forma de describir una lengua desconocida.<br />

d) Las lenguas constituyen, para los descriptivistas,<br />

sistemas específicos: esto quiere decir<br />

que consideran a la lengua como un sistema<br />

arbitrario tal como lo explica Saussure.<br />

e) Finalmente, los descriptivistas enfocan su análisis<br />

en las relaciones sintagmáticas: Saussure plantea<br />

en su curso (1971:207) que la oposición entre<br />

los signos de la lengua determinarán su valor dentro<br />

del discurso. Esta asociación se realiza in praesentia<br />

“se apoya en dos o más términos en una serie efectiva”<br />

(1971:208). Apoyándose en esta idea, los distribucionalistas<br />

desarrollan su metodología de análisis<br />

a partir de un corpus representativo de la lengua.<br />

En lo que se aparta de los principios del estructuralismo<br />

saussureano es en la incorporación del conductismo<br />

(Apresian 1979: 35) a la doctrina lingüística.<br />

Fundamentalmente, según Lewandowski (1995:94) el<br />

influjo del conductismo en el descriptivismo consiste en:<br />

“excluir de la investigación lingüística los<br />

Bases teóricas del estructuralismo<br />

<strong>Herencia</strong><br />

procesos de la conciencia por no ser directamente<br />

observables y mensurables y solo<br />

se debe describir la conducta perceptible.”<br />

La metodología del distribucionalismo está centrada<br />

en el análisis segmentado de signos de una cadena<br />

hablada, obtenida de un corpus representativo.<br />

La segmentación tiene como finalidad delimitar<br />

cuáles son los morfemas. El objeto de estudio, tal<br />

como se señaló más arriba, son las lenguas amerindias,<br />

especialmente –según el autor- el swahili. En<br />

el caso de esta lengua, su análisis distribucional es<br />

más fácil pues presenta características estructurales<br />

que no se manifiestan en lenguas como el francés,<br />

por su compleja configuración sintagmática.<br />

En conclusión, el descriptivismo distribucional<br />

es una escuela lingüística que hereda los principios<br />

del estructuralismo saussureano, pero que los<br />

adapta al estudio de lenguas desconocidas y se diferencia<br />

en la concepción de la lengua como un comportamiento,<br />

debido al influjo del conductismo.<br />

3.- El signo lingüístico<br />

Saussure inicia el análisis de las entidades concretas<br />

de la lengua señalando que la entidad lingüística<br />

es producto de la asociación entre significado y<br />

significante. Esta relación, según él es indisoluble,<br />

pues a falta de uno de ellos, se desarticula. Si el significado<br />

se disocia del significante, solo quedan conceptos<br />

que son estudiados por la Psicología o bien,<br />

si solo se analiza el significante, queda la estructura<br />

material del signo que es materia de la Fonología.<br />

Por otra parte, el signo lingüístico solo se determina<br />

cuando se deslinda de otros elementos de<br />

la cadena fónica, es decir, del discurso sintagmático.<br />

Al aislarlas, por oposición quedan delimitados<br />

los signos unos de otros. Lo anterior implica que<br />

la lengua no se presenta como una serie de signos<br />

deslindados unos de otros, sino que lo hace como<br />

una masa indistinta que solo se descubre en el uso.<br />

El método que propone Saussure en primera instancia<br />

es la delimitación fónica; después, se debe<br />

contrastar una unidad fonética dada dentro de varios<br />

contextos para comprobar si el sentido que se asigna<br />

a la cadena fónica es idéntico o no en contextos diferentes.<br />

El sentido de las unidades lingüísticas está<br />

determinado por su función dentro del discurso: puede<br />

ser sustantivo, adjetivo, verbo, etc. Así, si el sentido<br />

de una cadena fónica es idéntico en ambos contextos<br />

83


<strong>Herencia</strong><br />

se está en presencia de una misma unidad lingüística.<br />

En caso contrario, son unidades diferentes.<br />

Sobre lo mismo, Saussure reflexiona que no siempre<br />

el signo lingüístico se puede delimitar exactamente<br />

según el método anterior, pues habrá casos en que el<br />

signo lingüístico podrá variar su forma. En primer lugar,<br />

el concepto de palabra no corresponde completamente<br />

con el de signo, pues habrá unidades lingüísticas<br />

que equivalgan a una palabra, pero que en verdad está<br />

constituida por más de un signo. Por ejemplo, descubrir<br />

está formado por los signos des y cubrir, pues ambos –<br />

siguiendo lo expuesto más arriba- pueden contrastarse<br />

en contextos y seguir cumpliendo la misma función. En<br />

segundo lugar, a veces las los signos pueden cambiar su<br />

estructura fónica por adaptación al contexto, tal como<br />

sucede con la variación singular-plural de caráctercaracteres,<br />

pues en este caso, modifica la sílaba tónica.<br />

Por lo tanto, las palabras pueden construirse por<br />

medio de unidades complejas tales como prefijos<br />

y sufijos o bien un signo tiene valor solo en cuanto<br />

entren en juego múltiples palabras que lo constituyan,<br />

tal como sucede con las perífrasis verbales.<br />

Otra de las características que el autor propone<br />

es la identidad, la realidad y los valores en el signo.<br />

Por una parte, la identidad sincrónica se entiende<br />

como el uso y realización de un signo en suceden las<br />

mismas condiciones. Finalmente, el valor del signo<br />

está determinado por su oposición con otros signos.<br />

En el análisis siguiente, Saussure desarrolla el concepto<br />

del valor lingüístico y de las relaciones lingüísticas<br />

presentes en el habla. La idea fundamental que<br />

sostiene el autor es que en la lengua todo se organiza<br />

por medio de oposiciones. Estas oposiciones pueden<br />

ser entre elementos diferentes o bien entre elementos<br />

de su misma especie para determinar la diferencia<br />

ellos. Las consecuencias de esta afirmación de Saussure<br />

son varias: si las lenguas fueran acervos de palabras<br />

predeterminadas, habría correspondencias exactas<br />

entre lengua y lengua en cuanto a los significados y<br />

las peculiaridades de las flexiones gramaticales, tales<br />

como los tiempos verbales o flexiones en los nombres.<br />

Ahora, el modo de comprobar este sistema de oposiciones,<br />

Saussure explica que existen dos tipos de conexiones:<br />

las sintagmáticas o in praesentia y las asociativas<br />

o in absentia. La objeción que pone Saussure<br />

a la relación sintagmática guarda relación con la dicotomía<br />

lengua y habla sobre algunos fenómenos ubicados<br />

en la lengua y que son sintagmáticos (1972:209).<br />

84<br />

La arbitrariedad del signo, según Saussure, tiene<br />

dos niveles: una absoluta y otra que es relativa,<br />

es decir, que puede tener algún nivel de motivación.<br />

Este grado de motivación se manifiesta en la formación<br />

de palabras con prefijos y sufijos, pues uno de<br />

los elementos motiva (o evoca) uno de los términos,<br />

tal como lo ejemplifica el autor (1971:219).<br />

Ferdinand de Saussure en los capítulos II al VI de<br />

la Segunda Parte de su Curso profundiza las características<br />

del signo que anteriormente había señalado y<br />

que para muchos son materia conocida. Profundiza en<br />

primera instancia el valor lineal del signo, indicando<br />

que solo la descomposición fonética y su comparación<br />

significativa puede delimitar el puesto de cada signo<br />

dentro de la cadena hablada. En este punto, abarca una<br />

problemática interesante que es la consideración de<br />

una palabra compuesta como una unidad sígnica. No<br />

es una idea re<strong>vol</strong>ucionaria, pero es de una lucidez muy<br />

grande; lamentablemente no es totalmente aceptada en<br />

la enseñanza de la lengua materna en nuestro sistema<br />

escolar, pues todavía se enseña que es<br />

la conjunción de tres palabras y no una sola, tal como<br />

lo habría sostenido el maestro ginebrino en su análisis.<br />

La concepción saussureana del signo como un<br />

elemento arbitrario tiene como base la inmotivación<br />

entre éste y su referente. Sin embargo, el autor señala<br />

con propiedad que la inmotivación es relativa,<br />

por cuanto puede configurarse nuevas expresiones a<br />

partir de la motivación que ejerce un signo en la derivación<br />

de otros. Esta derivación puede ser en torno<br />

a un morfema o un lexema. En este caso, el autor<br />

se desvía del concepto inmotivación, pues el signo<br />

ya está incorporado a la estructura de la lengua. El<br />

concepto de inmotivación se debería restringir, entonces,<br />

solamente a la “invención” léxica. El hacerlo<br />

en la formación de palabras ya existentes en la lengua<br />

refiere a la recursividad del lenguaje, que sí es<br />

motivado, pues “recicla” los signos ya existentes.<br />

El tercer aspecto fundamental de la caracterización<br />

del signo de Saussure es la constitución de las relaciones<br />

sintagmáticas y asociativas, pues es en este punto<br />

donde el autor comprueba que la lengua es en sí misma<br />

un sistema de oposiciones: las relaciones fónicas, las<br />

funcionales y las semánticas son producto de oposiciones.<br />

Esta concepción de la lengua será la que asiente<br />

los principios del estructuralismo posterior y que<br />

constituirá a la Lingüística como ciencia del lenguaje.<br />

Para finalizar, acaso las ideas de Saussure no sean un<br />

cuerpo de verdades irrefutables, como lo puede ser la<br />

Miguel Bargetto Fernández


geometría euclidiana, pero sentó las bases<br />

del desarrollo posterior de la ciencia del lenguaje<br />

a manos de los discípulos posteriores.<br />

4.- Coseriu y Rona: diversos enfoques de la variedad<br />

intralengua<br />

El principio que rige la idea de intralengua tanto<br />

en Coseriu como en Rona es la dicotomía saussurena<br />

de lengua y habla. Como es sabido, Saussure<br />

señala que: “Al separar la lengua del habla, se separa<br />

a la vez: 1°, lo que es social de lo que es individual;<br />

2°, lo que es esencial de lo que es accesorio<br />

y más o menos accidental” (Saussure: 1971, 57).<br />

Sin embargo, esta distinción no satisfizo la compleja<br />

realidad del fenómeno lingüístico y Coseriu realiza<br />

una ojeada a la e<strong>vol</strong>ución de esta problemática.<br />

La primera distinción que realiza Coseriu es que<br />

el concepto de lengua que propone no es idéntico al<br />

propuesto por Saussure, pues corresponde a “un momento<br />

ulterior al análisis del lenguaje como fenómeno<br />

concreto y corresponde más bien a la lingüística histórica<br />

que a la teórica” (Coseriu: 15). A continuación,<br />

revisa una serie de observaciones que realizan otros<br />

autores sobre el particular y concluye que los enunciados<br />

lengua y habla adolecen de múltiples incoherencias.<br />

La principal teorización del problema es qué<br />

es efectivamente la lengua y dónde se deslinda con el<br />

habla u otras realizaciones concretas del lenguaje. Coseriu<br />

revisa las ideas de Jespersen, Palmer, Porzig, Bally,<br />

Gardiner, Sechehaye, Delacroix, Trubestzkoy, von<br />

Wartburg, Plagiaro y Humboldt. Conluye, finalmente<br />

que existe una diferencia sustantiva entre uso lingüístico<br />

y sistema funcional. A partir de este concepto, el<br />

autor desarrollará los conceptos de sistema y norma.<br />

La primera apreciación que Coseriu (1989: 63) realiza<br />

