La increíble vida de Martin Cooper - Emeequis
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<strong>La</strong> <strong>increíble</strong> <strong>vida</strong> <strong>de</strong> <strong>Martin</strong> <strong>Cooper</strong><br />
Inventó el celular,<br />
cambió el mundo y le<br />
pagaron un dólar por ello
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bill Gates soñaba con instalar una computadora en cada hogar <strong>de</strong>l<br />
mundo. martin cooper, por otro lado, soñó hace más <strong>de</strong> 36 años que cada<br />
persona en el planeta <strong>de</strong>bía nacer con un número telefónico personal.<br />
era un cambio fundamental en esa época en que se llamaba a lugares,<br />
no a personas: para encontrar a alguien había que marcar a su casa,<br />
a su oficina o, con menos frecuencia, a su auto.<br />
cooper, junto con un reducido grupo <strong>de</strong> ingenieros, <strong>de</strong>sarrolló y fabricó el<br />
primer teléfono celular <strong>de</strong> la historia. <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces, billones <strong>de</strong> dichas<br />
unida<strong>de</strong>s móviles se han vendido en todo el planeta.<br />
bill Gates ha sido durante años uno <strong>de</strong> los hombres más ricos <strong>de</strong>l orbe.<br />
en cambio, el hombre que revolucionó la manera en que los humanos se<br />
comunican recibió un solo dólar por su invento.<br />
Aun así, cooper se consi<strong>de</strong>ra la persona más afortunada <strong>de</strong>l mundo.<br />
basta hacer un breve recorrido por su historia <strong>de</strong> <strong>vida</strong> para creerle: hijo <strong>de</strong><br />
inmigrantes ucranianos perseguidos por los cosacos, pasó una infancia<br />
con carencias, peleó una guerra y ahora visualiza un futuro en el que<br />
los celulares servirán para salvar millones <strong>de</strong> <strong>vida</strong>s.<br />
es martin cooper, el padre <strong>de</strong>l celular, y emeequis conversó,<br />
en persona y por celular, con él.<br />
Por Diego Mendiburu dmendiburu@m-x.com.mx<br />
Fotografías: Christian Palma
<strong>La</strong> cuenta regresiva ha comenzado. En 10 segundos, la<br />
nave intergaláctica USS Constellation, piloteada por el<br />
valiente capitán Kirk, se estrellará contra una gigantesca<br />
arma alienígena que <strong>de</strong> no ser <strong>de</strong>struida podría acabar con<br />
<strong>de</strong>cenas <strong>de</strong> planetas enteros.<br />
–¡Caballeros, teletranspórtenme! –or<strong>de</strong>na el capitán,<br />
a través <strong>de</strong> su comunicador, pequeña caja dorada a la que<br />
le habla tras levantarle una tapa semitransparente.<br />
–¡No po<strong>de</strong>mos! –contesta el señor Spock, a miles <strong>de</strong><br />
kilómetros a bordo <strong>de</strong> otra nave–. ¡Se ha dañado el teletransportador!<br />
Zulu grita la cuenta regresiva. Quedan seis segundos.<br />
Kirk insiste.<br />
–Caballeros, les sugiero me teletransporten ¡ahora!<br />
Cinco, cuatro, tres, dos, uno… ¡Boom!<br />
Un <strong>de</strong>stello amarillo es lo que queda <strong>de</strong> la nave que, en<br />
curso <strong>de</strong> auto<strong>de</strong>strucción, como si <strong>de</strong> un kamikaze se tratara,<br />
conducía el capitán Kirk.<br />
“¡Lo logramos, está <strong>de</strong> regreso!”, celebran los operadores<br />
<strong>de</strong> la máquina teletransportadora, al tiempo que el<br />
gallardo capitán Kirk, con su comunicador en la mano, regresa<br />
al cuarto <strong>de</strong> mando <strong>de</strong> la más famosa nave espacial<br />
<strong>de</strong> la historia <strong>de</strong> la televisión: el Enterprise.<br />
–¿Es cierto que usted se inspiró en Star Trek para crear<br />
el teléfono celular? –pregunto a <strong>Martin</strong> <strong>Cooper</strong>, un menudo<br />
