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POSTPRIMARIA RURAL
ME VOY A MORIR:
ASÍ COMO NACEMOS, MORIMOS. LO IMPORTANTE ES HACER ALGO
GRANDE CON NUESTRA PROPIA VIDA.
La vida termina con la muerte. Vida y muerte son dos realidades indisolubles. La
muerte se nos impone. Raro es el ser humano que opta por morir o que lo desea.
Todos queremos continuar la vida, nos amañamos viviendo.
Pero la muerte es una dura e inexorable realidad. ¿Qué actitudes tomar ante ella?
¿Huirle, negarla, rechazarla, preocuparnos, angustiarnos, lamentarnos?
Es insensato negar o huir de la muerte; sabemos que no podemos escaparle y que
desconocemos el cómo y el cuándo terminará nuestra vida.
No podemos pretender tampoco que todos los seres humanos acepten estoicamente
esta realidad trágica y repugnante.
Tampoco podemos convertir nuestra vida en un permanente ejercicio de una buena
muerte.
No es tampoco coherente y racional el preocuparse o angustiarse ante una realidad que
de todas maneras vendrá, nos preocupemos o no de ella.
¿Nos dedicaremos a esperar la muerte, arriando las velas para entrar dulce y
apaciblemente en el puerto?
LA ÚNICA ACTITUD RACIONAL Y HUMANA ANTE LA REALIDAD
INSUPARABLE DE LA MUERTE ES CONTAR CON ELLA, para saber vivir,
teniendo presente el valor, la fragilidad y la transitoriedad de nuestras vidas.
“Contar con la muerte” nos lleva a saber cultivar nuestra vida, a protegerla, a fomentarla
en nosotros y nuestro entorno.
La muerte es un llamado a asumir la vida con disfrute, serenidad y responsabilidad. El
pensamiento de la muerte es un campanazo que nos invita a vivir, con el fin de que no
llegue un día en el cual tengamos que lamentarnos de no haber disfrutado a plenitud
nuestra vida cuando lo pudimos hacer.
EN LUGAR DE PREOCUPARNOS POR LA MUERTE DEBEMOS
OCUPARNOS DE VIVIR. EL PENSAMIENTO DE LA MUERTE NOS INVITA
A NO DESAPROVECHAR LA VIDA, A AMARLA INTENSAMENTE.
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