Reglas del juego para los hombres que quieran amar a mujeres ...
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Las <strong>mujeres</strong> se<br />
afirman en el amor<br />
Selección de poemas de amor y de desamor pero, sobre<br />
todo, de afirmación femenina<br />
Marzo 2001<br />
G. Vargas
INDICE<br />
Página<br />
Alfonsina Storni..……………………………………………………………….. 3<br />
Tú me quieres blanca 4<br />
Esta tarde 5<br />
Juana de Ibarborou…………………………………………………………… 6<br />
El dulce milagro 7<br />
La hora 8<br />
Gloria Fuertes….……………………………………………………………… 9<br />
Todavía 10<br />
Carmen Naranjo………….…………………………………………………... 11<br />
Idioma <strong>del</strong> invierno 12<br />
Julieta Dobles….…………………………………………………………….. 13<br />
Elogio de <strong>los</strong> senos 14<br />
Gioconda Belli……………………………………………………………….... 16<br />
<strong>Reglas</strong> <strong>del</strong> <strong>juego</strong> <strong>para</strong> <strong>los</strong> <strong>hombres</strong> <strong>que</strong> <strong>quieran</strong> <strong>amar</strong> a <strong>mujeres</strong> 17<br />
Alucinación 20<br />
Ana Istarú……………………….…………………………………………….. 22<br />
Tráiganme gente 23<br />
La suavidad <strong>del</strong> pan 24<br />
2
Alfonsina Storni<br />
(1892-1938)<br />
Argentina de origen suizo. Sus temas: el amor, siempre insatisfecho; la soledad y<br />
el ansia de la muerte frente a un mundo insensible y atroz.<br />
Alfonsina se suicidó lanzándose al mar. Sobre este fin trágico, Mercedes Sosa<br />
canta “Alfonsina y el mar”.<br />
Se seleccionan “Tú me quieres blanca”, reprensión al mundo patriarcal hipócrita y<br />
censurador de la mujer auténtica; y “Esta tarde”, poema en <strong>que</strong> se afirma el amor<br />
ante la amenaza de la muerte.<br />
3
Tú me quieres alba,<br />
me quieres de espumas,<br />
me quieres de nácar.<br />
Que sea azucena<br />
sobre todas, casta.<br />
De perfume tenue,<br />
corola cerrada.<br />
Ni un rayo de luna<br />
filtrado me haya.<br />
Ni una margarita<br />
se diga mi hermana,<br />
Tú me quieres nívea,<br />
tú me quieres blanca,<br />
tú me quieres alba.<br />
Tú <strong>que</strong> hubiste todas<br />
las copas a mano.<br />
De frutos y mieles<br />
<strong>los</strong> labios morados<br />
Tú <strong>que</strong> en el ban<strong>que</strong>te,<br />
cubierto de pámpanos,<br />
dejaste las carnes<br />
festejando a Baco.<br />
Tú <strong>que</strong> en <strong>los</strong> jardines<br />
negros <strong>del</strong> engaño,<br />
vestido de rojo,<br />
corriste al Estrago.<br />
Tú <strong>que</strong> el es<strong>que</strong>leto<br />
conservas intacto<br />
no sé todavía<br />
por cuáles milagros,<br />
me pretendes blanca<br />
Tú me quieres blanca<br />
4<br />
(Dios te lo perdone),<br />
me pretendes casta<br />
(Dios te lo perdone),<br />
me pretendes alba!<br />
Huye hacia <strong>los</strong> bos<strong>que</strong>s;<br />
Vete a la montaña;<br />
Límpiate la boca;<br />
Vive en las cabañas:<br />
Toca con las manos<br />
la tierra mojada;<br />
Alimenta el cuerpo<br />
con raíz <strong>amar</strong>ga.<br />
Bebe de las rocas;<br />
duerme sobre escarcha;<br />
Renueva tejidos<br />
con salitre y agua:<br />
Habla con <strong>los</strong> pájaros<br />
y llévate al alba.<br />
Y cuando las carnes<br />
te sean tornadas,<br />
y cuando hayas puesto<br />
en ellas el alma<br />
<strong>que</strong> por las alcobas<br />
se <strong>que</strong>dó enredada.<br />
Entonces, buen hombre,<br />
Preténdeme nívea,<br />
Preténdeme casta.
