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VOLUMEN 4, NÚMERO 9 MAYO DE 2006
¿MI HIJO ES MUY CALLADO O PUEDE TRATARSE DE ALGÚN TRASTORNO?
Uno de los hallazgos más confiables del estudio de personas es que existen diferentes temperamentos. Nos
diferenciamos en nuestro nivel de energía, en nuestros intereses y en el grado de interacción social que nos gusta. Los
niños también se diferencian unos de otros. Los estudios determinan que aún los niños pequeños reaccionan ante los
hechos de diversas maneras. Algunos son muy curiosos y prestan atención a cada cosa que ven y oyen con gran
entusiasmo. Otros son tranquilos y callados y se ponen contentos cuando se les acercan, pero no emiten sonidos para
atraer la atención. Otros, en cambio, son muy activos y pueden reaccionar por demás ante lo que ven y oyen. Las
diferencias de temperamento que manifiestan las personas, incluso los bebés y los niños, implican diferentes grados de
interés y respuesta a la interacción social con otros. El nivel de comodidad e interés de una persona en lo social puede
ser bastante estable en el tiempo y puede convertirse en un motivo de preocupación para los padres.
Algunos bebés y niños se muestran cohibidos, es decir titubean al responder ante situaciones nuevas y, por ende,
ante las situaciones sociales nuevas. Mientras son pequeños, los niños cohibidos tienden a alejarse de las personas,
situaciones y juguetes no conocidos. Pueden observar desde lejos y sufrir de verdad si son abordados demasiado pronto.
Las reacciones físicas de estos niños consisten en un aumento de la frecuencia cardíaca y cambios en la actividad
cerebral que sugieren que perciben cada situación nueva como una posible fuente de peligro. Sin embargo, si tienen
tiempo para observar lo que pasa, por lo general terminan animándose y participando como lo hace cualquier niño. Los
estudios hallaron que aproximadamente el 8% de los niños pequeños muestra cohibición ante lo novedoso. El estudio de
estos niños a largo plazo demuestra que muchos de ellos siguen siendo cohibidos a medida que crecen y que son
propensos a sentir ansiedad en entornos nuevos y al interactuar socialmente.
Cuando la interacción social los carga de ansiedad, se retraen o entran en contacto con otros niños o adultos sólo
después de un largo período de acostumbramiento. Pueden contenerse y no unirse a otros niños durante una fiesta, en un
área de juegos o en la escuela. A veces, no hablan con adultos ajenos a la familia y se aferran a sus padres al ser
abordados por otros. El mutismo selectivo constituye una forma específica de fobia social. Se caracteriza porque el niño
habla abiertamente en su casa con su familia, pero no puede hablar con comodidad en otros ambientes con otras
personas. Los padres pueden advertirlo en restaurantes o tiendas o cuando se los presenta a un desconocido o, en ciertos
casos, a parientes que no ven habitualmente. A veces, los padres se enteran del problema a través del personal de la
escuela cuando el niño ingresa en el preescolar o el jardín de infantes. En ocasiones, los padres se sorprenden y dudan
de los informes porque el niño es igual al resto de los niños mientras ellos están cerca y no vacila en hablar o jugar. Esta
forma de fobia social se observa más o menos en el 1% de los niños y suele advertirse en el preescolar o en el jardín de
infantes. El mutismo selectivo en niños no tiene una evolución típica. Sin embargo, para muchos no resulta temporario.
Adolescentes y adultos que han padecido este trastorno señalan que superarlo lleva años. Nuestra experiencia indica que
la mayoría de los casos se resuelve después de mucho tiempo.
El impacto del mutismo selectivo y la fobia social
El problema se presenta de variadas maneras. A algunos niños les gusta estar en contacto con otras personas y juegan
sin problemas, pero se mantienen callados. Algunos de ellos tienen un amigo cercano que suele interpretar sus gestos y
hablar por ellos. A otros, los incomoda cualquier aspecto de la situación social y no participan para nada. Cualquiera sea
la forma que adopta, puede ser persistente. Hay niños de 2º, 3º y 4º grados que no han hablado nunca en la escuela. Hay
estudiantes en el secundario que no han hablado nunca o han hablado apenas en el entorno escolar. Como es de suponer,
este trastorno tiene efectos muy negativos en el funcionamiento social.
¿Qué pueden hacer los padres?
