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Unidad 1 – El Sistema Climático

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<strong>Unidad</strong> 1 <strong>–</strong> <strong>El</strong> <strong>Sistema</strong> <strong>Climático</strong><br />

1. Introducción<br />

La clave para entender el cambio climático es comprender primero qué es el<br />

clima y cómo funciona. Este es el propósito de la primer unidad.<br />

<strong>El</strong> sistema climático global es una consecuencia de una conexión entre la<br />

atmósfera, los océanos, las capas de hielo (criosfera), los organismos vivos<br />

(biosfera), los sedimentos y rocas (geosfera). Solo considerando al sistema<br />

climático en estos términos es posible entender el flujo y los ciclos de<br />

energía y materia en la atmósfera y comprender qué es requerido para<br />

investigar las causas y efectos del cambio climático.<br />

Habiendo enfatizado la interconectividad de los elementos que componen el<br />

sistema climático, parece entonces inapropiado dividir una discusión sobre<br />

el mismo en secciones separadas, en donde cada una trate de una distinta<br />

componente del sistema. Sin embargo, sin esta racionalización tal discusión<br />

resultaría muy dificultosa, a la luz de la gran complejidad del sistema<br />

climático. Comenzaremos entonces tratando la atmósfera, y su balance de<br />

energía o ciclo de energía, el balance que en definitiva controla el clima<br />

global. Luego de esto se introducirán las otras componentes del sistema<br />

climático (los océanos, la criosfera, la biosfera y la geosfera) mostrando<br />

como cada una influye el balance de energía atmosférico.<br />

2. La atmósfera, su composición, estructura vertical<br />

La atmósfera es una mezcla de diferentes gases y aerosoles (partículas<br />

sólidas y líquidas suspendidas) colectivamente conocido como aire que<br />

envuelve la tierra, formando un sistema (climático) ambiental integrado con<br />

todas las componentes de la tierra. La atmósfera proporciona varias<br />

funciones, nada menos que sustentar la vida. De primer interés para una<br />

discusión del cambio climático, sin embargo, es su capacidad para controlar<br />

el balance de energía de la tierra. Para comprender este proceso, será<br />

necesario estudiar en más detalle la composición de la atmósfera.<br />

2.1 Composición de la atmósfera<br />

Vamos a considerar primero a los gases de la atmósfera. La Tabla 1.1<br />

ilustra la composición gaseosa promedio del aire seco por debajo de los<br />

25km de altura. Aunque se han detectado oligoelementos (elementos<br />

químicos en muy pequeñas proporciones) bien fuera en el espacio, 99% de<br />

la masa de la atmósfera yace por debajo de unos 25 a 30km de altura,<br />

mientras que el 50% está concentrado en los 5km más bajos (menor altura<br />

que la de Monte Everest).<br />

1


Tabla 1.1. Composición media de la atmósfera debajo de 25km<br />

Componente<br />

Abreviatura<br />

química<br />

% Volumen<br />

(aire seco)<br />

Nitrógeno N2 78.08<br />

Oxigeno O2 20.98<br />

Argón ‡<br />

Ar 0.93<br />

Dióxido de Carbono CO2 0.035<br />

Neón ‡<br />

Ne 0.0018<br />

Helio ‡<br />

He 0.0005<br />

Hidrogeno H 0.00006<br />

Kriptón ‡<br />

Kr 0.0011<br />

Xenón ‡<br />

Xe 0.00009<br />

Metano CH4 0.0017<br />

Ozono †<br />

0.00006<br />

† Estrictamente hablando, la concentración de ozono en la atmósfera es variable.<br />

‡ Gases inertes.<br />

Esta mezcla gaseosa permanece en una composición increíblemente<br />

uniforme, y es el resultado de procesos de reciclado biogeoquímicos y<br />

mezclamiento turbulento en la atmósfera. Los dos gases más abundantes<br />

son el nitrógeno (78% en volumen) y el oxígeno (21% en volumen) y en<br />

conjunto completan más del 99% de la baja atmósfera. No hay evidencias<br />

que los niveles relativos de estos dos gases estén cambiando<br />

significativamente en el tiempo.<br />

A pesar de su relativa escasez, los llamados gases invernadero juegan un<br />

importante papel en la regulación del balance de energía de la tierra.<br />

2.1.1 Dióxido de carbono<br />

<strong>El</strong> dióxido de carbono (CO2) el más importante de estos gases de “poca<br />

importancia”, está involucrado en un complejo ciclo global (ver sección<br />

6.4.1). Es liberado desde el interior de la tierra vía erupciones volcánicas y<br />

por respiración, procesos del suelo, combustión de componentes de carbono<br />

y la evaporación oceánica. A la inversa, es disuelto en los océanos y<br />

consumido durante la fotosíntesis de las plantas. En la actualidad, hay 359<br />

partes por millón en volumen (ppmv) de CO2 en la atmósfera, una<br />

concentración que está continuamente elevándose debido a las emisiones<br />

antropogénicas a partir de la combustión de combustibles fósiles y los<br />

bosques. Las implicaciones de esto se discutirán en la unidad 6.<br />

2.1.2 Metano<br />

<strong>El</strong> metano (CH4) es otro gas invernadero y se produce principalmente por<br />

procesos anaeróbicos (deficientes de oxígeno) tales como el cultivo de arroz<br />

