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La increíble vida de Martin Cooper - Emeequis

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| EMEEQUIS | 21 <strong>de</strong> diciembre <strong>de</strong> 2009<br />

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<strong>La</strong> <strong>increíble</strong> <strong>vida</strong> <strong>de</strong> <strong>Martin</strong> <strong>Cooper</strong><br />

Inventó el celular,<br />

cambió el mundo y le<br />

pagaron un dólar por ello


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bill Gates soñaba con instalar una computadora en cada hogar <strong>de</strong>l<br />

mundo. martin cooper, por otro lado, soñó hace más <strong>de</strong> 36 años que cada<br />

persona en el planeta <strong>de</strong>bía nacer con un número telefónico personal.<br />

era un cambio fundamental en esa época en que se llamaba a lugares,<br />

no a personas: para encontrar a alguien había que marcar a su casa,<br />

a su oficina o, con menos frecuencia, a su auto.<br />

cooper, junto con un reducido grupo <strong>de</strong> ingenieros, <strong>de</strong>sarrolló y fabricó el<br />

primer teléfono celular <strong>de</strong> la historia. <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces, billones <strong>de</strong> dichas<br />

unida<strong>de</strong>s móviles se han vendido en todo el planeta.<br />

bill Gates ha sido durante años uno <strong>de</strong> los hombres más ricos <strong>de</strong>l orbe.<br />

en cambio, el hombre que revolucionó la manera en que los humanos se<br />

comunican recibió un solo dólar por su invento.<br />

Aun así, cooper se consi<strong>de</strong>ra la persona más afortunada <strong>de</strong>l mundo.<br />

basta hacer un breve recorrido por su historia <strong>de</strong> <strong>vida</strong> para creerle: hijo <strong>de</strong><br />

inmigrantes ucranianos perseguidos por los cosacos, pasó una infancia<br />

con carencias, peleó una guerra y ahora visualiza un futuro en el que<br />

los celulares servirán para salvar millones <strong>de</strong> <strong>vida</strong>s.<br />

es martin cooper, el padre <strong>de</strong>l celular, y emeequis conversó,<br />

en persona y por celular, con él.<br />

Por Diego Mendiburu dmendiburu@m-x.com.mx<br />

Fotografías: Christian Palma


<strong>La</strong> cuenta regresiva ha comenzado. En 10 segundos, la<br />

nave intergaláctica USS Constellation, piloteada por el<br />

valiente capitán Kirk, se estrellará contra una gigantesca<br />

arma alienígena que <strong>de</strong> no ser <strong>de</strong>struida podría acabar con<br />

<strong>de</strong>cenas <strong>de</strong> planetas enteros.<br />

–¡Caballeros, teletranspórtenme! –or<strong>de</strong>na el capitán,<br />

a través <strong>de</strong> su comunicador, pequeña caja dorada a la que<br />

le habla tras levantarle una tapa semitransparente.<br />

–¡No po<strong>de</strong>mos! –contesta el señor Spock, a miles <strong>de</strong><br />

kilómetros a bordo <strong>de</strong> otra nave–. ¡Se ha dañado el teletransportador!<br />

Zulu grita la cuenta regresiva. Quedan seis segundos.<br />

Kirk insiste.<br />

–Caballeros, les sugiero me teletransporten ¡ahora!<br />

Cinco, cuatro, tres, dos, uno… ¡Boom!<br />

Un <strong>de</strong>stello amarillo es lo que queda <strong>de</strong> la nave que, en<br />

curso <strong>de</strong> auto<strong>de</strong>strucción, como si <strong>de</strong> un kamikaze se tratara,<br />

conducía el capitán Kirk.<br />

“¡Lo logramos, está <strong>de</strong> regreso!”, celebran los operadores<br />

<strong>de</strong> la máquina teletransportadora, al tiempo que el<br />

gallardo capitán Kirk, con su comunicador en la mano, regresa<br />

al cuarto <strong>de</strong> mando <strong>de</strong> la más famosa nave espacial<br />

<strong>de</strong> la historia <strong>de</strong> la televisión: el Enterprise.<br />

