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Ilustraciones - Acción social

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<strong>Ilustraciones</strong>:<br />

<strong>Ilustraciones</strong>:<br />

Eulalia Ospina Uribe<br />

Fernando Fernado Cortes Cortés Ramos<br />

1


CONTENIDO<br />

En Colombia corren muchos ríos:<br />

Algunos son negros, otros son blancos 8<br />

Cómo y por qué en Colombia<br />

se cruzaron tantas razas 16<br />

El renacuajo paseador 23<br />

Mirringa Mirronga 26<br />

Simón el Bobito 30<br />

El cuello de la Camisa 34<br />

Chácharas de niños 40<br />

Hansel y Gretel 44<br />

3


4<br />

PROLOGO<br />

Este libro de cuentos esta dedicado al millón y medio de<br />

niñas y niños beneficiarios del programa Familias en <strong>Acción</strong>,<br />

quiénes han sido los inspiradores para poder escudriñar en<br />

nuestra memoria aquellos cuentos que nos hicieron soñar y<br />

construir fantasías cuando niños.<br />

Hoy como adultos queremos compartir aquel pasado de<br />

ensueños, ilusiones y alegrías, sea esta publicación el instrumento<br />

que permita a las niñas y niños de Familias en <strong>Acción</strong> compartir<br />

la lectura de esos maravillosos cuentos con sus amiguitas y<br />

amiguitos y tener momentos de ensoñación con autores que hace<br />

más de dos siglos escribieron estos relatos infantiles que siguen<br />

presentes en nuestra memoria como los versos de Mirringa<br />

Mirronga y el camino recorrido por Hansel y Gretel.<br />

Rita Combariza Cruz<br />

Directora Nacional<br />

Programa Familias en <strong>Acción</strong>


INTRODUCCIÓN<br />

Romper con la cadena histórica de la exclusión y la<br />

marginalidad, es el propósito del Programa Familias en <strong>Acción</strong>,<br />

al entregar a los niños y niñas colombianas, -beneficiarios de<br />

los subsidios condicionados de nutrición y educación-, este<br />

libro que les facilitará el acceso al conocimiento de la literatura<br />

infantil colombiana y universal.<br />

Los cuentos, “En Colombia corren muchos ríos algunos<br />

son negros y otros son blancos” y “Cómo y porqué en Colombia<br />

se cruzaron tantas razas” de la escritora Pilar Lozano, hacen<br />

parte del libro “Colombia, mi abuelo y yo”, editado por<br />

Panamericana Editorial, y se publican con la autorización de la<br />

autora y de la editorial.<br />

Nació en Bogotá en 1951. Estudió Comunicación Social<br />

en la Universidad Javeriana. Sus recorridos por el territorio<br />

colombiano en su oficio de periodista, le han servido para<br />

inspirarse en la literatura infantil y a través de su obra literaria,<br />

muchos niños y niñas han conocido Colombia.<br />

Rafael Pombo no podía faltar en esta entrega, pues desde<br />

el siglo diecinueve cumple su papel de recrear, de generación en<br />

generación, durante tres siglos, la imaginación infantil, desde la<br />

pintoresca moral y literaria.<br />

Nació en Bogotá en 1833 y murió 1912. Estudió ingeniería.<br />

Fue diplomático y miembro del parlamento Colombiano.<br />

Es considerado uno de los narradores más importantes del<br />

romanticismo hispanoamericano. Logró recrear su infancia a<br />

través de la literatura infantil, y hoy muchos colombianos la<br />

han compartido y recuerdan cuentos como: Simón el Bobito, el<br />

Renacuajo Paseador, Mirringa Mirronga, entre muchos otros.<br />

Hans Christian Andersen hace también su aporte a este<br />

libro desde los sentimientos e ideas del mundo infantil con un<br />

lenguaje cotidiano y sencillo, desde su propia experiencia de<br />

vida como el mismo lo expresara alguna vez: “hace veinticinco<br />

5


6<br />

años llegué con mi atadito de ropa a Copenhague, un muchacho<br />

desconocido y pobre: y hoy tome chocolate con la reina.”<br />

Nació el 2 de abril de 1805 en Odense, Dinamarca, al<br />

norte de Europa y muere en 1875; es uno de los escritores de<br />

cuentos de hadas para niños más conocido.Vivió una infancia<br />

de pobreza y abandono y fue criado en el taller de zapatería de<br />

su padre. A los 14 años se fugó a Copenhague y trabajó para<br />

Jonas Collin, director del teatro real, quien le pagó sus estudios.<br />

Escribió más de 150 cuentos infantiles, y por esta obra ha sido<br />

reconocido en el mundo como una de los grandes autores de la<br />

literatura mundial.<br />

Jacob Grimm y Wilhelm Carl Grimm, más conocidos en<br />

la literatura universal como los Hermanos Grimm, entran en<br />

este texto para compartir su creación con los niños y las niñas<br />

colombianos con Hansel y Gretel.<br />

Jacob Grimm nació el 4 de Enero en 1785, en Hanou,<br />

murió en 1863; Wilhelm Carl Grimm nació el 24 de Febrero de<br />

1786, en Hanou, murió en 1859.<br />

Después del fallecimiento de su padre, su familia quedó<br />

en una situación económica muy precaria, razón por la cual<br />

estos dos hermanos tuvieron que marcharse a Kassel, con una<br />

tía materna. Luego en la universidad de Marburg estudiaron<br />

derecho y literatura medieval. Tienen una gran influencia en la<br />

filología germana y se destacaron por adoptar las leyendas, el<br />

folklore y las historias alemanas de tradición y transmisión oral.<br />

Irma Lucía Acevedo Carvajal<br />

Coordinadora Área de Capacitación<br />

Programa Familias en <strong>Acción</strong>


¡Niños y Niñas! ahora tienen un texto para leer todas las<br />

noches antes de acostarse y en los momentos de descanso<br />

con sus hermanos, hermanas, amigos y amigas. Así que<br />

a soñar, porque estamos seguros, que estos textos les<br />

darán mucha alegría y les van a gustar mucho.<br />

7


8<br />

En Colombia corren<br />

muchos ríos:<br />

Algunos son negros,<br />

otros son blancos<br />

Pilar Lozano<br />

Somos un país rico en agua; el cuarto con mayor<br />

disponibilidad del líquido. Al final de la lista, aparecen<br />

naciones como Libia, que no posee ni un solo río<br />

permanente.<br />

Pero no todos los ríos son iguales. En los llanos y en<br />

la selva, por ejemplo, unos son blancos y otros son<br />

negros.<br />

Los blancos nacen en las cordilleras. En su viaje recogen<br />

sedimentos como gredas, arenas y la tierra fértil de las<br />

montañas. Los peces los prefieren porque en sus aguas<br />

encuentran suficiente comida; el hombre también: en<br />

sus orillas los suelos son más productivos.