pero vigoroso señor <strong>de</strong> pelo y barba totalmente blancos,<br />
y unos ojos color azul semitransparentes que parecen<br />
casi ficticios.<br />
–¡Oh, no! Esa confusión se <strong>de</strong>be a uno <strong>de</strong> los mayores<br />
errores <strong>de</strong> mi <strong>vida</strong>! –me contesta el llamado padre <strong>de</strong>l celular,<br />
un ingeniero que en 1973 realizó la primera llamada<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> un teléfono celular, el Motorola DynaTAC, que él<br />
mismo inventó.<br />
Si se buscan las palabras <strong>Martin</strong> <strong>Cooper</strong> en la Wikipedia,<br />
la enciclopedia en línea más popular <strong>de</strong>l mundo, se<br />
llegará al perfil <strong>de</strong> este ingeniero eléctrico al que se le atribuye<br />
la invención <strong>de</strong>l celular porque “la serie Star Trek le<br />
sirvió <strong>de</strong> inspiración”.<br />
–Hicieron una película llamada Cómo William Shatner<br />
cambió al mundo. Me pidieron participar en ella, diciendo<br />
que el capitán Kirk (Shatner) me había inspirado a<br />
crear el celular –recuerda <strong>Cooper</strong>, quien visitó el país hace<br />
unos meses para participar en la Semana <strong>de</strong> la Ciencia y la<br />
Innovación <strong>de</strong> la Ciudad <strong>de</strong> México–. Pero mi equipo <strong>de</strong><br />
ingenieros había estado trabajando durante años en el celular<br />
antes <strong>de</strong> que apareciera Star Trek. Nosotros creamos<br />
el primer celular en 1973, pero trabajamos en el concepto<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> mucho antes, a principios <strong>de</strong> los sesenta, con la<br />
i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que la gente es móvil y había que darle un teléfono<br />
portátil a cada persona. Star Trek empezó hasta 1966.<br />
Para entonces ya teníamos clara nuestra filosofía: la gente<br />
es móvil, tiene que po<strong>de</strong>r conversar don<strong>de</strong> quiera que se<br />
encuentre, y lo tiene que hacer a través <strong>de</strong> un dispositivo<br />
pequeño y ligero. Esa fue nuestra religión.<br />
Cuando la serie Star Trek inició transmisiones en Estados<br />
Unidos, la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> contar con un dispositivo portátil<br />
que sirviera para comunicarse con cualquier persona en<br />
el mundo y que fuera tan pequeño como para caber en la<br />
palma <strong>de</strong> una mano parecía una locura. Efectivamente,<br />
era un artefacto sólo posible en el universo<br />
<strong>de</strong> la ciencia ficción.<br />
Pero <strong>Martin</strong> Copper lo hizo realidad. Y<br />
no sólo su trabajo parece sacado <strong>de</strong> una serie<br />
<strong>de</strong> tv o una película. El pasado familiar<br />
<strong>de</strong> este hombre es tan fantástico como el<br />
futuro que puso en nuestras manos.<br />
“Justo como se ve en películas tipo Conan,<br />
el pueblo <strong>de</strong> mi familia era frecuentemente<br />
arrasado por cosacos”, platica <strong>Martin</strong> <strong>Cooper</strong>,<br />
consciente <strong>de</strong> que la historia parece<br />
<strong>increíble</strong>. De hecho, sus padres jamás se<br />
tomaron el tiempo <strong>de</strong> contarle ese pasado.<br />
Él lo conoció hasta que, siendo un joven, le<br />
presentó a su madre a la mujer con la que<br />
casaría.<br />
“Mi padre ya había muerto para entonces<br />
y esa noche, mientras cenábamos,<br />
mi madre comenzó a contar todas estas<br />
historias, muchas <strong>de</strong> las cuales yo nunca<br />
había escuchado, sobre Rusia y su juventud.<br />
Ya era un hombre cuando conocí mi<br />
pasado, mis padres jamás me hablaron <strong>de</strong><br />
ello cuando era un niño”.<br />
Según <strong>Cooper</strong>, su familia tenía que<br />
