Bajar libro en PDF - Ecdótica
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H.C.F. Mansilla<br />
Evitando los extremos<br />
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sin claudicar <strong>en</strong> la<br />
int<strong>en</strong>ción crítica<br />
La filosofía de la historia<br />
y el s<strong>en</strong>tido común<br />
La Paz 2008
Introducción<br />
INDICE<br />
1. El teorema del s<strong>en</strong>tido común guiado críticam<strong>en</strong>te<br />
2. Reflexiones sobre el s<strong>en</strong>tido de la historia <strong>en</strong>tre el optimismo doctrinario y el pesimismo<br />
relativista<br />
3. Las "leyes obligatorias" de la evolución histórica y sus implicaciones práctico-políticas<br />
4. La necesidad de una teoría crítica de la modernización ante las realidades de la segunda<br />
mitad del siglo XX<br />
5. El s<strong>en</strong>tido común crítico ante el debate <strong>en</strong>tre universalismo y particularismo<br />
6. El paradigma occid<strong>en</strong>tal, la dialéctica de autonomía e imitación y las alternativas<br />
prácticas del Tercer Mundo<br />
7. ¿Difer<strong>en</strong>cias culturales incomparables o prácticas autoritarias indef<strong>en</strong>dibles?<br />
8. La modernización parcial y la posible consolidación de tradiciones autoritarias<br />
9. Las ambival<strong>en</strong>cias de la democracia contemporánea <strong>en</strong> un mundo insoportablem<strong>en</strong>te<br />
complejo e insolidario<br />
10. El desarrollo contemporáneo y la necesidad de una teoría crítica del totalitarismo. Un<br />
esbozo provisorio<br />
11. Breves notas dispersas sobre la problemática contemporánea desde un posible s<strong>en</strong>tido<br />
común crítico<br />
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INTRODUCCION<br />
Se puede decir que este <strong>libro</strong> conti<strong>en</strong>e más preguntas que respuestas. Afirmar esto se ha<br />
convertido hoy <strong>en</strong> un lugar común y <strong>en</strong> una deleznable moda del mom<strong>en</strong>to, aunque ti<strong>en</strong>e<br />
anteced<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> la filosofía de la Antigüedad clásica y <strong>en</strong> numerosas corri<strong>en</strong>tes inspiradas<br />
por el escepticismo. Con esta obra inicio una especie de discusión de dilemas <strong>en</strong> torno a la<br />
filosofía de la historia. Es decir: mi propósito es promover una consci<strong>en</strong>cia crítica de<br />
problemas (como se dice <strong>en</strong> alemán) que no siempre aflora <strong>en</strong> el ámbito académico y m<strong>en</strong>os<br />
<strong>en</strong> la opinión pública del llamado Tercer Mundo. No se trata, por lo tanto, de construir un<br />
sistema de certezas sobre la evolución histórica de una bu<strong>en</strong>a parte de nuestro planeta, sino<br />
de cuestionar algunas certidumbres que se han sedim<strong>en</strong>tado y consolidado <strong>en</strong> la m<strong>en</strong>talidad<br />
colectiva de muchas sociedades contemporáneas. Theodor W. Adorno decía que si hay una<br />
definición de la filosofía, esta sería una actitud que int<strong>en</strong>ta romper y atravesar el contexto<br />
g<strong>en</strong>eral de ceguera y ofuscami<strong>en</strong>to; la filosofía podría ser p<strong>en</strong>sada como la resist<strong>en</strong>cia a las<br />
opiniones habituales y como la no resignación ante lo exist<strong>en</strong>te. Algo que me impresionó<br />
profundam<strong>en</strong>te es una s<strong>en</strong>t<strong>en</strong>cia <strong>en</strong>marcada que vi <strong>en</strong> la casa de Max Horkheimer <strong>en</strong><br />
Montagnola (Suiza), durante una <strong>en</strong>trevista que hice al maestro <strong>en</strong> 1972. El dicho estaba<br />
atribuido a Bertrand Russell y <strong>en</strong> mi recuerdo decía: "Esta es la gran desgracia: los tontos<br />
son tan seguros y los s<strong>en</strong>satos acarician tantas dudas". En la conversación con Horkheimer<br />
surgió la idea de tomar <strong>en</strong> serio el common s<strong>en</strong>se, pero dándole un giro crítico.<br />
La int<strong>en</strong>ción g<strong>en</strong>eral del <strong>libro</strong> es proponer una teoría del s<strong>en</strong>tido común guiado<br />
críticam<strong>en</strong>te, aplicable al espacio de los asuntos histórico-sociales. Se trata, evid<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te,<br />
de un esbozo provisorio. En todo el <strong>libro</strong> no existe una definición minuciosa de este<br />
teorema. Sigui<strong>en</strong>do a mis maestros de la Escuela de Frankfurt, evito definiciones de los<br />
conceptos c<strong>en</strong>trales, y más bi<strong>en</strong> trato de explicitarlos a lo largo del texto, a m<strong>en</strong>udo de<br />
manera indirecta. Para ello interpongo numerosos ejemplos políticos e históricos, que son<br />
analizados <strong>en</strong> algún detalle. Espero que el lector se dé cu<strong>en</strong>ta del interés que siempre he<br />
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profesado por los porm<strong>en</strong>ores empíricos y los aspectos testimoniales (una her<strong>en</strong>cia de mi<br />
padre), y del poco cariño que si<strong>en</strong>to por meros edificios de palabras, por más brillantes que<br />
parezcan ser. De ahí provi<strong>en</strong>e mi antipatía por muchos autores postmodernistas y afines.<br />
Algunos de mis profesores <strong>en</strong> universidades alemanas apreciaban las digresiones y los<br />
meandros, pero no para esquivar el tema c<strong>en</strong>tral, sino para llegar a él desde rincones y<br />
ángulos inesperados.<br />
Ante la improbabilidad de <strong>en</strong>contrar (1) una posición conceptual coher<strong>en</strong>te consigo misma<br />
e inmune a impugnaciones teóricas y, simultáneam<strong>en</strong>te, (2) una praxis aceptable a largo<br />
plazo que resista los ataques más duros de la crítica, una solución pragmática,<br />
razonablem<strong>en</strong>te modesta, podría consistir <strong>en</strong> situarse <strong>en</strong> lugares intermedios <strong>en</strong>tre polos<br />
claram<strong>en</strong>te difer<strong>en</strong>ciados Ä como tipos ideales Ä <strong>en</strong> la esfera de los conceptos teóricos, <strong>en</strong> el<br />
ámbito de las prácticas políticas y <strong>en</strong> el campo de los recu<strong>en</strong>tos históricos. La determinación<br />
de los tipos ideales y la delimitación del espacio de discusión pret<strong>en</strong>d<strong>en</strong> una int<strong>en</strong>ción<br />
didáctica, que es un esclarecimi<strong>en</strong>to de una temática muy compleja y difícil de expresar <strong>en</strong><br />
términos no especializados.<br />
En este punto las reflexiones del autor están influidas por un estímulo de la filosofía<br />
clásica: la s<strong>en</strong>da más fructífera del conocimi<strong>en</strong>to sería aquella g<strong>en</strong>erada por la conciliación<br />
de eros y logos, s<strong>en</strong>da que fue seguida por Sócrates y sus discípulos. La admiración ante la<br />
belleza del cosmos y el asombro fr<strong>en</strong>te a las patologías de la vida social fueron los impulsos<br />
primig<strong>en</strong>ios de la filosofía. Según Aristóteles, la admiración por el universo se combina con<br />
el int<strong>en</strong>to de explicar con rigor y disciplina lo que parece incompr<strong>en</strong>sible. De esta unión de<br />
asombro y rigor nace el espíritu crítico. Adorno, repiti<strong>en</strong>do una s<strong>en</strong>t<strong>en</strong>cia de Max Scheler,<br />
solía decir que todo conocimi<strong>en</strong>to está fundado <strong>en</strong> el amor, y sigui<strong>en</strong>do a Platón, afirmaba<br />
que el mom<strong>en</strong>to constitutivo de la filosofía es el <strong>en</strong>tusiasmo, la emoción que se si<strong>en</strong>te por<br />
las ideas. La opinión contemporánea, propicia más bi<strong>en</strong> a la car<strong>en</strong>cia de s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>tos, ti<strong>en</strong>e<br />
sólo una sonrisa irónica o compasiva hacia este motivo. Si bi<strong>en</strong> no podemos pret<strong>en</strong>der una<br />
compr<strong>en</strong>sión cabal de la realidad, debemos <strong>en</strong> cambio usar nuestros esfuerzos intelectuales<br />
para construir un camino precario y provisorio que nos permita vislumbrar algo cercano a la<br />
verdad, si es que existe algo tan inasible como la verdad.<br />
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El profundo afecto que si<strong>en</strong>to por la filosofía de la historia repres<strong>en</strong>taría la parte del eros.<br />
Desde la primera juv<strong>en</strong>tud tuve una gran simpatía, rayana <strong>en</strong> la admiración, por autores<br />
como Edward Gibbon y Edmund Burke. Una y otra vez me preguntaba por qué las<br />
sociedades se desarrollan de forma tan difer<strong>en</strong>te unas de otras. Una consci<strong>en</strong>cia crítica de<br />
problemas es uno de los mecanismos más útiles Ä además de ser poroso y flexible Ä que<br />
contribuy<strong>en</strong> a un mejor conocimi<strong>en</strong>to del tema <strong>en</strong> cuestión. Esta es la porción del logos. Uno<br />
de los puntos c<strong>en</strong>trales del mismo, al que está dedicada gran parte de este <strong>libro</strong>, es el debate<br />
contemporáneo <strong>en</strong>tre las teorías que postulan la preemin<strong>en</strong>cia de un modelo normativo de<br />
desarrollo (el surgido primeram<strong>en</strong>te <strong>en</strong> Europa Occid<strong>en</strong>tal) y aquellas que proclaman la<br />
diversidad fundam<strong>en</strong>tal de todos los regím<strong>en</strong>es civilizatorios, que serían <strong>en</strong>tre sí<br />
inconm<strong>en</strong>surables, incomparables e irreductibles a un metacriterio de <strong>en</strong>t<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to común.<br />
Esta problemática lleva a examinar con algún det<strong>en</strong>imi<strong>en</strong>to la ya dilatada discusión <strong>en</strong>tre<br />
la doctrina que decreta la exist<strong>en</strong>cia de leyes obligatorias de la historia y aquella que niega<br />
esos decursos forzosos de la evolución de las sociedades. La posición aquí esbozada es una<br />
intermedia. Un s<strong>en</strong>tido común guiado críticam<strong>en</strong>te nos sugiere evitar los extremos. No<br />
deberíamos, por un lado, postular la vig<strong>en</strong>cia universal e irrestricta de normas racionalistas<br />
emanadas del des<strong>en</strong>volvimi<strong>en</strong>to de la modernidad occid<strong>en</strong>tal, y por otro, no podemos<br />
aceptar que existe una variedad tan <strong>en</strong>orme de valores normativos y modelos de<br />
organización social, que resultaría imposible hacer confrontaciones y m<strong>en</strong>os aun establecer<br />
jerarquías y gradaciones <strong>en</strong>tre ellos. Los habitantes de esos modelos civilizatorios<br />
apar<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te tan diversos (<strong>en</strong> comparación con los sistemas de Europa Occid<strong>en</strong>tal y<br />
América del Norte) realizan cada día comparaciones con estos regím<strong>en</strong>es "occid<strong>en</strong>tales" tan<br />
exitosos <strong>en</strong> los campos económico, tecnológico y militar, no preocupándose para nada de las<br />
teorías que declaran el carácter único y la originalidad es<strong>en</strong>cial de sus sociedades y<br />
adoptando ávidam<strong>en</strong>te cuanto inv<strong>en</strong>to y procedimi<strong>en</strong>to de los "otros" parezca conv<strong>en</strong>ir a sus<br />
intereses materiales y cotidianos. O sea: los habitantes mismos de esas naciones <strong>en</strong> Asia,<br />
Africa y América Latina (tan diversas, apar<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te, del ámbito occid<strong>en</strong>tal) son los que<br />
llevan a cabo un plebiscito cotidiano sobre las v<strong>en</strong>tajas y desv<strong>en</strong>tajas de los modelos<br />
civilizatorios, y al votar <strong>en</strong> favor de los elem<strong>en</strong>tos c<strong>en</strong>trales del mundo occid<strong>en</strong>tal,<br />
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establec<strong>en</strong> una evid<strong>en</strong>te gradación <strong>en</strong>tre modelos: a favor de estos últimos. Las <strong>en</strong>ormes<br />
migraciones que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> lugar <strong>en</strong> los últimos años expresan el mismo s<strong>en</strong>tir y resultado.<br />
Como se sabe, se puede adoptar standards técnico-económicos de orig<strong>en</strong> foráneo y<br />
simultáneam<strong>en</strong>te rechazar las normativas políticas y culturales de ese mismo orig<strong>en</strong>... y que<br />
probablem<strong>en</strong>te son el fundam<strong>en</strong>to del perdurable éxito de los factores técnico-económicos.<br />
En resum<strong>en</strong>: después de meditar durante décadas Ä aunque esto su<strong>en</strong>e a exageración Ä <strong>en</strong><br />
torno a estos asuntos, puedo afirmar lo sigui<strong>en</strong>te. Es altam<strong>en</strong>te improbable la exist<strong>en</strong>cia de<br />
leyes obligatorias de la evolución histórica, como las que propusieron, desde perspectivas<br />
muy difer<strong>en</strong>tes, Hegel, Marx y Comte, pero que t<strong>en</strong>ían <strong>en</strong> común el postular la modernidad<br />
alcanzada por algunas naciones de Europa Occid<strong>en</strong>tal como ejemplos de un desarrollo bi<strong>en</strong><br />
logrado y, por <strong>en</strong>de, paradigmático. De allí hay un paso <strong>en</strong> suponer que la historia moderna<br />
de Europa Occid<strong>en</strong>tal sea prácticam<strong>en</strong>te la evolución modélica que deberían seguir, al pie de<br />
la letra, todas las sociedades del planeta. Pero, por otra parte, no debemos aceptar las teorías<br />
hoy tan difundidas del deconstructivismo y postmodernismo, que propugnan un relativismo<br />
axiológico muy marcado y, <strong>en</strong> la práctica, una evid<strong>en</strong>te indulg<strong>en</strong>cia con respecto a cualquier<br />
modelo civilizatorio del Tercer Mundo.<br />
El peligro que <strong>en</strong>traña esta posición relativista fue definido por un notable marxista de<br />
nuestros días, Sir Eric J. Hobsbawm, como "el desmantelami<strong>en</strong>to de las def<strong>en</strong>sas que la<br />
civilización de la Ilustración había levantado contra la barbarie. [...] Hemos apr<strong>en</strong>dido a<br />
tolerar lo intolerable". Una teoría del s<strong>en</strong>tido común guiado críticam<strong>en</strong>te no puede estar a<br />
equidistancia perman<strong>en</strong>te de toda manifestación del p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to; <strong>en</strong> este caso se acerca al<br />
racionalismo "clásico" y a sus análisis de la esfera socio-política y se aleja del relativismo<br />
postmodernista y de sus variados productos, sin perder de vista, obviam<strong>en</strong>te, los resultados<br />
catastróficos g<strong>en</strong>erados también por la racionalidad instrum<strong>en</strong>tal. Y digo obviam<strong>en</strong>te porque<br />
durante el siglo XX algunos productos de esa racionalidad instrum<strong>en</strong>tal, eximida, a su vez,<br />
de una crítica eficaz de los fines, han revelado el carácter monstruoso de que es capaz el ser<br />
humano. Basta m<strong>en</strong>cionar a Auschwitz y Hiroshima.<br />
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Un exam<strong>en</strong> det<strong>en</strong>ido de la vida cotidiana <strong>en</strong> el Tercer Mundo nos puede mostrar que<br />
exist<strong>en</strong> jerarquías cualitativas <strong>en</strong> el int<strong>en</strong>to universal de alcanzar un desarrollo razonable<br />
para los seres humanos. Postular que no existe una perspectiva razonable para juzgar los<br />
méritos y los deméritos de todos los modelos civilizatorios, que serían liminarm<strong>en</strong>te<br />
dispares <strong>en</strong>tre sí, resulta una simplificación no muy ci<strong>en</strong>tífica y, ante todo <strong>en</strong> la esfera<br />
práctica, un cinismo notorio. Debemos atrevernos a juicios valorativos bi<strong>en</strong> fundam<strong>en</strong>tados<br />
sobre las cualidades intrínsecas de todos los modelos civilizatorios del planeta. Muchos<br />
aspectos de la vida diaria <strong>en</strong> la mayoría de las sociedades del Tercer Mundo y la<br />
configuración de sus hábitos políticos no son sólo modelos difer<strong>en</strong>tes del europeo<br />
occid<strong>en</strong>tal, sino sistemas de ord<strong>en</strong>ami<strong>en</strong>to social que d<strong>en</strong>otan un arcaísmo mant<strong>en</strong>ido<br />
artificialm<strong>en</strong>te, una her<strong>en</strong>cia autoritaria <strong>en</strong>raizada <strong>en</strong> profundidad y un nivel organizativo<br />
que ha sido superado por la evolución planetaria. Esas id<strong>en</strong>tidades basadas doctrinariam<strong>en</strong>te<br />
<strong>en</strong> la difer<strong>en</strong>cia, como las divulgan las teorías de moda, resultan ser algo aborrecible <strong>en</strong> la<br />
vida cotidiana.<br />
Por todo ello se puede y se debe aseverar que numerosos modelos civilizatorios del Tercer<br />
Mundo están situados <strong>en</strong> un estadio histórico inferior con respecto a lo alcanzado <strong>en</strong> Europa<br />
Occid<strong>en</strong>tal. El percibir y tomar <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta esta gradación no implica de ninguna manera la<br />
aceptación ing<strong>en</strong>ua de la positividad per<strong>en</strong>ne del progreso material y de las pautas actuales<br />
del consumo masivo. Y m<strong>en</strong>os aun conlleva la idea de que la democracia actual de masas,<br />
practicada <strong>en</strong> el mundo capitalista, repres<strong>en</strong>taría la culminación racional del<br />
des<strong>en</strong>volvimi<strong>en</strong>to institucional. Reconocer que unas tradiciones culturales son m<strong>en</strong>os<br />
autoritarias que otras y que unas prácticas políticas son más razonables que otras, ti<strong>en</strong>e que<br />
ver con un s<strong>en</strong>tido común guiado críticam<strong>en</strong>te y con un rechazo a la corrección política<br />
predominante <strong>en</strong> una opinión pública mal informada.<br />
A comi<strong>en</strong>zos del siglo XXI parece amainar la fuerza del paradigma ci<strong>en</strong>tífico basado <strong>en</strong> el<br />
llamado giro lingüístico, que ha dominado gran parte de la actividad <strong>en</strong> ci<strong>en</strong>cias sociales<br />
durante las últimas décadas, a veces de la mano de teorías postmodernistas. La posible<br />
instauración de un giro histórico <strong>en</strong> estas disciplinas reaviva las reflexiones <strong>en</strong> torno al<br />
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s<strong>en</strong>tido de la evolución de las naciones <strong>en</strong> Asia, Africa y América Latina, evolución<br />
extremadam<strong>en</strong>te compleja y ll<strong>en</strong>a de sorpresas.<br />
T<strong>en</strong>emos, sobre todo, que considerar que unas formas muy difundidas de gobierno y de<br />
control social autoritarias pued<strong>en</strong> fom<strong>en</strong>tar la transición a regím<strong>en</strong>es francam<strong>en</strong>te<br />
totalitarios, cuyas consecu<strong>en</strong>cias son bi<strong>en</strong> conocidas por la crónica del terrible siglo XX. Un<br />
s<strong>en</strong>tido común guiado críticam<strong>en</strong>te nos ayuda a difer<strong>en</strong>ciar autoritarismo de totalitarismo, a<br />
justipreciar aquellas rutinas y conv<strong>en</strong>ciones culturales que, bajo ciertas circunstancias,<br />
pued<strong>en</strong> transformar un régim<strong>en</strong> predemocrático <strong>en</strong> uno despótico y a reconocer esa<br />
predisposición <strong>en</strong> determinadas prácticas recurr<strong>en</strong>tes de numerosas sociedades del Tercer<br />
Mundo. El s<strong>en</strong>tido común guiado críticam<strong>en</strong>te se apoya, por lo tanto, <strong>en</strong> una teoría del<br />
totalitarismo, que nos muestra las imbricaciones exist<strong>en</strong>tes <strong>en</strong>tre el desarrollo tecnológico, la<br />
decad<strong>en</strong>cia del individuo, el rol de los medios masivos de comunicación y la instauración de<br />
un populismo moderno, que puede t<strong>en</strong>er, paradójicam<strong>en</strong>te, una <strong>en</strong>orme resist<strong>en</strong>cia a<br />
cambios g<strong>en</strong>uinos.<br />
Hoy <strong>en</strong> día la posibilidad de totalitarismo se ha trasladado de Europa (donde este terrible<br />
modelo de organización social dio sus frutos más conocidos durante la primera mitad del<br />
siglo XX) a los contin<strong>en</strong>tes del Tercer Mundo, donde se ha mezclado con la problemática<br />
ecológica y demográfica, g<strong>en</strong>erando así una serie de problemas nuevos y tal vez<br />
irresolubles. Estos regím<strong>en</strong>es muestran un marcado desinterés por la protección de<br />
ecosistemas <strong>en</strong> peligro y, <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral, por medidas pro-ecológicas favorables al medio<br />
ambi<strong>en</strong>te <strong>en</strong> el largo plazo. La erosión de dilatadas ext<strong>en</strong>siones de territorio, la destrucción<br />
del bosque tropical y la contaminación de las grandes aglomeraciones urbanas Ä es decir:<br />
factores que hac<strong>en</strong> peligrar la base misma de la vida Ä se combinan con un crecimi<strong>en</strong>to<br />
demográfico que hasta fines del siglo XX tuvo índices expon<strong>en</strong>ciales. La promoción<br />
unilateral del crecimi<strong>en</strong>to y el progreso material por los regím<strong>en</strong>es autoritarios, aunque sus<br />
resultados sean muy modestos, evita que el grueso de la población tome consci<strong>en</strong>cia de esta<br />
problemática.<br />
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En el Tercer Mundo uno de los dilemas más importantes del pres<strong>en</strong>te consiste <strong>en</strong> la<br />
vinculación <strong>en</strong>tre formas de nacionalismo id<strong>en</strong>titario con modelos de socialismo autoritario.<br />
El resultado puede ser un totalitarismo suave, pero duradero y estable. Desde el primer<br />
peronismo <strong>en</strong> Arg<strong>en</strong>tina (1943/1946-1955) hasta el llamado totalitarismo religioso <strong>en</strong> el<br />
ámbito islámico pasando por formas constantes de caudillismo carismático, el Tercer<br />
Mundo exhibe a comi<strong>en</strong>zos del siglo XXI un amplio abanico de regím<strong>en</strong>es que pued<strong>en</strong><br />
desembocar <strong>en</strong> un totalitarismo abierto. Se trata de sociedades ya urbanizadas y semi-<br />
industrializadas, <strong>en</strong> las cuales se puede constatar, como lo hicieron Hannah Ar<strong>en</strong>dt y<br />
François Furet con respecto a los países totalitarios <strong>en</strong> Europa, una población dilatada de<br />
individuos atomizados, que viv<strong>en</strong> un desamparo exist<strong>en</strong>cial y que están a la espera ansiosa<br />
de la figura paternal-patriarcal que les <strong>en</strong>señe sin muchas contemplaciones el s<strong>en</strong>dero<br />
correcto. Furet afirmó que esos estratos populares estuvieron hasta el final del gobierno<br />
totalitario a la vez fascinados y aterrorizados por el aparato gubernam<strong>en</strong>tal. Y <strong>en</strong> todos estos<br />
ord<strong>en</strong>ami<strong>en</strong>tos sociales <strong>en</strong>contramos a una contra-élite revolucionaria convertida <strong>en</strong> la<br />
nueva clase política, celosa de sus prerrogativas, rutinaria <strong>en</strong> sus valores de ori<strong>en</strong>tación y<br />
extremadam<strong>en</strong>te egoísta a la hora de compartir la responsabilidad gubernam<strong>en</strong>tal. Podemos<br />
concluir, <strong>en</strong>tonces, que el totalitarismo del siglo XXI se alim<strong>en</strong>tará probablem<strong>en</strong>te de<br />
aquello que ha pervivido desde la primera mitad del XX y que fue analizado brillantem<strong>en</strong>te<br />
por Hannah Ar<strong>en</strong>dt: la patología de la modernidad.<br />
Este texto, cuya elaboración fue aplazada tantas veces, repres<strong>en</strong>ta probablem<strong>en</strong>te el int<strong>en</strong>to<br />
de autocompr<strong>en</strong>derse, de esclarecer para uno mismo una temática compleja <strong>en</strong> la teoría y<br />
preocupante <strong>en</strong> la praxis. Un <strong>en</strong>sayo de este tipo, donde la inseguridad del autor es<br />
manifiesta, se apoya habitualm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> numerosas autoridades: por ello las muchas citas. El<br />
autor no pert<strong>en</strong>ece al ilustre grupo de escritores que puede prescindir ost<strong>en</strong>tativam<strong>en</strong>te de<br />
ideas, <strong>libro</strong>s y concepciones de otros, y lo confiesa con <strong>en</strong>vidia y hasta con nostalgia. Pese a<br />
este despliegue de una vana erudición Ä porque ni siquiera esta última impresiona al público<br />
Ä, el resultado es algo muy personal, y como tal una muestra de diletantismo, que el lector<br />
sabrá disculpar g<strong>en</strong>erosam<strong>en</strong>te.<br />
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1<br />
El teorema del s<strong>en</strong>tido común guiado críticam<strong>en</strong>te<br />
Una parte de los problemas sociopolíticos del pres<strong>en</strong>te está configurada por los int<strong>en</strong>tos<br />
teóricos de compr<strong>en</strong>derlos. Esta paradoja es constitutiva del género humano. El tratar de<br />
<strong>en</strong>t<strong>en</strong>der nuestro desarrollo y nuestras perspectivas estuvo y está ligado a la elaboración de<br />
mitos y ley<strong>en</strong>das, por un lado, y a la manifestación de anhelos y temores, por otro.<br />
Exagerando este punto, desde los sofistas griegos hasta los postmodernistas actuales se<br />
asevera que ambos f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os impid<strong>en</strong> la objetividad de todo conocimi<strong>en</strong>to y, por<br />
consigui<strong>en</strong>te, el acercami<strong>en</strong>to pl<strong>en</strong>o a la verdad, si es que se acepta la exist<strong>en</strong>cia de esta<br />
última. Pese a los incontables esfuerzos por relativizar la verdad y el acceso a ella, el ser<br />
humano no ha podido r<strong>en</strong>unciar a un conocimi<strong>en</strong>to de la realidad más o m<strong>en</strong>os fehaci<strong>en</strong>te y<br />
confiable. No puede, <strong>en</strong>tonces, prescindir de la edificación de teorías para lograr ese fin, y<br />
tampoco puede dejar a un lado los afanes intelectuales para cuestionar esas teorías que<br />
surg<strong>en</strong> sin cesar.<br />
A comi<strong>en</strong>zos del siglo XXI un int<strong>en</strong>to por compr<strong>en</strong>der la realidad sociopolítica podría<br />
consistir <strong>en</strong> situarse <strong>en</strong>tre posiciones que marcan polos <strong>en</strong> el anfiteatro de los conceptos (o,<br />
como se dice ahora, <strong>en</strong> el mercado de ofertas intelectuales). Desde la filosofía clásica griega<br />
se conoc<strong>en</strong> las bondades y las desv<strong>en</strong>tajas de colocarse <strong>en</strong> puntos intermedios que se hallan<br />
<strong>en</strong>tre actitudes extremas <strong>en</strong> lo concerni<strong>en</strong>te a asuntos morales y sociales. Las definiciones<br />
razonables de muchas ideas y valores fueron acuñadas originalm<strong>en</strong>te tomando un punto<br />
emplazado <strong>en</strong>tre sus términos conceptuales opuestos. En el ejemplo más simple y conocido,<br />
la val<strong>en</strong>tía fue determinada como el comportami<strong>en</strong>to situado <strong>en</strong>tre la temeridad y la<br />
cobardía. Pero muy pronto se percibió que las mejores definiciones de un valor no se hallan<br />
<strong>en</strong> la mitad exacta <strong>en</strong>tre los confines, sino a m<strong>en</strong>udo <strong>en</strong> un lugar que puede acercarse a uno u<br />
otro de los polos, dep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>do del tema, las circunstancias y la perspectiva.<br />
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En este texto se postula un ejercicio similar para esclarecer algunas cuestiones de filosofía<br />
y ci<strong>en</strong>cias sociales. No se trata de un despreciable eclecticismo, pues la complejidad actual<br />
de la exist<strong>en</strong>cia humana nos muestra que conceptos realm<strong>en</strong>te originales se han convertido<br />
<strong>en</strong> rarezas notables y que, por otra parte, el tomar <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta la inm<strong>en</strong>sa difer<strong>en</strong>ciación<br />
adquirida por la evolución humana sólo puede <strong>en</strong>riquecer nuestros conocimi<strong>en</strong>tos y nuestra<br />
facultad de análisis. Ante esta constelación una de las respuestas plausibles es alguna forma<br />
de eclecticismo, que, además, t<strong>en</strong>dría la función de una síntesis fructífera.<br />
Para edificar una explicación coher<strong>en</strong>te de problemas actuales se pued<strong>en</strong> y deb<strong>en</strong><br />
considerar puntos intermedios <strong>en</strong>tre las sigui<strong>en</strong>tes posiciones:<br />
Ä <strong>en</strong>tre univocismo y equivocismo 1 ;<br />
Ä <strong>en</strong>tre escepticismo doctrinario y seguridad dogmática 2 ;<br />
Ä <strong>en</strong>tre la concepción que afirma el s<strong>en</strong>tido pl<strong>en</strong>o de la evolución histórica y el <strong>en</strong>foque que<br />
proclama el sins<strong>en</strong>tido primordial de ese mismo desarrollo;<br />
Ä <strong>en</strong>tre la doctrina que postula la exist<strong>en</strong>cia de leyes obligatorias de la historia y aquella que<br />
niega esos decursos forzosos de la evolución;<br />
Ä <strong>en</strong>tre la concepción clásica de la Ilustración europea y la negación deconstruccionista del<br />
racionalismo 3 ;<br />
Ä <strong>en</strong>tre las teorías que promulgan la exist<strong>en</strong>cia de un solo modelo normativo-positivo de<br />
desarrollo y aquéllas que decretan la diversidad total de los regím<strong>en</strong>es civilizatorios, que<br />
serían <strong>en</strong>tre sí inconm<strong>en</strong>surables e incomparables;<br />
1 Dice Mauricio Beuchot <strong>en</strong> un brillante texto: "Una herm<strong>en</strong>éutica analógica int<strong>en</strong>ta abrir el campo de<br />
validez de interpretaciones cerrado por el univocismo, pero también cerrar y poner límites al campo de validez<br />
abierto desmesuradam<strong>en</strong>te por el equivocismo, de modo que pueda haber no una única interpretación válida,<br />
sino un pequeño grupo de interpretaciones válidas. [...] Creemos que puede darse un tipo de interpretación que<br />
sea preponderantem<strong>en</strong>te abierto y, sin embargo, aspire a lograr cierta unidad". Mauricio Beuchot, Tratado de<br />
herm<strong>en</strong>éutica analógica. Hacia un nuevo modelo de interpretación, México: UNAM / Itaca 2000, p. 11.<br />
2 El cont<strong>en</strong>tarse con la mera búsqueda de la verdad, sin alcanzarla nunca por miedo a caer <strong>en</strong> un<br />
dogmatismo, es como un afán inexorable que al final no <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra nada razonable. En el fondo ésto es<br />
equival<strong>en</strong>te a equivocarse. Karl Löwith, Wiss<strong>en</strong>, Glaube und Skepsis (El saber, la cre<strong>en</strong>cia y el escepticismo),<br />
Götting<strong>en</strong>: Vand<strong>en</strong>hoeck & Ruprecht 1962, p. 36 (sigui<strong>en</strong>do un argum<strong>en</strong>to de San Agustín).<br />
3 Eric J. Hobsbawm, Sobre la historia, Barcelona: Crítica 2004, p. 254: "Creo que una de las pocas cosas que<br />
se interpon<strong>en</strong> <strong>en</strong>tre nosotros y un desc<strong>en</strong>so acelerado hacia las tinieblas es la serie de valores que heredamos de<br />
la Ilustración del siglo XVIII".<br />
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Ä <strong>en</strong>tre universalismo y particularismo;<br />
Ä <strong>en</strong>tre liberalismo y comunitarismo; y<br />
Ä <strong>en</strong>tre la política como el juego aleatorio del poder (como repres<strong>en</strong>tación de los instintos<br />
básicos de autoconservación y expansión sobre el prójimo) y la política como la ocupación<br />
más noble para hacer razonable y segura la conviv<strong>en</strong>cia humana.<br />
En base a lo m<strong>en</strong>cionado hasta aquí se puede postular el sigui<strong>en</strong>te teorema. Un s<strong>en</strong>tido<br />
común guiado críticam<strong>en</strong>te nos sugiere evitar dos extremos: por un lado postular sólo la<br />
vig<strong>en</strong>cia universal e irrestricta de normas racionalistas (que han surgido mayoritariam<strong>en</strong>te<br />
de la cultura occid<strong>en</strong>tal moderna), y por otro, suponer que existe una variedad tan inm<strong>en</strong>sa<br />
de valores axiológicos y modelos de organización social, que resulta imposible hacer<br />
comparaciones y m<strong>en</strong>os aun establecer jerarquías y gradaciones <strong>en</strong>tre ellos. En el primer<br />
caso nos <strong>en</strong>contramos, según sus detractores, con expresiones de "imperialismo cultural"; <strong>en</strong><br />
el segundo con una indifer<strong>en</strong>cia cercana al oportunismo que tolera (por comodidad)<br />
cualquier régim<strong>en</strong> despótico y cualquier práctica autoritaria porque ambos serían también<br />
manifestaciones de lo g<strong>en</strong>uinam<strong>en</strong>te Otro. En el Tercer Mundo numerosas corri<strong>en</strong>tes afines<br />
al postmodernismo propugnan un curioso respeto a modelos autoritarios y valores<br />
ancestrales de cuño irracionalista, porque así se haría justicia a las difer<strong>en</strong>cias fundam<strong>en</strong>tales<br />
y se evitaría reproducir un solo paradigma "imperialista" de desarrollo. Es superfluo<br />
m<strong>en</strong>cionar lo que esta posición gelatinosa significa para los derechos humanos, el<br />
pluralismo ideológico y la conviv<strong>en</strong>cia razonable de los humanos.<br />
Por lo m<strong>en</strong>os desde Aristóteles se conoce (y se aprecia) la significación de la duda para el<br />
progreso del conocimi<strong>en</strong>to. Sólo aquél que ha dudado está <strong>en</strong> condiciones de determinar<br />
aproximadam<strong>en</strong>te cuál es la dirección y el contexto de sus esfuerzos indagatorios y el<br />
posible cont<strong>en</strong>ido de la investigación. Un conocimi<strong>en</strong>to más o m<strong>en</strong>os sólido puede ser<br />
considerado como la solución provisoria de una duda previa 4 . Para que "la cultura del<br />
debate y el cuestionami<strong>en</strong>to" pueda florecer se requiere, <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral, de una atmósfera ex<strong>en</strong>ta<br />
de verdades obligatorias. (Se puede objetar, con toda razón, que algunas de las más eximias<br />
4<br />
Aristoteles, Metaphysik (Metafísica), Reinbek: Rowohlt 1966, p. 45 (= 995 a-b), p. 72 (= 1005 b), p. 243 (=<br />
1061 b - 1062 a).<br />
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obras del arte, la literatura y la filosofía han surgido bajo el manto de regím<strong>en</strong>es autoritarios,<br />
cuando no totalitarios.) Por lo regular, los mercados libres <strong>en</strong> el terr<strong>en</strong>o económico y la<br />
pluralidad de religiones e ideologías <strong>en</strong> el campo cultural han sido favorables al progreso del<br />
saber. En cambio, numerosos p<strong>en</strong>sadores Ä y casi todos los movimi<strong>en</strong>tos asociados al<br />
marxismo Ä han compartido la concepción de que una comunidad sin t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias<br />
concurr<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> los campos político y económico es un ord<strong>en</strong> social positivo y deseable, ya<br />
que a largo plazo la supresión de los conflictos y de los factores que compit<strong>en</strong> <strong>en</strong>tre sí<br />
coadyuva a la creación de una sociedad pacífica, justa y emancipada. Pero éste puede ser un<br />
error optimista y obstinado, como lo afirmó Max Horkheimer 5 , sobre todo a la vista del<br />
terrible siglo XX.<br />
Algunos elem<strong>en</strong>tos del saber clásico contribuy<strong>en</strong> aun hoy a ori<strong>en</strong>tarnos <strong>en</strong> el mar de la<br />
confusión y la multitud de valores que es, para muchos, el mundo actual. Todo esfuerzo<br />
teórico está, obviam<strong>en</strong>te, bajo el riesgo per<strong>en</strong>ne del error. Como dijo Theodor W. Adorno,<br />
qui<strong>en</strong> no fue precisam<strong>en</strong>te un amigo de <strong>en</strong>foques universalistas, hasta las reflexiones más<br />
simples presupon<strong>en</strong> un marco categorial de compr<strong>en</strong>sión, una concepción de la totalidad,<br />
por más que ésta resulte difusa. Lo que una vez ha sido p<strong>en</strong>sado adecuadam<strong>en</strong>te, puede ser<br />
p<strong>en</strong>sado también por otros 6 . De acuerdo a Aristóteles, la capacidad de hablar Ä lo distintivo<br />
de los seres humanos Ä nos brinda la posibilidad de discernir <strong>en</strong>tre lo bu<strong>en</strong>o y lo malo, lo<br />
justo y lo injusto. "La comunidad de estas concepciones g<strong>en</strong>era la casa y el Estado" 7 . Jürg<strong>en</strong><br />
Habermas construyó su teoría de la acción comunicativa sobre la intuición de que el<br />
l<strong>en</strong>guaje posee la finalidad (telos) del <strong>en</strong>t<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to. Una estructura de compr<strong>en</strong>sión<br />
intersubjetiva y, por lo tanto, algunos valores básicos, nos son comunes a todos los<br />
humanos 8 .<br />
5<br />
Max Horkheimer, Gesellschaft im Übergang (Sociedad <strong>en</strong> transición), Frankfurt: Fischer 1972, pp. 144-<br />
155.<br />
6 Theodor W. Adorno, Resignation (Resignación), <strong>en</strong>: Adorno, Kritik. Kleine Schrift<strong>en</strong> zur Gesellschaft<br />
(Crítica. Escritos breves sobre la sociedad), Frankfurt: Suhrkamp 1971, p. 150; Adorno, Philosophische<br />
Terminologie (Terminología filosófica), Frankfurt: Suhrkamp 1973, vol. I, p. 114.<br />
7 Aristoteles, Politik (Política), Reinbek: Rowohlt 1965, p. 10 (= 1253 a).<br />
8 Jürg<strong>en</strong> Habermas, Nachmetaphysisches D<strong>en</strong>k<strong>en</strong>. Philosophische Aufsätze (P<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to postmetafísico.<br />
Ensayos filosóficos), Frankfurt: Suhrkamp 1992, p. 75, 245.<br />
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Esta constelación nos obliga a considerar el sigui<strong>en</strong>te argum<strong>en</strong>to. El reconocimi<strong>en</strong>to de la<br />
auténtica pluralidad presupone la exist<strong>en</strong>cia de una concepción superior de justicia. La<br />
heterog<strong>en</strong>eidad sociopolítica Ä la coexist<strong>en</strong>cia de valores axiológicos y, sobre todo, de<br />
formas radicalm<strong>en</strong>te distintas de praxis social y política Ä se puede dar sobre todo <strong>en</strong> un<br />
contexto <strong>en</strong> el cual la tolerancia asume un rol de valor universal. Es decir: teóricam<strong>en</strong>te se<br />
otorga una preemin<strong>en</strong>cia universal e innegable a la tolerancia sobre la intolerancia, a un<br />
valor (el respeto a la disid<strong>en</strong>cia) sobre otro (prohibición de lo heterodoxo y heterogéneo). El<br />
derecho a ser otro y, aun más allá, la estimación muy alta de la otredad, la diversidad y la<br />
pluralidad funcionan bi<strong>en</strong> solam<strong>en</strong>te si se reconoce la vig<strong>en</strong>cia universal de la tolerancia y,<br />
al mismo tiempo, del sistema argum<strong>en</strong>tativo para llegar a esta conclusión. El derecho a ser<br />
difer<strong>en</strong>te y la diversidad cultural y étnica sólo pued<strong>en</strong> ser substanciados <strong>en</strong> la realidad<br />
mediante la protección de normas universales que prescrib<strong>en</strong> la tolerancia y cond<strong>en</strong>an la<br />
intolerancia 9 . En el plano de la política cotidiana la diversidad cultural y étnica será<br />
efectivam<strong>en</strong>te respetada y podrá florecer si todas las posiciones involucradas reconoc<strong>en</strong><br />
como norma superior el principio de la tolerancia 10 , es decir si admit<strong>en</strong> la compatibilidad de<br />
normas universales con la heterog<strong>en</strong>eidad de religiones, pueblos, culturas, razas y opiniones.<br />
Una idea de la totalidad es necesaria para apreh<strong>en</strong>der y criticar el surgimi<strong>en</strong>to de una<br />
ideología <strong>en</strong> s<strong>en</strong>tido clásico, cuando algo particular (por ejemplo: un interés sectorial) es<br />
exaltado a la categoría de lo g<strong>en</strong>eral (una conv<strong>en</strong>i<strong>en</strong>cia de nivel nacional, lo que a m<strong>en</strong>udo<br />
se revela como un prejuicio colectivo). Es verdad que muchos sistemas filosóficos han<br />
tratado de subsumir lo difer<strong>en</strong>te como un simple aspecto secundario bajo la id<strong>en</strong>tidad única<br />
y obligatoria del ser (como es el caso fundador y paradigmático de Parménides), pero <strong>en</strong><br />
contra de doctrinas postmodernistas muy expandidas hay que señalar y subrayar el hecho de<br />
9 Cf. el interesante volum<strong>en</strong> colectivo: Hilmar Hoffmann / Dieter Kramer (Hrsg.), Anderssein, ein<br />
M<strong>en</strong>sch<strong>en</strong>recht. Über die Vereinbarkeit universaler Norm<strong>en</strong> mit kultureller und ethnischer Vielfalt (Ser<br />
difer<strong>en</strong>te, un derecho humano. Sobre la compatibilidad de normas universales con la diversidad cultural y<br />
étnica), Weinheim 1995.<br />
10 En su crítica del relativismo d<strong>en</strong>tro de las ci<strong>en</strong>cias históricas, Sir Eric J. Hobsbawm c<strong>en</strong>suró "el<br />
desmantelami<strong>en</strong>to de las def<strong>en</strong>sas que la civilización de la Ilustración había levantado contra la barbarie [...].<br />
[...] nos hemos acostumbrado a lo inhumano. Hemos apr<strong>en</strong>dido a tolerar lo intolerable". E. J. Hobsbawm, op.<br />
cit. (nota 3), p. 264.<br />
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que desde la Antigüedad clásica ya se int<strong>en</strong>tó hacer justicia a lo distinto, a lo no idéntico,<br />
mediante el despliegue de un esfuerzo teórico que <strong>en</strong>globe la dialéctica de id<strong>en</strong>tidad y<br />
difer<strong>en</strong>cia, sin hacer desaparecer ésta última bajo las categorías de la primera 11 . No hay<br />
duda de que numerosos sistemas filosóficos, al igual que lo sucedido <strong>en</strong> las ci<strong>en</strong>cias<br />
sociales, han considerado a lo individual y único como meros accid<strong>en</strong>tes de lo colectivo y<br />
substancial; los f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os históricos, por ejemplo, aparec<strong>en</strong> como ilustraciones de las leyes<br />
obligatorias de la evolución g<strong>en</strong>eral. La tradición de algunos grandes sistemas filosóficos,<br />
con su actitud imperial de <strong>en</strong>globar todo, fundam<strong>en</strong>ta (y exculpa) la "gran teoría" con el<br />
conocido argum<strong>en</strong>to de que sólo mediante las g<strong>en</strong>eralizaciones se podría apreh<strong>en</strong>der lo<br />
sólido y perman<strong>en</strong>te, ya que los atributos individuales e individualizantes serían meros<br />
accid<strong>en</strong>tes de algo que se halla por <strong>en</strong>cima y por detrás de las difer<strong>en</strong>cias. En esta línea se<br />
postula que lo casual y lo fáctico (lo no idéntico) no deberían contaminar ni limitar el<br />
principio de id<strong>en</strong>tidad. La gran metafísica occid<strong>en</strong>tal prop<strong>en</strong>de a derivar lo conting<strong>en</strong>te de lo<br />
absoluto y lo particular de lo g<strong>en</strong>eral. Pero esta deplorable corri<strong>en</strong>te a percibir lo aleatorio<br />
como mero caso de lo universal no debe llevarnos al otro extremo, a negar toda posibilidad<br />
de g<strong>en</strong>eralización y abstracción.<br />
Por lo tanto: vista la problemática desde el s<strong>en</strong>tido común guiado críticam<strong>en</strong>te, no se<br />
pued<strong>en</strong> aceptar las leyes obligatorias del desarrollo histórico y el m<strong>en</strong>osprecio de lo<br />
individual, pero hay que reconocer las v<strong>en</strong>tajas cognitivas de los conceptos g<strong>en</strong>erales. El<br />
cuestionami<strong>en</strong>to de sistemas sociales, por un lado, y de modelos teóricos, por otro, no ti<strong>en</strong>e<br />
lugar si no existe una concepción g<strong>en</strong>eral de justicia y verdad. La sociología y la politología<br />
teóricas no existirían si no hubieran los instrum<strong>en</strong>tos de g<strong>en</strong>eralizar y abstraer. Sólo así se<br />
puede, por ejemplo, armar una hipótesis de trabajo a partir de los datos de los casos<br />
empíricos. El interés cognitivo emancipatorio, la concepción de sujetos autónomos y libres,<br />
11 Werner Beierwaltes, Id<strong>en</strong>tität und Differ<strong>en</strong>z (Id<strong>en</strong>tidad y difer<strong>en</strong>cia), Frankfurt: Klostermann 1980, p. 19.-<br />
Sobre la teoría <strong>en</strong> torno a la no-id<strong>en</strong>tidad de Theodor W. Adorno cf. el instructivo <strong>en</strong>sayo de Robert B. Pippin,<br />
Negative Dialektik. Adorno über falsches, beschädigtes, totes, bürgerliches Leb<strong>en</strong> (Dialéctica negativa. Adorno<br />
sobre la vida falsa, dañada, muerta y burguesa), <strong>en</strong>: Axel Honneth (comp.), Dialektik der Freiheit. Frankfurter<br />
Adorno-Konfer<strong>en</strong>z 2003 (Dialéctica de la libertad. La confer<strong>en</strong>cia de Frankfurt sobre Adorno 2003), Frankfurt:<br />
Suhrkamp 2005, pp. 85-114. Pippin afirma que toda la teoría de Adorno <strong>en</strong> torno a lo no-idéntico, pese a su<br />
carácter matizado, puede ser considerada como una exhortación relativam<strong>en</strong>te s<strong>en</strong>cilla <strong>en</strong> pro de no abandonar<br />
lo particular (ibid., p. 94).<br />
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la idea de libertad basada <strong>en</strong> un cons<strong>en</strong>so g<strong>en</strong>eral y hasta la racionalidad política de la praxis<br />
(basada <strong>en</strong> una intersubjetividad no coercitiva), repres<strong>en</strong>tan ejemplos de teorías g<strong>en</strong>erales<br />
que sobrepasan los casos individuales y que están por <strong>en</strong>cima de difer<strong>en</strong>cias históricas y<br />
culturales (únicos elem<strong>en</strong>tos que reconoc<strong>en</strong> los postmodernistas <strong>en</strong> un rapto de abstracción).<br />
La vig<strong>en</strong>cia de los ejemplos m<strong>en</strong>cionados se parece a un a priori racional 12 , pero no<br />
constituy<strong>en</strong>, por otra parte, ni una imposición "imperialista" ni el resultado de una cre<strong>en</strong>cia<br />
dogmática. Repres<strong>en</strong>tan el producto de una larga búsqueda histórica, producto que ejerce a<br />
la larga una función regulativa, pero que no pret<strong>en</strong>de poseer el status de verdad ontológica.<br />
Nada garantiza, por ejemplo, la realización práctico-política del interés cognitivo<br />
emancipatorio o la racionalidad intersubjetiva de la praxis, pero estos factores pued<strong>en</strong> ser<br />
considerados como posibilidades de una praxis emancipatoria racional, praxis que puede ser<br />
apr<strong>en</strong>dida por los sujetos actuantes y <strong>en</strong>riquecida por las experi<strong>en</strong>cias históricas, políticas y<br />
culturales. Siempre existe un dilema y una relación dialéctica <strong>en</strong>tre los principios g<strong>en</strong>erales<br />
de carácter normativo y la singularidad e irreductibilidad de los casos particulares. Como<br />
mostró Wolfgang Bonss, el psicoanálisis (y su vig<strong>en</strong>cia) se deriva de la contradicción de no<br />
poder concebir la totalidad como un absoluto y de no poder r<strong>en</strong>unciar simultáneam<strong>en</strong>te a un<br />
concepto de la verdad basado <strong>en</strong> la totalidad 13 .<br />
Todos los casos (y sus opuestos) nombrados <strong>en</strong> este breve texto ti<strong>en</strong><strong>en</strong> por objetivo señalar<br />
los polos <strong>en</strong>tre los cuales se muev<strong>en</strong> los debates <strong>en</strong> filosofía y ci<strong>en</strong>cias sociales y, al mismo<br />
tiempo, mostrar las posibilidades de una síntesis fructífera <strong>en</strong>tre las posiciones <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tadas,<br />
sigui<strong>en</strong>do el principio de la plausibilidad y la prud<strong>en</strong>cia (phronesis) que anima a un common<br />
s<strong>en</strong>se ori<strong>en</strong>tado críticam<strong>en</strong>te. La reflexión de la razón sobre sí misma nos puede <strong>en</strong>señar que<br />
12 Cf. el excel<strong>en</strong>te <strong>en</strong>sayo de R<strong>en</strong>é Antonio Mayorga, Ideología y crítica de la ideología: reflexiones <strong>en</strong><br />
torno a una alternativa teórica, <strong>en</strong>: Francisco Rojas Arav<strong>en</strong>a (comp.), América Latina: ideología y cultura, San<br />
José: FLACSO 1982, p. 144 sq.- Sobre el <strong>en</strong>foque de Herbert Marcuse acerca de la estructura antropológicolibidinosa<br />
de la racionalidad y la intersubjetividad y la reconstrucción crítica de Jürg<strong>en</strong> Habermas de la<br />
racionalidad normativa (considerando el giro lingüístico de la Escuela de Frankfurt), cf. ibid., p. 146 sq.<br />
13 Wolfgang Bonss, Psychoanalyse als Wiss<strong>en</strong>schaft und Kritik. Zur Freudrezeption der Frankfurter Schule<br />
(Psicoanálisis como ci<strong>en</strong>cia y crítica. Sobre la recepción de Freud de parte de la Escuela de Frankfurt), <strong>en</strong>:<br />
Wolfgang Bonss / Axel Honneth (comps.), Sozialforschung als Kritik. Zum sozialwiss<strong>en</strong>schaftlich<strong>en</strong> Pot<strong>en</strong>tial<br />
der Kritisch<strong>en</strong> Theorie (Investigación social como crítica. Sobre el pot<strong>en</strong>cial de la Teoría Crítica <strong>en</strong> ci<strong>en</strong>cias<br />
sociales), Frankfurt: Suhrkamp 1982, p. 408.- Sobre la posición muy difer<strong>en</strong>ciada de Adorno fr<strong>en</strong>te al<br />
psicoanálisis cf. Stefan Müller-Doohm, Die Soziologie Theodor W. Adornos. Eine Einführung (La sociología de<br />
Adorno. Una introducción), Frankfurt etc.: Campus 2001, p. 197.<br />
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existe un interés racional, universal (y algunos añad<strong>en</strong>: democrático) de la humanidad para<br />
sobrevivir <strong>en</strong> las mejores condiciones, que no puede y no debe ser relativizado 14 . Esta<br />
autorreflexión de la razón ti<strong>en</strong>e un anteced<strong>en</strong>te indisp<strong>en</strong>sable <strong>en</strong> el psicoanálisis de Sigmund<br />
Freud, que tuvo el mérito de haber introducido la empatía <strong>en</strong> las ci<strong>en</strong>cias sociales, es decir<br />
haber rehabilitado la validez de la intuición asociativa que sabe tomar el lugar del otro y<br />
ponerse <strong>en</strong> la perspectiva de lo investigado 15 . El psicoanálisis empezó como una terapia<br />
individual que pret<strong>en</strong>de el esclarecimi<strong>en</strong>to y la superación de los temores y los deseos<br />
inconsci<strong>en</strong>tes. La crítica de la ideología Ä postulada <strong>en</strong> este estudio Ä es una terapia del<br />
ámbito socio-político que int<strong>en</strong>ta conocer y reducir los motivos de una comunicación<br />
perturbada, motivos que pued<strong>en</strong> ser descritos como relaciones no consci<strong>en</strong>tes de poder o<br />
como una gramática profunda de nexos basados <strong>en</strong> la viol<strong>en</strong>cia y la coerción. La crítica de<br />
las ideologías repres<strong>en</strong>taría el desciframi<strong>en</strong>to de estos vínculos más o m<strong>en</strong>os <strong>en</strong>cubiertos,<br />
crítica inspirada por una intuición g<strong>en</strong>eral, el interés emancipatorio de la humanidad: la<br />
disolución de situaciones irracionales de poder y el increm<strong>en</strong>to de la autonomía individual.<br />
Las ley<strong>en</strong>das, los prejuicios y las ilusiones de índole regresiva deb<strong>en</strong> ser analizadas<br />
críticam<strong>en</strong>te y superadas políticam<strong>en</strong>te para alcanzar un diálogo libre y una comunicación<br />
no interv<strong>en</strong>ida por la fuerza. El primer paso <strong>en</strong> esa dirección es que el sujeto se dé cu<strong>en</strong>ta de<br />
sus motivaciones inconsci<strong>en</strong>tes y de las quimeras que le brindan seguridad psíquica 16 . (Este<br />
<strong>en</strong>foque, tan brillante <strong>en</strong> la esfera sublime de la teoría, puede t<strong>en</strong>er una vig<strong>en</strong>cia muy<br />
limitada <strong>en</strong> el profano mundo de los intereses y los conflictos cotidianos, sobre todo <strong>en</strong> el<br />
14 Cf. el notable <strong>en</strong>sayo de Iring Fetscher, Aufklärung über Aufklärung (Esclarecimi<strong>en</strong>to sobre la Ilustración),<br />
<strong>en</strong>: Axel Honneth et al. (comps.), Zwisch<strong>en</strong>betrachtung<strong>en</strong>. Im Prozess der Aufklärung (Consideraciones<br />
provisorias. En el proceso del esclarecimi<strong>en</strong>to), Frankfurt: Suhrkamp 1989, pp. 657-689.<br />
15 Mario Erdheim, Die gesellschaftliche Produktion von Unbewusstheit. Eine Einführung in d<strong>en</strong><br />
ethnopsychoanalytisch<strong>en</strong> Prozess (La producción social de lo inconsci<strong>en</strong>te. Una introducción al proceso etnopsicoanalítico),<br />
Frankfurt: Suhrkamp 1984, p. 10.<br />
16 Albrecht Wellmer, Kommunikation und Emanzipation (Comunicación y emancipación), <strong>en</strong>: Urs Jaeggi /<br />
Axel Honneth (comps.), Theori<strong>en</strong> des Historisch<strong>en</strong> Materialismus (Teorías del materialismo histórico),<br />
Frankfurt: Suhrkamp 1977, p. 494; Jürg<strong>en</strong> Habermas, Die Utopie des gut<strong>en</strong> Herrschers. Eine Antwort auf<br />
Robert Spaemann (La utopía del bu<strong>en</strong> gobernante. Una respuesta a Robert Spaemann), <strong>en</strong>: Habermas, Kultur<br />
und Kritik. Verstreute Aufsätze (Cultura y crítica. Ensayos dispersos), Frankfurt: Suhrkamp 1973, p. 387.- Las<br />
ideas c<strong>en</strong>trales provi<strong>en</strong><strong>en</strong> de la obra magistral de Herbert Marcuse, Triebstruktur und Gesellschaft. Ein<br />
philosophischer Beitrag zu Sigmund Freud (Eros y civilización. Una contribución filosófica <strong>en</strong> torno a<br />
Sigmund Freud), Frankfurt: Suhrkamp 1967, passim.<br />
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campo de los choques interculturales. Pero sirve para marcar una importante posición a ser<br />
considerada por un common s<strong>en</strong>se ori<strong>en</strong>tado críticam<strong>en</strong>te.)<br />
En este contexto es indisp<strong>en</strong>sable una aclaración. El psicoanálisis Ä como las teorías<br />
deconstruccionistas y postmodernistas Ä corre, sin embargo, el peligro de convertirse <strong>en</strong> un<br />
juego exegético, <strong>en</strong> ejercicios herm<strong>en</strong>éuticos cercanos a la literatura, donde a la postre todo<br />
vale, sobre todo <strong>en</strong> nuestro siglo, marcado por la fuerza normativa de los medios masivos de<br />
comunicación. ("La interpretación de los sueños", de Freud, es un bu<strong>en</strong> modelo de esta<br />
inclinación a ejercicios interpretativos proclives a la arbitrariedad discursiva.) Freud<br />
construyó su notable edificio teórico sobre la suposición, especulativa como otras, de que el<br />
desarrollo humano es la historia inexorable de la represión: el sufrimi<strong>en</strong>to y el bi<strong>en</strong>estar<br />
estarían ligados inextricable y hasta causalm<strong>en</strong>te. La contraposición indifer<strong>en</strong>ciada y<br />
extrema <strong>en</strong>tre el principio de placer y el principio de la realidad, <strong>en</strong>tre la vida caótica de los<br />
instintos y la felicidad, por una parte, y la domesticación racional y civilizadora de los<br />
impulsos, por otra, llevó a Freud, sigui<strong>en</strong>do a Friedrich Nietzsche, a postular una visión<br />
demasiado pesimista del Hombre y de la historia.<br />
También esta doctrina g<strong>en</strong>eral de la sospecha ti<strong>en</strong>e s<strong>en</strong>tido, como lo adelantó Theodor W.<br />
Adorno, si está de alguna manera referida a un trasfondo de verdad 17 . La concepción hoy <strong>en</strong><br />
boga de que todo es ideología (es decir: consci<strong>en</strong>cia necesariam<strong>en</strong>te falsa) conduce a<br />
relativizar toda forma de conocimi<strong>en</strong>to, a suponer que todo análisis ci<strong>en</strong>tífico es una<br />
justificación de intereses materiales o políticos, a diluir toda difer<strong>en</strong>cia <strong>en</strong>tre lo verdadero y<br />
lo falso. Todo p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to resultaría relativo, particularista, vinculado a un interés<br />
determinante y, por consigui<strong>en</strong>te, proclive a la equivocación. En contra de estas<br />
suposiciones puede aducirse que todo cuestionami<strong>en</strong>to no es posible sin una idea, aunque<br />
sea fragm<strong>en</strong>taria, de lo que es o podría ser lo verdadero y lo objetivo. La posibilidad de un<br />
conocimi<strong>en</strong>to más o m<strong>en</strong>os cierto se da cuando el intelecto se percata de sus propias<br />
limitaciones y de sus condicionami<strong>en</strong>tos; la reflexión crítico-g<strong>en</strong>ética (el descubrimi<strong>en</strong>to del<br />
contexto y del orig<strong>en</strong>, es decir de lo relativo y hasta negativo de cada paso del p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to)<br />
17 Theodor W. Adorno, Negative Dialektik (La dialéctica negativa), Frankfurt: Suhrkamp 1966, p. 196<br />
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abre una puerta para un conocimi<strong>en</strong>to aceptablem<strong>en</strong>te estructurado de fragm<strong>en</strong>tos<br />
confiables, siempre que ellos no sean exaltados a la categoría de verdades absolutas e<br />
indubitables. Por otra parte el postular que todo p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to es relativo y la degradación<br />
concomitante de todo esfuerzo ci<strong>en</strong>tífico e int<strong>en</strong>to intelectual a una mera opinión <strong>en</strong>tre otras<br />
constituy<strong>en</strong> f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os que impid<strong>en</strong> un auténtico <strong>en</strong>t<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to <strong>en</strong>tre los hombres y<br />
facilitan la predisposición a combatirse y a destruirse mutuam<strong>en</strong>te. Toda crítica presupone<br />
un mom<strong>en</strong>to de verdad, por más vago que este resulte ser: no como un producto terminado<br />
de un saber dogmático, sino como marca provisoria de un proceso histórico-g<strong>en</strong>ético. Sin<br />
una idea de una posible verdad no puede existir su contrario, el concepto de algo falso,<br />
relativo y efímero. La propia noción de que algo es meram<strong>en</strong>te relativo y posiblem<strong>en</strong>te falso<br />
es imp<strong>en</strong>sable sin una intuición de que hay una difer<strong>en</strong>cia fundam<strong>en</strong>tal <strong>en</strong>tre lo falso y lo<br />
verdadero. El sujeto p<strong>en</strong>sante es inquietado por la consci<strong>en</strong>cia de la relatividad y<br />
cuestionabilidad de sus productos intelectuales, y <strong>en</strong> esa inquietud se vislumbra la<br />
posibilidad de la verdad 18 . Esta es la base del teorema del s<strong>en</strong>tido común guiado<br />
críticam<strong>en</strong>te.<br />
Y finalm<strong>en</strong>te, contra al relativismo axiológico se puede decir con Erich Fromm: el<br />
p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to crítico sólo resulta fructífero si está vinculado a la actividad más valiosa del ser<br />
humano: el amor a la vida. "Creer significa atreverse, p<strong>en</strong>sar lo imp<strong>en</strong>sable y, sin embargo,<br />
actuar d<strong>en</strong>tro de los límites de lo posible <strong>en</strong> s<strong>en</strong>tido realista" 19 .<br />
Lo razonable puede residir <strong>en</strong> una posición intermedia <strong>en</strong>tre doctrinas extremas o hasta <strong>en</strong><br />
la combinación intelig<strong>en</strong>te de ambas. En el debate medieval <strong>en</strong>tre realismo y nominalismo la<br />
escolástica crítica de Santo Tomás de Aquino repres<strong>en</strong>tó una posibilidad de este tipo. Hoy <strong>en</strong><br />
día sería recom<strong>en</strong>dable, por ejemplo, reconocer el valor de lo no idéntico e individual d<strong>en</strong>tro<br />
del marco g<strong>en</strong>eral de un interés emancipatorio: lo humanam<strong>en</strong>te razonable estaría <strong>en</strong>carnado<br />
18 Sobre esta temática cf. los importantes aportes: Hans Barth, Wahrheit und Ideologie (Verdad e ideología),<br />
Zurich: R<strong>en</strong>tsch 1961, p. 287; Herbert Schnädelbach, Was ist Ideologie? Versuch einer Begriffsklärung (Qué es<br />
ideología? Int<strong>en</strong>to de una aclaración conceptual), <strong>en</strong>: DAS ARGUMENT (Belin), vol. 10 (1969), Nº 50, p. 77<br />
sqq.<br />
19<br />
Erich Fromm, Anatomie der m<strong>en</strong>schlich<strong>en</strong> Destruktivität (Anatomía de la destructividad humana),<br />
Reinbek: Rowohlt 1981, p. 490 sq.<br />
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<strong>en</strong> los f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os particulares e históricos. Lo contrario es una posición dogmática que<br />
exalta el principio de id<strong>en</strong>tidad a la calidad de fuerza histórica inexorable y, además,<br />
normativa. Pero esta corri<strong>en</strong>te, como se la percibió <strong>en</strong> los regím<strong>en</strong>es socialistas del siglo<br />
XX, ti<strong>en</strong>de a nivelizar y uniformar el mundo de los hechos individuales y a reconciliar muy<br />
tempranam<strong>en</strong>te sus diverg<strong>en</strong>cias; el marxismo, como se sabe, deg<strong>en</strong>eró fácilm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> una<br />
ci<strong>en</strong>cia de la legitimación 20 . El resultado es percibir como triviales y transitorios los<br />
conflictos y el dolor derivado de ellos 21 . Pero, por el contrario, el ac<strong>en</strong>to excesivo <strong>en</strong> las<br />
difer<strong>en</strong>cias g<strong>en</strong>era a m<strong>en</strong>udo la justificación de lo real por ser lo exist<strong>en</strong>te <strong>en</strong> un mom<strong>en</strong>to<br />
dado y la santificación de los regím<strong>en</strong>es autoritarios del día por t<strong>en</strong>er éstos la legitimidad<br />
irreductible de lo fáctico. Lo conv<strong>en</strong>i<strong>en</strong>te puede estar <strong>en</strong> aquella concepción que parte de los<br />
grandes principios de las teorías racionalistas y los pone <strong>en</strong> cuestionami<strong>en</strong>to con ayuda de<br />
análisis concretos que provi<strong>en</strong><strong>en</strong> de las ci<strong>en</strong>cias sociales e históricas. Es dudoso que todo<br />
p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to g<strong>en</strong>eral y abstracto t<strong>en</strong>ga, sin excepción, una afinidad subordinada hacia el<br />
poder o que sea un mero instrum<strong>en</strong>to de este último; es también dudoso, por otra parte, que<br />
el conocimi<strong>en</strong>to ci<strong>en</strong>tífico pueda r<strong>en</strong>unciar a abstracciones y g<strong>en</strong>eralizaciones 22 .<br />
Sigui<strong>en</strong>do un argum<strong>en</strong>to de Jürg<strong>en</strong> Habermas se puede aseverar como resum<strong>en</strong> 23 : pese a<br />
todos los retrocesos históricos existe la posibilidad de una praxis política (la autorrealización<br />
del ser humano) basada <strong>en</strong> la reflexión crítica y, por <strong>en</strong>de, <strong>en</strong> la autodeterminación. Para ello<br />
hay que difer<strong>en</strong>ciar fundam<strong>en</strong>talm<strong>en</strong>te los aspectos emancipatorios de la razón de sus lados<br />
represivos. Esto conlleva la distinción <strong>en</strong>tre esclarecimi<strong>en</strong>to y manipulación, <strong>en</strong>tre la<br />
20 Oskar Negt, Marxismus als Legitimationswiss<strong>en</strong>schaft (Marxismo como ci<strong>en</strong>cia de justificación), <strong>en</strong>:<br />
Abram Deborin / Nikolaj Bucharin, Kontrovers<strong>en</strong> über dialektisch<strong>en</strong> und mechanistisch<strong>en</strong> Marxismus<br />
(Controversias <strong>en</strong> torno al marxismo dialéctico y mecanicista), Frankfurt: Suhrkamp 1969, p. 14.<br />
21 Cf. dos obras muy interesantes con respecto a esta "lógica de la subsunción": Karl Heinz Haag,<br />
Philosophischer Idealismus (Idealismo filosófico), Frankfurt: EVA 1967, p. 6 sqq., 15; Reinhard Kager,<br />
Herrschaft und Versöhnung (Poder y reconciliación), Frankfurt: Campus 1988.<br />
22 Para una crítica a las posiciones brillantes, pero extremas de Theodor W. Adorno cf. Werner Beierwaltes,<br />
op. cit. (nota 11), pp. 270-272; Herbert Schnädelbach, Dialektik als Vernunftkritik. Zur Konstruktion des<br />
Rational<strong>en</strong> bei Adorno (Dialéctica como crítica de la razón. Sobre la construcción de lo racional <strong>en</strong> Adorno),<br />
<strong>en</strong>: Ludwig von Friedeburg / Jürg<strong>en</strong> Habermas (comps.), Adorno-Konfer<strong>en</strong>z 1983 (Confer<strong>en</strong>cia sobre Adorno<br />
1983), Frankfurt: Suhrkamp 1983, pp. 66-93.<br />
23 Jürg<strong>en</strong> Habermas, Der philosophische Diskurs der Moderne. Zwölf Vorlesung<strong>en</strong> (El discurso filosófico de<br />
la modernidad. Doce lecciones), Frankfurt: Suhrkamp 1985, p. 391 sq.<br />
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consci<strong>en</strong>cia y lo inconsci<strong>en</strong>te, <strong>en</strong>tre verdad e ideología y, sobre todo, <strong>en</strong>tre una razón<br />
substancial y una racionalidad instrum<strong>en</strong>tal. Suponer que la praxis política es ya totalm<strong>en</strong>te<br />
uniforme y aplanada, repres<strong>en</strong>ta una cierta ceguera. Se puede sost<strong>en</strong>er que la humanidad ha<br />
avanzado mediante la difer<strong>en</strong>ciación y la individuación, y que, pese a todos los f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os<br />
de represión, aun se da un proceso abierto, que permite, bajo ciertas circunstancias, hablar<br />
de progreso.<br />
Se puede explicitar lo dicho anteriorm<strong>en</strong>te si aplicamos el teorema del s<strong>en</strong>tido común<br />
ori<strong>en</strong>tado críticam<strong>en</strong>te al complejo formado por el p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to utópico y la subvaloración<br />
del individuo, ya que nos permitiría considerar de manera más sobria las ambigüedades del<br />
poder político, lo cual ha sido uno de los principales asuntos de discusión desde los albores<br />
de la filosofía <strong>en</strong> la Grecia clásica. Fr<strong>en</strong>te a la persist<strong>en</strong>te mala calidad de los gobernantes y<br />
las car<strong>en</strong>cias de todo modelo de organización humana, surgieron muy tempranam<strong>en</strong>te<br />
ideales de reforma política radical e int<strong>en</strong>tos sistemáticos por concebir un ord<strong>en</strong> social más<br />
justo. La utopía propuesta por el divino Platón estaba animada por designios estrictam<strong>en</strong>te<br />
racionales y humanistas y su modelo estatal estaba destinado al mejorami<strong>en</strong>to ético y<br />
estético de los mortales. La Politeia platónica t<strong>en</strong>ía como meta explícita el<br />
perfeccionami<strong>en</strong>to perman<strong>en</strong>te de los ciudadanos y la armonización de esfuerzos<br />
individuales y sociales. El Estado debía ganar constantem<strong>en</strong>te <strong>en</strong> justicia y el ciudadano <strong>en</strong><br />
virtud. Y el Estado, <strong>en</strong> la República platónica, t<strong>en</strong>ía como obligación básica el proporcionar<br />
a los ciudadanos todos los medios para que éstos pudies<strong>en</strong> desarrollar pl<strong>en</strong>am<strong>en</strong>te sus<br />
aptitudes naturales. Es casi imposible imaginarse un ideal estatal mejor que el platónico,<br />
consagrado simultáneam<strong>en</strong>te a la consecución de felicidad, a la ampliación del<br />
conocimi<strong>en</strong>to y a la combinación de belleza, proporcionalidad y verdad 24 .<br />
Algunos de estos rasgos, sobre todo el ansia de justicia social, se repit<strong>en</strong> <strong>en</strong> la mayoría de<br />
las grandes concepciones utópicas 25 . Pero precisam<strong>en</strong>te desde la utopía de Platón se<br />
24 Platon, Nomoi (Leyes) <strong>en</strong>: Platon, Sämtliche Werke (Obras completas), Reinbek: Rowohlt 1967, vol. VI, p.<br />
15 (= 630c), p. 28 (= 664a-b), 44 sq. (= 661-662e).- Sobre esta temática cf. el excel<strong>en</strong>te texto de George H.<br />
Sabine, A History of Political Theory, Londres: Harrap 1966, p. 52.<br />
25 Sobre el p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to utópico cf. las obras que no han perdido vig<strong>en</strong>cia: Norman Coh<strong>en</strong>, The Pursuit of<br />
the Mill<strong>en</strong>nium, New York: Harper 1901; Hilaire Belloc, The Servile State, New York: Holt 1946; Ernest Lee<br />
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eproduc<strong>en</strong> algunos elem<strong>en</strong>tos que nos obligan a rep<strong>en</strong>sar el problema del poder político y a<br />
adoptar una posición matizada e intermedia <strong>en</strong>tre el <strong>en</strong>sayo de abolir el poder y el propósito<br />
de reforzarlo para lograr más fácilm<strong>en</strong>te las metas sublimes de la revolución. Ya <strong>en</strong> la obra<br />
platónica emerge un factor repetitivo de las utopías, que nos debería prev<strong>en</strong>ir acerca de la<br />
peligrosidad política inher<strong>en</strong>te a las bu<strong>en</strong>as int<strong>en</strong>ciones: lo deplorable es que Platón y la<br />
mayoría de los utopistas privilegian lo g<strong>en</strong>eral y colectivo sobre lo particular e individual.<br />
Este principio básico contribuye a que los seres humanos concretos sean percibidos como<br />
<strong>en</strong>granajes de la magna maquinaria estatal, y que sus derechos y facultades aparezcan como<br />
subordinadas bajo los imperativos de las grandes instituciones colectivas. La exaltación de<br />
lo g<strong>en</strong>eral y colectivo y la subordinación concomitante de lo particular e individual<br />
pert<strong>en</strong>ec<strong>en</strong> asimismo al núcleo de las doctrinas filosóficas de Hegel 26 y Marx 27 . La<br />
eliminación de lo conting<strong>en</strong>te y fortuito configura la int<strong>en</strong>ción primaria y básica de la<br />
filosofía hegeliana de la historia; lo concreto, lo individual y lo particular son equiparados<br />
por Hegel a lo casual, <strong>en</strong>t<strong>en</strong>dido siempre <strong>en</strong> s<strong>en</strong>tido peyorativo. Lo pasajero, <strong>en</strong> cuanto lo<br />
despr<strong>en</strong>dido y disociado del todo, y hasta lo empírico y material, es percibido como lo<br />
secundario, efímero y aleatorio, a lo que Hegel atribuyó una dignidad ontológica inferior.<br />
Todo esto debería ser integrado <strong>en</strong> una totalidad superior, <strong>en</strong> lo necesario filosóficam<strong>en</strong>te,<br />
<strong>en</strong> un desarrollo histórico obligatorio y <strong>en</strong> una razón <strong>en</strong>globante 28 . La reconciliación de la<br />
Tuveson, Mill<strong>en</strong>nium and Utopia. A Study on the Background of the Idea of Progress, Berkeley: California U.<br />
P. 1949; J. L. Talmon, Political Messianism, New York: Praeger 1960; Thomas Molnar, La herejía per<strong>en</strong>ne,<br />
Bu<strong>en</strong>os Aires: EUDEBA 1970; y la notable compilación de <strong>en</strong>sayos de Arnheln Neusüss (comp.), Utopie.<br />
Begriff und Phänom<strong>en</strong> des Utopisch<strong>en</strong> (Utopía. Concepto y f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o de lo utópico), Neuwied: Luchterhand<br />
1972.<br />
26 El inm<strong>en</strong>so edificio de la filosofía hegeliana conti<strong>en</strong>e invalorables elem<strong>en</strong>tos que no son aludidos por este<br />
exam<strong>en</strong> y que repres<strong>en</strong>tan aspectos imprescindibles del p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to crítico occid<strong>en</strong>tal, como ser su estética, su<br />
análisis del Estado <strong>en</strong> cuanto institución c<strong>en</strong>tral de la era moderna, su apreciación de la Revolución Francesa y<br />
su reconstrucción dialéctica de los procesos de conci<strong>en</strong>tización. Cf. Iring Fetscher (Hrsg.), Hegel in der Sicht<br />
der neuer<strong>en</strong> Forschung (Hegel <strong>en</strong> la perspectiva de la investigación reci<strong>en</strong>te), Darmstadt: WBG 1973.<br />
27<br />
Gerhard Göhler, Die Reduktion der Dialektik durch Marx (La reducción de la dialéctica por Marx),<br />
Stuttgart: Klett-Cotta 1980.<br />
28 Georg Wilhelm Friedrich Hegel, Die Vernunft in der Geschichte (La razón <strong>en</strong> la historia), Hamburgo:<br />
Meiner 1980, p. 29, 48 sq., 106.- Para una crítica de esta posición cf. Karl Löwith, Von Hegel zu Nietzsche. Der<br />
revolutionäre Bruch im D<strong>en</strong>k<strong>en</strong> des 19. Jahrhunderts (De Hegel a Nietzsche. El quiebre revolucionario <strong>en</strong> el<br />
p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to del siglo XIX), Stuttgart etc.: Kohlhammer 1964, p. 233 sq.; Herbert Marcuse, Vernunft und<br />
Revolution. Hegel und die Entstehung der Gesellschaftstheorie (Razón y revolución. Hegel y el surgimi<strong>en</strong>to de<br />
la teoría social), Neuwied: Luchterhand 1962, pp. 207-209.<br />
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consci<strong>en</strong>cia individual con la ley y el proceso objetivos sería una de las grandes metas<br />
históricas; esto debía suceder, según Hegel, a través del Estado, calificado como "la idea<br />
divina sobre la Tierra" y "la totalidad moral". El Estado repres<strong>en</strong>taría el objetivo histórico y<br />
los individuos serían sus "instrum<strong>en</strong>tos" 29 . En el plano ético la irrelevancia del individuo<br />
daría como resultado que lo correcto moralm<strong>en</strong>te es la inserción <strong>en</strong> la totalidad, la<br />
id<strong>en</strong>tificación con el conjunto social, el adaptarse a lo rige <strong>en</strong> el día y la resignación ante el<br />
curso de la historia. El curso del mundo siempre triunfa sobre lo que la virtud puede<br />
contraponerle 30 .<br />
En la versión hegeliana (prefigurada probablem<strong>en</strong>te por la Gnosis clásica 31 ), la naturaleza<br />
misma es percibida como una ali<strong>en</strong>ación del espíritu, una separación, un alejami<strong>en</strong>to de la<br />
idea; la naturaleza, su diversidad y sus aspectos materiales no pose<strong>en</strong> un derecho propio a la<br />
exist<strong>en</strong>cia, sino que conforman un tránsito del espíritu hacia sí mismo, un pasaje de la<br />
consci<strong>en</strong>cia hacia su autocompr<strong>en</strong>sión. La naturaleza repres<strong>en</strong>ta <strong>en</strong>tonces un mom<strong>en</strong>to de<br />
resist<strong>en</strong>cia, que <strong>en</strong> el proceso cognoscitivo ti<strong>en</strong>e que ser v<strong>en</strong>cido y superado. Lo otro, lo no<br />
integrado y lo diverg<strong>en</strong>te es visto como lo depravado e irrelevante o, <strong>en</strong> el mejor de los<br />
casos, como lo subordinado, pasajero y secundario 32 .<br />
Es innecesario volver a subrayar lo que todo esto puede significar <strong>en</strong> la esfera política, que<br />
va desde el <strong>en</strong>diosami<strong>en</strong>to del Estado c<strong>en</strong>tralizado hasta la eliminación de los<br />
29 Georg Wilhelm Friedrich Hegel, Vorlesung<strong>en</strong> über die Philosophie der Geschichte (Lecciones sobre la<br />
filosofía de la historia), <strong>en</strong>: G. W. F. Hegel, Werke (Obras), compilación de Eva Mold<strong>en</strong>hauer y Karl Markus<br />
Michel), Frankfurt: Suhrkamp 1970, vol. 12, pp. 55-57; Hegel, Die Vernunft..., op. cit. (nota 28), p. 112.<br />
30 G. W. F. Hegel, Phänom<strong>en</strong>ologie des Geistes (F<strong>en</strong>om<strong>en</strong>ología del espíritu), <strong>en</strong>: Hegel, Werke, op. cit.<br />
(nota 29), vol. 3, pp. 287-291, 352-354; Hegel, Vorlesung<strong>en</strong>..., ibid. (nota 29), p. 40, 49, 55. Cf. la brillante<br />
crítica a esta concepción: Hans Barth, op. cit. (nota 18), p. 169.<br />
31 Cf. Hans Jonas, The Gnostic Religion. The Message of the Ali<strong>en</strong> God and the Beginning of Christianity,<br />
Boston: Beacon 1963; Kurt Rudolph (comp.), Gnosis und Gnostizismus (Gnosis y gnosticismo), Darmstadt:<br />
WBG 1975.<br />
32 Sobre esta temática cf. Theodor W. Adorno, Minima Moralia. Reflexion<strong>en</strong> aus dem beschädigt<strong>en</strong> Leb<strong>en</strong><br />
(Minima moralia. Reflexiones desde la vida deteriorada), Frankfurt: Suhrkamp 1971, p. 9; Adorno, Drei<br />
Studi<strong>en</strong> zu Hegel (Tres estudios sobre Hegel), Frankfurt: Suhrkamp 1963, p. 164 sq.<br />
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particularismos provinciales, pasando por la d<strong>en</strong>igración de la separación de poderes y del<br />
federalismo.<br />
Por todo ello se puede aseverar que el p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to utópico no es una superación del logos<br />
del poder, sino su r<strong>en</strong>acimi<strong>en</strong>to bajo condiciones cambiantes, por ejemplo revolucionarias.<br />
El odio con respecto a las estructuras de poder y contra las jerarquías tradicionales crea el<br />
sustrato del que se nutr<strong>en</strong> los designios utópicos (y la mayoría de los revolucionarios), pero<br />
las soluciones propuestas Ä y, sobre todo, las prácticas concretas resultantes Ä pued<strong>en</strong> ser<br />
descritas como la restauración de jerarquías simples y duras, la introducción de pautas<br />
puritanas de comportami<strong>en</strong>to para el pueblo llano (junto con la preservación de un estilo<br />
hedonista para las élites revolucionarias) y la combinación de elem<strong>en</strong>tos arcaicos,<br />
antidemocráticos e iliberales <strong>en</strong> la vida cotidiana. En los modelos utópicos esta última puede<br />
ser calificada de sublime, pero con seguridad resulta aburrida y monótona, lo que no es poca<br />
cosa dada la brevedad de la exist<strong>en</strong>cia individual 33 . El mundo de la utopía reproduce ocultas<br />
nostalgias por lo estático, por el fin de toda evolución y por la quietud después de fuertes<br />
crisis y revueltas; es un universo donde ya no pasa nada. La fundam<strong>en</strong>tación misma de las<br />
utopías ti<strong>en</strong>e mucho que ver con motivos de evasión: sus autores las concib<strong>en</strong> <strong>en</strong> épocas de<br />
desord<strong>en</strong> y descomposición sociales, cuando la población crece rápidam<strong>en</strong>te, cuando los<br />
vínculos tradicionales se aflojan o se romp<strong>en</strong>, cuando las distancias <strong>en</strong>tre los ricos y los<br />
pobres se hac<strong>en</strong> más grandes o cuando se modifican profundam<strong>en</strong>te los modos de<br />
producción. Surge <strong>en</strong>tonces un s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>to colectivo de impot<strong>en</strong>cia y de ansias de construir<br />
la sociedad perfecta, donde los justos gozarán eternam<strong>en</strong>te de seguridad, abundancia y paz.<br />
Todos los utopistas, incluy<strong>en</strong>do a los p<strong>en</strong>sadores marxistas, toman por cierta la iniciación<br />
inmaculada de la historia humana, la caída posterior <strong>en</strong> un ord<strong>en</strong> más o m<strong>en</strong>os pecaminoso y<br />
la red<strong>en</strong>ción futura, alcanzable por el esfuerzo humano.<br />
La aversión hacia las clases altas no impide, <strong>en</strong> casi todos los proyectos utópicos, la<br />
constitución de una élite dirig<strong>en</strong>te extremadam<strong>en</strong>te privilegiada: uno de los pocos rasgos<br />
33 E. L. Revol, Metamorfosis de utopía, <strong>en</strong>: ECO. REVISTA DE LA CULTURA DE OCCIDENTE<br />
(Bogotá), vol. XXXIV, Nº 1 (= 205), noviembre de de 1978, p. 7; Alfred Dor<strong>en</strong>, Wunschräume und<br />
Wunschzeit<strong>en</strong> (Espacios y tiempos del deseo), <strong>en</strong>: Arnhelm Neusüss (comp.), op. cit. (nota 25), pp. 136-138.<br />
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ealistas de los modelos utópicos. Y digo extremadam<strong>en</strong>te privilegiada porque desde los<br />
reyes-filósofos de la República platónica hasta los revolucionarios profesionales del sistema<br />
l<strong>en</strong>inista, las élites de los proyectos de utopía política conforman un grupo especial de la<br />
población, separado por obligaciones y prerrogativas del grueso de ella, grupo que se<br />
distingue ante todo por una superioridad <strong>en</strong> conocimi<strong>en</strong>tos, perspicacia y amor a la cosa<br />
pública <strong>en</strong> comparación con los estratos inferiores 34 . Este grupo conoce "ci<strong>en</strong>tíficam<strong>en</strong>te"<br />
los decursos históricos, las filosofías correctas, las leyes de la economía y la sociología y<br />
hasta los saberes prácticos para hacer política <strong>en</strong> la vida diaria, y además sus miembros<br />
consagran su exist<strong>en</strong>cia a la cosa pública con una dedicación y una exclusividad similares a<br />
las actitudes de los monjes <strong>en</strong> las grandes órd<strong>en</strong>es religiosas. Esta superioridad configura<br />
una legitimidad muy fuerte y consolidada <strong>en</strong> favor de los reyes-filósofos o de cualquier otra<br />
élite revolucionaria, como es el caso más conocido y más pernicioso a escala mundial: los<br />
revolucionarios profesionales que dirigieron los partidos comunistas y los estados<br />
gobernados por éstos. Si los integrantes de la élite revolucionaria <strong>en</strong> los modelos utópicos<br />
personifican la verdad y la necesidad históricas y pose<strong>en</strong> un saber superior <strong>en</strong> todo s<strong>en</strong>tido,<br />
<strong>en</strong>tonces ti<strong>en</strong><strong>en</strong> todo el derecho para gobernar sin restricciones y para exigir una obedi<strong>en</strong>cia<br />
total de parte de los otros "ciudadanos".<br />
Como aseveró Ludwig Landgrebe, contra esa concepción de las élites bi<strong>en</strong> p<strong>en</strong>santes no<br />
existe poder humano que pueda y deba contraponerse; no es posible, <strong>en</strong> consecu<strong>en</strong>cia,<br />
fundam<strong>en</strong>tar la libertad socio-política contra los det<strong>en</strong>tadores de la verdad absoluta 35 .<br />
Precisam<strong>en</strong>te desde una cierta perspectiva racionalista y <strong>en</strong> una época que cree ciegam<strong>en</strong>te<br />
<strong>en</strong> la ci<strong>en</strong>cia, podría aparecer como necio y ridículo el int<strong>en</strong>to de controlar desde abajo a los<br />
34 Platon, Politeia, <strong>en</strong>: Platon, op. cit (nota 24), vol. III, p. 193 (= 473c-e), 200 (= 484b).- Cf. la interesante<br />
investigación de Richard Saage, Utopia als Leviathan. Platons Politeia in ihrem Verhältnis zu d<strong>en</strong><br />
frühneuzeitlich<strong>en</strong> Utopi<strong>en</strong> (Utopía como Leviatán. La República platónica <strong>en</strong> su relación con las utopías<br />
tempranas del R<strong>en</strong>acimi<strong>en</strong>to), <strong>en</strong>: POLITISCHE VIERTELJAHRESSCHRIFT, vol. 29, Nº 2, junio de 1988,<br />
pp. 185-209.<br />
35 Ludwig Landgrebe, Das Problem der Dialektik (El problema de la dialéctica), <strong>en</strong>:<br />
MARXISMUSSTUDIEN (Tübing<strong>en</strong>), vol. 3, 1960, p. 63 sq.; Albrecht Wellmer, Kritische Gesellschaftstheorie<br />
und Positivismus (Teoría crítica de la sociedad y positivismo), Frankfurt: Suhrkamp 1969, p. 60 sqq.<br />
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que <strong>en</strong>carnan la razón histórica y ci<strong>en</strong>tífica: los ignorantes fiscalizando los títulos y las<br />
actuaciones de los sabios... 36 .<br />
Un poder político de este tipo es, por su propia naturaleza, soberano, ilimitado e<br />
incontrolable (una combinación de ord<strong>en</strong> religiosa con ejército mundano y dogma<br />
eclesiástico), y sus det<strong>en</strong>tadores son como demiurgos y grandes artistas que utilizan a los<br />
hombres de carne y hueso como mero material para la creación de obras (sociedades,<br />
estados, partidos) que ellos consideran perfectas. Los disid<strong>en</strong>tes, lo que pi<strong>en</strong>san de otra<br />
manera, comet<strong>en</strong> <strong>en</strong>tonces el peor de los pecados, que es poner <strong>en</strong> cuestionami<strong>en</strong>to una<br />
manifestación evid<strong>en</strong>te de la razón, y por ello merec<strong>en</strong> el más duro de los castigos. Es por<br />
ello interesante lo sigui<strong>en</strong>te: los teóricos de las utopías políticas, que dedicaron su vida a<br />
