LA IGLESIA: LA NUEVA SOCIEDAD DE DIOS (EFESIOS 4 a 6)
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La canonicidad de la Biblia<br />
por Pedro Puigvert<br />
Anciano de la Asamblea de Hermanos de Barcelona Av. Mistral, 85-87 es Presidente y profesor del CEEB en donde<br />
enseña Hermenéutica Bíblica, Teología Sistemática (Bibliología, Cristología y Escatología) y Catolicismo Romano.<br />
Director de la revista de orientación bibliográfica Síntesis y colaborador de Edificación Cristiana". Diplomado en<br />
Teología por el Centro Evangélico de Estudios Bíblicos (CEEB) es también Bachiller en Ciencias Bíblicas por el Centro<br />
de Investigaciones Bíblicas (CEIBI). Ha sido Presidente de la Alianza Evangélica Española; del Consell Evangèlic de<br />
Catalunya y Secretario General de la Unión Bíblica durante treinta años.<br />
Entendemos por Canonicidad de las Escrituras el conjunto de los escritos sagrados que forman<br />
la Biblia reconocidos tanto por el judaísmo como por la Iglesia."Al igual que la escuela y<br />
filología αλεϕανδρινασ hubieron de establecer el canon de los libros y de fijar e<br />
interpretar su texto conforme a métodos racionales, el judaísmo y el cristianismo tuvieron<br />
como primera y principal tarea establecer la lista de libros y fijar e interpretar el<br />
texto de los mismos siguiendo procedimientos similares a los de los alejandrinos, pero desde la<br />
perspectiva de los principios religiosos del judaísmo de la doble Torah, escrita y oral, y del<br />
cristianismo de los dos Testamentos, antiguo y nuevo" 1<br />
.<br />
1. Etimología y significado de "Canon"<br />
El término "canon" es la trasliteración del griego κανων el cual deriva de las lenguas semíticas<br />
tales como el asirio qanü, el ugarítico qn y el hebreo qaneh. Éstas, a su vez fueron tomadas del<br />
sumerio GI-NA, que originariamente significaba "caña" (Job 40:21). En este sentido la palabra<br />
pasó al griego, al latín y otros idiomas para indicar algo que tuviera la estructura de una caña o<br />
sus características. En sentido figurado, implica algo recto y derecho, y en griego se utilizaba<br />
entre otras cosas para describir una regla, una norma, un paradigma, un modelo, un límite, una<br />
tabla cronológica y una tasación tributaria. De ahí que metafóricamente adquiera el sentido de<br />
medida, gramaticalmente significa una regla, cronológicamente un cuadro de fechas y en<br />
literatura una lista de trabajos que se atribuyen de manera correcta a cierto autor. Los padres<br />
de las iglesias griegas y latinas aplicaron la palabra κανων en sentido general a la ley bíblica, a<br />
un hombre ideal o ejemplar, a los artículos de fe, a las doctrinas de la Iglesia, a un catálogo o<br />
lista, una tabla de contenido y a un índice de santos. Es posible que Orígenes haya usado la<br />
palabra "canon" en el sentido de libros de la Biblia divinamente inspirados, aunque no hay<br />
evidencias directas de que fuese aplicada esta designación a la Biblia antes del 325 d.C. cuando<br />
Atanasio la usó en este sentido en los Decretos del Concilio de Nicea. A pesar de que el<br />
hebreo conoce el término "caña" la aplicación del vocablo "canon" al AT no resulta del todo<br />
adecuado. La lengua hebrea no conoce un término que se corresponda al griego "canon". Las<br />
discusiones de los rabinos en relación al carácter canónico o apócrifo de un libro bíblico<br />
giraban en torno a la expresión de la Mishna "manchar las manos". Los libros así designados<br />
eran considerados canónicos, mientras que a los que no se aplicaba esta expresión eran<br />
excluidos del canon bíblico. La frase "manchar las manos" tenía un alcance ritual al tener que<br />
purificarse tras haber utilizado los libros.<br />
1<br />
Trebolle, Julio. La Biblia judía y la Biblia cristiana, Madrid: Editorial Trotta, 1993, p.159.<br />
Iglesia Evangélica de Hermanos, avd. Mistral 85,87-Barcelona<br />
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La canonicidad de la Biblia<br />
por Pedro Puigvert<br />
2. El reconocimiento del Canon<br />
La Iglesia no decidió qué libros tenían que formar el NT, sino que confesó la existencia de<br />
unos escritos que había recibido de la autoridad de los apóstoles, porque era consciente de que<br />
debía cimentarse sobre el fundamento de los apóstoles y profetas (Ef. 2:20). Más que tratar de la<br />
formación del canon, deberíamos concretar el hecho y de ahí que en el epígrafe nos refiramos<br />
al reconocimiento del canon. Siendo importante la decisión final de la lista de libros<br />
reconocidos oficialmente por la Iglesia, lo es más el proceso histórico por el que unos<br />
determinados libros son aceptados como canónicos. "Este proceso se extiende por lo general a<br />
lo largo de varios siglos y en él intervienen numerosos factores de orden literario, social y<br />
