jesuitas y culturas indigenas - Universidad Católica Boliviana
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JESUITAS Y CULTURAS INDIGENAS<br />
PERÚ 1568-1606'"<br />
SU ACTITIJD. MÉTODOS y CRITERIOS DE ACULTIJRACION<br />
(Primera parte) ••<br />
SUMMARY<br />
por XA VIER ALBÓ<br />
This artic1e, of which the second part will appear in<br />
the next number of this magazine, attempts: to resolve<br />
what was the Christian-Hispanic-Indian synthesis toward<br />
which the Jesuits aspired to lead the Indians of the vast<br />
territory of the viceroyalty of Peru in the years 1568 to<br />
1605; to present the concrete means used to reach such a<br />
synthesis and, finally, to show the criteria that guided<br />
their action.<br />
The artic1e begins with a background description<br />
defining the historic lirnits, Peruvian society is outlined,<br />
and a panoramic view of the ecc1esiastical situation is<br />
given. After this prior general orientation, the subject<br />
is treated frorn two angles: evangelization techniques and<br />
analysis of the criteria and príncíples of acculturation<br />
underlying the techniques,<br />
Discussion is given to the conflict motivated by the<br />
contradiction between the regulations of the Society and<br />
the custom, already well established in Peru, of receiving<br />
stipends and establishing doctrines. This antithesis was<br />
converted into synthesis in Juli and reached its culrnination<br />
in the reservations.<br />
" En concordancia con el programa de investigaciones antropológicas<br />
que ha puesto en marcha este Instituto al través de los países que integran<br />
el núcleo andino, hemos creído oportuno incluir aquí el presente estudio<br />
del señor Xavier Albó, el cual trata de un tema escasamente explorado por<br />
los estudiosos de los primeros contactos hispano-indígenas, a saber: el de los<br />
procedimientos e ideas que siguieron los introductores de la fe cristiana en<br />
el Perú al extender sus actividades hasta los grupos más aislados de esa<br />
tierra.<br />
En el curso de este relato se podrá ver no sólo el celo humanista de esos<br />
primeros misioneros sino, también, el modo de reaccionar indígena que nos<br />
permite atisbar algo de su psicología original y, lo que es más significativo,<br />
la forma como se fueron sentando las bases de las primeras instituciones<br />
cristianas que habrían de constituir el núcleo de la cultura indo-hispana.<br />
Por todo lo anterior, el trabajo que ahora presentamos constituye una valiosa<br />
contribución al conocimiento de esa etapa de auténtica gestación cultural.<br />
"" La segunda y última parte de este artículo aparecerá en el próximo<br />
número de América Indígena. Los títulos completos de las obras, la explicación<br />
de las siglas y los apéndices se publicarán al final de la mencionada<br />
segunda parte.<br />
América Indígena. - Vol. XXVI, N~ 3. - Julio, 1966.
252 América Indígena<br />
ción (Capítulo II). El segundo, más interior, se detiene en analizar<br />
los criterios y principios para aculturación que subyacen en dichas<br />
técnicas (Capítulo III). En ambas partes no hacemos más que trazar<br />
una ruta, conscientes del carácter elemental de nuestro estudio.<br />
El tiempo no nos permitía internarnos en las fuentes en forma<br />
exhaustiva. En la bibliografía hemos procurado recopilar el material<br />
necesario para profundizar en la línea esbozada. En la escritura de<br />
nombres indígenas adoptamos de ordinario la forma hispanizada,<br />
excepto cuando queremos subrayar la pronunciación auténtica o reproducirnos<br />
textos de la época. Si no se indica lo contrario, en las<br />
obras citadas en las notas nos referimos a la edición recensionada en<br />
la bibliografía.<br />
Marco temporal<br />
l. EL CUADRO DE FONDO<br />
La época que estudiamos corresponde casi exclusivamente al reinado<br />
de Felipe II 0556-1598). Sólo hacia el final entra en escena<br />
Felipe III 0598-1621). Es época de consolidación y organización<br />
más que de conquista. Circunscribiéndonos al Virreinato del Perú,<br />
cuando en 1568 los <strong>jesuitas</strong> pongan pies en Lima, estarán ya virtualmente<br />
superadas las etapas previas al típico Perú colonial: descubrimiento,<br />
conquista del Imperio Incaico y guerras civiles entre pizarristas<br />
y almagristas. Quedan ciertamente tierras por descubrir o conquistar,<br />
sobre todo en las zonas limítrofes del Tahuantinsuyo: el mundo<br />
abierto de los grandes llanos del Amazonas y del Paraguay, los<br />
araucanos, erc., y los españoles realizan frecuentes incursiones en ellas.<br />
Queda también el reducto incaico de Vitcos, que acabará con la deplorable<br />
ejecución de Tupac Amaru, ordenada por el Virrey Toledo en<br />
1571. No faltan tampoco algunos disturbios entre españoles, como<br />
el famoso motín de las alcabalas en Quito, en 1593. Pero en conjunto<br />
podemos decir que estamos en la etapa consolidadora.<br />
Dentro de ella debemos subrayar el virreinato de Francisco de<br />
Toledo 0569-1630). Con sus absolutismos y en medio de su discutida<br />
personalidad es un mojón importante.' Es él quien da el impulso<br />
1 CE. LeviIlier, Don Francisco. .. Sobre sus relaciones tirantes con los<br />
<strong>jesuitas</strong>, cf. MP, Il, 74 y nota 58; Il, 743 y nota 23; Egaña, El Virrey ...<br />
Jesuitas y <strong>culturas</strong> indígenas 253<br />
decisivo al sistema de reducciones," el que da fin al últirno esfuerzo<br />
serio de resistencia incaica y -en el ámbito de nuestro estudio-es<br />
Toledo el que, casi diríamos, obliga a Jos <strong>jesuitas</strong> a hallar la<br />
forma de encajar el sistema de doctrinas dentro del sistema jesuítico.<br />
Divisiones sociales<br />
La sociedad del Perú se halla dividida en una minoría española<br />
dominante, que reside principalmente en las ciudades o "poblados de<br />
españoles" y una gran mayoría indígena sometida. Es difícil dar cifras<br />
concretas. Un autor reciente sugiere para 1570 una población total<br />
de poco más de 2.300,000 habitantes en los actuales territorios de<br />
Perú-Bolivia y de 1.600,000 para los territorios cincunvecinos que<br />
hoy forman Chile-Argentina-Paraguay-Ecuador. 3 Lima, Potosí y Cuzco<br />
son las ciudades con mayor porcentaje de españoles, aunque sólo<br />
2 "Vine a tener evidencia que en ninguna manera los indios podían<br />
ser catequizados, doctrinados y enseñados, ni vivir en policía civil y cristiana<br />
mientras estuviesen poblados como estaban en las punas, guaicos y<br />
quebradas y en los montes y cerros donde estaban repartidos y escondidos ...<br />
allí vivía cada uno con la libertad que quería en cuanto a la ley porque<br />
no se podían doctrinar, y lo demás en vicios, borracheras, bailes y taquíes<br />
muy en perjuicio de sus vidas y salud ... ; para que esto se facilitase, como<br />
se hizo, se pasaron y sacaron en las reducciones a poblaciones y lugares<br />
público y se les abrieron las calles por cuadras conforme a la traza de los<br />
lugares de españoles... para que pudiesen ser visros y visitados de la<br />
justicia y sacerdotes. .. y que se fundase el lugar de la cantidad de indios<br />
tributarios que pudiesen doctrinar uno o dos sacerdores ... , dando a cada<br />
sacerdote de cuatrocientos a quinienros indios tributarios que doctrinase ...<br />
y para esto en todo el reino se añadieron más de cuatrocientos sacerdotes."<br />
Toledo, cit. en Ybot, I, 450s.<br />
El sitio del emplazamiento debía escogerse de acuerdo con los caciques<br />
y principales del lugar. Hay un buen resumen de las reducciones vistas desde<br />
el punto de vista misionero en Plaza, Memorial ... , A HSI, XXX (1961),<br />
236-8.<br />
3 Céspedes, en Historia Social ... , IIl, 402. Kubler calcula que en 1561<br />
las Audiencias de Lima y Charcas, aproximadamente correspondientes a las<br />
actuales repúblicas de Perú y Bolivia, contaban en 1561, sin los españoles,<br />
1.490,000 indios censados, y sólo 1.231,000 en 1586 (HSAI, 334). Sobre<br />
la disminución del número de incas (sin contar otros géneros de indios),<br />
d. Rowe, HSAI, 184.
256<br />
América Indígena<br />
gáneas, desde Nicaragua hasta La Imperial, al Sur de Chile. Las<br />
sedes episcopales más cercanas eran Cuzco y Charcas. En 1569 el<br />
número aproximado de eclesiásticos en el Virreinato era 350, repartidos<br />
por 477 repartimientos de indios; pero se calculaba que eran<br />
necesarios 1,500 curatos."<br />
Más de treinta años de trabajo de los doctrineros y de las tres<br />
órdenes religiosas habían dado como resultado el bautismo de la<br />
gran masa de población, si exceptuamos las regiones limítrofes y un<br />
número variable de casos ocultos en las diversas comunidades,"<br />
El fuerte apoyo financiero, político y planificador de la Corona había<br />
contribuido enormemente al resultado. Sin embargo, el éxito era<br />
más superficial que en México.'? Pueden enumerarse entre otras, las<br />
8 Según un memorial anónimo en CDIA v.94, 172. En los siguientes<br />
años el número creció considerablemente. Toledo (d. nota 2) 10 incrementó<br />
en más de cuatrocientos. A fines de siglo Sto. Toribio de Mogrovejo nos<br />
da los siguientes datos, sólo para la ciudad de Lima: cuatro curas, noventa<br />
y cinco sacerdotes, quinientos veintiocho religiosos y frailes (sin distinguir<br />
cuáles son sacerdotes), treinta diáconos, treinta subdiáconos, trescientos cincuenta<br />
monjes. Para calcular la proporción de <strong>jesuitas</strong> establecidos en la capital,<br />
con relación a los demás religiosos puede ser útil el detalle de los ocho<br />
conventos: dominicos ciento cuarenta, agustinos cinto veinte, franciscanos<br />
ciento diez, merced arios y <strong>jesuitas</strong> setenta, carmelitas ocho. Carta Relación de<br />
Sto. Toribio en 1598, reproducida por Cobo como apéndice a Fundación<br />
de Lima (libro I1I, c.37; en BAE v.92, 457-60).<br />
9 Así los <strong>jesuitas</strong>, al llegar a Huaruchiri en 1570, bautizaron a ciento<br />
cincuenta adultos. Gómez a S. Francisco de Borja, MP, 1, 521. C/' Acosta<br />
en Anua 1578.<br />
10 Según Borges, tanto en México como en Perú hay testimonios sombríos;<br />
pero los del Perú "abundan más y son más decisivos, e incluso de<br />
más valor" que los optimistas (p. 482). CI. también Kubler, HSAI, 347,<br />
403. He aquí dos testimonios citados por Borges (p. 486): "de más de<br />
trescientos mil hombres que estaban bautizados, no había en ellos cuarenta<br />
que fuesen cristianos, que tan idólatras estaban ahora como antes" (Vaca de<br />
Castro ante la asamblea de provinciales de las órdenes religiosas del Perú, en<br />
1565; en carta a S.M., en Lisson, II, 295). En 1567 son los mismos provinciales<br />
que afirman: "Es muy verosímil que, si los españoles faltasen de<br />
esta tierra, los indios bautizados apostatarían de la fe y volverían a sus<br />
idolatrías y ritos" (Parecer del Arzobispo de Lima y Provinciales y [rayles<br />
del Perú, Lima 8 enero 1567, en Lisson, II, 345.)<br />
Confróntese el dato de la primera cita (400,000 bautizados: ¿incluye<br />
mujeres y niños?) con la población total, según nota 3.<br />
Jesuitas y <strong>culturas</strong> indígenas 257<br />
siguientes causas: las guerras civiles entre españoles; el brillo de la<br />
plata; 11 y quizás el hecho de haber sido algo posterior el descubrimiento<br />
y conquista del Perú, por lo que las órdenes que ya habían<br />
enviado personal a México, enviaron gente de inferior calidad al<br />
Perú.l'' Un índice significativo de estas mayores deficiencias es que<br />
la producción de obras en lenguas indígenas durante los cincuenta<br />
primeros años del Perú español equivale sólo al 5 % de la producción<br />
análoga durante los 50 primeros años del México español.P<br />
Había buenos predicadores del Evangelio, y ya en 1540 se habla<br />
de una primera obra en quechua y poco después de otras más, debidas<br />
todas ellas a los padres dorninicos.l! El arzobispo Loayza, por su<br />
parte, había convocado en Lima dos sínodos para vitalizar más los<br />
cuadros eclesiásticos, y su sucesor convocará el tercero y más trascendente.<br />
Valera, en medio de un negro cuadro de la conquista y evangelización,<br />
nos habla de un puñado de sacerdotes, religiosos y<br />
seglares excelentes: "no faltaban destos, sino que eran los que<br />
menos podían"." Pero el campo era inmenso y los sacerdotes pocos,<br />
en su mayoría inutilizados por el desconocimiento de la lengua. Para<br />
asegurar al menos el bautismo, se alquilaban a veces doctrineros o<br />
simples aventureros más interesados en el cobro que en la salvación<br />
11 Acosta no condena absolutamente la búsqueda del oro y plata, si se<br />
observan las condiciones de la ley: "no suceda que acabándose el comercio,<br />
se abandone también el trabajo de la predicación del evangelio" (Pro c.,<br />
290s) .<br />
/' 12 "La Nueva España, como primogénita, se llevó a los principios la<br />
nata, .Io cual no se acertó tanto para este Reino." Toledo a S.M., Cuzco,<br />
1 marzo' 1572, en Borges, 372.<br />
13 Confróntense los datos de Ricard (La Conquista... Apéndice, p.<br />
505-10) y Rivet (1, 1-22, y apéndice al fin de t. IV) en sus respectivos<br />
inventarios de obras en lenguas indígenas. Ricard recensiona 109 escritas<br />
entre 1521 y 1572 (Conquista de México, 1521); Rivet sólo halla 5 más<br />
alguna otra de fecha imprecisa, escritas entre 1533 y 1584 (Conquista del<br />
Cuzco, 1533).<br />
14 Rivet, ibid. La primera publicación de los agustinos es de 1585, y<br />
de los franciscanos en 1598. Según Valera, los dominicos y mercedarios se<br />
interesaron más que los agustinos y franciscanos en aprender lenguas indígenas<br />
(Costumbres, 76).<br />
15 Costumbres, 66. CI., 62-70.
258 América Indígena<br />
de los indios.l" El nombre de "encomendero" se refería a que cada<br />
uno de ellos tenía oficialmente encomendada la cristianización de un<br />
determinado número de indios y por tanto debían mantener a un cura,<br />
y teóricamente también una escuela; pero ya se puede suponer en<br />
qué quedaba la realidad.l? Y nada debe extrañarnos que la vida<br />
aislada del doctrinero en un ambiente de dinero y costumbres precristianas<br />
le hiciera desmerecer con más frecuencia de la deseada.<br />
A todo esto sumemos el entibiamiento religioso general en la empresa<br />
misional de Indias en la segunda mitad del siglo XVI, después de<br />
los primeros entusiasmos. lB<br />
La llegada de los <strong>jesuitas</strong><br />
A este mundo de aventura, grandezas y miserias llegan los <strong>jesuitas</strong><br />
en 1568. Ya en tiempos de San Ignacio se había pensado en el<br />
Perú: en 1555 fueron dos padres a Sanlúcar para embarcarse en la<br />
16 Arriaga habla de mercenarios alquilados por los encomenderos y<br />
que sólo se preocupaban de comer y vivir bien, por lo que los indios los<br />
llamaban "viccaraycu" (wijsarayku: por razones de estómago). Extirpación,<br />
p. 36. Lo mismo Calancha en su Coránica, p. 122. La 3a Acción de'l III<br />
Concilio de Lima se ocupó largamente de la reforma de vida de clérigos y<br />
doctrineros. Véase en Levillier, La Organización ... 11, 204 ss.; el. también<br />
4a. Acción, c. 18, ibid., 227.<br />
17 Cuota que, según La Gasca, en 1553 los encomenderos debían<br />
entregar al doctrinero: Cada mes que pasara ocupado en la doctrina se le<br />
proveería de una fanega de trigo, dos y media de maíz, un cerdo de año<br />
y medio para arriba, una fanega de papas, ventiséis aves de Castilla, la<br />
mitad de ellas hembras, dos pares de alpargatas y un cestillo de ají; cada<br />
día, de pescado, diez huevos, leña, hierba para la cabalgadura, dinero en<br />
líquido y todo lo demás que necesitase. La entrega debían hacerla los indios,<br />
pero financiarla el encomendero (Los Reyes, 12 junio 1553, en CDIA, v.<br />
25, 20 s.) No tendrían mucho interés los encomenderos en recibir tales<br />
visitas de los doctrineros ...<br />
rs Borges, 538s. cj., 482-91. Las primeras impresiones de los <strong>jesuitas</strong><br />
son pesimistas en alto grado. Aun admitiendo en ellas algo de los "fervores<br />
alarmísticos de novicios sin una visión general de la realidad" (Borges,<br />
542; cj., 121 s.), parecen estar en lo cierto en el conjunto de sus apreciaciones.<br />
Su defecto consiste en no pintar tanto los esfuerzos positivos,<br />
más laudables por tener que superar tantos obstáculos; y también una cierta<br />
ingenuidad de creer que lo arreglarán todo en pocos años. Proc. (de Acosta )<br />
es una buena apreciación de conjunto, aunque no exenta de las limitaciones<br />
indicadas (el. 281, 322 s., 385, ete.).<br />
J emitas y crút11ras indígenas 259<br />
armada de aquel año; pero a última hora falló el permiso gubernamental."<br />
En 1566 llegaron los primeros <strong>jesuitas</strong> a América (Florida-<br />
Cuba-México) y dos años más tarde partían dos expediciones, de<br />
ocho sujetos cada una, hacia México y Perú. Se multiplican rápidamente<br />
gracias tanto a las expediciones desde España como a los<br />
recibidos en el Perú. Siete meses después de haber llegado los ocho<br />
primeros, ya hay treinta <strong>jesuitas</strong>,"? y en 1579 son ciento dos de los<br />
que cuarenta son sacerdotes. El catálogo de 1583 nos da la cifra de<br />
ciento treinta y seis sujetos repartidos en la siguiente forma: setenta<br />
y dos en Lima (diecinueve sacerdotes y diecisiete coadjutores; los<br />
demás son estudiantes y novicios), veintidós en el Cuzco (diez sacerdotes),<br />
diez en Arequipa (seis sacerdotes), dieciseis en Potosí (ocho<br />
sacerdotes), seis en La Paz (tres sacerdotes), trece en las doctrinas<br />
de ] uli (nueve sacerdotes) y dos en la de Cercado (un sacerdote) .21<br />
Datos posteriores indican 279 sujetos en 1601, y 376 en 1607.<br />
En 1613, sin contar ya las regiones independizadas de Nueva Granada<br />
y de Paraguay (con Chile y Tucumán), son 365. 22 Por esta<br />
época la Compañía iba evolucionando de modo que en lo que ahora<br />
llamamos Perú se insistía más en la labor de las ciudades, y en<br />
cambio en la periferia entraban en su apogeo las misiones del<br />
Paraguay, Mojos, Araucanos, etc. 23 En el cuadro y mapa del apéndice<br />
subrayamos los datos históricos y geográficos más significativos en<br />
nuestro estudio.<br />
El influjo ejercido por la Compañía fue sin duda notable. Lo reconocen<br />
los autores de las diversas tendencias. Tschopik llega a<br />
identificar la edad de oro colonial en la región aymara con la llegada<br />
19 Granero, 41, 43.<br />
20 Bracarnonte, Anua 1568, en MP, 1, 252.<br />
21 Catálogo a principios de 1583, en MP, m, 217-41.<br />
22 Asrrain, v. 4, 507.<br />
23 Nótese el contraste. En 'los mismos años en que Arriaga y sus compañeros<br />
llevaban a cabo una dura campaña extirpadora de idolatría (el. inlra.<br />
Cap. 111, d, Esfera religiosa, Ante las idolatrías de los indios convertidos),<br />
en la vecina provincia del Paraguay-Chile se fomentaban entradas por vía<br />
pacífica a los indios no cristianos (el. mira. Cap. II, e, Entradas a indios no<br />
cristianos). Sobre el carácter periférico de las residencias de <strong>jesuitas</strong> desde el<br />
siglo XVII, el. Lopetegui, 169.