En primer lugar, piense con detenimiento en lo que lo preocupa. Si el niño lentamente se va acostumbrando a las
situaciones nuevas, habla con tranquilidad y juega con los demás después de conocerlos un poco, no se alarme
demasiado. Muchos niños entablan buenas amistades y se sienten bien socialmente a pesar de no ser los más habladores
del grupo. Sin embargo, reconozca la ansiedad social en su real magnitud. Si su hijo es muy retraído, pero es

diferente con la familia, piense si el retraimiento social le impide adaptarse o no. Además, observe si puede hablar
cada vez que quiere y si puede hablarle a un adulto o a otro niño cuando necesita algo. Un niño que ansía jugar o
que juega con otros, pero no habla, probablemente es presa de la ansiedad. No asuma que el problema desaparecerá
a medida que crezca. Tome muy en cuenta los informes de los maestros. El parlanchín de la casa puede ser muy
callado fuera del hogar y los maestros son los primeros en notarlo.
En segundo lugar, aliente a su hijo a entablar relaciones sociales. No lo proteja manteniéndolo aislado de los
demás. Ayúdelo a descubrir que la interacción social puede ser divertida y gratificante.
En tercer lugar, no lo deje en situaciones sociales sin darle apoyo. Cuando esté listo para sociabilizar, déjelo que
se siente a un lado observando a los demás para saber qué hacen. Luego, aliéntelo a participar de a poco dándole la
seguridad de que usted estará ahí si surgen problemas graves. Su hijo debe intentar establecer algún contacto. No le
permita irse sin antes haberlo intentado.
En cuarto lugar, tenga cuidado al hablar de su hijo. No se refiera a él diciendo que es "tímido" cuando lo
abordan y no responde. Esto lo llevará a pensar que la situación es permanente y que es parte de su carácter. Puede
decir, en cambio, que ya hablará una vez que se sienta seguro.
En quinto lugar, pídale sistemáticamente que responda a los demás usando alguna vía de comunicación. Admita
gestos y que asienta con la cabeza. Si no es imprescindible que responda, no hable por él. A los niños les hace daño
saber que sus padres se harán cargo de sus necesidades de comunicación. Por ello, si le preguntan qué gusto de helado
quiere, no responda por él. Sin ser severo, puede apartarlo para que hable con usted y le dé la respuesta. Puede apoyarse
en este modo de respuesta en el futuro, para que el niño le hable a usted en presencia de otros. Su hijo se sentirá
decepcionado, pero sin castigarlo, puede explicarle que superar el miedo a hablar será beneficioso.
Por último, si el mutismo selectivo lo está limitando, busque ayuda. Hay varias formas de tratamiento que
parecen prometedoras con el objeto de ayudarlos a que controlen la ansiedad y mejoren su adaptación social. Ciertas
formas de terapia conductual ayudan a estos niños y, muchas veces, algunos tratamientos con medicamentos resultan
eficaces. Puede resultar muy útil un enfoque combinado que incluya una terapia conductual y medicación.
Recursos útiles
• The Selective Mutism Foundation, Inc.- www.selectivemutismfoundation.org
• Grupo de Mutismo Selectivo - www.selectivemutism.org
• Freeing Your Child From Anxiety. (Libere a su hijo de la ansiedad) de Tamar Chansky.
• The Anxiety Cure for Children: A Guide for Parents. (Cura de la ansiedad en niños: Una guía para padres) de
Elizabeth DuPont, Robert DuPont y Caroline DuPont.
Escrito y desarrollado por Richard Gallagher, Ph.D y el personal del NYU Child Study Center.
ACERCA DEL NYU CHILD STUDY CENTER
El NYU Child Study Center se dedica a la investigación, prevención y tratamiento de problemas de salud mental en niños y
adolescentes. Brinda evaluación y tratamiento para niños y adolescentes con problemas de salud mental, como ansiedad,
depresión, dificultades del aprendizaje o de atención y síntomas asociados con el estrés y los traumas.
Contamos con una cantidad limitada de estudios clínicos sin costo alguno para determinados trastornos y grupos de edad. Si
desea saber si su hijo es apto para alguno de estos estudios, por favor llame al (212) 263-8916.
Si usted o su hijo necesitan ayuda inmediata, cuenta con profesionales de salud mental que lo asesorarán las 24 horas, los 7
días de la semana, llamando a 1-800-LIFENET (1-800-543-3638), un programa de la Asociación de Salud Mental de la
Ciudad de Nueva York. Dispone de ayuda en varios idiomas: español, 1-877-298-3373; chino: 1-877-990-8585. Si necesita
otros idiomas, solicite un traductor.
Para mayor información, pautas y consejos prácticos sobre salud mental infantil y cuestiones sobre la crianza, por favor visite
el sitio en Internet del NYU Child Study Center, AboutOurKids.org.
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The Parent Letter ha recibido el generoso apoyo de Joseph Healey.