Los ríos negros nacen en las planicies del llano y de la<br />

selva. Corren generalmente sobre un lecho de arenas<br />

oscuras. Por eso sus aguas se ven negras, aunque de cerca<br />

resulten cristalinas. Los peces grandes no viven allí. En<br />

su lugar, hay miles de peces diminutos de vivos colores.<br />

Son los peces ornamentales que exhiben en los acuarios.<br />

Hace años se distinguían los ríos blancos de los negros<br />

no sólo por el color de sus aguas, sino porque en<br />

las playas de los blancos dormían cientos de<br />

caimanes y zumbaban batallones de mosquitos.<br />

Hoy en Colombia casi no hay caimanes.<br />

Navegar por un río negro es como volar en<br />

el agua. Como sus aguas parecen un espejo,<br />

reflejan toda la vegetación. ¡Uno no sabe<br />

dónde empieza “el reflejo”!<br />

Al llegar a este punto interrumpí la lectura de<br />

las notas de Papá Sesé. Me moría de curiosidad<br />

por saber qué ríos eran blancos y cuáles negros.<br />

Busqué un mapa en el baúl y elaboré<br />

una pequeña lista.


10<br />

Ríos blancos: Amazonas, Orinoco, Caquetá, Meta,<br />

Putumayo, Arauca, Guaviare....<br />

Ríos negros: Vaupés, Guanía, Vichada, Inírida, Tomo y<br />

el Negro, por supuesto.<br />

Retomé la libreta de mi abuelo. Así continuaban sus<br />

notas.<br />

Para muchos colombianos no existen más caminos<br />

que los ríos. Me gusta pensar que todas las mañanas,<br />

en los puertos fluviales, hay tanto movimiento como<br />

en un aeropuerto o en cualquier otro terminal de<br />

transporte.<br />

Como en los aviones y en los buses, existen varias opciones<br />

para el viajero del río. Las voladoras, las embarcaciones más<br />

veloces, resultan también las de pasajes más costosos.<br />

Son lanchas metálicas o de fibra plástica impulsadas<br />

por motores fuera de borda. Lo más barato es viajar en<br />

falca.


Son pintorescas barcas de madera, con techo de<br />

paja para proteger a los pasajeros del sol y de la<br />

lluvia. Aunque lentas, pueden transportar hasta 40<br />

personas.<br />

Colombia vivió su niñez y su adolescencia alrededor<br />

del río Magdalena, que atraviesa casi todo el país de<br />

sur a norte. Por años fue llamado el río de la Patria.<br />

Por allí entraba y salía todo el comercio, e iban y<br />

venían pasajeros en buques de vapor empujados por<br />

inmensas ruedas de madera.<br />

Fue la columna vertebral de un país desarticulado<br />

por falta de vías de comunicación. El sueño de los<br />

hombres de Cúcuta, Bogotá, Bucaramanga, Medellín,<br />

Manizales o Calí, a comienzos del siglo XX, era<br />

construir carreteras, o vías férreas, para llegar al<br />

Magdalena y así unirse al resto de Colombia. ¡El<br />

Magdalena pasa por 10 de los 32 departamentos! En<br />

su cuenca vive el 80 por ciento de la población del<br />

país, mide 1.540 kilómetros.<br />

Hoy navegan por sus aguas planchones que llevan<br />

carga y lanchas que transportan pasajeros de un pueblo<br />

11


12<br />

a otro: de Mompós a Magangué, de allí a El Banco o<br />

Plato, de Plato a Tamalameque y de allí a Gamarra; de<br />

Gamarra a Barrancabermeja o hasta Puerto Triunfo.<br />

El otro gran río, el Cauca, viaja paralelo al Magdalena<br />

y recorre 1.350 kilómetros. Es un río caprichoso. Corre<br />

entre las cordilleras Central y Occidental. A su paso<br />

por Caldas y Antioquia, las dos cordilleras se acercan<br />

tanto que parecen besarse. El Cauca, entonces, avanza<br />

encajonado formando caídas y raudales.<br />

Por años, y por culpa del Cauca, Antioquia estuvo<br />

dividida en dos: oriente y occidente. José María Villa,<br />

ingeniero y violinista, las unió con puentes a finales del<br />

siglo XIX. El más bello es el Puente del Occidente. ¡Una<br />

inmensa hamaca tejida en alambre y madera de 300<br />

metros de larga! Conecta a Sopetrán con Santa Fe de<br />

Antioquia. Aún existe y es monumento nacional.<br />

El Atrato es el río por el que siempre he soñado<br />

viajar. Corre por el medio del departamento<br />

del Chocó y desemboca en el golfo de<br />

Urabá. Barcos de madera van y vienen<br />

permanentemente de Quibdó,<br />

que es la capital del Chocó, a<br />

Cartagena.


El viaje dura normalmente 15 días. Pero si al llegar al<br />

mar sopla muy fuerte la brisa, la travesía se alarga,<br />

pues se debe arrimar a una playa y esperar que<br />

amainen los vientos.<br />

En el Pacífico desembocan más de 240 ríos, la mayoría<br />

muy cortos. El San Juan, el más caudaloso de ellos,<br />

es rico en oro y platino. Nace cerca de donde nace el<br />

Atrato. Al retazo de tierra que separa a los dos ríos,<br />

algunos lo llaman el Arrastradero. Arrastran las canoas<br />

de un río a otro y forman un canal que une el Atlántico<br />

y el Pacífico.<br />

Conozco los ríos que entregan sus aguas al<br />

Amazonas y al Orinoco como la palma de mi<br />

mano. Los cruzan cientos de embarcaciones<br />

pequeñas, pero por ellos navegan también unas<br />

embarcaciones grandes muy especiales. Son las<br />

tiendas ambulantes de los mercaderes. Corriente<br />

arriba venden arroz, sal, gasolina, cerveza y<br />

cachivaches. Corriente abajo, compran madera,<br />

plátano, pescado y demás productos que les ofrecen<br />

los habitantes de las orillas. Uno que me gusta<br />

mucho es el Guaviare; es el límite entre llano<br />

y selva.<br />

13


14<br />

¡Qué lástima que del Amazonas, un río tan ancho que<br />

en algunos sitios puede medir hasta 13 kilómetros,<br />

Colombia no posea sino 116 kilómetros! En total, el<br />

Amazonas mide 6.500 kilómetros de largo.<br />

Así terminaban las notas sobre los ríos de Papá Sesé.<br />

Luego, escribió algo con letra más grande. Era como<br />

una especie de recuadro y decía así:<br />

Muchos ríos de Colombia están enfermos, algunos de<br />

gravedad. Padecen un mal contagioso: la contaminación.<br />

Los hombres han confundido los ríos con basureros;<br />

por eso arrojan desperdicios en ellos.<br />

También sufren de otra enfermedad: la anemia.<br />

Cada día parecen más flacos y débiles. De seguir así,<br />

terminarán siendo simples hilitos de agua. Sólo los<br />

árboles los pueden salvar, pues son los encargados de<br />

recoger el agua para alimentarlos. ¡Pero los hombres<br />

tumban y tumban bosques sin piedad!<br />

Si en Colombia continúan derribando los bosques, mis<br />

biznietos no conocerán ni un río, ni una quebrada, ni<br />

una laguna. Etiopía, hace apenas 70<br />

años, era un gran bosque; hoy es<br />

un inmenso desierto donde la<br />

gente se muere de sed.


