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FANTASMAS DE FEAR STREET ¿QUIERES SER INVISIBLE? R. L. ...

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Oí el ruido que hacían sus piernas zancudas al rozar contra el piso de piedra. Ese so-<br />

nido hizo que me invadiera el pánico.<br />

-¡Luana! -grité-. ¡Ayúdame!<br />

Pero ella no podía oírme porque yo estaba debajo de la tierra.<br />

Nunca más saldría de allí.<br />

Estaba perdido.<br />

21<br />

Miré mi anillo araña con ojos suplicantes.<br />

-¡Vamos, vamos! -le rogué.<br />

Pero el anillo no brillaba: había perdido sus poderes mágicos.<br />

Ya no había nada que pudiera ayudarme.<br />

-Ssssssssssssss...<br />

La cucaracha más grande se abalanzó sobre mí y sus antenas me rozaron la cara. Yo<br />

levanté la pierna y la pateé con todas mis fuerzas.<br />

Le pegué en la pata de adelante, y oí un icrac! La cucaracha emitió un quejido agudo, y<br />

de la pata le salió un chorro negro y hediondo, que me salpicó la cara.<br />

La asquerosa sustancia me entró en los ojos y me chorreó por las mejillas. El olor era<br />

tan repugnante que me provocó arcadas.<br />

Me froté la cara con las dos manos. ¡Tenía que quitarme esa inmundicia!<br />

En ese instante de distracción, la cucaracha más pequeña trató de apresarme con sus<br />

patas peludas, pero yo fui más rápido que ella.<br />

-Yaaaa -grité, y le di un buen pisotón en la pata de adelante.<br />

¡Crac!<br />

El insecto cayó de espaldas, aullando de dolor.<br />

-¡Toma esto! -vociferé, mientras le pisoteaba las otras patas. Empezó a chorrearle baba<br />

negra por todas partes.<br />

-¡Espero que eso te enseñe a no hacerte la viva! La más grande avanzó rengueando<br />

hacia mí. Sus antenas oscilaban débilmente. Sujeté una antena, y tiré de ella con todas mis<br />

fuerzas.<br />

Por fin, se la arranqué. Al tacto, la antena era escamosa como una serpiente y seguía<br />

vibrando.<br />

La tiré al piso. ¡Qué asco!<br />

La cucaracha se quedó tendida en el suelo, retorciéndose de dolor, pero aún no estaba<br />

muerta, y trató de golpearme con una de sus patas.<br />

-¡No vas a poder! -exclamé.<br />

Ya a esa altura me había puesto furioso; nunca en mi vida había estado tan furioso<br />

como en ese momento. Ya estaba harto de tener miedo.<br />

Reuní las pocas energías que me quedaban, corrí directamente hacia la cucaracha y la<br />

pateé en el abdomen lo más fuerte que pude.<br />

La cucaracha grande se arqueó hasta que quedó convertida en un ovillo. La pequeña<br />

hacía fútiles intentos por ponerse de pie.<br />

-¡Me voy de aquí! -grité. Me toqué el gabán para cerciorarme de que la mosca aún<br />

estuviera ahí. Sí, iba a poder cumplir lo que le había prometido a Luana.<br />

Corrí hacia la puerta, la abrí y la cerré de un golpe.<br />

Por ahora, las cucarachas estaban fuera de combate, pero ¿qué pasaría si se<br />

recuperaban?<br />

Entonces sí que me vería en problemas. -Mejor, me apuro -Mascullé.<br />

Corrí por el túnel hasta llegar al desvío.<br />

¿Cuál de los tres caminos tenía que tomar?<br />

34<br />

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