D. Fernando González de Canales López Obrero Capitán

contempla, estudia, toma apuntes de buques y embarcaciones de todo
país y época, va dejando huella profunda en su manera de interpretar el
paisaje marino y la historia de la construcción naval.
Es asombro, el que debió de sentir ante la pintura marítima holandesa
de los siglos XVI y XVII, al que ningún amante de la mar se podrá sentir
inmune. Aquí y allí confirmará su afición por la arqueología naval, que
después utilizará en sus cuadros y trabajos, lo que le llevará a convertirse
en un erudito y el más grande especialista de todos los tiempos que ha
visto la luz en España. También su actividad alcanzará el grabado y el
aguafuerte, que se había iniciado con su maestro Haes, también artista
eminente en este arte, y que completa con el belga Alfredo Baes (1837) y
el francés Luís Allemand (1809).
El 1866 es para el pintor un año de gran actividad viajera y creativa. En
la primavera pasea por la sierra de Madrid dejando apuntes de Cercedilla
y Navacerrada, en el verano por su tierra natal. Viaja por Bélgica
Holanda y Francia, recogiendo improntas de los paisajes de Heys y
Vlessiguen y escenas de las rías de Ostende, Rótterdam y Tolón, culminando
con su presentación a la Exposición Nacional de enero de 1867
con cinco oleos, uno de los cuales Paisajes de Torrelodones, recuerda a su
maestro Haes y recibiendo mención Honorífica Especial por Tempestad
y naufragio en el cabo de San Antonio. Concurre también a las regionales
de Valencia y Barcelona de 1867 con La bahía de Javea que ya había
Barca con calzos
Óleo sobre lienzo 48 x 79 cm. Colección particular
M ADRID, MONLEÓN Y LA M AR • 187