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| EMEEQUIS | 09 de enero de 2012<br />

62<br />

emeaquí


David Miklos, escritor<br />

La mujer resu<strong>el</strong>ve;<br />

<strong>el</strong> hombre conquista,<br />

posee y destruye<br />

| EMEEQUIS | 09 de enero de 2012<br />

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| EMEEQUIS | 028 de MAyo de 2012<br />

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emeaquí<br />

Meses antes de que <strong>el</strong> escritor david Miklos se estrenara como<br />

padre, un amigo suyo sentenció, a modo de maldición gitana:<br />

“A partir de ahora, sólo escribirás cosas bonitas”.<br />

Pero aqu<strong>el</strong> oráculo fatalista falló.<br />

Miklos, <strong>el</strong> entrevistado que <strong>el</strong>ige ser retratado en medio<br />

d<strong>el</strong> mural de cándidos pajarillos que decoran <strong>el</strong> cuarto de su<br />

hija, es <strong>el</strong> mismo que de noche se transformaba en un narrador<br />

de circunstancias que iban de lo animal en estado bruto, a la<br />

sexualidad total y totalizadora, en Brama (Tusquets),<br />

una nov<strong>el</strong>a que aborda desde un punto de vista contemporáneo<br />

—y cachondo— <strong>el</strong> tema universal d<strong>el</strong> enfrentamiento a muerte<br />

entre dos hermanos.<br />

nacido en San Antonio, Texas, Miklos ha impregnado a sus<br />

obras de una carga notablemente femenina; en La pi<strong>el</strong> muerta<br />

y La hermana falsa la mujer lleva la voz principal. Brama no es la<br />

excepción, y la razón se encuentra en su historia personal.<br />

Miklos es un hijo adoptivo que hace poco retomó contacto con<br />

su madre biológica, es un hombre influenciado por la vida y <strong>el</strong><br />

temperamento de su abu<strong>el</strong>a materna adoptiva, y es papá de una<br />

niña. La mujer se presenta ante <strong>el</strong> escritor en todas sus facetas,<br />

con toda la fuerza de su carácter.<br />

Por Tatiana Maillard<br />

tmaillard@m-x.com.mx • @MadameMaillard<br />

Fotografía: Eduardo Loza


Uno de los géneros más difíciles de abordar con éxito<br />

es la literatura erótica. Pero usted se arriesgó.<br />

Yo creo que la literatura erótica, por sí misma, no es parte<br />

de la literatura. Al leer la escena famosa de la carroza en Madame<br />

Bovary… ¡esa es literatura erótica! Escribir con todas<br />

las v<strong>el</strong>aduras posibles y, aun así, evidenciar lo que ocurre.<br />

El problema es cuando se escribe una nov<strong>el</strong>a erótica de<br />

manera d<strong>el</strong>iberada. Yo simplemente empecé a escribir sobre<br />

una casa en disputa por dos hermanos, uno es macho alfa<br />

y <strong>el</strong> otro, beta. Hay mujeres involucradas y todos se van a<br />

destruir. De repente entró <strong>el</strong> sexo como vehículo de comunicación<br />

entre los hermanos a través de las mujeres, y lo que<br />

ocurre es una pequeña guerra nuclear intramuros.<br />

Al escribir salía <strong>el</strong> tema d<strong>el</strong> sexo y yo recordaba las nov<strong>el</strong>as<br />

de George Bataille, los cuadros de Klossowski, de<br />

Balthus, la nov<strong>el</strong>a Crónica de la intervención de Juan García<br />

Ponce. Toda esa tradición en la que <strong>el</strong> sexo se monta en<br />

la literatura como parte de una historia y no de manera no<br />

intencionada.<br />

Habla usted d<strong>el</strong> sexo como medio de comunicación.<br />

¿Cuál es la importancia d<strong>el</strong> sexo en <strong>el</strong> diálogo entre<br />

pares?<br />

Estamos expuestos a una sola idea d<strong>el</strong> sexo, que es, básicamente,<br />

lustrosa: pornografía, mujeres de grandes curvas y<br />

hombres fuertes copulando. Eso no es <strong>el</strong> sexo, ni la intimidad<br />

que conlleva la r<strong>el</strong>ación sexual de seres terrenales; es<br />

decir, aqu<strong>el</strong>los que ni hacemos pornografía, ni aparecemos<br />

en revistas.<br />

El sexo puro y duro, tanto en la intimidad de la pareja<br />

como en una especie de vínculo de poder, no es algo que se<br />

retrate con frecuencia. Eso fue lo que busqué con la nov<strong>el</strong>a:<br />

no ver en <strong>el</strong> sexo <strong>el</strong> asunto de la excitación o la fantasía pornográfica,<br />

sino utilizarlo como <strong>el</strong>emento destructor. Usualmente<br />

al sexo se le considera creador, generador de vida, y si<br />

nos ponemos cursis, es potencializadora d<strong>el</strong> amor. Pero en<br />

mis personajes <strong>el</strong> sexo es parte de la batalla que libran entre<br />