para aproximarse al concepto de norma es la posibilidad<br />

que existe de la innovación en el empleo de un idioma:<br />

“...observamos que las innovaciones, sobre<br />

todo sintácticas y semánticas, comprobadas n la<br />

expresión de dicho poeta, aunque absolutamente<br />

inéditas, audaces y sorprendentes y, de alguna<br />

manera, ‘anormales’, no resultan aberrantes<br />

desde el punto de vista del sistema, no se perciben<br />

como errores, no chocan al ‘sentido lingüístico’<br />

de los lectores homoglotas.”<br />

Esta concepción permite postular a Coseriu que<br />

<strong>Herencia</strong><br />

estas alteraciones al sistema no son ocasionales, sino<br />

que son normales y constantes, tal como lo afirma<br />

Trubetskoy 1 y abarcan a comunidades más o menos<br />

amplias. Estas alteraciones se convierten en sucesos<br />

normales, pero no son pertinentes al sistema, pues<br />

no son diferencias radicales en el funcionamiento<br />

de él. Coseriu sostiene, entonces, que la diferencia<br />

entre sistema y norma está centrada en distintos<br />

niveles de abstracción del análisis lingüístico. El<br />

resultado de este ejercicio de abstracción es la delimitación<br />

de isoglosas. De esta forma, el concepto<br />

de intralengua de Coseriu está constituido por la<br />

norma, que es el auténtico molde de uso que los hablantes<br />

tienen en la realización concreta de la lengua.<br />

Por otra parte, Rona reflexiona sobre qué es un<br />

americanismo a partir de la propuesta de Ambrosio<br />

Rabanales. La principal objeción que realiza es que<br />

la definición de Rabanales abarca solamente la sincronía<br />

del uso del americanismo, por lo tanto, luego<br />

de reflexionar sobre el inconveniente de la definición,<br />

Rona postula que el concepto debe abarcar más que<br />

la sola sincronía, pues los usos a veces trascienden<br />

de una región a otra, incluso, puede darse el caso de<br />

regionalismos que habiéndose originado en un lugar<br />

determinado, han caído en desuso, pero se mantienen<br />

vigentes en otras regiones. Así, el autor concluye que<br />

un regionalismo puede tener una doble dimensión: ser<br />

regionalismo sensu stricto o lato sensu, según sea su<br />

nivel de trascendencia de la región donde se originan.<br />

De esta forma, Rona (1969: 139) concluye que: “solamente<br />

los regionalismos stricto sensu son regionalismos<br />

dialectológicos, o sea, que el atributo esencial<br />

del regionalismo es de diferir entre una región y otra.”<br />

En este sentido, la variedad intralengua que propone<br />

Rona es una caracterización teórica que está<br />

influida por la necesidad de caracterizar la compleja<br />

realidad dialectal de América, pues se puede apreciar<br />

muchas variantes normativas del sistema del español<br />

en cuanto al uso léxico, fonológico y sintáctico.<br />

En conclusión, mientras Coseriu propone una<br />

reflexión teórica sobre el problema de la lengua,<br />

Rona lleva la caracterización a un problema concreto.<br />

Coseriu señala que la variedad intralengua esta<br />

determinada por isoglosas de varios órdenes y la<br />

delimitación de esas isoglosas está condicionada a<br />

una abstracción intermedia de la división saussureana;<br />

Rona, por su parte, materializa esa abstracción<br />

en la configuración del concepto de americanismo.<br />

______________________________________________________________________________________________________________<br />

1 Citado por Coseriu.<br />

Bases teóricas del estructuralismo<br />

85


<strong>Herencia</strong><br />

5.- Jakobson y Martinet: diversos enfoques sobre<br />

la función en Lingüística<br />

El concepto de función en estos autores se fundamenta<br />

en problemáticas diferentes. En primera instancia,<br />

Jakobson esgrime su concepto a partir de la<br />

relación entre Lingüística y Poética. La reflexión de<br />

Jakobson comienza cuando pregunta qué hace que<br />

un mensaje sea poético, cuál es su diferencia específica<br />

respecto de otros tipos textuales. De esa forma,<br />

señala que “toda conducta verbal se orienta a un<br />

fin” (Jakobson: 349). Esta afirmación permite esbozar<br />

el concepto de función del autor: la función de<br />

un mensaje está dada por su finalidad y por la conformidad<br />

que haya entre el mensaje y el objetivo<br />

propuesto. De esa forma, Jakobson enuncia una función<br />

del lenguaje por cada factor de la comunicación.<br />

Martinet, por otra parte, postula su concepto de función<br />

a partir de la naturaleza de los signos lingüísticos.<br />

Los monemas y los fonemas son el punto de partida de<br />

la teoría de la articulación de Martinet. Así, diferencia<br />

entre unidades significativas y unidades distintivas.<br />

Los fonemas cumplen una función en una posición<br />

determinada, así se puede establecer el sistema fonemático<br />

de una lengua. Los monemas, por otra parte,<br />

“determinan por la tradición o por la necesidad de<br />

distinguir entre expresiones de significados diferentes”<br />

(Martinet: 63). Será el análisis de los monemas en su<br />

ordenación dentro de un sintagma lo que permitirá diferenciar<br />

entre tres clases según la función que cumplan:<br />

86<br />

a) monemas autónomos,<br />

b) monemas dependientes,<br />

c) monemas funcionales.<br />

Cada uno de estos tres tipos cumple funciones diferentes<br />

dentro de la sintaxis de la lengua. Por consiguiente,<br />

la reflexión de Martinet expone que existen<br />

morfemas que cumplen funciones primarias y otros,<br />

funciones no primarias, donde las primeras están enlazadas<br />

con el predicado de las oraciones. Se llega a este<br />

punto a la determinación de monemas gramaticales y<br />

monemas lexicales, que dependen de la función que tengan<br />

dentro del discurso. Los monemas lexicales pertencen<br />

a invetario ilimitado, mientras que los gramaticales,<br />

alternan entre sí en un número limitado. (Martinet: 74)<br />

La noción de función en ambos autores tiene un<br />

objeto de estudio que es diferente en sí mismo, aunque<br />

siempre está estrechamente vinculado con la<br />

lengua desde el punto de vista estructural. Mientras<br />

Jakobson considera que la función es la finalidad co-<br />

municativa del enunciado, Martinet expone que los<br />

signos lingüísticos adquieren su función dentro de<br />

los sintagmas de la lengua. La concepción de Jakobson<br />

parte de la caracterización del enunciado poético<br />

y para poder determinarlo “debe investigar el lenguaje<br />

en toda su variedad de funciones” (Jakobson:<br />

350). Señala, por lo tanto, que en cualquier mensaje<br />

es posible encontrar en diferente orden jerárquico<br />

las funciones del lenguaje; también explica que “la<br />

estructura verbal depende, primariamente, de la función<br />

predominante” (Jakobson:350). Martinet, por<br />

su parte, apunta con su concepto de función no en el<br />

enunciado y en su objetivo comunicativo, sino que en<br />

su conformación en el sintagma. A partir de las diversas<br />

funciones que los monemas presenten en el texto,<br />

es posible determinar su función dentro de la lengua<br />

y el tipo de relación que establecen unos con otros.<br />

Así, el concepto de función de los autores no es<br />

contradictorio, sino complementario: ambos siguen a<br />

Saussure cuando explicaba que en la lengua todo estaba<br />

estructurado a partir de oposiciones. En el caso<br />

de las funciones de Jakobson y de Martinet, las diferencias<br />

que ellos postulan están en base de oposiciones<br />

con otros mensajes o con otros monemas, de esta<br />

forma, es posible afirmar que de la síntesis de ambos<br />

conceptos de función, puede extrapolarse que las funciones<br />

dentro de la lengua deben considerase siempre<br />

como el punto de partida en cualquier tipo de estudio<br />

lingüístico que se pretenda realizar. Con estos dos<br />

conceptos de función es posible abordar los problemas<br />

tanto de la gramática como los del análisis textual, pues<br />

las ideas de Martinet fundamentan el análisis sintáctico<br />

más allá de los conceptos tradicionales que suelen<br />

anquilosar la enseñanza de la lengua materna en las<br />

aulas escolares de nuestro país y las ideas de Jakobson<br />

fundamentan el análisis del discurso más allá de<br />

su estructura sígnica y permiten desarrollar un estudio<br />

que desembocará en la pragmática de la lengua, pues<br />

el texto no será visto solamente como un conjunto molecular<br />

de palabras, sino que como un producto que<br />

comunica y es esta comunicación efectiva la que sostiene<br />

el análisis lingüístico y su posterior aplicación.<br />

Conclusiones<br />

La influencia de Saussure no se puede negar,<br />

después de haber revisado a diversos autores.<br />

Su influencia ha marcado la ruta de la Lingüística<br />

de los últimos cien años y, afortunadamente, lejos<br />

de seguir las ideas del maestro de modo ortodoxo,<br />

se han desarrollado corrientes heteróclitas y<br />

multiformes que han permitido el florecimiento de<br />

Miguel Bargetto Fernández


áreas de estudio acordes a las necesidades de los contextos<br />

sociolingüísticos de estas diversas escuelas.<br />

Hemos de esperar que estas ideas se sigan<br />

plasmando con fuerza en el currículum de nuestro<br />

sector de aprendizaje, con renovación y disciplina,<br />

tal como sucede con otras ciencias.<br />

Referencias bibliográficas<br />

•Alarcos Llorach, Emilio (1984) Gramática estructural.<br />

Madrid: Gredos.<br />

•Apresian, Iuri. (1985). Ideas y métodos de la lingüística<br />

estructural contemporánea. La Habana:<br />

Editorial de Ciencias Sociales.<br />

•Coseriu, Eugenio (1989) Teoría del lenguaje y Lingüística<br />

General. Madrid: Gredos.<br />

•Fuchs, C. & Le Goffic, P. (1979). Introducción a la<br />

problemática de las corrientes lingüísticas contemporáneas.<br />

Buenos Aires: Hachette.<br />

•Jakobson, R. (1975). Ensayos de lingüística general.<br />

Barcelona: Seix Barral.<br />

•Lewandowski, Theodor (1995). Diccionario de<br />

Lingüística. Madrid: Cátedra<br />

•Martinet, André. (1971). El lenguaje desde el punto<br />

de vista funcional. Madrid: Gredos<br />

•Rona, José. (1969). ¿Qué es un americanismo?<br />

Simposio de México. Actas, informes y comunicaciones<br />

del simposio de México: 135-148.<br />

•Saussure, Ferdinand de (1971). Curso de lingüística<br />

general. Buenos Aires: Losada.<br />

Bases teóricas del estructuralismo<br />

<strong>Herencia</strong><br />

87


Creaciones<br />

Artísticas


<strong>Herencia</strong><br />

90<br />

Ciudad Juárez<br />

“Colecciono ojos azules” me dijo.<br />

Entonces sentí<br />

desde sus dedos<br />

descender<br />

el espeso líquido<br />

que alimentaba<br />

su cruel obsesión.<br />

Laguna Estigia<br />

Atenea, a mal traer<br />

dijo a su amado:<br />

“solo puedo ofrecer<br />

brindar por la vida<br />

a grandes tragos<br />

en el hueco de mi<br />

mano.”<br />

Gloria Favi<br />

Casablanca<br />

Hastiado, Humphrey Bogart<br />

enfrenta a su amada:<br />

“si quieres que esto continúe, nena<br />

tú pones los sueños y yo las mentiras.”<br />

Apocalipsis<br />

Vomitábamos y<br />

dirigíamos miradas<br />

iracundas a la luna<br />

pira funeraria, el clavecín<br />

crepitaban Mozart<br />

las partituras<br />

desde su ojiva<br />

basuras y ratas cercaban<br />

a mi primo, el archiduque.<br />