Por esto me encanta ver a los niños de Quizgó, un<br />

resguardo indígena encaramado en las montañas del<br />

Cauca. Cuando salen de la escuela corren a buscar<br />

“ojitos de agua”; así llaman a los nacimientos de agua.<br />

Para que estos “crezcan” y formen quebradas y ríos,<br />

siembran alrededor muchas plantas, entre ellas una<br />

llamada “alegría”. Estos pequeños saben también<br />

“sembrar agua”, donde no hay: hacen un hueco y lo<br />

rellenan con agua de río; luego lo rodean de alegrías.<br />

En sus últimos años, este pensamiento atormentó<br />

mucho a mi abuelo. Sufría cuando escuchaba<br />

hablar de los bosques que se están perdiendo<br />

por la explotación maderera incontrolada, la<br />

ganadería, los cultivos de coca y amapola... Un<br />

día, leyendo un artículo, lo vi llorar. Se refería<br />

a los productos químicos que muchos vierten<br />

en los ríos. ¡Causan tanto daño! “Hay que<br />

poner fin a esta locura”, me dijo, y me dio<br />

un beso en la frente. Supe que quería estar<br />

solo y me fui a dormir.<br />

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16<br />

Cómo y por qué<br />

en Colombia se cruzaron<br />

tantas razas<br />

Pilar Lozano<br />

-Abuelo, ¿cómo llegaron los hombres a Colombia?<br />

le pregunté una noche al viejo. Me arrunché bien en un<br />

cojín y escuché esta historia:<br />

-Pequeño, los científicos encargados de escudriñar en<br />

el pasado de los hombres, no se han puesto de acuerdo<br />

sobre cuándo y cómo llegó el hombre a América.<br />

-Unos dicen que por el estrecho de Bering pasó gente<br />

de Asia a América de Norte. Otros aseguran que los<br />

polinesios, que eran grandes navegantes, pues sabían<br />

manejar los vientos, fueron los primeros en arribar al<br />

continente. Otros afirman que América fue poblada<br />

por el sur, desde Australia, a través del polo.<br />

-En Colombia, los investigadores han llegado a una<br />

conclusión asombrosa luego de estudiar con delicada<br />

paciencia algunos trozos de huesos y piedras; en el año<br />

10.000 antes de Cristo, ya había hombres viviendo en<br />

estas tierras. Sin embargo, dicen ellos, los agustinianos<br />

fueron de los primeros en desarrollar una cultura<br />

importante en nuestro país. Habitaron lo que hoy es el<br />

sur del Huila. En el parque arqueológico de San Agustín<br />

se conservan aún las inmensas estatuas talladas en<br />

piedra y las tumbas donde enterraron a sus muertos.


-San Agustín era un hermoso centro cultural. Allí<br />

se rendía culto a los muertos. Las estatuas de piedra<br />

representan animales míticos: la rana simboliza la<br />

muerte; el águila, la creación; y el mono la virilidad.<br />

Los agustinianos, con toda su creadora imaginación,<br />

desaparecieron unos trescientos años antes de la<br />

conquista.<br />

-Pues bien, lo cierto es que cuando los españoles<br />

desembarcaron en lo que hoy se llama Colombia, en<br />

1502, encontraron, según muchos estudiosos, unos 850<br />

mil nativos.<br />

-En el centro del país vivían los muiscas. Explotaban la<br />

sal, el oro y las esmeraldas. Adoraban al Sol, la Luna y<br />

el arco iris.<br />

-En lo que hoy son Quindío<br />

y Risaralda, habitaban los<br />

quimbayas. Ellos tenían la<br />

costumbre de vestirse en oro<br />

cuando marchaban a la guerra.<br />

Nadie le dio al oro formas tan<br />

hermosas como los quimbayas.<br />

17


18<br />

-Al norte, los españoles encontraron a los motilones.<br />

Les temían porque eran aguerridos y envenenaban<br />

sus flechas para matar a sus enemigos.<br />

-Los tayronas poblaban la Sierra Nevada de Santa<br />

Marta, y sabían mucho de arquitectura.<br />

-Los pijaos, los caribes, los muiscas, los pances, los<br />

zenúes y muchos grupos más... vivían también en<br />

Colombia...Unos usaban la pintura del cuerpo como<br />

único vestido; otros se cubrían con hermosas mantas<br />

de lana.<br />

-Y como había tanto oro y tanta plata, y eran tantas las<br />

minas del Nuevo Mundo, la Corona española decidió<br />

traer esclavos negros para ayudar a explotar tamaña<br />

riqueza. En las bodegas de los galeones trajeron de<br />

África los hombres negros, encadenados por el cuello<br />

y con grillos en los pies. Los negros, altos y fornidos,<br />

eran los únicos capaces de resistir el calor del trópico<br />

y los arduos trabajos de las minas.<br />

-Dicen los historiadores que entre 1540 y 1810<br />

pudieron llegar a Colombia unos 150 mil esclavos<br />

negros. Ellos aportaron de sus países de origen,<br />

Senegal, Guinea y Gambia, su música de tambores,<br />

su fuerza y su magia.