<strong>el</strong>los.<br />

Usted retrata a un macho alfa y a un macho beta.<br />

¿Con cuál se identifica?<br />

Cualquier hombre tiene esos dos polos. Algunos son más<br />

bestias, otros más sensibles y otros tienen estas características<br />

mezcladas. Lo que me interesaba era hacer caricaturas<br />

de este tipo de hombres. Por eso son tan extrapolados: uno<br />

es demasiado bruto y <strong>el</strong> otro, demasiado sensible. Pero uno<br />

termina entendiendo que, para sobrevivir, debe dejar de ser<br />

tan sensible y volverse un poco como <strong>el</strong> otro.<br />

¿Cómo se lleva usted con estos dos polos?<br />

Mi lado sensible lo llevo a flor de pi<strong>el</strong> porque ahora soy papá.<br />

Eso te transforma. Debes tomar una decisión: ¿qué tanto te<br />

vas a vincular con la paternidad? Y no me refiero a esa parte<br />

de proveedor. No. Yo decidí involucrarme totalmente.<br />

Fue justo cuando nació mi hija que comencé a escribir<br />

este libro. Como un desfogue. Un amigo pronosticaba que,<br />

al convertirme en padre, empezaría a escribir puras cosas<br />

tiernas. ¡No! Me propuse escribir exactamente lo opuesto.<br />

Salió mi parte más bestia. Era muy divertido, porque en<br />

las mañanas ejercía <strong>el</strong> pap<strong>el</strong> de padre y en las noches escribía…<br />

esto. Era mi escape. Me recuerdo escribiendo y riendo:<br />

ja ja ja. El poder hacer esto de una manera totalmente<br />

libre. Fue una fuga, pero no fue una reacción<br />

provocada por algo que yo rechazara.<br />

Como esa parte malvada me caía tan bien,<br />

podía, en ciertos momentos d<strong>el</strong> día, apagarla<br />

y encender la otra parte.<br />

La fuga se entiende como correr hacia <strong>el</strong><br />

lado contrario…<br />

Mi fuga fue consciente y asumida. Pero fuga al<br />

fin.<br />

Incluso yo escribía en un espacio distinto. Me<br />

dividía: <strong>el</strong> David que es padre y <strong>el</strong> que es escritor<br />

pese a todo. Lo escribí durante <strong>el</strong> primer año de<br />

vida de Anna (su hija), lo corregí durante <strong>el</strong> segundo<br />

año y hasta su tercer año se publicó.<br />

Esa es su parte sensible. ¿Y su parte<br />

contraria?<br />

Tengo una parte falsamente racional. Salgo a la<br />

calle y pienso que <strong>el</strong> mundo debería ser así: calles,<br />

banquetas, civilidad, orden. Pero ese orden<br />

siempre es pervertido: alguien se pasa un alto,<br />

otro avienta <strong>el</strong> coche a los demás, <strong>el</strong> peatón que<br />

