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<strong>IDENTIDAD</strong> Y <strong>OTREDAD</strong><br />
(Texto de uso exclusivo de los alumnos del curso de postgrado ADI, Lola López)<br />
Según el texto del Proyecto de Declaración sobre los Derechos Humanos, “la expresión<br />
‘identidad cultural’ se entiende como el conjunto de las referencias culturales por las cuales una<br />
persona o un grupo se define, se manifiesta y desea ser reconocido; la identidad cultural<br />
implica las libertades inherentes a la dignidad de la persona e integra, en un proceso<br />
permanente, la diversidad cultural, el ámbito particular y universal, la memoria y el proyecto”<br />
Y<br />
“se entiende por ‘comunidad cultural’ un grupo de personas que comparten referencias<br />
culturales constitutivas de una identidad cultural común, la preservación y el desarrollo de la<br />
cual consideran esencial para su dignidad humana”<br />
En todo caso la identidad siempre es un fenómeno dinámico, al igual que la cultura.<br />
TRES NIVELES DE <strong>IDENTIDAD</strong><br />
Identidad individual<br />
Concierne a cada persona en si misma<br />
Incluye los rasgos psicológicos (persona alegre, tímida...), físicos (alto, bajo, hombre, mujer...),<br />
los gustos y preferencias.<br />
Tenemos un nombre, un lugar de nacimiento...<br />
La identidad individual indica la manera por la cual uno difiere de los demás pero también lo<br />
que nos une al resto (es comparativa). Ej. Soltero = no casado<br />
En Occidente sentimiento subjetivo de unidad de la persona. Es cambiante en algunos<br />
aspectos.<br />
Identidad de grupo<br />
Se define por las relaciones interpersonales reales (se pertenece a varios grupos)<br />
Para la identidad de grupo el contexto cultural ofrece convicciones, valores, reglas y<br />
costumbres que organizarán el comportamiento del grupo. No nos organizamos según valores<br />
de otro contexto cultural.<br />
El individuo con su adhesión refuerza el grupo, al mismo tiempo el grupo limita la expresión de<br />
su identidad individual. El grupo define quien puede y no puede pertenecer.<br />
Identidad comunitaria (amplia)<br />
Trasciende en el tiempo y en el espacio a los individuos y a los grupos existentes.<br />
Varias pertenencias: nacionales, religiosas, culturales...<br />
Nombre, mito (explicativo) y memoria histórica común, ¿un territorio?, valores simbólicos<br />
comunes<br />
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En muchas sociedades el nivel identitario más importante es el comunitario, la persona,<br />
individualmente, no ES. La persona ES en tanto que forma parte de una familia, un grupo<br />
religioso, una etnia...<br />
La cultura occidental moderna considera la identidad cultural (en los otros) como limitadora de<br />
la identidad individual (hay que liberarse) al tiempo que defiende la propia (esquizofrenia??)<br />
Según Xavier Dupuis, la cultura ofrece al individuo la capacidad de reflexionar sobre sí mismo;<br />
ella hace de nosotros seres humanos, racionales, críticos y éticamente comprometidos. Es a<br />
través de la cultura que los individuos se expresan, toman conciencia de lo que son, se<br />
reconocen como un proyecto inacabado, cuestionan sus propias realizaciones, buscan nuevas<br />
significaciones y crean obras que los transcienden.<br />
El pensamiento moderno occidental del que nosotros somos hijos/as concibe la realidad como<br />
formada por pares de opuestos, contrarios y excluyentes. Según esta manera de entender el<br />
mundo, ambos contrarios no pueden coexistir en clave de igualdad, y para garantizar el orden,<br />
uno de los contrarios debe vencer al otro. Vencerle pero mantener su presencia amenazante<br />
latente, lo cual justifica a su vez la legitimidad del polo "vencedor" (Rojo, 1999).<br />
Remitiéndonos a Dolores Juliano (1999), "esta situación no puede crear extrañeza si se tiene<br />
en cuenta que en la génesis de los modernos Estados nacionales estaba la idea de la<br />
UNIFORMIDAD"; así, señalar a un grupo como "otro" o diferente forma la contrapartida<br />
necesaria de la construcción del imaginario "nosotros" en que se asienta la idea de la<br />
nacionalidad. Porque la construcción de los modernos Estados nacionales europeos se dio<br />
mediante un proceso de "colonización" interna, a partir de unas fronteras territoriales dadas, de<br />
las características culturales de un grupo sobre las del resto que habitaban el mismo territorio<br />
