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BABILONIA MISTERIO RELIGIOSO - INFONOM

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extremada se hizo esta creencia en la Edad Media, que algunas catedrales tenían miles de reliquias. La iglesia del<br />

castillo de Wittemberg, en cuya puerta Lutero clavó las famosas “95 tesis”, por ejemplo, poseía 19.000 reliquias<br />

santas. ¿Pero de dónde proviene la idea de que es necesaria una reliquia para “consagrar” un terreno o edificio?<br />

¡Ciertamente no hay indicación alguna que tal creencia o práctica haya sido parte de las enseñanzas sí sabemos<br />

que el uso de reliquias era definitivamente parte de la religión pagana!<br />

Cuando Nimrod, el falso “salvador” de Babilonia murió, su cuerpo fue mutilado en pedazos y sus huesos<br />

fueron esparcidos por toda la región. Esta muerte tiene un fuerte contraste con la muerte del verdadero<br />

Salvador, nuestro Señor Jesucristo. Nimrod fue destrozado miembro a miembro, mientras que de Jesús se<br />

profetizó que “hueso no quebrantaréis de El”. Teniendo esto presente, sigamos un poco más adelante. Cuando<br />

Nimrod supuestamente resucitó –convirtiéndose en el dios-sol-, se enseñaba que habitaba en otro cuerpo<br />

diferente, que los miembros del viejo cuerpo habían sido dejados atrás.(Por supuesto que a esto no se le puede<br />

llamar como una resurrección en el sentido estricto de la palabra.) En el caso del Señor, hubo una verdadera<br />

resurrección.! Fue El, propiamente, quien se levantó de entre los muertos! ¡La tumba estaba vacía y no se<br />

encontraron partes de su cuerpo como reliquias!<br />

Pero en las leyendas de la muerte del falso “salvador” Nimrod, se dice que su cuerpo fue destrozado, y<br />

sus miembros enterrados en uno y otro lado. A través del tiempo, se comenzó a creer el mito de que en ciertos<br />

lugares estaba enterrada parte del cuerpo, ¡y estos sitios eran “consagrados”!<br />

Estas ideas se propagaron por las naciones. Pronto varios sitios en Egipto, por ejemplo, fueron considerados<br />

como sepultura del dios mártir.” En Egipto abundan los sepulcros del dios mártir y muchos brazos y piernas y<br />

cadáveres eran proclamados como genuinos y se exhibían en los cementerios contrarios para que los adorasen<br />

los fieles egipcios.” 111<br />

De esta manera las peregrinaciones a tales sitios sagrados vinieron a ser parte de la religión pagana.<br />

Pero el verdadero cristiano no necesita hacer ninguna peregrinación a una tumba para adorar huesos, pues<br />

nuestro salvador resucitó y vive para siempre! ¡La tumba de Jerusalén está vacía! A pesar de esto, el paganismo<br />

se había mezclado tanto con el catolicismo, que durante la Edad Media, una de las formas más populares de<br />

“limpiarse de pecado” ¡era la de hacer una peregrinación al santo sepulcro de Jerusalén!<br />

Tampoco hay ningún fundamento en las Escrituras que apruebe las peregrinaciones a las tumbas de los<br />

santos, mártires, profetas o apóstoles. De hecho, la forma en que el Señor dispuso que el cuerpo de Moisés fuera<br />

enterrado por seres sobrenaturales en los valles de Moab para que nadie supiera dónde estaba su sepulcro, hasta<br />

el día de hoy, indica la oposición del Señor a la idea de las peregrinaciones o la adoración de huesos<br />

(Deuteronomio 346).<br />

La influencia de Egipto, la tierra de la cual los hijos de Israel salieron, era conocida por su idolatría. Como<br />

la tierra de Egipto era un sitio de numerosas reliquias, la sabiduría de Dios al hacer secreta la tumba de Moisés,<br />

es clara. Años más tarde, incluso la serpiente de bronce que hizo Moisés fue llamada Nehustan y fue adorada<br />

como una reliquia sagrada por los hijos de Israel (2° Reyes 18:4). Pues bien, si practicaban tal idolatría con algo<br />

que Moisés había hecho, ¡mayor idolatría hubieran practicado de haber poseído uno de sus huesos! Y si Jehová se<br />

airó de tal manera porque su gente daba honor a una reliquia en aquel tiempo, ¡seguramente que tal uso de<br />

reliquias actualmente es desagradable a Jehová!<br />

Hemos visto que muchas de las reliquias del romanismo son fraudes, y no los objetos originales que<br />

pretenden ser. Pero supongamos que en realidad tuviésemos uno de los cabellos de María o un hueso del apóstol<br />

Pablo o el manto que Jesús usó. ¿Agradaría a Dios el establecer estos objetos como reliquias sagradas? De<br />

acuerdo con el ejemplo de la serpiente de bronce de Moisés, ¡no! Si no hay virtud en el verdadero cabello, hueso o<br />

manto, ¡por lo tanto hay mucha menos virtud en un objeto fraudulento!<br />

111 Las do Babilonias, p. 179

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