Esta tarde<br />
Ahora quiero <strong>amar</strong> algo lejano...<br />
Algún hombre divino<br />
<strong>que</strong> sea como un ave por lo dulce,<br />
<strong>que</strong> haya habido <strong>mujeres</strong> infinitas<br />
y sepa de otras tierras, y florezca<br />
la palabra en sus labios perfumada:<br />
Suerte de selva virgen bajo el viento...<br />
Y quiero <strong>amar</strong>lo ahora. Esta tarde.<br />
blanda y tranquila como espeso musgo,<br />
Tiembla, mi boca y en mis dedos finos,<br />
se deshacen mis trenzas poco a poco<br />
Siento un vago rumor... toda la tierra<br />
Está cantando dulcemente... Lejos.<br />
<strong>los</strong> bos<strong>que</strong>s se han cargado de corolas,<br />
Desbordan <strong>los</strong> arroyos de sus cauces<br />
y las aguas se filtran en la tierra.<br />
así como mis ojos en <strong>los</strong> ojos<br />
<strong>que</strong> estoy soñando embelesada.<br />
Pero<br />
ya está bajando el sol tras de <strong>los</strong> montes,<br />
las aves se acurrucan en sus nidos.<br />
La tarde ha de morir y él está lejos...<br />
Lejos como este sol <strong>que</strong> <strong>para</strong> nunca<br />
se marcha y me abandona, con las manos<br />
hundidas en las trenzas, con la boca<br />
húmeda y temblorosa. Con el ala<br />
sutilizada, ardida en la esperanza<br />
de este amor infinito <strong>que</strong> me vuelve<br />
dulce y hermosa...<br />
5
Juana de Ibarborou (seudónimo de Juana Fernández Morales<br />
(1895-1979)<br />
Uruguaya. Se le ha dado el título de “Juana de América”. Para rebelarse ante las<br />
influencias negativas <strong>del</strong> medio adopta el seudónimo. Poesía de armonioso ritmo,<br />
sin angustia, suave erotismo. Sólo una inquietud nubla su vitalidad: el miedo a la<br />
muerte.<br />
Se selecciona “Dulce milagro”, poema famosísimo declamado a lo largo de<br />
décadas. Se afirma la sensibilidad femenina ante el medio impasible y censurador<br />
de excepciones.<br />
También se ha escogido “La hora”, canto <strong>que</strong> llama a vivir el día con profundidad y<br />
<strong>que</strong> increpa al varón timorato.<br />
6
El dulce milagro<br />
¿Qué es esto? ¡Prodigio! Mis manos florecen.<br />
Rosas, rosas, rosas a mis dedos crecen.<br />
Mi amante besóme las manos y en ellas<br />
¡oh gracia!, brotaron rosas como estrellas.<br />
Y voy por la senda voceando el encanto.<br />
Y de dicha alterno sonrisa con llanto.<br />
Y bajo el milagro de mi encantamiento<br />
Se aroman de rosas las altas <strong>del</strong> viento.<br />
Y murmura al verme la gente <strong>que</strong> pasa:<br />
-¿No veis <strong>que</strong> está loca? Tornadla a su casa.<br />
¡Dice <strong>que</strong> en las manos le han nacido rosas<br />
y las va agitando como mariposas!<br />
¡Ah, pobre la gente <strong>que</strong> nunca comprende<br />
un milagro de éstos y <strong>que</strong> sólo entiende<br />
<strong>que</strong> no nacen rosas más <strong>que</strong> en <strong>los</strong> rosales,<br />
y <strong>que</strong> no hay más trigo <strong>que</strong> el de <strong>los</strong> trigales!<br />
Que requiere líneas y color y forma,<br />
y <strong>que</strong> sólo admite realidad por norma.<br />
Que cuando uno dice. –Voy con la dulzura,<br />
de inmediato buscan a la criatura.<br />
Que me digan loca, <strong>que</strong> en celda me encierren,<br />
<strong>que</strong> con siete llaves la puerta me cierren,<br />
<strong>que</strong> junto a la puerta pongan un lebrel,<br />
carcelero rudo, carcelero fiel.<br />
Cantaré lo mismo. –Mis manos florecen,<br />
rosas, rosas, rosas a mis dedos crecen.<br />
¡Y toda mi celda tendrá la fragancia,<br />
de un inmenso ramo de rosas de Francia.<br />
7
La hora<br />
Tómame ahora <strong>que</strong> aún es temprano<br />
