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Los prolegómenos<br />

a integración de las mujeres al estudio y ejercicio de<br />

las carreras liberales 1 en México no fue tarea fácil.<br />

Como en otras partes del mundo, este proceso<br />

implicó largo tiempo y, sobre todo, el pujante<br />

esfuerzo de una minoría para enfrentar la serie de prejuicios<br />

que durante siglos impidieron el avance intelectual<br />

y profesional de este sexo. En nuestro país fue hasta bien<br />

avanzado este siglo cuando las mexicanas irrumpieron<br />

de manera significativa en las aulas universitarias. Sin<br />

embargo, los antecedentes de esta especie de conquista<br />

de las profesiones "masculinas" se remontan a las postrimerías<br />

del xix, cuando un reducido grupo de mujeres,<br />

"contra viento y marea" logró abrirse paso en las escuelas<br />

superiores 2 de aquella época. Con ello, no sólo dieron la<br />

primera batalla contra quienes temían que su entrada al<br />

mundo cultural y laboral masculino rompiera el "equilibrio"<br />

existente, sino que su ejemplo contribuyó a abrir<br />

la brecha por la que habrían de transitar las nuevas generaciones.<br />

Tales fueron los casos de Matilde Montoya,<br />

Columba Rivera, Guadalupe Sánchez, Soledad Régules,<br />

Ma. Asunción Sandoval de Zarco y Dolores Rubio Ávila,<br />

cuyas difíciles trayectorias académicas 3 * Mtra. Ma. de Lourdes Alvarado.(cesu-unam)<br />

Con la colaboración de Elizabeth Becerril Guzmán.<br />

L<br />

representan<br />

un hito en la historia cultural del país.<br />

A r c h i v o H i s t ó r i c o U n i v e r s i t a r i o<br />

:: Año 13, núm. 1, 2010 :: www.tiempouniversitario.buap.mx Ejemplar gratuito<br />

<strong>Mujeres</strong> y educación superior<br />

en el México del siglo XIX<br />

* Investigadora del Centro de Estudios sobre la Universidad, unam. Licenciada en Historia. Facultad de Filosofía y Letras, unam, febrero, 1981. Maestría en Historia<br />

de México. Facultad de Filosofía y Letras, unam, diciembre, 1992. Doctora en Historia, Facultad de Filosofía y Letras, unam, septiembre del 2001. Ha publicado<br />

entre otros: "Matilde Montoya. Primera médica mexicana", Ciencia y desarrollo, México, conacyt, Sept.-Oct., 1994. La polémica en torno a la idea de universidad<br />

en el siglo xix, México, cesu, 1994. El texto fue tomado de la web: http://biblioweb.dgsca.unam.mx/diccionario/htm/articulos/sec_10.htm<br />

1 Este concepto se utiliza para aludir a aquellas actividades laborales que, para ejercer, requieren que la persona haya cursado una larga carrera teórica en instituciones<br />

educativas legalmente acreditadas. Estas carreras se distinguen por un ideal de libertad o autonomía en el desenvolvimiento de su actividad profesional.<br />

Por ejemplo, la medicina y abogacía se consideran carreras liberales no sólo porque aluden a una materia concreta, sino porque se supone que sirven con liberalidad<br />

a la resolución de un problema personal de sus respectivos clientes y, porque anteponen un noble ideal o valor social (la salud o la justicia, por ejemplo) a un<br />

interés personal. Los términos de las citas 1-4, 6, 44, fueron elaborados por Guadalupe García Alcaraz.<br />

2 Desde mediados del siglo xix, se utilizó el concepto de escuelas superiores para aludir a las instituciones educativas que impartían estudios que hoy equivaldrían<br />

al grado de licenciatura. En la actualidad se observa que algunas instituciones educativas todavía utilizan el nombre de escuelas superiores, aunque el grado que<br />

otorgan ya no representa el nivel más alto de la pirámide escolar.<br />

3 El surgimiento de un mercado académico, como uno de los muchos efectos de la masificación de la enseñanza, y la creciente promoción de las actividades académicas<br />

y científicas en las últimas dos décadas del siglo xx, han despertado el interés por conocer la vida de académicos y científicos. Para llevar adelante esta<br />

tarea, los investigadores se apoyaron inicialmente en un concepto que era utilizado dentro del campo de la educación y del mercado de trabajo: el seguimiento<br />

de egresados. Con este concepto se busca indagar la trayectoria laboral que trazan las generaciones de egresados de una carrera profesional en un periodo de<br />

tiempo determinado. Su uso se relaciona, tanto con fines de planeación de la misma carrera, como con investigaciones sobre el mercado de trabajo y la educación,<br />

bien sea desde un recorte temporal reciente o histórico. El objetivo que se persigue al estudiar las trayectoria académicas es describir el proceso de formación<br />

y el tipo de actividades laborales que realizaban o realizan los miembros de las comunidades académicas, científicas o profesionales en un periodo de tiempo<br />

determinado. Este concepto no sólo incluye actividades tangibles como el trabajo en el aula, publicaciones, participación en eventos, reportes de investigación,<br />

patentes, etc, sino también las creencias y relaciones que establecen determinados sujetos en la convivencia con sus pares.<br />

G a c e t a H i s t ó r i c a d e l a B U A P<br />

[1]