–¿Es cierto que usted se inspiró en Star Trek para crear<br />

el teléfono celular? –pregunto a <strong>Martin</strong> <strong>Cooper</strong>, un menudo<br />

pero vigoroso señor <strong>de</strong> pelo y barba totalmente blancos,<br />

y unos ojos color azul semitransparentes que parecen<br />

casi ficticios.<br />

–¡Oh, no! Esa confusión se <strong>de</strong>be a uno <strong>de</strong> los mayores<br />

errores <strong>de</strong> mi <strong>vida</strong>! –me contesta el llamado padre <strong>de</strong>l celular,<br />

un ingeniero que en 1973 realizó la primera llamada<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> un teléfono celular, el Motorola DynaTAC, que él<br />

mismo inventó.<br />

Si se buscan las palabras <strong>Martin</strong> <strong>Cooper</strong> en la Wikipedia,<br />

la enciclopedia en línea más popular <strong>de</strong>l mundo, se<br />

llegará al perfil <strong>de</strong> este ingeniero eléctrico al que se le atribuye<br />

la invención <strong>de</strong>l celular porque “la serie Star Trek le<br />

sirvió <strong>de</strong> inspiración”.<br />

–Hicieron una película llamada Cómo William Shatner<br />

cambió al mundo. Me pidieron participar en ella, diciendo<br />

que el capitán Kirk (Shatner) me había inspirado a<br />

crear el celular –recuerda <strong>Cooper</strong>, quien visitó el país hace<br />

unos meses para participar en la Semana <strong>de</strong> la Ciencia y la<br />

Innovación <strong>de</strong> la Ciudad <strong>de</strong> México–. Pero mi equipo <strong>de</strong><br />

ingenieros había estado trabajando durante años en el celular<br />

antes <strong>de</strong> que apareciera Star Trek. Nosotros creamos<br />

el primer celular en 1973, pero trabajamos en el concepto<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> mucho antes, a principios <strong>de</strong> los sesenta, con la<br />

i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que la gente es móvil y había que darle un teléfono<br />

portátil a cada persona. Star Trek empezó hasta 1966.<br />

Para entonces ya teníamos clara nuestra filosofía: la gente<br />

es móvil, tiene que po<strong>de</strong>r conversar don<strong>de</strong> quiera que se<br />

encuentre, y lo tiene que hacer a través <strong>de</strong> un dispositivo<br />

pequeño y ligero. Esa fue nuestra religión.<br />

Cuando la serie Star Trek inició transmisiones en Estados<br />

Unidos, la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> contar con un dispositivo portátil<br />

que sirviera para comunicarse con cualquier persona en<br />

el mundo y que fuera tan pequeño como para caber en la<br />

palma <strong>de</strong> una mano parecía una locura. Efectivamente,<br />

era un artefacto sólo posible en el universo<br />

<strong>de</strong> la ciencia ficción.<br />

Pero <strong>Martin</strong> Copper lo hizo realidad. Y<br />

no sólo su trabajo parece sacado <strong>de</strong> una serie<br />

<strong>de</strong> tv o una película. El pasado familiar<br />

<strong>de</strong> este hombre es tan fantástico como el<br />

futuro que puso en nuestras manos.<br />

“Justo como se ve en películas tipo Conan,<br />

el pueblo <strong>de</strong> mi familia era frecuentemente<br />

arrasado por cosacos”, platica <strong>Martin</strong> <strong>Cooper</strong>,<br />

consciente <strong>de</strong> que la historia parece<br />

<strong>increíble</strong>. De hecho, sus padres jamás se<br />

tomaron el tiempo <strong>de</strong> contarle ese pasado.<br />

Él lo conoció hasta que, siendo un joven, le<br />

presentó a su madre a la mujer con la que<br />

casaría.<br />

“Mi padre ya había muerto para entonces<br />

y esa noche, mientras cenábamos,<br />

mi madre comenzó a contar todas estas<br />

historias, muchas <strong>de</strong> las cuales yo nunca<br />

había escuchado, sobre Rusia y su juventud.<br />

Ya era un hombre cuando conocí mi<br />

pasado, mis padres jamás me hablaron <strong>de</strong><br />

ello cuando era un niño”.<br />

Según <strong>Cooper</strong>, su familia tenía que<br />

escon<strong>de</strong>rse con frecuencia <strong>de</strong> los cosacos,<br />

integrantes <strong>de</strong> comunida<strong>de</strong>s militares que<br />

se extendieron en Ucrania y el sur <strong>de</strong> Rusia,<br />

que llegaban montados en caballos a arrasar<br />

y a matar gente <strong>de</strong> la al<strong>de</strong>a con sus espadas.<br />