-Los colores de estas tres razas –indígena, blanca y negra–<br />

se mezclaron y hoy Colombia es mayoritariamente<br />

mestiza. Esa fusión de culturas la hace inmensamente<br />

rica. El 16 por ciento de sus 44 millones de habitantes<br />

–cifra del dos mil-, son afrocolombianos, es decir, 10<br />

millones y medio.<br />

-Los indígenas, con la conquista, poco a poco se fueron<br />

extinguiendo. Unos no soportaron los trabajos rudos<br />

de las minas. Otros fueron arrasados en las batallas<br />

contra los españoles y otros muchos, al ver sus tierras<br />

invadidas, murieron derrotados por la tristeza.<br />

-Fueron dueños de muchas tierras, en la actualidad<br />

ocupan sitios apartados en los que tratan de salvar su<br />

cultura y sus costumbres. Son un poco más de medio<br />

millón. Pertenecen a 84 etnias y hablan diferentes<br />

lenguas.<br />

-Hay muchos grupos: los cuna, los uitotos,<br />

los curripacos, los paeces, los tucanos, los<br />

ticunas, los wayúus, los guambianos....<br />

19


20<br />

-¿Sabes? yo fui amigo de un cacique puinave. Él vivía<br />

en río Guaviare, en un caserío se llama Barrancominas.<br />

Tenía 38 años de edad y era cacique de 40 pueblos. Él me<br />

contó muchas historias fantásticas.<br />

-Decía, por ejemplo, que todos los de su tribu pueden<br />

convertirse en tigre. “Uno siente cuando la forma del<br />

humano va vagando y va subiendo la forma de tigre”, me<br />

decía. Eso sí, mantenía como un secreto la sabiduría que su<br />

padre le había transmitido cuando él sólo tenía 14 años.<br />

-En la escuela, además del español, los niños indígenas<br />

y los niños de piel negra aprenden su lengua nativa y, a<br />

través de ella, creencias, tradiciones y valores heredados<br />

de los antiguos.<br />

-Los emberas hablan de Akore, su Dios. El profesor<br />

guambiano enseña que u es flor; isiki, viento; pel, luna.<br />

El ticuna utiliza muchas tildes: con él aprenden los<br />

pequeños de muchas aldeas de la Amazonía que Yoy<br />

fue quien hizo la gente.<br />

-Los niños wayuús son hijos de la lluvia. Cuando Juya,<br />

la lluvia, cae del cielo, la recogen en ollas. Es el agua<br />

para calmar la sed en los días de la larga sequía en el<br />

desierto. Con la primera tierra mojada, los pequeños<br />

moldean sus muñecos: personas, burros, ollas. Los<br />

secan al lado del fogón y juegan con ellos todo el<br />

año. Ellos hablan Wayuunaikí, un idioma con más<br />

vocales y menos consonantes que el español.<br />

-Los wayuús conocen que Juya, la lluvia, encontró<br />

Mma, la tierra, la fecundó y así nacieron los<br />

primeros hijos de la tierra.


-Los niños arhuacos son hijos de la madre tierra, la<br />

dueña de todo. Para ellos, que viven en la sierra Nevada<br />

de Santa Marta, la montaña más alta a orillas del mar<br />

del mundo entero, jugar con barro significa ofender a<br />

la madre. Por eso no lo hacen.<br />

-Los guambianos son hijos de los duendes y de las<br />

raíces de los árboles. Viven en el Cauca en unas<br />

montañas que parecen forradas en terciopelo verde.<br />

Les gusta corretear impulsando llantas viejas con un<br />

palo y treparse en zancos para jugar a ser gigante. Los<br />

zancos también les sirven para espantar a los duendes,<br />

unas personas chiquiticas, con pies y manos al revés,<br />

que llevan siempre sombreros gigantes.<br />

-Los niños de piel negra en las dos costas, Atlántica y<br />

Pacífica, ven en la escuela una materia que se llama<br />

afroamérica. Allí hablan de BenKos Biojó. En<br />

1599, este esclavo, traído de Senegal, lideró<br />

una rebelión y fundó cerca de Cartagena, el<br />

Palenque de San Basilio, el más famoso pueblo<br />

de negros rebeldes o cimarrones. En 1630, lo<br />

detuvieron y lo colgaron en las puertas de<br />

Cartagena de Indias.<br />

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22<br />

-En San Basilio se conservan la música y el Lumbalú,<br />

ritual africano, melodía de tambor y voz, que se canta en<br />

los velorios.<br />

-Los niños en su lengua palenquera –mezcla de<br />

dialectos africanos, español y portugués– cantan:<br />

“mano americano ma discriminación e ma racismo e<br />

justo un humano” (Hermano americano, no importa la<br />

discriminación y el racismo es injusto e inhumano).<br />

-“La niña mariquita/no puede comer”, cantan los<br />

pequeños de piel negra de la costa Pacífica en las<br />

rondas mientras mueven, en vaivén, las caderas.<br />

Les encanta cantar y bailar; de todo hacen versos.<br />

A la hora del recreo, o en cualquier rato libre, tallan<br />

pequeñas canoas. Una piedra, un destornillador, un<br />

palo les sirve de herramienta. Luego les amarran una<br />

cuerda, como hacen los niños de la ciudad con sus<br />

carros de juguete, y los arrastran por el río......


El renacuajo paseador<br />

Rafael Pombo<br />

El hijo de Rana, Rinrín Renacuajo,<br />

salió esta mañana muy tieso y muy majo,<br />

con pantalón corto, corbata a la moda,<br />

Sombrero encintado y chupa de boda.<br />

“¡Muchachos, no salgas!” le grita mamá,<br />

pero él le hace un gesto y orondo se va.<br />

Halló en el camino a un ratón vecino,<br />

y le dijo: “¡Amigo! venga usted conmigo,<br />

“Visitemos juntos a doña Ratona<br />

“Y habrá francachela y habrá comilona.”<br />

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24<br />

A poco llegaron, y avanza Ratón,<br />

Estírase el cuello, coge el aldabón,<br />

Da dos o tres golpes, preguntan: “¿Quién es?”<br />

”-Yo, doña Ratona, beso a usted los pies.”<br />

“¿Está usted en casa?” –“Si, señor, sí estoy;<br />

“Y celebro mucho ver a ustedes hoy;<br />

“Estaba en mi oficio, hilando algodón,<br />

“Pero eso no importa; bien venidos son.”<br />

Se hicieron la venia, se dieron la mano,<br />

Y dice Ratico, que es más veterano:<br />

“Mi amigo el de verde rabia de calor,<br />

“Démele cerveza, hágame el favor.”<br />

Y en tanto que el pillo consume la jarra<br />

Mandó la señora traer la guitarra<br />

Y a Renacuajito le pide que cante<br />

Versitos alegres, tonada elegante.<br />

”-¡Ay! De mil amores lo hiciera, señora,<br />

“Pero es imposible darle gusto ahora,<br />

“Que tengo el gaznate más seco que estopa,<br />

“Y me aprieta mucho esta nueva ropa.”<br />

”-Lo siento infinito, responde tía Rata,<br />

“Aflójese un poco chaleco y corbata,<br />

“Y yo mientras tanto les voy a cantar<br />

“Una cancioncita muy particular.”


