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El Museo Thyssen-Bornemisza desde el año de su inauguración en 1992 señaló como uno de sus
objetivos prioritarios el acceso a sus colecciones de todos los públicos. Para ello ya se tuvo en cuenta
a la hora de la rehabilitación del Palacio de Villahermosa, que no hubiera barreras arquitectónicas y
que la señalética cumpliera las normativas pertinentes.
En aquellos primeros años nuestro Museo, a partir de un acuerdo de colaboración con el IMSERSO,
atendía a los grupos de mayores de 65 años y con necesidades especiales, a través del programa de
Voluntariado. Se trata de un equipo volcado en esta labor social y educativa del Museo que a lo largo de
estos veinte años del programa se ha ido renovando y adaptando a los cambios sociales.
Como continuación de nuestro trabajo para hacer del Museo Thyssen un museo abierto, hace varios años
iniciamos un programa de Visitas Taller para público con necesidades especiales, que nos ha llevado a
trabajar con colectivos en riesgo de exclusión social, salud mental, discapacidad psíquica, discapacidad
física y daño cerebral adquirido, entre otros. Hemos desarrollado talleres y materiales adaptados,
signoguías, recursos para diversidad sensorial para invidentes.
De estas experiencias han surgido Red de Públicos y Laboratorio de Diversidad, dos de los programas que
pensamos pueden tener un gran desarrollo en los próximos años. Ambos se definen por ser también
proyectos de investigación y entornos de experimentación para el equipo de educación.
Red de públicos es un espacio en el que las personas con diversidad funcional y con necesidades
específicas, sus familias y las organizaciones y comunidades encuentran en el Museo un lugar en el que
desarrollar al máximo sus capacidades, en el que acceden a los mismos servicios y cuentan con las
mismas oportunidades que el resto de públicos. Asistimos a un proceso en el que el Museo se convierte en
agente de rehabilitación comunitaria.
La idea con la que trabajamos es que los propios colectivos interactúen entre sí, que unos enriquezcan la
visita de los otros y todos se beneficien de la diversidad de miradas que recoge el Museo. De esta manera
el Museo refuerza su papel de agente social, proyecta la voz de sus públicos y promueve la colaboración
entre ellos.
Creo que desde los museos hemos hecho ver que nuestros contenidos y nuestros espacios son, y deben
ser, fácilmente transitables por los públicos con diversidad, y sobre todo son una parte clave en su
inserción, o más bien en su participación en la sociedad. Pero quizá el aprendizaje más intenso lo hemos
vivido las personas que trabajamos con ellos, su mirada y sus percepciones, nos han llevado a descubrir
nuevas dimensiones en las obras de arte.
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