combatir el Estado, la policía, los tribunales y los verdugos, cuando accedieron al goce del<br />
poder, decretaron de un plumazo la vig<strong>en</strong>cia de todas estas instituciones para castigar los<br />
delitos de opinión, eliminar todos resto peligroso de subjetividad y consolidar su propio<br />
dominio. Precisam<strong>en</strong>te este monopolio sobre la verdad, el saber y la planificación conduce<br />
al estrecho vínculo <strong>en</strong>tre utopía y viol<strong>en</strong>cia, al terrible nexo <strong>en</strong>tre el int<strong>en</strong>to de construir un<br />
modelo social perfecto y el establecimi<strong>en</strong>to de un sistema totalitario moderno. Este último<br />
sólo ha sido posible, como escribió Hannah Ar<strong>en</strong>dt, si se da la combinación de individuos<br />
despojados de sus raíces, ciudadanos manipulables con un ego débil y el colectivismo que<br />
simula calor humano 37 . La tecnología moderna, la soledad del individuo <strong>en</strong> la sociedad de<br />
masas y el malestar que g<strong>en</strong>eran las sociedades actuales fom<strong>en</strong>tan el surgimi<strong>en</strong>to y la<br />
consolidación de estos modelos totalitarios 38 .<br />
36 Este aspecto de las utopías platónica y marxista fue criticado exhaustiva y brillantem<strong>en</strong>te por Sir Karl R.<br />
Popper, Die off<strong>en</strong>e Gesellschaft und ihre Feinde (La sociedad abierta y sus <strong>en</strong>emigos), Munich: Francke 1975,<br />
vol. I: Der Zauber Platons (El hechizo de Platón), p. 170, 199, 224.<br />
37 Cf. estos nexos <strong>en</strong> la obra más notable sobre la teoría del totalitarismo: Hannah Ar<strong>en</strong>dt, The Origins of<br />
Totalitarianism, New York / Londres: Harcourt Brace 1973, p. 323-334, 474-477. Cf. también: Karl Dietrich<br />
Bracher, Zeitgeschichtliche Kontrovers<strong>en</strong> um Faschismus, Totalitarismus, Demokratie (Controversias<br />
históricas contemporáneas <strong>en</strong> torno a fascismo, totalitarismo, democracia), Munich: Piper 1976.- Para la<br />
fundam<strong>en</strong>tación de una teoría crítica del totalitarismo, hoy más necesaria que nunca, cf. el volum<strong>en</strong> que pasó<br />
desapercibido: Wolfgang Kraushaar, Linke Geisterfahrer. D<strong>en</strong>kanstösse für eine antitotalitäre Linke<br />
(Izquierdistas alocados. Inspiraciones para una izquierda antitotalitaria), Frankfurt: Neue Kritik 2001.<br />
38 Cf. el resum<strong>en</strong> de Omer Bartov, Utopie und Gewalt. Neugeburt und Vernichtung des M<strong>en</strong>sch<strong>en</strong> (Utopía y<br />
viol<strong>en</strong>cia. R<strong>en</strong>acimi<strong>en</strong>to y destrucción del Hombre), <strong>en</strong>: Hans Maier (comp.), Wege in die Gewalt. Die<br />
modern<strong>en</strong> politisch<strong>en</strong> Religion<strong>en</strong> (S<strong>en</strong>das a la viol<strong>en</strong>cia. Las religiones políticas modernas), Frankfurt: Fischer<br />
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En difer<strong>en</strong>tes épocas Aristóteles, Immanuel Kant y Bertrand Russell 39 criticaron los<br />
peligros inher<strong>en</strong>tes a la utopía platónica, que se derivan del desprecio al pluralismo, de la<br />
impugnación de todo poder intermedio y del carácter homogéneo e uniforme atribuido a la<br />
sociedad perfecta del futuro, peligros cont<strong>en</strong>idos <strong>en</strong> todas las variantes del marxismo 40 . Las<br />
opiniones de estos grandes filósofos, mucho más difer<strong>en</strong>ciadas que las doctrinas utopistas,<br />
nos ayudan a compr<strong>en</strong>der la naturaleza cambiante y compleja del poder político y a tomar<br />
una posición intermedia <strong>en</strong>tre el propósito de abolir el poder y la corri<strong>en</strong>te de fortalecerlo a<br />
toda costa. Un s<strong>en</strong>tido común guiado críticam<strong>en</strong>te nos hace reconocer, aunque sea a<br />
regañadi<strong>en</strong>tes, que lo razonable se halla <strong>en</strong>tre (a) una concepción de la política como el<br />
juego aleatorio del poder y la repres<strong>en</strong>tación de los instintos básicos de autoconservación,<br />
por un lado, y (b) la política como la ocupación, razonable, noble y honorable per se, para<br />
hacer segura la conviv<strong>en</strong>cia humana, por otro.<br />
Según concepciones que provi<strong>en</strong><strong>en</strong> desde la Antigüedad clásica, el placer <strong>en</strong> el ejercicio<br />
del poder provi<strong>en</strong>e de capas profundas del alma humana, de aquellas que nos acercan a la<br />
esfera animal 41 . La abolición o, por lo m<strong>en</strong>os, el control racional del poder se revelarían <strong>en</strong><br />
este caso como esfuerzos de dudoso alcance y éxito. El poder conformaría una fu<strong>en</strong>te de<br />
2002, pp. 92-120.<br />
39 Aristoteles, Politik (Política), op. cit. (nota 7), p. 37 (= 1261a), 52 sq. (= 1266a); Aristoteles, Älteste Politik<br />
(Antigua Política), <strong>en</strong>: Hauptwerke (Obras principales), compilacion de Wilhelm Nestle, Stuttgart: Kröner<br />
1963, p. 78 sqq.; Aristoteles, Über das Königstum (Sobre la monarquía), <strong>en</strong>: Hauptwerke, ibid., p. 76;<br />
Immanuel Kant, Zum ewig<strong>en</strong> Fried<strong>en</strong>. Ein philosophischer Entwurf (Sobre la paz perpetua. Un esbozo<br />
filosófico), <strong>en</strong> Kant, Werke (Obras), compilación de Wilhelm Weischedel, Darmstadt: WBG 1964, vol. 9, p.<br />
228; Lord Bertrand Russell, History of Western Philosophy and Its Connection with Political and Social<br />
Circumstances from the Earliest Times to the Pres<strong>en</strong>t, Londres: All<strong>en</strong> & Unwin 1975, p. 131.<br />
40 La incompr<strong>en</strong>sión de Marx con respecto al pluralismo <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral y a la dim<strong>en</strong>sión de instituciones<br />
democráticas <strong>en</strong> particular aparece ya <strong>en</strong> sus obras tempranas, consideradas como más filosóficas y m<strong>en</strong>os<br />
dogmáticas que sus escritos posteriores. Cf. Karl Marx, Zur Jud<strong>en</strong>frage (Sobre la cuestión judía), <strong>en</strong>: Karl<br />
Marx, Die Frühschrift<strong>en</strong> (Escritos tempranos), compilación de Siegfried Landshut, Stuttgart: Kröner 1964, p.<br />
197.<br />
41 Según algunos teoremas, el Estado no sería posterior a la naturaleza. El Estado, y precisam<strong>en</strong>te el que<br />
g<strong>en</strong>era represión, no necesitaría justificarse, porque sería el creador (y no una creación histórica) de la sociedad<br />
humana. Cf. Guillermo Francovich, El odio al p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to. Los nuevos filósofos franceses, Bu<strong>en</strong>os Aires:<br />
Depalma 1982, pp. 75-78.- La idea ti<strong>en</strong>e un anteced<strong>en</strong>te <strong>en</strong>: Eti<strong>en</strong>ne de la Boëtie, Über die freiwillige<br />
Knechtschaft des M<strong>en</strong>sch<strong>en</strong> (Sobre la servidumbre voluntaria del Hombre), Frankfurt: EVA 1980, passim.<br />
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placer, tan fuerte y agradable como el goce erótico, y por ello tan difícil de domar o regular<br />
efectivam<strong>en</strong>te. Por otra parte, Erich Fromm llamó la at<strong>en</strong>ción sobre la posibilidad de que el<br />
postulado de la abolición de privilegios y difer<strong>en</strong>cias sociales sea también una expresión<br />
social de una <strong>en</strong>vidia colectiva, que se disfraza como una t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia ascética y puritana (por<br />
ejemplo: dirigida contra los f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os de la corrupción) y como el designio político de<br />
terminar con privilegios que no están justificados racionalm<strong>en</strong>te 42 . Desde Tucídides y los<br />
filósofos sofistas se sosti<strong>en</strong>e que la pasión por el poder constituye una magnitud estable, por<br />
comparación al carácter precario e inestable de la religión, la moral y las instituciones 43 .<br />
Bertrand Russell definió el amor al poder como una cualidad de hombres creativos e<br />
importantes 44 ; a m<strong>en</strong>udo el poder aparece como un ansia de reconocimi<strong>en</strong>to social, que<br />
fundam<strong>en</strong>ta la posibilidad de conformar sociedades humanas y, por <strong>en</strong>de, de inducir el<br />
proceso civilizatorio 45 .<br />
Estos factores contradictorios y estos procesos históricos sorpr<strong>en</strong>d<strong>en</strong>tes conduc<strong>en</strong> a que un<br />
common s<strong>en</strong>se, ori<strong>en</strong>tado críticam<strong>en</strong>te 46 , se muestre escéptico ante las utopías más bellas y<br />
los int<strong>en</strong>tos apar<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te más racionales de reformar la sociedad. Pero hay que reconocer<br />
y valorar el anhelo persist<strong>en</strong>te por construir un ord<strong>en</strong> social más razonable, postulado que<br />
pert<strong>en</strong>ece a los más nobles designios del ser humano, y al cual sólo hay que acercarse<br />
42 Erich Fromm, Hab<strong>en</strong> oder Sein. Die seelisch<strong>en</strong> Grundlag<strong>en</strong> einer neu<strong>en</strong> Gesellschaft (Poseer o ser. Los<br />
fundam<strong>en</strong>tos psíquicos de una nueva sociedad), Munich: dtv 1981, p. 86 sq.<br />
43 El instinto de autopreservación fundam<strong>en</strong>taría lo primario que sería el poder, a que estarían subordinados<br />
todos los edificios de la moral y la política. Esta tesis, nada original, fue postulada por Eti<strong>en</strong>ne de la Boëtie,<br />
Pascal y La Rochefoucauld y r<strong>en</strong>ovada por Friedrich Nietzsche, Carl Schmitt y algunos filósofos<br />
postmodernistas.<br />
44 Lord Bertrand Russell, Form<strong>en</strong> der Energie und Form<strong>en</strong> der Macht (Formas de <strong>en</strong>ergía y formas del<br />
poder), <strong>en</strong>: Panajotis Kondylis (comp.), Der Philosoph und die Macht (El filósofo y el poder), Hamburgo:<br />
Junius 1992, p. 200.<br />
45<br />
Alexandre Kojève, Die Begierde nach Anerk<strong>en</strong>nung (El ansia de reconocimi<strong>en</strong>to), <strong>en</strong>: Kondylis (comp.),<br />
ibid. (nota 44), pp. 192-194.<br />
46 Theodor W. Adorno criticó ásperam<strong>en</strong>te el s<strong>en</strong>tido común prevaleci<strong>en</strong>te <strong>en</strong> la opinión pública, manipulable<br />
y con inclinaciones irracionales, pero reconoció Ä basado <strong>en</strong> Hegel Ä que el gran p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to especulativo no<br />
es algo totalm<strong>en</strong>te difer<strong>en</strong>te al common s<strong>en</strong>se, sino que está basado <strong>en</strong> la autorreflexión de este último. Theodor<br />
W. Adorno, Thes<strong>en</strong> über Tradition (Tesis sobre tradición), <strong>en</strong>: Adorno, Ohne Leitbild. Parva aesthetica (Sin<br />
imag<strong>en</strong> prevaleci<strong>en</strong>te), Frankfurt: Suhrkamp 1967, p. 38; Adorno, Minima moralia, op. cit. (nota 32), p. 89;<br />
Adorno, Stichworte. Kritische Modelle 2 (Apuntes. Modelos críticos 2), Frankfurt: Suhrkamp 1969, p. 148.<br />
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cuidadosam<strong>en</strong>te con un bagaje de conocimi<strong>en</strong>tos y una v<strong>en</strong>a de prud<strong>en</strong>cia. De acuerdo a este<br />
s<strong>en</strong>tido común guiado críticam<strong>en</strong>te, debemos rechazar la ocurr<strong>en</strong>cia postmodernista de que<br />
la ética, la religión, las instituciones y teorías políticas constituirían únicam<strong>en</strong>te las<br />
inv<strong>en</strong>ciones de los res<strong>en</strong>tidos y los débiles, inv<strong>en</strong>ciones que tratarían de mitigar la terrible<br />
situación fundam<strong>en</strong>tal: el instinto de autoconservación, la ley del más fuerte y la voluntad de<br />
poder. La moral y las instituciones t<strong>en</strong>drían sólo valor relativo y no podrían pret<strong>en</strong>der que<br />
todos los hombres se rijan por ellas. Pero contra este gesto tan de moda, basado <strong>en</strong> Friedrich<br />
Nietzsche y Carl Schmitt, que quiere exhibir un realismo inexorable, se puede argum<strong>en</strong>tar<br />
que todo sistema gubernam<strong>en</strong>tal duradero requiere indisp<strong>en</strong>sablem<strong>en</strong>te de una legitimidad<br />
ética. Y ésta mitiga el poder crudo y humaniza a largo plazo el ejercicio del mismo. Los<br />
mecanismos modernizados del poder y la administración estatal no resultan efectivos si el<br />
ord<strong>en</strong> sociopolítico no dispone, al mismo tiempo, de una moral que refr<strong>en</strong>e la ley de la<br />
selva. No podemos volver al Jardín del Edén que propugnan los utopistas, pero podemos<br />
instaurar un modelo político que no pret<strong>en</strong>da la abolición del poder, pero sí su control y<br />
amortiguación por medio de sistemas complejos y a la vez precarios, que nos liber<strong>en</strong> de la<br />
falsa contraposición <strong>en</strong>tre el instinto puro de poder y una ética razonable, pero impot<strong>en</strong>te.<br />
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2<br />
Reflexiones sobre el s<strong>en</strong>tido de la historia <strong>en</strong>tre<br />
el optimismo doctrinario y el pesimismo relativista<br />
Durante la mayor parte de la historia universal, las cre<strong>en</strong>cias religiosas y las complejas<br />
construcciones de los teólogos brindaron a la humanidad una explicación que parecía<br />
coher<strong>en</strong>te acerca de la meta y el s<strong>en</strong>tido de su propia historia, pese a las p<strong>en</strong>urias cotidianas.<br />
Hasta las teorías circulares del desarrollo histórico Ä la eterna repetición de los ciclos vitales<br />
Ä podían ser percibidas como portadores de un s<strong>en</strong>tido si una época, el destino de una<br />
nación y hasta los avatares de una persona <strong>en</strong>cajaban d<strong>en</strong>tro de las tradiciones religiosas e<br />
intelectuales del mom<strong>en</strong>to y del lugar. A partir del siglo XVIII y de la Ilustración <strong>en</strong>foques<br />
racionalistas sobre la evolución parecieron brindar, a su turno, a la historia un claro carácter<br />
teleológico, un designio universal que tuviera la meta de un ord<strong>en</strong> regido por la razón y la<br />
libertad, lo que sería el mejor argum<strong>en</strong>to para aseverar que la evolución humana ti<strong>en</strong>e un<br />
s<strong>en</strong>tido racional y evid<strong>en</strong>te.<br />
El despliegue socio-histórico del Hombre a través de los siglos se ha <strong>en</strong>cargado de<br />
socavar o, por lo m<strong>en</strong>os, de relativizar esta convicción. Fr<strong>en</strong>te a la am<strong>en</strong>aza mundial que<br />
constituye la "humanidad organizada" para los propios seres humanos, sería, según Theodor<br />
W. Adorno, una actitud cínica el presuponer que estaríamos construy<strong>en</strong>do de forma<br />
premeditada y sistemática un modelo estable de conviv<strong>en</strong>cia razonable. La historia universal<br />
no conduce del salvaje a la humanidad pl<strong>en</strong>a, aseveró Adorno, pero sí de la honda a la<br />
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omba atómica 47 . El p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to adorniano culmina <strong>en</strong> la tesis de que la Ilustración (un<br />
f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o "burgués") confundió la libertad con el instinto de autopreservación, tesis<br />
postulada sin matices y que repres<strong>en</strong>ta probablem<strong>en</strong>te una exageración premeditada de<br />
Theodor W. Adorno y Max Horkheimer con un objetivo pedagógico-histórico: el evitar la<br />
repetición de la barbarie organizada de acuerdo a parámetros técnico-ci<strong>en</strong>tíficos. D<strong>en</strong>tro de<br />
esta t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia de la temprana Escuela de Frankfurt, el progreso y la civilización son<br />
equiparados sin más a una "huida ante la necesidad" 48 . Hay, por cierto, ya <strong>en</strong> el siglo XX<br />
sufici<strong>en</strong>tes elem<strong>en</strong>tos para avalar esta concepción con los detalles de la crónica de los<br />
acontecimi<strong>en</strong>tos históricos, pero ella es totalm<strong>en</strong>te inaceptable <strong>en</strong> su desmesura, aunque se<br />
trate de una argucia literaria con un loable fin didáctico.<br />
Tres conjuntos de factores pon<strong>en</strong> <strong>en</strong> cuestionami<strong>en</strong>to la convicción de que el decurso de la<br />
historia universal posee un s<strong>en</strong>tido positivo y que avanza positivam<strong>en</strong>te hacia un progreso<br />
creci<strong>en</strong>te signado por el racionalismo y la democracia:<br />
(1) Durante el siglo XX se abrió una brecha cada vez mayor <strong>en</strong>tre el núcleo optimista de<br />
esta posición y los padecimi<strong>en</strong>tos de todo tipo que sufrieron innumerables pueblos y grupos<br />
<strong>en</strong> casi todo el planeta. Max Horkheimer, retomando una idea de orig<strong>en</strong> teológico, señaló<br />
que el desarrollo histórico, aunque terminase <strong>en</strong> un final feliz, no puede resarcir los agravios<br />
y la injusticia que tuvo que soportar la humanidad 49 . Se puede, evid<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te, explicar las<br />
causas de la angustia y el desconsuelo individuales y sociales, pero sería irracional el atribuir<br />
a la evolución histórica un s<strong>en</strong>tido universal que justifique ese sufrimi<strong>en</strong>to y que, más aun,<br />
lo califique de imprescindible para construir y legitimar un plan salvífico que integre los<br />
padecimi<strong>en</strong>tos <strong>en</strong> una totalidad positiva y exculpe exitosam<strong>en</strong>te todas las huellas del dolor<br />
humano.<br />
47<br />
Theodor W. Adorno, Negative Dialektik (Dialéctica negativa), Frankfurt: Suhrkamp 1966, p. 312 (Adorno<br />
dice textualm<strong>en</strong>te "megabomba").<br />
48 Max Horkheimer / Theodor W. Adorno, Dialektik der Aufklärung. Philosophische Fragm<strong>en</strong>te (Dialéctica<br />
del iluminismo. Fragm<strong>en</strong>tos filosóficos), Amsterdam: Querido 1947, p. 54 sq.<br />
49 Max Horkheimer, Materialismus und Metaphysik (Materialismo y metafísica), <strong>en</strong>: Horkheimer, Kritische<br />
Theorie (Teoría crítica), Frankfurt: Fischer 1968, vol. I, p. 47; Horkheimer, Anfänge der bürgerlich<strong>en</strong><br />
Geschichtsphilosophie (Comi<strong>en</strong>zos de la filosofía burguesa de la historia), Stuttgart: Kohlhammer 1930, p. 92.<br />
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(2) La expansión de la razón instrum<strong>en</strong>tal ha g<strong>en</strong>erado frutos ambival<strong>en</strong>tes, muchos de los<br />
cuales son responsables por las calamidades contemporáneas. La explosión demográfica, la<br />
destrucción del medio ambi<strong>en</strong>te, las migraciones masivas, la estulticia del consumismo, la<br />
maleabilidad del individuo y otras lindezas propias del ord<strong>en</strong> contemporáneo son<br />
imp<strong>en</strong>sables sin los avances tecnológicos, sin la democratización y expansión de la<br />
información y sin el des<strong>en</strong>cantami<strong>en</strong>to del mundo (como lo llamó Max Weber), es decir sin<br />
la pérdida del carácter religioso y mágico atribuido antiguam<strong>en</strong>te a la naturaleza y a algunas<br />
actividades humanas. El des<strong>en</strong>cantami<strong>en</strong>to del mundo fue indisp<strong>en</strong>sable para la<br />
emancipación del Hombre, pero trajo consigo la devastación de la naturaleza, el<br />
empobrecimi<strong>en</strong>to del imaginario intelectual y artístico y la soledad del individuo. Si el<br />
mundo deja de ser sagrado, si la Tierra se convierte sólo <strong>en</strong> la base y cantera para los<br />
designios humanos, <strong>en</strong>tonces el Hombre puede y debe usarla y gastarla sin grandes<br />
mirami<strong>en</strong>tos. La racionalidad instrum<strong>en</strong>tal ha promovido la consolidación del mundo<br />
administrado (Max Horkheimer), la carrera armam<strong>en</strong>tista, la destrucción de los bosques<br />
tropicales, la proliferación de la viol<strong>en</strong>cia política y las guerras civiles y la pérdida de<br />
s<strong>en</strong>tido <strong>en</strong> las vidas individuales de los seres humanos. Es, <strong>en</strong>tonces, arduo hablar de la<br />
evolución histórica como un camino siempre asc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>te <strong>en</strong> pos de un progreso ilimitado.<br />
(3) Las reglas éticas de carácter universalista y las grandes normativas sociopolíticas<br />
prov<strong>en</strong>i<strong>en</strong>tes del racionalismo y la Ilustración funcionan muy bi<strong>en</strong> <strong>en</strong> la esfera de la teoría,<br />
pero exhib<strong>en</strong> una naturaleza precaria cuando son confrontadas con las peculiaridades de la<br />
cultura y la historia de las naciones extra-europeas. A fines del siglo XX y comi<strong>en</strong>zos del<br />
XXI, simultáneam<strong>en</strong>te con el despliegue más notable de la ci<strong>en</strong>cia y la tecnología a nivel<br />
mundial y de manera paralela a la modernización de casi todos los espacios geográficos del<br />
planeta, se expande una ola de fundam<strong>en</strong>talismo religioso, autoritarismo político y<br />
reivindicaciones nacionalistas y populistas, ola que parece proceder de etapas muy pretéritas<br />
y superadas del irracionalismo y el atavismo. El ámbito de lo Otro y de los particularismos<br />
ha mostrado una resist<strong>en</strong>cia inesperadam<strong>en</strong>te fuerte contra las m<strong>en</strong>cionadas creaciones de la<br />
civilización occid<strong>en</strong>tal, que constituy<strong>en</strong> sin duda uno de los logros más emin<strong>en</strong>tes de toda la<br />
evolución humana. Su impugnación de parte de dilatados sectores sociales, credos religiosos<br />
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y movimi<strong>en</strong>tos políticos es por ello algo especialm<strong>en</strong>te doloroso para todo espíritu<br />
esclarecido. Y, sin embargo, hay que hacer un inm<strong>en</strong>so esfuerzo racional buscando modelos<br />
de conviv<strong>en</strong>cia perman<strong>en</strong>te con estos grupos.<br />
Los grandes experim<strong>en</strong>tos socialistas, como el que duró de 1917 a 1991, exhibían una<br />
pret<strong>en</strong>sión altiva y vigorosa de <strong>en</strong>carnar la racionalidad histórica y de acercarse int<strong>en</strong>cionada<br />
y sistemáticam<strong>en</strong>te al fin discernible de la historia universal. La doctrina que subyace a<br />
todos estos <strong>en</strong>foques de filosofía de la historia, sobre todo al marxista, presuponía (y<br />
presupone) un movimi<strong>en</strong>to per<strong>en</strong>ne linear-asc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>te de la evolución humana, a la cual sólo<br />
se le podía atribuir un s<strong>en</strong>tido racional, unívoco y progresista. En vista de los fracasos<br />
g<strong>en</strong>erados por los grandes modelos socialistas hasta 1989-1991 y también a raíz de la<br />
mediocridad que emana de los experim<strong>en</strong>tos neoliberales, a comi<strong>en</strong>zos del siglo XXI surg<strong>en</strong><br />
otra vez difer<strong>en</strong>tes int<strong>en</strong>tos de reavivar la tradición socialista, pero con una tónica débil y<br />
diluida y con ayuda de teorías a la moda que celebran la pluralidad de paradigmas<br />
evolutivos y la conjunción de socialismo y populismo 50 , teorías que niegan "el es<strong>en</strong>cialismo<br />
de la concepción mesiánica del proletariado" 51 y que r<strong>en</strong>iegan asimismo de un s<strong>en</strong>tido claro<br />
de la historia universal 52 . Estos socialismos "herm<strong>en</strong>éuticos", "postmodernos", "pluralistas",<br />
"multiculturalistas", obviam<strong>en</strong>te "populistas", "participativos" y "solidarios", se adhier<strong>en</strong> a<br />
las doctrinas contemporáneas del postmodernismo sobre el desc<strong>en</strong>trami<strong>en</strong>to del sujeto,<br />
pret<strong>en</strong>d<strong>en</strong> t<strong>en</strong>er una nueva visión crítica de la racionalidad técnico-ci<strong>en</strong>tífica, aplaud<strong>en</strong> la<br />
"irrupción del género" y de los difusos movimi<strong>en</strong>tos sociales y hasta propugnan una<br />
perspectiva relativista y anti-historicista 53 . Por todo ello es claro que estas doctrinas se<br />
50 Ernesto Laclau, La razón populista, Bu<strong>en</strong>os Aires: FCE 2005.<br />
51 Cf. Jesús Puerta, Del socialismo ci<strong>en</strong>tífico al socialismo herm<strong>en</strong>éutico, <strong>en</strong>: RELEA. REVISTA<br />
LATINOAMERICANA DE ESTUDIOS AVANZADOS (Caracas), Nº 22, julio-diciembre de 2005, pp. 93-<br />
122, especialm<strong>en</strong>te pp. 118-121.<br />
52<br />
Ibid., p. 118: "La deconstrucción de todo universalismo" incluye la crítica de la "noción moderna de la<br />
Historia (única, progresiva, sucesiva, acumulativa)".<br />
53 Rigoberto Lanz, Debate sobre los socialismos. Del socialismo de la modernidad al postsocialismo, <strong>en</strong>:<br />
RELEA, Nº 22, julio-diciembre de 2005, pp. 145-170; estas concepciones están basadas <strong>en</strong>: Michael Ryan,<br />
Marxism and Deconstruction, Baltimore: Johns Hopkins U. P. 1982; Ernesto Laclau / Chantal Mouffe,<br />
Hegemonía y estrategia socialista, México: FCE 2003; Judith Butler et al., Conting<strong>en</strong>cia, hegemonía,<br />
universalidad, México: FCE 2004.<br />
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adaptan muy bi<strong>en</strong> a las modas del día y adoptan exitosam<strong>en</strong>te su vocabulario y sus ideas<br />
c<strong>en</strong>trales, pero no logran formular nuevam<strong>en</strong>te una alternativa socialista-marxista que sea<br />
sólida y creíble. Es importante m<strong>en</strong>cionar este aspecto porque <strong>en</strong> este campo teórico saltan a<br />
la vista los problemas y las consecu<strong>en</strong>cias de doctrinas que abominan de todo universalismo,<br />
que rehúsan toda idea de evolución como historia progresiva, sucesiva y con acumulación<br />
cognoscitiva y que, por <strong>en</strong>de, rechazan <strong>en</strong> el fondo todo s<strong>en</strong>tido discernible de la historia. Si<br />
la nueva opción socialista es sólo una voluntad política <strong>en</strong>tre muchas otras y si articula<br />
únicam<strong>en</strong>te un interés conting<strong>en</strong>te y fortuito, este "socialismo <strong>en</strong> clave postmoderna" se<br />
convierte, <strong>en</strong> el mejor de los casos, <strong>en</strong> "una pulsión ética de dignidad" 54 , que carece de todo<br />
contorno específicam<strong>en</strong>te político. La actividad política toma <strong>en</strong>tonces la forma de una<br />
repres<strong>en</strong>tación aleatoria de intereses mom<strong>en</strong>táneos (como la mayoría de los movimi<strong>en</strong>tos<br />
sociales), que están <strong>en</strong> una pugna oscura <strong>en</strong> pos de objetivos que no pued<strong>en</strong> ser definidos<br />
nítidam<strong>en</strong>te y que no aspiran a t<strong>en</strong>er una fundam<strong>en</strong>tación all<strong>en</strong>de la mera exist<strong>en</strong>cia del<br />
mom<strong>en</strong>to. La opción socialista pierde así toda pret<strong>en</strong>sión de verdad, todo derecho a <strong>en</strong>carnar<br />
una alternativa que se difer<strong>en</strong>cie substancialm<strong>en</strong>te de otras líneas ideológicas.<br />
Como anotó Sir Karl R. Popper, los regím<strong>en</strong>es socialistas contribuyeron a confirmar la<br />
opinión pesimista de que la evolución práctico-política repres<strong>en</strong>taría <strong>en</strong> realidad "una cad<strong>en</strong>a<br />
de crím<strong>en</strong>es y masacres de índole internacional" 55 . La historia como el sins<strong>en</strong>tido universal<br />
de la crueldad y la estulticia es una cre<strong>en</strong>cia de larga data <strong>en</strong> la historia de las ideas (con un<br />
probable núcleo de gnosticismo primig<strong>en</strong>io), pero también fue compartida por algunos<br />
ilustrados del siglo XVIII, como Edward Gibbon 56 . Esta concepción pesimista sobre la<br />
historia Ä y, <strong>en</strong> realidad, sobre los asuntos humanos Ä se muestra escéptica ante un s<strong>en</strong>tido<br />
transpar<strong>en</strong>te, positivo y progresista de la evolución universal. En sus versiones más<br />
desilusionadas este <strong>en</strong>foque presupone que la depravación humana se ha convertido <strong>en</strong> una<br />
54 Jesús Puerta, op. cit. (nota 5), p. 119, 121.<br />
55 Karl R. Popper, Hat die Weltgeschichte ein<strong>en</strong> Sinn? (Ti<strong>en</strong>e un s<strong>en</strong>tido la historia universal?), <strong>en</strong>: Hans<br />
Michael Baumgartner / Jörn Rüs<strong>en</strong> (comps.), Seminar: Geschichte und Theorie. Umrisse einer Historik<br />
(Seminario: Historia y teoría. Esbozo de historiografía), Frankfurt: Suhrkamp 1976, p. 318.<br />
56<br />
Edward Gibbon, The Decline and Fall of the Roman Empire, compilación de Frank C. Bourne, New York:<br />
Dell 1963, p. 72.<br />
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práctica cotidiana inescapable, que es visualizada téorica y popularm<strong>en</strong>te como la<br />
per<strong>en</strong>nidad del mal <strong>en</strong> el mundo. Pese a la <strong>en</strong>orme cantidad de datos empíricos que la<br />
sust<strong>en</strong>tan, no se puede aceptar que esta posición extrema y extremista sea la única<br />
explicación válida de la historia universal.<br />
Por otra parte hay que m<strong>en</strong>cionar que destacados p<strong>en</strong>sadores han postulado la tesis que por<br />
debajo del proceso de la civilización fluye un desarrollo subterráneo que conlleva una<br />
servidumbre del cuerpo y del espíritu, la "introversión del sacrificio", que puede alcanzar un<br />
alto grado de refinami<strong>en</strong>to. La conclusión de esta doctrina termina <strong>en</strong> el teorema de que "la<br />
historia es r<strong>en</strong>uncia" 57 . Aunque muy elem<strong>en</strong>tal, esta concepción ha sido propugnada por<br />
preclaros p<strong>en</strong>sadores adscritos a distintas t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias del racionalismo. Si esto es así,<br />
significaría que todo desarrollo puede ser visto también como un empobrecimi<strong>en</strong>to<br />
sistemático y perman<strong>en</strong>te de una naturaleza humana pot<strong>en</strong>cialm<strong>en</strong>te más rica. Una<br />
interpretación actual de esta concepción de Horkheimer y Adorno <strong>en</strong> el campo de la<br />
ecología asevera que todo int<strong>en</strong>to por domeñar la naturaleza provoca reacciones de la misma<br />
que derivan <strong>en</strong> desarreglos creci<strong>en</strong>tes del medio ambi<strong>en</strong>te 58 . Llevada a su última<br />
consecu<strong>en</strong>cia, esta doctrina nos conduciría a la pasividad total. Aunque exist<strong>en</strong> muchísimos<br />
testimonios para apuntalar esta opinión, se puede asimismo construir una serie de<br />
argum<strong>en</strong>tos sólidos para sost<strong>en</strong>er lo contrario o, más adecuadam<strong>en</strong>te, para matizar ambas<br />
posiciones.<br />
La discusión <strong>en</strong> el campo de la filosofía de la historia, que dista mucho de haber arribado a<br />
resultados unánimes, nos muestra lo arduo que es postular una dirección clara y un s<strong>en</strong>tido<br />
discernible de la historia mundial, pero también lo irrisorio que es negar todo progreso<br />
pat<strong>en</strong>te y toda jerarquía aceptable <strong>en</strong> la constelación de los modelos civilizatorios. El mismo<br />
hecho de que exista un largo e int<strong>en</strong>so debate sobre el s<strong>en</strong>tido y el fin de la historia nos<br />
57 Horkheimer / Adorno, op. cit. (nota 2), p. 71.<br />
58 José Javier Esparza, P<strong>en</strong>sar la ecología más allá de la modernidad, <strong>en</strong>: EL MANIFIESTO (Barcelona),<br />
vol. II, Nº 4, octubre-diciembre de 2005, pp. 8-16, especialm<strong>en</strong>te p. 12: "Por supuesto, lo trágico es que, pese a<br />
todo, no t<strong>en</strong>emos más remedio que combatir la coacción natural para sobrevivir. En esta figura puede resumirse<br />
la condición del hombre contemporáneo".<br />
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sugiere que hemos alcanzado un estadio más rico <strong>en</strong> int<strong>en</strong>tos de autocompr<strong>en</strong>sión que <strong>en</strong><br />
épocas anteriores, cuando, por ejemplo, la humanidad luchaba por la mera superviv<strong>en</strong>cia<br />
física. Los avances <strong>en</strong> la ci<strong>en</strong>cia médica Ä unidos a una innegable prolongación de la<br />
esperanza de vida Ä, una bu<strong>en</strong>a parte de los adelantos ci<strong>en</strong>tíficos y técnicos y el mayor<br />
espacio alcanzado por la vig<strong>en</strong>cia de los derechos humanos repres<strong>en</strong>tan factores (escogidos<br />
<strong>en</strong> este texto aleatoriam<strong>en</strong>te) que podrían sust<strong>en</strong>tar la idea de un progreso modesto, pero<br />
manifiesto <strong>en</strong> la historia universal. Esta tesis vale sobre todo para un segm<strong>en</strong>to temporal de<br />
la evolución humana Ä particularm<strong>en</strong>te a partir del siglo XVIII Ä, pero no alcanza para<br />
postular un plan predeterminado válido para todo espacio y tiempo.<br />
En este contexto es útil m<strong>en</strong>cionar que a las doctrinas racionalistas les va muy bi<strong>en</strong> cuando<br />
se consagran a la fundam<strong>en</strong>tación de normas abstractas, pero <strong>en</strong> la praxis cotidiana y <strong>en</strong> la<br />
compr<strong>en</strong>sión de conflictos g<strong>en</strong>erados por factores histórico-culturales, estas teorías no<br />
pued<strong>en</strong> ocultar sus limitaciones. Hasta los esfuerzos más notables del racionalismo<br />
contemporáneo, como los <strong>en</strong>foques de Jürg<strong>en</strong> Habermas y Axel Honneth 59 , pose<strong>en</strong><br />
insufici<strong>en</strong>cias evid<strong>en</strong>tes. No es causal que todo el contexto del pres<strong>en</strong>te haya dado lugar al<br />
<strong>en</strong>orme florecimi<strong>en</strong>to de las concepciones postmodernistas y afines. Cuando las normas<br />
universalistas, fundam<strong>en</strong>tadas por el discurso racionalista e ilustrado, son confrontadas con<br />
graves dilemas multiculturales y conflictos interculturales de vieja data, no contribuy<strong>en</strong> a<br />
<strong>en</strong>contrar soluciones adecuadas a la naturaleza compleja, ambigua y cambiante de los<br />
conflictos, particularm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> el Tercer Mundo. Las normas universalistas pued<strong>en</strong><br />
evid<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te ayudar a resolver problemas <strong>en</strong> sociedades democráticas, pero su aplicación<br />
práctica es dificultosa <strong>en</strong> aquellos países donde las normativas racional-democráticas ti<strong>en</strong><strong>en</strong><br />
una pres<strong>en</strong>cia exigua. Estas normativas racional-democráticas sólo pued<strong>en</strong> ser útiles <strong>en</strong><br />
sociedades donde las tradiciones culturales ya están impregnadas del espíritu racional-<br />
59 Jürg<strong>en</strong> Habermas, Erläuterung<strong>en</strong> zur Diskursethik (Explicaciones sobre la ética discursiva), Frankfurt:<br />
Suhrkamp 1991; Habermas, Die Einbeziehung des Ander<strong>en</strong>. Studi<strong>en</strong> zur politisch<strong>en</strong> Theorie (La inclusión de lo<br />
Otro. Estudios de teoría política), Frankfurt: Suhrkamp 1996; Axel Honneth, Kampf um Anerk<strong>en</strong>nung. Zur<br />
moralisch<strong>en</strong> Grammatik sozialer Konflikte (La lucha por el reconocimi<strong>en</strong>to. Sobre la gramática moral de los<br />
conflictos sociales), Frankfurt: Suhrkamp 1996.<br />
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democrático: la aplicabilidad de este discurso presupone la vig<strong>en</strong>cia básica de las normativas<br />
racionalistas, como aseveró B<strong>en</strong>jamin Schw<strong>en</strong>n 60 .<br />
Para evitar un mal<strong>en</strong>t<strong>en</strong>dido me permito repetir el argum<strong>en</strong>to de este acápite con otras<br />
palabras. La evolución histórica no ti<strong>en</strong>e probablem<strong>en</strong>te una línea positiva de asc<strong>en</strong>so<br />
per<strong>en</strong>ne hacia periodos siempre mejores, asc<strong>en</strong>so ori<strong>en</strong>tado por una meta discernible como<br />
s<strong>en</strong>tido de todo el des<strong>en</strong>volvimi<strong>en</strong>to humano. Las filosofías de la historia de orig<strong>en</strong><br />
hegeliano, comtiano y marxista partían de este concepto c<strong>en</strong>tral. Se pued<strong>en</strong> detectar tanto<br />
aspectos positivos como negativos durante el despliegue histórico, si<strong>en</strong>do muy difícil<br />
sopesar la influ<strong>en</strong>cia y la relevancia de ambos a largo plazo. No hay duda de la exist<strong>en</strong>cia de<br />
los elem<strong>en</strong>tos positivos y progresistas <strong>en</strong> numerosos procesos evolutivos, pero éstos se dan<br />
paralelam<strong>en</strong>te a muchos aspectos negativos y retrógrados. Por ejemplo: la revolución<br />
neolítica (para no hablar de otras grandes cesuras históricas) significó el comi<strong>en</strong>zo de la<br />
agricultura y del carácter sed<strong>en</strong>tario del ser humano, lo que posibilitó decisivam<strong>en</strong>te lo que<br />
después se llamó civilización. El surgimi<strong>en</strong>to del neolítico, que puede ser considerado como<br />
el corte más importante <strong>en</strong> toda la evolución humana, trajo consigo asimismo elem<strong>en</strong>tos<br />
negativos o, por lo m<strong>en</strong>os, ambival<strong>en</strong>tes: el incipi<strong>en</strong>te dominio sobre la naturaleza condujo a<br />
su depredación; el surgimi<strong>en</strong>to de jerarquías sociales g<strong>en</strong>eró <strong>en</strong>vidia y miedo como<br />
s<strong>en</strong>saciones básicas del Hombre; y el principio de la territorialidad transformó a los seres<br />
humanos <strong>en</strong> criaturas agresivas, autoritarias e intolerantes 61 . En el des<strong>en</strong>volvimi<strong>en</strong>to<br />
evolutivo de los grandes sistemas religiosos Claude Lévi-Strauss percibió también una<br />
regresión perman<strong>en</strong>te; <strong>en</strong> una de las religiones más jóv<strong>en</strong>es, el Islam, se daría la conjunción<br />
obligatoria e inescapable del ord<strong>en</strong> mundano con el ámbito religioso y por ello el gran<br />
retroceso histórico que es la transformación reductora y simplificadora de política <strong>en</strong><br />
teología 62 .<br />
60 B<strong>en</strong>jamin Schw<strong>en</strong>n, Lateinamerika und der Begriff der politisch<strong>en</strong> Kultur. Ein Beitrag zur Dez<strong>en</strong>trierung<br />
der Demokratietheorie (América Latina y el concepto de cultura política. Una contribución al desc<strong>en</strong>trami<strong>en</strong>to<br />
de la teoría de la democracia), Frankfurt: Vervuert 2003, p. 99, 131.<br />
61 Para esta teoría cf. Lothar Paul, Gesetze der Geschichte. Geschichtslogische Rekonstruktion zur<br />
Ortsbestimmung der Geg<strong>en</strong>wart (Leyes de la historia. Reconstrucción histórico-lógica para determinar el lugar<br />
del pres<strong>en</strong>te), Weinheim / Basilea: Beltz 1978, p. 260 sqq.<br />
62 Claude Lévi-Strauss, Traurige Trop<strong>en</strong> (Tristes trópicos), Frankfurt: Suhrkamp 1978, p. 404 sq.- En la<br />
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Para hablar cabalm<strong>en</strong>te acerca del s<strong>en</strong>tido de la historia o para negarlo fehaci<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te,<br />
ésta última debería haber concluido como totalidad. Sólo si se tratase de algo cerrado y<br />
terminado, podríamos ponderar adecuadam<strong>en</strong>te sus logros y aciertos y analizar todas sus<br />
consecu<strong>en</strong>cias, incluy<strong>en</strong>do sus irradiaciones sobre periodos posteriores. La pregunta por el<br />
s<strong>en</strong>tido de la historia universal (o su rechazo bi<strong>en</strong> fundam<strong>en</strong>tado) presupone, <strong>en</strong>tonces,<br />
conocer exhaustivam<strong>en</strong>te su totalidad. Y una historia que merezca g<strong>en</strong>uinam<strong>en</strong>te ese<br />
nombre debería incluir todos los esfuerzos y los sufrimi<strong>en</strong>tos de los seres humanos, y no una<br />
selección de los mismos, siempre arbitraria, lo que resulta ser una construcción teórica <strong>en</strong>tre<br />
otras. Y, finalm<strong>en</strong>te, qui<strong>en</strong> perciba y compr<strong>en</strong>da cabalm<strong>en</strong>te esa historia universal debería<br />
estar fuera de la evolución y poseer un saber que podríamos llamar atemporal 63 .<br />
Basados <strong>en</strong> esos factores Ä la exist<strong>en</strong>cia de varias historias, la imposibilidad de una<br />
perspectiva extratemporal y los infortunios de la evolución que hubo hasta ahora Ä, Theodor<br />
Litt, Karl R. Popper y una larga lista de ilustres p<strong>en</strong>sadores afirmaron que no se podía<br />
atribuir un s<strong>en</strong>tido discernible a la historia universal <strong>en</strong> cuanto recu<strong>en</strong>to global de todo lo<br />
acaecido. Y si no hay un s<strong>en</strong>tido positivo y rescatable, tampoco se puede hablar de un fin o<br />
de una int<strong>en</strong>ción racional de la evolución <strong>en</strong> su totalidad 64 . El postulado de leyes y periodos<br />
obligatorios y también la prescripción de "tareas ineludibles" del desarrollo histórico<br />
(ocupaciones c<strong>en</strong>trales de casi todas las variantes del marxismo 65 ) quedan <strong>en</strong>tonces sin<br />
única m<strong>en</strong>ción del Islam <strong>en</strong> la obra de Theodor W. Adorno (y probablem<strong>en</strong>te de toda la Escuela de Frankfurt),<br />
se critica <strong>en</strong> el s<strong>en</strong>o de esa "religiosidad militante" la reconciliación inmediata de "espíritu y exist<strong>en</strong>cia".<br />
Horkheimer / Adorno, op. cit. (nota 2), p. 31.<br />
63 Theodor Litt, Die Frage nach dem Sinn der Geschichte (La pregunta por el s<strong>en</strong>tido de la historia),<br />
Munich: Piper 1948, p. 16.- Cf. la obra clásica: Johannes Thyss<strong>en</strong>, Geschichte der Geschichtsphilosophie<br />
(Historia de la filosofía de la historia), Bonn: Bouvier 1970.<br />
64 Litt, ibid., p. 30 sqq.; Karl R. Popper, Hat die Weltgeschichte ein<strong>en</strong> Sinn?, op. cit. (nota 9), p. 317;<br />
Leonhard Reinisch (comp.), Der Sinn der Geschichte (El s<strong>en</strong>tido de la historia), Munich: Beck 1974; Arthur C.<br />
Danto, Analytische Philosophie der Geschichte (Filosofía analítica de la historia), Frankfurt: Suhrkamp 1980,<br />
pp. 22-24; Wilhelm Schapp, Philosophie der Geschicht<strong>en</strong> (Filosofía de las historias), Frankfurt: Klostermann<br />
1981, passim.<br />
65 Para una versión difer<strong>en</strong>te cf. Jürg<strong>en</strong> Habermas, Zwisch<strong>en</strong> Philosophie und Wiss<strong>en</strong>schaft: Marxismus als<br />
Kritik (Entre filosofía y ci<strong>en</strong>cia: marxismo como crítica), <strong>en</strong>: Habermas, Theorie und Praxis (Teoría y praxis),<br />
Neuwied: Luchterhand 1963, p. 211 sqq.- Habermas afirmó que según el marxismo original la historia no sería<br />
un proceso cerrado. El s<strong>en</strong>tido de la misma se abriría y se exhibiría teóricam<strong>en</strong>te cuando los seres humanos<br />
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ninguna base lógica. La doctrina marxista ortodoxa 66 , prevaleci<strong>en</strong>te <strong>en</strong> el llamado<br />
socialismo real, consideró que cualquier cuestionami<strong>en</strong>to del s<strong>en</strong>tido y del progreso de la<br />
evolución humana sería una muestra de un detestable pesimismo histórico y una<br />
manifestación obvia de la crisis g<strong>en</strong>eral del capitalismo 67 .<br />
Pero aun si la historia universal no ti<strong>en</strong>e s<strong>en</strong>tido, podemos atribuirle uno a determinados<br />
espacios y a ciertos esfuerzos políticos, sociales y culturales de la evolución humana. La<br />
vocación del Hombre es tal vez brindar un s<strong>en</strong>tido provisorio a un universo sin s<strong>en</strong>tido<br />
apar<strong>en</strong>te, aunque esta opinión debe ser igualm<strong>en</strong>te relativizada y sometida al tamiz de la<br />
crítica. Asimismo podemos y debemos manifestar juicios valorativos <strong>en</strong> torno a etapas<br />
históricas más o m<strong>en</strong>os delimitadas y realizar comparaciones <strong>en</strong>tre difer<strong>en</strong>tes vías del<br />
desarrollo. Basados <strong>en</strong> fu<strong>en</strong>tes confiables y <strong>en</strong> esfuerzos teóricos sometidos al escrutinio de<br />
la ci<strong>en</strong>cia, podemos analizar críticam<strong>en</strong>te los procesos transcurridos hasta hoy. Karl Löwith<br />
sostuvo que la r<strong>en</strong>uncia estoica a admitir un s<strong>en</strong>tido de la evolución universal y, por lo tanto,<br />
el abandono de una certidumbre absoluta acerca de nuestro dev<strong>en</strong>ir, nos abre la posibilidad<br />
de perspectivas de s<strong>en</strong>tido no dogmáticas, restringidas a periodos y espacios determinados 68 .<br />
Esto no es un débil consuelo para comp<strong>en</strong>sar la pérdida de pautas de ori<strong>en</strong>tación seguras y<br />
confiables, pero constituye un camino más o m<strong>en</strong>os aceptable hacia análisis y<br />
comparaciones históricas y hacia el establecimi<strong>en</strong>to de metas parciales d<strong>en</strong>tro de un espíritu<br />
racional y humanista. Los muy distintos modelos de conviv<strong>en</strong>cia humana que han surgido<br />
hasta el pres<strong>en</strong>te, donde la desilusión es el factor predominante, deb<strong>en</strong> ser percibidos según<br />
una óptica pragmática, que pueda juzgar sus resultados concretos según su éxito o fracaso<br />
puedan conformarla con voluntad y consci<strong>en</strong>cia. Y así la filosofía de la historia demostraría a posteriori la<br />
legitimidad de sus presuposiciones.- Cf. también Helmut Fleischer, Marxismus und Geschichte (Marxismo e<br />
historia), Frankfurt: Suhrkamp 1969, passim.<br />
66 Ortodoxia establecida con ayuda del poder político y de las armas. Es decir: ortodoxia como prestigio<br />
<strong>en</strong>teram<strong>en</strong>te conv<strong>en</strong>cional..., pero muy efectivo a lo largo de muchas décadas.<br />
67 Cf. la obra de la ortodoxia canonizada: Georg Klaus / Hans Schulze, Sinn, Gesetz und Fortschritt in der<br />
Geschichte (S<strong>en</strong>tido, ley y progreso <strong>en</strong> la historia), Berlin/RDA: Dietz 1967, p. 103.<br />
68 Karl Löwith, El hombre <strong>en</strong> el c<strong>en</strong>tro de la historia. Balance filosófico del siglo XX, Barcelona: Herder<br />
1997, passim.- Sobre la vida y obra de Löwith cf. Wiebrecht Ries, Karl Löwith, Stuttgart: Metzler 1992; y la<br />
celebrada biografía intelectual: Enrico Donaggio, Una sobria inquietud. Karl Löwith y la filosofía, Bu<strong>en</strong>os<br />
Aires: Katz 2006.<br />
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para facilitar la vida humana cotidiana y no de acuerdo a la cercanía o distancia que dichos<br />
f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os t<strong>en</strong>gan con respecto a un objetivo de la historia preestablecido de antemano.<br />
En este contexto hay que señalar que la cuestión misma del s<strong>en</strong>tido de la historia ha<br />
sufrido <strong>en</strong>ormes modificaciones <strong>en</strong> el curso del tiempo. Los griegos, como nos recuerda<br />
Karl Löwith, r<strong>en</strong>unciaron sabia y modestam<strong>en</strong>te a indagar si la historia t<strong>en</strong>ía un s<strong>en</strong>tido<br />
discernible, puesto que estaban conmovidos por el "ord<strong>en</strong> visible y la belleza del cosmos<br />
natural". Desde tiempos inmemoriales el p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to teológico judío y cristiano introdujo,<br />
según Löwith, la cuestión "desmesurada" <strong>en</strong> torno al s<strong>en</strong>tido de la historia 69 .<br />
Junto con el concepto de historia es innegable que la idea grecorromana de cosmos ha<br />
sufrido también una notable transformación a través del estudio de la Biblia, especialm<strong>en</strong>te<br />
detectable <strong>en</strong> los escritos de San Pablo y San Juan; San Agustín se dedicó a fundam<strong>en</strong>tarla<br />
exhaustivam<strong>en</strong>te con medios filosóficos. La belleza visible del cosmos fue sacrificada al<br />
invisible logos divino, que sólo podía ser escuchado, es decir intuido e interpretado. El<br />
mundo fue reducido al mundo del Hombre: el universo, que existe por derecho propio, que<br />
surge y desaparece y r<strong>en</strong>ace por sí mismo, fue insertado <strong>en</strong> un proceso sacro y reducido a<br />
una creación temporal y perecedera, que sucede por y para el ser humano y no por fuerza<br />
propia. El universo, por lo tanto, sería la base material para el progreso linear de nuestra<br />
historia. Con el tiempo, esta concepción ha sido secularizada, y el progreso económicotecnológico<br />
ha pasado a ser la religión del mundo contemporáneo y el eje de casi todas las<br />
teorías históricas modernas. La red<strong>en</strong>ción mesiánica se ha convertido de igual modo <strong>en</strong> una<br />
dim<strong>en</strong>sión profana: <strong>en</strong> el marxismo y <strong>en</strong> sus escuelas sucesorias, el Reino de la Necesidad<br />
concluirá invariablem<strong>en</strong>te dando paso a un período es<strong>en</strong>cialm<strong>en</strong>te mejor: el Reino de la<br />
Libertad 70 .<br />
69 Karl Löwith, Weltgeschichte und Heilsgescheh<strong>en</strong>. Die theologisch<strong>en</strong> Voraussetzung<strong>en</strong> der<br />
Geschichtsphilosophie (Historia universal y suceso red<strong>en</strong>torio. Los presupuestos teológicos de la filosofía de la<br />
historia), Stuttgart etc.: Kohlhammer 1967, p. 13 sq.; algunas observaciones dispersas <strong>en</strong>: Löwith, Max Weber<br />
and Karl Marx, Londres / New York: Routledge 1993, passim.<br />
70 Cf. una crítica histórico-dialéctica a esta posición: Jürg<strong>en</strong> Habermas, Karl Löwiths stoischer Rückzug vom<br />
historisch<strong>en</strong> Bewusstsein (K. Löwith se retira estoicam<strong>en</strong>te de la conci<strong>en</strong>cia histórica), <strong>en</strong>: J. Habermas, Theorie<br />
und Praxis, op. cit. (nota 19), pp. 352-370.<br />
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La secularización de concepciones históricas de orig<strong>en</strong> mítico-religioso ha contribuido<br />
<strong>en</strong>tonces a instituir <strong>en</strong> el ámbito de la cultura occid<strong>en</strong>tal una idea g<strong>en</strong>eralizada acerca del<br />
progreso perpetuo de la humanidad, progreso que manifiesta connotaciones de positividad,<br />
deseabilidad e inevitabilidad, y que suministra los presupuestos teóricos a corri<strong>en</strong>tes tan<br />
difer<strong>en</strong>tes como las fundadas por Auguste Comte y Karl Marx. La sociedades no<br />
occid<strong>en</strong>tales han adoptado el concepto histórico-linear seguram<strong>en</strong>te después de haber<br />
<strong>en</strong>trado <strong>en</strong> contacto perman<strong>en</strong>te con las pot<strong>en</strong>cias europeas a partir del siglo XVI; a ésto ha<br />
ayudado no poco al hecho de que la civilización occid<strong>en</strong>tal resultara tan exitosa y superior a<br />
todas las otras a escala mundial.<br />
No posey<strong>en</strong>do los países ahora llamados periféricos una tradición autóctona que culminase<br />
<strong>en</strong> concepciones históricas de carácter linear y <strong>en</strong> ideas de progreso perpetuo y material, se<br />
puede postular la tesis de que las nociones contemporáneas de desarrollo <strong>en</strong> América Latina,<br />
Asia y Africa no cu<strong>en</strong>tan con un des<strong>en</strong>volvimi<strong>en</strong>to es<strong>en</strong>cialm<strong>en</strong>te autónomo, máxime si<br />
estos territorios estuvieron vinculados <strong>en</strong> forma estrecha con Europa Occid<strong>en</strong>tal y han<br />
seguido recibi<strong>en</strong>do toda clase de influ<strong>en</strong>cias <strong>en</strong> la esfera de las pautas de comportami<strong>en</strong>to y<br />
de los patrones culturales. Paradójicam<strong>en</strong>te aquellas concepciones y su orig<strong>en</strong> heterónomo<br />
han suministrado los criterios definitivos, de acuerdo a los cuales se juzga el nivel evolutivo<br />
alcanzado por cada país: retraso / progreso, estancami<strong>en</strong>to / crecimi<strong>en</strong>to, tradicional /<br />
moderno, estática / dinámica. El parámetro c<strong>en</strong>tral de todos ellos es: subdesarrollo /<br />
desarrollo, concretizado <strong>en</strong> la facultad de crecimi<strong>en</strong>to económico-tecnológico.<br />
En la actualidad esta secu<strong>en</strong>cia, que va del desdeñado subdesarrollo al anhelado<br />
desarrollo, es la que otorga un s<strong>en</strong>tido positivo y una dirección clara a la evolución histórica<br />
<strong>en</strong> el Tercer Mundo. A pesar de notables difer<strong>en</strong>cias ideológico-políticas, las grandes<br />
corri<strong>en</strong>tes de opinión <strong>en</strong> el Tercer Mundo concuerdan <strong>en</strong> conceder cualidades positivas y la<br />
calificación de viables únicam<strong>en</strong>te a aquellos regím<strong>en</strong>es y países, que crec<strong>en</strong><br />
económicam<strong>en</strong>te, que incorporan las innovaciones tecnológicas a su desarrollo, que exhib<strong>en</strong><br />
dinamismo y que van adoptando ost<strong>en</strong>siblem<strong>en</strong>te los rasgos de las naciones modernas, es<br />
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decir, exitosas, <strong>en</strong>carnadas hoy <strong>en</strong> día por los c<strong>en</strong>tros metropolitanos 71 . En esta constelación<br />
se compr<strong>en</strong>de fácilm<strong>en</strong>te que el pesimismo de muchos <strong>en</strong>foques filosóficos no ti<strong>en</strong>e razón<br />
de ser para las opiniones prevaleci<strong>en</strong>tes hoy <strong>en</strong> el Tercer Mundo.<br />
La idea c<strong>en</strong>tral de la tradición cristiano-occid<strong>en</strong>tal sobre el progreso perman<strong>en</strong>te es<br />
complem<strong>en</strong>tada por una visión del cosmos y de la naturaleza que tampoco se ha conocido<br />
como propia fuera del ámbito de la cultura occid<strong>en</strong>tal y que ti<strong>en</strong>e hoy día una importancia<br />
capital para compr<strong>en</strong>der las posiciones g<strong>en</strong>eralizadas <strong>en</strong> el Tercer Mundo con respecto a los<br />
problemas ecológicos. En contraste con religiones y credos paganos y animistas, la fe judía<br />
y las corri<strong>en</strong>tes cristianas establecieron un dualismo marcado <strong>en</strong>tre el Hombre y la<br />
naturaleza, d<strong>en</strong>tro del cual esta última adquiere un valor claram<strong>en</strong>te secundario y<br />
subordinado. La base para esta construcción teórica está dada por uno de los dogmas<br />
principales del judaísmo y el cristianismo: el Hombre ha sido creado a semejanza de Dios y<br />
es el telos, el objetivo del proceso universal. Esta situación privilegiada de la especie<br />
humana, principio de la Biblia (explicitado <strong>en</strong> el Génesis), corresponde a una dignidad<br />
ontológica inferior y dep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te atribuida a la naturaleza <strong>en</strong> su conjunto. El carácter y la<br />
función subordinados de la naturaleza implican que ésta, por su es<strong>en</strong>cia misma, no ti<strong>en</strong>e otro<br />
destino que estar al servicio del Hombre; de ahí se deriva el conocido mandato divino a los<br />
hombres de crecer, multiplicarse y hacerse dueños y señores de la Tierra. Esta misión de<br />
dominio total se traduce <strong>en</strong> la tarea de controlar y explotar el mundo natural para cumplir<br />
fines humanos y para mayor gloria de los mortales, sin que, durante esta operación secular,<br />
se pi<strong>en</strong>se <strong>en</strong> la conservación de la naturaleza como una meta razonable 72 . Por ello la<br />
naturaleza pierde todo aspecto mágico, toda facultad de ser considerada como un <strong>en</strong>te con<br />
derechos y fines propios, y se convierte <strong>en</strong> mero terr<strong>en</strong>o de caza, <strong>en</strong> campo de actividad para<br />
las necesidades y para la codicia ilimitada del Hombre. Hasta el lema socialista de modificar<br />
el mundo es imp<strong>en</strong>sable sin la secularización del principio judeo-cristiano de que la<br />
naturaleza sólo es el suelo para los designios humanos. Un antiguo concepto de orig<strong>en</strong><br />
71 Problema señalado tempranam<strong>en</strong>te <strong>en</strong>: David E. Apter, Some Conceptual Approaches to the Study of<br />
Modernization, Englewood Cliffs: Pr<strong>en</strong>tice-Hall 1968, p. 334.<br />
72 Carl Amery, Das Ende der Vorsehung. Die gand<strong>en</strong>los<strong>en</strong> Folg<strong>en</strong> des Christ<strong>en</strong>tums (El fin de la<br />
provid<strong>en</strong>cia. Las consecu<strong>en</strong>cias despiadadas del Cristianismo), Reinbek: Rowohlt 1972, pp. 16-19.<br />
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teológico ha sido secularizado y transformado <strong>en</strong> la teoría moderna de que el Hombre no<br />
sólo puede compr<strong>en</strong>der todas las leyes naturales, sino que debe usar esta capacidad para<br />
exprimir a la naturaleza el último gramo de sus riquezas.<br />
La índole subordinada de la naturaleza ha pasado, como credo profano, a conformar el<br />
cimi<strong>en</strong>to de doctrinas muy difer<strong>en</strong>tes Ä desde el liberalismo hasta el marxismo Ä, a<br />
posibilitar el m<strong>en</strong>osprecio por la problemática ecológica y a exaltar el valor de los éxitos<br />
materiales. En este s<strong>en</strong>tido, corri<strong>en</strong>tes muy diverg<strong>en</strong>tes, pero <strong>en</strong>raizadas firmem<strong>en</strong>te <strong>en</strong> la<br />
tradición occid<strong>en</strong>tal, como el utilitarismo y el marxismo, g<strong>en</strong>eran obstáculos similares que<br />
dificultan toda política ecológica seria. Todas ellas premian el éxito, el dinamismo, los<br />
procedimi<strong>en</strong>tos <strong>en</strong>érgicos y efici<strong>en</strong>tes como valores <strong>en</strong> sí mismos, y ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a ver <strong>en</strong> la<br />
historia una batalla de la producción y la productividad. Su concepción sobre la necesidad<br />
de dominar toda la creación, basada <strong>en</strong> la profanidad total de la naturaleza, las lleva a<br />
realizar la "apertura" completa de la Tierra y la consigui<strong>en</strong>te explotación de recursos hasta<br />
su agotami<strong>en</strong>to. La "disponibilidad" del universo Ä como señaló Carl Amery Ä está <strong>en</strong><br />
estrecho vínculo con la idea optimista de un futuro brillante y de un equilibrio ecológico<br />
básicam<strong>en</strong>te continuo, <strong>en</strong>torpecido de vez <strong>en</strong> cuando por incid<strong>en</strong>tes que pued<strong>en</strong> ser<br />
"controlados" fácilm<strong>en</strong>te 73 .<br />
Si para el utilitarismo liberal la naturaleza es sólo un factor de cálculo y un objeto de<br />
especulación, se podría p<strong>en</strong>sar que las t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias que lo combat<strong>en</strong> han desarrollado un<br />
concepto difer<strong>en</strong>te. Sin embargo, el marxismo y todas las corri<strong>en</strong>tes que se remit<strong>en</strong> a la obra<br />
teórica de Marx part<strong>en</strong> también de un antropoc<strong>en</strong>trismo liminar y dominante: el Hombre no<br />
es el hijo de la naturaleza, sino el producto excelso de la sociedad, el c<strong>en</strong>tro y la medida del<br />
mundo 74 . Para Marx la naturaleza es asimismo un <strong>en</strong>te sin derechos, resultando absurdo<br />
hablar de la naturaleza <strong>en</strong> cuanto tal. Según el marxismo, el Hombre sólo puede reflexionar<br />
adecuadam<strong>en</strong>te sobre aquéllo con lo que ti<strong>en</strong>e relaciones, y el establecer vínculos con la<br />
73 Ibid., pp. 122-126.<br />
74 Karl Marx, Thes<strong>en</strong> über Feuerbach (Tesis sobre Feuerbach), <strong>en</strong>: Marx, Die Frühschrift<strong>en</strong> (Escritos<br />
tempranos), compilación de Siegfried Landshut, Stuttgart: Kröner 1964, pp. 339-341.<br />
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naturaleza significa apropiarse de ella y trabajarla para sus propios fines 75 . Los factores que<br />
según Marx cu<strong>en</strong>tan son el Hombre y su trabajo, el capital y el proletariado. La naturaleza es<br />
lo obvio y sobre<strong>en</strong>t<strong>en</strong>dido, lo que no requiere de una problematización específica. La<br />
preocupación por la materia se refiere al dominio efectivo que el Hombre puede alcanzar<br />
sobre la naturaleza: <strong>en</strong> la relación <strong>en</strong>tre los humanos y el mundo, lo único importante es el<br />
rol del Hombre <strong>en</strong> cuanto dominador de todas las formas y los aspectos de la materia. En El<br />
Capital, Marx afirmó categóricam<strong>en</strong>te que la Tierra y los f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os naturales no t<strong>en</strong>drían<br />
ningún valor porque no incluirían trabajo objetivizado 76 . En un conocido pasaje de los<br />
Manuscritos económico-filosóficos Marx llegó a aseverar que la naturaleza, vista de manera<br />
abstracta, es decir, separada de su relación con el Hombre, es igual a la "nada" y que, por lo<br />
tanto, no es digna de consideración 77 .<br />
Los recursos naturales han sido para las escuelas marxistas meras variables históricas, que<br />
se modifican temporalm<strong>en</strong>te con el nivel de las fuerzas productivas. Por lo tanto, los<br />
recursos naturales no son un factor limitante para el des<strong>en</strong>volvimi<strong>en</strong>to de la humanidad,<br />
aunque <strong>en</strong> ciertas etapas históricas puedan condicionar el marco g<strong>en</strong>eral de la riqueza<br />
humana. Pero es de justicia m<strong>en</strong>cionar también que <strong>en</strong> las últimas décadas se han dado<br />
varios int<strong>en</strong>tos serios de demostrar que, <strong>en</strong> el fondo, Karl Marx era un g<strong>en</strong>uino ecologista<br />
avant la lettre 78 . La culminación del desarrollo humano Ä "la solución verdadera de la lucha<br />
del Hombre contra la naturaleza y contra sí mismo" Ä fue vista por Marx como un retorno<br />
del Hombre a sí mismo, como una "auténtica solución" de la conti<strong>en</strong>da <strong>en</strong>tre sociedad e<br />
75 Cf. los estudios que no han perdido vig<strong>en</strong>cia: Yves Laulan, Le Tiers Monde et la crise de l'<strong>en</strong>vironnem<strong>en</strong>t,<br />
París: P.U.F. 1974, p. 11; Elisabet y Tor Inge Romör<strong>en</strong>, Marx und die Ökologie (Marx y la ecología), <strong>en</strong>:<br />
KURSBUCH (Frankfurt), Nº 33, octubre 1973, pp. 175-186.<br />
76 Karl Marx, Das Kapital. Kritik der politisch<strong>en</strong> Ökonomie (El capital. Crítica de la economía política), vol.<br />
III, <strong>en</strong>: Karl Marx / Friedrich Engels, Werke [MEW] (Obras), Berlin: Dietz 1964, t. XXV, p. 660 sq.<br />
77<br />
Karl Marx, Nationalökonomie und Philosophie (Economía política y filosofía = Manuscritos de París), <strong>en</strong>:<br />
Marx, Die Frühschrift<strong>en</strong>, op. cit. (nota 28), p. 285.<br />
78 El más notable de ellos es la obra de Iring Fetscher, Überleb<strong>en</strong>sbedingung<strong>en</strong> der M<strong>en</strong>schheit. Zur<br />
Dialektik des Fortschritts (Las condiciones para la superviv<strong>en</strong>cia humana. Sobre la dialéctica del progreso),<br />
Munich: Piper 1980; cf. Alfred Schmidt, Der Begriff der Natur in der Lehre von Marx (El concepto de<br />
naturaleza <strong>en</strong> la doctrina de Marx), Frankfurt: EVA 1962; Luis Vitale, Hacia una historia del medio ambi<strong>en</strong>te,<br />
México: Nueva Sociedad / Nueva Imag<strong>en</strong> 1983.<br />
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individuo, es decir, como un naturalismo completo, idéntico, por lo demás, a un humanismo<br />
perfecto; también él creía que el fin más noble de la evolución humana consistiría <strong>en</strong> la<br />
armonía del Hombre con la naturaleza 79 .<br />
La t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia prevaleci<strong>en</strong>te <strong>en</strong> Marx y <strong>en</strong> sus discípulos ha sido, sin embargo, un<br />
antropoc<strong>en</strong>trismo bastante marcado. Desde el siglo XIX los p<strong>en</strong>sadores marxistas han<br />
exigido el desarrollo más int<strong>en</strong>so posible de las fuerzas productivas por todo el tiempo<br />
necesario hasta que la carestía y la pobreza dej<strong>en</strong> de ser las condiciones para el trabajo<br />
humano. Por otra parte, al concebir el adelanto ci<strong>en</strong>tífico-tecnológico como un proceso<br />
primordialm<strong>en</strong>te positivo y la evolución de las fuerzas productivas como principal motor de<br />
la historia, la teoría marxista abrió las puertas para interpretaciones del s<strong>en</strong>tido de la historia<br />
c<strong>en</strong>tradas <strong>en</strong> torno a criterios de desarrollo y crecimi<strong>en</strong>to como factores fundam<strong>en</strong>talm<strong>en</strong>te<br />
b<strong>en</strong>éficos, ejemplares y prioritarios, <strong>en</strong> detrim<strong>en</strong>to de puntos de vista extra-económicos y<br />
ecológicos. La dominación de la naturaleza <strong>en</strong> la amplitud más ext<strong>en</strong>sa y <strong>en</strong> la int<strong>en</strong>sidad<br />
más estricta repres<strong>en</strong>ta, por lo tanto, una premisa implícita del p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to marxista, el cual<br />
clausura así la posibilidad de analizar críticam<strong>en</strong>te aspectos regresivos del adelanto<br />
ci<strong>en</strong>tífico-tecnológico y los derivados de la violación incesante de la naturaleza. El<br />
marxismo no ha podido excluirse de una postura de admiración un tanto ing<strong>en</strong>ua por el<br />
mundo de la tecnología, heredada del siglo XIX, que considera el avance ci<strong>en</strong>tíficotecnológico<br />
como un proceso exclusivam<strong>en</strong>te positivo; el desarrollo histórico basado <strong>en</strong> este<br />
avance, como ha sido la evolución de Europa Occid<strong>en</strong>tal desde la Revolución Industrial a<br />
más tardar, se convierte <strong>en</strong>tonces <strong>en</strong> el modelo ejemplar de desarrollo histórico para el resto<br />
del mundo. En el núcleo de la concepción marxista, como esta explicitado <strong>en</strong> el prólogo a El<br />
Capital de Marx, se halla el valor normativo del proceso de industrialización y<br />
modernización, tal como éste se dio <strong>en</strong> el Occid<strong>en</strong>te europeo y más concretam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> Gran<br />
Bretaña.<br />
Ambos mom<strong>en</strong>tos: la idea de la índole subordinada de la naturaleza y la valoración<br />
determinante de las fuerzas productivas como motor de la historia, han motivado que las<br />
79 Karl Marx, Nationalökonomie..., op. cit. (nota 31), p. 235.<br />
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corri<strong>en</strong>tes marxistas exhiban un interés muy limitado por la problemática ecológica y han<br />
consolidado una visión filosófica <strong>en</strong> la que el s<strong>en</strong>tido de la evolución es básicam<strong>en</strong>te<br />
idéntico al progreso económico. Los regím<strong>en</strong>es socialistas <strong>en</strong> la praxis han llevado esta<br />
t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia del marxismo primig<strong>en</strong>io hasta su última consecu<strong>en</strong>cia al practicar un<br />
economicismo severo, promocionando exclusivam<strong>en</strong>te los avances materiales y<br />
tecnológicos (con resultados muy mediocres), posponi<strong>en</strong>do indefinidam<strong>en</strong>te la edificación<br />
del "Reino de la Libertad", libre de todo f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o de ali<strong>en</strong>ación.<br />
Hasta muchos de los críticos marxistas más lúcidos que han analizado los modelos<br />
socialistas exist<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> la realidad, permanec<strong>en</strong> d<strong>en</strong>tro de un marco de economicismo<br />
básico y de culto al dinamismo utilitarista. Lëv D. Trockij, por ejemplo, <strong>en</strong> una impugnación<br />
inflexible del stalinismo, fundam<strong>en</strong>tó la superioridad del socialismo <strong>en</strong> sus éxitos materiales:<br />
"El socialismo demostró su derecho a la victoria no <strong>en</strong> la páginas de El Capital, sino <strong>en</strong> una<br />
ar<strong>en</strong>a económica que constituye la sexta parte de la superficie terrestre; no lo demostró <strong>en</strong> el<br />
l<strong>en</strong>guaje de la dialéctica, sino <strong>en</strong> el del hierro, del cem<strong>en</strong>to y de la electricidad" 80 . Trockij no<br />
estaba ciertam<strong>en</strong>te solo al afirmar de modo categórico que no exist<strong>en</strong> fronteras para las<br />
posibilidades técnicas y productivas, y que la tecnología es el impulsor principal de todo<br />
progreso 81 . Ningún partidario de la economía de libre mercado criticaría a Trockij cuando<br />
éste afirma que "<strong>en</strong> última instancia, la fuerza y consist<strong>en</strong>cia de un régim<strong>en</strong> están<br />
determinadas por la r<strong>en</strong>tabilidad relativa del trabajo" 82 , máxime si el mismo Trockij<br />
postulaba la tesis de que la tarea c<strong>en</strong>tral de la Unión Soviética consistía <strong>en</strong> alcanzar y<br />
superar a los países capitalistas <strong>en</strong> el plano económico-tecnológico 83 . ¿Por qué esta larga<br />
m<strong>en</strong>ción dedicada a un p<strong>en</strong>sador comunista olvidado y superado por la historia y el propio<br />
desarrollo del marxismo? El referirse a su obra sucede únicam<strong>en</strong>te por motivos de contraste:<br />
los escritos de Trockij repres<strong>en</strong>tan un marxismo crítico y difer<strong>en</strong>ciado, alejado del<br />
80 L. D. Trockij, Verrat<strong>en</strong>e Revolution (La revolución traicionada), Frankfurt: Neue Kritik 1968, p. 12.<br />
81 Ibid., p. 47<br />
82 Ibid., p. 50.<br />
83 Ibid., p. 49.- Cf. K.-G. Riegel, Der Sozialismus als Modernisierungsideologie (El socialismo ideología de<br />
la modernización), <strong>en</strong>: KÖLNER ZEITSCHRIFT FÜR SOZIOLOGIE UND SOZIALPSYCHOLOGIE<br />
(Colonia), vol. 1979, Nº 1, p. 109 sqq.<br />
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mecanicismo y del maniqueísmo que impusieron las ortodoxias respaldadas por el poder y<br />
la burocracias. La inm<strong>en</strong>sa mayoría de literatura que se llama marxista ti<strong>en</strong>de aún más<br />
abiertam<strong>en</strong>te a adoptar una línea utilitarista y economicista. Los resultados de estas posturas<br />
para determinar el s<strong>en</strong>tido de la historia y el cont<strong>en</strong>ido del debate ecológico no necesitan ser<br />
m<strong>en</strong>cionados <strong>en</strong> detalle.<br />
Finalm<strong>en</strong>te: el optimismo doctrinario con respecto a un s<strong>en</strong>tido unívoco y evid<strong>en</strong>te de la<br />
historia, junto con actitudes economicistas y el desdén por aspectos ecológicos del<br />
desarrollo, han fom<strong>en</strong>tado el surgimi<strong>en</strong>to de regím<strong>en</strong>es totalitarios 84 , <strong>en</strong> los que el siglo XX<br />
fue particularm<strong>en</strong>te rico. El optimismo doctrinario, que cree conocer el verdadero s<strong>en</strong>tido de<br />
la historia y que prescribe modelos políticos congru<strong>en</strong>tes con esta concepción, ha sido<br />
favorecido por la concepción que postula la exist<strong>en</strong>cia de una unidad fundam<strong>en</strong>tal de todo<br />
f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o, unidad derivada de un propósito universal, abstracto e idealizado. Las filosofías<br />
de la historia que sosti<strong>en</strong><strong>en</strong> el progreso perman<strong>en</strong>te de la especie humana pert<strong>en</strong>ec<strong>en</strong> a estas<br />
doctrinas. En la praxis política estas corri<strong>en</strong>tes Ä construcciones de una lógica pan<strong>en</strong>globante<br />
Ä terminan justificando el sacrificio del individuo y de lo individual <strong>en</strong> favor de<br />
los grandes proyectos y los fines colectivos. Estos credos monistas, como los llamó Sir<br />
Isaiah Berlin, satisfac<strong>en</strong> una necesidad imperiosa del Hombre, absolvi<strong>en</strong>do sus preguntas,<br />
ofreciéndole la paz del espíritu y la s<strong>en</strong>sación de haber <strong>en</strong>contrado un lugar seguro <strong>en</strong> el<br />
cosmos 85 . Pero los resultados <strong>en</strong> la praxis política cotidiana han resultado ser simplem<strong>en</strong>te<br />
desastrosos. Los grandes sueños utópicos se reduc<strong>en</strong> a m<strong>en</strong>udo a ser versiones secularizadas<br />
del Apocalipsis.<br />
De este contexto argum<strong>en</strong>tativo se pued<strong>en</strong> extraer algunas conclusiones. El p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to<br />
cosmológico de la Antigüedad clásica fue disuelto por las concepciones teológico-<br />
84 Cf. el excel<strong>en</strong>te volum<strong>en</strong>: Guy Hermet (comp.), Totalitarismes, París: Economica 1984 (con especial<br />
refer<strong>en</strong>cia al Tercer Mundo); Uwe Backes / Eckhard Jesse, Totalitarismus, Extremismus, Terorrismus<br />
(Totalitarismo, extremismo, terorrismo), Oplad<strong>en</strong>: Leske-Budrich 1985.<br />
85 Isaiah Berlin, Herz<strong>en</strong> y Bakunin, y la libertad individual, <strong>en</strong>: Berlin, P<strong>en</strong>sadores rusos, compilación de<br />
H<strong>en</strong>ry Hardy y Aile<strong>en</strong> Kelly, México: FCE 1980, pp. 180-182, 189-194, 202, 210, 226; Isaiah Berlin, The Life<br />
and Opinions of Moses Hess, <strong>en</strong>: Berlin, Against the Curr<strong>en</strong>t. Essays in the History of Ideas, Londres: Hogarth<br />
1980, p. 248.<br />
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mesiánicas de orig<strong>en</strong> judío y cristiano, cuya influ<strong>en</strong>cia perdura hasta hoy, aunque <strong>en</strong> forma<br />
secularizada. Las teorías evolutivas más relevantes de los siglos XIX y XX Ä como las<br />
inspiradas por Karl Marx Ä son doctrinas materialistas que, bajo un manto profano y<br />
secular, manti<strong>en</strong><strong>en</strong> el fuego de la esperanza red<strong>en</strong>toria y mesiánica. En el Tercer Mundo<br />
estas concepciones se han mezclado con programas de desarrollo técnico-económico<br />
acelerado, c<strong>en</strong>trados <strong>en</strong> torno a los tres grandes objetivos de modernización, urbanización e<br />
industrialización. La esperanza de una pronta red<strong>en</strong>ción se manifiesta hoy <strong>en</strong> la exig<strong>en</strong>cia de<br />
prontos resultados materiales, lo que otorga a estas concepciones una <strong>en</strong>orme significación<br />
práctico-política. Es innecesario añadir que estos programas brindan un s<strong>en</strong>tido pl<strong>en</strong>o a los<br />
esfuerzos sociopolíticos que <strong>en</strong> todo el Tercer Mundo int<strong>en</strong>tan apresurar consci<strong>en</strong>te y<br />
sistemáticam<strong>en</strong>te el proceso histórico.<br />
No es posible, por <strong>en</strong>de, responder categóricam<strong>en</strong>te si la historia posee o no un s<strong>en</strong>tido<br />
discernible y, <strong>en</strong> cierta manera, obligatorio para todos los seres humanos. El optimismo<br />
doctrinario que lo afirma puede ser utilizado para legitimar regím<strong>en</strong>es autoritarios. Pero<br />
también el pesimismo a ultranza puede llevar a un relativismo total de valores que acaba, no<br />
pocas veces, <strong>en</strong> la obedi<strong>en</strong>cia y la justificación del modelo que existe casualm<strong>en</strong>te, pues éste<br />
es igual de bu<strong>en</strong>o o de malo como cualquier otro. A lo largo de su obra Karl Löwith insistió<br />
<strong>en</strong> que es imposible escrutar el s<strong>en</strong>tido último de la historia 86 , pero esta restricción deja<br />
abierta la posibilidad de examinar el s<strong>en</strong>tido de f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os sociopolíticos más limitados.<br />
86 Karl Löwith, Weltgeschichte..., op. cit. (nota 23), p. 11: La historia aparece como sin s<strong>en</strong>tido sólo si esta<br />
pregunta se refiere al s<strong>en</strong>tido último de la totalidad de la evolución histórica.<br />
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Las “leyes obligatorias” de la historia<br />
y sus implicaciones práctico-políticas<br />
1. Concepción cíclica vs. teorías lineares de la historia<br />
3<br />
La concepción del progreso histórico linear, según la cual la humanidad avanza<br />
continuam<strong>en</strong>te de niveles inferiores a superiores, no es, probablem<strong>en</strong>te, una idea c<strong>en</strong>tral que<br />
pert<strong>en</strong>ece al corpus de las cre<strong>en</strong>cias autóctonas de Asia, Africa y América Latina. Su<br />
aceptación como algo obvio por parte de intelectuales, políticos y líderes de opinión <strong>en</strong> el<br />
Tercer Mundo contribuye a t<strong>en</strong>der un velo sobre sus oríg<strong>en</strong>es y sus implicaciones. El<br />
concepto progresivo-linear del proceso histórico puede ser rastreado hasta la tradición<br />
judeo-cristiana, constituy<strong>en</strong>do a su vez una de las difer<strong>en</strong>cias fundam<strong>en</strong>tales <strong>en</strong>tre estas<br />
religiones y todas las otras.<br />
La Antigüedad clásica y las civilizaciones no occid<strong>en</strong>tales han t<strong>en</strong>ido mayoritariam<strong>en</strong>te<br />
una noción circular del proceso evolutivo, de acuerdo a la cual todos los períodos históricos<br />
transcurr<strong>en</strong> <strong>en</strong> forma de ciclos recurr<strong>en</strong>tes, estando cada uno de ellos igualm<strong>en</strong>te cercano (o<br />
lejano) a los criterio de éxito y justicia. Toda división del tiempo histórico t<strong>en</strong>dría <strong>en</strong>tonces<br />
una función meram<strong>en</strong>te informativa y recordatoria, pues las diversas épocas poseerían<br />
mom<strong>en</strong>tos positivos y negativos <strong>en</strong> proporción tal que se equilibrarían mutuam<strong>en</strong>te: la<br />
historia conocería sucesos, pero no progreso 87 . La idea de progreso fue concebida<br />
87<br />
Cf. Richard Schaeffler, Einführung in die Geschichtsphilosophie (Introducción a la filosofía de la historia),<br />
Darmstadt: WBG 1973, passim.<br />
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originalm<strong>en</strong>te como un acercarse a la divinidad; fue el Judaísmo la fe que creó las primeras<br />
imág<strong>en</strong>es para una repres<strong>en</strong>tación de la historia <strong>en</strong> la que no hay lugar para el eterno retorno<br />
de lo similar, sino más bi<strong>en</strong> para etapas sucesivas que conduc<strong>en</strong> paulatinam<strong>en</strong>te hacia el<br />
Juicio Final. La esperanza mesiánica fue uno de los factores determinantes <strong>en</strong> esta nueva<br />
visión del transcurso del tiempo. Desde una perspectiva histórico-económica moderna, la<br />
evolución histórica no es absurda, ya que puede adquirir un s<strong>en</strong>tido razonable <strong>en</strong> la<br />
satisfacción bi<strong>en</strong> lograda de las necesidades humanas y <strong>en</strong> la emancipación de servidumbres<br />
irracionales. Teorías contemporáneas del relativismo axiológico y la deconstrucción radical<br />
se han consagrado, con bastante fortuna, a socavar tanto la idea de un progreso per<strong>en</strong>ne<br />
como la concepción de la eterna repetición de lo mismo.<br />
2. Elem<strong>en</strong>tos teológicos <strong>en</strong> las filosofías de la historia<br />
Los modelos hegeliano y marxista han constituido la manifestación más notable de esta<br />
doctrina filosófica <strong>en</strong> la esfera de la historiografía moderna. Una base teológica subyace al<br />
modelo hegeliano, base que ha sufrido un fuerte proceso de secularización. La combinación<br />
de Gnosis, Apocalipsis y Teodicea conforma ese fundam<strong>en</strong>to 88 . La aparición constante de<br />
motivos religiosos, míticos y arcaicos <strong>en</strong> las concepciones históricas de las más distintas<br />
sociedades nos habla de la necesidad de las mismas de dotarse de sistemas de satisfac<strong>en</strong><br />
necesidades y nostalgias colectivas 89 . En primer lugar se halla la idea directriz sigui<strong>en</strong>te.<br />
Todas las luchas políticas, los conflictos sociales y hasta los sucesos naturales se incorporan<br />
a una evolución g<strong>en</strong>eral que concluye <strong>en</strong> una armonía universal, la cual, a su vez, justifica<br />
todos los avatares históricos, confiriéndoles un s<strong>en</strong>tido que reconcilia a los hombres con su<br />
destino. El infortunio histórico (el valle de lágrimas, la sociedad de clases, las etapas de<br />
88 Cf. Peter Knauer, Eine andere Antwort auf das "Theodizeeproblem" Ä was der Glaube für d<strong>en</strong> Umgang<br />
dem mit Leid ausmacht (Una otra respuesta al "problema de la teodicea" Ä lo que g<strong>en</strong>era el trato con el<br />
sufrimi<strong>en</strong>to ), <strong>en</strong>: THEOLOGIE UND PHILOSOPHIE (Freiburg), vol. 78 (2003), Nº 2, pp. 193-211.<br />
89 En la mayoría de estas grandes doctrinas historiográficas el comi<strong>en</strong>zo histórico, prístino y puro, es la<br />
prefiguración del futuro liberado. "El pasado es la promesa del futuro". Karl Löwith, Weltgeschichte und<br />
Heilsgescheh<strong>en</strong>. Die theologisch<strong>en</strong> Voraussetzung<strong>en</strong> der Geschichtsphilosophie (Historia universal y suceso<br />
red<strong>en</strong>torio. Los presupuestos teológicos de la filosofía de la historia), Stuttgart etc.: Kohlhammer 1967, p. 15.-<br />
Cf. también el instructivo comp<strong>en</strong>dio de Johannes Thyss<strong>en</strong>, Geschichte der Geschichtsphilosophie (Historia de<br />
la filosofía de la historia), Bonn: Bouvier 1970.<br />
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vileza, división y heterodoxia) es indisp<strong>en</strong>sable para que los seres humanos se <strong>en</strong>riquezcan<br />
con la experi<strong>en</strong>cia de la negatividad, la otredad y la ali<strong>en</strong>ación, y configur<strong>en</strong> finalm<strong>en</strong>te su<br />
id<strong>en</strong>tidad como la superación progresiva y necesaria de etapas y viv<strong>en</strong>cias anteriores. Para el<br />
p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to gnóstico las emanaciones sucesivas (los f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os concretos del avance<br />
histórico) desde un comi<strong>en</strong>zo conllevan la depravación de la pureza original de la<br />
conviv<strong>en</strong>cia humana, pero la red<strong>en</strong>ción final después de una historia catastrófica justificará<br />
todo padecimi<strong>en</strong>to 90 . En la filosofía de la historia de Hegel y Marx aparece esta idea<br />
fundam<strong>en</strong>tal <strong>en</strong> forma secularizada. En todas las versiones del marxismo la instauración del<br />
"Reino de la libertad" y la restitutio hominis ocurr<strong>en</strong>, por ejemplo, únicam<strong>en</strong>te después de<br />
que la sociedad haya sufrido la cuota más alta y dura de ali<strong>en</strong>ación. La filosofía hegeliana y<br />
marxista de la historia Ä una "racionalización del sufrimi<strong>en</strong>to" 91 Ä culmina una larga y<br />
brillante cad<strong>en</strong>a del p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to occid<strong>en</strong>tal, que se nutre de fundam<strong>en</strong>tos teológicoreligiosos<br />
<strong>en</strong> las notables doctrinas de Plotino, San Agustín y Proclo, y termina secularizada<br />
e inextricablem<strong>en</strong>te vinculada a la economía política 92 . Estas corri<strong>en</strong>tes armonicistas se han<br />
consagrado a integrar la negatividad (G. W. F. Hegel) y las contradicciones (Karl Marx) <strong>en</strong><br />
una gran síntesis histórica, <strong>en</strong> la cual lo Otro, lo no idéntico, lo fragm<strong>en</strong>tario y disociado<br />
sirv<strong>en</strong> como ladrillos (que <strong>en</strong>cajan muy bi<strong>en</strong> unos con otros) <strong>en</strong> la construcción final de la<br />
gran síntesis, que es la concordancia de todos los f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os.<br />
Para muchos críticos, esta t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia armonicista subestima la calidad de lo Otro y<br />