2<br />

O3


anegado o la digestión animal. Es destruido en la atmósfera baja<br />

(troposfera) por reacciones con radicales hidroxilo (OH):<br />

CH4 + OH → CH3 + H2O<br />

Como el CO2, su concentración en la atmósfera está aumentando debido a<br />

las actividades antropogénicas tales como las prácticas agrícolas y los<br />

vertederos de basuras.<br />

2.1.3 Óxido nitroso<br />

<strong>El</strong> óxido nitroso (N2O) es producido por mecanismos biológicos en los<br />

océanos y los suelos y por medios antropogénicos incluyendo la combustión<br />

industrial, el escape de vehículos, la combustión de biomasa y el uso de<br />

fertilizantes químicos. Se destruye por reacciones fotoquímicas (que<br />

involucran la luz solar) en la alta atmósfera (estratosfera).<br />

2.1.4 Ozono<br />

<strong>El</strong> Ozono (O3) en la estratosfera quita mediante filtrado la radiación<br />

ultravioleta dañina del Sol, y protege la vida de la tierna. Recientemente, ha<br />

habido temores de la destrucción de la capa de ozono, principalmente sobre<br />

la Antártida, y luego en forma creciente sobre las regiones Árticas. La<br />

concentración de O3 en la atmósfera no es uniforme, a diferencia de otros<br />

oligoelementos, sino que varía de acuerdo a la altitud. <strong>El</strong> O3 es formado<br />

durante una reacción fotoquímica que involucra la radiación solar<br />

ultravioleta, una molécula de oxígeno y un átomo de oxígeno,<br />

O2 + O + M → O3 + M<br />

Donde M representa el balance de energía y momento suministrado por la<br />

colisión con un tercer átomo o molécula, por ejemplo óxidos de nitrógeno<br />

(NOx). La destrucción del O3 involucra la recombinación con oxígeno<br />

atómico, vía el efecto catalítico de agente tales como radicales OH, NOx y<br />

radicales de cloro (Cl, ClO). La concentración de O3 está determinada por<br />

equilibrio delicadamente balanceado entre la formación y destrucción<br />

natural. Debido a que la tasas de reacción relativa de formación y<br />

destrucción varían con la temperatura y la presión, en consecuencia las<br />

concentraciones de O3 varían con la altitud. La mayoría del ozono se<br />

encuentra en una capa entre 15 a 35Km de altura (ver Figura 1.1) donde<br />

las tasas de reacción relativas de formación y tasas de destrucción son más<br />

conducentes a la formación del O3. <strong>El</strong> temor actual acerca del debilitamiento<br />

del ozono es debido al incremento en la cantidad de agentes (tales como el<br />

Cl) en la atmósfera que aumentan la tasa de destrucción de O3, afectando el<br />

delicado equilibrio existente.<br />

3


2.1.5 Halocarbonos<br />

Figura 1.1. La estructura vertical en la atmósfera<br />

Los halocarbonos son compuestos que contienen carbono, halógenos tal<br />

como el cloro, bromo flúor y algunas veces hidrógeno. Pueden ser<br />

completamente antropogénicos, tal como los CFCs o pueden tener fuentes<br />

naturales, como alguno de los metilhalógenos (ver sección 6.4.4).<br />

Los clorofluorocarbonos (CFCs) son enteramente producidos<br />

antropogénicamente por propelentes de aerosoles, refrigerantes de<br />

heladeras y aire acondicionadores. Son compuestos de moléculas de<br />

carbón, cloro y flúor. Los CFCs son destruidos lentamente por reacciones<br />

fotoquímicas en la alta atmósfera (estratosfera). Los CFCs estuvieron<br />

ausentes de la atmósfera antes de la década de 1930, pero en el último<br />

medio siglo, sus concentraciones han aumentado constantemente. Aunque<br />

sus concentraciones son medidas en partes por trillón (en volumen) son<br />

vistos como una amenaza significativa al calentamiento global futuro.<br />

Poseen largos tiempos de vida atmosféricos medidos en décadas a siglos, y<br />

molécula por molécula, son miles de veces más intensos como gas<br />

invernadero que el CO2 (IPCC). Los halones son especies antropogénicas<br />

similares pero contienen bromo en lugar de cloro.<br />

2.1.6 Otros oligoelementos<br />

Además de estos gases, el vapor de agua (H2O) es un componente<br />

atmosférico vital, promediando el 1% en volumen, con variaciones<br />

significativas tanto en las escalas espaciales como temporales. Su presencia<br />

