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COMERCIO, TR/1BA]O Y CONTACTO FRONTERIZO EN

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v i1 tud<br />

prevm<br />

pirado<br />

dc los<br />

gentes<br />

mente<br />

de devolver I0 que accidentalmente se cae, 0 llega a sus manos sin<br />

donacién; acaso la comunicacién con nuestros c0l0n0s les habria ins<br />

esta buena c0stumbre”3‘. Sin embargo, la candidez y la honestidad<br />

aborigenes e incluso su sentido comnin palidecieron frente a las ur<br />

necesidades que les imponia el yugo de dependencia que voluntaria<br />

formaron con los europeos. ]0sé de la Peria, comandzmte de Ia cor<br />

bcta San Pio enviada al mar austral en busca de piratas europeos, manifes<br />

taba quo los habitantes de la Bahia del Buen Suceso habian acudido a co<br />

merciar con los espanoles y "en muy breve quedaron desarmados a cuenta<br />

dc cuchillos (que era su mejor ansia) ropas viejas, anjes y otras frioleras.<br />

El mismo do la Pena agregaba que los indigenas mostraban interés por ad<br />

quirir “abalorios 0 quentas de vidrio, que algunos tenian aunque pocas y<br />

viejas sin duda de las que Cook habia repartido en su primer viaje del aiio<br />

de 1768.<br />

Un detallado testimonio de la expansion que experimento el comercio<br />

hispano hacia las Pampas en las ultimas décadas del siglo XVIII fue dejado<br />

por el virrey Nicolas Arredondo en 1795. Refiriéndose a la magnitud y la<br />

variedad de los intercambios, el Virrey afirmaba que el comercio se emrtendia<br />

geograficamente hasta abarcar a los Pampas asentados en la sierra de la<br />

Ventana, encabezados en esa época por los caciques Lorenzo, Toro, Guaiquilef<br />

y Ouintuin. Estos caciques, observaba el Virrey, “y sus respectivas parcialida<br />

des que se consideran hoy muy numerosas, ...acostumbran venir frecuente<br />

mente a esta capital en cortas porciones. .. traen y venden sus pieles adoba<br />

das, algunas gergas, ponchos, pellones, riendas, lazos y otras manufacturas,<br />

Ilevandose en cambio abalorios, aguardientes y aquellas otras cosas que son<br />

del particular gusto de esta casta de gentes, a quienes ya no desagrada tanto<br />

el comunicar con nosotros amistosamente"°3. Al igual que en Chile, el tra<br />

{ico fronterizo se regularizaba hasta constituir un hecho casi cotidiano. Al<br />

mismo tiempo. los productos intercambiados eran cada vez mas especializa<br />

dos y orientados a satisfacer las necesidades de un mercado mas amplio que<br />

el que constituian hasta alli las guardias de los fortines y los puestos fron<br />

terizos.<br />

Una de las formas especializadas de intercambio fue el comercio de sal<br />

quo realizaban los Pehuenches en las fronteras de Mendoza y Concepcion.<br />

La posicion geografica ocupada por este grupo en los valles subandinos y<br />

el control quc eiercian sobre los pasos cordilleranos los dejaban en una ubi<br />

cacion privilegiada cuando se trataba de explotar las salinas situadas en las<br />

pampas centrales. En una descripcion del comercio de sal en los poblados<br />

y villorrios de Chile central, el cronista Gomez de Vidaurre aseveraba a fines<br />

del siglo XVIII que los Pehuenches sacaban provecho de este producto "co<br />

merciando con ella entre los espa1'ioles”°‘. La importacion de sal alcanzo tal<br />

dimension en Chile, que en 1764 dos testigos afirmaban que era necesario<br />

brindar apoyo militar a los Pehuenches en las guerras que sostenian contra<br />

los Huilliches, argumentando que "si se llegan a apoderar de el (los yaci<br />

mientosa do sal en las pam.pas) los enemigos Huilliches como lo desean con<br />

ansia, podran poner en gran cuidado esta frontera y carecer de la sal que<br />

abastece mucha parte de este reino. . 35. Los propios indigenas eran cons<br />

”°2<br />

185

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