negativo y lo obliga a ser un mero peldaño de lo idéntico d<strong>en</strong>tro de una evolución<br />
90 R<strong>en</strong>é Mayorga, Sein und Geschichte. Zur Kritik der negativ<strong>en</strong> Ontologie und Geschichtsphilosphie Martin<br />
Heideggers (Ser e historia. Una crítica a la ontología y filosofía de la historia negativas de Martin Heidegger),<br />
Berlin: Freie Universität Berlin 1971, pp. 154-159: En las doctrinas secularizadas posteriores la negatividad<br />
total del mundo Ä la obscuridad constitutiva del universo según la Gnosis Ä es mitigada y transformada <strong>en</strong> la<br />
fase necesaria de la ali<strong>en</strong>ación, la cosificación y la sociedad de clases.<br />
91<br />
Cf. la brillante obra de Mathilde Niel, Psychoanalyse des Marxismus (Psicoanálisis del marxismo),<br />
Munich: List 1972, p. 94.<br />
92 Cf. <strong>en</strong>tre otros: Werner Beierwaltes, Proklos. Grundzüge seiner Metaphysik (Proclo. Fundam<strong>en</strong>tos de su<br />
metafísica), Frankfurt: Klostermann 1979; Alfonso Reyes, La filosofía hel<strong>en</strong>ística, México: FCE 1959, p. 250<br />
sqq.; Ernst Topitsch, Marxismus und Gnosis (Marxismo y Gnosis), <strong>en</strong>: Topitsch, Sozialphilosophie zwisch<strong>en</strong><br />
Ideologie und Wiss<strong>en</strong>schaft (La filosofía social <strong>en</strong>tre la ideología y la ci<strong>en</strong>cia), Neuwied: Luchterhand 1961, p.<br />
161 sqq.; y el hermoso <strong>en</strong>sayo de Theodor W. Adorno, Fortschritt (Progreso), <strong>en</strong>: Adorno, Stichworte.<br />
Kritische Modelle 2 (Apuntes. Modelos críticos 2), Frankfurt: Suhrkamp 1969, pp. 29-50.<br />
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garantizada desde un principio 93 . El carácter antipluralista de estas teorías puede, además,<br />
dar frutos totalitarios <strong>en</strong> la praxis 94 . Estos saberes red<strong>en</strong>torios, que integran literalm<strong>en</strong>te<br />
todos los f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os histórico-sociales y los m<strong>en</strong>osprecian simultáneam<strong>en</strong>te, están<br />
inmunizados contra todo <strong>en</strong>sayo de cuestionami<strong>en</strong>to; <strong>en</strong> la praxis política pued<strong>en</strong> ser<br />
altam<strong>en</strong>te motivadores y despertar un gran <strong>en</strong>tusiasmo que se exti<strong>en</strong>de por décadas, pero no<br />
brindan una ori<strong>en</strong>tación crítica ni tampoco un impulso g<strong>en</strong>uinam<strong>en</strong>te ci<strong>en</strong>tífico. Unidos a<br />
formas dogmáticas de religiosidad popular, estos saberes red<strong>en</strong>torios han sido responsables<br />
por regím<strong>en</strong>es totalitarios, como fue el experim<strong>en</strong>to iniciado <strong>en</strong> la Santa Rusia 95 <strong>en</strong> 1917.<br />
3. El modo lógico y el modo histórico<br />
Si la historia siguiese leyes obligatorias, se convertiría <strong>en</strong> el despliegue de un proceso<br />
metafísico, d<strong>en</strong>tro del cual la libertad y los designios humanos se transformarían <strong>en</strong> un mero<br />
cumplimi<strong>en</strong>to de algo prefijado por fuerzas que se hallan all<strong>en</strong>de el alcance y las<br />
posibilidades del Hombre. Con ello desaparecería todo vestigio de libertad de decisión y,<br />
por <strong>en</strong>de, la política <strong>en</strong> s<strong>en</strong>tido estricto. La voluntad de los individuos y los pueblos se<br />
reduciría a ejecutar la "astucia de la razón" (Hegel). La idea de que "la razón rige el mundo y<br />
así también la historia universal" 96 , ha resultado ser el fundam<strong>en</strong>to de un poderoso<br />
93 Herbert Marcuse, Zum Begriff der Negation in der Dialektik (Sobre el concepto de negación <strong>en</strong> la<br />
dialéctica), <strong>en</strong>: Marcuse, Ide<strong>en</strong> zu einer kritisch<strong>en</strong> Theorie der Gesellschaft (Ideas acerca de una teoría crítica<br />
de la sociedad), Frankfurt: Suhrkamp 1969, p. 186; Theodor W. Adorno, Drei Studi<strong>en</strong> zu Hegel (Tres estudios<br />
sobre Hegel), Frankfurt: Suhrkamp 1963, passim; Adorno, Zur Metakritik der Erk<strong>en</strong>ntnistheorie. Studi<strong>en</strong> über<br />
Husserl und die phänom<strong>en</strong>ologisch<strong>en</strong> Antinomi<strong>en</strong> (Metacrítica de la teoría del conocimi<strong>en</strong>to. Estudios sobre<br />
Husserl y las antinomias f<strong>en</strong>om<strong>en</strong>ológicas), Stuttgart: Kohlhammer 1956, p. 18 sqq.<br />
94 Cf. el suger<strong>en</strong>te <strong>en</strong>sayo de Horst Heimann, Marxismus als Fundam<strong>en</strong>talismus? (Marxismo como<br />
fundam<strong>en</strong>talismo?), <strong>en</strong>: Thomas Meyer (comp.), Fundam<strong>en</strong>talismus in der Dritt<strong>en</strong> Welt. Die Internationale der<br />
Unvernunft (Fundam<strong>en</strong>talismo <strong>en</strong> el Tercer Mundo. La Internacional de la irracionalidad), Frankfurt: Suhrkamp<br />
1989, pp. 213-230.<br />
95 Cf. el brillante estudio, hoy totalm<strong>en</strong>te olvidado, basado <strong>en</strong> amplios materiales docum<strong>en</strong>tales y empíricos:<br />
Emanuel Sarkisyanz, Russland und der Messianismus des Ori<strong>en</strong>ts. S<strong>en</strong>dungsbewusstsein und politischer<br />
Chiliasmus des Ost<strong>en</strong>s (Rusia y el mesianismo del Ori<strong>en</strong>te. Consci<strong>en</strong>cia de misión y quiliasmo <strong>en</strong> el Este),<br />
Tübing<strong>en</strong>: Mohr-Siebeck 1955, p. 18.<br />
96 Georg Wilhelm Friedrich Hegel, Vorlesung<strong>en</strong> über die Philosophie der Geschichte (Lecciones sobre la<br />
filosofía de la historia), <strong>en</strong>: G. W. F. Hegel, Werke (Obras), compilación de Eva Mold<strong>en</strong>hauer y Karl Markus<br />
Michel), Frankfurt: Suhrkamp 1970, vol. 12, p. 20, 40; Hegel, Die Vernunft in der Geschichte (La razón <strong>en</strong> la<br />
historia), Hamburgo: Meiner 1980, p. 29. (Se trata probablem<strong>en</strong>te de dos variantes de un mismo esbozo<br />
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dogmatismo optimista que prescribe un s<strong>en</strong>tido y una dirección a la evolución humana, lo<br />
que puede terminar <strong>en</strong> regím<strong>en</strong>es que pret<strong>en</strong>d<strong>en</strong> acelerar "ci<strong>en</strong>tíficam<strong>en</strong>te" ese decurso<br />
obligatorio. Esta concepción hegeliana (y posthegeliana) sólo es posible mediante la<br />
transposición de lo lógico <strong>en</strong> lo histórico, lo que conlleva el sacrificio de lo conting<strong>en</strong>te y<br />
empírico Ä que es lo realm<strong>en</strong>te histórico Ä <strong>en</strong> el altar de lo absoluto y racional 97 .<br />
El marxismo como doctrina institucionalizada prescribió un modo lógico y un modo<br />
histórico de compr<strong>en</strong>der la evolución humana: mi<strong>en</strong>tras el primero, basado <strong>en</strong> los<br />
inalterables principios y modelos de la dialéctica materialista, persiste <strong>en</strong> su validez a través<br />
de las edades a causa de su carácter abstracto, purificado de los hechos aleatorios de la<br />
esfera empírica, el modo histórico puede producir fluidam<strong>en</strong>te conocimi<strong>en</strong>tos, teoremas e<br />
hipótesis <strong>en</strong> torno a los asuntos humanos que pued<strong>en</strong> ser superados por el desarrollo efectivo<br />
de los mismos, sin que ésto afecte <strong>en</strong> lo más mínimo el modo lógico. Ninguna investigación<br />
de hechos puede determinar cuál es el necesario decurso de la historia, escribió Georg<br />
Lukács; sólo la dialéctica sería capaz de ello 98 . El resultado de esta primacía de lo lógico<br />
sobre lo histórico es la devaluación de la historia <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral y de la política <strong>en</strong> especial, lo<br />
que posee una inmejorable función de exculpación ideológica. Los principios doctrinarios,<br />
por ejemplo, son siempre correctos, aunque la praxis resultante de los mismos sea una<br />
desgracia para la población involucrada; los felices administradores de la doctrina verdadera<br />
no son responsables de todo error y horror que ocurra <strong>en</strong> la esfera subalterna Ä y efímera Ä<br />
de los hechos profanos 99 . Basados <strong>en</strong> Hegel, Marx y Engels creyeron que se podría destilar<br />
la es<strong>en</strong>cia auténtica del sistema capitalista (o de todo otro periodo socio-histórico),<br />
original.) Sobre esta temática cf. el excel<strong>en</strong>te texto de Herbert Marcuse, Vernunft und Revolution. Hegel und die<br />
Entstehung der Gesellschaftstheorie (Razón y revolución. Hegel y el surgimi<strong>en</strong>to de la teoría social), Neuwied:<br />
Luchterhand 1962.<br />
97 Cf. Ernst Topitsch, Die Sozialphilosophie Hegels als Heilslehre und Herrschaftsideologie (La filosofía<br />
social hegeliana como doctrina salvífica e ideología de dominación), Munich: Piper 1980.<br />
98 Georg Lukács, Taktik und Ethik (Táctica y ética), <strong>en</strong>: Georg Lukács, Schrift<strong>en</strong> zur Ideologie und Politik<br />
(Escritos sobre ideología y política), compilación de Peter Ludz, Neuwied / Berlin: Luchterhand 1967, p. 22.<br />
99 Sobre el anti-historicismo y anti-humanismo cont<strong>en</strong>ido <strong>en</strong> estas teorías, cf. Alfred Schmidt, Geschichte<br />
und Struktur. Frag<strong>en</strong> einer marxistisch<strong>en</strong> Historik (Historia y estructura. Cuestiones de una historiografía<br />
marxista), Munich: Hanser 1977, pp. 42-45, 58, 78-81, 139 sq.<br />
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eliminando los aspectos conting<strong>en</strong>tes del mismo. Lo c<strong>en</strong>tral e inconfundible del capitalismo<br />
podría ser capturado si se prescindía de los hechos aleatorios y fortuitos, es decir de la<br />
historia misma. Esta preemin<strong>en</strong>cia cognitiva de lo lógico permitiría reconocer las leyes<br />
inmutables de la evolución histórica y la secu<strong>en</strong>cia obligatoria de sus periodos. Este modelo<br />
no podría ser cuestionado por los "detalles" empíricos del desarrollo humano que estuvies<strong>en</strong><br />
a contramano de esa evolución y tampoco por factores reales que parezcan desautorizar esas<br />
leyes, pues lo histórico-fáctico sería de naturaleza secundaria y no afectaría el núcleo del<br />
ámbito lógico. El resultado de todo ésto salta a la vista: la labor de la ci<strong>en</strong>cia consistiría <strong>en</strong><br />
depurar el desarrollo histórico de lo causal y variopinto. Este conocido programa ha<br />
mostrado ser una <strong>en</strong>orme contribución a la dogmatización del error y al establecimi<strong>en</strong>to de<br />
una estrategia intelectual que se inmuniza fr<strong>en</strong>te a toda crítica 100 .<br />
De acuerdo a Hegel la vida de las personas de carne y hueso no puede pret<strong>en</strong>der una<br />
significación substancial fr<strong>en</strong>te al despliegue del espíritu absoluto, y por ello la fortuna<br />
individual Ä y hasta social Ä repres<strong>en</strong>taba una quantité négligeable para su filosofía. En un<br />
famoso pasaje Hegel lo expresó claram<strong>en</strong>te: "La historia universal no es el suelo de la<br />
felicidad. En ella los periodos de felicidad son hojas vacías" 101 . G<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te los hombres<br />
nunca llegan a cumplir las metas que se han trazado, pero sus derrotas y sufrimi<strong>en</strong>tos<br />
constituy<strong>en</strong> los vehículos para el progreso del espíritu absoluto. Mediante esta astucia de la<br />
razón llega a triunfar la idea rectora de la historia universal, justam<strong>en</strong>te si los individuos<br />
sucumb<strong>en</strong> <strong>en</strong> ella. Una posición similar fue la sost<strong>en</strong>ida por Georg Lukács, el fundador del<br />
marxismo crítico u occid<strong>en</strong>tal, <strong>en</strong> su filosofía de la historia 102 . En su crítica a Hegel escribió<br />
100 Cf. <strong>en</strong>tre otros: Giuseppe Prestipino, El p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to filosófico de Engels. Naturaleza y sociedad <strong>en</strong> la<br />
perspectiva teórica marxista, México: Siglo XXI 1977, pp. 273-313; Werner Habermehl, Historizismus und<br />
kritischer Rationalismus (Historicismo y racionalismo crítico), Freiburg / Munich: Alber 1981.<br />
101 Hegel, Vorlesung<strong>en</strong>..., op. cit (nota 10), p. 42, también 40, 49.- Para una crítica al teorema de que el ser<br />
humano es el mero material de la historia, cf. Hans Barth, Wahrheit und Ideologie (Verdad e ideología), Zurich:<br />
R<strong>en</strong>tsch 1961, p. 169; Johannes Thyss<strong>en</strong>, op. cit. (nota 3), p. 73; Kurt Hiller, Gloss<strong>en</strong> zu Hegels sog<strong>en</strong>annter<br />
Philosophie der Geschichte (Glosas a la así llamada filosofía hegeliana de la historia), <strong>en</strong> el importante<br />
volum<strong>en</strong>: Gerd-Klaus Kalt<strong>en</strong>brunner (comp.), Hegel und die Folg<strong>en</strong> (Hegel y las consecu<strong>en</strong>cias), Freiburg:<br />
Rombach 1970, pp. 165-169.<br />
102 Sobre Georg Lukács cf. François Furet, El pasado de una ilusión. Ensayo sobre la idea comunista <strong>en</strong> el<br />
siglo XX, México: FCE 1995, pp. 141-143; la exhaustiva biografía de Arpad Kadárkay, Georg Lukács,<br />
Val<strong>en</strong>cia: Edicions Alfons el Magnànim 1994; algunos aspectos interesantes <strong>en</strong>: Morris Watnick, Relativismus<br />
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Herbert Marcuse que el espíritu hegeliano del mundo es un sustituto metafísico para el<br />
g<strong>en</strong>uino sujeto, el Dios insondable de una humanidad desilusionada, oculto y terrible como<br />
el Dios de los calvinistas; <strong>en</strong> suma el motor de un mundo donde todo sucede pese a las<br />
acciones consci<strong>en</strong>tes de los seres humanos y a costa de su dicha 103 .<br />
4. Las implicaciones de las “leyes” históricas obligatorias<br />
El teorema de la astucia de la razón posee una fatal implicación práctico-política, pues<br />
ti<strong>en</strong>de a exculpar (y <strong>en</strong> ciertos casos a sacralizar) toda evolución real y todo mom<strong>en</strong>to<br />
fáctico de la actividad política como elem<strong>en</strong>tos de una necesidad histórica que se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra<br />
all<strong>en</strong>de la dim<strong>en</strong>sión ética. Si el despliegue del espíritu absoluto a través de la historia no<br />
está vinculado a criterios morales y no puede ser juzgado por los mismos, <strong>en</strong>tonces se abre<br />
la posibilidad de que todo desarrollo político pueda ser calificado de racional por ser lo<br />
necesario <strong>en</strong> un mom<strong>en</strong>to. La justicia, el derecho y el destino ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a convertirse <strong>en</strong> un<br />
solo f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o; la historia universal se transformaría <strong>en</strong> el Juicio Final. Se trataría de un<br />
proceso <strong>en</strong> el cual no hay espacio para las decisiones libres, la casualidad y las<br />
equivocaciones. Cuestiones éticas son irrelevantes <strong>en</strong> un contexto donde predomina lo<br />
inevitable, lo que t<strong>en</strong>ía que pasar de todas maneras. Lo moral sería el acto de adaptarse a ese<br />
desarrollo e integrarse a ese destino. El marxismo ortodoxo que predominó <strong>en</strong> el llamado<br />
socialismo real proclamó un realismo histórico de este tipo, que <strong>en</strong> sus manifestaciones<br />
concretas justificaba y daba lustre al stalinismo o a cualquier f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o del mom<strong>en</strong>to 104 .<br />
und Klass<strong>en</strong>bewusstsein: Georg Lukács (Relativismo y consci<strong>en</strong>cia de clase: Georg Lukács), <strong>en</strong>: Leopold<br />
Labedz (comp.), Der Revisionismus (El revisionismo), Colonia/Berlin: Kiep<strong>en</strong>heuer & Witsch 1966, pp. 189-<br />
221; George Lichtheim, Georg Lukács, Londres: Collins/Fontana 1970; Andrew Arato / Paul Breines, El jov<strong>en</strong><br />
Lukács y los oríg<strong>en</strong>es del marxismo occid<strong>en</strong>tal, México: FCE 1986; Agnès Heller (comp.), Lukács<br />
Reappraised, New York: Columbia U. P. 1983.<br />
103 Herbert Marcuse, Vernunft und Revolution, op. cit. (nota 10), p. 208.<br />
104 Para una crítica de esta posición hegeliana y marxista cf. Jürg<strong>en</strong> Habermas, Zur philosophisch<strong>en</strong><br />
Diskussion um Marx und d<strong>en</strong> Marxismus (Sobre la discusión filosófica <strong>en</strong> torno a Marx y al marxismo), <strong>en</strong>:<br />
Habermas, Theorie und Praxis (Teoría y praxis), Neuwied: Luchterhand 1963, p. 322 sqq. Sobre la exculpación<br />
del stalinismo a cargo de p<strong>en</strong>sadores adscritos al marxismo crítico cf. los testimonios de Hans Heinz Holz,<br />
Utopie und Anarchismus (Utopía y anarquismo), Colonia: Pahl-Rug<strong>en</strong>stein 1968, pp. 108-110; Helmut<br />
Fleischer, Marxismus und Geschichte (Marxismo e historia), Frankfurt: Suhrkamp 1969, p. 169; Lucio Colleti,<br />
Zur Stalin-Frage (Sobre la cuestión de Stalin), Berlin: Merve 1970, pp. 34-37.<br />
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Pero también el marxismo crítico de Lukács se basa <strong>en</strong> un axioma hegeliano: la libertad no<br />
es más que el reconocimi<strong>en</strong>to de la necesidad 105 . El individuo actúa adecuadam<strong>en</strong>te como<br />
ser social y "supera" la necesidad si la reconoce y se somete a ella: el único modo realista de<br />
liberarse del sacrificio que es la historia consiste <strong>en</strong> soportar esas rigurosidades voluntaria y<br />
consci<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te. Y la necesidad histórica estaba personificada <strong>en</strong> el partido, que era (y<br />
puede volver a serlo) la mediación correcta <strong>en</strong>tre teoría y praxis, la "manifestación<br />
organizativa de la voluntad revolucionaria del proletariado" 106 , la clase que lleva <strong>en</strong> su s<strong>en</strong>o<br />
la racionalidad histórica superior y la emancipación del género humano. Aquí no hay campo<br />
para decisiones libres, nacidas de sopesar situaciones conflictivas y problemáticas, sino<br />
comportami<strong>en</strong>tos ineludibles e inevitables. Se disipa así la posibilidad de una instancia<br />
imbuida de espíritu crítico-ci<strong>en</strong>tífico para esclarecer la estrategia y corregir los errores de<br />
una organización política y, al mismo tiempo, se frustra un horizonte moral para iluminar la<br />
actuación individual.<br />
No hay que excluir <strong>en</strong> el siglo XXI el r<strong>en</strong>acimi<strong>en</strong>to de esta teoría, pues como lógica<br />
histórica del éxito 107 ti<strong>en</strong>e una considerable aceptación <strong>en</strong> el s<strong>en</strong>o de los movimi<strong>en</strong>tos<br />
políticos más disímiles. Para Hegel el éxito de un Estado era la garantía de su calidad<br />
intrínseca; ésto puede llevar a id<strong>en</strong>tificar el poder político bi<strong>en</strong> logrado con la justicia y la<br />
legitimidad históricas. El dominio técnico de la naturaleza y de los ciclos naturales se<br />
transformó durante el siglo XIX <strong>en</strong> el signo exterior de un régim<strong>en</strong> avalado por la evolución<br />
"correcta".<br />
105 Lukács, Freie oder gel<strong>en</strong>kte Kunst? (¿Arte libre o guiado?), <strong>en</strong>: Georg Lukács, Schrift<strong>en</strong>..., op. cit. (nota<br />
12), p. 463.- La id<strong>en</strong>tificación de libertad con necesidad se halla <strong>en</strong> la obra de Georgij V. Plexanov (1856-<br />
1918), Zur Geschichtsphilosophie Hegels (Sobre la filosofía de la historia de Hegel) [1895], <strong>en</strong>: DAS<br />
ARGUMENT (Berlin), vol. 13, Nº 4/5 (= 65), agosto de 1971, p. 281.- Esta id<strong>en</strong>tificación conformó uno de los<br />
pilares del marxismo ortodoxo moscovita hasta 1989 y constituye aun uno de los principios rectores del<br />
marxismo cubano y chino, aunque éste no juegue ningún papel relevante <strong>en</strong> la praxis cotidiana de estos países.<br />
106 Georg Lukács, Die moralische S<strong>en</strong>dung der kommunistisch<strong>en</strong> Partei (La misión moral del partido<br />
comunista), <strong>en</strong>: Lukács, Schrift<strong>en</strong>..., ibid. (nota 12), p. 138.- El punto de vista del proletariado sería el punto de<br />
vista del gran sujeto racional histórico por excel<strong>en</strong>cia: Luci<strong>en</strong> Sebag, Marxismus und Strukturalismus<br />
(Marxismo y estructuralismo), Frankfurt: Suhrkamp 1967, pp. 89, 93, 117-177.<br />
107 Karl Löwith, Von Hegel zu Nietzsche. Der revolutionäre Bruch im D<strong>en</strong>k<strong>en</strong> des 19. Jahrhunderts (De<br />
Hegel a Nietzsche. El quiebre revolucionario <strong>en</strong> el p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to del siglo XIX), Stuttgart: Kohlhammer 1964, p.<br />
238; Karl R. Popper, Die off<strong>en</strong>e Gesellschaft und ihre Feinde (La sociedad abierta y sus <strong>en</strong>emigos), vol. II:<br />
Falsche Prophet<strong>en</strong> (Los profetas falsos), Munich: Francke 1975, p. 56, 84 sqq, 386.<br />
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Como se m<strong>en</strong>cionó, estas doctrinas prop<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a un realismo político y a id<strong>en</strong>tificar lo que<br />
existe <strong>en</strong> un mom<strong>en</strong>to dado con lo legitimado históricam<strong>en</strong>te. La asimilación de lo real con<br />
lo racional puede servir para legitimar cualquier régim<strong>en</strong> socio-político, aunque aquí es<br />
indisp<strong>en</strong>sable señalar que la doctrina hegeliana, muy matizada, no postula un<br />
equiparami<strong>en</strong>to total de lo racional con lo real, con lo fáctico del mero mom<strong>en</strong>to. Lo<br />
racional es lo adecuado al tiempo, es decir lo conv<strong>en</strong>i<strong>en</strong>te según la evolución histórica. En<br />
un famoso pasaje Hegel describió de modo <strong>en</strong>tusiasta el valor perman<strong>en</strong>te de la Revolución<br />
Francesa, que habría consistido <strong>en</strong> reconstruir la realidad según los mandami<strong>en</strong>tos de la<br />
razón. Esto sería "la verdadera reconciliación de lo divino con el mundo" 108 . Pero aun así<br />
Hegel y todas sus escuelas sucesorias han partido del presupuesto nunca cuestionado de que<br />
las grandes líneas históricas son lo primario y superior, y la obligación de los individuos es<br />
someterse a ellas. La auténtica reconciliación de lo divino con lo prosaico consiste <strong>en</strong> la<br />
subordinación de lo último ante lo primero. En la esfera de lo profano esta doctrina significa<br />
lo sigui<strong>en</strong>te. La meta de la historia universal sería la autorrealización de la razón, t<strong>en</strong>di<strong>en</strong>do<br />
esta última a ser idéntica con Dios. Hegel lo afirmó claram<strong>en</strong>te (aunque para algunos<br />
intérpretes se trata de una metáfora): "Dios domina el mundo; el cont<strong>en</strong>ido de su gobierno y<br />
la ejecución de su plan es la historia universal" 109 . Esta teleología absoluta de la razón<br />
presupone que la historia Ä como avance de la razón, admiti<strong>en</strong>do muchas vueltas y<br />
revueltas Ä debe interpretarse desde un final satisfactorio (telos): el autodesarrollo del<br />
espíritu y la autoliberación del Hombre están dirigidas hacia esa meta y así le brindan<br />
s<strong>en</strong>tido, repres<strong>en</strong>tando, además, la consumación y el perfeccionami<strong>en</strong>to del comi<strong>en</strong>zo. Con<br />
respecto al desarrollo ulterior de esta doctrina a cargo de Marx, Albrecht Wellmer escribió<br />
<strong>en</strong> un brillante <strong>en</strong>sayo: "Lo razonable para Marx ha sido siempre lo real exist<strong>en</strong>te, ya que la<br />
lógica de la historia, que prescribe el avance del proletariado, nunca fue puesta <strong>en</strong><br />
108 G. W. F. Hegel, Vorlesung<strong>en</strong>..., op. cit. (nota 10), p. 529.<br />
109 G. W. F. Hegel, Vorlesung<strong>en</strong>..., op. cit. (nota 10), p. 53. Cf. también Hegel, Die Vernunft.., op. cit. (nota<br />
10), p. 74 sq.; Hegel, Phänom<strong>en</strong>ologie des Geistes (F<strong>en</strong>om<strong>en</strong>ología del espíritu), <strong>en</strong>: Werke, op. cit. (nota 10),<br />
vol. 3, pp. 575-591.- Sobre el vínculo <strong>en</strong>tre teología y filosofía de la historia <strong>en</strong> Hegel, cf. Iring Fetscher, Hegel<br />
Ä Grösse und Gr<strong>en</strong>z<strong>en</strong> (Hegel Ä grandeza y límites), Stuttgart: Kohlhammer 1971, pp. 86-97; Herbert<br />
Schnädelbach, Geschichtsphilosophie nach Hegel. Die Probleme des Historismus (Filosofía de la historia<br />
después de Hegel. Los problemas del historicismo), Freiburg: Alber 1974, p. 18; Dieter H<strong>en</strong>rich, Hegel im<br />
Kontext (Hegel <strong>en</strong> contexto), Frankfurt: Suhrkamp 1981, p. 205 sqq.<br />
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cuestionami<strong>en</strong>to; ella garantiza de antemano no sólo que el proletariado marcha al mismo<br />
ritmo que el espíritu del mundo (Weltgeist), sino que además hereda el éxito de todos los<br />
empr<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>tos de este espíritu" 110 . Lo razonable no puede ser otra cosa que someterse a<br />
las leyes de la historia y a las grandes instituciones (Estado, partido, iglesia) que la<br />
repres<strong>en</strong>tan. De acuerdo a Hegel, la "verdad substancial" consiste <strong>en</strong> integrarse a los grandes<br />
fines de la historia, lo que <strong>en</strong> la praxis conlleva el someterse al Estado, sus leyes y<br />
reglam<strong>en</strong>tos 111 . Para estos modelos de determinismo histórico no es importante ni<br />
significativo cómo se experim<strong>en</strong>ta el sujeto político a sí mismo cuando actúa <strong>en</strong> medio de<br />
los conflictos sociales, ni a cuáles dilemas éticos está <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tado, sino si la actuación de este<br />
sujeto está "objetivam<strong>en</strong>te" conforme con las grandes leyes de la evolución. Si todo<br />
p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to y acto están ya calificados por un horizonte universal de s<strong>en</strong>tido histórico y<br />
localizados definitivam<strong>en</strong>te d<strong>en</strong>tro del mismo, <strong>en</strong>tonces lo que llamamos<br />
conv<strong>en</strong>cionalm<strong>en</strong>te la política y el modo consci<strong>en</strong>te de configurar la vida diaria se vuelv<strong>en</strong><br />
algo ilusorio: el individuo se queda sin autonomía de decisión, las actuaciones morales dejan<br />
de t<strong>en</strong>er s<strong>en</strong>tido y la historia se transforma <strong>en</strong> la reproducción de reglas prov<strong>en</strong>i<strong>en</strong>tes de una<br />
esfera all<strong>en</strong>de lo humano 112 .<br />
La crítica hegeliana al liberalismo está basada <strong>en</strong> una percepción temprana y clarivid<strong>en</strong>te<br />
del egoísmo individual y <strong>en</strong> un int<strong>en</strong>to de construir límites a los excesos de ese egoísmo,<br />
pero su exaltación del Estado lo llevó a considerar la autonomía política del individuo como<br />
algo secundario y hasta subalterno, lo que fundam<strong>en</strong>tó posteriorm<strong>en</strong>te la concepción tan<br />
expandida de que las libertades de la democracia liberal y los derechos humanos serían sólo<br />
"cuestiones formales". Aunque el establecer cad<strong>en</strong>as de consecu<strong>en</strong>cias es siempre inexacto y<br />
110 Albrecht Wellmer, Kritische Gesellschaftstheorie und Positivismus (Teoría crítica de la sociedad y<br />
positivismo), Frankfurt: Suhrkamp 1969, p. 59 sq.- Un gran marxista crítico, estudioso de la historia del Tercer<br />
Mundo, consideró a Marx como un fiel hegeliano y firme crey<strong>en</strong>te <strong>en</strong> la astucia de la razón. Cf. su notable obra<br />
comparativa: Umberto Melotti, Marx y el Tercer Mundo, Bu<strong>en</strong>os Aires: Amorrortu 1974, p. 175.<br />
111<br />
Hegel, Vorlesung<strong>en</strong>..., op. cit. (nota 10), p. 56, 135, 540; Hegel, Phänom<strong>en</strong>ologie..., op. cit. (nota 23), pp.<br />
431-441.<br />
112 Sobre esta temática y sus implicaciones <strong>en</strong> el marxismo cotidiano, cf. la interesante obra de Bernd<br />
Gugg<strong>en</strong>berger, Wem nützt der Staat? Kritik der neomarxistisch<strong>en</strong> Staatstheorie (A quién le sirve el Estado?<br />
Crítica de la teoría neomarxista del Estado), Stuttgart: Kohlhammer 1974, pp. 91-93, 101 sqq., especialm<strong>en</strong>te p.<br />
91.<br />
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arriesgado, se puede decir que el desdén de Hegel y Marx por lo particular e individual ha<br />
favorecido el establecimi<strong>en</strong>to de regím<strong>en</strong>es autoritarios y hasta totalitarios, <strong>en</strong> los cuales las<br />
grandes instancias colectivas han t<strong>en</strong>dido a suprimir la autonomía de las personas y a<br />
consolidar la irrelevancia del individuo. Cuando no se puede tolerar lo particular, aseveró<br />
Theodor W. Adorno, se delata la int<strong>en</strong>ción de una dominación de intereses particulares. La<br />
razón universal que pret<strong>en</strong>de avalar ese poder político es, <strong>en</strong> el fondo, una razón limitada y<br />
parcial 113 .<br />
La filosofía marxista de la historia dep<strong>en</strong>de de este gran modelo hegeliano, que es la<br />
fu<strong>en</strong>te principal de su inspiración, aunque su l<strong>en</strong>guaje fue la economía política y aunque<br />
Marx pret<strong>en</strong>diera haber puesto a Hegel de cabeza a los pies 114 . Sigui<strong>en</strong>do a Hegel, Marx no<br />
separó lo racional de lo real y, además, aceptó sin grandes reservas los grandes lugares<br />
comunes de la filosofía de la historia de su época y <strong>en</strong>torno: el decurso único y universal de<br />
la historia, (avalado "ci<strong>en</strong>tíficam<strong>en</strong>te"), un etnoc<strong>en</strong>trismo basado <strong>en</strong> Europa Occid<strong>en</strong>tal, la<br />
deseabilidad de una industrialización completa, la expansión de la racionalidad instrum<strong>en</strong>tal<br />
y la génesis histórica influida por la Teodicea y el Apocalipsis, es decir por elem<strong>en</strong>tos<br />
c<strong>en</strong>trales de la tradición judeo-cristiana. La int<strong>en</strong>ción revolucionaria de Marx no llega a<br />
<strong>en</strong>cubrir la int<strong>en</strong>ción teleológico-teológica que subyace a su periodización histórica, que<br />
permite descubrir su s<strong>en</strong>tido global sólo desde el grandioso final satisfactorio. El<br />
autodespliegue del ser humano hacia su total autonomía Ä un concepto clásico y c<strong>en</strong>tral de<br />
la filosofía europea Ä constituiría el s<strong>en</strong>tido de la historia, y el comunismo consci<strong>en</strong>te de sí<br />
mismo repres<strong>en</strong>taría la solución del <strong>en</strong>igma de la misma 115 .<br />
La teoría hegeliana conforma un magnífico sistema especulativo de filosofía de la historia,<br />
incomparable <strong>en</strong> cuanto a originalidad y profundidad, sistema sin el cual todo marxismo es<br />
113<br />
Theodor W. Adorno, Negative Dialektik (Dialéctica negativa), Frankfurt: Suhrkamp 1966, p. 304, 309<br />
sq., 316, 329.<br />
114 Sobre la decisiva influ<strong>en</strong>cia de los elem<strong>en</strong>tos escatológicos de la teología cristiana sobre Hegel y, por su<br />
intermedio, sobre el marxismo, cf. dos brillantes estudios: Karl Löwith, op. cit (nota 21), pp. 45-48; Ludwig<br />
Landgrebe, Hegel und Marx (Hegel y Marx), <strong>en</strong>: MARXISMUSSTUDIEN (Tübing<strong>en</strong>), vol. I, 1954, pp. 39-53.<br />
115 Karl Marx, Nationalökonomie und Philosophie (Economía política y filosofía), <strong>en</strong>: Marx, Die<br />
Frühschrift<strong>en</strong> (Obras tempranas), compilación de Siegfried Landshut, Stuttgart: Kröner 1964, p. 235.<br />
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imp<strong>en</strong>sable. El postulado de Hegel de transformar el mundo según las prescripciones de la<br />
razón y eliminar todo aquello que se había convertido <strong>en</strong> anacrónico y, por lo tanto, <strong>en</strong><br />
irracional, es uno de los fundam<strong>en</strong>tos mismos del marxismo y sigue constituy<strong>en</strong>do un<br />
principio irr<strong>en</strong>unciable del humanismo político 116 . De acuerdo a Hegel el espíritu del mundo<br />
(Weltgeist) se libera primeram<strong>en</strong>te de las cad<strong>en</strong>as de una naturaleza no domeñada, luego de<br />
las trabas del ord<strong>en</strong> arcaico, para pasar posteriorm<strong>en</strong>te a una etapa <strong>en</strong> la que la razón domina<br />
y organiza el universo humano. Se arriba <strong>en</strong>tonces a la era de la emancipación política,<br />
donde el saber teórico-crítico se consagra a la configuración práctica del ámbito empírico,<br />
con lo que la búsqueda del conocimi<strong>en</strong>to llega a su consumación 117 . En lo es<strong>en</strong>cial Marx<br />
siguió esta gran síntesis, que puede ser descrita como el desarrollo de la razón <strong>en</strong> el campo<br />
de la historia, síntesis que fue preparada largam<strong>en</strong>te por la teología judeo-cristiana y la obra<br />
de Hegel.<br />
5 La filosofía de la historia y el plano de la realidad<br />
Pero aun así, reconoci<strong>en</strong>do el carácter extraordinario de los sistemas hegeliano y marxista,<br />
no se puede dejar de lado la observación de que estos magníficos edificios de ideas ti<strong>en</strong><strong>en</strong><br />
poco que ver con la prosaica realidad de esa misma historia, pese a la plausibilidad que<br />
acompaña la tesis del des<strong>en</strong>volvimi<strong>en</strong>to de la razón <strong>en</strong> la historia. No se trata aquí de<br />
contraponer las visiones y los pronósticos de Hegel y Marx con los casos concretos del<br />
desarrollo histórico Ä lo que siempre resultó fácil Ä, sino de examinar los presupuestos de<br />
esta gran construcción idealista. A más tardar desde San Agustín aparece <strong>en</strong> la filosofía<br />
occid<strong>en</strong>tal el int<strong>en</strong>to Ä repetido muchas veces Ä de vincular la historia de la formación<br />
intelectual del individuo con la evolución colectiva de la humanidad, si<strong>en</strong>do el proceso <strong>en</strong><br />
ambos casos el despliegue de la razón hasta su culminación. Este esquema, muy popular<br />
<strong>en</strong>tre la g<strong>en</strong>te de los <strong>libro</strong>s, sugiere un paralelismo <strong>en</strong>tre los procesos personales de<br />
116 Cf. Joachim Ritter, Hegel und die Französische Revolution (Hegel y la Revolución Francesa), Frankfurt:<br />
Suhrkamp 1965; Shlomo Avineri, Hegels Theorie des modern<strong>en</strong> Staates (La teoría hegeliana del Estado<br />
moderno), Frankfurt: Suhrkamp 1976; Jürg<strong>en</strong> Habermas, Hegels Kritik der Französisch<strong>en</strong> Revolution (La<br />
crítica de Hegel a la Revolución Francesa), <strong>en</strong>: Habermas, Theorie und Praxis, op. cit. (nota 18), passim.<br />
117<br />
G. W. F. Hegel, Die Vernunft..., op. cit. (nota 10), p. 48 sq.; Hegel, Vorlesung<strong>en</strong>..., op. cit. (nota 10), p.<br />
540.<br />
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apr<strong>en</strong>dizaje y autorreflexión, por un lado, y el desarrollo de sociedades y naciones, por otro.<br />
En este último caso se presupone que el des<strong>en</strong>volvimi<strong>en</strong>to de las sociedades ocurre<br />
mediante una acumulación cognoscitiva, lo que posibilita que <strong>en</strong> cada etapa histórica el<br />
conjunto social se comporte progresivam<strong>en</strong>te más y más de acuerdo a los mandami<strong>en</strong>tos de<br />
la razón. Las etapas, por las cuales atraviesa la consci<strong>en</strong>cia individual <strong>en</strong> el decurso<br />
evolutivo hacia su autocompr<strong>en</strong>sión y autorrealización, son, <strong>en</strong> el fondo, las mismas grandes<br />
épocas que el espíritu del mundo traspasa a lo largo de la historia universal y <strong>en</strong> el camino<br />
hacia sí mismo.<br />
Esta similitud <strong>en</strong>tre del desarrollo de la razón individual y de la historia colectiva<br />
compr<strong>en</strong>de tres grandes fases:<br />
(1) La conformidad ing<strong>en</strong>ua <strong>en</strong>tre la consci<strong>en</strong>cia personal y el mundo de los objetos, que <strong>en</strong><br />
la esfera colectiva se traduce por la inmediatez no reflexiva con la cual la comunidad<br />
primitiva (sin clases distintas, por supuesto) se experim<strong>en</strong>ta a sí misma, al <strong>en</strong>torno y al<br />
mundo;<br />
(2) la larga y compleja era intermedia (la sociedad de clases <strong>en</strong> sus muchas etapas), <strong>en</strong> la<br />
cual el sujeto vive los f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os de ali<strong>en</strong>ación, <strong>en</strong>aj<strong>en</strong>ación y extrañami<strong>en</strong>to (se pierde <strong>en</strong><br />
el mundo de los objetos), halla sus valores de ori<strong>en</strong>tación y sus fu<strong>en</strong>tes normativas <strong>en</strong> el<br />
ámbito exterior a su propia consci<strong>en</strong>cia y debe recorrer su duro camino a través de la<br />
naturaleza y la historia, es decir por medio de las necesidades, las car<strong>en</strong>cias y las<br />
casualidades; y<br />
(3) la reconciliación de lo individual y lo colectivo, lo particular y lo g<strong>en</strong>eral, que ocurre<br />
cuando el sujeto cognosc<strong>en</strong>te compr<strong>en</strong>de que la constitución de su propia consci<strong>en</strong>cia es la<br />
constitución del mundo. El conflicto <strong>en</strong>tre la necesidad objetiva y la arbitrariedad subjetiva<br />
es superado cuando el sujeto reconoce su propia legislación <strong>en</strong> la objetividad de las normas.<br />
El autoconocimi<strong>en</strong>to del espíritu ti<strong>en</strong>e lugar cuando éste se reconoce <strong>en</strong> lo extraño y<br />
extranjero. (En el marxismo esta última etapa coincide con la superación de la sociedad de<br />
clases, cuando el sujeto histórico se compr<strong>en</strong>de y se libera a sí mismo, y cuando la dialéctica<br />
<strong>en</strong>tre fuerzas productivas y relaciones de producción llega su fin 118 .)<br />
118 Sobre el paralelismo <strong>en</strong>tre las teorías de Hegel y Marx cf. Iring Fetscher, Das Verhältnis des Marxismus<br />
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En este esquema de tanta relevancia <strong>en</strong> las especulaciones sobre filosofía de la historia a<br />
más tardar desde el siglo XVIII, el conocimi<strong>en</strong>to de la consci<strong>en</strong>cia por sí misma es tomado<br />
como base y modelo del conocimi<strong>en</strong>to del mundo exterior, g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> tres etapas:<br />
(a) Los procesos de autocompr<strong>en</strong>sión individual son considerados como básicam<strong>en</strong>te<br />
iguales a los procesos colectivos de <strong>en</strong>t<strong>en</strong>der y apropiarse del mundo (transposición de<br />
estructuras ontog<strong>en</strong>éticas a decursos filog<strong>en</strong>éticos);<br />
(b) los procesos sociales de apr<strong>en</strong>dizaje son vistos como intrínsecam<strong>en</strong>te iguales a las<br />
secu<strong>en</strong>cias de desarrollo histórico de las sociedades concretas; y<br />
(c) el des<strong>en</strong>volvimi<strong>en</strong>to evolutivo de una cierta área geográfica y cultural (sobre todo:<br />
Europa Occid<strong>en</strong>tal) es percibida como paradigmática para toda la historia universal.<br />
En este esquema (y <strong>en</strong> los similares) no se constatan transiciones paulatinas de un ámbito a<br />
otro, que servirían sólo de ejemplos aproximativos para tratar de compr<strong>en</strong>der problemas<br />
altam<strong>en</strong>te complejos, sino saltos cualitativos <strong>en</strong>tre difer<strong>en</strong>tes esferas, que pued<strong>en</strong> ser<br />
aceptados únicam<strong>en</strong>te si al mismo tiempo se toman como ciertos los presupuestos de estas<br />
magnas especulaciones filosóficas. Son sistemas <strong>en</strong> los que no hay lugar para las anomalías<br />
y las excepciones, las casualidades y los hechos fortuitos, las diverg<strong>en</strong>cias y las difer<strong>en</strong>cias,<br />
es decir para el material propio de la historia y la política. No hay duda de que exist<strong>en</strong><br />
vínculos importantes <strong>en</strong>tre el desarrollo individual de las capacidades racionales<br />
cognoscitivas, por un lado, y la evolución global de la humanidad, por otro, pero ésto no<br />
alcanza para postular un paralelismo tan explícito <strong>en</strong>tre ambos f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os. La tradición<br />
filosófica occid<strong>en</strong>tal ha fom<strong>en</strong>tado desde un comi<strong>en</strong>zo la idea muy humana (casi una<br />
déformation professionelle) de que el des<strong>en</strong>volvimi<strong>en</strong>to del espíritu individual es<br />
prácticam<strong>en</strong>te idéntico al despliegue de la historia universal.<br />
Esta concepción se asemeja, por otra parte, a una compr<strong>en</strong>sión mitológica del mundo. Lo<br />
alejado, complicado, incierto y aus<strong>en</strong>te es explicado mediante el proceso de <strong>en</strong>t<strong>en</strong>der lo<br />
zu Hegel (Los nexos del marxismo con Hegel), <strong>en</strong>: MARXISMUSSTUDIEN (Tübing<strong>en</strong>), vol. 3 (1960), pp. 73-<br />
76.<br />
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cercano, simple, familiar y pres<strong>en</strong>te 119 . El conocer puede así ser reducido a una repetición<br />
de un acto elem<strong>en</strong>tal, que <strong>en</strong>tonces es utilizado para darnos cu<strong>en</strong>ta de un ámbito que no nos<br />
es familiar y cuya complejidad excede la imag<strong>en</strong> simplista que habitualm<strong>en</strong>te t<strong>en</strong>emos de lo<br />
inmediato. Estos mecanismos de proyección antropomorfista nos ayudan a <strong>en</strong>t<strong>en</strong>der<br />
estructuras y contextos que son radicalm<strong>en</strong>te distintos a los acostumbrados y cuya mera<br />
exist<strong>en</strong>cia nos produce inseguridad y hasta temor. De acuerdo al agudo análisis de Ernst<br />
Topitsch, nos es imposible liberarnos de estas proyecciones antropomorfistas, pues<br />
pert<strong>en</strong>ec<strong>en</strong> al núcleo mismo de todo esfuerzo intelectual. No habría, por consigui<strong>en</strong>te, lugar<br />
para un conocimi<strong>en</strong>to realm<strong>en</strong>te objetivo y auténtico, y sólo nos quedaría el consuelo de<br />
elegir <strong>en</strong>tre distintas ilusiones. Descubrir algún s<strong>en</strong>tido <strong>en</strong> la naturaleza y <strong>en</strong> la historia sería<br />
un acto arbitrario de autoconsuelo. El p<strong>en</strong>sar mismo y, sobre todo, el <strong>en</strong>unciar juicios<br />
valorativos serían una ficción que satisface nuestros s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>tos y brinda seguridad a<br />
nuestro comportami<strong>en</strong>to 120 .<br />
El mérito de Ernst Topitsch reside <strong>en</strong> descubrir proyecciones biologistas (ciclos históricos<br />
construidos por imitación del desarrollo de seres vivi<strong>en</strong>tes) y sociomorfistas (visión del<br />
universo según jerarquías de dominación y dep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia) <strong>en</strong> el análisis y la interpretación de<br />
la historia y la naturaleza, que pose<strong>en</strong> un carácter muy plausible y por ello arduo de<br />
des<strong>en</strong>trañar 121 . No hay, evid<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te, nada más seductor que p<strong>en</strong>sar que el ser humano y<br />
el mundo social son emanaciones racionales de un ord<strong>en</strong> definitivo compuesto de acuerdo a<br />
designios divinos.<br />
Pero la teoría de Ernst Topitsch y <strong>en</strong>foques afines se distingu<strong>en</strong> también por otros rasgos<br />
m<strong>en</strong>os promisorios. Si todos nuestros int<strong>en</strong>tos teóricos son meros actos tranquilizadores que<br />
119 Ernst Topitsch, Erk<strong>en</strong>ntnis und Illusion. Grundstruktur<strong>en</strong> unserer Weltauffassung (Conocimi<strong>en</strong>to e<br />
ilusión. Las estructuras básicas de nuestra interpretación del mundo), Hamburgo: Hoffmann & Campe 1979, p.<br />
10.<br />
120 Ibid., p. 8.- Bertrand Russell sostuvo que debemos vivir soportando de manera razonable la t<strong>en</strong>sión de la<br />
incertidumbre per<strong>en</strong>ne, sin caer seducidos por ley<strong>en</strong>das tranquilizantes, por más lógicas que éstas parezcan ser.<br />
Lord Bertrand Russell, History of Western Philosophy and Its Connection with Political and Social<br />
Circumstances from the Earliest Times to the Pres<strong>en</strong>t, Londres: All<strong>en</strong> & Unwin 1975, p. 14.<br />
121<br />
Ernst Topitsch, Vom Ursprung und Ende der Metaphysik (Sobre el orig<strong>en</strong> y el fin de la metafísica),<br />
Munich: dtv 1972, p. 120 sq., 355 sq.<br />
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dan s<strong>en</strong>tido a lo que no ti<strong>en</strong>e, si vivimos únicam<strong>en</strong>te rodeados y dominados por ilusiones, y<br />
si la actividad analítica es un mero deslumbrami<strong>en</strong>to del instante, <strong>en</strong>tonces se devalúa<br />
radicalm<strong>en</strong>te todo propósito intelectual y crítico. La equiparación de filosofía y mito <strong>en</strong> la<br />
teoría de Ernst Topitsch es muy similar a la reducción positivista de verdad como mera<br />
constatación de vínculos <strong>en</strong>tre f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os; las cuestiones refer<strong>en</strong>tes a valores resultarían ser<br />
sólo problemas apar<strong>en</strong>tes, y toda interpretación histórica debería ser percibida como un<br />
espejismo que brinda ilusión y consuelo 122 . De acuerdo a esta doctrina, <strong>en</strong> el fondo todo<br />
int<strong>en</strong>to de mejorar la suerte de los mortales aparece como una quimera ing<strong>en</strong>ua; los<br />
esfuerzos teóricos racionales y una praxis política razonable permanec<strong>en</strong> d<strong>en</strong>tro del marco<br />
de lo aleatorio y arbitrario. Lo peligroso es que esta doctrina <strong>en</strong> el contexto social sirve para<br />
legitimar lo que existe <strong>en</strong> un mom<strong>en</strong>to dado, porque toda reforma adquiere el carácter de<br />
una ficción insubstancial y conting<strong>en</strong>te. Y si la realidad del instante consiste <strong>en</strong> procesos<br />
totalitarios o, por lo m<strong>en</strong>os, <strong>en</strong> políticas públicas autoritarias, no se puede discursivam<strong>en</strong>te<br />
plantear una alternativa, porque ésta sería tan fortuita como la realidad. Así lo totalitario<br />
puede adquirir el aura de lo históricam<strong>en</strong>te necesario porque es lo que casualm<strong>en</strong>te existe <strong>en</strong><br />
un mom<strong>en</strong>to dado.<br />
La concepción de que el des<strong>en</strong>volvimi<strong>en</strong>to del espíritu individual es idéntico al avance de<br />
la historia universal ti<strong>en</strong>e connotaciones adicionales. El idealismo de esta gran concepción<br />
es evid<strong>en</strong>te, a pesar de que numerosos p<strong>en</strong>sadores e investigadores rechazarían indignados<br />
esta calificación, pues se han dedicado a compilar datos y conocimi<strong>en</strong>tos empíricos para<br />
avalar materialm<strong>en</strong>te ambos procesos, el individual y el colectivo. Pero, como afirmó<br />
Theodor W. Adorno, estas magnas construcciones de la historia universal permit<strong>en</strong> una<br />
g<strong>en</strong>erosa manipulación de los hechos empíricos, la cual es exculpada mediante el argum<strong>en</strong>to<br />
de la necesaria distancia con respecto a los meros acontecimi<strong>en</strong>tos de la realidad 123 . Es<br />
decir: <strong>en</strong> el fondo los datos concretos juegan un papel ornam<strong>en</strong>tal si ya se ha construido una<br />
gran teoría con pret<strong>en</strong>siones de universalidad, sobre todo si estos edificios están concebidos<br />
desde un futuro o un final luminoso.<br />
122 Ernst Topitsch, Erk<strong>en</strong>ntnis und Illusion, op. cit. (nota 33), p. 13 sq., 18.<br />
123 Theodor W. Adorno, Negative Dialektik, op. cit. (nota 27), p. 311.<br />
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6 Visiones tecnocráticas de la temática<br />
Este es uno de los dilemas c<strong>en</strong>trales de la filosofía de la historia: la concepción de un<br />
desarrollo de la consci<strong>en</strong>cia de libertad 124 es es<strong>en</strong>cial para fundam<strong>en</strong>tar procesos<br />
democráticos y razonables <strong>en</strong> cualquier nación, pero estas líneas evolutivas válidas para toda<br />
sociedad <strong>en</strong>globan el peligro de recetas dictatoriales e irrealistas. Por ello es conv<strong>en</strong>i<strong>en</strong>te<br />
m<strong>en</strong>cionar, <strong>en</strong> base a un caso concreto, las vinculaciones <strong>en</strong>tre ciertas doctrinas de la<br />
filosofía de la historia y los despotismos tecnocráticos del pres<strong>en</strong>te. En el Tercer Mundo se<br />
critica ahora las pret<strong>en</strong>siones universalistas y las implicaciones tecnocráticas de los magnos<br />
sistemas de filosofía de la historia, especialm<strong>en</strong>te la doctrina optimista de un progreso<br />
per<strong>en</strong>ne, lineal y asc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>te de los decursos evolutivos, doctrina detectable con toda fuerza<br />
<strong>en</strong> la historiografía de la Ilustración. Una de las versiones más difundidas y exitosas Ä a<br />
m<strong>en</strong>udo por vía indirecta Ä de esta concepción fue la expuesta por Jean Antoine Nicolas de<br />
Caritat, Marqués de Condorcet (1743-1794), qui<strong>en</strong> sost<strong>en</strong>ía que el Hombre, bu<strong>en</strong>o por<br />
naturaleza, es capaz de un perfeccionami<strong>en</strong>to perman<strong>en</strong>te e ilimitado; la educación e<br />
instrucción públicas (y su reforma) adquier<strong>en</strong> <strong>en</strong>tonces una relevancia de primer grado,<br />
contribuy<strong>en</strong>do a mitigar las difer<strong>en</strong>cias naturales de tal<strong>en</strong>to y fortuna. El bi<strong>en</strong> mayor<br />
consistiría <strong>en</strong> el constante progreso moral del género humano, el cual se manifestaría <strong>en</strong> el<br />
des<strong>en</strong>volvimi<strong>en</strong>to histórico de la humanidad de acuerdo a leyes del perpetuo mejorami<strong>en</strong>to.<br />
La filosofía de la historia de Condorcet puede ser considerada como el despliegue de la<br />
razón que va superando los errores, las debilidades y los pecados del Hombre. Se trata de<br />
una visión global de la historia <strong>en</strong> la tradición de Montesquieu, Rousseau, Turgot y Voltaire,<br />
según la cual los ev<strong>en</strong>tos políticos concretos descubr<strong>en</strong> el s<strong>en</strong>tido y la dim<strong>en</strong>sión del proceso<br />
evolutivo y justifican lo que hasta su mom<strong>en</strong>to no era más que una hipótesis y una esperanza<br />
de los filósofos. De acuerdo a Condorcet, la naturaleza no ha puesto ningún término a la<br />
perfectibilidad "absoluta" de las facultades humanas; el progreso, que ocurre según "leyes<br />
g<strong>en</strong>erales", jamás conti<strong>en</strong>e un elem<strong>en</strong>to retrógrado 125 .<br />
124 Hegel: la historia universal como el des<strong>en</strong>volvimi<strong>en</strong>to de la consci<strong>en</strong>cia de una creci<strong>en</strong>te libertad:<br />
Vorlesung<strong>en</strong>..., op. cit. (nota 10), p. 32, 86 (y de su realización, añade Hegel).<br />
125 M. J. A. N. de Caritat, Marquis de Condorcet, Esquisse d'un tableau historique des progrès de l'esprit<br />
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El paradigma cognoscitivo que inspiró a Condorcet fue el estado de las matemáticas de su<br />
época: los objetos de la ci<strong>en</strong>cia t<strong>en</strong>ían que ser cuantificables y hasta matematizables,<br />
indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te de su pert<strong>en</strong><strong>en</strong>cia a tal o cual esfera de la naturaleza o de la sociedad.<br />
La eliminación de los conceptos cualitativos de la "filosofía medieval" fue una de las metas<br />
de su quehacer 126 . Los héroes de Condorcet son los ci<strong>en</strong>tíficos y los inv<strong>en</strong>tores, aquellos que<br />
hac<strong>en</strong> avanzar rápidam<strong>en</strong>te a la humanidad. Toda esta inclinación ci<strong>en</strong>tificista no pudo,<br />
empero, ocultar los prejuicios etnocéntricos demasiado humanos de Condorcet: aseveró que<br />
los griegos y los franceses fueron los dos pueblos que más contribuyeron al progreso del<br />
género humano, y este destino habría sido la obra de la naturaleza misma. Los pueblos<br />
ignorantes y serviles de la India y el Africa harían bi<strong>en</strong> <strong>en</strong> alcanzar un día el estadio<br />
civilizatorio de Francia, la nación del mundo más libre y esclarecida y más ex<strong>en</strong>ta de<br />
prejuicios 127 . El optimismo historiográfico de Condorcet va acompañado de bastante<br />
ing<strong>en</strong>uidad y unilateralidad racionalistas; su ac<strong>en</strong>drado euroc<strong>en</strong>trismo no permite una<br />
percepción adecuada de las naciones extra-europeas y de las culturas llamadas arcaicas.<br />
Como señaló Urs Bitterli, la idea de que el progreso humano pudiera transitar por difer<strong>en</strong>tes<br />
caminos evolutivos fue totalm<strong>en</strong>te extraña a Condorcet 128 . Su obra no exhibe muestras de<br />
empatía, de tratar de compr<strong>en</strong>der y p<strong>en</strong>etrar otras m<strong>en</strong>talidades, normas y culturas; todas las<br />
manifestaciones del quehacer humano son medidas y calificadas según las leyes obligatorias<br />
y universales que él creyó haber descubierto estudiando el despliegue histórico de Francia.<br />
La Ilustración y el racionalismo presuponían una misma naturaleza humana <strong>en</strong> todo tiempo<br />
y lugar, una comunidad de grandes metas de evolución histórica, similares caminos sociopolíticos<br />
para alcanzarlas y una ci<strong>en</strong>cia humana, paralela a la física y las matemáticas, para<br />
compr<strong>en</strong>der Ä y obviam<strong>en</strong>te <strong>en</strong>m<strong>en</strong>dar Ä los intereses, los vicios y los errores de los<br />
humain, París: Editions sociales 1971, p. 77, 98, 110, 221, 282.<br />
126 Ibid., pp. 228-232, 271.- Para una crítica cf. R<strong>en</strong>ato Prada Oropeza, Razón, racionalismo y los<br />
universales, <strong>en</strong>: DIALECTICA (Puebla / México), vol. 22, Nº 31, primavera de 1998, pp. 141-158.<br />
127<br />
Condorcet, ibid., p. 115, 118, 254.- Según Condorcet, la l<strong>en</strong>gua universal de Europa era obviam<strong>en</strong>te el<br />
francés (ibid., p. 246).<br />
128 Urs Bitterli, Die "Wild<strong>en</strong>" und die "Zivilisiert<strong>en</strong>". Grundzüge einer Geistes- und Kulturgeschichte der<br />
europäisch-überseeisch<strong>en</strong> Begegnung (Los "salvajes" y los "civilizados". Fundam<strong>en</strong>tos de una historia cultural<br />
y espiritual del <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro de Europa y Ultramar), Munich: Beck 1991, p. 293.<br />
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mortales. El mundo del Hombre sería, <strong>en</strong> lo fundam<strong>en</strong>tal, un laboratorio (como <strong>en</strong> el campo<br />
de las ci<strong>en</strong>cias naturales), donde se des<strong>en</strong>trañaría fácilm<strong>en</strong>te el secreto de la complejidad de<br />
la vida social, que dejaría, por fin, de t<strong>en</strong>er ese <strong>en</strong>gorroso carácter de variedad y diversidad,<br />
para alcanzar la índole clara, s<strong>en</strong>cilla, inequívoca y elegante de las soluciones matemáticas.<br />
Por otra parte, <strong>en</strong> las cre<strong>en</strong>cias y los mitos, <strong>en</strong> las opiniones políticas y las construcciones<br />
institucionales de la era prerracional Condorcet sólo vislumbró supersticiones extravagantes<br />
y mecanismos clericales para ofuscar y dominar a los hombres 129 . Su juicio sobre la religión<br />
es simplista: una deliberada confusión que id<strong>en</strong>tifica todo acto religioso con las actividades<br />
de la Iglesia establecida. Para él la religión se limita a ser el suspiro de la criatura oprimida y<br />
el sojuzgami<strong>en</strong>to del individuo amedr<strong>en</strong>tado por los sacerdotes. Esta prop<strong>en</strong>sión a pasar por<br />
alto asuntos exist<strong>en</strong>ciales y problemas cualitativos que no cab<strong>en</strong> <strong>en</strong> el esquema universalista,<br />
desemboca <strong>en</strong> una inclinación tecnicista y <strong>en</strong> un nuevo dogmatismo: Condorcet no<br />
acariciaba dudas, sino certidumbres, no veía dilemas, sino soluciones. La política no era el<br />
resultado aleatorio de fuerzas e intereses sociales <strong>en</strong> pugna, sino la <strong>en</strong>carnación de las etapas<br />
de la razón histórica. Precisam<strong>en</strong>te el estudio de las leyes universales permitiría al Hombre,<br />
según Condorcet, predecir "con una seguridad casi <strong>en</strong>tera" los ev<strong>en</strong>tos del porv<strong>en</strong>ir: la esfera<br />
de la vida pública dejaría de ser una "empresa quimérica" para convertirse <strong>en</strong> una actividad<br />
reglam<strong>en</strong>tada por la ci<strong>en</strong>cia, es decir <strong>en</strong> la aplicación de las leyes universales exactas a casos<br />
concretos, con lo cual desaparecería todo f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o de incertidumbre 130 . La concepción de<br />
Condorcet revela una fuerte t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia tecnocrática, tan <strong>en</strong> boga desde <strong>en</strong>tonces <strong>en</strong> el s<strong>en</strong>o<br />
de las ideologías políticas más disímiles; él creyó <strong>en</strong> la exist<strong>en</strong>cia de soluciones uniformes,<br />
g<strong>en</strong>erales y válidas para todos los casos, diseñadas por los ci<strong>en</strong>tíficos que det<strong>en</strong>tan la verdad.<br />
No es superfluo indicar que esta doctrina es favorable a un despotismo ilustrado, ejercido<br />
desde un c<strong>en</strong>tro omnímodo y omnisci<strong>en</strong>te, que ti<strong>en</strong>e la obligación moral e histórica de<br />
imponer su certeza y su proyecto al resto de la sociedad. De aquí hay un paso a la<br />
129 Condorcet, op. cit. (nota 39), pp. 111-114.<br />
130 Ibid., p. 253, 267.<br />
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sacralización de la política 131 . Concordante con esta visión tecnocrática, Condorcet<br />
combatió los llamados poderes intermedios que preconizó Montesquieu, el contrapeso<br />
mutuo de los poderes del Estado que patronizaban los liberales, toda forma de federalismo y<br />
toda difer<strong>en</strong>cia substancial <strong>en</strong>tre ci<strong>en</strong>cias naturales y sociales. El peligro inher<strong>en</strong>te a esta<br />
concepción radica, como hoy se sabe, <strong>en</strong> la posibilidad de que el progreso continuo, las<br />
normas uniformantes y las grandes estructuras supranacionales se transform<strong>en</strong> <strong>en</strong> verdades<br />
irrefutables y <strong>en</strong> estrategias infalibles, es decir <strong>en</strong> abstracciones e idolatrías, ante cuyo altar<br />
se sacrifican los valores particulares y se aplastan las difer<strong>en</strong>cias nacionales, para no<br />
m<strong>en</strong>cionar a los millones de víctimas de carne y hueso que <strong>en</strong> el siglo XX fueron inmolados<br />
<strong>en</strong> nombre de esas doctrinas universalistas.<br />
7 Una pregunta final<br />
Como corolario se puede decir que casi todas las doctrinas <strong>en</strong> torno a leyes obligatorias de<br />
la evolución histórica han exhibido una cierta afinidad hacia inclinaciones totalitarias y,<br />
además, han pres<strong>en</strong>tado notables incongru<strong>en</strong>cias <strong>en</strong> comparación con el desarrollo efectivo<br />
de las sociedades. En g<strong>en</strong>eral constituy<strong>en</strong> un saber con valor museal y docum<strong>en</strong>tal. Pero por<br />
otro lado hay que plantearse una cuestión fundam<strong>en</strong>tal: casi todas las sociedades del Tercer<br />
Mundo imitan a las del primero <strong>en</strong> los elem<strong>en</strong>tos c<strong>en</strong>trales que defin<strong>en</strong> un desarrollo bi<strong>en</strong><br />
logrado, conservando rasgos <strong>en</strong>dóg<strong>en</strong>os <strong>en</strong> los terr<strong>en</strong>os cada vez más marginales de la<br />
religión, la vida familiar y el folklore. ¿Es la imitación una forma de ley histórica<br />
obligatoria, sobre todo si es reiterativa y si los anhelos correspondi<strong>en</strong>tes son casi<br />
irrefr<strong>en</strong>ables? Con todas las anomalías, excepciones y variantes que se quiera, las naciones<br />
del Tercer Mundo y sus portavoces están conv<strong>en</strong>cidos de que el triángulo mágico<br />
conformado por desarrollo, progreso y crecimi<strong>en</strong>to repres<strong>en</strong>ta algo así como un imperativo<br />
histórico insoslayable.<br />
131 Emilio G<strong>en</strong>tile, Die Sakralisierung der Politik (La sacralización de la política), <strong>en</strong>: Hans Maier (comp.),<br />
Wege in die Gewalt. Die modern<strong>en</strong> politisch<strong>en</strong> Religion<strong>en</strong> (Caminos hacia la viol<strong>en</strong>cia. Las religiones políticas<br />
modernas), Frankfurt: Fischer 2002, p. 175.<br />
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Desde un s<strong>en</strong>tido común guiado críticam<strong>en</strong>te lo único que se puede hacer es llamar la<br />
at<strong>en</strong>ción sobre las ambival<strong>en</strong>cias de todo esfuerzo imitativo, sobre los aspectos negativos<br />
asociados a la modernidad "obligatoria" y sobre la inescapable uniformidad a la que se<br />
llegará si el mundo se dirige a un solo objetivo.<br />
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La necesidad de una teoría crítica de la modernización<br />
ante las realidades de la segunda mitad del siglo XX<br />
La fascinación del progreso<br />
4<br />
Desde que existe una seria reflexión histórico-filosófica de alcance mundial, es decir desde<br />
mediados del siglo XVIII, se p<strong>en</strong>saba que el des<strong>en</strong>volvimi<strong>en</strong>to de Asia, Africa y del Nuevo<br />
Mundo era explicable mediante leyes evolutivas y principios teóricos g<strong>en</strong>erales originados<br />
<strong>en</strong> Europa, que podrían ser aplicados, con algunas reservas, a las sociedades extra-europeas,<br />
t<strong>en</strong>i<strong>en</strong>do <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta un retraso apar<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te irremediable <strong>en</strong> las tierras de ultramar. Hasta<br />
hace pocas décadas se daba por cierto que esas normas universales eran idénticas con las<br />
secu<strong>en</strong>cias de desarrollo diseñadas para Europa Occid<strong>en</strong>tal, donde culminaría<br />
indefectiblem<strong>en</strong>te la gran historia com<strong>en</strong>zada <strong>en</strong> la Grecia clásica. No sólo las t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias<br />
hegeliano-marxistas compartían esta idea c<strong>en</strong>tral; derechistas de toda laya y tecnócratas<br />
apar<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te apolíticos creían firmem<strong>en</strong>te que las naciones de Asia, Africa y América<br />
Latina estaban destinadas a repetir Ä con una lam<strong>en</strong>table demora Ä el adelanto ejemplar que<br />
exhibían Europa y Estados Unidos.<br />
Como Jorge Graciar<strong>en</strong>a ha señalado, "desarrollo" no era, <strong>en</strong> la mayoría de las sociedades<br />
latinoamericanas, un problema int<strong>en</strong>sam<strong>en</strong>te discutido antes de 1930. Ahora, <strong>en</strong> cambio, no<br />
es sólo un concepto clave de toda controversia económica y política, sino que la "necesidad<br />
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de desarrollo" se pres<strong>en</strong>ta de una manera dramática y avasalladora como algo obvio y sin<br />
alternativas 132 . El gelatinoso concepto de desarrollo conforma el fundam<strong>en</strong>to de las teorías<br />
sust<strong>en</strong>tadas por las fuerzas de izquierda, para las cuales la historia universal se mueve hacia<br />
etapas superiores de progreso social, pero aparece igualm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> las estrategias de la<br />
derecha, como consolidación y ampliación del propio sistema y también como antídoto<br />
contra una revolución popular.<br />
Las sociedades periféricas y particularm<strong>en</strong>te las latinoamericanas han estado expuestas<br />
desde su incorporación a los imperios coloniales o al mercado mundial a unos principios<br />
normativos surgidos y sistematizados originariam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> los c<strong>en</strong>tros metropolitanos; la<br />
fuerza y el éxito seculares de las naciones occid<strong>en</strong>tales han dotado a estos principios del<br />
nimbo de lo verdadero, imitable y positivo. La adopción de los paradigmas occid<strong>en</strong>tales fue<br />
facilitada por la crisis de id<strong>en</strong>tidad histórica y nacional sufrida por las culturas no<br />
occid<strong>en</strong>tales después de un contacto prologando Ä y casi siempre traumático Ä con la<br />
civilización europea. A partir del siglo XVI se puede constatar que las sociedades más<br />
importantes del actual Tercer Mundo dejaron de producir modelos originales de desarrollo e<br />
ingresaron a una larga época de estancami<strong>en</strong>to histórico. En la esfera económicotecnológica<br />
se produjo un g<strong>en</strong>uino vacío de modelos de desarrollo, por lo que la imitación<br />
del proceso europeo de modernización se manifiesta desde <strong>en</strong>tonces como algo obvio e<br />
inevitable. En el siglo XX la def<strong>en</strong>sa de la id<strong>en</strong>tidad nacional y el fom<strong>en</strong>to de las tradiciones<br />
propias, que no podían dejar de producirse como reacción contra las influ<strong>en</strong>cias extranjeras,<br />
por más poderosas que éstas fueran, se han conc<strong>en</strong>trado <strong>en</strong> terr<strong>en</strong>os de carácter secundario y<br />
periférico con respecto a los elem<strong>en</strong>tos c<strong>en</strong>trales económico-tecnológicos: las<br />
manifestaciones culturales, las formas exteriores de la vida política y la esfera religiosa. Es<br />
verdad que no han faltado conflictos <strong>en</strong>tre ambos planos, y justam<strong>en</strong>te la historia<br />
contemporánea del Tercer Mundo puede ser calificada como la búsqueda de una nueva<br />
id<strong>en</strong>tidad que combine el progreso tecnológico "a la occid<strong>en</strong>tal" con fragm<strong>en</strong>tos de<br />
autoctonismo cultural y autonomía política.<br />
132 Jorge Graciar<strong>en</strong>a, Desarrollo y política, <strong>en</strong>: Fernando H<strong>en</strong>rique Cardoso / Francisco Weffort (comps.),<br />
América Latina: <strong>en</strong>sayos de interpretación sociológico-política, Santiago: Editorial Universitaria 1970, p. 298<br />
sq.<br />
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De todas maneras, la consci<strong>en</strong>cia colectiva mayoritaria <strong>en</strong> América Latina ha interiorizado<br />
como propias algunas nociones c<strong>en</strong>trales de la tradición metropolitana que son<br />
imprescindibles para la compr<strong>en</strong>sión de la controversia actual <strong>en</strong> torno a problemas tan<br />
diversos como la id<strong>en</strong>tidad colectiva y el debate ecológico-demográfico:<br />
a) La historia es vista como un proceso linear asc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>te, d<strong>en</strong>tro del cual cada sociedad va<br />
pasando a etapas de la evolución histórica consideradas como superiores;<br />
b) La naturaleza es considerada <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral como base y cantera para los designios humanos,<br />
sin derechos propios, pero con recursos casi ilimitados al servicio del hombre; y<br />
c) la actividad humana es percibida como sometida al principio de efici<strong>en</strong>cia y r<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to,<br />
con una t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia compulsiva al dinamismo, al crecimi<strong>en</strong>to y al éxito.<br />
Especialm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> el caso latinoamericano, estos elem<strong>en</strong>tos – tomados claram<strong>en</strong>te de un<br />
acervo exóg<strong>en</strong>o – han ido formando el substrato para los conceptos y las ilusiones de la<br />
consci<strong>en</strong>cia colectiva; esta base ha favorecido durante el siglo XX y más particularm<strong>en</strong>te a<br />
partir de la Segunda Guerra Mundial una recepción más int<strong>en</strong>sa de los logros y paradigmas<br />
de la civilización metropolitana. Notables mejoras <strong>en</strong> el campo de las comunicaciones, el<br />
increm<strong>en</strong>to de los contactos personales y la actividad diaria de la televisión son responsables<br />
por la difusión de toda clase de datos, imág<strong>en</strong>es y ley<strong>en</strong>das sobre aquel mundo de opul<strong>en</strong>cia,<br />
progreso y poderío, que parece existir <strong>en</strong> las sociedades del Norte, y es compr<strong>en</strong>sible que<br />
ellas adquieran el carácter de modelos dignos de imitarse a toda costa. Por otra parte, la<br />
cultura occid<strong>en</strong>tal ha propagado precisam<strong>en</strong>te el principio de la factibilidad de los designios<br />
humanos: el progreso sería algo que se puede implem<strong>en</strong>tar <strong>en</strong> la praxis según modalidades<br />
social-tecnológicas si hay una firme voluntad política de hacerlo. La cre<strong>en</strong>cia de que un<br />
ord<strong>en</strong> social más avanzado y próspero es algo <strong>en</strong>teram<strong>en</strong>te factible y alcanzable para<br />
cualquier país periférico mediante esfuerzos sistemáticos pertin<strong>en</strong>tes se conjuga con<br />
aspiraciones cada vez mayores relativas al nivel de la vida y al consumo. Este f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o,<br />
relativam<strong>en</strong>te moderno, llamado la revolución de las expectativas creci<strong>en</strong>tes, puede ser<br />
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definido como el anhelo colectivo de obt<strong>en</strong>er lo más pronto posible los frutos de la<br />
civilización metropolitana <strong>en</strong> las esferas del consumo masivo y del desarrollo económico-<br />
tecnológico, frutos que desde el interior de las sociedades periféricas son vistos como<br />
reivindicaciones justas y deseables <strong>en</strong> todos los sistemas sociales. Las diverg<strong>en</strong>cias políticas<br />
e ideológicas se refier<strong>en</strong> mayorm<strong>en</strong>te a los métodos de modernización y a los regím<strong>en</strong>es<br />
internos correspondi<strong>en</strong>tes, destacándose una cierta comunidad de objetivos <strong>en</strong>tre los anhelos<br />
colectivos dominantes <strong>en</strong> el Tercer Mundo.<br />
La revolución de las expectativas creci<strong>en</strong>tes sólo ha sido posible por medio de una<br />
difusión asombrosa de informaciones <strong>en</strong> los países periféricos acerca de la situación g<strong>en</strong>eral<br />
<strong>en</strong> las metrópolis, difusión que a partir de 1945 ha abarcado a estratos sociales muy amplios,<br />
incluy<strong>en</strong>do a las clases medias y a los sectores urbanos de las capas bajas. En esta relación<br />
asimétrica las sociedades metropolitanas ejerc<strong>en</strong> la función indiscutida de s<strong>en</strong>tar los<br />
parámetros de desarrollo, mi<strong>en</strong>tras que los países meridionales, por lo m<strong>en</strong>os <strong>en</strong> las esferas<br />
de la economía y la tecnología, toman una posición es<strong>en</strong>cialm<strong>en</strong>te receptiva. La conci<strong>en</strong>cia<br />
colectiva está, <strong>en</strong>tonces, abierta y sometida a los efectos de demostración de un modo de<br />
vida supuestam<strong>en</strong>te superior. Con mucha razón, Torcuato S. Di Tella se refirió a un g<strong>en</strong>uino<br />
"efecto de fascinación" 133 para calificar las consecu<strong>en</strong>cias que el nivel de vida y los logros<br />
de los sistemas metropolitanos originan <strong>en</strong> latitudes meridionales. El impacto de los efectos<br />
de demostración ha sido particularm<strong>en</strong>te fuerte <strong>en</strong>tre los intelectuales y d<strong>en</strong>tro de las élites<br />
políticas y económicas, qui<strong>en</strong>es percib<strong>en</strong> su deber Ä y su legitimidad Ä <strong>en</strong> alcanzar para la<br />
nación respectiva un grado "conv<strong>en</strong>i<strong>en</strong>te" de desarrollo. Se puede hablar de fascinación<br />
porque los efectos de la demostración de la moderna civilización metropolitana sobre la<br />
m<strong>en</strong>talidad colectiva del Tercer Mundo han sido avasalladores: han conducido a que la<br />
actividad primordial de estas sociedades esté c<strong>en</strong>trada <strong>en</strong> torno a los conceptos mágicos de<br />
"progreso" y "desarrollo", a que el crecimi<strong>en</strong>to ininterrumpido sea el criterio principal para<br />
juzgar toda evolución y a que estas metas finales hagan permisible el empleo de casi<br />
cualesquiera métodos. Es un lugar común <strong>en</strong> medios latinoamericanos el m<strong>en</strong>cionar que el<br />
crecimi<strong>en</strong>to por sí solo no lleva al anhelado desarrollo integral, pero detrás de esta fórmula<br />
133 Torcuato S. Di Tella, Populism and Reform in Latin America, <strong>en</strong>: Claudio Véliz (comp.), Obstacles to<br />
Change in Latin America, Londres etc.: Oxford U. P. 1965, p. 48.<br />
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i<strong>en</strong>sonante se descubre rápidam<strong>en</strong>te que el cimi<strong>en</strong>to mismo de todo desarrollo pl<strong>en</strong>o es el<br />
increm<strong>en</strong>to sost<strong>en</strong>ido y acelerado de todo aspecto económico y tecnológico, el que debe<br />
también originar ciertos efectos reputados como b<strong>en</strong>éficos <strong>en</strong> otros campos, especialm<strong>en</strong>te<br />
<strong>en</strong> el social. Si bi<strong>en</strong> no todo crecimi<strong>en</strong>to es idéntico con desarrollo, todo desarrollo requiere<br />
de un pot<strong>en</strong>te crecimi<strong>en</strong>to. En todo caso se puede observar una notable comunidad de<br />
opiniones <strong>en</strong>tre los más difer<strong>en</strong>tes sectores ideológicos acerca de la necesidad de forzar el<br />
lado económico-tecnológico del proceso histórico contemporáneo, como el medio más<br />
seguro y básico de alcanzar los logros de los c<strong>en</strong>tros metropolitanos.<br />
Aunque las corri<strong>en</strong>tes y las teorías más distintas <strong>en</strong>tre sí habl<strong>en</strong> de la originalidad de sus<br />
propios modelos de desarrollo y aunque el rechazo vehem<strong>en</strong>te del sistema civilizatorio<br />
occid<strong>en</strong>tal domine la retórica pública, todo régim<strong>en</strong> <strong>en</strong> la praxis cotidiana del Tercer Mundo<br />
exhibe una afinidad global innegable a lo alcanzado <strong>en</strong> los países altam<strong>en</strong>te industrializados.<br />
El progreso resulta ser la acumulación de mejoras materiales y de conocimi<strong>en</strong>tos técnicos,<br />
utilizables <strong>en</strong> la producción; todos los otros criterios juegan un rol secundario y periférico.<br />
Esta concepción fue compartida por Raúl Prebisch, el inspirador del cepalismo a mediados<br />
del siglo XX y, <strong>en</strong> proporción notable, sigue constituy<strong>en</strong>do el núcleo del p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to actual<br />
sobre temas del desarrollo. La modernización industrializante es, según las escuelas más<br />
diversas, el medio más importante para tomar parte <strong>en</strong> el progreso tecnológico y hacer uso<br />
de éste último para realizar una política de mejorami<strong>en</strong>to perman<strong>en</strong>te <strong>en</strong> el nivel de vida de<br />
las masas 134 . Lo fundam<strong>en</strong>tal <strong>en</strong> esta cuestión parece residir <strong>en</strong> la insist<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> reproducir<br />
los rasgos c<strong>en</strong>trales del curso de la modernización metropolitana con especial énfasis <strong>en</strong> la<br />
urbanización e industrialización, a pesar del reconocimi<strong>en</strong>to g<strong>en</strong>eralizado de que este<br />
proceso por sí solo no conduce al desarrollo integral. El hecho de que este reconocimi<strong>en</strong>to<br />
t<strong>en</strong>ga únicam<strong>en</strong>te un valor verbal y la función de un descargo ideológico está vinculado a la<br />
escasez de modelos de desarrollo g<strong>en</strong>uinam<strong>en</strong>te autónomos <strong>en</strong> las sociedades periféricas y a<br />
la fuerza normativa que sigue ejerci<strong>en</strong>do el paradigma metropolitano. La expansión militar y<br />
comercial de Occid<strong>en</strong>te, el sojuzgami<strong>en</strong>to de civilizaciones todavía muy jóv<strong>en</strong>es y con<br />
standards tecnológicos bajos, la falta de una concepción dinámica del propio<br />
134<br />
Raúl Prebisch, El desarrollo económico de América Latina y algunos de sus principales problemas,<br />
México: FCE 1950, pp. 19-23.<br />
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des<strong>en</strong>volvimi<strong>en</strong>to y, sobre todo, el éxito socio-cultural de los países del Norte – que parece<br />
no amainar – son factores de esta problemática tan compleja; la imposibilidad o la<br />
incapacidad de forjar parámetros propios han hecho posibles los m<strong>en</strong>cionados efectos de<br />
fascinación.<br />
Estos últimos se conc<strong>en</strong>tran <strong>en</strong> el terr<strong>en</strong>o económico, la tecnología industrial y las pautas<br />
de consumo. Esta adopción de valores exóg<strong>en</strong>os de ori<strong>en</strong>tación ti<strong>en</strong>e lugar, sin embargo, <strong>en</strong><br />
medio de un contexto socio-cultural que rebosa de t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias autonomistas: la necesidad de<br />
un camino propio al desarrollo y al progreso y el des<strong>en</strong>volvimi<strong>en</strong>to de un modelo político y<br />
cultural autóctono son sus dos líneas directrices. No es casualidad que el impacto de los<br />
efectos de demostración haya sido particularm<strong>en</strong>te fuerte <strong>en</strong>tre los intelectuales del Tercer<br />
Mundo, qui<strong>en</strong>es, fascinados por los éxitos materiales de los c<strong>en</strong>tros metropolitanos, han<br />
creado diversas teorías y hasta ideologías revolucionarias para justificar, <strong>en</strong> términos de<br />
progreso social para las masas y de autonomía de desarrollo, la imitación acelerada de la<br />
civilización industrial. El núcleo de la argum<strong>en</strong>tación asevera que el moderno proceso<br />
industrial-tecnológico y la expansión de los sectores productivos repres<strong>en</strong>tan aspectos<br />
g<strong>en</strong>uinos y propios de todas las culturas y sociedades que logran liberarse de ciertas cad<strong>en</strong>as<br />
políticas y de conocidos obstáculos sociales que provi<strong>en</strong><strong>en</strong> tanto de la p<strong>en</strong>etración<br />
imperialista como de los anacronismos nacionales. En estos programas que combinan<br />
mom<strong>en</strong>tos nacionalistas con exig<strong>en</strong>cias revolucionarias y socialistas la modernización<br />
aparece como el proceso auténticam<strong>en</strong>te reg<strong>en</strong>erativo de la sociedad periférica 135 .<br />
La atracción que hasta aproximadam<strong>en</strong>te 1980 ejercieron los regím<strong>en</strong>es socialistas sobre<br />
la consci<strong>en</strong>cia intelectual del Tercer Mundo no se debió tanto a una mejor oportunidad de<br />
acabar con el trabajo ali<strong>en</strong>ante y de alcanzar una revolución proletaria, sino al hecho de que<br />
el socialismo parecía garantizar mayor eficacia y rapidez <strong>en</strong> los procesos de modernización<br />
e industrialización <strong>en</strong> las periferias mundiales. Mediante la movilización de todos los<br />
135 Cf. el interesante <strong>en</strong>sayo que no ha perdido vig<strong>en</strong>cia: Uwe Simson, Typische ideologische Reaktion<strong>en</strong><br />
arabischer Intellektueller auf das Entwicklungsgefälle (Reacciones típicas de intelectuales árabes ante las<br />
difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong> el desarrollo) <strong>en</strong>: R<strong>en</strong>é König (comp.), Aspekte der Entwicklungssoziologie (Aspectos de la<br />
sociología del desarrollo, <strong>en</strong>trega especial Nº 13 de KÖLNER ZEITSCHRIFT FÜR SOZIOLOGIE UND<br />
SOZIALPSYCHOLOGIE (Colonia), vol. 1969, p. 147.<br />
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ecursos, empezando por los humanos, y con ayuda de la planificación g<strong>en</strong>eralizada, los<br />
sistemas socialistas parecían lograr una rápida acumulación de capital y reproducir, por<br />
<strong>en</strong>de, los aspectos materiales de la civilización metropolitana, si bi<strong>en</strong> este int<strong>en</strong>to ocurre<br />
normalm<strong>en</strong>te bajo un c<strong>en</strong>tralismo estricto y antidemocrático y con severas restricciones al<br />
consumo de la población por un tiempo muy largo. En este s<strong>en</strong>tido todos los modelos<br />
socialistas pued<strong>en</strong> ser considerados, <strong>en</strong> el fondo, como variaciones de la Revolución<br />
Soviética después de 1917 136 . Incluy<strong>en</strong>do los más exitosos, como la República Popular<br />
China 137 , los regím<strong>en</strong>es socialistas edificaron un contexto de totalitarismo, <strong>en</strong> el cual la<br />
consci<strong>en</strong>cia intelectual se redujo a la creación de un infantilismo muy ext<strong>en</strong>dido, lo cual,<br />
paradójicam<strong>en</strong>te, se avi<strong>en</strong>e muy bi<strong>en</strong> con un oportunismo practicado asiduam<strong>en</strong>te.<br />
El resultado global puede ser descrito de la sigui<strong>en</strong>te manera. La construcción de la<br />
modernidad técnico-económica <strong>en</strong> medio de una cultura autoritaria y colectivista conc<strong>en</strong>tra<br />
todos los esfuerzos <strong>en</strong> los instrum<strong>en</strong>tos para construir la sociedad industrializada y<br />
desestima una consci<strong>en</strong>cia crítica con relevancia política. Y <strong>en</strong> relación con la problemática<br />
ecológica y demográfica, ésto significa que se facilita la trivialización de la contaminación<br />
ambi<strong>en</strong>tal, se ve con optimismo algo ing<strong>en</strong>uo la situación de los recursos naturales y se<br />
considera innecesaria toda reducción de la tasa de increm<strong>en</strong>to demográfico. El ideal de un<br />
progreso per<strong>en</strong>ne es fom<strong>en</strong>tado porque satisface requerimi<strong>en</strong>tos psíquicos elem<strong>en</strong>tales y por<br />
ello inevitables <strong>en</strong> todos los hombres: la seguridad de haber <strong>en</strong>contrado su lugar <strong>en</strong> el<br />
cosmos, la superación de las dudas y los conflictos, la justificación de decisiones dolorosas e<br />
inciertas.<br />
Parecería, por otra parte, que la constelación actual es favorable a <strong>en</strong>foques teóricos<br />
abiertos, antidogmáticos y de mayor capacidad explicativa para apreh<strong>en</strong>der la variopinta y<br />
compleja situación de nuestro planeta, sobre todo del Tercer Mundo. Pero esto es verdad<br />
136<br />
Cf. Darcy Ribeiro, Der zivilisatorische Prozess (El proceso civilizatorio), Frankfurt: Suhrkamp 1971, p.<br />
168.<br />
137 Sobre esta temática cf. Jung Chang / Jon Halliday, Mao. Das Leb<strong>en</strong> eines Mannes, das Schicksal eines<br />
Volkes (Mao. La vida de un hombre, el destino de un pueblo), Munich: Blessing 2005; Wolfgang Kubin, Land<br />
ohne Gedächtnis (País sin memoria), <strong>en</strong>: DIE POLITISCHE MEINUNG (Sankt Augustin), vol. 52, Nº 446,<br />
<strong>en</strong>ero de 2007, pp. 10-12.<br />
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sólo parcialm<strong>en</strong>te. Al lado de la caída del dogmatismo evolutivo surgieron deleznables<br />
corri<strong>en</strong>tes dedicadas a estudiar con mucha profundidad e igual celo unos detalles<br />
insignificantes, a atribuir una relevancia casi mágica a hechos secundarios y, <strong>en</strong> el fondo, a<br />