Esto ocurría a principios <strong>de</strong>l siglo XX, antes<br />

que empezara la Revolución bolchevique.<br />

“Mi abuelo era el carnicero <strong>de</strong>l pueblo.<br />

Ya estaba harto <strong>de</strong> las agresiones constantes,<br />

así que comenzó a ahorrar dinero para<br />

irse a América. Consiguió una carreta y<br />

junto con buena parte <strong>de</strong>l pueblo formó<br />

una caravana que <strong>de</strong>bía cruzar toda Europa.<br />

Pero para cuando habían llegado a<br />

Bélgica, ya se les había acabado casi todo<br />

el dinero”, relata <strong>Cooper</strong>.<br />

El abuelo <strong>de</strong> <strong>Cooper</strong> <strong>de</strong>cidió entonces,<br />

con el poco dinero que quedaba, enviar a<br />

sus dos hijos varones <strong>de</strong> mayor edad a Canadá,<br />

en don<strong>de</strong> sería más fácil encontrar<br />

apoyo <strong>de</strong>l gobierno para trabajar, y así recabar<br />

dinero para que el resto <strong>de</strong> la familia<br />

llegara a América. Su padre, quien ya estaba<br />

casado con la madre <strong>de</strong> <strong>Martin</strong>, fue uno<br />

<strong>de</strong> los elegidos.<br />

“No tengo ni i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> cuál era el nombre<br />

ruso <strong>de</strong> la familia –admite <strong>Cooper</strong>–.<br />

Cuando mi familia llegó a Canadá los recibió<br />

un oficial <strong>de</strong> Inmigración que les preguntó<br />

cuáles eran sus nombres. Escribió<br />

en el papel la palabra en inglés que más se<br />

asemejaba a lo que sonaba el apellido ruso<br />

<strong>de</strong> mis papás.<br />

1 12 3<br />

4 5 6<br />

7 8 9<br />

0<br />

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Así mi padre terminó siendo Arthur <strong>Cooper</strong>. Y mi madre,<br />

Mary”.<br />

<strong>Martin</strong> <strong>Cooper</strong> nunca ha visitado Rusia, mucho menos<br />

Ucrania. “Mis papás nunca me hablaron en ruso, siempre<br />

se expresaban en inglés. Y la única tradición con la que<br />

crecí fue la <strong>de</strong> respeto a los libros y al conocimiento, a la<br />

ética. Nada <strong>de</strong> lo que llamarías un legado ruso”.<br />

El teléfono repica cinco veces. Por fin se escucha un “¿Hello?”<br />

al otro lado <strong>de</strong> la línea. Es <strong>Cooper</strong>, quien respon<strong>de</strong><br />

uno <strong>de</strong> sus cuatro celulares para seguir conversando con<br />

emeequis, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la ciudad <strong>de</strong> Los Ángeles, don<strong>de</strong> presi<strong>de</strong><br />

una empresa <strong>de</strong> telecomunicaciones.<br />

<strong>Cooper</strong> nació en Chicago, Illinois, el 26 <strong>de</strong> diciembre<br />

<strong>de</strong> 1928, el año <strong>de</strong> la gran <strong>de</strong>presión económica que asoló a<br />

Estados Unidos. Pero su familia ya estaba curtida y nada<br />

haría que los padres <strong>de</strong> <strong>Martin</strong> se dieran por vencidos: le<br />

darían la mejor educación posible a sus hijos.<br />

“Mis padres siempre lucharon por tratar <strong>de</strong> elevar nuestro<br />

nivel <strong>de</strong> <strong>vida</strong>, así que <strong>de</strong>cidieron ir a Chicago porque<br />

pensaron que ahí podrían empezar un negocio. Lo intentaron,<br />

pero fracasaron. Pusieron una lavan<strong>de</strong>ría y los engañaron,<br />

los tranzaron. Se regresaron a Winnipeg, Canadá,<br />

montaron una verdulería y ahí sí fueron exitosos. Cinco<br />

años <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>cidieron volver a intentar en Chicago”.<br />

