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asumió como dominante, generando una renovada confrontación
de clase entre poseedores y desposeídos
El discurso civilizador que enarbolaban los sectores señoriales
bolivianos, no sólo buscaba invisibilizar a los oprimidos en cuanto
a cultura y presencia política ciudadana, sino también perpetuar el
abandono ancestral de atención estatal en relación a sus necesidades
básicas; se trataba de un exterminio permanente. La respuesta
histórica de los pueblos indígena originario campesino fue la lucha
por el territorio y la dignidad, como fundamento de su identidad
plurinacional. En los tiempos de cambio que vivimos, sin embargo
esas mayorías propusieron, no venganza, sino la enmienda histórica
de tanta injusticia construyendo otro mundo posible donde
los diversos sean parte de un encuentro entre iguales en derechos
aunque respetuosos e interculturales en la diversidad.
Por eso la Ley contra el Racismo y la Discriminación no es un
capricho, es simplemente la posibilidad de construir una verdadera
democracia entre iguales, donde la naturalización creada por los
patrones de lo “inferior o lo superior” desaparezca para dar paso
a la convivencia. La ley es el primer paso para visibilizar y detonar
nuestra propia conciencia descolonizadora, para transformar nuestra
cotidianidad, que deberá contar con mucha voluntad y procesos
autocríticos que estarán acompañadas por este instrumento
legal que penaliza, controla y propone procesos educativos para
toda la sociedad y para los medios de comunicación que en algunos
casos han sido instrumento de separación y confrontación y no
de convivencia. Esta ley junto a nuestra conciencia transformadora,
deberán asumir el reto de seguir construyendo un país donde quepamos
todos y todas.
Héctor ramírez SantieSteban
Secretario General
VicepreSidencia del eStado plurinacional
L A B O L I V I A D E H O Y N O D I S C R I M I N A