escon<strong>de</strong>rse con frecuencia <strong>de</strong> los cosacos,<br />
integrantes <strong>de</strong> comunida<strong>de</strong>s militares que<br />
se extendieron en Ucrania y el sur <strong>de</strong> Rusia,<br />
que llegaban montados en caballos a arrasar<br />
y a matar gente <strong>de</strong> la al<strong>de</strong>a con sus espadas.<br />
Esto ocurría a principios <strong>de</strong>l siglo XX, antes<br />
que empezara la Revolución bolchevique.<br />
“Mi abuelo era el carnicero <strong>de</strong>l pueblo.<br />
Ya estaba harto <strong>de</strong> las agresiones constantes,<br />
así que comenzó a ahorrar dinero para<br />
irse a América. Consiguió una carreta y<br />
junto con buena parte <strong>de</strong>l pueblo formó<br />
una caravana que <strong>de</strong>bía cruzar toda Europa.<br />
Pero para cuando habían llegado a<br />
Bélgica, ya se les había acabado casi todo<br />
el dinero”, relata <strong>Cooper</strong>.<br />
El abuelo <strong>de</strong> <strong>Cooper</strong> <strong>de</strong>cidió entonces,<br />
con el poco dinero que quedaba, enviar a<br />
sus dos hijos varones <strong>de</strong> mayor edad a Canadá,<br />
en don<strong>de</strong> sería más fácil encontrar<br />
apoyo <strong>de</strong>l gobierno para trabajar, y así recabar<br />
dinero para que el resto <strong>de</strong> la familia<br />
llegara a América. Su padre, quien ya estaba<br />
casado con la madre <strong>de</strong> <strong>Martin</strong>, fue uno<br />
<strong>de</strong> los elegidos.<br />
“No tengo ni i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> cuál era el nombre<br />
ruso <strong>de</strong> la familia –admite <strong>Cooper</strong>–.<br />
Cuando mi familia llegó a Canadá los recibió<br />
un oficial <strong>de</strong> Inmigración que les preguntó<br />
cuáles eran sus nombres. Escribió<br />
en el papel la palabra en inglés que más se<br />
asemejaba a lo que sonaba el apellido ruso<br />
<strong>de</strong> mis papás.<br />
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Así mi padre terminó siendo Arthur <strong>Cooper</strong>. Y mi madre,<br />
Mary”.<br />
<strong>Martin</strong> <strong>Cooper</strong> nunca ha visitado Rusia, mucho menos<br />
Ucrania. “Mis papás nunca me hablaron en ruso, siempre<br />
se expresaban en inglés. Y la única tradición con la que<br />
crecí fue la <strong>de</strong> respeto a los libros y al conocimiento, a la<br />
ética. Nada <strong>de</strong> lo que llamarías un legado ruso”.<br />
El teléfono repica cinco veces. Por fin se escucha un “¿Hello?”<br />
al otro lado <strong>de</strong> la línea. Es <strong>Cooper</strong>, quien respon<strong>de</strong><br />
uno <strong>de</strong> sus cuatro celulares para seguir conversando con<br />
emeequis, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la ciudad <strong>de</strong> Los Ángeles, don<strong>de</strong> presi<strong>de</strong><br />
una empresa <strong>de</strong> telecomunicaciones.<br />
<strong>Cooper</strong> nació en Chicago, Illinois, el 26 <strong>de</strong> diciembre<br />
<strong>de</strong> 1928, el año <strong>de</strong> la gran <strong>de</strong>presión económica que asoló a<br />
Estados Unidos. Pero su familia ya estaba curtida y nada<br />
haría que los padres <strong>de</strong> <strong>Martin</strong> se dieran por vencidos: le<br />
darían la mejor educación posible a sus hijos.<br />
“Mis padres siempre lucharon por tratar <strong>de</strong> elevar nuestro<br />
nivel <strong>de</strong> <strong>vida</strong>, así que <strong>de</strong>cidieron ir a Chicago porque<br />
pensaron que ahí podrían empezar un negocio. Lo intentaron,<br />
pero fracasaron. Pusieron una lavan<strong>de</strong>ría y los engañaron,<br />
los tranzaron. Se regresaron a Winnipeg, Canadá,<br />
montaron una verdulería y ahí sí fueron exitosos. Cinco<br />
