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D. RAMÓN CABRERA - Biblioteca Tomás Navarro Tomás

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eéáml ¿T los enfermos quemados vivos por las partidas do peseteros? ¿Y<br />

los heridos de Cantavieja degollados en sus lechos? ¿t la muerte do todos<br />

los individuos de mi ejercito que caían en poder del enemigo? Dígame V.,<br />

¿podia no acordarme de todo esto y mucho más? Harto hice en olvidar mi<br />

promesa de Valdcrrobles y perdonar á las tropas después de una victoria<br />

que tanto lisonjea á un general, y á un general de treinta años de edad, y<br />

que se Se presenta oeasion de vengar ofensas y resentimientos.»<br />

Hemos expuesto ¡mparcialmenle todos los datos que poseemos sobre el<br />

sacrificio ríe los prisioneros de Burjazot; al lector toca apreciar en su rígida<br />

exactitud este suceso de triste memoria.<br />

" CAPITULO Í1L<br />

Año 4857.—Nuevos hechos de armas de Cabrera.—Expedición de Don<br />

Carlos.—Victoria de Cabrera en Cherta.—Acompaña la expedición del'<br />

Pretendiente.—Retírase éste de las puertas de Madrid.<br />

ny triste pero muy grande, nada envidiable pero cas»<br />

| universal, era ya la reputación de Cabrera; En eí<br />

'campo de D. Carlos, especialmente, su nombre era<br />

pronunciando con veneración, y los hombres previsores<br />

que columbraban un término muy funesto á la<br />

guerra de Navarra, volvían con amor sus ojos hacia<br />

el caudillo del Maestrazgo, fijando en él sus más<br />

*||§i dulces esperanzas. El gobierno de la Reina por otra<br />

c|S paite, había llegado á entender lo que durante mubSlflk^<br />

cbo tiempo se había obstinado en ignorar; corapren-<br />

^SSS^. (j¡5 ) p 0 r f (nt q U e e n Cabrera habia una centella del<br />

¿«niofque su carácter era completamente distinto de la idea que en un principio<br />

sé formara de él; que eran, en fin, precisas fueras muy considerable.*<br />

para batirle. Los generales San Miguel, Azpiruz y Palare» le habían perseguido<br />

sucesivamente y derrotado en muchos encuentros: no bastaba eso;<br />

era preciso un batallón encada garganta, una brigada en cada desfiladero,<br />

una guarnición en cada pueblo. A esta época era Cabrera ya el segundo general<br />

de los que defondiaa su causa; y su arrogancia, sus temerarias tentativas,<br />

sus reiterados triunfos le habían hecho el primer personaje en los<br />

campos carlistas. Fué, pues, preciso organizar una graude división que fuese<br />

¿hostilizarle, y colocarla bajo ol mando de un general outeudido: Ora a<br />

íaé escogido al electo, y hubo, por consiguiente, de partir á su destino.<br />

Fuerza es confesar que elgeueral Oráafué bien poco afortunado en su-*<br />

frimeras tentativas coaira Cabrera, no porque precisamente éste le venciese

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