teológico. Antes del establecimiento definitivo de un canon no existe en realidad la idea de<br />
canon; esta idea toma cuerpo a medida que el canon se constituye. La compilación de los libros<br />
bíblicos que integran la colección de los Kétubim o Escritos, corrió pareja probablemente con la<br />
entrada de los mismos en el canon y con el proceso final de constitución del propio canon 2 ".<br />
El reconocimiento del canon por la Iglesia exige que los libros reúnan una serie de<br />
características: inspiración divina, apostolicidad en el caso del NT y profetismo en el AT,<br />
unidad de la doctrina y autenticidad de los escritos 3<br />
.<br />
3. El canon del Antiguo Testamento.<br />
En el proceso de reconocimiento del canon veterotestamentario intervinieron muchos factores<br />
internos y externos del judaísmo. Había corrientes demasiado restrictivas como la de los<br />
samaritanos, fariseos y saduceos, y corrientes disgregadoras como las de los grupos<br />
apocalípticos de Palestina y otros de la diáspora. El canon hebreo comprende 24 libros<br />
ordenados en tres grandes divisiones que se designan como la Ley, los Profetas y los Escritos<br />
(Lc. 24:44). Éstos, se corresponden exactamente con los 39 libros en las biblias cristianas que<br />
siguen el patrón general de las versiones griegas y latinas, llegándose a esta cifra dividiendo<br />
Samuel, Reyes, Crónicas y Esdras-Nehemías en dos libros cada uno y considerando los<br />
Profetas Menores como 12 libros separados. En relación a la mención hecha por Josefo de que<br />
los libros del AT eran 22 se debe a que en ocasiones Rut formaba parte de Jueces y a veces era<br />
puesto aparte y Lamentaciones que aparecía junto a Jeremías y en otras ocasiones no. Juntando<br />
estos dos libros a los mencionados se conseguía reducir el número al del alefato por una cuestión<br />
nemotécnica. Se ha repetido muchas veces que el canon hebreo fue definido en el Concilio o<br />
Sínodo de Jamnia o Yabneh (90 d.C.) resolviéndose las disputas sobre la canonicidad de<br />
Ezequiel, Proverbios, Eclesiastés, Cantares y Ester. Sin embargo, hoy se piensa que la reunión<br />
de teólogos judíos en Jamnia no puede considerarse un Concilio al estilo de los ecuménicos<br />
celebrados por la Iglesia, ya que las decisiones tomadas no tenían fuerza impositiva 4<br />
.<br />
2 Trebolle, Julio. La Biblia judía y la Biblia cristiana, Madrid: Editorial Trotta, 1993, p.163.<br />
3 Grau, José. ¿Cómo llegó la Biblia hasta nosotros? Terrassa: Clie, Unión Bíblica, 199, pp. 150-151.<br />
4<br />
Cf. Harrison,R.K. Introducción al Antiguo Testamento Vol. I, Jenison: Tell, 1990, pp.289-297 y<br />
Trebolle, Julio.La Biblia judíay la Biblia cristiana, Madrid: Editorial Trotta, 1993, pp.166-167.<br />
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3.1. Libros canónicos y no canónicos del Antiguo Testamento<br />
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3.2. La triple división del canon hebreo. ¿Por qué los judíos dividieron el AT en tres partes?<br />
En relación con este asunto existen dos posturas: a) Los críticos modernistas mantienen que<br />
las causas posibles pueden ser tres niveles diferentes de inspiración o la confección de tres<br />
cánones distintos, uno para cada parte de acuerdo con la fecha del libro, b) la postura<br />
conservadora afirma que la triple división se debe al concepto hebreo de distinguir la función u<br />
oficio de los autores de cada uno de los libros, igual que el uso litúrgico que se hacía en el ritual<br />
del Templo y después en las sinagogas. Había unos que eran profetas de oficio y otros que<br />
ejercían el don de profetas aunque ésta no fuera su actividad primordial. De acuerdo con esta<br />
distinción son puestos en primer lugar los escritos de Moisés porque con él Dios inició la<br />
historia del pueblo de Israel y además fue el primer profeta. En segundo lugar están colocados<br />
los libros cuyos autores ejercieron el oficio profético y como tales tenían el don de la profecía.<br />
En tercer lugar aparecen los escritos de los siervos de Dios que en algún momento ejercieron el<br />
don de la profecía sin ser profetas de oficio. En este caso se encuentran David y Salomón que<br />
eran reyes, y Daniel que era un eminente estadista.<br />
3.3. La Septuaginta o Versión de los LXX. Se denomina de este modo la traducción de las<br />
Sagradas Escrituras hebreas al griego. Esta versión es el primer ejemplo de traducción de todo un<br />
cuerpo de literatura sagrada semítica a la lengua y la cultura griega. Se trata de una versión de<br />
gran importancia para el estudio indirecto de la historia del texto del AT, sólo superado por los<br />
descubrimientos de los manuscritos del Mar Muerto, con los que mantiene significativas<br />
