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C. C. Crisler
ORGANIZATION [ORGANIZACIÓN]:
Su carácter, propósito, lugar y desarrollo en la
Iglesia Adventista del Séptimo Día.
Review and Herald Publishing Association.
(Páginas 77-95)
ORGANIZACIÓN INSTITUCIONAL Y ELECCIÓN DE UN NOMBRE
Antes de 1860, los adventistas observadores del sábado no habían adoptado un nombre para su
denominación, no tenían una organización legal para tener propiedades a su nombre y esto
provocaba una constante ansiedad. A principios de 1860, Jaime White, quien por mucho tiempo
había tenido la principal responsabilidad financiera de la obra de publicaciones, propuso que se
organizaran de manera que pudieran poseer propiedades legalmente a nombre de la iglesia. Hubo
mucha discusión al respecto.
Unas semanas más tarde, J. N. Andrew sugirió que se reunieran los hermanos en un concilio general,
con la esperanza de que se viera luz al respecto y todos pudieran verla personalmente. (Ver Review
and Herald, 21 de agosto de 1860).
La convocatoria oficial para esta conferencia apareció primero en la Review, el 4 de septiembre
de 1860 y estaba firmada por J. N. Andrews, Uriah Smith, J. H. Waggoner y Jaime White. (Ídem.,
11 de septiembre de 1860).
UNA REUNIÓN REPRESENTATIVA
Los hermanos se reunieron en Battle Creek, Michigan, el 28 de septiembre de 1860. La
asistencia fue representativa. “Estábamos muy complacidos”, escribió Uriah Smith, el secretario, “al
ver tan completa representación de predicadores de diferentes partes. Entre ellos se encontraban los
Hermanos M. Hull y M.E. Cornell, de Iowa; Wm, S. Ingraham, de Wisconsin; Joseph Bates, J. H.
Waggoner, Jaime White, J. N. Loughborough, J. B. Frisbie, R. J. Lawrence y J. L. Edgar, de
Míchigan; T. J. Butler y G. W. Holt, de Ohio; E. A. Poole, de Nueva York; y también J. N. Andrews
y C. W. Sperry, traídos de sus labores en ese estado el verano anterior.
“Muchos hermanos se conocieron por primera vez en esta asamblea, cuyos cordiales saludos y
rostros radiantes concordaban con el gozo de estar en la reunión, con la unión de sus corazones y su
amor por la verdad. Al llegar el tiempo de los ejercicios espirituales al comienzo del sábado, la casa
estaba densamente llena de hermanos y hermanas que habían venido de diversos estados a esta feliz
reunión, para esperar en el Señor y recibir sus promesas”. - Review and Herald, 2 de octubre de
1860.

LA CUESTIÓN EN CONSIDERACIÓN
Al invitársele a ello, Jaime White repasó los pasos sucesivos que llevaron a la convocación de
una reunión de concilio durante la cual los hermanos pudieran determinar sobre algún plan de acción
para salvaguardar los intereses generales de la causa. Dijo en parte:
“He presentado algunas de las necesidades de hacer algo, pero no he llegado a señalar
exactamente qué debe hacerse…Supongo que la verdadera pregunta es si debemos organizarnos
como para poseer legalmente nuestra casa publicadora y sitios de reunión”.-Ídem. 9 de octubre
de 1860.
Antes de terminarse la sesión de la mañana, se nombró una comisión formada por J. N. Andrews,
J. H. Waggoner y T. J. Butler, para que trajera recomendaciones a ser consideradas por los creyentes
en la sesión de la tarde de tal conferencia. Su informe, al ser presentado, decía lo siguiente:
“1. Recomendamos a la conferencia la organización de una asociación de publicaciones que
pueda legalmente ser propietaria de la oficina de la Review.
“2. Que la asociación esté formada de siete miembros seleccionados en esta conferencia, los
cuales deberán apelar a la asamblea legislativa para obtener el derecho de posesión de propiedad
de las oficinas y llevar a cabo los negocios de publicación.