4


en la atmósfera forma parte del ciclo hidrológico global. <strong>El</strong> vapor de agua,<br />

siendo el más importante de los gases invernaderos naturales a causa de su<br />

abundancia, juega un papel crucial en la regulación del balance de energía<br />

de la atmósfera. A pesar de esto, el volumen total de agua en la atmósfera<br />

es relativamente pequeño y, si precipitara completamente y en forma<br />

pareja sobre toda la tierra, produciría tan solo alrededor de 25 mm de<br />

precipitación. En realidad, por supuesto, la distribución de precipitación es<br />

altamente irregular, debido a los procesos dinámicos internos del sistema<br />

climático global.<br />

Además de los gases de la Tabla 1.1, hay otras especies gaseosas reactivas<br />

producidas por los ciclos del azufre (S), el nitrógeno (N2) y halógenos de<br />

cloro (Cl).<br />

2.1.7 Aerosoles<br />

Las variaciones de la abundancia de los gases invernadero de la atmósfera<br />

tienen el potencial de cambiar el clima global. Variaciones en otro grupo de<br />

especies, denominado aerosoles atmosféricos, puede también afectar el<br />

clima. Los aerosoles son partículas sólidas o líquidas dispersadas en el aire,<br />

e incluyen polvo, hollín, cristales de sal marina, esporas, bacterias, virus y<br />

una plétora de otras partículas microscópicas. Colectivamente, con<br />

frecuencia son referidos como contaminación atmosférica, pero mucho de<br />

los aerosoles tienen un origen natural. Aunque la turbidez de la atmósfera<br />

(la abundancia de aerosoles) varía en cortas escalas de tiempo, por ejemplo<br />

después de una erupción volcánica (sección 2.6.3) en el largo plazo<br />

mantiene un buen estado de equilibrio, debido a los mecanismos naturales<br />

de limpieza del sistema climático de la tierra. No obstante, la limpieza no se<br />

completa nunca y siempre permanece un nivel de fondo de aerosoles<br />

atmosféricos que refleja los procesos dinámicos involucrados con el ingreso<br />

y la remoción de aerosoles. Las fuentes naturales de los aerosoles es<br />

probablemente 4 a 5 veces mayor que las antropogénicas en una escala<br />

global, pero las variaciones regionales de las emisiones antropogénicas<br />

pueden cambiar esta relación significativamente en ciertas áreas,<br />

particularmente en el industrializado hemisferio Norte.<br />

2.2 Estructura vertical de la atmósfera<br />

La mayoría de los constituyentes gaseosos están bien mezclados a través<br />

de la atmósfera. Sin embargo, la atmósfera en si mismo no es físicamente<br />

uniforme pues tiene variaciones significativas en la temperatura y la presión<br />

con la altura. La Figura 1.1 muestra la estructura de la atmósfera, en la que<br />

se definen una serie de capas por las inversiones de la temperatura. La<br />

capa más baja, con frecuencia referida como baja atmósfera, es llamada la<br />

troposfera. Su espesor oscila entre 8 km en los polos y 16 km sobre el<br />

ecuador, mayormente como resultado de diferentes balances de energía en<br />

estas posiciones. Aunque ocurren variaciones, en disminución promedio de<br />

la temperatura con la altura (conocida como gradiente) es de<br />

aproximadamente 6,5ºC por kilómetro. La troposfera contiene hasta el 75%<br />

5


de la masa gaseosa de la atmósfera, así como casi todo el vapor de agua y<br />

aerosoles, mientras que el 99% de la masa atmosférica yace debajo de los<br />

30 km más bajos.<br />

Debido a la estructura de la temperatura de la troposfera, es en esta región<br />

de la atmósfera donde se desarrolla la mayoría de los sistemas de tiempo<br />

del mundo. Estos son en parte conducidos por los procesos convectivos que<br />

son establecidos cuando el aire cálido de superficie (calentado por la<br />

superficie de la tierra) se expande y asciende mientras es enfriado en los<br />

altos niveles de la troposfera.<br />

La tropopausa marca el límite superior de la troposfera, sobre la cual la<br />

temperatura permanece constante antes de comenzar a aumentar de nuevo<br />

por sobre los 20 km. Esta inversión de temperatura previene un mayor<br />

convección del aire, confinando entonces la mayoría de los sistemas de<br />

tiempo del globo a la troposfera.<br />

La capa por sobre la tropopausa en la que la temperatura comienza a<br />

ascender es conocida como estratosfera. A través de esta capa, la<br />

temperatura continúa elevándose hasta cerca de una altura de 50 km,<br />

donde el aire rarificado puede alcanzar temperaturas cercanas a 0º C. Esta<br />

elevación de la temperatura es causada por la absorción de radiación solar<br />

ultravioleta por la capa de ozono (ver sección 1.2.1). Un perfil de<br />

temperaturas como este crea condiciones muy estables y la estratosfera<br />

carece de la turbulencia que es tan prevaleciente en la troposfera.<br />

La estratosfera está tapada por la estratopausa, otra inversión de<br />

temperatura que aparece a alrededor de los 50 km. Sobre esta yace la<br />

mesosfera hasta alrededor de los 80 km a través de la cual la temperatura<br />

cae de nuevo hasta casi <strong>–</strong>100º C. Por sobre los 80 km la temperatura se<br />

eleva continuamente (la termosfera) hasta bien más de 1000º C, aunque<br />

debido a la naturaleza altamente rarificada de la atmósfera a estas alturas,<br />

dichos valores no son comparables a los de las troposfera o la estratosfera.<br />