“ Maldito, ahora sabrás lo que es<br />

el Destino”, dije.<br />

Gloria Favi


Carla Soto<br />

Carla Soto<br />

Antiguas Ramas Chuecas<br />

He sacado por conclusión que<br />

Desde la abuela crisanta con<br />

Su esposo el violento picaflor<br />

Hasta el hijo también violento y puritano traidor<br />

Su compañera, resuelta a pagar con el mismo dolor<br />

Y que luego… lo negó.<br />

Los parientes queriendo educar de manera superior, dijeron sería mejor<br />

Tener actitud fuerte y vivir el amor como espectador en distancia,<br />

Y de tiempo en tiempo… un gran amor.<br />

¡Oh! cuántos amores y también…cuántas comparaciones.<br />

Ya ni recuerdo cuál fue el mejor<br />

Para todos ellos una amapola como flor.<br />

En mis inauguraciones llore la falsa ilusión, pero hoy<br />

Gracias a Dios no lloro la calma, sino las deseo.<br />

Por consecuencia no quiero saber las causas de tal situación.<br />

Solo quiero vivir los paisajes con su color<br />

La fuerza del sol y la naturaleza,<br />

La oscuridad y el peligro de lo desconocido,<br />

Los giros matizados, el camino bien encausado,<br />

Tener pies de plomo en la arena de horizonte cálido<br />

Ser el renuevo en el lago que no se pudre<br />

Quiero avanzar con el viento y que me impulse<br />

Y que mis nuevas ramas apunten a la luz.<br />

<strong>Herencia</strong><br />

91


<strong>Herencia</strong><br />

92<br />

Percepción terrena<br />

I<br />

PÁRAMO OTOñAL<br />

El otoño en Sonora se viste con manchas de invierno<br />

y de verano.<br />

Los árboles sueltan sus hojas con la indecisión de<br />

señorita cursi poco a poco hasta que se les cae el<br />

pudor y se desnudan en la calle.<br />

En el monte, los pitayos descorazonados optaron por<br />

guardar sus accesorios primavera-verano y quitarse<br />

el rojo pitahaya para entrar en depresión de actriz<br />

veterana que recuerda los viejos tiempos de fama.<br />

La churea corre y corre para entrar en calor por la<br />

mañana, porque la brisa fresca le mantiene tersas las<br />

plumas. Corre y no piensa.<br />

A mí el otoño me hace llover. El verano evaporó mis<br />

recuerdos hasta condensarlos.<br />

El frío mañanero de octubre me hace soltar los<br />

recuerdos temporada<br />

otoño-invierno.<br />

ll<br />

CORTEJO CERÚLEO<br />

Las casas, las calles, los arenales, todo es cascabeleo<br />

por los caminos del viento con traje de azul y ocre.<br />

Creí descubrir el corazón del mar que latía, latía y se<br />

movía,<br />

rojo inquieto disfrazado de índigo, Pasión añeja que<br />

despiertas pasión.<br />

Te miro por el malecón, huelo tu sudor y te sigo<br />

para que te vengas<br />

y te alejes.<br />

¡Esto no es un vals y tú no te detienes!<br />

el viento te excita y te incita,<br />

van y vienen, cerca y lejos, lento, ¡fuerte!<br />

Calma...<br />

Rosío Rendón<br />

Mar preñado, agua señora, cantarina, matriz de la<br />

tierra,<br />

Doña espasmódica.<br />

Paridora de hijos boca de sandía y pies de tenábari.<br />

Locos fogosos, cara de artistas<br />

expertos en suicidar el llanto.<br />

Enseñan a bailar a la pena y la llevan al carnaval,<br />

la dejan sentada en la silla y se alejan, a festejar.<br />

III<br />

BRÍO BUCóLICO<br />

En el alto contorno de Adanes y Evas,<br />

amantes sin pecado ni culpa, que a diario<br />

muerden coyotas y chiltepines sin que Dios los<br />

castigue;<br />

ávidos pobladores de árboles y plazas,<br />

fabricantes de Caines y Abeles que se matan<br />

de risa en la “roña” y se esconden forajidos,<br />

ladrones del bote.<br />

Inocentes. Prestan oídos a la víbora de la mar.<br />

Allá arriba las mujeres portan caderas de jamoncillo.<br />

Con un amasijo de felicidad entre las manos<br />

aplauden al día cuando entra por la puerta.<br />

Aplauden hasta el rebose y la echan al comal<br />

para desayunarla con frijoles y café.<br />

Los ancianos como péndulos extraviados del<br />

tiempo,<br />

masticando relatos con tabaco, en el porche<br />

aguardan.<br />

Sus ojos se nublaron de aparecidos y cerros.<br />

Dicen que son cómplices del nahual….<br />

Rosío Rendón


Los hombres seducen a las vacas dóciles,<br />

quienes se dejan tocar los senos entre la paja del<br />

establo.<br />

Luego montan gozosos yeguas de pelo negro entre<br />

el ramaje<br />

o en el río; las hacen correr entre sudores y gritos<br />

hasta que se detienen<br />

satisfechos, al final de la jornada. A veces montan<br />

también de noche,<br />

en sus casas calladitas, vestidos de cuero, una<br />

venadita,<br />

entre los gritos del coyote,<br />

bajo el amparo de tecolotes y copechis,<br />

sangrando amor como los cardenales<br />

que tienen su nido en el mezquite mirón de su<br />

ventana.<br />

Rosío Rendón<br />

San Rafael<br />

<strong>Herencia</strong><br />

Los pies del danzante guían la noche<br />

En que el niño presiente al coyote.<br />

Las mujeres llevan policromas flores en el pecho;<br />

sus manos paren constantemente pétalos amarillos<br />

Para saciar el alma de quien tiene hambre de noche,<br />

De los de espíritu extenuado que acuden a la ramada<br />

Para encontrar en grupo el equilibrio del universo.<br />

Los grillos no hacen competencia al flautero.<br />

Las piedras ni sueñan en entrechocar,<br />

pues es el tiempo del tamborilero.<br />

Lejos se ve acercarse la procesión.<br />

¡Viva San Rafael!<br />

Ya baila el venado,<br />

El pascola es inconsciente de la fatiga<br />

Porque el Itom Achaí 1 así lo dispone.<br />

En la cocina, tras la ramada, una vaca ofrenda su<br />

último suspiro.<br />

1 Nuestro padre, en lengua yaqui. Dios.<br />

93


<strong>Herencia</strong><br />

94<br />

Jean Pierre Frederick<br />

Aguanta<br />

No hay hoja que aguante<br />

Tanta mentira.<br />

Y bueno, de eso se<br />

Trata un poco.<br />

De aguantar<br />

Y mentir a veces.<br />

Por mi parte sabré<br />

Mentir<br />

Lo suficiente para<br />

Escribir en tu pecho<br />

Ahora tu<br />

Aguanta.<br />

Aguanta estos versos.<br />

Piojos<br />

Poetas miserables y vagabundos,<br />

creen que sus versos callejeros<br />

protestan ante el sistema y sus mundos<br />

mientras llenan de dinero sus sombreros.<br />

Llenos de lascivia y mugre<br />

están mimetizados en la urbe.<br />

Terroristas de lo bello;<br />

de artistas, ni un destello.<br />

Maldicen y escupen piojos<br />

en sus textos.<br />

Y dicen tener ojos,<br />

“visión” de la poética.<br />

Sólo pretextos<br />

de poetastros de la estética.<br />

Me he puesto el poema alrededor del cuello<br />

Me he puesto el poema alrededor del cuello<br />

y anudado firme los versos al techo.<br />

Me he puesto el poema alrededor del cuello<br />

y he escrito en él mi último deseo.<br />

Quiero que mientras dejo sobre él mi cuerpo<br />

las letras caigan como sangre al suelo.<br />

Que salpicado quede sobre mi pecho<br />

Todo lo humano del cuarteto muerto.<br />

Terminar así todo sufrimiento<br />

Mientras la poesía<br />

Balancea a mi cuerpo.<br />

Elevar mi lira hacia lo perfecto<br />

Nada faltaría<br />

En el poema eterno.<br />

Jean Pierre Frederick


Daniela Contreras<br />

Daniela Contreras<br />

Verdugo<br />

Eres con el único que soy capaz de entrar en sumisión,<br />

eres el único capaz de dominar mi pasión enfurecida,<br />

Amor oculto,<br />

Secreto escondido,<br />

Pasiones desbordantes,<br />

Silencios mortuorios,<br />

Hombre ingrato, lejano de mi,<br />

Absorbiendo hasta el último deseo de mi piel,<br />

Ignorando mi sentimiento genuino y verdadero.<br />

Eres el único capaz de dominar mis sentidos,<br />

De calmar mi dolor más duro,<br />

El único capaz de abrazar mis sentimientos y <strong>vol</strong>verlos uno.<br />

Hombre ingrato y malagradecido,<br />

Déjame escapar de una vez y <strong>vol</strong>ver a mi vida,<br />

Sal de donde estás y desaparece este sentimiento,<br />

Deja en paz mis sentidos y vete ya al olvido,<br />

Ya no quiero estar contigo.<br />

Vete donde nadie te necesite,<br />

Ocúltate donde no pueda mirarte,<br />

Donde mi corazón pueda olvidarte<br />

Y mi cuerpo pueda dejar de desearte.<br />

Arráncame este amor oscuro y maldito.<br />

Vete, ya no quiero estar contigo.<br />

Quiero ser libre, ya no seas mi verdugo.<br />

<strong>Herencia</strong><br />

95


<strong>Herencia</strong><br />

96<br />

Con tu llegada<br />

En mi puerta un beso,<br />

Con versos de Benedetti<br />

Recitados por el viento,<br />

Con su suave voz…<br />

Sin promesas y con calma,<br />

Vamos reconociendo la armonía<br />

De la complicidad,<br />

La sinceridad de un amor<br />

Que escucha, divierte y que crece,<br />

Con una sonrisa en los labios.<br />

Dicen que lo bueno se demora<br />

¡Y es tan cierto!<br />

Porque cuando anuncia su llegada,<br />

Ya no existe el miedo ni el desamparo…<br />

Porque hay unos brazos acogedores,<br />

Que te buscan y te llaman,<br />

Para abrigarte en el cansancio y en la frialdad<br />

De un mundo ya casi vacío, gris y voraz.<br />

Cambia el mundo<br />

Y se aleja la rutina agobiante,<br />

Cuando estás simplemente en silencio,<br />

Junto a mí.<br />

El destino es sabio.<br />

¡Ya te extraño!<br />

Angélica Pulgar<br />

El olvido y la sangre<br />

Con el tiempo llega el olvido.<br />

La sangre rechaza<br />

Y se olvida de su propia sangre.<br />

En algún momento,<br />

El hermano pasó a ser padre,<br />

¡Pero el destino cruel lo arrebató del mundo!<br />

Borró su historia, su cariño, su voz…<br />

Para muchos.<br />

Cuando partió,<br />

Los halagos llenaron las bocas<br />

Y las lágrimas bañaron sus rostros…<br />

Pero en su aniversario,<br />

Nadie <strong>vol</strong>vió, nadie le rezó,<br />

Nadie sus flores compartió…<br />

Qué tristezas deja el olvido,<br />

Cuando otros viven a diario,<br />

¡Tan sólo de recuerdos!<br />

Angélica Pulgar


Gloria Saavedra<br />

Gloria Saavedra<br />

Detrás<br />

Detrás de la vida: en la soledad de un cementerio ,<br />

se quedan los que alguna vez divisaron la existencia con naturalidad.<br />

Detrás de la libertad: con las ataduras de una cárcel física o espiritual,<br />

se quedan los que alguna vez gozaron de la libertad propia .<br />

Detrás de las luces: en la oscuridad del anonimato ,<br />

se quedan los que alguna fueron famosos y conocidos por el mundo.<br />

Detrás del amor: con la ingratitud del desamor ,<br />

se quedan los que alguna vez amaron y fueron ignorados .<br />

Y detrás de todo: con nostalgias de un ayer ,<br />

se quedan los que aún anhelan lo pasado del ayer.<br />

Letras terapeutas<br />

¡ Las letras escriben la realidad confusa, para luego leerlas y comprenderla!.<br />

¡ Las letras consolidan, reglamentan momentos!<br />

¡ Las letras tienen el poder de traer a ti momentos y situaciones del pasado!<br />

¡Las letras son magas!<br />

Mi voz<br />

Mi voz,<br />

estaba completamente muda:<br />

nada, deseos de comunicar, impotencia…<br />

¡No te pude hablar!<br />

Sin embargo,<br />

luego fue elocuente:<br />

todo, comunicación, vigor…<br />

¡Te pude hablar!<br />

Sin embargo, sólo está la voz.<br />

¿Y el amor? ¿Dónde estuvo?<br />

El silencio lo ahuyentó y el ruido sólo descifró su inexistencia.<br />

<strong>Herencia</strong><br />

97


<strong>Herencia</strong><br />

98<br />

Jorge Matamala<br />

Hombre, puro hombre<br />

En sus pectorales marcados guarda su machismo incontrolable<br />

El hombre, el puro hombre, el hombre puro<br />

El que en la calle se <strong>vol</strong>tea para silbar a la mina que pasa<br />