años <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>cidieron volver a intentar en Chicago”.<br />
<strong>Cooper</strong> creció ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong> libros. Comenzó leyendo<br />
cuentos <strong>de</strong> hadas, luego libros <strong>de</strong> fantasía, un poco <strong>de</strong> mitología<br />
y al cabo se volvió adicto a la ciencia ficción.<br />
“Mis padres trabajaron muy duro, <strong>de</strong> manera in<strong>de</strong>pendiente.<br />
Nunca fueron empleados <strong>de</strong> nadie. Por tanto,<br />
pasé mucho tiempo solo; quizá por ello <strong>de</strong>sarrollé mi imaginación.<br />
Siempre he vivido en el mundo <strong>de</strong> la fantasía y la<br />
ciencia ficción, pue<strong>de</strong> que ello influyera en que me hiciera<br />
ingeniero”, especula <strong>Cooper</strong>, quien al igual que Bill Gates<br />
y otros cerebros <strong>de</strong>l mundo <strong>de</strong> la tecnología y la computación<br />
la pasó difícil en la escuela cuando era adolescente.<br />
“Nunca fui bueno para el <strong>de</strong>porte. En la escuela, los<br />
niños con mayor aptitud para el <strong>de</strong>porte son los más populares.<br />
Siempre fui aplicado, pero tenía muchos problemas<br />
para hacer amigos los primeros años. Cuando se<br />
hacían los equipos para el partido <strong>de</strong> béisbol, era el último<br />
al que escogían. Fue hasta la adultez cuando <strong>de</strong>cidí que si<br />
trabajaba suficientemente fuerte podía hacer cosas atléticas,<br />
pero durante años me <strong>de</strong>cía yo mismo que no tenía<br />
habilida<strong>de</strong>s y no hacía nada”.<br />
<strong>La</strong> lección para él fue clara. “Si trabajas duro pue<strong>de</strong>s<br />
hacer cosas. Por eso ahora juego tenis. Durante muchos<br />
años monté a caballo y me volví un buen jinete. Si tienes<br />
un <strong>de</strong>fecto, <strong>de</strong> alguna manera tien<strong>de</strong>s a compensarlo; si<br />
tienes una gran <strong>de</strong>bilidad tendrás una gran cualidad para<br />
compensarla. Una <strong>de</strong> mis <strong>de</strong>bilida<strong>de</strong>s era la cuestión atlé-<br />
tica, y quizá por ello tuve que trabajar mucho en otras<br />
áreas. Ninguna cosa que valga la pena se consigue fácilmente.<br />
O, dicho <strong>de</strong> otra manera: para ser valioso tienes<br />
que trabajar muy duro. Alguien a quien todo se le facilitó,<br />
pue<strong>de</strong> que tenga una <strong>de</strong>sventaja: jamás apren<strong>de</strong>rá que las<br />
cosas valiosas en la <strong>vida</strong> son difíciles <strong>de</strong> conseguir”.<br />
Y para po<strong>de</strong>r estudiar una licenciatura, <strong>Martin</strong> <strong>Cooper</strong><br />
tuvo que ir a una guerra.<br />
“Fui muy afortunado –dice <strong>Cooper</strong> cuando<br />
se le pregunta por qué tuvo que enrolarse<br />
en el ejército <strong>de</strong> Estados Unidos durante<br />
la guerra en Corea–. Mis padres no eran<br />
adinerados, pero incluso así se las arreglaron<br />
para permitirme vivir cómodamente.<br />
Pese a que éramos pobres, siempre estuve<br />
seguro <strong>de</strong> que asistiría a la universidad. <strong>La</strong><br />
pregunta era cómo. Afortunadamente, en<br />
Estados Unidos existe un programa que<br />
paga los estudios a cambio <strong>de</strong> que durante<br />
los veranos te enroles en el ejército. Y<br />
cuando te gradúas <strong>de</strong> la universidad <strong>de</strong>bes<br />
pasar por lo menos tres años en servicio.<br />
Es una obligación”.<br />
Tras haberse recibido como ingeniero<br />
eléctrico, <strong>Cooper</strong> sirvió en la Marina <strong>de</strong><br />
Estados Unidos justo cuando se produjo<br />
la guerra en Corea, a inicios <strong>de</strong> la década<br />
<strong>de</strong> los cincuenta. Fue asignado en principio<br />
