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hasta finales del siglo XIX fue siempre ganadera.
Después vinieron los tiempos en que el auge de la
agricultura eclipsó el interés por la ganadería
extensiva. Más adelante llegaron también las
penurias, que obligaron a roturar todo pedazo de
terreno capaz de producir cualquier cosa que
pudiese echarse a la boca. La ganadería tradicional
perdió su prestigio social y comenzó un declive
progresivo que llega hasta el momento actual, en
el que una parte de la sociedad ignora que la carne
que adquiere, presentada en una bandeja de
plástico, perteneció una vez a un bello animal que
pastaba por el monte.
Sin embargo, la oportunidad de las ayudas de la
Unión Europea y el ingenio y conocimiento de un
puñado de expertos han conducido a implantar en
las Bardenas un sistema novedoso que puede ser
una buena inyección de optimismo para el
maltrecho mundo rural: se ha recuperado la vocación
ganadera mediante un lazo directo con la
agricultura. Cultivos de cereales alternan ahora con
guisantes y con barbechos, semillados de lluejos y
MUNDUTIK ZEHAR
vezas. Pero la mayor parte de la cosecha no se
recoge, queda ahí en el suelo para ser aprovechada
directamente por el ganado y también por la fauna
silvestre. No hay necesidad de recurrir a recogidas,
ni ensilados, ni hay costes asociados de distribución.
Además, esa comida, nutritiva y abundante, elimina
la necesidad de que el ganado paste en las frágiles
laderas, favoreciendo así la recuperación de la
cubierta vegetal natural y evitando la erosión. Todo
ello mediante una cuidadosa planificación en
distritos agro-ganaderos, determinados mediante
técnicas informáticas y apoyados por unas
instalaciones punteras.
Pero nada de eso hubiera sido posible si no hubiese
sido por el espíritu constructivo que reina en la Junta
General, en la que están presentes todos los
congozantes y donde las decisiones se toman bien
por unanimidad o por consenso. La última novedad
es que el actual rey les ha concedido la titularidad
conjunta; ya no son congozantes sino copropietarios:
un derecho ganado a pulso.
Mejor pastorear los cultivos que no las laderas.
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