no se fija. Y yo, ante la ruptura de ese orden idílico,<br />

reacciono muy mal. Como es adulterada mi<br />

idea racional d<strong>el</strong> mundo, me sale esa parte que<br />

dice: “quiero asesinarlos a todos”. Esa es la parte<br />

que tengo que aplacar: la de mi cromagnon interno.<br />

Es muy difícil mantenerte zen en una ciudad<br />

como <strong>el</strong> Distrito Federal.<br />

Ahora, con la paternidad nace un deseo de<br />

defender a tus hijos a toda costa. Con este involucramiento<br />

total, que no tiene que ver con la<br />

parte sensible sino con la parte de supervivencia,<br />

de conseguir recursos, mantener y proteger<br />

a tu hijo… o claudicar y permitir que otro se haga<br />

cargo. Yo decidí que esto lo iba a defender.<br />

Ahora hay tres niños en la casa: Anna y sus<br />

medios hermanos, hijos de mi mujer. Y yo vigilo<br />

por todos. Ahí sale <strong>el</strong> instinto de proteger a los<br />

tuyos. Buscas que haya cierta justicia.<br />

En teoría, tanto social como legalmente,<br />

los padres deben hacerse cargo de los hijos.<br />

Pero usted subraya que es una <strong>el</strong>ección.<br />

Así funcionan muchos padres de familia, notas<br />

que hay quienes se desconectan y no asumen.<br />

Porque puedes ser padre biológicamente, pero<br />

decidir no serlo. Y fugarte de eso o desaparecer.<br />

2012<br />

El caso de la maternidad es distinto, aunque<br />

de<br />

también se trata de una decisión...<br />

Yo soy adoptado. Pienso en mi madre bioló-<br />

MAyo<br />

gica, que se planteó: “Yo a este hijo no lo puedo<br />

de<br />

tener ni mantener”. Pero en <strong>el</strong> caso de la paternidad,<br />

de lo masculino en r<strong>el</strong>ación con los hijos,<br />

028 |<br />

sí es muy clara la decisión. Ser papá es una decisión.<br />

Lo veo en historias que conozco, muchos<br />

padres se fugan de ese pap<strong>el</strong>. Pueden simplemente<br />

desaparecer o mantenerse ahí, como una<br />

EMEEQUIS |<br />

pseudo presencia.<br />

65


| EMEEQUIS | 028 de MAyo de 2012<br />

66<br />

emeaquí<br />

¿Cuál es la influencia de la figura materna<br />

en usted?<br />

Yo soy hijo de una superviviente: mi madre adoptiva.<br />

También soy nieto de otra superviviente.<br />

Mi abu<strong>el</strong>a era alemana judía y vivía en Berlín<br />

con mi abu<strong>el</strong>o. Cuando estalla la guerra huyen<br />

a París, y cuando los alemanes toman la ciudad,<br />

se van al sur de Francia y en 1941 nace mi mamá.<br />

Mi abu<strong>el</strong>o ya estaba en Suiza y consiguió una especie<br />

de inmunidad, porque era periodista. Mi<br />

abu<strong>el</strong>a se queda escondida en <strong>el</strong> sur de Francia.<br />

En <strong>el</strong> pueblo donde vivía no había hospitales ni<br />

médicos. Embarazada, a punto de dar a luz, toma<br />

una bicicleta y va al pueblo más cercano, donde<br />

nace mi mamá. De ahí, regresan a esconderse en<br />

un granero. Mi abu<strong>el</strong>a, en esas circunstancias<br />

adversas, tiene una hija y cuando acaba la guerra<br />

decide no regresar a Alemania con mi abu<strong>el</strong>o. Se<br />

separan y <strong>el</strong>la muere cuando mi madre cumple<br />

19 años. Fue una especie de sacrificio: mi abu<strong>el</strong>a<br />

dio su vida y su nacionalidad por mi madre.<br />

Y finalmente yo acabo en <strong>el</strong> seno de esa familia,<br />

porque mis padres vienen a residir a México, y<br />

aunque quieren, no pueden tener hijos. Entonces<br />

me adoptan. Con <strong>el</strong> paso d<strong>el</strong> tiempo me van contando<br />