a un buque <strong>de</strong> guerra, posteriormente<br />
se convirtió en oficial <strong>de</strong>l USS Tang, un<br />
submarino que, afortunadamente, nunca<br />
entró en acción.<br />
“Terminó siendo una experiencia fan-<br />
tástica por varios motivos. Primero, porque<br />
pagaron mi carrera universitaria.<br />
Pero, a<strong>de</strong>más, aprendí muchas lecciones<br />
sobre el trabajo en equipo; viajé a otros<br />
países a los que jamás hubiera ido <strong>de</strong> no ser<br />
por esa experiencia. <strong>La</strong> Marina me ayudó<br />
a crecer”.<br />
Esa aventura bélica tuvo para <strong>Cooper</strong><br />
otra inesperada faceta: le enseñó a ser lí<strong>de</strong>r.<br />
Y lo dice en serio.<br />
“Un li<strong>de</strong>razgo no se ejerce sólo en virtud<br />
<strong>de</strong> la autoridad; lo que hay que hacer<br />
es inspirar a la gente e infundirles tus<br />
sueños. Aparte, tienes que <strong>de</strong>mostrar que<br />
eres hábil y capaz <strong>de</strong> ejecutar las mismas<br />
tareas que ellos. Ese entrenamiento fue<br />
extraordinariamente importante cuando<br />
encabecé al equipo <strong>de</strong> personas que creó el<br />
celular. Porque yo no hice sólo ese primer<br />
teléfono móvil. Fue mi i<strong>de</strong>a, pero se realizó<br />
entre un montón <strong>de</strong> personas, y yo era<br />
como su porrista. Tuve que buscar a los<br />
mejores diseñadores e ingenieros y convencerlos<br />
<strong>de</strong> que era una i<strong>de</strong>a maravillosa<br />
trabajar día y noche, durante tres meses,<br />
para crear el primer celular”.<br />
Cuando <strong>Martin</strong> <strong>Cooper</strong> firmó en 1954 un<br />
contrato laboral con Motorola, pensó que<br />
se había sacado la lotería. Trabajaría en lo<br />
que era en ese tiempo una pequeña empresa<br />
que le permitiría total libertad creativa,
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sin tener que lidiar con jerarquías autoritarias como las<br />
que lo hicieron rechazar una propuesta <strong>de</strong>l trabajo en Bell<br />
<strong>La</strong>boratories, la firma fundada por Alexan<strong>de</strong>r Graham Bell<br />
y que en ese entonces li<strong>de</strong>raba el <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> tecnologías<br />
<strong>de</strong> comunicación inalámbrica.<br />
“Bell <strong>La</strong>boratories –que luego formó parte <strong>de</strong> la empresa<br />
AT&T– era la organización <strong>de</strong> investigación científica<br />
más gran<strong>de</strong> <strong>de</strong>l mundo. Estaban haciendo cosas <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />
muchos años antes. Ellos i<strong>de</strong>aron el concepto <strong>de</strong>l teléfono<br />
móvil en 1946. Era un programa a largo plazo, bien organizado.<br />
Des<strong>de</strong> luego, algún día podrían haber llegado a<br />
inventar el teléfono celular, pero nosotros creíamos que<br />
iban muy lento. En una compañía chica, con gente inspirada,<br />
se pue<strong>de</strong>n hacer las cosas que las otras personas ni<br />
siquiera se imaginan”.<br />
Cuando <strong>Cooper</strong> ingresó a Motorola y aceptó ce<strong>de</strong>r todos<br />
sus inventos a la compañía, no sospechaba que gracias<br />
a su trabajo la empresa se convertiría en uno <strong>de</strong> los gigantes<br />
<strong>de</strong> la telefonía, cuyos ingresos por la venta <strong>de</strong> celulares llegaron<br />
a representar dos terceras partes <strong>de</strong> sus ganancias.<br />
Y todo gracias a <strong>Martin</strong> <strong>Cooper</strong>, quien a cambio únicamente<br />
recibió un dólar extra en su salario por haber inventado<br />
el celular.<br />
–Vivo muy cómodamente, pero la mayor parte <strong>de</strong>l dinero<br />