celebrar lo trivial y baladí.<br />
Un <strong>en</strong>foque intermedio<br />
La teoría crítica de la modernización quiere seguir un camino intermedio. No admite un<br />
solo precepto organizador o una visión unitaria del mundo social 138 ; trata más bi<strong>en</strong> (a) de<br />
poner <strong>en</strong> cuestión los paradigmas teóricos que subyac<strong>en</strong> a todo monismo, es decir al<br />
postulado de una unidad primig<strong>en</strong>ia de todos los f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os y, simultáneam<strong>en</strong>te, (b) de<br />
postular algunas hipótesis críticas acerca de decursos evolutivos válidos para numerosos<br />
casos. Las experi<strong>en</strong>cias del siglo XX parec<strong>en</strong> indicarnos que la historia no obedece a ningún<br />
plan premeditado, obligatorio y universal; no hay soluciones políticas o ci<strong>en</strong>tíficas de<br />
validez g<strong>en</strong>eral; la libertad no puede suprimirse <strong>en</strong> nombre de abstracciones, por más nobles<br />
que éstas parezcan; no se debe sacrificar la suerte de una g<strong>en</strong>eración <strong>en</strong> aras de la presunta<br />
felicidad de edades futuras. Pero estas ideas deb<strong>en</strong> ser confrontadas con los nuevos sistemas<br />
que propugnan la irrelevancia de todo esfuerzo teórico, la igualdad de cualquier ocurr<strong>en</strong>cia<br />
intelectual y la inconm<strong>en</strong>surabilidad (es decir: la imp<strong>en</strong>etrabilidad) de las culturas extra-<br />
europeas. La teoría crítica de la modernización pret<strong>en</strong>de <strong>en</strong>contrar un equilibrio <strong>en</strong>tre ambas<br />
t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias, basada <strong>en</strong> un racionalismo no dogmático mitigado por un pesimismo alim<strong>en</strong>tado<br />
por las viv<strong>en</strong>cias y las desilusiones de una época atroz.<br />
Precisam<strong>en</strong>te el análisis de las monstruosidades del siglo XX parece apoyar las sigui<strong>en</strong>tes<br />
convicciones provisorias de una teoría crítica de la modernización: un claro escepticismo<br />
ante la dominación del mundo contemporáneo por la tecnología (la crítica de la razón<br />
instrum<strong>en</strong>talista), la desconfianza fr<strong>en</strong>te a los decursos evolutivos obligatorios y a las<br />
138 En este s<strong>en</strong>tido algunos escritores han realizado una labor pionera: aquellos que persigu<strong>en</strong> simultáneam<strong>en</strong>te<br />
varios fines, a m<strong>en</strong>udo no relacionados <strong>en</strong>tre sí o hasta contradictorios. Decía Sir Isaiah Berlin que los escritores<br />
pued<strong>en</strong> clasificarse <strong>en</strong> zorros y erizos: "El zorro sabe muchas cosa, pero el erizo sabe una gran cosa". (Berlin,<br />
P<strong>en</strong>sadores rusos, México: FCE 1980, p. 69 sq., 92 sq.). Hoy <strong>en</strong> día son los zorros los que cu<strong>en</strong>tan con las<br />
simpatías g<strong>en</strong>erales.<br />
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presuntas bondades del desarrollo acelerado, y finalm<strong>en</strong>te la concepción de que los valores<br />
estéticos, cont<strong>en</strong>idos sobre todo <strong>en</strong> la literatura y <strong>en</strong> el arte, permit<strong>en</strong> un conocimi<strong>en</strong>to tan<br />
veraz y g<strong>en</strong>uino como la filosofía y la ci<strong>en</strong>cia. Esto ayuda a evitar dos extremos: el suponer<br />
que la realidad se reduce a lo inmediato, externo y cuantificable según datos estadísticos y el<br />
afirmar que la dim<strong>en</strong>sión del pres<strong>en</strong>te y de la experi<strong>en</strong>cia empírica es algo deleznable,<br />
efímero, superficial y sin mucha relevancia. La devaluación de la historia no llega a<br />
conv<strong>en</strong>cer pl<strong>en</strong>am<strong>en</strong>te, como tampoco la cre<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> leyes evolutivas y <strong>en</strong> metas inevitables<br />
y positivas del desarrollo humano.<br />
Debemos reconocer la importancia del <strong>en</strong>foque g<strong>en</strong>ético-crítico para compr<strong>en</strong>der las<br />
transformaciones de cualquier sociedad, pero hay que complem<strong>en</strong>tar este método mediante<br />
una sana desconfianza con respecto al s<strong>en</strong>tido de toda evolución de la historia humana.<br />
Podemos atribuir un s<strong>en</strong>tido siempre positivo a la historia si antes admitimos o nos<br />
imaginamos un fin (telos) de la misma, cosa bastante arbitraria y desautorizada por los<br />
acontecimi<strong>en</strong>tos del siglo XX, sobre todo por Auschwitz e Hiroshima. Por lo tanto: no hay<br />
necesidad de devaluar la historia, pero sí las especulaciones sobre de la misma, ante todo <strong>en</strong><br />
sus variantes hegeliano-marxista, cristiano-mesiánica y populista-mil<strong>en</strong>arista, apoyadas o<br />
impulsadas por grandes partidos, instituciones y grupos de poder. No podemos, por ejemplo,<br />
establecer una ley g<strong>en</strong>eral para explicar todas las revoluciones, pero nos es dable interpretar<br />
una revolución específica parti<strong>en</strong>do de sus anteced<strong>en</strong>tes, aspectos concomitantes y<br />
consecu<strong>en</strong>cias. Y si la historia humana resulta sin un s<strong>en</strong>tido global, sin su carácter<br />
teleológico y, por <strong>en</strong>de, sin la certidumbre de constante progreso, factibilidad y<br />
perfeccionami<strong>en</strong>to, le podemos conferir, a pesar de todo, un s<strong>en</strong>tido reducido d<strong>en</strong>tro de los<br />
límites de nuestra época y exist<strong>en</strong>cia.<br />
Además de un análisis g<strong>en</strong>ético-histórico el s<strong>en</strong>tido común guiado críticam<strong>en</strong>te aconseja<br />
hoy <strong>en</strong> día una actitud distanciada con respecto a los logros del progreso material y, por<br />
<strong>en</strong>de, un análisis profundo del mito contemporáneo por excel<strong>en</strong>cia: el crecimi<strong>en</strong>to incesante.<br />
La problemática del medio ambi<strong>en</strong>te adquiere <strong>en</strong>tonces una relevancia de primer ord<strong>en</strong>,<br />
precisam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> conexión con el Tercer Mundo. El <strong>libro</strong> pionero de D<strong>en</strong>nis L. Meadows:<br />
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The Limits to Growth 139 , emerge como innovador e importante a causa de su <strong>en</strong>foque. En<br />
lugar de presuponer, como casi todas las teorías, que la naturaleza y sus recursos son casi<br />
ilimitados y están al servicio del desarrollo, este estudio invierte los términos <strong>en</strong> forma<br />
realista y se pregunta por las consecu<strong>en</strong>cias de un desarrollo per<strong>en</strong>ne a la vista de recursos<br />
finitos y de una degradación gigantesca del medio ambi<strong>en</strong>te, motivada precisam<strong>en</strong>te por el<br />
progreso material y sus secuelas, como el crecimi<strong>en</strong>to demográfico <strong>en</strong> el Tercer Mundo<br />
(parcialm<strong>en</strong>te aun de ord<strong>en</strong> expon<strong>en</strong>cial), que se debe también a mejoras <strong>en</strong> la salud e<br />
higi<strong>en</strong>e públicas, mejoras ciertam<strong>en</strong>te modestas, pero de una transc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia imprevisible <strong>en</strong><br />
otros ámbitos de la vida social. Todo esto lleva a una conclusión más o m<strong>en</strong>os clara de<br />
g<strong>en</strong>uino s<strong>en</strong>tido común: <strong>en</strong> lugar de la abst<strong>en</strong>ción de juicios valorativos o la indifer<strong>en</strong>cia<br />
ante los dramas sociales que proclaman muy diversas t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias, hay que adherirse a un<br />
diagnóstico valorativo y a un principio ético de responsabilidad social 140 . Esto no significa<br />
recaer <strong>en</strong> posiciones partidistas o <strong>en</strong> doctrinas radicales de reforma social. Un ejemplo<br />
dramático del fracaso intelectual y político de tales posiciones fue la Teoría de la<br />
Dep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia, la contribución latinoamericana más original y más difundida a las teorías del<br />
desarrollo. Esta teoría no coadyuvó a compr<strong>en</strong>der la realidad del Tercer Mundo y más bi<strong>en</strong><br />
ha conformado una ideología justificatoria de la industrialización acelerada y una<br />
exculpación de sistemas autoritarios.<br />
La teoría crítica de la modernización es una combinación de la Escuela de Frankfurt, la<br />
ética de la responsabilidad (Hans Jonas), las concepciones ecologistas y conservacionistas y<br />
la llamada teoría norteamericana de la modernización, repres<strong>en</strong>tada por conocidos autores<br />
de los años 1960-1980, como Gabriel A. Almond, David E. Apter, James S. Coleman, S. N.<br />
Eis<strong>en</strong>stadt, Daniel Lerner, Marion J. Levy y otros, influidos todos ellos por los aportes<br />
precursores de Max Weber y Talcott Parsons. Todos estos aportes han postulado un<br />
continuum tradicionalidad / modernidad para explicar la evolución del Tercer Mundo <strong>en</strong><br />
nuestra época: <strong>en</strong> contraposición a la doctrina marxista y a sus muchas variantes se puede<br />
139 D<strong>en</strong>nis L. Meadows et al., The Limits to Growth, New York: Universe Books 1972<br />
140 La teoría crítica de la modernización propugna una visión ético-social como la desarrollada por Hans<br />
Jonas, Das Prinzip Verantwortung. Versuch einer Ethik für die technologische Zivilisation (El principio de<br />
responsabilidad. Ensayo de una ética para la civilización tecnológica), Frankfurt: Suhrkamp 1984, passim.<br />
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afirmar que las sociedades de Africa, Asia y América Latina no avanzan desde regím<strong>en</strong>es<br />
feudales o capitalistas hacia modelos socialistas y ulteriorm<strong>en</strong>te comunistas, sino de un<br />
estadio marcado por elem<strong>en</strong>tos tradicionales (premodernos, pre-industriales, preburgueses)<br />
a otro signado por la modernidad (la civilización industrial contemporánea). En este tránsito,<br />
llamado proceso de modernización, la propiedad de los medios de producción (y otros<br />
caracteres determinantes socio-históricos según la corri<strong>en</strong>te marxista y la Teoría de la<br />
Dep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia) juega un rol secundario. El ord<strong>en</strong> tradicional es aquel basado <strong>en</strong> pautas<br />
particularistas de comportami<strong>en</strong>to, <strong>en</strong> el cual la religión, la familia ext<strong>en</strong>dida, el orig<strong>en</strong><br />
social de la persona, las lealtades políticas locales, las jerarquías rígidas y la vida rural-<br />
agrícola conforman los factores decisivos. Es un mundo relativam<strong>en</strong>te simple, fácilm<strong>en</strong>te<br />
compr<strong>en</strong>sible, donde los roles y las profesiones d<strong>en</strong>otan un grado muy bajo de<br />
especialización y difer<strong>en</strong>ciación. El ord<strong>en</strong> moderno, <strong>en</strong> cambio, es aquel donde reinan<br />
pautas universalistas de comportami<strong>en</strong>to, donde existe un grado muy elevado de<br />
urbanización, donde la agregación y articulación de intereses ocurre mediante partidos<br />
políticos e instituciones despersonalizadas, donde predomina un alto nivel de consumo<br />
masivo, donde prevalec<strong>en</strong> Ä presuntam<strong>en</strong>te Ä jerarquías abiertas basadas sólo <strong>en</strong> el<br />
principio de r<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to y donde se halla una estructura productiva altam<strong>en</strong>te<br />
industrializada. El tránsito de un ord<strong>en</strong> al otro es medible según criterios tales como el<br />
consumo de <strong>en</strong>ergía, el ingreso promedio per capita, las tasas de urbanización, alfabetismo<br />
y escolaridad y muchos otros indicadores cuantificables. Según la teoría norteamericana de<br />
la modernización, la mayoría de los países del Tercer Mundo se hallaría Ä <strong>en</strong> difer<strong>en</strong>tes<br />
grados y estadios Ä <strong>en</strong>tre los polos fijados por los conceptos de tradicionalidad y<br />
modernidad. Esta última estaría <strong>en</strong>carnada <strong>en</strong> las naciones industrializadas de Europa<br />
Occid<strong>en</strong>tal y América del Norte; a este tipo de modernidad se le atribuy<strong>en</strong> además otras<br />
cualidades, como ser un carácter histórico paradigmático y ejemplar, la conjunción de<br />
progreso y libertad, alta capacidad de adaptación e integración y la consecución efectiva de<br />
una democracia pl<strong>en</strong>a. Precisam<strong>en</strong>te esta combinación de cualidades positivas debe ser<br />
cuestionada por un s<strong>en</strong>tido común ori<strong>en</strong>tado críticam<strong>en</strong>te, labor que ya ha sido desempeñada<br />
por importantes corri<strong>en</strong>tes de la filosofía y las ci<strong>en</strong>cias sociales, como la Escuela de<br />
Frankfurt.<br />
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La teoría crítica de la modernización supone que la evolución contemporánea del Tercer<br />
Mundo puede ser interpretada como un proceso de modernización, moviéndose <strong>en</strong>tre los<br />
polos de la tradicionalidad y modernidad. Pero circunscribe este modelo explicativo a la<br />
segunda mitad del siglo XX y no le otorga la característica de obligatoriedad. No se<br />
reconoce la vig<strong>en</strong>cia de leyes forzosas de evolución histórica. Acepta la determinación de<br />
tradicionalidad y modernidad como los polos aproximados de un gran desarrollo de acuerdo<br />
con los rasgos distintivos y los indicadores recién m<strong>en</strong>cionados para medirlos<br />
cuantitativam<strong>en</strong>te, pero rechaza <strong>en</strong>fáticam<strong>en</strong>te la id<strong>en</strong>tificación de modernidad con<br />
democracia o, aun peor, la equiparación de modernidad con una razón substantiva de<br />
carácter mundial. El espectacular desarrollo actual del Primer Mundo no debe ser<br />
considerado como la <strong>en</strong>carnación práctica de la razón universal. Con respecto a la última<br />
meta normativa, repres<strong>en</strong>tada por las sociedades del Norte, la teoría crítica de la<br />
modernización comparte los análisis de la Escuela de Frankfurt <strong>en</strong> torno a los f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os de<br />
ali<strong>en</strong>ación, d<strong>en</strong>egando a la modernidad las bondades <strong>en</strong>teram<strong>en</strong>te positivas que le atribuye la<br />
teoría conv<strong>en</strong>cional norteamericana. Demasiado conocidas son las patologías sociales<br />
vinculadas a la modernidad <strong>en</strong> su etapa contemporánea, sobre todo <strong>en</strong> el Tercer Mundo, para<br />
repetirlas aquí otra vez; basta recordar la desaparición de criterios morales, con amplia<br />
vig<strong>en</strong>cia normativa, para hacerse una idea de la magnitud de la pérdida que experim<strong>en</strong>tan<br />
muchas sociedades <strong>en</strong> transición, pérdida que se expresa, por ejemplo, <strong>en</strong> el aum<strong>en</strong>to<br />
expon<strong>en</strong>cial de la criminalidad y de comportami<strong>en</strong>tos anómicos, que a m<strong>en</strong>udo terminan <strong>en</strong><br />
el terrorismo. Aun <strong>en</strong> el caso de que esta transición de lo tradicional a lo moderno aparezca<br />
como históricam<strong>en</strong>te inevitable, no es tarea del s<strong>en</strong>tido común guiado críticam<strong>en</strong>te el<br />
justificar y cohonestar este decurso evolutivo como algo simultáneam<strong>en</strong>te bu<strong>en</strong>o y<br />
necesario.<br />
La decisiva segunda mitad del siglo XX<br />
El espacio temporal durante el cual t<strong>en</strong>dría validez la teoría crítica de la modernización<br />
corresponde más o m<strong>en</strong>os a la época posterior a la Segunda Guerra Mundial. Durante siglos<br />
o mil<strong>en</strong>ios han ocurrido <strong>en</strong>ormes cambios <strong>en</strong> Asia, Africa y América Latina: desde<br />
invasiones militares hasta alteraciones tecnológicas, pasando por el florecimi<strong>en</strong>to de<br />
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notables culturas autóctonas. Pero el "desarrollo" que ti<strong>en</strong>e lugar a partir aproximadam<strong>en</strong>te<br />
de 1950 sobrepasa todo lo anterior de manera cuantitativa y cualitativa: <strong>en</strong> pocas décadas se<br />
produce un crecimi<strong>en</strong>to demográfico absolutam<strong>en</strong>te inusitado <strong>en</strong> la historia de todos<br />
aquellos pueblos; la destrucción del medio ambi<strong>en</strong>te, posibilitada por la importación de<br />
modernas tecnologías, ha sido algo prácticam<strong>en</strong>te desconocido, sobre todo bajo la actual<br />
forma de su ritmo vertiginoso de expansión. Los procesos de urbanización e<br />
industrialización que ocurr<strong>en</strong> a partir de la Segunda Guerra Mundial transforman a las<br />
diversas sociedades del Tercer Mundo, dejando pocos resquicios totalm<strong>en</strong>te libres del furor<br />
modernizante. La id<strong>en</strong>tidad colectiva de todas ellas se halla sumida <strong>en</strong> algún tipo de cambio<br />
acelerado o crisis. Es verdad que gran parte de este proceso acelerado de cambio atañe la<br />
esfera técnico-económica, dejando de lado el ámbito ideológico, cultural y familiar, pero, <strong>en</strong><br />
conjunto, las modificaciones y los traumas vinculados al proceso de modernización han<br />
convertido a las sociedades del Tercer Mundo <strong>en</strong> algo substancialm<strong>en</strong>te distinto de lo que<br />
existía <strong>en</strong> esos territorios hasta la primera mitad del siglo XX.<br />
Pero paralelam<strong>en</strong>te hay que cuestionar la idea c<strong>en</strong>tral del relativismo histórico que<br />
presupone que todos los periodos de la evolución humana están igualm<strong>en</strong>te cercanos (o<br />
lejanos) de Dios, es decir que no se puede establecer jerarquías y gradaciones cualitativas<br />
<strong>en</strong>tre los periodos históricos. No se puede postular leyes obligatorias del desarrollo evolutivo<br />
ni tampoco metas normativas del mismo (como las decretadas por todas las doctrinas<br />
marxistas, socialistas y afines), pero sí se puede y se debe comparar épocas y fases históricas<br />
<strong>en</strong>tre sí y establecer sus bondades y desv<strong>en</strong>tajas de acuerdo a criterios racionalm<strong>en</strong>te<br />
establecidos. En este contexto salta a la vista que ciertos periodos históricos han t<strong>en</strong>ido<br />
mayor relevancia que otros. Sir Eric J. Hobsbawm escribió sobre la segunda mitad del siglo<br />
XX: "Desde 1950 hemos vivido quizá las mayores transformaciones sociales y culturales de<br />
todos los tiempos y pocos dudarán de que se derivan de los avances económicos y<br />
tecnoci<strong>en</strong>tíficos" 141 . Aunque esta opinión puede parecer exagerada, su validez resalta<br />
claram<strong>en</strong>te si es aplicada al Tercer Mundo. En efecto: a partir de aproximadam<strong>en</strong>te 1960 la<br />
mayoría de los estados de Asia, África y América Latina ha experim<strong>en</strong>tado un cambio<br />
141 Eric J. Hobsbawm, Sobre la historia, Barcelona: Crítica 2002, p. 81, 256. Sobre el "gran salto adelante,<br />
extraordinario, inaudito y sin parangón", que significó el tercer cuarto del siglo XX, cf. ibid., p. 237.<br />
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cualitativo que es único <strong>en</strong> el curso de toda su historia. Estos países conocieron una gran<br />
cantidad de acontecimi<strong>en</strong>tos de todo tipo Ä como las otras áreas geográficas Ä, pero pocos<br />
cambios profundos de sus estructuras básicas. En el último medio siglo, empero, han pasado<br />
de ser sociedades rurales, poco difer<strong>en</strong>ciadas interiorm<strong>en</strong>te y con valores de ori<strong>en</strong>tación<br />
determinados por sus propios legados culturales, a ser naciones mayoritariam<strong>en</strong>te urbanas,<br />
con estructuras sociales altam<strong>en</strong>te complejas, muchas de ellas industrializadas e influidas<br />
por el modelo civilizatorio occid<strong>en</strong>tal. En cuanto a alteraciones de su medio ambi<strong>en</strong>te, su<br />
demografía y la apertura de sus territorios, los cambios acaecidos <strong>en</strong> los últimos cincu<strong>en</strong>ta<br />
años significan una era totalm<strong>en</strong>te nueva y distinta.<br />
Pero estos cincu<strong>en</strong>ta años de desarrollo acelerado, sin preced<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> la historia universal,<br />
conoc<strong>en</strong> también sus lados francam<strong>en</strong>te negativos. A comi<strong>en</strong>zos del siglo XXI varios<br />
estados del Tercer Mundo (China, India, Corea del Sud, Brasil, México, etc.) se han<br />
convertido <strong>en</strong> grandes pot<strong>en</strong>cias industriales 142 . Su producción manufacturera es notable y<br />
de la más variada índole, y sus progresos tecnológicos han resultado admirables. En estos<br />
países la movilidad social ti<strong>en</strong>e un grado considerable; la esperanza de vida es mucho mayor<br />
que antes. El acceso a todos los niveles educativos se ha democratizado fuertem<strong>en</strong>te. Y, sin<br />
embargo, estos países no constituy<strong>en</strong> necesariam<strong>en</strong>te sociedades con una calidad de vida<br />
más elevada y más razonable que a mediados del siglo XX. La realidad cotidiana <strong>en</strong> Asia,<br />
África y América Latina se halla hoy <strong>en</strong> día signada por factores como la contaminación<br />
ambi<strong>en</strong>tal, la pérdida de tiempo por congestiones de tráfico, el aire irrespirable, la<br />
impresionante acumulación de basura <strong>en</strong> los mejores barrios, la destrucción de todo lo<br />
verde, la criminalidad alarmante y la pérdida de la id<strong>en</strong>tidad de las ciudades y hasta de los<br />
ciudadanos. Los costes de la modernización han subido tanto <strong>en</strong> estas naciones que mucha<br />
g<strong>en</strong>te se pregunta si vale la p<strong>en</strong>a "subirse <strong>en</strong> estos términos al carro de la modernidad. Al<br />
punto que los términos de modernización y calidad de la vida aparec<strong>en</strong> cada vez más, <strong>en</strong> las<br />
evaluaciones sil<strong>en</strong>ciosas que hacemos todos, como términos <strong>en</strong> conflicto" 143 . En el Tercer<br />
142 Cf. Manfred Mols, Ostasi<strong>en</strong>s Gr<strong>en</strong>z<strong>en</strong> in der Globalisierung (Las limitaciones de Asia Ori<strong>en</strong>tal <strong>en</strong> la<br />
globalización), <strong>en</strong>: KAS-AUSLANDSINFORMATIONEN (Berlin), vol. 20 (2004), Nº 3, pp. 4-25; Manfred<br />
Mols, Probleme und neue Herausforderung<strong>en</strong> in Ost- und Südostasi<strong>en</strong> (Problemas y nuevos retos <strong>en</strong> Asia<br />
Ori<strong>en</strong>tal y Sudori<strong>en</strong>tal), <strong>en</strong>: KAS-AUSLANDSINFORMATIONEN, vol. 22 (2006), Nº 5, pp. 21-46.<br />
143 Martin Hop<strong>en</strong>hayn, Respirar Santiago, <strong>en</strong>: NUEVA SOCIEDAD (Caracas), Nº 136, marzo/abril de 1995,<br />
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Mundo las aglomeraciones urbanas Ä de una fealdad proverbial Ä abarcan dilatadas<br />
barriadas donde imperan parcialm<strong>en</strong>te el crim<strong>en</strong> y las drogas. El ciudadano común y<br />
corri<strong>en</strong>te pierde una parte importante de su tiempo <strong>en</strong> problemas de transporte, <strong>en</strong> trámites<br />
burocráticos <strong>en</strong>revesados y superfluos y <strong>en</strong> una lucha despiadada contra el prójimo. La<br />
distancia <strong>en</strong>tre los más pobres y los más ricos es mucho mayor que hace medio siglo; <strong>en</strong><br />
lugar de las antiguas difer<strong>en</strong>cias de rango y orig<strong>en</strong> hoy el dinero es el criterio que define<br />
claram<strong>en</strong>te las capas sociales, y que las separa de modo brutal. D<strong>en</strong>tro de poco el bosque<br />
tropical será un mero recuerdo literario. La desertificación de una bu<strong>en</strong>a porción del<br />
territorio del Estado respectivo es ya un problema cotidiano. Hasta se puede aseverar que, a<br />
largo plazo, la esperanza de un mejorami<strong>en</strong>to perman<strong>en</strong>te del nivel de vida se podría revelar<br />
como ilusoria ante la dilapidación irresponsable de los recursos naturales, pero también a<br />
causa de la acrec<strong>en</strong>tada anomia socio-política.<br />
Autonomía versus imitación<br />
En la mayoría de los procesos de modernización <strong>en</strong> el Tercer Mundo se puede advertir la<br />
car<strong>en</strong>cia de metas normativas g<strong>en</strong>uinam<strong>en</strong>te originales: lo que se pret<strong>en</strong>de alcanzar es una<br />
reproducción Ä relativam<strong>en</strong>te mediocre Ä de lo ya logrado <strong>en</strong> las naciones metropolitanas<br />
del Norte. Esta modernización imitativa es parcial, acrítica y de carácter instrum<strong>en</strong>talista: se<br />
copian los aspectos técnico-económicos y se descuidan los ci<strong>en</strong>tífico-culturales. Se da suma<br />
importancia, por ejemplo, a la industrialización y a la modernización de los transportes y las<br />
comunicaciones, pero se desati<strong>en</strong>de al mismo tiempo la problemática ecológica, la<br />
conformación de una consci<strong>en</strong>cia crítica colectiva y la instauración de una cultura política<br />
democrática. Las sociedades sumidas <strong>en</strong> este tipo de modernización imitativa ti<strong>en</strong><strong>en</strong> pocas<br />
de las v<strong>en</strong>tajas y casi todas las desgracias de las naciones altam<strong>en</strong>te industrializadas del<br />
Norte: sus grandes ciudades pose<strong>en</strong> un tráfico más d<strong>en</strong>so y caótico, una atmósfera más<br />
contaminada, unos servicios públicos más defici<strong>en</strong>tes, una criminalidad más elevada,<br />
edificios más feos... y muchos m<strong>en</strong>os testimonios culturales, posibilidades de recreación e<br />
p. 51.<br />
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institutos ci<strong>en</strong>tíficos que las aglomeraciones urbanas de magnitud comparable <strong>en</strong> Europa o<br />
Norteamérica.<br />
Por estos motivos hay que propugnar un cierto escepticismo (que no debe ser <strong>en</strong>t<strong>en</strong>dido<br />
como un rechazo total) fr<strong>en</strong>te a los f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os de crecimi<strong>en</strong>to y desarrollo, que ahora gozan<br />
del aura de lo mágico, pero que pued<strong>en</strong> llevar consigo los gérm<strong>en</strong>es del irracionalismo y la<br />
regresión. Esto último puede detectarse claram<strong>en</strong>te <strong>en</strong> variados int<strong>en</strong>tos de modernización<br />
acelerada, que bajo programas socialistas o nacionalistas, se consagraron a una<br />
industrialización forzada dirigida casi exclusivam<strong>en</strong>te por el Estado, cerc<strong>en</strong>ando<br />
premeditadam<strong>en</strong>te las libertades públicas y los derechos humanos. El argum<strong>en</strong>to usual ha<br />
sido que éstos y aquéllas provi<strong>en</strong><strong>en</strong> de un orig<strong>en</strong> "burgués" y europeo occid<strong>en</strong>tal (por lo<br />
tanto: aj<strong>en</strong>o al acervo nacional respectivo) y que <strong>en</strong> la praxis sólo sirv<strong>en</strong> para disgregar una<br />
comunidad e impedir la imprescindible unidad de todos los esfuerzos y las <strong>en</strong>ergías <strong>en</strong> pro<br />
de un experim<strong>en</strong>to de rápida modernización. Se puede aseverar, por consigui<strong>en</strong>te, que <strong>en</strong> el<br />
Tercer Mundo el socialismo ha sido sobre todo una estrategia de modernización acelerada,<br />
pero una fallida: sus mediocres resultados económicos concuerdan irónicam<strong>en</strong>te con su<br />
desgastada y devaluada ideología revolucionaria. El proceso imitativo de modernización<br />
puede consolidar una cultura política pre-exist<strong>en</strong>te de autoritarismo: el fundam<strong>en</strong>talismo<br />
islámico se ha distinguido por una utilización virtuosa de muchas tecnologías occid<strong>en</strong>tales Ä<br />
<strong>en</strong> los campos de la comunicación, el armam<strong>en</strong>to y la manipulación de masas Ä y, al mismo<br />
tiempo, por la preservación de las porciones más reaccionarias del legado musulmán. Y,<br />
además, como <strong>en</strong> otras culturas, se puede advertir que algunos dogmas c<strong>en</strong>trales Ä con gran<br />
relevancia práctico-política actual Ä son tradiciones inv<strong>en</strong>tadas para usos profanos del<br />
día 144 .<br />
Conclusiones provisorias<br />
Se puede inferir, <strong>en</strong>tonces, que los procesos de modernización son es<strong>en</strong>cialm<strong>en</strong>te<br />
ambival<strong>en</strong>tes y no siempre significan mayores libertades, un nivel de vida más alto o un<br />
144<br />
Hans Küng, Der Islam. Geschichte, Geg<strong>en</strong>wart, Zukunft (El Islam. Historia, pres<strong>en</strong>te, futuro), Munich:<br />
Piper 2006, p. 334.<br />
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futuro más seguro para los pueblos inmersos <strong>en</strong> ellos. Esto lleva a ver con otros ojos el<br />
régim<strong>en</strong> premoderno. Sólo después de haber experim<strong>en</strong>tado las calamidades inher<strong>en</strong>tes a la<br />
modernidad se puede apreciar las relativam<strong>en</strong>te pocas v<strong>en</strong>tajas del ord<strong>en</strong> tradicional 145 . La<br />
seguridad emocional que brinda un sistema social con valores normativos sólidos, el calor<br />
humano y hasta la protección económica asociadas a la familia ext<strong>en</strong>dida, el respeto al<br />
medio ambi<strong>en</strong>te natural (así sea por falta de una tecnología apropiada para "aprovechar" a<br />
fondo los recursos), una estética pública de innegable bu<strong>en</strong> gusto y un ritmo de vida apacible<br />
(debido, <strong>en</strong>tre otras cosas, a una d<strong>en</strong>sidad demográfica razonablem<strong>en</strong>te baja), constituy<strong>en</strong><br />
ejemplos de lo positivo que <strong>en</strong>cierran aun las estructuras premodernas 146 . No hay que<br />
olvidar, por ejemplo, la función muy razonable de la religiosidad g<strong>en</strong>uina al contraponerse a<br />
la idolatría moderna (Estado, partido, consumo, deporte, etc.) y, como dijo Hans Küng, la<br />
libertad que la religión brinda al ser humano al no admitir ningún otro absoluto que no sea<br />
Dios 147 . No hay que perder de vista, empero, todo lo negativo que el ord<strong>en</strong> tradicional puede<br />
abarcar: la tiranía de lo provinciano y pueblerino, las barreras casi infranqueables <strong>en</strong>tre los<br />
estratos sociales, los métodos odiosos para controlar a los individuos, la miseria de las masas<br />
(f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o de una apabullante uniformidad a través de todo el planeta), las más diversas<br />
formas de autoritarismo y la debilidad e inefici<strong>en</strong>cia de las estructuras estatales 148 .<br />
145 Para una distinción <strong>en</strong>tre difer<strong>en</strong>tes formas de tradición y autoridad (y prejuicios), cf. Mariflor Aguilar<br />
Rivero, Confrontación, crítica y herm<strong>en</strong>éutica. Gadamer, Ricoeur, Habermas, México: UNAM / Fontamara<br />
1998, p. 136 sq.<br />
146 El desarrollo más brillante se manifiesta a veces como un regreso a niveles de vida que habían existido<br />
antes de los grandes procesos de urbanización e industrialización, como puede comprobarse <strong>en</strong> muchos países<br />
latinoamericanos y sobre todo africanos comparando el nivel de ingresos, la seguridad ciudadana y la situación<br />
ecológica de 1950 y los datos de f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os comparables a comi<strong>en</strong>zos del siglo XXI.- Algunas ideas suger<strong>en</strong>tes<br />
<strong>en</strong>: Tielman Schiel, La idea de la modernidad y la inv<strong>en</strong>ción de la tradición: cómo la universalidad produce la<br />
particularidad y viceversa, <strong>en</strong>: Edgardo Lander (comp.), Modernidad y universalismo, Caracas: Nueva<br />
Sociedad / UNESCO 1991, p. 64 sqq.<br />
147 Hans Küng, op. cit. (nota 13), p. 707.- Sobre el comportami<strong>en</strong>to más solidario de los crey<strong>en</strong>tes con<br />
relación a los no crey<strong>en</strong>tes, cf. Andreas Püttmann, Die neue Relevanz des Glaub<strong>en</strong>s (La nueva relevancia de la<br />
cre<strong>en</strong>cia), <strong>en</strong>: DIE POLITISCHE MEINUNG, vol. 51, Nº 444, noviembre de 2006, pp. 57-62.- Sobre la<br />
significación de los credos religiosos para la fundam<strong>en</strong>tación de la moral cf. Jürg<strong>en</strong> Habermas, Die<br />
Einbeziehung des Ander<strong>en</strong>. Studi<strong>en</strong> zur politisch<strong>en</strong> Theorie (La inclusión del otro. Estudios sobre teoría<br />
política), Frankfurt: Suhrkamp 1999, p. 50 sq.<br />
148 Cf. Patricia Crone, Pre-Industrial Societies, Oxford: Blackwell 1989, capítulo 3.<br />
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En conclusión: lo criticable es lo sigui<strong>en</strong>te. Numerosos regím<strong>en</strong>es <strong>en</strong> Asia, África y<br />
América Latina pret<strong>en</strong>d<strong>en</strong> establecer modelos autónomos de desarrollo (la id<strong>en</strong>tidad<br />
colectiva está a m<strong>en</strong>udo basada <strong>en</strong> un curioso pero vano designio de originalidad), pero<br />
después de todo se limitan a imitar los paradigmas occid<strong>en</strong>tales de evolución, con especial<br />
énfasis <strong>en</strong> sus aspectos técnico-económicos. Este tipo de análisis se basa <strong>en</strong> los diversos<br />
esfuerzos teóricos ya exist<strong>en</strong>tes para examinar los procesos de modernización mediante las<br />
herrami<strong>en</strong>tas de las ci<strong>en</strong>cias sociales contemporáneas, pero también <strong>en</strong> una revalorización<br />
parcial de los valores premodernos y <strong>en</strong> una visión escéptica <strong>en</strong> torno al mito del progreso<br />
perpetuo. Según el s<strong>en</strong>tido común ori<strong>en</strong>tado críticam<strong>en</strong>te todo esto no significa conceder<br />
una preemin<strong>en</strong>cia total a la diversidad, es decir: declarar la inconm<strong>en</strong>surabilidad de todos los<br />
modelos civilizatorios <strong>en</strong>tre sí, o negar gradaciones o jerarquías evolutivas <strong>en</strong>tre ellos, o<br />
declarar que todo progreso histórico es un f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o totalm<strong>en</strong>te aleatorio. La cultura surgida<br />
<strong>en</strong> Europa Occid<strong>en</strong>tal a partir del R<strong>en</strong>acimi<strong>en</strong>to ti<strong>en</strong>e una característica distintiva con<br />
respecto a todas las otras, lo que constituye un inm<strong>en</strong>so avance positivo: la modernidad<br />
occid<strong>en</strong>tal está basada <strong>en</strong> el principio de crítica y autocrítica, lo que g<strong>en</strong>era un movimi<strong>en</strong>to<br />
incesante que cuestiona todo dogma, opinión y resultado 149 . O sea: <strong>en</strong> este caso no es<br />
razonable hablar de la igualdad liminar de todas las culturas <strong>en</strong> un mar de diversidades<br />
donde sería imposible Ä e injusta Ä una jerarquización y gradación de las mismas. Existe un<br />
interesante paralelismo <strong>en</strong> la filosofía y las ci<strong>en</strong>cias sociales. Si nos at<strong>en</strong>emos únicam<strong>en</strong>te a<br />
los criterios de fundam<strong>en</strong>tación y validación que parec<strong>en</strong> responder a los principios de la<br />
diversidad y la conting<strong>en</strong>cia Ä la deconstrucción, la g<strong>en</strong>ealogía, la narrativa <strong>en</strong> cuanto<br />
ci<strong>en</strong>cia Ä, nos ponemos por debajo del nivel de argum<strong>en</strong>tación y difer<strong>en</strong>ciación que se ha<br />
alcanzado laboriosam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> el des<strong>en</strong>volvimi<strong>en</strong>to del p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to ci<strong>en</strong>tífico y perdemos a<br />
la larga, como dijo Jürg<strong>en</strong> Habermas, la credibilidad que han construido la filosofía y las<br />
ci<strong>en</strong>cias sociales durante siglos 150 .<br />
149 Dieter S<strong>en</strong>ghaas, Zivilisierung wider Will<strong>en</strong>. Der Konflikt der Kultur<strong>en</strong> mit sich selbst (Civilización <strong>en</strong><br />
contra de la propia voluntad. El conflicto de las culturas con ellas mismas), Frankfurt: Suhrkamp 1998, p. 217.<br />
150 Habermas, Metaphysik nach Kant (Metafísica después de Kant), <strong>en</strong>: Habermas, Nachmetaphysisches<br />
D<strong>en</strong>k<strong>en</strong>. Philosophische Aufsätze (P<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to postmetafísico. Ensayos filosóficos), Frankfurt: Suhrkamp<br />
1992, p. 25 sq.<br />
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Los efectos de utilizar sólo los criterios derivados de la diversidad e incomparabilidad de<br />
los modelos civilizatorios nos hac<strong>en</strong> perder de vista precisam<strong>en</strong>te las difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong>tre lo<br />
razonable y lo cond<strong>en</strong>able de todo régim<strong>en</strong> político y de todo f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o cultural. También la<br />
concepción repres<strong>en</strong>tada por los p<strong>en</strong>sadores postmodernistas (inspirada por Arthur<br />
Schop<strong>en</strong>hauer y Friedrich Nietzsche, desarrollada por Michel Foucault y perfeccionada por<br />
los estudios culturales, postcoloniales y subalternos), es decir la opuesta a la ahora llamada<br />
conv<strong>en</strong>cional o clásica, merece ser relativizada a su vez, pues ella induce a suponer que<br />
todas las variantes de la evolución humana son inconm<strong>en</strong>surables e incomparables <strong>en</strong>tre sí:<br />
ninguna mejor o superior o más adelantada que otra. No sólo las insufici<strong>en</strong>cias manifiestas<br />
de las concepciones postmodernistas nos obligan a un r<strong>en</strong>ovado esfuerzo teórico, sino, ante<br />
todo, la evolución sociopolítica de las últimas décadas, los efectos del fundam<strong>en</strong>talismo y<br />
del nacionalismo exacerbados y el cuestionami<strong>en</strong>to de la democracia y del racionalismo<br />
occid<strong>en</strong>tales. Si analizamos la realidad política e institucional de innumerables países del<br />
Tercer Mundo <strong>en</strong> base a conocimi<strong>en</strong>tos empíricos asegurados, si utilizamos criterios<br />
comparativos usuales <strong>en</strong> ci<strong>en</strong>cias sociales, si nos dejamos influir por reflexiones éticas y si<br />
aplicamos los criterios de un common s<strong>en</strong>se guiado críticam<strong>en</strong>te, nos percatamos de la<br />
necesidad de realizar juicios de valor, calificando claram<strong>en</strong>te bondades y desv<strong>en</strong>tajas de las<br />
distintas etapas históricas y de los difer<strong>en</strong>tes modelos civilizatorios. Aunque no existe,<br />
obviam<strong>en</strong>te, una respuesta definitiva a ninguna cuestión, el s<strong>en</strong>tido común guiado<br />
críticam<strong>en</strong>te nos puede brindar una imag<strong>en</strong> aproximada de los límites del f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o a<br />
investigar, una ori<strong>en</strong>tación plausible <strong>en</strong> la jungla de las interpretaciones antagónicas y un<br />
juicio valorativo aceptable <strong>en</strong> torno a los f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os de la evolución histórica 151 . El s<strong>en</strong>sus<br />
communis ha repres<strong>en</strong>tado a m<strong>en</strong>udo los prejuicios predominantes de una época y su<br />
conformidad con las estructuras vig<strong>en</strong>tes del poder. Pero <strong>en</strong> Gran Bretaña se conformó<br />
desde el siglo XVII un common s<strong>en</strong>se controlado por una opinión pública pluralista y más o<br />
m<strong>en</strong>os bi<strong>en</strong> informada, basado <strong>en</strong> conocimi<strong>en</strong>tos empíricos y <strong>en</strong> el arte de experim<strong>en</strong>tar, que<br />
desconfiaba de los grandes sistemas y de los credos dogmáticos. La diversidad de posiciones<br />
que surgió de aquella constelación repres<strong>en</strong>tó <strong>en</strong> sus primeros tiempos sólo un pluralismo<br />
tolerado de convicciones, que posteriorm<strong>en</strong>te se consolidó <strong>en</strong> una actitud probatoria,<br />
autocrítica y autorreflexiva, <strong>en</strong>riquecida por la inclusión de criterios morales. De acuerdo a<br />
Sir Isaiah Berlin, la tolerancia se convirtió <strong>en</strong> una virtud cuando los cont<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes se dieron<br />
cu<strong>en</strong>ta de la imposibilidad de conciliar credos dogmáticos de igual equival<strong>en</strong>cia <strong>en</strong>tre sí y, al<br />
151 Sobre el s<strong>en</strong>tido común <strong>en</strong> la filosofía de Antonio Gramsci cf. Nazar<strong>en</strong>o Bravo, Del s<strong>en</strong>tido común a la<br />
filosofía de la praxis. Gramsci y la cultura popular, <strong>en</strong>: REVISTA DE FILOSOFIA (Maracaibo), Nº 53, mayoagosto<br />
de 2006, pp. 59-75.<br />
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mismo, de la improbabilidad de un triunfo completo de uno sobre el otro. Los que querían<br />
sobrevivir tuvieron que apr<strong>en</strong>der a convivir con el "error" aj<strong>en</strong>o. Gradualm<strong>en</strong>te descubrieron<br />
los méritos <strong>en</strong> la diversidad fáctica de opiniones, y hasta se volvieron escépticos <strong>en</strong> cuanto a<br />
soluciones definitivas <strong>en</strong> los asuntos humanos 152 .<br />
Una teoría crítica de la modernización ti<strong>en</strong>e necesariam<strong>en</strong>te que consagrar esfuerzos<br />
analíticos a los temas que el mainstream de moda <strong>en</strong> las ci<strong>en</strong>cias sociales y políticas deja de<br />
lado <strong>en</strong> el Tercer Mundo: lo negativo que está implícito <strong>en</strong> la pérdida de las cre<strong>en</strong>cias<br />
religiosas y <strong>en</strong> la desestructuración de la familia tradicional, los aspectos problemáticos de<br />
toda modernidad, las am<strong>en</strong>azas ecológicas y demográficas vinculadas al progreso, el<br />
sins<strong>en</strong>tido de la vida consagrada al consumo 153 . Un desarrollo económicam<strong>en</strong>te exitoso no<br />
conlleva de manera automática una expansión (ni m<strong>en</strong>os la consolidación) de prácticas<br />
democráticas; los ingresos acrec<strong>en</strong>tados prov<strong>en</strong>i<strong>en</strong>tes de ciertos recursos naturales pued<strong>en</strong>,<br />
por ejemplo, reforzar antiguas pautas de comportami<strong>en</strong>to como el r<strong>en</strong>tismo, el cli<strong>en</strong>telismo<br />
y el autoritarismo que vi<strong>en</strong><strong>en</strong> de muy atrás y darles así un atractivo barniz de modernidad 154 .<br />
Estos son ejemplos de lo que hay que estudiar de acuerdo a un s<strong>en</strong>tido común guiado<br />
críticam<strong>en</strong>te.<br />
Hay que exponerse al riesgo del error si se quiere expresar algo que sea relevante; la<br />
insist<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> afirmar la corrección de lo irrelevante, dijo Theodor W. Adorno, es uno de los<br />
síntomas de una consci<strong>en</strong>cia regresiva 155 .<br />
152<br />
Isaiah Berlin, The Originality of Machiavelli, <strong>en</strong>: Berlin, Against the Curr<strong>en</strong>t. Essays in the History of<br />
Ideas, Londres: Hogarth 1980, p. 78.<br />
153 Temas abordados con deplorable tibieza por Anthony Gidd<strong>en</strong>s, Un mundo desbocado. Los efectos de la<br />
globalización <strong>en</strong> nuestras vidas, Bu<strong>en</strong>os Aires: Taurus / Alfaguara 2000, passim.<br />
154 Oliver Schlumberger, R<strong>en</strong>ts, Reform, and Authoritarianism in the Middle East, <strong>en</strong>: INTERNATIONALE<br />
POLITIK UND GESELLSCHAFT (Bonn), vol. 2006, Nº 2, pp. 43-57.<br />
155 Theodor W. Adorno, Negative Dialektik (Dialéctica negativa), Frankfurt: Suhrkamp 1966, p. 170.<br />
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El s<strong>en</strong>tido común crítico ante el debate<br />
<strong>en</strong>tre universalismo y particularismo<br />
La controversia <strong>en</strong>tre particularismo y universalismo es un bu<strong>en</strong> ejercicio para ver el<br />
funcionami<strong>en</strong>to de un s<strong>en</strong>tido común guiado críticam<strong>en</strong>te. Este debate, que ya ti<strong>en</strong>e algunas<br />
décadas de duración, ha sido importante para compr<strong>en</strong>der asimismo (a) los dilemas c<strong>en</strong>trales<br />
de las id<strong>en</strong>tidades colectivas, (b) el trasfondo del resurgimi<strong>en</strong>to nacionalista <strong>en</strong> dilatadas<br />
regiones del planeta y (c) la propagación de un marcado sesgo antirracionalista y<br />
postmodernista <strong>en</strong>tre los intelectuales de Asia, Africa y América Latina.<br />
Crítica de las concepciones universalistas<br />
La declinación actual del marxismo y de las grandes teorías de carácter universalista, así<br />
como la devaluación de la filosofía unitaria de la historia y, <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral, de toda forma del<br />
racionalismo clásico, han fom<strong>en</strong>tado el surgimi<strong>en</strong>to de concepciones particularistas, el<br />
r<strong>en</strong>acimi<strong>en</strong>to de doctrinas nacionalistas y la reaparición de cre<strong>en</strong>cias religiosas<br />
fundam<strong>en</strong>talistas. Las últimas décadas del siglo XX y el comi<strong>en</strong>zo del XXI desmintieron<br />
aquella profunda convicción de marxistas y liberales que predecía la desaparición de la<br />
religión y del nacionalismo como resultado natural del progreso material y moral. Todo ésto<br />
coincide, además, con algunos factores propios de la evolución contemporánea <strong>en</strong> Asia,<br />
África y América Latina. La irrupción del proceso modernizador <strong>en</strong> pocas décadas ha<br />
g<strong>en</strong>erado un verdadero derrumbe de arraigadas ideologías y la conmoción del ord<strong>en</strong><br />
tradicional por efecto de la exitosa cultura occid<strong>en</strong>tal del consumismo masivo. Estos<br />
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factores y el descalabro g<strong>en</strong>eral (pero no definitivo) del socialismo han suscitado <strong>en</strong> el<br />
Tercer Mundo Ä y no sólo allí Ä un vacío de valores de ori<strong>en</strong>tación. Esta constelación<br />
favorece iniciativas viol<strong>en</strong>tas y caóticas y la expansión de una anomia muy expandida 156 . Se<br />
acreci<strong>en</strong>ta, por un lado, la t<strong>en</strong>tación del <strong>en</strong>cierro <strong>en</strong> sí mismo, pero igualm<strong>en</strong>te la inclinación<br />
a combatir lo Otro, presunta <strong>en</strong>carnación del mal y de las propias dificultades. El hallar a los<br />
chivos expiatorios no es, <strong>en</strong>tonces, tarea difícil. Se trata, por otra parte, de un f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o<br />
repetido a lo largo de todo el curso de la historia humana.<br />
Lo novedoso de la situación <strong>en</strong> el Tercer Mundo parece residir <strong>en</strong> una curiosa amalgama<br />
<strong>en</strong>tre una def<strong>en</strong>sa de la propia tradición cultural (percibida <strong>en</strong> estado de máximo peligro) y<br />
una apropiación acrítica de los elem<strong>en</strong>tos técnico-económicos de la civilización industrial de<br />
Occid<strong>en</strong>te. No pocos socialistas y revolucionarios, que se quedaron sin trabajo y sin ideas,<br />
se dedican ahora a fom<strong>en</strong>tar inclinaciones particularistas de toda laya y designios<br />
reivindicatorios de minorías étnicas, junto con los nacionalismos más delirantes, como ha<br />
ocurrido <strong>en</strong> los Balcanes, el Cáucaso, el África c<strong>en</strong>tral y <strong>en</strong> el área andina de América<br />
Latina.<br />
Ahora bi<strong>en</strong>: desde un s<strong>en</strong>tido común guiado críticam<strong>en</strong>te se puede decir que lo complejo<br />
de la problemática actual consiste <strong>en</strong> que a las minorías de todo tipo les asiste un cierto<br />
derecho. La doctrina del progreso perpetuo devalúa, por ejemplo, la calidad y los logros<br />
intrínsecos de etapas históricas anteriores, que son consideradas como meros eslabones de<br />
una evolución regida apar<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te por leyes inquebrantables, evolución que conduce<br />
necesariam<strong>en</strong>te a una meta común a todas las culturas. Esto presupone un solo criterio para<br />
juzgar toda actividad humana. Aunque los elem<strong>en</strong>tos racionales y razonables de esta<br />
concepción universalista están por <strong>en</strong>cima de toda duda, la misma no favorece una<br />
perspectiva flexible que permita reconocer lo valioso del arte, la literatura, la religión y las<br />
costumbres de sistemas socioculturales que hoy nos parec<strong>en</strong> anacrónicos, insólitos o<br />
chocantes.<br />
156 Sobre la anomia como signo del tiempo actual cf. dos interesantes investigaciones: Carlos S. Nino, Un<br />
país al marg<strong>en</strong> de la ley. Estudio de la anomia como compon<strong>en</strong>te del subdesarrollo arg<strong>en</strong>tino, Bu<strong>en</strong>os Aires<br />
1992, passim; Peter Waldmann, El Estado anómico. Derecho, seguridad pública y vida cotidiana <strong>en</strong> América<br />
Latina, Madrid / Frankfurt: Iberoamericana / Vervuert 2006, pp. 13-20.<br />
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En una época de fronteras permeables, de un sistema global integrado de comunicaciones<br />
y de pautas normativas universales, nace la voluntad de oponerse a las corri<strong>en</strong>tes de<br />
uniformami<strong>en</strong>to y despersonalización. Minorías étnico-culturales significan a veces un<br />
dique contra la homog<strong>en</strong>eización del mundo moderno si combat<strong>en</strong> igualm<strong>en</strong>te la dilución de<br />
tradiciones que han dado s<strong>en</strong>tido a comunidades estables, donde la anonimidad y la<br />
ali<strong>en</strong>ación no son aun las características decisivas. Pero hay que señalar que también las<br />
minorías perseguidas pret<strong>en</strong>d<strong>en</strong> alcanzar, después de todo, objetivos muy humanos, <strong>en</strong>tre los<br />
cuales se hallan cálculos egoístas de expansión y dominación, increm<strong>en</strong>to de sus b<strong>en</strong>eficios<br />
tangibles y explotación de otros segm<strong>en</strong>tos poblacionales que <strong>en</strong>tonces devi<strong>en</strong><strong>en</strong> minorías.<br />
La etnias originales del bosque amazónico van a ser seguram<strong>en</strong>te exterminadas por otros<br />
aboríg<strong>en</strong>es (por ejemplo por los campesinos indíg<strong>en</strong>as sin tierra que emigran desde las<br />
empobrecidas y sobrepobladas regiones montañosas andinas), que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> como objetivos la<br />
ext<strong>en</strong>sión de la frontera agrícola, la incorporación de esos territorios al progreso material, el<br />
aprovechami<strong>en</strong>to de nuevos recursos y la mera superviv<strong>en</strong>cia individual.<br />
La legítima aspiración de afirmar la propia id<strong>en</strong>tidad sociocultural puede, sin embargo,<br />
transformarse rápidam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> una t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia x<strong>en</strong>ófoba, racista, agresiva, demagógica y<br />
claram<strong>en</strong>te irracional, que a la postre pret<strong>en</strong>de la aniquilación del Otro y de los otros. "Esta<br />
actitud <strong>en</strong>traña una negación de los valores universales, un m<strong>en</strong>osprecio de los derechos y<br />
libertades de la persona, un repudio a todo diálogo y a todo esfuerzo de educación para la<br />
tolerancia" 157 . Aquí lo razonable parece ser una posición equidistante <strong>en</strong>tre el universalismo<br />
doctrinario y los particularismos irracionales, aunque esta posición deba ser modificada y<br />
calibrada según cada caso, para lo que no existe una regla g<strong>en</strong>eral, sino el principio de la<br />
prud<strong>en</strong>cia y la plausibilidad (phronesis).<br />
157 Federico Mayor, Editorial, <strong>en</strong>: EL CORREO DE LA UNESCO (París), vol. XLVI, junio de 1993, p. 9<br />
(número monográfico dedicado a las minorías). Cf. también las visiones difer<strong>en</strong>tes: Elizabeth Picard, El<br />
despertar de la comunidad, <strong>en</strong>: EL CORREO DE LA UNESCO, vol. XLVI, junio de 1993, pp. 22; el brillante<br />
<strong>en</strong>sayo de Mauro Peressini, Las dos caras de la id<strong>en</strong>tidad, <strong>en</strong>: ibid., pp. 14-18; Joseph Ki-Zerbo, Lo universal y<br />
lo particular, <strong>en</strong>: EL CORREO DE LA UNESCO, vol. XLVI, diciembre de 1993, pp. 1-20; Régis Debray, ¿De<br />
qué progreso hablamos? Un mito occid<strong>en</strong>tal, <strong>en</strong>: ibid., pp. 9-12.<br />
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Para no repetir los rasgos principales de este debate, ya muy conocido, parece conv<strong>en</strong>i<strong>en</strong>te<br />
referirse a algunos aspectos concretos del mismo. En el Tercer Mundo se exti<strong>en</strong>de ahora la<br />
opinión de que los derechos humanos, la filosofía racionalista, la ética del respeto liminar al<br />
individuo y las instituciones de la democracia repres<strong>en</strong>tativa pluralista conformarían parte<br />
integrante de una inaceptable doctrina universalista, la que, a su vez, sería una forma<br />
<strong>en</strong>cubierta de euroc<strong>en</strong>trismo y, por consigui<strong>en</strong>te, un instrum<strong>en</strong>to de dominación cultural. No<br />
hay duda de que porciones c<strong>en</strong>trales de esta magna concepción se han originado <strong>en</strong> el<br />
Occid<strong>en</strong>te europeo y que a m<strong>en</strong>udo han sido utilizados para justificar y consolidar un<br />
predominio imperial. Las facultades Ä o, si se quiere, las pret<strong>en</strong>siones Ä universalistas del<br />
racionalismo europeo no han sido, empero, los factores causales de procesos como la trata<br />
de esclavos, el saqueo de los recursos naturales y el exterminio de lo aboríg<strong>en</strong>es, los que han<br />
t<strong>en</strong>ido una historia más antigua y un alcance geográfico más dilatado que la moderna<br />
civilización europea occid<strong>en</strong>tal. Es claro que toda teoría con aspiraciones de g<strong>en</strong>eralidad y<br />
obligatoriedad concita reacciones hostiles. Por ello la ética del derecho universal, como la<br />
cont<strong>en</strong>ida <strong>en</strong> la concepción contemporánea de los derechos humanos, es considerada como<br />
una máscara del imperialismo euroc<strong>en</strong>trista y simultáneam<strong>en</strong>te como un solapado y<br />
peligroso ataque a las propias tradiciones autóctonas, las que a m<strong>en</strong>udo exhib<strong>en</strong> prácticas<br />
consuetudinarias que no son congru<strong>en</strong>tes con los derechos humanos y las libertades<br />
individuales. Las t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias postmodernistas han impugnado igualm<strong>en</strong>te la validez de una<br />
ética universal <strong>en</strong> nombre de la pluralidad e inconm<strong>en</strong>surabilidad de las otras culturas 158 : ya<br />
que toda moral se fundaría sobre una base conting<strong>en</strong>te y aleatoria, todo cons<strong>en</strong>so ético<br />
reinante <strong>en</strong> una sociedad y época dadas es tan valioso o tan execrable como cualquier otro.<br />
Una moral universal, que trasci<strong>en</strong>da los particularismos, sería imposible y hasta indeseable,<br />
pues refr<strong>en</strong>aría el libre despliegue de individuos y comunidades.<br />
Crítica de posiciones unilaterales<br />
Una visión realista y sobria de la historia de las naciones nos permite detectar las falacias y<br />
los peligros de aquellas corri<strong>en</strong>tes que se consagran unilateralm<strong>en</strong>te al universalismo o al<br />
158 Cf. el interesante teorema de David E. Apter, Rethinking Developm<strong>en</strong>t. Modernization, Dep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cy and<br />
Postmodern Politics, Newbury Park: Sage 1988.<br />
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particularismo. El rechazo del universalismo a causa de su presunto carácter eurocéntrico o<br />
su talante imperialista se combina con la búsqueda de una id<strong>en</strong>tidad cultural o nacional<br />
primig<strong>en</strong>ia, que estaría <strong>en</strong> peligro de desaparecer ante el avasallami<strong>en</strong>to de la moderna<br />
cultura occid<strong>en</strong>tal de cuño globalizador. Esta indagación, a veces dramática y a m<strong>en</strong>udo<br />
dolorosa para las comunidades afectadas, int<strong>en</strong>ta desvelar y reconstruir una es<strong>en</strong>cia étnica,<br />
cultural, lingüística o histórica que confiera características indelebles y, al mismo tiempo,<br />
originales a la nación o al grupo social que se si<strong>en</strong>te am<strong>en</strong>azado por la exitosa civilización<br />
moderna. Este esfuerzo puede ser calificado de inútil <strong>en</strong> casi todos los casos: los<br />
ingredi<strong>en</strong>tes apar<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te más sólidos y los factores más sagrados del acervo cultural e<br />
histórico de un pueblo resultan ser una mixtura deleznable y conting<strong>en</strong>te de elem<strong>en</strong>tos que<br />
provi<strong>en</strong><strong>en</strong> que otras tradiciones nacionales o que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> una proced<strong>en</strong>cia común con los más<br />
diversos procesos civilizatorios. La quintaes<strong>en</strong>cia id<strong>en</strong>tificatoria nacional o grupal, reputada<br />
como algo primordial, básico e inalterable, sólo puede ser definida y compr<strong>en</strong>dida con<br />
respecto a lo complejo, múltiple y cambiante que está <strong>en</strong>carnado <strong>en</strong> lo Otro, es decir <strong>en</strong> los<br />
elem<strong>en</strong>tos determinantes de las culturas aj<strong>en</strong>as y hasta hostiles. La alteridad es<br />
consubstancial a casi todo grupo social, y más aun <strong>en</strong> el mundo actual. Este ejercicio de la<br />
búsqueda por lo auténtico y propio ti<strong>en</strong>e efectos traumáticos porque pone de relieve aquella<br />
porción ínfima que tal vez puede ser considerada efectivam<strong>en</strong>te como pert<strong>en</strong>eci<strong>en</strong>te al<br />
núcleo de la id<strong>en</strong>tidad incontaminada. Pero es simultáneam<strong>en</strong>te una ocupación que goza del<br />
favor popular porque <strong>en</strong> las capas más profundas de la consci<strong>en</strong>cia individual y colectiva se<br />
halla el propósito perseverante de apreh<strong>en</strong>der y consolidar algo estable que dé s<strong>en</strong>tido a las<br />
otras actividades humanas y que pueda ser percibido como el alma inmutable y positiva de<br />
la comunidad donde se vive y se sufre.<br />
Es muy difícil <strong>en</strong>contrar un pueblo que haya pervivido hasta hoy conservando<br />
exclusivam<strong>en</strong>te sus características originales de id<strong>en</strong>tidad, como las étnicas y lingüísticas,<br />
sin haber aceptado y adoptado como propios importantes elem<strong>en</strong>tos culturales de las<br />
naciones vecinas... y de las <strong>en</strong>emigas. Los aspectos más íntimos de las tradiciones<br />
civilizatorias pued<strong>en</strong> ser de data reci<strong>en</strong>te o simplem<strong>en</strong>te tomados "de afuera" y legimitizados<br />
como propios por la perseverante labor de todos aquellos dedicados profesionalm<strong>en</strong>te a<br />
estas labores: magos y taumaturgos, intelectuales y políticos. La repetición constante de<br />
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ciertas doctrinas puede crear <strong>en</strong> poco tiempo una tradición t<strong>en</strong>ida como auténtica, lo que<br />
revela la índole precaria y conting<strong>en</strong>te de numerosas id<strong>en</strong>tidades étnico-culturales 159 . La<br />
concepción de un conjunto social cerrado, homogéneo y singular es a m<strong>en</strong>udo un acto<br />
arbitrario de intelectuales descont<strong>en</strong>tos que inv<strong>en</strong>tan un medio de simplificar y, por<br />
consigui<strong>en</strong>te, de compr<strong>en</strong>der una realidad demasiado compleja. L<strong>en</strong>gua, raza y religión Ä<br />
consideradas habitualm<strong>en</strong>te como es<strong>en</strong>cias inmutables de la id<strong>en</strong>tidad colectiva e<br />
impermeables al transcurso del tiempo Ä constituy<strong>en</strong> los factores más usuales de esta<br />
ideología fundadora, consagrada a m<strong>en</strong>udo a reinv<strong>en</strong>tar un pasado mítico, no contaminado<br />
por las influ<strong>en</strong>cias de "los otros" 160 . La llamada id<strong>en</strong>tidad nacional puede com<strong>en</strong>zar por ser<br />
un instrum<strong>en</strong>to de un grupo minoritario para hacer fr<strong>en</strong>te a la opresión y la explotación, pero<br />
puede transformarse con el correr del tiempo <strong>en</strong> una ideología hermética, replegada sobre sí<br />
misma, proclive a la viol<strong>en</strong>cia x<strong>en</strong>ófoba.<br />
La historia universal puede ser vista como una serie interminable de f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os de<br />
mestizaje y aculturación; además de las innumerables mezclas étnicas, se ha dado igual<br />
cantidad de procesos mediante los cuales una sociedad recibe la influ<strong>en</strong>cia de una cultura<br />
que le es militar, técnica y organizativam<strong>en</strong>te superior, si<strong>en</strong>do la consecu<strong>en</strong>cia una simbiosis<br />
<strong>en</strong>tre los elem<strong>en</strong>tos tradicionales y los tomados de la civilización triunfante. Cultura<br />
significa también cambio, contacto con lo foráneo, compr<strong>en</strong>sión de lo extraño (como ya lo<br />
postuló Michel de Montaigne). El mestizaje puede ser obviam<strong>en</strong>te traumático, pero también<br />
<strong>en</strong>riquecedor 161 . Se podría aseverar que las sociedades más exitosas, como las de Europa<br />
Occid<strong>en</strong>tal, han sido aquéllas que han experim<strong>en</strong>tado un número relativam<strong>en</strong>te elevado de<br />
procesos de aculturación y que los individuos más aptos son los que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> una<br />
159 Cf. los estudios que no han perdido vig<strong>en</strong>cia: Honorio M. Velasco, Id<strong>en</strong>tidad cultural y política, <strong>en</strong>:<br />
REVISTA DE ESTUDIOS POLÍTICOS (Madrid), Nº 78, octubre / diciembre de 1992, p. 257, 268 sq. (con<br />
ejemplos de la investigación antropológica actual); Rainer Tetzlaff, La etnicidad politizada. Una realidad del<br />
Africa postcolonial, <strong>en</strong>: NUEVA SOCIEDAD (Caracas), Nº 129, <strong>en</strong>ero / febrero de 1994, p. 47, 49.<br />
160<br />
Cf. el estudio clásico: Eric J. Hobsbawm / Ter<strong>en</strong>ce Ranger (comps.), La inv<strong>en</strong>ción de la tradición,<br />
Barcelona: Crítica 2002.<br />
161 Sobre el proceso de mestizaje cf. las obras aun hoy interesantes: Roger Bastide, El prójimo y el extraño.<br />
El <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro de las civilizaciones, Bu<strong>en</strong>os Aires: Amorrortu 1973; Tzvetan Todorov, La conquête de<br />
l'Amérique. La question de l'Autre, París: Seuil 1982; Nathan Wachtel, Los indios del Perú fr<strong>en</strong>te a la conquista<br />
española, Madrid: Alianza 1976.<br />
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multiplicidad de roles. El tratar de volver a una id<strong>en</strong>tidad previa a toda transculturación es,<br />
por lo tanto, un esfuerzo vano, anacrónico y hasta irracional: se puede pasar rápidam<strong>en</strong>te de<br />
las reivindicaciones anti-imperialistas a las obsesiones nacionalistas y a los monstruosos<br />
<strong>en</strong>sayos de limpieza étnica por la fuerza de las armas.<br />
En este ejercicio de s<strong>en</strong>tido común se percibe que tanto los partidarios de doctrinas<br />
universalistas como los afines al particularismo ti<strong>en</strong><strong>en</strong> parcialm<strong>en</strong>te la razón. Aquí lo más<br />
conv<strong>en</strong>i<strong>en</strong>te parece ser una posición equidistante <strong>en</strong>tre ambos extremos, algo que ha tratado<br />
de establecer Sir Isaiah Berlin precisam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> torno a esta temática. En su recapitulación<br />
de la historia de las ideas se nota rápidam<strong>en</strong>te que las críticas y contracríticas de esta<br />
discusión se deb<strong>en</strong> a las fal<strong>en</strong>cias teóricas de posiciones claram<strong>en</strong>te alineadas con el<br />
particularismo o el universalismo, sobre todo cuando éstas son confrontadas con la realidad<br />
histórica y la praxis política cotidiana 162 .<br />
Los críticos del universalismo afirman, por ejemplo, que la compr<strong>en</strong>sión de los decursos<br />
evolutivos <strong>en</strong> el Tercer Mundo y de sus id<strong>en</strong>tidades colectivas exige un punto de vista que<br />
supere las limitaciones y las falsas g<strong>en</strong>eralizaciones de la filosofía de la historia basada <strong>en</strong> el<br />
progreso per<strong>en</strong>ne y de las teorías simplistas de la modernización. No es superfluo señalar<br />
aquí que la doctrina afín a una historia unitaria del género humano (con su correlato de una<br />
evolución histórica linear y asc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>te) es favorable a un despotismo ilustrado, ejercido<br />
desde un c<strong>en</strong>tro omnímodo y omnisci<strong>en</strong>te, que ti<strong>en</strong>e la obligación moral e histórica de<br />
imponer su certeza y su proyecto al resto de la sociedad. Concordante con esta visión<br />
tecnocrática, un gran ilustrado, como fue el Marqués de Condorcet, combatió los llamados<br />
poderes intermedios que preconizó Montesquieu, el contrapeso mutuo de los poderes del<br />
Estado que patronizaban los liberales, toda forma de federalismo y hasta toda difer<strong>en</strong>cia<br />
substancial <strong>en</strong>tre ci<strong>en</strong>cias naturales y sociales. El peligro inher<strong>en</strong>te a esta concepción radica,<br />
como hoy se sabe, <strong>en</strong> la posibilidad de que el progreso continuo, las normas uniformantes y<br />
las grandes estructuras supranacionales se transform<strong>en</strong> <strong>en</strong> verdades irrefutables y <strong>en</strong><br />
estrategias infalibles, es decir <strong>en</strong> abstracciones e idolatrías, ante cuyo altar se sacrifican los<br />
162 Sobre la vida y la obra de este autor cf. Michael Ignatieff, Isaiah Berlin, una vida, Madrid: Taurus /<br />
Santillana 1999; Claude J. Galipeau, Isaiah Berlin's Liberalism, Oxford / New York: Oxford U. P. 1994.<br />
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valores particulares y se aplastan las difer<strong>en</strong>cias nacionales, para no m<strong>en</strong>cionar a los<br />
millones de víctimas de carne y hueso que <strong>en</strong> el siglo XX fueron inmolados <strong>en</strong> nombre de<br />
esas doctrinas universalistas.<br />
La complem<strong>en</strong>tariedad de universalismo y particularismo<br />
La ética universalista y el derecho a la difer<strong>en</strong>cia no son, sin embargo, nociones<br />
antagónicas, sino complem<strong>en</strong>tarias. La primera puede ser vista como la garantía del<br />
segundo: el derecho a la vida de personas y minorías puede ser protegido eficazm<strong>en</strong>te<br />
cuando las mayorías no las v<strong>en</strong> como criaturas tan distintas de ellas mismas que resultan<br />
proclives a ser confundidas con meras bestias o con esclavos 163 . La ética del cons<strong>en</strong>so<br />
g<strong>en</strong>eral, que no está basada <strong>en</strong> la intimidación o la manipulación, puede, mediante una<br />
comunicación más o m<strong>en</strong>os libre <strong>en</strong> ambos s<strong>en</strong>tidos, conciliar las normas universalistas y las<br />
demandas de una autorrealización individualizante, influida por tradiciones que se<br />
consideran estrictam<strong>en</strong>te propias (es decir: auténticas). Criterios intersubjetivos<br />
universalm<strong>en</strong>te válidos pued<strong>en</strong> coexistir con una pluralidad de postulados de índole<br />
particularista: una de las grandes metas del p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to humanista ha consistido, después<br />
de todo, <strong>en</strong> la creación de nociones, instrum<strong>en</strong>tos y mecanismos para asegurar la paz<br />
g<strong>en</strong>eral, respetando las peculiaridades de los difer<strong>en</strong>tes pueblos e individuos. Todos<br />
procedemos de una tradición específica y estamos marcados por una cultura nacional. Tal<br />
hecho debe ser reconocido, pero no necesita ser idolatrado. El procedimi<strong>en</strong>to que analiza y<br />
reconoce nuestros prejuicios y nuestras disparidades nos conduce también a la tolerancia y<br />
al respeto de los otros Ä lo que constituye el primer cons<strong>en</strong>so universalista. De esta manera<br />
uno se abre a la razón de los demás, <strong>en</strong> lugar de abrir a los demás por la fuerza a la razón de<br />
uno. Este principio g<strong>en</strong>eral está alim<strong>en</strong>tado por la tolerancia y el anhelo de compr<strong>en</strong>der lo<br />
Otro 164 . En el curso de la historia universal lo más nefasto ha resultado ser la pret<strong>en</strong>sión de<br />
163<br />
Karl-Otto Apel, Un imperativo moral, <strong>en</strong>: EL CORREO DE LA UNESCO, vol. XLV, julio / agosto de<br />
1992, p. 16 sq.<br />
164 Alain Finkielkraut, La derrota del p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to, Barcelona: Anagrama 1988, p. 41 sq., 61, 68 (con<br />
argum<strong>en</strong>tos basados <strong>en</strong> Goethe y Lévi-Strauss).- Una corri<strong>en</strong>te <strong>en</strong> ci<strong>en</strong>cias sociales considera que estos<br />
principios humanistas eran también parte fundam<strong>en</strong>tal del p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to clásico de la antigua China. Cf. Joseph<br />
Needham, D<strong>en</strong>tro de los cuatro mares. Diálogo <strong>en</strong>tre Ori<strong>en</strong>te y Occid<strong>en</strong>te, Madrid: Siglo XXI 1975.<br />
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poseer de modo exclusivo una razón obligatoria y superior (o sea: una presunción de índole<br />
universalista) parti<strong>en</strong>do de presupuestos particulares y hasta provincianos (es decir: sin<br />
percatarse del carácter limitado y limitante de los propios prejuicios).<br />
El p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to "salvaje" y el erudito, la magia 165 y la ci<strong>en</strong>cia moderna son formas de un<br />
mismo logos humano. De acuerdo al relativismo axiológico es un acto de soberbia<br />
establecer una jerarquía de calidades <strong>en</strong>tre ellas. Pero sería, por otra parte, un acto de simple<br />
necedad el no querer percibir las consecu<strong>en</strong>cias tan difer<strong>en</strong>tes de la magia (y prácticas<br />
afines) y la ci<strong>en</strong>cia moderna, sobre todo <strong>en</strong> los campos de la política, la educación y la<br />
conviv<strong>en</strong>cia <strong>en</strong>tre los mortales, pues los sistemas sociales basados o alim<strong>en</strong>tados por<br />
cre<strong>en</strong>cias mágicas no se han distinguido justam<strong>en</strong>te por una gran tolerancia cultural o por<br />
haber fom<strong>en</strong>tado la vig<strong>en</strong>cia de un pluralismo de ideas y predilecciones. La magia y la<br />
ci<strong>en</strong>cia son ambas dep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes de un contexto cultural, social e histórico y, por <strong>en</strong>de,<br />
relativas. Pero reconocer esta relatividad ya trasci<strong>en</strong>de el estrecho marco de un<br />
particularismo dogmático y avanza hacia un cons<strong>en</strong>so universalista de tolerancia. El<br />
obscurantismo, que ha sido y es uno de los mayores males <strong>en</strong> nuestra sociedad<br />
interdep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te y globalizada, empieza y se define, como lo señaló Claude Lévi-Strauss,<br />
por "el rechazo ciego a lo que no es nuestro" 166 .<br />
En no pocas sociedades se ha visto que la diversidad étnico-cultural se transforma <strong>en</strong> un<br />
verdadero odio <strong>en</strong>tre las comunidades <strong>en</strong> cuestión, que termina por destruir el tejido social<br />
que las <strong>en</strong>volvía y disolver el Estado correspondi<strong>en</strong>te. Pero exist<strong>en</strong> otras experi<strong>en</strong>cias,<br />
también numerosas, que parec<strong>en</strong> sugerir la posibilidad de una sociedad estable <strong>en</strong> el tiempo,<br />
conformada precisam<strong>en</strong>te por una pluralidad étnico-cultural d<strong>en</strong>tro de un marco aceptado de<br />
instituciones y procedimi<strong>en</strong>tos políticos, el cual, además, irradia normas universalistas que<br />
permit<strong>en</strong> la conviv<strong>en</strong>cia de la comunidades y su florecimi<strong>en</strong>to. Los Estados Unidos, a pesar<br />
de sus <strong>en</strong>ormes problemas internos, configuran una estructura de ese tipo, cuya unicidad<br />
165 Peter Winch, Was heisst "eine primitive Gesellschaft versteh<strong>en</strong>"? (¿Qué significa "compr<strong>en</strong>der una<br />
sociedad primitiva"?), <strong>en</strong>: Hans G. Kipp<strong>en</strong>berg / Brigitte Luchesi (comps.), Magie. Die sozialwiss<strong>en</strong>schaftliche<br />
Kontroverse über das Versteh<strong>en</strong> fremd<strong>en</strong> D<strong>en</strong>k<strong>en</strong>s (Magia. La controversia <strong>en</strong> ci<strong>en</strong>cias sociales <strong>en</strong> torno a la<br />
compr<strong>en</strong>sión del p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to foráneo), Frankfurt: Suhrkamp 1987, p. 75 sq.<br />
166 Claude Lévi-Strauss, Tristes tropiques, París: Plon 1955, p. 461.<br />
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permite el despliegue de un mosaico multicolor que no cesa de acrec<strong>en</strong>tarse. Los sucesos<br />
europeos <strong>en</strong> los Balcanes a partir de 1989 (y aquéllos del periodo <strong>en</strong>tre las dos guerras<br />
mundiales) nos muestran que los conflictos étnico-culturales de carácter viol<strong>en</strong>to no son una<br />
reliquia incómoda del pasado premoderno, sino probablem<strong>en</strong>te f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os de carácter<br />
universal.<br />
Por todo ésto es conv<strong>en</strong>i<strong>en</strong>te echar un vistazo a <strong>en</strong>foques que establec<strong>en</strong> un claro contraste<br />
<strong>en</strong>tre ci<strong>en</strong>cias naturales y sociales. Una de las primeras concepciones de este tipo fue la<br />
elaborada <strong>en</strong> el siglo XVIII por Giambattista Vico (1668-1744). Según este p<strong>en</strong>sador,<br />
<strong>en</strong>t<strong>en</strong>der un proceso histórico requiere de un impulso intuitivo, id<strong>en</strong>tificatorio y creativo de<br />
parte del sujeto cognosc<strong>en</strong>te; este esfuerzo empático repres<strong>en</strong>ta una certidumbre comparable<br />
a la ganada por métodos empíricos y constituye un procedimi<strong>en</strong>to tan respetable y seguro<br />
como el de las ci<strong>en</strong>cias naturales y exactas, aunque no repres<strong>en</strong>te, como éstas, una actividad<br />
absolutam<strong>en</strong>te objetiva. Ya que el Hombre "produce" la historia Ä <strong>en</strong> contraposición a los<br />
f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os naturales creados por Dios, cuya apreh<strong>en</strong>sión es más problemática Ä, su<br />
intelecto la puede compr<strong>en</strong>der adecuadam<strong>en</strong>te si se ad<strong>en</strong>tra <strong>en</strong> ella y la reconstruye<br />
teóricam<strong>en</strong>te. Según Vico, el método cartesiano de la duda sistemática no es aplicable a<br />
f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os que dep<strong>en</strong>d<strong>en</strong> del contexto de la comunicación intersubjetiva, del marco<br />
lingüístico, de testimonios históricos aceptados como ciertos por una comunidad y del<br />
s<strong>en</strong>tido común que una sociedad se otorga a sí misma 167 .<br />
Por otra parte, los <strong>en</strong>foques universalistas y armonicistas, que subordinan todo esfuerzo a<br />
una meta única o a una única concepción de verdad y justicia, son poco prop<strong>en</strong>sos a permitir<br />
visiones y actitudes pluralistas por el valor intrínseco de ellas mismas. Para Vico cada<br />
periodo histórico se hallaba, <strong>en</strong> cambio, <strong>en</strong> igual distancia con respecto a Dios: es decir que<br />
poseía una dignidad propia equival<strong>en</strong>te a cualquier otra época histórica y podía ser<br />
compr<strong>en</strong>dida únicam<strong>en</strong>te si reconstruimos con empatía sus formas sociales y sus creaciones<br />
artísticas. Esto significa que cada etapa elabora sus propios conceptos de justicia y libertad,<br />
dep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes, al m<strong>en</strong>os parcialm<strong>en</strong>te, del imaginario colectivo de la época. Estos ideales no<br />
167 Giambattista Vico, Die neue Wiss<strong>en</strong>schaft über die gemeinschaftliche Natur der Völker (La nueva ci<strong>en</strong>cia<br />
sobre el orig<strong>en</strong> común de los pueblos) [1725/1744], Reinbek: Rowohlt 1966, p. 51 sq., 234 sq., 241.<br />
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son mejores o peores que los de otras culturas o de tiempos posteriores, sino difer<strong>en</strong>tes, pero<br />
<strong>en</strong> cuanto creaciones humanas pued<strong>en</strong> ser reconstruidas por aquéllos que pert<strong>en</strong>ec<strong>en</strong> a otros<br />
ámbitos civilizatorios, ya que no pose<strong>en</strong> la imp<strong>en</strong>etrabilidad de la naturaleza extra-<br />
humana 168 .<br />
No hay duda de que Vico es uno de los padres del pluralismo cultural moderno, como lo<br />
ha calificado Isaiah Berlin <strong>en</strong> brillantes <strong>en</strong>sayos 169 . Según esta concepción, cada cultura<br />
auténtica posee sistemas inconfundibles de valores, que, pese a estar <strong>en</strong>cubiertos por otros<br />
factores <strong>en</strong> el transcurso de la historia, nunca llegan a desaparecer del todo, lo que permite<br />
precisam<strong>en</strong>te que g<strong>en</strong>eraciones posteriores los puedan reconstruir y compr<strong>en</strong>der. La teoría<br />
de Vico ti<strong>en</strong>e la v<strong>en</strong>taja de no caer <strong>en</strong> un relativismo extremo, ya que la facultad de <strong>en</strong>t<strong>en</strong>der<br />
y apreciar una cultura pretérita o aj<strong>en</strong>a presupone una cierta unidad de las facultades<br />
cognoscitivas y valorativas de toda la humanidad. Este <strong>en</strong>t<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to imaginativo (empatía)<br />
nos permite una estimación más adecuada de los ritos, las cosmologías, las metáforas, la<br />
literatura y los mitos de sociedades muy alejadas de la nuestra: ad<strong>en</strong>trándose <strong>en</strong> estas<br />
creaciones humanas, no sólo podemos describir exteriorm<strong>en</strong>te cómo éstas funcionan Ä lo<br />
que hac<strong>en</strong> habitualm<strong>en</strong>te las ci<strong>en</strong>cias naturales Ä, sino que podemos p<strong>en</strong>etrar <strong>en</strong> las<br />
motivaciones primeras o últimas de sus autores y percatarnos que no se trata de productos de<br />
la barbarie "primitiva", del infantilismo histórico o de perturbaciones insignificantes debidas<br />
a artistas excéntricos, sino de elaboraciones humanas que bi<strong>en</strong> pued<strong>en</strong> ser las nuestras. Vico<br />
propuso, basado <strong>en</strong> una idea aristotélica, una concepción del saber <strong>en</strong> cuanto la consci<strong>en</strong>cia<br />
cumulativa de la experi<strong>en</strong>cia humana: el Hombre llega a compr<strong>en</strong>der su propio mundo y su<br />
pres<strong>en</strong>te si intuye adecuadam<strong>en</strong>te las esperanzas, los temores y los anhelos que subyac<strong>en</strong> a<br />
las obras del pasado y de otros pueblos. Ya que sus motivaciones actuales están <strong>en</strong>tretejidas<br />
inseparablem<strong>en</strong>te con las de sus antecesores y las de los otros, sólo podrá conformar una<br />
sociedad digna de este nombre si logra <strong>en</strong>t<strong>en</strong>der y apreciar lo pretérito y lo Otro. Esta<br />
168 Isaiah Berlin, Against the Curr<strong>en</strong>t. Essays in the History of Ideas, Londres: Hogarth 1980, pp. 101-103.<br />
169 Isaiah Berlin, The Divorce betwe<strong>en</strong> the Sci<strong>en</strong>ces and the Humanitites, <strong>en</strong>: Berlin, Against..., op. cit. (nota<br />
13), pp. 80-110; Berlin, Vico's Concept of Knowledge, <strong>en</strong>: ibid., pp. 111-119; Berlin, Vico and the<br />
Enlight<strong>en</strong>m<strong>en</strong>t, <strong>en</strong>: ibid., pp. 120-129; Isaiah Berlin, Giambattista Vico und die Kulturgeschichte (Vico y la<br />
historia de la cultura), <strong>en</strong>: Berlin, Das krumme Holz der Humanität. Kapitel der Ide<strong>en</strong>geschichte (La madera<br />
torcida de la humanidad. Capítulos de la historia de las ideas), Frankfurt: Fischer 1992, pp. 72-96.<br />
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compresión, que ti<strong>en</strong>e fuertes rasgos herm<strong>en</strong>éuticos y que es usual <strong>en</strong> las ci<strong>en</strong>cias histórico-<br />
sociales, es, sin duda, difer<strong>en</strong>te de la explicación analítica de causas y efectos que prevalece<br />
<strong>en</strong> las ci<strong>en</strong>cias naturales. Al p<strong>en</strong>etrar <strong>en</strong> las culturas "aj<strong>en</strong>as", nos percatamos de sus<br />
difer<strong>en</strong>cias fundam<strong>en</strong>tales y del pluralismo axiológico que es una de las características del<br />
mundo del Hombre, pero esta misma operación presupone la ya m<strong>en</strong>cionada unidad de<br />
aptitudes cognoscitivas <strong>en</strong>tre todos los seres humanos. Los principios normativos de los<br />
"otros" son de igual manera auténticos, aunque muchas veces se manifiest<strong>en</strong> como<br />
contrarios y excluy<strong>en</strong>tes. Pero aun cuando no exista una concordancia última <strong>en</strong>tre ellos,<br />
podemos darnos cu<strong>en</strong>ta de sus fundam<strong>en</strong>tos y su razón de ser y podemos, por lo tanto,<br />
compr<strong>en</strong>der su función específica <strong>en</strong> el interior de su sociedad respectiva 170 .<br />
La crítica de los extremos<br />
En este contexto es útil examinar una posición que puede g<strong>en</strong>erar extremos insost<strong>en</strong>ibles.<br />
Los p<strong>en</strong>sadores postmodernistas defi<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a ultranza los particularismos y relativismos<br />
socio-culturales porque éstos serían los resultados únicos e irreproducibles de un contexto<br />
histórico también insubstituible, original par excell<strong>en</strong>ce y, por lo tanto inconm<strong>en</strong>surable<br />
según cualquier parámetro de comparación histórica o sociológica. Esta concepción, que se<br />
remonta, a través de diversos canales, a Johann Gottfried Herder (1744-1803), rechaza todo<br />
juicio evaluativo acerca de los conjuntos socio-culturales y las etapas civilizatorias a causa<br />
de la unicidad, peculiaridad y singularidad de estos f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os. No se puede negar lo<br />
razonable de algunos elem<strong>en</strong>tos de esta doctrina, ya que las ideologías universalistas<br />
radicales Ä como el hegelianismo y el marxismo Ä se han consagrado largam<strong>en</strong>te a<br />
vituperar las más diversas y nobles construcciones culturales e históricas del Hombre como<br />
meros estadios depasados por el progreso y dignas, por <strong>en</strong>de, de desaparecer y ser integradas<br />
sin más d<strong>en</strong>tro de las culturas y las naciones triunfantes. La autonomía y el abanico de<br />
posibilidades de desarrollo de cada pueblo se debían, según el jov<strong>en</strong> Herder, a que cada<br />
cultura es autorrefer<strong>en</strong>cial y a que no existe una gradación progresiva de las mismas que<br />