C a s a d e l a M e m o r i a U n i v e r s i t a r i a<br />

El retraso con que se inició<br />

y desarrolló dicho proceso no se<br />

debió a circunstancias casuales o<br />

aisladas; fue consecuencia directa<br />

de la concepción socio-cultural<br />

vigente que, bajo reglas más implícitas<br />

que explícitas, impidió el<br />

acceso de las mujeres a la educación<br />

superior formal. Un ejemplo<br />

representativo de esta corriente<br />

de pensamiento es josé díaz covarrubias,<br />

a cargo del Ministerio de<br />

Justicia e Instrucción Pública 4 hacia<br />

mediados de los setenta de la<br />

pasada centuria y franco partidario<br />

de la modernización del sistema<br />

educativo. Desde su punto de vista, la educación<br />

femenina no debía orientarse hacia las carreras profesionales,<br />

pues consideraba que aún no existían las<br />

condiciones necesarias para compartir con ese sexo<br />

"la alta dirección de la inteligencia y de la actividad".<br />

Prueba de ello, decía, era la naturalidad con que ellas<br />

mismas asumían dicha situación, al abstenerse de tomar<br />

parte en "las funciones sociales de los hombres,<br />

no obstante que con excepción de las costumbres,<br />

nada les prohibiría hacerlo en muchas de las esferas<br />

de la actividad varonil". Por tanto, concluía el político<br />

y escritor de manera por demás simplista, dos eran las<br />

razones del retraimiento profesional del "bello sexo":<br />

su "organización fisiológica" y su tradicional "lugar en<br />

sociedad", 5 juicio muy a tono con su tiempo y con el<br />

que se justificaba la continuidad del statu quo.<br />

Y en efecto, de acuerdo con las leyes de Instrucción<br />

Pública de 1867 y 1869, no existían impedimentos<br />

formales que prohibieran a las mexicanas matricularse<br />

en la Escuela Nacional Preparatoria y, una vez<br />

acreditados dichos estudios, optar por alguna de las<br />

escuelas profesionales 6 existentes. Aquel plantel nunca<br />

se definió como exclusivamente masculino y si en sus<br />

primeros años de vida funcionó como tal, fue debido a<br />

la presión social y al peso de la tradición, abiertamente<br />

en contra de la presencia femenina en dominios varoniles.<br />

Ello explica la posición de Díaz Covarrubias,<br />

T i e m p o U n i v e r s i t a r i o<br />

pues cuando publicó su obra sobre<br />

la instrucción pública en México<br />

(1875), las mujeres continuaban<br />

excluidas de las aulas preparatorianas.<br />

No sería sino hasta las siguientes<br />

décadas cuando ese sexo se<br />

atrevió a franquear las trincheras<br />

de la instrucción superior.<br />

En contraste, desde las esferas<br />

oficial y privada, se impulsó el acceso<br />

femenino a la carrera magisterial,<br />

al punto que, hacia finales<br />

de siglo, la matrícula de la Escuela<br />

Normal de Profesoras era bastante<br />

superior a la registrada en la Normal<br />

de Profesores, no obstante los<br />

diversos incentivos ofrecidos a los varones para que<br />

se sumaran a las filas del magisterio. Entre los argumentos<br />

esgrimidos para justificar tal política destaca la<br />

convicción de esta generación en la supuesta capacidad<br />

innata de las mujeres para las tareas educativas, para el<br />

cuidado moral y material de la niñez; "a todo prefieren<br />

esto, afirmaba Sierra, para nada son más aptas". 7<br />

Tal estereotipo venía como anillo al dedo a la<br />

clase dirigente, enfrentada a la urgente necesidad de<br />

educar a un pueblo mayoritariamente analfabeta, tarea<br />

para la que se requerían mentores mejor preparados<br />

que los improvisados de otros tiempos. También,<br />

aunque con serias cortapisas, había interés por<br />

preparar a las mujeres de clase media, para que, en<br />

caso necesario, pudieran ganarse la vida dignamente<br />

y para ello nada mejor que el magisterio, actividad<br />

que encajaba a la perfección con el esquema ideológico<br />

y simbólico de la sociedad porfirista.<br />

En el proceso de "feminización" 8 de la carrera magisterial<br />

también se observan intereses de orden económico,<br />

pues las profesoras recibían sueldos más bajos que sus<br />

compañeros varones, lo que redundaba en un atractivo<br />

ahorro para las finanzas públicas. Díaz Covarrubias reconocía<br />

que las jóvenes egresadas de las escuelas normales<br />

resultaban "más baratas" y redituables que sus colegas del<br />

sexo opuesto, ya que además de recibir sueldos más bajos<br />

que éstos, por las cualidades de su carácter y por falta<br />

4 El 2 de enero de 1862 se reestructuró el Ministerio de Justicia, Negocios Eclesiásticos e Instrucción Pública, quedando en una sola dependencia la Justicia<br />

e Instrucción Pública. Este Ministerio permaneció con ambas atribuciones hasta 1905, año en el que se creó una sola dependencia federal para atender la Instrucción<br />

Pública y las Bellas Artes. El ámbito de competencia directa de este ministerio era la capital del país y los territorios, aunque las leyes y reglamentos, los<br />

modelos pedagógicos y la forma de organizar la instrucción elemental y superior sirvieron de referente al resto de los estados de la República.<br />

5 José Díaz Covarrubias, La instrucción pública en México. Estado que guardan la instrucción primaria, la secundaria y la preparatoria en la República, 2 v., México,<br />

Imprenta del Gobierno, 1875, v.I, p.cxcii.<br />

6 El nombre de escuelas profesionales se utilizó originalmente para aludir a las instituciones educativas que proporcionaban una instrucción de nivel superior.<br />

Esta acepción prevalece a lo largo del siglo xx, aunque en los últimos tiempos también se utiliza para referir a las escuelas que proporcionan capacitación técnica<br />

para el trabajo. En ese sentido, se considera como escuelas profesionales a aquellas instituciones que proveen al educando de un cuerpo de conocimientos y<br />

habilidades que los capacita para el ejercicio de una actividad laboral, sea esta una profesión liberal o una ocupación dependiente de una organización laboral.<br />

7 Justo Sierra, "Plan de la escuela mexicana. Discurso en la apertura del Consejo <strong>Superior</strong> de <strong>Educación</strong> Pública, el 13 de septiembre de 1902", Obras Completas<br />

V. Discursos, México, unam, 1977, p.300.<br />

8 Participación de mujeres en actividades en las que, anteriormente, sólo participaban los hombres. En M.A. Campmany, El feminismo Ibérico. Madrid, Alianza,<br />

1970, p. 94.<br />

[2]


