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Empieza a saborear este libro

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lord prohibido<br />

Jordan ocultó una sonrisa.<br />

—Entiendo. Entonces, ¿se le ocurre algún plan para regresar<br />

al baile sin que nadie la vea?<br />

Ella jugueteó con el cordón de terciopelo de su bolsito, y de<br />

repente se mostró más vivaz. Acababa de tener una idea.<br />

—¿Y si me deja en la entrada que da a los jardines? Podría<br />

recorrer el camino sigilosamente y aparecer sola en la sala de<br />

baile, como si hubiera estado todo el tiempo paseando por los<br />

jardines. Entonces no tendría que mentir. Si usted se queda<br />

fuera por un tiempo prudente y luego entra con su cuento de<br />

que se ha ido a dar una vuelta solo, podríamos salvar la situación.<br />

—En otras palabras, que no piensa mentir, pero no le importa<br />

que yo lo haga.<br />

—Lo siento —dijo ella con evidente azoramiento—. Tiene<br />

usted razón. Es muy desacertado por mi parte que...<br />

—No se preocupe. —Sofocó la carcajada que amenazaba<br />

con escapar de su boca. ¡Por todos los demonios! Jamás había<br />

conocido a una mujer tan firme en sus principios. Ni tampoco<br />

recordaba haberse divertido tanto con una—. Créame, no dudaría<br />

en contar una mentira para salvaguardar su reputación.<br />

Una sonrisa apesadumbrada se perfiló en los labios de<br />

Emily.<br />

—Gracias.<br />

Jordan propinó unos golpecitos en el techo de la cabina, y<br />

luego ordenó al cochero que regresara a la mansión de los<br />

Dry den, pero que se detuviera a la entrada de los jardines.<br />

Mientras el cochero realizaba las maniobras pertinentes para<br />

cambiar de rumbo, Jordan volvió a fijar toda su atención en la<br />

señorita Fairchild.<br />

Ella tenía la vista clavada en la ventana. Su traje de luto era<br />

tan negro que engullía el menor d<strong>este</strong>llo que la luna se atrevía<br />

a dedicarles, dejando que sólo sus manos y su cara reflejaran el<br />

brillo del astro cel<strong>este</strong>.<br />

¡Y qué cara más sugestiva! Toda llena de curvas suaves y<br />

de secretos. Si pudiera ver un poco más de su fisonomía, si pudiera<br />

arrancarle el antifaz y deleitarse con la visión... Lo que<br />

acertaba a ver era exquisito. Su frente, tan altiva y pálida como<br />

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