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Executive summary<br />
26<br />
Introducción<br />
Los <strong>Libro</strong>s <strong>Rojo</strong>s Internacionales, editados<br />
por la Unión Internacional para la<br />
Conservación de la Naturaleza (UICN),<br />
recopilan la información disponible sobre<br />
el grado de amenaza de las especies y, en<br />
los últimos años, se han constituido en un<br />
instrumento útil para la conservación de<br />
la diversidad biológica mundial. En Latinoamérica,<br />
varios países han dado un tratamiento<br />
regional a la vulnerabilidad de<br />
sus especies de fauna y flora, incluyendo<br />
los peces en algunos casos (Sarmiento y<br />
Barrera 1996, Rosa y Menezes 1996, Solís-<br />
Rivera et al. 1999, Gill et al. 1998, Lasso<br />
2008, Rodríguez y Rojas-Suárez 1994,<br />
1999, 2008), permitiéndoles definir sus<br />
prioridades de conservación. En Colombia<br />
la publicación de los libros rojos se inició<br />
en 2002 y a la fecha se han editado 15 libros<br />
rojos de flora y fauna (invertebrados y<br />
vertebrados), incluido el de “<strong>Peces</strong> Dulceacuícolas<br />
de Colombia” (Mojica et al. 2002).<br />
El país posee una muy elevada diversidad<br />
de peces dulceacuícolas y sus 1435<br />
especies registradas hasta el momento,<br />
lo posicionan como la segunda nación de<br />
Suramérica con mayor riqueza de especies<br />
(Maldonado-Ocampo et al. 2008).<br />
Algunos autores han experimentado y<br />
reconocido dificultades en la aplicación<br />
de los criterios UICN para los peces (Gill<br />
et al. 1998, Álvarez-León 1999, Mojica et<br />
al. 2002, Sánchez-Duarte y Lasso 2011).<br />
La misma UICN, ha intentado adaptar sus<br />
criterios de categorización para los peces<br />
marinos, pero aún no hay claridad para<br />
su aplicación a los peces dulceacuícolas<br />
(UICN 1996). En cualquier caso, Colombia<br />
27<br />
ha jugado un papel pionero y fundamental<br />
en este tema tal y como lo muestran los<br />
aportes metodológicos y conceptuales al<br />
respecto (Amaya-Espinel et al. 2011).<br />
Desde la primera edición del <strong>Libro</strong> <strong>Rojo</strong> de<br />
<strong>Peces</strong> Dulceacuícolas de Colombia (Mojica<br />
et al. 2002), el conocimiento científico<br />
de las especies se ha incrementado notablemente.<br />
Al presente, el país cuenta con<br />
listados actualizados en las cuencas del<br />
Amazonas (Mojica et al. 2005, Bogotá-<br />
Gregory y Maldonado Ocampo 2006a,<br />
Galvis et al. 2006), Putumayo (Ortega et al.<br />
2006), Orinoco (Lasso et al. 2004), Tomo<br />
(Maldonado-Ocampo et al. 2006a), Guaviare,<br />
Inírida y Atabapo (Lasso et al. 2009,<br />
Miller-Hurtado et al. 2009), Magdalena<br />
(Villa-Navarro et al. 2006, Mojica et al.<br />
2006a), Cauca (Ortega-Lara et al. 2006a),<br />
Ranchería (Mojica et al. 2006b), Atrato<br />
(Maldonado-Ocampo et al. 2006b) y Patía<br />
(Ortega-Lara et al. 2006b). Igualmente, se<br />
dispone de estudios recientes sobre sus especies<br />
ornamentales (Galvis et al. 2007a,<br />
2007b), las rayas de agua dulce (Mejia-<br />
Falla et al. 2009), las especies migratorias<br />
(Usma et al. 2009), las especies con valor<br />
comercial y de consumo y de sus principales<br />
pesquerías (Lasso et al. 2011a), sobre<br />
el grave colapso de pesquerías del Magdalena<br />
(Galvis y Mojica 2007), así como de<br />
aspectos biogeográficos regionales (Rodríguez-Olarte<br />
et al. 2011).<br />
El incremento alcanzado en los últimos<br />
diez años en el conocimiento de la diversidad<br />
de peces dulceacuícolas colombianos,<br />
contrasta con las dificultades que enfren-