2.3 Leyes de radiación<br />

La atmósfera terrestre tiene una influencia importante sobre el balance de<br />

energía del sistema climático global. Esto está determinado por los procesos<br />

termodinámicos involucrados en las transferencias de energía solar y<br />

terrestre.<br />

La principal fuente de energía de la tierra es el sol, que produce radiación<br />

electromagnética a partir de reacciones de fusión nuclear que involucra al<br />

hidrógeno en su núcleo. La radiación emitida desde su superficie tiene una<br />

temperatura de aproximadamente 5800 Kelvin (K). La radiación es emitida<br />

sobre un espectro de longitudes de onda, con una cantidad específica de<br />

energía para cada longitud de onda, calculada mediante el uso de la ley de<br />

Planck:<br />

E<br />

5 ( b λT<br />

)<br />

λ = a [ λ { e −1}<br />

]<br />

(1)<br />

6


donde Eλ es la cantidad de energía (Wm -2 µm -1 ) emitida a una longitud de<br />

onda λ (µm) por un cuerpo a una temperatura T (K) con a y b como<br />

constantes. Esto asume que el sol es un cuerpo radiador perfecto (negro).<br />

Diferenciando la ecuación (1) (ley de Planck) es posible determinar la<br />

longitud de onda de máxima emisión de radiación del sol:<br />

λ = 2897 / T (2)<br />

Esta es la ley de Wien y para T = 5800 K (la temperatura de la superficie<br />

solar) la longitud de onda de máxima energía es aproximadamente 0,5 µm.<br />

Esto representa radiación en la parte visible del espectro.<br />

Integrando la ecuación 1, se puede determinar la energía total emitida por<br />

el sol, que está dada por la ley de Stefan-Boltzman:<br />

E Total<br />

= σT<br />

donde σ es la constante de Stefan-Boltzman. Resolviendo la ecuación (3)<br />

para la temperatura solar de 5800 K revela una salida total de energía de<br />

alrededor de 64 millones de Wm -2 .<br />

La radiación solar se dispersa uniformemente en todas las direcciones.<br />

Después de viajar unos 150 millones de kilómetros solo una pequeñísima<br />

fracción de la energía emitida por el sol es interceptada por la tierra. Por lo<br />

tanto, el flujo de energía que llega al tope de la atmósfera terrestre es<br />

muchos órdenes de magnitud menor que el que deja el sol. Las últimas<br />

medidas de satélites indican un valor de 1368 Wm -2 para la energía recibida<br />

en el tope de la atmósfera sobre una superficie perpendicular al rayo solar.<br />

Este es conocido como constante solar.<br />

La figura 1.2 muestra la solución ideal a la ley de Planck, ecuación (1), para<br />

el espectro de energía que llega al tope de la atmósfera de la tierra. <strong>El</strong><br />

punto más alto de la curva representa la longitud de onda del mayor flujo<br />

de energía (0,5 µm) según se calcula por la ley de Wien, ecuación (2),<br />

mientras el área bajo la curva representa la cantidad total de energía<br />

recibida (1368 Wm -2 ) calculado por la ley de Stefan-Boltzman, ecuación (3).<br />

<strong>El</strong> 8% del flujo de energía está en la parte ultravioleta del espectro,<br />

mientras el 39% es radiación visible.<br />

Las ecuaciones (1), (2) y (3) pueden resolverse nuevamente para la tierra a<br />

una temperatura de 255 K (18º C) asumiendo que la tierra es un cuerpo<br />

radiativamente perfecto (negro). Ya que la tierra es mucho más fría que el<br />

sol, su energía radiante está en una mayor longitud de onda, la parte<br />

infrarroja invisible del espectro.<br />

La Figura 1.2 también muestra una curva de Planck ideal similar para la<br />

tierra a 255 K. Esta sería la temperatura promedio para una tierra sin<br />

atmósfera, llamada la temperatura de radiación efectiva. Es la temperatura<br />

7<br />

4<br />

(3)


a la cual la energía recibida por la tierra desde el sol balancea la energía por<br />

la tierra de regreso en el espacio.<br />

Figura 1.2. Distribución espectral de la radiación solar que alcanza la tierra y la<br />

radiación terrestre que deja la tierra.<br />

2.4 <strong>El</strong> balance de energía de la atmósfera<br />

La tierra, sin embargo, si tiene atmósfera (sección 1.2.1) y esta afecta su<br />

balance de energía. La temperatura global promedio es, en efecto 288º K o<br />

15º C, 33 K más caliente que la temperatura de radiación efectiva.<br />

Aunque la tierra y el sol se comportan aproximadamente como cuerpos<br />

negros, este no es el caso para los gases que componen la atmósfera<br />

terrestre. Ciertos gases atmosféricos absorben radiación a algunas<br />

longitudes de onda pero permiten que pase la radiación si impedimento a<br />

otras longitudes de onda.<br />

La absorción de energía por un gas particular ocurre cuando la frecuencia<br />

de la radiación electromagnética es similar a la de la frecuencia vibracional<br />