Moviendo el trasero <strong>vol</strong>uptuoso y sus pechos inagotables.<br />

Ese hombre no soy yo, un puro hombre, un hombre puro,<br />

Soy el que se ríe escuchando los conciertos de piropos<br />

Que sueltan los maestros y los rubios o negros musculosos<br />

A ella, la negra, la mulata, la guachita, la mamurri que les mueve el pelo<br />

Y el culo para que más le griten.<br />

Y se hacen las ofendidas, las que no pescan, pero saben que<br />

Les gusta, porque aumenta su ego.<br />

Y así son ellos y se contentan, los hombres puros,<br />

los boca suelta, minos calientes.<br />

En sus manos grandes, en su calzado 43 y más<br />

Estos hombres guardan la estrategia para acecharlas<br />

Y convencerlas a las locas tontas e invitarlas a un motel<br />

O a un mirador en el cerro.<br />

No soy uno de ellos, aunque me gustaría, ¿por qué no gritarles y piropearlas, invitarlas a salir, decirles que<br />

están ricas, que son bonitas, que me gustan, que las quiero?<br />

Y soy menos hombre, menos macho, para ellos,<br />

Pero la cortesía no quita lo valiente.<br />

Y me considero un hombre puro, puro hombre<br />

Sin pectorales, manos grandes, calzado 43<br />

Y sin blablá para engrupirlas.<br />

No quiero todo eso, si las tengo a ellas<br />

Como amigas y las respeto, las quiero y las cuido.<br />

Porque siendo un menos hombre se adquiere lo sensible, lo sutil y lo amanerado,<br />