y <strong>que</strong> llevo dalias nuevas en la mano.<br />
Tómame ahora <strong>que</strong> aún es sombría<br />
esta taciturna cabellera mía.<br />
Ahora, <strong>que</strong> tengo la carne olorosa,<br />
y <strong>los</strong> ojos limpios y la piel de rosa.<br />
Ahora, <strong>que</strong> calza mi planta ligera<br />
la sandalia viva de la primavera.<br />
Ahora, <strong>que</strong> en mis labios repica la risa<br />
como una campana sacudida a prisa.<br />
Después... ¡ah, yo sé<br />
<strong>que</strong> ya nada de eso más tarde tendré!<br />
Que entonces inútil será tu deseo<br />
como ofrenda puesta sobre un mausoleo<br />
¡Tómame ahora <strong>que</strong> aún es temprano<br />
y <strong>que</strong> tengo rica de nardos la mano!<br />
Hoy, y no más tarde. Antes <strong>que</strong> anochezca<br />
y se vuelva mustia la corola fresca.<br />
Hoy, y no mañana, ¡Oh amante! ¿no ves<br />
<strong>que</strong> en la enredadera crecerá ciprés?<br />
8
Gloria Fuertes<br />
(1920-1998)<br />
Española. Poetisa y autora de obras infantiles. Toma con humor la incomprensión<br />
y el desconocimiento de su persona y, desde esa perspectiva, lucha por un papel<br />
<strong>para</strong> la mujer.<br />
Se selecciona “Todavía”, poema donde se afirma la potencialidad de la mujer y se<br />
reprende a <strong>los</strong> cursis <strong>que</strong> no toman ni a la mujer ni a la poesía en serio.<br />
9
Todavía<br />
Todavía hay gente <strong>que</strong> al viento le llama céfiro;<br />
y hay quien a lo cursi lo llama poesía,<br />
y a la Poesía, locura.<br />
Todavía hay quien canta a la luna.<br />
¡Yo canto a <strong>los</strong> <strong>hombres</strong> de la luna!<br />
¡A <strong>los</strong> arrabales de la luna,<br />
a <strong>los</strong> ríos de leche de la luna;<br />
pero todavía hay gente <strong>que</strong> se asusta,<br />
se asusta cuando una mujer se pone las botas<br />
<strong>para</strong> pisar mejor el barro,<br />
se asustan por<strong>que</strong> somos listos<br />
por<strong>que</strong> dios está con nosotros;<br />
ven <strong>que</strong> nos <strong>que</strong>mamos y no comprenden las llamas;<br />
por<strong>que</strong> componemos canciones previsoras<br />
y al avisar gritamos;<br />
Por<strong>que</strong> en nuestros versos<br />
no hablamos de lo <strong>que</strong> siempre se habló en <strong>los</strong> versos:<br />
las olas, la boca, <strong>los</strong> pájaros.<br />
¿Quién dice <strong>que</strong> en nuestros versos no hay pájaros?<br />
¿Qué son estos gritos sino aves heridas?<br />
No <strong>amar</strong> lo caduco, lo seco, lo blando<br />
¡Los poetas amamos a la sangre!<br />
A la sangre encerrada en la botella <strong>del</strong> cuerpo,<br />
no a la sangre derramada por <strong>los</strong> campos,<br />
ni a la sangre derramada por <strong>los</strong> ce<strong>los</strong>,<br />
por <strong>los</strong> jueces,<br />
por <strong>los</strong> guerreros;<br />
amamos a la sangre derramada en el cuerpo,<br />
a la sangre feliz <strong>que</strong> ríe por las venas,<br />
a la sangre <strong>que</strong> baila cuando damos un beso.<br />
Cantamos al amor,<br />
A lo fresco,<br />
A lo puro<br />
¡Estamos hartos de cuentos!<br />
¡Y <strong>que</strong> aprendan <strong>los</strong> ñoños <strong>que</strong> el viento es el viento!<br />
Y <strong>que</strong> cuando se ama, se ama,<br />
Y <strong>que</strong> sólo es pecado el mal comportamiento<br />
10
Carmen Naranjo<br />
(1931)<br />
Costarricense. Gran dama de nuestra cultura. Su labor es literaria, social y<br />
política. Conocida internacionalmente por su obra narrativa, tiene varias<br />
incursiones maravil<strong>los</strong>as en la poesía.<br />