molecular del gas en cuestión. La atmósfera es mayormente transparente<br />

(poca absorción) en la parte visible del espectro, pero hay significativa<br />

absorción de radiación ultravioleta (radiación solar de onda corta entrante)<br />

por el ozono, y radiación infrarroja (radiación terrestre saliente de onda<br />

larga) por el vapor de agua, el dióxido de carbono y otros oligoelementos<br />

gaseosos. Esto se muestra en la Figura 1.2.<br />

8


La absorción de radiación infrarroja terrestre es particularmente importante<br />

para el balance de energía de la atmósfera terrestre. Dicha absorción por<br />

los oligoelementos gaseosos calienta la atmósfera, estimulándola a que<br />

emita más radiación de onda larga. Algo de ésta es liberado al espacio<br />

(generalmente a niveles más altos, más fríos de la atmósfera) mientras la<br />

mayoría es reirradiada de vuelta a la tierra. <strong>El</strong> efecto neto de esto es que la<br />

tierra almacena más energía cerca de su superficie que lo que sería si no<br />

existiera atmósfera, en consecuencia la temperatura es más alta en alredor<br />

de 33 K.<br />

Este proceso es popularmente conocido como efecto invernadero. <strong>El</strong> vidrio<br />

en un invernadero, es transparente a la radiación solar, pero opaco a la<br />

radiación infrarroja terrestre. <strong>El</strong> vidrio actúa como alguno de los gases<br />

atmosféricos y absorbe la energía saliente. La mayor parte de esta energía<br />

es entonces reemitida de vuelta hacia dentro del invernadero causando la<br />

elevación de la temperatura interior. En realidad, un invernadero es más<br />

caliente que cualquier de las consideraciones radiativas. No obstante, el<br />

término se ha conservado, en gran medida como resultado de la cobertura<br />

de los medios.<br />

En consecuencia, los gases de la atmósfera que absorben la radiación<br />

infrarroja saliente son conocidos como gases invernadero e incluyen al<br />

dióxido de carbono, el vapor de agua, el óxido nitroso, el metano y el<br />

ozono. Todos los gases tienen moléculas cuya frecuencia vibracional cae en<br />

la parte infrarroja del espectro. A pesar de la considerable absorción por<br />

estos gases invernadero, hay una ventana atmosférica a través de la cual la<br />

radiación infrarroja terrestre puede pasar. Esto ocurre a alrededor de 8 a 13<br />

µm, y su gradual cerramiento es uno de los efectos de las emisiones<br />

antropogénicas de los gases invernadero (capítulo 6).<br />

Así como absorben radiación solar y terrestre, los gases en la atmósfera,<br />

junto con los aerosoles (ver sección 1.2.1) también dispersan radiación. De<br />

gran importancia es la dispersión de la radiación solar entrante, porque<br />

esto, también altera el balance de energía global de la atmósfera. Ocurre<br />

dispersión cuando un fotón alcanza un obstáculo sin ser absorbido. La<br />

dispersión cambia solo la dirección de la trayectoria de ese fotón. Las<br />

moléculas de gas, con pequeños tamaños relativos a la longitud de onda de<br />

la radiación incidente causa la dispersión en todas las direcciones, tanto<br />

hacia delante como hacia atrás, conocida como dispersión de Rayleigh. Los<br />

aerosoles cuyo tamaño es comparable a la radiación incidente causa la<br />

dispersión de Mie, que es mayormente en la dirección hacia delante. Se<br />

puede ver que cambios en el contenido de los aerosoles atmosféricos<br />

podrían afectar el balance de energía, teniendo implicaciones para el estado<br />

del clima global. Se regresa a esto en la sección 2.6.5.<br />

La Figura 1.3 resume esquemáticamente la transferencia de energía global<br />

discutida. La energía que arriba al tope de la atmósfera comienza una<br />

cascada de energía que involucra numerosas transformaciones. Una vez<br />

dentro de la atmósfera, algo de la radiación solar (onda corta) es absorbido<br />

por gases en la atmósfera (p.ej. ozono), algo es dispersado, algo es<br />

absorbido por la superficie de la tierra y algo es reflejado directamente de<br />

vuelta al espacio ya sea por las nubes o por la misma superficie. La<br />

9


cantidad de radiación de onda corta reflejada depende de un factor conocido<br />

como el albedo (o reflectividad). <strong>El</strong> albedo varía de acuerdo a la superficie.<br />

<strong>El</strong> hielo y ciertas nubes tienen un albedo alto (0,6 a 0,9) mientras los<br />

océanos generalmente tienen un bajo albedo (0,1). Para toda la tierra este<br />

promedia unos 0,30, significando que el 30% de la radiación entrante es<br />

reflejada.<br />

De la radiación terrestre (onda larga reemitida desde la superficie de la<br />

tierra, la mayor parte es reabsorbida por los gases invernadero y solo un<br />

poco escapa directamente a través de la ventana atmosférica. La radiación<br />

de onda larga reemitida desde la atmósfera (gases invernadero, nubes) es o<br />

regresada a la superficie de la tierra o liberada en el espacio. <strong>El</strong> resultado<br />

neto de este efecto invernadero es elevar la cantidad de energía<br />

almacenada cerca de la superficie de la tierra, con un consecuente<br />

incremento de la temperatura. También hay flujos de calor adicional<br />

asociados con la evaporación transpiración que balancean los flujos de<br />

energía que entra y sale de todas las partes del sistema atmósfera<strong>–</strong>tierra.<br />