esta historia y yo pienso: “Bueno, esta es<br />

una idea distinta a la clásica imagen materna de<br />

la cabecita blanca”.<br />

Mi hija se llama como mi abu<strong>el</strong>a: Anna, porque<br />

creo que ésta es una historia que debe prolongarse.<br />

Siempre he creído que las mujeres resu<strong>el</strong>ven<br />

mejor las cosas.<br />

¿Y de la mujer que lo dio en adopción?<br />

Ella resolvió un asunto práctico y me hizo un<br />

gran favor. Ya después me enteré que mi familia<br />

biológica era muy complicada, con muchos problemas<br />

de salud. De cierta manera, <strong>el</strong>la también<br />

muestra una especie de fortaleza.<br />

¿Cómo lo marcan las ausencias?<br />

Un escritor que no tenga historias con ausencias,<br />

no tiene sustancia. Estoy convencido de que si<br />

no hay ausencia no hay escritura. Cuando algo<br />

falta, con la escritura yo lo encaro. Si algo no se<br />

puede recuperar, al menos escribiendo enfrentas<br />

esa pérdida. Eso está presente en la literatura<br />

con bastante frecuencia: si hay ausencia de salud,<br />

realizas un acto físico demandante, que es<br />

escribir. Hay todo tipo de ausencias que influyen<br />

en una obra literaria: desde las personales hasta<br />

las grandes ausencias que ocurren a niv<strong>el</strong> social<br />

en un país. O por razones de exilio. ¿Cuántos escritores<br />

buenos hay en <strong>el</strong> exilio? ¡Ton<strong>el</strong>adas! Uno<br />

en especial: Antonio Di Benedetto, argentino,<br />

poco conocido y que, desde mi perspectiva, es mejor que<br />

muchos d<strong>el</strong> boom.<br />

¿La ausencia que a usted le mueve?<br />

No fue la ausencia de mi madre biológica, porque yo tengo<br />

una madre. No tenía una imagen de la señora de la que yo<br />

provengo. Tenía datos, que fui reuniendo con <strong>el</strong> paso de los<br />

años: los hermanos que tuve, la hora en que nací. Cuando<br />

me informé, algo palié y pude escribir. Llegado <strong>el</strong> momento<br />

de escribir en serio, de decir “quiero sacarme este libro de<br />

encima”, yo me provoqué una situación de ausencia: me fui<br />

de México y desde la distancia comencé a entender qué quería<br />

narrar y por qué. Entones regresé a escribir. Pero en ese<br />

intermedio, que fue cuando supe que iba a ser padre, busqué<br />

a mi madre biológica y la encontré. Me escribo con <strong>el</strong>la,<br />

mantenemos comunicación y le he mandado fotos. Toda esa<br />

ausencia que yo tenía pude aliviarla. Y esa gran ausencia de<br />

mi historia la he cubierto... todo para darme cuenta de que<br />

no me pertenece. ¡No es mi historia!<br />

¿Un encuentro frente a frente?<br />

No. Pero estas emociones son similares a las fugas: padeces<br />

una ausencia, la reparas y entonces emerge otra ausencia,<br />

porque resulta que la imagen paterna es, en mi historia,<br />

inexistente. Como sea, ahí permanece la historia que nunca<br />

fue. Afortunadamente, ese es <strong>el</strong> motor de lo que está por venir.<br />

Si las cosas se solucionaran, dejaría de escribir y pondría<br />

una panadería. Creo que cuando creas algo a partir de una<br />

ausencia, eres capaz de crear otra ausencia para volver a escribir.<br />

Es un círculo virtuoso.<br />

¿Ya ha escrito la historia de ese otro David?<br />

No. Es justamente otro de mis pendientes: hacer que estos<br />

dos David convivan. Nací en San Antonio, Texas, trato de<br />

imaginar cómo hubiera sido. Supongo que un personaje de<br />

road movie, yendo por <strong>el</strong> sur y <strong>el</strong> centro de Estados Unidos,<br />

haciendo un trabajo manual… y otras hubieran sido mis ausencias.<br />

Pero lo que he empezado a escribir va por ahí: un<br />

tipo que viaja de una ciudad a otra a bordo de un Greyhound,<br />

escuchando una canción de Sonic Youth. Un tipo que lleva a<br />

cuestas algo que no puede solucionar.<br />

En sus obras usted adopta la voz femenina. ¿Cómo<br />

logra un escritor hablar en primera persona como<br />

mujer y ser convincente?<br />

Desde La pi<strong>el</strong> muerta, que es la historia de una madre moribunda<br />

y <strong>el</strong> hijo que la visita, entendí que lo que yo quería<br />

narrar era lo femenino. Es algo que, creo, es natural, debido a<br />

mi propia historia. Si bien no viví en un matriarcado, <strong>el</strong> peso<br />

de la figura femenina era mucho. Tengo dos abu<strong>el</strong>as fuertes.<br />

Eso me dio la voz para narrar desde lo femenino. En mi obra,<br />

las voces masculinas son una excusa para narrar lo femenino.<br />

Para mí, este universo es lo fundamental. Es <strong>el</strong> origen d<strong>el</strong><br />

mundo. La mujer es la que toma las riendas de muchos asuntos.<br />

Esa es su naturaleza.<br />

¿Y la d<strong>el</strong> hombre?<br />

Básicamente, conquistar, poseer y destruir. Es un pensamiento<br />

muy animal, que aplica en todo.<br />

¿Usted también?<br />

Yo no. He aprendido mucho de las mujeres.

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