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El pirata Garrapata - Juan Muñoz Martín - Todo Primaria

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<strong>Juan</strong> <strong>Muñoz</strong> <strong>Martín</strong> <strong>El</strong> <strong>pirata</strong> <strong>Garrapata</strong><br />

Salmonete a bombo y platillo.<br />

<strong>El</strong> almirante Pescadilla llegó a la cubierta echando los bofes. Era un hombre<br />

menudito y miope que miraba a través de gruesos cristales.<br />

—¡A sus órdenes, almirante! —dijo <strong>Garrapata</strong> poniéndose más tieso que el<br />

mástil.<br />

<strong>El</strong> almirante le miró de arriba abajo con su monóculo, y, como era tan corto<br />

de vista, le confundió con Picatoste.<br />

—¡Caramba! ¡Cómo habéis crecido, querido Picatoste!<br />

—Es que tomo pelargón todos los días —dijo <strong>Garrapata</strong> disimulando.<br />

<strong>El</strong> almirante empezó a recorrer el barco seguido de sus oficiales. Como no<br />

veía tres en un burro, se dio de narices contra una puerta, pensando que estaba<br />

abierta. Al pasar junto al palo mayor le dio un abrazo, creyendo que era un<br />

marinero amigo suyo.<br />

—¡Hola, Pascasio! ¿Qué haces tú por aquí?<br />

—Señor, no es Pascasio. Es el palo mayor.<br />

—¡Caramba! ¡Qué distraído soy!<br />

Pasaron luego delante de la despensa y abrió la puerta para ver lo que<br />

había. Se puso la lente y exclamó:<br />

—¡Caramba! ¡Cuánta gente hay aquí!<br />

—Señor, no es gente. Son sacos de patatas.<br />

—¡Caramba, es verdad!<br />

En ese momento, el chino, que estaba atado en un rincón, comenzó a chillar:<br />

—¡Socolooo, socolooo!<br />

—¿Quién grita?<br />

—Es el loro, señor.<br />

—¡Caramba, si habla en chino!<br />

—Es que ha nacido en Pekín.<br />

<strong>El</strong> almirante Pescadilla subió muy complacido a cubierta. Una carroza<br />

lujosa se detenía en ese instante al pie de la escalerilla del barco. Iba tirada por<br />

siete caballos percherones. De ella descendió una joven hermosísima, de<br />

cabellos dorados como las espigas y dulces ojos verdes como el mar salado. La<br />

acompañaba una señora alta y seca de unos cuarenta años. Los lacayos<br />

empezaron a bajar baúles y más baúles y a subirlos al barco. La joven subió<br />

graciosamente las escaleras. Pescadilla salió corriendo a su encuentro y la besó<br />

tiernamente. Luego, dirigiéndose a <strong>Garrapata</strong>, le dijo:<br />

—Señor Picatoste, os presento a mi hija Floripondia.<br />

—A sus pies, milady. Es un placer inmenso conoceros.<br />

La joven hizo una graciosa reverencia y dijo:<br />

—¿Sois vos el capitán Picatoste?<br />

—Sí, milady —respondió <strong>Garrapata</strong>.<br />

—No sabía que fuerais tan feo.<br />

—Y vos tan hermosa —añadió <strong>Garrapata</strong>.<br />

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