Figura 1.3. <strong>El</strong> balance de energía de la tierra<strong>–</strong>atmósfera<br />

2.5 Transferencias horizontales de energía<br />

La Figura 1.3 ilustra cómo las transferencias de la energía del sistema<br />

tierra<strong>–</strong>atmósfera están en equilibrio. En una escala global y sobre un<br />

período de tiempo de varios días y mas esta asunción es válida y es<br />

adecuada para comprender las causas del cambio climático cubiertas en el<br />

capítulo 2. Sin embargo, el mundo real es más complejo que esto.<br />

10


Si los flujos de energía son calculados para diferentes áreas sobre el globo,<br />

uno encuentra que entre 40º N y 35º S la radiación solar entrante es mayor<br />

que la radiación terrestre saliente. En todo otro lugar (p.ej. cerca de los<br />

polos), hay un déficit de radiación neta, esto es, más radiación se pierda<br />

que la que es recibida (Figura 1.4)<br />

Figura 1.4. Balance de radiación latitudinal neta<br />

Para restablecer el equilibrio a este balance existe un intercambio<br />

meridional de calor desde los trópico a los polos (Figura 1.5). Si esta<br />

transferencia de energía no ocurriera, el ecuador sería 14º C más caliente<br />

que el promedio actual, mientras que el Polo Norte sería 25º C más frío.<br />

Figure 1.5. Flujo latitudinal de energía hacia el polo<br />

11


Esta transferencia de energía ocurre de diversas formas, involucrando el<br />

movimiento de calor sensible (procesos de convección causados por<br />

calentamiento, elevación y dispersión del aire de superficie), calor lante<br />

(procesos de evapotranspiración que involucran la evaporación del<br />

evaporación de vapor de agua desde el océano y transpiración desde las<br />

plantas) y corrientes oceánicas (sección 1.3).<br />

Así como este movimiento de energía calórica, hay otras transferencias que<br />

ocurren y deben ser balanceada de acuerdo a los principios termodinámicos<br />

y físicos. Estas incluyen la transferencia y balance de masa, momento y<br />

humedad. <strong>El</strong> movimiento de calor involucra movimiento de aire (calor<br />

sensible) y humedad o vapor de agua (evapotranspiración). Si un paquete<br />

de aire se mueve desde de el ecuador hacia los polos, este aire debe ser<br />

reemplazado por aire más frío que regresa desde los polo, que ha liberado<br />

su calor. En otras palabras, los flujos de masas de aire en localidades<br />

especificas a lo largo de la tierra deben estar en equilibrio. Por un<br />

razonamiento similar, también los flujos de humedad y momento deben<br />

estar balanceados.<br />

Figure 1.6. Circulación atmosférica simple<br />

<strong>El</strong> cuadro es más complicado por la rotación de la tierra, que introduce una<br />

Fuerza de Coriolis sobre el movimiento de la atmósfera, y la inclinación del<br />

eje de rotación de la tierra, que afecta la distribución estacional y latitudinal<br />

de la radiación solar. Sin embargo, estos fenómenos son mas cubiertos<br />

normalmente en los cursos de meteorología, que están más allá del<br />

propósito de este seminario. La Figura 1.6, esquematiza una circulación de<br />

la atmósfera terrestre rudimentaria.<br />

2.6 Resumen<br />

Son principalmente los flujos de energía pero también los de humedad,<br />

momento y masa los que determinan el estado de nuestro clima. Los<br />

factores que influencian estos, en una escala global, pueden ser<br />

12


considerados como causas del cambio climático global. Hasta ahora, sin<br />

embargo, solo se han considerado los flujos entrantes, salientes y dentro de<br />

la atmósfera. En la introducción, no obstante se resaltó que la atmósfera<br />

forma solo una componente principal del sistema climático. Antes de buscar<br />

las causas del cambio climático, vale la pena entonces dedicar un poco de<br />

tiempo a las otras componentes del sistema climático (los océanos, la<br />

criosfera, la biosfera y la geosfera) y como operan los flujos de energía,<br />

humedad, momento y masa entre ellas.<br />

3. Otras componentes del sistema climático<br />

3.1 Los océanos<br />

En la sección 1.2.5 se aclaró que la atmósfera no responde como un<br />

sistema aislado. Como el de la atmósfera, el estado termodinámico de los<br />

océanos está determinado por la transferencia de calor, momento y<br />

humedad hacia y desde la atmósfera. Ignorando por el momento otras<br />

componentes del sistema climático, estos flujos dentro de este sistema<br />

acoplado océano-atmósfera están en equilibrio.<br />

<strong>El</strong> momento es transferido a los océanos por los vientos superficiales, dando<br />