coincidencias. Aparte de esto, su relevancia para nosotros estriba en que los autores del NT y<br />
los escritores cristianos encontraron en ella los términos y conceptos en que expresar el<br />
contenido de la fe cristiana. Sirve de puente entre ambos Testamentos por cuanto las citas que<br />
tenemos en el NT procedentes del AT, han sido tomadas de la Septuaginta. En realidad la<br />
iglesia primitiva adoptó la versión de los LXX como su Biblia mientras se formaba el canon<br />
del NT. Esta versión fue realizada en Alejandría probablemente hacia mediados del siglo III<br />
a.C, durante el reinado de Ptolomeo Filadelfo (285-247 a.C). Según un judío de Alejandría<br />
llamado Aristeas, del que se conserva una carta apócrifa, el rey envió una petición al sumo<br />
sacerdote Eleazar en Jerusalén de que le enviara 72 sabios, 6 por cada tribu de Israel con el<br />
objetivo de traducir la Torah hebrea para la biblioteca de Alejandría. Aunque dicha carta sea<br />
apócrifa, los eruditos están de acuerdo en que contiene un fondo de verdad en lo esencial y la<br />
información sobre la aportación de los judíos a la versión de los Setenta responde a datos<br />
verídicos. Dichos datos han sido confirmados en los escritos de Aristóbulo, Filón, Josefo, en<br />
fuentes rabínicas y cristianas. Sin embargo, no se tradujo de manera completa en Alejandría,<br />
pues en esta ciudad sólo lo fueron los libros de la Torah, los históricos, algunos sapienciales y<br />
proféticos. El resto fue traducido en Palestina. En principio, la designación de versión de los<br />
LXX se refería solamente a la Torah o Pentateuco en griego. Los demás libros fueron<br />
traducidos más tarde, hacia mediados o finales del siglo II a.C. y, por tanto, recoge traducciones<br />
hechas por diversos autores. Además de los libros del canon hebreo (palestinense), la Septuaginta<br />
incluye los 15 libros apócrifos siguientes: Ascensión de Isaías, Jubileos, Carta de Jeremías,<br />
1,2,3, de Macabeos, Enoc, 3 y 4 Esdras, Oración de Manases, Tobías, Judit, Sabiduría,<br />
Eclesiástico y Baruc. Como característica importante cabe señalar la reclasificación que<br />
hicieron de los libros bíblicos porque no siguen el orden del canon hebreo, sino el que<br />
conocemos nosotros en nuestras biblias porque se ha seguido este modelo que obedece a un<br />
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orden en función del contenido o tema central de cada libro: la ley, los libros históricos, los<br />
libros poéticos y los libros proféticos. El texto de la Septuaginta sufrió varias revisiones. Tres<br />
son las posibles causas que dieron lugar a las revisiones, a) la necesidad de corregir los muchos<br />
errores que se introdujeron en las copias que se hicieron; b) el deseo de mejorar o actualizar el<br />
lenguaje y estilo del griego; c) el afán de adaptar el texto griego al hebreo proto-masorético en<br />
aquellos casos en que difería del hebreo. Este trabajo de adaptación a un original hebreo (Vorlage)<br />
es el que se designa con el término de "recensión". A estos motivos de carácter crítico, otros<br />
añaden razones apologéticas motivadas por las controversias entre judíos y cristianos, ya que<br />
todos ellos necesitaban disponer de una traducción que reflejara mejor el texto hebreo. Jerónimo,<br />
en el prólogo al libro de las Crónicas en la Vulgata da a conocer que el texto de la<br />
Septuaginta existía entonces en tres recensiones diferentes, realizadas por Orígenes, Hesiquio<br />
y Luciano. Orígenes realizó una recensión de gran envergadura entonces conocida como las<br />
Hexaplas ( seis columnas), en el que recoge: el texto hebreo conocido en su tiempo en la primera<br />
columna, este mismo texto transcrito en griego en la segunda columna, el texto de la versión de<br />
Aquila en la tercera columna, el de Sínmaco en la cuarta columna, el texto de la versión<br />
griega antigua en la quinta columna y el de la versión de Teodoción en la sexta columna.<br />
Posteriormente, Orígenes llevó a cabo una edición hexaplar que se ha distinguir de las<br />
Hexaplas, lo que a la postre ocasionó una confusión y mezcla de textos mucho mayor de la<br />
que él mismo había conocido.<br />
3.4. Los Targumim o versiones arameas del Antiguo Testamento. Cuando los judíos<br />
adoptaron el arameo como lengua de uso común durante el dominio del imperio<br />
medopersa, vieron la necesidad de disponer de traducciones de las Escrituras a esta lengua<br />
para el culto de la sinagoga y para el estudio en las escuelas. Una de las características de<br />
estas versiones es la tendencia a la paráfrasis. Los Targumim se hallan a mitad de camino<br />
entre lo que es una versión literal y un comentario midrásico (interpretación homilética)<br />