Mas estando en esta brillante función<br />

De baile y cerveza, guitarra y canción,<br />

La Gata y sus Gatos salvan el umbral,<br />

Y vuélvese aquello el juicio final.<br />

Doña Gata vieja trinchó por la oreja<br />

Al niño Ratico maullándole: ¡“Hola!”<br />

Y los niños Gatos a la vieja Rata,<br />

Uno por la pata y otra por la cola.<br />

Don Renacuajito mirando este asalto<br />

Tomó su sombrero, dio un tremendo salto,<br />

Y abriendo la puerta con mano y narices,<br />

Se fue dando a todos “noches muy felices.”<br />

Y siguió saltando tan alto y aprisa,<br />

Que perdió el sombrero, rasgó la camisa,<br />

Se coló en la boca de un pato tragón,<br />

Y éste se lo embucha de un solo estirón.<br />

Y así concluyeron, uno, dos y tres,<br />

Ratón y Ratona, y el Rana después;<br />

Los gatos comieron y el Pato cenó,<br />

¡Y mamá Ranita solita quedó!<br />

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26<br />

Mirringa Mirronga<br />

Rafael Pombo<br />

Mirringa Mirronga, la gata candonga,<br />

Va a dar un convite jugando escondite,<br />

Y quiere que todos los gatos y gatas<br />

No almuercen ratones ni cenen con ratas.<br />

“A ver mis anteojos, y pluma y tintero,<br />

“Y vamos poniendo las cartas primero.<br />

“Que vengan las Fuñas y las Fanfurriñas,<br />

“Y Ñoño y Marroño y Tompo y sus niñas.<br />

“Ahora veamos qué tal de alacena.<br />

“Hay pollo y pescado, ¡la cosa está buena!<br />

“Y hay tortas y pollos y carnes sin grasa.<br />

“¡Qué amable señora la dueña de casa!


“Venid mis michitos Mirrín y Mirrón.<br />

“Id volando al cuarto de mamá Fogón<br />

“Por ocho escudillas y cuatro bandejas,<br />

“Que no estén rajadas, ni rotas ni viejas.<br />

“Venid mis michitos Mirrón y Mirrín,<br />

“Traed la canasta y el dindirindín,<br />

“¡Y zape, al mercado! que faltan lechugas<br />

“Y nabos y coles y arroz y tortugas.<br />

“Decid a mi amita que tengo visita,<br />

“Que no venga a verme, no sea que se enferme;<br />

“Que mañana mismo devuelvo sus platos,<br />

“Que agradezco mucho y están muy baratos.<br />

“¡Cuidado, patitas, si el suelo me embarran!<br />

“¡Que quiten el polvo, que frieguen, que barran<br />

“¡Las flores, la mesa, la sopa!...¡Tilín!<br />

“Ya llega la gente. ¡Jesús, que trajín!”<br />

27


28<br />

Llegaron en coche ya entrada la noche<br />

Señores y damas, con muchas zalamas,<br />

En grande uniforme, de cola y de guante,<br />

Con cuellos muy tiesos y frac elegante.<br />

Al cerrar la puerta Mirriña la tuerta<br />

En una cabriola se mordió la cola,<br />

Más olió el tocino y dijo “¡Miaao!<br />

¡“Este es un baquete de pípiripao!”<br />

Con muy buenos modos sentáronse todos,<br />

Tomarón la sopa y alzaron la copa;<br />

El pescado frito estaba exquisito<br />

Y el pavo sin hueso era un embeleso.<br />

De todo les brinda Mirringa Mirronga:<br />

“-¿Le sirvo pechuga?” –“Como usted disponga;<br />

“Y yo a usted pescado, ¿que está delicado?”.<br />

“-Pues tanto le peta, no gaste etiqueta:<br />

“Repita sin miedo” –Y él dice: “Concedo;”<br />

Más ¡ay! que una espina se le atasca indina,<br />

Y Ñoña la hermosa que es habilidosa<br />

Metiéndole el fuelle le dice “¡Resuelle!”


Mirriña la cuca le golpeó en la nuca<br />

Y pasó al instante la espina del diantre,<br />

Sirvieron los postres y luego el café,<br />

Y empezó la danza bailando un minué.<br />

Hubo vals, lanceros y polka y mazurca,<br />

Y Tompo que estaba con máxima turca,<br />

Enreda en las uñas el traje de Ñoña<br />

Y ambos van al suelo y ella se desmoña.<br />

Maullaron de risa todos los danzantes<br />

Y siguió el jaleo más alegre que antes,<br />

Y grito Mirringa: ¡“Ya cerré la puerta!<br />

“¡Mientras no amanezca ninguno deserta!”<br />

Pero ¡qué desgracia! entró doña Engracia<br />

Y armó un gatuperio un poquito serio<br />

Dándoles chorizo del tío Pegadizo<br />

Para que hagan cenas con tortas ajenas.<br />

29


30<br />

Simón el Bobito<br />

Rafael Pombo<br />

Simón el bobito llamó al pastelero:<br />

“¡A ver los pasteles! ¡los quiero probar!”<br />

“-Si, repuso el otro, pero antes yo quiero<br />

“Ver ese cuartillo con que has de pagar.”<br />

Buscó en los bolsillos el buen Simoncito<br />

Y dijo: “¡De veras! No tengo ni unito.”<br />

A Simón Bobito le gusta el pescado<br />

Y quiere volverse también pescador,<br />

Y pasa las horas sentado sentado,<br />

Pescando en el balde de mamá Leonor.<br />

Hizo Simoncito un pastel de nieve<br />

Y a asar en las brasas hambriento lo echó,<br />

Pero el pastelito se deshizo en breve,<br />

Y apagó las brasas y nada comió.<br />

Simón vio unos cardos cargando ciruelas<br />

y dijo: -“¡Que bueno! Las voy a coger.”<br />

Pero peor que agujas y puntas de espuelas<br />

Le hicieron brincar y silbar y morder.


Se lavó con negro de embolar zapatos<br />

Porque su mamita no le dio jabón,<br />

Y cuando cazaban ratones los gatos<br />

Espantaba el gato gritando: ¡ratón!<br />

Ordeñando un día la vaca pintada<br />

Le apretó la cola en vez del pezón;<br />

Y ¡aquí de la vaca! Le dio tal patada<br />

Que como un trompito bailó don Simón.<br />

Y cayó montado sobre la ternera<br />

Y doña ternera se enojó también,<br />

Y ahí va otro brinco y otra pateadera<br />

Y dos revolcadas en un santiamén.<br />

Se montó en un burro que halló en el mercado<br />

Y a cazar venados alegre partió,<br />

Voló por las calles sin ver un venado,<br />

Rodó por las piedras y el asno se huyó.<br />

A comprar un lomo lo envió taita Lucio,<br />

Y él lo trajo a casa con gran precaución<br />

Colgado del rabo de un caballo rucio<br />

Para que llegase limpio y sabrosón.<br />

31


32<br />

Empezando apenas a cuajarse el hielo<br />

Simón el Bobito se fue a patinar,<br />

Cuando de repente se le rompe el suelo<br />

y grita: “¡Me ahogo! ¡Vénganme a sacar!”<br />

Trepándose a un árbol a robarse un nido,<br />

La pobre casita de un mirlo cantor,<br />

Desgájase el árbol, Simón da un chillido,<br />

Y cayó en un pozo de pésimo olor.<br />

Ve un pato, le apunta, descarga el trabuco;<br />

Y volviendo a casa le dijo a papá:<br />

“Taita, yo no puedo matar pajaruco<br />

“Porque cuanto tiro se espanta y se va.”<br />

Viendo una salsera llena de mostaza,<br />

Se tomó un buen trago creyéndola miel,<br />

Y estuvo rabiando y echando babaza<br />

Con tamaña lengua y ojos de clavel.