Se escogió su poema “Idioma <strong>del</strong> invierno”, donde la actitud reconcentrada y<br />
meditativa de la autora se une a un <strong>del</strong>icado erotismo.<br />
11
Idioma <strong>del</strong> invierno<br />
Le preguntaré a la lluvia cuándo y dónde haré la casa, nuestra casa. Responderá<br />
<strong>que</strong> mañana y en el cristal pintará <strong>los</strong> abecedarios turbios de su idioma derramado.<br />
Dirá <strong>que</strong> al final de la pradera, casi al principio <strong>del</strong> bos<strong>que</strong>, donde <strong>los</strong> lirios se<br />
enredan con las parásitas trepadoras, hay nidos de musgos y hongos entre <strong>los</strong><br />
árboles y todo se hace rincón de portales silvestres, hasta el riachuelo <strong>que</strong> canta<br />
como un pájaro joven.<br />
Con piedras blancas dibujaré el camino de la entrada y en medio de ellas crecerán<br />
margaritas salvajes, esas menudillas <strong>que</strong> descuelgan la finura de sus corolas entre<br />
péta<strong>los</strong> transparentes cortados con la gracia de una costurera primitiva, <strong>que</strong> adorna<br />
sin proponérselo la necesidad tosca <strong>del</strong> traje.<br />
Al final <strong>del</strong> camino pondré tres gradas de laja, <strong>para</strong> <strong>que</strong> la lluvia se complazca en<br />
hacer espejos negros por donde se asomen sin verse lagartijas y abejones. La yerba<br />
libre y mechuda alfombrará tus pasos hasta la puerta... En ella una perilla de<br />
bronce, casi verde oscuro, sin llave, te dirá siempre. “gracias por venir tan pronto”.<br />
La cocina estará limpia y el olor de pan tendrá la gracia de bienvenida a la simpleza<br />
desnuda de lo íntimo. La leña, hecha brazos imaginativos y <strong>del</strong>gados, sonreirá en<br />
un rincón el silencio tranquilo de su servicio, frente al fogón con sabor de café y de<br />
elotes tiernos. Un mantel decorará nuestra mesa, de cuadros rojos y blancos, por<br />
donde jugarán tus dedos la rayuela en acción de <strong>los</strong> pensamientos.<br />
Lo demás será desván con sillones viejos, húmedos de uso y de sueños. Los libros<br />
de <strong>los</strong> estantes nos llevarán de paseo a museos y a otras casas y a otros seres sin<br />
nada, por <strong>los</strong> <strong>que</strong> lloraremos la lluvia impotente de nuestro poema inconcluso y de<br />
nuestro evangelio sin propaganda.<br />
Por la ventana se asomará la pintura <strong>del</strong> tiempo sobre la <strong>que</strong> extenderemos las<br />
manos unidas un poco más viejas. En la alfombra, una vez livianos de sandalias y<br />
mantos, atravesaremos la vigilia sin arrastrar anclas de pudores y reservas, <strong>que</strong><br />
convierten en batalla lo <strong>que</strong> es efluvio, en escena la oración, en sopor vacío el<br />
nacimiento de alas, en penumbra la luz <strong>del</strong> fuego, en episodio lo <strong>que</strong> es vela y viaja<br />
sobre la soledad inmensa de una casa universo.<br />
12
Julieta Dobles Izaguirre<br />
(1943)<br />
Costarricense. Fundadora junto con J. Debravo y A. Albán <strong>del</strong> Círculo de Poetas<br />
Costarricenses, en 1962. Extensa obra original y humanísima. Es de <strong>los</strong> pocos<br />
autores costarricenses <strong>que</strong> han podido desarrollar una carrera eminentemente<br />
literaria.<br />
Se ha escogido “Elogio de <strong>los</strong> senos”, nombre autoexplicativo, en el <strong>que</strong> se plantea<br />
el significado de la feminidad.<br />
13
Elogio de <strong>los</strong> senos<br />
En mi primera infancia<br />
siempre hubo un sitio <strong>para</strong> mí<br />
en la magia inquietante de <strong>los</strong> chicos<br />
y en sus <strong>juego</strong>s móviles y atrevidos,<br />