de la época rabínica. Existen Targumim del Pentateuco, de los Profetas y de los Escritos a<br />
excepción de Esdras-Nehemías y Daniel. En la sinagoga la lectura de la Torah era seguida de<br />
la traducción en arameo, evitándose que hubiera una confusión entre ambas. El lector y el<br />
traductor tenían que ser personas diferentes; el primero se limitaba a leer el texto sagrado, el<br />
segundo lo recitaba de memoria: Había, pues, una preocupación por salvaguardar la separación<br />
entre Escritura y Targum, pero al mismo tiempo se insistía en la estrecha relación entre texto<br />
sagrado e interpretación targúmica. La versión targúmica no era una simple traducción del texto,<br />
sino una interpretación autorizada del mismo de acuerdo con la "ortodoxia" rabínica. El Targum<br />
es a la vez traducción y comentario.<br />
3.5. Los libros apócrifos del Antiguo Testamento. El término apócrifo significa "oculto" y se<br />
aplica a todos los libros no admitidos en el canon. Sin embargo, este término no expresa lo<br />
mismo para todos los cristianos, puesto que para los católicos los apócrifos son aquellos libros<br />
que no forman parte de la Septuaginta -aunque no todos- a los que se refieren como<br />
"deuterocanónicos". La versión de los Setenta contenía quince libros apócrifos que no<br />
estaban en la Biblia hebrea o Tanak. En la versión latina llamada "ítala", hecha a partir de la<br />
Septuaginta, incluyeron solamente diez apócrifos de ésta, descartando Ascensión de Isaías,<br />
Jubileos, Carta de Jeremías, 3 o de Macabeos y Enoc. En<br />
la Vulgata, versión ordenada por el obispo de Roma Dámaso y hecha por Jerónimo,<br />
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incluyeron por presiones los diez apócrifos de la ítala contra la voluntad del traductor de los<br />
sesenta y seis canónicos. En el Concilio de Trento celebrado en 1545, los obispos empezaron<br />
fijando el canon de la Sagrada Escritura, excluyendo tres de los apócrifos de la Vulgata, 3 y 4 de<br />
Esdras y la oración de Manases. ¿Por qué aceptaron unos apócrifos y excluyeron otros? Porque<br />
les convenía, ya que en ellos han encontrado apoyo a sus dogmas, como por ejemplo: ofrecer<br />
sufragios por las almas de los muertos y la doctrina del purgatorio. En la tradición protestante<br />
se hace una distinción, llamando pseudoepigráficos a los apócrifos que no forman parte de la<br />
Septuaginta y simplemente apócrifos a los que contiene esta versión y no están en el canon<br />
palestinense, pero sí incluidos en las versiones católicas bajo el epígrafe de<br />
"deuterocanónicos". Nosotros no aceptamos como canónicos los apócrifos porque ni el Señor<br />
Jesucristo ni los apóstoles citaron el texto de algunos de ellos. Si tenemos en cuenta que el Nuevo<br />
Testamento cita 280 veces al Antiguo y casi siempre las citas están tomadas de la Septuaginta, nos<br />
da una razón suficientemente explícita de su exclusión en nuestras biblias. Si recurrimos a la<br />
Tradición, que para los católicos tiene la misma autoridad que las Escrituras, observamos como<br />
los padres de la Iglesia más prominentes rechazaron los apócrifos: Meliton, Orígenes,<br />
Atanasio, Cirilo, Rufino, Agustín y Jerónimo entre otros. Este último, traductor de la Vulgata<br />
dijo: "Las iglesias los leen como historias que proporcionan bellos ejemplos para la vida,<br />
para instrucción, para los modales". Pero los rechazó como inspirados, incluyéndolos en la<br />
Vulgata por las presiones recibidas y sólo como él dijo: "como historias". La Iglesia durante<br />
siglos prescindió de esta literatura, siendo aceptados como un segundo canon en el Concilio de<br />
Trento para tener una base para algunos de sus incalificables dogmas. En resumen, tenemos<br />
poderosas razones para no aceptar su inclusión en el Canon :<br />
a) Nunca formaron parte del Canon judío (Ro. 3.2)<br />
b) Nunca fueron citados por Jesús como Palabra de Dios<br />
c) El testimonio del historiador judío Josefo<br />
d) El testimonio de Filón, filósofo judío de Alejandría<br />
e) No se mencionan en ningún catálogo o lista de los primeros tres siglos<br />
f) Los mismos libros delatan no ser e inspiración divina<br />
g) Los apócrifos contienen doctrinas contrarias a las de los canónicos<br />
h) La mayoría fueron escritos cuando el Canon del A.T. se había cerrado 5<br />
A pesar de todo lo dicho sobre la actitud protestante en relación con los apócrifos, no<br />
podemos pasar por alto los intentos efectuados por los que militan en el ecumenismo para<br />
incluirlos en las ediciones interconfesionales, cosa que han hecho, y para apaciguar las críticas<br />
de los evangélicos suelen editar dos versiones: una con apócrifos y otra sin ellos<br />
5<br />
Grau José. Introducción a la Teología, Editorial Clie, Terrassa, 1973, pp. 226-230<br />
6<br />