260<br />
América Indígena<br />
de los <strong>jesuitas</strong>." Pero no hay que caer en la miopía de pensar que<br />
ellos son los únicos o que no tuvieron errores. Piénsese por ejemplo<br />
en el gran papel desempañado por Santo Toribio de Mogrovejo y<br />
su Il l Concilio de Lima o en las empresas misionales de San Francisco<br />
Solano; y por otro lado los juicios pesimistas a que aludíamos<br />
más arriba se repiten a fin de siglo e incluyen a los <strong>jesuitas</strong> en<br />
ellos."<br />
24 En HSAI, 509. Añade, con todo, que no lograron extinguir la religión<br />
autóctona. Véanse también los elogios de Sto. Toribio en carta a<br />
Aquaviva, de 25 abril 1584 (MP, Hl, 415 s.) En la relación citada en<br />
nota 8, sólo dedica comentario encomiástico a los <strong>jesuitas</strong>. C], con todo las<br />
diferencias con ellos en Cercado (infra. Cap. n, Segunda condición: fácil<br />
acceso a una casa principal de la compañía y nota 100). Son frecuentes los<br />
testimonios laudatorios de ]uli, ci. Pastells, 1, 93, nota. Como ejemplo de<br />
autor de menor filiación religiosa que alaba la labor general de los <strong>jesuitas</strong><br />
con los indios, cj., Otero, 164, 379, 416.<br />
25 El visitador P. Páez tuvo que expulsar a 6 ó 7 sacerdotes y a varios<br />
hermanos (Astrain v. 4, 534). C]. mfra. Cap. In, d, Esfera religiosa, Ante<br />
las idolatrías de los indios convertidos. En concreto, la labor jesuítica en las<br />
doctrinas era numéricamente mínima con respecto a la de otras órdenes.<br />
Mientras los <strong>jesuitas</strong> tenían sólo cinco doctrinas, de las que cuatro estaban<br />
concentradas en ]uli, obispado de Charcas, en el resto de dicho obispado<br />
había 146 doctrinas confiadas a otros religiosos, varias de ellas en la misma<br />
región del Titicaca, donde los dominicos, expulsados por Toledo al entregar<br />
]uli a los <strong>jesuitas</strong>, regresaron con éxito del que es muestra aún la grandiosa<br />
iglesia de Pomata, C]. Relación de Líes. Cepeda y Vera, 14 de febrero 1585,<br />
en MP, IlI, 1585; Wethey, 157 ss. Aun los iniciadores de la futura provincia<br />
del Paraguay recibieron los primeros rudimentos de guaraní de una<br />
gramática que les ofreció un franciscano doctrinero (Astrain, v. 5, 505).<br />
Jesuitas y <strong>culturas</strong> indígenas 261<br />
n. OBJETIVO FUNDAMENTAL Y MEDIOS<br />
PARA LOGRARLO<br />
EL OBJETIVO FUNDAMENTAL: CRISTIANIZACIÓN DEL INDIO<br />
Sabido es que el aspecto focal básico al que convergían todos<br />
los demás esfuerzos del jesuita para con el indio era la plena conversión<br />
de éste al cristianismo. Podrá dudarse si este objetivo es o<br />
no el decisivo en toda la acción de España en América; pero no cabe<br />
ponerlo en duda cuando se trata de la acción del misionero, y más<br />
tratándose de los miembros de una orden de reciente fundación.<br />
Incluso, hablando más en general, el principal intento con que<br />
la Compañía pasa al Perú es precisamente para emplearse en la<br />
evangelización de los naturales, más que en la de los españoles<br />
establecidos en Indias. Este lema se repite con ligeras variantes en<br />
las cartas de y a Roma, sobre todo a partir de la primera Congregación<br />
Provincial de los <strong>jesuitas</strong> del Perú, en 1576, que es también la<br />
primera y en alguna forma decisiva autoreflexión y programación<br />
que se trazan los <strong>jesuitas</strong> peruanos." El mismo lema reaparece como<br />
motivo principal en la aceptación de nuevas fundaciones, sobre todo<br />
los colegios de La Paz, Potosí y desde luego las doctrinas y casas<br />
de Tucumán, Paraguay y Oriente Boliviano."<br />
Sin embargo, esta misma insistencia nos plantea el problema de<br />
si en realidad era ésta ciertamente la principal actividad de los<br />
<strong>jesuitas</strong> o si sucumbían a la tendencia a ejercer apostolado entre<br />
los españoles. En las cartas de la época se notan oleadas. El provincialato<br />
del P. Acosta es una época de impulso para el trabajo entre<br />
indios. Con el P. Piñas se observa un enfriamiento 28 contrarrestado<br />
por el siguiente provincial, P. Atienza, en cuya época se llevan<br />
a cabo, entre otras, las fundaciones del Tucumán y de Santa Cruz.<br />
A fin de siglo parece que el entusiasmo por este trabajo es bastante<br />
general. La Historia Anónima de 1600 refleja el ambiente con sus<br />
largas relaciones de ministerios entre indios en los colegios y de<br />
26 MP, Il, 59. Ci. ibid., 382, 655 s.; III, 207, y sobre todo los documentos<br />
85 y 100 de Aquaviva (III, 381-85 y 436-50). ct. también /1.1600,<br />
1, 219, n, 400-2, etc.<br />
27 MP, 1, 488, n, 148.<br />
28 Véanse por ejemplo las quejas del futuro provincial del Paraguay en<br />
MP, III, 361-63 y las cartas del futuro provincial del Perú. Atienza, ibid.,<br />
253, 406 y del antiguo provincial Acosta, ibid., 644. Los documentos de<br />
Aquaviva, cit. en nota 26, eran una reacción contra este enfriamiento.
262 América Indígena<br />
misiones a nuevas zonas. De hecho, en 1601 el P. Alvarez de Paz<br />
ha de precaver precisamente del celo indiscreto en favor de los<br />
indios, descuidando la formación de gente bien preparada para gobernar<br />
y planear. Propone un porcentaje del 70% dedicados a<br />
indios para llegar al justo medio. De donde parece deducirse que<br />
en realidad se superaba este prornedio.P" Las cifras contenidas en<br />
diversas cartas nos dan los siguientes resultados:<br />
1568: de un total de cinco sacerdotes, dos se dedican a los indios;<br />
1569: de un total de nueve sacerdotes, siete se dedican a los<br />
indios; 30<br />
1570: se aceptan las doctrinas de Cercado y Huaruchiri con cinco<br />
sacerdotes fijos en ellas.P!<br />
1578: el P. López se queja al P. Visitador:<br />
e e ••• no sé qué se quiere dezir ni qué esperar para adelante,<br />
que de diez y ocho subjetos que vienen de España uno solo,<br />
y ése el más ruin claramente, se inbíe para indios".32<br />
El P. Acosta, por la misma época nos dice que de los ciento<br />
dos sujetos (cuarenta sacerdotes) que entonces contaba el<br />
Perú, veinticuatro saben la lengua; y poco más adelante<br />
añade que de los seis sacerdotes y ocho hermanos que están<br />
en el colegio del Cuzco, se dedican a indios tres padres y<br />
un hermano.i"<br />
1601: de un total de ciento cinco sacerdotes, ochenta saben la<br />
lengua; en el Cuzco, nueve sacerdotes sobre un total de doce se<br />
dedican a los indios.P"<br />
Los MEDIOS<br />
El principal problema teórico-práctico con que tropezaban los<br />
<strong>jesuitas</strong> para cumplir su cometido era la incompatibilidad entre<br />
29 Astrain, v. 4, 545.<br />
30 Tiruel, Relación al Rey en 1601, en Mateas, Introduccióna A1600,<br />
1, 41 s. Lopetegui (p. 117 s.) se refiere al mismo documentopero aumenta<br />
a tres los sacerdotesdedicadosa indios en 1568.<br />
31 Anua 1570, en II1P, 1, 411 ss. La provincia del Perú tenía entonces<br />
catorcepadres, de los que dos murieron, uno en Huaruchiri y otro en Lima.<br />
32 Andrés López,desde juli, 6 agosto 1578. En MP, Il, 382.<br />
33 Al P. General, 11 abril 1579, en II1P, n, 608 s., 616.<br />
34 Tirue!, 1, cit. en nota 30.<br />
Jesuitas y <strong>culturas</strong> indígenas<br />
las doctrinas, el método fundamental utilizado hasta entonces en el<br />
Perú para evangelizar indios, y las regulaciones y modo de ser interno<br />
de la Compañía. Las doctrinas comprometían a cura permanente de<br />
almas y basaban en buena parte su economía en los estipendios recibidos<br />
de los indios. La Compañía era la más reciente de las órdenes<br />
religiosas y consideraba como uno de sus más queridos aportes a la<br />
Iglesia su nuevo enfoque de la vida religiosa, que le daba movilidad<br />
y más desprendimiento para conservar su vigor y atender con facilidad<br />
a las urgencias del momento. El Instituto de la Compañía era<br />
la serie de principios en que se recapitulaba este nuevo espíritu: y el<br />
Instituto prohibía taxativamente atarse a un lugar determinado con<br />
cura de almas o recibir estipendios. No es de extrañar, pues, que los<br />
<strong>jesuitas</strong> miraran con cierto recelo la aceptación de doctrinas e intentaran<br />
otros medios de influir en los indios. Con el tiempo la dialéctica<br />
doctrinas-Instituto llegó a una síntesis, que se vislumbra en Juli y<br />
logra su plenitud en las reducciones del Paraguay. Para entender<br />
mejor todo el conjunto estudiaremos primero los intentos de trabajar<br />
con los indios sin inmiscuirse con doctrinas, y al final nos detendremos<br />
en este último tema, más intrincado:<br />
a. Trato con indios en los colegios de españoles.<br />
b. Misiones entre indios ya cristianos.<br />
c. Entradas a indios no cristianos.<br />
d. Colegios para hijos de caciques.<br />
e. Doctrinas.<br />
a) Trato con indios en los colegios de españoles<br />
Para los <strong>jesuitas</strong> del siglo XVI colegio quería decir una comunidad<br />
relativamente numerosa cuyos sacerdotes ejercían su labor entre<br />
la población y en la cual había además algunos religiosos que daban<br />
lecciones de gramática, artes, ete., a estudiantes <strong>jesuitas</strong> o externos.<br />
Es natural que estas instituciones -inspiradas en las de Europafueran<br />
las que menos problemas presentaran al modo de ser de la<br />
Compañía. Enseguida, pues, hubo colegios en el Perú.<br />
En Lima, Cuzco y demás ciudades no faltaban millares de indios<br />
a quienes atender, y efectivamente en todas las relaciones de colegios<br />
abundan las referencias a ministerios entre indios." Del reciente<br />
35 el. supra, nota 27. Cuando decimoscolegios,incluimosalgunas residenciasque<br />
con e! tiempo fueron colegiosy cuya actividad era semejantea<br />
la de los colegiosya fundados.Así Potosí, que al año de fundado contaba<br />
ya siete sujetos (Plaza, en MP, Il, 332; enero, 1578). el. Plaza, 25 abril<br />
1579, en ibid, 650.<br />
263<br />
.J
264 América Indígena<br />
'il<br />
colegio de La Paz se dice en 1534 que "sale uno de los mejores y<br />
más acomodados de aquel Reino" (para tratar con indios). 36 Cuando<br />
los PP. Barzana y Valera se despidieron del Cuzco para ir a fundar<br />
Juli y Potosí, fue tal la congoja entre los indios, que hubo que<br />
renunciarse por el momento a la marcha del P. Valera." El P. Tiruel<br />
en 1585 y la Historia Anónima en 1600 nos presentan el Cuzco<br />
como "una continua missión" con los indios de la cornarca.f" Todo<br />
ello son indicios de que algo se hada por ellos en los colegios.<br />
Desde la primera relación que nos ha llegado del Perú se van<br />
repitiendo machacona mente, con ligeras variantes, las descripciones<br />
del sistema seguido en la evangelización de los indios. Se inspira<br />
probablemente en las misiones populares entonces famosas en la<br />
Península, y -claro está- en la práctica de Indias. He aquí una<br />
muestra:<br />
" ... los hermanos estudiantes. .. salían los días de fiesta por<br />
las calles y placas unos a recoger yndios y otros negros,<br />
llebando cruces altas con sus banderas para hazer prosecíón<br />
en aviendo juntado aquella gente, la qual se yva multiplicando<br />
con la diligencia de unos que yvan recogiendo personas<br />
de nuebo, mientras otros yvan cantando la doctr(in)a<br />
y desta manera antaban casi todo el pueblo en diferentes<br />
procesiones, viniendose a juntar en una placa todas las de<br />
los yndios, y en otro lugar la de los negros, donde se les<br />
explicaba el carhecisrno y se les declan algunos cantares conforme<br />
a su capacidad por más aficionarlos, rematandose todo<br />
con su sermón'Y"<br />
36 El rector Cavello a Aquaviva, 15 febrero 1584, en MP, IU, 370.<br />
Los <strong>jesuitas</strong> habían negado a La Paz al menos en 1574 (Mateos, en Introd.<br />
a A1600, basado en Anua 1574; aunque esta sola parece hablar de proyectos,<br />
ci., MP, 1, 700). El nuevo colegio fue fundado y dotado por Juan de Ribas<br />
en 1575, pero dificultades originadas, sobre todo por la recia oposición de<br />
Toledo, demoraron varios años el funcionamiento efectivo del colegio.<br />
37 Anua 1577, en MP, U, 269.<br />
38 Al600, U, 135. el. Tiruel a Aquaviva, 27 enero 1585, en MP, III,<br />
525. El memorial de Plaza, de 12 dic. 1576 (MP, U, 137) concreta que<br />
desde el colegio se atendía a siete parroquias de indios. Datos semejantes<br />
sobre Arequipa en A1600, U, 204; allí acudían indios desde "treinta y sinco<br />
y más leguas de aquí sin otro motivo más de por confessarse con P (adr) es<br />
de la Compañía". Sobre Tucumán, ibid., 539.<br />
39 A1600, 1, 274, hablando de Lima. En Cuzco "vienen cada día a<br />
nuestra Iglesia, de suerte que los españoles no pueden entrar y nos fuercan<br />
]emitas J' <strong>culturas</strong> <strong>indigenas</strong> 265<br />
Notemos esquemáticamente algunas características:<br />
1. Se da mucha importancia al aparato externo. Es un método<br />
muy común en todas las órdenes religiosas, tanto en el Perú, como<br />
en México o en Filipinas.<br />
2. Se hace particular hincapié en dos puntos: confesión y predicación.<br />
Aquí es más probable que se trate de un énfasis más peculiar<br />
de la Compañía. En Lima, por ejemplo, en 1576 había diariamente<br />
diez o doce confesores para indios 40 y en el Cuzco de 1600,<br />
"de continuo ay tres confessores en la lengua que mañana y<br />
tarde acuden a su consuelo, de suerte que es una ordinaria<br />
quaresma, sin otros dos padres que andan ordinariamente confessando<br />
por las perrochias, subiendo por amor de Jesucristo<br />
grandes cuestas't.'!<br />
En cuanto a la predicación, notemos que la misma procesión con<br />
sus cantos y diálogos queda transformada en un recurso para predicar<br />
y aprender la doctrina. Por lo tocante al sermón propiamente dicho,<br />
he aquí cómo se expresa el fogoso Valera:<br />
"El modo de predicar (de la Compañía) era nuevo para los<br />
indios, y hasta allí nunca usado, como es adornar el púlpito<br />
con sedas, hacer los acatamientos y exordios como para auditorio<br />
cristiano y que cada uno de los que allí estaban tenían<br />
por ayo un ángel soberano del cielo; traer las autoridades de<br />
la Santa Escritura en la lengua latina e interpretarlas luego<br />
en la lengua con fidelidad, porgue así reverenciasen la palabra<br />
divina; predicarles lo ordinario históricamente, porque desto<br />
a que les hagamos Iglesia aparte" (Acosta, 15 febrero 1577, MP, U, 222) y<br />
en los sermones dominicales de 1600 aún seguían asistiendo 10,000 indios<br />
(Cabrero, Anua 1600, en Astrain, v. 4, 539). Los curacas y principales<br />
tenían sus asientos fijos "de suerte que facilm (en) te se echa de ver los que<br />
faltan" (Al600, U, 137). En Potosí el P. Barzana solía reunir de 6 a 7,000<br />
indios (ibid., 146). A veces en vez de reunir a los indios en una iglesia o<br />
plaza, van los predicadores a las diversas doctrinas o parroquias (Acosta, 1.<br />
