LA ORESTÍADA AGAMENÓN
LA ORESTÍADA AGAMENÓN
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Así, los hombres te podrán ofrecer las refacciones fúnebres acostumbradas: si no, entre los<br />
convidados, te quedarás, menospreciado y vil, en las llamas de las piras que abonan la tierra.<br />
46<br />
ELECTRA<br />
Y yo, de las moradas paternas, te traeré, en libaciones nupciales, todas mis riquezas; y honraré lo<br />
primero su tumba.<br />
ORESTES<br />
¡Oh, tierra, devuélveme a mi padre, para que presencie la lucha!<br />
ELECTRA<br />
¡Oh, Perséfone, danos valor invencible!<br />
ORESTES<br />
¡Acuérdate, Padre, del baño en que te degollaron!<br />
ELECTRA<br />
¡Acuérdate de la red en que te mataron!<br />
ORESTES<br />
¡Padre, no te oprimieron cadenas de bronce!<br />
ELECTRA<br />
¡Sino, vergonzosamente, un velo traidor!<br />
ORESTES<br />
¿No te irritan semejantes baldones, ¡oh Padre!?<br />
ELECTRA<br />
¿No alzarás la carísima frente?<br />
ORESTES<br />
¡Manda a la Justicia, para que luche por los tuyos, o devuélveme los golpes que recibiste, si,<br />
después de vencido, quieres ser vencedor a tu vez!<br />
ELECTRA<br />
Oye mis últimas preces, ¡oh, Padre!, y mira a tus hijos tiernos al lado de tu sepultura. ¡Apiádate de<br />
tu hija y del varón de tu raza! No dejes que se extinga la posteridad de los Pelópidas. Así no<br />
desaparecerás, aunque hayas muerto, pues los hijos salvan el renombre de los muertos, como los