170 Cf. Berlin, Der angebliche Relativismus des europäisch<strong>en</strong> D<strong>en</strong>k<strong>en</strong>s im 18. Jahrhundert (El presunto<br />
relativismo del p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to europeo <strong>en</strong> el siglo XVIII), <strong>en</strong>: Berlin, Das krumme..., op. cit. (nota 14), p. 103,<br />
108 sq.<br />
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permitiese la edificación de un continuum que vaya del atraso al progreso y que sea, por<br />
consigui<strong>en</strong>te, el criterio para juzgar la calidad evolutiva de cada cultura 171 . Los<br />
postmodernistas se olvidan, sin embargo, de que el Herder maduro combinó esta concepción<br />
con la idea de una humanidad universal que <strong>en</strong>globara a todos los hombres y cuya<br />
normatividad racionalista fuese al mismo tiempo la meta de la naturaleza humana.<br />
Las versiones del postmodernismo contemporáneo, que carec<strong>en</strong> del humanismo y del<br />
s<strong>en</strong>tido de las proporciones de Herder y sobre todo de Vico, se limitan a celebrar sin más el<br />
culto de lo exist<strong>en</strong>te <strong>en</strong> un mom<strong>en</strong>to dado, terminando casi inexorablem<strong>en</strong>te <strong>en</strong> alabar tanto<br />
los aspectos rescatables como los c<strong>en</strong>surables de una cultura dada. La apología de lo fáctico<br />
y lo casual, de lo que se ha desplegado históricam<strong>en</strong>te así y no de otra manera, desemboca a<br />
m<strong>en</strong>udo <strong>en</strong> el <strong>en</strong>comio de los "prejuicios útiles" (Joseph de Maistre), tan caros a los<br />
gobernantes 172 . Este culto de lo conting<strong>en</strong>te y lo dispar resulta ser también algo<br />
primordialm<strong>en</strong>te conservador. Sigui<strong>en</strong>do este lineami<strong>en</strong>to, muchos p<strong>en</strong>sadores afiliados al<br />
postmodernismo otorgan su aquiesc<strong>en</strong>cia a formas odiosas de opresión y vulneración de los<br />
derechos humanos, empleando el argum<strong>en</strong>to de respetar escrupulosam<strong>en</strong>te los valores<br />
nacionales y las tradiciones extra-europeas y de combatir la asimilación forzada de éstas a<br />
los cánones del "imperialismo" inmerso <strong>en</strong> la Ilustración y la razón de Occid<strong>en</strong>te. "Nacido<br />
del combate <strong>en</strong> favor de la emancipación de los pueblos, el relativismo desemboca <strong>en</strong> el<br />
elogio de la servidumbre" 173 . Puesto que cada manifestación cultural vale lo mismo que<br />
cualquier otra, se llega a trivializar todas ellas. Esta postura trae consigo el fom<strong>en</strong>to<br />
indirecto, pero efectivo de una nueva barbarie, la promoción de un infantilismo civilizatorio,<br />
el rechazo de algunas conquistas nada desdeñables como el espíritu crítico, la duda y la<br />
ironía y, por consigui<strong>en</strong>te, un impulso <strong>en</strong>érgico para modos refinados de intolerancia. Ante<br />
esta situación no es arbitraria la idea de proteger a la g<strong>en</strong>te contra los abusos, daños y<br />
absurdos que ev<strong>en</strong>tualm<strong>en</strong>te proced<strong>en</strong> de su propia tradición socio-cultural.<br />
171 Berlin, The Divorce..., op. cit. (nota 14), pp. 101-103.<br />
172 Cf. Isaiah Berlin, Joseph de Maistre und die Ursprünge des Faschismus (Joseph de Maistre y los oríg<strong>en</strong>es<br />
del fascismo), <strong>en</strong>: Berlin, Das krumme..., op. cit. (nota 14), pp. 123-221.<br />
173 Alain Finkielkraut, op. cit. (nota 9), p. 111.<br />
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La revalorización de los particularismos nacionales está asociada al romanticismo del siglo<br />
XIX y a ciertas doctrinas conservadoras y hasta irracionalistas. Los románticos afirmaron<br />
que las grandes corri<strong>en</strong>tes homog<strong>en</strong>eizadoras han aplastado la heterog<strong>en</strong>eidad de los<br />
pueblos y el pluralismo civilizatorio, destruy<strong>en</strong>do así el carácter de hogar familiar que<br />
habían t<strong>en</strong>ido previam<strong>en</strong>te las comunidades políticas desaparecidas. De acuerdo a Axel<br />
Honneth, uno de los méritos principales del romanticismo consistió <strong>en</strong> descubrir el valor<br />
ético de la pert<strong>en</strong><strong>en</strong>cia cultural de cada individuo y grupo, lo que conformaría un adecuado<br />
polo contrario al frío "racionalismo monista" de la Ilustración clásica 174 .<br />
Los valores universalistas de orig<strong>en</strong> europeo (como la primera Declaración de los<br />
Derechos Humanos de 1789) han abierto paradójica e inesperadam<strong>en</strong>te las compuertas para<br />
toda una serie de derechos grupales, sociales, económicos y nacionales. Los ideales de la<br />
Ilustración y el racionalismo afirmaron radicalm<strong>en</strong>te la autonomía individual, liberando a<br />
cada persona de adscripciones heterónomas, definitivas, atávicas e irracionales, colocado al<br />
individuo y a sus derechos innatos por <strong>en</strong>cima del Estado, la tradición y los colectivos de<br />
todo tipo. Esta es una conquista irr<strong>en</strong>unciable de la humanidad. Hoy <strong>en</strong> día, empero, una<br />
fuerte corri<strong>en</strong>te de p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to y acción contrapone los derechos humanos de corte<br />
universalista e individualista a las normas culturales, los valores tradicionales y los derechos<br />
colectivos de grupos, comunidades y naciones, porque éstos <strong>en</strong>carnarían lo propio y<br />
auténtico de pueblos que no quier<strong>en</strong> sucumbir al imperialismo cultural de Occid<strong>en</strong>te. Aquí<br />
es imprescindible llamar la at<strong>en</strong>ción sobre la dignidad superior de los derechos del Hombre<br />
como los ha codificado paulatinam<strong>en</strong>te la her<strong>en</strong>cia de la Ilustración; los derechos políticos,<br />
el Estado de Derecho y el pluralismo democrático pert<strong>en</strong>ec<strong>en</strong> igualm<strong>en</strong>te a aquel amplio<br />
conjunto de principios éticos universales, cuya validez precede a cualesquiera<br />
particularismos nacionales, por más populares que éstos resultaran ser. El racismo, el<br />
asesinato (por cualquier causa), el canibalismo, el homicidio ritual y toda otra transgresión a<br />
los derechos humanos no pued<strong>en</strong> ser tolerados de ninguna manera.<br />
174 Cf. la notable obra de Axel Honneth, Das Andere der Gerechtigkeit. Aufsätze zur praktische Philosophie<br />
(Lo otro de la justicia. Ensayos sobre filosofía práctica), Frankfurt: Suhrkamp 2000, p. 311.<br />
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Esta t<strong>en</strong>sión <strong>en</strong>tre universalismo y particularismo se manifestó a lo largo de la Confer<strong>en</strong>cia<br />
de las Naciones Unidas sobre Derechos Humanos, que tuvo lugar <strong>en</strong> Vi<strong>en</strong>a <strong>en</strong> junio de<br />
1993. La República Popular de China, algunos países africanos y asiáticos y muy<br />
especialm<strong>en</strong>te las delegaciones de los estados del ámbito islámico se opusieron a la<br />
universalidad de los derechos humanos que atañ<strong>en</strong> al individuo, crey<strong>en</strong>do ver <strong>en</strong> ella una<br />
imposición de las naciones occid<strong>en</strong>tales. Es sintomático el hecho, empero, de que estos<br />
países estén gobernados por dictaduras o, por lo m<strong>en</strong>os, por regím<strong>en</strong>es bastante autoritarios;<br />
la cond<strong>en</strong>ación de los derechos humanos <strong>en</strong> cuanto extraños a su propio patrimonio cultural<br />
ha sido y es una maniobra transpar<strong>en</strong>te para <strong>en</strong>cubrir violaciones de los derechos<br />
ciudadanos, cometidas por ag<strong>en</strong>tes e instituciones de gobiernos, cuya legitimidad<br />
democrática es dudosa. La insist<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> que los derechos colectivos, avalados por las<br />
tradiciones nacionales, deberían t<strong>en</strong>er preval<strong>en</strong>cia sobre los derechos individuales,<br />
constituye una clásica ideología, es decir un <strong>en</strong>sayo de justificar hechos y decursos<br />
evolutivos que serían cond<strong>en</strong>ables a la luz de la razón y de un common s<strong>en</strong>se guiado<br />
críticam<strong>en</strong>te. Las dictaduras pedagógicas que int<strong>en</strong>tan una industrialización forzada, los<br />
experim<strong>en</strong>tos socialistas de corte marxista y los sistemas sociales arcaicos sometidos al<br />
fundam<strong>en</strong>talismo islámico recurr<strong>en</strong> ahora, <strong>en</strong> una curiosa unanimidad, al relativismo<br />
cultural 175 para racionalizar prácticas muy conv<strong>en</strong>cionales de opresión, explotación y<br />
manipulación de sus súbditos. Este <strong>en</strong>fático rechazo a los principios éticos occid<strong>en</strong>tales es<br />
tanto m<strong>en</strong>os digno de fe cuanto los mismos regím<strong>en</strong>es se sirv<strong>en</strong> a manos ll<strong>en</strong>as de la<br />
tecnología occid<strong>en</strong>tal <strong>en</strong> los campos de las armas, las comunicaciones y la industrialización.<br />
Los f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os socio-políticos de la segunda mitad del siglo XX parec<strong>en</strong> mostrarnos que<br />
no hay duda de que el cosmopolitismo liberal a ultranza es vacío y que no logra concitar<br />
emociones sociales relevantes; la g<strong>en</strong>te no puede desplegar pl<strong>en</strong>am<strong>en</strong>te sus facultades si no<br />
está <strong>en</strong>raizada <strong>en</strong> una tradición cultural vivi<strong>en</strong>te. Tan indisp<strong>en</strong>sable como la vivi<strong>en</strong>da y la<br />
175 Un ejemplo de este relativismo cultural de carácter apologético: Manzoor Ahmad, Islamic Response to<br />
Contemporary Western Thought, <strong>en</strong>: ZEITSCHRIFT FÜR KULTURAUSTAUSCH (Stuttgart), vol. 42, Nº 4,<br />
octubre/diciembre de 1992, pp. 426-434. Cf. una crítica: Ulrich Greiner, Wider d<strong>en</strong> Kulturrelativismus (Contra<br />
el relativismo cultural), <strong>en</strong>: DIE ZEIT (Hamburgo) del 5 de junio de 1992, y el número monográfico de<br />
ZEITSCHRIFT FÜR KULTURAUSTAUSCH, vol. 52, Nº 1, <strong>en</strong>ero/marzo de 2002.- El relativismo cultural se<br />
sirve de una tolerancia excesiva con respecto a los f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os de autoritarismo y represión, pervirti<strong>en</strong>do, por<br />
consigui<strong>en</strong>te, un principio de la Ilustración y del racionalismo.<br />
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alim<strong>en</strong>tación resultan ser la familiaridad con los lazos primarios (como el l<strong>en</strong>guaje y<br />
tradiciones histórico-culturales compartidas desde la niñez), la pert<strong>en</strong><strong>en</strong>cia a un grupo<br />
id<strong>en</strong>tificable y distinto de los demás y la comunicación espontánea con pari<strong>en</strong>tes y amigos.<br />
Sólo una comunidad primaria puede brindar la seguridad emocional y el reconocimi<strong>en</strong>to<br />
primordial Ä ex<strong>en</strong>to del principio de r<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to y desempeño Ä que evitan las formas<br />
extremas de <strong>en</strong>aj<strong>en</strong>ación, soledad, desarraigo y autodesprecio individuales 176 . Los vínculos<br />
primarios y el legado de tradiciones vivi<strong>en</strong>tes ti<strong>en</strong><strong>en</strong>, por lo tanto, funciones positivas para el<br />
desarrollo de consci<strong>en</strong>cias individuales sólidas y sin complejos de inferioridad, funciones<br />
que no pued<strong>en</strong> ser reemplazadas por abstracciones como la ética universalista, las<br />
obligaciones contractuales, las estructuras burocrático-administrativas y las organizaciones<br />
supranacionales, por más importantes y eficaces que éstas también sean.<br />
Los peligros inher<strong>en</strong>tes al particularismo son conocidos y ciertam<strong>en</strong>te substanciales. Esta<br />
corri<strong>en</strong>te puede exacerbar s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>tos nacionalistas y t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias irracionalistas; puede<br />
contribuir a diluir las grandes contribuciones de la Ilustración y el racionalismo europeo, a<br />
aum<strong>en</strong>tar las discrepancias <strong>en</strong>tre los pueblos, a magnificar las difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong>tre los<br />
individuos y a <strong>en</strong>torpecer el <strong>en</strong>t<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to <strong>en</strong>tre sociedades y también <strong>en</strong>tre los hombres.<br />
Valores particulares, <strong>en</strong> primera instancia los nacionales, pierd<strong>en</strong> fácilm<strong>en</strong>te su característica<br />
de meras señas de id<strong>en</strong>tidad, iguales o, por lo m<strong>en</strong>os, comparables a las de los otras<br />
naciones, y se transforman <strong>en</strong> cualidades sagradas, mejores y más respetables que las de los<br />
vecinos y de todos los otros pueblos. Simples peculiaridades id<strong>en</strong>tificatorias, sin las cuales<br />
no puede vivir ningún individuo y ninguna comunidad, se conviert<strong>en</strong> <strong>en</strong> evid<strong>en</strong>cias de la<br />
propia superioridad sobre los otros, superioridad que debe ser demostrada <strong>en</strong> los terr<strong>en</strong>os de<br />
la economía, la política y la guerra. La exaltación de lo propio y particular hace olvidar el<br />
orig<strong>en</strong> común de todos los grupos humanos, sobre lo cual se basa todo humanismo religioso<br />
y secular; este <strong>en</strong>salzami<strong>en</strong>to particularista permite percibir a cualquier persona y a pueblos<br />
<strong>en</strong>teros como desprovistos de características humanas, es decir como seres inferiores que<br />
176 Isaiah Berlin, The Counter-Enlight<strong>en</strong>m<strong>en</strong>t, <strong>en</strong>: Berlin, Against..., op. cit. (nota 13), pp. 10-14.<br />
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pued<strong>en</strong> ser utilizados y hasta asesinados sin remordimi<strong>en</strong>tos. Como Isaiah Berlin aseveró,<br />
las formas extremas de particularismo terminan <strong>en</strong> la barbarie 177 .<br />
Particularismo y autoritarismo<br />
La apología del particularismo desemboca a m<strong>en</strong>udo <strong>en</strong> una impugnación de los derechos<br />
humanos y ciudadanos <strong>en</strong> cuanto la manifestación más ost<strong>en</strong>sible del "imperialismo"<br />
cultural. De ahí hay un paso a la def<strong>en</strong>sa de formas conv<strong>en</strong>cionales de arbitrariedad,<br />
injusticia y explotación mediante el razonami<strong>en</strong>to de que se trata de modelos propios y<br />
peculiares, avalados por la tradición, de modos de vida aj<strong>en</strong>os a la civilización europea<br />
occid<strong>en</strong>tal. Uno de los argum<strong>en</strong>tos particularistas más difundidos contra el universalismo<br />
consiste <strong>en</strong> contraponer la diversidad de las estrategias y los cálculos del instinto de<br />
autoconservación y superviv<strong>en</strong>cia fr<strong>en</strong>te a la postulada unicidad de la naturaleza humana,<br />
señalando que la pluralidad de órd<strong>en</strong>es culturales y sociopolíticos a través de la historia no<br />
admite la suposición de una naturaleza unitaria y estable del Hombre. Contra estas<br />
aseveraciones se puede argüir que precisam<strong>en</strong>te todas las manifestaciones del instinto de<br />
conservación pued<strong>en</strong> ser interpretadas como los resultados histórico-prácticos (muy<br />
difer<strong>en</strong>tes <strong>en</strong>tre sí) de una misma fuerza primordial, que es el egoísmo humano.<br />
La dialéctica de universalismo y particularismo está trabada con la id<strong>en</strong>tidad de naciones<br />
que quier<strong>en</strong> liberarse de la tutela de las grandes pot<strong>en</strong>cias coloniales. El rechazo de los<br />
valores y las metas universalistas es una típica actitud intelectual que emerge recién después<br />
de una relación ext<strong>en</strong>sa, ambigua y traumática con una cultura triunfante <strong>en</strong> los campos<br />
económico, tecnológico y político y cuando una porción considerable de la propia población<br />
Ä empezando por la élites Ä adopta ost<strong>en</strong>tativa e inequívocam<strong>en</strong>te las pautas de ori<strong>en</strong>tación<br />
de las sociedades reputadas como superiores. A éstas se les atribuye precisam<strong>en</strong>te el carácter<br />
de lo universal y lo avalado por el progreso histórico. Pero las capas y los grupos sociales<br />
que no han sido los b<strong>en</strong>eficiados de este proceso Ä y muy especialm<strong>en</strong>te sus intérpretes<br />
intelectuales Ä percib<strong>en</strong> todo ésto como una traición a la es<strong>en</strong>cia peculiar de aquella nación<br />
177 Isaiah Berlin, Die europäische Einheit und ihre Wechselfälle (La unidad europea y sus altibajos), <strong>en</strong>:<br />
Berlin, Das krumme..., op. cit. (nota 14), p. 228.<br />
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<strong>en</strong> condiciones de inferioridad, como una defección de sus auténticas metas civilizatorias y<br />
como un abandono de sus tradiciones más sagradas. La reconquista de la id<strong>en</strong>tidad y de sus<br />
rasgos particulares resulta ser a la postre una ideología conv<strong>en</strong>cional, una racionalización de<br />
otra int<strong>en</strong>ción muy compr<strong>en</strong>sible: el hacer pasar un modelo híbrido de desarrollo como si<br />
fuese la continuación o el r<strong>en</strong>acimi<strong>en</strong>to de un v<strong>en</strong>erable legado histórico, soterrado<br />
mom<strong>en</strong>táneam<strong>en</strong>te por la agresión imperialista <strong>en</strong> conniv<strong>en</strong>cia con la reacción local. El<br />
régim<strong>en</strong> practicado o al cual se aspira bajo esta doctrina no es obviam<strong>en</strong>te un simple retorno<br />
al pasado y a sus valores id<strong>en</strong>tificatorios particularistas. En todo el Tercer Mundo, estas<br />
culturas que se hallan a la def<strong>en</strong>siva pret<strong>en</strong>d<strong>en</strong> una síntesis <strong>en</strong>tre el desarrollo técnico-<br />
económico moderno y la civilización tradicional <strong>en</strong> los campos de la vida familiar, la<br />
religión y las estructuras socio-políticas. Es decir: aceptan de manera totalm<strong>en</strong>te acrítica los<br />
últimos progresos de la tecnología, los armam<strong>en</strong>tos, los sistemas de comunicación más<br />
refinados prov<strong>en</strong>i<strong>en</strong>tes de Occid<strong>en</strong>te y sus métodos de ger<strong>en</strong>cia empresarial, por un lado, y<br />
preservan, por otro, de modo igualm<strong>en</strong>te ing<strong>en</strong>uo, las modalidades de la esfera íntima, las<br />
pautas colectivas de comportami<strong>en</strong>to cotidiano y las instituciones políticas de la propia<br />
her<strong>en</strong>cia histórica conformada antes del contacto con las pot<strong>en</strong>cias europeas.<br />
A lo largo de la historia universal han existido muchos int<strong>en</strong>tos de legitimizar estos<br />
regím<strong>en</strong>es híbridos y esta aceptación parcial y parcializante de la civilización occid<strong>en</strong>tal. Ya<br />
<strong>en</strong> la China de comi<strong>en</strong>zos del siglo XIX se hacía una difer<strong>en</strong>cia <strong>en</strong>tre la religión, la cultura,<br />
la filosofía y la política de los "bárbaros" occid<strong>en</strong>tales, por un lado, y sus técnicas militares e<br />
industriales, por otro 178 . Lo primero debía ser rechazado tajantem<strong>en</strong>te, pues era el núcleo de<br />
una sociedad aborrecible, pero lo segundo constituía lo "aprovechable" de la misma, que<br />
podía ser utilizado sin contaminar la id<strong>en</strong>tidad de la cultura <strong>en</strong>dóg<strong>en</strong>a. El resultado es una<br />
modernidad imitativa, que adapta más o m<strong>en</strong>os exitosam<strong>en</strong>te algunos rasgos de la sociedad<br />
industrial moderna, rasgos pued<strong>en</strong> ser resumidos bajo la categoría de una racionalidad<br />
instrum<strong>en</strong>tal. Pero sus otros grandes logros, que van desde la democracia parlam<strong>en</strong>taria<br />
178 Cf. Rudolf G. Wagner, Staatliches Machtmonopol und alternative Option<strong>en</strong>. Zur Rolle der "westlich<strong>en</strong><br />
Barbar<strong>en</strong>" im China des 19. Jahrhunderts (Monopolio estatal del poder y opciones alternativas. Sobre el rol de<br />
los "bárbaros occid<strong>en</strong>tales" <strong>en</strong> la China del siglo XIX), <strong>en</strong>: Jan-Heer<strong>en</strong> Grevemeyer (comp.), Traditionelle<br />
Gesellschaft<strong>en</strong> und europäischer Kolonialismus (Sociedades tradicionales y colonialismo europeo), Frankfurt:<br />
Syndikat 1981, p. 127, 130 sq., 133.<br />
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hasta el racionalismo y la ética basada <strong>en</strong> el humanismo y la tolerancia son escamoteados<br />
discretam<strong>en</strong>te o rechazados con inusitada vehem<strong>en</strong>cia, como <strong>en</strong> los casos del<br />
fundam<strong>en</strong>talismo islámico, de las dictaduras militares populistas del Africa subsahariana o<br />
<strong>en</strong> los variados experim<strong>en</strong>tos del socialismo radical tercermundista.<br />
La dialéctica <strong>en</strong>tre particularismo y universalismo se pres<strong>en</strong>ta, <strong>en</strong>tonces, como un<br />
f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o sumam<strong>en</strong>te complejo. El relativismo extremo, que, como se sabe, propugna no<br />
sólo el carácter dep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te y condicionado de los juicios valorativos, sino también el de las<br />
afirmaciones sobre hechos empíricos y docum<strong>en</strong>tales, se <strong>en</strong>reda <strong>en</strong> contradicciones internas<br />
que lo hac<strong>en</strong> inservible para el trabajo crítico-analítico serio. Una posición equidistante <strong>en</strong>tre<br />
relativismo y universalismo permite, <strong>en</strong> cambio, un pluralismo g<strong>en</strong>uino que reconoce el<br />
pl<strong>en</strong>o derecho de sistemas socio-culturales y político-institucionales a florecer simultánea o<br />
sucesivam<strong>en</strong>te, y que admite una multiplicidad de metas normativas, doctrinas éticas y<br />
corri<strong>en</strong>tes estéticas, que, sin embargo, pued<strong>en</strong> ser compr<strong>en</strong>didas, aunque no siempre<br />
justificadas, por un mismo esfuerzo intelectual. Los portadores de valores y convicciones<br />
difer<strong>en</strong>tes pued<strong>en</strong> llegar a t<strong>en</strong>er s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>tos altruistas para con el otro, a sost<strong>en</strong>er<br />
racionalm<strong>en</strong>te un diálogo y a <strong>en</strong>riquecer el propio acervo, <strong>en</strong>t<strong>en</strong>di<strong>en</strong>do precisam<strong>en</strong>te sus<br />
difer<strong>en</strong>cias.<br />
Aun cuando no existan códigos aceptados universalm<strong>en</strong>te a través del tiempo y el espacio,<br />
se puede detectar un mínimo de preceptos recurr<strong>en</strong>tes que constituye algo así como una base<br />
común de <strong>en</strong>t<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to mutuo, sin la cual no habría posibilidad de coexist<strong>en</strong>cia alguna. El<br />
asesinato, el robo y la m<strong>en</strong>tira, por ejemplo, aunque siempre han sido practicados<br />
ext<strong>en</strong>sam<strong>en</strong>te, nunca han recibido una sanción legal o moral positiva. Por otra parte los<br />
mortales buscamos habitualm<strong>en</strong>te y <strong>en</strong> casi todos los contextos geográficos e históricos,<br />
como afirmó Isaiah Berlin, el reconocimi<strong>en</strong>to del otro y no el desdén o la incompr<strong>en</strong>sión;<br />
anhelamos igualm<strong>en</strong>te calor humano <strong>en</strong> lugar del desafecto perman<strong>en</strong>te y, sobre todo,<br />
acercarnos a lo que consideramos la verdad y no caer <strong>en</strong> los lazos del error y el <strong>en</strong>gaño 179 .<br />
Consideramos como fundam<strong>en</strong>tales estos principios morales y valores de ori<strong>en</strong>tación, no<br />
179 Isaiah Berlin, Die europäische..., op. cit. (nota 22), p. 257 sq.<br />
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porque hayan sido <strong>en</strong>unciados por nuestros antepasados con carácter mítico o divino, sino<br />
porque creemos ver <strong>en</strong> ellos la precondición para la conviv<strong>en</strong>cia Ä <strong>en</strong> un mundo pequeño y<br />
común Ä con otros individuos y otras sociedades. Estos principios conforman la base<br />
irr<strong>en</strong>unciable para que los otros nos reconozcan como humanos y nosotros a ellos. Es decir:<br />
no percibimos estos preceptos <strong>en</strong> cuanto manifestaciones particulares de una sociedad<br />
específica y, por <strong>en</strong>de, como arbitrarias e indifer<strong>en</strong>tes para nosotros, sino como normativas<br />
válidas <strong>en</strong> los contextos más diversos, porque nos ayudan a compr<strong>en</strong>der a los extraños y a<br />
convivir con ellos. Su universalidad se deriva, <strong>en</strong>tonces, de una actitud práctico-pragmática<br />
que ya ha dado resultados positivos, y no de un fundam<strong>en</strong>to metafísico o teológico: nos<br />
servimos de ellos, dice Isaiah Berlin, cuando resistimos agresiones sociales o cuando nos<br />
oponemos a la destrucción de la libertad de parte de regím<strong>en</strong>es despóticos 180 .<br />
El relativismo sosti<strong>en</strong>e, <strong>en</strong> cambio, que una moral universal no sólo sería imposible, sino<br />
también indeseable: el universalismo sofocaría de modo "imperialista" la multiplicidad de<br />
las formas de vida, sus difer<strong>en</strong>cias específicas y sus id<strong>en</strong>tidades autóctonas. El relativismo<br />
culturalista que se deriva de esta posición niega, por ejemplo, la posibilidad de establecer<br />
una separación tajante y clara <strong>en</strong>tre totalitarismo y democracia. Evitando aparecer como<br />
"racistas" o "imperialistas", los partidarios del relativismo aceptan mutilaciones rituales,<br />
p<strong>en</strong>as corporales u otras vulneraciones de los derechos humanos <strong>en</strong> cuanto manifestaciones<br />
de otros ámbitos civilizatorios que t<strong>en</strong>emos que cons<strong>en</strong>tir <strong>en</strong> el marco de una amplia<br />
indulg<strong>en</strong>cia, ya que no poseemos principios obligatorios para juzgarlos. Se puede aseverar,<br />
sin embargo, que el relativismo cultural, <strong>en</strong> nombre de una apar<strong>en</strong>te tolerancia propia,<br />
admite como legítima cualquier intolerancia aj<strong>en</strong>a, con lo cual se destruye todo cons<strong>en</strong>so<br />
<strong>en</strong>tre pueblos e individuos. Un ejemplo: las desv<strong>en</strong>tajas, que están vinculadas con todo<br />
modelo social premoderno y con toda corri<strong>en</strong>te particularista, son claram<strong>en</strong>te perceptibles<br />
<strong>en</strong> el mundo islámico de hoy, desgarrado <strong>en</strong>tre un legado autoritario y una modernización<br />
que socava los fundam<strong>en</strong>tos de una id<strong>en</strong>tidad colectiva basada <strong>en</strong> una férrea unidad <strong>en</strong>tre<br />
religión, política y vida social. Contra los ideólogos del particularismo islámico se puede<br />
aducir que esta tradición propugna también la validez universal de sus principios, normas y<br />
180 Ibid., p. 259.<br />
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valores de ori<strong>en</strong>tación Ä y de un modo bastante imperioso, cuando no despótico; que la<br />
historia de esta cultura está plagada de atropellos de todo tipo cometidos contra otros<br />
pueblos; y que la absoluta predominancia de la fe religiosa, que ha impregnado todo aspecto<br />
de la vida civil, no es favorable ni a un proceso más o m<strong>en</strong>os autónomo de modernización<br />
ni a la compr<strong>en</strong>sión de las otras comunidades (y, sobre todo, de sus singularidades) a nivel<br />
mundial.<br />
Con el popular argum<strong>en</strong>to de cim<strong>en</strong>tar la unidad de la nación, cohesionar el cuerpo social<br />
y unir todas las <strong>en</strong>ergías <strong>en</strong> pro de un desarrollo acelerado, los ideólogos de la liberación<br />
anti-imperialista han desempolvado ese legado indíg<strong>en</strong>a de colectivismo totalitario y lo han<br />
utilizado eficazm<strong>en</strong>te para acallar toda crítica al gobierno nacionalista o progresista y,<br />
paradójicam<strong>en</strong>te, para suprimir toda t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia regionalista o étnico-cultural (es decir:<br />
emin<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te particularista) 181 . "Una nación", escribió Alain Finkielkraut, "cuya vocación<br />
primera consiste <strong>en</strong> aniquilar la individualidad de sus ciudadanos no puede desembocar <strong>en</strong><br />
un Estado de Derecho" 182 . Es curioso, pero <strong>en</strong> el fondo compr<strong>en</strong>sible, que la mayoría de los<br />
llamados "movimi<strong>en</strong>tos de liberación nacional", así como las corri<strong>en</strong>tes izquierdistas y<br />
revolucionarias <strong>en</strong> el Tercer Mundo hayan elegido <strong>en</strong> muchísimos casos el principio de la<br />
id<strong>en</strong>tidad étnico-cultural Ä conservador y hasta reaccionario Ä como fundam<strong>en</strong>to de los<br />
nuevos estados y no la noción liberal de la asociación voluntaria laica de los ciudadanos<br />
consultados previam<strong>en</strong>te.<br />
La síntesis como respuesta contemporánea<br />
Contra la def<strong>en</strong>sa intransig<strong>en</strong>te de las id<strong>en</strong>tidades nacionales, las minorías étnicas y el<br />
"desarrollo orgánico" de una comunidad presuntam<strong>en</strong>te única hay que servirse de un<br />
181 La literatura tercermundista consagrada a la "liberación nacional" contra el imperialismo está ll<strong>en</strong>a de<br />
teorías presuntam<strong>en</strong>te progresistas que <strong>en</strong>cubr<strong>en</strong> una ideología arcaizante, colectivista, antidemocrática y<br />
profundam<strong>en</strong>te irracional: tanto más retrógrada cuanto más revolucionaria aparece prima facie. Ejemplos de<br />
ello son los escritos de Fidel Castro y Ernesto Che Guevara, el fundam<strong>en</strong>talismo islámico de corte radical y las<br />
reivindicaciones nacionalistas que pret<strong>en</strong>d<strong>en</strong> simultáneam<strong>en</strong>te el cambio social total. La obra precursora de<br />
estas corri<strong>en</strong>tes fue: Frantz Fanon, Les damnés de la terre, París: Maspero 1961, passim.<br />
182 Alain Finkielkraut, op. cit. (nota 9), p. 74.<br />
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argum<strong>en</strong>to c<strong>en</strong>tral del relativismo y postmodernismo: id<strong>en</strong>tidades y tradiciones son<br />
productos aleatorios de la evolución humana; su núcleo id<strong>en</strong>tificatorio es una ilusión o, <strong>en</strong> el<br />
mejor de los casos, una conv<strong>en</strong>ción; no pocas nacionalidades son inv<strong>en</strong>tos de grupos<br />
munidos de astucia y audacia. Las minorías que hoy protestan vehem<strong>en</strong>te y viol<strong>en</strong>tam<strong>en</strong>te<br />
por su autodeterminación han sido conglomerados socio-culturales que han convivido<br />
pacíficam<strong>en</strong>te y sin llamar la at<strong>en</strong>ción a lo largo de siglos con los grupos étnicos de los<br />
cuales ahora quier<strong>en</strong> liberarse a toda costa. Su consci<strong>en</strong>cia actual de minoría discriminada ha<br />
surgido de manera igualm<strong>en</strong>te conting<strong>en</strong>te: es decir, podría haber ocurrido Ä con el mismo<br />
derecho histórico Ä cualquier otra cosa. A la caída del Imperio Austro-Húngaro (1918), las<br />
antiguas minorías de Europa Ori<strong>en</strong>tal se transformaron <strong>en</strong> etnias opresoras y su derecho a la<br />
autodeterminación ha <strong>en</strong>trado <strong>en</strong> contradicción con los derechos de otras comunidades<br />
minoritarias y con el ejercicio efectivo de la democracia 183 .<br />
No se debe, empero, confundir relativismo con pluralismo cultural. Este último es la<br />
constatación neutral y descriptiva de que hay una multiplicidad de sistemas culturales y<br />
modelos civilizatorios sobre la Tierra, cada uno con sus peculiaridades que Ä a m<strong>en</strong>udo,<br />
pero no siempre Ä <strong>en</strong>riquec<strong>en</strong> el conjunto de la humanidad. El pluralismo reconoce como<br />
positiva esta variedad paralela de naciones y culturas, que pued<strong>en</strong> coexistir de manera<br />
pacífica justam<strong>en</strong>te porque aceptan algunas normas universalm<strong>en</strong>te válidas, como los<br />
derechos humanos. Este tipo de pluralismo es tanto más necesario cuanto vivimos una era<br />
de "globalización estructural y fragm<strong>en</strong>tación cultural", como escribió Bassam Tibi: el<br />
progreso económico y técnico, unido a la difusión de los medios de comunicación, puede<br />
separar a las difer<strong>en</strong>tes culturas y naciones y acrec<strong>en</strong>tar el odio <strong>en</strong>tre ellas, precisam<strong>en</strong>te al<br />
percatarse los seres humanos y los pueblos de cuán difer<strong>en</strong>tes son <strong>en</strong>tre sí 184 .<br />
183 Cf. R<strong>en</strong>é Lemarchand, El espejismo de la autodeterminación, <strong>en</strong>: EL CORREO DE LA UNESCO, vol.<br />
XLVI, junio de 1993, pp. 29-32; Andrés Serbin, Globalifóbicos vs. globalitarios. Fortalezas y debilidades de<br />
una sociedad civil regional emerg<strong>en</strong>te, <strong>en</strong>: NUEVA SOCIEDAD, Nº 176, noviembre / diciembre de 2001, pp.<br />
67-86.<br />
184 Bassam Tibi, Im Schatt<strong>en</strong> Allahs. Der Islam und die M<strong>en</strong>sch<strong>en</strong>rechte (Bajo la sombra de Alá. El Islam y<br />
los derechos humanos), Munich: Piper 1996, p. 34 sq.; Ann E. Mayer, Islam and Human Rights. Tradition and<br />
Politics, Boulder: Westview 1991.<br />
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La ética universal, justam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> sus versiones mejor impregnadas del humanismo<br />
occid<strong>en</strong>tal, es proclive al despliegue de las difer<strong>en</strong>cias individuales y particulares al haber<br />
asegurado la base teórica y los derechos prácticos que permit<strong>en</strong> efectivam<strong>en</strong>te el<br />
florecimi<strong>en</strong>to de la diversidad, ya que de otro modo los sujetos particulares habrían acabado<br />
destruyéndose mutuam<strong>en</strong>te <strong>en</strong>tre sí <strong>en</strong> una guerra de todos contra todos, apoyándose <strong>en</strong> el<br />
derecho inali<strong>en</strong>able de la autorrealización y <strong>en</strong> la doctrina de la inconm<strong>en</strong>surabilidad de<br />
objetivos y valores. Una moral fundam<strong>en</strong>tada <strong>en</strong> ciertos principios g<strong>en</strong>erales permitiría, <strong>en</strong><br />
cambio, establecer una comunicación <strong>en</strong> ambas direcciones, por más precaria que ésta<br />
resultase, conciliando exig<strong>en</strong>cias indisp<strong>en</strong>sables para la conviv<strong>en</strong>cia con los esfuerzos <strong>en</strong> pro<br />
de una desarrollo autónomo y propio, todo ello <strong>en</strong> el marco de un cons<strong>en</strong>so racional que<br />
excluya la intimidación y la manipulación.<br />
Es importante indicar que la actual corri<strong>en</strong>te fuertem<strong>en</strong>te adversa a cualquier<br />
universalismo (la "tiranía de lo g<strong>en</strong>eral", según Jean-François Lyotard) parte de una<br />
equivocación liminar: confundir universalidad con uniformidad o, más concretam<strong>en</strong>te, la<br />
validez de principios de derecho g<strong>en</strong>eral con un impulso de aplastar las difer<strong>en</strong>cias sociales<br />
y culturales. Precisam<strong>en</strong>te porque las condiciones del surgimi<strong>en</strong>to de regím<strong>en</strong>es,<br />
instituciones, normas y costumbres son conting<strong>en</strong>tes y aleatorias, se requiere de un estatuto,<br />
aceptado g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te, que garantice la coexist<strong>en</strong>cia de lo diverso 185 . La legitimidad de los<br />
derechos humanos no está determinada por su lugar de orig<strong>en</strong> ni limitada por la sociedad<br />
donde fueron <strong>en</strong>unciados por vez primera; estos derechos no impid<strong>en</strong> de ninguna manera<br />
que cada individuo despliegue su pot<strong>en</strong>cialidad de desarrollo y, sobre todo, sus<br />
peculiaridades y singularidades <strong>en</strong> el marco de culturas muy diversas <strong>en</strong>tre sí. La razón de<br />
ello reside <strong>en</strong> el hecho de que los derechos humanos no prescrib<strong>en</strong> obligatoriam<strong>en</strong>te cuál es<br />
el cont<strong>en</strong>ido específico de ese desarrollo pot<strong>en</strong>cial, ni cuál deberá ser la configuración<br />
definitiva de aquellas peculiaridades y ni siquiera cuál podría ser la definición substancial de<br />
una humanidad bi<strong>en</strong> lograda. Los derechos humanos constituy<strong>en</strong> sólo la base (pero la base<br />
absolutam<strong>en</strong>te indisp<strong>en</strong>sable) para que el Hombre pueda des<strong>en</strong>volverse de acuerdo a sus<br />
185 Otfried Höffe, Sieb<strong>en</strong> Thes<strong>en</strong> zur Anthropologie der M<strong>en</strong>sch<strong>en</strong>rechte (Siete tesis sobre la antropología de<br />
los derechos humanos), <strong>en</strong>: Otfried Höffe (comp.), Der M<strong>en</strong>sch Ä ein politisches Tier? Essays zur politisch<strong>en</strong><br />
Anthropologie (El Hombre Ä un animal político? Ensayos sobre antropología política), Stuttgart: Reclam 1992,<br />
p. 192.<br />
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propios cánones: justam<strong>en</strong>te para este fin le proteg<strong>en</strong>, por ejemplo, de las muy probables<br />
arremetidas de sus congéneres, de los inevitables ataques de otros grupos organizados y de<br />
las insidiosas agresiones del aparato estatal. Los derechos humanos de corte universalista<br />
fundan las condiciones posibilitantes para el des<strong>en</strong>volvimi<strong>en</strong>to práctico-realista de casi todo<br />
particularismo <strong>en</strong> un mundo complejo y altam<strong>en</strong>te interrelacionado como el contemporáneo.<br />
La posibilidad de ejercer uno mismo viol<strong>en</strong>cia es permutada por el interés de no ser víctima<br />
de la viol<strong>en</strong>cia aj<strong>en</strong>a. Esta r<strong>en</strong>uncia a la viol<strong>en</strong>cia constituye una reciprocidad negativa: el<br />
desistir por ambos lados a matarse, a robarse y a perjudicarse por razones religiosas o<br />
políticas es lo que dio lugar posteriorm<strong>en</strong>te a los derechos a la vida y a la integridad física, a<br />
la propiedad y a la libre expresión. Indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te de lo que cada persona considere<br />
imprescindible para la realización de su singularidad, para ello ti<strong>en</strong>e que partir<br />
necesariam<strong>en</strong>te de la seguridad de su integridad física: el derecho a la vida es el primero de<br />
los grandes estatutos ético-legales de índole universalista.<br />
Por otra parte, los derechos humanos no repres<strong>en</strong>tan una concepción estrictam<strong>en</strong>te<br />
individualista y eurocéntrica del Hombre, como se ha aseverado <strong>en</strong> el ámbito islámico y <strong>en</strong><br />
numerosos países de Asia y África. Contra la acusación del individualismo ac<strong>en</strong>drado se<br />
puede aseverar que desde Aristóteles se supone más bi<strong>en</strong> que el ciudadano posee una<br />
naturaleza social y que su realización más o m<strong>en</strong>os perfecta ti<strong>en</strong>e lugar <strong>en</strong> medio de la polis<br />
y gracias a impulsos de una clara sociabilidad: la conviv<strong>en</strong>cia con los conciudadanos<br />
<strong>en</strong>riquece la vida personal 186 . Por otra parte se puede afirmar que si bi<strong>en</strong> la concepción de<br />
los derechos humanos es de orig<strong>en</strong> europeo occid<strong>en</strong>tal y ha sido formulada básicam<strong>en</strong>te<br />
bajo la influ<strong>en</strong>cia de la Ilustración, constituye hoy <strong>en</strong> día un legado cultural de alcance<br />
universal, aceptado por una amplia mayoría de naciones e interiorizado paulatinam<strong>en</strong>te por<br />
cada vez más individuos a nivel mundial; los derechos humanos configuran hoy el único<br />
fundam<strong>en</strong>to que permite la coexist<strong>en</strong>cia pacífica de los pueblos y el reconocimi<strong>en</strong>to efectivo<br />
de su alteridad, es decir de su opción por la difer<strong>en</strong>cia.<br />
186 Ibid., p. 200 sq.<br />
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A comi<strong>en</strong>zos del siglo XXI, después de haber experim<strong>en</strong>tado los horrores asociados a un<br />
racionalismo exclusivam<strong>en</strong>te instrum<strong>en</strong>talista y a un fundam<strong>en</strong>talismo antihumanista, lo<br />
más razonable parece ser una síntesis <strong>en</strong>tre principios universalistas y valores particularistas,<br />
síntesis que por un lado logre preservar elem<strong>en</strong>tos id<strong>en</strong>tificatorios aceptables de las<br />
tradiciones de cada pueblo y por otro pueda g<strong>en</strong>eralizar lo positivo de la civilización<br />
occid<strong>en</strong>tal. No hay que caer <strong>en</strong> el extremo de ver <strong>en</strong> numerosos movimi<strong>en</strong>tos contestatarios<br />
del Tercer Mundo Ä que combinan demandas socio-económicas de indudable justicia con<br />
reivindicaciones étnico-culturales Ä la alternativa razonable, "la resist<strong>en</strong>cia o reserva íntima<br />
de todos nosotros ante el actual desarrollismo", "la nostalgia de los dioses, voluntad de<br />
respeto de la naturaleza madre", como lo hizo Abel Posse con relación a la sublevación de<br />
Chiapas (México, a partir de 1994). Según Posse, "los mayas que se rebelan hoy son<br />
hombres de la selva, capaces de conocer el vuelo de los pájaros [...]. Son hombres del estar<br />
cósmico, agredidos por la prepot<strong>en</strong>cia de la cultura 'occid<strong>en</strong>tal' del hacer". De acuerdo a este<br />
autor, los mayas se habrían mant<strong>en</strong>ido hasta hoy como "hombres primig<strong>en</strong>ios del ser",<br />
negándose al "hacer de los civilizados". "Son ellos, los puros, [...] los que nos demuestran un<br />
camino <strong>en</strong> medio del actual eclipse total de los valores de 'nosotros', los patrones de la<br />
'civilización' 187 ". Es superfluo añadir que este <strong>en</strong>foque de reminisc<strong>en</strong>cias heideggerianas<br />
proyecta sobre un movimi<strong>en</strong>to viol<strong>en</strong>to de dudosa ideología y fines conv<strong>en</strong>cionales las<br />
añoranzas culturales y ecologistas de g<strong>en</strong>te cansada del sins<strong>en</strong>tido de la civilización<br />
industrial de Occid<strong>en</strong>te, echando por la borda al mismo tiempo lo rescatable de la misma: el<br />
espíritu crítico-ci<strong>en</strong>tífico, la democracia parlam<strong>en</strong>taria y repres<strong>en</strong>tativa, el respeto al<br />
individuo y la moral universalista.<br />
Lo rescatable de la cultura occid<strong>en</strong>tal contemporánea reside <strong>en</strong> la tolerancia hacia los<br />
otros, la moderación ante los dogmatismos, el respeto de las reglas de juego, la división de<br />
poderes y la consideración de que hay algo all<strong>en</strong>de los intereses propios. Todo ésto, dice<br />
Dieter S<strong>en</strong>ghaas, se consiguió a lo largo de un proceso civilizatorio dirigido a m<strong>en</strong>udo<br />
contra la propia voluntad, las costumbres y las pret<strong>en</strong>didas es<strong>en</strong>cias civilizatorias<br />
187 Abel Posse, México y el teocidio maya, <strong>en</strong>: LA RAZON (La Paz) del 30 de <strong>en</strong>ero de 1994, p. 6.<br />
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inconfundibles 188 . Este saber sería el mejor legado de Europa al resto del mundo: el<br />
conflicto de las culturas consigo mismas es productivo si logra afianzar estos valores de<br />
ori<strong>en</strong>tación de forma más o m<strong>en</strong>os perman<strong>en</strong>te.<br />
Isaiah Berlin propugnó una síntesis ejemplar para un s<strong>en</strong>tido común guiado críticam<strong>en</strong>te.<br />
El racionalismo de la Ilustración, los derechos individuales, las libertades políticas y la<br />
moral universalista deberían combinarse con el pluralismo cultural, el respeto de la<br />
id<strong>en</strong>tidad de otros pueblos y modelos civilizatorios y con el derecho a un desarrollo según<br />
parámetros más o m<strong>en</strong>os propios. El resultado sería un liberalismo político incluy<strong>en</strong>te de<br />
carácter normativo: de un lado se hallarían las libertades negativas clásicas, dirigidas contra<br />
un ord<strong>en</strong> y un Estado con pret<strong>en</strong>siones autoritarias, libertades aseguradas mediante estatutos<br />
legales, y por otro lado se <strong>en</strong>contrarían las libertades positivas, consagradas a consolidar un<br />
ord<strong>en</strong> social que sea, al mismo tiempo, un hogar familiar con el que los ciudadanos puedan<br />
id<strong>en</strong>tificarse pl<strong>en</strong>am<strong>en</strong>te. Todo lo cual es mucho más fácil de <strong>en</strong>unciar que de construir <strong>en</strong> la<br />
profana realidad...<br />
Tratar de <strong>en</strong>t<strong>en</strong>der lo Otro no significa exculpar sus lados obscuros y m<strong>en</strong>os aun<br />
justificarlos. Un relativismo cultural de carácter radical nos haría imposible conocer y<br />
apreciar otros sistemas culturales y sociales, incluy<strong>en</strong>do su filosofía y literatura, sus obras de<br />
arte y sus ideas sobre Dios. La labor intelectual ti<strong>en</strong>e que ser también el <strong>en</strong>sayo de traducir<br />
fidedignam<strong>en</strong>te de una cultura a otra; la traducción es, como dijo Umberto Eco 189 , "la<br />
metáfora de una visión tolerante del mundo".<br />
188 Dieter S<strong>en</strong>ghaas, Zivilisierung wider Will<strong>en</strong>. Der Konflikt der Kultur<strong>en</strong> mit sich selbst (La civilización<br />
contra la propia voluntad. El conflicto de las culturas consigo mismas), Frankfurt: Suhrkamp 2002, p. 35 sq.<br />
189 Umberto Eco, Entrevista, <strong>en</strong>: EL CORREO DE LA UNESCO, vol. XLVI, junio de 1993, p. 6.<br />
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El paradigma occid<strong>en</strong>tal, la dialéctica de autonomía e<br />
imitación y las alternativas prácticas del Tercer Mundo<br />
1. La exist<strong>en</strong>cia del paradigma occid<strong>en</strong>tal<br />
6<br />
Para compr<strong>en</strong>der la evolución contemporánea <strong>en</strong> Asia, Africa y América Latina es<br />
conv<strong>en</strong>i<strong>en</strong>te un breve ejercicio d<strong>en</strong>tro de una disciplina clásica, la filosofía de la historia.<br />
Debido a que el desarrollo de Europa Occid<strong>en</strong>tal a partir del siglo XVI modificó<br />
considerablem<strong>en</strong>te el des<strong>en</strong>volvimi<strong>en</strong>to interno de muchas sociedades extra-europeas (se<br />
destruyeron modelos civilizatorios originales y peculiares, como <strong>en</strong> tierras americanas), no<br />
podemos prescindir, por más somero que sea, de un análisis de lo que Max Weber llamó la<br />
excepcionalidad de la evolución europea, la que impuso paulatinam<strong>en</strong>te al planeta <strong>en</strong>tero un<br />
tipo determinado de evolución <strong>en</strong> casi todos los campos de la vida humana. Debido al<br />
desprestigio de las concepciones universalistas, a la relevancia mom<strong>en</strong>tánea de las teorías<br />
relativistas y, sobre todo, a los designios autonomistas de los propios países del Tercer<br />
Mundo, ya no podemos admitir fácilm<strong>en</strong>te un esquema único de la historia universal, con<br />
sus secu<strong>en</strong>cias de periodos forzosos y un solo telos racional de la evolución, pero estamos<br />
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obligados a considerar el <strong>en</strong>orme peso y la significación que para nuestra época aun posee la<br />
excepcionalidad de la historia europea.<br />
En un ext<strong>en</strong>so estudio sobre temas weberianos, Wolfgang Schluchter señaló que el<br />
ocuparse de problemas de la historia universal no presupone el postular una determinada<br />
teoría de evolución universal o una filosofía de la historia 190 . Hasta se puede proponer una<br />
secu<strong>en</strong>cia de periodos evolutivos, pero esta operación sólo t<strong>en</strong>dría una función hipotética y<br />
una int<strong>en</strong>ción heurística, <strong>en</strong> el s<strong>en</strong>tido de tratar de apr<strong>en</strong>der algo más mediante<br />
procedimi<strong>en</strong>tos siempre precarios y provisorios. La preocupación por la filosofía de la<br />
historia no siempre está inspirada por intereses estratégicos 191 ; se puede indagar por una<br />
curiosidad ci<strong>en</strong>tífica ex<strong>en</strong>ta de impulsos materiales o también por el anhelo de un mejor<br />
autoconocimi<strong>en</strong>to, que es probablem<strong>en</strong>te la inclinación prevaleci<strong>en</strong>te <strong>en</strong>tre los intelectuales<br />
del Tercer Mundo.<br />
Un s<strong>en</strong>tido común guiado críticam<strong>en</strong>te nos aconseja proceder evitando los extremos<br />
interpretativos, sin claudicar <strong>en</strong> la int<strong>en</strong>ción de compr<strong>en</strong>der la complejidad de los f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os<br />
estudiados y sus connotaciones a veces desagradables con respecto a nuestras convicciones<br />
más íntimas. No se puede, por ejemplo, aseverar <strong>en</strong>fáticam<strong>en</strong>te que las categorías de la<br />
razón occid<strong>en</strong>tal son universales y obligatorias, pero tampoco podemos decretar la<br />
pluralidad e igualdad liminares de "razones" locales y temporales. Algunos f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os son<br />
probablem<strong>en</strong>te irreductibles a un solo metacriterio de compr<strong>en</strong>sión g<strong>en</strong>eral, pero las<br />
historias de las sociedades humanas han sido edificadas por seres similares a nosotros, y así<br />
podemos, mediante un esfuerzo de empatía, reconstruir paso a paso su arquitectura,<br />
compr<strong>en</strong>der sus arcanos y p<strong>en</strong>etrar <strong>en</strong> el s<strong>en</strong>tido de sus dogmas y sus dioses.<br />
190 Wolfgang Schluchter, Die Entwicklung des okzid<strong>en</strong>tal<strong>en</strong> Rationalismus. Eine Analyse von Max Webers<br />
Gesellschaftsgeschichte (El desarrollo del racionalismo occid<strong>en</strong>tal. Un análisis de la historia social de Max<br />
Weber), Tübing<strong>en</strong>: Mohr-Siebeck 1979, p. 5, 21.<br />
191 Isaiah Berlin, Giambattista Vico und die Kulturgeschichte (Giambattista Vico y la historia de la cultura),<br />
<strong>en</strong>: Berlin, Das krumme Holz der Humanität. Kapitel der Ide<strong>en</strong>geschichte (El árbol torcido de la humanidad.<br />
Capítulos de la historia de las ideas), Frankfurt: Fischer 1992, pp. 72-96, especialm<strong>en</strong>te p. 74.<br />
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No hay duda, por otra parte, de que la teoría de la incomparabilidad e inconm<strong>en</strong>surabilidad<br />
de los f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os socio-históricos posee una función muy profana y prosaica: estabilizar y<br />
vigorizar id<strong>en</strong>tidades nacionales y grupales dev<strong>en</strong>idas precarias por el avance de la<br />
civilización europea y hoy por la globalización, es decir cuando el impulso paradigmático<br />
irradiado por Europa Occid<strong>en</strong>tal y América del Norte am<strong>en</strong>aza con diluir todas las<br />
características específicas e id<strong>en</strong>titarias de las tradiciones específicas. Este <strong>en</strong>foque<br />
particularista, que su<strong>en</strong>a tan plausible, progresista y hasta simpático, ti<strong>en</strong>e un rol<br />
instrum<strong>en</strong>tal de primer rango: poner <strong>en</strong> duda el modelo occid<strong>en</strong>tal para asegurar la vig<strong>en</strong>cia<br />
del ord<strong>en</strong> tradicional propio, con sus estam<strong>en</strong>tos privilegiados, sus costumbres irracionales<br />
(aunque cómodas), sus prácticas autoritarias y sus intereses bi<strong>en</strong> establecidos.<br />
A propósito califico a la filosofía de la historia como una disciplina clásica, pues lo clásico<br />
es lo que permanece vig<strong>en</strong>te durante largos periodos temporales y adquiere así una fuerza<br />
normativa de primer rango. Concepciones actuales, que rechazan precisam<strong>en</strong>te la idea de lo<br />
clásico y lo normativo <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral, como las numerosas variantes del relativismo axiológico,<br />
las escuelas postmodernistas, deconstructivistas y herm<strong>en</strong>éuticas y los cultural studies, son<br />
ciertam<strong>en</strong>te muy importantes <strong>en</strong> determinados mom<strong>en</strong>tos y, sobre todo, pose<strong>en</strong> una<br />
influ<strong>en</strong>cia notable d<strong>en</strong>tro del ámbito académico que sería necio el ignorar, pero<br />
probablem<strong>en</strong>te no pas<strong>en</strong> la prueba del tiempo y las edades. Estas concepciones postulan la<br />
imposibilidad de establecer jerarquías y gradaciones d<strong>en</strong>tro de los modelos civilizatorios,<br />
presuponi<strong>en</strong>do que estos son, <strong>en</strong> el fondo, tan bu<strong>en</strong>os unos como otros. Este relativismo<br />
impide la compr<strong>en</strong>sión de la excepcionalidad del desarrollo europeo y, paradójicam<strong>en</strong>te,<br />
dificulta el <strong>en</strong>t<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to de sus luces y sus sombras. En su campo preferido de análisis (los<br />
sistemas socio-históricos extra-europeos) <strong>en</strong>torpece la compr<strong>en</strong>sión de los aspectos<br />
negativos de los mismos y <strong>en</strong>cubre el estudio de aquellos factores que han impedido hasta<br />
hoy una evolución razonable <strong>en</strong> dilatadas porciones de Asia, Africa y América Latina.<br />
Por lo tanto: hay que evitar el extremo de sost<strong>en</strong>er la exist<strong>en</strong>cia de leyes obligatorias de la<br />
evolución histórica, con etapas y secu<strong>en</strong>cias prefijadas que todas las sociedades, más<br />
temprano que tarde, están destinadas a reproducir. Y, al mismo tiempo, hay que guardarse<br />
de postular el carácter único, incomparable e inconm<strong>en</strong>surable de los distintos modelos<br />
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civilizatorios, que no podrían ser traducidos a un idioma g<strong>en</strong>eral que abarcase la<br />
compr<strong>en</strong>sión de todos. Jürg<strong>en</strong> Habermas nos recordó que el concepto mismo de la<br />
incomparabilidad e inconm<strong>en</strong>surabilidad de una cultura es autocontradictorio, como el<br />
relativismo a ultranza. Un interlocutor compet<strong>en</strong>te puede adoptar o, por lo m<strong>en</strong>os, <strong>en</strong>t<strong>en</strong>der<br />
el horizonte de interpretación de los otros interlocutores, lo que conforma una especie de<br />
intercambio recíproco de perspectivas, y <strong>en</strong> medio de esta dinámica g<strong>en</strong>era una<br />
interpretación provisoria, compartida intersubjetivam<strong>en</strong>te y que no está predeterminada<br />
necesariam<strong>en</strong>te por factores etnocéntricos o culturales 192 . El mero hecho del intercambio de<br />
perspectivas invalida la afirmación de la irreductibilidad completa. Y son los habitantes del<br />
Tercer Mundo los que cada día se acercan a lo Otro por excel<strong>en</strong>cia para ellos (la cultura<br />
dominante metropolitana occid<strong>en</strong>tal) y toman de ella comportami<strong>en</strong>tos e inv<strong>en</strong>tos, religiones<br />
y prejuicios, juguetes y armas, compr<strong>en</strong>di<strong>en</strong>do, aunque sea parcial y defectuosam<strong>en</strong>te, para<br />
qué sirv<strong>en</strong> esos artefactos y esas normas. Es lícito, obviam<strong>en</strong>te, acariciar serias dudas <strong>en</strong><br />
torno a este optimismo habermasiano con respecto al núcleo y a los alcances de la razón<br />
comunicativa, puesto que esta concepción es de índole g<strong>en</strong>eral y abstracta. Su vig<strong>en</strong>cia es<br />
dificultosa y sólo parcial <strong>en</strong> el complejo y profano campo de la praxis política cotidiana.<br />
Pese a ello el <strong>en</strong>foque de Habermas nos muestra que, sin r<strong>en</strong>unciar a su propia verdad, un<br />
interlocutor puede seguir un debate racional que no termina <strong>en</strong> un cons<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>to hacia las<br />
opiniones y los intereses del otro, pero que resulta brindando un dis<strong>en</strong>so productivo. Y este<br />
es, <strong>en</strong> el fondo, el idioma común de compr<strong>en</strong>sión: una alta estima recíproca de formas de<br />
vida y de culturas extrañas a uno mismo. Esto diluye el fanatismo que significa eliminar<br />
toda comunicación y socava la "compr<strong>en</strong>sión fundam<strong>en</strong>talista de uno mismo" 193 .<br />
La cultura europea occid<strong>en</strong>tal no ha sido básicam<strong>en</strong>te similar a las otras civilizaciones a<br />
nivel mundial, sino, como lo <strong>en</strong>trevió Max Weber, el desarrollo de Occid<strong>en</strong>te ha<br />
repres<strong>en</strong>tado la gran Ä y exitosa Ä peculiaridad a nivel mundial, la que requiere de un<br />
192 Fundam<strong>en</strong>talismus und Terror. Ein Gespräch mit Jürg<strong>en</strong> Habermas (Fundam<strong>en</strong>talismo y terror. Una<br />
conversación con Jürg<strong>en</strong> Habermas), <strong>en</strong>: Jürg<strong>en</strong> Habermas / Jacques Derrida, Philosophie in Zeit<strong>en</strong> des Terrors<br />
(Filosofía <strong>en</strong> tiempos de terror), compilación y com<strong>en</strong>tario de Giovanna Borradori, Hamburgo: EVA 2006, p.<br />
63. (Se trata de un volum<strong>en</strong> totalm<strong>en</strong>te sobrevalorado por la opinión pública, especialm<strong>en</strong>te la televisiva.)<br />
193 Jürg<strong>en</strong> Habermas, Vom sinnlich<strong>en</strong> Eindruck zum symbolisch<strong>en</strong> Ausdruck. Philosophische Essays (De la<br />
impresión s<strong>en</strong>sorial a la expresión simbólica. Ensayos filosóficos), Frankfurt: Suhrkamp 1997, pp. 46, 56-58.<br />
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esfuerzo explicativo mayor 194 . Hay pocas dudas acerca de lo positivo de esta evolución<br />
caracterizada (no sólo por Max Weber) como excepcional: la especialización de roles y<br />
funciones, la racionalización de la vida cotidiana y la aplicación de principios racionalistas a<br />
las esferas del saber, el derecho, la administración y la economía. Empezando por el espacio<br />
puritano-protestante y sigui<strong>en</strong>do por otras confesiones religiosas <strong>en</strong> Europa y América del<br />
Norte, la esfera de la profesión, el trabajo y la vocación se transformó <strong>en</strong> una exist<strong>en</strong>cia<br />
reglam<strong>en</strong>tada racionalm<strong>en</strong>te hacia el mayor r<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to, lo que fom<strong>en</strong>tó la acumulación del<br />
capital y el increm<strong>en</strong>to constante de la productividad. Este modelo civilizatorio ha sido<br />
proclive al individualismo, a la protección de los derechos de libertad y propiedad y a una<br />
actitud básicam<strong>en</strong>te sobria y pragmática con respecto al Estado, sus símbolos y<br />
dignatarios 195 . Todo esto produjo un ámbito civilizatorio cualitativam<strong>en</strong>te más exitoso que<br />
el resto de los sistemas sociales <strong>en</strong> todo el planeta.<br />
Pero tampoco se puede pasar por alto los aspectos negativos de la civilización occid<strong>en</strong>tal.<br />
El de mayores consecu<strong>en</strong>cias ha sido el predominio de la racionalidad parcial de los medios<br />
sobre la razón global de los fines: los mecanismos instrum<strong>en</strong>tales se impon<strong>en</strong> por <strong>en</strong>cima de<br />
los objetivos de largo alcance. Como señaló Herbert Marcuse al criticar el <strong>en</strong>foque<br />
weberiano, este sistema dominado por la racionalidad instrum<strong>en</strong>tal puede llegar a<br />
convertirse <strong>en</strong> una "burocracia total", <strong>en</strong> la cual la legitimidad del ord<strong>en</strong> político se reduce al<br />
funcionami<strong>en</strong>to adecuado de los subsistemas de racionalidad instrum<strong>en</strong>tal 196 , lo que<br />
significaría el fin de una democracia g<strong>en</strong>uina, basada <strong>en</strong> principios humanistas. La<br />
194 Cf. la formulación clásica: Max Weber, Gesammelte Aufsätze zur Religionsphilosophie (Ensayos<br />
reunidos sobre sociología de la religión), Tübing<strong>en</strong>: Mohr-Siebeck 1920/1921, vol. I, pp. 1-4.<br />
195 Sobre esta temática weberiana cf. el excel<strong>en</strong>te <strong>en</strong>sayo de Wolfgang Momms<strong>en</strong>, Universalgeschichtliches<br />
und politisches D<strong>en</strong>k<strong>en</strong> (P<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to histórico universal y político), <strong>en</strong>: W. Momms<strong>en</strong>, Max Weber.<br />
Gesellschaft, Politik und Geschichte (Max Weber. Sociedad, política e historia), Frankfurt: Suhrkamp 1974, pp.<br />
97-143.<br />
196 Herbert Marcuse, Industrialisierung und Kapitalismus im Werk Max Webers (Industrialización y<br />
capitalismo <strong>en</strong> la obra de Max Weber), <strong>en</strong>: Marcuse, Kultur und Gesellschaft (Cultura y sociedad), Frankfurt:<br />
Suhrkamp 1965, vol. II, pp. 107-129.- Además del brillante <strong>en</strong>sayo de Marcuse existe una amplísima literatura<br />
sobre esta temática: Jürg<strong>en</strong> Habermas, Technik und Wiss<strong>en</strong>schaft als "Ideologie" (Técnica y ci<strong>en</strong>cia como<br />
"ideología"), Frankfurt: Suhrkamp 1968, pp. 48, 68-71; Luis Miguel Donatello, La t<strong>en</strong>sión <strong>en</strong>tre las esferas<br />
religiosa y política <strong>en</strong> la modernidad. Una lectura a través de Nietzsche y Weber, <strong>en</strong>: NOMADAS. REVISTA<br />
CRITICA DE CIENCIAS SOCIALES Y JURIDICAS (Madrid), Nº 11, <strong>en</strong>ero-junio de 2005, pp. 253-268.<br />
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modernidad se transformaría <strong>en</strong> un conjunto de subsistemas bi<strong>en</strong> aceitados, y uno de ellos<br />
sería una burocracia con excel<strong>en</strong>te desempeño técnico. La equiparación de la racionalidad<br />
técnico-instrum<strong>en</strong>tal con la razón política haría superfluo cualquier int<strong>en</strong>to de configurar la<br />
esfera político-institucional según los preceptos de una razón global de los fines. El libre<br />
albedrío 197 , la discusión de alternativas políticas serias (y no meram<strong>en</strong>te personales) y hasta<br />
los esfuerzos teóricos por compr<strong>en</strong>der y mejorar el mundo se revelarían como ilusorios.<br />
2. La "jaula de hierro" y el des<strong>en</strong>canto con el paradigma occid<strong>en</strong>tal<br />
La racionalización de la vida cotidiana y de los procesos económicos y administrativos<br />
puede g<strong>en</strong>erar ciudadanos cortados todos por la misma medida e imbuidos de los mismos<br />
principios, qui<strong>en</strong>es, precisam<strong>en</strong>te por ello, resultan a la postre más manejables por el poder<br />
c<strong>en</strong>tral. Existe, <strong>en</strong>tonces, el peligro de un nuevo totalitarismo: más suave <strong>en</strong> su aplicación,<br />
más tecnificado <strong>en</strong> sus procedimi<strong>en</strong>tos, pero más ext<strong>en</strong>dido y más p<strong>en</strong>etrante: similar a la<br />
"jaula de hierro de la servidumbre" 198 que previó Max Weber para la sociedad racionalburocrática<br />
del futuro. Como escribió Wolfgang Momms<strong>en</strong> con mucho fundam<strong>en</strong>to, es<br />
probable que los sistemas sociales basados exclusivam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> la racionalidad instrum<strong>en</strong>tal<br />
requieran de un complem<strong>en</strong>to irracional, por ejemplo el predominio de un caudillo<br />
carismático; estos sistemas, donde prevalece una t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia legalista-positivista, dan lugar<br />
paradójicam<strong>en</strong>te a procedimi<strong>en</strong>tos decisionistas, <strong>en</strong>tremezclados por emociones<br />
antirracionales y antidemocráticas 199 .<br />
En el mundo moderno la superioridad técnica de la administración burocrática sobre<br />
cualquier otra hace ilusorio todo modelo g<strong>en</strong>uino de igualitarismo y socialismo, lo que nos<br />
197 Cf. por ejemplo: Peter Bieri, Das Handwerk der Freiheit. Über die Entdeckung des eig<strong>en</strong><strong>en</strong> Will<strong>en</strong>s (El<br />
oficio de la libertad. Sobre el descubrimi<strong>en</strong>to de la voluntad propia), Munich: Hanser 2001.<br />
198 Cf. el excel<strong>en</strong>te estudio de Arthur Mitzman, La jaula de hierro. Una interpretación histórica de Max<br />
Weber, Madrid: Alianza 1976, especialm<strong>en</strong>te pp. 212, 215-217, 220 sq., 268.<br />
199 Wolfgang Momms<strong>en</strong>, Ein Liberaler in der Gr<strong>en</strong>zsituation (Un liberal <strong>en</strong> la situación límite), <strong>en</strong>: W.<br />
Momms<strong>en</strong>, op. cit. (nota 6), pp. 21-43, especialm<strong>en</strong>te p. 41 sq.; Wolfgang Momms<strong>en</strong>, Zum Begriff der<br />
"plebiszitär<strong>en</strong> Führerdemokratie" (Sobre el concepto de la "democracia caudillista plebiscitaria"), <strong>en</strong>: W.<br />
Momms<strong>en</strong>, op. cit. (nota 6), pp. 44-71, especialm<strong>en</strong>te p. 48 sq.; Momms<strong>en</strong>, Universalgeschichtliches..., op. cit.<br />
(nota 6), p. 126 sq.<br />
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hace percibir también de manera más sobria y crítica los límites de todo régim<strong>en</strong><br />
democrático. La imag<strong>en</strong> de la jaula de la servidumbre Ä como la manifestación más<br />
evid<strong>en</strong>te de lo negativo de la modernidad Ä es un indicio claro de la visión crítica que<br />
Weber t<strong>en</strong>ía del mundo dominado por la razón instrum<strong>en</strong>tal. Otra huella <strong>en</strong> este s<strong>en</strong>tido es la<br />
nostalgia que Weber, partidario de la abst<strong>en</strong>ción de juicios evaluativos, expresó acerca de la<br />
desaparición de los "últimos y más sublimes valores" de la vida pública; estos se habrían<br />
refugiado <strong>en</strong> la mística y <strong>en</strong> la intimidad, proceso inevitable porque el mundo moderno<br />
pierde sus aspectos mágicos y religiosos 200 .<br />
Y<strong>en</strong>do más allá, numerosos autores Ä como los miembros de la Escuela de Frankfurt Ä<br />
sostuvieron que el modelo civilizatorio basado <strong>en</strong> el racionalismo y la Ilustración conti<strong>en</strong>e<br />
gérm<strong>en</strong>es autodestructivos; el des<strong>en</strong>canto del mundo, previsto por Max Weber, g<strong>en</strong>era el<br />
desamparo del individuo, pero esto es sólo el primer paso. Y si el mundo pierde toda<br />
connotación mágico-religiosa, se transforma <strong>en</strong> una mera cantera para los designios<br />
humanos de utilización material e inmediata, lo que puede conducir (y, <strong>en</strong> realidad ya<br />
condujo) a la crisis ecológica y a los desarreglos medio-ambi<strong>en</strong>tales. Si<strong>en</strong>do esta temática<br />
muy conocida 201 , aquí nos limitaremos a analizar algunas de sus connotaciones para la idea<br />
del progreso perman<strong>en</strong>te derivadas del racionalismo histórico.<br />
Estas magnas concepciones del racionalismo han sido impugnadas tempranam<strong>en</strong>te. Ya <strong>en</strong><br />
el siglo XVIII Johann Gottfried Herder y Giambattista Vico pusieron <strong>en</strong> duda el optimismo<br />
doctrinario cont<strong>en</strong>ido <strong>en</strong> las teorías del progreso histórico linear y el carácter universalista<br />
que se arrogaron los p<strong>en</strong>sadores de la Ilustración al tratar las variadas culturas del mundo 202 .<br />
El universalismo derivado de la exitosa evolución europea Ä cuyos repres<strong>en</strong>tantes más<br />
conocidos son el Marqués de Condorcet, G. W. F. Hegel, Karl Marx y Auguste Comte Ä ha<br />
200 Max Weber, Vom inner<strong>en</strong> Beruf zur Wiss<strong>en</strong>schaft (Sobre la vocación para la ci<strong>en</strong>cia) [1919], <strong>en</strong>: Max<br />
Weber, Soziologie, weltgeschichtliche Analys<strong>en</strong>, Politik (Sociología, análisis de la historia universal, política),<br />
compilación de Johannes Winckelmann, Stuttgart: Kröner 1968, p. 338.<br />
201 Cf. el inof<strong>en</strong>sivo texto, pese a su combativo título: Zygmunt Bauman / Niklas Luhmann / Ulrich Beck /<br />
Josetxo Beriaín (comps.), Las consecu<strong>en</strong>cias perversas de la modernidad, Barcelona: Anthropos 1996.<br />
202 Isaiah Berlin, Against the Curr<strong>en</strong>t. Essays in the History of Ideas, Londres: Hogarth 1980, pp. 80-129.<br />
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sido perman<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te cuestionado mediante argum<strong>en</strong>tos de mucho peso y profundidad 203 .<br />
Pero es indudable que también muy pronto se percibieron las desv<strong>en</strong>tajas del relativismo<br />
axiológico, histórico y político, que van desde un voluntarismo elitista hasta un<br />
nacionalismo agresivo. Vico mismo, aunque propugnaba un pluralismo cultural, no aceptaba<br />
la incomparabilidad e inconm<strong>en</strong>surabilidad de los modelos civilizatorios; por medio de la<br />
empatía, sost<strong>en</strong>ía Vico, podemos compr<strong>en</strong>der y juzgar los fundam<strong>en</strong>tos y los valores de las<br />
culturas aj<strong>en</strong>as. Basado <strong>en</strong> este autor, Sir Isaiah Berlin mostró que se puede construir una<br />
síntesis fructífera <strong>en</strong>tre principios éticos universales y valores culturales particulares, <strong>en</strong>tre<br />
los conceptos básicos del racionalismo humanista y la def<strong>en</strong>sa romántica de las<br />
peculiaridades nacionales o regionales 204 . Esto es un ejemplo de un s<strong>en</strong>tido común guiado<br />
críticam<strong>en</strong>te.<br />
En este contexto también se puede afirmar que, <strong>en</strong> el fondo, no ha existido un progreso<br />
g<strong>en</strong>uino <strong>en</strong> el campo religioso. La transición desde cultos locales politeístas, originados por<br />
obra de la mera casualidad evolutiva, hasta religiones monoteístas de pret<strong>en</strong>sión universal<br />
(con sus revelaciones dogmáticas, sus cre<strong>en</strong>cias codificadas <strong>en</strong> textos y sus jerarquías<br />
sacerdotales), conlleva el peligro de la ortodoxia, la t<strong>en</strong>tación de combatir las "otras"<br />
religiones equivocadas y la terminación de la tolerancia <strong>en</strong> cuestiones de fe. Según Jan<br />
Assmann, <strong>en</strong> las religiones "primarias", o sea <strong>en</strong> las politeístas, no habría espacio para<br />
verdades sost<strong>en</strong>idas dogmáticam<strong>en</strong>te, <strong>en</strong>tre otras razones porque no existiría una frontera<br />
inequívoca <strong>en</strong>tre deidades y f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os naturales (tesis igualm<strong>en</strong>te poco exacta y muy<br />
g<strong>en</strong>eralizante). Los credos "secundarios", los monoteístas, habrían creado las difer<strong>en</strong>cias<br />
<strong>en</strong>tre verdad y falsedad teológica y la necesidad de combatir esta última 205 . Este teorema de<br />
Assmann, que se <strong>en</strong>cuadra d<strong>en</strong>tro de la confusa voluntad de deconstrucción hoy <strong>en</strong> boga, ya<br />
fue anticipada por p<strong>en</strong>sadores de la Antigüedad clásica (como el emperador Juliano el<br />
203 Cf. Michael H. Mitias, Chall<strong>en</strong>ges of Universalism, <strong>en</strong>: DIALOGUE AND HUMANISM. THE<br />
UNIVERSALIST QUARTERLY (Varsovia), vol. I, Nº 1, primavera de 1991, pp. 5-15; M. B. Ramose, Hegel<br />
and Universalism: An African Perspective, <strong>en</strong>: ibid., pp. 75-87.<br />
204 Isaiah Berlin, Giambattista Vico..., op. cit. (nota 2), pp. 82-87; Berlin, Der gekrümmte Zweig. Über d<strong>en</strong><br />
Aufstieg des Nationalismus (La rama torcida. Sobre la asc<strong>en</strong>sión del nacionalismo), <strong>en</strong>: Berlin, Das krumme...,<br />
op. cit. (nota 2), pp. 297-325, especialm<strong>en</strong>te p. 305 sq.<br />
205 Jan Assmann, Die mosaische Unterscheidung (La difer<strong>en</strong>cia mosaica), Munich: Hanser 2007, passim.<br />
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Apóstata) y filósofos de la Ilustración: el monoteísmo fue considerado tempranam<strong>en</strong>te como<br />
intolerante, dogmático y autoritario, con serias consecu<strong>en</strong>cias sobre la vida política e<br />
intelectual. Hay que añadir, <strong>en</strong> passant, que pese a sus notables logros práctico-políticos, el<br />
politeísmo no g<strong>en</strong>eró una gran producción teológica ni fom<strong>en</strong>tó destrezas lógico-<br />
conceptuales, por lo que sin el monoteísmo el desarrollo de la filosofía, como la conocemos<br />
hoy, habría sufrido car<strong>en</strong>cias y retrasos. Y, simultáneam<strong>en</strong>te, hay que relativizar la tesis tan<br />
g<strong>en</strong>eral de que los politeísmos son intrínsecam<strong>en</strong>te más tolerantes que cualquier<br />
monoteísmo. Los súbditos de los imperios asirio, azteca, maya e incaico acariciaban<br />
probablem<strong>en</strong>te una opinión más matizada sobre este asunto, sobre todo si t<strong>en</strong>ían que fungir<br />
como víctimas de las muchas ceremonias donde se sacrificaban seres humanos <strong>en</strong> honor de<br />
las deidades tutelares.<br />
3. L imitaciones del relativismo histórico<br />
Convi<strong>en</strong>e recordar que el relativismo axiológico choca con límites y limitaciones, y que<br />
estas últimas son valiosas a la hora de preguntarse por la persist<strong>en</strong>cia de ciertos valores de<br />
ori<strong>en</strong>tación y determinadas metas de desarrollo. Estos valores y estas metas no han sido<br />
probablem<strong>en</strong>te universales <strong>en</strong> su orig<strong>en</strong>, pues son creaciones de la cultura occid<strong>en</strong>tal. Su<br />
adopción por casi todos los pueblos y grupos humanos del planeta Ä como los aspectos<br />
c<strong>en</strong>trales de la modernización material Ä nos pon<strong>en</strong> <strong>en</strong> guardia contra cuestionami<strong>en</strong>tos<br />
muy difundidos pero indef<strong>en</strong>dibles <strong>en</strong> torno a la diversidad total de los modelos evolutivos<br />
y, sobre todo, <strong>en</strong> torno a la presunta imposibilidad de compararlos y confrontarlos <strong>en</strong>tre sí y<br />
emitir juicios estimativos sobre sus dispares cualidades. No es superflua la m<strong>en</strong>ción de que<br />
la religión cristiana jugó un rol preponderante <strong>en</strong> la historia occid<strong>en</strong>tal al contribuir a<br />
edificar valores de ori<strong>en</strong>tación que no son sustituibles o intercambiables por otros; se trata<br />
de normativas que no son fáciles de ser sometidas al juego de la deconstrucción<br />
relativista 206 . Jürg<strong>en</strong> Habermas sostuvo que el actual Estado de Derecho, liberal,<br />
democrático y secularizado, se alim<strong>en</strong>ta de fundam<strong>en</strong>tos prepolíticos que él mismo no ha<br />
creado ni puede garantizar, y que estos fundam<strong>en</strong>tos son de orig<strong>en</strong> religioso o prov<strong>en</strong>i<strong>en</strong>tes<br />
206 Cf. el instructivo <strong>en</strong>sayo de Hans Maier, Welt ohne Christ<strong>en</strong>tum Ä was wäre anders? (El mundo sin el<br />
cristianismo Ä cuál sería la difer<strong>en</strong>cia?), Freiburg etc.: Herder 2002, passim.<br />
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de antiguas fu<strong>en</strong>tes de moralidad colectiva. El Estado de Derecho, una de las creaciones más<br />
excelsas de Occid<strong>en</strong>te, no puede reducirse a aspectos procedim<strong>en</strong>tales, electorales y<br />
políticos <strong>en</strong> s<strong>en</strong>tido estricto, es decir a elem<strong>en</strong>tos inman<strong>en</strong>tes de su propio acervo, por más<br />
importantes que estos sean. En esta constelación hay que m<strong>en</strong>cionar las dim<strong>en</strong>siones que<br />
son fines <strong>en</strong> sí mismos, como la solidaridad, el reconocimi<strong>en</strong>to que va más allá de lo formal,<br />
la estética pública, el campo del amor y la amistad. La religión, dice Habermas, aparece<br />
<strong>en</strong>tonces como la fuerza que ha mant<strong>en</strong>ido viva "la intuición de culpa y red<strong>en</strong>ción" y la<br />
fu<strong>en</strong>te de s<strong>en</strong>sibilidad para compr<strong>en</strong>der una exist<strong>en</strong>cia malograda, el fracaso de los<br />
proyectos personales de vida y la deformación de las relaciones humanas 207 . En la<br />
larguísima disputa <strong>en</strong>tre el cristianismo y la filosofía griega se han ido formando nuestras<br />
concepciones c<strong>en</strong>trales sobre la autonomía individual, la dignidad humana y la justicia<br />
social, que se derivan de la semejanza <strong>en</strong>tre Dios y el Hombre, y que por ello no pued<strong>en</strong> ser<br />
sometidas sin más al relativismo de turno. Por otra parte la religión permanece como<br />
impulso activo y creativo <strong>en</strong> las esferas intelectual y ética porque han surgido dudas s<strong>en</strong>satas<br />
<strong>en</strong> torno a la confiabilidad de la razón 208 .<br />
Con respecto a casi todos los campos de la actividad humana se puede aseverar que ha<br />
habido tanto progreso como regresión, y que la idea de un avance linear perman<strong>en</strong>te es una<br />
cosa de perspectiva y cre<strong>en</strong>cia. Pongo a propósito "casi" porque me asaltan dudas cuando<br />
pi<strong>en</strong>so <strong>en</strong> la medicina, los transportes y comunicaciones y la praxis política. Precisam<strong>en</strong>te <strong>en</strong><br />
este terr<strong>en</strong>o no ha surgido una alternativa realm<strong>en</strong>te difer<strong>en</strong>te, seria y duradera que<br />
significara una concurr<strong>en</strong>cia al modelo desarrollado <strong>en</strong> Europa Occid<strong>en</strong>tal 209 . Por ello y de<br />
todas maneras es indisp<strong>en</strong>sable recordar lo sigui<strong>en</strong>te: el racionalismo griego, las filosofías<br />
estoica y escéptica, el cristianismo, el r<strong>en</strong>acimi<strong>en</strong>to y el despliegue de la ci<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> las<br />
207 Jürg<strong>en</strong> Habermas, Vorpolitische Grundlag<strong>en</strong> des demokratisch<strong>en</strong> Rechtsstaates? (Fundam<strong>en</strong>tos<br />
prepolíticos del Estado democrático de Derecho?), <strong>en</strong>: Jürg<strong>en</strong> Habermas / Joseph Ratzinger, Dialektik der<br />
Säkularisierung. Über Vernunft und Religion (Dialéctica de la secularización. Sobre la razón y la religión),<br />
Freiburg etc.: Herder 2005, pp. 15-37, especialm<strong>en</strong>te p. 31 sq.<br />
208 Joseph Ratzinger (B<strong>en</strong>edicto XVI), Was die Welt zusamm<strong>en</strong>hält. Vorpolitische moralische Grundlag<strong>en</strong><br />
eines freiheitlich<strong>en</strong> Staates (Lo que sosti<strong>en</strong>e el mundo. Fundam<strong>en</strong>tos morales prepolíticos de un Estado liberal),<br />
<strong>en</strong>: Habermas / Ratzinger, op. cit. (nota 18), p. 47.<br />
209<br />
Cf. Juan A. Roche Cárcel (comp.), Espacios y tiempos inciertos de la cultura, Barcelona: Anthropos<br />
2007.<br />
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naciones occid<strong>en</strong>tales de Europa han producido una amalgama histórica única, una cultura<br />
fundam<strong>en</strong>talm<strong>en</strong>te difer<strong>en</strong>te a la de los otros contin<strong>en</strong>tes, y sólo ella ha <strong>en</strong>g<strong>en</strong>drado la actual<br />
concepción de la superioridad e inconfundibilidad del individuo y sus derechos<br />
personales 210 . Aun considerando toda la barbarie cometida con ayuda de la razón<br />
instrum<strong>en</strong>tal, no se puede soslayar la gran conquista de Occid<strong>en</strong>te: los derechos humanos, el<br />
ord<strong>en</strong> democrático, el pluralismo de valores, la secularización, la moral universalista y el<br />
espíritu ci<strong>en</strong>tífico. Es bu<strong>en</strong>o y necesario el cuestionar la civilización occid<strong>en</strong>tal y relativizar<br />
sus logros Ä lo que, además, es una moda con réditos académicos tangibles Ä, pero es necio<br />
el negar los avances de esa civilización occid<strong>en</strong>tal que han hecho la vida del Hombre más<br />
llevadera y más pl<strong>en</strong>a <strong>en</strong> gran parte del planeta.<br />
Exist<strong>en</strong> obviam<strong>en</strong>te innumerables impugnaciones y relativizaciones de las tesis<br />
weberianas. Y también teorías que complem<strong>en</strong>tan la concepción weberiana, iluminando<br />
aspectos y perspectivas que a primera vista parec<strong>en</strong> marginales. En un <strong>libro</strong> de amplia<br />
divulgación y por ello ll<strong>en</strong>o de g<strong>en</strong>eralizaciones y exageraciones, Jared Diamond sostuvo<br />
que el éxito mundial y perman<strong>en</strong>te de la civilización europea se debió <strong>en</strong> última instancia a<br />
factores geográficos y climáticos, que se tradujeron <strong>en</strong> resist<strong>en</strong>cia g<strong>en</strong>ética mayor y <strong>en</strong> mejor<br />
inmunización contra <strong>en</strong>fermedades y plagas que <strong>en</strong> otras culturas. Estos factores, <strong>en</strong><br />
conjunción con los histórico-culturales, dieron lugar a la racionalidad como la concebimos<br />
hoy (la ci<strong>en</strong>cia y la técnica), al debate abierto <strong>en</strong> escala socialm<strong>en</strong>te significativa, a la gran<br />
filosofía desde Grecia hasta la Ilustración y, como corolario, a la democracia 211 .<br />
También es adecuado consignar otra teoría complem<strong>en</strong>taria de esta corri<strong>en</strong>te conceptual.<br />
Según David S. Landes, el desarrollo desigual de las naciones tuvo que ver con la<br />
configuración de los derechos de propiedad. Sólo <strong>en</strong> Europa Occid<strong>en</strong>tal y América del Norte<br />
se dio de manera persist<strong>en</strong>te una t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia histórica de respeto y protección a la propiedad<br />
210 Cf. Javier Muguerza et al., El fundam<strong>en</strong>to de los derechos humanos, Madrid: Debate 1989; Jack Donnely,<br />
Universal Human Rights in Theory and Practice, Ithaca: Cornell University Press 1989; Rolf Lamprecht, Vom<br />
Untertan zum Bürger. Die Erfolgsgeschichte der Grundrechte (De súbdito a ciudadano. La historia del éxito de<br />
los derechos fundam<strong>en</strong>tales), Bad<strong>en</strong>-Bad<strong>en</strong>: Nomos 1999.<br />
211 Jared Diamond, Guns, Germs and Steel: The Fates of Human Societies, New York: Norton 2003, passim.<br />
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de las clases medias y hasta de los estratos no privilegiados de la sociedad; <strong>en</strong> otras latitudes<br />
y <strong>en</strong> el llamado despotismo ori<strong>en</strong>tal el gobierno de turno podía confiscar y redistribuir las<br />
propiedades sin muchos mirami<strong>en</strong>tos y sin que la "opinión pública" respectiva se<br />
sorpr<strong>en</strong>diera. Era lo usual: los bi<strong>en</strong>es de los súbditos repres<strong>en</strong>taban el botín que era repartido<br />
según los caprichos y los planes del det<strong>en</strong>tador del poder, sin que existies<strong>en</strong> regulaciones<br />
que impidieran esas arbitrariedades. Al no poder disfrutar de la riqueza acumulada o no<br />
poder legarla con certeza a los herederos, se disipaba la int<strong>en</strong>ción de planificar las<br />