Aunque no se quiera.<br />

Todos ellos, unos hombres, los machos, los recios<br />

Yo, un caballero, un hombre puro, puro hombre.<br />

Jorge Matamala


María Torreblanca<br />

María Torreblanca<br />

Evocar<br />

Incesante recuerdo aquellas tibias noches de invierno<br />

Que escalaron a mi memoria, aquellos rocíos intensos<br />

Que pasaban por mi semblante estremeciendome con aquel abrazo,<br />

Con aquel beso, aquella mirada febril,<br />

Aquella piel torcida en mi aliento.<br />

La suavidad de tus brazos quedaron como huellas extasiadas al olvido.<br />

Quisiera olear en tu recuerdo, deambular en tu pensamiento,<br />

Tropezarme con tus manos, trisarme en tus ojos desgastados.<br />

Encontrarme con tus labios húmedos y besarlos esta noche.<br />

Recuerdo tu inocencia, evoco tu ausencia, evoco,<br />

Tu sonrisa de niño dormido en mi regazo, en mi brazo, en mi trazo<br />

Donde dibujo tu cara, tu nombre y te añoro,<br />

Añoro el ayer, cuando nos miramos por ultima vez en aquella calle sucia<br />

Con hojas polvorientas, con siluetas mojadas<br />

Bajo la lluvia mohína llena de sensaciones y<br />

Me transbordo a esa esencia que me acompaña,<br />

Que me sueña y me atormenta,<br />

Que me lleva, me lleva… hacia donde tú….<br />

Ya no estás.<br />

<strong>Herencia</strong><br />

99


<strong>Herencia</strong><br />

El marco tenía por lo menos, a mi escaso<br />

entender, unos ochenta o noventa años.<br />

Siempre me había intrigado pero no me<br />

animaba a preguntar de dónde había salido. Quedaba<br />

yo con la idea de que alguna tía abuela o alguien<br />

más allá lo había traído del campo, de la provincia,<br />

no sé. Eso me figuraba por la sencillez, la fina caoba<br />

tan natural, y esa terminación tan lacia y uniforme,<br />

sin ninguna veta ni olor a tintura de madera. Nuestra<br />

casa era la típica de pueblo con rejunte de mobiliario<br />

y adornos de aquí y de allí, mezclando las<br />

diferentes épocas de la historia del país, la región<br />

y la propia historia económica de la familia, (¡que<br />

había pasado por tantas!). Por eso, el rastreo sobre<br />

mi objeto de investigación no hubiese dado buenos<br />

frutos. En parte también por la ignorancia total en<br />

que se manejaba mi familia en este aspecto. Para<br />

ellos las cosas estuvieron, estaban y estarían allí para<br />

siempre, sin importar de quienes fueron, qué representan,<br />

lo que provocaran o cómo quedaran. Punto.<br />

Yo siempre había tenido esta ceguera parcial<br />

que solo me permitía manejarme por la vida con el<br />

conocimiento de las luces y sombras, nunca jamás<br />

había detectado yo el detalle, el contorno de las cosas<br />

que las separan de las demás. Finalmente para<br />

mí todo se sintetizaba en una mancha más o menos<br />

gris que otra que, potenciada en mi imaginación, se<br />

convertía en un objeto familiar. Así me pasaba con<br />

todo lo de la casa, y jamás había logrado detectar<br />

algo del patio por ejemplo, ya que la luz me cegaba<br />

de tal manera que todo se <strong>vol</strong>vía una gran masa<br />

blanca que me agredía inexorablemente. Entonces<br />

me quedaba paseando por la antigua casa, creando<br />

una sonata (por años estudiada por mí), en los pisos<br />

de madera de cada pasillo, que tenía un largo silencio<br />

cuando pasaba frente a ese marco en la esquina,<br />

por sobre la mesita de donde venía un exquisito olor<br />

a flores que Dorita cambiaba cada dos o tres días.<br />

Había más cuadros antiguos, muchos, pero en todos<br />

yo percibía lo mismo salvo en ese en que las manchas<br />

que contenía el marco me resultaban casi familiares.<br />

Todas las tardes, luego de almorzar, impartía mi sonata<br />

de pasos sobre el piso de madera para detenerme<br />

frente al marco, intentando descifrar más, según<br />

100<br />

El Cuadro<br />

Nadine Alemán<br />

el favor de la luz de la ventana me lo permitiera. Y<br />

me quedaba allí por lo menos dos horas, según me<br />

marcaba el incesante péndulo cercano. Ciento diez,<br />

ciento once… ciento veinte minutos y me marchaba<br />

a mi cuarto para descansar y elucubrar qué figura escondería<br />

ese marco caoba de la esquina del pasillo.<br />

Mi penosa enfermedad ocular no me había permitido<br />

jamás determinar figuras, pero yo había inventado<br />

un método de asociación tal que, sin conocer el mundo<br />

de la imagen en absoluto, podía formar, transformar o<br />

humanizar estas manchas, dándole nombre, color (si<br />

podía llamarse color a lo que yo imaginaba), y en este<br />

caso podía decir que se trataba de una flor, según lo<br />

que yo reconocía por flor en mi conocimiento táctil del<br />

jardín. Sí, la pintura del cuadro para mí era una flor.<br />

Insisto en que mi conocimiento de botánica se remitía<br />

a oler y tocar flores del pequeño jardín de la casona,<br />

siempre y cuando la bené<strong>vol</strong>a Dorita me permitiera<br />

pasear por allí omitiendo los ataques sobre protectores<br />

de mi madre que tenía prohibido que yo saliera.<br />

Una flor, yo estaba decidida a que la pintura contuviera<br />

una flor, y hasta podría describirla. Se trataba<br />

de una flor de dos grandes pétalos en forma de<br />

almendra, y me asaltaba la pregunta si el pintor la<br />

hubiese hecho así o si hubiese sido tan antiguo el<br />

óleo que se le hubiesen borrado los pétalos restantes.<br />

-Dorita… decime ¿qué precioso arte ves ahí?- para<br />

que Dorita en su apuro se riera a carcajadas y me dijera<br />

–¡Pero señorita si yo no sé ná de pintura, señorita!- y<br />

con apuro saliera a tender la ropa. Pero yo insistía en que<br />

la flor contenía algo más, y forzaba mi vista a arrancar<br />

lo inarrancable del cuadro en cuestión. ¿Dos flores serán?<br />

No, una flor, una flor solitaria, con perenne autoridad<br />

y con la lógica soledad del rincón justo a la salida.<br />

La salida para mí, la entrada para el resto de la gente.<br />

Una flor recluida en el mustio marco de caoba, tan<br />

definido y sobrio. Encerrada para siempre en la madera<br />

de un rostro abstinente, con solo dos pétalos grises, ova<br />

lidad, y un tallo justo, certero, filoso, como un pequeño<br />

cuerpo austero que la sostenía en la nada de lo que<br />

parecía ser un viejo lienzo que la mantenía atrapada.<br />

Nadine Alemán


-Qué la niña se lo pasa viendo todo el tiempo, señora,<br />

que ya ni el té quiere tomar…-. –Marta, usted es<br />

nueva, no nos conoce mucho todavía, pero sepa que<br />

mi hija no ve, es ciega de nacimiento, sólo se para ahí<br />

a tomar aire y a disfrutar el aroma de las flores que,<br />

yo insisto, usted debe cambiar día a día, Marta…- .<br />

Desde la muerte de Dorita todo había sido diferente,<br />

mis horas resultaban aburridas al no<br />

oírla pasar con el fuentón y la risotada lista<br />

para cuando le preguntara sobre la pintura.<br />

Una flor solitaria, indemne, con dos pétalos<br />

expuestos como ovoides bracitos que yo percibía<br />

al mirar. La flor y su franca fragilidad, su sereno<br />

despotismo al no haberse movido jamás de<br />

allí en todos los años que yo estuve frente a ella.<br />

Fue al final del almuerzo, mientras me retiraba a<br />

mi siesta resignada de todas las tardes, cuando escucho<br />

de mi madre ya senil: -¡Marta, que cambie<br />

las flores de la entrada todos los días le dije… ¡y me<br />

saca ese espejo viejo y mohoso de ahí también!.-<br />

Nadine Alemán<br />

<strong>Herencia</strong><br />

101


<strong>Herencia</strong><br />

En aquella abrumadora oscuridad, todo lo<br />

que él podía ver era el cigarrillo encendido<br />

de Pola que subía y bajaba lentamente<br />

y, que al ser aspirado, permitía apenas distinguir un<br />

esbozo del humo que en silencio ella expulsaba. Él<br />

no fumaba; la agobiante sensación de haber cometido<br />

el peor error de su vida le impedía tener la fuerza<br />

suficiente para mantener su mano derecha firme para<br />

poder encender el cigarrillo que se arruinaba en su<br />

mano izquierda, mucho menos tenía la sutileza de poder<br />

articular más de dos palabras tratando de formar<br />

una escuálida oración para justificar el secreto que<br />

por tanto tiempo había guardado y que estalló como<br />

una bomba de tiempo puesta apropósito en algún lugar<br />

sin saber cuán fuerte explotaría ni cuánto daño<br />

causaría, mas no por eso Pola, cuyo silencio al fumar<br />

en aquella penumbra donde era sólo el leve ardor del<br />

tabaco el que le recordaba a él que ella se encontraba<br />

frente suyo mirándolo, atravesando su hombría con<br />

sus ojos negros y siempre delineados que él más que<br />

adivinar, sabía de memoria por las una y mil veces en<br />

que Pola lo acusaba de mirar otras mujeres, soñar con<br />

otras mujeres, de imaginar, de hablar, de mencionar el<br />

nombre de cualquier otra mujer que no fuera ella. Pola<br />

no necesitaba palabras, ni sonidos ni reproches, sólo<br />

con sus ojos, con su mirada de mujer adicta al tabaco<br />

lograba quebrantar el espíritu de aquel escritor poco<br />

virtuoso que no era capaz que escribir más de una<br />

página en un día sin que tuviera una crisis de identidad<br />

o de madurez o de incomprensión ante el mundo,<br />

mientras Pola fumaba su cigarrillo silenciosamente,<br />

mirándolo condenatoriamente por ser una vergüenza<br />

de esposo o pareja o amante, y que sólo había publicado<br />

un libro de manera independiente con tal fracaso<br />

que ni sus familiares y amigos más cercanos, ni<br />

siquiera su adorada Pola (Dios sabrá por qué), asidua<br />

a la lectura, pudo superar las primeras 10 páginas de<br />

un libro de no más de 60 contando el índice y hojas<br />

varias. Sí, la mirada de Pola era más aniquiladora que<br />

cualquier otra cosa que él haya conocido en la vida.<br />

En aquella abrumadora oscuridad, un nuevo cigarrillo<br />

de Pola subía y bajaba lentamente en aquel<br />

silencio, mientras recordaba la última discusión un<br />

par de horas antes, cuando nuevamente él no pudo<br />

superar la página diaria. En aquella abrumadora<br />

102<br />

Pola<br />

David Gallardo<br />

oscuridad, la fría mano derecha de él no era capaz<br />

de encender el cigarrillo, mientras Pola dejaba caer<br />

una lágrima por su mejilla. En aquella abrumadora<br />

oscuridad, él no era capaz de articular más de dos<br />

palabras seguidas para formar una escuálida oración<br />

y poder explicarle a Pola porqué su frío cuerpo,<br />

inerte, fracasado, estaba tendido en la habitación<br />

contigua junto a una entristecida hoja de papel<br />

con sólo tres puntos suspensivos escritos en él.<br />

David Gallardo


De pronto el mar se lo tragó, desapareció como<br />

una ola pulverizada contra las rocas. La fantasía<br />

de un mundo de pequeños caballeros armados<br />

con palas de plástico y castillos medievales con forma<br />

de balde se rompió en un grito con nombre de niño.<br />

Pudo apenas con su abultada panza de ocho meses y<br />

se lanzó al último punto donde divisó al secuestrado.<br />

-Maldito traidor, hace un momento eras una charca<br />

pacífica luego de las últimas gotas de invierno y<br />

ahora estás recogiendo almas con una hoz espumosa,<br />

desquitandote con un inocente que poco conoce de<br />

tus caprichos-. Pensaba mientras abrazaba las olas<br />

para avanzar y colgarse de cualquier vestigio sólido.<br />

Su cintura desaparecía bajo la superficie cuando<br />

recordó la otra vida en juego, el bebé sentía como<br />

la presión aumentaba y agitaba su cálida alcoba, las<br />

paredes con fuertes espasmos lo obligaron a cambiar<br />

de posición.<br />

El mar era un torbellino impresionista azul, verde,<br />

luego blanco y café, un cruel escenario que no dejaba<br />

asomar el único color que a ella le habría gustado ver,<br />

el pantaloncillo de rayas rojas y blancas. La textura<br />

arenosa del agua cortaba sus dedos cuando todo el<br />

peso del cielo la derribó, afortunadamente aun tocaba<br />

el fondo y logró ponerse de pie, pero desorientada,<br />

miró al horizonte y se dió cuenta que buscaba la playa<br />

en lugar de la profundidad donde el pequeño bulto<br />

de tres años se re<strong>vol</strong>caba entre corrientes. Siguió<br />

escarbando la humedad, la impotencia la superaba<br />

y en un último derroche de ira y esperanza golpeó<br />

la superficie. De pronto la calma se dispersó en el<br />

inmenso azul, la suave resaca levantaba y suspendía<br />

en la ingravidez el cuerpo de la mujer que resignada<br />

dejaba sus brazos abiertos y rendidos al vaivén de la<br />

corriente, sus lágrimas subían el nivel del mar cuando<br />

sintió una suave fibra deslizandose entre el anular<br />

y su corazón. Un reflejo fue todo lo que necesitó<br />

para aprisionarlo cuando este ya escapaba del puño.<br />

Otra vez la bestia despertó para reclamar su presa y<br />

sacudió el brazo de la mujer como un lobo furioso<br />

desgarrando el cuello de una liebre, pero la mujer no<br />

iba a soltar lo que era suyo, estiró la otra mano y logró<br />

agarrar el bañador del elástico que lo sujeta a la<br />

cintura del infante, tiró con tanta fuerza que el traje se<br />

deslizó hasta los tobillos del niño, un infortunio que<br />

Raúl Ortega<br />

Furia Azul<br />

Raúl Ortega<br />

<strong>Herencia</strong><br />

no alcanzó a provocar miedo porque en un arriesgado<br />

movimiento ya había intercambiado el cordel por un<br />

pierna.<br />

La corriente se fue, el mar <strong>vol</strong>vió a reflejar el cielo<br />

con unas delicadas ondas que escoltaron la mujer<br />

a tierra firme y alivianando el peso de la arena y la<br />

víctima. El niño seguía con el rostro bajo el agua porque<br />

la mujer no se atrevía a reacomodar su postura,<br />

quien sabe si el mounstro despierta de nuevo. Apenas<br />

lo tenía sujeto y su piel estaba resbaladiza por efecto<br />

de la centrifuga de arena y sal, no correría el riesgo<br />

otra vez.<br />

Cuando el agua pasaba un meñique sobre sus rodillas,<br />

levanto y abrazó a la víctima que no paraba de<br />

toser y escupir restos de oceano, un poco de sangre<br />

manaba de su espalda de cuatro arañazos que dejarían<br />

una cicatriz que le recordaría por siempre el carácter<br />

del que lo quiso llevar antes de tiempo.<br />

La mujer se desplomó en la arena mirando un color<br />

azul que le agradaba más que el anterior, un azul<br />

al que daría las gracias el resto de sus días para siempre.<br />

Ese mismo día el segundo inquilino fue desalojado<br />

de su habitación, el esfuerzo de las paredes abdominales<br />

lo sacaron de su sueño antes de tiempo, fue un<br />

día largo, pero un buen día, porque a fin de cuentas,<br />