Lemore, PabloE. ¿Cómo llegó la Biblia hasta nosotros? Terrassa: Clie/Unión Bíblica, 1999, pp.224-<br />
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6<br />
. Sin embargo,<br />
debemos permanecer alerta y salir al paso de cualquier editorial evangélica que quiera hacer<br />
una versión con apócrifos para ofrecerla al mercado católico mucho más numeroso. Lo que sí<br />
deberíamos apoyar es una edición de un libro con todos los apócrifos que serviría de ayuda para<br />
conocer mejor la cultura judía y el trasfondo del tiempo en que no hubo revelación en Israel que<br />
226.<br />
.<br />
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culminaría con la venida del Mesías. Mezclar los textos canónicos con los que no lo son, aunque<br />
estén colocados entre ambos Testamentos, con el nombre de Santa Biblia, no sólo es engañar al<br />
lector, sino contribuir a la confusión cada vez mayor sobre el significado del Canon.<br />
El Canon del Nuevo Testamento<br />
El proceso seguido en el reconocimiento del Canon del Nuevo Testamento, está<br />
relacionado con polémicas antiheréticas, especialmente contra Marción y Montano. Mientras<br />
el primero restaba, el segundo pretendía añadir libros al Canon. La oposición que recibió<br />
Marción de los líderes y de las iglesias de su tiempo obedecía a que rechazaba gran parte de los<br />
Evangelios y otras porciones de los escritos apostólicos que no admitía en su particular lista o<br />
canon. Esto significa que ya en el siglo II existía una colección de libros tenidos por inspirados<br />
en las iglesias y considerados canónicos, aparte del hecho de que el discernimiento de las<br />
congregaciones necesitó cierto tiempo para reconocer algunos de estos escritos, como había<br />
ocurrido en Israel para aceptar todo el Antiguo Testamento. La condena de Marción como<br />
hereje se comprende por la existencia previa de una colección de escritos tenidos como<br />
inspirados. Por ejemplo, Ireneo defendía los cuatro Evangelios, ni uno más ni uno menos, y su<br />
convicción respecto al Canon se remontaba a Papías y Policarpo. Para Tertuliano, los cuatro<br />
Evangelios tienen por autores a los apóstoles y aquellos varones llamados apostólicos como<br />
Marcos y Lucas, escribieron en conformidad con los apóstoles, los cuales habían recibido la<br />
autoridad de Jesucristo. La Iglesia se vio en la necesidad de reconocer un Canon porque junto con<br />
los cuatro Evangelios circulaban muchos escritos apócrifos que pretendían rivalizar con los<br />
verdaderos. Se vio en la obligación de señalar entre Evangelios canónicos y Evangelios<br />
apócrifos.<br />
El Nuevo Testamento está compuesto de 27 libros divididos en tres partes, o en cuatro si se<br />
separa Hechos de los Evangelios. Se pueden dividir también tomando en consideración el<br />
contenido y las condiciones históricas en que se escribieron algunos libros. Siguiendo la triple<br />
división de la promesa del Señor Jesucristo y su cumplimiento en Jn. 14 y 16, los ordenaremos<br />
así:<br />
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El orden en que están colocados en la Biblia es un orden lógico y teológico, antes que<br />
cronológico. Los Evangelios relatan la vida del Mesías, desde la perspectiva particular del<br />
ministerio de Cristo y enfoque de cada escritor. Hechos presenta la vida de la Iglesia desde la<br />
ascensión de Cristo y expansión del Evangelio, y al mismo tiempo nos ofrece el trasfondo para<br />
comprender las epístolas. Las epístolas doctrinales contienen la exposición de la verdad y como<br />
ésta se debe poner en práctica en el pueblo de Dios. De manera concreta están dirigidas a<br />
iglesias locales para su corrección, enseñanza, edificación, consuelo, etc. El libro de<br />
Apocalipsis cierra el Canon como culminación de la Revelación de Jesucristo, tanto para los<br />
lectores inmediatos como para los de todos los tiempos. A la vez presenta la consumación de<br />
todas las cosas, lo que debe ser un aliciente suficiente para vivir de manera victoriosa en el<br />
tiempo presente.<br />
5. El reconocimiento del Canon del Nuevo Testamento<br />
¿Cuál fue el criterio que se siguió para la aceptación de los libros que conforman el Nuevo<br />
Testamento? Veámoslo tanto negativa como positivamente:<br />
5.1. No se determinó solamente por su paternidad literaria. A diferencia de otra clase de<br />
literatura, el NT no puede aceptarse solamente por la cuestión de quien fue el autor. Nueve<br />
autores distintos (Mateo, Marcos, Lucas, Juan, Pablo, autor de Hebreos, Santiago, Pedro y Judas)<br />
escribieron la totalidad el NT y no hay razón alguna para excluir los demás que reunían<br />
iguales características, como por ejemplo, la apostolicidad. El criterio que se siguió para<br />