(Anderson, 1983). Y éste es el gran peligro que muchos autores presienten en esta incipiente<br />
construcción europea, el de que se rija por los mismos parámetros básicamente excluyentes;<br />
las leyes de extranjería, votadas por todos los miembros de la Comunidad Europea, muestran<br />
que las fronteras no se han difuminado, sino que se han desplazado (Juliano, 1997): no<br />
circunscriben ahora Estados aislados sino conjuntos de países con intereses económicos<br />
comunes, cada vez más separados y enfrentados con los que quedan fuera.<br />
La globalización no es sino el mismo concepto de homogeneización que se ha planteado para<br />
los Estados modernos aplicado a todo el planeta.<br />
¿Podría Occidente asumir que la pluriculturalidad, la existencia de identidades distintas tanto<br />
en el propio Occidente como en el resto del mundo es algo normal y dejar de considerar la<br />
coexistencia, y la interrelación, de grupos socio-culturales diferentes como algo negativo o<br />
como una amenaza a una idea esencialista de la cultura basada en alguna suerte de "pureza" y<br />
en la idea subyacente a todo esto de que nuestra cultura se encuentra en un grado superior de<br />
evolución al del resto del planeta? Es decir, ¿es posible que el pensamiento moderno<br />
occidental puede considerar alguna vez a la diferencia no como una amenaza, sino como un<br />
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medio de comunicación, para el cual la historia ha demostrado sobradamente que los canales<br />
existen? “la otredad resulta omnipresente, y quizá resultara más sencillo aprender a convivir<br />
con ella que intentar colonizarla”, Juliano, 1997.<br />
Posiblemente no porque el convencimiento profundo que tiene Occidente de la universalidad<br />
de nuestros valores forma parte de los mitos más profundos de nuestra identidad cultural. La<br />
identidad construida por el Occidente moderno es una identidad uniformizadora, que define una<br />
única manera de ser posible, lo único que varía es el alcance de las fronteras de la<br />
uniformidad. En el interior de esas fronteras las diferencias internas son rechazadas, ya que se<br />
considera que ponen en peligro la “identidad” propia de ese territorio.<br />
Otras identidades, sin embargo, no se ven amenazadas por unas diferencias que consideran<br />
inherentes a la condición humana y nadie intenta “colonizar culturalmente” a nadie, cada grupo<br />
humano puede seguir siendo lo que es sin que nadie se sienta amenazado o sienta<br />
amenazada su identidad (África negra).<br />
En Occidente tenemos un problema: el modelo de Estado moderno está basado en la<br />
uniformidad y no acabamos de encontrar la fórmula que respete la identidad de los pueblos, la<br />
diferencia en el seno de un Estado, de un territorio, de una sociedad, la heterogeneidad<br />
"El concepto actual más común del ser humano es que se trata de una especie sedentaria,<br />
dividida en grupos y culturas, cada uno de los cuales corresponde a un lugar geográfico que es<br />
su territorio", concepción que no responde a la historia de la humanidad, menos a la del<br />
continente africano (Crespo, 2001), culturas no territoriales (salvo el concepto del lugar de<br />
origen), pueblos en continuo movimiento para los cuales las fronteras se definen más a partir<br />
de aspectos culturales que de delimitaciones territoriales; a su vez, esto trasciende la idea<br />
misma del Estado-nación, y nos permite entender con mayor claridad cómo personas de<br />
orígenes culturales distintos modifican poco su “identidad” aunque residan muy lejos de su<br />
región.<br />
e) Diversos analistas de estas tensiones y de estas dificultades han indicado con base<br />
en los estudios históricos, cómo el índice de capacidad de supervivencia y consolidación de<br />
una cultura está definido por tres elementos:<br />
• Las propias características sociales de la comunidad cultural, particularmente su<br />
capacidad de integrar el pluralismo en su interior.<br />
• La capacidad de interactuar (sin anular) con otras culturas y de moverse en espacios<br />
más amplios (nacional, e internacional), trascendiendo las propias fronteras.<br />
• La capacidad de resistir o de mantener los rasgos y valores más propios, dentro de un<br />
proceso de intercambio con otras culturas, en el cual es inevitable la asimilación de un<br />
cierto margen de uniformidad, propia de las convergencias de los diferentes grupos<br />
humanos.<br />
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