inversiones y se debilitaba el pot<strong>en</strong>cial de innovación. Tales circunstancias no favorecían el<br />
aum<strong>en</strong>to de la productividad ni tampoco el increm<strong>en</strong>to de la riqueza social como totalidad.<br />
El Estado de Derecho y la seguridad institucional han t<strong>en</strong>ido que ver directam<strong>en</strong>te con la<br />
g<strong>en</strong>eración de prosperidad a largo plazo y <strong>en</strong> favor de amplias capas sociales 212 . Esta<br />
posición concuerda, <strong>en</strong> lo g<strong>en</strong>eral, con la teoría del despotismo ori<strong>en</strong>tal de Karl A.<br />
Wittfogel 213 . En un amplio estudio que compara la Inglaterra isabelina con la Rusia<br />
moscovita, Richard Pipes llegó a la conclusión de que la estabilidad y protección de la<br />
propiedad privada es es<strong>en</strong>cial para el florecimi<strong>en</strong>to de las libertades políticas y civiles; los<br />
regím<strong>en</strong>es patrimonialistas 214 , que no distingu<strong>en</strong> <strong>en</strong>tre soberanía estatal y propiedad<br />
privada, ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a ord<strong>en</strong>ami<strong>en</strong>tos sociales de índole dictatorial o, por lo m<strong>en</strong>os, arbitraria.<br />
"El derecho de propiedad no garantiza <strong>en</strong> sí y de por sí los derechos y libertades civiles.<br />
Pero, históricam<strong>en</strong>te, ha sido el mecanismo más efectivo para asegurar ambas cosas" 215 . La<br />
consolidación de los derechos de propiedad para todos los ciudadanos y el establecimi<strong>en</strong>to<br />
212<br />
David S. Landes, The Wealth and Poverty of Nations. Why Some are so Rich and Some so Poor, New<br />
York: Norton 1998, passim.<br />
213 Karl A. Wittfogel, Die ori<strong>en</strong>talische Despotie. Eine vergleich<strong>en</strong>de Untersuchung totaler Macht (El<br />
despotismo ori<strong>en</strong>tal. Una investigación comparativa del poder total), Frankfurt / Berlin: Ullstein 1977.<br />
214 El concepto actual de patrimonialismo ha sido fuertem<strong>en</strong>te influido por las reflexiones de Max Weber,<br />
Wirtschaft und Gesellschaft. Grundrisse der versteh<strong>en</strong>d<strong>en</strong> Soziologie (Economía y sociedad. Comp<strong>en</strong>dios de la<br />
sociología compr<strong>en</strong>siva), compilación de Johannes Winckelmann, Tübing<strong>en</strong>: Mohr-Siebeck 1956, vol. I, pp.<br />
133-139; vol. II, pp. 588-632; cf. el interesante texto de Maxime Rodinson, Islamischer Patrimonialismus: ein<br />
Hindernis für die Entstehung des modern<strong>en</strong> Kapitalismus? (El patrimonialismo islámico: un obstáculo para el<br />
surgimi<strong>en</strong>to del capitalismo moderno?), <strong>en</strong>: Wolfgang Schluchter (comp.), Max Webers Sicht des Islams.<br />
Interpretation und Kritik (La visión de Max Weber sobre el Islam. Interpretación y crítica), Frankfurt:<br />
Suhrkamp 1987, pp. 180-189.<br />
215 Richard Pipes, Propiedad y libertad. Dos conceptos inseparables a lo largo de la historia, Madrid /<br />
México: Turner / FCE 2002, p. 357. Cf. también pp. 15, 355-371.<br />
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de garantías contra las numerosísimas posibilidades confiscatorias del Estado constituy<strong>en</strong><br />
piedras angulares <strong>en</strong> la construcción del Estado de Derecho y del sistema democrático, y<br />
apar<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te estas líneas evolutivas se dieron con la profundidad necesaria sólo (o inicial y<br />
sost<strong>en</strong>idam<strong>en</strong>te) <strong>en</strong> Europa Occid<strong>en</strong>tal.<br />
Hannah Ar<strong>en</strong>dt ya había criticado la fácil id<strong>en</strong>tificación de propiedad con posesión y de<br />
éstas con riqueza, así como la equiparación de falta de propiedad con pobreza 216 . La<br />
exist<strong>en</strong>cia de un ámbito privado con derechos consolidados es indisp<strong>en</strong>sable para la<br />
construcción de la esfera pública; esta es imp<strong>en</strong>sable sin el correlato de un espacio privado<br />
con sufici<strong>en</strong>tes derechos y garantías para los individuos. Esta dialéctica <strong>en</strong>tre lo público y lo<br />
privado, que es es<strong>en</strong>cial para el florecimi<strong>en</strong>to de la política <strong>en</strong> s<strong>en</strong>tido <strong>en</strong>fático,<br />
desaparecería, según Ar<strong>en</strong>dt, <strong>en</strong> concepciones como la marxista; una sociedad totalm<strong>en</strong>te<br />
sin clases (y sin disparidades y diverg<strong>en</strong>cias) haría superflua toda actividad política, que es<br />
una discusión y negociación de difer<strong>en</strong>cias 217 .<br />
4. Car<strong>en</strong>cias de los modelos exist<strong>en</strong>tes<br />
Una de las primeras críticas al socialismo realm<strong>en</strong>te exist<strong>en</strong>te, y una de las más sólidas y<br />
clarivid<strong>en</strong>tes, fue la realizada por un adversario del marxismo, Max Weber. El socialismo<br />
sería, según Weber, la culminación (y no la superación) de un desarrollo histórico t<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te<br />
a una burocracia fuerte y global, evolución que conllevaría la desaparición de la libertad, la<br />
autodeterminación y el pluralismo cívico 218 . No hay duda, por otra parte, de que los<br />
modelos colectivistas de organización social pued<strong>en</strong> t<strong>en</strong>er muchos aspectos positivos, que<br />
van desde sistemas de solidaridad inmediata hasta una dotación estable de una sólida<br />
id<strong>en</strong>tidad grupal 219 , pero estos modelos prescrib<strong>en</strong> la subordinación del individuo bajo los<br />
216 Hannah Ar<strong>en</strong>dt, Vita activa oder Vom tätig<strong>en</strong> Leb<strong>en</strong> (Vida activa), Munich: Piper 1981, pp. 60-62.<br />
217 Ibid., p. 313 sq.<br />
218 Max Weber, Der Sozialismus (El socialismo) [1920], edición anotada de Herfried Münkler, Weinheim:<br />
Beltz Ath<strong>en</strong>äum 1995, passim; Gernot Volger, Max Weber und der Sozialismus (Max Weber y el socialismo),<br />
<strong>en</strong>: LIBERAL (Bonn), vol. 38, Nº 1, febrero de 1996, pp. 111-114.<br />
219 Sobre la problemática de la id<strong>en</strong>tidad social y el carácter inflacionario de este concepto de moda, cf. el<br />
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imperativos de la organización social y son contrarios, por lo tanto, a la concepción de una<br />
dignidad ontológica superior de la persona fr<strong>en</strong>te a las estructuras colectivas. Los modelos<br />
colectivistas ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> <strong>en</strong> primer término, por simple lógica de interactuación exitosa, a la<br />
preservación y al <strong>en</strong>grandecimi<strong>en</strong>to de sus unidades políticas, lo que exige la movilización<br />
casi irrestricta de todos los recursos (incluidos los que podríamos llamar humanos) al<br />
servicio de los fines superiores de los <strong>en</strong>tes colectivos. La felicidad personal de sus súbditos,<br />
el radio de actuación individual de éstos últimos Ä sus posibilidades de desplegar una<br />
elem<strong>en</strong>tal actividad política pluralista y autónoma, por ejemplo Ä y su bi<strong>en</strong>estar material<br />
han sido a lo largo de la historia universal o bi<strong>en</strong> resultados fortuitos de las acciones<br />
estatales o efectos sociales considerados muy a m<strong>en</strong>udo como un debilitami<strong>en</strong>to del poder<br />
c<strong>en</strong>tral y de la sólida coher<strong>en</strong>cia que debían caracterizar a los regím<strong>en</strong>es colectivistas. En lo<br />
que ha sido la situación habitual de los sistemas colectivistas, la libertad y la prosperidad de<br />
los individuos eran asuntos indifer<strong>en</strong>tes para los poderes constituidos. Todo ésto no ha sido<br />
favorable al florecimi<strong>en</strong>to de derechos humanos que pued<strong>en</strong> (y a veces deb<strong>en</strong>)<br />
contraponerse a designios colectivos. Por su propia dinámica los modelos colectivistas no<br />
han g<strong>en</strong>erado a partir de sí mismos estatutos comparables a los derechos humanos actuales,<br />
que más bi<strong>en</strong> han sido el resultado del desarrollo largo y complejo de la llamada cultura<br />
europea occid<strong>en</strong>tal.<br />
Ahora bi<strong>en</strong>: el hecho histórico de que los derechos humanos se hayan originado <strong>en</strong> Europa<br />
Occid<strong>en</strong>tal no quiere decir que las otras culturas de la Tierra no los puedan compr<strong>en</strong>der y<br />
adoptar pl<strong>en</strong>a y cabalm<strong>en</strong>te. La inm<strong>en</strong>sa mayoría de los inv<strong>en</strong>tos tecnológicos, los<br />
descubrimi<strong>en</strong>tos ci<strong>en</strong>tíficos, las creaciones literarias, las costumbres y hasta los juegos se<br />
han originado <strong>en</strong> un determinado contexto civilizatorio, pero se han ext<strong>en</strong>dido parcialm<strong>en</strong>te<br />
por el resto del planeta y han sido adoptados como propios por las más diversas culturas, las<br />
cuales no han sufrido traumas id<strong>en</strong>titarios por ese hecho. A comi<strong>en</strong>zos del siglo XXI se<br />
puede aseverar, sin embargo, que no ocurrirá lo mismo con otras creaciones históricoculturales<br />
como la democracia, la cultura política liberal-pluralista y el espíritu racionalista<br />
o, por lo m<strong>en</strong>os, que ocurrirá con mayores dificultades.<br />
brillante y exhaustivo tratado de Lutz Niethammer, Kollektive Id<strong>en</strong>tität. Heimliche Quell<strong>en</strong> einer unheimlich<strong>en</strong><br />
Konjunktur (Id<strong>en</strong>tidad colectiva. Fu<strong>en</strong>tes secretas de una coyuntura inquietante), Reinbek: Rowohlt 2000.<br />
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En este contexto hay que m<strong>en</strong>cionar <strong>en</strong> primer lugar la dialéctica de autonomía e<br />
imitación: la mayoría de las naciones del Tercer Mundo (y sobre todo los movimi<strong>en</strong>tos<br />
políticam<strong>en</strong>te radicales) anhela una evolución que merezca ser llamada auténtica y un<br />
ord<strong>en</strong>ami<strong>en</strong>to socio-económico que pueda ser calificado de autónomo. Los procesos de<br />
modernización <strong>en</strong> el Tercer Mundo int<strong>en</strong>tan crear un ord<strong>en</strong> original y propio, que además<br />
del éxito material perdurable, ayude a establecer una id<strong>en</strong>tidad sólida y distinguible de otros<br />
regím<strong>en</strong>es político-sociales. Pero el resultado global no es un modelo de aut<strong>en</strong>ticidad y<br />
autonomía, sino uno de mediocridad e imitación. Con algunas honrosas excepciones los<br />
estados del Tercer Mundo se destacan por la edificación de un modelo urbanizado e<br />
industrializado que toma sus parámetros de ori<strong>en</strong>tación de los países occid<strong>en</strong>tales del Norte,<br />
pero este modelo ha g<strong>en</strong>erado al mismo tiempo una inm<strong>en</strong>sa degradación del medio<br />
ambi<strong>en</strong>te, un gigantismo urbano con una calidad de vida muy reducida, un crecimi<strong>en</strong>to<br />
demográfico de inesperadas consecu<strong>en</strong>cias y emigraciones masivas de dim<strong>en</strong>siones<br />
planetarias (y no todas muy positivas). El desarrollo efectivo <strong>en</strong> el Tercer Mundo puede ser<br />
calificado de mediocre por sus resultados cotidianos; <strong>en</strong> lugar de autonomía el distintivo<br />
c<strong>en</strong>tral de la evolución es la imitación del paradigma occid<strong>en</strong>tal, pero como copia de<br />
segunda clase. Aquí nace la cuestión fundam<strong>en</strong>tal de si la imitación del paradigma<br />
occid<strong>en</strong>tal por casi todas las sociedades del Tercer Mundo constituye algo así como una ley<br />
obligatoria de la evolución, aunque sea de manera indirecta. Esta pregunta no puede ser<br />
respondida adecuadam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> el marco de este breve texto.<br />
La preemin<strong>en</strong>cia de la cultura europea basada <strong>en</strong> la ci<strong>en</strong>cia y la democracia es reconocida<br />
como tal fuera de su lugar de orig<strong>en</strong>. Es interesante observar el caso islámico porque parece<br />
que <strong>en</strong> aquel ámbito no existe ese reconocimi<strong>en</strong>to de parte de sus instituciones oficiales o de<br />
sus eruditos religiosos (o sólo <strong>en</strong> grupos minoritarios). Pero la realidad es siempre más<br />
compleja. Es evid<strong>en</strong>te que no hay un solo tipo de sociedad islámica; <strong>en</strong> todo el mundo<br />
musulmán coexist<strong>en</strong> al mismo tiempo difer<strong>en</strong>tes modelos de organización social, distintos<br />
paradigmas culturales y muy variadas normativas políticas. Y también se da un importante<br />
Islam crítico 220 , que significa una gran esperanza para un futuro democrático y una<br />
220 Mohammed Arkoun, Rethinking Islam: Common Questions, Uncommon Answers Today, Boulder:<br />
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configuración racional de la vida pública. Pero asimismo se puede constatar todavía algunas<br />
t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias vigorosas que preservan el autoritarismo cotidiano <strong>en</strong> esas sociedades. Y son<br />
precisam<strong>en</strong>te estas corri<strong>en</strong>tes Ä <strong>en</strong>tre muchas otras Ä las que determinan el atraso evolutivo<br />
del mundo musulmán <strong>en</strong> comparación con el espíritu ci<strong>en</strong>tífico e indagatorio que prevalece<br />
<strong>en</strong> la esfera académica e intelectual de los países occid<strong>en</strong>tales (pese a la continua expansión<br />
de las inclinaciones tecnocráticas). A comi<strong>en</strong>zos del siglo XX, Max Weber se preguntó<br />
porqué el Islam no g<strong>en</strong>eró un impulso a un ord<strong>en</strong> capitalista moderno, pese al universalismo<br />
de su m<strong>en</strong>saje, a sus t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias puritanas y a sus variados rasgos racionalistas. Y Weber<br />
<strong>en</strong>contró que factores de primer rango, inher<strong>en</strong>tes a la id<strong>en</strong>tidad teológico-histórica del<br />
Islam (la conexión inextricable <strong>en</strong>tre las esferas religiosa y estatal y el desdén por las leyes<br />
humanas <strong>en</strong> comparación con las normas derivadas del Corán y la tradición), fom<strong>en</strong>taron el<br />
estancami<strong>en</strong>to de las sociedades sometidas a este credo 221 .<br />
Para Hans Küng, qui<strong>en</strong> trata de hacer justicia a la cultura y la historia islámicas, se puede<br />
hablar de un estancami<strong>en</strong>to ci<strong>en</strong>tífico-intelectual del ámbito musulmán a partir del siglo XII,<br />
que va unido a un marcado m<strong>en</strong>osprecio del individuo autónomo. Este desarrollo dificulta el<br />
debate intelectual y político y restringe el campo del p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to y, <strong>en</strong> última instancia, la<br />
configuración racional de la praxis 222 . El islamismo radical constituye una especie de<br />
reacción premoderna fr<strong>en</strong>te a una pérdida rep<strong>en</strong>tina de raíces y tradiciones, que se alim<strong>en</strong>ta<br />
al percatarse sus integrantes de que la modernización y, más aun, la globalización g<strong>en</strong>eran<br />
pocos ganadores y muchos perdedores.<br />
Westview 1994; Naguib Ayubi, El Islam político: teorías, tradiciones y rupturas, Barcelona: Bellaterra 1991;<br />
Rachid B<strong>en</strong>zine, Les nouveaux p<strong>en</strong>seurs de l'Islam, París: Albin Michel 2004; Abdolkarim Soroush, Reason,<br />
Freedom, and Democracy in Islam, Oxford: Oxford U. P. 2000.<br />
221 Cf. estos escritos de gran importancia: Wolfgang Schluchter, Einleitung. Zwisch<strong>en</strong> Welteroberung und<br />
Weltanpassung. Überlegung<strong>en</strong> zu Max Webers Sicht des früh<strong>en</strong> Islams (Introducción. Entre la conquista del<br />
mundo y la adaptación al mismo. Reflexiones sobre la visión de Max Weber sobre el Islam temprano), <strong>en</strong>: W.<br />
Schluchter (comp.), op. cit. (nota 25), pp. 11-124; Patricia Crone, Max Weber, das islamische Recht und die<br />
Entstehung des Kapitalismus (Max Weber, el derecho islámico y el surgimi<strong>en</strong>to del capitalismo), <strong>en</strong>: ibid., pp.<br />
294-333; Shmuel N. Eis<strong>en</strong>stadt, Webers Analyse des Islams und die Gestalt der islamisch<strong>en</strong> Zivilisation (El<br />
análisis weberiano del Islam y la configuración de la civilización islámica), <strong>en</strong>: ibid., pp. 342-359.<br />
222<br />
Hans Küng, Der Islam. Geschichte, Geg<strong>en</strong>wart, Zukunft (El Islam. Historia, pres<strong>en</strong>te, futuro), Munich /<br />
Zurich: Piper 2006, pp. 478-483.<br />
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Esta constelación de estancami<strong>en</strong>to Ä el tiempo petrificado Ä puede ser estimada como tal<br />
desde la perspectiva de Europa Occid<strong>en</strong>tal (o de Asia Ori<strong>en</strong>tal), pero también innumerables<br />
intelectuales de naciones islámicas la percib<strong>en</strong> así a causa de la baja capacidad innovativa de<br />
esas sociedades. Hoy <strong>en</strong> día es un lugar común criticar la cultura memorística de la escuela<br />
musulmana, la poca curiosidad de sus intelectuales por el ancho mundo, la nula<br />
investigación sobre los otros contin<strong>en</strong>tes y la escasa producción de pat<strong>en</strong>tes e inv<strong>en</strong>tos. Se<br />
podría p<strong>en</strong>sar que los países islámicos más ricos y con altos ingresos a causa de la riqueza<br />
petrolera han modificado radicalm<strong>en</strong>te esta matriz de comportami<strong>en</strong>to. Pero no ha sido así.<br />
Para la productividad económica y las actividades académicas la abundancia de r<strong>en</strong>tas<br />
petroleras ha sido contraproduc<strong>en</strong>te. En estas naciones el control y la redistribución de las<br />
r<strong>en</strong>tas ha tomado una <strong>en</strong>orme importancia, lo que significa que las funciones tradicionales<br />
del Estado c<strong>en</strong>tral y del gobierno han ganado aun más <strong>en</strong> prestigio social e importancia<br />
material, mi<strong>en</strong>tras que actividades alejadas de la repartición de las r<strong>en</strong>tas, como todas las<br />
académicas e intelectuales, han sufrido un marcado desc<strong>en</strong>so. Los "profesionales" de la<br />
política han sido los ganadores de este nuevo desarrollo, mi<strong>en</strong>tras que los intelectuales y<br />
todos los que viv<strong>en</strong> de ingresos salariales han perdido <strong>en</strong> relevancia. Como mediante el<br />
dinero se puede comprar todo, el trabajo, incluy<strong>en</strong>do la investigación, ha bajado <strong>en</strong> la<br />
estimación social. Las élites tradicionales del poder, que dispon<strong>en</strong> sobre las r<strong>en</strong>tas<br />
petroleras, han logrado consolidar sus funciones y rejuv<strong>en</strong>ecer las tradiciones<br />
autocráticas 223 .<br />
El Arab Human Developm<strong>en</strong>t Report, promovido y publicado por las Naciones Unidas,<br />
brinda una visión de conjunto de los resultados obt<strong>en</strong>idos por los países árabes, el núcleo del<br />
ámbito musulmán, <strong>en</strong> los esfuerzos por un desarrollo acelerado. Los resultados son descritos<br />
como un estancami<strong>en</strong>to económico crónico, restricciones severas a las libertades públicas y<br />
políticas, un nivel educacional bajo, un marcado desinterés por el des<strong>en</strong>volvimi<strong>en</strong>to<br />
ci<strong>en</strong>tífico-técnico, una cultura política autoritaria y una vig<strong>en</strong>cia sólo precaria de los<br />
derechos humanos 224 . Desde una perspectiva particularista se puede afirmar que los criterios<br />
223 Dan Diner, Versiegelte Zeit. Über d<strong>en</strong> Stillstand in der islamisch<strong>en</strong> Welt (Tiempo sellado. Sobre el<br />
estancami<strong>en</strong>to <strong>en</strong> el mundo islámico), Berlin: List 2007, pp. 55-58.<br />
224 Arab Human Developm<strong>en</strong>t Report (AHDR), New York: United Nations / Arab Fund for Economic and<br />
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de esta comparación provi<strong>en</strong><strong>en</strong> exclusivam<strong>en</strong>te de Europa Occid<strong>en</strong>tal y América del Norte y<br />
que, por consigui<strong>en</strong>te, no pued<strong>en</strong> dar luces sobre la "es<strong>en</strong>cia" del mundo árabe. Pero la cosa<br />
no es tan simple. Las naciones árabes y musulmanas están inmersas desde hace mucho<br />
tiempo <strong>en</strong> un contexto universal globalizado, donde rig<strong>en</strong> esos parámetros. Pero mucho más<br />
importante es el hecho de que los propios habitantes de esos estados se juzgan e id<strong>en</strong>tifican a<br />
sí mismos mediante un inv<strong>en</strong>tario de car<strong>en</strong>cias y defici<strong>en</strong>cias, inv<strong>en</strong>tario ganado casi<br />
exclusivam<strong>en</strong>te por medio de la confrontación y comparación con ese mundo occid<strong>en</strong>tal. Es<br />
decir: los ciudadanos de la calle mid<strong>en</strong> y evalúan su sociedad con lo ya alcanzado <strong>en</strong> el<br />
ámbito occid<strong>en</strong>tal para conocer cómo está su desarrollo y qué deb<strong>en</strong> hacer para modificarlo<br />
y mejorarlo. Y, como se sabe, las migraciones de los países árabes <strong>en</strong> dirección de Europa Ä<br />
el voto con los pies Ä es la comprobación fehaci<strong>en</strong>te de que los habitantes de las naciones<br />
musulmanas han adoptado el paradigma occid<strong>en</strong>tal para decidir su destino individual 225 .<br />
No se puede pasar por alto las patologías sociales g<strong>en</strong>eradas por la modernidad occid<strong>en</strong>tal,<br />
pero, como afirma Dieter S<strong>en</strong>ghaas, p<strong>en</strong>sador conocido por sus simpatías con posiciones<br />
izquierdistas, las v<strong>en</strong>tajas de esa misma modernidad comp<strong>en</strong>san de lejos sus aspectos<br />
negativos. El impulso autocrítico de la modernidad occid<strong>en</strong>tal (su elem<strong>en</strong>to más valioso)<br />
permite detectar sus fal<strong>en</strong>cias y tomar los recaudos pertin<strong>en</strong>tes. Según S<strong>en</strong>ghaas, hoy ya no<br />
cabe def<strong>en</strong>der un es<strong>en</strong>cialismo cultural que proclame el carácter incomparable e<br />
inconm<strong>en</strong>surable de las sociedades autóctonas del Tercer Mundo, máxime si tal apología<br />
termina justificando prácticas autoritarias. En el campo práctico-político estaría hoy a la<br />
ord<strong>en</strong> del día la "civilización contra la propia voluntad", que se expresaría <strong>en</strong> el monopolio<br />
estatal de la viol<strong>en</strong>cia política, <strong>en</strong> el establecimi<strong>en</strong>to del Estado de Derecho, <strong>en</strong> el control de<br />
los afectos con consecu<strong>en</strong>cias sociales, <strong>en</strong> una cultura de resolución pacífica de los<br />
conflictos y <strong>en</strong> una sociedad con amplia justicia social 226 . Es probable que a causa de sus<br />
resultados globalm<strong>en</strong>te b<strong>en</strong>éficos estos factores se hayan convertido <strong>en</strong> criterios universales<br />
Social Developm<strong>en</strong>t, 2002-2006.- Cf. Dan Diner, ibid., p. 25 sq., 52.<br />
225 Sobre la situación <strong>en</strong> América Latina cf. Charles H. Wood / Bryan R. Roberts (comps.), Rethinking<br />
Developm<strong>en</strong>t in Latin America, University Park: P<strong>en</strong>nsylvania State U. P. 2005.<br />
226 Dieter S<strong>en</strong>ghaas, Zivilisierung wider Will<strong>en</strong>. Der Konflikt der Kultur<strong>en</strong> mit sich selbst (Civilización<br />
contra la propia voluntad. El conflicto de las culturas consigo mismas), Frankfurt: Suhrkamp 1998, pp. 33-46.<br />
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de desarrollo positivo, es decir mediante la praxis cotidiana y no por medio de una<br />
imposición teórico-doctrinaria, como también sucede a diario con mejoras <strong>en</strong> el campo de la<br />
medicina e inv<strong>en</strong>tos <strong>en</strong> el terr<strong>en</strong>o de los transportes y las comunicaciones.<br />
5. Conclusiones: el s<strong>en</strong>tido común fr<strong>en</strong>te a los imponderables del desarrollo y a las<br />
expectativas de la población<br />
El criterio de la vida cotidiana nos permite evaluar otros aspectos de los procesos<br />
evolutivos. Muy brevem<strong>en</strong>te se m<strong>en</strong>cionan aquí algunas posibilidades. En varios países<br />
africanos la g<strong>en</strong>te común y corri<strong>en</strong>te vive peor bajo la indep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia que <strong>en</strong> la época del<br />
colonialismo europeo, sobre todo <strong>en</strong> aquellos donde la inseguridad ciudadana es muy<br />
elevada y donde las guerras civiles han conllevado una regresión civilizatoria. En otras<br />
naciones el régim<strong>en</strong> monárquico y el predominio de la religiosidad tradicional han resultado<br />
ser más b<strong>en</strong>ignos que la modernización acelerada dirigida por despóticos republicanos ateos,<br />
que no se preocupan por los costes humanos y sociales de los "experim<strong>en</strong>tos" que impon<strong>en</strong><br />
a sus sociedades.<br />
Pese a todas estas afirmaciones de carácter g<strong>en</strong>eral el s<strong>en</strong>tido común nos recuerda que es<br />
improbable un marco explicativo unitario, que sea válido para gran parte del planeta. Parece<br />
más razonable postular t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias ex negativo: establecer <strong>en</strong> forma provisional lo que no<br />
vale como g<strong>en</strong>eralización, lo que no ti<strong>en</strong>e simultáneam<strong>en</strong>te vig<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> muchos casos y lo<br />
que parece no inducir una secu<strong>en</strong>cia obligatoria de acontecimi<strong>en</strong>tos. Así se puede afirmar,<br />
por ejemplo, que no hay una conexión causal <strong>en</strong>tre felicidad y progreso; que no existe una<br />
correlación positiva <strong>en</strong>tre modernización e industrialización, por una parte, y una vida bi<strong>en</strong><br />
lograda y humanam<strong>en</strong>te digna, por otra. No se puede construir secu<strong>en</strong>cias evolutivas<br />
obligatorias y g<strong>en</strong>eralizables, como la que hizo más daño <strong>en</strong> el siglo XX: la que prescribía<br />
que el desarrollo debía ir de un capitalismo cond<strong>en</strong>ado al estancami<strong>en</strong>to y la crisis a un<br />
socialismo próspero y humanista. Modelos socio-económicos muy exitosos <strong>en</strong> un cierto<br />
espacio y tiempo pued<strong>en</strong> resultar un fracaso <strong>en</strong> circunstancias moderadam<strong>en</strong>te difer<strong>en</strong>tes.<br />
Tasas elevadas de producción y productividad no conllevan necesariam<strong>en</strong>te una<br />
configuración razonable de la esfera político-institucional. Una modernización ejemplar <strong>en</strong><br />
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el campo técnico-económico no es garantía de un ord<strong>en</strong> democrático y consagrado al Estado<br />
de Derecho. La aptitud de un régim<strong>en</strong> de producir índices notables de progreso material,<br />
educativo y social no dep<strong>en</strong>de de un modelo g<strong>en</strong>eralizable de desarrollo, sino de<br />
innumerables factores concretos <strong>en</strong> cada país y <strong>en</strong> cada periodo histórico. El éxito y el<br />
fracaso de una sociedad específica pued<strong>en</strong> ocurrir bajo los paradigmas de desarrollo más<br />
distintos.<br />
Finalm<strong>en</strong>te: es muy arduo el detectar una id<strong>en</strong>tidad nacional estable y realm<strong>en</strong>te original<br />
<strong>en</strong> una época de normas universalistas y seducciones emanadas por las corri<strong>en</strong>tes<br />
globalizadoras. Los postulados de originalidad tranquilizan la consci<strong>en</strong>cia colectiva y<br />
constituy<strong>en</strong> el pu<strong>en</strong>te hacia el propio pasado y sus tradiciones, y por estos dos motivos son<br />
irr<strong>en</strong>unciables. La aut<strong>en</strong>ticidad de muchos regím<strong>en</strong>es nacionalistas, populistas y<br />
simplem<strong>en</strong>te anti-imperialistas se agota <strong>en</strong> un folklore muy atray<strong>en</strong>te para los jóv<strong>en</strong>es<br />
desilusionados del Primer Mundo. La anhelada pluralidad de los caminos de desarrollo es<br />
algo que refuerza una m<strong>en</strong>talidad colectiva que ha <strong>en</strong>trado <strong>en</strong> crisis, y aun si existe<br />
realm<strong>en</strong>te, lo hace por debajo de metas normativas sustanciales prefijadas por lo alcanzado<br />
ya <strong>en</strong> las grandes naciones de Occid<strong>en</strong>te, sobre todo <strong>en</strong> lo refer<strong>en</strong>te al nivel de vida, los<br />
éxitos materiales y los elem<strong>en</strong>tos determinantes cont<strong>en</strong>idos <strong>en</strong> la modernidad 227 .<br />
La dialéctica <strong>en</strong>tre autonomía e imitación se manifiesta asimismo <strong>en</strong> la importación de un<br />
aparato estatal-administrativo modernizado (por ejemplo: con fuerzas armadas dotadas de<br />
los últimos artefactos y procedimi<strong>en</strong>tos de esta área) <strong>en</strong> conjunción con prácticas<br />
consuetudinarias que son preservadas de la cultura política tradicional. El resultado puede<br />
ser un Estado anómico 228 , que no ofrece a sus ciudadanos un marco de ord<strong>en</strong> y seguridad,<br />
sino más bi<strong>en</strong> constituye una fu<strong>en</strong>te de desord<strong>en</strong>. El aparato estatal pret<strong>en</strong>de regular ámbitos<br />
227 Cf. el <strong>en</strong>sayo muy temprano que no ha perdido vig<strong>en</strong>cia: Manfred Mols, Zum Problem des westlich<strong>en</strong><br />
Vorbildes in der neuer<strong>en</strong> Diskussion zur politisch<strong>en</strong> Entwicklung (Sobre el problema del prototipo occid<strong>en</strong>tal<br />
<strong>en</strong> la nueva discusión <strong>en</strong> torno al desarrollo político), <strong>en</strong>: VERFASSUNG UND RECHT IN ÜBERSEE, vol. 8<br />
(1975), Nº 1, p. 5.<br />
228 El concepto provi<strong>en</strong>e de Peter Waldmann, El Estado anómico. Derecho, seguridad pública y vida<br />
cotidiana <strong>en</strong> América Latina, Madrid: Iberoamericana 2006, pp. 15-19, obra ll<strong>en</strong>a de observaciones perspicaces<br />
sobre la realidad latinoamericana.<br />
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y regiones que no controla efectivam<strong>en</strong>te, y g<strong>en</strong>era acciones innecesariam<strong>en</strong>te viol<strong>en</strong>tas de<br />
sus propios ag<strong>en</strong>tes y sobrerreacciones inesperadas de la población. La administración<br />
pública y, sobre todo, el Poder Judicial son el orig<strong>en</strong> de temor e incertidumbre, por un lado,<br />
y de pautas de comportami<strong>en</strong>to premodernas y marcadam<strong>en</strong>te tradicionalistas, por otro, <strong>en</strong><br />
lugar de irradiar una cultura moderna, predecible y previsora. En el Tercer Mundo la ola<br />
democratizadora de las últimas décadas restauró ciertam<strong>en</strong>te procedimi<strong>en</strong>tos electorales e<br />
institucionales, pero dejó incólume la cultura política del autoritarismo y no consolidó el<br />
Estado de Derecho. El peligro global es un nuevo descontrol social y el socavami<strong>en</strong>to de las<br />
normas sociales aceptadas g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te. Nuevam<strong>en</strong>te las v<strong>en</strong>tajas asociadas al desarrollo<br />
modernizante quedan debilitadas por la fuerza de la tradición o, más preocupante aun, por el<br />
impulso anómico derivado de una imitación evolutiva de segunda clase.<br />
Un análisis de filosofía de la historia no puede prescindir de los temas y los factores que<br />
operan por detrás de los grandes acontecimi<strong>en</strong>tos, pero que a largo plazo son de una<br />
relevancia decisiva. Estableci<strong>en</strong>do un paralelismo con el terr<strong>en</strong>o de la física, podemos<br />
afirmar que así como hay un impulso a la sintropía, al mant<strong>en</strong>imi<strong>en</strong>to del ord<strong>en</strong>, a la<br />
edificación de estructuras organizativas y a la preservación de lo exist<strong>en</strong>te <strong>en</strong> un mom<strong>en</strong>to<br />
dado, se da también la t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia a la <strong>en</strong>tropía, al desord<strong>en</strong> de las estructuras, a la disipación<br />
de la <strong>en</strong>ergía y a la declinación de los esfuerzos. Según Manfred Wöhlcke, las sociedades<br />
altam<strong>en</strong>te complejas exhib<strong>en</strong> una inclinación manifiesta a la <strong>en</strong>tropía social, es decir a la<br />
desintegración de su arquitectura c<strong>en</strong>tral, a la dilución de sus principios organizativos, al<br />
decaimi<strong>en</strong>to de los designios que manti<strong>en</strong><strong>en</strong> <strong>en</strong> pie un ord<strong>en</strong> cultural-histórico. Ejemplos<br />
dramáticos de <strong>en</strong>tropía social son la crisis del medio ambi<strong>en</strong>te, la explosión demográfica, las<br />
migraciones masivas, el consumo de drogas y la pobreza extrema 229 . Al contrario de otros<br />
autores, Wöhlcke sosti<strong>en</strong>e que la complejidad social Ä la notable difer<strong>en</strong>ciación de roles y<br />
funciones, el alto grado de movilidad, el surgimi<strong>en</strong>to de infinitos grupos secundarios y la<br />
porosidad <strong>en</strong>tre capas sociales Ä conduce a una atomización de los intereses grupales, a la<br />
concurr<strong>en</strong>cia desmedida por bi<strong>en</strong>es siempre escasos (el prestigio, el dinero, los recursos<br />
naturales) y a la inseguridad perman<strong>en</strong>te <strong>en</strong> cuestiones de status. De acuerdo a este teorema,<br />
229 Manfred Wöhlcke, Soziale Entropie. Die Zivilisation und der Weg all<strong>en</strong> Fleisches (Entropía social. La<br />
civilización y el camino de toda carne), Munich: dtv 1996, pp. 15, 27, 170-174.<br />
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el resultado global sería apocalíptico: estadios avanzados de <strong>en</strong>tropía se distinguirían por el<br />
desprecio de los códigos éticos, el desdén por toda autoridad política, moral o intelectual, el<br />
predominio de la mediocridad, la dificultad de tomar decisiones y la decad<strong>en</strong>cia de las<br />
normas de trato social. El derecho se convertiría <strong>en</strong> algo muy complejo y hasta<br />
contradictorio, el pot<strong>en</strong>cial de sanción de la sociedad decaería a niveles peligrosos y los<br />
controles de calidad se volverían inefici<strong>en</strong>tes. Los juzgados estarían atiborrados de trabajo,<br />
las iglesias perderían a sus pocos fieles por seguir la moda de la secularización, las<br />
universidades bajarían de nivel y las escuelas serían presas del vandalismo. Wöhlcke<br />
asevera que este no es un esc<strong>en</strong>ario del futuro, sino la realidad cotidiana de algunas de las<br />
sociedades más prósperas del planeta 230 .<br />
Aplicando esta concepción al Tercer Mundo, se puede p<strong>en</strong>sar que también esta terrible<br />
constelación puede estar incluida d<strong>en</strong>tro de la dialéctica de autonomía e imitación. En Asia,<br />
Africa y América Latina la fuerza normativa que irradian el nivel de vida y los éxitos<br />
materiales de Europa y Norteamérica es simplem<strong>en</strong>te arrolladora; no se trata únicam<strong>en</strong>te de<br />
un efecto de demostración, como lo creía la sociología conv<strong>en</strong>cional, sino de un efecto de<br />
fascinación. Y esto significa que la aptitud de sopesar racionalm<strong>en</strong>te v<strong>en</strong>tajas y desv<strong>en</strong>tajas<br />
de un modelo de desarrollo y sus consecu<strong>en</strong>cias queda susp<strong>en</strong>dida; la razón global de los<br />
fines permanece fuera de juego. Esta es una de las posibilidades reales que dimana de la<br />
trinidad mágica de crecimi<strong>en</strong>to, desarrollo y progreso cuando ésta se consagra a satisfacer<br />
las necesidades siempre imperiosas de la población, cuando suelta las amarras del s<strong>en</strong>tido<br />
común, cuando se vuelve autónoma de toda reflexión sobre límites y limitaciones. Se anhela<br />
con tal int<strong>en</strong>sidad el alcanzar un "desarrollo pl<strong>en</strong>o" Ä se lo id<strong>en</strong>tifica con una autonomía<br />
bi<strong>en</strong> lograda Ä que se pierd<strong>en</strong> de vista las consecu<strong>en</strong>cias a largo plazo que conlleva el<br />
crecimi<strong>en</strong>to económico indisp<strong>en</strong>sable para ello y se supone que la imitación burda, pero<br />
acelerada de la modernidad occid<strong>en</strong>tal es, <strong>en</strong> la práctica, el mejor camino al progreso. La<br />
racionalidad instrum<strong>en</strong>tal Ä planes de desarrollo, inc<strong>en</strong>tivos para acrec<strong>en</strong>tar la producción y<br />
la productividad, los indicadores exitosos de crecimi<strong>en</strong>to Ä suplantan la racionalidad de las<br />
metas y la hac<strong>en</strong> superflua.<br />
230 Ibid., p. 26 sq., 231 sq.<br />
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El s<strong>en</strong>tido común guiado críticam<strong>en</strong>te debe evitar juicios valorativos extremos, pero sin<br />
claudicar <strong>en</strong> la int<strong>en</strong>ción esclarecedora: lo cual siempre es más fácil <strong>en</strong>unciar que llevar a<br />
cabo. De todas maneras parece que se puede afirmar razonablem<strong>en</strong>te que no hay modelos y<br />
leyes obligatorias de desarrollo histórico, pero que el paradigma occid<strong>en</strong>tal a partir del siglo<br />
XVI ha influido hasta hoy de tal manera la evolución mundial que es imposible pasarlo por<br />
alto. Y esta influ<strong>en</strong>cia, <strong>en</strong> líneas g<strong>en</strong>erales, ha t<strong>en</strong>ido aspectos muy positivos, que van desde<br />
la moral universalista, la democracia pluralista y el predominio del racionalismo <strong>en</strong> las<br />
actividades intelectuales. El common s<strong>en</strong>se nos lleva inmediatam<strong>en</strong>te a percibir lo negativo<br />
de este des<strong>en</strong>volvimi<strong>en</strong>to, que, como se sabe, alcanza desde el colonialismo europeo hasta<br />
las formas más atroces de una racionalidad instrum<strong>en</strong>tal eximida del control de la razón de<br />
los fines. Son juegos de int<strong>en</strong>sificación, según la terminología de Gerhard Schulze 231 , cuyo<br />
des<strong>en</strong>lace no presagia nada bu<strong>en</strong>o a nivel planetario. En gran parte del Tercer Mundo se<br />
trata, por otra parte, de democracias defici<strong>en</strong>tes, inestables y p<strong>en</strong>etradas por factores<br />
autoritarios, populistas y nacionalistas.<br />
Y, sin embargo, estos esfuerzos modernizantes y democratizantes son, <strong>en</strong> términos<br />
relativos, mejores que la mera continuación de regím<strong>en</strong>es tradicionales, despóticos y ex<strong>en</strong>tos<br />
de una dinámica de desarrollo. Una evaluación basada <strong>en</strong> el s<strong>en</strong>tido común crítico puede<br />
afirmar como corolario que los productos de la racionalidad instrum<strong>en</strong>tal deb<strong>en</strong> ser<br />
calificados de ambival<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> alto grado y que el único criterio válido para juzgarlos es<br />
acudir al tribunal de la razón global de los fines, por más anticuado que ésto su<strong>en</strong>e. Significa<br />
también admitir que valoraciones de este tipo no pued<strong>en</strong> estar <strong>en</strong>teram<strong>en</strong>te cubiertas o<br />
garantizadas por datos empíricos y testimoniales y que, por consigui<strong>en</strong>te, es m<strong>en</strong>ester un<br />
esfuerzo interpretativo que no anule, sino que complem<strong>en</strong>te los hechos registrados de la<br />
realidad inmediata. Por suerte muchos aspectos de la vida humana no pued<strong>en</strong> ser<br />
cuantificados, y por ello hay que <strong>en</strong>t<strong>en</strong>derlos mediante procedimi<strong>en</strong>tos exegéticos. Pero<br />
ésto, de ninguna manera, significa adoptar como propios los principios y las convicciones de<br />
231 Gerhard Schulze, Die beste aller Welt<strong>en</strong>. Wohin bewegt sich die Gesellschaft im 21. Jahrhundert? (El<br />
mejor de los mundos. Adónde se mueve la sociedad <strong>en</strong> el siglo XXI?), Frankfurt: Fischer 2004, p. 82 sqq., 92<br />
sqq.- La obra de Schulze, bastante confusa <strong>en</strong> su estructura e int<strong>en</strong>ción, ha sido sobrevalorada indebidam<strong>en</strong>te.<br />
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las escuelas herm<strong>en</strong>éuticas, que, al igual que las postmodernistas, han proliferado <strong>en</strong> los<br />
últimos tiempos y promuev<strong>en</strong> <strong>en</strong> el fondo una total arbitrariedad a la hora de sacar<br />
conclusiones y establecer prioridades y calidades difer<strong>en</strong>ciables. Los caminos de la<br />
interpretación, siempre laboriosos y provisorios, se deberían ori<strong>en</strong>tar por el principio de la<br />
phronesis, la prud<strong>en</strong>cia basada <strong>en</strong> la experi<strong>en</strong>cia, que juzga de acuerdo a lo probable,<br />
factible y razonable y no se exime de la necesidad de emitir juicios valorativos.<br />
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7<br />
¿Difer<strong>en</strong>cias culturales incomparables<br />
o prácticas autoritarias indef<strong>en</strong>dibles?<br />
En las ci<strong>en</strong>cias sociales de nuestros días es usual proclamar la incomparabilidad e<br />
inconm<strong>en</strong>surabilidad de los numerosos "proyectos civilizatorios" <strong>en</strong> el Tercer Mundo,<br />
puesto que existiría una diversidad tan amplia y tan profunda de culturas, que sería<br />
imposible <strong>en</strong>contrar un "metacriterio" histórico, desde el cual recién se podría juzgar las<br />
bondades y desv<strong>en</strong>tajas de las mismas. En el prosaico campo de la praxis ésto significa<br />
pasar g<strong>en</strong>erosam<strong>en</strong>te por alto los aspectos inaceptables e inhumanos de muchos regím<strong>en</strong>es<br />
socio-culturales. Por ello es conv<strong>en</strong>i<strong>en</strong>te m<strong>en</strong>cionar algunos rasgos que contradic<strong>en</strong> la<br />
diversidad, imcomparabilidad e inconm<strong>en</strong>surabilidad de las sociedades del Tercer Mundo:<br />
(a) el aspecto extraordinariam<strong>en</strong>te similar que exhib<strong>en</strong> casi todas las formas de pobreza <strong>en</strong><br />
Asia, África y América Latina;<br />
(b) la semejanza <strong>en</strong> el deterioro del medio ambi<strong>en</strong>te y la neglig<strong>en</strong>cia muy parecida con<br />
respecto a cuestiones ecológicas y conservacionistas;<br />
(c) la notable analogía constatable <strong>en</strong> los tres contin<strong>en</strong>tes, que puede ser caracterizada como<br />
el desinterés por la investigación ci<strong>en</strong>tífica y la desidia <strong>en</strong> lo refer<strong>en</strong>te a un espíritu crítico; y<br />
(d) el paralelismo <strong>en</strong> la tolerancia b<strong>en</strong>evol<strong>en</strong>te con respecto a gobiernos autoritarios.<br />
Un exam<strong>en</strong> det<strong>en</strong>ido de la vida cotidiana y de las prácticas sociopolíticas <strong>en</strong> numerosas<br />
sociedades del Tercer Mundo nos puede mostrar que exist<strong>en</strong> gradaciones cualitativas <strong>en</strong> el<br />
int<strong>en</strong>to universal de alcanzar un desarrollo razonable para los seres humanos (o una vida<br />
bi<strong>en</strong> lograda, como se decía <strong>en</strong> la Antigüedad clásica). Sería una simplificación inadmisible,<br />
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un cinismo notorio y un antihumanismo irracional Ä todo ello pert<strong>en</strong>ece al repertorio del<br />
postmodernismo Ä el declarar que no existe una perspectiva razonable para juzgar los<br />
méritos y los deméritos de todos estos modelos civilizatorios, que serían incomparables<br />
<strong>en</strong>tre sí y que, por consigui<strong>en</strong>te, no admitirían juicios de valor <strong>en</strong> torno a la calidad<br />
intrínseca de los mismos, sobre todo de los situados <strong>en</strong> las periferias mundiales.<br />
Para ilustrar esta temática se puede m<strong>en</strong>cionar el sigui<strong>en</strong>te testimonio. A mediados del<br />
siglo XIX Gérard de Nerval publicó su crónica del Ori<strong>en</strong>te islámico, que es un int<strong>en</strong>to<br />
literario de compr<strong>en</strong>der lo Otro, lo diametralm<strong>en</strong>te distinto a la cultura occid<strong>en</strong>tal. Este<br />
esfuerzo no estuvo teñido del propósito de d<strong>en</strong>igrar la civilización islámica o de despreciar<br />
la cultura de los países árabes que Nerval visitó (<strong>en</strong> el s<strong>en</strong>tido de ori<strong>en</strong>talismo como lo<br />
concibió Edward W. Said 232 ), sino que se inspiró <strong>en</strong> el anhelo de <strong>en</strong>t<strong>en</strong>der lo Otro y dar<br />
cu<strong>en</strong>ta de ello de forma objetiva e imparcial Ä <strong>en</strong> el grado <strong>en</strong> que la literatura lo puede<br />
permitir. Nerval quería hacer justicia a ese mundo tan difer<strong>en</strong>te del propio. El ambi<strong>en</strong>te que<br />
describe es deslumbrante y seductor y, al mismo tiempo, monstruoso e inhumano. Es<br />
ciertam<strong>en</strong>te lo Otro por excel<strong>en</strong>cia, fascinante y desafiante, ll<strong>en</strong>o de av<strong>en</strong>turas y<br />
curiosidades inesperadas, pero también un ámbito de una pobreza y suciedad indescriptibles,<br />
ll<strong>en</strong>o de injusticias y discriminaciones abominables, relacionadas sobre todo con las mujeres<br />
y los esclavos 233 . Y uno de los factores más detestables, como lo señaló Gérard de Nerval<br />
<strong>en</strong>tre líneas, es la justificación de ese estado de cosas mediante la religión, la tradición y la<br />
historia, es decir acudi<strong>en</strong>do al argum<strong>en</strong>to del carácter único e irreductible de las difer<strong>en</strong>cias<br />
id<strong>en</strong>tificatorias.<br />
232 Cf. la conocida obra de Edward W. Said, Ori<strong>en</strong>talism, New York / Londres: Oxford U. P. 1978, cuya<br />
relevancia actual <strong>en</strong> el ambi<strong>en</strong>te académico norteamericano ti<strong>en</strong>e seguram<strong>en</strong>te que ver con su carácter confuso<br />
y ambiguo.- La teoría de Said impulsaría una deplorable alianza <strong>en</strong>tre las condiciones premodernas que<br />
prevalec<strong>en</strong> aun <strong>en</strong> el Cercano Ori<strong>en</strong>te y la apología postmodernista de las mismas que predomina <strong>en</strong> el<br />
ambi<strong>en</strong>te académico de Occid<strong>en</strong>te. Dan Diner, Versiegelte Zeit. Über d<strong>en</strong> Stillstand in der islamisch<strong>en</strong> Welt<br />
(Tiempo sellado. Sobre el estancami<strong>en</strong>to <strong>en</strong> el mundo islámico), Berlin: List 2007, p. 13.<br />
233 Gérard de Nerval, Voyage <strong>en</strong> Ori<strong>en</strong>t, especialm<strong>en</strong>te el capítulo: Les femmes du Caire, <strong>en</strong>: Gérard de<br />
Nerval, Oeuvres, texto establecido y anotado por Albert Béguin y Jean Richer, París: Bibliothèque de la Pléiade<br />
/ Gallimard 1956, vol. II, pp. 94-313.- Una opinión totalm<strong>en</strong>te distinta <strong>en</strong>: Gustave Le Bon, La civilización de<br />
los árabes [1884], Bu<strong>en</strong>os Aires: Claridad 1944, pp. 315-326.<br />
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Muchos aspectos de la vida cotidiana <strong>en</strong> la mayoría de las sociedades que conforman el<br />
ámbito islámico, el tratami<strong>en</strong>to de las mujeres y de las minorías y la configuración de sus<br />
instituciones políticas no son sólo modelos distintos del europeo occid<strong>en</strong>tal, sino sistemas de<br />
ord<strong>en</strong>ami<strong>en</strong>to social que d<strong>en</strong>otan un arcaismo petrificado, un legado autoritario <strong>en</strong>raizado<br />
profundam<strong>en</strong>te y un nivel organizativo que ha quedado depasado por el decurso histórico<br />
modernizante. No hay duda, por otra parte, de que los elem<strong>en</strong>tos c<strong>en</strong>trales de esa tradición<br />
brindan seguridad emocional, un s<strong>en</strong>tido bi<strong>en</strong> fundado de pert<strong>en</strong><strong>en</strong>cia colectiva y, por<br />
consigui<strong>en</strong>te, una id<strong>en</strong>tidad relativam<strong>en</strong>te sólida. Y por todo ello estos factores son<br />
aceptados gustosam<strong>en</strong>te y estimados <strong>en</strong> alto grado por una porción muy importante de la<br />
población <strong>en</strong> el mundo islámico 234 . En otras áreas del Tercer Mundo se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran<br />
numerosos f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os similares. Constituy<strong>en</strong> evid<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te piedras angulares de una<br />
id<strong>en</strong>tidad colectiva que vi<strong>en</strong>e de muy atrás y que durará todavía por largo tiempo. En<br />
muchos casos se trata de una combinación de un arcaismo autoritario con modelos<br />
modernos de administración pública c<strong>en</strong>tralizada y con tecnologías muy avanzadas <strong>en</strong> el<br />
campo productivo. Mohammad 'Abduh, qui<strong>en</strong> fue uno de los pioneros del r<strong>en</strong>acimi<strong>en</strong>to<br />
islámico, consideró que el retorno a las fu<strong>en</strong>tes originales de la religiosidad y la cultura<br />
musulmanas sería la condición previa para la reconciliación del Islam con el mundo<br />
moderno, su ci<strong>en</strong>cia y su técnica 235 . Con las variaciones del caso, esta concepción está muy<br />
difundida <strong>en</strong> el Tercer Mundo.<br />
Allí donde la unidad estatal es débil o recién se empieza a configurar, como <strong>en</strong> numerosos<br />
países africanos, surg<strong>en</strong> ideologías muy ext<strong>en</strong>didas que proclaman el Estado unitario, el<br />
liderazgo fuerte de un solo caudillo y el culto a la patria, ideologías vistas ahora como<br />
necesidades histórico-culturales de indudable valía 236 . Estas doctrinas ti<strong>en</strong><strong>en</strong> además la<br />
234 Cf. Stefan Batzli et al. (comps.), M<strong>en</strong>sch<strong>en</strong>bilder, M<strong>en</strong>sch<strong>en</strong>rechte: Islam und Okzid<strong>en</strong>t. Kultur<strong>en</strong> und<br />
Konflikte (Visiones del hombre, derechos humanos: Islam y Occid<strong>en</strong>te. Culturas y conflictos), Zurich:<br />
Unionsverlag 1994; Igor Trutanow, Zwisch<strong>en</strong> Koran und Coca-Cola (Entre el Corán y la Coca-Cola), Berlin:<br />
Aufbau 1994.<br />
235 Mohammad 'Abduh, Seul un despote juste assurera la R<strong>en</strong>aissance de l'Ori<strong>en</strong>t, <strong>en</strong>: Anouar Abdel-Malek<br />
(comp.), Anthologie de la littérature arabe contemporaine. Les essais, París: Seuil 1965, p. 55 sqq.; <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral<br />
sobre esta temática cf. Abdallah Laroui, L'idéologie arabe contemporaine, París: Maspero 1977, p. 33 sqq., 68<br />
sqq.<br />
236 Cf. las obras que no han perdido vig<strong>en</strong>cia: Carlos Rangel, Del bu<strong>en</strong> salvaje al bu<strong>en</strong> revolucionario,<br />
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función indisp<strong>en</strong>sable de brindar seguridad emocional a los individuos desgarrados por el<br />
proceso incipi<strong>en</strong>te de la modernidad, que descompone rápidam<strong>en</strong>te los vínculos primarios.<br />
Esto explica parcialm<strong>en</strong>te el auge del fundam<strong>en</strong>talismo islámico. Versiones simplificadas de<br />
este credo, con claros elem<strong>en</strong>tos arcaizantes, int<strong>en</strong>tan r<strong>en</strong>ovar la unidad del ámbito político<br />
con el religioso, la id<strong>en</strong>tidad de razón y fe, y de esta manera recrear una constelación que<br />
habría existido <strong>en</strong> los primeros tiempos del Islam y que habría garantizado la concordia de<br />
los crey<strong>en</strong>tes y la gran expansión geográfica de este modelo civilizatorio. En el caso del<br />
Islam, lo decisivo está <strong>en</strong>carnado por la fusión <strong>en</strong>tre lo político y lo religioso, con la apar<strong>en</strong>te<br />
preemin<strong>en</strong>cia de lo último. Esta amalgama, que paradójicam<strong>en</strong>te se reafirmó y <strong>en</strong>dureció<br />
fr<strong>en</strong>te a la p<strong>en</strong>etración cultural y política europea a partir de la invasión napoleónica de<br />
Egipto, es ahora la característica distintiva del mundo islámico: hasta los marxistas más<br />
leales a su dogma se proclaman fidelísimos crey<strong>en</strong>tes de la fe musulmana <strong>en</strong> sus respectivos<br />
países. Y el prestigio de que goza este rasgo id<strong>en</strong>tificatorio hace todavía imp<strong>en</strong>sable la<br />
privatización del credo islámico según el modelo europeo o japonés, lo que, según<br />
numerosos p<strong>en</strong>sadores, políticos y empresarios, sería la solución para la crisis actual del<br />
ámbito islámico. En la constelación contemporánea este camino Ä la transformación de un<br />
credo religioso <strong>en</strong> un asunto personal-privado, según el ejemplo protestante Ä resulta ser<br />
altam<strong>en</strong>te improbable. Como escribió Bassam Tibi, hasta la g<strong>en</strong>te "moderna", que ha<br />
secularizado sus actividades hace mucho tiempo, cree que actúa estrictam<strong>en</strong>te según el<br />
derecho islámico tradicional, que no admite ninguna secularización 237 . Los esfuerzos<br />
intelectuales se reduc<strong>en</strong> <strong>en</strong>tonces a la apología del credo religioso (o de la ideología<br />
prevaleci<strong>en</strong>te), pues <strong>en</strong> una atmósfera semejante, que puede durar siglos, no hay un lugar<br />
efectivo para el cuestionami<strong>en</strong>to de las relaciones de poder, para la crítica del papel de la<br />
religión y para la duda acerca de los valores colectivos de ori<strong>en</strong>tación, pues todo ésto<br />
adquiere el color de lo herético y prohibido. En aquel contexto el saber intelectual se inclina<br />
a la def<strong>en</strong>sa de las tradiciones; allí no hay campo para la libertad de equivocarse.<br />
Caracas: Monte Avila 1977; David Collier / Julio Cotler (comps.), The New Authoritarianism in Latin America,<br />
Princeton: Princeton U. P. 1979; Hans F. Illy et al., Diktatur Ä Staatsmodell für die Dritt<strong>en</strong> Welt? (Dictadura Ä<br />
modelo estatal para el Tercer Mundo?), Freiburg: Ploetz 1980.<br />
237<br />
Bassam Tibi, Islam and Secularization, <strong>en</strong>: ARCHIV FÜR RECHTS- UND SOZIALPHILOSOPHIE,<br />
vol. LXVI (1980), Nº 2, pp. 216-221.<br />
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Se puede argüir, evid<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te, que no existe el Islam monolítico, sino una variedad de<br />
modelos culturales, derivados del gran legado musulmán, pero muy distintos y hasta<br />
diverg<strong>en</strong>tes <strong>en</strong>tre sí 238 . No hay duda de que hay una <strong>en</strong>orme difer<strong>en</strong>cia <strong>en</strong>tre el Islam<br />
tolerante y laxo de Indonesia y el wahhabismo intolerante y muy conservador de Arabia<br />
Saudita. Pero también se da un s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>to muy difundido <strong>en</strong> el área situada <strong>en</strong>tre<br />
Marruecos y Afganistán, sobre todo <strong>en</strong> los países árabes, que puede ser considerado como el<br />
fundam<strong>en</strong>to de una id<strong>en</strong>tidad colectiva. Este s<strong>en</strong>tir está conformado por una visión<br />
simplificada de las cre<strong>en</strong>cias coránicas y por una manifiesta aversión a la civilización<br />
occid<strong>en</strong>tal, aversión que se muestra como ambival<strong>en</strong>te. En el Tercer Mundo este tipo de<br />
combinación posee un fuerte impulso integrador y creador de id<strong>en</strong>tidades colectivas. Es<br />
claro que las élites intelectuales y empresariales del ámbito musulmán favorec<strong>en</strong><br />
g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te versiones mucho más difer<strong>en</strong>ciadas y refinadas sobre todos los asuntos<br />
humanos, incluida la religión.<br />
Y, sin embargo, numerosos elem<strong>en</strong>tos de esa id<strong>en</strong>tidad islámica de indudable arraigo<br />
popular significan una defici<strong>en</strong>cia político-social, una insufici<strong>en</strong>cia económica traumática y<br />
una muestra de irracionalidad global si uno los compara con lo que se ha alcanzado <strong>en</strong>tre<br />
tanto <strong>en</strong> las sociedades modernas. Y uno no puede dejar de compararlos con las normas<br />
occid<strong>en</strong>tales por dos razones de bastante peso:<br />
(a) las naciones islámicas Ä como casi todas <strong>en</strong> el Tercer Mundo Ä están cada vez más<br />
inmersas <strong>en</strong> el universo globalizado contemporáneo, cuyos productos, valores y hasta<br />
necedades van adoptando de modo inexorable; y<br />
(b) los propios habitantes de los países musulmanes (y, <strong>en</strong> realidad, también de América<br />
Latina, Asia y África) incesantem<strong>en</strong>te comparan y mid<strong>en</strong> su realidad con aquella del mundo<br />
238 Cf. Manuel Ruiz Figueroa, Islam: religión y Estado, México: El Colegio de México 1996, p. 207 sqq.; y<br />
sobre la posibilidad de un Islam crítico y democrático cf. las importantes obras: Mohammed Arkoun,<br />
Rethinking Islam: Common Questions, Uncommon Answers Today, Boulder: Westview 1994; Naguib Ayubi,<br />
El Islam político: teorías, tradiciones y rupturas, Barcelona: Bellaterra 1991; Rachid B<strong>en</strong>zine, Les nouveaux<br />
p<strong>en</strong>seurs de l'Islam, París: Albin Michel 2004.<br />
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occid<strong>en</strong>tal, y ellos mismos compilan inv<strong>en</strong>tarios de sus car<strong>en</strong>cias, los que son elaborados<br />
mediante la confrontación de lo propio con las v<strong>en</strong>tajas aj<strong>en</strong>as.<br />
En suma: si existiera un esquema evolutivo histórico aceptado g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te y si la<br />
corrección política lo permitiese, las sociedades musulmanas Ä como gran parte del<br />
llamado Tercer Mundo Ä estarían situadas <strong>en</strong> un estadio inferior con respecto a las naciones<br />
de Europa Occid<strong>en</strong>tal y América del Norte. El percibir y tomar <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta estas gradaciones<br />
no implica de ninguna manera aceptar leyes obligatorias de la historia, metas ineludibles del<br />
desarrollo o periodos insoslayables de la evolución; tampoco significa creer <strong>en</strong> la positividad<br />
del progreso material y <strong>en</strong> las metas normativas a las que presuntam<strong>en</strong>te se <strong>en</strong>caminaría el<br />
despliegue histórico. Y m<strong>en</strong>os aun conlleva la idea de que la democracia actual de masas,<br />
practicada <strong>en</strong> el mundo occid<strong>en</strong>tal, repres<strong>en</strong>taría la culminación racional del<br />
des<strong>en</strong>volvimi<strong>en</strong>to institucional. Reconocer que unos modelos de ord<strong>en</strong>ami<strong>en</strong>to social son<br />
más humanos que otros, que unas tradiciones culturales son m<strong>en</strong>os autoritarias que otras y<br />
que unas prácticas políticas son más razonables que otras, ti<strong>en</strong>e que ver con un common<br />
s<strong>en</strong>se guiado críticam<strong>en</strong>te, con un rechazo a la hipocresía y mediocridad intelectuales que se<br />
escudan <strong>en</strong> la corrección política y con el simple hecho de que una bu<strong>en</strong>a parte de los<br />
ciudadanos del Tercer Mundo (y especialm<strong>en</strong>te del área islámica) se esfuerzan por superar<br />
lo que ellos mismos consideran como un sistema inferior y defici<strong>en</strong>te de ord<strong>en</strong>ami<strong>en</strong>to<br />
social 239 .<br />
El gran teólogo suizo Hans Küng, <strong>en</strong> una inm<strong>en</strong>sa obra que trata incansablem<strong>en</strong>te de hacer<br />
justicia a la cultura, la historia y la teología islámicas, señaló que el estancami<strong>en</strong>to secular <strong>en</strong><br />
que está inmerso el mundo musulmán, después de un comi<strong>en</strong>zo brillante, no puede ser<br />
explicado adecuadam<strong>en</strong>te mediante el recurso fácil y superficial de atribuir toda la<br />
responsabilidad a la superioridad militar de los países europeos, al imperialismo económico<br />
de estos últimos o a las maquinaciones de Israel. A más tardar a partir del siglo XII se podría<br />
constatar un rechazo al quehacer filosófico, una negación de la autonomía de los saberes<br />
239 Una visión difer<strong>en</strong>te <strong>en</strong>: Hans Bosse, Diebe, Lügner, Faul<strong>en</strong>zer. Zur Ethno-Herm<strong>en</strong>eutik von<br />
Abhängigkeit und Verweigerung in der Dritt<strong>en</strong> Welt (Ladrones, m<strong>en</strong>tirosos, perezosos. Sobre una etnoherm<strong>en</strong>éutica<br />
de la dep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia y el rechazo <strong>en</strong> el Tercer Mundo), Frankfurt: Syndikat 1981.<br />
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ci<strong>en</strong>tíficos y un marcado m<strong>en</strong>osprecio del individuo autónomo. En el ámbito islámico estas<br />
actitudes, reforzadas y justificadas por ciertos principios religiosos y determinadas<br />
tradiciones socio-históricas conformadas antes de la p<strong>en</strong>etración europea Ä es decir: por<br />
factores id<strong>en</strong>tificatorios de primer rango Ä habrían imposibilitado la creación innovativa <strong>en</strong><br />
las ci<strong>en</strong>cias, las técnicas y las artes, dificultado el debate intelectual y político y restringido<br />
el campo del p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to y, por <strong>en</strong>de, de la praxis. El resultado histórico para el mundo<br />
islámico sería, según Küng, la imposibilidad de la constitución del individuo autónomo<br />
(fr<strong>en</strong>te a Dios, a los valores conv<strong>en</strong>cionales de comportami<strong>en</strong>to y a las instituciones<br />
sociopolíticas), la poca importancia otorgada a la ci<strong>en</strong>cia y la técnica y, por <strong>en</strong>de, la<br />
improbabilidad de un despliegue histórico similar a lo que aconteció a partir del<br />
R<strong>en</strong>acimi<strong>en</strong>to europeo 240 .<br />
Sin temor a g<strong>en</strong>eralizaciones indebidas, se puede decir que <strong>en</strong> las comunidades islámicas<br />
ortodoxas el Estado posee una dignidad superior a la del individuo; éste existe sólo <strong>en</strong> y para<br />
la colectividad. Derechos humanos, organizaciones autónomas al marg<strong>en</strong> del Estado<br />
omnímodo y mecanismos para controlar y limitar los poderes del gobierno son<br />
considerados, por lo tanto, como opuestos al legado coránico y llevan una exist<strong>en</strong>cia<br />
precaria, como muchas de las instituciones de la democracia moderna <strong>en</strong> el mundo árabe 241 .<br />
El comportami<strong>en</strong>to adecuado a tales circunstancias es el sometimi<strong>en</strong>to (lo que es el<br />
significado literal de "Islam") a las autoridades temporales y espirituales, complem<strong>en</strong>tado<br />
por un quietismo intelectual bastante estéril 242 . El des<strong>en</strong>volvimi<strong>en</strong>to del individuo <strong>en</strong> un<br />
ámbito liberado de la influ<strong>en</strong>cia del Estado y protegido por estatutos legales fue casi<br />
desconocido <strong>en</strong> el mundo islámico hasta la introducción parcial de la legislación europea.<br />
Por ello es un hecho g<strong>en</strong>eralizado que hasta hoy el rol de los derechos humanos y políticos<br />
240<br />
Hans Küng, Der Islam. Geschichte, Geg<strong>en</strong>wart, Zukunft (El Islam. Historia, pres<strong>en</strong>te, futuro), Munich /<br />
Zurich: Piper 2006, pp. 478-483.<br />
241 Sobre el Islam como sometimi<strong>en</strong>to cf. Jean-Claude Barreau, De l'Islam <strong>en</strong> général et du monde moderne<br />
<strong>en</strong> particulier, París: Le Pré aux Clercs 1991, passim.<br />
242 Cf. Udo Steinbach, Die M<strong>en</strong>sch<strong>en</strong>rechte im Verständnis des Islams (Los derechos humanos <strong>en</strong> la<br />
concepción islámica), <strong>en</strong>: VERFASSUNG UND RECHT IN ÜBERSEE (Hamburgo), vol. 8 (1975), Nº 1, p. 49<br />
sqq.; Gustav E. von Grunebaum, Studi<strong>en</strong> zum Kulturbild und Selbstverständnis des Islams (Estudios sobre la<br />
visión cultural y la autocompr<strong>en</strong>sión del Islam), Zürich/Stuttgart: Arthemis 1969, p. 248 sqq.<br />
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sea marcadam<strong>en</strong>te secundario, que la división de los poderes estatales y el mutuo control de<br />
los mismos permanezcan una ficción, que el régim<strong>en</strong> de partido único goce de excel<strong>en</strong>te<br />
reputación y que la autoridad suprema ti<strong>en</strong>da a ser caudillista, carismática e ilimitada. Todos<br />
estos elem<strong>en</strong>tos ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a reforzar un monismo básico: una sola ley, un único modelo de<br />
reord<strong>en</strong>ami<strong>en</strong>to socio-político, una cultura predominante, una estructura social unitaria y,<br />
como corolario, una voluntad g<strong>en</strong>eral <strong>en</strong>carnada <strong>en</strong> el gobierno de turno. Este sistema, que<br />
confunde aclamación con participación popular y la car<strong>en</strong>cia de opiniones diverg<strong>en</strong>tes con<br />
una id<strong>en</strong>tidad colectiva sólida y bi<strong>en</strong> lograda, corresponde, <strong>en</strong> el fondo, a un estadio<br />
evolutivo inferior y superado por la historia universal. Pero aun sin apelar a teorías<br />
evolutivas, se puede llegar a la conclusión de que la civilización islámica destruyó mediante<br />
su primera y muy exitosa expansión militar una pluralidad de culturas (la persa, las variantes<br />
bizantinas <strong>en</strong> Asia y Africa, las comunidades árabes pre-islámicas, las culturas autóctonas<br />
del Asia C<strong>en</strong>tral y otras), que habían alcanzado importantes logros civilizatorios propios,<br />
soluciones originales <strong>en</strong> la superación de problemas económicos, institucionales y<br />
organizativos y una brillantez inusitada <strong>en</strong> los campos del arte y la literatura. Para algunos<br />
de estos ámbitos la cultura islámica trajo consigo a largo plazo un retorno a modelos socioculturales<br />
arcaicos, adoptados, como se sabe, de una sociedad proto-urbana de beduinos,<br />
rodeada del medio hostil y aislante del desierto. Los def<strong>en</strong>sores actuales del particularismo y<br />
autoctonismo árabe-islámicos olvidan que éste no es precisam<strong>en</strong>te la creación auténtica,<br />
libre y realm<strong>en</strong>te aborig<strong>en</strong> de muchos pueblos del Norte de Africa, del Cercano y Medio<br />
Ori<strong>en</strong>te.<br />
Aquí es indisp<strong>en</strong>sable una aclaración sobre el presunto carácter teocrático de los<br />
regím<strong>en</strong>es conservadores islámicos. Principios e imág<strong>en</strong>es religiosas parec<strong>en</strong> imponerse <strong>en</strong><br />
todas las esferas sociales, pero la realidad se asemeja más a un sistema césaropapista, donde<br />
las élites políticas dic<strong>en</strong> la última palabra sobre la configuración cotidiana de esa influ<strong>en</strong>cia<br />
religiosa. El Estado debe ser unitario y fuerte, mi<strong>en</strong>tras que el gobernante debe t<strong>en</strong>er rasgos<br />
carismáticos y caudillescos, para que la expansión de la fe esté asegurada a largo plazo. El<br />
resultado es una amalgama de elem<strong>en</strong>tos teológicos y profanos, <strong>en</strong> la que los estratos<br />
privilegiados tradicionales manti<strong>en</strong><strong>en</strong> su preemin<strong>en</strong>cia política porque contribuy<strong>en</strong><br />
decisivam<strong>en</strong>te a consolidar un legado religioso incuestionable. Los individuos, aislados y<br />
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débiles, con una dignidad ontológica inferior, están <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tados a un Estado c<strong>en</strong>tralizado y<br />
poderoso (aunque su funcionami<strong>en</strong>to sea técnicam<strong>en</strong>te caótico). En el contexto de un Islam<br />
conv<strong>en</strong>cional, las personas no pued<strong>en</strong> hacer valer derechos anteriores y superiores con<br />
respecto a la comunidad y al Estado. La justificación del individuo es cumplir sus deberes<br />
fr<strong>en</strong>te al colectivo social, que, como tal, no puede cometer errores. No es superfluo añadir<br />
que esta constelación se repite, con muchas variantes, <strong>en</strong> dilatadas zonas del Tercer Mundo:<br />
los derechos humanos, la separación de los poderes estatales, la repres<strong>en</strong>tación autónoma de<br />
intereses y la participación política de los individuos son f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os que ingresaron desde<br />
afuera con la p<strong>en</strong>etración de la cultura europea y fueron aceptados Ä a regañadi<strong>en</strong>tes Ä<br />
recién a partir del siglo XX. Aunque g<strong>en</strong>eralizaciones son siempre inexactas, se puede<br />
aseverar que para la consci<strong>en</strong>cia islámica tradicional la democracia liberal, el mercado y<br />
comercio libres y el individualismo cultural repres<strong>en</strong>tan factores cercanos a un detestado y<br />
peligroso politeísmo y a una apostasía abominable. La historia del mundo islámico, desde el<br />
califato original hasta la república popular de inclinaciones socialistas, ha conocido muchos<br />
cambios, pero no ha g<strong>en</strong>erado de forma <strong>en</strong>dóg<strong>en</strong>a una doctrina de libertades políticas y<br />
derechos individuales 243 . Hasta hoy es muy difundida la concepción de que una democracia<br />
g<strong>en</strong>uina significa una gran cohesión social y una elevada capacidad de movilización política<br />
<strong>en</strong> pro de objetivos que las élites determinan sin consultar a las masas. Considerada desde<br />
una óptica personal, la democracia del ámbito islámico significa la realización de un<br />
cons<strong>en</strong>so compulsivo y no el respeto a un dis<strong>en</strong>so creador. Partidos y movimi<strong>en</strong>tos<br />
izquierdistas no han modificado (y no han querido modificar) esta constelación básica. En<br />
última instancia, la soberanía popular es sólo una cortina exitosa que <strong>en</strong>cubre los saberes y<br />
las prácticas tradicionales de estratos privilegiados muy reducidos.<br />
En varios modelos civilizatorios de cuño autoritario los elem<strong>en</strong>tos más nobles del legado<br />
occid<strong>en</strong>tal Ä el respeto al individuo (y al individualismo), la moral universalista, las<br />
instituciones democráticas Ä son percibidos como algo foráneo y am<strong>en</strong>azador o, <strong>en</strong> el mejor<br />
243 Para conocer versiones difer<strong>en</strong>tes de esta problemática cf. la importante obra de Abdolkarim Soroush,<br />
Reason, Freedom, and Democracy in Islam, Oxford: Oxford U. P. 2000 (que tematiza los elem<strong>en</strong>tos racionales<br />
y democráticos del Islam a lo largo de su historia); y el comp<strong>en</strong>dio (sin juicios valorativos) de Heinz Halm, Die<br />
Araber. Von der vorislamisch<strong>en</strong> Zeit bis zur Geg<strong>en</strong>wart (Los árabes. Desde los tiempos pre-islámicos hasta el<br />
pres<strong>en</strong>te), Munich: Beck 2006.<br />
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de los casos, como una moda innecesaria y pasajera. El "proceso de democratización" es<br />
visto <strong>en</strong> esa línea como una alteración de lo propio causada por una interv<strong>en</strong>ción de los<br />
países occid<strong>en</strong>tales 244 , lo que es reforzado <strong>en</strong> el ámbito musulmán por ideologías<br />
fundam<strong>en</strong>talistas, que, aunque difieran considerablem<strong>en</strong>te <strong>en</strong>tre sí, ti<strong>en</strong><strong>en</strong> <strong>en</strong> común el<br />
m<strong>en</strong>osprecio cultural del adversario. En todo el Tercer Mundo estas doctrinas radicales<br />
sirv<strong>en</strong> para consolidar una id<strong>en</strong>tidad social dev<strong>en</strong>ida precaria y para comp<strong>en</strong>sar las car<strong>en</strong>cias<br />
de estas sociedades (y de sus élites dirig<strong>en</strong>tes) mediante el recurso de postular la supremacía<br />
propia <strong>en</strong> las esferas religiosa y cultural. En estas "culturas a la def<strong>en</strong>siva" d<strong>en</strong>tro de la<br />
modernidad, como las calificó Bassam Tibi 245 , ext<strong>en</strong>sos grupos de afectados por el proceso<br />
de modernización tratan de "reconquistar su id<strong>en</strong>tidad" 246 , es decir: su dignidad, su visión<br />
del mundo y su presunta valía histórico-política, mediante un r<strong>en</strong>acimi<strong>en</strong>to de la propia<br />
tradición religiosa, que <strong>en</strong> la era de la ci<strong>en</strong>cia y la tecnología sólo puede funcionar tomando<br />
prestadas grandes porciones de la modernidad occid<strong>en</strong>tal, sin que t<strong>en</strong>ga lugar una discusión<br />
amplia y crítica, relevante <strong>en</strong> términos sociales y políticos, <strong>en</strong> torno al propio legado<br />
cultural 247 .<br />
Uno de los grandes aportes del cristianismo a la civilización universal debe ser visto <strong>en</strong> la<br />
separación <strong>en</strong>tre fe y razón y <strong>en</strong>tre Estado e Iglesia. Esto no excluye conexiones y<br />
colaboraciones muy amplias e int<strong>en</strong>sas <strong>en</strong>tre los dos ámbitos, pero la preservación de las<br />
difer<strong>en</strong>cias fundam<strong>en</strong>tales <strong>en</strong>tre ellos previ<strong>en</strong>e o mitiga el totalitarismo 248 . Cuando todos los<br />
244 Gilles Kepel, Die neu<strong>en</strong> Kreuzzüge. Die arabische Welt und die Zukunft des West<strong>en</strong>s (Las nuevas<br />
cruzadas. El mundo árabe y el futuro de Occid<strong>en</strong>te), Munich: Piper 2005, p. 356.- Cf. el testimonio autocrítico<br />
temprano de Abdallah Laroui, op. cit. (nota 4).<br />
245 Cf. el brillante estudio que no perdió vig<strong>en</strong>cia: Bassam Tibi, Die Krise des modern<strong>en</strong> Islams. Eine<br />
vorindustrielle Kultur im wiss<strong>en</strong>schaftlich-technisch<strong>en</strong> Zeitalter (La crisis del Islam moderno. Una cultura preindustrial<br />
<strong>en</strong> la era ci<strong>en</strong>tífico-técnica), Munich: Beck 1981, pp. 11-20.<br />
246 Anouar Abdel-Malek, La dialectique sociale, París: Seuil 1972, p. 69.<br />
247 Bassam Tibi, Die neue Weltunordnung. Westliche Dominanz und islamischer Fundam<strong>en</strong>talismus (El<br />
nuevo desord<strong>en</strong> mundial. La dominación occid<strong>en</strong>tal y el fundam<strong>en</strong>talismo islámico), Munich: Econ 2001, p.<br />
100.<br />
248 Sobre esta temática cf. la exhaustiva investigación de Hans Maier, Welt ohne Christ<strong>en</strong>tum Ä was wäre<br />
anders? (El mundo sin el cristianismo Ä cuál sería la difer<strong>en</strong>cia?), Freiburg etc.: Herder 2002, p. 159, 165. Cf.<br />
también: Léon Poliakov / Jean-Pierre Cabestan, Les totalitarismes du XXe siècle. Un phénomène historique<br />
dépassé?, París: Fayard 1987; Konrad Löw (comp.), Totalitarismus (Totalitarismo), Berlin: Duncker &<br />
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campos de la vida social se integran Ä a veces forzadam<strong>en</strong>te Ä <strong>en</strong> un contexto religioso o<br />
cuando la política es exaltada al rango de una fe, se da el peligro de un sistema totalitario<br />
que permea todas las esferas de la exist<strong>en</strong>cia. Las formas extremas de viol<strong>en</strong>cia que conoció<br />
el siglo XX fueron posibilitadas por la fascinación que ejercieron algunas ideologías<br />
políticas que despertaron esperanzas mesiánicas y utópicas sin límites. Las "religiones<br />
políticas modernas" (como el fascismo y el comunismo) crearon un horizonte de<br />
expectativas Ä simulando, además, un gran pot<strong>en</strong>cial de desarrollo histórico y cultural Ä<br />
donde se fundía una cre<strong>en</strong>cia irracional con la exclusión de toda actitud crítica, la<br />
predisposición a obedecer a autoridades espúreas y la adoración de la tecnología<br />
contemporánea 249 . No hay que excluir este peligro de la evolución del Tercer Mundo.<br />
Un ejemplo de autoritarismo práctico disfrazado de difer<strong>en</strong>cia cultural se da <strong>en</strong> América<br />
Latina. Especialm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> la región andina se expande desde fines del siglo XX la<br />
concepción de una justicia indíg<strong>en</strong>a, comunitaria, expedita y no burocrática, que estaría más<br />
"cercana al pueblo" y que sería más equitativa y legítima que la <strong>en</strong>revesada "justicia<br />
occid<strong>en</strong>tal" 250 . Para las teorías del relativismo axiológico y del multiculturalismo<br />
conv<strong>en</strong>cional Ä que han resultado ser los mejores fundam<strong>en</strong>tos teóricos y doctrinarios de<br />
esta concepción de justicia Ä no existe un "metacriterio" por <strong>en</strong>cima de todos los sistemas<br />
judiciales que permitiese establecer una gradación o jerarquía de los mismos y m<strong>en</strong>os aun<br />
emitir un dictam<strong>en</strong> valorativo sobre ellos. Todos los modelos de jurisprud<strong>en</strong>cia serían<br />
equival<strong>en</strong>tes <strong>en</strong>tre sí y deberían ser calificados y, si es necesario, criticados sólo por sus<br />
usuarios y víctimas. La justicia occid<strong>en</strong>tal sería superflua <strong>en</strong> la región andina, pues carecería<br />
de "legitimidad para la cosmovisión indíg<strong>en</strong>a" 251 . De este modo los habitantes de los Andes,<br />
Humblot 1988.<br />
249 Sobre la temática de las religiones políticas modernas cf. Hans Maier, Das Doppelgesicht des Religiös<strong>en</strong>.<br />
Religion Ä Gewalt Ä Politik (El rostro doble de lo religioso. Religión Ä viol<strong>en</strong>cia Ä política), Friburgo etc.:<br />
Herder 2004; Hans Maier (comp.), Wege in die Gewalt. Die modern<strong>en</strong> politisch<strong>en</strong> Religion<strong>en</strong> (S<strong>en</strong>das a la<br />
viol<strong>en</strong>cia. Las religiones políticas modernas), Frankfurt: Fischer 2002.<br />
250 Cf. Ramiro Orías Arredondo, Ag<strong>en</strong>da de justicia para la reforma constitucional: algunos elem<strong>en</strong>tos de<br />
discusión, <strong>en</strong>: OPINIONES Y ANALISIS (La Paz), Nº 81, noviembre de 2006, pp. 11-51, especialm<strong>en</strong>te pp.<br />
36-39.<br />
251 Edwin Cocarico Lucas, El etnoc<strong>en</strong>trismo político-jurídico y el Estado multinacional: nuevos desafíos<br />
para la democracia <strong>en</strong> Bolivia, <strong>en</strong>: AMERICA LATINA HOY. REVISTA DE CIENCIAS SOCIALES<br />
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por ejemplo, t<strong>en</strong>drían todo el derecho para suponer que su justicia indíg<strong>en</strong>a comunitaria es<br />
superior a las prácticas judiciales tomadas de la tradición occid<strong>en</strong>tal y que debería ser<br />
utilizada prefer<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te a los sistemas actuales de jurisprud<strong>en</strong>cia 252 .<br />
Esta doctrina merece ser analizada más detalladam<strong>en</strong>te a la vista de los problemas<br />
surgidos <strong>en</strong> la realidad cotidiana donde funcionan aun estos modelos, como <strong>en</strong> las zonas<br />
rurales andinas y allí donde su revitalización ha sido designada como prioridad de nuevas<br />
políticas (por ejemplo <strong>en</strong> Bolivia a partir de 2006). Mediante las explicaciones de sus<br />
propugnadores 253 y <strong>en</strong> base a la experi<strong>en</strong>cia cotidiana se puede afirmar lo sigui<strong>en</strong>te. Los<br />
sistemas comunitarios de justicia correspond<strong>en</strong> a órd<strong>en</strong>es sociales relativam<strong>en</strong>te simples,<br />
típicos de un ámbito pre-urbano e históricam<strong>en</strong>te estático, para los cuales es extraña la<br />
división y separación de poderes del mundo occid<strong>en</strong>tal. No conoc<strong>en</strong> difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong>tre<br />
derecho civil, p<strong>en</strong>al, mercantil, cont<strong>en</strong>cioso-administrativo, etc., y consideran que estas<br />
distinciones son negativas <strong>en</strong> cuanto fu<strong>en</strong>tes de iniquidad, <strong>en</strong>marañami<strong>en</strong>to y trampas<br />
legales. No contemplan ninguna posibilidad de apelar a instancias superiores y presupon<strong>en</strong>,<br />
por consigui<strong>en</strong>te, la absoluta corrección y verdad de la primera y única s<strong>en</strong>t<strong>en</strong>cia judicial.<br />
Las autoridades comunarias (rurales) pre-exist<strong>en</strong>tes son simultáneam<strong>en</strong>te policías, fiscales,<br />
def<strong>en</strong>sores y jueces 254 .<br />
Estos sistemas de justicia no conoc<strong>en</strong> organismos especializados ni personal formado<br />
profesionalm<strong>en</strong>te para administrar justicia 255 . G<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te es la autoridad preconstituida o<br />
(Salamanca), Nº 43, agosto de 2006, p. 140.<br />
252 Sobre esta temática cf. Lor<strong>en</strong>a Ossio / Silvina Ramírez, Justicia comunitaria: análisis jurídico, La Paz:<br />
Ministerio de Justica y Derechos Humanos 1998; Lor<strong>en</strong>a Ossio / Silvina Ramírez, Justicia comunitaria:<br />
propuesta normativa para el reconocimi<strong>en</strong>to de la justicia comunitaria, La Paz: Ministerio de Justica y<br />
Derechos Humanos 1998; Ramiro Molina, El derecho consuetudinario <strong>en</strong> Bolivia: una propuesta de ley de<br />
reconocimi<strong>en</strong>to de la justicia comunitaria, La Paz: Ministerio de Justica y Derechos Humanos 1999.<br />
253 Val<strong>en</strong>tín Ticona [Viceministro de Justicia Comunitaria de Bolivia], "El delito se resuelve y se castiga <strong>en</strong><br />
una asamblea indíg<strong>en</strong>a", <strong>en</strong>: LA PRENSA (La Paz) del 5 de <strong>en</strong>ero de 2007, p. 6a.<br />
254<br />
Las autoridades originarias son policías, fiscales y jueces a la vez, <strong>en</strong>: LA RAZON (La Paz) del 14 de<br />
<strong>en</strong>ero de 2007, p. A8.<br />
255 Sobre el "subsistema de justicia comunitaria" cf. Carlos Alarcón, Sistema constitucional de justicia.<br />
Propuesta para la Asamblea Constituy<strong>en</strong>te, <strong>en</strong>: OPINIONES Y ANALISIS, Nº 81, noviembre de 2006, pp. 53-<br />
80, especialm<strong>en</strong>te p. 72 sq.<br />
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la asamblea de la localidad campesina la que oficia de tribunal. No existe una estructura<br />
normativa mínima (un protocolo) para el inicio, el despliegue y la conclusión de un "juicio".<br />
Los acusados no dispon<strong>en</strong> de una def<strong>en</strong>sa (abogado) que conozca los códigos informales<br />
que, por más rudim<strong>en</strong>tarios que sean, determinan el comportami<strong>en</strong>to de los habitantes Ä y<br />
por lo tanto de los jefes Ä de esas comunidades; esta protección es indisp<strong>en</strong>sable para el<br />
acusado, pues hasta <strong>en</strong> la sociedad más transpar<strong>en</strong>te y justa se comet<strong>en</strong> abusos e<br />
irregularidades, sobre todo de parte de los gobernantes. La praxis diaria de la justicia<br />
comunitaria <strong>en</strong> el ámbito andino sugiere que los "procesos" están librados a los ánimos del<br />
mom<strong>en</strong>to y a la efervesc<strong>en</strong>cia popular de la asamblea local que actúa como tribunal, a los<br />
raptos de emoción que <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral son manipulados hábilm<strong>en</strong>te por los caciques y caudillos<br />
locales de turno. Es evid<strong>en</strong>te que todas estas car<strong>en</strong>cias "formales" afectan los derechos de<br />
los acusados.<br />