de otras opciones laborales, se entregaban en forma más<br />

completa y prolongada al servicio de sus escuelas. 9<br />

Si bien esta fue la principal tendencia oficial en favor<br />

de la educación femenina, no todas las acciones gubernamentales<br />

se ajustaron fielmente a dicho esquema. A<br />

raíz de la promulgación de la Ley de Instrucción Pública<br />

de 1867, en las esferas del poder se observa cierto interés<br />

por abrir el abanico formativo de las mujeres. Expresión<br />

de esta preocupación fue el establecimiento de la Escuela<br />

Secundaria para personas del sexo femenino, cuyas<br />

metas no se redujeron a formar profesoras de educación<br />

elemental o a capacitar a las alumnas para el desempeño<br />

de algún oficio, como pretendió hacerse en la Escuela de<br />

Artes y Oficios para <strong>Mujeres</strong>. La Secundaria femenina,<br />

contemporánea a la Nacional Preparatoria, tuvo intenciones<br />

más amplias. Además de moralizar a las alumnas<br />

y darles "ocupación en sociedad", pretendía "proporcionarles<br />

los conocimientos generales que las pongan al<br />

tanto de los adelantos de la época." 10<br />

Como la consabida falta de recursos impidió que<br />

la fundación de la escuela normal, prometida por el<br />

código del 67, se hiciera realidad, la Secundaria y la<br />

Escuela Nacional Preparatoria debieron suplir tales<br />

funciones. Con este fin incluyeron en sus respectivos<br />

planes de estudio la asignatura de "métodos de enseñanza<br />

comparados" para los alumnos o alumnas, según<br />

fuera el caso, que desearan dedicarse al magisterio.<br />

Pero las pretensiones iniciales de sendas instituciones<br />

iban más allá de ese objetivo, de ahí la denominación<br />

de Secundaria de Niñas y no el de Normal de Profesoras<br />

con que pudo haberse identificado al plantel<br />

femenino si esta hubiera sido su intención vertebral. Al<br />

menos en teoría, pues su inauguración<br />

tuvo que esperar dos años,<br />

la creación de la Secundaria representó<br />

el primer intento oficial,<br />

a nivel nacional, de otorgar a las<br />

mexicanas una cultura "superior",<br />

cuyo plan de estudios llegó a incluir<br />

materias científicas inexistentes<br />

en algún otro establecimiento<br />

educativo para mujeres.<br />

Sin embargo, en la práctica las<br />

cosas fueron muy distintas y pese a<br />

las expectativas de sus fundadores,<br />

las metas iniciales de la Secundaria<br />

cedieron ante la demanda social.<br />

Desde sus primeros años de vida,<br />

A r c h i v o H i s t ó r i c o U n i v e r s i t a r i o<br />

ésta se perfiló como un "semillero" de maestras, hasta<br />

que, por decreto del 4 de junio de 1888, quedó<br />

definitivamente convertida en la Escuela Normal de<br />

Profesoras. 11 Como expresara Ezequiel A. Chávez al<br />

referirse a la Secundaria, su carácter híbrido, la heterogeneidad<br />

de los conocimientos que impartía, "tenían<br />

que dispersar las energías, evitando se concentrara en<br />

la formación del profesorado todo el esfuerzo material,<br />

intelectual y pecuniario". Estas deficiencias explican<br />

su transformación en normal y el abandono de su<br />

carácter inicial como escuela de estudios secundarios<br />

o "superiores".<br />

Sin embargo, la importancia que la Secundaria de<br />

Niñas llegó a tener fue tal que, cuando en abril de 1881,<br />

Justo Sierra presentó ante la Cámara su "Proyecto de<br />

creación de una universidad", la incluyó entre las escuelas<br />

constitutivas de dicha institución, otorgándole igual<br />

jerarquía que al resto de los planteles nacionales y de los<br />

que habrían de crearse para dicho efecto. 12 Para evitar<br />

cualquier duda al respecto, el político precisaba que las<br />

mujeres tendrían derecho a cursar "todas las clases de<br />

las escuelas profesionales, obteniendo al fin de la carrera<br />

diplomas especiales de la escuela Normal y de Altos Estudios".<br />

Añadía que en este último plantel, considerado<br />

por el futuro secretario de Instrucción Pública como pináculo<br />

de los estudios universitarios, las mexicanas podrían<br />

obtener los mismos títulos que los varones, lo que<br />

equivalía a un inusitado reconocimiento de la capacidad<br />

intelectual y profesional del sexo opuesto. Si bien este<br />

primer proyecto universitario no tuvo eco en los medios<br />

políticos e intelectuales, muestra la disposición de<br />

un sector por promover la superación educativa de las<br />

mexicanas.<br />

Pero la transformación de la<br />

Secundaria de Niñas en Normal<br />

de Profesoras no liquidó las posibilidades<br />

femeninas de cursar<br />

otro tipo de estudios superiores<br />

e incluso alguna carrera profesional,<br />

como empezó a suceder hacia<br />

mediados de los ochenta.<br />

Paulatinamente, las mujeres<br />

fueron reivindicando su derecho a<br />

estudiar en la Nacional Preparatoria.<br />

Un acercamiento a la "Sección<br />

Inscripciones" del Fondo Escuela<br />

Nacional Preparatoria arroja datos<br />

de interés al respecto. Hasta<br />

9 . Ibidem, pp.cxxi-cxxii.; Gabriela Cano, De la Escuela Nacional de Altos Estudios a la Facultad de Filosofía y Letras, 1910-1929, México, unam, 1996, pp.39-40.<br />

Tesis doctoral.<br />

10 . "Editorial. Inauguración de la escuela de niñas", El Siglo Diez y nueve, 11 de julio, 1869, p.1.<br />

11 . Manuel Dublán y José Ma. Lozano. Legislación Mexicana o colección completa de las disposiciones legislativas expedidas desde la independencia de la República,<br />

t.xix, México, Tipografía de E. Dublán y Compañía, 1890, p.150.<br />

12 . Además de la Secundaria de Niñas, la universidad ideada por Sierra en 1881 estaría conformada por los siguientes planteles: Escuela Nacional Preparatoria,<br />

Bellas Artes, Jurisprudencia, Ingenieros y Medicina, Ciencias Políticas, Altos Estudios y una Escuela Normal, orientada a la formación del profesorado de nivel<br />

superior. Artículo 2° de dicho proyecto en Sierra, "La Universidad Nacional [Proyecto de Creación]", Obras Completas, v. viii, 1977, p.66 y p.333; "El proyecto de<br />

Universidad del Lic. Justo Sierra", La Libertad, México, 3 de febrero, 1881; Pinto Mazal, La autonomía universitaria. Antología, México unam, 1974, p.26.<br />

G a c e t a H i s t ó r i c a d e l a B U A P<br />

[3]


