You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
C O M U N I D A D B L U S E R A “ C O N A L M A D E B L U E S ” u n s e n t i m i e n t o d e l a l m a c o m p a r t i d o<br />
T<br />
24<br />
en el colegio también eras la más lista. Más<br />
tar<strong>de</strong>, ganaste aquel concurso <strong>de</strong> cuentos<br />
infantiles y no tardaste mucho en formar tu<br />
primera banda <strong>de</strong> blues: aún guardo fresco en<br />
mi memoria tu <strong>de</strong>but en La Higuerita, junto<br />
a aquel río, don<strong>de</strong> un público curioso asistió<br />
incrédulo al espectáculo <strong>de</strong> ver cómo una cría<br />
<strong>de</strong> doce años le daba una vuelta a Joan Baez<br />
tocando una eléctrica versión <strong>de</strong> “Blowin’ in<br />
the Wind” y pasaba acto seguido a interpretar<br />
<strong>de</strong>sgarradores lamentos bluseros al más puro<br />
estilo Janis; o reventar literalmente los<br />
cristales <strong>de</strong>l local con “I’m a Woman”, para<br />
terminar haciendo corear al pueblo entero “I<br />
Got My Mojo Workin’”. Todavía se me eriza el<br />
antebrazo, recordándolo. Cuando acabó todo,<br />
te marchaste con un gitanillo a una taberna<br />
<strong>de</strong> marineros sin patria y alguien me contó<br />
que ni siquiera el aguardiente pudo ahogar<br />
el lamento, ahora en forma <strong>de</strong> soleares y<br />
seguiriyas, que brotaba <strong>de</strong> tu pecho hasta que<br />
el amanecer marcó la hora <strong>de</strong> la pleamar.<br />
Por supuesto, yo estaba enamorado <strong>de</strong> ti.<br />
¿Cómo no iba a estarlo? Aunque tu llamativa<br />
belleza más que ayudarte te jugó malas<br />
pasadas. A tus amigos no nos extrañó que a los<br />
catorce te fugaras a Madrid con aquel hippy<br />
que vendía pulseras <strong>de</strong> cuero, y tampoco<br />
que te <strong>de</strong>jase tirada y preñada. Cuando te<br />
quedaste sola y perdida en la capital, per<strong>de</strong>r<br />
al bebé por culpa <strong>de</strong>l caballo fue lo <strong>de</strong> menos.<br />
La discográfica te anuló el contrato, se quedó<br />
con las canciones y las maquetas <strong>de</strong> tu primer<br />
disco acabaron en un rincón <strong>de</strong>l sótano.<br />
Te cambió el carácter y los conciertos se<br />
transformaron en peleas contra el mundo. Los<br />
directos terminaban casi siempre en bronca y<br />
veías cómo tus composiciones se marchitaban<br />
en la cuneta. Tu primera temporada en el<br />
psiquiátrico empezó a <strong>de</strong>jar en ti cierta<br />
aureola <strong>de</strong> mujer marcada. Cuando te fui a<br />
visitar pu<strong>de</strong> ver una pálida mueca don<strong>de</strong> antes<br />
había una sonrisa.<br />
Al salir, volviste a casa <strong>de</strong> tus padres,<br />
no tenías otro sitio adon<strong>de</strong> ir. La melancolía<br />
se instaló <strong>de</strong>finitivamente en tu vida y<br />
abandonaste la música por la escritura, tu otra<br />
pasión. Te fue bien al principio. Publicaste un<br />
primer poemario <strong>de</strong> sobrecogedores poemas<br />
que el público recibió acudiendo en masa a las<br />
librerías y la crítica te otorgó el calificativo<br />
<strong>de</strong> “prodigiosa promesa”. Aún no tenías la<br />
mayoría <strong>de</strong> edad cuando te instalaste <strong>de</strong><br />
nuevo en la capital. Escribiste unos cuantos<br />
libros, ganaste algunos premios y durante<br />
esos años nos vimos muchas veces. Te solías<br />
quedar en mi casa cuando venías a Sevilla y yo<br />
hacía lo mismo cuando iba a Madrid. Tu mirada<br />
había cambiado, se había endurecido, pero tu<br />
talento y la potencia <strong>de</strong> tu voz permanecían<br />
intactos. La música que sonaba en tu interior<br />
no tardó en aparecer en forma <strong>de</strong> magníficas<br />
e innovadoras canciones, canciones <strong>de</strong> certera<br />
acupuntura emocional, que activan los oscuros<br />
resortes <strong>de</strong> eso que llamamos alma. Hiciste con<br />
el rock lo que Mozart con la clásica. A finales<br />
<strong>de</strong> los ochenta publicaste aquellos discos que<br />
revolucionarían las estructuras <strong>de</strong> la música.<br />
Giras por todo el mundo y millones <strong>de</strong> discos<br />
vendidos. Todos te querían y te admiraban.