Aunque Camino sin rumbo-JesusOche-IVCN - Hoz de Jaca
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madurando las soleda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> nostalgia con agria esperanza y bebiendo <strong>de</strong> vasos sémi<br />
vacios <strong>de</strong> espeso e inacabable vino rancio, mientras jugábamos envueltos en el calor <strong>de</strong><br />
las ascuas <strong>de</strong>l roble y las carrascas. Con las almas <strong>de</strong> los antepasados que fueron el<br />
prologo <strong>de</strong> la esperanza.<br />
Aquellos muertos nuestros habían inventado la Vía Láctea, el abrazo en la<br />
noche, la ternura <strong>de</strong> un niño y la nostalgia, el hierro, la canción <strong>de</strong> la siega y la<br />
esperanza en un día mejor. El dolor en las manos <strong>de</strong> una vieja, la curvatura <strong>de</strong> la espalda<br />
<strong>de</strong> un viejo cruelmente trabajado, la luz y el sufrimiento oculto en unos ojos <strong>de</strong> triste<br />
color gris. El arado, la piedra <strong>de</strong> amolar y la guadaña, la sonrisa en el rostro y el día <strong>de</strong><br />
mañana.<br />
Esos muertos que hoy nos contemplan <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el ayer, atravesaron los días<br />
sacrílegos <strong>sin</strong> pan y <strong>sin</strong> historia con esa lentitud atormentada <strong>de</strong> aquel que sabe contar<br />
hacia atrás las leguas medidas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la eternidad a nuestros días, con la sabiduría <strong>de</strong><br />
saber, que son labriegos <strong>sin</strong> <strong>de</strong>stino, protagonistas <strong>de</strong> una historia que yo no se escribir.<br />
Que no te se contar, que ni tan siquiera te sabría <strong>de</strong>cir.<br />
Labraron mi conciencia, amasaron mi carne escribieron mi futuro con manos<br />
sensibles y amorosas <strong>de</strong> mujer, <strong>de</strong> eternidad, <strong>de</strong> luto. Manos <strong>de</strong> madre, <strong>de</strong> arcilla, <strong>de</strong><br />
tormento, manos <strong>de</strong> silencio.<br />
Encallecidas manos <strong>de</strong> hombre, <strong>de</strong> amargura, <strong>de</strong> días <strong>de</strong> tormenta y boina calada<br />
hasta las cejas mirando al firmamento. De sombrero <strong>de</strong> paja en el verano, <strong>de</strong> gachas <strong>de</strong><br />
harina al medio día, <strong>de</strong> hoz y <strong>de</strong> zoqueta hasta la puesta <strong>de</strong>l sol y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el alba, <strong>de</strong><br />
carámbanos <strong>de</strong> hielo en los amaneceres <strong>de</strong>l invierno, <strong>de</strong> crueles y frías madrugadas<br />
antes <strong>de</strong> amanecer y <strong>de</strong> la albada, para escribir los días <strong>sin</strong> sus noches mirando la<br />
esperanza antes <strong>de</strong> que el sol apriete <strong>sin</strong> consi<strong>de</strong>ración y <strong>sin</strong> mesura.<br />
Aquellos muertos vivientes amasaron mi conciencia, mi carne, mis recuerdos el<br />
<strong>de</strong>seo <strong>de</strong> ayer y mi mañana.<br />
Sembraron mi camino y me enseñaron a vivir el hoy y a compartir la senda <strong>de</strong><br />
un futuro.<br />
Hoy me siento a recordar, vestido <strong>de</strong> pretérito imperfecto in<strong>de</strong>finido.<br />
La memoria es el territorio <strong>de</strong> la ausencia, don<strong>de</strong> nos vestimos <strong>de</strong> ayer con las<br />
mejores galas <strong>de</strong> domingo y <strong>de</strong> fiestas <strong>de</strong> guardar, aquella camisa limpia que nos<br />
poníamos para “Sacar al Santo” y escribimos los libros que se han <strong>de</strong> leer mañana.<br />
El arcón don<strong>de</strong> duermen los recuerdos, los secretos, los <strong>de</strong>seos las idas y<br />
venidas, las dudas, los días <strong>de</strong>l ayer, las muñecas <strong>de</strong> trapo y aquel tren <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra que<br />
nunca echó humo por sus fauces, pero nos hizo compañía cuando niños, queríamos<br />
viajar a las estrellas. Una cuerda gastada, una peonza coja, un beso en un zaguán y dos<br />
canicas.<br />
La memoria es el arcón lleno <strong>de</strong> escalofríos, <strong>de</strong> batallas, <strong>de</strong> retratos, <strong>de</strong> besos, <strong>de</strong><br />
nostalgias, <strong>de</strong> secretos que no se han compartido.<br />
La brasa, el carro, la piedra que golpea la nostalgia, el tiempo in<strong>de</strong>finido, la cal,<br />
la arena, el día <strong>de</strong> mañana que nunca pudo ser, y aquella puerta que se cerró <strong>de</strong>spacio,<br />
<strong>sin</strong> apenas ruido, a nuestra espalda.<br />
La memoria es la llave que se perdió y que guarda el secreto <strong>de</strong> mi yo, escrito<br />
con mi letra <strong>de</strong> caligrafía inconfundible, <strong>de</strong> caligrafía in<strong>de</strong>formable y con tinta<br />
in<strong>de</strong>leble. Diciéndome cual es mi lugar, cual es mi sitio. Grabado sobre la frente <strong>de</strong>l<br />
olvido, sobre el vientre azul <strong>de</strong> los moribundos, con palabras disfrazadas <strong>de</strong> arrugas en<br />
el alma, en la cara y piel endurecida tapizando las palmas <strong>de</strong> las manos..<br />
Silencios que tapan oqueda<strong>de</strong>s, solsticios en el alma, equinoccios <strong>de</strong> invierno en<br />
primavera.<br />
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