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reconocerlos como canónicos no fue solamente por la uniformidad de la paternidad literaria. No<br />
obstante, si algún libro, no llevara el sello de la apostolicidad, su lugar en el Canon se vería<br />
comprometido. Por tanto, la paternidad no es la única<br />
manera de considerar su canonicidad, puesto que cualquier libro escrito por los restantes<br />
apóstoles, podría entrar en el Canon.<br />
5.2. No basta conocer la aceptación que la Iglesia concedió a los libros canónicos. Para<br />
poder determinar totalmente el Canon, no es suficiente saber en qué medida fueron los libros<br />
aceptados por la Iglesia primitiva. Porque algunos fueron recibidos rápidamente y aceptados<br />
como normativos. Otros fueron aceptados con desconfianza por algunas iglesias y rechazados<br />
por otras, y a unos terceros se les disputó abiertamente su inclusión en el Canon, transcurrido<br />
bastante tiempo después de haber sido escritos, siglos incluso. En vista de todo lo dicho, ¿cuál<br />
es el discernimiento para definir la canonicidad del Nuevo Testamento? Respondemos que el<br />
juicio verdadero es la Inspiración (2 Ti. 3:16-17). ¿Cómo se ha de demostrar la inspiración?<br />
¿Cómo se comprueba que un libro es inspirado y otro no lo es?<br />
5.3. Por su contenido intrínseco. Todos los libros canónicos tienen como tema central la<br />
persona y la obra de Jesucristo. Los Evangelios son biográficos, los Hechos narran las<br />
consecuencias históricas de la persona y la obra de Jesucristo. Las Epístolas se ocupan de las<br />
enseñanzas doctrinales y prácticas que surgen del concepto de lo que Cristo es y significa para<br />
todos los que lo han recibido como Salvador y Señor. El Apocalipsis es Cristo mismo dando<br />
el mensaje final a la Iglesia con un destino glorioso en la consumación de todas las<br />
cosas. El contenido de los libros rechazados por apócrifos se ocupa más bien en fantasías<br />
milagreras,en lugar de la enseñanza de los principios del reino. Algunos son composiciones a<br />
base de tomar trozos de los libros canónicos. Una lectura comparativa nos dará la medida del<br />
abismo existente entre ambas categorías de textos.<br />
5.4. Por sus efectos morales. Mientras la literatura producida por el hombre es un registro del<br />
pensamiento humano, la canónica transforma este pensamiento. Su poder para transformar<br />
vidas y sociedades enteras es una buena prueba de su inspiración. La lectura de los libros<br />
canónicos, no sólo es provechosa, sino que produce efectos de carácter espiritual por su<br />
enorme poder dinamizador.<br />
5.5. Por el testimonio histórico de la Iglesia. Aunque la Iglesia no fue la que produjo la<br />
inspiración del NT, su efecto moral está demostrado por la potencia que ha tenido en el<br />
Cristianismo. No obstante, no todos los creyentes de la iglesia primitiva disponían de un<br />
ejemplar del NT para leerlo asiduamente, pero era leído en el culto público con más intensidad de<br />
la habitual ahora entre nosotros. Por tanto, el efecto que producía en los creyentes, comparado<br />
con la manera de vivir del resto del mundo, señalaba las diferencias abismales que existían con los<br />
incrédulos.<br />
5.6. El testimonio interno del Nuevo Testamento. Está estrechamente vinculado con la<br />
doctrina de la Inspiración en su aspecto normativo de la tradición apostólica, por cuanto los<br />
autores asumieron cierta autoridad canónica al escribir. Pablo afirma que su evangelio no era<br />
según hombre, sino por revelación de Jesucristo (Gá. 1:11-12). Definió su mensaje como recibido<br />
(1 Co. 11:23, 15:3) expresión que en el primero de los textos al ir sucedida de la preposición apo<br />
expone una derivación indirecta, es decir, de Cristo pero a través de otros, probablemente la<br />
tradición apostólica. Por otro lado, afirmó que su mensaje era Palabra de Dios (1 Ts. 2:9). Tenía<br />
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La canonicidad de la Biblia<br />
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plena confianza en la autoridad de su<br />
mensaje (2 Ts. 3:14). Pedro hace alusión a los escritos de Pablo como canónicos, al ponerlos<br />
en pie de igualdad con las otras Escrituras (2 P. 3:15-16).<br />
5.7. El testimonio externo del Nuevo Testamento. Tal como hemos señalado más arriba, la<br />
Iglesia no determinó el canon, sino que lo reconoció. Este axioma tiene a la Historia a su<br />
favor. Si la cualidad principal de la canonicidad es la Inspiración, ninguna iglesia, concilio o<br />
grupo hubiera podido crear el Canon, porque ninguno de ellos hubiera podido alentar o poner<br />
por escrito lo que ya estaba escrito. El testimonio o evidencia externa se divide en dos<br />
partes: el testimonio informal y el formal, a) El testimonio informal. Consiste en el uso<br />
