Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
egresar, ni clan que la recibiera con besos y abrazos. Iza y Creb, los<br />
que la amaron, habían muerto, y <strong>el</strong>la estaba muerta para aqu<strong>el</strong>los a<br />
los que amaba.<br />
Uba, la hija de Iza, había sido como su propia hermana; eran de una<br />
misma familia por <strong>el</strong> amor, ya que no por la sangre. Pero Uba cerraría<br />
<strong>el</strong> corazón y la mente si volvía a verla, se negaría a dar crédito a sus<br />
ojos, no la vería. Broud había maldecido a Ayla con la muerte. Por<br />
tanto, <strong>el</strong>la estaba muerta.<br />
Y Durc, ¿se acordaría de <strong>el</strong>la siquiera? Había sido preciso dejarle con<br />
<strong>el</strong> clan de Brun. Aunque hubiera podido llevárs<strong>el</strong>o, habrían estado solos<br />
los dos. Si algo le hubiera pasado a <strong>el</strong>la, <strong>el</strong> niño habría quedado solo. Era<br />
mejor dejarlo con <strong>el</strong> clan. Uba lo amaba y lo cuidaría. Todo <strong>el</strong> mundo<br />
lo amaba... menos Broud. Pero Brun lo protegía y le enseñaría a cazar.<br />
Al crecer sería fuerte y valiente, tan hábil como <strong>el</strong>la con la honda, rápido<br />
para la carrera y...<br />
De pronto se fijó en un miembro d<strong>el</strong> campamento que no había corrido<br />
cuesta arriba. Rydag estaba de pie junto a la vivienda, con una<br />
mano sobre un colmillo; miraba con ojos redondos al grupo riente y f<strong>el</strong>iz,<br />
que desandaba <strong>el</strong> camino.<br />
Ayla los vio con los ojos d<strong>el</strong> niño: abrazados por la cintura, con los<br />
pequeños a cuestas, mientras otros niños brincaban, rogando que los cogieran<br />
en brazos. Ella notó que Rydag respiraba con fuerza; la excitación<br />
era excesiva.<br />
En <strong>el</strong> momento en que echaba a andar hacia él, vio que Jondalar<br />
avanzaba en la misma dirección.<br />
–Iba a llevarle allá –dijo él. También había reparado en <strong>el</strong> niño; los<br />
dos tenían la misma idea.<br />
–Sí, llévale –dijo <strong>el</strong>la–. Whinney y Corredor pueden volver a ponerse<br />
nerviosos con tanta gente nueva. Iré a quedarme con <strong>el</strong>los.<br />
Jondalar levantó al niño de cab<strong>el</strong>los oscuros y se lo montó en los<br />
hombros, avanzando con él cuesta arriba, hacia la gente d<strong>el</strong> campamento.<br />
El joven a quien Talut y Nezzie habían recibido con tanto afecto<br />
era, aproximadamente, de la misma altura que Jondalar; alargó los brazos<br />
hacia <strong>el</strong> pequeño, saludándole con evidente alegría. Luego le trasladó<br />
a sus propios hombros para bajar hacia <strong>el</strong> alojamiento. «Le quieren»,<br />
pensó Ayla. Y recordó que también la habían amado a <strong>el</strong>la, a<br />
pesar de sus diferencias.<br />
Jondalar notó que les observaba y le sonrió. Ella sintió una oleada tal<br />
de afecto por aqu<strong>el</strong> hombre cariñoso y sensible que se avergonzó de haber<br />
experimentado, momentos antes, tanta lástima de sí misma. Ya no<br />
estaba sola; tenía a Jondalar. Amaba hasta <strong>el</strong> sonido de su nombre y sus<br />
pensamientos se llenaron de él, de los sentimientos que él le inspiraba.<br />
Jondalar. El <strong>primer</strong>o de los Otros que viera jamás, hasta donde podía<br />
recordar; <strong>el</strong> <strong>primer</strong>o con un rostro como <strong>el</strong> de <strong>el</strong>la y unos ojos azules<br />
como los de <strong>el</strong>la... Sólo que eran más azules: sus ojos eran tan azules<br />
que costaba creerlo.<br />
30