“3. Que los miembros puedan ser admitidos en esta asociación por el pago anual de un dólar
y que puedan llegar a ser miembros vitalicios por el pago de veinticinco dólares. [La membresía
en esta asociación, según las provisiones del Artículo IV, Sección I, de los reglamentos de la
asociación, se basaba en lo siguiente: “Cualquier persona que guarda los mandamientos de Dios
y la fe de Jesús, puede ser accionista en esta asociación, al depositar en su tesorería, como pago,
diez dólares; y cada persona puede tener cuantas acciones compre de esta manera; y por cada
acción que posea, tendrá derecho a un voto en todas las sesiones de negocios de la asociación”. –
“Cláusulas de Incorporación y Reglamentos de la Asociación de Publicaciones Adventistas del
Séptimo Día”, p. 8, Art. IV, Sec I (publicado en 1861).
]
“4. Que los directivos de la asociación sean un agente de negocios, una junta de publicaciones,
un tesorero que funja también como secretario y un auditor, que sean elegidos anualmente.
“5. El agente de negocios será el directivo que presida la asociación.
“6. Esta asociación llevará el nombre de Asociación de Publicaciones Revista Adventista
[cambiado al tiempo de la organización a Asociación de Publicaciones Adventistas del Séptimo
Día].
“7 Estará ubicada en Battle Creek, Míchigan.
“8. La cantidad total obtenida por donaciones, suscripciones, ventas de publicaciones, o de otras
formas, se gastará en la publicación de revistas, libros y folletos, y en propósitos de beneficencia
y benevolencia. - Review and Herald, 16 de octubre de 1860.

VOTO FAVORABLE
Se adoptaron por unanimidad, considerados uno a uno, todos los incisos del informe. Se agrandó
la comisión que trajo el informe, al incluirse ahora a los Hermanos Poole, Loughborough, Smith,
Ingraham, White, Hull y Appleton; y al amanecer del día siguiente se presentó una constitución que
fue adoptada por unanimidad.
“Se presentaron entonces a la asociación los nombres de los siguientes primeros siete hermanos
para formar el comienzo de la asociación y hacer la solicitud a la legislatura en cuestión: James
White, J.H. Waggoner, J.N. Loughborough, G.W. Amadon, U. Smith, George T. Lay y D.R.
Palmer.
“Estos nombramientos fueron ratificados por la conferencia”.-Íd., 23 de octubre de 1860.
ADOPCIÓN DE UN NOMBRE
Después de tomarse el voto para organizar una asociación de publicaciones, los hermanos, en
concilio, todavía enfrentaron la necesidad de elegir un nombre por medio del cual se pudiera conocer
la denominación, siendo que un organismo sin nombre no podía dar pasos legales. La discusión
sobre esta cuestión fue muy larga; sin embargo, se llegó a una feliz conclusión.
“Se propuso el nombre “Adventistas del Séptimo Día”, como un nombre sencillo que expresaba
nuestra fe y posición”, y los hermanos finalmente estuvieron de acuerdo en la adopción de esta
resolución:
“Votado, que nuestro nombre sea Adventistas del Séptimo Día”.
Así concluyó la memorable reunión en la que se votó oficialmente organizar una asociación de
publicaciones y adoptar un nombre para la denominación.
LA APROBACIÓN
Aun cuando hubo algunos que objetaron por algún tiempo, este acuerdo fue acogido con
beneplácito en el campo. John Byington, quien no estuvo presente en la conferencia por motivo de
enfermedad, escribió:
“Me alegra saber que la conferencia estuvo de acuerdo en formar una asociación legal a fin de
que pueda haber orden en los asuntos temporales de la iglesia. Si es correcto que un hermano dé
o reciba la escritura de una casa, pienso que es lo mismo para una asociación, a fin de que pueda
poseer legalmente un lugar de reuniones o una impresora. Dios es un Dios de orden tanto en los
asuntos temporales como en los espirituales correspondientes a su iglesia en la tierra.

“En cuanto al nombre, pensé alguna vez que el sencillo término bíblico „Iglesia de Dios‟ era más
que suficiente. Pero al meditar más en este asunto veo que Dios ha dado a su pueblo y a las
personas, nombres de acuerdo al tiempo y las circunstancias en las cuales fueron colocados. El
Señor dijo que Jacob sería llamado Israel y aunque en muchos lugares del libro inspirado leemos
Jacob después de esto, todavía Israel era el nombre significativo; porque peleó con Dios y los
hombres y venció (Gén. 32:28). Los primeros seguidores de nuestro Salvador fueron llamados
discípulos, siendo que un discípulo es uno que aprende. Cristo era su maestro en persona…Los
discípulos fueron llamados cristianos primeramente en Antioquía. Hechos 11:26; no sé si por
amigos o enemigos, o por ambos; lo que sí sé es que el nombre cristianos era muy significativo
en esos tiempos, siendo que Cristo era muy caro para sus santos, pero las masas lo llamaban
impostor. Les diré a mis hermanos diseminados en toda partes: No veo ninguna objeción bíblica
razonable hacia el nombre Adventistas del Séptimo Día, siendo que es significativo con respecto
a la posición que la iglesia de Dios debe ocupar en el tiempo del fin”. – Íd., 30 de octubre de
1860.