casual hecho por los Padres de la Iglesia de los textos del NT. Las citas que tomaron evidencia<br />
tanto la existencia como la autoridad de los libros, porque si un libro no existe no puede citarse y<br />
la manera de citarlo demostrará si se recibe con autoridad o simplemente se alude de manera<br />
pasajera.<br />
6. Conclusiones sobre el Canon del Nuevo Testamento<br />
En vista de todo lo que antecede, llegamos a la conclusión que no todos los libros que están en<br />
el Canon del Nuevo Testamento, fueron conocidos o aceptados por todas las iglesias en los<br />
primeros cuatro siglos. Unos fueron reconocidos desde el principio, otros tardaron años antes<br />
de que se incluyeran en el Canon. Todo esto demuestra la escrupulosidad con que actuaba la<br />
Iglesia primitiva, lo que es una garantía para la Iglesia de los siglos posteriores. Es la evidencia<br />
de que a pesar de los interesados en comerciar con lo sagrado y de las supersticiones de su<br />
tiempo, los dirigentes de las iglesias no aceptaban cualquier manuscrito que apareciera con el<br />
nombre de un apóstol. En el desarrollo del Canon se descubren tres etapas:<br />
6.1. Los escritos se citan individualmente por autores que dan por entendida la fuerza de su<br />
testimonio en lugar de sujetarla a debate.<br />
6.2. Los escritores que se empeñaron en la controversia, los apologistas, vieron la<br />
necesidad de definir la autoridad en que se apoyaban.<br />
6.3. El veredicto de los Concilios que trazaron la distinción entre canónicos y apócrifos. Esta<br />
distinción se recoge en los grandes manuscritos: Sinaítico (A, alef) y Vaticano (B, beta).<br />
Los libros más generalmente discutidos y omitidos antes de su inclusión en el Canon fueron,<br />
sin lugar a dudas, Santiago, Judas, 2 Pedro, 2 y 3 Juan, y Filemón. El Canon, pues, no es el<br />
producto del juicio arbitrario de alguna persona, ni fue definido por la votación de un<br />
Concilio. El Canon del Nuevo Testamento fue el resultado de utilizar los diversos escritos que<br />
por dinámica interna demostraron sus méritos y su unidad. El hecho de que algunos fueron más<br />
fácilmente reconocidos que otros, no menoscaba el valor de los segundos ni le confiere más<br />
importancia a los primeros o le da el derecho que tiene cada uno de ellos a ocupar un lugar en<br />
la Palabra autorizada de Dios.<br />
7. Los libros apócrifos del Nuevo Testamento<br />
La discusión sobre las cuestiones relativas al Canon del Nuevo Testamento no<br />
termina con la lista de los libros reconocidos por la Iglesia como normativos. Al<br />
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margen de los libros canónicos había otros textos que fueron rechazados por no<br />
reunir los requisitos exigidos para ser reconocidos como Palabra de Dios. De la<br />
misma manera que en Israel se produjo una literatura no canónica con pretensiones<br />
de canonicidad, así también ocurrió en la Iglesia de los primeros siglos con la<br />
producción de una literatura apócrifa. El descubrimiento de la biblioteca gnóstica<br />
de Nag Hammadi ha reavivado el interés por el estudio del Canon del Nuevo<br />
Testamento, al igual que el hallazgo de los manuscritos de Qumrán reavivó el<br />
interés por el Canon veterotestamentario. El descubrimiento de la literatura<br />
apócrifa del Antiguo Testamento ha renovado el interés por la apócrifa del<br />
Nuevo Testamento. "Apócrifo" significa oculto, secreto, con referencia a escritos<br />
no admitidos en el Canon, a los escritos gnósticos o en sentido peyorativo a los<br />
libros heréticos. En cambio los gnósticos daban al término apócrifo un sentido<br />
positivo, considerando que estas obras secretas y ocultas eran demasiado sagradas<br />
para exponerlas a la divulgación general. Los apócrifos son libros que imitan las<br />
formas de estilo de los canónicos y aunque no llegaron a entrar en el Canon,<br />
tanto por el título como por las afirmaciones hechas en los mismos, tenían<br />
pretensiones de ser considerados canónicos.<br />
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7.1. Evangelios apócrifos. Todos los que aparecen en el cuadro, tratan de recoger y transmitir,<br />
al igual que los canónicos, las enseñanzas de Jesús. Estos evangelios pretenden informar sobre todo<br />
aquello que la curiosidad popular echaba de menos en los canónicos: datos sobre María y José,<br />
sobre la infancia de Jesús y sobre los detalles de la pasión, aunque en menor grado. Fueron<br />
escritos entre los siglos III y IV d.C. Entre los eruditos, goza en la actualidad de gran aceptación<br />
el Evangelio de Tomás de Nag Hammadi, como se aprecia tras la lectura del libro Las parábolas<br />
de Jesús de Joachim Jeremías. Este autor llega a confiar más en este apócrifo que en los<br />