cit.). La primera relación que nos describe este método está en el Arma de<br />
1668, en MP, 1, 258 s.<br />
4Q Acosra, 1 marzo 1576, MP, U, 12.<br />
41 A1600, U, 135 s.
266 América Indígena<br />
gustan ellos grandemente y sacar de la narración histórica<br />
apóstrofes y exclamaciones ... " 42<br />
3. Se organizan cofradías para asegurar la perseverancia. Los cófrades<br />
se ejercitan en prácticas de devoción y son también el gran<br />
auxiliar del sacerdote. Basta también una muestra:<br />
"Los yndios cofrades de la casa se exercitan en buscar por<br />
las perrochias y placas los que viuen mal y con su ejemplo y<br />
buenas palabras que ellos dicen, les traen a la confesión y penit-<br />
(enci) a. Comulgaron el jueves sancto ochocientos yndios, los<br />
quales tienen licencia de los obispos pasados y presente, por<br />
ser de buena vida y perseverar en ella, y para reciuir tan alto<br />
Señor, como ellos dizen, se preparan ocho días y más con<br />
disciplinas y cilicios y ayunando la víspera. .. Este día dan<br />
de comer en la placa a todos los pobres del pueblo." 43<br />
42 Costumbres, 74 s. No podemos entrar aquí en un tema por lo demás<br />
interesantísimo: el contenido y los principales aspectos que se procuraban<br />
inculcar en la predicación. Acosta dedica todo el libro V de Proc. a este tema<br />
y describe con mucho tacto teológico lo que en su opinión es más importante:<br />
"Que el Hijo de Dios se hizo hombre y por nosotros fue crucificado y resucitó,<br />
lo cual con mucha razón dice el Crisóstomo que es la suma del evangelio"<br />
(V. cA, 440). Tanto él como su época son en general más estrictos que la<br />
nuestra en exigir una fe explícita en diversos misterios revelados o la necesidad<br />
del bautismo y la penitencia "in re" como necesidad poco menos que<br />
estricta para salvarse. Insisten más que nosotros en el orden objetivo sin<br />
tomar en cuenta las diposiciones o la ignorancia inculpable del sujeto.<br />
En la predicación de las misiones volantes y en las doctrinas se insistía<br />
también mucho en los aspectos morales y los "grandes castigos" con que el<br />
Señor espera a los viciosos. Los cuadros representando el infierno son<br />
frecuentes en las iglesias. Los Catecismos son la gran fuente para estudiar<br />
estos puntos. CI. también Mateas, Ensayo sobre espiritualidad... MH (1958)<br />
85-118. En un marco más general, el. Borges, 153-173; Ricard, 214-22;<br />
189-192; 511-13; plática de Fray Valverde a AtahualIpa, recogida por<br />
Valera e insertada en los Comentarios Reales de Garcilaso (en ed. Urteaga,<br />
J Lima, 1918 ss. III, 175-8; e], 179-83).<br />
43 A1600, H, 136; se refiere al Cuzco. Este sistema no es exclusivo de los<br />
<strong>jesuitas</strong>. CI. ibid., 313. A mitad del s. XVII había en Lima 25 cofradías de<br />
españoles, 19 de morenos y 13 de indios. De estas últimas, 5 estaban en<br />
Cercado y una en la otra Iglesia de la Compañía. En cambio los <strong>jesuitas</strong> sólo<br />
tenían una de las 19 cofradías para morenos. Coba, Fundación de Lima,<br />
III, c.36; en ed. BAE v.92, 455 s.<br />
Kubler concede un papel muy importante a las cofradías por encajar<br />
perfectamente en la mentalidad india: "with their difIerent customes, insignies<br />
or vocations, gave a much needed ceremonial articulation to Indian sociery''<br />
(HSAI, 349; d. 404 s.).<br />
Jesuitas y <strong>culturas</strong> indígenas 267<br />
Cuando en 1597 el Cuzco se vio afligido por una peste de viruelas,<br />
"Los cofrades e yndios devotos ayudaron mucho en disponer los<br />
enfermos para confesarse bien y en llamar a los padres: repartiendose<br />
en sus parroquias para velar los más necessitados,<br />
señalando personas que acudiesen con cosas de comida y<br />
regalos, haziendo poner imájenes, cruzes yagua bendita, y así<br />
era mucho de considerar la policía que en muchas casas auía<br />
en altares e imágines y limpi~a."44<br />
En las congregaciones provinciales se insiste en el establecimiento<br />
de dichas cofradías." Por regla general cada grupo racial tiene cofradía<br />
aparte, de 24 miembros y todos varones. Hemos hallado un caso aislado<br />
en que una cofradía admite simultáneamente a indios y españoles.'"<br />
b) Misiones entre indios ya cristianos<br />
Sin embargo la mayoría de indios no vivía al lado de las ciudades,<br />
sino en sus repartimientos. El contacto con ellos se tenía principalmente<br />
a través de las llamadas "misiones". Son periodos más o menos<br />
largos, pero pasajeros, en que algunos <strong>jesuitas</strong> acuden a un determinado<br />
lugar en el que no tienen residencia fija y se dedican intensamente<br />
a la predicación y otros medios de instrucción religiosa. La mayoría<br />
de las casas de la Compañía en el Perú deben su origen a una misión<br />
pasajera que entusiasmó a la población. El sistema era muy conocido<br />
en toda la Compañía, y en el Perú se aplicó tanto a españoles como<br />
a indios. En conjunto es la forma más utilizada y más querida por<br />
los <strong>jesuitas</strong> para su contacto con los indios." Los colegios e incluso las<br />
doctrinas se consideran con frecuencia como un trampolín para salir<br />
a misiones en una región más vasta.<br />
44 A1600, H, 94.<br />
45 Aquaviva al Provincial, 8 abril 1584 (MP, III, 382) tocó el tema.<br />
Las congregaciones provinciales de 1589 y 1594 insisten. Vargas, HCIP,<br />
1, 218.<br />
46 No en un colegio, sino en julí, Diego de Torres a Roma, 12 febrero<br />
1584, MP, III, 363.<br />
47 El Anua de 1569 habla a S. Francisco de Borja de "hazer misiones,<br />
conforme al horden de V. P." (MP, 1, 354). CI. Mercuriano (id., H, 33) y<br />
Aquaviva (IH, 3, 461).
268 América Indígena<br />
Ordinariamente se acude a indios que ya tienen su doctrinero más<br />
o menos celoso, más o menos lejano. Durante la misión se siguen las<br />
grandes líneas descritas en el apartado precedente." Los frutos suelen<br />
ser espectaculares, debido en parte a la natural impresionabilidad del<br />
indio ante algo nuevo y sobre todo a que el misionero forastero tenía<br />
una situación de ventaja sobre el doctrinero fijo: no tenía motivos<br />
para castigarles, no les exigía ovejas o chuno, sino que se limitaba a<br />
predicarles e incluso les hacía obras de beneficencia." Por este medio<br />
se lograban sinceras conversiones en indios que hasta entonces habían<br />
procedido sólo por temor e hipocresía. 50<br />
Apuntamos sólo los dos rasgos que más nos han llamado la<br />
atención.<br />
1. El primero es la importancia dada a los caciques (curacas, erc.) .<br />
Es un hecho conocido que trasciende el marco de las misiones volantes<br />
y que está en todas las ordenanzas y prácticas de la época, pues todos<br />
sabían el enorme influjo que tenían estos jefes locales en la conducta<br />
de sus subordinados.v' La llegada de los <strong>jesuitas</strong> a Huaruchiri tuvo<br />
mucho parecido con una misión general en la región. Parte de la<br />
eficacia general de los principios se debió al siguiente hecho:<br />
48 Por ejemplo, las relaciones de trece misiones en A1600, II, c.13.<br />
49 Ya en las semi-misiones por los pueblecitos de Huaruchiri: "llevaban<br />
consigo siempre estos padres algunas cargas de pan que no lo avía, entre<br />
los yndios y o otras cossas de regalo, como conservas, passas, miel y acúcar<br />
para los pobres y enfermos ... " A1600, 1, 222. A veces un hermano enfermero<br />
acompañaba a:l misionero (Anua 1576. MP, II, 229).<br />
50 "Fueron en grande número las confessiones generales, y las muchas<br />
de indios que tenían a ochenta, noventa y más años, los quales nunca avían<br />
confessado verdad en toda su vida. Salieron de su engaño más de ochenra<br />
hechiceros viejísimos, confessándose con el padre con muchas lágrimas y<br />
manifiestas señales de arrepentimiento" (Misión a 22 pueblos de indios<br />
Andajes y Lampas. A1600, 1, 292 s.), "Tocando a los párrocos reprender<br />
y castigar lo mal hecho, y quedando a los misioneros, más bien interceder,<br />
consolar y hacer bien a todos, se conquistan sobremanera la afición de los<br />
indios" (Proc., V. c.22, 511 s.). No falta con todo alguna queja por misiones<br />
"tanrum de pane lucrando" (Atienza, 22 abril 1584, MP, I1I, 406).<br />
51 Documentación abundante en Borges, c.9, Métodos Verticales (p. 377-<br />
418). El autor se fija en toda América, entre bautizados y entre no bautizados.<br />
En Filipinas sucedía lo mismo (Cushner, 375). Borges concluye que esre<br />
medio de contacto "se puede considerar como el más perfecto de los que<br />
hasta aquí hemos examinado" (p. 392).<br />
Jesuitas y <strong>culturas</strong> indígenas 269<br />
"Quando los padres entraron en el distrito, estava rescíén desposeydo<br />
de su potestad y off (ici) o el cacique principal de<br />
todo el partido, por un falso testimonio que se le auía levantado,<br />
y fue el Señor servido de dar a los padres industria para<br />
sacar la verdad en limpio y hazerle restituir a su estado, lo<br />
qual fue de grande importancia por la mucha mano que estos<br />
señores tienen para que los yndios anden al son que ellos les<br />
hazen." 52<br />
Unos años más tarde el P. Barzana dio una misión general recorriendo<br />
varios pueblos de la misma zona. Su relación nos pinta gráficamente<br />
no sólo el importante papel reservado al cacique, sino<br />
también los medios de que se valía el padre para asegurarse de la<br />
autenticidad de sus disposiciones:<br />
"Estava allí un cacique con ellos, de mucho entendimiento, y<br />
hallele una noche que los tenía a todos juntos, y como quien<br />
predica, les estaua repitiendo en su lengua particular 10 que<br />
yo en la general (quechua) les auía dicho. Partimos de allí y<br />
fuese conmigo aquel cacique tratando todo el camino muchas<br />
cosas de Dios ...<br />
. .. El cacique mayor, que tenía más de treinta rnill yndios<br />
subiectos a sí, me pidió diversas vezes le confesase, y yo,<br />
porque le conocía, le probé, y le hize que fuese general la<br />
confisión, y que la fuese a hazer cinco leguas de allí. .. Se<br />
confessó generalmente, dos días mañana y tarde; tiene un<br />
entendimiento terrible, hizele hazer una plática el potrero día<br />
a todo el pueblo ...<br />
... Me partí, bajándome hazia Lima, llevándome conmigo al<br />
cacique mayor de aquel pueblo (Chorrillo?) para confessarle<br />
generalmente" . .. etc.53<br />
2. El segundo rasgo es que, a diferencia de las misiones populares<br />
en la Península, en el Perú hay una fuerte y creciente tendencia a<br />
permanecer varios meses e incluso años en el mismo sitio. La relación<br />
de Barzana que acabamos de citar y otras incluidas en la misma Anua<br />
nos reflejan una práctica más común en los primeros años, en que,<br />
aunque se resida bastante tiempo en la misma región, la estancia en<br />
52 A1600, 1, 223 s.<br />
53 Anua 1576, MP, II, 230-32.
270 América Indígena<br />
cada pueblo es corta. Pero en muchos otros documentos se encarece<br />
insistente y explícitamente que las misiones sean largas. ú4 En el fondo<br />
de esta insistencia late la preocupación para hallar el camino intermedio<br />
entre las ventajas de la estabilidad de las doctrinas y de la<br />
movilidad e independencia de las misiones. Algunos domicilios de<br />
la Compañía, las residencias fijas, no son ni colegios ni doctrinas y<br />
se conciben precisamente como misiones alargadas. Así, por ejemplo:<br />
"La residencia en Potosí ordinaria, se juzga de mucha irnportanzia,<br />
y que su Paternidad aprueve este modo de misiones<br />
largas, o residenzias... porque son de poca carga para la<br />
Compañía, pues las puede dexar libremente." 55<br />
e) Entradas a indios no cristianos<br />
Hay otra clase de misiones, muy distinta, a tierras de indios aún no<br />
convertidos. En los último sañas del siglo XVI y principios del siguiente<br />
los <strong>jesuitas</strong> del Perú sienten un fervor especial para tal clase<br />
de trabajo. Las residencias de Santa Cruz y de toda la futura provincia<br />
paraguaya tenían éste como uno de sus objetivos más importantes.<br />
En el mapa que insertamos al fin de este trabajo pueden apreciarse<br />
las dimensiones del esfuerzo.<br />
El problema obvio que se ofrecía era si convenía o no ir en compañía<br />
de españoles. Estaban en la memoria las tristes experiencias de<br />
los días de la conquista en que crucifijo y arcabuz, bautismo y signo<br />
de vasallaje se confundían demasiado. Por otra parte las conciencias<br />
se habían ya enriquecido con las controversias de Las Casas y Sepúlveda<br />
o las más serenas precisiones de los teólogos de Salamanca, centro<br />
entonces de la intelectualidad cristiana." El P. Plaza, en la relación<br />
54 Primera Congregación Provincial pide que "ut ad frucrus, quos opus<br />
est, colligendos, ex votis missiones non breves, sed diuturnas sint" aunque<br />
reconoce que son más fructuosas las doctrinas (MP, Il, 425, con aprobación<br />
de Mercuriano). Cj., Pro c., 131 s.<br />
55 Plaza-Piñas a Mercuriano, MP, Il, 106; subrayado nuestro. Cj., Acosta<br />
a Mercuriano 1 marzo 1576, en ibid., 15. Lo mismo afirma Samaniego sobre<br />
Santa Cruz en carta a Aquaviva, 28 die. 1585 (MP, III, 727-30). Y sobre<br />
Asunción, Lorenzana, en carta insertada, en A1600, Il, 448. La Provincia del<br />
Paraguay empezó sobre todo en esta forma, como puede verse al analizar la<br />
naturaleza de los domicilios indicados en el mapa del Apéndice Il.<br />
56 Ybot, 1, trata este asunto en pp. 153-292, más bibliografía. Los textos<br />
favoritos de Acosta en este punto proceden de Cayetano, Victoria y Soto. Cj.,<br />
Mateas, nota 13, en Pro c., H, cA, p. 155, con las referencias exactas.<br />
Jesuitas y <strong>culturas</strong> indígenas 271<br />
final de su visita canónica a la provincia del Perú, establece el principio<br />
de que, aunque las entradas a nuevos indios en compañía de<br />
conquistadores pueden ser teóricamente lícitas, si se cumple lo prescrito<br />
en las instrucciones oficiales, con todo "parece imposible moralmente<br />
que se ?uarden" y por consiguiente escandalizan más que evangelizan.<br />
Aconseja, por tanto, que entre el misionero solo, "como entró el Padre<br />
Francisco Xavier al Xapón", y encarece expresamente que no se pretenda<br />
españolizar a los indios."<br />
En la tercera congregación provincial, reunida en 1582, se observa<br />
un gran entusiasmo para emprender "misiones largas a partes remotas,<br />
principalmente a infieles"." Pocos años después el P. Piñas --coloreando<br />
un poco la realidad- habla sin precisar de una misión llevada<br />
a cabo "ad partes nunquam anrea ab hispanis visas''." En la realidad<br />
histórica, sin embargo, tropezamos en más de una ocasión con entradas<br />
a indios nuevos en compañía de soldados y españoles.v"<br />
El plan trazado solo empieza a ponerse en práctica y en forma aún<br />
precari~ a fines de siglo. En 1593-94 se nos dice que el P. Diego de<br />
Sarnaniego va solo a los indios chiriguanos a petición del cacique<br />
Curapay 61 y desde 1595 el P. Font emprende sus quiméricas entradas<br />
a un vaporoso reino de los pilcocones." La primera expedición de<br />
importancia, sin la compañía de españoles, es quizás la de 1597 a los<br />
chunchos, que ocasionó el martirio del P. Urrea." Es en el Paraguay<br />
y en pleno siglo XVII, cuando ya se ha desmembrado del Perú, donde<br />
los deseos de antes logran realizarse.<br />
57 25 abril 1579. MP, Il, 676-79. La 2a. sesíon del III Concilio de<br />
Lima (c. 7) prohibió también que los clérigos fueran a conquistas ( en<br />
Levillier, Organización, II 171).<br />
ss MP, III, 207.<br />
59 14 abril 1585, MP, m, 616.<br />
00 Barzana acompaña al gobernador del Tucumán y a su ejército de 500<br />
en ~u marcha hacia los 50,000 indios de guerra calchaquíes en 1588, y<br />
realiza algunas conversiones (Astrain, vA, 616). Villarnao acompaña a<br />
Mato de Luna hacia los Mojos en 1602 (Archivo Indias, 74-4-6, cit. en<br />
Finot, 275).<br />
61 Carta del P. Diego Martínez, 14 oct. 1595, cit, en Finot 308 s.<br />
C], Astrain, vA, 521 s.<br />
• 62 C]. Astrain, vA, 540-5. Fuentes documentales en Vargas, HCJP, Apén,<br />
dices, p. 405-412 y en RGI, II, XCII-XCIV Y v.IV, CLXV-CXCV. La<br />
expedición era desaconsejada por todos los <strong>jesuitas</strong>; pero Font (o Fonte)<br />
consiguió apoyo real. Halló poquísimos indios y muy dispersos, y todo culmrno<br />
en un fracaso total en 1602 .<br />
. . ~3 A160?, Il, 413 ss. Astrain (vA, 530) la considera la primera expedición<br />
a regrones remotas sin ninguna ayuda armada.
272 América Indígena<br />
Una relación, incluida en la Historia Anónima de 1600, contiene<br />
ya un preludio de 10 que serán esa clase de contactos en los siguientes<br />
años. En ella se reproduce el contenido de la primera charla de los<br />
PP. Saloni y Lorenzana al llegar a una comunidad india cerca de<br />
Villarrica, Paraguay, menos numerosa de 10 que los misioneros habían<br />
esperado:<br />
"Hijos míos, hemos venido de muy lexanas tierras, y aun de la<br />
otra parte de la mar, con gran peligro de nuestras vidas y<br />
muchos y muy continuos trabajos, para enseñaros el camino<br />
del cielo, y los bienes que os tiene allá guardados el S(eñ) or<br />
a quien seruimos, etc. y ya auéys visto los pantanos que hemos<br />
passado desde el río para llegar a esta uestra tierra, por ueros,<br />
por enseñaros lo que no sabéys, porque no os lleue el demonio<br />
nuestro enemigo a sus tormentos; pues cómo, hijos, no uenís<br />
a oyr estas cosas que os queremos decir, ni an querido dexar<br />
sus chácaras los que están en ellas? Pensáys que os hemos<br />
de pedir u(est)ra cera, u(est)ras hamacas ... ? No uenimos<br />
a eso, que antes hemos buscado qué traeros y qué daros a<br />
vosotros."<br />
Un cacique contestó:<br />
"Padre mío, muy corrido estoy de que penséys que somos tan<br />
malos ... Sabemos que no tomays n(uest)ras haciendas ni las<br />
queréis, ni n (uest) ras mugeres ni hijos porque soys hijos de<br />
Dios. Que sabed que mi gente a más de doce días que anda<br />
con uosotros por los otros pueblos que auéys andado, ynformándose<br />
de como uiuís y lo que hacéys de día y de noche." 64<br />
64 II, 452 s. El P. Diego de Torres, antiguo superior de Juli y desde<br />
1607 primer provincial del Paraguay, fue el gran impulsor de este género<br />
de misiones. Puede hablarse de dos intentos apoyados por él: el primero en<br />
Chile (entonces perteneciente al Paraguay), promovido principalmente por<br />
el P. Valdivia, se conoce en la historia bajo el nombre de "sistema de<br />
guerra defensiva". La guerra con los araucanos se prolongaba indefinidamente.<br />
El P. Valdivia -apoyado por el P. Torres y combatido por muchos,<br />
sobre todo encomenderos- proponía cese de belicosidad y en cambio la<br />
erección de avanzadas de solo misioneros. Felipe III aprobó el plan y se<br />
inició con algunos buenos éxitos entrando en contactos amistosos con varios<br />
jefes araucanos. Hubo algunos asesinatos de misioneros y esto, con la<br />
oposición creciente de muchos y agravado por el carácter independiente y<br />
algo ambicioso de Valdivia, hizo perecer el plan. La Compañía no 10<br />
Jesuitas y <strong>culturas</strong> indígenas 273<br />
Al comparar las peculiaridades de este medio de contacto con las<br />
de las misiones a indios convertidos, advertimos un énfasis todavía<br />
mayor dado al papel del cacique 65 y a la vistosidad del aparato sensible<br />
externo "para que con este cebo se animasen los que no eran<br />
baptizados't."<br />
d) Colegios para hijos de caciques<br />
La idea poco tenía de original. Los franciscanos fueron los primeros<br />
en recoger hijos de caciques en La Española y poco después<br />
en México, donde desde 1536 adquirió gran prestigio el colegio de TIa.<br />
telolco." En el Perú también tenemos referencias a obras anteriores y<br />
contemporáneas a la llegada de los <strong>jesuitas</strong>, basadas en decretos regios<br />
y llevadas a cabo tanto por religiosos como por clérigos diocesanos."<br />
Limitándonos a los <strong>jesuitas</strong>, desde la primera congregación provincial<br />
se mira con buenos ojos esta idea. Después de haber considerado los<br />
otros medios de ayudar a los indios (doctrinas, misiones, residencias<br />
sin doctrina) los padres congregados se refieren a los colegios para<br />
hijos de caciques y comentan: "quarttsm. modum caeteris adhuc tttilitate<br />
praestare visum est".69<br />
Poco después los PP. Acosta y Plaza componen las reglas y avisos<br />
para los futuros colegios de hijos de caciques,"? Pero por las mismas<br />
fechas en que se dan esos pasos hacia adelante el mismo P. Plaza se<br />
disuadió nunca desde el punto de vista teórico. Cj., Astrain, v. 4, c. 12 y<br />
v. 5, c. 14. El segundo intento fue más afortunado y --combinado con<br />
las experiencias adquiridas sobre todo en las doctrinas de Juli - dio origen<br />
a las reducciones jesuíticas del Paraguay.<br />
65 C]. supra, nota 51.<br />
66 Misión en Chancas, A1600, II, 105. Felipe II aconsejaba que el<br />
misionero se presentara a los indios con alba, sobrepelliz y estola "para<br />
engendrar curiosidad y admiración en los indios", y "usar de música de cantores,<br />
y de menistriles altos y bajos" (Ordenanzas sobre descubrimiento neeuo<br />
y población, Segovia, 13 agosto 1573, en CDIA, v. 8, 534). San Ignacio<br />
recomendaba al nuevo patriarca de Etiopía: "Las Bulas y Breves sean cuan<br />
vistosos de fuera se pudiere, y si se tradujeren en lengua obejina sería<br />
mejor. .. y con algunas letras iluminadas" (Epistulae S. 19n., v. 8, 680,<br />
cit. Granero, 170). C], injra, Cap. III, Otras manifestaciones artísticas y los<br />