C a s a d e l a M e m o r i a U n i v e r s i t a r i a<br />

donde tenemos noticias, fue a partir de los ochenta<br />

cuando arribaron las primeras alumnas a dicho plantel.<br />

Matilde Montoya encabeza el listado de preparatorianas<br />

en 1882, 13 seguida un año después (1883) por<br />

Luz Bonequi, 14 Concepción Morales y Dolores Morales<br />

(1883), aunque de estas últimas, probablemente<br />

hermanas, únicamente se conocen los certificados de<br />

instrucción primaria y de buena conducta que presentaron<br />

a la dirección de la escuela, pero no consta que<br />

fueran aceptadas. 15 Del 84 y por una nota hemerográfica<br />

se conoce el nombre de Guadalupe Castañares, a<br />

quien siguió un pequeño grupo, conformado por Herlinda<br />

e Ignacia García, Paz Gómez y Carmen Sastré,<br />

cuyos nombres aparecen a partir del 85, 16 mientras<br />

que Francisca Parra, Ynés Vázquez, María Sandoval,<br />

María Nájera y Herlinda Rangel fueron inscritas entre<br />

87 y 89. Con excepción de Luz Bonequi, matriculada<br />

en telegrafía, Paz Gómez, cuyo destino profesional no<br />

fue anotado con claridad, Guadalupe Castañares citada<br />

por El Tiempo debido a su activismo político y<br />

las hermanas Morales, el resto de las alumnas —9 en<br />

total— coinciden en su interés por la medicina. 17<br />

Entre 1891 y 1900 el número de preparatorianas<br />

aumentó considerablemente. Hasta el momento hemos<br />

localizado un total de 58 jóvenes inscritas, originarias<br />

de distintas regiones de la república más dos extranjeras,<br />

una cubana (Sara de la Rosa Vázquez) y otra norteamericana<br />

(Irene Ollendorf). Tenían carácter "numerario"<br />

aquellas que habían aprobado todas las materias<br />

del curso anterior, "supernumerario" las que adeudaban<br />

alguna asignatura o no habían presentado completa la<br />

documentación requerida por la dirección del plantel,<br />

y "oyentes", las que simultáneamente estaban inscritas<br />

T i e m p o U n i v e r s i t a r i o<br />

en alguna otra escuela oficial y completaban su formación<br />

asistiendo a alguna cátedra en San Ildefonso. Tales<br />

fueron los casos de Candelaria Manzano, de la Escuela<br />

Nacional de Bellas Artes 18 y Ma. de Jesús Martínez o<br />

Etelvina R. Osorio del Conservatorio Nacional. 19 Sorprendente<br />

para la época fue la presencia de una viuda<br />

de 32 años de edad, quien solicitaba inscripción para<br />

el primer curso semestral de estudios preparatorios, 20<br />

seguramente convencida de la necesidad de mejorar su<br />

preparación, así como la de María Jiménez de Muñoz,<br />

bastante más joven (22 años) y casada. 21<br />

De acuerdo con la información disponible, la mayor<br />

parte de las alumnas sólo permaneció uno o dos<br />

años en la escuela, pero hubo otras más perseverantes<br />

como María Álvarez (1892-1896), 22 Ana Ma. Barrera<br />

(1891-94), 23 Elena Carrera (1895-1900), 24 Juana Dávalos<br />

(1891-1895), 25 Luz Coyro (1894-97), 26 Juana<br />

Díaz (1896-1903), 27 Asunción Walker (1896-1901) 28<br />

y Gudelia Fernández (1897-1900), quien al terminar<br />

sus estudios, obtuvo el "certificado general para medicina",<br />

29 o también quienes, al completar el ciclo preparatorio,<br />

lograron matricularse en una de las escuelas<br />

superiores y cursar una carrera profesional. Entre estas<br />

últimas destacan María Sandoval, alumna de la Preparatoria<br />

de 1887 a 1891; 30 Eloisa Santoyo de 1890 a<br />

1895, 31 Guadalupe Sánchez, de 1890 a 94 32 y Soledad<br />

de Régules de 1896 a 1899, 33 la primera inscrita posteriormente<br />

en la Escuela Nacional de Jurisprudencia<br />

y las tres últimas en la de Medicina.<br />

Aunque no en todos los casos, la documentación<br />

consultada refleja las preferencias profesionales de<br />

estas primeras 34 preparatorianas. De un total de 72<br />

alumnas localizadas en las últimas dos décadas del si-<br />

13 [Expediente de Matilde Montoya], ahunam, <strong>Archivo</strong> General, Expedientes de alumnos.<br />

14 Laureana Wright, <strong>Mujeres</strong> notables mexicanas, México, Tipografía Económica, 1910, p.468.<br />

15 ahunam, Fondo Escuela Nacional Preparatoria, Certificados para ingreso, caja 1880-1883, libro enp 105, ff.127-128. En las referencias documentales nos hemos<br />

ceñido a la actual catalogación, aunque a la fecha, el Fondo Escuela Nacional Preparatoria se encuentra en proceso de reorganización. Por otra parte, el número<br />

de alumnas consignado en el presente trabajo no es definitivo, pues continuamos la revisión de la sección "Inscripciones" del Fondo enp.<br />

16 ahunam, enp, Inscripciones, caja 1867-1893, libro enp 147.<br />

17 ahunam, enp, Inscripciones, caja 1887-1897, libro enp 174, ff.7, 17, 58, 98, 108, 144, 149, 177. Por lo visto María Sandoval cambió de opinión a lo largo de los<br />

estudios preparatorios, ya que inicialmente se inclinaba por la medicina, pero a partir de enero del 90, al inscribirse al 4° año, optó por la carrera de abogado. La<br />

incluímos en el grupo de las médicas por aparecer así en los primeros registros. ahunam, enp, Inscripciones, libro 186, f.80.<br />

18 [Solicitud de inscripción] ahunam, enp, Inscripciones, libro 480, f.22 (1899) y libro 544, f.15 (1901).<br />

19 ahunam, enp, Inscripciones, libro 544, f.43 y libro 544, f.8, respectivamente.<br />

20 [Solicitud de inscripción de Sofía Villagrán Vda. de Rubio], ahunam, enp, Inscripciones, libro 758, f.758 (1898).<br />

21 ahunam, enp, Inscripciones, libro 355, f.795. El estado civil de María se deduce de los nombre de sus padres: Miguel Jiménez y Pilar Araujo.<br />

22 [Historial académico de María Alvarez], ahunam, enp, Inscripciones, libro 226, f.31; caja 1887-97, libro enp 175, ff.38-39.<br />

23 [Historial académico de Ana Ma. Barrera], ahunam, enp, Inscripciones, libro 224, f.195; libro 257, f.664.<br />

24 ahunam, enp, Inscripciones, libro 308, f.932; libro 329, f.156; libro 257, f.263; libro 354, s.f.; libro 356, f.401; libro 415, f.566; libro 416, f.376; libro 417, f.376 bis; libro<br />

479, f.362; libro 480, f.362; libro 481, f.479; libro 482, f.479 bis; libro 489, f.330; libro 543, f.286; libro 545, f.330.<br />

25 ahunam, enp, Inscripciones, libro 215, f.143; libro 222, f.378; libro 257, f.674; libro 308, f.950.<br />

26 [Historial académico de Luz Coyro], ahunam, enp, Inscripciones, libro 225, f.735.<br />

27 [Historial académico de Juana Díaz], ahunam, enp, Inscripciones, libro 283, f.333; libro 257, f.53; libro 329, f.537; libro 354, f.190; libro 356, f.78; libro 411, f.31; libro 415,<br />

f.31; libro 416, f.196; libro 417, f.196 bis; libro 479, f.167; libro 480, f.167; libro 481, f.311; libro 482, f.311 bis; libro 489, f.185; libro 543, f. 166; libro 544, f.166; libro 545, f.185.<br />

28 Walker era hija de José Walker y Leonor Jacquier de W. y contaba con 18 años de edad cuando se inscribió en la Preparatoria (1896), donde pemaneció hasta<br />

1901. [Historial académico de Asunción Walker], ahunam. enp, Inscripciones, libro 284, f.691; libro 329, f. 17; libro 354, f.83; libro 416, f.492; libro 417, f. 492 bis; libro<br />

479, f.356; libro 480, f.356; libro 481, f.374; libro 482, f.374; libro 543, f.338; libro 545, f.105.<br />

29 [Historial académico de Gudelia Fernández], ahunam, f. enp, Inscripciones, libro 284, ff.439-441.<br />

30 [Historial académico de María Sandoval], ahunam, f. enp, Inscripciones, libro 186, ff-79-81.<br />

31 [Historial académico de Eloísa Santoyo Hassey], ahunam, f. enp, Inscripciones, libro 194, ff.529-530,536.<br />

32 [Historial académico de Guadalupe Sánchez], ahunam, f. enp, Inscripciones, libro 187, f.292; libro 256, f.512; libro 282, f.295. Sánchez se tituló como médica<br />

cirujana en 1903. ahunam, <strong>Archivo</strong> General, exp. 11985.<br />

33 [Historial académico de Soledad Régules Iglesias], ahunam, f. enp, Inscripciones, libro 284, f.45; libro 328, f.726; libro 329, f.317; libro 354, s.f.; libro 481, f.404.<br />

Régules acreditó sus estudios profesionales entre 1901 y 1906 y presentó el examen profesional en febrero del siguiente año. ahunam, <strong>Archivo</strong> General, exp.46570.<br />

34 Expediente Académico de Francisca Parra, ver Imagen en: http://biblioweb.dgsca.unam.mx/diccionario/imagenes/alvarado/doc_enp_186-48.jpg<br />