pocas veces el mar se lleva a dos para de<strong>vol</strong>ver tres.<br />

103


<strong>Herencia</strong><br />

La luz de la cocina estaba encendida. Esto se<br />

apreciaba también desde el patio, porque la<br />

luz de una ampolleta de 60 watts incrustada<br />

a un soquete que pendía frágilmente de dos cables,<br />

uno negro y otro rojo, y éste al techo de la cocina,<br />

iluminaba todo el ambiente casero que compartía el<br />

fulgor con el patio por una ventana rectangular y ésta<br />

era reproducida en la muralla del patio, así como una<br />

pantalla de cine.<br />

Había movimiento en la cocina y obviamente,<br />

también se reproducía en la muralla del patio, en la<br />

pantalla que exhibía una función de dos siluetas para<br />

un niño sentado debajo de la ventana y frente a la<br />

muralla que era el telón de fondo para una obra de<br />

imagen rectangular de siluetas.<br />

La luz de manera exigua iluminaba el patio y los<br />

contornos de un auto desvencijado y corroído por el<br />

oxido de tiempos bruscos y de ritmos monótonos.<br />

El movimiento de la cocina no era bucólico, sino<br />

universal, las dos siluetas estaban en actitud agresiva,<br />

haciendo escorzos y contorciones bruscas, geométricas<br />

y puntiagudas, todas estas actitudes vehementes<br />

eran exhibidas en el recuadro o pantalla que se encontraba<br />

en el patio para el niño.<br />

Un fuerte olor a grasa de auto expedían los charcos<br />

secos del patio de tierra, olor común que diferencia<br />

a ese patio de otros al igual que el olor de un<br />

teatro que se diferencia al de un cine y viceversa. Las<br />

obras de siluetas se caracterizan por no tener sonidos,<br />

razón para que el niño se tape los oídos con sus<br />

manos y así evitar que los ruidos in<strong>vol</strong>untarios de la<br />

relación entre los personajes y estos con la escenografía<br />

no interrumpan al género de la obra, dejando<br />

todo el mensaje artístico a la acción de las siluetas.<br />

Tapiados los oídos, los objetos que se lanzaban los<br />

personajes, platos, tenedores, cuchillos, zapatos, etc.<br />

al detenerse su rumbo execrable con alguna muralla,<br />

no llevaban sonidos, sólo eran prolongaciones corporales<br />

de la violencia proyectadas por el rectángulo de<br />

luz en la muralla del patio.<br />

Los personajes de la obra de siluetas estaban bien<br />

constituidos, como estereotipos, lo que revelaba fá-<br />

104<br />

Tregua de sombras<br />

Mauricio Saavedra<br />

cilmente la figura de un hombre y una mujer. Dos siluetas<br />

dispuestas en la muralla como manos haciendo<br />

escorzos para crear figuras de animales en la pared de<br />

cualquier habitación ayudadas por cualquier fuente<br />

de luz, era lo que presenciaba el niño, pero la obra<br />

poseía otro matiz que el de una simple creación de<br />

animales de sombras, era una escenografía rústica de<br />

una muralla de concreto cincelada por la agresividad<br />

de la actuaciones de los personajes. Sin embargo,<br />

más allá de la pared como producto de arte, lo verdaderamente<br />

significativo, lo trasgresor y la tensión artística<br />

de la obra dramática se estaba aprehendiendo,<br />

como una lapa marina a una roca de mar, al corazón<br />

y memoria del niño.<br />

El mensaje se lograba, el contexto producido por<br />

aquella obra dejaría a cualquier espectador apesadumbrado,<br />

con una disposición atormentada o melancólica<br />

lo que para los personajes sería el resultado<br />

coherente para su arduo trabajo y la realización de<br />

los personajes.<br />

De taburete, el niño, utilizaba una rueda vieja de<br />

auto y en ella su semblante pueril, recibía la movilidad<br />

de las siluetas reproducidas en la muralla del<br />

patio de modo que sus manos apretadas, la tensión de<br />

sus brazos y piernas eran la expresión física, patente<br />

de todas sus emociones lo que petrificaba como un<br />

duro hueso la cara del muchacho.<br />

Lo particular de una obra de siluetas es que no<br />

hay expresión sentimental de elementos que hacen<br />

predecibles los actos de los humanos como los ojos,<br />

que antes que una persona solloce se tornan rojos y<br />

brillantes (una alarma de diamantes antes de las lágrimas)<br />

o la boca que es otro signo corporal demostrativo<br />

de la interioridad humana, y ni siquiera pueden ser<br />

partes del rostro, también se pueden ver las tensiones<br />

en la musculatura; por esto las siluetas como medio<br />

artístico es acción pura, impredecible al ojo, sólo la<br />

imaginación podría diseñar una base de proyección<br />

de la trama. El niño como espectador subido en un<br />

carrito de montaña rusa, sólo sentía el vértigo y el terror<br />

de observar aquella somática obra que terminaría<br />

quizás en qué cosa.<br />

El recuadro de luz y sombra (las sombras prota-<br />

Mauricio Saavedra


gonistas) era de izquierda a derecha, luz, sombra, luz,<br />

sombra, luz. Lo que dejaba interferir o interpretar que<br />

las siluetas ya no se movían por el proscenio, sólo<br />

quietud, esa instancia artística que estira el argumento<br />

hasta sus límites con el objeto que en una sola acción<br />

soltara aquella tensión, como si fuera un elástico<br />

y azotar los extremos de los argumentos de frente y<br />

retorcerlos hasta hacer un pequeño ovillo, no obstante,<br />

de mil nudos y enredados en todas sus uniones.<br />

Sólo había quietud, una tregua de sombras, segundos<br />

hechos siglos se torno el tiempo en aquel taburete<br />

accidental; distancia entre las siluetas tan frágil<br />

y minúsculo, pero eterno como lo es una cucaracha<br />

¡chaz! Se rompió la distancia, la tensión, el silencio,<br />

la inmovilidad, la fragilidad y la eternidad, se enredaron<br />

los extremos y sólo hay una mano en alto y otra<br />

mano en una mejilla, la silueta golpeada cubrió su<br />

rostro con ambas manos, quizás para llorar y la otra<br />

silueta desapareció del recuadro. La ampolleta de 60<br />

watts se apagó y con ella la función.<br />

Los actores salieron por el patio y vieron al niño,<br />

a su único espectador, agazapado en el improvisado<br />

taburete; le tomaron de la mano diciéndole: “¡vamos<br />

al mall! El niño fue…<br />

La obra se acabó dejando al mensaje artístico<br />

como el único momento activo, trepanador del instante,<br />

para hacer un legado dentro del baúl de juguetes<br />

que es el recuerdo de aquel niño sentado sobre una<br />

vieja rueda, oliendo grasa rancia en un patio oscuro.<br />

Mauricio Saavedra<br />

<strong>Herencia</strong><br />

105


<strong>Herencia</strong><br />

106<br />

Minuto a minuto<br />

Miguel Bargetto<br />

Y cuántos han matado en nombre de su Dios<br />

(GIT, Buenas noches, Beirut)<br />

New York like a Christmas’ tree<br />

(U2, Angel of Harlem)<br />

6:10<br />

El despertador sonó ruidosamente. Se levantó<br />

lentamente después de sacarse la modorra<br />

del cuerpo dándose un par vueltas en la<br />

cama. La televisión pasaba furiosamente videoclips<br />

de músicos desconocidos que cantaban en dialectos<br />

ininteligibles para su oído.<br />

En el baño, se miró la cara y vio que era necesaria<br />

una buena afeitada, pero luego la descartó por el solo<br />

hecho que por el destino de viaje, nadie le reprendería<br />

el no haberlo hecho. Eso sí, se lavó sus vergüenzas y<br />

los dientes. Por mucho que fuera un viaje breve, nada<br />

debería atentar contra su prolija higiene corporal.<br />

Luego de haberse vestido, tomó el pasaje aéreo,<br />

su visa, absolutamente legal, al igual que su pasaporte.<br />

Revisó cuidadosamente que la llave del gas de la<br />

cocina donde había hervido una taza de amargo café<br />

negro estuviera cerrada y que ningún grifo de agua<br />

hubiera quedado chorreando.<br />

7:00<br />

Le costó echar a andar la motocicleta comprada<br />

el mes anterior, básicamente porque no se acostumbraba<br />

a arrancarla con el sistema de palanca (se había<br />

acostumbrado a las de sistema electrónico que tenía<br />

uno de sus amigos). Se colocó el casco y se dirigió<br />

al aeropuerto a una velocidad acelerada, puesto que<br />

debería estar allí cerca de las siete treinta. Se dirigió<br />

por una calle expedita hasta empalmar a la carretera.<br />

Allí se dedico a acelerar el vehículo suavemente para<br />

sentir como la velocidad le calaba las piernas. Alcanzó<br />

las 88 MPH.<br />

7:26<br />

Llegó al aeropuerto y dejó la motocicleta en cualquier<br />

lugar, puesto que si lo infraccionaban por estacionar<br />

en un lugar prohibido, tendría abogados que lo<br />

defenderían bien en la corte. Hizo acceso a Policía<br />

Internacional y mostró su documentación. Luego,<br />

hizo fila en la línea verde que tenía un banner que<br />

decía NOTHING TO DECLARE.<br />

- ¿Your equipment, mister?<br />

- Is it, dijo en un inglés con evidentes aspiraciones<br />

fonéticas.<br />

Y mostró un ridículo bolso con dos camisas, un<br />

pantalón y un par de calcetines.<br />

Luego de leer las instrucciones sobre el comportamiento<br />

en vuelo, sobre cómo reaccionar en caso de<br />

enfermedad de algún pasajero o de ataque terrorista,<br />

hizo acceso a la clase turista y tomó posesión de su<br />

asiento, en la ventanilla, justo al lado del ala derecha<br />

del avión.<br />

8:34<br />

No pudo de dejar de sentir una leve sensación de<br />

náuseas al momento en que la proa del avión se irguió<br />

para alzar el vuelo. La goma de mascar que le<br />

había dado antes una hermosa azafata de ojos verdes,<br />

no había servido de nada para contrarrestar el efecto<br />

gravitacional del despegue.<br />

Para olvidarse de su malestar empezó a recordar<br />

lo que le habían enseñado desde niño: su Dios siempre<br />

protege a los que ama y si él lo amaba con todo su<br />

corazón y todas sus fuerzas, su Dios jamás lo abandonaría,<br />

no importara la empresa que realizara. Pensó<br />

en que siempre habría un paraíso para los fieles y que<br />

en Infierno esperaría gustoso a los infieles y a los criminales<br />

que renegarán de su verdadero Dios.<br />

Mientras pensaba eso, una vez más la aeromoza<br />

de ojos verdes le habló diciéndole si gustaba beber<br />

algo. Pensó en pedir una bebida alcohólica fuerte,<br />

pero desistió porque otra de sus enseñanzas de niño<br />

era que debía mantenerse despierto y consciente en<br />

todo momento, puesto que la ira de su Dios se podría<br />

manifestar en cualquier momento. Finalmente,<br />

le dijo a la aeromoza que le trajera una botella de<br />

agua mineral sin gas.<br />

9:00<br />

Se levantó de su asiento porque sintió ganas de<br />

orinar. Fue al baño y descargó su vejiga placenteramente.<br />

Cuando se dirigía hacia su asiento, vaciló un<br />

momento y con la mirada, recorrió a todos los pasajeros.<br />

En ese momento vio cómo nueve personas más<br />

saltaron de sus butacas como resortes y gritaron fuertemente<br />

¡HOY ES EL DÍA DE GLORIA! Y como<br />

un rayo, tres de los nueve se abalanzaron contra tres<br />

aeromozas, uno profería cosas inentendibles para los<br />

demás pasajeros, pero sumamente claras para él. Los<br />

Miguel Bargetto


nueve estaban armados latas de aerosol, que comenzaron<br />

a descargar entre los pasajeros inmediatamente<br />

después de ponerse mascarillas de gas que habían declarado<br />

como instrumentos de trabajo en la aduana.<br />

9:06<br />

Uno de los hombres se había pasado una mascarilla<br />

y luego de ponérsela, se dedico a observar como<br />

los pasajeros se aletargaban cruelmente. Cuando<br />

supo que gozaba de una impresionante sensación de<br />

seguridad, caminó lentamente por el pasillo y se dirigió<br />

hacia la cabina de mando del avión. Había sido<br />

entrenado como piloto de guerra cuando hizo su servicio<br />

militar y tripular un avión comercial era tan fácil<br />

como es para un motociclista avezado guiar una<br />

bicicleta. Uno de los hombres que se cuadró militarmente<br />

ante él le pasó un puñal de hoja brillante y<br />

con él avanzó hacia la cabina. La aeromoza de ojos<br />

verdes no soportó el pánico de la situación y estalló<br />

en gritos de histeria. Uno de los hombres, que tenía<br />

expresas órdenes de evitar el caos, la tomo del cuello<br />

con un poderoso torniquete de seda de pescar hasta<br />

que la pobre cayó asfixiada con una horrible mueca<br />

de dolor. Hubo un silencio estremecedor. Se dio<br />

vuelta y vio a la hermosa mujer tirada en el suelo<br />

empapada por su propia sangre. Sintió pena porque<br />

no vería más el brillo de esos ojos verdes. Se quedó<br />

contemplándolos unos segundos, pero <strong>vol</strong>vió en sí<br />

al recordar que nada de la belleza profana y efímera<br />

debía distraerlo de su sagrada misión. Luego se le<br />

acercó otro tipo y con él ingresó. Fueron breves en<br />

el discurso:<br />

- Este avión ya no les pertenece.<br />

Y asfixiaron a los tripulantes.<br />

9:13<br />

Se sentó frente a los controles del avión. Realizó<br />

una breve inspección a los comandos y chequeó el<br />

altímetro, el reloj y la velocidad. Por un momento<br />

pensó en las películas de terrorismo que había visto<br />

más de alguna vez, donde Bruce Willis rescataba<br />

a cientos de personas de un aeropirata, o donde Ed<br />

Harris hacía el papel de un militar resentido que alargaba<br />

su ataque esperando una respuesta del gobierno.<br />

Nada de eso pasaría. Superman no existía, por lo tanto,<br />

su plan no sería abortado. No llegaría el defensor<br />

eterno de Nueva York, el buenmozo fotógrafo llamado<br />

Peter Parker. No se molestaría en hacer llamadas<br />

telefónicas pidiendo dinero. Nada que perteneciera a<br />

su causa podía negociarse. No había suficiente oro<br />

en el mundo que lo hiciera retractarse de su idea fija.<br />

Sólo se enterarían de su acción al minuto siguiente,<br />

cuando el presente se convirtiera en pasado, cuando<br />

no hubiera condena a muerte capaz de hacerlo arre-<br />

Miguel Bargetto<br />

pentirse de su acción.<br />

<strong>Herencia</strong><br />

9:23<br />

Ya interiorizado del mando de la nave, musitó una<br />

cadenciosa y monótona oración a su Dios pidiendo<br />

que la gloria que le tenía prometida desde siempre se<br />

hiciera realidad en la mesa de los elegidos. Uno de<br />

sus secuaces también en místico transe, murmuraba<br />

algo que él no podía escuchar.<br />

9:29<br />

La ciudad se veía radiante. Se tomó la molestia de<br />

desviar la atención de su blanco. Miró hacia la bahía,<br />

observó la estatua de la libertad y por un momento<br />

pensó en cambiar el plan. Derribar ese monumento<br />

no produciría tanto daño humano como moral, pero<br />