quipus y la evangelización.<br />
67 Ricard, 395-404.<br />
68 Borges, 408. Armas Medina, 389-96. En 1548 los franciscanos<br />
educaban en su convento a dos hijos de Atahuallpa (Lisson, 1, nA, 153).<br />
09 MP, II, 66.<br />
70 Documento 77, en MP, II, 457-61.
274 América Indígena<br />
opone de un modo "muy extraño" y "por razones muy fáciles de ser<br />
refutadas o solucionadas"." He aquí sus razones:<br />
"porque estos mochachos no han de aprender más que leer y<br />
escribir y contar, porque ni han de estudiar Grammática ni<br />
otra facultad y siendo de diez a quinze años no tienen tanta<br />
capacidad para salir muy aprovechados en virtud, especialmente<br />
que no han de estar en el collegio más que un año o dos,<br />
porque en este tiempo aprenderán bastantemente a leer y<br />
escrivir; y si más se detienen han de estar occiosos y antes se<br />
dañarán que aprovecharán, estando muchos mochachos occiosos<br />
juntos ... ; y salidos de allí con la mocedad, vivirán por ventura<br />
de manera que de lo que han aprendido en el collegio<br />
se aprovechen para ser más ruines y den más mal exemplo<br />
y escándalo por aver estado en el collegio ... Allende que<br />
estando en una missión un año los Nuestros, podrán hazer<br />
más fruto en los padres destos mochachos y en todas las<br />
personas de su casa y pueblo que lo que se espera que podrán<br />
aprovechar los mochachos ... "<br />
y un poco más abajo añade que tales colegios son<br />
"contra Constitución y de tanto desasosiego y embarazo ...<br />
que no se compensa el daño con el fruto".72<br />
El P. General, Mercuriano, se inclinó al parecer de la mayoría y en<br />
1578-79 aprobaba tanto las reglas como el que se asumiera la dirección<br />
espiritual de alguno de ellos.?" El proyecto, sin embargo, no<br />
parece que tomara cuerpo por el momento, a pesar de la buena disposición<br />
que varios caciques habían manifestado para confiarles sus<br />
hijos." Se propone algo para ]uli en 1583,75 y se inicia algo en el<br />
71 El juicio es de Egaña en su introducción a MP, H, p. 26.'"<br />
72 Cuzco, 12 die. 1576, Relación de la visita, MP, JI, 137-8.<br />
73 Oct. 1578, en MP, JI, 457; y carta a Acosta, 28 nov. 1579, ibid., 762.<br />
74 Así los curacas de Chachapoyas, según Anua 1576, MP, JI, 237.<br />
75 Aquaviva aprueba la propuesta del P. Diego de Torres para emplear<br />
la limosna que sobre, en "recoger en alguna casa a los hijos de caciques"<br />
(21 nov. 1583, MP, 111,311). Suponemos que se refiere a esta carta la<br />
afirmación de Lopetegui (p. 196) de que en 1583 "comienza a hacerse algo<br />
en ]uli", basado en carta de Aquaviva a Torres, del 2T-X1I-1583. El silencio<br />
de años posteriores acerca del proyectado colegio nos hacen pensar que lo<br />
único que hubo en ]uli fue una escuela general en la que también, y con<br />
Jesuitas y <strong>culturas</strong> indígenas<br />
275<br />
Cuzco en 1593 y en Cercado; 76 pero sólo en el siglo XVII puede<br />
hablarse de auténticos colegios internados para hijos de caciques. En<br />
1620 el Virrey Francisco de Borja, Príncipe de Esquilache, da la<br />
dotación y su propio nombre al colegio "El Príncipe" en Lima y al<br />
año siguiente al colegio "Francisco de Borja" en el Cuzco. Ambos<br />
debieron en definitiva su origen a la vasta campaña extirpadora de<br />
idolatría que dio origen al famoso libro del P. Arriaga,""<br />
Las reglas y avisos para el funcionamiento de esta clase de colegios<br />
tienden a equilibrar tres factores:<br />
1. Sólida formación religiosa y moral (reglas 2-6, avisos 1-2) que<br />
les capacite como futuros catequistas.<br />
2. Algunos elementos culturales españoles, más bien escasos (reglas<br />
11-12, aviso 4). Expresamente se manda que se hable ordinariamente<br />
español dentro del colegio, con la excepción de los ejercicios de<br />
la doctrina cristiana en ambas lenguas.<br />
3. Se insiste en que se conserven en lo posible el sustento, el<br />
vestido, las leyes y costumbres de sus tierras (avisos 4 y 5).78<br />
No sabemos si estos ideales se llegaron a poner en práctica.<br />
En experiencias anteriores los hijos de caciques se educaban a<br />
veces en los propios conventos de los religiosos y se les daba una<br />
preferencia, iban los hijos de caciques. Lopetegui (id.) nos da el dato para<br />
el colegio del Cuzco (basado en manuscrito de la Biblioteca Nacional de<br />
Lima, Documentos, t. 5, f. 64). Cj. id., 194-97. El 24 de die. 1581, el<br />
P. Martínez escribe desde ]uli al P. Gil González: "En la escuela de los<br />
niños, que los más son hijos de caciques y principales y ricos, van adelante"<br />
(MP, 111,97). Mateas relaciona este dato con las reglas para colegios de<br />
hijos de caciques emanadas como consecuencia de las congregaciones provinciales<br />
de 1576 (C]. su nota en Proc., 516).<br />
7G Lopetegui, 196, basado en Archivo Gesu, lego 1448. Epist, Collect.,<br />
115, n. 5, b. Oliva, 204, también habla de este colegio. Aunque en la ed. de<br />
1895 esta última obra se dice escrita en 1598, las aprobaciones son de 1631.<br />
Es probable, pues, que Oliva se refiera al colegio de Esquilache, abierto en<br />
1620. ct. nota 190.<br />
77 Astrain, v. 5, 425. Santisteban Ochoa (p. 105) dice que ambos<br />
colegios ya funcionaban en 1619; Lopetegui, en cambio, da la fecha<br />
improbable de 1641 (p. 196 s.), Cj., Vargas, HCJP, 299-304.<br />
78 MP, 11,457-61. C]. infra, Cap. Ill, B. Actitud hacia lo indígena como<br />
cultura. Normas generales para la aculturación.
276 América Indígena<br />
educación muy parecida a la de un seminario menor.?" No parece<br />
que la Compañía aceptase tal convivencia en su propia casa, a no ser<br />
en el caso de mestizos admitidos positivamente en la orden, y de<br />
criados para el servicio de colegio u otras circunstancias equivalentes.<br />
e) Doctrinas<br />
Llegamos ya al medio que originó más discusiones y requino<br />
mayores adaptaciones. Hemos indicado ya la fuerte tensión existente<br />
entre la forma de llevarse a cabo las doctrinas en el Perú y las<br />
exigencias internas del Instituto de la Compañía de Jesús. Por otra<br />
parte, acabamos de ver que de los cuatro intentos para trabar contacto<br />
e influir en los indios sin comprometerse a tomar doctrinas, los dos<br />
últimos apenas llegaron a ejecutarse durante el periodo 1568-1606,<br />
y el primero quedaba bastante a merced de las otras necesidades del<br />
colegio, como fue demostrando la experiencia. Así pues, la pugna se<br />
centra principalmente entre misiones y doctrinas." Las misiones se<br />
acercan al concepto de doctrinas al concebirlas como permanencia<br />
larga y aun fija en el mismo sitio; y las doctrinas se acercan al concepto<br />
de misiones al hablarse una y otra vez de doctrinas aceptadas<br />
sólo para un período limitado de tiempo.<br />
79 C], supra, notas 67 s. El colegio de Tlatelolco en México estaba diseñado<br />
en principio para seminario indígena. Desgraciadamente se abandonó<br />
este magnífico proyecto en parte por cambio de mentalidad de los superiores<br />
y en parte "porque los estudiantes gramáticos tendun» ad naptias potius quam<br />
ad continentiam" (Zumárraga a Carlos V, 14 abril 1540; d. Ricard 403 s.).<br />
En el mismo colegio se enseñaba latín, lógica, filosofía y medicina indígena<br />
(id., 396). No hallamos tantas aspiraciones en el reglamento de los PP. Plaza<br />
y Acosta.<br />
80 Las doctrinas aceptadas por los <strong>jesuitas</strong> a modo de experimento eran:<br />
Santiago de Cercado, junto a Lima (desde 1569), Huaruehiri a 10 leguas<br />
al sur de Lima (tomada en 1569 y dejada definitivamente en 1572) y<br />
fttli, junto al lago Titicaca (cuatro doctrinas tomadas en 1576, a raíz de<br />
la 2a. Congregación Provincial). Esta última es la más importante. En 1583<br />
se tomó y dejó la pequeña doctrina de Guaral o Huaral, a 9 leguas al<br />
norte de Lima. En 1576 se habló de tomar una doctrina en Andaguayllas,<br />
en una encomienda del hermano del Virrey Toledo, pero hubo mayores<br />
facilidades en Juli (ci., MP, JI, 46, 153, 157).<br />
Jesuitas y <strong>culturas</strong> indígenas 277<br />
Los pros y los contras de las doctrinas<br />
Resumiendo a unos pocos epígrafes los principales pros y contras<br />
que se ventilan en las cartas y documentos de la época, podemos<br />
presentar el siguiente cuadro de conjunto: 81<br />
Razones para no tomar doctrinas:<br />
1. Peligra la vida religiosa del individuo, debido sobre todo a la<br />
soledad y a la libertad. En concreto todos subrayan los peligros para<br />
la castidad. Los PP. Martínez y López insisten también mucho en la<br />
desazón y amarguras que engendra la vida de doctrinero.<br />
2. Los camaricos y otras ofrendas de los indios, prácticamente<br />
inherentes a la noción de doctrina, incitan a la codicia o al menos<br />
a la apariencia de ella, con la subsiguiente merma apostólica.<br />
3. Se depende a) de los gobernadores, al recibir la asignación o<br />
"sínodo" con que vivir; y b) del obispo, que querrá hacer la visita<br />
pastoral e inquirir sobre la vida privada de los religiosos. Ambas<br />
interferencias dificultan la libertad de movimientos requerida para el<br />
funcionamiento de la comunidad jesuítica y el gobierno interno de los<br />
superiores.<br />
4. Los Padres que tienen experiencia tanto de las misiones no-fijas<br />
como de las doctrinas fijas apuntan también la objeción de que el<br />
fruto es poco y forzado: los indios se hastían de tratar siempre al<br />
mismo doctrinero y entonces sólo actúan por miedo a la vara, lo cual<br />
no sucede en las misiones volantes.F<br />
81 Basamos el siguiente resumen principalmente en: Actas de la la. y 2a.<br />
Congregación Provincial (Lima y Cuzco 1576, MP, JI, 54-102), Memorial<br />
del P. Plaza de 12 dic. 1576 (ibid., 149-157), Respuestas del P. General,<br />
Roma, 1578 (ibid., 420-48; cj., 846 s.) y las Relaciones hechas por los<br />
PP. Diego Martínez y Andrés López, a petición del P. Visitador, en agosto,<br />
1578 (ibid., 356-83). Esta doble relación es especialmente interesante por<br />
presentar en forma sistemática una larga lista de pros y contras y remedios,<br />
elaborada con la experiencia de dos años de vida en juli y después de varias<br />
mesas redondas de todo el equipo jesuítico de Juli. Cf., además MP, índices<br />
"doctrinas", "Cercado", "Juli". Proc., IV, c. 14 y 15 se hace también eco de<br />
estas discusiones y conclusiones.<br />
82 Así los memoriales de los PP. Martínez y López, a los que el visitador<br />
P. Plaza añadió el siguiente postscripturn: "los que facilitan mucho<br />
este negocio (de tomar doctrinas), no lo han probado, como estos dos<br />
Padres" (MP, JI, 369). Cj., también carta de Bartolomé Hernández a<br />
Ovando, 19 abril, 1572 (MP, 1, 471; cj., 504), que da como razones por<br />
haberse dejado Huaruchirí, el poco fruto, el poco sustento material, y la<br />
necesidad de castigar para que los indios hagan lo enseñado. Hernández<br />
propone también misiones largas, de dos o cuatro meses.
278 América Indígena<br />
5. Añádanse finalmente otras razones extrínsecas y fundadas en<br />
último término en las precedentes, como la prohibición de las Constituciones<br />
de la Compañía para tomar cura ordinaria de almas, o la<br />
insistencia con que religiosos prudentes de otras órdenes aconsejaban<br />
a los <strong>jesuitas</strong> no aceptar tal sistema de evangelización.f'<br />
Por el contrario, razones para tomar doctrinas:<br />
1. Es prácticamente el sistema ya establecido en el Perú, al cual<br />
conviene acomodarse en la medida de lo posible.<br />
2. El fruto -si se superan las dificultades mencionadas- será a<br />
la larga mucho más definitivo por la intensidad y constancia del<br />
trato. 84<br />
3. Es la mejor manera para tener una casa en que los <strong>jesuitas</strong><br />
aprendan pronto y bien las lenguas indígenas. En esta línea se apunta<br />
la conveniencia de una doctrina en zona quechua, otra en zona aymara<br />
y una tercera en zona puquina.<br />
4. En años posteriores se insistirá en un nuevo argumento: de<br />
hecho, si se dejan las doctrinas, no se trabaja con indios sino con<br />
españoles."<br />
5. Un argumento extrínseco, pero que tuvo una influencia quizás<br />
decisiva en el momento de inclinar la balanza, fue la presión continuada<br />
del Virrey Toledo. 86<br />
83 Por ejemplo, Fr. Rodrigo de Loayza, en CDlHE, v.94, 554·605.<br />
84 "Yo entiendo que para hacerse algo, que a de ser muy de espacio, y<br />
no por vía de misiones de mes y año, sino de muchos días, meses y años ...<br />
engendrando otro hábito contrario al que tienen" (Luis López, 21 enero,<br />
1570, MP, 1, 367). Ci., AI600, 11,400-402. A pesar de la aparente oposición,<br />
los P. López y Martínez sugieren esta razón en el "pro" número 12<br />
(MP, 11, 359) y 10 (ib., 374).<br />
85 Acosta a Aquaviva, 14 abril, 1585 (MP, IlI, 632); a los diez días<br />
vuelve a insistir: "Las residencias entre indios torno a significar a V. P. que,<br />
si no se conservan con efficacia, caerá el aver obreros de indios y su fruto"<br />
(ibid., 644): Alude sin duda a las presiones que de Roma hacían para dejar<br />
Cercado (ibid., 204 Y notas) y a las que últimamente hacían algunos PP. del<br />
Perú para dejar Juli (ibid., 370 s., 516 y nota). Lo mismo Torres, carta<br />
al P. General, 20 enero, 1585 (ibid., 516 Y 521). Atienza, en el mismo<br />
ambiente de 1585, también dice: "No estando la Compañía entre indios,<br />
es poco el fruto que en ellos se hará, y el modo de estar entre ellos, por<br />
ahora, no sé que le aya si no es teniendo alguna doctrina" (ibid., 586).<br />
86 La la. Congregación acepta doctrinas porque hay expectación del Rey<br />
"totiusque Regni votis" (MP, 11, 63). Ci. ibid., 149 ss. y 338, 156 s. Al600,<br />
11,400-2. En 1573 Felipe 11 había llegado a mandar que los <strong>jesuitas</strong> fueran<br />
doctrineros (l diciembre, en MP, 1, 578).<br />
La línea de solución<br />
] esuitas y culteras indígenas 279<br />
La tensión entre ambos polos duró bastantes años, antes de resolverse<br />
en la síntesis nueva y fecunda de las reducciones paraguayas.<br />
En medio de la división de opiniones se va fraguando una línea de<br />
solución marcada por una serie de condiciones con que se transforma<br />
el antiguo concepto de doctrina. La génesis de estas condiciones es<br />
anterior a la llegada de los <strong>jesuitas</strong> al Perú. En 1568, cuando la<br />