<strong>Cooper</strong> creció ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong> libros. Comenzó leyendo<br />

cuentos <strong>de</strong> hadas, luego libros <strong>de</strong> fantasía, un poco <strong>de</strong> mitología<br />

y al cabo se volvió adicto a la ciencia ficción.<br />

“Mis padres trabajaron muy duro, <strong>de</strong> manera in<strong>de</strong>pendiente.<br />

Nunca fueron empleados <strong>de</strong> nadie. Por tanto,<br />

pasé mucho tiempo solo; quizá por ello <strong>de</strong>sarrollé mi imaginación.<br />

Siempre he vivido en el mundo <strong>de</strong> la fantasía y la<br />

ciencia ficción, pue<strong>de</strong> que ello influyera en que me hiciera<br />

ingeniero”, especula <strong>Cooper</strong>, quien al igual que Bill Gates<br />

y otros cerebros <strong>de</strong>l mundo <strong>de</strong> la tecnología y la computación<br />

la pasó difícil en la escuela cuando era adolescente.<br />

“Nunca fui bueno para el <strong>de</strong>porte. En la escuela, los<br />

niños con mayor aptitud para el <strong>de</strong>porte son los más populares.<br />

Siempre fui aplicado, pero tenía muchos problemas<br />

para hacer amigos los primeros años. Cuando se<br />

hacían los equipos para el partido <strong>de</strong> béisbol, era el último<br />

al que escogían. Fue hasta la adultez cuando <strong>de</strong>cidí que si<br />

trabajaba suficientemente fuerte podía hacer cosas atléticas,<br />

pero durante años me <strong>de</strong>cía yo mismo que no tenía<br />

habilida<strong>de</strong>s y no hacía nada”.<br />

<strong>La</strong> lección para él fue clara. “Si trabajas duro pue<strong>de</strong>s<br />

hacer cosas. Por eso ahora juego tenis. Durante muchos<br />

años monté a caballo y me volví un buen jinete. Si tienes<br />

un <strong>de</strong>fecto, <strong>de</strong> alguna manera tien<strong>de</strong>s a compensarlo; si<br />

tienes una gran <strong>de</strong>bilidad tendrás una gran cualidad para<br />

compensarla. Una <strong>de</strong> mis <strong>de</strong>bilida<strong>de</strong>s era la cuestión atlé-<br />

tica, y quizá por ello tuve que trabajar mucho en otras<br />

áreas. Ninguna cosa que valga la pena se consigue fácilmente.<br />

O, dicho <strong>de</strong> otra manera: para ser valioso tienes<br />

que trabajar muy duro. Alguien a quien todo se le facilitó,<br />

pue<strong>de</strong> que tenga una <strong>de</strong>sventaja: jamás apren<strong>de</strong>rá que las<br />

cosas valiosas en la <strong>vida</strong> son difíciles <strong>de</strong> conseguir”.<br />

Y para po<strong>de</strong>r estudiar una licenciatura, <strong>Martin</strong> <strong>Cooper</strong><br />

tuvo que ir a una guerra.<br />

“Fui muy afortunado –dice <strong>Cooper</strong> cuando<br />

se le pregunta por qué tuvo que enrolarse<br />

en el ejército <strong>de</strong> Estados Unidos durante<br />

la guerra en Corea–. Mis padres no eran<br />

adinerados, pero incluso así se las arreglaron<br />

para permitirme vivir cómodamente.<br />

Pese a que éramos pobres, siempre estuve<br />

seguro <strong>de</strong> que asistiría a la universidad. <strong>La</strong><br />

pregunta era cómo. Afortunadamente, en<br />

Estados Unidos existe un programa que<br />

paga los estudios a cambio <strong>de</strong> que durante<br />

los veranos te enroles en el ejército. Y<br />

cuando te gradúas <strong>de</strong> la universidad <strong>de</strong>bes<br />