Vio un montón de tierra que estorbaba el paso,<br />

Y unos preguntaban: “¿Qué haremos aquí?”<br />

“-¡Bobos! Dijo el niño, resolviendo el caso;<br />

Que abran un gran hoyo y la echen allí.”<br />

Lo enviaron por agua, y él fue volandito<br />

Llevando el cedazo para echarla en él:<br />

Así que la traiga el buen Simoncito<br />

Seguirá su historia pintoresca y fiel.<br />

33


34<br />

El cuello de la Camisa<br />

Hans Christian Andersen<br />

Érase una vez un caballero muy elegante, que por<br />

todo equipaje poseía un calzador y un peine; pero<br />

tenía un cuello de camisa que era el más notable del<br />

mundo entero; y la historia de este cuello es la que<br />

vamos a relatar. El cuello tenía ya la edad suficiente<br />

para pensar en casarse, he aquí que en el cesto de la<br />

ropa coincidió con una liga.<br />

Dijo el cuello:<br />

-Jamás vi a nadie tan esbelto, distinguido y lindo.<br />

¿Me permite que le pregunte su nombre?<br />

-¡No se lo diré!– respondió la liga.<br />

--¿Dónde vive, pues?– insistió el cuello.<br />

Pero la liga era muy tímida, y pensó<br />

que la pregunta era algo extraña y<br />

que no debía contestarla.<br />

-¿Es usted un cinturón, verdad?<br />

–dijo el cuello-, ¿una especie de<br />

cinturón interior?


Bien veo, mi simpática señorita, que es una prenda<br />

tanto de utilidad como de adorno.<br />

-¡Haga el favor de no dirigirme la palabra! –dijo la<br />

liga-. No creo que le haya dado pie para hacerlo.<br />

-Si, me lo ha dado. Cuando se es tan bonita –replicó<br />

el cuello- no hace falta más motivo.<br />

-¡No se acerque tanto! -exclamó la liga-. ¡Parece usted<br />

tan varonil!<br />

-Soy también un caballero fino –dijo el cuello-, tengo<br />

un calzador y un peine.<br />

-Lo cual no era verdad, pues quien los tenía era su<br />

dueño; pero le gustaba vanagloriarse.<br />

-¡No se acerque tanto!<br />

-repitió la liga-.<br />

No estoy acostumbrada.<br />

-¡Que remilgada!- dijo el<br />

cuello con tono burlón; pero<br />

en éstas los sacaron del cesto,<br />

los almidonaron y, después<br />

de haberlos colgado al sol<br />

sobre el respaldo de una silla,<br />

fueron colocados en la mesa<br />

de planchar; y llegó la plancha<br />

caliente.<br />

35


36<br />

-¡Mi querida señora -exclamaba el cuello-, mi querida<br />

señora! ¡que calor siento! ¡Si no soy yo mismo! ¡Si<br />

cambio totalmente de forma! ¡Me va a quemar;<br />

va a hacerme un agujero! ¡Huy! ¿Quiere casarse<br />

conmigo?<br />

-¡Harapo!- replicó la plancha, corriendo orgullosamente<br />

por encima del cuello; se imaginaba ser una caldera<br />

de vapor, una locomotora que arrastraba los vagones<br />

de un tren.<br />

-¡Harapo! – repitió.<br />

El cuello quedó un poco deshilachado de los bordes;<br />

por eso acudió la tijera a cortar los hilos.<br />

-¡Oh! –exclamó el cuello-, usted debe de ser primera<br />

bailarina, ¿verdad? ¡Cómo sabe estirar las piernas! Es<br />

lo más encantador que he visto. Nadie sería capaz de<br />

imitarla.<br />

-Ya lo sé- respondió la tijera.