primera expedición estaba todavía en Cartagena de Indias, el P. Portillo,<br />
primer provincial y fundador, pedía consejo al P. General sobre<br />
las doctrinas. San Francisco de Borja contesta con las siguientes<br />
normas:<br />
primera<br />
segunda<br />
tercera<br />
cuarta<br />
que vayan religiosos "probatae virtutis";<br />
que las doctrinas estén en lo posible cerca de una<br />
residencia principal de la Compañía;<br />
que se tomen sólo provisionalmente;<br />
que no se reciba más estipendio que el necesario<br />
para vivir. 87<br />
Las precisiones de años posteriores no son más que aplicaciones<br />
concretas de estos principios. La primera aplicación obvia era que, de<br />
momento, las doctrinas, tal como las tenía la mayoría de doctrineros,<br />
eran inaceptables. Tal es el sentido de las negativas de los primeros<br />
años desde Roma." Es expresivo un párrafo del P. Andrés López,<br />
escrito desde Juli en 1578, dos años después de aceptada esta doctrina:<br />
HAlo que me inclino es, que si se han de tomar al modo y con<br />
el cuidado y recaudo que hasta aquí, que reniego yo de las<br />
doctrinas, y que nos valiera más estarnos en nuestras cosinas...<br />
Pero si se vencen estos inconvenientes y se toman las doctrinas<br />
de veras, con sujetos tales y tantos, y se da una instrucción y<br />
modo de proceder y reglas conforme a nuestro Instituto, que<br />
nos aiuden a alcancar el frucro y fin que en las doctrinas se<br />
pretende, sin detrimento de la Compañía, ni de los particulares<br />
della, las doctrinas son buenas y medio importantísimo para<br />
ayudar a la salvación de los indios, y a la Compañía le están<br />
bien." 89<br />
87 MP, 1,176 s.<br />
88 Polanco, 12 dic., 1572 (MP, 1, 500). Mercuriano, junio 1573 (ibid.,<br />
543 ).<br />
89 Relación al visitador, agosto, 1578, MP, 11, 381.
280 América Indígena<br />
Analicemos la traducción histórica que tuvieron los cuatro principios<br />
de Borja enunciados más arriba.<br />
Primera condición: que se confíen a individuos de valer<br />
En enero de 1578 el P. Plaza dice que cada doctrina ocupa más<br />
y mejor gente que un colegio 00 y el mismo año el P. Diego Martínez<br />
pide en los destinados a doctrinas las siguientes cualidades:<br />
"Santos y letrados y sanos, y que sepan la lengua, y que se<br />
pueda fiar dellos como del mismo Padre Provincial, porque<br />
en poco tiempo, si no se provee con tiempo, nos hallaremos sin<br />
religión y sin espíritu los que estamos en la doctrina." 91<br />
De hecho vemos desfilar por las doctrinas de Juli figuras de primera<br />
calidad, como el P. Barzana --el Xavier del Perú 02_, el<br />
P. Diego de Torres, genio organizador de la provincia del Paraguay,<br />
el P. Montoya, antiguo provincial de Sicilia.?" los PP. González<br />
Holguín y Bertonio, autores de las gramáticas más célebres de la<br />
colonia." los PP. Beroabé Coba y Anello Oliva, famosos historiadores<br />
del antiguo Perú,95 o individuos a los cuales se confía ir como<br />
90 Plaza, enero, 1578, MP, n, 338.<br />
91 Relación al visitador, agosto, 1578, MP, Il, 367.<br />
92 "Aunque no vi al Santísimo P. Francisco Javier en la India Oriental,<br />
vi al P. Alonso de Barzana, viejo de sesenta y cinco años, sin diente ni<br />
muelas. .. haciéndose viejo con el indio viejo y con la vieja hecha tierra,<br />
sentándose por estos suelos para ganarlos para Cristo". Añasco a Atienza,<br />
enero, 1590 ó 92, en Astráin, v. 4, 617 (carta hoy perdida). C]. infra nota<br />
218 y Torres Salmadano, 44 s.<br />
93 Mateas, Introducción a Al600 y I, 49; Torres Salmada no, 61. El<br />
P. Diego de Torres al que aquí nos referimos es el P. Diego de Torres Bollo,<br />
que no debe confundirse con el P. Diego de Torres Rubio, también jesuita,<br />
contemporáneo suyo, que residió sobre todo en Charcas, regentando allí<br />
la cátedra de lengua índica y autor de una de las más célebres gramáticas<br />
y vocabularios quechua-aymaras (ci., Cap. lII, C. Aplicación de los principios<br />
generales a distintos tópicos de las culruras indígenas). Ambos aparecen en<br />
el catálogo de 1583 (MP, lII, 228). Torres Salmadano habla de Torres<br />
Rubio en p. 79-81 y de Torres Bollo en 111-119. Cuando en estas páginas<br />
no especificamos, nos referimos a éste.<br />
94 Torres Salmadano, 68-78. C], infra, Cap. Hl, c. Aplicación de los<br />
principios generales o distintos tópicos de las <strong>culturas</strong> indígenas.<br />
95 Torres Salmadano, 98-111. C]. infra, Cap. Hl, B. Actitud hacia lo<br />
indígena como culrura.<br />
Jesuitas y <strong>culturas</strong> indígenas 281<br />
procuradores a Roma, como Bracamonre," Andrés López o Diego<br />
de Torres.<br />
No faltan, con todo, algunos casos menos edificantes y las<br />
relaciones de los PP. Martínez y López dejan trasparentar unos<br />
primeros años en que hubo amarguras y desazones de algunos sujetos,"?<br />
La segunda condición venía a remediar las dificultades que<br />
la vida de las doctrinas pudiere porovacar aun en gente de temple.<br />
Segunda condición: fácil acceso a una casa principal<br />
de la Compañía<br />
En la doctrina de Cercado, junto a Lima, no había problema.<br />
En ella las presiones que se hacían eran más bien para dejar de<br />
vivir allí mismo y limitarse a acudir a la doctrina desde el colegio<br />
los días de fiesta y alguna que otra vez entre semana para predicar<br />
y confesar. Tal era el parecer del P. Plaza (contra el de los padres<br />
de la primera congregación provincial de Lima), confirmado por<br />
el P. General Mercuriano. Éste, respondiendo a los postulados de<br />
la congregación provincial, dice simplemente: "Haec doctrina deserenda,<br />
cum primum commode cum. aedificatione fieri posset''P"<br />
Cuando el P. Plaza escribía su opinión, residían habitualmente en<br />
Cercado un padre y un hermano. Sin embargo, dos meses más<br />
tarde el P. Acosta nos habla de dos padres y dos hermanos 99 y en<br />
la práctica el deseo de Mercuriano no pudo llevarse a cabo. Desde<br />
entonces en varias ocasiones se repite la opinión de los padres del<br />
Perú de que no conviene dejar Cercado y en 1590-92 se defendió<br />
con tesón la doctrina en medio de un doloroso conflicto con el arzobispo<br />
Sto. Toribio de Mogrovejo.l?"<br />
El problema se planteaba al tener que tomar otras doctrinas<br />
más apartadas. La doctrina de Huaruchiri, que atendía a 30,000<br />
indios repartidos en 77 repartimientos o ayllus diseminados por las<br />
montañas, probablemente tuvo que dejarse debido en parte a no<br />
96 Este padre había sido superior de la doctrina de Huaruchiri "sacándole<br />
de ser rector de la ciudad de los Reyes, por ser más fácil suplir su<br />
off (íci ) o en el collegio que en aquella doctrina" (A1600, I, 221 s).<br />
97 MP, Il, 361.Cf. también quejas sobre el P. Fuentes, en MP, III, 284,<br />
517-20.<br />
9S Octubre, 1578, MP, lI, 425 s.; cf., Memorial Plaza, 12 dic., 1576,<br />
en ibid. 136 s.<br />
99 15 febrero, 1577; pero es Anua de 1576 (MP, Il, 220).<br />
100 Astráin, v. 4, 526-30. Sobre conservar Cercado, cj., 3a. Congregación,<br />
14 dic., 1582, en MP, III, 204 s.
282 América Indígena<br />
poder satisfacer este requisito. La vida en aquella doctrina era más<br />
nómada que sedentaria:<br />
"Salían los padres acompañado cada uno de alguno de los<br />
hermanos, y aviendo dado una buelta en quince o veinte días<br />
a otros tantos poblesuelos que estaban a su cargo, se volvían<br />
a cassa, porque no se desentablase el orden de la<br />
religión, y aviendo estado allí ocho días volvían a hazer otro<br />
viaje." 101<br />
La campaña de reducciones llevada a cabo por el Virrey Toledo<br />
facilitó mucho el poder hallar un sitio apto y establecer allí una<br />
doctrina suficientemente grande para dar asiento a una residencia<br />
numerosa de <strong>jesuitas</strong> y facilitar así la debida vida de cornunidad.l'"<br />
La populosa y llena región de Juli, a orillas del Titicaca, paso<br />
obligado entre el Bajo y Alto Perú, con sus 14,000 indios de confesión,<br />
muchísimo menos desperdigados que en Huaruchiri, ofrecía<br />
todas las ventajas para el fin que se pretendía. Se aceptó la cuádruple<br />
doctrina y desde un principio se procura entablar la vida de comunidad<br />
como en un colegio. El Virrey había pedido tres <strong>jesuitas</strong> para<br />
esta doctrina, y efectivamente daba el sínodo o sustento para sólo tres.<br />
Sin embargo, el número de <strong>jesuitas</strong> que de hecho van a Juli es de<br />
seis (cuatro sacerdotes), número que pronto se elevará a ocho sacerdotes<br />
y tres hermanos. loa Después de 1600 se nos habla de catorce<br />
101 A1600, 1, 222. Datos sobre Huaruchiri en MP, 1, 1, 420 ss. Oliva<br />
(p. 199) nos especifica la composición de los ayllús: "Habitando tres o<br />
quatro familias en un lugar y otras tantas en otro apartado distantes una, dos<br />
o más leguas unas de otras". Las estancias en que viven muchos indios del<br />
siglo XX son lo mismo.<br />
102 Véase el regateo Plaza-Toledo en Memorial del visitador Plaza, 12<br />
dic., 1576 (MP, n, 149-152). En él se da un lugar muy importante al<br />
cambio de circunstancias originado por la reducción a poblados. Plaza se<br />
convenció de la fuerza de este hecho, como consta por las alabanzas que le<br />
tributa ante el Concilio Mexicano (Memorial de 1586, en AHSI, 30 (1961)<br />
235-38). CI. supra, nota 2. Oliva dice que los 77 ayllús de Huaruchiri, por<br />
ejemplo, "se reduxeron a solos ocho y éstos en los temples más apacibles<br />
del mesmo distrito" (p. 203).<br />
loa Memorial Plaza, 12 díc., 1576, MP, Il, 149 ss. El segundo dato es<br />
de Acosta, 11 abril, 1579, ibid., 619. El aumento responde a las necesidades<br />
pastorales-legales que requerían al menos un sacerdote por cada 400 indios<br />
de tasa (López, agosto 1578. MP, Il, 380 y nota 37, ibid.) Indio de tasa:<br />
varón de 15 a 20 años (Recopil., ley 7, tito V, lib. VI, cit. en ibid.). Acosra<br />
calcula que 400 indios de tasa es lo mismo que decir 1,300 almas de<br />
Jesuitas y <strong>culturas</strong> indígenas 283<br />
sujetos e incluso de casa para la tercera probación de los nuevos sacerdores,"'"<br />
Se había logrado realizar plenamente la segunda condición<br />
de Borja, convirtiendo la misma doctrina en residencia principal de la<br />
Compañía. Se había descubierto la fórmula doctrina-colegio.<br />
La fórmula tenía como consecuencia que la Compañía sólo podía<br />
encargarse de unas pocas doctrinas. No parece que antes de entrar<br />
en las regiones del Paraguay se aspirara a tomar doctrinas en más de<br />
tres sitios, uno para cada una de las tres lenguas más habladas en<br />
el Perú propiamente dicho. Como contrapeso, prevalecía el criterio<br />
de calidad sobre el de las ilusiones numéricas.<br />
Tercera condición: no se toman a perpetuidad, sino<br />
temporalmente<br />
Era una condición obvia, dadas las objeciones que presentaba el<br />
asunto. Al principio a nadie se le ocurre dudar del carácter provisorio<br />
de las doctrinas tomadas. Más aun, para algunos <strong>jesuitas</strong> esta<br />
interinidad no es sólo una norma prudencial, sino un criterio general<br />
teórico que podría enunciarse en la siguiente forma: tómense las<br />
doctrinas durante unos años, refórmese el lugar, y después hágase<br />
lo mismo en otra parte. En un pasaje de De Procnranda el P. Acosta<br />
podría dar pie para este oriterio:<br />
"Dando una misión me vino el pensamiento que a nosotros<br />
sería fácil y a los indios muy provechoso mudar algunas veces<br />
los lugares, repitiendo en todos la misma doctrina, dándoles<br />
así, como a párvulos, la leche del evangelio.Y'?"<br />
confesión, o adultos (Información y respuesta sobre los capítulos del Concilio<br />
Provincial del Perú, Madrid, 26 nov. 1586; en BAB, t. 73, 329). La 3a.<br />
sesión del Ill Concilio de Lima (c. 11) decretó que si un pueblo llegaba<br />
a 200 ó 300 indios de tasa, ya debía dársele un doctrinero (en Levillier,<br />
Organización, n, 201).<br />
ElIde agosto de 1578 Toledo aumentó la paga a juli hasta cuatro<br />
sínodos o 3,200 pesos de plata (MP, II, 369-72). En 1583 recibían en<br />
juli 4,000 ducados: "Ay para mantener 17 o diez y ocho personas ...<br />
Ternán diez mil almas de cofessión" (Catálogo de enero 1583, MP, Ill,<br />
220 s.),<br />
104 AI600, II, 400-402. Ci. Torres Salmadano 99; Mateas, hablando<br />
de la tercera probación del P. Coba en Juli en 1615, en Introducción a sus<br />
obras en BAB, v. 91 y en MH, 13 (1956), 278.<br />
105 Proc., IV c. 9, 365 s. Cf. con todo la nota siguiente.
284 América Indígena<br />
Acosta no hablaba directamente de las doctrinas. Otros sí. El texto<br />
más representativo que hemos hallado para justificar el principio de<br />
la temporalidad de las doctrinas, es el siguiente, del P. Diego Manínez,<br />
en carta al P. Asistente Gil González Dávila, a 24 de diciembre<br />
de 1581:<br />
"Sería más bueno y a mi parecer de más fruto y servicio de<br />
Dios nuestro Señor que estas residencias de doctrina como<br />
Juli, que no fuesen perpetuas, que a lo más estuviese la<br />
Compañía quatro o cinco años en un pueblo doctrinando y<br />
luego se pasase a otro. Lo primero, porque así a parecido a<br />
todos los Padres que an doctrinado en Juli. lo 20., porque<br />
parece ser más propio de nuestro Instituto no estar atados<br />
a solo un lugar. Lo 30., porque será el fruto más universal.<br />
lo 40., porque se instruyen muchos pueblos de fundamento<br />
en la religión christiana, que hay mucha necesidad en toda la<br />
comarca por falta de lenguas que lo sepan hazer. Lo 50.,<br />
porque mudando la doctrina de quatro en quarro años se<br />
podría instruir aquel pueblo y confessar generalmente ...<br />
(etc) . " Lo último, por quitar el enfado de los Padres de<br />
estar siempre atados en un lugar, y mucho más el fastidio<br />
de los indios, que según su condición, quieren ver mundaneas<br />
en esto y seríamos más aceptos a los Obispos y Perlados,<br />
viendo que no buscamos comodidad en lo temporal sino el<br />
bien universal de sus abejas." 106<br />
En realidad, hemos visto en el párrafo anterior que tanto Cercado<br />
como Juli se iban robusteciendo y la práctica aconsejó seguir trabajando<br />
en ambos sitios. No nos constan los motivos concretos. Uno<br />
de ellos era ciertamente no poderse dejar cómodamente sin desedificación.<br />
Probablemente influyó también el éxito de la experiencia,<br />
la fuerza conservativa de la historia, cierto convencimiento de que<br />
seguía constantemente en pie la conveniencia de<br />
106 MP, lII, 98 s. Cj., Il, 156 Y 367. Contrástesecon este texto de<br />
Acosta: "Losritos de los indios, sus tradicionalescostumbres,las supersticiones<br />
y e! modo de tratar con ellos sólo con el largo uso lo puede aprender...<br />
es muy de doler que sea raro el párroco que pase tres años en la parroquia<br />
que se le confía; luego se cansan de los feligreseso la ambicióny el interés<br />
los lleva de una en otra parte en busca de otros nuevos... con lo cual<br />
consiguenpoco 'fruto". (Pro c., IV, c. 10, 369).<br />
Jesuitas y <strong>culturas</strong> indígenas 285<br />
"conservar ... regar y guardar estas nuevas plantas, las quales,<br />
como son tan nuevas y tiernas, en cesando esta manutención,<br />
se buelven a sus costumbres antiguas".107<br />
Cuarta condición: No se reciban estipendios, excepto<br />
lo necesario para vivir<br />
Ordinariamente los doctrineros recibían, además de la tasa real<br />
o sínodo para su diaria manutención, una serie de dones casi obligados<br />
por parte de los indios, llamados camaricos, consistentes en papas,<br />
chuño, carneros u otros bienes que traían al encargar misas, etc.<br />
Sin contar otras prestaciones personales o dádivas que doctrineros<br />
poco escrupulosos exigían a los indios.<br />
El punto controvertido en la Compañía eran los camaricos.<br />
La necesidad del sínodo y la inmoralidad de otras prestaciones no<br />
entraban en la discusión. En principio parecía que los camaricos<br />
no debían aceptarse, tanto por la prohibición general de la Compañía<br />
sobre aceptar estipendios,lOS como por la positiva desedificación<br />
que se temía por parte de los indios, expuestos como estaban a<br />
sufrir tantos abusos en esta materia. La segunda congregación provincial<br />
de 1576 había propuesto los siguientes puntos de solución,<br />
aceptados en bloque por el P. General Mercuriano dos años más<br />
tarde:<br />
a. "Oblationes quidem quae in Ecclesia a fidelibus proferuntur<br />
non esse prohibendas;<br />
b. tamen res rninutiores statirn esse pauperibus qui adsunt<br />
distribuendas;<br />
c. copiosas servandas penes forix magistratum indum (curacas<br />
o hilacatas), ut in usu divini cultu cedantur ...<br />
d. Munuscula indorum ordinarie quidem recipi non oportere ...<br />
e. Pro Missis vero votivis nihil penitus accipiendum est;<br />
poterunt tamen aliquae Missae a nobis gratis dici; reliquae<br />
vero simul cum ipsa eleemosyna clericis saecularibus aut<br />
regularibus cornrnendentur" .109<br />
107Sorprendentement estepárrafo pertenecea la mismacartade! P. Mar.<br />
tínez citada en el párrafo anterior (a Gil González). MP, IlI, 97.<br />
lOS Constituciones de la Compañía de Jesús, p. X, n. 5.<br />
109 MP, JI, 443 s. Lasletras y disposicióntipográficaes nuestra.
286 América Indigena<br />
En 1584 tenemos un cuadro completamente distinto. El P. Torres,<br />
superior de Juli, se queja de que el P. Provincial Piñas<br />
"quando nos traen los indios alguna ofrenda para Misas,<br />
nos manda dezir la Misa fuera (es decir, pasarla a otros<br />
curas, como se dice en el apartado el de la cita anterior) ... ;<br />
no se dezía antes que él (Piñas) viniese, sino en casa,<br />
fundados los Superiores en que el que dispensó en que<br />
fuesemos curas, dispensó también en las cosas anexas al<br />
officio, y porque todo lo que desta manera nos dan se da a<br />
los pobres de Iirnosna't.P?<br />
No vemos cómo se compagina esta práctica con lo aprobado por<br />
Mercuriano en 1578. El texto de Torres y otros documentos anteriores<br />
nos persuaden de que la práctica corriente era distinta de lo<br />
pensado de antemano, antes de tener experiencia directa de la doctrina<br />
de JuliY1<br />
En las mismas cartas se especifican los motivos de este proceder.<br />
Si se hace, lo mandado por el P. Piñas, una buena cantidad (300<br />
escudos anuales) dejará de transformarse en limosnas para los indios<br />
y pasará únicamente a engrosar las rentas de otros clérigos. Además,<br />
para encargar esas misas afuera, se tendrían que convertir los productos<br />
naturales ofrecidos por los indios en moneda y este aparente<br />
negocio desedificaría a los indios. Añadamos que la costumbre de<br />
ofrecer dones se remontaba probablemente a otra semejante prehispana<br />
que los doctrineros habían simplemente encauzado en su<br />
propio provecho. Probablemente no era fácil cambiar una costumbre<br />
tradicional.P"<br />
El P. Aquaviva responde desde Roma e insiste todavía en hallar<br />
una fórmula intermedia que libre a los <strong>jesuitas</strong> de la apariencia de<br />
recibir por sí mismos la ofrenda para misas:<br />
110 MP, III, 363.<br />
111Relación del P. Lopez al visitador, agosto 1578: "realmente nos<br />
pagan los indios las Misas que por sus difuntos dezimos, ni más ni menos<br />
que a los clérigos, pues cuando el indio pide una Missa trae un carnero, y<br />
si no le trae, no le dize más que responso; y aunque es verdad que aquello<br />
y más que aquello se da a los pobres, al fin se recibe como el sínodo" (MP,<br />
I1, 377). Lo mismo Diego Martínez el 24 dic., 1581 (MP, III, 99 s.).<br />
112"De la misma manera que (1os indios) odian a los que les exigen<br />
en demasía, así también juzgan adversos a ellos los que rechazan los donecillos<br />
que les ofrecen" (Pro c., V, c. 24, 519).<br />
Jesuitas y <strong>culturas</strong> indígenas 287<br />
"Digan Missa y certifiquen dello a los indios sin recevir nada<br />
de ellos, y digan que ellos, si quisieren, hagan las limosnas<br />
a quien les pareciere, o a quien los Nuestros les enderecaren,<br />
y si el que pide la Missa es pobre, le dirán que se la<br />
tenga; y si los indios tienen dificultad en tomar unos de<br />
otros, depútese un español a quien lleven ellos las limosnas,<br />
y él las distribuya, según que el Provincial juzgare sea de<br />
modo como que los Nuestros no reciban estas limosnas." 113<br />
No hemos podido conseguir datos posteriores que nos indiquen<br />
en qué quedó el asunto.P" Sea lo que fuere de este punto particular,<br />
es evidente que las dificultades de recibir estipendios se procuraron,<br />
y en buena parte lograron, remediar a través del incremento de las<br />
obras de caridad.<br />
Estipendios y beneficencia<br />
La importancia dada a la beneficencia es una de las más felices<br />
innovaciones realizadas en las doctrinas jesuíticas, sobre todo desde<br />
Juli, aunque ya había antecedentes en Huaruchiri y en las misiones<br />
volantes.'!" El P. Acosta afirmaba que, fuera de la administración<br />
de los sacramentos y de la palabra divina, todos los demás medios<br />
útiles para influir en los indios hacia el bien se reducían al buen<br />
ejemplo y la beneficencia.P" Las limosnas u otras ayudas materiales<br />
"son los milagros para estos indios"y7<br />
El cuidado para lograr este testimonio o "milagro" se deja ver<br />
tanto en medidas negativas como en otras positivas. Entre las primeras<br />
anotemos siquiera dos ejemplos: El P. Piñas, y probablemente<br />
los rectores interesados, acariciaban el proyecto de instalar en Juli<br />
una estancia de 2,000 ovejas pertenecientes a los colegios de Arequipa<br />
y La Paz y dedicar a algunos indios de la doctrina a su cuidado.<br />
El superior de Juli se opone, lo mismo que el consultor Atienza. Este<br />
113 8 abril, 1584. MP, III, 383.<br />
114Al600, 1, 234 nos refiere la siguiente práctica en Cercado (aunque<br />
no trata directamente de estipendios): "Las exequias de difuntos se hazen<br />
con gran curiosidad, que es cosa inusitada entre ellos, llevándose desde la<br />
Iglesia al hospital las ofrendas que ponen para que las gocen los enfermos<br />
y los que están en su serv (ici ) o".<br />
115Cj., nota 49.<br />
116 Proe., V, c. 22, 512 s.; cj., IV, c. 18, 399.<br />
117Diego Martínez a Gil González Dávila, 24 dic. 1581, MP, III, 99 s.