pasar por lo menos tres años en servicio.<br />

Es una obligación”.<br />

Tras haberse recibido como ingeniero<br />

eléctrico, <strong>Cooper</strong> sirvió en la Marina <strong>de</strong><br />

Estados Unidos justo cuando se produjo<br />

la guerra en Corea, a inicios <strong>de</strong> la década<br />

<strong>de</strong> los cincuenta. Fue asignado en principio<br />

a un buque <strong>de</strong> guerra, posteriormente<br />

se convirtió en oficial <strong>de</strong>l USS Tang, un<br />

submarino que, afortunadamente, nunca<br />

entró en acción.<br />

“Terminó siendo una experiencia fan-<br />

tástica por varios motivos. Primero, porque<br />

pagaron mi carrera universitaria.<br />

Pero, a<strong>de</strong>más, aprendí muchas lecciones<br />

sobre el trabajo en equipo; viajé a otros<br />

países a los que jamás hubiera ido <strong>de</strong> no ser<br />

por esa experiencia. <strong>La</strong> Marina me ayudó<br />

a crecer”.<br />

Esa aventura bélica tuvo para <strong>Cooper</strong><br />

otra inesperada faceta: le enseñó a ser lí<strong>de</strong>r.<br />

Y lo dice en serio.<br />

“Un li<strong>de</strong>razgo no se ejerce sólo en virtud<br />

<strong>de</strong> la autoridad; lo que hay que hacer<br />

es inspirar a la gente e infundirles tus<br />

sueños. Aparte, tienes que <strong>de</strong>mostrar que<br />

eres hábil y capaz <strong>de</strong> ejecutar las mismas<br />

tareas que ellos. Ese entrenamiento fue<br />

extraordinariamente importante cuando<br />

encabecé al equipo <strong>de</strong> personas que creó el<br />

celular. Porque yo no hice sólo ese primer<br />

teléfono móvil. Fue mi i<strong>de</strong>a, pero se realizó<br />

entre un montón <strong>de</strong> personas, y yo era<br />

como su porrista. Tuve que buscar a los<br />

mejores diseñadores e ingenieros y convencerlos<br />

<strong>de</strong> que era una i<strong>de</strong>a maravillosa<br />

trabajar día y noche, durante tres meses,<br />

para crear el primer celular”.<br />

Cuando <strong>Martin</strong> <strong>Cooper</strong> firmó en 1954 un<br />

contrato laboral con Motorola, pensó que<br />

se había sacado la lotería. Trabajaría en lo<br />

que era en ese tiempo una pequeña empresa<br />

que le permitiría total libertad creativa,


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sin tener que lidiar con jerarquías autoritarias como las<br />

que lo hicieron rechazar una propuesta <strong>de</strong>l trabajo en Bell<br />

<strong>La</strong>boratories, la firma fundada por Alexan<strong>de</strong>r Graham Bell<br />

y que en ese entonces li<strong>de</strong>raba el <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> tecnologías<br />

<strong>de</strong> comunicación inalámbrica.<br />

“Bell <strong>La</strong>boratories –que luego formó parte <strong>de</strong> la empresa<br />

AT&T– era la organización <strong>de</strong> investigación científica<br />

más gran<strong>de</strong> <strong>de</strong>l mundo. Estaban haciendo cosas <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

muchos años antes. Ellos i<strong>de</strong>aron el concepto <strong>de</strong>l teléfono<br />

móvil en 1946. Era un programa a largo plazo, bien organizado.<br />

Des<strong>de</strong> luego, algún día podrían haber llegado a<br />

inventar el teléfono celular, pero nosotros creíamos que<br />

iban muy lento. En una compañía chica, con gente inspirada,<br />

se pue<strong>de</strong>n hacer las cosas que las otras personas ni<br />

siquiera se imaginan”.<br />

Cuando <strong>Cooper</strong> ingresó a Motorola y aceptó ce<strong>de</strong>r todos<br />

sus inventos a la compañía, no sospechaba que gracias<br />

a su trabajo la empresa se convertiría en uno <strong>de</strong> los gigantes<br />

<strong>de</strong> la telefonía, cuyos ingresos por la venta <strong>de</strong> celulares llegaron<br />

a representar dos terceras partes <strong>de</strong> sus ganancias.<br />

Y todo gracias a <strong>Martin</strong> <strong>Cooper</strong>, quien a cambio únicamente<br />

recibió un dólar extra en su salario por haber inventado<br />

el celular.<br />

–Vivo muy cómodamente, pero la mayor parte <strong>de</strong>l dinero<br />

que tengo ahora lo gané <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber <strong>de</strong>jado Motorola<br />