donde la fantasía es salto, vuelo,<br />
el reto de las piernas con las cercas punzantes,<br />
el amor de <strong>los</strong> charcos,<br />
la energía de la piedra devorando <strong>los</strong> cie<strong>los</strong>,<br />
o vibrando, certera, al centro mismo<br />
<strong>del</strong> agua y de sus círcu<strong>los</strong> perfectos.<br />
Yo era uno más, sudorosa y jadeante<br />
entre <strong>los</strong> trotes infantiles,<br />
tratando de emular al campeón de <strong>los</strong> saltos,<br />
y de no mostrar miedo frente a las lagartijas<br />
<strong>que</strong> brillaban al sol,<br />
como botones nuevos de la vida,<br />
invitando a <strong>los</strong> dedos a ir detrás de sus colas,<br />
fugaz golpe de luz entre las piedras.<br />
Era mi orgullo ser uno más entre todos,<br />
con la prerrogativa sutilísima de mi falda y mi nombre,<br />
con esa “a” final de campanilla breve,<br />
misteriosa y rotunda.<br />
Pero un día <strong>los</strong> noté: breves yemas silentes<br />
apuntando, asustadas,<br />
a la caricia misma de la vida,<br />
a algo demasiado íntimo, inevitable y hondo<br />
<strong>que</strong> se escapaba ya de mis manos de niña<br />
y empujaba, implacable, todo mi ser<br />
hacia otras realidades<br />
temidas y deseadas.<br />
14
Lentamente mis senos maduraron,<br />
como el deseo en la bruma de <strong>los</strong> sueños.<br />
Y entonces, fue mi orgullo ser distinta,<br />
femenina y fecunda, como la tierra misma,<br />
nutricia y dulce, apetecida,<br />
como una fruta extraña<br />
<strong>que</strong> da sin agotar sus mieles y frescuras.<br />
Hoy <strong>que</strong> <strong>los</strong> miro blancos, como entonces,<br />
firmes, grandes y tiernos, como panes <strong>del</strong> día,<br />
dolientes o gozosos, como la lluvia <strong>que</strong> alza<br />
su humedad en la tarde,<br />
cruzados de ríos profundos y azulinos,<br />
recorridos por tus manos inquietas,<br />
por tus labios de suave tenacidad,<br />
Con <strong>los</strong> pezones rosados y violentos,<br />
<strong>que</strong> alimentaron hijos, pasiones y dulzuras,<br />
agradezco su silenciosa vida propia,<br />
su placidez turgente ante la sed <strong>del</strong> niño,<br />
su urgencia ante el placer,<br />
<strong>que</strong> despierta su rosa <strong>del</strong>icado,<br />
en fin su gozosa y a veces<br />
dolorosa presencia<br />
<strong>que</strong> me define mujer de pie,<br />
nutricia y compasiva<br />
velita desafiante ante <strong>los</strong> vientos<br />
<strong>que</strong> no la extinguirán,<br />
cuerda sensible al siempre de la vida.<br />
15
Gioconda Belli<br />
(1948)<br />
Nicaragüense. Poetisa, narradora, militante de las luchas sociales en Centro<br />
América. Por esto último, y tal vez por el predominio <strong>del</strong> tema amoroso en su obra,<br />
ella no ha dudado en aceptarse como integrante de la “Izquierda erótica”.<br />
Se han seleccionado <strong>los</strong> poemas “<strong>Reglas</strong> <strong>del</strong> <strong>juego</strong> <strong>para</strong> <strong>los</strong> <strong>hombres</strong> <strong>que</strong> quieren<br />
<strong>amar</strong> a <strong>mujeres</strong> <strong>mujeres</strong>”, nombre autoexplicativo, y “Alucinación”, canto a la<br />
libertad y al oficio de mujer-poeta.<br />
16
<strong>Reglas</strong> <strong>del</strong> <strong>juego</strong> <strong>para</strong> <strong>los</strong> <strong>hombres</strong> <strong>que</strong> <strong>quieran</strong><br />
<strong>amar</strong> a <strong>mujeres</strong> <strong>mujeres</strong><br />
I<br />
El hombre <strong>que</strong> me ame<br />
deberá saber descorrer las cortinas de la piel,<br />
encontrar la profundidad de mis ojos<br />
y conocer lo <strong>que</strong> anida en mí,<br />