así movimiento a las corrientes oceánicas superficiales. Las corrientes<br />

oceánicas superficiales ayudan en la transferencia latitudinal de calor<br />

sensible en una forma similar a la de los procesos que ocurren en la<br />

atmósfera. Agua cálida se mueve hacia el polo mientras agua fría regresa<br />

hacia el ecuador. La energía es también transferida mediante la humedad.<br />

<strong>El</strong> agua evaporada desde la superficie de los océanos almacena calor latente<br />

que es posteriormente liberado con el vapor de agua se condensa para<br />

formar nubes y precipitación.<br />

La trascendencia del océano está en que almacena mucho mayor cantidad<br />

de energía que la atmósfera. Esto es debido a su mayor capacidad calórica<br />

(4,2 veces la de la atmósfera) y su mucho mayor densidad (1000 veces la<br />

del aire). La estructura vertical del océano (Figura 1.7) puede dividirse en<br />

dos capas que difieren en la escala de sus interacciones con la atmósfera<br />

que yace por encima. La capa más baja comprende la esfera de agua<br />

profunda fría, que constituye el 80% del volumen del océano. La capa<br />

superior, una esfera de agua mezclada se extiende hasta los 100 m de<br />

profundidad en los trópicos, pero a varios kilómetros en las regiones<br />

polares. Solo la capa límite estacional almacena aproximadamente 30 veces<br />

más calor que la atmósfera. Por lo tanto para un cambio dado en el<br />

contenido calórico del sistema tierra-atmósfera, el cambio en la<br />

temperatura de la atmósfera será alrededor de 30 veces mayor que en el<br />

océano. Claramente entonces, pequeños cambios en el contenido de energía<br />

de los océanos podrá tener considerables efectos sobre el clima global.<br />

Los cambios de energía también ocurren verticalmente dentro de los<br />

océanos, entre la capa límite mezclada y la esfera de agua profunda (Figura<br />

1.7). La sal marina permanece en el agua durante la formación de hielo<br />

marino en las regiones polares, con el efecto de incrementar la salinidad de<br />

los océanos. Esta agua fría salina es particularmente densa y se hunde,<br />

13


transportando con ella una considerable cantidad de energía. Para mantener<br />

el equilibrio de los flujos de agua (masa) existe una circulación global<br />

termohalina, que juega un importante papel en la regulación del clima<br />

global. Se ha propuesto que cambios en la circulación termohalina influyen<br />

cambios del clima en escalas de tiempo de milenios (capítulo 5).<br />

3.2 La criosfera<br />

Figura 1.7. Estructura vertical y circulación de los océanos<br />

La criosfera consiste de aquellas regiones del globo, tanto en tierra como en<br />

el mar, cubiertas por nieve y hielo. Estas incluyen la Antártida, el océano<br />

Ártico, Groenlandia, Norte de Canadá, Norte de Siberia y la mayoría de las<br />

altas cadenas de montañas alrededor del mundo, donde la temperaturas<br />

bajo cero persisten durante todo el año. La criosfera juega otro importante<br />

papel en la regulación del sistema del clima global.<br />

La nieve y el hielo tienen un alto albedo (reflectividad) que significa que<br />

refleja la mayoría de la radiación solar que recibe. Algunas partes de la<br />

Antártida reflejan tanto como el 90% de radiación solar, comparado con un<br />

promedio global del 31% (ver sección 1.4). Sin la criosfera, el albedo global<br />

sería considerablemente más bajo. La mayor parte de la energía sería<br />

absorbida por la superficie de la tierra en lugar de ser reflejada y en<br />

consecuencia la temperatura de la atmósfera sería más alta. En realidad,<br />

durante el período Cretácico (120 a 65 millones de años atrás) la evidencia<br />

sugiere que hubo menos o nada de cobertura de hielo y nieve, aun en los<br />

polos y las temperaturas globales fueron de al menos 8 a 10º C superiores<br />

que hoy.<br />

La criosfera también actúa para desacoplar la atmósfera y los océanos,<br />

reduciendo la transferencia de humedad y momento, por lo tanto,<br />

estabilizando las transferencias de energía dentro de la atmósfera. La<br />

formación de hielo marino en las regiones polares (sección 1.3.1) puede<br />

iniciar patrones de circulación termohalina global en los océanos, que<br />

14


influyen en gran medida el sistema climático global. Finalmente, la<br />

presencia de la criosfera en sí afecta marcadamente el volumen de los<br />

océanos y los niveles globales del mar, cuyos cambios pueden afectar el<br />

balance de energía del sistema climático.<br />

3.3 La biosfera<br />

La vida puede encontrarse en cualquier medio ambiente existente en la<br />

tierra. No obstante, en una discusión del sistema climático, es conveniente<br />

referirse a la biosfera como una componente discreta, como la atmósfera,<br />

los océanos y la criosfera.<br />

La biosfera, tanto sobre la tierra y en los océanos, afecta el albedo de la<br />

superficie de la tierra. Grandes áreas de bosques continentales tienen<br />

relativamente bajos albedos comparados a las regiones yermas tales como<br />

los desiertos. <strong>El</strong> albedo de los bosques de hojas caducas es de alrededor de<br />

