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suelta el mirlo y se pone a conversamos<br />
sus palabras tiernas<br />
como lancinantes lechugas recién cortadas.<br />
Otro vaso y me voy. Y nos marchamos,<br />
ahora sí, a trabajar.<br />
Entre tanto, ella se interna<br />
entre los cortinajes y ¡oh aguja de mis días<br />
desgarrados! se sienta a la orilla<br />
de una costura, a coserme el costado<br />
a su costado,<br />
a pegar el botón de esa camisa,<br />
que se ha vuelto a caer. Pero hase visto!<br />
XXXVI<br />
Pugnamos ensartamos por un ojo de aguja,<br />
enfrentados a las ganadas.<br />
Amoniácase casi el cuarto ángulo del círculo.<br />
¡Hembra se continúa el macho, a raíz<br />
de probables senos, y precisamente a raíz de cuanto no florece!<br />
¿Por ahí estás, Venus de Milo?<br />
Tú manqueas apenas pululando<br />
entrañada en los brazos plenarios<br />
de la existencia,<br />
de esta existencia que todaviiza<br />
perenne imperfección.<br />
Venus de Milo, cuyo cercenado, increado<br />
brazo revuélvase y trata de encadarse<br />
a través de verdeantes guijarros gagos,<br />
ortivos nautilos, aunes que gatean<br />
recién, vísperas inmortales,<br />
Laceadora de inminencias, laceadora<br />
del paréntesis.