Esta doctrina hace pasar un desarrollo incipi<strong>en</strong>te (y defici<strong>en</strong>te, si se lo mide <strong>en</strong><br />
comparación a sociedades más complejas y desarrolladas), como si fuera la última palabra<br />
de la evolución de los modelos de administrar justicia y la manifestación de un concepto de<br />
justicia y equidad que no sólo es considerado como distinto de la visión occid<strong>en</strong>tal, sino<br />
como una versión más veraz y adelantada de una justicia espontánea, no burocratizada y no<br />
corrompida por las detestables prácticas legales de la cultura europea 256 . Según un<br />
destacado jurista, los latigazos, los trabajos comunales obligatorios, "la expulsión de la<br />
comunidad o excepcionalm<strong>en</strong>te la p<strong>en</strong>a de muerte" ti<strong>en</strong><strong>en</strong> una finalidad "es<strong>en</strong>cialm<strong>en</strong>te<br />
resocializadora" 257 .<br />
El principio doctrinario que subyace a este modelo de jurisprud<strong>en</strong>cia es estrictam<strong>en</strong>te<br />
colectivista y anti-individualista. No exist<strong>en</strong> culpables individuales, pues "todos somos<br />
culpables", como señaló Jorge Miranda, asesor del Viceministerio de Justicia Comunitaria<br />
<strong>en</strong> Bolivia 258 . Se diluye así toda responsabilidad individual <strong>en</strong> la comisión de delitos, y de<br />
256 Las autoridades..., op. cit. (nota 23), p. A8.<br />
257 Edwin Cocarico Lucas, op. cit. (nota 20), p. 145.<br />
258 Un proyecto excluye la cárcel para violadores, <strong>en</strong>: LA RAZON (La Paz) del 5 de <strong>en</strong>ero de 2007.<br />
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ahí se deriva la poca utilidad y el desarrollo incipi<strong>en</strong>te de un sistema de jurisprud<strong>en</strong>cia. Esta<br />
justicia constituye, <strong>en</strong> realidad, un procedimi<strong>en</strong>to para disciplinar a los habitantes de la<br />
comunidad e igualar sus comportami<strong>en</strong>tos según un molde no escrito, nunca explicitado<br />
claram<strong>en</strong>te, pero que induce a pautas normativas colectivistas que no son puestas <strong>en</strong><br />
cuestionami<strong>en</strong>to (lo que ya repres<strong>en</strong>taría un acto individual de rebelión). En las s<strong>en</strong>t<strong>en</strong>cias<br />
prácticas se privilegia el castigo colectivo, por ejemplo contra la familia o el clan del<br />
culpable, que ti<strong>en</strong>e que tomar a su cargo una parte importante de la culpa y del resarcimi<strong>en</strong>to<br />
de daños.<br />
El resultado práctico es un retorno a formas prerracionales de justicia. La expulsión de la<br />
comunidad es vista como el castigo más duro, porque esta separación, temporal o definitiva,<br />
significa la muerte moral para el culpable. No se contempla un sistema de det<strong>en</strong>ción o de<br />
prisión. Las p<strong>en</strong>as dictadas son g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te castigos físicos inmediatos (latigazos, picota,<br />
cepo) y el resarcimi<strong>en</strong>to material del daño. Los castigos corporales consuetudinarios son<br />
percibidos como una modalidad más humana y más progresista que las p<strong>en</strong>as de prisión. Se<br />
asevera que el <strong>en</strong>cierro "occid<strong>en</strong>tal" repres<strong>en</strong>ta también un castigo tanto físico como<br />
psicológico, más grave que los latigazos, pues bloquea "el horizonte de visibilidad del<br />
cond<strong>en</strong>ado" 259 . La lesividad con respecto a los castigados sería mucho mayor <strong>en</strong> la justicia<br />
occid<strong>en</strong>tal. Las labores comunales obligatorias (una de las formas usuales de castigo)<br />
podrían ser percibidas desde la óptica occid<strong>en</strong>tal como trabajos forzados, pero, como el<br />
cond<strong>en</strong>ado no es privado de su libertad, constituy<strong>en</strong> un modelo muy avanzado de<br />
resarcimi<strong>en</strong>to de daños 260 . No se contempla una investigación objetiva y pericial de los<br />
delitos imputados ni se investigan las pruebas. En lugar de la investigación pericial de los<br />
anteced<strong>en</strong>tes, la justicia comunitaria recurre a m<strong>en</strong>udo a los oráculos y a rituales religiosos y<br />
mágicos para averiguar la "verdad" de cada caso 261 . Estos procedimi<strong>en</strong>tos se parec<strong>en</strong> a las<br />
pruebas de valor y a las ordalías de la Edad Media. La palabra del acusador está contra la<br />
palabra del acusado. Se presume Ä <strong>en</strong> Bolivia de manera muy difundida Ä que los<br />
259 Edwin Cocarico Lucas, op. cit. (nota 20), p. 139.<br />
260 Ibid., p. 140.<br />
261 Las autoridades..., op. cit. (nota 23), p. A8.<br />
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miembros de las comunidades rurales y campesinas no mi<strong>en</strong>t<strong>en</strong> y que, por ello, la búsqueda<br />
de la verdad es algo muy simple y rápido 262 .<br />
Todas las comunidades campesinas y rurales <strong>en</strong> la región andina se hallan desde hace ya<br />
mucho tiempo sometidas a procesos de aculturación, mestizaje y modernización, lo que ha<br />
conllevado la descomposición de su cosmovisión original y de sus valores ancestrales de<br />
ori<strong>en</strong>tación; la justicia comunitaria no está al marg<strong>en</strong> de esta evolución. Cada vez es mayor<br />
el número de indíg<strong>en</strong>as que acud<strong>en</strong> directam<strong>en</strong>te a la "justicia occid<strong>en</strong>tal" (la regular del<br />
Estado respectivo) o que mediante esta última tratan de modificar fallos adversos de la<br />
justicia comunitaria 263 . Este parece ser el desarrollo histórico "normal" cuando una sociedad<br />
gana <strong>en</strong> complejidad.<br />
En numerosos casos, cuando no <strong>en</strong> la mayoría, la "s<strong>en</strong>t<strong>en</strong>cia" se limita a reconocer una<br />
posición intermedia <strong>en</strong>tre la versión del acusado y la del acusador, como si ésto fuera el<br />
descubrimi<strong>en</strong>to de la verdad factual, lo que favorece claram<strong>en</strong>te la actuación de los astutos,<br />
ya que éstos, sólo con formular la acusación, ti<strong>en</strong><strong>en</strong> ganada la mitad de la partida. En caso<br />
de violación, por ejemplo, existe el notable consuelo de que el violador es obligado a casarse<br />
con la víctima. Simultáneam<strong>en</strong>te se evita algo "inhumano" como la prisión, así que el<br />
asesino confeso y convicto es obligado únicam<strong>en</strong>te a resarcir el daño a la familia del<br />
asesinado (y sólo <strong>en</strong> el modesto marco de sus posibilidades financieras).<br />
Todo esto no puede ser considerado como un paradigma de justicia difer<strong>en</strong>te y valioso <strong>en</strong><br />
sí mismo, una alternativa válida a la corrupta y retorcida justicia occid<strong>en</strong>tal. Se trata, <strong>en</strong> el<br />
fondo, de formas primitivas o, dicho <strong>en</strong> l<strong>en</strong>guaje tecnocrático, de modelos subcomplejos de<br />
administrar una justicia elem<strong>en</strong>tal. En s<strong>en</strong>tido estricto la justicia comunitaria resulta ser un<br />
mecanismo conv<strong>en</strong>cional y rutinario de disciplinami<strong>en</strong>to social.<br />
262 Un distinguido académico afirmó: "Si el acusado mi<strong>en</strong>te, según las costumbres, sufrirá la ira de los<br />
símbolos de su religiosidad y espiritualidad. Si el infractor mi<strong>en</strong>te, sufrirá una descarga eléctrica o la sal le<br />
quemará los pies" (Cocarico, op. cit. [nota 20], p. 145). Muy similar: Las autoridades..., op. cit. (nota 23), p.<br />
A8.<br />
263 Como lo manifiesta Edwin Cocarico Lucas, op. cit. (nota 20), p. 150.<br />
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No debemos aceptar, por todo ésto, los teoremas doctrinales tan expandidos hoy <strong>en</strong> el<br />
Tercer Mundo y legitimados por el relativismo axiológico, que parti<strong>en</strong>do de la diversidad de<br />
culturas y de la presunta incomparabilidad de las mismas, declaran como imposible (desde<br />
el punto de vista teórico) e "imperialista" (desde la perspectiva política) la vig<strong>en</strong>cia de los<br />
derechos humanos universales 264 . Este relativismo parece consolidado por las versiones más<br />
audaces del p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to postmodernista. Por ello hay que examinar la curiosa, pero <strong>en</strong>orme<br />
popularidad de que goza, sobre todo <strong>en</strong> ambi<strong>en</strong>tes intelectules, la mixtura de Marx,<br />
Heidegger, la Teología de la Liberación y el antiliberalismo 265 , porque esta combinación<br />
satisface necesidades psíquicas de primer ord<strong>en</strong> y corresponde a dilatados prejuicios<br />
político-culturales. Amparándose <strong>en</strong> concepciones similares, algunos autores, cada vez más<br />
influy<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> el área andina, pon<strong>en</strong> <strong>en</strong> duda la necesidad de introducir y consolidar la<br />
moderna democracia pluralista y repres<strong>en</strong>tativa, pues sería un f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o "foráneo", propio<br />
de la civilización occid<strong>en</strong>tal. Las culturas andinas autóctonas habrían creado sus propias<br />
formas de democracia directa y participativa, sin necesidad de un proceso de<br />
institucionalización 266 . De ahí hay un paso a rechazar toda m<strong>en</strong>ción del autoritarismo<br />
inmerso <strong>en</strong> las tradiciones políticas del mundo andino y a postular la tesis de que elem<strong>en</strong>tos<br />
c<strong>en</strong>trales de la vida democrática contemporánea (el s<strong>en</strong>tido de responsabilidad, el concepto<br />
de libertad, los derechos básicos, la tolerancia <strong>en</strong>tre grupos plurales) deb<strong>en</strong> ser vistos y<br />
compr<strong>en</strong>didos desde otra óptica, que supera el marco institucional y que presuntam<strong>en</strong>te se<br />
"abre" a otras viv<strong>en</strong>cias más profundas y directam<strong>en</strong>te corporales, como la discriminación,<br />
la desigualdad y la pobreza 267 . La popular alusión a la discriminación, la desigualdad y la<br />
pobreza Ä cuya exist<strong>en</strong>cia está por <strong>en</strong>cima de toda duda Ä sirve hábilm<strong>en</strong>te para exculpar y<br />
264 Sérgio Costa, Derechos humanos <strong>en</strong> el mundo postnacional, <strong>en</strong>: NUEVA SOCIEDAD (Caracas), Nº 188,<br />
noviembre/diciembre de 2003, pp. 52-65, donde el autor expone la cómoda y popular teoría de que los derechos<br />
humanos no ti<strong>en</strong><strong>en</strong> carácter universal y, por <strong>en</strong>de, pued<strong>en</strong> ser relativizados porque pert<strong>en</strong>ecerían casualm<strong>en</strong>te a<br />
una tradición específica, la de Europa Occid<strong>en</strong>tal.<br />
265<br />
Cf. un ejemplo ilustrativo: Enrique Dussel, Veinte proposiciones de política de la liberación, La Paz:<br />
Tercera Piel 2006.<br />
266 Cf. un testimonio de esta corri<strong>en</strong>te <strong>en</strong> el ámbito boliviano: Rafael Bautista S., Octubre: el lado oscuro de<br />
la luna. Elem<strong>en</strong>tos para diagnosticar una situación histórico-exist<strong>en</strong>cial: una nación al borde de otro<br />
alumbrami<strong>en</strong>to. La Paz: Tercera Piel 2006.<br />
267 Jiovanny E. Samanamud Avila, La subjetividad política de los jóv<strong>en</strong>es <strong>en</strong> la ciudad de El Alto, <strong>en</strong>:<br />
T'INKAZOS. REVISTA BOLIVIANA DE CIENCIAS SOCIALES (La Paz), vol. 9, Nº 21, diciembre de<br />
2006, pp. 95-109, especialm<strong>en</strong>te p. 98.<br />
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expurgar a la cultura andina de factores antidemocráticos y para dejar de lado hábilm<strong>en</strong>te la<br />
problemática del autoritarismo cotidiano.<br />
En dilatadas porciones del Tercer Mundo, el ámbito de la cultura occid<strong>en</strong>tal es pintado<br />
como una civilización decad<strong>en</strong>te, superficial, materialista, sin raíces y sin sueños, que habría<br />
destruido, por ejemplo, el vigor y la unidad espirituales del Ori<strong>en</strong>te. Esta corri<strong>en</strong>te reconoce<br />
los avances ci<strong>en</strong>tífico-técnicos de los países occid<strong>en</strong>tales, pero critica la falta de una gran<br />
visión histórica y religiosa, que vaya más allá de los afanes cotidianos. Este desdén por la<br />
democracia conti<strong>en</strong>e elem<strong>en</strong>tos premodernos y hasta pre-urbanos. La democracia <strong>en</strong> cuanto<br />
sistema competitivo, <strong>en</strong> el cual los partidos luchan abiertam<strong>en</strong>te por el poder y donde la<br />
resolución de conflictos se produce mediante negociaciones y compromisos, es percibida<br />
por sus detractores como un ord<strong>en</strong> social débil y sin substancia, antiheroico, mediocre y<br />
corrupto. En la conformación de una consci<strong>en</strong>cia anti-occid<strong>en</strong>talista la democracia moderna<br />
es vista como el ámbito de los comerciantes y los mercaderes, donde faltan los grandes<br />
designios y los propósitos sublimes 268 . Como François Furet nos recuerda, estas ideas antioccid<strong>en</strong>talistas<br />
pose<strong>en</strong> también una amplia y distinguida tradición <strong>en</strong> Europa, donde autores<br />
ilustres como Friedrich Nietzsche, F. M. Dostoevskij y Georg Lukács se dedicaron<br />
metódicam<strong>en</strong>te a d<strong>en</strong>unciar el carácter mezquino y decad<strong>en</strong>te de la democracia mercantil 269 .<br />
Complem<strong>en</strong>tando la tesis de Furet es indisp<strong>en</strong>sable m<strong>en</strong>cionar que la democracia occid<strong>en</strong>tal<br />
no estaba (y no está) ex<strong>en</strong>ta de numerosos aspectos mezquinos y decad<strong>en</strong>tes Ä y aun otros<br />
más graves Ä, que, a su modo, criticaron Nietzsche y Dostoevskij, aportes que pert<strong>en</strong>ec<strong>en</strong> a<br />
lo más noble del legado europeo, y sin los cuales la cultura actual sería mucho más pobre.<br />
Finalm<strong>en</strong>te hay que subrayar lo sigui<strong>en</strong>te. La crítica de la modernidad se da sólo después<br />
de un <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro traumático con el ámbito de la civilización occid<strong>en</strong>tal 270 . En el fondo se<br />
268 Sobre el occid<strong>en</strong>talismo como ideología comp<strong>en</strong>satoria cf. Ian Buruma / Avishai Margalit,<br />
Okzid<strong>en</strong>talismus. Der West<strong>en</strong> in d<strong>en</strong> Aug<strong>en</strong> seiner Feinde (Occid<strong>en</strong>talismo. El Oeste <strong>en</strong> los ojos de sus<br />
<strong>en</strong>emigos), Munich: Hanser 2005, p. 10, 13, 16, 60 sq.- Cf. también: Bertrand Badie, L'état importé:<br />
l'occid<strong>en</strong>talisation de l'ordre politique, París: Fayard 1994.<br />
269 François Furet, El pasado de una ilusión. Ensayo sobre la idea comunista <strong>en</strong> el siglo XX, México: FCE<br />
1995, p. 142; George Steiner, Tolstoi o Dostoievski, México: Era 1968.<br />
270 Tesis de Samuel Kodjo, Probleme der Akkulturation in Afrika (Problemas de aculturación <strong>en</strong> África),<br />
Meis<strong>en</strong>heim: Hain 1973: Un <strong>en</strong>t<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to posterior es difícil porque no fue un <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro de culturas más o<br />
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trata de una posición ambival<strong>en</strong>te con respecto al mundo europeo: la ambigüedad es, como<br />
se sabe, una de las causas más poderosas para s<strong>en</strong>tirse mal consigo mismo y para elaborar<br />
ideologías comp<strong>en</strong>satorias respecto de una car<strong>en</strong>cia. Las mismas personas que admiran los<br />
logros de Occid<strong>en</strong>te <strong>en</strong> lo económico, técnico y militar, desprecian sus instituciones<br />
políticas, sus prácticas democráticas y su filosofía racionalista. La supremacía que<br />
precisam<strong>en</strong>te estos factores han otorgado a la civilización occid<strong>en</strong>tal han vulnerado el<br />
orgullo colectivo de los musulmanes y particularm<strong>en</strong>te de los árabes: una porción<br />
importante de ellos supone que las maquinaciones occid<strong>en</strong>tales han socavado su antigua<br />
gloria y que aquellas son responsables por el rol marginal que la civilización islámica juega<br />
ahora <strong>en</strong> el mundo globalizado. Esta autopercepción es la base para el radicalismo de<br />
algunas corri<strong>en</strong>tes del fundam<strong>en</strong>talismo islamista. Es un s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>to de impot<strong>en</strong>cia,<br />
inseguridad y humillación, unido a un desmembrami<strong>en</strong>to psíquico (admiración y repulsión<br />
simultáneam<strong>en</strong>te) y a una aus<strong>en</strong>cia de normativas claras <strong>en</strong> un mundo de todas maneras<br />
sometido a un proceso acelerado de cambio y modernización. El resultado final puede ser<br />
descrito como un conflicto de id<strong>en</strong>tidad difícil de resolver por la vía pacífica, lo que<br />
favorece la predisposición a actitudes viol<strong>en</strong>tas y hasta terroristas 271 .<br />
m<strong>en</strong>os equival<strong>en</strong>tes, sino un choque asimétrico de modelos civilizatorios diverg<strong>en</strong>tes.<br />
271 Cf. el brillante <strong>en</strong>sayo de Hamed Abdel-Samad, Radikalisierung in der Fremde? Muslime in Deutschland<br />
(Radicalización <strong>en</strong> el extranjero? Musulmanes <strong>en</strong> Alemania), <strong>en</strong>: Peter Waldmann (comp.), Determinant<strong>en</strong> des<br />
Terrorismus (Determinantes del terrorismo), Weilerswist: Velbrück 2004, pp. 189-240, especialm<strong>en</strong>te pp. 217,<br />
226-228.<br />
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8<br />
La modernización parcial<br />
y la posible consolidación de tradiciones autoritarias<br />
Aspectos preliminares<br />
Con relativam<strong>en</strong>te pocas excepciones, como el ámbito político-cultural de Polinesia,<br />
algunas sociedades subsaharianas y varias etnias amazónicas, Asia, Africa y América Latina<br />
no conocieron hasta la segunda mitad del siglo XX periodos históricos largos con<br />
tradiciones democráticas propias y sólidas. Lo usual y perdurable ha sido el autoritarismo <strong>en</strong><br />
sus diversas variantes. En la mayoría de los casos, la legitimación de los gobiernos mediante<br />
programas y prácticas democráticas ha sido un bi<strong>en</strong> tardío introducido por el contacto con la<br />
civilización occid<strong>en</strong>tal. Ello puede aseverarse, con más razón todavía, del rol positivo<br />
atribuido hoy de manera g<strong>en</strong>eralizada a la oposición y al dis<strong>en</strong>so políticos. Lo mismo cabe<br />
decir de la separación de poderes (que sea algo más que una fachada institucional), de la<br />
repres<strong>en</strong>tación autónoma de intereses sectoriales y de la libertad de expresión y asociación.<br />
Hasta nuestros días <strong>en</strong> dilatadas zonas del Tercer Mundo la posición del individuo fr<strong>en</strong>te a la<br />
autoridad estatal puede ser calificadas de ambigua: las personas no dispon<strong>en</strong> de un ambi<strong>en</strong>te<br />
de unvulnerabilidad, protegido por la normativa jurídica, que es indisp<strong>en</strong>sable para el<br />
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despliegue de la dignidad humana, como se la <strong>en</strong>ti<strong>en</strong>de <strong>en</strong> el ámbito moderno. Esta<br />
constelación debe ser examinada a la vista de un factor adicional, muy expandido <strong>en</strong> casi<br />
todo el Tercer Mundo. Una gran parte de la opinión pública supone que se puede separar los<br />
inv<strong>en</strong>tos y procedimi<strong>en</strong>tos técnicos de sus precondiciones y bases ci<strong>en</strong>tíficas: los logros de<br />
la tecnología se podrían adquirir, adoptar y modificar, compr<strong>en</strong>der, utilizar y hasta mejorar,<br />
sin recurrir a un cimi<strong>en</strong>to ci<strong>en</strong>tífico (y a su cultura intelectual), que ti<strong>en</strong>e la incómoda tarea<br />
de cuestionar y desechar prácticas conv<strong>en</strong>cionales, rutinas sociales y ante todo<br />
conocimi<strong>en</strong>tos sacralizados por una v<strong>en</strong>erable tradición. Y precisam<strong>en</strong>te este conjunto de<br />
prácticas, rutinas y conocimi<strong>en</strong>tos conforma la base de la id<strong>en</strong>tidad colectiva <strong>en</strong> los tres<br />
contin<strong>en</strong>tes, y por ello es muy apreciado por las poblaciones correspondi<strong>en</strong>tes.<br />
La modernización que esas sociedades han experim<strong>en</strong>tado a partir de la Segunda Guerra<br />
mundial puede ser calificada de parcial, pues ha ocurrido sobre todo <strong>en</strong> los campos de la<br />
economía y la técnica. Esta afirmación debe ser obviam<strong>en</strong>te relativizada, pues varios países<br />
han conocido también una modernización de las esferas concerni<strong>en</strong>tes a la política, la vida<br />
cotidiana y las cre<strong>en</strong>cias sociales, como es el caso <strong>en</strong> las regiones meridionales de América<br />
Latina y algunos países del Asia Ori<strong>en</strong>tal. Pero al mismo tiempo se puede observar una<br />
recepción básicam<strong>en</strong>te instrum<strong>en</strong>talista de la civilización occid<strong>en</strong>tal, que bajo ciertas<br />
circunstancias ti<strong>en</strong>de a revigorizar tradiciones y normativas autoritarias. Esto se hace más<br />
evid<strong>en</strong>te cuando las expectativas creci<strong>en</strong>tes de la población Ä referidas por ejemplo al nivel<br />
de vida y a la posición de la sociedad <strong>en</strong> el concierto de las naciones Ä se v<strong>en</strong> defraudadas<br />
por múltiples causas, lo que ti<strong>en</strong>e lugar con cierta regularidad <strong>en</strong> las últimas décadas. La<br />
democracia pluralista moderna aparece <strong>en</strong>tonces como un valor de ori<strong>en</strong>tación importado de<br />
una cultura extranjera, lo que se agrava con f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os como sobrepoblación,<br />
desertificación de suelos agrarios, desempleo y crisis económica de larga duración. En<br />
muchas sociedades democracia y desilusión son factores vinculados estrecham<strong>en</strong>te.<br />
La democracia <strong>en</strong> el Tercer Mundo y la desilusión que conlleva<br />
Todo ord<strong>en</strong> político se construye <strong>en</strong> medio de contextos culturales, legados históricos,<br />
constricciones ecológicas y casualidades factuales que dejan sus huellas indelebles hasta <strong>en</strong><br />
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la mejor construcción de la ing<strong>en</strong>iería institucional. Las experi<strong>en</strong>cias de los últimos tiempos,<br />
sobre todo <strong>en</strong> América Latina y otras regiones, nos muestra que no bastan elecciones<br />
correctas y limpias y la edificación esmerada de instituciones modernas para consolidar un<br />
ord<strong>en</strong> estable de pluralismo democrático, Estado de Derecho y conviv<strong>en</strong>cia razonable.<br />
Numerosos regím<strong>en</strong>es democráticos de t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia neoliberal <strong>en</strong> el Tercer Mundo,<br />
establecidos a partir de 1980 y que pose<strong>en</strong> una economía de libre mercado, un empresariado<br />
privado exitoso y un funcionami<strong>en</strong>to apar<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te aceptable de sus instituciones<br />
democráticas, son sistemas que al mismo tiempo exhib<strong>en</strong> tasas alarmantes de corrupción,<br />
preservan m<strong>en</strong>talidades autoritarias, d<strong>en</strong>otan dilatados f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os de nihilismo social,<br />
manifiestan un desempeño económico global mediocre y ost<strong>en</strong>tan un índice exorbitante de<br />
destrucción ecológica. En estos casos se puede observar la fatal combinación de inefici<strong>en</strong>cia<br />
técnica y car<strong>en</strong>cias éticas. La ineptitud y la corrupción administrativas, practicadas<br />
abundantem<strong>en</strong>te por las élites neoliberales <strong>en</strong> América Latina, son dos motivos importantes<br />
para el rechazo de las mismas por los votantes y para el descalabro del sistema de partidos.<br />
Si el resultado de los regím<strong>en</strong>es neoliberales puede ser calificado como una <strong>en</strong>orme<br />
desilusión colectiva, la situación de los modelos populistas, nacionalistas y socialistas, que a<br />
comi<strong>en</strong>zos del siglo XXI han ganado marcadam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> importancia, es igualm<strong>en</strong>te<br />
decepcionante. Estos últimos no conllevan un designio profundo y serio de subsanar<br />
defici<strong>en</strong>cias y vicios que vi<strong>en</strong><strong>en</strong> de muy atrás. Los modelos nacionalistas actuales del área<br />
andina, por ejemplo, consagrados a la def<strong>en</strong>sa de las etnias discriminadas por el desarrollo<br />
histórico, han creado unos órganos novedosos para proteger esos grupos y una propaganda<br />
altisonante para expander los derechos humanos all<strong>en</strong>de los meram<strong>en</strong>te políticos e<br />
individuales, pero no pued<strong>en</strong> <strong>en</strong>cubrir el hecho de que esta actividad sirve a m<strong>en</strong>udo para<br />
favorecer intereses particulares de ciertos grupos étnico-políticos vinculados al gobierno de<br />
turno 272 . Son regím<strong>en</strong>es que han crecido a m<strong>en</strong>udo con el asesorami<strong>en</strong>to continuo y la<br />
ayuda financiera de la cooperación internacional, especialm<strong>en</strong>te europea, cuyo rol global<br />
dista muchísimo de ser realm<strong>en</strong>te racional y meritorio.<br />
272 Michael Ignatieff, Derechos humanos como política e idolatría, Bu<strong>en</strong>os Aires: Paidós 2003.<br />
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Por numerosas razones, que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> que ver con la historia de Africa, Asia y América<br />
Latina <strong>en</strong> la segunda mitad del siglo XX, los diversos regím<strong>en</strong>es, tanto populistas como<br />
liberales, pued<strong>en</strong> ser calificados como "democracias sin demócratas", con el peligro lat<strong>en</strong>te<br />
de una "regresión autoritaria" 273 . Salvo durante procesos electorales, los ciudadanos no<br />
participan <strong>en</strong> los asuntos públicos de manera que valga la p<strong>en</strong>a m<strong>en</strong>cionar. Este f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o<br />
es resaltado por los propagandistas de la llamada democracia directa y participativa y<br />
configura uno de los principales argum<strong>en</strong>tos para d<strong>en</strong>igrar la democracia repres<strong>en</strong>tativa.<br />
Pero la verdad es que <strong>en</strong> dilatadas regiones del Tercer Mundo los ciudadanos se involucran<br />
<strong>en</strong> actividades políticas mediante redes cli<strong>en</strong>telísticas 274 , que a su vez constituy<strong>en</strong> grupos<br />
conv<strong>en</strong>cionales de poder e interés. El carácter subalterno y subordinado de los cli<strong>en</strong>tes con<br />
respecto a los patrones ha sido una constante desde la era colonial: los unos ofrec<strong>en</strong><br />
protección y una participación limitada <strong>en</strong> los asuntos públicos, mi<strong>en</strong>tras que los otros deb<strong>en</strong><br />
mostrar fidelidad y predisposición aun fr<strong>en</strong>te a opciones partidarias cambiantes, según los<br />
requerimi<strong>en</strong>tos de los patrones. Este cli<strong>en</strong>telismo particularista fom<strong>en</strong>ta f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os de<br />
corrupción <strong>en</strong> todo mom<strong>en</strong>to, aunque últimam<strong>en</strong>te haya adquirido una pantalla moderna,<br />
fom<strong>en</strong>tada por los medios masivos de comunicación. El populismo nacionalista e<br />
indig<strong>en</strong>ista 275 , que <strong>en</strong> América Latina ha desplegado sus alas <strong>en</strong> los últimos años criticando<br />
exitosam<strong>en</strong>te la democracia repres<strong>en</strong>tativa "occid<strong>en</strong>tal", ha significado <strong>en</strong> el fondo un claro<br />
retroceso <strong>en</strong> la configuración de las estructuras partidarias, <strong>en</strong> el debate de argum<strong>en</strong>tos<br />
ideológicos y <strong>en</strong> la construcción de gobiernos razonables, pues ha vigorizado una amplia<br />
gama de procedimi<strong>en</strong>tos paternalistas, cli<strong>en</strong>telísticos y patrimonialistas, dotándoles de un<br />
simulacro muy efectivo de participación democrática. Las perspectivas a largo plazo no son<br />
promisorias.<br />
273 Entre la <strong>en</strong>orme masa de literatura sobre la crisis de la democracia latinoamericana cf. el útil resum<strong>en</strong> de<br />
Dietmar Dirmoser, Transformation im Rückwärtsgang? Zur Krise der lateinamerikanisch<strong>en</strong> Demokratie<br />
(Tranformación <strong>en</strong> marcha atrás? Sobre la crisis de la democracia latinoamericana), <strong>en</strong>: INTERNATIONALE<br />
POLITIK UND GESELLSCHAFT (Bonn), vol. 2005, Nº 2, pp. 116-129, especialm<strong>en</strong>te p. 116.<br />
274 Sobre la configuración de estas redes <strong>en</strong> el Medio Ori<strong>en</strong>te cf. Stev<strong>en</strong> Heydemann (comp.), Networks of<br />
Privilege in the Middle East: The Politics of Economic Reform Revisited, New York: Palgrave-Macmillan<br />
2004.<br />
275 METAPOLITICA (México), vol. 9, Nº 44, noviembre-diciembre de 2005 (número monográfico dedicado<br />
al temas: "Muerte y resurrección del populismo", con amplia bibliografía).<br />
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Tradición premoderna y obstáculos a la modernización<br />
En los tres contin<strong>en</strong>tes del Tercer Mundo y paralelam<strong>en</strong>te a las reformas modernizadoras,<br />
el Poder Ejecutivo manti<strong>en</strong>e su preemin<strong>en</strong>cia tradicional, que <strong>en</strong> tiempos actuales puede ser<br />
considerablem<strong>en</strong>te expandida mediante argum<strong>en</strong>tos tecnocráticos basados <strong>en</strong> el mejor<br />
funcionami<strong>en</strong>to de la administración pública y <strong>en</strong> el aum<strong>en</strong>to necesario de sus prestaciones<br />
sociales. El presid<strong>en</strong>cialismo latinoamericano y africano recibe así nuevos impulsos, que se<br />
combinan ineludiblem<strong>en</strong>te con las antiguas prácticas del personalismo, el preb<strong>en</strong>dalismo y<br />
el populismo.<br />
Los movimi<strong>en</strong>tos políticos de base étnica <strong>en</strong> la región andina son un claro testimonio de<br />
estas t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias m<strong>en</strong>cionadas, que vinculan el caudillismo conv<strong>en</strong>cional 276 con la<br />
formación de ext<strong>en</strong>sas cli<strong>en</strong>telas fácilm<strong>en</strong>te manipulables, y todo ello bajo el barniz de<br />
procedimi<strong>en</strong>tos innovadores de democracia directa con rasgos civilizatorios autóctonos, que<br />
por <strong>en</strong>de no deberían ser juzgados o comparados desde perspectivas aj<strong>en</strong>as a las<br />
estrictam<strong>en</strong>te propias. El relativismo postmodernista exculpa las car<strong>en</strong>cias y los desaciertos<br />
de estos modelos sociales, apelando al cómodo subterfugio de que sólo los miembros de una<br />
comunidad pued<strong>en</strong> compr<strong>en</strong>der y apreciar esa misma comunidad 277 .<br />
Con alguna seguridad se puede afirmar que la abundancia más o m<strong>en</strong>os súbita de ciertos<br />
recursos naturales g<strong>en</strong>era cuantiosas r<strong>en</strong>tas 278 <strong>en</strong> manos del Estado c<strong>en</strong>tral, lo que está<br />
relativam<strong>en</strong>te bi<strong>en</strong> docum<strong>en</strong>tado y estudiado <strong>en</strong> el caso de los hidrocarburos. Estas r<strong>en</strong>tas no<br />
significan necesariam<strong>en</strong>te una transformación de una sociedad tradicional o democrática <strong>en</strong><br />
276 Cf. el estudio que no ha perdido vig<strong>en</strong>cia: Peter Waldmann, Caudillismo als Konstante der politisch<strong>en</strong><br />
Kultur Lateinamerikas? (El caudillismo como constante de la cultura política latinoamericana?), <strong>en</strong>:<br />
JAHRBUCH FÜR DIE GESCHICHTE LATEINAMERIKAS (Colonia), vol. 15 (1978), pp. 191-208.<br />
277 En torno a las consecu<strong>en</strong>cias de este id<strong>en</strong>titismo exagerado (por ejemplo: "sólo indíg<strong>en</strong>as pued<strong>en</strong> hablar<br />
sobre indíg<strong>en</strong>as"), cf. Ulrich Beck, Die feindlose Demokratie. Ausgwählte Aufsätze (La democracia sin<br />
<strong>en</strong>emigos. Ensayos escogidos), Stuttgart: Reclam 1995, p. 149.<br />
278 Sobre la vinculación <strong>en</strong>tre corrupción y "r<strong>en</strong>tismo" cf. la obra fundam<strong>en</strong>tal: Rupert F. J. Pritzl, Korruption<br />
und R<strong>en</strong>t-Seeking in Lateinamerika. Zur politisch<strong>en</strong> Ökonomie autoritärer politischer Systeme (Corrupción y<br />
r<strong>en</strong>t-seeking <strong>en</strong> América Latina. Sobre la economía política de los sistemas políticos autoritarios), Bad<strong>en</strong>-<br />
Bad<strong>en</strong>: Nomos 1997.<br />
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una autoritaria; pero las r<strong>en</strong>tas distribuidas por el Estado ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> (1) a reforzar la<br />
administración c<strong>en</strong>tral <strong>en</strong> cuanto fu<strong>en</strong>te decisiva de ingresos, prestigio y poder, (2) a<br />
consolidar las estructuras sociales y las m<strong>en</strong>talidades prevaleci<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> el mom<strong>en</strong>to de la<br />
aparición masiva de los recursos naturales <strong>en</strong> cuestión, (3) a estabilizar las relaciones de<br />
subordinación paternalismo, cli<strong>en</strong>telismo y patrimonialismo ya exist<strong>en</strong>tes y (4) a devaluar<br />
los esfuerzos intelectuales e innovativos. El resultado final puede ser calificado como un<br />
poderoso alici<strong>en</strong>te a solidificar elem<strong>en</strong>tos de la cultura del autoritarismo pre-exist<strong>en</strong>te 279 .<br />
Se han expandido, sin duda alguna, los subsistemas de educación moderna, deliberación<br />
democrática y participación popular; a comi<strong>en</strong>zos del siglo XXI América Latina, Asia y<br />
Africa constituy<strong>en</strong> sociedades muy difer<strong>en</strong>tes de sus predecesoras <strong>en</strong> un lapso de tiempo de<br />
escasos cincu<strong>en</strong>ta años, pero falta afianzar estos factores de manera consist<strong>en</strong>te y crear una<br />
atmósfera amplia de confianza institucional 280 . En la segunda mitad del siglo XX tuvo lugar<br />
<strong>en</strong> la mayoría de las naciones del Tercer Mundo un proceso muy acelerado de urbanización:<br />
<strong>en</strong> m<strong>en</strong>os de dos g<strong>en</strong>eraciones sociedades predominantem<strong>en</strong>te agrarias se transformaron <strong>en</strong><br />
sistemas urbanos e industrializados, lo que ha conllevado no sólo problemas ecológicos de<br />
primer rango (no resueltos hasta ahora), sino también modificaciones notables <strong>en</strong> los valores<br />
colectivos de ori<strong>en</strong>tación. Estos cambios, que pued<strong>en</strong> ser calificados provisoriam<strong>en</strong>te como<br />
una modernización imitativa, afectan la vida política y, paradójicam<strong>en</strong>te, dificultan el<br />
florecimi<strong>en</strong>to de una cultura democrática razonable. Aunque se dan numerosas excepciones,<br />
se puede aseverar que la declinación de las antiguas tradiciones de conviv<strong>en</strong>cia pacífica (de<br />
alcance parroquial) no ha sido neutralizada por una nueva cultura democrática acorde a las<br />
necesidades reinantes <strong>en</strong> las megalópolis contemporáneas del Tercer Mundo. La<br />
complejidad de las nuevas estructuras sociales y la variedad inesperada de normativas de<br />
ori<strong>en</strong>tación han producido dilatados f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os de anomia, desestructuración e inseguridad.<br />
Peter Waldmann, a qui<strong>en</strong> debemos notables estudios sobre los f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os de anomia <strong>en</strong><br />
América Latina, señaló que la falta de reglas claras, g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te aceptadas y practicables<br />
279 Cf. Oliver Schlumberger, R<strong>en</strong>ts, Reform, and Authoritarianism in the Middle East, <strong>en</strong>:<br />
INTERNATIONALE POLITIK UND GESELLSCHAFT, vol. 2006, Nº 2, pp. 43-57; Michael Ross, Does Oil<br />
Hinder Democracy?, <strong>en</strong>: WORLD POLITICS, vol. 35 (2001), Nº 3, pp. 325-361.<br />
280 Cf. Agustín Ferraro (comp.), En busca del bu<strong>en</strong> gobierno. Nuevas perspectivas sobre política y gestión<br />
del Estado <strong>en</strong> América Latina, Barcelona: Bellaterra 2007.<br />
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o, a m<strong>en</strong>udo, la evaporación de las mismas con extraordinaria facilidad, ocurr<strong>en</strong><br />
paralelam<strong>en</strong>te a la expansión y modernización de un aparato estatal defici<strong>en</strong>te y corrupto,<br />
que no puede asegurar para sí el monopolio de la coacción física legítima y la prestación de<br />
servicios sociales indisp<strong>en</strong>sables 281 .<br />
Esta constelación cada día más compleja de factores negativos o, por lo m<strong>en</strong>os,<br />
preocupantes, florece <strong>en</strong> medio de una pugna cada vez más virul<strong>en</strong>ta por recursos naturales<br />
escasos, pugna que es alim<strong>en</strong>tada y complicada por el r<strong>en</strong>acimi<strong>en</strong>to de conflictos étnicos.<br />
Por lo g<strong>en</strong>eral se trata <strong>en</strong> todo el Tercer Mundo de una mixtura de anomia social con<br />
expectativas cada vez más altas de consumo masivo, lo que int<strong>en</strong>sifica un peligro muy grave<br />
que siempre estuvo pres<strong>en</strong>te y que puede ser descrito de forma breve como sigue.<br />
Paralelam<strong>en</strong>te a las leyes físicas (sobre todo <strong>en</strong> la termodinámica), Manfred Wöhlcke<br />
postuló la exist<strong>en</strong>cia de una <strong>en</strong>tropía social, que se manifiesta <strong>en</strong> la disipación continua de la<br />
<strong>en</strong>ergía, <strong>en</strong> la desintegración de las instituciones que garantizan el ord<strong>en</strong>, <strong>en</strong> el increm<strong>en</strong>to<br />
de una descomposición de normativas estructurantes, <strong>en</strong> la declinación cualitativa de las<br />
actividades ci<strong>en</strong>tíficas, artísticas y literarias, <strong>en</strong> formas desmesuradas de consumo masivo<br />
(insost<strong>en</strong>ibles a largo plazo) y finalm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias autodestructivas a nivel mundial<br />
(por ejemplo el increm<strong>en</strong>to de la criminalidad y la inseguridad, la aparición de dilatadas<br />
guerras civiles sin metas claras y, con respecto a la base misma de la vida, la destrucción<br />
incesante del medio ambi<strong>en</strong>te) 282 . Según Wöhlcke, la democratización creci<strong>en</strong>te de casi<br />
todos los ámbitos de la vida cotidiana ha producido un aum<strong>en</strong>to espectacular de los<br />
f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os de <strong>en</strong>tropía social, como la inseguridad ciudadana, la declinación de las<br />
compet<strong>en</strong>cias punitivas del Estado y la incapacidad de elaborar soluciones practicables<br />
281 Peter Waldmann, El Estado anómico. Derecho, seguridad pública y vida cotidiana <strong>en</strong> América Latina,<br />
Madrid / Frankfurt: Iberoamericana / Vervuert 2006, pp. 11-20.- Cf. también: Rolf Kappel / Hans Werner<br />
Tobler / Peter Waldmann (comps.), Rechtsstaatlichkeit im Zeitalter der Globalisierung (El Estado de Derecho<br />
<strong>en</strong> tiempos de globalización), Freiburg: Rombach 2005.<br />
282 Manfred Wöhlcke, Soziale Entropie. Die Zivilisation und der Weg all<strong>en</strong> Fleisches (Entropía social. La<br />
civilización y el destino de toda carne), Munich: dtv 1996, p. 15.- Para una visión difer<strong>en</strong>te cf. el temprano<br />
texto de Ramón García Cotarelo, Crítica de la consci<strong>en</strong>cia contemporánea de catástrofe, <strong>en</strong>: REVISTA DE<br />
ESTUDIOS POLITICOS (Madrid), Nº 43, <strong>en</strong>ero / febrero de 1985, pp. 67-82.<br />
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aceptadas por el conjunto social 283 . Esta situación analizada por Wöhlcke ti<strong>en</strong>e vig<strong>en</strong>cia <strong>en</strong><br />
todo el planeta.<br />
Todos estos son problemas y dilemas que las teorías institucionalistas del mainstream de<br />
la politología consagrada al Tercer Mundo no logran apreh<strong>en</strong>der y m<strong>en</strong>os explicar<br />
adecuadam<strong>en</strong>te, pese a una <strong>en</strong>orme producción de literatura sobre esta temática 284 .<br />
Las ambival<strong>en</strong>cias de los procesos de transición a la democracia<br />
Una mirada a las sociedades de transición <strong>en</strong> el ámbito que compr<strong>en</strong>día la ex Unión<br />
Soviética es interesante porque aquel <strong>en</strong>orme espacio geográfico experim<strong>en</strong>tó<br />
tempranam<strong>en</strong>te un int<strong>en</strong>to de modernización acelerada dirigido desde arriba y desde el<br />
c<strong>en</strong>tro, con métodos distintos a la mayoría de los estados del Tercer Mundo, pero con<br />
problemas laterales similares 285 . Consecu<strong>en</strong>cias parecidas ha g<strong>en</strong>erado el proceso de<br />
democratización <strong>en</strong> los antiguos regím<strong>en</strong>es comunistas, sobre todo <strong>en</strong> aquellas sociedades<br />
sin un tradición de democracia institucionalizada. En varios estados sucesorios de la antigua<br />
Unión Soviética, sobre todo <strong>en</strong> el Cáucaso y <strong>en</strong> el Asia C<strong>en</strong>tral 286 , el proceso de<br />
democratización ha sido relativam<strong>en</strong>te superficial; se asemeja a una operación de relaciones<br />
públicas para <strong>en</strong>cubrir, mediante la tecnología mediática contemporánea, la continuación de<br />
283 Wöhlcke, ibid., p. 171 sq.<br />
284 Como muestra de esta abundante literatura cf. Frances Hagopian / Scott Mainwaring (comps.), The Third<br />
Wave of Democratization in Latin America, Cambridge: Cambridge U. P. 2006; Carlos Waisman / Raanan<br />
Rein (comps.), Spanish and Latin American Transitions to Democracy, Brighton / Portland: Sussex Academic<br />
Press 2005.- Cf. una autojustificación temprana de la corri<strong>en</strong>te institucionalista: Dieter Nohl<strong>en</strong>, Introducción:<br />
democracia y neocrítica. Un ejercicio de evaluación del desarrollo democrático reci<strong>en</strong>te <strong>en</strong> América Latina,<br />
<strong>en</strong>: Dieter Nohl<strong>en</strong> (comp.), Democracia y neocrítica <strong>en</strong> América Latina. En def<strong>en</strong>sa de la transición, Frankfurt:<br />
Vervuert 1995, pp. 7-27. Los que propugnaron las reformas democratizadoras <strong>en</strong> clave institucionalista (como<br />
Dieter Nohl<strong>en</strong>) no llegaron a apreh<strong>en</strong>der la gravedad de la situación global: cf. los <strong>en</strong>sayos críticos de Nelly<br />
Ar<strong>en</strong>as, La condición global: el Estado-nación <strong>en</strong> la <strong>en</strong>crucijada. Notas para una discusión, <strong>en</strong>: POLITEIA<br />
(Caracas), Nº 31, julio-diciembre de 2003, pp. 79-95; y de Fernando Mires, Teoría política del nuevo<br />
capitalismo o el discurso de la globalización, Caracas: Nueva Sociedad 2000.<br />
285 El primer caso a escala mundial fue probablem<strong>en</strong>te el programa de reformas del zar ruso Pedro I el<br />
Grande a comi<strong>en</strong>zos del siglo XVIII. Cf. la brillante obra de Umberto Melotti, Marx y el Tercer Mundo,<br />
Bu<strong>en</strong>os Aires: Amorrortu 1974.<br />
286 Cf. Reinhard Krumm, Z<strong>en</strong>tralasi<strong>en</strong>: Stabilität um jed<strong>en</strong> Preis (Asia C<strong>en</strong>tral: estabilidad a cualquier<br />
precio), <strong>en</strong>: INTERNATIONALE POLITIK UND GESELLSCHAFT, vol. 2006, Nº 2, pp. 102-124.<br />
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prácticas autoritarias tradicionales. Al mismo tiempo se puede constatar la importación<br />
acelerada de pautas de consumo masivo, que no necesariam<strong>en</strong>te contribuy<strong>en</strong> a una g<strong>en</strong>uina<br />
democratización. Una de las consecu<strong>en</strong>cias más persist<strong>en</strong>tes de la transición del comunismo<br />
al capitalismo es percibido por la mayoría de la población afectada como la instauración de<br />
un caos perman<strong>en</strong>te, una situación de inseguridad ubicua y una pérdida de valores éticos de<br />
ori<strong>en</strong>tación. Este desord<strong>en</strong> ha sido aprovechado por una parte de la antigua clase dirig<strong>en</strong>te<br />
comunista para privatizar a su favor una porción <strong>en</strong>orme de las empresas estatales sin<br />
grandes obstáculos y traumas y para exportar a los paraísos capitalistas sumas inm<strong>en</strong>sas de<br />
dineros mal habidos. Es cierto que <strong>en</strong> los últimos años se puede detectar un retorno a<br />
prácticas estatistas <strong>en</strong> la Santa Rusia, pero no hay duda del establecimi<strong>en</strong>to de una élite<br />
mafiosa de poderosos empresarios privados, qui<strong>en</strong>es consideran la democracia y el Estado<br />
de Derecho como meros instrum<strong>en</strong>tos para la consolidación de su nuevo poder. Debido a<br />
que estos sectores manti<strong>en</strong><strong>en</strong> la tradicional postura de sumisión y dep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia con respecto<br />
al Estado c<strong>en</strong>tral, estos sectores "privados" no contribuirán realm<strong>en</strong>te a conformar un<br />
pluralismo moderno <strong>en</strong> las sociedades postsoviéticas.<br />
En un estudio sobre Azerbaiyán se llega a las conclusiones sigui<strong>en</strong>tes: (a) Las élites<br />
políticas actuales, consagradas de boca para afuera a la democracia moderna, son las<br />
antiguas jefaturas del <strong>en</strong>tonces partido único, remozadas exteriorm<strong>en</strong>te y convertidas de un<br />
instante al otro a la religión contemporánea de la propiedad privada; (b) la mayoría de la<br />
población permanece d<strong>en</strong>tro de las rutinas de una tradición colectivista, jerárquica y<br />
paternalista, no exhibi<strong>en</strong>do un anhelo claro por un régim<strong>en</strong> liberal-democrático; y (c) bajo el<br />
concepto de libertad política se <strong>en</strong>ti<strong>en</strong>de la posibilidad de transgredir las normas éticas<br />
conv<strong>en</strong>cionales, ahora consideradas por mucha g<strong>en</strong>te como rutinas superfluas y<br />
anticuadas 287 .<br />
287 Aser Babajew, Parlam<strong>en</strong>tswahl<strong>en</strong> in Aserbaidschan 2005 (Elecciones parlam<strong>en</strong>tarias <strong>en</strong> Azerbaiyán <strong>en</strong><br />
2005), <strong>en</strong>: KAS-AUSLANDSINFORMATIONEN (Berlin), vol. 22, Nº 4, abril de 2006, pp. 79-112,<br />
especialm<strong>en</strong>te p. 96; Aser Babajew, Welch<strong>en</strong> Weg geht Aserbaidschan? Zwisch<strong>en</strong> "geölter" Westintegration<br />
und autoritärer Ostori<strong>en</strong>tierung (Cuál camino sigue Azerbaiyán? Entre la "aceitada" integración <strong>en</strong> el<br />
Occid<strong>en</strong>te y la ori<strong>en</strong>tación autoritaria hacia el Ori<strong>en</strong>te), <strong>en</strong>: KAS-AUSLANDSINFORMATIONEN, vol. 23, Nº<br />
1, <strong>en</strong>ero de 2007, pp. 50-72.<br />
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No es muy distinta la situación <strong>en</strong> la misma Rusia, donde la institucionalidad democrática<br />
y sobre todo los valores afines a una cultura cívica moderna no han echado aun raíces<br />
profundas. Los partidos, y especialm<strong>en</strong>te los que se han desarrollado de forma autónoma,<br />
sin la interv<strong>en</strong>ción paternalista del supremo gobierno, todavía no son aceptados por la<br />
población como actores socio-políticos que luchan por el favor del electorado <strong>en</strong> un<br />
mercado abierto de ideologías, programas y liderazgos difer<strong>en</strong>tes; persiste una muy<br />
compr<strong>en</strong>sible desconfianza hacia los partidos y los estatutos de la democracia pluralista<br />
contemporánea. La férrea unidad <strong>en</strong> torno a grandes metas y normativas "nacionales" sigue<br />
si<strong>en</strong>do un valor de ori<strong>en</strong>tación colectiva extremadam<strong>en</strong>te importante. La exist<strong>en</strong>cia de una<br />
pluralidad de actores políticos cont<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes <strong>en</strong>tre sí es percibida como una posibilidad de<br />
debilitar la sagrada unidad de la nación. Se puede constatar esta visión premoderna de la<br />
vida política <strong>en</strong> variados ámbitos que no pose<strong>en</strong> una sólida tradición democrática, como el<br />
mundo islámico. En Rusia los estrechos contactos con Occid<strong>en</strong>te y la labor de los medios<br />
masivos de comunicación ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> paulatinam<strong>en</strong>te a debilitar esta visión conv<strong>en</strong>cional y a<br />
popularizar normativas afines a la moderna democracia pluralista, pero el camino hacia esta<br />
meta se ha revelado como algo muy complejo y l<strong>en</strong>to. Como <strong>en</strong> numerosas sociedades del<br />
Tercer Mundo, <strong>en</strong> Rusia la democracia es asociada <strong>en</strong> primer lugar con la consecución de un<br />
alto nivel de vida, similar al de Europa Occid<strong>en</strong>tal; <strong>en</strong> un segundo plano la democracia es<br />
concebida como la igualdad de los ciudadanos ante la ley 288 . Pero la instauración del Estado<br />
de Derecho y de una cultura política participativa, crítica y pluralista no es id<strong>en</strong>tificada<br />
como pert<strong>en</strong>eci<strong>en</strong>te a la democracia moderna. Los resabios autoritarios son todavía muy<br />
vigorosos y no fom<strong>en</strong>tan una cultura cívica que se asi<strong>en</strong>te <strong>en</strong> el dis<strong>en</strong>so productivo de los<br />
actores políticos. Después de la caída del comunismo (1991) un caos a gran escala se<br />
expandió <strong>en</strong> tierras rusas (y <strong>en</strong> otros territorios de la antigua Unión Soviética), que se<br />
manifestó, por ejemplo, <strong>en</strong> un aum<strong>en</strong>to extraordinario de la inseguridad ciudadana. A esto<br />
hay que añadir el desc<strong>en</strong>so del nivel de vida y la confusión de valores de ori<strong>en</strong>tación. En<br />
este contexto debe verse la inm<strong>en</strong>sa popularidad de un presid<strong>en</strong>te autoritario como Vladimir<br />
Putin, que, según Mario Vargas Llosa, "ha sabido ganarse el apoyo de bu<strong>en</strong>a parte del<br />
pueblo ruso reemplazando el desord<strong>en</strong>, la inseguridad y la desesperación" por un un sistema<br />
288 Matthes Buhbe, Russlands Partei<strong>en</strong>system (El sistema ruso de partidos), <strong>en</strong>: INTERNATIONALE<br />
POLITIK UND GESELLSCHAFT, vol. 2006, Nº 2, p. 125.<br />
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político que brinda la ilusión de paz social y orgullo patriótico 289 . La libertad y el ejercicio<br />
de las prácticas democráticas quedan <strong>en</strong> el camino, pues el precio por el nuevo ord<strong>en</strong> es la<br />
instauración Ä o mejor, dicho, la restauración Ä de un gobierno autocrático que concuerda<br />
con las tradiciones autoritarias del país.<br />
En cambio la transición a la democracia moderna <strong>en</strong> varias naciones de Europa Ori<strong>en</strong>tal<br />
fue facilitada por un fundam<strong>en</strong>to de tradiciones democráticas y Estado de Derecho que había<br />
pervivido pese a largas décadas de regím<strong>en</strong>es totalitarios. Esto ayudó a afianzar el modelo<br />
pluralista, sobre todo <strong>en</strong> las naciones que habían pert<strong>en</strong>ecido al antiguo Imperio Austrohúngaro.<br />
No es mera casualidad la actual revalorización de este imperio, sobre todo después<br />
de haber experim<strong>en</strong>tado Europa C<strong>en</strong>tral y Ori<strong>en</strong>tal (hasta 1989) largas décadas de<br />
monstruosidad estética, esterilidad cultural, c<strong>en</strong>tralismo asfixiante y totalitarismo político Ä<br />
todo ello <strong>en</strong> nombre de una doctrina que pret<strong>en</strong>día la liberación completa del Hombre. La<br />
dinastía de los Habsburgo supo crear un sistema laxo de control social, una burocracia<br />
relativam<strong>en</strong>te efici<strong>en</strong>te y b<strong>en</strong>igna, un loable y persist<strong>en</strong>te interés colectivo desde Tr<strong>en</strong>to<br />
hasta Lemberg (L'vov) por una estética pública de refinado gusto y un cierto hedonismo <strong>en</strong><br />
la vida cotidiana. El marco institucional de todo ésto era una amplia autonomía cultural y<br />
administrativa que las regiones constituy<strong>en</strong>tes del imperio (Kronländer) t<strong>en</strong>ían por propio<br />
derecho dinástico; sus id<strong>en</strong>tidades específicas quedaban resguardadas por un régim<strong>en</strong> de<br />
tolerancia práctica e igualdad jurídica 290 . Esta curiosa, pero sabia y compleja construcción<br />
estatal careció de aspavi<strong>en</strong>tos teóricos e ideológicos para celebrar una feliz combinación de<br />
principios universalistas con valores particularistas.<br />
En contraposición: <strong>en</strong> un estudio sobre Ucrania el autor llega a la conclusión de que tras<br />
largos años de esfuerzos democratizantes, lo más notable que se puede constatar <strong>en</strong> la<br />
cultura política ucraniana es un "pluralismo obligado" 291 , no compartido emocional ni<br />
289 Mario Vargas Llosa, La Rusia de Putin, <strong>en</strong>: LA RAZON (La Paz) del 26 de agosto de 2007, p. A7.<br />
290 Cf. Françisco Fejtö, Requiem por un imperio difunto, Madrid: Mondadori 1990; Miklos Molnar / André<br />
Reszler (comps.), Le génie de l'Autriche-Hongrie. Etat, société, culture, París: P. U. F. 1989<br />
291 Juri Durkot, Der "kalte Krieg" auf Ukrainisch. Machkampf in der Ukranie eskaliert (La "guerra fría" <strong>en</strong><br />
ucraniano. Se int<strong>en</strong>sifica la lucha por el poder <strong>en</strong> Ucrania), <strong>en</strong>: KAS-AUSLANDSINFORMATIONEN, vol.<br />
23, Nº 1, <strong>en</strong>ero de 2007, pp. 31-49, especialm<strong>en</strong>te p. 47 sq.<br />
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culturalm<strong>en</strong>te por la mayoría de la población. Ese pluralismo fue introducido desde<br />
Occid<strong>en</strong>te por las ag<strong>en</strong>cias de cooperación internacional, por reducidos grupos elitarios y<br />
minúsculos c<strong>en</strong>áculos intelectuales. Esta implantación desde arriba no ha calado<br />
profundam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> la sociedad ucraniana, aunque no existe, obviam<strong>en</strong>te, ninguna "es<strong>en</strong>cia"<br />
metahistórica de un "alma colectiva" ucraniana que sea totalm<strong>en</strong>te impermeable a la cultura<br />
democrática moderna. Pero <strong>en</strong> términos históricos han pasado muy pocos años desde la<br />
disolución de la Unión Soviética y la constitución de un Estado soberano ucraniano (1991),<br />
y las viejas prácticas políticas y los antiguos valores conv<strong>en</strong>cionales de ori<strong>en</strong>tación sigu<strong>en</strong><br />
<strong>en</strong> pie. Si bi<strong>en</strong> algunos sectores sociales han adoptado la democracia pluralista y el Estado<br />
de derecho como pautas normativas de comportami<strong>en</strong>to y paralelam<strong>en</strong>te se puede observar<br />
una sociedad civil que crece con l<strong>en</strong>titud, pero con vigor, también las élites políticas Ä sobre<br />
todo la antigua nom<strong>en</strong>clatura comunista rejuv<strong>en</strong>ecida y transformada <strong>en</strong> una exitosa clase<br />
empresarial Ä han "apr<strong>en</strong>dido" a moverse <strong>en</strong> la esc<strong>en</strong>a moderna y se han democratizado<br />
superficialm<strong>en</strong>te para estar a tono con la evolución europea occid<strong>en</strong>tal, pero detrás de esta<br />
hábil pantalla externa han sabido mant<strong>en</strong>er sus privilegios rutinarios, sus valores intrínsecos<br />
iliberales y su manejo de los hilos del poder, sobre todo <strong>en</strong> los niveles regional y municipal.<br />
En Azerbaiyán t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias muy similares ti<strong>en</strong><strong>en</strong> que ver con las rutinas "monocéntricas" 292<br />
<strong>en</strong> el ejercicio del poder supremo, que no dep<strong>en</strong>d<strong>en</strong> de los ciclos electorales y sí de las<br />
facultades del gobierno de controlar los medios masivos de comunicación, el sistema<br />
educativo y los principales flujos financieros (basados <strong>en</strong> la exportación de recursos<br />
naturales de propiedad estatal como el petróleo y el gas). La Iglesia Ortodoxa y el Islam,<br />
ambos <strong>en</strong> la tradición césaropapista, se inclinan igualm<strong>en</strong>te a legitimar las actuaciones<br />
oficialistas y a desestimular una oposición fuerte y perman<strong>en</strong>te. A todo ésto contribuye<br />
también la debilidad consuetudinaria del Poder Judicial y su dep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia tradicional con<br />
respecto al Poder Ejecutivo.<br />
Los códigos paralelos<br />
292 Matthes Buhbe, op. cit. (nota 17), p. 126.<br />
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En innumerables países del Tercer Mundo la constelación prevaleci<strong>en</strong>te es muy similar a<br />
la analizada brillantem<strong>en</strong>te por Barbara Christophe con respecto a Georgia 293 . La<br />
concepción más difundida sobre el derecho y las leyes puede ser calificada como una<br />
oscilación <strong>en</strong>tre la pret<strong>en</strong>sión de vig<strong>en</strong>cia universalista de las normas y la interpretación<br />
cotidiana y particularista de las mismas, interpretación que deja reconocer un sustrato muy<br />
antiguo de una sapi<strong>en</strong>cia práctica y pragmática que "acerca" y modifica la ley abstracta a la<br />
realidad política y a las relaciones efectivas de poder. También <strong>en</strong> América Latina, Asia y<br />
Africa se puede observar la exist<strong>en</strong>cia paralela de dos sistemas "legales" de ori<strong>en</strong>tación: los<br />
códigos informales, de naturaleza oral, por un lado, y los códigos formales, transmitidos<br />
como estatutos escritos, por otro. A simple vista los primeros ti<strong>en</strong><strong>en</strong> un carácter gelatinoso,<br />
cambiante e irracional, mi<strong>en</strong>tras que los últimos pose<strong>en</strong> una estructura lógica y pued<strong>en</strong> ser<br />
<strong>en</strong>señados e interpretados de manera homogénea, sistemática y perman<strong>en</strong>te. Los códigos<br />
informales no se apr<strong>en</strong>d<strong>en</strong> mediante <strong>libro</strong>s, cursos y universidades, sino <strong>en</strong> la práctica de<br />
cada día. Esta es su gran v<strong>en</strong>taja: ti<strong>en</strong><strong>en</strong> una vig<strong>en</strong>cia prerracional, obvia y sobre<strong>en</strong>t<strong>en</strong>dida.<br />
No requier<strong>en</strong> de teorías y explicaciones para ser aceptados, y su validez está por <strong>en</strong>cima o<br />
más allá de los ejercicios de la lógica discursiva. Los códigos informales viv<strong>en</strong> <strong>en</strong> el sil<strong>en</strong>cio<br />
y la sombra, pero son seguidos por una gran parte de la población con un acatami<strong>en</strong>to<br />
sumiso y hasta con obedi<strong>en</strong>cia afectuosa. Los códigos formales son respetados abiertam<strong>en</strong>te,<br />
celebrados con cierta solemnidad (y sin ironía) <strong>en</strong> toda ocasión pública o académica y están<br />
pres<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> infinidad de leyes escritas, pero su vig<strong>en</strong>cia es limitada y circunstancial.<br />
Desde la era colonial se vi<strong>en</strong>e arrastrando <strong>en</strong> América Latina una concepción<br />
particularista del derecho, que dificulta que la población vea <strong>en</strong> él un cuerpo abstracto de<br />
reglas universales, que deb<strong>en</strong> ser aplicadas sin consideración de (poderosos) intereses<br />
particulares y sectoriales. La paralelidad de los dos códigos no g<strong>en</strong>era habitualm<strong>en</strong>te<br />
grandes conflictos (y m<strong>en</strong>os dilemas de conci<strong>en</strong>cia); las personas y los grupos exitosos<br />
sab<strong>en</strong> hablar los dos l<strong>en</strong>guajes con una gran capacidad de disimulo y manipulación 294 . Sin<br />
293 Barbara Christophe, Metamorphos<strong>en</strong> des Leviathan in einer postsozialistisch<strong>en</strong> Gesellschaft. Georgi<strong>en</strong>s<br />
Provinz zwisch<strong>en</strong> Fassad<strong>en</strong> der Anarchie und regulativer Allmacht (Metamorfosis del Leviatán <strong>en</strong> una<br />
sociedad postsocialista. La provincia de Georgia <strong>en</strong>tre las fachadas de la anarquía y la omnipot<strong>en</strong>cia regulativa),<br />
Bielefeld: transcript 2005, pp. 168-170.<br />
294 Peter Waldmann, op. cit. (nota 10), p. 84, 102 sq., 159; cf. Carlos S. Nino, Un país al marg<strong>en</strong> de la ley.<br />
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embargo la exist<strong>en</strong>cia de los dos órd<strong>en</strong>es legales conduce a largo plazo (a) a la erosión de la<br />
confianza social <strong>en</strong> las normas de conviv<strong>en</strong>cia, (b) a debilitar la confianza del ciudadano <strong>en</strong><br />
el Estado y la administración pública, y (c) a <strong>en</strong>sanchar Ä o, por lo m<strong>en</strong>os, a perpetuar Ä el<br />
poder fáctico de los estratos ya privilegiados, puesto que estos dominan las aptitudes<br />
herm<strong>en</strong>éuticas para "manejar" los códigos paralelos adecuadam<strong>en</strong>te y <strong>en</strong> el mom<strong>en</strong>to<br />
preciso. El otro gran peligro reside <strong>en</strong> que la frontera <strong>en</strong>tre la informalidad y la criminalidad<br />
es muy porosa, pero su transgresión abierta está "reservada" para los que sab<strong>en</strong> administrar<br />
estos asuntos. La s<strong>en</strong>sación de inseguridad ti<strong>en</strong>e que ver con una "g<strong>en</strong>eralización de la<br />
desconfianza" 295 , atmósfera propicia a los intereses ya establecidos, y que éstos ti<strong>en</strong><strong>en</strong> poco<br />
interés de modificar. Estos aspectos prevalec<strong>en</strong> desde la época colonial española, cuando<br />
eran habituales la exaltación del Estado altam<strong>en</strong>te c<strong>en</strong>tralizado (pero inefici<strong>en</strong>te), el pasar<br />
por alto la corrupción reinante <strong>en</strong> toda la burocracia y la celebración de una religiosidad<br />
extrovertida, pero teológicam<strong>en</strong>te estéril. La cultura política latinoamericana se ha formado,<br />
después de todo, bajo el signo de la Contrarreforma y la Neo-escolástica, y no bajo la<br />
influ<strong>en</strong>cia de la Reforma y la Ilustración 296 .<br />
En todo el Tercer Mundo esta constelación no impide que estas élites conv<strong>en</strong>cionales<br />
simul<strong>en</strong> una considerable predisposición a reformas y al Estado de Derecho, pues esto se ha<br />
convertido <strong>en</strong> una precondición ineludible para seguir recibi<strong>en</strong>do cuantiosos fondos de la<br />
cooperación internacional.<br />
Populismo autoritario y "clase estatal"<br />
Estudio de la anomia como compon<strong>en</strong>te del subdesarrollo arg<strong>en</strong>tino, Bu<strong>en</strong>os Aires 1992.<br />
295 Barbara Christophe, op. cit. (nota 22), pp. 65, 164-169.<br />
296 Cf. las obras que sigu<strong>en</strong> si<strong>en</strong>do fundam<strong>en</strong>tales para <strong>en</strong>t<strong>en</strong>der esta temática: Octavio Paz, Tiempo nublado,<br />
Barcelona: Seix Barral 1983; Claudio Véliz, The C<strong>en</strong>tralist Tradition of Latin America, Princeton: Princeton U.<br />
P. 1980; Howard J. Wiarda (comp.), Politics and Social Change in Latin America. The Distinct Tradition,<br />
Amherst: Massachusetts U. P. 1982; Manfred Mols, Mexiko im 20. Jahrhundert. Politisches System,<br />
Regierungsprozess und politische Partizipation (México <strong>en</strong> el siglo XX. Sistema político, proceso<br />
gubernam<strong>en</strong>tal y participación política), Paderborn etc.: Schöningh 1981.<br />
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Considérese el ejemplo del Africa subsahariana: la realidad contemporánea está signada<br />
<strong>en</strong> varios países por una guerra de baja int<strong>en</strong>sidad, pero de larga duración por recursos<br />
naturales valiosos, y muy escasos, lo que conduce a la conversión de la democracia <strong>en</strong> un<br />
conflicto étnico con base popular muy amplia, dilatada y justificada paradójicam<strong>en</strong>te por la<br />
introducción de la democracia electoral de masas 297 . En tales circunstancias la<br />
consolidación de una democracia moderna será extremadam<strong>en</strong>te difícil. Tanto <strong>en</strong> Africa<br />
como <strong>en</strong> América Latina podemos observar un f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o repetitivo, el populismo<br />
autoritario 298 , que repres<strong>en</strong>ta <strong>en</strong> realidad un fundam<strong>en</strong>to básico de tradiciones culturales<br />
muy arraigadas y resist<strong>en</strong>tes fr<strong>en</strong>te a cambios de m<strong>en</strong>talidad y valores culturales. Un<br />
ejemplo se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra <strong>en</strong> el área andina, donde las sociedades parec<strong>en</strong> repetir cíclicam<strong>en</strong>te<br />
periodos breves de democracia efectiva y épocas largas de autoritarismo caudillista. En un<br />
informe sobre la situación de la cultura política <strong>en</strong> Bolivia, basado <strong>en</strong> una amplia <strong>en</strong>cuesta<br />
de alta repres<strong>en</strong>tatividad, los autores llegan a la conclusión de que la sociedad boliviana es<br />
una de las más intolerantes <strong>en</strong> América Latina, sobre todo <strong>en</strong> refer<strong>en</strong>cia a "los grupos que<br />
perman<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te manifiestan su desacuerdo con el sistema político del país" 299 . Los otros<br />
países del área andina exhib<strong>en</strong> índices similares de intolerancia 300 .<br />
Hay ciertam<strong>en</strong>te muchas causas para explicar el retorno de un populismo autoritario <strong>en</strong><br />
América Latina. Una de ellas reside <strong>en</strong> la baja institucionalización de los partidos políticos,<br />
297 Cf. el muy interesante artículo de David Ke<strong>en</strong>, Greedy Elites, Dwindling Resources, Ali<strong>en</strong>ated Youths.<br />
The Anatomy of Protracted Viol<strong>en</strong>ce in Sierra Leone, <strong>en</strong>: INTERNATIONALE POLITIK UND<br />
GESELLSCHAFT, vol. 2003, Nº 2, pp. 67-94; cf. también: Daniel Stroux, Rohstoffe, Ress<strong>en</strong>tim<strong>en</strong>ts und<br />
staatsfreie Räume. Die Struktur<strong>en</strong> des Krieges in Afrikas Mitte (Materias primas, res<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>tos y espacios sin<br />
pres<strong>en</strong>cia del Estado. Las estructuras de la guerra <strong>en</strong> el c<strong>en</strong>tro de Africa), <strong>en</strong>: ibid., pp. 95-111.<br />
298 Sobre la difer<strong>en</strong>cia <strong>en</strong>tre populismo clásico (desplazami<strong>en</strong>to de la oligarquía política tradicional,<br />
asc<strong>en</strong>sión de nuevos sectores sociales, fuerte voluntad de reformas, posición dominante del sindicalismo) y<br />
neopopulismo (pactos con los estratos privilegiados, débil voluntad de reformas auténticas, rol limitado del<br />
sindicalismo, importancia decisiva de los medios masivos de comunicación), cf. R<strong>en</strong>é Antonio Mayorga,<br />
Antipolítica y neopopulismo, La Paz: CEBEM 1995.<br />
299 Mitchell A. Seligson / Daniel Mor<strong>en</strong>o Morales / Vivian Schwarz Blum, Auditoría de la democracia:<br />
informe Bolivia 2004, La Paz: Universidad Católica / USAid 2005, p. 171.- Mitchell A. Seligson ha pres<strong>en</strong>tado<br />
a partir de 1998 varios informes similares, basados <strong>en</strong> <strong>en</strong>cuestas repres<strong>en</strong>tativas, que dan cu<strong>en</strong>ta de una cultura<br />
política autoritaria, relativam<strong>en</strong>te invariable, <strong>en</strong> territorio boliviano.<br />
300<br />
Cf. Martín Tanaka, Los espejismos de la democracia. El colapso del sistema de partidos <strong>en</strong> el Perú,<br />
Lima: IEP 1998.<br />
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aunque esta afirmación debe ser relativizada según el país y el periodo temporal 301 . Se<br />
puede aseverar que la confianza colectiva <strong>en</strong> los partidos políticos se ha ido debilitando<br />
paulatinam<strong>en</strong>te, y de manera más precisa a lo largo del periodo neoliberal iniciado alrededor<br />
de 1980. La conjunción de democracia repres<strong>en</strong>tativa y economía de libre mercado no ha<br />
satisfecho las expectativas de las sociedades latinoamericanas, y más bi<strong>en</strong> ha fom<strong>en</strong>tado una<br />
desilusión muy dilatada con respecto del sistema democrático conv<strong>en</strong>cional y el crecimi<strong>en</strong>to<br />
concomitante del populismo iliberal, antidemocrático y colectivista. La falta de un<br />
mejorami<strong>en</strong>to substancial del nivel de vida de las clases subalternas Ä o la cre<strong>en</strong>cia de que<br />
la situación es así Ä, el carácter imparable de la corrupción <strong>en</strong> la esfera político-institucional<br />
y la inefici<strong>en</strong>cia técnica <strong>en</strong> el ejercicio de funciones públicas han sido los factores que han<br />
des<strong>en</strong>cad<strong>en</strong>ado el s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>to mayoritario de la desilusión con la "democracia pactada" 302 .<br />
A los partidos les falta raíces históricas y prácticas duraderas; los actores socio-políticos<br />
carec<strong>en</strong> de continuidad e institucionalidad; los líderes contemporáneos no dispon<strong>en</strong> de<br />
confiabilidad ni de un bu<strong>en</strong> nivel intelectual. Aunque los partidos políticos son percibidos<br />
como indisp<strong>en</strong>sables para el ejercicio de la democracia, sus configuraciones actuales no<br />
gozan del favor público. Todo esto predispone a un populismo carismático, que<br />
habitualm<strong>en</strong>te va de la mano de un r<strong>en</strong>acimi<strong>en</strong>to de la persist<strong>en</strong>te cultura política del<br />
autoritarismo.<br />
En varias sociedades africanas (Angola, Chad, Libia, Mozambique) y latinoamericanas<br />
(Bolivia, Ecuador, Nicaragua, V<strong>en</strong>ezuela) ti<strong>en</strong>de a consolidarse un régim<strong>en</strong> que no es ni<br />
socialista ni capitalista Ä para usar términos s<strong>en</strong>cillos. Y <strong>en</strong> sus diversas manifestaciones no<br />
ha resultado ser propicio para establecer una democracia digna de ese nombre. Los medios<br />
de producción más importantes (los recursos llamados "estratégicos") permanec<strong>en</strong> <strong>en</strong> manos<br />
del Estado, lo cual no se debe a una planificación patriótica de largo ali<strong>en</strong>to, sino a la<br />
301 Cf. Detlef Nolte, Zur Institutionalisierung politischer Partei<strong>en</strong> in Lateinamerika: Kontinuität und Wandel<br />
(Sobre la institucionalización de partidos políticos <strong>en</strong> América Latina: continuidad y cambio), <strong>en</strong>: KAS-<br />
AUSLANDSINFORMATIONEN, vol. 22, Nº 11, noviembre de 2006, pp. 93-122 (y las <strong>en</strong>cuestas ahí citadas).<br />
302 Sobre las democracias defici<strong>en</strong>tes (delegativas, pactadas, electorales, etc.) cf. Wolfgang Merkel, Defekte<br />
Demokrati<strong>en</strong> (Democracias defectuosas), <strong>en</strong>: Wolfgang Merkel / Andreas Busch (comps.), Demokratie in Ost<br />
und West. Für Klaus von Beyme (Democracia <strong>en</strong> Ori<strong>en</strong>te y Occid<strong>en</strong>te. Para Klaus von Beyme), Frankfurt:<br />
Suhrkamp 1999, pp. 361-381.<br />
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necesidad de la clase política dominante de corte burocrático (la "clase estatal") 303 de<br />
disponer fácilm<strong>en</strong>te de r<strong>en</strong>tas y puestos laborales para repartir <strong>en</strong>tre sus allegados y cli<strong>en</strong>tes.<br />
Como ya lo había señalado Karl A. Wittfogel, el criterio decisivo para conocer al estrato<br />
gobernante <strong>en</strong> sociedades c<strong>en</strong>tralizadas y autoritarias no es la propiedad jurídica de los<br />
medios de producción (las clases, según la teoría clásica marxista), sino el acceso a la<br />
burocracia estatal, es decir el dominio sobre el aparato burocrático, indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te de<br />
una t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia capitalista o socialista del régim<strong>en</strong> <strong>en</strong> cuestión 304 . No hay duda de que<br />
actualm<strong>en</strong>te esta privilegiada "clase estatal" debe someterse a pruebas constantes de<br />
legitimidad, como elecciones g<strong>en</strong>erales periódicas, pero las tradiciones históricas, la<br />
ing<strong>en</strong>uidad de la población y el manejo adecuado de los medios modernos de comunicación<br />
le permit<strong>en</strong> todavía el disfrute del poder. Esto incluye habitualm<strong>en</strong>te la facultad de distribuir<br />
el exced<strong>en</strong>te económico (como lo d<strong>en</strong>ominan los marxistas), el goce del prestigio público y<br />
el control sobre el autorreclutami<strong>en</strong>to de sí misma (casi siempre mediante cooptación).<br />
Como casi todos los estratos dominantes, esta clase política desarrolla paulatinam<strong>en</strong>te<br />
inclinaciones conservadoras y un talante autoritario, que se manifiestan por ejemplo <strong>en</strong> el<br />
culto exorbitante a los gobernantes, la expansión del secreto de Estado y la prop<strong>en</strong>sión a<br />
controlar celosam<strong>en</strong>te las actividades ciudadanas 305 .<br />
De todas maneras este régim<strong>en</strong> de propiedad es muy popular, pues brinda a las masas la<br />
ilusión de que las principales riquezas del país correspond<strong>en</strong> a "toda la nación" y no a unos<br />
303 Sobre la "clase estatal" cf. Hartmut Els<strong>en</strong>hans, Abhängiger Kapitalismus oder bürokratische<br />
Entwicklungsgesellschaft? Versuch über d<strong>en</strong> Staat in der Dritt<strong>en</strong> Welt (Capitalismo dep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te o sociedad<br />
burocrática de desarrollo? Ensayo sobre el Estado <strong>en</strong> el Tercer Mundo), Frankfurt: Campus 1981, pp. 23-25,<br />
144-158.<br />
304 Karl A. Wittfogel, Die ori<strong>en</strong>talische Despotie. Eine vergleich<strong>en</strong>de Untersuchung totaler Macht (El<br />
despotismo ori<strong>en</strong>tal. Una investigación comparativa del poder total), Frankfurt / Berlin: Ullstein 1977, passim;<br />
sobre Wittfogel cf. la instructiva monografía de G. L. Ulm<strong>en</strong>, The Sci<strong>en</strong>ce of Society. Towards an<br />
Understanding of the Life and Work of Karl August Wittfogel, La Haya: Mouton 1978.- Cf. también la sólida<br />
argum<strong>en</strong>tación <strong>en</strong>: Claude Lefort, Elém<strong>en</strong>ts d'une critique de la bureaucratie, París: Gallimard 1979, pp. 273,<br />
298-308; Daniel Bell, Die nachindustrielle Gesellschaft (La sociedad postindustrial), Reinbek: Rowohlt 1979,<br />
pp. 69-99.<br />
305 Sobre el populismo socialista v<strong>en</strong>ezolano cf. Nelson Antonio Castillo, V<strong>en</strong>ezuela <strong>en</strong> el siglo XXI: visiones<br />
de futuro, Caracas: CENDES 2006; Nelly Ar<strong>en</strong>as / Luis Gómez Calcaño, Populismo autoritario: V<strong>en</strong>ezuela<br />
1999-2005, Caracas: CENDES 2006; Angel E. Alvarez, De la hegemonía partidista a la democracia sin<br />
partidos, <strong>en</strong>: POLITEIA (Caracas), Nº 30, <strong>en</strong>ero-junio de 2003, pp. 75-93, y los otros artículos de este número<br />
monográfico dedicado a la involución de la democracia <strong>en</strong> V<strong>en</strong>ezuela.<br />
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pocos capitalistas privados. Sin la propiedad de los medios de producción, pero con el<br />
usufructo de los mismos, estas élites resultan ser muy privilegiadas <strong>en</strong> el plano políticooperativo<br />
y <strong>en</strong> el financiero, sin t<strong>en</strong>er la odiosa connotación (y responsabilidad) de ser<br />
propietarias de empresas de gran visibilidad pública.<br />
Finalm<strong>en</strong>te hay que considerar la fatal influ<strong>en</strong>cia de los medios masivos de comunicación<br />
<strong>en</strong> conjunción con la persist<strong>en</strong>cia del autoritarismo <strong>en</strong> difer<strong>en</strong>tes ámbitos del Tercer Mundo,<br />
como el islámico. De acuerdo a la teoría de Bassam Tibi sobre las "sociedades a la<br />
def<strong>en</strong>siva", no habría existido allí una consci<strong>en</strong>cia crítica de relevancia colectiva que ponga<br />
<strong>en</strong> cuestionami<strong>en</strong>to la historia, los valores de ori<strong>en</strong>tación, las normativas políticas y las<br />
instituciones de esta <strong>en</strong>orme área geográfico-cultural 306 . La escuela, la universidad y los<br />
medios ofrecerían a un público relativam<strong>en</strong>te ing<strong>en</strong>uo una visión edulcorada e idealizada del<br />
propio pasado. Esto promovería una actitud colectiva a priori favorable a la continuación<br />
del autoritarismo, revestida de un barniz de modernismo técnico. Faltaría, por ejemplo, un<br />
continuado debate público Ä que tuviese consecu<strong>en</strong>cias políticas Ä <strong>en</strong> torno a la t<strong>en</strong>sión<br />
nunca resuelta <strong>en</strong>tre el credo religioso proclamado de di<strong>en</strong>tes para afuera y el<br />
comportami<strong>en</strong>to cotidiano, que no coincide con el primero. Esto crea una doble moral<br />
perman<strong>en</strong>te, que no es proclive ni a la democracia g<strong>en</strong>uina, ni al Estado de Derecho, ni a un<br />
espíritu de indagación intelectual e investigación ci<strong>en</strong>tífica. La situación es muy similar <strong>en</strong><br />
ext<strong>en</strong>sas regiones de Asia, Africa y América Latina.<br />
Todos estos factores hac<strong>en</strong> muy difícil el establecimi<strong>en</strong>to de una democracia pluralista<br />
consist<strong>en</strong>te. Lo arduo para un common s<strong>en</strong>se guiado críticam<strong>en</strong>te es evaluar una situación<br />
tan compleja, <strong>en</strong> la cual la democracia Ä <strong>en</strong> sus variantes conv<strong>en</strong>cional, neoliberal y<br />
populista Ä ha decepcionado <strong>en</strong> grado profundo a una gran parte de la población a causa de<br />
su mediocre desempeño y de la corrupción leg<strong>en</strong>daria de casi todas las élites gobernantes.<br />
Pero al mismo tiempo hay que reconocer que <strong>en</strong> la actualidad no hay una alternativa viable a<br />
306 Bassam Tibi, Die neue Weltunordnung. Westliche Dominanz und islamischer Fundam<strong>en</strong>talismus (El<br />
nuevo desord<strong>en</strong> mundial. El dominio occid<strong>en</strong>tal y el fundam<strong>en</strong>talismo islámico), Munich: Econ 2001, p. 100,<br />
290 sq.<br />
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algún modelo de democracia moderna; todo m<strong>en</strong>osprecio de esta última puede acrec<strong>en</strong>tar<br />
inclinaciones colectivas lat<strong>en</strong>tes que son afines a sistemas autoritarios y hasta totalitarios.<br />
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9<br />
Las ambival<strong>en</strong>cias de la democracia contemporánea<br />
<strong>en</strong> un mundo insoportablem<strong>en</strong>te complejo e insolidario<br />
Preliminares: La desilusión con el neoliberalismo<br />
Anticipando las conclusiones se puede aseverar lo sigui<strong>en</strong>te. Un esfuerzo didáctico (desde<br />
una perspectiva filosófica, no politológica) y una evaluación sobria de los modelos político-<br />
institucionales contemporáneos Ä que evit<strong>en</strong> los extremos interpretativos sin declinar <strong>en</strong> la<br />
int<strong>en</strong>ción crítica Ä nos llevan <strong>en</strong> primer término a conocer los aspectos negativos de los<br />
diversos sistemas, las limitaciones de las democracias contemporáneas y hasta las car<strong>en</strong>cias<br />
intrínsecas de los designios mejor <strong>en</strong>caminados para asegurar la conviv<strong>en</strong>cia razonable de<br />
los mortales. Un bon mot atribuido a Sir Winston S. Churchill afirma que la moderna<br />
democracia pluralista es un régim<strong>en</strong> mediocre, pero que todos los otros son aun peores. Este<br />
punto de vista realista (a) nos recuerda <strong>en</strong> primer término las características negativas de la<br />
democracia, que no pued<strong>en</strong> y no deb<strong>en</strong> ser pasadas por alto, pero también (b) nos ayuda a<br />
reconocer sus bondades, sobre todo si realizamos un análisis comparativo con otros sistemas<br />
de ord<strong>en</strong>ami<strong>en</strong>to social <strong>en</strong> un amplio contexto supranacional 307 . La democracia moderna<br />
resulta el mal m<strong>en</strong>or, si percibimos que el mundo actual alberga numerosos modelos<br />
307 Sobre la temática del pluralismo cf. el número monográfico de DEBATS (Val<strong>en</strong>cia), Nº 89, verano de<br />
2005; Javier Tusell, Democracia como realidad histórica, <strong>en</strong>: ibid., pp. 52-61.<br />
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autoritarios, gobiernos autocráticos, experim<strong>en</strong>tos populistas y regím<strong>en</strong>es tradicionalistas,<br />
todos ellos pl<strong>en</strong>os de elem<strong>en</strong>tos irracionales. Este último calificativo está elegido<br />
premeditadam<strong>en</strong>te, pues no podemos caer <strong>en</strong> la cómoda posición relativista que postula la<br />
incomparabilidad de los paradigmas humanos de estructuración política, lo que significa,<br />
por ejemplo, una indulg<strong>en</strong>cia muy g<strong>en</strong>erosa para con f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os autoritarios, sólo porque<br />
estos últimos pert<strong>en</strong>ecerían a tradiciones culturales distintas de las de Europa Occid<strong>en</strong>tal.<br />
Como conclusión adicional se puede decir que los regím<strong>en</strong>es democráticos vinculados al<br />
neoliberalismo económico y cultural han resultado una desilusión <strong>en</strong> gran parte del Tercer<br />
Mundo, un des<strong>en</strong>canto de magnitud considerable y con implicaciones políticas de gran<br />
repercusión. Y hay que ver esta decepción d<strong>en</strong>tro de un contexto mundial consagrado a<br />
int<strong>en</strong>tos estrictam<strong>en</strong>te racionales y modernizantes por mejorar el marco político, social y<br />
económico de las naciones del Tercer Mundo, contexto conformado por las instituciones<br />
supranacionales más importantes y por el quehacer de los especialistas más destacados <strong>en</strong><br />
ci<strong>en</strong>cias sociales. La desilusión resulta compr<strong>en</strong>sible <strong>en</strong> su dim<strong>en</strong>sión e int<strong>en</strong>sidad puesto<br />
que estos modelos Ä a partir de más o m<strong>en</strong>os 1980 Ä fueron concebidos, justificados y<br />
publicitados como la superación de las fal<strong>en</strong>cias premodernas y como la expresión más<br />
notable de políticas públicas ci<strong>en</strong>tíficam<strong>en</strong>te elaboradas.<br />
Por otra parte no han faltado notables logros <strong>en</strong> los procesos de modernización de las<br />
últimas décadas. Se han expandido, sin duda alguna, los subsistemas de educación moderna,<br />
deliberación democrática y participación popular; a comi<strong>en</strong>zos del siglo XXI América<br />
Latina, Asia y Africa constituy<strong>en</strong> sociedades muy difer<strong>en</strong>tes de sus predecesoras <strong>en</strong> un lapso<br />
