Revista divulgativa de la Real Cofradía de Ntra. Sra. la Virgen de La ...

Huyendo
superstición
de la
Francisco A. Morales Camacho
Debo confesar que en los
últimos tiempos me he
venido interesando por la
distinción entre “creencia” y
“superstición”. Me preocupa
el hecho de que en algún momento
de la vida uno no sea
capaz de discernir entre una y
otra, y se pueda llegar a confundirlas.
los límites entre
ambos conceptos no siempre
resultan claros, sobre todo si
suponemos que el supersticioso
cree que ciertas acciones,
como los rezos, pueden influir
de manera trascendental en su
vida. Esta reflexión me llegó a
raíz de haber pensado en un
elemento religioso tan popular
como son las estampas. la posesión
de las mismas, a veces,
y su uso pueden recordarnos a
otros objetos de superstición,
tales como los amuletos. Ese
tipo de personas supersticiosas
se proveen de estampas de
santos –entre los preferidos se
encuentran Santo Tomás, San
Judas y Santa Teresa– para
atraer la buena suerte. ¿Qué
pensamos de un torero, por
ejemplo, cuando, antes de salir
hacia la plaza de toros, lo
vemos delante de su altar lle-
no de estampas? ¿O al estudiante
que, momentos
previos al comienzo de su
examen, saca del bolsillo
la estampa que le ayudará
y le dará suerte? la
respuesta parece evidente.
Sin embargo, por otro lado,
pienso en todas esas personas
que, con tanta fe, recogen
su estampa en un besamanto,
o un besapiés, que guardan
dicha imagen como si de un
tesoro se tratara, un tesoro
espiritual, después de haberla
besado Y si no lo creen, hagan
la prueba; cuando estén
sentados en la Concatedral los
días del Besamanto, observen
a la gran mayoría de las personas
que acaban de recibir su
estampa… ¿Quién sería capaz
de ver ahí indicios de superstición
alguna, sino de amor profundo
por Nuestra Señora?
leyendo el interesante y no
menos entrañable artículo de
José María Gómez y Flores, en
el anterior número de la revista,
acerca de los recordatorios
del Besamanto, me vino a la
memoria, una vez más, el recuerdo
de mi madre, la cual era
EL SANTuARIo. Revista divulgativa de la Real Cofradía de Nuestra Señora la Santísima Virgen de la Montaña
muy
dada a tener en su monedero
infinidad de estampas de
los santos más variados y otras
de María Santísima, en sus
muchas advocaciones. Por supuesto,
nunca faltaba nuestra
Patrona la virgen de la Montaña.
Siempre recuerdo aquellas
primeras estampas que
yo conocí, de fondo blanco o
azul, con la imagen de nuestra
Madre y el santuario debajo,
con el Sagrado Corazón, o las
que sustituyeron a éstas en el
tiempo, más modernas, con un
primer plano de la cara de la
virgen o en procesiones de subida
al Santuario. la devoción
con que mi madre guardaba
sus estampas estaba muy lejos
de cualquier suerte de superstición,
cuando las sacaba de
aquel bolso, las miraba, rezaba a la par que las
sujetaba suavemente entre las manos… aquella
mirada de dulzura hacia sus santos y su virgen,
con fervor pero sin fanatismo, y sin atisbo alguno
de superstición en aquellos actos…
Y es que guardar una de esas estampas de nuestra
Señora en la cartera, tenerla en la mesilla
de noche, o llevarla con nosotros cuando viajamos,
como una parte más del equipaje que
precisamos, resulta tranquilizador –¿Superstición?
No, decididamente no, amor por nuestra
Madre sí–. ¡Cuántos de los que estén leyendo
estas líneas ahora mismo no se sentirán identificados
con esta acción! Poder llevar siempre
a nuestra Madre con nosotros, vayamos donde
vayamos, y poder improvisar una capilla en el
lugar que deseemos, con toda la fe del mundo.
No tenemos más que entrar en cualquier
habitación de los hospitales de nuestra capital
y encontraremos, apoyadas en los aparatos de
luz que hay sobre las camas, diversas estampas
religiosas y, por supuesto, las de la virgen de
la Montaña, velando siempre por sus hijos, en
los momentos de mayor dolor y pesar. No, la
superstición se halla muy lejos de estas personas
que se aferran a lo único verdadero, a la fe
cristiana, a Dios hecho hombre, y a su madre,
nuestra Santísima virgen.
Con motivo del último Besamanto, la cofradía
de la virgen de la Montaña repartió 60.000
estampas de la Patrona. El reverso de la tarjeta
incluía una oración del beato Juan Pablo ii,
dedicada a María. 60.000 realizaciones de fe,
60.000 situaciones de esperanza, de creencias,
de religiosidad. ¡Cuántas de esas estampas habrán
ido a parar a manos de ancianos o de enfermos
que no pueden desplazarse ya al Santuario
o a la Concatedral, cuántas de esas estampas
habrán viajado al extranjero, a los distintos lugares
del planeta donde se encuentren cacereños
que en algún instante de sus vidas tuvieron que
abandonar su tierra por distintos motivos y que
no olvidan a su Patrona!. afortunadamente, esto
es signo de fe, sin duda alguna. Que nadie la
confunda nunca.
las o yas
de la Virgen
Desde que la Virgen de la Montaña fue declarada
Patrona Principal de la Ciudad de Cáceres, en 1906,
han sido muy numerosas las donaciones que ha
recibido, muchas de ellas en forma de joyas.
Cadena de
oro de ley,
de 50 cm de longitud
con un colgante de
oro y esmaltes con motivos
florales y un loro policromado, esmaltado.
Se encuentra en un estado muy deteriorado.
Cadena y
medalla de
oro blanco
con la imagen
de la Virgen en
nácar y ónice,
alrededor
adornada con
diamantes talla
antigua.
Descripción realizada por
D. José Félix Nevado del Campo.
Perito tasador de joyas y alhajas
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