288 Am-érica Indígena<br />
último fue pronto provincial, por lo que el proyecto no prosperó.!"<br />
El segundo ejemplo es la renuncia en 1584 a la doctrina de Guaral,<br />
a nueve leguas de Lima y junto a una hacienda del colegio de esta<br />
ciudad. Se dejó a los pocos meses de tomada, porque aquella mezcla<br />
de doctrina y hacienda más parecía granjería que doctrina.P"<br />
En Juli las medidas positivas se remontan al mismo día de la<br />
inauguración de la doctrina jesuítica en que<br />
"a treinta o más pobres se les repartió la carne, y el chuño y<br />
lana, que se avía dado de ofrenda, que para estos indios es<br />
hazer milagros, ver que les den y no les pidan".120<br />
El P. Diego de Torres en 1584 escribe que en Juli hay ordinariamente<br />
menos de 100 ricos y más de 400 pobres que no tienen de<br />
qué comer. El calcula la población total de entonces en 20,000<br />
habitantes. Las limosnas hechas por la Compañía habrían beneficiado<br />
aquel año a unas 1,500 personas.P" El Anua de 1594 dice que<br />
"se dio de comer por muchos dias a más de quatrocientos<br />
pobres, y repartiendo los padres curas en su parroquia limosna<br />
a los pobres" .12 2<br />
y en 1603 los domingos y fiestas se repartían alimentos, lana y<br />
otros productos para dar trabajo y vestido a más de 700 personas.P"<br />
Por otra parte en 1581 se nos habla ya de un hermano dedicado<br />
únicamente al cuidado de los enfermos en Juli 124y hacia 1600 se<br />
habla formalmente de hospital-asilo tanto en Juli como en Cercado.l'"<br />
118 Torres a Aquaviva, 12 febrero, 1584, MP, HI, 362 s.: Atienza a<br />
Aquaviva,9 abril, 1585, MP, m, 59l.<br />
119Atienza al P. General, 8 abril, 1584, MP, m, 388.<br />
120 Anua 1576, MP, H, 273. El ejemplo mueve a los caracas ricos a<br />
hacer algo similar (ibid., 280).<br />
121A Aquavita, 12 febrero, 1584, MP, IH, 361. Es posible que Torres<br />
redondee un poco las cifras, dado que pretende inculcar al P. General la<br />
conveniencia de seguir recibiendo estipendios para hacer limosnas.<br />
122Cit. por Echánove en MH, 13 (1956),515.<br />
1~3Torres, Relatione Breve... , p. 12. Allí mismo se cuenta que en<br />
Potosí se repartía comida diaria a más de 200 y a veces 300 pobres "que<br />
nunca pueden faltar en una población de cien mil indios forasteros". No<br />
era, pues, una actividad exclusiva de las doctrinas. Para Huaruchiri, ci.,<br />
A1600, 1, 223.<br />
124Diego Martínez, 24 dic., 1581, MP, HI, 97. La práctica se remonta<br />
a Huaruchiri, A1600, 1, 223.<br />
125Torres, Relaziones (p. 12) caracteriza las doctrinas de Juli y de<br />
Jesuitas y C1Jlturas indígenas 289<br />
Echánove ha estudiado en detalle el tema de la beneficencia en<br />
Juli y llega a la conclusión de que el promedio repartido en limosnas<br />
era de unos 10,000 pesos anuales.P" es decir, el 250% de lo que<br />
los <strong>jesuitas</strong> de Juli recibían por concepto de sínodo en 1583. Con diez<br />
mil pesos anuales se hubiera podido costear la manutención de una<br />
comunidad jesuítica de 45 religiosos.F"<br />
Con el tiempo, ya en el siglo XVII, el sistema se fue instituciona-<br />
!izando, haciendo depender las entradas más de una hacienda ganadera<br />
establecida al efecto que de los camaricos de los indios. Se incrementa<br />
asimismo la obra de molinos, corrales y otras medidas para suplir la<br />
imprevisión de los indios en años de malas cosechas, etc. Estamos ya<br />
en la misma línea de las reducciones paraguayas.P"<br />
Esquema de la vida en las doctrinas<br />
Cerremos el cuadro señalando los rasgos generales de la vida ordinaria<br />
en las doctrinas. Omitimos los detalles que han sido ya insinua-<br />
Cercado por los siguientes cuatro rasgos: hospital, escuela,doctrina a grandes<br />
y chicos, limosnas. ct, también A1600, 1, 232.<br />
12a En MH, 13 (1956),512-17.<br />
127Cálculos basados en los datos del catálogo de 1583; el. sapra, nota<br />
103, MP, m, 220 s.<br />
128Tal es la tesis de los dos artículos de Echánove en MH. Lo mismo<br />
Mateas en nota en A1600, H, 410. He aquí un fragmento de la tardía relación<br />
del P. Durán sobre Juli en 1642: "Cada día se reparten limosnas<br />
suficientes a campana tañida, un día con otro a doscientas personas pobres,<br />
y en algunos tiempos a más de cuatrocientas.Cada domingo se da limosna para<br />
sustento de toda la semana a ciento cincuenta personas impedidas y vergonzantes.<br />
Cada año se reparten a los indios que van a la labor de la sierra<br />
de Potosí, en plata, carneros, lana, comida y otros géneros a propósito para<br />
su viaje, un millar de pesos. Cada año, de esta casa de la Compañía, para<br />
ayudar a pagar el real tributo, un año con otro se dan dos mil quinientos<br />
pesos, y monta lo que ha dado desde 1602 más de noventa mil pesos, como<br />
consta de los libros de los caciques autoridades. Tienen a cargo de la<br />
Compañía un hospital, donde se curan como dos mil pobres en el discurso<br />
de cada año y de veintisiete años a esta parte los cura un hermano médico<br />
y cirujano de la misma Compañía. El adorno de las iglesias y las limosnas<br />
referidas salen de una estancia de ganado vacuno y carneros de la tierra<br />
que está a cargo de la Compañía y la misma se fundó para este intento ... "<br />
(Arch. de Indias, 70-2-12, cit. en Astráin, v. 5, 426). Kubler calcula que<br />
por aquella época, de toda la región de Chucuito (en la que se incluía Juli)<br />
iban unos 2,200 mitayos (con familiares, 7,000 personas), cada año a las<br />
minas de Potosí. El viaje era de 480 kms., más regreso. En conjunto se<br />
ausentaban 8 meses (HSAI, 372 s. ). En 1585 ya había un poco de ganado<br />
para sustento de los <strong>jesuitas</strong> de Juli (MP, m, 363).
290 América Indígena<br />
dos o que adquieren especial significado en la tercera parte de este<br />
estudio.<br />
Actividades religiosas<br />
La única diferencia entre el sistema seguido en las doctrinas y el<br />
ya estudiado en los colegios o misiones es la intensidad. En la doctrina<br />
el jesuita es el único responsable y goza de autoridad. No tiene<br />
tampoco que compartir el trabajo y los enfoques con otros españoles,<br />
clérigos o seglares. El resultado es una febril actividad para instrucción<br />
religiosa, sobre todo los domingos. Según una relación de Acosra, en<br />
1577, el domingo de Juli consistía en lo siguiente: desde la mañana<br />
todos los indios se reparten en grupos de doce o quince para repetir<br />
las oraciones y doctrina con ayuda de maestros o catequistas; después<br />
se juntan todos (unos 10,000) para escuchar un sermón al aire libre;<br />
enseguida misa cantada y acompañada de música; a continuación reparto<br />
de limosnas a los necesitados "diziendose juntamente la doctrina".<br />
Un rato de tiempo libre, y hacia las dos de la tarde empieza la gran<br />
procesión en que se va repitiendo la doctrina. Al acabar la procesión,<br />
cantos en lengua indígena en la plaza de la iglesia, seguidos de un<br />
esbozo aún primitivo de teatro religioso: doctrina dialogada entre<br />
doce niños durante hora y media. Entre semana los niños y viejos<br />
tenían catecismo cada día y los demás cada dos días.129<br />
Por supuesto el aparato externo en el culto, teatro, música, etc.130<br />
llega a su máximo esplendor. La Carta Anua de 1604 nos dice que en<br />
Juli hay un órgano "que es el mejor que hay en el Perú", tocado<br />
asimismo por el mejor maestro de órgano del Perú.P! Sabemos también<br />
que cuando en Lima había alguna fiesta importante se pedía la<br />
129 Anua 1576, MP, 11, 280 s. Los datos de A1600 son sustancialmente<br />
idénticos (por ej. 11, 408), excepto que por la tarde se les cuenta alguna<br />
vida de santo o ejemplo.<br />
130 El A nua de 1578 dice que en dicho año se representaron dos o tres<br />
"colloquios o comedias en su lengua" (MP, JI, 624). Al inaugurar se la<br />
cuarta de las iglesias de Juli (Santa Cruz, año 1607), "representaron los<br />
n.iños indios que aquí se crían un colloquio en la lengua aymara, de la Histona<br />
de la Exaltación de la Cruz" (Ant~a 1607, citada por Vargas, Los [esuitas<br />
del Perú y el Arte, 91). Ci., Echánove, MH, 13 (1956), 503 s. Ci. infra,<br />
Cap. 111,e, Esferas intelectual y artística, otras manifestaciones artísticas.<br />
131 Cit. en Vargas, Los Jesuitas del Perú y el Arte, 86. Pocos años después<br />
el agustino Calancha tributa la misma alabanza a la escuela de música<br />
de su orden en Potosí: "es la primera de las Indias y bien celebrada aun<br />
en Europa ... El coro más deleitoso que se conoce en el mundo" (Coróniea<br />
moralizadora, cit. en Otero, 420).<br />
Jesuitas y cuitttras indígenas 291<br />
ayuda del coro-orquesta de la doctrina de Cercado.P" No podían<br />
tampoco faltar numerosas y vistosas cofradías.P"<br />
Vida civil<br />
Se prohibe taxativamente que "español ninguno ni soltero ni casado<br />
viva en el pueblo de Juli, porque son la polilla de los indios".134 Esta<br />
medida explica mucho de la estructura civil de J uli. Por una parte<br />
los <strong>jesuitas</strong> asumirán la autoridad decisiva. Por otra parte menudearán<br />
cargos de responsabilidad confiados a indios. Y finalmente la españolización<br />
de los indios no tendrá la misma dirección que en otros<br />
indios mezclados con españoles de toda condición.<br />
La importancia dada a las autoridades indígenas se quiso subrayar<br />
desde el primer día de estancia en Juli. El primer acto de los <strong>jesuitas</strong><br />
al llegar a su nueva doctrina fue reunir a todos los caciques e invitarles<br />
a comer para planear juntos la manera de haberse en lo futuro. 135<br />
Son magistrados indios los encargados de llevar la cuenta de las<br />
limosnas recibidas o repartidas.P" y son los euraeas los encargados<br />
de poner en movimiento cada ayllú para acudir a la doctrina, etc. Ellos<br />
son los responsables del comportamiento de sus subordinados, para que<br />
no se emborrachen ni idolatren. A través de ellos también debían<br />
administrarse los castigos cuando fuere preciso.<br />
De hecho los PP. Martínez y López se quejan en 1578, desde Juli,<br />
de que los caciques no actúan si no son compelidos ellos mismos por el<br />
temor, de forma que el superior de Juli tiene que haberse<br />
"como verdugo de los caciques y hilacatas y principales, de<br />
quien depende el gobierno de la -doctrina, los quales hasta<br />
132 Vargas, Los <strong>jesuitas</strong>. .. , 77. Se basa en Coba y Altamirano. Lo mismo<br />
Oliva, 204. No parece que llegara a cumplirse lo que en 1576 había<br />
recomendado la 2a. Congregación Provincial (MP, 11, 95): "ille omnis<br />
apparatus quem in administrandis Sacramentis coeteri parochi solent adiungere,<br />
a Nostris estiam conservandus erit, dummodo nooii nihil addatur".<br />
133 En 1579 ya tenemos datos para Juli (Acosta, 11 abril, MP, 11,623).<br />
En A1600 passim,<br />
134 A1600, 11, 407. Sin embargo, en 1584 el P. Torres hablaba de una<br />
cofradía con españoles e indios (MP, 111,363). Se debe probablemente este<br />
hecho a la situación de Juli en un lugar de paso obligado, de lo que ya se<br />
lamentaba el P. Martínez en su relación al visitador (MP, 11, 368).<br />
135 Anua 1576, MP, 11, 273; cuando Acosta visita Juli, se repite la<br />
escena (ibid. 280).<br />
136 2a. Congr. Provincial, MP, 11,94. Relación Durán, en 1642, refiriéndose<br />
a un hecho que se remonta a muchos años atrás: ef. supra, nota 128.
292 América Indígena<br />
agora, si no es por la violencia y cárcel y acotes, no lo quieren<br />
hazer".131<br />
Ninguno de los dos padres halla solución a esta necesidad de usar<br />
la coacción. El mismo año el P. Plaza atribuye en parte notable el<br />
mayor fruto que se observa en Juli al hecho de que la red coercitiva<br />
se halla mejor organizada alli que en otras docrrinas.P" la época y las<br />
circunstancias explican el hecho. Otras aportaciones positivas lo contrabalancean.<br />
Pero no puede negarse que existió, no sólo a los principios,<br />
sino también más adelante, como consta entre otros datos por<br />
las casas de reclusión para hechiceros empedernidos en Juli y más<br />
tarde también en Cercado.P?<br />
Escuela<br />
Este último aspecto de la vida ordinaria en las doctrinas desempeña<br />
un papel básico. Habia una orden regia de poner escuela de leer y<br />
escribir en cada doctrina, pero la orden sólo se cumplia cuando al<br />
doctrinero le apetecia, "que no es nada".140<br />
Durante su breve estancia en Huaruchiri los <strong>jesuitas</strong> instalaron ya<br />
una escuela, a pesar de la dispersión en que estaban los setenta y<br />
siete ayllús, "haziendo que se sacasen los que auía en todos aquellos<br />
poblecuelos y se pusiesen en la escuela".H1 las escuelas de Cercado y<br />
131 MP, Il, 364.<br />
138 "Lo que yo he visto por experiencia los días que allí he estado es:<br />
que el fruto no es tanto como suena, ni las dificultades tan pocas ni tan<br />
fáciles. .. De tres mil personas que se han confesado este año, no se han<br />
confesado las mil por su voluntad, y más de los dos mil se han confesado por<br />
fuerza. Unos, porque los prenden por amancebados, y les manden que se<br />
casen o se aparten, y ellos por no apartarse dan priesa que los confiesen para<br />
casarse, y casados, no vuelven más a la confesión. .. Otros se confiesan por<br />
enfermedad, y éstos, los más, porque los fiscales o síndicos avisan a los<br />
Padres que están enfermos y que los vayan a confesar ... A la doctrina vienen<br />
pocos por su voluntad. A las pláticas y sermones públicos acude mucha<br />
gente y mucha se esconde; y así es menester los domingos por la mañana<br />
poner alguaciles en las calles para que no se vayan a trabajar al campo".<br />
Enero, 1578, MP, Il, 335 s. "... Y como estas diligencias no se hacen en<br />
otros pueblos... a los que miran de aparte este negocio paréceles que es<br />
mucho el fruto" (id. 337). Otros datos en Anua 1576 (MP, Il, 282) yen la<br />
de 1578 (ibid., 623).<br />
139 CI. inlra, Cap. Ill, El castigo corporal a los indios, y Las penas.<br />
14
294 América Indígena<br />
quecida por las demás. Juli recibe de los colegios la estructura de<br />
comunidad grande, y la preocupación por la enseñanza; de las misiones,<br />
el sistema de predicación intensiva, que mantiene en jaque a toda la<br />
población; de las entradas a infieles, la preocupación por evitar el<br />
contacto con otros españoles menos cuidadosos de sus deberes religiosos<br />
y morales.<br />
Sin querer determinar con certeza qué influyó más en qué, aventuramos<br />
como conclusión el cuadro número 1 para indicar la evolución<br />
que se fue obrando hasta llegar a la síntesis del siglo XVII, las<br />
reducciones del Paraguay.<br />
Jesuitas y ctdturas indígenas 295<br />
III. LOS CRITERIOS DE ACULTURACION<br />
A medida que utilizaba y perfeccionaba los métodos para acercarse<br />
al indio y comunicarle su mensaje, el jesuita descubría nuevos horizontes<br />
en el mundo indígena y con ellos se le abrían nuevos interrogantes:<br />
¿qué aspectos del mundo cultural indígena hay que aceptar?<br />
¿cuáles rechazar? ¿por qué? Para analizar las respuestas que dio<br />
a estas y semejantes preguntas, trataremos sucesivamente de su<br />
A. Actitud hacia el indígena como persona.<br />
B. Actitud hacia lo indígena como cultura.<br />
C. Aplicación de la actitud general a distintos tópicos de las<br />
<strong>culturas</strong> indígenas: lengua; esferas tecnológica, social y<br />
familiar; esfera intelectual y artística; esfera religiosa.<br />
A. ACTITUD HACIA EL INDÍGENA COMO PERSONA<br />
El misionero buscaba primordialmente a alguien; no algo. La<br />
persona, más que la cultura. Lo segundo sólo le interesaba en función<br />
de lo primero. Se interesaba directamente por el indio. Sólo indirectamente<br />
por lo indígena, en cuanto el medio cultural era el camino<br />
para conocer, penetrar y respetar a la persona del indio.<br />
Podemos afirmar que la actitud oficial de la Compañía al hablar<br />
de la persona del indio es en general de respeto y aprecio. Quizás<br />
ayudó un poco a esta opinión cierta tendencia a reaccionar con recelo<br />
ante las actitudes que veían en muchos españoles llegados al Perú<br />
antes que ellos. Acosta, en su libro De Procuranda, que tendremos<br />
que citar con frecuencia en este capítulo, nos refleja esta actitud:<br />
"Así lo pienso y nadie podrá apartarme de esta opinión. Para<br />
un maestro muy malo, todos los discípulos son estúpidos.<br />
He recorrido todo este reino del Perú mucho más y con mayor<br />
diligencia que lo que de aquí digo pueda extenderse a las<br />
otras naciones de las Indias; pero los indios del Perú, ciertamente,<br />
no los he hallado en ninguna manera cortos de ingenio,<br />
antes en gran parte sutiles y agudos y con no pequeña habilidad<br />
para fingir y disimular cualquier cosa".145<br />
Se repiten una y otra vez los juicios favorables del indio, sobre<br />
todo en tres grupos de documentos: en casi cada página de Acosta y<br />
145IV, c. 3, 332 s.