R. F. Cottrell, quien al principio se había opuesto al plan, escribió:
“Estoy muy contento de escuchar acerca de la conferencia, a través de hermanos que estuvieron
presentes en ella, y siento que debo agradecer a Dios por la unidad de espíritu que existe entre su
pueblo y que domina sus asambleas. No deseo esperar hasta recibir el informe completo por
escrito; pero según la información recibida por parte de hermanos que estuvieron presentes,
puedo decir que estoy persuadido de que los medios recomendados están de acuerdo con la
voluntad de Dios…En mis primeros artículos sobre el tema de organización, estaba errado en mi
posición de que la propiedad de la iglesia estaba apropiadamente asegurada. Después de
considerarlo, cedí inmediatamente en este punto”. – Id., 6 de noviembre de 1860.
Mientras Jaime White estaba en camino a Iowa, poco después de terminada la conferencia, le
escribió a Uriah Smith:
“Nuestra conferencia fue arduamente laboriosa; sin embargo, alabado sea Dios porque prevaleció
un buen grado de armonía y porque los amados siervos del Señor partieron con una mayor
confianza y amor mutuos. Podemos mirar en retrospectiva con gran placer las actividades de
nuestra conferencia. El voto de asegurar legalmente la propiedad de la iglesia es todo lo que
hayamos sugerido alguna vez y aun más de lo que hubiésemos esperado será adoptado en forma
unánime. Esto quita un gran peso de nuestra mente e inspira valor para laborar en la causa”. – Id.,
30 de octubre de 1860.
El año siguiente, 1861, se publicó Testimonios para la iglesia, tomo 6 (en inglés). Uno de los
artículos se titula “El Nombre de Nuestra Denominación”. De este artículo se seleccionaron los
siguientes fragmentos:
“Recibí una revelación acerca de la adopción de un nombre por el pueblo remanente. Se me
presentaron dos clases de personas. Una abarcaba las grandes organizaciones cuyos miembros
profesan ser cristianos. Estos hollaban la ley de Dios bajo sus pies y se postraban ante una
institución papal. Observaban el primer día de la semana como día de reposo del Señor. La otra
clase, en la cual había pocas personas, se inclinaba ante el gran Legislador. Observaba el cuarto

mandamiento. Los rasgos peculiares y prominentes de su fe eran la observancia del séptimo día y
la espera de la aparición de nuestro Señor en el cielo. ..
“No podríamos elegir un nombre más apropiado que el que concuerda con nuestra profesión,
expresa nuestra fe y nos señala como pueblo peculiar. El nombre adventista del séptimo día es
una reprensión permanente para el mundo protestante. En él se halla la línea de demarcación
entre los que adoran a Dios y los que adoran a la bestia y reciben su marca…
“El nombre adventista del séptimo día presenta los verdaderos rasgos de nuestra fe, y convencerá
la mente inquisidora. Como una saeta del carcaj del Señor, herirá a los transgresores de la ley de
Dios, e inducirá al arrepentimiento para con Dios y a la fe en nuestro Señor Jesucristo. –
Testimonios para la iglesia, t 1, pp. 204, 205.
INCORPORACIÓN DE LA OFICINA DE LA REVIEW AND HERALD
Durante la primera sesión de negocios de una conferencia celebrada en Battle Creek, Míchigan,
del 26 al 29 de abril de 1861, “los siete que fueron elegidos en la conferencia el 28 de mayo de 1860
para formar el inicio de la asociación y solicitar documentos legales a la legislatura, etc., dieron su
informe a la conferencia a través del Hermano Loughborough”.
