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C a s a d e l a M e m o r i a U n i v e r s i t a r i a<br />
dos y funcionarios del gobierno de<br />
la escasa presencia femenina en las<br />
instituciones de educación media y<br />
superior. Eran ellos —acusaba el articulista—,<br />
los que "prevalidos de su<br />
posición social en los establecimientos<br />
de enseñanza secundaria procuran<br />
estorbar el ingreso [de] las jóvenes",<br />
tal y como recientemente había<br />
acontecido al negárseles inscripción<br />
en el plantel a "varias jóvenes de intachable<br />
reputación y notorias aptitudes<br />
intelectuales". Prejuicios tales,<br />
concluía el escrito, representaban<br />
una verdadera aberración. 43<br />
Conforme pasaba el tiempo, las<br />
mujeres se atrevieron a incursionar<br />
en las disciplinas tradicionalmente<br />
masculinas; de ahí las tres candidatas<br />
a seguir estudios de Derecho y la primera aspirante<br />
a la carrera de Ingeniería. A esta toma simbólica de las<br />
aulas prepratorianas seguiría la conquista de las profesiones<br />
liberales, 44 mucho más difícil quizás por la carga<br />
de intereses que, desde diversas posiciones y niveles, se<br />
oponía a redefinir las áreas de acción femeninas y masculinas.<br />
Pese a ello, fue en las postrimerías del siglo xix y<br />
en la primera década del xx cuando surgieron las pioneras<br />
de este nivel educativo en México.<br />
Abriendo brecha<br />
Hacia mediados de los ochenta del siglo pasado, se<br />
presentó un hecho significativo en el ámbito cultural<br />
del país. Los días 24 y 25 de agosto de 1887 tuvo<br />
lugar en la Escuela Nacional de Medicina el examen<br />
profesional de Matilde Montoya, quien tras enfrentar<br />
toda clase de obstáculos, logró concluir los estudios<br />
superiores y responder con "entereza, sangre fría<br />
y aplomo" 45 a las preguntas de los sinodales. El hecho<br />
revestía particular importancia pues rompía una barrera<br />
de siglos y contribuía a modificar las representaciones de<br />
género tradicionales. No casualmente la escritora Laureana<br />
Wright describía a la médica como una auténtica<br />
heroína, quien "a fuerza de constancia había logrado<br />
vencer a la envidia y dominar a la ciencia", 46 mientras<br />
T i e m p o U n i v e r s i t a r i o<br />
otra prestigiada autora —Concepción<br />
Gimeno de Flaquer— la definía<br />
como libertadora de su género y<br />
conquistadora del progreso. 47<br />
Por supuesto, Matilde Montoya<br />
no fue el único caso; aunque en<br />
número reducido, otras jóvenes seguirían<br />
su ejemplo, conformando la<br />
primera generación de profesionistas<br />
mexicanas. Si bien predominan<br />
las médicas, también hubo algunas<br />
odontólogas, 48 una abogada y una<br />
egresada de la Escuela Nacional<br />
de Ingenieros. Dentro del primer<br />
grupo, además de Montoya, están<br />
Columba Rivera, quien presentó el<br />
examen profesional de médica cirujana<br />
y obstetra en 1900, Guadalupe<br />
Sánchez en 1903, Soledad de Régules<br />
Iglesias en 1907 y Antonia Ursúa en 1908. Rosario<br />
Martínez fue un caso especial, pues aunque terminó sus<br />
estudios en noviembre de 1906, no se recibió sino varios<br />
años después (1911). Pero el número de alumnas debió<br />
ser mayor, sólo que, posiblemente, no todas pudieron<br />
concluir la carrera; según Mílada Bazant, hacia 1900,<br />
la Escuela de Medicina contaba con 18 alumnas de un<br />
total de 356 estudiantes, 49 aunque es probable que en dicha<br />
cifra, la autora incluyera a las estudiantes de obstetricia,<br />
carrera que atraía a mayor número de mujeres, pues<br />
para obtener el título respectivo sólo se exigía haber cursado<br />
la primaria superior y dos años de estudios en la<br />
Escuela de Medicina. Basta recordar que únicamente en<br />
1903, se graduaron 7 nuevas parteras: Francisca García,<br />
Adela Vaca Vda. de Mata, Rosario Rojas, Natalia Lamadrid,<br />
Francisca Campos, Isabel Pereda de Ruiz y María<br />
E. Ramírez. 50<br />
Las primeras candidatas a la carrera de medicina<br />
contaron con la simpatía y el apoyo económico<br />
de las autoridades educativas y gubernamentales. Al<br />
decir de Hogar, Matilde Montoya había arrancado<br />
sus estudios médicos en Puebla, pero el presidente<br />
Díaz la invitó a finalizarlos en la capital de la república,<br />
pues consideraba que nada más justo ni mejor<br />
que la primera doctora mexicana se titulara en esta<br />
43 "Al Diario Oficial", El Correo de las Doce, México, 19 de febrero, 1885, p.2.<br />
44 Las profesiones liberales surgieron durante la larga transición del feudalismo al capitalismo y se distinguieron del resto de las actividades laborales, por el hecho<br />
de que había que pasar un tiempo dilatado de formación en un centro de enseñanza superior en el que se dispensaban conocimientos abstractos y técnicas<br />
concretas. Este rasgo fundamental se liga con un ideal de libertad o autonomía en el desenvolvimiento de la actividad profesional. Esta autonomía en su relación<br />
con el cliente entraña una ética de responsabilidad personal y valores que anteponen determinados principios, como la salud y la justicia, por ejemplo, a la propia<br />
retribución económica personal.<br />
45 "La Srita. Montoya", La Patria, México, 27 de agosto, 1887, p.3.<br />
46 Laureana Wright, "La Srita. Matilde de P. Montoya", Las Hijas del Anahuac, 1° de enero, 1888, p. 54.<br />
47 Concepción Gimeno de Flaquer, "La primera doctora mexicana", La Mujer Mexicana, México, agosto de 1907, p. 73.<br />
48 Como señalan Mílada Bazant y Gabriela Cano, a lo largo del siglo xix, la odontología no tuvo el mismo nivel y prestigio que las demás profesiones liberales. De<br />
hecho, no fue sino hasta 1902 cuando se constituyó como una especialidad propiamente dicha de la Escuela de Medicina, aunque para entonces ya había algunas<br />
egresadas, entre las que se distingue Margarita Chorné y Salazar, cuyo examen profesional se efectuó en enero de 1886. ahunam, <strong>Archivo</strong> General, Expedientes<br />
de alumnos, exp. 11218; Bazant, Historia de la educación en el porfiriato, op.cit., 1993, pp.240-241; Cano, op. cit. p.72.<br />
49 Bazant, op.cit. pp. 262-263.<br />
50 "Estadísticas de títulos profesionales [otorgados en 1903]", Boletín de Instrucción Pública, t.iii, 1903, p.176.<br />
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