–reconoce <strong>Cooper</strong>–. Me siento muy afortunado por<br />

haber llegado a Motorola, pero en ese entonces firmé un<br />

documento mediante el cual le cedía todas mis invenciones<br />

a la compañía. Me dieron un dólar.<br />

–¿Está diciendo que la persona que creó el celular recibió<br />

un dólar a cambio nada más?<br />

–Así es. Y aun así me siento la persona más afortunada<br />

<strong>de</strong>l planeta. Lo que Motorola me dio vale más que<br />

cualquier cosa que el dinero pudiera comprar. Me dieron<br />

la oportunidad <strong>de</strong> concretar la visión que tuve.<br />

<strong>Cooper</strong> tiene razón. Otros laboratorios le apostaban<br />

totalmente a los teléfonos <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> automóviles. Había<br />

muchas razones para pensar que los teléfonos móviles<br />

nunca saldrían <strong>de</strong> los autos: seguían funcionando con tecnología<br />

muy básica, eran muy pesados y gastaban mucha<br />

batería. Parecía imposible diseñar algo lo suficientemente<br />

pequeño como para llevarse consigo. El único que pensaba<br />

que cada persona <strong>de</strong>bía traer un celular en la bolsa <strong>de</strong>l<br />

pantalón era <strong>Cooper</strong>, quien en 1970 fue nombrado ingeniero<br />

en jefe <strong>de</strong> proyectos portátiles <strong>de</strong> Motorola.<br />

“Hace 37 años las personas llamaban a lugares. Ahora<br />

marcan a personas. Es un cambio muy profundo –piensa el<br />

inventor <strong>de</strong>l celular–. Cuando hicimos el celular no existía<br />

la tecnología para crear un teléfono portátil que <strong>de</strong> verdad<br />

fuera práctico, ligero y pequeño. Había teléfonos portátiles,<br />

pero prácticamente tenías que ir cargando un portafolio. Yo<br />

no inventé ese primer teléfono solo, había muchas personas<br />

trabajando en él, pero mi visión era que ese teléfono podía<br />

ser práctico algún día. Para construir ese primer teléfono<br />

tuvimos que utilizar miles <strong>de</strong> piezas <strong>de</strong> manera que jamás<br />

se había hecho antes. Tuvimos que crear tecnología completamente<br />

nueva”.<br />

Sorpresivamente, a <strong>Cooper</strong> y a su equipo les tomó tres<br />

meses <strong>de</strong>sarrollar el prototipo <strong>de</strong>l primer celular. <strong>La</strong> mañana<br />

<strong>de</strong>l 3 <strong>de</strong> abril <strong>de</strong> 1973, en una calle <strong>de</strong> Nueva York,<br />

frente a un grupo <strong>de</strong> periodistas y muchos<br />

ejecutivos atareados, <strong>Martin</strong> <strong>Cooper</strong> hizo<br />

la primera llamada a través <strong>de</strong> un celular.<br />

¿A quién le llamó? Al doctor Joel Engel,<br />

el jefe <strong>de</strong> investigación y <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> Bell<br />

<strong>La</strong>bs, sus archirrivales.<br />

<strong>La</strong> gente lo volteaba a ver sin enten<strong>de</strong>r<br />

qué pasaba: un hombre estaba en una<br />

esquina hablándole a una pequeña caja<br />

blanca pegada a su oído. Y <strong>Cooper</strong> casi no<br />

sobrevive para contarlo: al hacer la segunda<br />

llamada experimentó en carne propia<br />

uno <strong>de</strong> los clásicos peligros que, ahora sabemos,<br />

conlleva hablar por celular: casi lo<br />

atropella un taxi neoyorquino.<br />

“¡<strong>La</strong> batería solamente duraba 20 minutos<br />

–recuerda <strong>Cooper</strong>–, pero <strong>de</strong> cualquier<br />

forma, como pesaba un kilo, no podías<br />

mantenerlo en tu oreja por más tiempo!”.<br />

Motorola comercializó el primer celular<br />

hasta 1983. Era una versión mejorada<br />

<strong>de</strong>l prototipo que usó <strong>Cooper</strong>. Costaba 4<br />

mil dólares <strong>de</strong> esa época. Pero ya para entonces<br />

el padre <strong>de</strong>l celular había abandonado<br />

a la compañía que él había ayudado a<br />

hacer gran<strong>de</strong>.<br />

Llevo hablando más <strong>de</strong> 40 minutos con el<br />

inventor <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> los objetos tecnológicos<br />