rápidamente <strong>vol</strong>vió en sí. Nunca debes cambiar lo<br />

que se te ha ordenado, porque son órdenes divinas...<br />

le dijo una voz en su mente y retomando su concentración,<br />

observó su blanco. Uno de sus superiores<br />

que era especialista en materiales, le explicó donde<br />

debería ser el impacto, para que, como quien lo hace<br />

con un castillo de naipes, se derribara sin ninguna<br />

vacilación.<br />

9:31<br />

Ya con el objetivo en la ventanilla del avión, pensó<br />

en lo ridículo del arma que estaba usando. No había<br />

ni misiles, ni ametralladores ni nada. Un avión,<br />

un avión de los más corrientes. Eso le hizo esbozar<br />

una tenue sonrisa. ¿Qué diría el mundo un segundo<br />

después de su acción? Sería una lástima no poder saberlo,<br />

aunque su Dios posiblemente le haría la gracia<br />

de mirar el espectáculo desde Su diestra. Por un momento,<br />

pensó en las vidas que llevaba, pero las olvidó<br />

cuando recordó que su Dios, si era servido, tendría<br />

misericordia con esas almas.<br />

9:33<br />

Nada ya podía hacer cambiar el destino. Había<br />

calculado con prolijidad la zona del impacto. Nadie<br />

se salvaría, no quedaría rastro. Un vano sentimiento<br />

de orgullo le recorrió la mente. Faltaban pocos segundos<br />

para hacerse famoso. Era una verdadera lástima<br />

que nadie supiera su nombre, que nadie tuviera<br />

algún vestigio de su osada acción, que nadie supiera<br />

que su Dios le había prometido ir directamente al cielo<br />

si concretaba con éxito su acción.<br />

La guerra santa apenas comenzaba.<br />

Cuando ya el edificio se hacía inesquivable, oró<br />

con más fuerza:<br />

- Señor, Tú lo quieres...<br />

Y aceleró más el avión, lo inclinó y sintió como el<br />

edificio se venía encima.<br />

107


<strong>Herencia</strong><br />

- Señor, Tú me has prometido el paraíso eterno si<br />

lucho contra los infieles...<br />

9:34<br />

El avión impactó contra un enjambre de ventanas<br />

y todo se <strong>vol</strong>vió rojo.<br />

Algo le hizo pensar:<br />

- ¿Y que tal si no existe la vida eterna?<br />

108<br />

Miguel Bargetto


-Insensato: Tonto, fatuo, sin sentido.<br />

-Insensatez: Falta de sensatez, de sentido o de razón;<br />

necedad. Dicho o hecho insensato.<br />

Comenzando de cero<br />

Nickols Valdivia<br />

Insensatamente pienso en la insensatez de haber<br />

estado cuestionándome el significado de la<br />

palabra insensato.<br />

Mirando hacia el techo, pienso en el sinsentido<br />

de mis pensamientos y en lo absurdo que debo verme<br />

con la mirada hacia el techo, como implorando<br />

al cielo. Luego me pregunto ¿qué gano al mirar hacia<br />

el cielo, si no es más que eso, el techo que está<br />

sobre nuestras cabezas? ¡Ja! ¡Qué patético me sentí<br />

al creer que desde “el cielo” me iba a ayudar! ¿Qué<br />

hacía ahora incluyendo en mis pensamientos el verbo<br />

creer, como si alguna vez lo hubiese pronunciado?<br />

Continúo mirando el techo, inspeccionando y memorizando<br />

cada una de las imperfecciones que con el<br />

paso de los años han ido aumentando considerablemente.<br />

Me río estúpidamente al pensar en lo superficial<br />

de mis pensamientos, cuando podría tratar de<br />

mejorar mis imperfecciones. Que imperfecto e insensato<br />

he sido al estar preocupado de ese techo blanco<br />

que tanto detesto, que además está unido a estas paredes<br />

tan blandas y albas que provocan nauseas. Me<br />

dan ganas de destruirlos de golpearlos con mi cuerpo,<br />

mas no me es posible, puesto que siempre permanezco<br />

inmóvil, como si algo atara mis manos, como si<br />

mi cuerpo estuviera dormido y lo único “lúcido” de<br />

mi ser, son mis pensamientos, aunque, pensándolo<br />

bien, no se está lo suficientemente cuerdo como para<br />

cuestionarse el significado de la palabra insensatez.<br />

… Insensato… esa palabra ronda día y noche<br />

(porque nunca sé exactamente si es de día o<br />

es de noche, pero sé que siempre está en mis pensamientos)<br />

y no me deja vivir en paz… si es que<br />

se puede encontrar la paz en un sitio como este.<br />

Es raro que mi nueva casa tenga sólo una habitación<br />

y que reciba tantas visitas a diario, a veces<br />

pienso que pertenezco a una secta, en la que todos<br />

debemos vestir de blanco… y luego recuerdo que<br />

odio ese color y me cuestiono el momento en que me<br />

Nickols Valdivia<br />

<strong>Herencia</strong><br />

uní al grupo y no logro recordar ni menos entender.<br />

Cada día siento que mi casa es más pequeña, más<br />

blanca, que el techo está más dañado de lo habitual,<br />

lo que me es incomodo cuando recibo a mis visitas,<br />

pero al parecer a ellos no les complica en absoluto.<br />

Me duele el cuerpo, los ojos, no veo bien,<br />

estoy encandilado ¿qué me habrá sucedido?<br />

Insensato... falto de razón, recuerdo haberlo<br />

buscado en el Diccionario Enciclopédico Ilustrado<br />

que mi madre me regaló para el último cumpleaños<br />

que papá pasó junto a nosotros. ¡Qué felices<br />

éramos! Al menos eso pensábamos mamá y<br />

yo. ¿Por qué lo hizo? Ella siempre decía que sería<br />

castigado por Dios por haber cometido aquel pecado<br />

mortal. En esos momentos se quedaba pensativa<br />

y susurraba para sí ¡Qué hombre más insensato, no<br />

tenía motivos para hacer semejante barbaridad! Se<br />

iba a la cocina dejándome solo en mi habitación.<br />

Luego de un momento regresaba, más tranquila:<br />

-¿Por qué no va a jugar?<br />

-Porque estoy pensando.<br />

-¿En qué piensa?<br />

-En las razones que debió tener papá para hacerse<br />

eso…<br />

-Para hacernos, querrá decir.<br />

- El peor daño lo tuvo él, porque es él quien ya no<br />

está…<br />

-¡Ay, Gaspar! No sea insensato intentando justificar<br />

lo injustificable.<br />

-Madre, no trato de justificar, si no que trato de<br />

entender sus razones, que como no las conozco debo<br />

de suponer...<br />

-...<br />

- Aunque se me vaya la vida en esta búsqueda, no<br />

descansaré hasta encontrar las respuestas.<br />

He vuelto a tener ese sueño, no me parece<br />

raro, puesto que es tan habitual que más que<br />

un sueño parece un recuerdo en mi inconsciente.<br />

Que in… in… he sido, ya han pasado 30 años de mi<br />

vida desde que me propuse encontrar la explicación<br />

109


<strong>Herencia</strong><br />

al pecado de papá. De los cuales llevo 20 años en<br />

esta pequeña casa blanca a la que mamá me trajo<br />

cuando estaba harta de mis actos, de mi insensatez.<br />

Aquí sí que soy libre, al menos para pensar.<br />

Me siento tan estúpido que no puedo más de la angustia,<br />

he perdido mi vida, cuarenta y dos años tratando<br />

de entender a papá y lo único que he hecho es pensar<br />

en el significado de “insensato”, qué absurdo todo.<br />

110<br />

Comenzaré de cero.<br />

-Insensato: Tonto, fatuo, sin sentido.<br />

-Insensatez: Falta de sensatez, de sentido o de razón;<br />

necedad. Dicho o hecho insensato.<br />

Nickols Valdivia


Era el juicio al Amor; se le acusaba de ser<br />

lo peor que pudiera existir. La víctima: el<br />

Corazón.<br />

¡Se inicia el caso 2520 en el año 20 de vida en el<br />

presente cuerpo! -dice el Cerebro-<br />

“Se acusa al amor de torturar al Corazón, de usar<br />

los métodos más despiadados como: la esperanza ó<br />

ilusión; mil te quiero; cien mi vida; diez miradas; cinco<br />

besos, y un recuerdo. De todo lo que ha dicho, de<br />

narcisismo por sus innumerables historias, además de<br />

romper centenares de corazones con frases supuestamente<br />

hermosas, poemas y versos. Prueba de ello es<br />

lo dicho por el desquiciado Hamlet, llamado príncipe,<br />

a Ofelia”.<br />

“Duda que son de fuego las estrellas,<br />

duda que al sol movimiento falta,<br />

duda lo cierto, admite lo dudoso,<br />

pero no dudes de mi amor las ansias”.<br />

“Dada la prueba, aquí están los testigos: La Tristeza,<br />

¿Quién dio lugar en el pobre corazón, a ti desdichada<br />

tristeza? “¡El amor!” –dice triste-. ¿Por qué?<br />

“es por él que si falta alguien se me da vida, o si por<br />

palabra u acción se llegase a herir al Corazón, aparece<br />

mi madre Depresión”. Y, ¿cómo declara al amor?<br />

“Culpable”. “Gracias”.<br />

Así procedió, en su interrogación a la Soledad, la<br />

Decepción, el Llanto, con su tedioso discurso, y concluye:<br />

como se ha demostrado, el Amor es culpable,<br />

y exijo la pena de muerte hacia él.<br />

Pero con su astucia característica, el Cerebro pregunta<br />

lo que todos querían saber, pero nadie se atrevía<br />

a formular: ¿Quién es usted? (al abogado acusador)…<br />

Y se produce ese penetrante silencio fúnebre que<br />

solicita desvelizar, al acusador.<br />

En ahogada musita responde, el Rencor. Produciendo<br />

explosión de murmullos entre el auditorio:<br />

Con razón -dice la Memoria-. Ahora entiendo –dice<br />

el Suspiro-.<br />

Se levanta el abogado defensor, y dice: Con su<br />

Dattis Vera<br />

Juicio al amor<br />

Dattis Vera<br />

<strong>Herencia</strong><br />

permiso su señoría, soy quien construye y destruye,<br />

el amado y odiado Tiempo. He pasado horas en la<br />

ironía de mi vida, escuchando los delirios del rencor.<br />

Y quisiera referirme a las acusaciones que se emiten<br />

contra mi cliente, con mi popular imparcialidad,<br />

ya que he acabado varias veces con la influencia del<br />

Rencor y el Amor.<br />

De las acusaciones que se exponen al inicio las<br />

declaro a lugar. Pero omito eso de “métodos despiadados”,<br />

con el siguiente argumento:<br />

Sin Esperanza ó Ilusión, no se vive, ya que nadie<br />

se resiste a la idea de un mañana, mucho menos el<br />

Amor, y con mil te quiero, cien mi vida, diez miradas,<br />

cinco besos, se declara en verborrea lo sentido,<br />

y con un recuerdo, se admiran. Y si se habla de narcisismo<br />

del Amor, es mucho más culpable el Rencor,<br />

por auto estimarse tanto que no ha de perdonar.<br />

A la Soledad, la Decepción, y el Llanto, puede<br />

decirse que cada uno de sus orígenes es gran responsabilidad<br />

del Rencor, por no olvidar heridas, falta de<br />

ilusión, y producto de la Tristeza. Y a ti, Tristeza; es<br />

verdad tu declaración, el amor te da vida en un sentido,<br />

pero te consuela el que todos te sienten, porque<br />

si nadie te sintiera no importaría lo que se hiciera,<br />

se <strong>vol</strong>vería a realizar y no se daría paso a una de las<br />

mayores demostraciones de amor, el Perdón.<br />

Ante todo lo dicho, solo me resta declarar que:<br />

Si se sentencia al amor, muera yo con él, por dar a<br />

conocer tan grande herramienta de vida y por hacer<br />

entrega de la llave que conduce al paraíso en que todo<br />

ser humano siempre quiso entrar: la Felicidad.<br />

111


<strong>Herencia</strong><br />

112<br />

La verdadera belleza<br />

María Jesús Campos,Camila Donoso,<br />

Myriam Sepúlveda, Daniela Sepúlveda<br />

Había una vez, en las profundidades de un bosque, tres singulares plantas: una rosa, un clavel y un<br />

cactus. Entre el clavel y la rosa existía una constante disputa por saber quién era la más hermosa flor<br />

de todos los alrededores, pues ambas eran muy bellas y conocidas.<br />

- ¿Por qué te admiras tú, si sabes que soy la preferida entre todos los seres de este bosque? -dijo la<br />

rosa.<br />

- Al menos no tengo feas espinas en mi tallo que dañan a los que me quieren tocar –reclamaba el clavel.<br />

Y así era siempre…<br />

Estas constantes peleas no dejaban exento al<br />

pequeño cactus que siempre las veía, silenciosamente,<br />

de algún lugar cercano. Hasta que un día,<br />

éste no soportó más aquella situación y decidió<br />

frenar, humildemente, la discusión.<br />

- ¡Por favor, no tienen para que pelear si las<br />

dos son muy hermosas! No hay razón alguna para<br />

seguir así… - exclamó el cactus.<br />

Pero las flores no estaban dispuestas a escucharlo, creían que él era un ser insignificante, que no debía<br />

entrometerse en aquella discusión. Entonces dijeron:<br />

- ¡No te entrometas! Tú, un ser tan feo,<br />

espinoso y sin ninguna belleza visible tiene<br />

la desfachatez de hablarnos siquiera –dijo la<br />

rosa.<br />

- ¡Cállate cactus, eres verde y desagradable<br />

ante cualquiera que esté cerca de ti! -pronunció<br />

el clavel.<br />

A causa de esto, el pequeño cactus apenado<br />

por todas esas palabras ofensivas dejó de<br />

prestar atención a la discusión, mas dijo una<br />

última frase:<br />

- No por ser bellas por fuera tienen que serlo<br />

por dentro, algún día perderán su hermosura<br />

y sólo les quedará el recuerdo.<br />

Campos, Donoso, Sepúlveda, Sepúlveda


y se sentían avergonzadas de haberlo<br />

ofendido en el pasado, por lo que se<br />

disculparon. A lo que el cactus dijo sin<br />

remordimiento:<br />

- No es necesario amargarse por demostrarle<br />

a todos que eres hermosa, lo<br />

importante es convencerse y aprender<br />

a disfrutar de uno mismo.<br />

Y así las flores aprendieron y prometieron<br />

no <strong>vol</strong>ver a pelear jamás por<br />

la belleza verdadera.<br />

Campos, Donoso, Sepúlveda, Sepúlveda<br />

<strong>Herencia</strong><br />

Con el paso del tiempo, llegado<br />

el otoño, los pétalos de las flores se<br />

cayeron por una fuerte brisa y marchitaron.<br />

Con las primeras lluvias del invierno<br />

las flores ya no presentaban<br />

belleza alguna, puesto que quedaron<br />

desprovistas completamente de sus<br />

pétalos y hojas. El pequeño cactus,<br />

por el contrario, estaba más hermoso<br />

que nunca, ya que entre medio de<br />

sus filudas espinas brotaban pequeñas<br />

pero destellantes flores que atrajeron<br />

la mirada de todos los seres<br />

del bosque. La rosa y el clavel quedaron<br />

asombradas por tal belleza,<br />

113


<strong>Herencia</strong><br />

La calle es corta adelante – pensó él – pero aún se puede aprender algo en ella. Caminó por la callejuela<br />

mientras se en<strong>vol</strong>vía en su vieja chaqueta de cuero, el viento alrededor lo empujó bajo la tenue luz de<br />

un farol. Esperó con un cigarrillo en la boca, con mirada cansada, observaba a su alrededor, serio y<br />

desgarbado, espectaba su mundo.<br />

Al cabo de dos o tres horas, comenzó a aburrirse. Parece que me equivoqué, se dijo a sí mismo, y emprendió<br />

el camino para salir de la pequeña y angosta calle. Mientras se dirigía hacia la esquina, tropezó con un pequeño<br />

niño sentado en la cuneta que, sucio de tiempo y tierra, observaba hacia la calle como si esperase ver aparecer<br />

a alguien. ¿Qué esperas?, preguntó al niño. A que llegue, dijo el pequeño. ¿A que llegue quién?, replicó el hombre.<br />