296 América Indígena<br />
de Valera, en los documentos en que se señalan deficiencias de doctrineros<br />
o españoles como causa de los menguados frutos de evangelización,<br />
en impresiones de conjunto de los primeros años.146<br />
Las cualidades que se les atribuyen más frecuentemente pueden resumirse<br />
en el siguiente párrafo del mismo Acosra:<br />
"No hay nación más dócil y sujeta que los indios; no son<br />
de ingenio duro y cerrado, y tienen avidez por imitar lo que<br />
ven; con los que tienen el poder y la autoridad, sumisos al<br />
extremo, hacen al punto lo que les mandan." 147<br />
También se oyen, sin embargo, calificativos menos agradables<br />
en boca de <strong>jesuitas</strong>. No siempre coincide lo que explícitamente dicen<br />
de los indios con lo que inconscientemente piensan de ellos.148 El<br />
mismo Acosta, a quien se ha llamado a veces un Las Casas moderado,<br />
les llama en cierta ocasión "estas bestias".149 El P. Hernández, antiguo<br />
rector de Salamanca, viceprovincial del Perú y confesor del<br />
virrey, atribuye en 1572 la superficialidad del cristianismo de los<br />
indios no sólo a los malos ejemplos y deficiente predicación de<br />
146 Proc. IV passim. Lo mismo las Anuas (por ejemplo de 1574 y<br />
1576) y A1600.<br />
147 Pro c., 126. "¿Cuál es la causa de otras cosas y tan difíciles, que<br />
nunca antes las habían oído, y tan bien aprendidas que pueden competir con<br />
nosotros? ¿No les oímos muy buena música, tanto de voces como de instrumentos<br />
de cuerda y viento? ¿No vemos que algunos llegan hasta a componerla<br />
con arte? ¿No practican bien todos los oficios del servicio de la<br />
Iglesia? ¿Quién ignora que son muy buenos artífices de escribir, pintar y<br />
modelar? ¿Y no los vemos litigar con mucha astucia, y mover pleito a sus<br />
amos, y aun vencerlos?" (id.) IV, c. 3,332 s.). Lopetegui, 371 s., ha reunido<br />
en antología las adjetivos que Acosra dedica a los indios. Ni se refieren las<br />
alabanzas sólo a los quechuas o aymaras, ni proceden sólo de <strong>jesuitas</strong> superiores.<br />
Spitilli, hacia 1590, trae también elogios de los del Tucumán (en<br />
Ragguagl; d'alc1ms Missioni ... , cit. en Borges, 78).<br />
148 El mismo individuo que relata las alabanzas y respetos que Barzana<br />
tributaba a los indios, llamándoles "mis señores los indios", se admira de<br />
que un hombre "tan apto para todo y en particular para cossasde ingenio"<br />
se ocupara "siempre con gente bárbara, con un off (ici) o tan seco que<br />
provoca a melancolía... por no aver en este género de trato cosa de humano<br />
gusto ni deleyre" (AI600, r, 212).<br />
149 Pro c., VI, c. 20, 587, hablando de su poco aprecio a la virginidad.<br />
Pero en otra parte (p. 122) reconoce que los pecados de los indios "no son<br />
de los que vuelven a Dios inexorable... antes por lo común pecan por<br />
ignorancia o incitados por la fragilidad de la carne, tanto que, quitadas<br />
aparte las borracheras y deshonestidades, apenas tienen otros pecados".<br />
] esuitas y cult1traS indígenas<br />
los españoles como hacía Acosta y otros, sino también a que "ellos<br />
son muy carnales, terrestres y de poca capacídad't.l'" La Relación<br />
de ] uli de 1600 les llama "torpes y vastos" de natural; etc. 151<br />
Hechos en pro y en contra. Cuatro síntomas<br />
Hasta aquí las palabras. En el mundo más objetivo de los hechos<br />
la actitud hacia el indio-persona es asimismo de aprecio y respeto<br />
con limitaciones. Las intervenciones de los <strong>jesuitas</strong> en pro de Tupac<br />
Amaru, condenado por el virrey Toledo en 1571, y el juicio desfavorable<br />
con que las crónicas del colegio del Cuzco censuran la orden<br />
de ejecución, son una muestra del aprecio como rendencia.P'' Pero<br />
en nuestro juicio los cuatro siguientes rasgos son más sintomáticos<br />
para medir hasta donde llegó y no llegó el aprecio y valoración del<br />
indio. Los dos primeros arrojan un resultado muy positivo. Los siguientes<br />
ponen límites a la confianza en la persona del indio.<br />
Primer rasgo: calidad de las personas dedicadas a indios<br />
297<br />
Sustancialmente hemos dejado explicado este rasgo al hablar de<br />
los <strong>jesuitas</strong> que desfilaron por ]uli. 153 Dado que la finalidad prin-<br />
150 A Ovando, Presidente del Consejo de Indias, 19 abril, 1572, MP, I,<br />
464.<br />
151A1600, H, 406. Añade que ese natural se ha superado en ]uli y ya<br />
viven en "pulisía y humanidad y buena crianca".<br />
152Vargas, HCJP, 148. La Historia del Colegio del Cuzco del P. Vega<br />
subraya particularmente que insistieron una y otra vez "de rodillas y con<br />
lágrimas muchas veces" al Virrey (Historia del Col., 19 s. ). La crónica<br />
paralela en Al600, H, 25, no lo subraya tanto. Es curioso, con todo, que la<br />
instrucción al Emperador Inca se encargara en un principio a un hermano<br />
coadjutor cuyos informes de dos años antes (Catálogo 1569, MP, I, 285)<br />
decían "no es para mucho". GI., Vargas, HGJP, 149. La razón es que era<br />
el único jesuita con sangre india entonces residente en Cuzco (GI. juicio muy<br />
favorable de cinco años más tarde, en la relación del visitador Plaza, MP, H,<br />
128). El P. Barzana completó la instrucción, aunque no sabemos qué valor<br />
merecen las entusiastas relaciones de sincera conversión del Inca junto al<br />
cadalso. La afirmación general de Vargas sobre la estima ganada por la<br />
Compañía con su actitud pro-Tupac Amaru, debe completarse con la nota<br />
del P. Luis López, sobre el "odio que el reino había concebido contra el<br />
Provincial y Compañía, por aber andado en compañía del Virrey" (12 oct.,<br />
1572, aludiendo a la ejecución; MP, I, 490 s. con nota). Pero no se olvide<br />
que López iba amontonando bilis contra Toledo (ci., su memorial de quejas<br />
pasado por Toledo al Rey y que no fue poca parte para el proceso de López<br />
en Inquisición. GDIHE, v. 94, 472-86).<br />
153 V. supra, Cap. H. Primera condición: que se confíen a individuos<br />
de valer.
298 América Indígena<br />
cipal de la ida de los <strong>jesuitas</strong> al Perú eran los indios, podrían añadirse<br />
otros nombres como Atienza, Acosta, etc. que, al dar directivas y<br />
facilidades desde sus cargos de gobierno, hicieron más por los indios<br />
que muchos otros dedicados al trato directo con ellos.l'"<br />
Existe también un hecho paralelo, a primera vista contradictorio,<br />
pero en realidad complementario e impuesto por la urgencia del<br />
problema y la misma sencillez del indio. la primera Congregación<br />
Provincial de 1576 aprueba que algunos<br />
"qui iudicio Superiorum idonei tanttcm. erunt confessionibus<br />
audiendis et doctrinae christianae rudimentis mediocriter<br />
explanandis, discant sane latinas litteras et casus conscientiae,<br />
et cathechismum necessarium, atque his contenti, fructui animarum<br />
vacent"<br />
1M Sabemos lo que costó a la <strong>Universidad</strong> de Valladolid desprenderse de<br />
Atienza (MP, Il, 734-37). De Acosta decía el P. General: " Es de lo bueno<br />
que tenemos en Espagna" (a Portillo, 14 nov., 1570, MP, 1, 390); y de su<br />
De Procuranda se dice que "es el libro más importante producido por<br />
Jesuita alguno en América en el siglo XVI" (Mateas, en Introducción a<br />
A1600, 1, 47; el. id., 281 s.). Sobre él existe una bibliografía enorme, que<br />
lo estudia desde los más diversos aspectos: teólogo, naturalista, antropólogo,<br />
evolucionista, misionólogo, hombre de gobierno, etc.<br />
Borges -contra Egaña- cree que la Compañía participó también del<br />
mal de otras religiones que enviaban a Indias a algunos indeseables en la<br />
Península. Se basa en una carta de Portillo de 1567, antes de llegar los<br />
<strong>jesuitas</strong> al Perú (MP, 1, 103; en Borges, 353, nota 52). El P. Hernández,<br />
en carta a Ovando, tiene queja similar, pero habla de todos los religiosos sin<br />
especificar (MP, 1, 465). En los documentos privados de MP, que se quejan<br />
tan sin rebozo de lo que sea, no hemos hallado datos concluyentes sobre el<br />
particular a excepción de los dos casos citados y una queja del P. López<br />
desde Juli, que se refiere más bien a la distribución de personal ya en el<br />
Perú (el. supra, nota 32), más otras peticiones generales de que "se mande<br />
de lo mejor" (por ej., MP, 1, 496). El P. Provincial de Andalucía, Cañas,<br />
se resistía a la ida de Plaza al Perú, pero el P. General no oyó sus ruegos<br />
(MP, 1, 547 ss.). El P. Baltasar Alvarez habría sido destinado provincial del<br />
Perú y después retenido en España. Pero las razones fueron claras muestras<br />
de salud insuficiente, que desaconsejaban el largo viaje, como probó una<br />
simple travesía a Mallorca. Le suplió otro de primera calidad: Atienza<br />
(ci., índices respectivos, en MP, II). Dos de los mejores ascetas de la Compañía<br />
Española en la época de Aquaviva, vivieron precisamente en el Perú:<br />
Alvarez de Paz y Juan Sebastián de la Parra (el., Astráin, v. 5, 88-90).<br />
pero añade inmediatamente:<br />
Jesuitas y <strong>culturas</strong> indígenas 299<br />
"dumrnodo sint semper nonnulli theologi er professi, et quidem<br />
ex primariis Prooinciae, qui ex professo eidem ministerio<br />
indorum consacrentur" 155<br />
Segundo rasgo: admisión de los indios a la comunión<br />
los españoles del siglo XVI veían más la dignidad del sacramento<br />
que su poder medicinal. Ello explica su actitud al llegar a<br />
Indias y realza la actitud de los <strong>jesuitas</strong>. Muchos misioneros, y más<br />
en el Perú, creyeron que el indio no era digno de recibir la comunión.<br />
El Primer Concilio de lima, en 1552, mandó que sólo se les administraran<br />
los tres sacramentos del bautismo, penitencia y matrimonio,<br />
y sólo por vía de excepción les concede en algún caso los sacramentos<br />
de la confirmación y eucaristía. El Segundo Concilio, en 1567, un<br />
año antes de llegar los <strong>jesuitas</strong>, urge la administración del viático<br />
a los indios y admite que se distribuya la eucaristía en algunos casos<br />
y siempre con permiso del obispo. En el Tercer Concilio, en 1583 y<br />
en el que los <strong>jesuitas</strong> tomaron tanta parte, se llega por fin a admitir<br />
que "a los asaz enmendados en sus costumbres" se les dé la comunión<br />
por Pascua.P" Sin embargo la práctica ordinaria era simplemente<br />
no dar la comunión a los indios.<br />
Fueron principalmente los <strong>jesuitas</strong> los que introdujeron la comunión<br />
a los indios, no sin sorpresa y aun resistencia de muchos,<br />
incluso de "personas muy graves y religiosas't.P! Teniendo en cuenta<br />
este ambiente de resistencia o cuanto menos receloso, no debe admi-<br />
155 MP, Il, 84. Aquaviva hacia 1594 repetía la misma idea, con la misma<br />
salvedad, en carta al P. Cabello (en Vargas, HC]P, 243). Acosta pondera<br />
que se necesitan talentos teológicos al decir que en Juli se reunían durante<br />
una hora a resolver "muchos casos diffíciles de los indios" (Anua 1576, MP,<br />
Il, 282). Ya se ve que no tiene que ver nada esta actitud con menos dotados<br />
y la de algunos encomenderos para quienes cualquiera bastaba para doctrineros.<br />
ct., Pro c., 328 s.<br />
156 2a. Sesión, c. 19. Levillier, Organización, Il, 177-9.<br />
157 Al600, Il, 24. CI., MP, Il, 12,358,674 s.; Al600, 1, 209, 232 ... ,<br />
Il, 136 ... ; Torres. Relazione ... , 10 s.; Valera, Costumbres, 73; Acosra,<br />
todo el libro VI de Pro c., sobre todo c. 7-10, etc. etc. Para datos no restringidos<br />
a los <strong>jesuitas</strong> ni al Perú, ci., Ybot, 1, 695 ss. Ricard, 20, y sobre todo<br />
Bayle, La Comunión ... en MH, 1 (1944), 13-72.
300 América Indígena<br />
rarnos que aun los <strong>jesuitas</strong> procedan con pies de plomo y admitan<br />
a los indios sólo una vez probados.l'"<br />
Tercer rasgo: difícil acceso de los indios al sacerdocio<br />
La actitud cerrada de los misioneros del siglo XVI hacia el clero<br />
indígena ha hecho correr mucha tinta. Nosotros debemos limitarnos<br />
a trasar la línea seguida por los <strong>jesuitas</strong>.P" Durante el siglo XVI no<br />
parece que se plantearan la posibilidad de admitir al sacerdocio a<br />
indios puros. Al ser cristianos muy nuevos y rodeados de atmósfera<br />
no cristiana, les era difícil adquirir la base indispensable para el<br />
sacerdocio.l''? Ni siquiera hallamos rastros evidentes o intentos de<br />
hacer un seminario para muchachos indígenas para que, conservados<br />
y educados con esta finalidad en un ambiente favorable, pudieran<br />
adquirir la base necesaria.l'"<br />
Reduciendo, pues, nuestras consideraciones al sacerdocio mestizo,<br />
observamos una mayor amplitud a los principios, en que el P. Portillo<br />
158 Así en Juli, en 1578 (MP, Il, 358). No se dan razones de "dignidad"<br />
sino de posible escándalo de otros indios, si ven recaer a los que comulgan.<br />
CI·, relación Plaza, 25 abril, 1579, MP, Il, 674 s. Pro c., VI, c. 10, sobre<br />
todo 555 S.<br />
159 Para un estudio más general, cj., Ybot, 1, 727 ss., Ricard, 409-19,<br />
Lopetegui, c. 13 (379-404, con preferencia en la actitud jesuítica), más los<br />
estudios particulares de Alvarez Mejía (Revista Javeriana, 1955 y 1956),<br />
Bayle (Razón y Fe, 1931), Lopetegui (Xenia Piana, 1943,), Rodríguez Valencia<br />
(Anthropologiea Annua, 1957) y Specker (Sehoneek-Beekenried, 1950).<br />
Sobre la actitud de San Ignacio, cj., Granero, 200-207. Cf. también Egaña,<br />
El cuadro ... , 160-163.<br />
160 Acosta dice expresamente, aludiendo a la Consto 74 del JI Concilio<br />
de Lima: "Se ha mandado prudentemente ... que ninguno de linaje indio<br />
obtenga el sacerdocio o grado alguno eclesiástico. .. N o conviene elevarlos<br />
a los superiores grados sagrados, especialmente a los indios, en nuestro<br />
tiempo ... per ser nuevos en la fe y de linaje oscuro" (Proceranda, VI, c. 19,<br />
ver págs. 581-84). Como ha subrayado Lopetegui (p. 385), era una norma<br />
prudencial para aquel tiempo. El primer documento pontificio que les da<br />
acceso al sacerdocio es de 1697 (García y Sáenz, Apuntes ... , cit. en<br />
HSAI,404).<br />
161 Sólo se habla de futuros maestros y catequistas (el. supra, Cap. Il,<br />
d, Colegios para hijos de caciques. La mentalidad de S. Ignacio era más<br />
abierta, a pesar de que S. Francisco Xavier veía completamente imposible la<br />
admisión de naturales de la India. CI., Granero, 204 s, Lo más que hallamos<br />
en los <strong>jesuitas</strong> del Perú es la posibilidad de la cooperación en la redacción<br />
de una carta del Tercer Concilio de Lima al Rey, en que se hacen votos<br />
para que los colegios de hijos de caciques lleguen con el tiempo a dar<br />
"ministros de la Palabra de Dios en su nación" (cit. por Lopetegui, 400).<br />
Jesuitas y cult1JraS indígenas 301<br />
admite a varios mestizos, "buenos lenguas".162 Al cabo de unos años<br />
se estrecha más la mano, sobre todo en el provincial ato del P. Piñas,<br />
ya principios del siglo XVII, época en que por otra parte se trabajaba<br />
tan intensamente con los indios (v. supra, El objetivo fundamental:<br />
cristianización del indio). Durante el provincialato del P. Piñas se<br />
reunió la tercera congregación provincial que decretó "nomine discre-<br />
pante" cerrar completamente la puerta a los mesrízos.r'" la actitud<br />
de Acosta y Plaza es prudente, pero no tan cerrada.P' Evitan simple-<br />
162 En Catálogo de 1569: Valera, Gonzalo Rodríguez, Martín Pizarra,<br />
Juan Rodríguez que después salió; cj., MP, 1, 284. el. siguiente catalógo<br />
ibid., 445-47. Además de los mencionados Valera y Pizarro, se señalaron<br />
otros mestizos admitidos más adelante: Gonzalo Ruiz y Pedro de Añasco.<br />
(Del último dice Astráin que "pocos le ganaban en humildad, obediencia y<br />
aplicación asidua al estudio de lenguas difíciles y en el espíritu de abnegación"<br />
(v, 4, 616).<br />
163 14 dic., 1582, MP, Hl, 205 s., con notas 54 s. ibid.: "a todos nomine<br />
discrepante parezió muy necessario que se les cierre del todo. .. porque la<br />
experiencia ha mostrado a la larga no probar bien este género de gente;<br />
y las demás Religiones han abierto camino a la Compañía para esto con su<br />
ejemplo ... y el Rey tiene mandado no sean recibidos a Orden Sacro".<br />
Montesinos cuenta del mismo Piñas que pidió a Sto. Toribio que no<br />
ordenase mestizos (con ocasión del sacrilegio, cometido por un sacerdote<br />
mestizo). Cj., Bayle, El clero indígena ... , 528. Véase también carta de<br />
Piñas a Aquaviva, 15 marzo, 1585, MP, JII, 570 s. La respuesta de Aquaviva<br />
a la actitud cerrada de la Congregación está llena de equilibrios:<br />
"quandoquidem Congregatio ita sentir... hoc tempore... donec aliud<br />
sratuatur" (enero, 1584, MP, JII, 343). Sobre la situación a principios del<br />
siglo XVJI, cj., Vargas, HeJP 269 s.<br />
164 Plaza (memorial 12 dic., 1576): "aunque (los mestizos) son más<br />
humildes y subyectos que los criollos de su condición, son más cortos de<br />
entendimiento; y comúnmente tienen los españoles y especialmente los<br />
eclesiásticos y religiosos, mucha aversión con ellos, porque son muy conocidos<br />
en el color, y para sacerdotes conviene que sean muy raros los que se<br />
reciban" (MP, Il, 183). De Acosta no tenemos datos tocantes a la admisión<br />
a la Compañía, pero sí tocantes al sacerdocio. En el JII Concilio de Lima<br />
hizo una declaración jurada (5 agosto, 1583, MP, JII, 271-4) en que lamenta<br />
la prohibición decretada por Felipe JI en 1578 contra el acceso de<br />
mestizos al sacerdocio y dice: "a este testigo le pares ce cosa muy conveniente<br />
y confforme a razón que no se cierre la puerta a los que con estudio y<br />
virtud pueden merecer el sacerdocio" (ibid .. 274). De hecho el JII Concilio<br />
adoptó la misma actitud al decretar sólo que no se admitiera a los indignos,<br />
sin distinguir razas (2a. sesión, c. 33; Levillier. Organización, Il, 185). Pro c.,<br />
IV, C. 18, 359 s., da las siguientes razones en pro: "no sólo conocen la<br />
lengua, sino las demás cosas de los indios, y les tienen amor". Por tanto,<br />
"si son de buenas costumbres y probados por mucho tiempo, cualquier otro<br />
respeto hay que posponerlo". el. ibid., VI, c. 19.