fundamentales <strong>de</strong> nuestros tiempos,<br />

galardonado con el premio Príncipe <strong>de</strong><br />

Asturias 2009 en el campo <strong>de</strong> la ciencia y<br />

el <strong>de</strong>sarrollo técnico. Y aun así, siempre<br />

amable, <strong>Cooper</strong> me dice que no hay prisa,<br />

que puedo seguirle haciendo preguntas.<br />

“Puedo platicar contigo por todo el tiempo<br />

que dure la batería <strong>de</strong> mi celular”, bromea<br />

<strong>de</strong>l otro lado <strong>de</strong> la línea.<br />

Según la International Telecommunication<br />

Union, para finales <strong>de</strong> este año<br />

existirán 4.6 billones <strong>de</strong> líneas celulares<br />

en el mundo. Es <strong>de</strong>cir, casi 5 billones <strong>de</strong><br />

personas tienen en estos momentos un<br />

celular. Des<strong>de</strong> luego, muchas <strong>de</strong> ellas han<br />

tenido más <strong>de</strong> un aparato a lo largo <strong>de</strong> su<br />

<strong>vida</strong>, pero lo han cambiado por mejores<br />

mo<strong>de</strong>los o han tenido que comprar otro<br />

por robo o extravío.<br />

¿Cuánto dinero tendría <strong>Cooper</strong> si le<br />

hubiesen dado un dólar por cada aparato<br />

celular vendido?<br />

“Soy rico más allá <strong>de</strong> la imaginación en<br />

lo que se refiere a felicidad, satisfacciones<br />

y realización personal”, respon<strong>de</strong> <strong>Cooper</strong><br />

siempre que alguien le pregunta sobre su<br />

situación económica. Tampoco es que sea<br />

pobre: tras su salida <strong>de</strong> Motorola fundó<br />

varias empresas, y actualmente encabeza<br />

Arraycomm, especializada en <strong>de</strong>sarrollar


antenas inteligentes para telefonía celular. En lugar <strong>de</strong><br />

bañar un área específica con señal, como lo hacen las antenas<br />

actuales, <strong>de</strong>sperdiciando buena parte <strong>de</strong> su energía,<br />

las antenas inteligentes se conectan directamente con los<br />

aparatos.<br />

“¿Qué otro sentido tiene estar vivo a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> cumplir<br />

metas y hacer cosas? Claro, a mis 80 años podría estar tirado<br />

en una playa o esquiando en Aspen, pero eso vale la<br />

pena hacerlo <strong>de</strong> vez en cuando. Mientras tenga capacidad<br />

<strong>de</strong> contribuir en algo, lo seguiré haciendo”, argumenta.<br />

<strong>Cooper</strong> tiene muy claro cuál es el siguiente paso en telefonía<br />

celular: ya no cargaremos con celulares, sino que los<br />

tendremos incrustados en el cuerpo. No sólo para comunicarnos,<br />

sino para que nos salven la <strong>vida</strong>.<br />

“<strong>La</strong> promesa <strong>de</strong>l futuro es que en lugar <strong>de</strong> curar enfermeda<strong>de</strong>s<br />