[4]


glo pasado, 33 se inclinaban por<br />

la medicina, siete por farmacia,<br />

dos pretendían llegar a ser abogadas,<br />

una más notaria, otra de ellas<br />

manifestaba particular interés por<br />

la ingeniería y sólo dos por la telegrafía.<br />

35 Del resto, 20 no precisan<br />

alguna preferencia disciplinaria, la<br />

vocación de una más es ilegible, 3<br />

eran oyentes adscritas a otra institución<br />

y dos más sólo se conocen<br />

por sus estudios previos.<br />

No obstante que tanto estas<br />

jóvenes como sus familiares representaban<br />

al grupo más progresista<br />

de la comunidad, reproducían los<br />

patrones culturales predominantes<br />

y precisamente era el área de<br />

la salud la que garantizaba mayor<br />

aceptación social, tanto por la larga<br />

tradición femenina en este campo (enfermeras y<br />

parteras), como por la identificación entre el estereotipo<br />

femenino vigente y las aptitudes que se adjudicaban<br />

al desempeño profesional de la medicina. 36<br />

Prueba de ello son algunos escritos de la prensa liberal<br />

que colaboraban a "airear" el tema y a flexibilizar<br />

la rígida posición de la ciudadanía. Desde inicios de los<br />

setenta y en tono crítico, El Monitor Republicano se<br />

refería a la reacción de los estudiantes de medicina "de<br />

algunos lugares de Inglaterra" ante la creciente presencia<br />

femenina en sus respectivos establecimientos. Para<br />

el articulista, el motivo de fondo que animaba a los<br />

inconformes era el temor a perder parte de su clientela<br />

potencial, 37 denuncia que además de informar sobre<br />

el hecho, invitaba a la reflexión pero desde el entorno<br />

mexicano. El mismo cotidiano, sólo que varios años<br />

después, publicaba algunas cifras interesantes sobre la<br />

afición femenina por los estudios médicos; de un total<br />

de 114 alumnas inscritas en la Escuela de Medicina de<br />

París, 12 eran francesas, 1 americana, 8 inglesas, 1 austríaca,<br />

1 griega, 1 turca y 90 rusas. 38 MATILDE Montoya.<br />

Un rotativo más<br />

mencionaba que de los 139 estudiantes de medicina<br />

de la Universidad de Zurich, el 70% eran mujeres, las<br />

A r c h i v o H i s t ó r i c o U n i v e r s i t a r i o<br />

que no dejaban duda alguna de su<br />

empeño y capacidad. Pero, según<br />

el escrito, era en Japón donde "el<br />

feminismo" hacía mayores progresos;<br />

gracias al movimiento encabezado<br />

por la señora Hayotamo,<br />

mujer de un antiguo ministro, se<br />

habían formado cuatro importantes<br />

sociedades "para la elevación y<br />

cultura de la mujer desde el punto<br />

de vista moral, intelectual, físico y<br />

social". 39<br />

Fue también a través de la prensa<br />

como la sociedad porfirista se enteró<br />

de las vicisitudes que Matilde Montoya<br />

tuvo que enfrentar para acreditar,<br />

mediante exámenes extraordinarios,<br />

los estudios preparatorios y<br />

continuar con los de medicina hasta<br />

convertirse en la primera médica<br />

títulada. Asimismo, se ocupó de difundir las conquistas<br />

académicas de algunas mexicanas en el extranjero, como<br />

Laura Mantecón de González, esposa del expresidente<br />

de la República, Manuel González, quien obtuvo el título<br />

de doctora en medicina en una universidad norteamericana<br />

40 o el de la "Srita. Toral", quien una vez terminados<br />

los estudios médicos en Cincinatti, se proponía retornar<br />

a su país para ejercer la profesión. 41 Aunque se trataba de<br />

casos aislados, este tipo de información contribuía a la<br />

discusión pública del tema y, aunque lentamente, a modificar<br />

los arraigados patrones culturales de las sociedad<br />

mexicana.<br />

Paulatinamente surgían nuevas voces en favor de<br />

la incorporación femenina a la Preparatoria. El Correo<br />

de las Doce, por ejemplo, tomaba partido en favor<br />

de Matilde Montoya, quien -opinaba- había sido<br />

injustamente evaluada por Francisco Rivas, profesor<br />

de lógica, no obstante que la alumna había dado suficientes<br />

muestras de "ilustración y talento". 42 El Diario del<br />

Hogar invitaba a la población femenina que deseara alcanzar<br />

"mayor honra y provecho" a seguir el ejemplo de<br />

la primera médica, opinión a la que se sumaba El Correo<br />

de las Doce, el que responsabilizaba a algunos emplea-<br />

35 La cifra es sorprendente, pues por otras fuentes se tienen noticias de un número mucho mayor de preparatorianas que optaban por los estudios de telegrafía.<br />

El naciente interés por este tipo de conocimientos responde, tanto en México como en otros países, a la expansión del trabajo profesional y de oficina, para lo cual<br />

las mujeres resultaban las empleadas perfectas, entre otras razones porque se suponía que eran adecuados a su naturaleza sumisa, tolerante, a su capacidad<br />

de repetición, a su gusto por los detalles, pero sobre todo, porque, como señalara Díaz Covarrubias para el caso de las profesoras en México, resultaban más<br />

baratas. De ahí el interés por apoyar estudios de dactilografía, telegrafía, galvanoplastia, entre otros. Scott, "La mujer trabajadora en el siglo xix", en Duby y Perrot,<br />

v.8, Historia de las mujeres. El siglo xix. Cuerpo, trabajo y modernidad, v.8, Madrid, Taurus ediciones, 1993, pp.116-117.<br />

36 Mílada Bazant, Historia de la educación en el porfiriato, México, El Colegio de México,1993, pp.262-263 y Gabriela Cano, "De la Escuela Nacional de Altos Estudios<br />

…", op.cit. La prensa liberal colaboró notablemente a promocionar los estudios médicos entre las mujeres al publicar los avances que tanto en México como<br />

en el extranjero se hacían en esta materia. "Gacetilla. Las mujeres médicas", El Monitor Republicano, 12 de julio, 1873, p.4; "Noticias varias. Doctoras en medicina",<br />

El Monitor Republicano, 15 de diciembre, 1888, p.2; "Feminismo", El Mundo, 2 de agosto, 1902, p.2; "Gacetilla. Doctora mexicana", El Monitor Republicano, 7 de<br />

enero, 1891, p.3; "Feminismo", El Mundo, 2 de agosto, 1902, p.2, entre otros.<br />

37 "Gacetilla. Las mujeres médicas", El Monitor Republicano, 12 de julio, 1873, p.4.<br />

38 "Noticias varias. Doctoras en medicina", El Monitor Republicano, 15 de diciembre, 1888, p.2.<br />

39 "Feminismo", El Mundo, 2 de agosto, 1902, p.2.<br />

40 "Gacetilla. Doctora mexicana", El Monitor Republicano, 7 de enero, 1891, p.3.<br />