Dios, contesto el pequeño. ¿Y crees que vendrá?, dijo algo burlón el hombre. Sí, mi madre dijo que Dios<br />

nos ayudaría, que vendría a ayudarnos, y mamá no miente, el niño dijo esto esbozando una pequeña sonrisa de<br />

seguridad. Al parecer no me equivoqué, se dijo para sí mismo el hombre, y sentándose junto al pequeño le dijo:<br />

“Si es así, te acompañaré a esperarlo, tengo dos o tres cosas que discutir con Él”; y sacando una botella con<br />

bebida de su gastada mochila, se la ofreció al pequeño, sonrisa mediante, y con las siguientes palabras: “Toma,<br />

tal vez la espera sea larga”.<br />

114<br />

La espera<br />

Freddy Fuentes<br />

Freddy Fuentes


Extensión


<strong>Herencia</strong><br />

Presentación de <strong>Revista</strong> <strong>Herencia</strong><br />

Octubre, 2009.<br />

118<br />

De izquierda a derecha: Juan Rodríguez, David Gallardo, Angélica Pulgar, Manuel Peña,<br />

Mariana Berrios, Nickols Valdivia, Alejandra Palacios y Cristian Basso.


Presentación de Manía de Hojas, de Cristian Basso Benelli.<br />

Noviembre, 2009.<br />

De izquierda a derecha: Mariana Berrios, Maximiliano Basso, Angélica Pulgar y Manuel Quiroz.<br />

Cristian Basso Benelli.<br />

<strong>Herencia</strong><br />

119


<strong>Herencia</strong><br />

120<br />

De izquierda a derecha: Cristian Basso, Waldo Rojas, Juan Antonio Massone y César García.<br />

Profesores y alumnos de la carrera de Pedagogía en Lengua Castellana y Literatura.


Presentación de Historia de la literatura Infantil Chilena, de Manuel Peña Muñoz.<br />

Junio, 2010.<br />

De izquierda a derecha: Nickols Valdivia, Manuel Peña, Mariana Berrios.<br />

De izquierda a derecha: Nickols Valdivia, Juan Pablo Segovia, Manuel Peña, Mariana Berrios.<br />

<strong>Herencia</strong><br />

121


<strong>Herencia</strong><br />

Nadia Norambuena Cofré<br />

Profesora de Castellano y<br />

Licenciada en Educación,<br />

Universidad Metropolitana de<br />

Ciencias de la Educación.<br />

Mario Guerrero Alvarado<br />

Profesor de Castellano,<br />

Universidad Metropolitana de<br />

Ciencias de la Educación.<br />

Manuel Peña Muñoz<br />

Escritor y profesor de Castellano.<br />

Dr. en Filología Hispánica,<br />

Universidad Complutense de<br />

Madrid. Autor, entre otras obras, de<br />

Historia de la Literatura Infantil<br />

Chilena.<br />

David Gallardo Matus<br />

davidgallardo@revistaherencia.cl<br />

Profesor de Lengua Castellana y<br />

Literatura, Universidad de las<br />

Américas. Creador y fundador de<br />

<strong>Revista</strong> <strong>Herencia</strong>.<br />

Cristian Basso Benelli<br />

Poeta y profesor de Castellano.<br />

Mgter. en Literatura, Universidad<br />

de Chile. Autor de los poemarios<br />

Alalia, El amor insecto y Manía de<br />

hojas.<br />

http://cristianbasso.blogspot.com/<br />

122<br />

Sobre los Autores<br />

Javiera Soto Hidalgo<br />

jrsoto@uc.cl<br />

Licenciada en Historia, Pontificia<br />

Universidad Católica de Chile.<br />

Investigadora para la serie Los 80,<br />

de Canal 13.<br />

César García Álvarez<br />

Profesor de Castellano. Dr. en<br />

Literatura, Universidad de Chile.<br />

Miembro de la Sociedad Chilena de<br />

Estudios Clásicos. Autor de<br />

numerosos estudios de literatura,<br />

entre ellos, La literatura clásica<br />

griega y Un estudio sobre lo Épico:<br />

Homero & Cervantes.<br />

Eduardo Sánchez Ñiguez<br />

Escritor y profesor de historia. Ex<br />

académico de la Universidad de<br />

Chile. Autor de Vigencia y sentido<br />

de la Historia y El artista idiota.<br />

Sebastián Huerta<br />

Estudiante de Pedagogía en Lengua<br />

Castellana y Literatura,<br />

Universidad de las Américas.<br />

Miguel Bargetto Fernández<br />

Profesor de Castellano, Mgtr. en<br />

Lingüística, Universidad de Chile.<br />

Autor de numerosos artículos de<br />

lingüística publicados en diferentes<br />

revistas de la especialidad.<br />

Gloria Favi Cortés<br />

Profesora de Castellano. Dr. en<br />

Literatura Hispanoamericana,<br />

Universidad de Chile.<br />

Investigadora de la Universidad<br />

Internacional SEK.<br />

Carla Soto Olave<br />

Estudiante de Pedagogía en Lengua<br />

Castellana y Literatura,<br />

Universidad de las Américas.<br />

Rosío Rendón Trujillo<br />

rosio_rendont@hotmail.com<br />

Licenciada en Literatura<br />

Hispánica de la Universidad de<br />

Sonora, México. Ha impartido<br />

numersos talleres de literatura en<br />

su país. Reportera del Diario del<br />

Yaqui. Autora del poemario<br />

Ojos de Sol.<br />

Jean Pierre Frederick<br />

Profesor de Lengua Castellana y<br />

Literatura, Universidad de las<br />

Américas.<br />

Daniela Contreras Pavez<br />

Profesora de Lengua Castellana y<br />

Literatura, Universidad de las<br />

Américas.<br />

Angélica Pulgar Núñez<br />

angelicapulgar@revistaherencia.cl<br />

Estudiante de Pedagogía en Lengua<br />

Castellana y Literatura,<br />

Universidad de las Américas.<br />

Fundadora de <strong>Revista</strong> <strong>Herencia</strong>.<br />

Gloria Saavedra Valencia<br />

Profesora de Lengua Castellana y<br />

Literatura, Universidad de las<br />

Américas.


Jorge Matamala Cid<br />

jorgematamala@revistaherencia.cl<br />

Estudiante de Pedagogía en Lengua<br />

Castellana y Literatura,<br />

Universidad de las Américas.<br />

Participó en la Antología<br />

Poética "Dulces Letras" de<br />

<strong>Revista</strong> Absenta.<br />

María Torreblanca<br />

Estudiante de Pedagogía en Lengua<br />

Castellana y Literatura,<br />

Universidad de las Américas.<br />

Nadine Alemán<br />

Cineasta y escritora argentina.<br />

Autora de los libros 17 cuentos<br />

simples y Letal intensidad.<br />

http://nadinealeman.blogspot.com/<br />

Raúl Ortega Mella<br />

Estudiante de Pedagogía en<br />

Castellano, Universidad de Talca.<br />

Mauricio Saavedra<br />

Estudiante de Pedagogía en Lengua<br />

Castellana y Literatura,<br />

Universidad de las Américas.<br />

Nickols Valdivia Ibáñez<br />

nickolsvaldivia@revistaherencia.cl<br />

Profesora de Lengua Castellana y<br />

Literatura, Universidad de las<br />

Américas. Fundadora de <strong>Revista</strong><br />

<strong>Herencia</strong>.<br />

Dattis Vera Poblete<br />

Estudiante de Pedagogía en Lengua<br />

Castellana y Literatura,<br />

Universidad de las Américas.<br />

María Jesús Campos,<br />

Camila Donoso,<br />

Myriam Sepúlveda,<br />

Daniela Sepúlveda<br />

Estudiantes del Segundo Año<br />

Medio, Colegio María Ana Mogas,<br />

Paine.<br />

Freddy Fuentes Planells<br />

Estudiante de Pedagogía en<br />

Castellano, Universidad<br />

Metropolitana de Ciencias de la<br />

Educación.<br />

<strong>Herencia</strong><br />

123


Para publicar en <strong>Revista</strong> <strong>Herencia</strong><br />

<strong>Revista</strong> <strong>Herencia</strong> es publicada por la Facultad de Educación de Universidad de las Américas, Chile,<br />

con periodicidad anual. Publica investigaciones y artículos relacionados con literatura, lingüística, y<br />

temas afines en relación a las humanidades, además de creaciones literarias narrativas y poéticas, con<br />

el objetivo de contribuir al desarrollo cultural e intelectual en éstas áreas; su contenido está dirigido a<br />

especialistas, investigadores, docentes y estudiantes de pregrado.<br />

Descarga las Normas de Publicación en www.revistaherencia.cl<br />

Envía tus escritos a trabajos@revistaherencia.cl junto a tus datos personales.<br />

Si deseas participar activamente en nuestra página Web, escríbenos a contacto@revistaherencia.cl<br />

Agradecimientos<br />

Quisiéramos agradecer por su constante apoyo e incentivo eterno para con esta<br />

publicación, a nuestro coordinador y profesor Miguel Bargetto, a Cristian Basso,<br />

asesor de <strong>Revista</strong> <strong>Herencia</strong>, y a los maestros Manuel Peña y César García.<br />

Agradecemos, además, a todos los escritores, investigadores y estudiantes que<br />

participan en este segundo <strong>vol</strong>umen pues son ellos los que, finalmente, le dan vida a<br />

las palabras plasmadas en estas páginas.<br />

A nuestros familiares y amigos por su interés y apoyo a lo largo de los años.<br />

A Universidad de las Américas, a través de sus representantes y directores, por la<br />

posibilidad, la incondicionalidad y, sobretodo, por el espíritu y dedicación en esta<br />

publicación.<br />

Finalmente, a todos quienes nos han dejado y se encuentran hoy vigilando nuestros<br />

pasos.<br />

Fotografías de la página 11, extraídas desde www.memoriachilena.cl y http://cristianbasso.blogspot.com<br />

<strong>Revista</strong> <strong>Herencia</strong>, es una creación para la carrera de Pedagogía en Lengua Castellana y Literatura de Universidad de las Américas, Chile.<br />

Los derechos de cada trabajo e ilustraciones son propiedad de sus autores, quienes autorizan, a través de este medio, su divulgación.<br />

125


Prohibida su venta. Distribución gratuita. Todos los derechos reservados.

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