0,15 a 0,18 mientras que para los bosques de coníferas es de 0,09 a 0,15.<br />

La selva tropical refleja aún menos energía, aproximadamente 7 a 15% de<br />

lo que recibe. En comparación, el albedo de un desierto de arena es de<br />

alrededor de 0,3. Claramente, la presencia de bosques continentales afecta<br />

el balance de energía del sistema climático.<br />

La biosfera también influye los flujos de ciertos gases invernadero tales<br />

como el dióxido de carbono y el metano. <strong>El</strong> plancton en la superficie de los<br />

océanos utiliza el carbón disuelto para la fotosíntesis. Esto establece un<br />

flujo de dióxido de carbono, en donde los océanos efectivamente “absorben”<br />

el gas de la atmósfera. Al morir, el plancton se hunde, transportando el<br />

dióxido de carbono al océano profundo. Esta productividad primaria reduce<br />

al menos cuatro veces la concentración atmosférica de dióxido de carbono,<br />

debilitando significativamente el efecto natural de la tierra.<br />

La biosfera también influencia la cantidad de aerosoles en la atmósfera.<br />

Millones de esporas, virus, bacterias, polen y otras especies orgánicas<br />

minutas son transportadas dentro de la atmósfera por los vientos, donde<br />

pueden dispersar radiación solar entrante y por lo tanto influenciar el<br />

balance de energía global (ver sección 1.2.4). La productividad primaria en<br />

los océanos resulta en la emisión de componentes conocidos como dimetil<br />

sulfatos (DMSs). En la atmósfera estos componentes se oxidan para formar<br />

aerosoles sulfatos llamados sulfatos de sal no marina (nss). Estos sulfatos<br />

nss actúan como núcleos de condensación para el vapor de agua en la<br />

atmósfera, permitiendo así la formación de nubes. Las nubes tienen un<br />

efecto muy complejo sobre el balance de energía del sistema climático (ver<br />

sección 2.7). Tales cambios en la productividad primaria en los océanos<br />

pueden afectar, indirectamente, el sistema climático global.<br />

Hay, por supuesto, muchos otros mecanismos y procesos que acoplan la<br />

biosfera con el resto del sistema climático, pero la discusión ha ilustrado las<br />

mayores influencias de la biosfera sobre el sistema climático global.<br />

15


3.4 La geosfera<br />

La quinta y final componente del sistema climático global es la geosfera,<br />

consistente de los suelos, los sedimentos y rocas de las masas terrestres de<br />

la tierra, la corteza continental y oceánica y finalmente, el interior mismo de<br />

la tierra. Cada una de estas partes de la geosfera juega un papel en la<br />

regulación y variación del clima global, en una mayor o menor extensión,<br />

sobre variadas escalas temporales.<br />

Variaciones en el clima global sobre decenas de millones incluso cientos de<br />

millones de años son debidas a modulaciones dentro del interior de la tierra.<br />

Cambios en la forma de las cuencas oceánicas y el tamaño de las cadenas<br />

de montañas continentales (impulsado por los procesos tectónicos de<br />

placas) pueden influir las transferencias de energía dentro y entre las<br />

componentes acopladas del sistema climático.<br />

En escalas de tiempo más cortas los procesos físicos y químicos afectan<br />

ciertas características del suelo, tales como la disponibilidad de humedad y<br />

el escurrimiento de agua y los flujos de gases invernadero y aerosoles hacia<br />

la atmósfera y los océanos. <strong>El</strong> vulcanismo, aunque motivado por el lento<br />

movimiento de placas tectónicas, ocurre regularmente en escalas de tiempo<br />

más cortas. Las erupciones volcánicas reponen el dióxido de carbono en la<br />

atmósfera, removido por la biosfera y emiten considerables cantidades de<br />

polvo y aerosoles (ver sección 2.6.3). La actividad volcánica puede por lo<br />

tanto afectar el balance de energía y la regulación del sistema climático<br />

global.<br />

4. Conclusión<br />

Figura 1.8. <strong>El</strong> sistema climático global y sus transferencias de energía<br />

16


<strong>El</strong> estado general del clima global está determinado por los balances de<br />

radiación solar y terrestre (ver Figura 1.3). La regulación de este balance de<br />

energía depende de los flujos de energía, humedad, masa y momento<br />

dentro del sistema climático global, constituido por 5 componentes, la<br />

atmósfera, los océanos, la criosfera, la biosfera y la geosfera. Esto está<br />

esquematizado en la Figura 1.8.<br />

Discutiblemente hay un sexto componente, un sistema antropogénico, la<br />

humanidad. En los últimos 200 años, a través de la incrementada utilización<br />

de los recursos del planeta, los humanos han comenzado a influir el sistema<br />

climático, primariamente incrementando el efecto invernadero natural. La<br />

unidad 6 analiza el tema del cambio climático contemporáneo. La próxima<br />

unidad examina alguna de las causas del cambio climático, con referencia al<br />

sistema del clima global discutido en este capítulo.<br />

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