que tengo ahora lo gané <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber <strong>de</strong>jado Motorola<br />
–reconoce <strong>Cooper</strong>–. Me siento muy afortunado por<br />
haber llegado a Motorola, pero en ese entonces firmé un<br />
documento mediante el cual le cedía todas mis invenciones<br />
a la compañía. Me dieron un dólar.<br />
–¿Está diciendo que la persona que creó el celular recibió<br />
un dólar a cambio nada más?<br />
–Así es. Y aun así me siento la persona más afortunada<br />
<strong>de</strong>l planeta. Lo que Motorola me dio vale más que<br />
cualquier cosa que el dinero pudiera comprar. Me dieron<br />
la oportunidad <strong>de</strong> concretar la visión que tuve.<br />
<strong>Cooper</strong> tiene razón. Otros laboratorios le apostaban<br />
totalmente a los teléfonos <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> automóviles. Había<br />
muchas razones para pensar que los teléfonos móviles<br />
nunca saldrían <strong>de</strong> los autos: seguían funcionando con tecnología<br />
muy básica, eran muy pesados y gastaban mucha<br />
batería. Parecía imposible diseñar algo lo suficientemente<br />
pequeño como para llevarse consigo. El único que pensaba<br />
que cada persona <strong>de</strong>bía traer un celular en la bolsa <strong>de</strong>l<br />
pantalón era <strong>Cooper</strong>, quien en 1970 fue nombrado ingeniero<br />
en jefe <strong>de</strong> proyectos portátiles <strong>de</strong> Motorola.<br />
“Hace 37 años las personas llamaban a lugares. Ahora<br />
marcan a personas. Es un cambio muy profundo –piensa el<br />
inventor <strong>de</strong>l celular–. Cuando hicimos el celular no existía<br />
la tecnología para crear un teléfono portátil que <strong>de</strong> verdad<br />
fuera práctico, ligero y pequeño. Había teléfonos portátiles,<br />
pero prácticamente tenías que ir cargando un portafolio. Yo<br />
no inventé ese primer teléfono solo, había muchas personas<br />
trabajando en él, pero mi visión era que ese teléfono podía<br />
ser práctico algún día. Para construir ese primer teléfono<br />
tuvimos que utilizar miles <strong>de</strong> piezas <strong>de</strong> manera que jamás<br />
se había hecho antes. Tuvimos que crear tecnología completamente<br />
nueva”.<br />
Sorpresivamente, a <strong>Cooper</strong> y a su equipo les tomó tres<br />
meses <strong>de</strong>sarrollar el prototipo <strong>de</strong>l primer celular. <strong>La</strong> mañana<br />
<strong>de</strong>l 3 <strong>de</strong> abril <strong>de</strong> 1973, en una calle <strong>de</strong> Nueva York,<br />
frente a un grupo <strong>de</strong> periodistas y muchos<br />
ejecutivos atareados, <strong>Martin</strong> <strong>Cooper</strong> hizo<br />
la primera llamada a través <strong>de</strong> un celular.<br />
¿A quién le llamó? Al doctor Joel Engel,<br />
el jefe <strong>de</strong> investigación y <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> Bell<br />
<strong>La</strong>bs, sus archirrivales.<br />
<strong>La</strong> gente lo volteaba a ver sin enten<strong>de</strong>r<br />
qué pasaba: un hombre estaba en una<br />
esquina hablándole a una pequeña caja<br />
blanca pegada a su oído. Y <strong>Cooper</strong> casi no<br />
sobrevive para contarlo: al hacer la segunda<br />
llamada experimentó en carne propia<br />
uno <strong>de</strong> los clásicos peligros que, ahora sabemos,<br />
conlleva hablar por celular: casi lo<br />
atropella un taxi neoyorquino.<br />
“¡<strong>La</strong> batería solamente duraba 20 minutos<br />
–recuerda <strong>Cooper</strong>–, pero <strong>de</strong> cualquier<br />
forma, como pesaba un kilo, no podías<br />
mantenerlo en tu oreja por más tiempo!”.<br />
Motorola comercializó el primer celular<br />
hasta 1983. Era una versión mejorada<br />
<strong>de</strong>l prototipo que usó <strong>Cooper</strong>. Costaba 4<br />