la golondrina transparente de la ternura.<br />
II<br />
El hombre <strong>que</strong> me ame<br />
no <strong>que</strong>rrá poseerme como una mercancía,<br />
ni exhibirme como un trofeo de caza.<br />
Sabrá estar a mi lado<br />
con el mismo amor<br />
con <strong>que</strong> yo estaré al lado suyo.<br />
III<br />
El amor <strong>del</strong> hombre <strong>que</strong> me ame<br />
será fuerte como <strong>los</strong> árboles de ceibo,<br />
protector y seguro como el<strong>los</strong>,<br />
limpio como una mañana de diciembre.<br />
IV<br />
No dudará de mi sonrisa<br />
ni temerá la abundancia de mi pelo.<br />
Respetará la tristeza, el silencio,<br />
y con caricias tocará mi vientre como guitarra<br />
<strong>para</strong> <strong>que</strong> brote música y alegría<br />
desde el fondo de mi cuerpo.<br />
V<br />
El hombre <strong>que</strong> me ame<br />
podrá encontrar en mí<br />
la hamaca donde descansar<br />
el pesado fardo de sus preocupaciones,<br />
la amiga con quien compartir sus íntimos secretos,<br />
el lago donde flotar<br />
sin miendo de <strong>que</strong> el ancla <strong>del</strong> compromiso<br />
le impida volar cuando se le ocurra ser pájaro.<br />
17
VI<br />
El hombre <strong>que</strong> me ame<br />
hará poesía con su vida,<br />
construyendo cada día<br />
con la mirada puesta en el futuro.<br />
VII<br />
Por sobre todas las cosas,<br />
el hombre <strong>que</strong> me amé<br />
deberá <strong>amar</strong> al pueblo,<br />
No como una abstracta palabra<br />
sacada de la manga,<br />
sino como algo real, concreto,<br />
ante quien rendir homenaje con acciones<br />
y dar la vida si es necesario.<br />
VIII<br />
El hombre <strong>que</strong> me ame<br />
Reconocerá mi rostro en la trinchera<br />
Rodilla en tierra me <strong>amar</strong>á<br />
Mientras <strong>los</strong> dos dis<strong>para</strong>mos juntos<br />
Contra el enemigo.<br />
IX<br />
El amor de mi hombre<br />
no conocerá el miedo a la entrega,<br />
ni temerá descubrirse ante la magia <strong>del</strong> enamoramiento<br />
en una plaza llena de multitudes.<br />
Podrá gritar –te quiero-<br />
o hacer rótu<strong>los</strong> en lo alto de <strong>los</strong> edificios<br />
Proclamando su derecho a sentir<br />
el más hermoso y humano de <strong>los</strong> sentimientos.<br />
X<br />
El amor de mi hombre<br />
no les huirá a las cocinas,<br />
ni a <strong>los</strong> pañales <strong>del</strong> hijo.<br />
Será como un viento fresco<br />
llevándose entre nubes de sueño y de pasado,<br />
las debilidades <strong>que</strong>, por sig<strong>los</strong>, nos mantuvieron se<strong>para</strong>dos<br />
como seres de distinta estatura.<br />
18
XI<br />
El amor de mi hombre<br />
no <strong>que</strong>rrá rotularme y eti<strong>que</strong>tarme.<br />
Me dará aire, espacio,<br />
alimento <strong>para</strong> crecer y ser mejor,<br />
como una Revolución<br />
<strong>que</strong> hace cada día<br />
el comienzo de una nueva victoria.<br />
19
Alucinación<br />
Hoy me desperté<br />
quietamente mujer–poeta<br />
y quise imaginarme <strong>que</strong> podría<br />
simplemente dejarme ir hacia el amor<br />
como un perezoso velero siguiendo juguetón el viento.<br />
Pensé llegar de pronto, aparecerme<br />
olvidar el tecleteo de la oficina,<br />
el teléfono,<br />
el tiempo,<br />
y estar mirándote<br />
como si nada en el mundo fuera más importante.<br />
Esta sensibilidad de pájaro me asusta;<br />
no sé qué tan lejos están <strong>los</strong> barrotes de la jaula<br />
<strong>que</strong>, a veces, me parece intuir en tu voz<br />
ubicándome en la realidad.<br />
¿No sabés, acaso, si en algún lugar secreto y mágico<br />
donde habiten brujos simpáticos y bonachones,<br />
