Principales Corrientes del Pensamiento Contemporneo - Catedras
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<strong>Principales</strong> <strong>Corrientes</strong> <strong>del</strong> <strong>Pensamiento</strong> Contemporáneo- Cátedra Reigadas<br />
Guía de Trabajos Prácticos nº 2<br />
<strong>Principales</strong> <strong>Corrientes</strong> <strong>del</strong> <strong>Pensamiento</strong> Contemporáneo<br />
Profesora Titular: María Cristina Reigadas<br />
Prof. Adjunta: Stella Maris De Filpo<br />
Jefe de Trabajos Prácticos: Javier Pelacoff<br />
Ayudantes de Trabajos Prácticos: Betina Guindi, María Belforte, Esteban Vergalito<br />
GUÍA DE TRABAJOS PRÁCTICOS Nº 2<br />
RECURSOS COMPLEMENTARIOS<br />
La frase “los antiguos y los modernos” nos remite a la historia. Empecemos por definir estos conceptos. El<br />
término “moderno” tiene una larga historia, que ha sido investigada por Hans Robert Jauss. La palabra<br />
“moderno” en su forma latina “modernus” se utilizó por primera vez en el siglo V a fin de distinguir el presente,<br />
que se había vuelto oficialmente cristiano, <strong>del</strong> pasado romano y pagano. El término “moderno”, con un<br />
contenido diverso, expresa una y otra vez la conciencia de una época que se relaciona con el pasado, la<br />
antigüedad, a fin de considerarse a sí misma como el resultado de una transición de lo antiguo a lo nuevo.<br />
Habermas, J., “La modernidad, un proyecto incompleto”,<br />
en Foster, H. y otros: La posmodernidad, Barcelona, Kairós, 1985, pág. 19.<br />
a) Definir el término “moderno”.<br />
b) A partir de lo visto en Bovero, responder: ¿por qué este término pasa de adjetivo (“moderno”)<br />
a sustantivo (“modernidad”)? ¿qué procesos histórico-sociales y qué cambios culturales permiten<br />
explicar dicho pasaje terminológico, y qué implicancias tiene?<br />
El hechizo que los clásicos <strong>del</strong> mundo antiguo proyectaron sobre el espíritu de tiempos posteriores se disolvió<br />
primero con los ideales de la Ilustración francesa. Específicamente, la idea de ser “moderno” dirigiendo la<br />
mirada hacia los antiguos cambió con la creencia, inspirada por la ciencia moderna, en el progreso infinito <strong>del</strong><br />
conocimiento y el avance infinito hacia la mejoría social y moral.<br />
Habermas, J., “La modernidad, un proyecto incompleto”,<br />
en Foster, H. y otros: La posmodernidad, Barcelona, Kairós, 1985, pág. 19.<br />
c) A partir de lo visto en Bovero, explicar por qué la ciencia moderna modificó la visión que<br />
hasta entonces se tenía de los antiguos.<br />
Está entendido que no basta con decir que “la modernidad es un proyecto inacabado” (Habermas). No<br />
obstante haber encarnado la significación imaginaria capitalista de la expansión ilimitada <strong>del</strong> (pseudo–) dominio<br />
(pseudo–) racional, la modernidad está más viva que nunca, comprometida en la carrera frenética que conduce a<br />
la humanidad hacia los peligros más extremos. Pero aunque ese desarrollo <strong>del</strong> capitalismo estuvo condicionado,<br />
decididamente, por el despliegue simultáneo <strong>del</strong> proyecto de la autonomía social e individual, la modernidad<br />
está acabada. Un capitalismo que se desarrolla, con el esfuerzo de afrontar una lucha continua contra el statu<br />
quo de las cadenas de fabricación, así como contra las esferas de las ideas o <strong>del</strong> arte, y un capitalismo cuya<br />
expansión no encuentra ninguna oposición interna efectiva son dos animales socio-históricos totalmente<br />
diferentes. Ciertamente, el proyecto de autonomía en sí mismo no se ha acabado ni está terminado. Pero su<br />
trayectoria durante los dos últimos siglos ha demostrado la inadecuación radical, para hablar con moderación,<br />
de los programas en que se había encarnado –ya sea la república liberal, o el “socialismo” marxista-leninista.<br />
No hace falta subrayar que la demostración de esa inadecuación en la experiencia histórica efectiva es una de<br />
las raíces de la apatía política y de la privatización contemporáneas. Para el resurgimiento <strong>del</strong> proyecto de<br />
autonomía, se requieren nuevos objetivos políticos y nuevas actitudes humanas, de los que por ahora los signos<br />
son escasos. Pero sería absurdo tratar de decidir si estamos viviendo un largo paréntesis, o si asistimos al<br />
comienzo <strong>del</strong> fin de la historia occidental en tanto que historia esencialmente ligada al proyecto de autonomía y<br />
codeterminado por éste.<br />
Castoriadis, C., “La época <strong>del</strong> conformismo generalizado”,<br />
en El mundo fragmentado, Buenos Aires, Caronte, 1995.<br />
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