mil dólares <strong>de</strong> esa época. Pero ya para entonces<br />
el padre <strong>de</strong>l celular había abandonado<br />
a la compañía que él había ayudado a<br />
hacer gran<strong>de</strong>.<br />
Llevo hablando más <strong>de</strong> 40 minutos con el<br />
inventor <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> los objetos tecnológicos<br />
fundamentales <strong>de</strong> nuestros tiempos,<br />
galardonado con el premio Príncipe <strong>de</strong><br />
Asturias 2009 en el campo <strong>de</strong> la ciencia y<br />
el <strong>de</strong>sarrollo técnico. Y aun así, siempre<br />
amable, <strong>Cooper</strong> me dice que no hay prisa,<br />
que puedo seguirle haciendo preguntas.<br />
“Puedo platicar contigo por todo el tiempo<br />
que dure la batería <strong>de</strong> mi celular”, bromea<br />
<strong>de</strong>l otro lado <strong>de</strong> la línea.<br />
Según la International Telecommunication<br />
Union, para finales <strong>de</strong> este año<br />
existirán 4.6 billones <strong>de</strong> líneas celulares<br />
en el mundo. Es <strong>de</strong>cir, casi 5 billones <strong>de</strong><br />
personas tienen en estos momentos un<br />
celular. Des<strong>de</strong> luego, muchas <strong>de</strong> ellas han<br />
tenido más <strong>de</strong> un aparato a lo largo <strong>de</strong> su<br />
<strong>vida</strong>, pero lo han cambiado por mejores<br />
mo<strong>de</strong>los o han tenido que comprar otro<br />
por robo o extravío.<br />
¿Cuánto dinero tendría <strong>Cooper</strong> si le<br />
hubiesen dado un dólar por cada aparato<br />
celular vendido?<br />
“Soy rico más allá <strong>de</strong> la imaginación en<br />
lo que se refiere a felicidad, satisfacciones<br />
y realización personal”, respon<strong>de</strong> <strong>Cooper</strong><br />
siempre que alguien le pregunta sobre su<br />
situación económica. Tampoco es que sea<br />
pobre: tras su salida <strong>de</strong> Motorola fundó<br />
varias empresas, y actualmente encabeza<br />
Arraycomm, especializada en <strong>de</strong>sarrollar
antenas inteligentes para telefonía celular. En lugar <strong>de</strong><br />
bañar un área específica con señal, como lo hacen las antenas<br />
actuales, <strong>de</strong>sperdiciando buena parte <strong>de</strong> su energía,<br />
las antenas inteligentes se conectan directamente con los<br />
aparatos.<br />
“¿Qué otro sentido tiene estar vivo a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> cumplir<br />
metas y hacer cosas? Claro, a mis 80 años podría estar tirado<br />
en una playa o esquiando en Aspen, pero eso vale la<br />
pena hacerlo <strong>de</strong> vez en cuando. Mientras tenga capacidad<br />
<strong>de</strong> contribuir en algo, lo seguiré haciendo”, argumenta.<br />
<strong>Cooper</strong> tiene muy claro cuál es el siguiente paso en telefonía<br />
celular: ya no cargaremos con celulares, sino que los<br />
tendremos incrustados en el cuerpo. No sólo para comunicarnos,<br />
sino para que nos salven la <strong>vida</strong>.<br />
“<strong>La</strong> promesa <strong>de</strong>l futuro es que en lugar <strong>de</strong> curar enfermeda<strong>de</strong>s<br />
podremos anticiparnos a ellas y prevenirlas,<br />
evitar que sucedan”, dice.<br />
Chips injertados en nuestro cuerpo van a monitorear<br />
nuestras funciones vitales, enviando esa información<br />
constante e inalámbricamente a una computadora o inclusive<br />
a nuestro doctor. Por ejemplo, si nuestro cuerpo<br />
comienza a dar señales <strong>de</strong> que se avecina un infarto, los<br />
chips mandarán esa información a una computadora que<br />
en automático nos recomendará tomar una pastilla que<br />
potencialmente podría evitar el paro cardiaco.<br />
“Un parche parecido a un curita pue<strong>de</strong> actualmente<br />
medir 39 funciones <strong>de</strong>l cuerpo humano, como la tempera-<br />