41 "Feminismo", El Mundo, 2 de agosto, 1902, p.2.<br />

42 "Escándalo en la Preparatoria", El Correo de las Doce, México, 23 de diciembre, 1884, p.2.<br />

G a c e t a H i s t ó r i c a d e l a B U A P<br />

[5]


C a s a d e l a M e m o r i a U n i v e r s i t a r i a<br />

dos y funcionarios del gobierno de<br />

la escasa presencia femenina en las<br />

instituciones de educación media y<br />

superior. Eran ellos —acusaba el articulista—,<br />

los que "prevalidos de su<br />

posición social en los establecimientos<br />

de enseñanza secundaria procuran<br />

estorbar el ingreso [de] las jóvenes",<br />

tal y como recientemente había<br />

acontecido al negárseles inscripción<br />

en el plantel a "varias jóvenes de intachable<br />

reputación y notorias aptitudes<br />

intelectuales". Prejuicios tales,<br />

concluía el escrito, representaban<br />

una verdadera aberración. 43<br />

Conforme pasaba el tiempo, las<br />

mujeres se atrevieron a incursionar<br />

en las disciplinas tradicionalmente<br />

masculinas; de ahí las tres candidatas<br />

a seguir estudios de Derecho y la primera aspirante<br />

a la carrera de Ingeniería. A esta toma simbólica de las<br />

aulas prepratorianas seguiría la conquista de las profesiones<br />

liberales, 44 mucho más difícil quizás por la carga<br />

de intereses que, desde diversas posiciones y niveles, se<br />

oponía a redefinir las áreas de acción femeninas y masculinas.<br />

Pese a ello, fue en las postrimerías del siglo xix y<br />

en la primera década del xx cuando surgieron las pioneras<br />

de este nivel educativo en México.<br />

Abriendo brecha<br />

Hacia mediados de los ochenta del siglo pasado, se<br />

presentó un hecho significativo en el ámbito cultural<br />

del país. Los días 24 y 25 de agosto de 1887 tuvo<br />

lugar en la Escuela Nacional de Medicina el examen<br />

profesional de Matilde Montoya, quien tras enfrentar<br />

toda clase de obstáculos, logró concluir los estudios<br />

superiores y responder con "entereza, sangre fría<br />

y aplomo" 45 a las preguntas de los sinodales. El hecho<br />

revestía particular importancia pues rompía una barrera<br />

de siglos y contribuía a modificar las representaciones de<br />

género tradicionales. No casualmente la escritora Laureana<br />

Wright describía a la médica como una auténtica<br />

heroína, quien "a fuerza de constancia había logrado<br />

vencer a la envidia y dominar a la ciencia", 46 mientras<br />

T i e m p o U n i v e r s i t a r i o<br />

otra prestigiada autora —Concepción<br />

Gimeno de Flaquer— la definía<br />

como libertadora de su género y<br />

conquistadora del progreso. 47<br />

Por supuesto, Matilde Montoya<br />

no fue el único caso; aunque en<br />

número reducido, otras jóvenes seguirían<br />

su ejemplo, conformando la<br />

primera generación de profesionistas<br />

mexicanas. Si bien predominan<br />

las médicas, también hubo algunas<br />

odontólogas, 48 una abogada y una<br />

egresada de la Escuela Nacional<br />

de Ingenieros. Dentro del primer<br />

grupo, además de Montoya, están<br />

Columba Rivera, quien presentó el<br />

examen profesional de médica cirujana<br />

y obstetra en 1900, Guadalupe<br />

Sánchez en 1903, Soledad de Régules<br />

Iglesias en 1907 y Antonia Ursúa en 1908. Rosario<br />

Martínez fue un caso especial, pues aunque terminó sus<br />

estudios en noviembre de 1906, no se recibió sino varios<br />

años después (1911). Pero el número de alumnas debió<br />

ser mayor, sólo que, posiblemente, no todas pudieron<br />

concluir la carrera; según Mílada Bazant, hacia 1900,<br />

la Escuela de Medicina contaba con 18 alumnas de un<br />

total de 356 estudiantes, 49 aunque es probable que en dicha<br />

cifra, la autora incluyera a las estudiantes de obstetricia,<br />

carrera que atraía a mayor número de mujeres, pues<br />

para obtener el título respectivo sólo se exigía haber cursado<br />

la primaria superior y dos años de estudios en la<br />

Escuela de Medicina. Basta recordar que únicamente en<br />

1903, se graduaron 7 nuevas parteras: Francisca García,<br />

Adela Vaca Vda. de Mata, Rosario Rojas, Natalia Lamadrid,<br />

Francisca Campos, Isabel Pereda de Ruiz y María<br />

E. Ramírez. 50<br />

Las primeras candidatas a la carrera de medicina<br />

contaron con la simpatía y el apoyo económico<br />

de las autoridades educativas y gubernamentales. Al<br />

decir de Hogar, Matilde Montoya había arrancado<br />

sus estudios médicos en Puebla, pero el presidente<br />

Díaz la invitó a finalizarlos en la capital de la república,<br />

pues consideraba que nada más justo ni mejor<br />

que la primera doctora mexicana se titulara en esta<br />

43 "Al Diario Oficial", El Correo de las Doce, México, 19 de febrero, 1885, p.2.<br />

44 Las profesiones liberales surgieron durante la larga transición del feudalismo al capitalismo y se distinguieron del resto de las actividades laborales, por el hecho<br />

de que había que pasar un tiempo dilatado de formación en un centro de enseñanza superior en el que se dispensaban conocimientos abstractos y técnicas<br />

concretas. Este rasgo fundamental se liga con un ideal de libertad o autonomía en el desenvolvimiento de la actividad profesional. Esta autonomía en su relación<br />

con el cliente entraña una ética de responsabilidad personal y valores que anteponen determinados principios, como la salud y la justicia, por ejemplo, a la propia<br />

retribución económica personal.<br />

45 "La Srita. Montoya", La Patria, México, 27 de agosto, 1887, p.3.<br />

46 Laureana Wright, "La Srita. Matilde de P. Montoya", Las Hijas del Anahuac, 1° de enero, 1888, p. 54.<br />

47 Concepción Gimeno de Flaquer, "La primera doctora mexicana", La Mujer Mexicana, México, agosto de 1907, p. 73.<br />

48 Como señalan Mílada Bazant y Gabriela Cano, a lo largo del siglo xix, la odontología no tuvo el mismo nivel y prestigio que las demás profesiones liberales. De<br />

hecho, no fue sino hasta 1902 cuando se constituyó como una especialidad propiamente dicha de la Escuela de Medicina, aunque para entonces ya había algunas<br />

egresadas, entre las que se distingue Margarita Chorné y Salazar, cuyo examen profesional se efectuó en enero de 1886. ahunam, <strong>Archivo</strong> General, Expedientes<br />

de alumnos, exp. 11218; Bazant, Historia de la educación en el porfiriato, op.cit., 1993, pp.240-241; Cano, op. cit. p.72.<br />

49 Bazant, op.cit. pp. 262-263.<br />

50 "Estadísticas de títulos profesionales [otorgados en 1903]", Boletín de Instrucción Pública, t.iii, 1903, p.176.<br />