A principios de 1861, la legislatura del estado de Michigan había promulgado un decreto “a fin
de proveer para la incorporación de asociaciones para la publicación de revistas, periódicos, libros,
folletos, documentos y otras publicaciones”. Éste estaba firmado por el gobernador, con fecha del 7
de marzo de 1861. El camino quedaba abierto ahora para la formación de una compañía legal. (Ver
Review and Herald, 30 de abril de 1861).
El 23 de mayo de 1861, la Asociación de Publicaciones Adventista del Séptimo Día se reunió de
acuerdo con la convocatoria…y procedió a la adopción de reglamentos y la elección de sus
directivos”. - Review and Herald, 30 de abril de 1861. Fueron nombradas y elegidas las siguientes
personas… Presidente, Jaime White; vicepresidente, G.W. Amadon; comisión de publicación, Jaime
White, Cyrenius Smith y J.P. Kellogg; secretario, E. S. Walker; tesorero, U. Smith; auditor, J. N.
Loughborough”; editor de la Review and Herald, Jaime White; editor de Youth’s Instructor, G.W.
Amadon”. – “Cláusulas de Incorporación y Reglamentos de la Asociación de Publicaciones
Adventistas del Séptimo Día”, pp. 14, 15 (publicado en 1861).
“Esta fue la primera de varias organizaciones legales formadas por estas personas…Todos
podemos ver ahora la necesidad de tales corporaciones y sorprendernos porque no siempre pudimos
verlo así. Pero que nadie se pierda la más práctica de las lecciones contendidas en este caso.
Mientras que debemos buscar fervientemente la orientación divina, debemos a la vez recordar que al
obrar en nosotros como sus instrumentos, nosotros también tenemos una obra que hacer. No
debemos esperar que él haga lo que nos dejó para que hiciéramos nosotros y lo que el “obra en
nosotros para hacer”.- J. N. Loughborough, en The Church; Its organization, Order and Discpline”,
[La Iglesia; su organización, orden y disciplina], p. 113.

IGLESIAS LOCALES
En los primeros años de la experiencia de los adventistas del séptimo día, “no se conocía la
organización legal de la iglesia ni su correspondiente reglamentación, y algunas veces se hablaba en
contra de ello; y cuando aumentó el número de creyentes, fue con sumo cuidado que avanzó y fue
recibida aun la más sencilla forma de organización”.- Discurso sobre “Organización” pronunciado
ante la Conferencia, firmado por nueve ministros y publicado en la Review and Herald, 11 de junio
de 1861.
Los hermanos enfrentaban un dilema real –el problema de hacer provisión para la posesión legal
de propiedades de la iglesia, y al mismo tiempo seguir la sencilla organización de la iglesia cristiana
primitiva. “No debemos apartarnos de las iglesias apostólicas”, señalaba J. N. Andrews al instar a
dar con sumo cuidado cualquier paso de avanzada. (Ver Review and Herald, 9 de octubre de 1860).
Durante la reunión del concilio celebrado el otoño de 1860, cuando se instó a la organización
legal de iglesias como paso aconsejable, unos cuantos finalmente manifestaron su disposición a dar
el paso propuesto. Dijo J. N. Andrews: “Espero que no se me haya entendido como que me opongo a
tal organización de iglesias individuales que permitiría poseer legalmente edificios de la iglesia”.-
Review and Herald, 16 de octubre de 1860).
Uno de los ministros de Ohio, T. J. Butler, temía las posibles críticas futuras. “En lo que
concierne a principios”, declaró, “todos deseamos seguir un camino en que nos veamos libres de las
críticas”. “Eso nunca podrá ser posible”, respondió rápidamente el Pastor Loughborough. (Ver
Ídem.)
LA CONFERENCIA DEL 26 AL 29 DE ABRIL DE 1861
La luz con respecto al apropiado orden en la iglesia vino sobre algunos de los ministros durante
una conferencia celebrada en Battle Creek, del 26 al 29 de abril de 1861. Sobre esta ocasión, escribió
Uriah Smith:
“La solemnidad caracterizó los ejercicios desde el comienzo hasta el final. Parecía que los
predicadores sentían sobre sí la necesidad de cultivar en ellos mismos e inculcar en otros, un
espíritu de profunda devoción y más completa consagración…
“Al final de la sesión de negocios, en la noche del día siguiente, a las nueve de la noche,
comenzó lo último de la fiesta en la que se proveyó el vino mejor. La reunión continuó hasta las
once y media esa noche y continuó al día siguiente de 7 a 11 de la mañana, y de 2 a 5 de la tarde.