podremos anticiparnos a ellas y prevenirlas,<br />

evitar que sucedan”, dice.<br />

Chips injertados en nuestro cuerpo van a monitorear<br />

nuestras funciones vitales, enviando esa información<br />

constante e inalámbricamente a una computadora o inclusive<br />

a nuestro doctor. Por ejemplo, si nuestro cuerpo<br />

comienza a dar señales <strong>de</strong> que se avecina un infarto, los<br />

chips mandarán esa información a una computadora que<br />

en automático nos recomendará tomar una pastilla que<br />

potencialmente podría evitar el paro cardiaco.<br />

“Un parche parecido a un curita pue<strong>de</strong> actualmente<br />

medir 39 funciones <strong>de</strong>l cuerpo humano, como la tempera-<br />

tura <strong>de</strong> la piel, el ritmo cardiaco, la presión<br />

sanguínea y muchas más –explica el inventor–.<br />

Hay que obtener esa información<br />

y analizarla en una computadora. Lo importante<br />

es medir las funciones <strong>de</strong>l cuerpo<br />

constantemente, no una vez al año en un<br />

chequeo médico. Así, se le podrá avisar a<br />

una persona, por lo menos con dos horas<br />

<strong>de</strong> anticipación, que le va a dar un infarto,<br />

para que se tome una pastilla que pue<strong>de</strong><br />

costar unos cuantos centavos, ahorrando<br />

millones <strong>de</strong> dólares en atención médica<br />

año con año”.<br />

Hablar con el hombre que inventó el<br />

celular a través <strong>de</strong> la línea telefónica tiene<br />

¿Cómo funcionan los celulares?<br />

Antes, cuando los teléfonos móviles venían instalados en<br />

automóviles, existía una sola antena central por ciudad.<br />

Cada teléfono móvil se conectaba a esa misma antena, que<br />

tenía apenas 25 canales, por lo que sólo 25 personas podían<br />

hablar <strong>de</strong> manera simultánea en esa área.<br />

A<strong>de</strong>más, aquellos teléfonos móviles necesitaban un transmisor<br />

muy po<strong>de</strong>roso –gran<strong>de</strong> y pesado–, para po<strong>de</strong>rse comunicar<br />

con esa única antena, que podía estar hasta a 70<br />

kilómetros <strong>de</strong> distancia.<br />

<strong>La</strong> telefonía celular fue un cambio radical al problema <strong>de</strong> las<br />

comunicaciones móviles, porque en lugar <strong>de</strong> una sola antena<br />

existen docenas <strong>de</strong> antenas distribuidas por toda la ciudad,<br />

formando cada una células, zonas <strong>de</strong>limitadas <strong>de</strong> cobertura.<br />

Cada célula mi<strong>de</strong> en promedio 25 kilómetros cuadrados y tie-<br />

ne forma hexagonal, y a su vez forma parte <strong>de</strong> una gran red<br />

hexagonal en toda la ciudad.<br />

Dado que hay múltiples antenas en una ciudad, los teléfonos<br />

celulares pue<strong>de</strong>n utilizar transmisores <strong>de</strong> baja potencia, lo<br />

cual los hizo compactos y con baterías <strong>de</strong> larga duración. Una<br />

central telefónica monitorea cuando el usuario está pasando<br />

<strong>de</strong> una zona <strong>de</strong> cobertura a otra, y cuando la potencia <strong>de</strong><br />

señal <strong>de</strong> una antena disminuye por la distancia, la siguiente<br />

antena cercana toma su lugar <strong>de</strong> manera automática, para<br />

que la conversación telefónica pueda continuar.<br />

Con la digitalización <strong>de</strong> la telefonía se ha incrementado el<br />

número <strong>de</strong> canales disponibles por antena, por lo cual cientos<br />

<strong>de</strong> personas pue<strong>de</strong>n hablar al mismo tiempo en un área<br />

<strong>de</strong>terminada.<br />

un encanto distinto al día en que estuvimos<br />

frente a frente. Pero <strong>Cooper</strong> admite<br />

que no hay nada como conversar con alguien<br />

que se tiene ante uno.<br />

“Hace dos semanas estuve en una reu-<br />

nión con una persona muy importante, con<br />

doctorado, y mientras yo hablaba el tipo picoteaba<br />

su celular constantemente. ‘¡Qué<br />

grosero!’, pensé, pero resulta que no estaba<br />

siendo grosero, sino que estaba escribiendo<br />

en Twitter lo que yo le <strong>de</strong>cía. No lo entiendo.<br />

Cuando converso con alguien quiero que<br />

me mire a los ojos. Pero todos esos problemas<br />

se resuelven. <strong>La</strong> gente apren<strong>de</strong> a usar la<br />

tecnología”. <br />

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| EMEEQUIS | 18 <strong>de</strong> enero <strong>de</strong> 2010<br />

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