302 América Indígena<br />
mente caer en la tentación de la cantidad sin calidad, o de las ventajas<br />
de la lengua sin la garantía de la virtud. Es curioso constatar que<br />
exactamente dos meses después de que el gobierno interno de la<br />
Compañía en el Perú tomara la decisión restrictiva que acabamos<br />
de indicar, un grupo de mestizos redacta un documento pidiendo al<br />
Papa que de fin al veto de Felipe II, veto que prohibia el acceso de<br />
mestizos al sacerdocio. Uno de los argumentos esgrimidos en este<br />
documento es precisamente el ejemplo de la Compañía de Jesús,<br />
que tiene varios miembros sacerdotes de raza mestiza y de gran<br />
valer.l'"<br />
¿Cuál eran los imperativos para este cambio de conducta de la<br />
Compañía? Los documentos sobre el particular se basan principalmente<br />
en los "sucesos tristes" que motivan salidas de la orden y casos<br />
desedificantes. Dichos casos se dieron. No tenemos material suficiente<br />
para ver estadísticamente en qué proporción con respecto a casos<br />
semejantes que también se dieron entre <strong>jesuitas</strong> criollos y <strong>jesuitas</strong><br />
venidos de España. No tenemos dificultad en admitir como muy probable<br />
que tales casos abundaran más entre mestizos y criollos, por<br />
haber vivido en un ambiente más aventurero y libre.P" Pero nos<br />
parece que también es probable que en el inconsciente de bastantes<br />
<strong>jesuitas</strong> -y misioneros en general- hubiera una cierta desconfianza<br />
racial de orden subjetivo que les hiciera saltar de casos quizás abundantes<br />
a una ley general, por inducción insuficiente. El historiador<br />
jesuita peruano Rubén Vargas, hablando del siglo XVII, en que el<br />
problema se extendió al criollo, comenta:<br />
"Vino a ser ya un lugar común el ponderar la flaqueza de<br />
los nacidos en el Perú o criados en la tierra, como si en ellos<br />
solos se diesen las caídas, olvidando que de los cuatro <strong>jesuitas</strong><br />
que la Inquisición de Lima hubo de procesar y prohibir confesar<br />
a mujeres, tres de ellos habían venido de España y aun<br />
eran profesos y solo un criollo (mestizo), el P. BIas Valera."<br />
167<br />
165 Lopetagui, 400-404. Id. en El Papa Gregario... ct; AHSI 13<br />
(1944) 106. El Papa favoreció su petición el 15 de marzo de 1584, y<br />
Felipe Il revocó finalmente su prohibición el 28 setiembre, 1588 (Lopetegui<br />
403).<br />
166 Plaza, Relación 25 abril 1579, MP, n, 658.<br />
167 Vargas, H Cl P, 251. Valera va a Cádiz en 1590 y muere allí en<br />
1597. Al menos dos de los españoles juzgados habían sido rectores y el<br />
P. Fuentes también maestro de novicios. Sobre el caso de Valera, cj., Matees,<br />
Introducción a Al600, 1, 54-62 y el índice "Valera" de MP, nI.<br />
Jesuitas y <strong>culturas</strong> indígenas 303<br />
Hay, por tant~, una limitación en el aprecio del indígena. Pero<br />
no perdamos de VIsta la perspectiva histórica. Las presiones arnbient~l:s<br />
,:ortísimas en aquella España del honor y de los "cristianos<br />
VIeJOS,!los defectos reales del indio o mestizo, fruto de las menores<br />
oportunidades .de educación a su alcance, hacen que aquella actitud<br />
tenga en el SIglo XVI muchos más atenuantes de los que tendría<br />
en nuestro siglo XX.<br />
Cuarto rasgo: trato paternal a los indios<br />
No es ningún secreto decir que la mentalidad de muchos indios<br />
estaba habituada a la sujeción. Ello explica en buena parte la facilidad<br />
con que primero los incas y luego los españoles conquistaron<br />
zo~a~ extensas con un esfuerzo proporcionalmente pequeño, y la<br />
facilidad c~n que encomenderos, curas o corregidores, abusaban de<br />
sus sub,?rdmados. T:atar en un ~mbiente así al indio como hijo era<br />
~na. se~,al de ~preclO muy considerable, y al mismo tiempo de la<br />
Iirnitación de dicho aprecio.<br />
Aun en el caso ideal de misioneros celosos y desinteresados el<br />
choque del carác:er nat~r.almente dominativo del español del siglo<br />
XVI con el caracter fácilmente dominable del indio, daba como<br />
resultado una organización de tipo paternal y tutelar. Acosta se da<br />
cuenta del peligro en general:<br />
"Existe otra tentación grave que no se puede vencer sin gran<br />
fortaleza de alma, y es la de dominar y mandar a los indios,<br />
a los cuales es tan connatural y dada la sumisión, y tan<br />
corta la osadía para oponerse, que dan alas al que los rige,<br />
para que cuando se le ocurra, lo ponga al punto por obra." 168<br />
Pero cuando llega el momento de sacar consecuencias, sólo rep:ende<br />
a los que mandan con aspereza o a su capricho. Ni en Acosta<br />
nr en otros hemos hallado dato alguno que indicara conciencia del<br />
pe~igro de paternalisrno -tan viva en nuestro siglo-- con subsiguiente<br />
atrofia de la iniciativa del indígena.l'"<br />
168 Pro c., IV, c. 14, 382.<br />
169 Egaña (El cuaba ... ) ha estudiado los aspectos jurídicos del probl~ma.<br />
Llega a la conclusión de que los <strong>jesuitas</strong> consideraban a los indios<br />
minorennes por entonces, pero capaces en sí mismos de entrar en una<br />
comunidad jurídica cristiana.
304 América Indígena<br />
En pleno siglo XVII hubo un esfuerzo que quizás hubiera podido<br />
superar este límite, si hubiera encontrado hombres suficientes y<br />
competentes para proseguir en la línea comenzada. Nos referimos al<br />
frustrado intento del extraño pero interesante P. Valdivia en la<br />
"guerra defensiva" de Chile.F"<br />
La doctrina de Juli, y sobre todo más tarde las reducciones del<br />
Paraguay, parecían ofrecer un ambiente propicio para desarrollar esta<br />
iniciativa. Pero no fue así. Se dio autoridad a alcaldes y magistrados<br />
indígenas, pero autoridad siempre delegada y sumisa. En las cartas<br />
de Juli sale a flote esta actitud en frases como las siguientes:<br />
"qué consuelo siento de verme entre estos probrecitos'' 171<br />
" ... como lo mandan los Padres todo. .. en dexándolos de<br />
la mano, luego se buelben a sus vicios" 172<br />
"Como los tenemos por hijos, sentimos sus necesidades como<br />
padres." 173<br />
Nuevamente hay que advertir que no podemos juzgar tranquilamente<br />
a aquellos misioneros desde nuestro mirador del siglo xx y sin<br />
haber experimentado las dificultades reales que ellos afrontaron,<br />
"y los que facilitan mucho este negocio, no lo han probado, como<br />
estos ... que han trabajado tanto tiempo en esta obra".174 No sabemos<br />
el resultado que otro enfoque hubiera dado. Más aun, creemos que<br />
en gran parte el problema sigue aún sin resolver en el indio actual.<br />
Pero estas concesiones no niegan el hecho de que el aprecio al indio<br />
era de tipo paternal.F"<br />
170 Suor«, nota 64.<br />
171 Diego Martínez a Acosta, en Anua 1576, MP, U, 275.<br />
172 Diego Martínez a Plaza, 1 agosto, 1578, MP, U, 359 y 361.<br />
173 Diego de Torres a Aquaviva, 12 febrero, 1584. MP, IU, 361. CI.,<br />
además, A1600, II, 405 ss. Viene a este propósito el juicio de Desqueyrat,<br />
corroborado por uno de los mejores especialistas de la Unión Soviética,<br />
H. Chambre s. j.: "El nivel de propiedad privada rusa no parece inferior<br />
al que existía en otro tiempo en las Reducciones del Paraguay" (Chambre,<br />
Le marzisme en Union Sooiétique, Paris 1955, p. 165). El desarrollo de la<br />
propiedad refleja el desarrollo de la iniciativa. Con todo sería falsear la perspectiva<br />
comparar Rusia del siglo XX y Paraguay del siglo XVII-XVIII.<br />
174 Plaza en MP, U, 369, el. supra, nota 82.<br />
175 Ricard, sobre México, responde en el prólogo de su 2a. edición, a<br />
los que criticaban sus conclusiones sobre el paternalismo: "¿Fue posible y<br />
preferible en aquel tiempo una conducta diferente? No lo sé. Pero lo que<br />
El castigo corporal a los indios<br />
Jemitas y <strong>culturas</strong> indígenas 305<br />
Era una consecuencia obvia de este paternalismo, Los <strong>jesuitas</strong><br />
usaron este medio tan común entonces. El hecho podrá justificarse<br />
en la misma medida en que pueda justificarse la necesidad de que<br />
un padre castigue a su hijo y la necesidad de adoptar en toda la<br />
línea una relación padre-hijo entre misionero e indio, dadas las<br />
circunstancias de la época.<br />
Los <strong>jesuitas</strong> no discuten el hecho de que en alguna forma haya<br />
que emplear castigos con los indios. Discutirán sólo el modo. Desde<br />
luego critican la opinión de que sólo puede conseguirse algo de los<br />
indios a través de la fuerza y el miedo.F" Pero no patrocinan tampoco<br />
un sistema lascasiano.<br />
Los casos en que se muestran más dispuestos a recurrir al rigor<br />
de la sanción física son las borracheras y más todavía las idolarrías.':"<br />
En armonía con las ordenanzas reales y de los Concilios de Lima,':"<br />
los <strong>jesuitas</strong> insisten también en que los castigos no sean ejecutados<br />
por mano del sacerdote. Castigar era incumbencia de los caracas.<br />
Au.n cuando se castigara por medio de seglares, era notorio que<br />
el castigo provenía en última instancia del sacerdote, sobre todo si<br />
recordamos la desidia del curaca ya mencionada. Entonces se prcse?taba<br />
el pr~blema. de la insinceridad del indio al confesor, por<br />
miedo al castigo. DIego Martínez y Andrés López, en sus tantas<br />
veces citados informes sobre Juli, concluyen que hay tres puntos a<br />
los que por el momento no logran dar solución satisfactoria; los tres<br />
sí sé es que los misioneros practicaron el sistema de la tutela, porque es un<br />
~echo. Y lo que sé también es que ese sistema tuvo a la larga grandes<br />
Inconvenientes para el establecimiento de la Iglesia y el desarrollo de la<br />
nación mexicana, porque es otro hecho. Nada más. Ni apruebo ni condeno".<br />
(p. 25; cj., p. 293, 499). Este juicio es probablemente válido para toda la<br />
América Hispanoportuguesa.<br />
176 Proc., IV, c. 19-20, 403-10. Sobre el terna general de los castigos<br />
Borges 119-136. '<br />
177 Proc., 211. el. inlra. Cap. IU, d, Esfera religiosa, Ante las idolatrías<br />
de los indios convertidos, y lo dicho sobre las doctrinas en Cap. II Vida<br />
civil. '<br />
178 Las ordenanzas reales se suceden desde 1560 (Borges 126 ss.) El U<br />
~o~cilio de Li~a multa con 30 pesos oro cada vez al misio~ero que castiga<br />
1~~lOS con propia mano, aunque tuviere razones (ci., Mateas, Segundo C01~cilio<br />
... , MH (1950) 609 ss.). En dicho concilio (consr, 118) el oficio<br />
de catequista es una mezc1a de ayudante y de policía (Levillier, Organización<br />
U, 300 s.). CI., también III Concilio, 4a Acción c. 7 (ibid., 221). '
306 América Indígena<br />
se hallan relacionados con el asunto de los castigos: 1) acabar con<br />
los hechiceros; 2) lograr que los caracas cumplan su oficio sin ser<br />
forzados; 3) conseguir la sinceridad de los indios en la confesión.P"<br />
Ya vimos que los brillantes éxitos de las misiones volantes en este<br />
tercer punto se debían a que el misionero no castigaba como el<br />
doctrinero (v. supra, Misiones entre indios ya cristianos). Cuando<br />
los <strong>jesuitas</strong> fueron a su vez doctrineros, comprendieron en carne<br />
propia que el problema era más complejo. No muchos años más<br />
tarde Acosta propone varios remedios prácticos en la siguiente serie<br />
de condicionales:<br />
"si muestra muchas veces de palabra y con la obra que el foro<br />
de la confesión es totalmente distinto,<br />
si no castiga jamás el delito oído en la confesión, aunque por<br />
otra parte le sea conocido, de suerte que vean los indios que<br />
más es la confesión un asilo donde se refugian, que no entregarse<br />
al juez que los castigue,<br />
si se ha en ella blanda y paternalmente,<br />
si cuando llega el tiempo de las confesiones modera la severidad,<br />
si declara a todos los castigos de que él se hará reo si revela la más<br />
leve falta oída en confesión, ... " 180<br />
Las penas<br />
¿Cuáles eran en concreto las penas que se imponían a los indios?<br />
El mismo Acosta propone la siguiente gradación:<br />
"Alguna ligera multa pecuniaria, echarlo en grillos durante<br />
el día, alguna vez unos pocos azotes, lo más grave de todo<br />
trasquilarle, que es tenido por la mayor afrenta entre los<br />
indios." 181<br />
179 MP, II, 366.<br />
180 Proc., IV, c. 20, 410, con arreglo tipográfico añadido.<br />
181 1bid. Y en III, 310 s., donde recomienda el sistema de castigos contra<br />
las borracheras patrocinado por Polo de Ondegardo. Sobre el sentido de<br />
trasquilar en contexto incaico, cj., las leyes reproducidas por Valera en<br />
Costumbres, 58 (ley XVII, el que cometa estupro: sea azotado, trasquilado,<br />
desterrado y conducido a las minas; si ella consintió, hágasele lo mismo y<br />
mándesela a guardar algún templo).<br />
Jesuitas y <strong>culturas</strong> indígenas 307<br />
Como insinuamos más arriba, en Juli y Cercado se estableció<br />
con el tiempo una casa de reclusión para hechiceros y eventualmente<br />
para mujeres escandalosas. La de Juli se sustentaba con limosnas y<br />
fue fundada quizás de resultas de una instrucción del obispo de<br />
Charcas en 1582. 182 La de Cercado fue fundada más tarde por el<br />
Virrey Príncipe de Esquilache en 1620. Ambas se describen más como<br />
residencias forzosas con frecuentes adoctrinamientos, que como prisiones<br />
propiamente dichas. 183<br />
Detalles como el de trasquilar señalan cierto acento en la eficacia<br />
sicológica del castigo de acuerdo con la mentalidad indígena. En Juli<br />
los padres habían tropezado con varios casos de indios ahorcados<br />
suicidas. Remediaron el mal<br />
"haziendo que los muchachos los traigan (los cadáveres)<br />
arrastrando desnudos por el pueblo, y después quemándoles<br />
en público delante de su parentela, que se tiene por gran<br />
desventura e infamia entre los indios." 184<br />
Debemos advertir que en el mundo ideológico del indio el castigo<br />
tenía su propio papel aceptado por ellos. Se habían ejercitado<br />
castigos correccionales en épocas prehispanas y se nos han conservado<br />
varios testimonios de los mismos indios en confirmación de este<br />
papel. En Juli se convirtió un indio principal y su reacción espontánea<br />
fue pedir un sobrepelliz para predicar a los demás. Nos ha<br />
llegado la sustancia de su disertación:<br />
"Hermanos, ya sabéis como yo ha sido un gran bellaco y<br />
vosotros también lo sois. . . pero yo heme confesado. .. y de<br />
aquí adelante he de ser bueno; vosotros mirad que no seáis<br />
182 Fechada en Juli el 10 de marzo, MP, IIl, 114.<br />
183 A1600, II, 409: los <strong>jesuitas</strong> "acuden con particular cuidado todos<br />
los días en comp(añí)a de los fiscales a bisitar el pueblo, para impedir<br />
borracheras y peccados públicos, tienen casa diputada donde ensierran los<br />
hechiceros, a los cuales sustentan de limosna, y acuden con particular cuidado<br />
a su instrucción y enseñanza, aunque des tos ay ia mui pocos. Aquí también<br />
recogen por algún tiempo algunas indias escandalosas". Sobre Cercado, Vargas,<br />
HC]P, 299 s.<br />
184 Anua 1578, MP, Il, 626.
308 América Indígena<br />
vellacos como hasta aquí, porque yo he de perseguir a los<br />
malos, aunque sean illacates y curacas." 18a<br />
Castigar a los indios era, pues, un hecho, al menos en las doctrinas.<br />
No necesitamos probar que se trataba de un castigo paternal. Las<br />
penalidades que tomaban sobre si estos mismos misioneros en sus<br />
largas correrías por las quebradas andinas o los llanos insalubres del<br />
Tucumán y el Paraguay para llegar a los indios, bastan para disipar<br />
toda duda.<br />
185 Id. 624. ef., casos muy elocuentes de México en Borges, 133-35.<br />
Saltando cuatro siglos, el indio actual pide con alguna frecuencia y espontáneamente<br />
a los misioneros cuaresmales que le den una buena reprensión;<br />
la india acepta e incluso a veces defienda el derecho que tiene su marido para<br />
pegarle. En Cercado, 1589 y 1602, los indios enviaron memoriales contra<br />
el trato de los <strong>jesuitas</strong>; pero, si hemos de dar fe al Virrey Luis de Velasco<br />
(15 mayo, 1599), en realidad eran maquinaciones del clérigo Alonso de<br />
Huerta, y otros, por intereses creados (Archivo Indias, 70-1-3 y 70-1-34,<br />
cit. en Astráin, v. 4, 526 y 529-30).<br />
NOTAS SOBRE LA URGENCIA DE<br />
RESCATAR DATOS ETNOGRAFICOS<br />
EN VI AS DE EXTINCION<br />
por ALFONSOVILLA ROJAS<br />
SUMMARY<br />
The author of this article presents a brief report of the<br />
results of the Conference on the so-calIed "Urgent Anthropology"<br />
that was held at the headquarters of the Smithsonian<br />
Institute last April 10-12.<br />
This report touches on the following points: the extent<br />
of ethnographic rescue in cultures tending to disappear<br />
under the impact of modern life; the problems of selecting<br />
topics and degrees of urgency in the fields of interest<br />
of the so-called "Urgent Anthropology"; the regional<br />
organization of the Program; the selection of field investigators,<br />
their training and supervision; communication<br />
media by means of magazine, bulletins, instruction sheets,<br />
etc., the preservation of the material colIected; the partícipating<br />
institutions, and the financing of the Programo<br />
Como es bien sabido, el avance acelerado del industrialismo hasta<br />
los últimos rincones del planeta, con su cauda ineludible de cambios<br />
radicales en los modos de vida marcados por la tradición, amenaza<br />
con borrar para siempre las huellas del hombre primitivo que aún<br />
subsisten en algunas tribus de zonas periféricas. Naturalmente que<br />
nadie se opone a que esas formas de vida desaparezcan para dar<br />
paso a otras más avanzadas y más eficientes en el anhelo del hombre<br />
por dominar su medio; lo que preocupa a los antropólogos es que<br />
buena parte de ellas permanecen aún desconocidas y, por lo tanto,<br />
con posibilidades de que encierren datos preciosos para el cabal<br />
entendimiento de la variabilidad cultural humana o, también, para<br />
lo que en ciencia se llama "prueba crucial" en la comprobación de<br />
hipótesis de trabajo.<br />
Para dar idea de la magnitud de las zonas por conocer etnográficamente,<br />
viene al punto mencionar, como simple ejemplo, que<br />
todavía está por estudiarse adecuadamente la vasta extensión que constituye<br />
el territorio de Sur América. A este respecto, Wendell C.<br />
Bennett hace notar que:<br />
América Indígena. - Vol. XXVI, N" 3. - Julio, 1966.