Aquellos que estaban trabajando cargados de sentimientos de destitución espiritual, desánimo y
pruebas, expresaron abiertamente sus casos; y fervorosamente los hermanos se hicieron cargo de
la ocasión para ayudarlos a través de sus exhortaciones y oraciones. La señal de la bendición de
Dios se hizo manifiesta y en ocasiones el recinto resonó con expresiones vehementes de alabanza
y gratitud. Los esfuerzos hechos en pro de la libertad y de romper las cadenas con que el
enemigo estaba dispuesto a atar al pueblo de Dios, y por una consolidación de la unión entre los
corazones que este enemigo había tratado de alejar, juntamente con sus resultados, fueron
ciertamente alentadores”.- Review and Herald, 30 de abril de1861).

En esta reunión de concilio, cuyas sesiones de negocios “se caracterizaron por la rapidez de
acción y una máxima unanimidad de sentimiento, sin ningún voto de disensión con respecto a
ningún punto”, el Pastor Loughborough instó a “una más completa organización de la iglesia”.
Habíamos llegado al punto”, informó el secretario, el Pastor Smith,”en que la causa de Dios
demandaba organización; no esa organización que constituye Babilonia, sino una que asegure el
orden en la iglesia”. El pastor White suplicó a sus hermanos en el ministerio que dedicaran su
esfuerzo a este asunto. Antes de venir a la reunión, J. H. Waggoner había resuelto unirse a sus
hermanos para perfeccionar la organización de la iglesia.
La discusión sobre este tema fue seguida de un voto unánime: “que se pida a los ministros que
están reunidos en esta conferencia que redacten una exposición sobre el tema de organización de la
iglesia”. (Ídem.)
ESCRITO SOBRE ORGANIZACIÓN EN EL NUEVO TESTAMENTO
Este voto fue llevado a cabo en parte por la publicación, varias semanas más tarde, de un
“Escrito dirigido a la Conferencia” titulado “Organización”, en el cual se hizo una declaración
general sobre este tema. Este escrito fue firmado por J. H. Waggoner, Joseph Bates, Jaime White,
J.B. Frisbie, J. N. Loughborough, M.E.Cornell, E.W. Shortridge, Moses Hull y John Byington. La
publicación de esta declaración cuidadosamente preparada influyó mucho para moldear los
sentimientos a favor de la organización; y un estudio de sus párrafos arrojará considerable luz sobre
el desarrollo posterior del orden evangélico en la denominación adventista del séptimo día. En ella
los hermanos presentan un cuidadoso repaso de experiencias y métodos pasados y de los problemas
que enfrentaban entonces, e instan a la conveniencia de que sin más dilación se den pasos
conducentes a una espiritualidad más profunda, mejor unidad y mayor eficiencia en el servicio; y
hacia ese fin proponen “una más completa y perfecta organización de los adventistas del séptimo
día”. - Review and Herald, 11 de junio de1861.
Una década antes, eran solamente unos cuantos centenares de creyentes que residían
mayormente en Nueva Inglaterra y Nueva York. Los hermanos ministros habían sido capaces de
visitarlos ocasionalmente y de hacer mucha obra de evangelización en territorios nuevos. Pero al
multiplicarse el número de creyentes a tres mil o más, y al extenderse grandemente el territorio a ser
cubierto, incluyendo todos los estados del centro, extendiéndose al oeste medio, la falta de
organización y sistema comenzó a ser pesadamente gravoso para los obreros en el campo. Aquello
que una docena de ministros había sido capaz de hacer no muchos años atrás, cuando los creyentes
eran “pocos en número, demasiado diseminados y sin asumir en ningún sitio el nombre de iglesia”,
no podía ya hacerse a través de los pasados métodos de labor, aun cuando los mensajeros
continuaran “incansables en sus esfuerzos de ayudar, viajar lejos, celebrar reuniones algunas veces
durante toda la noche, soportar trabajos y pruebas suficientes como para agotar las energías de
cualquier tipo de persona”.-Ídem.
