REVISTA DE AERONAUTICA Y ASTRONAUTICA / Marzo 2004

Santa y Constantinopla donde entregó a nuestro
embajador, Marqués de Almenara, valiosos documentos
e informaciones de sus contactos y
viajes. De regreso a España fue acusado por Fernando
VII sobre su supuesto colaboracionismo
con Francia, exiliándose a este país donde se puso
al servicio de Luis XVIII y viajando en secreto
al Oriente Medio en 1818. Su pista se perdió en
Damasco donde se cree que murió envenenado
en 1822. Nació así la leyenda del Príncipe de los
Abasidas. El segundo personaje, Eugenio de Avinareta,
sería inmortalizado por Pío Baroja, siendo
su acción más sobresaliente al servicio de
Fernando VII el conseguir introducir en la corte
del pretendiente carlista don Carlos, un “dossier”
en el que se acusaba al hombre fuerte del carlis-
El célebre Al Bey, en una ilustración de la época.
mo, general Maroto, de masón. El documento,
bautizado con el nombre de Simancas produjo el
efecto deseado: las tropas carlistas se sublevaron
y Maroto fue acusado de traidor y de esta forma
se asestaría un golpe mortal al carlismo.
Cuando se percibía el Desastre de 1898, España
carecía de unos servicios de información que
le permitieran preparar convenientemente los
planes de operaciones navales para poder hacer
frente a la amenaza norteamericana. Para intentar
reducir en lo posible esta inferioridad, el ministro
de Marina, Auñón, envió al Canadá al teniente
de navío Ramón Carranza, para que desde
dicho país intentara obtener información
sobre los planes navales de Estados Unidos. Carranza
logró crear una red de agentes a su servicio
e introducirla en territorio norteamericano,
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pero sería neutralizada poco después por Ralph
Redfern, miembro de los servicios secretos estadounidenses.
Mientras España no pudo anotarse
ningún éxito en este terreno, Estados Unidos
consiguió neutralizar una adquisición para nuestra
Armada de dos cruceros de 3.430 toneladas,
que los astilleros británicos de Vickers-Armstrong
construían para Brasil. Estas modernísimas unidades
no pudieron incorporarse a la Escuadra española
y pasarían a incorporarse a la flota norteamericana
mediante una inteligente acción de los
servicios de Inteligencia de Estados Unidos.
LOS SERVICIOS DE INTELIGENCIA EN LAS
SOCIEDADES MODERNAS
Durante el pasado siglo XX los países más desarrollados
comenzaron a crear un número variable
de Servicios de Inteligencia, cuyo número
y entidad no fueron fijados al azar, sino como resultado
de una serie de factores que influyeron
tanto en la constitución de dichos Servicios como
en la asignación de competencias. Inicialmente
tuvieron un matiz militar en la mayoría de
los casos, pero posteriormente fueron adquiriendo
un fuerte carácter civil y en las organizaciones
actuales coexisten Servicios de Inteligencia
militares y civiles. Las naciones en las que tales
organizaciones comenzaron a tener un desarrollo
más completo son aquellas que se vieron envueltas
en las dos Guerras Mundiales y en las
mismas se fueron creando unas estructuras, llamadas
Comunidad o Sistema Nacional de Inteligencia
(en Gran Bretaña se conoce hoy día como
Central Intelligence Machinery”) que coordinan
las actividades de todos los Servicios. La
mayoría de los países que permanecieron neutrales
o afectados por conflictividades internas volcaron
básicamente el esfuerzo informativo hacia
el interior y su evolución hacia la creación de
idénticas estructuras de Inteligencia ha sido lenta,
tímida e incompleta.
Por otro lado las sociedades modernas fueron
conscientes del poder e influencia de los Servicios
de Inteligencia, tanto por la gran cantidad
de información de todo tipo que pueden obtener
y elaborar como por la sensibilidad de la misma,
pues una concentración informativa excesiva podría
convertirse en un peligro potencial para el
propio Estado. Esta fue otra de las razones por la
que las sociedades desarrolladas han venido diversificando
las áreas y competencias de los Servicios.
Otro de los factores que han influido en
estas organizaciones ha sido el modelo de sociedad
pues según sea la estructura del estado en
que se asienta, democrático o no, se han engendrado
distintos tipos de servicios. En una sociedad
democrática los Órganos de Inteligencia estarán
al servicio del Estado pero en una de régi-
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