16.05.2013 Views

P. Carlos Padilla: Motivación para vivir la Cuaresma - Schoenstatt.org

P. Carlos Padilla: Motivación para vivir la Cuaresma - Schoenstatt.org

P. Carlos Padilla: Motivación para vivir la Cuaresma - Schoenstatt.org

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

eligiosas. Va más allá. Necesitamos <strong>vivir</strong> en Dios todo el día, a todas horas. Es el don<br />

que imploramos en esta <strong>Cuaresma</strong>: descansar en Aquel que nos da <strong>la</strong> vida verdadera.<br />

Sin embargo, con frecuencia me encuentro con personas que no saben rezar. O por lo<br />

menos, me confiesan su incapacidad <strong>para</strong> hacer silencio y escuchar a Dios. ¿Cómo se<br />

aprende a rezar? Se trata de aprender a navegar en <strong>la</strong>s misericordias de Dios. No basta<br />

con que con frecuencia recordemos a Dios en nuestro quehacer diario. La oración exige<br />

invertir tiempo y, <strong>para</strong> ser más exactos, nuestro mejor tiempo. Exige que nos vaciemos<br />

<strong>para</strong> que Él nos pueda llenar. Ya lo decía <strong>la</strong> Madre Teresa: “Sólo cuando nos damos<br />

cuenta de nuestra nada, de nuestro vacío, Dios puede llenarnos consigo mismo. Cuando<br />

lleguemos a estar llenas de Dios, podremos dar a Dios a los demás, ya que de <strong>la</strong> plenitud del<br />

corazón hab<strong>la</strong> <strong>la</strong> boca” 2. Lo que ocurre es que le dejamos a Dios lo poco que nos sobra y<br />

nos llenamos de muchas cosas que no son Dios. Así, llenos y sin tiempo, no dejamos<br />

que Él entre en nuestro interior. Al llegar cada noche, cansados, queremos detenernos y<br />

el corazón no logra <strong>para</strong>rse. Ya es demasiado tarde, estamos muy cansados y caemos<br />

rotos. ¿Cuál es el mejor tiempo <strong>para</strong> nosotros? ¿Cuándo estamos más despiertos y<br />

tranquilos <strong>para</strong> rezar?<br />

No podemos esperar que lleguen momentos de especial iluminación del Espíritu.<br />

Pueden llegar, pero necesitamos disciplina. Sin disciplina no hay oración. Además<br />

tenemos que ver qué tipo de oración es <strong>la</strong> que más nos ayuda. La meditación de <strong>la</strong> vida<br />

es el método del P. Kentenich. Dios nos ayuda a leer en el libro de nuestra historia.<br />

Cada acontecimiento nos lleva a Él, a saborear su paso por nuestra vida. La meditación<br />

escrita es una ayuda <strong>para</strong> poder dejar por escrito esos momentos en los que hemos<br />

encontrado a Dios en el camino. Releer nuestros escritos nos adentra en ese diálogo de<br />

amor con nosotros. Hay, además, libros de meditación que nos ayudan a buscar el<br />

querer de Dios en nuestra vida. La Biblia u otros textos nos inspiran, y despiertan<br />

preguntas que nos hacen profundizar. Descubrir nuestra mejor forma de rezar, nuestro<br />

ejercicio de oración diaria, es fundamental. De esta forma podremos aprovechar mejor<br />

el tiempo libre que nos queda en el día. No es fácil encontrar momentos tranquilos<br />

entre los hijos, sus tareas, <strong>la</strong>s tareas de <strong>la</strong> casa y el trabajo diario. Lo urgente está<br />

siempre por de<strong>la</strong>nte de lo necesario y de lo realmente importante. En esta cuaresma<br />

tenemos un tiempo especial de gracias <strong>para</strong> cuidar <strong>la</strong> oración. Es muy importante<br />

tener un día por lo menos, o, en el peor de los casos, una mañana, <strong>para</strong> retirarnos y<br />

pensar dónde nos está hab<strong>la</strong>ndo Dios en nuestra vida.<br />

3. El Ayuno. “Cuando ayunéis, no pongáis el gesto compungido, como los hipócritas, que<br />

aparentan aflicción <strong>para</strong> que <strong>la</strong> gente vea que están ayunando. Pero tú, cuando ayunes,<br />

lávate <strong>la</strong> cara y arrég<strong>la</strong>te bien, <strong>para</strong> que <strong>la</strong> gente no advierta que estás ayunando. So<strong>la</strong>mente<br />

lo sabrá tu Padre, que está a so<strong>la</strong>s contigo, y él te dará tu recompensa, riquezas en el cielo.<br />

Porque donde esté tu riqueza, allí estará también tu corazón.”Mt 6,2-19. Éste es el ayuno<br />

que necesita nuestra alma. Muchas veces comprobamos que el mundo nos seduce y<br />

nos dejamos llevar por su atractivo. Nos rendimos ante <strong>la</strong>s cosas de este mundo que<br />

son pasajeras y no nos dan <strong>la</strong> verdadera paz. Decía S. León Magno: “Nuestro ayuno<br />

ha de consistir mucho más en <strong>la</strong> privación de nuestros vicios que en <strong>la</strong> de los alimentos”. Y<br />

nosotros caemos en <strong>la</strong> tentación de otros años: Renunciar al choco<strong>la</strong>te, o a pequeños<br />

caprichos, o pensar en algo que sirva de dieta <strong>para</strong> adelgazar o hacer de nuevo<br />

deporte. Pensamos que el mayor sacrificio es no comer y a eso reducimos nuestras<br />

privaciones. Y no es que eso sea malo. En realidad es muy bueno renunciar a cosas<br />

que son buenas en sí mismas. La privación de lo que hacemos con gusto nos educa,<br />

nos hace más libres y disciplinados, más abiertos a <strong>la</strong> gracia. No obstante, tenemos<br />

2 MADRE TERESA, Ven, sé mi luz, 333<br />

4

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!