Los hermanos en quien descansaba el cuidado de todas las iglesias razonaron que si se fuera a
intentar continuar supervisando personalmente los asuntos de las iglesias locales, iban a fracasar

totalmente por falta tanto de tiempo como de fuerzas”. Sin embargo, su experiencia los había llevado
a la solemne convicción de que el cuerpo de creyentes en el mensaje del tercer ángel debía contar
con tal labor personal en su favor a través de ministros que los visitaran, “o que se diera algún paso –
se idearan y adoptaran algunos medios- para reemplazar la necesidad de ello. Pero esta labor”,
añadieron, “no puede ahora hacerse a favor de todos los miembros diseminados, como lo hemos
manifestado; por lo tanto, debemos concluir que deben adoptarse medios para la preservación del
orden, la corrección de los errores y el consecuente crecimiento en la gracia y mentalidad
espiritual”.- Ídem.
El remedio propuesto era: (1) Una más completa organización de iglesias locales para el servicio
eficaz y el crecimiento espiritual, y “para preservar…orden y pureza”; (2) la apropiada organización
de conferencias o asociaciones estatales o de distrito”, que serán de “gran beneficio para suplir las
necesidades de las iglesias en cada parte del campo con los medios para reunirse en varios estados o
distritos para adorar pública y socialmente y para edificarse unos a otros en la palabra del Señor”; (3)
la celebración de “conferencias generales” tan representativas en carácter como para tener derecho a
ese nombre”.- Ídem.
Los hermanos que redactaron este memorial deseaban entregar sus mejores energías a la
proclamación del mensaje del tercer ángel en territorios no penetrados antes; y declararon este deseo
como una de las principales razones para instar a salvaguardar aun más los intereses de la iglesia
local. Una disminución de los “cuidados y labores” de los mensajeros del evangelio “para el
bienestar del pueblo diseminado de Dios”, declararon, puede lograrse solamente “al adoptar las
reglas que aseguren una organización más perfecta en las iglesias”.- Ídem.
Se hizo una doble recomendación para el fortalecimiento de las organizaciones de iglesia local; a
saber: (1) Que se guarden registros por escrito de todas las transacciones de negocios hechas a
nombre de la iglesia, para su examen por parte de ministros visitantes y otros con la autoridad
correspondiente; y (2) se guarde cuidadoso registro de los diferentes miembros de las iglesias. “Debe
saberse definitivamente en todo tiempo”, se insistía, “en quiénes, y quiénes no deben considerarse
miembros, y entonces debe buscarse el bienestar de todos; y se debe, por intervención oportuna,
traerse de regreso al descarriado, o excluirse al indigno en forma tal que la causa se libre de
reproche”.
“Esto es especialmente necesario”, señalaron, “para salvar a los ministros e iglesias de la
imposición de aquellos que van de lugar en lugar…Cada persona que se va de una iglesia por
traslado, debe obtener una carta que certifique que es miembro en regla; y sin esta precaución
nuestras iglesias están abiertas a la „confusión y a toda obra del maligno‟”.- Ídem.
“Nuestro objetivo en este [escrito] es llamar la atención hacia la necesidad de una organización
más completa y pedir su cooperación para llevarlo a efecto. Hemos visto con profundo pesar la
desconfianza con que se ven reformas como ésta y queremos creer que es por falta de entendimiento
que esto sucede. Lo hemos examinado cuidadosamente y con oración y esperamos y oramos porque
usted lo examine de la misma manera, creyendo que usted llegará a la misma conclusión…Nuestra
posición y circunstancias son tales, que cualquier medio justo y apropiado de evitar dificultades y
pruebas en las iglesias, merece su más seria consideración”.- Ídem.

MÁS RETRASO E INCERTIDUMBRE
A pesar de lo definido y categórico de las recomendaciones hechas en 1861, los hermanos que
las esbozaron, en deferencia a las opiniones de los hermanos en todas partes, todavía se abstuvieron
de seguir adelante arbitrariamente con este asunto. Semanas más tarde, escribió Jaime White:
“El sitio de adoración de los adventistas del séptimo día en Battle Creek es todavía propiedad de
S. T. Belden. Se ha pospuesto la organización de esta iglesia hasta que nuestros ministros y gente
se unan en ese propósito. No hay partidismo a favor de aquellos que ven la necesidad de
organización. No desean seguir adelante hasta que todos nuestros ministros y pueblo estén
preparados para ir en su dirección. ¿Por cuánto tiempo debemos esperar?” – Ídem, 27 de agosto
de 1861.