[6]


ciudad. 51 Con posterioridad y gracias a su trayectoria<br />

académica, contó con el auxilio de Joaquín Baranda,<br />

secretario de Justicia e Instrucción Pública, a quien ella<br />

misma calificara como "mi bondadoso protector" 52 y que<br />

en todo momento la ayudó a "vencer las dificultades que<br />

encontraba". Por su parte, el gobierno federal le concedió<br />

una mensualidad de $40 y los gobernadores de Morelos,<br />

Hidalgo, Puebla y Oaxaca hicieron lo propio, al<br />

señalarle "pequeñas pero utilísimas pensiones". 53<br />

Los casos de Columba Rivera y Guadalupe Sánchez<br />

son semejantes; a la primera se le asignó una<br />

subvención mensual de $15 a lo largo de su carrera<br />

(1894-1900), mientras que esta última obtuvo $20<br />

durante sus estudios preparatorios y $15 en los profesionales,<br />

siempre en atención al resultado de sus<br />

evaluaciones. Aunque Soledad Régules parece haber<br />

disfrutado de una condición económica más cómoda,<br />

también gozó del apoyo oficial. Tras finalizar los cursos<br />

de la Nacional Preparatoria en 1900 y de radicar<br />

un año en Europa, inició la carrera de medicina, en<br />

cuya última parte recibió $30 al mes; una vez titulada,<br />

la Secretaría de Instrucción Pública le otorgó una<br />

beca para realizar estudios de posgrado en el extranjero,<br />

posiblemente la primera mexicana que llegó a<br />

este nivel escolar:<br />

"La Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes,<br />

sabedora del aprovechamiento y de la conducta intachable<br />

de la nueva doctora, acordó pensionarla<br />

para que por espacio de dos<br />

años viva en Europa y se perfeccione<br />

allí en la carrera cuyo título acaba de<br />

adquirir. La señorita Régules marchará<br />

a París, probablemente dentro<br />

de poco tiempo, y allí concurrirá a<br />

las clínicas de hospitales famosos o<br />

de médicos renombrados, pues no<br />

le faltarán recomendaciones eficaces<br />

para lograr aproximarse a las celebridades<br />

científicas de aquel centro<br />

universitario del saber". 54<br />

A la par que estas pioneras de la<br />

medicina, hubo algunas jóvenes más<br />

decididas que se atrevieron a incursionar<br />

en áreas del conocimiento<br />

consideradas como exclusivamente<br />

masculinas. Egresada de la Nacional<br />

Preparatoria, María Sandoval cursó<br />

la carrera de abogada entre 1892 y<br />

EXPEDIENTE Académico de María Sandoval.<br />

A r c h i v o H i s t ó r i c o U n i v e r s i t a r i o<br />

1897, durante lo cual disfrutó de una pensión mensual<br />

para "fomento de sus estudios", no obstante que en alguna<br />

ocasión sus calificaciones fueron inferiores a las<br />

exigidas a los y las alumnas becadas. Incluso, recibió $45<br />

para "expensar los gastos de recepción en dicha escuela",<br />

lo que muestra la disposición oficial favorable hacia las<br />

estudiantes. Sin embargo, esta "simpatía" no dio lugar a<br />

un trato de excepción; en términos generales, las futuras<br />

profesionistas se atuvieron a las mismas reglas que sus<br />

compañeros y, si ocasionalmente gozaron de algún beneficio,<br />

fue dentro de lo estipulado por la legislación y<br />

la práctica escolar.<br />

El examen profesional de María Sandoval (julio<br />

de 1898) atrajo el interés de la prensa. El Imparcial<br />

además de referirse a su corta edad, que "apenas ocultará<br />

unos 22 años de edad" y a su agradable presencia,<br />

subrayaba el acierto y precisión de sus respuestas,<br />

prueba —decía— de los "profundos conocimientos<br />

que ha adquirido en derecho". De acuerdo con algunos<br />

abogados asistentes al acto, la tesis profesional de<br />

la joven era "una verdadera pieza jurídica", reflejo del<br />

brillante papel que había hecho durante su práctica<br />

como pasante, en la que destacaba particularmente el<br />

juicio en que Sandoval logró demostrar la inocencia<br />

de una mujer acusada de asesinato. 55<br />

El Mundo aprovechaba el "inusitado acto" para atacar<br />

"la doctrina antifeminista", partidaria de la división sexual<br />

del trabajo y apoyar el valor de estas<br />

primeras profesionistas, cuyo empuje<br />

le resulta digno de ejemplo, pues<br />

les permitía emanciparse de la tutela<br />

masculina, bastarse a sí mismas y<br />

procurarse, mediante el estudio y el<br />

trabajo, una posición digna y medios<br />

para subsistir. En tono realista<br />

observaba que "la mujer come igual<br />

que el hombre" y, como él, debía<br />

de estar suficientemente preparada<br />

para enfrentarse a la vida:<br />

"...Por eso, cuando una Matilde<br />

Montoya o una María Asunción<br />

Sandoval se sobreponen a esas<br />

preocupaciones, estudian, pasan<br />

exámenes y conquistan un título<br />

profesional, las aplaudimos, las felicitamos,<br />

y las consideramos como<br />

los apóstoles y las precursoras de la<br />

rehabilitación de la mujer". 56<br />

51 V. de Mier, "La vida de una doctora mexicana. Matilde Montoya y su alto y noble ejemplo", El Hogar, 5 de febrero, 1936, p.14.<br />

52 [Carta de Matilde Montoya al Secretario de Justicia e Instrucción Pública], cesu, ahunam, exp. 10726, f.25.<br />

53 Laureana Wright, op.cit., p.53.<br />

54 "La cuarta doctora mexicana", El Imparcial, 19 de febrero de 1907, p.3. Sobre la trayectoria académica y profesional de Montoya véase Laureana Wright, "Sra.<br />

Soledad Lafragua de Montoya" y "Matilde P. Montoya" en <strong>Mujeres</strong> notables mexicanas, 1910, pp.529, 533 y 534-541, respectivamente. Este último también en Las<br />

Hijas del Anáhuac, 1° de enero, 1888; Lourdes Alvarado, "Matilde Montoya: primera médica mexicana", Ciencia y desarrollo, México, conacyt, septiembre/octubre,<br />

1994, pp.70-73; Cano, op.cit., pp.61-64.<br />

55 "La primera abogada mexicana. Aprobada por unanimidad", El Imparcial, 11 de julio, 1898, p.3.<br />

56 "La regeneración de la mujer. Un jurisconsulto del bello sexo", El Mundo, 14 de julio, 1898, p.1.<br />

G a c e t a H i s t ó r i c a d e l a B U A P<br />

[7]