-¡Merecería ser condesa! –dijo el cuello-. Todo lo que<br />

poseo es un señor distinguido, un calzador y un peine.<br />

¡Si tuviese también un condado!<br />

-¿Se me está declarando, el asqueroso?– exclamó la<br />

tijera, y, enfadada, le propinó un corte que lo dejó<br />

inservible.<br />

-Al fin tendré que solicitar la mano del peine. ¡Es<br />

admirable cómo conserva usted todos los dientes,<br />

mi querida señorita! –dijo el cuello-. ¿No ha pensado<br />

nunca en casarse?<br />

-¡Claro, ya puede figurárselo! –contestó el peine-.<br />

Seguramente habrá oído que estoy prometida con el<br />

calzador.<br />

-¡Prometida!- suspiró el cuello; y como no había nadie<br />

más a quien declararse, se las dio en decir mal del<br />

matrimonio.<br />

Paso mucho tiempo, y el cuello fue a parar al almacén<br />

37


38<br />

de un fabricante de papel. Había allí una nutrida<br />

compañía de harapos; los finos iban por su lado, los<br />

toscos por el suyo, como exige la corrección. Todos<br />

tenían muchas cosas que explicar, pero el cuello los<br />

superaba a todos, pues era un gran fanfarrón.<br />

-¡La de novias que he tenido! –decía-. No me dejaban<br />

un momento de reposo. Andaba yo hecho un petimetre<br />

en aquellos tiempos, siempre muy tieso y almidonado.<br />

Tenía además un calzador y un peine, que jamás<br />

utilicé. Tenían que haberme visto entonces, cuando<br />

me acicalaba para una fiesta. Nunca me olvidaré de mi<br />

primera novia; fue una cinturilla, delicada, elegante y<br />

muy linda; por mi se tiró a una bañera. Luego hubo<br />

una plancha que ardía por mi persona; pero no le hice<br />

caso y se volvió negra. Tuve también relaciones con<br />

una primera bailarina; ella me produjo la herida, cuya<br />

cicatriz conservo; ¡era terriblemente celosa! Mi propio<br />

peine se enamoró de mí; perdió todos los dientes de<br />

mal de amores. ¡Uf!, ¡la de aventuras que he corrido!<br />

Pero lo que más me duele es la liga, digo, la cinturilla,


que se tiró a la bañera. ¡Cuántos pecados llevo sobre<br />

la conciencia! ¡Ya es tiempo de que me convierta en<br />

papel blanco!<br />

Y fue convertido en papel blanco, con todos los demás<br />

trapos; y el cuello es precisamente la hoja que aquí<br />

vemos, en la cual se imprimió su historia. Y le está bien<br />

empleado, por haberse jactado de cosas que no eran<br />

verdad. Tengámoslo en cuenta, para no comportarnos<br />

como él, pues en verdad no podemos saber si también<br />

nosotros iremos a dar algún día al saco de los trapos<br />

viejos y seremos convertidos en papel, y toda nuestra<br />

historia, aun lo más íntimo<br />

y secreto de ella, sera<br />

impresa, y andemos<br />

por esos mundos<br />

teniendo que<br />

contarla.<br />

39


40<br />

Chácharas de niños<br />

Hans Christian Andersen<br />

En casa del rico comerciante se celebraba una gran<br />

reunión de niños: niños de casas ricas y familias<br />

distinguidas. El comerciante era un hombre opulento<br />

y además instruido; a su debido tiempo había sufrido<br />

los exámenes. Así lo había querido su excelente padre,<br />

que no era más que un simple ganadero, pero honrado<br />

y trabajador. El negocio le había dado dinero, y el hijo<br />

lo supo aumentar con su trabajo. Era un hombre de<br />

cabeza y también de corazón, pero de esto se hablaba<br />

menos que de su riqueza.<br />

Frecuentaba su casa gente distinguida, tanto<br />

de “sangre”, que así la llaman, como de<br />

talento. Los había que reunían ambas<br />

condiciones, y algunos que carecían de<br />

una y otra.<br />

En el momento de nuestra narración<br />

había allí una reunión de niños,<br />

que hablaban y discutían como<br />

tales; y ya es sabido que los<br />

niños no tienen pelos en<br />

la lengua. Figuraba entre<br />

los concurrentes una<br />

chiquilla lindísima,


pero terriblemente orgullosa; los criados le habían<br />

metido el orgullo en el cuerpo, no sus padres, demasiado<br />

sensatos para hacerlo. El padre era chambelán, y éste<br />

es un cargo tremendamente importante, como ella<br />

sabía muy bien.<br />

-¡Soy camarera del Rey!– decía la muchachita. Lo<br />

mismo podría haber sido camarera de una bodega,<br />

pues tanto mérito hace falta para una cosa como para<br />

la otra. Después contó a sus compañeros que era “bien<br />

nacida”, y afirmó que quien no era de buena cuna no<br />

podía llegar a ser nadie. De nada servía estudiar y<br />

trabajar; cuando no se es “bien nacido”, a nada puede<br />

aspirarse.<br />

-Y todos aquellos que tienen apellidos<br />

terminados en “sen”–prosiguió-, tampoco<br />

llegarán a ser nada en el mundo. Hay<br />

que ponerse en jarras y mantener<br />

a distancia a esos “¡sen!, -sen!” y<br />

puso en jarras sus<br />

lindos brazos de<br />

puntiagudos codos,<br />

para mostrar cómo<br />

había que hacer.<br />

¡Y que lindos eran<br />

sus bracitos!<br />

Era encantadora.<br />

41


42<br />

Pero la hijita del almacenista se enfadó mucho. Su<br />

padre se llamaba Madsen, y no podía sufrir que se<br />

hablara mal de los nombres terminados en “sen”.<br />

Por eso replicó con toda la arrogancia de que era<br />

capaz: Pero mi padre puede comprar cien escudos de<br />

bombones y arrojarlos a los niños. ¿Puede hacerlo el<br />

tuyo?<br />

-Mi padre –intervino la hija de un escritor– puede<br />

poner en el periódico al tuyo, al tuyo y a los padres<br />

de todos. Toda la gente le tiene miedo, dice mi madre,<br />

pues mi padre es el que manda en el periódico.<br />

Y la chiquilla irguió la cabeza, como si fuera una<br />

princesa y debiera ir con la cabeza muy alta.<br />

En la calle, delante de la puerta entornada, un pobre<br />

niño miraba por la abertura. El pequeño no tenía acceso<br />

en la casa, pues carecía de la categoría necesaria. Había<br />

estado ayudando a la cocinera a dar vueltas al asador,<br />

y en premio le permitían ahora mirar desde detrás de<br />

la puerta a todos aquellos señoritos acicalados que<br />

se divertían en la habitación. Para él era recompensa<br />

bastante y sobrada.


“¡Quien fuera uno de ellos!”, pensó, y al oír lo que<br />

decían, seguramente se entristeció mucho. En casa,<br />

sus padres no tenían ni un mísero chelín para ahorrar,<br />

ni medios para comprar un periódico; y no hablemos<br />

ya de escribirlo. Y lo peor de todo era que el apellido<br />

de su padre, y también el suyo terminaba en “sen”.<br />

Nada podría ser en el mundo, por tanto. ¡Que triste!<br />

En cuanto ha nacido, creía serlo como se debe, pues<br />

de otro modo no es posible.<br />

Así discurrió aquella velada.<br />

Transcurrieron muchos años, y aquellos niños se<br />

convirtieron en hombres y mujeres.<br />

Levantábase en la ciudad una casa magnífica, toda<br />

ella llena de preciosidades. Todo el mundo deseaba<br />

verla; hasta de afuera venía gente a visitarla. ¿A cuál<br />

de aquellos niños pertenecía? No es difícil adivinarlo.<br />

Pero tampoco es tan fácil, pues la casa pertenecía<br />

al chiquillo pobre, que llegó a ser algo, a pesar de<br />

que su nombre terminaba en “sen”: se llamaba<br />

Thorwaldsen.<br />

¿Y los otros tres niños, los hijos de sangre, del dinero<br />

y de la presunción? Pues de ellos salieron hombres<br />

buenos y capaces, ya que todos tenían buen fondo. Lo<br />

que entonces habían pensado y dicho no era sino eso,<br />

chácharas de niños.<br />

43


44<br />

Hansel y Gretel<br />

Hermanos Grimm<br />

Hansel y Gretel habían perdido a su madre, y su<br />

padre, un pobrecito leñador, se había vuelto a casar<br />

con una mujer que no quería a los niños.<br />

La familia estaba en la más completa miseria. La<br />

madrastra propuso al leñador que abandonara a los<br />

niños en el bosque para que alguien los recogiera.<br />

Serían dos bocas menos que alimentar.<br />

El leñador, que amaba mucho a sus hijos, se resistía,<br />

pero su mujer le convenció.<br />

Los niños habían escuchado todo. Gretel se echó a llorar,<br />

pero Hansel, que era muy listo, salió sigilosamente de<br />

la casa y se llenó los bolsillos de piedrecitas blancas y<br />

brillantes.