Las siguientes líneas fueron escritas durante un viaje por el Este. Era la intención del Pastor y la
Sra. White visitar Nueva York, New Hampshire, Maine, Massachusetts, Pennsylvania y Ohio. La
situación encontrada en las iglesias del centro de Nueva York los hizo cambiar de planes y regresar a
Battle Creek después de visitar unos cuantos lugares.
En una editorial en la Review, el Pastor White se refirió a su experiencia en este viaje, de la
siguiente manera:
“Pareciera que estuviéramos avanzando penosamente a través de la influencia de una necia
incertidumbre con respecto al tema de la organización…En todas partes hay alguien que quiere
retrasarla. No tienen razones válidas para hacerlo, pero de todos modos la retrasan…
“Han pasado varios años desde que podíamos informar éxito y adiciones a nuestras filas en cada
reunión en nuestras giras por el Este y Oeste. Ahora tales reuniones son escenarios de ardua labor
para mantener unido y fortalecer lo que queda” - Ídem.
PRINCIPIOS ESBOZADOS DE NUEVO
En esta crisis, como en muchas otras durante el establecimiento del orden del evangelio entre los
adventistas del séptimo día, se recibieron claros consejos en cuanto a los pasos que debían darse para
lograr la unidad. Esto fue publicado primero en la Review and Herald, el 27 de agosto de 1861 y más
tarde en Testimonios para la iglesia, t. 7, bajo el título “Organización”:
“El 3 de agosto de 1861 se me mostró que algunos habían temido que nuestras iglesias se
convertirían en Babilonia si se las organizaba; pero las iglesias de la zona central de Nueva York
ya han sido una perfecta Babilonia, confusión [sin organización]. Y ahora, a menos que las
iglesias sean organizadas para continuar su marcha y poner en vigencia el orden, no tienen
ninguna esperanza para el futuro, y serán esparcidas en fragmentos...Si los ministros de Dios
adoptaran una posición unida, y la mantuvieran con decisión, se produciría una influencia que
tendería a la unión del rebaño de Dios. Las barreras de separación serían rotas en fragmentos.
Los corazones se elevarían y se unirían como gotas de agua. Entonces habría poder y fortaleza en
las filas de los observadores del sábado, superiores a todo lo que hemos presenciado…El

momento cuando los ministros debieran mantenerse juntos es cuando la batalla se torna más
ardua” .- Testimonios para la iglesia”, t 1, pp. 245, 246.
ADOPCIÓN DE RESOLUCIONES
Había llegado el tiempo de actuar. En una reunión general celebrada en Battle Creek, Michigan,
del 4 al 6 de octubre de 1861, poco después del retorno del Pastor y la Sra. White de su gira por el
Este, los hermanos prestaron atención especial al estudio de los principios en que se basa la
organización de los creyentes en iglesias. De acuerdo con el informe de las reuniones de este
concilio, según se publicó en la Review, “el primer negocio presentado fue el de la organización de
iglesias” fue -
“Acordado -Que se refiera este tema a los ministros presentes, con instrucciones de que celebren
una clase bíblica sobre el tal y redacten un escrito dirigido a los hermanos, que se publicará en la
Review”. - Review and Herald, 8 de octubre de 1861.
Estas columnas aparecieron en la Review, del 15 de octubre de 1861 y trataban de “(1) la manera
de organizar una iglesia, (2) los dirigentes y sus deberes; (3) la recepción de los miembros y (4)
cartas de recomendación”. Durante la reunión, fue además:
“Acordado -Que esta conferencia recomiende el siguiente pacto de la iglesia: Nosotros, los
suscritos, hacemos constar por la presente que nos unimos como iglesia, con el nombre de
Adventistas del Séptimo Día, y convenimos en observar los mandamientos de Dios y la fe de
Jesucristo”.- Id., 8 de octubre de 1861.
Este voto abrió el camino para la formación de iglesias adventistas entre todas las filas de
creyentes, y durante el año siguiente se organizaron muchas iglesias en varias partes del país. Sin
embargo algunos grupos del Este tardaron mucho en organizarse como iglesias y pasaron varios años
antes de que se pudiera establecer totalmente el orden del evangelio en todas partes.