canónicos. "Hoy predomina más bien la opinión de que el Evangelio de Tomás depende de los<br />
evangelios canónicos. Si bien es cierto que el autor del evangelio gnóstico tuvo que haber<br />
conocido los tres sinópticos, las modificaciones que este evangelio introduce no son siempre de<br />
carácter gnóstico y, en ocasiones, parece ser más primitivo que la tradición sinóptica. Cabe<br />
decir que el Evangelio de Tomás contiene: 1) elementos de tradición auténtica, 2) elementos<br />
paralelos (aunque tal vez independientes) respecto a los evangelios sinópticos, pero<br />
correspondientes a un estadio posterior en el desarrollo de la tradición y 3) elementos<br />
derivados de los evangelios sinópticos 7<br />
".<br />
7.2. Hechos apócrifos de los apóstoles. Son escritos compuestos entre los años 160 y 30<br />
d.C. Se trata de narraciones de un estilo popular, con un gran inventiva. A finales del iglo IV<br />
llegaron a formar una especie de corpus, que los maniqueos oponían al libro canónico<br />
de los Hechos de los Apóstoles. Proceden de Asia y Siria y presentan<br />
características gnósticas y se diferencian radicalmente de la obra de Lucas, tanto por la<br />
forma como por el contenido.<br />
7.3. Cartas apócrifas de los apóstoles. Además de las mencionadas en el recuadro que<br />
llevan el nombre de un apóstol, hay que añadir una obra que algunos consideran como la<br />
más importante: Carta de los Apóstoles o Testamento de Nuestro Señor en Galilea escrita<br />
probablemente entre los años 140 y 160 d.C.<br />
7.4. Tratados doctrinales y morales. La Didajé es una obra de finales del siglo I o<br />
comienzos del II d.C. y el código eclesiástico más antiguo conocido. Desarrolla la<br />
doctrina de "las dos vías", el camino de la vida y el camino de la muerte, que se remonta<br />
a fuentes judías y ofrece puntos de contacto con el Manual de Disciplina de la comunidad de<br />
Qumrán.<br />
7.5 Apocalipsis apócrifos. Los mencionados en el recuadro son los que pertenecen<br />
estrictamente al género literario apocalíptico. Otras obras apócrifas llevan también este<br />
título, como por ejemplo, las dos obras que llevan el nombre de Santiago que fueron<br />
halladas en la biblioteca de Nag Hammadi, pero non escritos gnósticos. En cuanto al<br />
Pastor de Hermas, de comienzos del siglo II d.C, suele colocarse a veces con los<br />
escritos de los Padres apostólicos, pero en realidad pertenece a los apocalipsis apócrifos.<br />
Debe mucho al judaísmo, aunque contiene también elementos helenísticos indudables.<br />
7.6 Escritos de los Padres apostólicos. Aunque no pueden considerarse apócrifos<br />
porque nunca pretendieron ser inspirados, sin embargo, tuvieron un alto reconocimiento<br />
por su cercanía con los apóstoles, porque algunos de sus autores fueron discípulos<br />
directos de ellos. Fueron escritos entre los años 90 y 150 d.C. Mientras el protestantismo<br />
señala la diferencia entre los escritos apostólicos canónicos y los de los Padres<br />
7<br />
Trebolle, Julio. La Biblia judía y la Biblia cristiana, Madrid: Editorial Trotta, 1993, pp. 260-261.<br />
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apostólicos, el catolicismo los tiene en alta estima porque encuentra en ellos tendencias<br />
catolizantes como textos de la Tradición. Destacamos los siguientes: las Cartas a<br />
losCorintios de Clemente de Roma, aunque la segunda no es de él (90 d.C). Las siete cartas<br />
de Ignacio de Antioquía a las iglesias de Asia Menor y Roma. Las cartas de Policarpo,<br />
habiéndonos llegado solamente la dirigida a los Filipenses. La Carta de Bernabé es un<br />
tratado teológico en forma de carta, de comienzos del siglo II d.C.<br />
Conclusión<br />
La Iglesia no puede colocarse por encima del canon ya que ella no es la autora del mismo,<br />
sino la que reconoce la autoridad de los libros que llevan el sello de la apostolicidad y recibe el<br />
canon. Sin embargo, en el catolicismo la Iglesia pretende ser la autora del canon y no sólo ha<br />
aceptado una serie de libros cuando el canon del AT ya estaba cerrado por los judíos,<br />
colocándonos físicamente en el centro de las biblias, con el nombre de deuterocanónicos<br />
(segundo canon), sino que además ha dado autoridad a una Tradición que ha colocado al<br />
mismo nivel que los libros canónicos. Terminamos con unas esclarecedoras palabras de<br />
Herman Ridderbos: “El cierre del canon no forma parte de la historia de la Iglesia. Porque la<br />
Iglesia no hizo el canon, como tampoco el Evangelio fue obra suya. Tanto el Evangelio como<br />
el canon crearon a la Iglesia” 8<br />
.<br />
8<br />
Redderbos Herman, Historia de la Salvación y Santa Escritura, Buenos Aires, Editorial Escaton, 1973.<br />
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