podré encontrar la brújula<br />
<strong>para</strong> no equivocar el camino hacia tu corazón<br />
y aprender a conocer el bos<strong>que</strong><br />
donde el duende <strong>que</strong> vive detrás de tus ojos<br />
tiene su casita llena de teteras, espejos y alquimias?<br />
Hay días en <strong>que</strong> <strong>los</strong> brazos se me cargan de flores<br />
y mi piel huele a hierbas penetrantes<br />
y me despeino, me descalzo<br />
y pienso <strong>que</strong> todo esto es de locos<br />
y me gusta,<br />
no te imaginás cómo me gusta<br />
sentirme Eva nombrándote mi mundo<br />
y ver <strong>que</strong> me ves con esa expresión curiosa<br />
como pidiéndome la llave<br />
Y, a la misma vez, retrayéndote en la cordura,<br />
atando con complicadas conexiones<br />
lo <strong>que</strong> nos está haciendo cosquillas<br />
<strong>para</strong> <strong>que</strong> salgamos de <strong>los</strong> escritorios y <strong>los</strong> teléfonos<br />
olvidemos <strong>los</strong> distintos planetas <strong>que</strong> habitamos<br />
y salgamos volando por la ventana<br />
desnudos como ángeles traviesos<br />
20
<strong>para</strong> abrir <strong>los</strong> laberintos de rosas de la vida<br />
apagar las máquinas irracionales de la muerte<br />
y llegar al centro <strong>del</strong> sol,<br />
al centro de la <strong>del</strong>iciosa locura<br />
donde un beso<br />
contiene<br />
toda la sabiduría <strong>del</strong> Universo indescifrable.<br />
21
Ana Istarú<br />
(1962)<br />
Costarricense. Poetisa, dramaturga, actriz, militante. Amor erótico y feminidad<br />
parecen ser dos de sus grandes temas.<br />
Se han seleccionado “Tráiganme gente”, poema donde amor, alegría y solidaridad<br />
se funden; “La suavidad <strong>del</strong> pan” <strong>del</strong>icado pero intenso poema erótico.<br />
22
Tráiganme gente<br />
¡Tráiganme gente!<br />
Que quiero gentes de gentes<br />
esta noche.<br />
Que no hay nada<br />
<strong>que</strong> me guste más <strong>que</strong> una persona<br />
llena de múscu<strong>los</strong><br />
y tendones<br />
y besos<br />
y gritos<br />
y palabras,<br />
y de ojos verdes,<br />
y piel negra,<br />
<strong>que</strong> a nada quiero más<br />
<strong>que</strong> a una persona<br />
de sangre<br />
<strong>para</strong> ser esta noche<br />
otra persona.<br />
Que tenga el sudor de la tierra<br />
y el hambre en <strong>los</strong> costados.<br />
Que traiga el dolor<br />
tendido en las espaldas<br />
y beba agua conmigo<br />
y llore conmigo<br />
y se llene de estrellas<br />
y maderas<br />
-conmigo-<br />
y tenga la medida misma<br />
de un abrazo<br />
en su cintura.<br />
Tráiganme gente:<br />
yo quiero gente.<br />
No hay nada <strong>que</strong> ame más <strong>que</strong> a una persona.<br />
23
La suavidad <strong>del</strong> pan<br />
La suavidad <strong>del</strong> pan <strong>que</strong> no ha nacido<br />
sostienen sus caderas,<br />
un lomo terso de venado,<br />
la curvatura <strong>del</strong> melón,<br />
altas mejillas donde escribió<br />
su adiós final la espalda.<br />
Cómo no <strong>amar</strong> a este varón sentado en sus dos lunas,<br />
volcado como un río sobre el lecho.<br />
Amo su boca tocada por la abeja,<br />
amo sus higos apretados,<br />
amo esta órbita doblemente dulce:<br />
detenidos ocasos sus dos nalgas,<br />
oh gloria de la esfera, las dos copas<br />
en <strong>que</strong> lo habrán vertido un día.<br />
Su grávida ternura me devuelve<br />
a las cosas más terrenas.<br />
Los ángu<strong>los</strong> equinos, el traje circular <strong>del</strong> universo.<br />
Cómo no <strong>amar</strong> a este varón tocado<br />
con piel de albarico<strong>que</strong> en la cadera.<br />
24