C a s a d e l a M e m o r i a U n i v e r s i t a r i a<br />

Otro escritor atraído por el tema fue "Juvenal",<br />

quien en el Monitor Republicano comentaba la novedosa<br />

presencia de algunas alumnas en la Escuela de<br />

Jurisprudencia, futuras abogadas que fungirían como<br />

jueces, magistrados o representantes del Ministerio<br />

Público y que por su capacidad intelectual y "sexto<br />

sentido" atemorizaban a sus colegas del sexo opuesto.<br />

Lo importante, decía, es que "en nuestra patria, la mujer<br />

ya ocupa la tribuna, ya diserta, ya perora; ¡quien<br />

quita que andando el tiempo la veamos en los escaños<br />

del Congreso predicando en contra de la reelección!" 57<br />

Aunque no queda claro si en el escrito de Juvenal predomina<br />

el temor o gusto por el avance femenino, lo<br />

cierto es que, poco a poco, la opinión pública se iba<br />

acostumbrando a la creciente participación de las<br />

mexicanas en cuestiones de carácter público. 58<br />

La profesora Dolores Correa Zapata, representativa<br />

de la vanguardia intelectual y profesional que a través de<br />

la revista La Mujer Mexicana luchaba por la superación<br />

femenina, era bastante más crítica. Lejos de concretarse a<br />

celebrar los méritos de la primera abogada, cuestionaba<br />

a sus contemporáneos con una pregunta difícil de contestar:<br />

¿por qué en un país de 12 millones de habitantes,<br />

de los cuales siete millones eran mujeres, sólo había una<br />

abogada? Correa Zapata aprovechaba la trayectoria académica<br />

de María Sandoval para denunciar las múltiples<br />

dificultades que impedían el desarrollo profesional de<br />

las mexicanas, pero —aclaraba—, no para perderse en<br />

"inútiles lamentaciones", sino para que su experiencia y<br />

ejemplo ampliaran los horizontes culturales y laborales<br />

femeninos, única forma de contribuir al futuro progreso<br />

de su género. 59<br />

Igualmente comentada fue la inscripción de Dolores<br />

Rubio Ávila en la carrera de ingeniería en 1910,<br />

pues sólo había el precedente de otra joven atraída<br />

por los estudios de ensayador de metales, "pero que<br />

desertó [en] lo mejor de la carrera". 60 Nacida en Chihuahua,<br />

Dolores debió pertenecer a una familia de<br />

T i e m p o U n i v e r s i t a r i o<br />

pocos recursos, pues para continuar sus estudios en la<br />

Nacional Preparatoria solicitó al ministro de Justicia e<br />

Instrucción Pública una pensión o una clase en alguna<br />

escuela primaria nocturna. A manera de justificación,<br />

la estudiante destacaba una conducta y calificaciones<br />

irreprochables a más de amplios conocimientos, certificados<br />

por varios profesores, sobre métodos pedagógicos.<br />

Finalizado el ciclo preparatorio en abril de<br />

1910, Ávila optó por la carrera de metalurgista y solicitó<br />

una de las cuatro becas otorgadas a los estudiantes<br />

de ingeniería de minas , pese a que no era su especialidad.<br />

Se desconoce el resultado de esta gestión, pero en<br />

cambio se sabe que, dos años después, la joven había<br />

cubierto el plan de estudios de la carrera de ensayador<br />

y únicamente adeudaba la parte práctica que, al parecer,<br />

realizó en la Casa de Moneda. 61<br />

Tampoco se conoce la identidad de las otras estudiantes<br />

de Jurisprudencia que menciona "Juvenal", así<br />

como la trayectoria profesional, en caso de que hubieran<br />

ejercido, de María Sandoval y de Dolores Rubio.<br />

Habrá que esperar nuevos estudios sobre la matrícula<br />

femenina de las distintas escuelas nacionales para poder<br />

tener una idea más precisa de estas primeras generaciones<br />

de mujeres profesionistas. 62 La información<br />

recabada hasta el momento refleja que, a partir de la<br />

década de los ochenta del siglo pasado, se empezó a<br />

perfilar un cambio en el comportamiento educativo de<br />

las mexicanas, quienes por vez primera se atrevieron<br />

a pisar las aulas de la Escuela Nacional Preparatoria<br />

y de las escuelas superiores. Gracias al apoyo que les<br />

brindaron algunas autoridades educativas, al espíritu<br />

progresista de sus familiares y al valor y perseverancia<br />

de las jóvenes, paulatinamente, ante la sorpresa y no<br />

pocas veces inconformidad de la sociedad porfirista, se<br />

empezaron a fracturar las estructuras ideológicas que<br />

por siglos impidieron a las mexicanas el acceso al estudio<br />

y ejercicio de las profesiones liberales. La brecha<br />

estaba abierta, lo demás sería cuestión de tiempo.<br />

57 "Juvenal" [Enrique Chávarri], "Charla de los domingos", El Monitor Republicano, 12 de junio, 1892, p.1; El Monitor..., 3 de julio, 1892, p.1.<br />

58 Expediente Académico de Herlinda Rangel, ver imagen en: http://biblioweb.dgsca.unam.mx/diccionario/imagenes/alvarado/doc_enp_194-493.jpg<br />

59 "¡Año nuevo! A la mujer mexicana", La Mujer Mexicana, enero de 1904, p.1.<br />

60 Revista de Revistas, 13 de julio, 1910, p.16. Moisés González Navarro, "El Porfiriato. La vida social", en Daniel Cosío Villegas, Historia Moderna de México,<br />

México, Editorial Hermes, p.636. La alumna desertora puede haber sido Ana Ma. Álvarez, incrita en la Prepratoria en 1892 y aspirante a la carrera de Ingeniería.<br />

ahunam, Escuela Nacional Preparatoria, Inscripciones, caja 1887-1897, libro enp 175, f.38.<br />

61 [Carta de Dolores Rubio al ministro de Instrucción Pública y Belles Artes], ahunam, <strong>Archivo</strong> General, Expedientes de Alumnos, exp. 31189.<br />

62 Hasta la fecha, sólo se cuenta con el trabajo de la Dra. Gabriela Cano sobre la Escuela Nacional de Altos Estudios.<br />

[8]<br />

BENEMÉRITA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE PUEBLA<br />

RectoR: Enrique Agüera Ibáñez<br />

SecRetaRio geneRal: José Ramón Eguibar Cuenca<br />

Tiempo <strong>Universitario</strong><br />

DiRectoR: Alfonso Yáñez Delgado,<br />

DiSeño gRáfico: Armando López Vázquez.<br />

CorreCCión: Carlos Garrido Vargas y<br />

Elizabeth Palacios López<br />

Tiempo <strong>Universitario</strong> es una publicación<br />

del <strong>Archivo</strong> <strong>Histórico</strong> <strong>Universitario</strong>.<br />

Año XIII, número 1, 2010. Aparece quincenalmente. Impreso en:<br />

Litografía Magno Graf. El costo por ejemplar de 8 páginas es de un<br />

peso y cuarenta y dos centavos más iva. Tiraje: Veinte mil ejemplares.<br />

Responsable de distribución: Marcos Medrano Flores. Los autores<br />

son responsables por los textos publicados. Esta publicación se puede<br />

adquirir en La Casa de la Memoria Universitaria, Avenida Reforma 531.<br />

Puebla, Pue., teléfono: 2 32 74 79. Se aceptan colaboraciones de investigación<br />

sobre la vida universitaria.<br />

E-mail: tiempo@siu.buap.mx<br />

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