tura <strong>de</strong> la piel, el ritmo cardiaco, la presión<br />
sanguínea y muchas más –explica el inventor–.<br />
Hay que obtener esa información<br />
y analizarla en una computadora. Lo importante<br />
es medir las funciones <strong>de</strong>l cuerpo<br />
constantemente, no una vez al año en un<br />
chequeo médico. Así, se le podrá avisar a<br />
una persona, por lo menos con dos horas<br />
<strong>de</strong> anticipación, que le va a dar un infarto,<br />
para que se tome una pastilla que pue<strong>de</strong><br />
costar unos cuantos centavos, ahorrando<br />
millones <strong>de</strong> dólares en atención médica<br />
año con año”.<br />
Hablar con el hombre que inventó el<br />
celular a través <strong>de</strong> la línea telefónica tiene<br />
¿Cómo funcionan los celulares?<br />
Antes, cuando los teléfonos móviles venían instalados en<br />
automóviles, existía una sola antena central por ciudad.<br />
Cada teléfono móvil se conectaba a esa misma antena, que<br />
tenía apenas 25 canales, por lo que sólo 25 personas podían<br />
hablar <strong>de</strong> manera simultánea en esa área.<br />
A<strong>de</strong>más, aquellos teléfonos móviles necesitaban un transmisor<br />
muy po<strong>de</strong>roso –gran<strong>de</strong> y pesado–, para po<strong>de</strong>rse comunicar<br />
con esa única antena, que podía estar hasta a 70<br />
kilómetros <strong>de</strong> distancia.<br />
<strong>La</strong> telefonía celular fue un cambio radical al problema <strong>de</strong> las<br />
comunicaciones móviles, porque en lugar <strong>de</strong> una sola antena<br />
existen docenas <strong>de</strong> antenas distribuidas por toda la ciudad,<br />
formando cada una células, zonas <strong>de</strong>limitadas <strong>de</strong> cobertura.<br />
Cada célula mi<strong>de</strong> en promedio 25 kilómetros cuadrados y tie-<br />
ne forma hexagonal, y a su vez forma parte <strong>de</strong> una gran red<br />
hexagonal en toda la ciudad.<br />
Dado que hay múltiples antenas en una ciudad, los teléfonos<br />
celulares pue<strong>de</strong>n utilizar transmisores <strong>de</strong> baja potencia, lo<br />
cual los hizo compactos y con baterías <strong>de</strong> larga duración. Una<br />
central telefónica monitorea cuando el usuario está pasando<br />
<strong>de</strong> una zona <strong>de</strong> cobertura a otra, y cuando la potencia <strong>de</strong><br />
señal <strong>de</strong> una antena disminuye por la distancia, la siguiente<br />
antena cercana toma su lugar <strong>de</strong> manera automática, para<br />
que la conversación telefónica pueda continuar.<br />
Con la digitalización <strong>de</strong> la telefonía se ha incrementado el<br />
número <strong>de</strong> canales disponibles por antena, por lo cual cientos<br />
<strong>de</strong> personas pue<strong>de</strong>n hablar al mismo tiempo en un área<br />
<strong>de</strong>terminada.<br />
un encanto distinto al día en que estuvimos<br />
frente a frente. Pero <strong>Cooper</strong> admite<br />
que no hay nada como conversar con alguien<br />
que se tiene ante uno.<br />
“Hace dos semanas estuve en una reu-<br />
nión con una persona muy importante, con<br />
doctorado, y mientras yo hablaba el tipo picoteaba<br />
su celular constantemente. ‘¡Qué<br />
grosero!’, pensé, pero resulta que no estaba<br />
siendo grosero, sino que estaba escribiendo<br />
en Twitter lo que yo le <strong>de</strong>cía. No lo entiendo.<br />
Cuando converso con alguien quiero que<br />
me mire a los ojos. Pero todos esos problemas<br />
se resuelven. <strong>La</strong> gente apren<strong>de</strong> a usar la<br />
tecnología”. <br />
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| EMEEQUIS | 18 <strong>de</strong> enero <strong>de</strong> 2010<br />
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