Al día siguiente, fueron todos al bosque. Por el camino,<br />

Hansel, sin que nadie le viera, iba dejando caer, una<br />

por una, las piedrecitas. Por fin, se detuvieron en un<br />

claro y el leñador encendió fuego.<br />

-Esperadnos aquí– dijo la madrastra, y se alejó detrás<br />

de su marido.<br />

Pasaba el tiempo y los niños se quedaron dormidos al<br />

calor de la lumbre. Cuando despertaron era de noche,<br />

pero Hansel buscó las piedrecitas blancas, siguieron<br />

su rastro y volvieron a casa.<br />

Al verlos aparecer, la madrastra se enfadó, pero el<br />

leñador se alegró profundamente y abrazó a sus hijos<br />

con ternura.<br />

Pasaron unos días, y otra vez los niños oyeron decir a<br />

su madrastra:<br />

-Mañana nos adentraremos aún más en el bosque,<br />

para que no puedan encontrar el camino de vuelta.<br />

Inmediatamente, Hansel saltó de la cama y quiso<br />

salir a buscar piedrecitas,<br />

pero encontró la puerta<br />

cerrada con llave.<br />

45


46<br />

-No te preocupes, Gretel –dijo a su hermana-. Algo se<br />

me ocurrirá.<br />

Al día siguiente, por el camino Hansel se dedicó a<br />

desmigar el mendrugo que la madrastra le había<br />

dado.<br />

Cuando su padre y la madrasta les dejaron, se<br />

quedaron dormidos junto al fuego.<br />

Al despertar, unas horas después, Hansel y<br />

Gretel buscaron las migas de pan como<br />

antes habían buscado las piedrecitas.<br />

Los niños buscaron y buscaron,<br />

pero las migas no aparecieron.<br />

-¡Se las han comido los<br />

pájaros!- exclamó Gretel,<br />

desconsolada.<br />

-Encontraremos el camino,<br />

ya lo verás -dijo Hansel-<br />

cogiendo a su hermana<br />

de la mano.


Caminaron durante toda la noche, pero siempre<br />

volvían al mismo sitio. Cuando amaneció, agotados,<br />

se quedaron dormidos.<br />

A mediodía, les despertó el calorcito del sol. De<br />

repente, Gretel descubrió una preciosa casita, oculta<br />

entre los árboles.<br />

-¡Hansel! -gritó la niña- ¡Ven! Mira lo que he encontrado.<br />

Los niños se acercaron a la casa asombrados.<br />

-¿Has visto, Gretel? Las paredes son de pan, el tejado<br />

de chocolate y las ventanas de azúcar.<br />

Y como estaban hambrientos, empezaron a arrancar<br />

trozos de la casa para comérselos. Pero de repente<br />

oyeron una voz que salía del interior:<br />

-¿Quién se atreve a comerse mi casa?<br />

Los niños se quedaron sobrecogidos.<br />

Entonces se abrió la puerta y apareció<br />

una anciana muy fea, que tenía una<br />

enorme chepa.<br />

La anciana, al verlos, cambió su feroz<br />

expresión por otra, más sonriente, y<br />

les dijo:<br />

-Os habéis perdido en el bosque,<br />

¿verdad? Los niños asintieron.<br />

47


48<br />

-No tengáis miedo. Conmigo estáis a salvo.<br />

-Entrad en mi preciosa casita, pequeños, entrad. Os<br />

esperan maravillosas sorpresas. Deliciosas golosinas<br />

para comer y mullidas camas para descansar.<br />

Hansel y Gretel no lo dudaron un instante. La anciana<br />

parecía tan amable...<br />

Los niños se sentaron a la mesa y la anciana les ofreció<br />

deliciosos manjares que comieron con verdadero<br />

apetito.<br />

Después los acompañó a una alegre habitación en la que<br />

había dos camitas blancas, para que pudieran descansar.<br />

Al ver a los niños dormidos, la anciana, que en realidad<br />

era una bruja malvada, soltó una siniestra carcajada.<br />

-¡Ya sois míos! –gritó-. Primero me comeré a Hansel y<br />

después a Gretel. ¡No podréis escapar!<br />

Al día siguiente, la bruja encerró a Hansel y obligó<br />

a Gretel a hacer las labores de la casa, mientras ella<br />

trataba de engordar al niño para comérselo.


Cada mañana se arrodillaba ante la caseta donde le<br />

tenía encerrado y le decía:<br />

-Enséñame el dedo para ver cuánto has engordado.<br />

Como la bruja veía mal, Hansel siempre le enseñaba<br />

un hueso de pollo.<br />

-¡Gretel! –gritaba entonces la bruja, furiosa- ¡Tráele<br />

más comida! ¡Está muy flaco!<br />

Pasó el tiempo, y un día la bruja se hartó de esperar<br />

y decidió comerse a Hansel, aunque no hubiera<br />

engordado un solo gramo.<br />

La bruja mandó a Gretel encender el horno y le ordenó<br />

que se asomara a ver si estaba bien caliente.<br />

A Gretel se le ocurrió una brillante idea. Secó sus<br />

lágrimas y dijo en un susurro:<br />

-No puedo, el hueco es demasiado pequeño.<br />

-¡Eres una tonta! –vociferó la bruja-. Mira. Yo soy más<br />

grande que tú y puedo hacerlo.<br />

49


50<br />

Y entonces, cuando la bruja metió la cabeza por<br />

el hueco del horno, Gretel la empujó con todas sus<br />

fuerzas y cerró la puerta después. La bruja había<br />

muerto.<br />

Inmediatamente fue a liberar a su hermano.<br />

Hansel y Gretel revolvieron la casa de la bruja y<br />

encontraron muchas riquezas.<br />

-Y ahora, vámonos a casa –dijo Hansel.<br />

-Esta vez encontraremos el camino, seguro -Afirmó<br />

Gretel.<br />

Es verdad que tuvieron que andar mucho, pero al<br />

final llegaron a su casa.


Su madrastra había muerto, y su padre estaba<br />

tristísimo desde que había abandonado a sus hijos en<br />

el bosque.<br />

Cuando les vio aparecer sanos y salvos, una enorme<br />

alegría llenó su corazón. Les abrazó y les pidió perdón<br />

por lo cruel que había sido con ellos.<br />

Las perlas y las piedras preciosas les salvaron de la<br />

miseria, y a partir de entonces vivieron los tres muy,<br />

muy felices.<br />

51


Colorín colorado<br />

estos cuentos se han acabado...<br />

<strong>Ilustraciones</strong>:<br />

Eulalia Ospina Uribe<br />

Fernado Cortes Ramos<br />

Esta segunda edición de 500.000 ejemplares, con la concepción gráfica, diseño y<br />

diagramación de Publicaciones MV Limitada, se terminó de imprimir en los talleres<br />

de Cargraphics S.A., en noviembre de 2007.<br />

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