de tiempo de escasos cincu<strong>en</strong>ta años, pero falta afianzar estos factores de manera consist<strong>en</strong>te<br />
y crear una atmósfera amplia de confianza institucional. Esta car<strong>en</strong>cia ha sido decisiva para<br />
que a comi<strong>en</strong>zos del siglo XXI la opinión pública perciba más clara y dolorosam<strong>en</strong>te uno de<br />
los problemas mayores del neoliberalismo tercermundista: la conjunción de corrupción con<br />
ineptitud.<br />
Un factor ético con vinculaciones económicas (la corrupción de magnitud insospechada) y<br />
uno técnico con nexos institucionales (la ineptitud manifiesta <strong>en</strong> la administración pública)<br />
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han devaluado al neoliberalismo <strong>en</strong> los ojos de la opinión pública y de los votantes. En<br />
América Latina, salvo Chile y Costa Rica, se expande un marcado des<strong>en</strong>canto con la teoría<br />
y la praxis neoliberales. La expresión "neoliberal" está vinculada a varios aspectos. En las<br />
últimas décadas las ideas neoliberales se han impuesto <strong>en</strong> gran parte del mundo, sobre todo<br />
<strong>en</strong> la reorganización de la economía y las finanzas públicas y <strong>en</strong> el redim<strong>en</strong>sionami<strong>en</strong>to del<br />
rol del Estado, pero, simultáneam<strong>en</strong>te, los partidos liberales "clásicos" ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a<br />
desaparecer, favoreci<strong>en</strong>do agrupaciones conservadoras, populistas, nacionalistas y<br />
regionalistas. En contraposición al liberalismo de épocas pasadas, el neoliberalismo del<br />
pres<strong>en</strong>te y del Tercer Mundo está caracterizado por la dilución de los viejos principios<br />
liberales iusnaturalistas. A esto corresponde, <strong>en</strong> el plano cultural y <strong>en</strong> la esfera<br />
específicam<strong>en</strong>te política, un agotami<strong>en</strong>to del liberalismo <strong>en</strong> cuanto proyecto movilizador<br />
para el futuro y creador de instituciones y valores de ori<strong>en</strong>tación de amplio alcance.<br />
Este agotami<strong>en</strong>to puede ser aclarado recapitulando parcialm<strong>en</strong>te el debate <strong>en</strong>tre<br />
comunitarismo y liberalismo. Aunque <strong>en</strong> los últimos años las teorías comunitaristas gozan<br />
del favor creci<strong>en</strong>te del público académico, sobre todo <strong>en</strong> el Tercer Mundo, no hay duda de<br />
que su pot<strong>en</strong>cial explicativo ha sido sobreestimado <strong>en</strong> gran escala; al mismo tiempo, <strong>en</strong> el<br />
plano político de la realidad cotidiana, la opinión pública <strong>en</strong> Asia, Africa y América Latina<br />
percibe ahora las defici<strong>en</strong>cias de los regím<strong>en</strong>es neoliberales de modo exagerado, cuando no<br />
injusto. El r<strong>en</strong>acimi<strong>en</strong>to del comunitarismo ti<strong>en</strong>e que ver con el hecho de que el<br />
neoliberalismo ha devaluado aun más los aspectos de solidaridad, confianza e id<strong>en</strong>tidad<br />
colectiva 308 que florec<strong>en</strong> presuntam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> el ord<strong>en</strong> premoderno y comunitario, aspectos<br />
que han sido debilitados o aniquilados por la modernización acelerada de las últimas<br />
décadas.<br />
308 Sobre la temática de la id<strong>en</strong>tidad colectiva y sus connotaciones peligrosas, cf. el tratado exhaustivo: Lutz<br />
Niethammer, Kollektive Id<strong>en</strong>tität. Heimliche Quell<strong>en</strong> einer unheimlich<strong>en</strong> Konjunktur (Id<strong>en</strong>tidad colectiva.<br />
Fu<strong>en</strong>tes secretas de una coyuntura fatídica), Reinbek: Rowohlt 2000.<br />
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La nostalgia por un sistema social que brinde solidaridad <strong>en</strong> sus muchas facetas 309 es uno<br />
de los factores que subyace al r<strong>en</strong>acimi<strong>en</strong>to de prácticas religiosas. Este f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o no se da<br />
exclusivam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> el ámbito islámico, sino que alcanza los más variados territorios<br />
culturales. El análisis de los presupuestos prepolíticos de la democracia (o dicho de manera<br />
más provocativa: los cimi<strong>en</strong>tos <strong>en</strong> parte religiosos de la conviv<strong>en</strong>cia razonable de los<br />
mortales) ha pasado a ser una materia importante de estudio de la filosofía y sociología<br />
políticas. La Escuela de Frankfurt, que a m<strong>en</strong>udo ha producido intuiciones clarivid<strong>en</strong>tes<br />
sobre temas religiosos, se ha preocupado últimam<strong>en</strong>te por esos fundam<strong>en</strong>tos premodernos<br />
de la democracia, que a priori no deb<strong>en</strong> ser calificados de irracionales. El ord<strong>en</strong>ami<strong>en</strong>to<br />
social basado <strong>en</strong> el racionalismo y configurado por la modernidad ha g<strong>en</strong>erado, como se<br />
sabe de forma exhaustiva, severas pérdidas <strong>en</strong> los campos afectivo, familiar, laboral e<br />
institucional, lo que, a su vez, ha motivado un r<strong>en</strong>ovado interés por aquellos modelos<br />
civilizatorios que apar<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te originaban un prácticas g<strong>en</strong>eralizadas de solidaridad no<br />
mediada burocráticam<strong>en</strong>te. Y ellos combinaban una religiosidad tomada <strong>en</strong> serio con<br />
manifestaciones de solidaridad y con una concepción aun intacta sobre el s<strong>en</strong>tido de la<br />
historia y la exist<strong>en</strong>cia. Todo esto ha complicado paradójicam<strong>en</strong>te la dim<strong>en</strong>sión política de<br />
la actualidad y su tratami<strong>en</strong>to teórico.<br />
La necesidad de la crítica a la democracia como mecanismo mercantil<br />
Sigui<strong>en</strong>do un teorema de Max Weber y de la Escuela de Frankfurt, que ha demostrado ser<br />
clarivid<strong>en</strong>te, se puede sost<strong>en</strong>er que el ord<strong>en</strong> social actual <strong>en</strong> amplias regiones del Tercer<br />
Mundo se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra sometido a la dictadura de una racionalidad básicam<strong>en</strong>te instrum<strong>en</strong>tal.<br />
Sus criterios de legitimización han cesado de ser la libertad y la autonomía individuales y la<br />
autodeterminación democrática, dando paso a valores rectores como el desempeño<br />
309 Cf. tres textos muy instructivos: Kurt Bayertz, Begriff und Problem der Solidarität (Concepto y problema<br />
de la solidaridad), <strong>en</strong>: Kurt Bayertz (comp.), Solidarität. Begriff und Problem (Solidaridad. Concepto y<br />
problema), Frankfurt: Suhrkamp 1998, pp. 11-53; Andreas Wildt, Solidarität Ä Begriffsgeschichte und<br />
Definition heute (Solidaridad Ä historia conceptual y definición actual), <strong>en</strong>: ibid., pp. 202-216; Hauke<br />
Brunkhorst, Globale Solidarität: Inklusionsprobleme der modern<strong>en</strong> Gesellschaft (Solidaridad global:<br />
problemas de inclusión de la sociedad moderna), <strong>en</strong>: Lutz Wingert / Klaus Günther (comps.), Die Öff<strong>en</strong>tlichkeit<br />
der Vernunft und die Vernunft der Öff<strong>en</strong>tlichkeit. Festschrift für Jürg<strong>en</strong> Habermas (El carácter público de la<br />
razón y la razón de lo público. Hom<strong>en</strong>aje a Jürg<strong>en</strong> Habermas), Frankfurt: Suhrkamp 2001, pp. 605-626.<br />
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económico-financiero, el éxito material y el consumo grosero. El éxito inm<strong>en</strong>so de la<br />
tecnología y su p<strong>en</strong>etración <strong>en</strong> casi todas las esferas de la vida moderna han conducido a<br />
atribuir a la racionalidad instrum<strong>en</strong>tal y a sus manifestaciones socio-políticas un aura de<br />
verdad inconmovible, ante la cual el debate clásico <strong>en</strong> torno a ideas y programas, por una<br />
parte, y la concurr<strong>en</strong>cia libre de los partidos por el favor de los electores, por otra, adoptan el<br />
aire de un p<strong>en</strong>oso anacronismo. El carácter ci<strong>en</strong>tífico-técnico de los asuntos c<strong>en</strong>trales de<br />
nuestra civilización hace muy difícil su crítica por parte de g<strong>en</strong>te que no ti<strong>en</strong>e los<br />
conocimi<strong>en</strong>tos especializados pertin<strong>en</strong>tes. La tecnificación y la ci<strong>en</strong>tifización del mundo<br />
transforman la democracia liberal <strong>en</strong> algo obsoleto.<br />
No hay duda de que los sistemas neoliberales del pres<strong>en</strong>te pose<strong>en</strong> algunos factores<br />
positivos: un alto grado de movilidad social y personal, una notable difer<strong>en</strong>ciación de roles y<br />
funciones y unas posibilidades bastante amplias <strong>en</strong> la elección de comportami<strong>en</strong>tos y<br />
valores. Pero estas sociedades de cuño neoliberal llevan asimismo a la atomización de los<br />
ciudadanos, a la obsolesc<strong>en</strong>cia de la discusión pública intelectual, a la compet<strong>en</strong>cia brutal<br />
por cualquier nimiedad y a la anomia como factor influy<strong>en</strong>te de la praxis colectiva. La<br />
decepción m<strong>en</strong>cionada ti<strong>en</strong>e que ver con el hecho fundam<strong>en</strong>tal de que hoy <strong>en</strong> día la<br />
actividad política ha sido degradada y convertida <strong>en</strong> una función del mercado omnipot<strong>en</strong>te,<br />
<strong>en</strong> el cual los medios masivos de comunicación juegan un papel predominante. También <strong>en</strong><br />
América Latina se puede constatar la popular idea de que la política <strong>en</strong> su forma tradicional<br />
puede dejar de existir y transformarse <strong>en</strong> una asignación de recursos por medio del mercado.<br />
Se disuelve la posibilidad de control democrático de políticas públicas, ya que estas pasan a<br />
la tuición de organismos supranacionales que g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te no están conformados por una<br />
elección democrática. Según Jürg<strong>en</strong> Habermas, esta "constelación postnacional" puede<br />
conducir a que la política se convierta <strong>en</strong> una gestión tecnocrática, sin gozar de la necesaria<br />
legitimidad democrática. Esta es la t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia apar<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te universal a la economización<br />
de la política. El poder se reduce al dinero. El poder puede ser democratizado, dice<br />
Habermas, el dinero no 310 . La regulación de decisiones opera como la lógica de opciones<br />
310 Jürg<strong>en</strong> Habermas, Die postnationale Konstellation. Politische Essays (La constelación postnacional.<br />
Ensayos políticos), Frankfurt: Suhrkamp 1998, p. 95, 119 sq., 123, 133.<br />
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mercantiles, para la cual criterios como el bi<strong>en</strong> común 311 , la experi<strong>en</strong>cia histórica o el<br />
sopesar riesgos sociales, simplem<strong>en</strong>te no exist<strong>en</strong>.<br />
Por todo ello y a la vista del des<strong>en</strong>canto g<strong>en</strong>erado por el neoliberalismo, sobre todo <strong>en</strong><br />
América Latina, se expande <strong>en</strong> círculos académicos la necesidad de un análisis exhaustivo<br />
de la llamada democracia neoliberal. Adelantándose a los ci<strong>en</strong>tistas políticos, un gran<br />
liberal, como lo fue Octavio Paz, lo dijo clara y concisam<strong>en</strong>te: hay que poner <strong>en</strong> duda la<br />
ideología del mercado qua nueva religión obligatoria. "El mercado es el promotor de los<br />
cambios y las innovaciones técnicas; también es el rey del despilfarro. [...] A nosotros el<br />
mercado nos cond<strong>en</strong>a a desechar lo que compramos ayer y, por la boca ubicua de la<br />
publicidad, nos intoxica con la droga infernal de la novedad. Idolatría del siglo XX: la<br />
adoración de las cosas nuevas que duran lo que dura un parpadeo" 312 . En lugar de producir<br />
pocos artículos, pero de gran calidad y durabilidad, el mercado nos inunda con cosas de baja<br />
calidad y poca duración, pero que son vistosas y parec<strong>en</strong> irresistibles. El mercado constituye<br />
un procedimi<strong>en</strong>to inigualado <strong>en</strong> su precisión y eficacia para detectar car<strong>en</strong>cias, descubrir los<br />
deseos de los consumidores y asignar recursos escasos, pero también es imparable a la hora<br />
de agotar los recursos naturales, destruir los ecosistemas, g<strong>en</strong>erar montañas de basura,<br />
homog<strong>en</strong>eizar las sociedades a lo ancho y lo largo del planeta y domeñar a los seres<br />
humanos.<br />
Por otra parte no es conv<strong>en</strong>i<strong>en</strong>te <strong>en</strong> absoluto abolir el mercado y el comercio libres,<br />
máxime si los experim<strong>en</strong>tos socialistas, que se dedicaron a este objetivo hasta 1989,<br />
fracasaron estrepitosam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> la persecución de este fin y sembraron más problemas que<br />
soluciones. El mercado y el comercio libres han resultado ser indisp<strong>en</strong>sables: son el motor<br />
del desarrollo y del intercambio <strong>en</strong>tre las naciones y las culturas. Sin ellos el mundo sería<br />
infinitam<strong>en</strong>te más pobre... y más aburrido. Hay que considerar, sin embargo, lo que añadió<br />
Octavio Paz: "Pero el mercado no es una ley natural ni divina: es un mecanismo inv<strong>en</strong>tado<br />
311 Sobre la complejidad inher<strong>en</strong>te al concepto de bi<strong>en</strong> común cf. el instructivo <strong>en</strong>sayo de Claus Offe,<br />
Wess<strong>en</strong> Wohl ist das Gemeinwohl? (De quién es el bi<strong>en</strong> común?), <strong>en</strong>: Wingert / Günther (comps.), op. cit. (nota<br />
3), pp. 459-488.<br />
312 Octavio Paz, Itinerario, Barcelona: Seix Barral 1994, p. 120.<br />
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por los hombres. Como todos los mecanismos es ciego: no sabe a dónde va, su misión es<br />
girar sin fin" 313 . Por lo tanto, no hay que abolirlo ni restringirlo, pero sí humanizarlo, aunque<br />
la concreción de este postulado <strong>en</strong> la praxis cotidiana es algo inm<strong>en</strong>sam<strong>en</strong>te difícil.<br />
La crítica del mercado debe ser complem<strong>en</strong>tada por una de los medios masivos de<br />
comunicación, sobre todo <strong>en</strong> vista de la relevancia extraordinaria que éstos han adquirido <strong>en</strong><br />
las últimas décadas. La <strong>en</strong>orme cantidad de literatura publicada 314 sobre esta temática nos<br />
exime de <strong>en</strong>trar <strong>en</strong> detalles o de int<strong>en</strong>tar una especie de síntesis, reproduci<strong>en</strong>do <strong>en</strong> cambio<br />
unos p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos de Octavio Paz. Los puntos principales de esta crítica son la baja calidad<br />
cultural de lo que irradian los medios, la cultura del conformismo que propagan y el<br />
consumismo desbocado que impulsan. Octavio Paz señaló la tediosa similitud de imág<strong>en</strong>es<br />
y fórmulas que los medios emit<strong>en</strong> sin pausa: "La civilización de la libertad nos ha<br />
convertido <strong>en</strong> una manada de borregos. [...] Uno de los rasgos <strong>en</strong> verdad desoladores de<br />
nuestra sociedad es la uniformidad de las conci<strong>en</strong>cias, los gustos y las ideas, unida al culto<br />
de un individualismo egoísta y des<strong>en</strong>fr<strong>en</strong>ado" 315 . El elevado nivel civilizatorio del pres<strong>en</strong>te<br />
ha producido también una satisfacción de las masas que se destaca sólo por su carácter<br />
apolítico, superficial y cambiante. Justam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> relación con la política, los medios han<br />
introducido <strong>en</strong> esta esfera una cultura del <strong>en</strong>tret<strong>en</strong>imi<strong>en</strong>to sin escapatoria, vaciando de todo<br />
cont<strong>en</strong>ido serio a la discusión ideológica y a la elección de alternativas programáticas. Los<br />
medios y especialm<strong>en</strong>te la televisión han transformado la libertad de expresión Ä una<br />
conquista irr<strong>en</strong>unciable de la humanidad Ä <strong>en</strong> un "instrum<strong>en</strong>to de domesticación intelectual,<br />
moral y política" 316 . El resultado global fue descrito así por Octavio Paz: "El mercado ha<br />
minado todas las antiguas cre<strong>en</strong>cias Ä muchas de ellas, lo acepto, nefastas Ä pero <strong>en</strong> su<br />
lugar no ha instalado sino una pasión: la de comprar cosas y consumir este o aquel objeto.<br />
Nuestro hedonismo no es una filosofía del placer sino una abdicación del albedrío [...]. El<br />
313 Ibid., p. 121.<br />
314 Giovanni Sartori, Homo vid<strong>en</strong>s. La sociedad teledirigida, Madrid: Santillana 1998; Jean-Marie<br />
Guéh<strong>en</strong>no, El fin de la democracia, Barcelona: Paidós 1995.<br />
315 Octavio Paz, op. cit. (nota 6), p. 123.<br />
316 Ibid., p. 132.<br />
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hedonismo no es el pecado de las democracias modernas: su pecado es su conformismo, la<br />
vulgaridad de sus pasiones, la uniformidad de sus gustos, ideas y convicciones" 317 .<br />
A esto hay poco que agregar, sobre todo si consideramos otros aspectos negativos<br />
asociados a la moderna democracia de masas. En un amplio estudio sobre Nigeria, la mayor<br />
democracia africana (<strong>en</strong> términos numéricos de población), se llega a la conclusión<br />
paradójica de que la democracia contemporánea, basada <strong>en</strong> el derecho universal de voto,<br />
fom<strong>en</strong>ta la expansión de grandes masas de partidarios ocasionales, para los cuales el<br />
alici<strong>en</strong>te mayor es de carácter material, como un empleo o una gratificación, por más<br />
pequeña que esta sea 318 . En muchísimas sociedades se puede detectar un f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o similar.<br />
Para ganar una elección <strong>en</strong> un sistema libre y competitivo d<strong>en</strong>tro del marco de las<br />
democracias actuales con millones de votantes, es imprescindible contar con dilatados<br />
grupos de simpatizantes. Para conformar estas masas y mant<strong>en</strong>erlas cont<strong>en</strong>tas, hay que<br />
acudir a procedimi<strong>en</strong>tos modernizados de comportami<strong>en</strong>tos tradicionales, como el<br />
favoritismo, el preb<strong>en</strong>dalismo y el patrimonialismo, que no son un dechado de virtudes<br />
democráticas. La lucha por el poder, que constituye el núcleo de la política, se transforma <strong>en</strong><br />
mecanismos "efici<strong>en</strong>tes" para conseguir, por lo m<strong>en</strong>os parcialm<strong>en</strong>te, la prefer<strong>en</strong>cia de los<br />
votantes, y ello es imposible hoy <strong>en</strong> día sin satisfacer algunos de los anhelos de la población<br />
referidos a un mejor nivel de vida y a distracciones de acuerdo a las modas del mom<strong>en</strong>to.<br />
Como escribió Mario Vargas Llosa, "las conti<strong>en</strong>das electorales se decid<strong>en</strong> cada vez más <strong>en</strong><br />
función de la publicidad y cada vez m<strong>en</strong>os debido a los programas y razones que propon<strong>en</strong><br />
los candidatos" 319 . En esta constelación no es sorpr<strong>en</strong>d<strong>en</strong>te que cantantes, pres<strong>en</strong>tadores de<br />
televisión y actores llegu<strong>en</strong> a ser políticos de primer nivel.<br />
En conclusión: el peligro inher<strong>en</strong>te a la modernización parcial, como se da <strong>en</strong> la mayoría<br />
de las naciones del Tercer Mundo, consiste <strong>en</strong> la construcción de una sociedad urbana e<br />
industrializada, pero sin un fundam<strong>en</strong>to humanista y sin una firme cultura democrática,<br />
317 Ibid., p. 133.<br />
318<br />
Richard Joseph, Democracy and Preb<strong>en</strong>dal Politics in Nigeria: The Rise and Fall of the Second<br />
Republic, Ibadan: Spectrum 1999, p. 57.<br />
319 Mario Vargas Llosa, La hora de los cómicos, <strong>en</strong>: LA RAZON (La Paz) del 5 de octubre de 2003, p. A7.<br />
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pluralista y laica. Según las circunstancias históricas, esta sociedad puede impedir el<br />
apr<strong>en</strong>dizaje de un <strong>en</strong>t<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to comunicativo de amplio alcance y desarrollar una afinidad<br />
para con modelos autoritarios y hasta totalitarios.<br />
Defici<strong>en</strong>cias de la democracia contemporánea<br />
No sólo el actual relativismo de valores, sino también un elem<strong>en</strong>to intrínseco de la<br />
democracia nos lleva a dudar de su bondad global, y es algo que fue tematizado<br />
ampliam<strong>en</strong>te desde p<strong>en</strong>sadores clásicos como Aristóteles y Tucídides. Hay que considerar al<br />
mismo tiempo que el estudio de la historia y de experi<strong>en</strong>cias concretas no siempre nos puede<br />
<strong>en</strong>señar algo: nuestros esfuerzos teóricos más notables pued<strong>en</strong> r<strong>en</strong>dir frutos muy<br />
modestos 320 .<br />
La crítica del mercado y de los medios quedaría inconclusa sin un cuestionami<strong>en</strong>to de la<br />
democracia moderna, por más somero que este sea. Como se sabe, el muy complejo edificio<br />
de la democracia actual se construyó sobre cimi<strong>en</strong>tos que provi<strong>en</strong><strong>en</strong> de la Grecia clásica y<br />
que fueron <strong>en</strong>riquecidos por aportes de difer<strong>en</strong>tes épocas y culturas. El respeto a la voluntad<br />
de la mayoría es complem<strong>en</strong>tado por la protección de los derechos de las minorías y, <strong>en</strong>cima<br />
de todo, por el Estado de Derecho. Este sistema, cuya calidad y efici<strong>en</strong>cia están avaladas por<br />
un largo desarrollo histórico y por su expansión a nivel mundial durante el siglo XX, no<br />
puede, sin embargo, responder preguntas es<strong>en</strong>ciales de los ciudadanos, como aquellas sobre<br />
el s<strong>en</strong>tido de la vida, la dirección de la evolución a largo plazo y la consecución de la<br />
felicidad individual.<br />
Esta última cuestión no es una simple nostalgia infantil. Desde Aristóteles se concibe la<br />
política como algo más que un lugar de maximización de prefer<strong>en</strong>cias sociales, porque estas<br />
prefer<strong>en</strong>cias ti<strong>en</strong><strong>en</strong> que ver con valores éticos y con asuntos relativos a la justicia. La<br />
participación política, por lo tanto, no puede ser asimilada (o reducida) a un modelo de<br />
320 A esta conclusión llega un gran conocedor de la temática, después de constatar que carecemos hoy de un<br />
concepto substancial de política y que estamos inundados, al mismo tiempo, por una retórica de la politización:<br />
Rüdiger Bubner, Polis und Staat. Grundlini<strong>en</strong> der Politisch<strong>en</strong> Philosophie (Polis y Estado. Fundam<strong>en</strong>tos de la<br />
filosofía política), Frankfurt: Suhrkamp 2002, p. 127, 192.<br />
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mercado, sino que se parece más a un foro público, donde la participación libre de los<br />
ciudadanos es equival<strong>en</strong>te a su autorrealización: un fin <strong>en</strong> sí mismo 321 . (No es superfluo<br />
recordar que el concepto de democracia como fin <strong>en</strong> sí mismo es controvertido.) La<br />
participación política no puede ser id<strong>en</strong>tificada con una mera forma de actividad mercantil,<br />
pues casi todo int<strong>en</strong>to <strong>en</strong> este s<strong>en</strong>tido implica nol<strong>en</strong>s vol<strong>en</strong>s la búsqueda del bi<strong>en</strong> común y,<br />
por <strong>en</strong>de, la superación de las formas más groseras del egoísmo individualista, aunque esto<br />
ocurra mayoritariam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> el plano teórico.<br />
Los dos elem<strong>en</strong>tos fundantes de la democracia son: (a) la suposición de que los<br />
ciudadanos son capaces de decidir adecuadam<strong>en</strong>te acerca de los asuntos públicos y (b) que<br />
las decisiones son tomadas con libertad individual y responsabilidad cívica. Fr<strong>en</strong>te a estos<br />
supuestos teóricos se halla la realidad empírica del pres<strong>en</strong>te. No sólo está el problema<br />
contemporáneo de la creci<strong>en</strong>te complejidad y complicación de esos asuntos públicos, sino<br />
también la posibilidad real de la manipulación de consci<strong>en</strong>cias por los demagogos, los<br />
medios de comunicación y los sistemas educacionales. El ser humano es proclive al error y<br />
al <strong>en</strong>gaño, lo que se detectó claram<strong>en</strong>te desde tiempos inmemoriales <strong>en</strong> la esfera política. La<br />
posibilidad de informarse adecuadam<strong>en</strong>te, el análisis de los propios intereses y el debate<br />
libre, previos a las elecciones y a la toma de decisiones, parecerían configurar el antídoto<br />
contra estos males, pero la historia de la democracia nos muestra precisam<strong>en</strong>te que éste no<br />
es siempre el caso. En el pres<strong>en</strong>te el debate libre Ä que jamás garantizó la sabiduría de los<br />
políticos y nunca evitó la credulidad del público Ä se ha transformado <strong>en</strong> un espectáculo<br />
mediático, normado por las leyes de la audi<strong>en</strong>cia, limitado por la fugacidad del tiempo <strong>en</strong> la<br />
televisión e influido por las necesidades del circo. Nos queda sólo un modesto consuelo: la<br />
vig<strong>en</strong>cia de la libertad de expresión puede contribuir a mitigar las estulticias propias de los<br />
humanos y a reducir el marg<strong>en</strong> de error.<br />
De acuerdo a Habermas, bajo el liberalismo postmoderno el sistema de libertades públicas<br />
e individuales ti<strong>en</strong>de a transformarse <strong>en</strong> derechos individualistas, subjetivos y posesivos,<br />
321 Cf. el brillante estudio de Jürg<strong>en</strong> Habermas, Vorpolitische Grundlag<strong>en</strong> des demokratisch<strong>en</strong><br />
Rechtsstaates? (Fundam<strong>en</strong>tos prepolíticos del Estado democrático de Derecho?), <strong>en</strong>: Habermas, Zwisch<strong>en</strong><br />
Naturalismus und Religion. Philosophische Aufsätze (Entre naturalismo y religión. Ensayos filosóficos),<br />
Frankfurt: Suhrkamp 2005, pp. 106-118.<br />
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que adoptan un carácter instrum<strong>en</strong>talista, consagrados a def<strong>en</strong>der sólo intereses particulares<br />
y motivos utilitaristas. Por ello se puede aseverar que a los actuales regím<strong>en</strong>es basados <strong>en</strong> el<br />
liberalismo económico les falta el ámbito de la solidaridad. Sin esta última no puede<br />
prosperar la dim<strong>en</strong>sión de los derechos políticos, ya que la utilización de derechos (también<br />
<strong>en</strong> la constelación de la autonomía privada) presupone una determinada ori<strong>en</strong>tación hacia el<br />
bi<strong>en</strong> común: las normas, las leyes y las regulaciones g<strong>en</strong>erales derivan su legitimidad del<br />
hecho de que podrían haber sido postuladas o anheladas por todos 322 .<br />
Los presupuestos prepolíticos de la democracia y sus implicaciones<br />
En la fundam<strong>en</strong>tación de las bondades de la democracia moderna Jürg<strong>en</strong> Habermas oscila<br />
<strong>en</strong>tre dos suposiciones c<strong>en</strong>trales. (A) Por un lado afirma que el proceso democrático<br />
poseería por sí mismo un desempeño racional. Su status (histórico y práctico) superior <strong>en</strong><br />
comparación con otros modelos de institucionalidad política se derivaría de su propia<br />
calidad procedim<strong>en</strong>tal, de su capacidad para la formación libre y espontánea de voluntades y<br />
opiniones políticas, a lo que contribuirían la institucionalización jurídica del proceso de<br />
formación de opiniones y la vig<strong>en</strong>cia de los derechos humanos. La fundam<strong>en</strong>tación de este<br />
tipo de democracia sería autorrefer<strong>en</strong>cial y no requeriría de elem<strong>en</strong>tos prepolíticos de otros<br />
oríg<strong>en</strong>es o influ<strong>en</strong>cias.<br />
(B) Por otro lado están sus análisis sobre la influ<strong>en</strong>cia positiva de los factores culturales<br />
prepolíticos, sobre todo la influ<strong>en</strong>cia de las religiones. Como se sabe por los avances de la<br />
antropología y la historia de las ideas, el p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to ci<strong>en</strong>tífico y el religioso provi<strong>en</strong><strong>en</strong> de<br />
una fu<strong>en</strong>te común 323 . La formación de concepciones filosóficas ha estado, a lo largo de<br />
mil<strong>en</strong>ios, influida por inspiraciones religiosas y teológicas, lo que, según Jürg<strong>en</strong> Habermas,<br />
322 Jürg<strong>en</strong> Habermas, Kulturelle Gleichbehandlung Ä und die Gr<strong>en</strong>z<strong>en</strong> des postmodern<strong>en</strong> Liberalismus (El<br />
tratami<strong>en</strong>to cultural igualitario Ä y los límites del liberalismo postmoderno), <strong>en</strong>: Habermas, Zwisch<strong>en</strong>..., op. cit.<br />
(nota 15), pp. 280-283.<br />
323 Cf. <strong>en</strong>tre otros: Stefan Grätzel / Armin Kreiner, Religionsphilosophie (Filosofía de la religión), Stuttgart:<br />
Metzler 1999; Kurt Hübner, Glaube und D<strong>en</strong>k<strong>en</strong>. Dim<strong>en</strong>sion<strong>en</strong> der Wirklichkeit (Cre<strong>en</strong>cia y p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to.<br />
Dim<strong>en</strong>siones de la realidad), Tübing<strong>en</strong>: Mohr-Siebeck 2001.- Algunas indicaciones <strong>en</strong> torno a esta<br />
problemática <strong>en</strong>: DEBATS (Val<strong>en</strong>cia), Nº 90, otoño de 2005 (número monográfico dedicado al paganismo).<br />
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afecta también e inevitablem<strong>en</strong>te el cont<strong>en</strong>ido mismo de las teorías 324 . De acuerdo a<br />
Habermas, hasta el p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to postmetafísico del pres<strong>en</strong>te sólo puede ser <strong>en</strong>t<strong>en</strong>dido<br />
adecuadam<strong>en</strong>te si se incluye <strong>en</strong> su propia g<strong>en</strong>ealogía a la metafísica y las grandes<br />
tradiciones religiosas. Sería irracional el desechar este legado como un resto arcaico sin<br />
importancia. Con alguna reserva Habermas llamó la at<strong>en</strong>ción sobre los fundam<strong>en</strong>tos<br />
prepolíticos del Estado de Derecho 325 , los cuales provi<strong>en</strong><strong>en</strong> de las grandes religiones, del<br />
p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to profético y de la reflexión teológica. Las concepciones clásicas de autonomía,<br />
individualidad, emancipación, justicia social y solidaridad son imp<strong>en</strong>sables sin el aporte de<br />
los credos judío y cristiano. Hasta hoy las religiones articulan "una consci<strong>en</strong>cia de lo que<br />
falta" 326 . Es decir: manti<strong>en</strong><strong>en</strong> despierta una s<strong>en</strong>sibilidad hacia fallos y car<strong>en</strong>cias y, para<br />
nombrar un ejemplo actual, preservan del olvido la memoria de la destrucción causada por<br />
el progreso racional. Las religiones expresan intuiciones morales acerca de nuestras formas<br />
de conviv<strong>en</strong>cia y nuestras soluciones políticas. Y, sobre todo, contribuy<strong>en</strong> a vincular las<br />
reglas frías y abstractas de la moral universalista con imág<strong>en</strong>es de un mundo mejor, es decir<br />
con nociones de felicidad y paz.<br />
La solución no sería, <strong>en</strong>tonces, un cristianismo hel<strong>en</strong>izado (la razón provi<strong>en</strong>e de Grecia y<br />
la fe de Jerusalem), porque esta alternativa amputaría lo racional del cristianismo<br />
primig<strong>en</strong>io, que es resistirse al olvido del sufrimi<strong>en</strong>to pasado. Su rasgo utópico es la<br />
posibilidad de vivir sin miedo. Esta razón recordatoria o anamnética 327 no está<br />
324 Jürg<strong>en</strong> Habermas, Die Gr<strong>en</strong>ze zwisch<strong>en</strong> Glaub<strong>en</strong> und Wiss<strong>en</strong>. Zur Wirkungsgeschichte und aktuell<strong>en</strong><br />
Bedeutung von Kants Religionsphilosophie (La frontera <strong>en</strong>tre fe y saber. La historia de la influ<strong>en</strong>cia y la<br />
importancia actual de la filosofía de la religión de Kant), <strong>en</strong>: Habermas, Zwisch<strong>en</strong>..., op. cit. (nota 15), p. 234.-<br />
Según Habermas, esta concepción está esbozada <strong>en</strong>: Immanuel Kant, Die Religion innerhalb der Gr<strong>en</strong>z<strong>en</strong> der<br />
bloss<strong>en</strong> Vernunft (La religión d<strong>en</strong>tro de los límites de la razón pura) [1793], <strong>en</strong>: Kant, Werke in zehn Bänd<strong>en</strong><br />
(Obras <strong>en</strong> diez tomos), compilación de Wilhelm Weischedel, Darmstadt: WBG 1968, t. 7, p. 752 sq.<br />
325 Jürg<strong>en</strong> Habermas, Vorpolitische..., op. cit. (nota 15), pp. 106-118.<br />
326 Jürg<strong>en</strong> Habermas, Einleitung (Introducción), <strong>en</strong>: Habermas, Zwisch<strong>en</strong>..., op. cit. (nota 15), p. 12 sq.;<br />
Habermas, Religion in der Öff<strong>en</strong>tlichkeit (Religión <strong>en</strong> el ámbito público), <strong>en</strong>: ibid., p. 137, 149; Habermas, Die<br />
Gr<strong>en</strong>ze..., op. cit. (nota 18), p. 222.- La concepción de Habermas está inspirada <strong>en</strong>: Immanuel Kant, Kritik der<br />
praktisch<strong>en</strong> Vernunft (Crítica de la razón práctica) [1788], <strong>en</strong>: Kant, Werke, op. cit. (nota 18), t. 6, p. 260.<br />
327 Johann Baptist Metz, Anamnetische Vernunft (Razón anamnética), <strong>en</strong>: Axel Honneth et al. (comps.),<br />
Zwisch<strong>en</strong>betrachtung<strong>en</strong>. Im Prozess der Aufklärung (Observaciones interinas. En el proceso de la Ilustración),<br />
Frankfurt: Suhrkamp 1989, pp. 733, 736-738.<br />
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contrapuesta al núcleo de la Ilustración, pues se basa <strong>en</strong> poder experim<strong>en</strong>tar el s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>to<br />
de culpa y responsabilidad, que es la precondición de la libertad individual. La razón<br />
anamnética es partidaria de mant<strong>en</strong>er viva la memoria de las discontinuidades históricas y<br />
los quebrantami<strong>en</strong>tos individuales Ä el sufrimi<strong>en</strong>to <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral Ä y es, por lo tanto, adversa a<br />
la fuerza normativa de la facticidad, la costumbre y el olvido y a los sistemas conexos de<br />
legitimizar la realidad por ser la única realidad exist<strong>en</strong>te. Según Habermas, estos fragm<strong>en</strong>tos<br />
de orig<strong>en</strong> judío y cristiano Ä s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>tos y valoraciones morales de inspiración religiosa Ä<br />
han posibilitado, a veces por vía indirecta, elem<strong>en</strong>tos fundam<strong>en</strong>tales de la tradición racionaldemocrática<br />
y la constitución de una razón comunicativa. Entre ellos se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran la<br />
concepción de la libertad subjetiva, la demanda de un respeto igual para todos, el<br />
reconocimi<strong>en</strong>to recíproco (derivado de la autorrestricción de la voluntad por<br />
consideraciones éticas), la pert<strong>en</strong><strong>en</strong>cia de los individuos a comunidades que brindan<br />
solidaridad práctica y la consci<strong>en</strong>cia de la falibilidad del espíritu humano <strong>en</strong> medio de la<br />
conting<strong>en</strong>cia de las condiciones históricas, sin dejar caer por ello las pret<strong>en</strong>siones<br />
morales 328 .<br />
Es imprescindible m<strong>en</strong>cionar, aunque de manera muy somera, algunos análisis del<br />
<strong>en</strong>foque habermasiano prov<strong>en</strong>i<strong>en</strong>tes de América Latina. Los más interesantes están<br />
c<strong>en</strong>trados <strong>en</strong> el r<strong>en</strong>acimi<strong>en</strong>to de la concepción conv<strong>en</strong>cional de la democracia directa y se<br />
nutr<strong>en</strong> de la tradición populista revolucionaria, adversa, <strong>en</strong> el fondo, a la democracia<br />
repres<strong>en</strong>tativa liberal y pluralista. El llamado patriotismo constitucional, que el filósofo<br />
alemán ha propugnado <strong>en</strong> las últimas décadas, no es sufici<strong>en</strong>te, dic<strong>en</strong> los críticos. La<br />
celebrada autorrefer<strong>en</strong>cialidad de la democracia moderna ─ <strong>en</strong> cuanto autosufici<strong>en</strong>cia<br />
328 Jürg<strong>en</strong> Habermas, Vom sinnlich<strong>en</strong> Eindruck zum symbolisch<strong>en</strong> Ausdruck. Philosophische Essays (De la<br />
impresión s<strong>en</strong>sorial a la expresión simbólica. Ensayos filosóficos), Frankfurt: Suhrkamp 1997, pp. 100-103.- En<br />
un importante <strong>en</strong>sayo, publicado junto con un texto de Habermas, que trata de dilucidar los aspectos<br />
prepolíticos de la democracia moderna, el pontífice B<strong>en</strong>edicto XVI postuló la teoría de que los derechos<br />
humanos constituy<strong>en</strong> el pu<strong>en</strong>te ético de <strong>en</strong>t<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to <strong>en</strong>tre los diversos actores <strong>en</strong> una sociedad secularizada y<br />
pluralista. Los derechos humanos conforman el último elem<strong>en</strong>to válido del derecho natural. Los hombres se<br />
distingu<strong>en</strong> como miembros de la especie humana <strong>en</strong> cuanto son sujetos y portadores de ellos. Sus valores<br />
básicos pued<strong>en</strong> ser <strong>en</strong>contrados, pero no pued<strong>en</strong> ser inv<strong>en</strong>tados arbitrariam<strong>en</strong>te. Cf. Joseph Ratzinger, Was die<br />
Welt zusamm<strong>en</strong>hält. Vorpolitische moralische Grundlag<strong>en</strong> eines freiheitlich<strong>en</strong> Staates (Lo que manti<strong>en</strong>e unido<br />
al mundo. Fundam<strong>en</strong>tos morales prepolíticos de un Estado liberal), <strong>en</strong>: Jürg<strong>en</strong> Habermas / Joseph Ratzinger,<br />
Dialektik der Säkularisierung. Über Vernunft und Religion (Dialéctica de la secularización. Sobre razón y<br />
religión), Freiburg etc.: Herder 2005, p. 50 sq.<br />
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histórica, creativa y propositiva ─ no satisface a nadie: sería un reduccionismo<br />
institucionalista, no lejos de algunos p<strong>en</strong>sadores postmodernistas y contractualistas<br />
dogmáticos. Y repres<strong>en</strong>taría una r<strong>en</strong>uncia a una definición de cont<strong>en</strong>ido de la democracia y<br />
de la soberanía populares. Las “decisiones” del pueblo soberano, que se compr<strong>en</strong>de y se<br />
interpreta a sí mismo, pued<strong>en</strong> y deb<strong>en</strong> sobrepasar, modificar y hasta anular los<br />
procedimi<strong>en</strong>tos "formales" de la democracia moderna. Numerosos autores han señalado que<br />
el ciudadano de la democracia neoliberal del pres<strong>en</strong>te Ä y del modelo habermasiano Ä<br />
puede ser visto paradójicam<strong>en</strong>te como un consumidor de bi<strong>en</strong>es políticos (contra la<br />
convicción íntima de Habermas), que por ello estaría excluido de los verdaderos circuitos de<br />
decisión (que permanecerían altam<strong>en</strong>te elitarios y cerrados). Por todo ello este tipo de<br />
ciudadanía podría ser calificado de incompleto. Lo que necesitaría la sociedad<br />
contemporánea, sobrepasando y superando el modelo habermasiano, sería una<br />
reconstrucción del espacio democrático y una reg<strong>en</strong>eración del espacio público 329 . Este<br />
r<strong>en</strong>ovado interés por la democracia directa conlleva asimismo una consideración muy<br />
positiva de los aspectos prepolíticos y premodernos de la democracia, sobre todo los<br />
referidos a la tradición latinoamericana del populismo y f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os conexos.<br />
Estos análisis reproduc<strong>en</strong> la crítica izquierdista conv<strong>en</strong>cional dirigida al núcleo de la<br />
democracia moderna. Insisti<strong>en</strong>do <strong>en</strong> la "crisis de repres<strong>en</strong>tatividad", que afectaría a esta<br />
última, propugnan <strong>en</strong>tonces recuperar la figura del pueblo soberano Ä presuntam<strong>en</strong>te<br />
soslayada por la tradición liberal Ä mediante mecanismos de mayor participación directa<br />
(referéndum, plebiscito, consulta popular, derogatoria de mandato, iniciativa legislativa<br />
ciudadana), que resultarían fácilm<strong>en</strong>te compr<strong>en</strong>sibles para la población. Estos argum<strong>en</strong>tos<br />
pasan rápidam<strong>en</strong>te por alto la experi<strong>en</strong>cia histórica, repetida muchas veces también <strong>en</strong><br />
329 Cf. Ernesto Laclau, La razón populista, Bu<strong>en</strong>os Aires: FCE 2005; Ernesto Laclau / Chantal Mouffe,<br />
Hegemonía y estrategia socialista. Hacia una radicalización de la democracia, Madrid: Siglo XXI 1987;<br />
Chantal Mouffe (comp.), Deconstrucción y pragmatismo, Bu<strong>en</strong>os Aires: Paidós 1998; Enrique Dussel,<br />
Introducción a la Filosofía de la Liberación, Bogotá: Nueva América 1998; Dussel, Etica de la liberación,<br />
México: UNAM / Trotta 1998; Francisco Naishtat, Acción colectiva y reg<strong>en</strong>eración democrática del espacio<br />
público, <strong>en</strong>: Hugo Quiroga / Susana Villavic<strong>en</strong>cio / Patrice Vermer<strong>en</strong> (comps.), Filosofías de la ciudadanía.<br />
Sujeto político y democracia, Rosario: Homo sapi<strong>en</strong>s 2001, pp. 69-88; Jacques Rancière, El desacuerdo,<br />
Bu<strong>en</strong>os Aires: Nueva Visión 1998; Jacques Rancière, La politique de la sirène, París: Hachette 1996; Hugo<br />
Quiroga, La democracia que t<strong>en</strong>emos. Ensayos políticos sobre la Arg<strong>en</strong>tina actual, Rosario: Homo sapi<strong>en</strong>s<br />
1995.<br />
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países latinoamericanos, de la posibilidad de manipulación de dilatados sectores populares<br />
por medio de plebiscitos y otros instrum<strong>en</strong>tos de "democracia directa". Los casos de<br />
V<strong>en</strong>ezuela, Ecuador y Bolivia <strong>en</strong> los primeros años del siglo XXI son elocu<strong>en</strong>tes. Los<br />
valores normativos que se hallan detrás de estos postulados pert<strong>en</strong>ec<strong>en</strong> a una visión acrítica<br />
y utopista de la democracia, aunque estén expresados mediante <strong>en</strong>foques exitosos<br />
mediáticam<strong>en</strong>te, que combinan a m<strong>en</strong>udo un psicoanálisis simplificado, un postmodernismo<br />
a la moda del día y el elogio del conflicto 330 . Entre estos valores se hallan la exaltación de la<br />
acción colectiva, la democracia como práctica real y cotidiana de la igualdad 331 , la<br />
superación de la comunicación meram<strong>en</strong>te "formal e institucionalizada" 332 , el "sueño del<br />
ord<strong>en</strong> justo" 333 . La realidad histórica del terrible siglo XX ha mostrado lo que puede estar<br />
detrás de estas consignas altisonantes.<br />
Comunitarismo vs. liberalismo<br />
Tres factores, <strong>en</strong>tre otros, han g<strong>en</strong>erado el actual r<strong>en</strong>acimi<strong>en</strong>to del comunitarismo 334 : (a) la<br />
experi<strong>en</strong>cia de que el mundo contemporáneo es insoportablem<strong>en</strong>te complejo e insolidario,<br />
(b) la resist<strong>en</strong>cia a las t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias nivelizadoras del proceso de globalización y (c) la<br />
paulatina disolución de las id<strong>en</strong>tidades colectivas tradicionales y de los valores de<br />
330 Y hasta una celebración de la guerrilla guevarista. Cf. Miguel B<strong>en</strong>asayag / Diego Sztulwarkal, Du contrepouvoir,<br />
París: La Découverte 2000; Miguel B<strong>en</strong>asayag, Che Guevara: du mythe à l'homme. Aller-retour,<br />
París: Bayard 2003; Miguel B<strong>en</strong>asayag / Angélique del Rey, Éloge du conflit, París: La Découverte 2007.<br />
331 Sobre la complejidad del principio de igualdad y sus nexos con la justicia, cf. Wolfgang Kersting, Kritik<br />
der Gleichheit. Über die Gr<strong>en</strong>z<strong>en</strong> der Gerechtigkeit und der Moral (Crítica de la igualdad. Sobre los límites de<br />
la justicia y la moral), Weilerswist: Velbrück 2005; Stefan Gosepath, Über d<strong>en</strong> Zusamm<strong>en</strong>hang von<br />
Gerechtigkeit und Gleichheit (Sobre la relación <strong>en</strong>tre justicia e igualdad), <strong>en</strong>: Wingert / Günther (comps.), op.<br />
cit. (nota 3), pp. 403-433.<br />
332 La "acción colectiva" como "respuesta de índole metacomunicativa e informal a una disrupción de la<br />
comunicación formal e institucionalizada": Francisco Naishtat, op. cit. (nota 23), p. 72.<br />
333 Hugo Quiroga, Democracia, ciudadanía y el sueño del ord<strong>en</strong> justo, <strong>en</strong>: Quiroga / Villaviv<strong>en</strong>cio /<br />
Vermer<strong>en</strong> (comps.), op. cit. (nota 23), pp. 187-207. El autor afirma que una sociedad democrática no puede<br />
convivir con "desigualdes insoportables", aunque admite que es muy difícil determinar cuál es el grado de<br />
desigualdad todavía soportable <strong>en</strong> democracia (ibid., p. 193 sq.).<br />
334 Armin Pfahl-Traughber, "Gemeinwohl" versus Freiheit. Zur Auseinandersetzung zwisch<strong>en</strong><br />
Kommunitarismus und Liberalismus ("Bi<strong>en</strong> común" vs. libertad. Sobre el debate <strong>en</strong>tre comunitarismo y<br />
liberalismo), <strong>en</strong>: LIBERAL. VIERTELJAHRESHEFTE FÜR POLITIK UND KULTUR (Bonn), vol. 43, Nº 1,<br />
marzo de 2001, pp. 16-20.<br />
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ori<strong>en</strong>tación propios de cada comunidad particular. En el plano teórico ha contribuido a este<br />
r<strong>en</strong>acimi<strong>en</strong>to una notable crítica combinada de la democracia repres<strong>en</strong>tativa, del mercado<br />
como instrum<strong>en</strong>to universal y de los f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os de ali<strong>en</strong>ación <strong>en</strong> el mundo moderno, cuya<br />
calidad intelectual está fuera de toda duda. El liberalismo Ä y más claram<strong>en</strong>te las variantes<br />
neoliberales Ä ha dejado efectivam<strong>en</strong>te de lado temas relevantes hoy <strong>en</strong> el Tercer Mundo (y<br />
no sólo allí), como la id<strong>en</strong>tidad colectiva, la problemática de las minorías nacionales, la<br />
necesidad de reconocimi<strong>en</strong>to de parte de los otros y el postulado de la redistribución<br />
equitativa de bi<strong>en</strong>es e ingresos. Los <strong>en</strong>foques herm<strong>en</strong>éuticos 335 asociados al comunitarismo<br />
son, por ejemplo, escépticos con refer<strong>en</strong>cia a los valores universalistas del liberalismo <strong>en</strong> el<br />
plano abstracto y a tres elem<strong>en</strong>tos <strong>en</strong> el nivel práctico: las instituciones políticas "clásicas"<br />
prov<strong>en</strong>i<strong>en</strong>tes de la tradición liberal, el mercado como panacea g<strong>en</strong>eral y el derecho<br />
codificado de pret<strong>en</strong>sión universalista. La positividad liminar atribuida a las instituciones, al<br />
mercado y al derecho está ahora <strong>en</strong> <strong>en</strong>tredicho. Pero hay que señalar que aquello que los<br />
comunitaristas propon<strong>en</strong> <strong>en</strong> el plano del diseño institucional se destaca por su carácter<br />
nebuloso; sus apelaciones a la democracia directa no pasan de bu<strong>en</strong>os deseos,<br />
desautorizados por la realidad histórica.<br />
La gran concepción subyac<strong>en</strong>te al comunitarismo (y a teorías afines) parte del<br />
contextualismo histórico, cuya fortaleza radica <strong>en</strong> observaciones de alguna precisión y <strong>en</strong><br />
datos empíricos sólidos 336 . De acuerdo al contextualismo, las construcciones más esmeradas<br />
del liberalismo político-institucional no provi<strong>en</strong><strong>en</strong> exclusivam<strong>en</strong>te de esfuerzos abstractos<br />
racionales, sino de tradiciones históricas específicas, que distan mucho de haber sido el<br />
producto de la reflexión racional y humanista. La autorrefer<strong>en</strong>cialidad de las creaciones<br />
racionalistas o la g<strong>en</strong>eración propia de valores sociales con validez normativa racional ─ es<br />
335 Sobre las teorías comunitaristas cf. el brillante <strong>en</strong>sayo de Wolfgang Kersting, Theoriekonzeption<strong>en</strong> der<br />
politisch<strong>en</strong> Philosophie der Geg<strong>en</strong>wart: Method<strong>en</strong>, Probleme, Gr<strong>en</strong>z<strong>en</strong> (Concepciones teóricas de la filosofía<br />
política del pres<strong>en</strong>te: métodos, problemas, límites), <strong>en</strong>: Michael Th. Grev<strong>en</strong> / Rainer Schmalz-Bruns (comps.),<br />
Politische Theorie Ä heute. Ansätze und Perspektiv<strong>en</strong> (Teoría política Ä hoy. Enfoques y perspectivas), Bad<strong>en</strong>-<br />
Bad<strong>en</strong>: Nomos 1999, pp. 41-79, especialm<strong>en</strong>te pp. 71-76.<br />
336 Cf. las obras clásicas: Marc Augé, Hacia una antropología de los mundos contemporáneos, Barcelona:<br />
Gedisa 1996; Charles Taylor, El multiculturalismo y la política del reconocimi<strong>en</strong>to, México: FCE 1993; Axel<br />
Honneth (comp.), Kommunitarismus. Eine Debatte über die moralisch<strong>en</strong> Grundlag<strong>en</strong> moderner Gesellschaft<strong>en</strong><br />
(Comunitarismo. Un debate sobre los fundam<strong>en</strong>tos morales de las sociedades modernas), Frankfurt / New<br />
York: Campus 1993; y el número monográfico de ISEGORIA (Madrid), Nº 14, octubre de 1996.<br />
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decir: sin haber sido contaminados por los aspectos irracionales de la praxis ─, serían mitos<br />
actuales construidos según necesidades ideológicas. La institucionalidad democrática y sus<br />
normativas se habrían desarrollado históricam<strong>en</strong>te como cualquier otro sistema social 337 .<br />
Estas nociones, muy populares <strong>en</strong> el Tercer Mundo por motivos obvios Ä la democracia<br />
sería, <strong>en</strong> última instancia, la obra de la casualidad y, por lo tanto, una creación institucional<br />
como cualquier otra Ä no pued<strong>en</strong> explicar la calidad intrínseca de la democracia moderna<br />
occid<strong>en</strong>tal, su éxito a escala mundial y su alto aprecio perman<strong>en</strong>te de parte de la opinión<br />
pública esclarecida. Pero <strong>en</strong> un punto hay que considerar seriam<strong>en</strong>te a los comunitaristas:<br />
esta democracia occid<strong>en</strong>tal, junto con todo el edificio de la modernidad, ha producido el<br />
llamado individualismo atomista y la destrucción de las formas tradicionales de solidaridad,<br />
ayuda, id<strong>en</strong>tidad colectiva y s<strong>en</strong>tido de la historia. El liberalismo kantiano sería ahistórico,<br />
alejado de contextos reales, demasiado abstracto, ins<strong>en</strong>sible para con las situaciones<br />
específicas 338 . El ámbito comunitario poseería una inclinación situativa, favorable a la<br />
prud<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> situaciones concretas (phronesis), y por ello estaría más cerca de los<br />
verdaderos requerimi<strong>en</strong>tos de hombres concretos. El comunitarismo no concibe al Estado<br />
sólo como una gigantesca máquina bi<strong>en</strong> aceitada de prestación de servicios sociales, sino<br />
también como una comunidad de destino y de historia.<br />
Corri<strong>en</strong>tes y valores particularistas, que están asociados al núcleo del comunitarismo, no<br />
pued<strong>en</strong> ser calificados sin más de irracionales y anacrónicos, como supon<strong>en</strong> los partidarios<br />
de un liberalismo racionalista doctrinario. Expresan, aunque sea de modo curioso y a<br />
m<strong>en</strong>udo confuso, un malestar ext<strong>en</strong>dido y una crítica válida con respecto a la modernidad, a<br />
sus coerciones uniformantes y a sus resultados ocasionalm<strong>en</strong>te antihumanistas. La<br />
edificación del Estado c<strong>en</strong>tral modernizador, como se ha dado durante los últimos ses<strong>en</strong>ta<br />
años <strong>en</strong> casi todo el Tercer Mundo, ha devaluado toda una gama de instituciones, normas y<br />
337 Cf. Werner Becker, Die Überleg<strong>en</strong>heit der Demokratie. Politische Philosophie nach dem Scheitern des<br />
Marxismus (La supremacía de la democracia. Filosofía política después del fracaso del marxismo), <strong>en</strong>: Kurt<br />
Bayertz (comp.), Politik und Ethik (Política y ética), Stuttgart: Reclam 1996, pp. 40-62, especialm<strong>en</strong>te pp. 55-<br />
57.<br />
338<br />
Cf. el excel<strong>en</strong>te <strong>en</strong>sayo de Kurt Bayertz, Staat und Solidarität (Estado y solidaridad), <strong>en</strong>: Kurt Bayertz<br />
(comp.), op. cit. (nota 31), pp. 305-329.<br />
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valores que ahora son percibidos como anticuados: los "poderes intermedios" (Alexis de<br />
Tocqueville), el ámbito de la provincia y la comarca, la solidaridad de la familia ext<strong>en</strong>dida y<br />
la seguridad emocional. Algunos de estos factores estaban vinculados a la religión y a las<br />
tradiciones populares, a una ética sólida y, más raram<strong>en</strong>te, a una aceptable estética pública.<br />
Según los comunitaristas la modernidad coloca, además, un <strong>en</strong>te abstracto, anónimo y casi<br />
siempre am<strong>en</strong>azador, como el Estado c<strong>en</strong>tral, fr<strong>en</strong>te a personas inermes, aisladas y ali<strong>en</strong>adas<br />
de su propia realidad. Desde los tiempos del primer romanticismo la crítica conservadora,<br />
pero clarivid<strong>en</strong>te 339 , mostró las incongru<strong>en</strong>cias de la pret<strong>en</strong>sión liberal, según la cual el<br />
sujeto individual, desprovisto de conting<strong>en</strong>cias y tradiciones, sería el portador de un<br />
racionalismo instrum<strong>en</strong>tal con intereses negociables y compr<strong>en</strong>sibles para los otros.<br />
Además: tratar a toda la g<strong>en</strong>te como "individuos" constituye un <strong>en</strong>cubrimi<strong>en</strong>to de la<br />
injusticia étnica y nacional, como lo demostraron <strong>en</strong> sus obras Will Kymlicka y otros<br />
autores 340 . No hay duda de que los <strong>en</strong>foques liberales y neoliberales exhib<strong>en</strong> limitaciones <strong>en</strong><br />
relación a los problemas de minorías étnicas (y de otros tipos) <strong>en</strong> las sociedades<br />
multiculturales del pres<strong>en</strong>te, máxime si los seres humanos crec<strong>en</strong> d<strong>en</strong>tro de esas<br />
comunidades étnico-culturales prerracionales, donde ti<strong>en</strong><strong>en</strong> vig<strong>en</strong>cia los valores<br />
tradicionales, que moldean sus pautas de comportami<strong>en</strong>to, sus principios religiosos y<br />
morales y sus aspiraciones políticas. Y asimismo sus prejuicios: hay que considerar la alta<br />
probabilidad Ä descuidada, a su vez, por los teóricos del comunitarismo Ä de que las<br />
minorías de todo tipo no sólo son grupos discriminados, sino que <strong>en</strong> su estructura interior y<br />
<strong>en</strong> sus normativas prácticas están motivadas por el odio y la intolerancia y por el anhelo de<br />
ejercer el poder <strong>en</strong> detrim<strong>en</strong>to de otros. Su discurso de protección contra los "intereses<br />
predominantes" <strong>en</strong>cubre muchas veces sus anhelos, demasiado humanos, de convertirse <strong>en</strong><br />
grupos predominantes y hacer lo mismo que sus adversarios.<br />
339 Michael Oakeshott, El racionalismo <strong>en</strong> política y otros <strong>en</strong>sayos, México: FCE 2000.<br />
340 Will Kymlicka, Derechos individuales y derechos de grupo <strong>en</strong> la democracia liberal, <strong>en</strong>: ISEGORIA<br />
(Madrid), Nº 14, octubre de 1996, p. 35 sq.; Will Kymlicka, Ciudadanía multicultural, Barcelona: Paidós 1996;<br />
R<strong>en</strong>ato Ortiz, Diversidad cultural y cosmopolitismo, <strong>en</strong>: NUEVA SOCIEDAD (Caracas), Nº 155, mayo-junio<br />
de 1998, pp. 23-36.<br />
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En la constelación global hay que considerar también lo sigui<strong>en</strong>te. El proceso de<br />
modernización tuvo lugar <strong>en</strong> el Tercer Mundo durante un lapso de tiempo<br />
extraordinariam<strong>en</strong>te breve y ha tomado un carácter marcadam<strong>en</strong>te traumático. Las naciones<br />
adelantadas trataron de acelerarlo durante la era colonial para que los países "atrasados"<br />
accedieran más rápidam<strong>en</strong>te al progreso, al bi<strong>en</strong>estar y a la educación popular. Los<br />
ideólogos del autoctonismo comunitario sosti<strong>en</strong><strong>en</strong> que para ello los pueblos de ultramar<br />
fueron obligados a perder su id<strong>en</strong>tidad específica, es decir su difer<strong>en</strong>cia y distancia fr<strong>en</strong>te a<br />
las sociedades ya modernizadas. Según los comunitaristas, la ideología modernizante de hoy<br />
<strong>en</strong> sus versiones populares, compulsiva y dogmática como una religión secular, asevera que<br />
la imitación de lo ya alcanzado <strong>en</strong> los países metropolitanos del Norte es no sólo el camino<br />
obligatorio de toda evolución lograda, sino igualm<strong>en</strong>te la vía más segura para liberar al<br />
Hombre de sus prejuicios, errores y supersticiones. La versión de los comunitaristas es<br />
radicalm<strong>en</strong>te distinta: según ellos, los individuos del Tercer Mundo, emancipados de estos<br />
factores apar<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te negativos, se han transformado <strong>en</strong> seres desarraigados, vaciados de<br />
su id<strong>en</strong>tidad, desvitalizados y desesperanzados, desprovistos de proyectos originales para<br />
desarrollarse de acuerdo a sus intuiciones propias.<br />
Desde la perspectiva racional-liberal es indisp<strong>en</strong>sable llamar la at<strong>en</strong>ción sobre la<br />
naturaleza negativa y poco idílica de la mayor parte de las creaciones de las sociedades<br />
premodernas def<strong>en</strong>didas por los comunitaristas. Sus sistemas de control social pued<strong>en</strong> ser<br />
calificados de francam<strong>en</strong>te aborrecibles, su heterog<strong>en</strong>eidad no es tan amplia y colorida como<br />
la imaginan hoy los nostálgicos del pasado, su solidaridad está inmersa <strong>en</strong> ritos y<br />
costumbres detestables, su pobreza y su miseria d<strong>en</strong>otan rasgos muy similares a lo ancho y a<br />
lo largo de todo el planeta y hasta sus sistemas político-institucionales exhib<strong>en</strong> un<br />
autoritarismo que permea toda la vida social. En ella no se da una movilidad apreciable de<br />
roles: el individuo es comúnm<strong>en</strong>te el rol al que está predestinado desde el nacimi<strong>en</strong>to, lo<br />
cual no ha sido percibido como limitante porque el rol era y es idéntico con la definición de<br />
la persona <strong>en</strong> cuestión 341 . La heterog<strong>en</strong>eidad de lo premoderno es rescatable <strong>en</strong> la medida <strong>en</strong><br />
que <strong>en</strong>riquezca el panorama de las actividades humanas sin significar recaídas <strong>en</strong><br />
341 Cf. el excel<strong>en</strong>te estudio de Patricia Crone, Pre-industrial Societies, Oxford: Blackwell 1989, p. 132 sq.<br />
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comportami<strong>en</strong>tos y costumbres manifiestam<strong>en</strong>te bárbaras e irracionales. Lo particular,<br />
diverso y variopinto es saludable, afirman los liberales, si se respeta simultánea e<br />
inflexiblem<strong>en</strong>te la vig<strong>en</strong>cia de los derechos humanos y políticos y si se reconoce que la<br />
sociedad y el Estado exist<strong>en</strong>, <strong>en</strong> última instancia, para el florecimi<strong>en</strong>to del individuo y el<br />
despliegue de sus facultades. Finalm<strong>en</strong>te hay que señalar que la solidaridad tradicional no<br />
puede ser resucitada fácilm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> un <strong>en</strong>torno moderno y complejo, donde los seres<br />
humanos no han crecido <strong>en</strong> redes de familiaridad y sociabilidad estrechas y fáciles de<br />
compr<strong>en</strong>der. El s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>to de solidaridad Ä como su antecesora <strong>en</strong> la Revolución<br />
Francesa: la fraternidad Ä puede ser manejado y desfigurado desde las instancias estatales,<br />
dando paso a comportami<strong>en</strong>tos forzosos y obligados, con poco de espontaneidad y mucho<br />
de manipulación. La crónica del siglo XX ha sido particularm<strong>en</strong>te rica <strong>en</strong> regím<strong>en</strong>es donde<br />
la "comunidad de destino" y la idea de un único bi<strong>en</strong> común han supuesto la eliminación de<br />
las libertades individuales.<br />
Ensayo de síntesis<br />
La experi<strong>en</strong>cia de que el mundo contemporáneo es insoportablem<strong>en</strong>te complejo e<br />
insolidario, junto con el análisis simultáneo de los peligros inher<strong>en</strong>tes al comunitarismo<br />
doctrinario, favorece int<strong>en</strong>tos explicativos que combinan lo rescatable del comunitarismo y<br />
del liberalismo, como es probablem<strong>en</strong>te el caso <strong>en</strong> el <strong>en</strong>sayo de una síntesis fructífera <strong>en</strong>tre<br />
universalismo y particularismo. Evitando los extremos sin claudicar <strong>en</strong> la int<strong>en</strong>ción crítica,<br />
se puede afirmar que los derechos humanos y los estatutos morales y legales de corte<br />
universalista compon<strong>en</strong> el marco d<strong>en</strong>tro del cual se da una combinación de cooperación y<br />
conflicto, basada <strong>en</strong> el mutuo reconocimi<strong>en</strong>to de las partes cont<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes, que parece ser el<br />
modelo humano de conviv<strong>en</strong>cia relativam<strong>en</strong>te más razonable y exitoso <strong>en</strong> la época actual y<br />
el que brinda también un mínimo de seguridad efectiva y afectiva para el florecimi<strong>en</strong>to de la<br />
id<strong>en</strong>tidad individual, grupal y cultural 342 .<br />
342<br />
Cf. Nodari A. Simonia, Synthesis of Traditional and Modern in the Evolution of Third World Societies,<br />
New York: Gre<strong>en</strong>wood 1992, passim.<br />
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La organización democrático-racional de la sociedad constituye, por ejemplo, uno de esos<br />
elem<strong>en</strong>tos de racionalidad que traspasa las fronteras de la inman<strong>en</strong>cia contextual<br />
particularista y de la conting<strong>en</strong>cia del orig<strong>en</strong> de los preceptos racionales. Como afirmaron<br />
autores de la Escuela de Frankfurt, la argum<strong>en</strong>tación racional sobrepasa el propio contexto<br />
donde ésta ha surgido y supera la llamada etnoc<strong>en</strong>tricidad de cada sujeto 343 . Una id<strong>en</strong>tidad<br />
personal y grupal más o m<strong>en</strong>os lograda puede ser, al mismo tiempo, nacional y universal: se<br />
puede combinar, por ejemplo, una moral universalista y moderna (como los derechos<br />
humanos) con un s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>to nacional que preserve algunos elem<strong>en</strong>tos particularistas. Lo<br />
que hace falta es una actitud crítica global <strong>en</strong> torno a los aspectos negativos de las<br />
tradiciones nacional-particularistas y con respecto a los lados inhumanos de la visión<br />
moderna-universalista.<br />
Inspirándose <strong>en</strong> fragm<strong>en</strong>tos de G. W. F. Hegel, sobre todo <strong>en</strong> sus escritos de juv<strong>en</strong>tud,<br />
Axel Honneth ha elaborado una teoría del reconocimi<strong>en</strong>to que es importante para<br />
compr<strong>en</strong>der <strong>en</strong> todas sus facetas la controversia <strong>en</strong>tre comunitarismo y liberalismo. La<br />
formación adecuada de la id<strong>en</strong>tidad de un sujeto presupone el reconocimi<strong>en</strong>to de parte de<br />
los otros sujetos, que puede expresarse <strong>en</strong> amor, reciprocidad y confianza, es decir <strong>en</strong><br />
elem<strong>en</strong>tos es<strong>en</strong>ciales para la configuración de una auto-estima, autoconfianza y un<br />
autorrespeto consolidados 344 . Se trata de factores y características que se dan más fácilm<strong>en</strong>te<br />
<strong>en</strong> sistemas comunitarios que <strong>en</strong> modelos liberales de ord<strong>en</strong>ami<strong>en</strong>to socio-político, pero que<br />
pued<strong>en</strong> ser preservadas <strong>en</strong> estos últimos mediante políticas públicas (especialm<strong>en</strong>te<br />
educativas) de largo ali<strong>en</strong>to.<br />
343 Albrecht Wellmer, Endspiele: die unversöhnliche Moderne (Juegos finales: la modernidad<br />
irreconciliada), Frankfurt: Suhrkamp 1993, p. 54 sq., 172 sq.; Jürg<strong>en</strong> Habermas, Die Einheit der Vernunft in der<br />
Vielfalt ihrer Stimm<strong>en</strong> (La unidad de la razón <strong>en</strong> la diversidad de sus voces), <strong>en</strong>: Habermas,<br />
Nachmetaphysisches D<strong>en</strong>k<strong>en</strong> (P<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to postmetafísico), Frankfurt: Suhrkamp 1988, p. 174 sqq.- Para una<br />
crítica difer<strong>en</strong>ciada y suger<strong>en</strong>te de la posición de Habermas, cf. Jorge Larraín Ibáñez, Modernidad, razón e<br />
id<strong>en</strong>tidad <strong>en</strong> América Latina, Santiago de Chile: Andrés Bello 1996, p. 221 sq.<br />
344 Axel Honneth, Kampf um Anerk<strong>en</strong>nung. Zur moralisch<strong>en</strong> Grammatik sozialer Konflikte (La lucha por el<br />
reconocimi<strong>en</strong>to. Sobre la gramática moral de los conflictos sociales), Frankfurt: Suhrkamp 1994, p. 64 sq., 128,<br />
153 sq., 172.<br />
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Amar y ser amado emerg<strong>en</strong> como categorías condicionantes o, por lo m<strong>en</strong>os, como figuras<br />
analógicas para una participación bi<strong>en</strong> lograda <strong>en</strong> la vida pública, participación que requiere<br />
de la dim<strong>en</strong>sión de la solidaridad practicada y experim<strong>en</strong>tada como tal. Esta última ti<strong>en</strong>e<br />
algo de una reciprocidad obligada, <strong>en</strong> el s<strong>en</strong>tido de una autolimitación individual por<br />
consideración a los derechos e intereses de los otros sujetos, lo que g<strong>en</strong>era la primera<br />
consci<strong>en</strong>cia del derecho como institución jurídica de índole racional y universalista. En el<br />
reconocimi<strong>en</strong>to recíproco los sujetos se confirman mutuam<strong>en</strong>te como portadores de<br />
necesidades y, por <strong>en</strong>de, como seres fragm<strong>en</strong>tarios e imperfectos que requier<strong>en</strong> de la<br />
complem<strong>en</strong>tación que sólo pued<strong>en</strong> brindar los otros. Al mismo tiempo los sujetos apr<strong>en</strong>der a<br />
vivir <strong>en</strong> la t<strong>en</strong>sión perman<strong>en</strong>te <strong>en</strong>tre la afirmación individual y la <strong>en</strong>trega simbiótica al<br />
otro 345 . El reconocimi<strong>en</strong>to se expresa <strong>en</strong> los campos del amor (oportunidad de la<br />
autoconfianza), el derecho (reconocimi<strong>en</strong>to institucionalizado) y la solidaridad (la ayuda que<br />
confirma la auto-estima), y se desarrolla desde una actitud emocional hasta un respeto<br />
universalista hacia el otro, basado <strong>en</strong> un esfuerzo cognitivo de compr<strong>en</strong>sión. Este complejo<br />
reconocimi<strong>en</strong>to Ä si ti<strong>en</strong>e éxito Ä fundam<strong>en</strong>ta la autorrealización humana bi<strong>en</strong> lograda 346 .<br />
El f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o negativo de la cosificación (una forma de la ali<strong>en</strong>ación descrita ampliam<strong>en</strong>te<br />
por Hegel y Marx) se manifiesta, según Honneth, como el olvido del reconocimi<strong>en</strong>to 347 ,<br />
f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o que parece ser predominante <strong>en</strong> el modelo liberal.<br />
El <strong>en</strong>foque de Honneth se basa <strong>en</strong> la necesidad de superar la parcialidad de teorías<br />
anteriores sobre la conviv<strong>en</strong>cia humana 348 . La noción aristotélica y escolástica del Hombre<br />
como un ser básicam<strong>en</strong>te apto para la sociabilidad y las teorías atomistas de Machiavelli y<br />
Hobbes <strong>en</strong> torno al conflicto y <strong>en</strong>emistad per<strong>en</strong>nes del mismo, repres<strong>en</strong>tarían visiones<br />
unilaterales de la problemática. Honneth propone una teoría sincretista Ä que habría sido<br />
formulada primeram<strong>en</strong>te por Hegel Ä que retoma la vig<strong>en</strong>cia intersubjetiva de normas de<br />
345 Ibid., p. 65 sq., 68, 73, 153 sq.<br />
346 Ibid., pp. 151-154, 175-178, 278 sq.<br />
347 Axel Honneth, Verdinglichung. Eine anerk<strong>en</strong>nungstheoretische Studie (Cosificación. Un estudio <strong>en</strong> la<br />
teoría del reconocimi<strong>en</strong>to), Frankfurt: Suhrkamp 2005, pp. 62-77.<br />
348 Honneth, Kampf..., op. cit. (nota 38), pp. 13-18, 21-26, 32, 110, 267.<br />
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conducta y elem<strong>en</strong>tos comunicacionales Ä como diríamos hoy <strong>en</strong> día Ä cont<strong>en</strong>idos <strong>en</strong> la<br />
concepción hegeliana y que "superan" el atomismo del liberalismo primig<strong>en</strong>io y la<br />
ing<strong>en</strong>uidad del humanismo clásico 349 . Esta síntesis parece ser hoy <strong>en</strong> día lo más razonable,<br />
no para superar el carácter insoportablem<strong>en</strong>te complejo e insolidario del mundo<br />
contemporáneo, sino para mitigar sus aspectos más negativos.<br />
349 Sobre el <strong>en</strong>foque de Axel Honneth, que se reclama del realismo hegeliano, es indisp<strong>en</strong>sable indicar<br />
también lo sigui<strong>en</strong>te. Esta teoría exhibe rasgos tan abstractos y g<strong>en</strong>erales, que recae <strong>en</strong> el idealismo que critica.<br />
Las grandes obras de la literatura, que examinan los conflictos morales de individuos concretos <strong>en</strong> situaciones<br />
específicas, contribuy<strong>en</strong> de manera más clara y adecuada a compr<strong>en</strong>der los problemas reales que emanan de la<br />
car<strong>en</strong>cia de reconocimi<strong>en</strong>to y reciprocidad.<br />
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Preliminares<br />
10<br />
El desarrollo contemporáneo y la necesidad<br />
de una teoría crítica del totalitarismo.<br />
Un esbozo provisorio<br />
A comi<strong>en</strong>zos del siglo XXI un <strong>en</strong>foque que utiliza los aspectos rescatables de las teorías<br />
del totalitarismo es necesario por varios motivos. La terrible historia de los últimos ci<strong>en</strong> años<br />
y la praxis política contemporánea de numerosas sociedades del llamado Tercer Mundo nos<br />
muestra que el avance tecnológico y el crecimi<strong>en</strong>to económico pued<strong>en</strong> revigorizar<br />
tradiciones autoritarias y consolidar regím<strong>en</strong>es dictatoriales, con el peligro de que se<br />
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transform<strong>en</strong> <strong>en</strong> sociedades totalitarias. A la vista de esta posibilidad muy real, no debemos<br />
sucumbir a modas ideológicas que postulan la inexist<strong>en</strong>cia de una perspectiva razonable<br />
para juzgar los méritos y los deméritos de todos los modelos civilizatorios, porque éstos<br />
serían irreductibles a un metacriterio común de <strong>en</strong>t<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to y valorización. Esta corri<strong>en</strong>te<br />
teórica relativista ti<strong>en</strong>e la doble v<strong>en</strong>taja de una cómoda simplificación de la realidad y de<br />
una inm<strong>en</strong>sa popularidad <strong>en</strong> aquellos países del Tercer Mundo donde es más aguda la<br />
am<strong>en</strong>aza del totalitarismo. Por ello y a partir de un s<strong>en</strong>tido común guiado críticam<strong>en</strong>te<br />
debemos atrevernos a juicios valorativos bi<strong>en</strong> fundam<strong>en</strong>tados sobre las cualidades<br />
intrínsecas de los modelos civilizatorios del planeta. De acuerdo a la primera g<strong>en</strong>eración de<br />
la Escuela de Frankfurt no es posible ni recom<strong>en</strong>dable pres<strong>en</strong>tar definiciones bi<strong>en</strong><br />
elaboradas de f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os sociales o de teoremas correspondi<strong>en</strong>tes; por ello evito definir el<br />
s<strong>en</strong>tido común guiado críticam<strong>en</strong>te y más bi<strong>en</strong> int<strong>en</strong>to explicitarlo a lo largo del texto, a<br />
m<strong>en</strong>udo de manera indirecta y mediante ejemplos de la evolución histórica.<br />
Mi <strong>en</strong>foque se basa <strong>en</strong> (1) los lineami<strong>en</strong>tos g<strong>en</strong>erales de las teorías "clásicas" del<br />
totalitarismo (Hannah Ar<strong>en</strong>dt, Raymond Aron, Carl J. Friedrich, Zbigniew K.<br />
Brzezinski) 350 , sobre todo <strong>en</strong> la magna concepción de Hannah Ar<strong>en</strong>dt 351 , (2) <strong>en</strong> la<br />
conv<strong>en</strong>i<strong>en</strong>cia de <strong>en</strong>riquecer estos <strong>en</strong>foques mediante algunos aportes contemporáneos y (3)<br />
<strong>en</strong> la necesidad de analizar aquellos regím<strong>en</strong>es <strong>en</strong> el Tercer Mundo que se hallan <strong>en</strong>tre el<br />
autoritarismo y el totalitarismo y que parec<strong>en</strong> <strong>en</strong>carnar una variante evolutiva sólida y<br />
persist<strong>en</strong>te, pero muy peligrosa para la democracia liberal y el pluralismo ideológico.<br />
Un ejemplo del s<strong>en</strong>tido común guiado críticam<strong>en</strong>te es una estimación de las cualidades<br />
literarias y estilísticas de las construcciones teóricas <strong>en</strong> ci<strong>en</strong>cias sociales, puesto que esta<br />
apreciación, paradójicam<strong>en</strong>te, va all<strong>en</strong>de las cuestiones estrictam<strong>en</strong>te formales y nos da<br />
luces sobre el alcance y la calidad de las teorías analizadas. En este contexto es conv<strong>en</strong>i<strong>en</strong>te<br />
350 Carl J. Friedrich / Zbigniew K. Brzezinski, Totalitarian Dictatorship and Autocracy, Cambridge: Harvard<br />
U. P. 1956; C. J. Friedrich et al., Totalitarianism in Perspective: Three Views, Londres: Pall Mall Press 1969;<br />
Raymond Aron, Démocratie et totalitarisme, París: Gallimard 1987.<br />
351<br />
Hannah Ar<strong>en</strong>dt, The Origins of Totalitarianism [1951], New York / Londres: Harcourt Brace Jovanovich<br />
1973.<br />
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subrayar que las llamadas teorías clásicas sobre el totalitarismo son construcciones<br />
originales, multidisciplinarias y de formulaciones brillantes, concebidas por m<strong>en</strong>tes<br />
preclaras que tuvieron una experi<strong>en</strong>cia de primera mano acerca de los f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os<br />
estudiados. En ellas se percibe el soplo de la creación innovadora. En las obras posteriores,<br />
escritas por catedráticos universitarios, se nota una pesada especialización profesional, una<br />
<strong>en</strong>orme cantidad de conocimi<strong>en</strong>tos, datos y citas y, obviam<strong>en</strong>te, un espíritu cuidadoso y<br />
meticuloso a la hora de emitir juicios valorativos. Todo esto puede ser visto sin duda alguna<br />
como el necesario avance de la ci<strong>en</strong>cia social e histórica, pero estos tratados carec<strong>en</strong> de la<br />
frescura y originalidad de los primeros y exhib<strong>en</strong> a m<strong>en</strong>udo una erudición estéril y un estilo<br />
tedioso 352 . Lo mismo puede afirmarse de la revista actual más conocida que está dedicada a<br />
estudios sobre el totalitarismo, cuyos textos son por lo g<strong>en</strong>eral artículos muy conv<strong>en</strong>cionales<br />
c<strong>en</strong>trados <strong>en</strong> Europa C<strong>en</strong>tral y Ori<strong>en</strong>tal, que excluy<strong>en</strong> los grandes temas filosóficos,<br />
culturales y literarios que distinguieron la obra de Hannah Ar<strong>en</strong>dt 353 Ä y que son<br />
indisp<strong>en</strong>sables para compr<strong>en</strong>der cabalm<strong>en</strong>te los sistemas totalitarios. Una teoría crítica del<br />
totalitarismo debe t<strong>en</strong>er, por lo tanto, un <strong>en</strong>foque multidisciplinario e incluir los sigui<strong>en</strong>tes<br />
campos de análisis:<br />
(A) los factores estudiados por las teorías "clásicas" del totalitarismo, como la ideología con<br />
pret<strong>en</strong>sión de verdad absoluta, el partido único de masas, el sistema inmisericorde de control<br />
de parte de la policía secreta, el monopolio de los medios de comunicación y otros<br />
elem<strong>en</strong>tos de la esfera político-institucional; y<br />
(B) las características de la esfera histórico-cultural, como ser<br />
Ä la m<strong>en</strong>talidad colectiva, la civic culture y las tradiciones administrativas e institucionales<br />
de los regím<strong>en</strong>es estudiados;<br />
352 Cf. esta difer<strong>en</strong>cia <strong>en</strong>tre dos comp<strong>en</strong>dios de la misma editorial, el primero innovador, ing<strong>en</strong>ioso e<br />
inspirador, y el segundo previsible, aburrido y muy especializado: Bruno Seidel / Siegfried J<strong>en</strong>kner (comps.),<br />
Wege der Totalitarismus-Forschung (Caminos de la investigación sobre el totalitarismo), Darmstadt: WBG<br />
1968; Wolfgang Wippermann, Totalitarismustheori<strong>en</strong>. Die Entwicklung der Diskussion von d<strong>en</strong> Anfäng<strong>en</strong> his<br />
heute (Teorías del totalitarismo. El desarrollo de la discusión desde los comi<strong>en</strong>zos hasta hoy), Darmstadt: WBG<br />
1997.<br />
353 El Hannah-Ar<strong>en</strong>dt-Institut für Totalitarismusforschung, establecido <strong>en</strong> la Universidad Técnica de<br />
Dresd<strong>en</strong>, publica desde 2004 la revista "TOTALITARISMUS UND DEMOKRATIE. TOTALITARIANISM<br />
AND DEMOCRACY", que es <strong>en</strong> realidad una revista conv<strong>en</strong>cional de ci<strong>en</strong>cias políticas e historia<br />
contemporánea.<br />
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Ä los anhelos de dilatadas masas sociales, que pued<strong>en</strong> ser manipulados fácilm<strong>en</strong>te por<br />
dirig<strong>en</strong>cias revolucionarias;<br />
Ä el rol de intelectuales y élites radicales;<br />
Ä el totalitarismo de raíz religiosa <strong>en</strong> el ámbito islámico y el neopopulismo autoritario <strong>en</strong><br />
América Latina; y<br />
Ä los casos situados <strong>en</strong>tre autoritarismo y totalitarismo, que son el distintivo de la época<br />
actual <strong>en</strong> el Tercer Mundo.<br />
Difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong>tre autoritarismo y totalitarismo<br />
Para postular una teoría crítica del totalitarismo es indisp<strong>en</strong>sable esbozar las distinciones<br />
<strong>en</strong>tre autoritarismo y totalitarismo. No existe una transición obligatoria que conduzca de una<br />
cultura política autoritaria a un modelo totalitario de organización social. Las difer<strong>en</strong>cias<br />
<strong>en</strong>tre ambos no son sólo de naturaleza cuantitativa, sino cualitativa. Todos los modelos<br />
totalitarios incluy<strong>en</strong> fundam<strong>en</strong>tos autoritarios, pero no todos los regím<strong>en</strong>es autoritarios<br />
repres<strong>en</strong>tan una primera fase del totalitarismo y, por lo tanto, no están predestinados a<br />
convertirse <strong>en</strong> regím<strong>en</strong>es de este tipo 354 .<br />
Uno de los mejores <strong>en</strong>foques para distinguir autoritarismo de totalitarismo ha sido el<br />
esbozado por Juan J. Linz 355 . La difer<strong>en</strong>cia más importante <strong>en</strong>tre ambos reside <strong>en</strong> el hecho<br />
de que el régim<strong>en</strong> autoritario permite un pluralismo limitado, lo que no es posible bajo<br />
ningún modelo totalitario. Este pluralismo limitado es algo tolerado durante largos periodos<br />
temporales, no algo impulsado premeditadam<strong>en</strong>te por los gobiernos autoritarios. Hace<br />
posible la articulación de variadas opiniones y la influ<strong>en</strong>cia de diversos intereses políticos<br />
sobre el accionar del Estado.<br />
354 Cf. <strong>en</strong>tre otros los textos que no han perdido vig<strong>en</strong>cia: Samuel P. Huntington / C. H. Moore (comps.),<br />
Authoritarian Politics in Modern Societies, New York 1970; Amos Perlmutter, Modern Authoritarianism. A<br />
Comparative Institutional Analysis, New Hav<strong>en</strong> / Londres: Yale U. P. 1981.<br />
355 Juan J. Linz, Una interpretación de los regím<strong>en</strong>es autoritarios, <strong>en</strong>: PAPERS. REVISTA DE<br />
SOCIOLOGIA (Barcelona), vol. 1978, Nº 8, pp. 11-26; Juan J. Linz, Opposition in and under an Authoritarian<br />
Regime: The Case of Spain, <strong>en</strong>: Robert A. Dahl (comp.), Regime and Oppositions, New Hav<strong>en</strong>: Yale U. P.<br />
1973, pp. 171-259.<br />
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Por otra parte los modelos autoritarios carec<strong>en</strong> de una ideología ubicua de índole<br />
obligatoria. En cambio las sociedades sometidas al totalitarismo ti<strong>en</strong><strong>en</strong> que sufrir una<br />
ideología casi universal, que permea y configura todos los aspectos sociales y que pret<strong>en</strong>de<br />
poseer una validez dogmática y el carácter de un credo único, verdadero y correcto. Bajo<br />
sistemas autoritarismos <strong>en</strong>contramos obviam<strong>en</strong>te una especie de doctrina oficial, pero se<br />
trata de propaganda gubernam<strong>en</strong>tal <strong>en</strong>focada a ciertos espacios determinados de la vida<br />
social. En la masa de la población no se detecta un <strong>en</strong>tusiasmo muy marcado por esta<br />
doctrina, que además debe competir con la religión establecida y con tradiciones de vieja<br />
data. Todo ello contribuye a diluir el impacto de la ideología propalada por instancias<br />
gubernam<strong>en</strong>tales.<br />
En sistemas totalitarios la élite gobernante conforma un grupo muy pequeño y cerrado de<br />
iluminados, que se r<strong>en</strong>ueva Ä lo m<strong>en</strong>os posible Ä por el procedimi<strong>en</strong>to de la cooptación.<br />
Esta élite dispone de una monopolio celosam<strong>en</strong>te guardado sobre todas las decisiones<br />
relevantes <strong>en</strong> los campos político, económico, legal y hasta cultural. Ningún grupo político o<br />
sector social puede servir de contrapeso al poder ilimitado de la élite gobernante. Sobre la<br />
Unión Soviética <strong>en</strong> la época de Stalin afirmó François Furet: "El partido bolchevique reinó<br />
soberano sobre una plebe universal de individuos atomizados". Y añadió que esta plebe<br />
estuvo hasta el final "a la vez fascinada y aterrorizada" por el aparato gubernam<strong>en</strong>tal 356 . (La<br />
Revolución Francesa creó un sistema de repres<strong>en</strong>tación política que dejaba a los individuos<br />
aislados unos de otros y atomizados fr<strong>en</strong>te al Estado c<strong>en</strong>tralizado. De esta "nueva" debilidad<br />
de los ciudadanos y de la abolición de los poderes intermedios y provinciales y de<br />
elimimación de los nexos con las tradiciones locales, puede surgir, paradójicam<strong>en</strong>te, una<br />
posibilidad de totalitarismo, como lo <strong>en</strong>trevió tempranam<strong>en</strong>te Edmund Burke, qui<strong>en</strong> puede<br />
ser visto como un g<strong>en</strong>uino repres<strong>en</strong>tante de un s<strong>en</strong>tido común guiado críticam<strong>en</strong>te 357 .)<br />
356<br />
François Furet, El pasado de una ilusión. Ensayo sobre la idea comunista <strong>en</strong> el siglo XX, Madrid: FCE<br />
1995, p. 495.<br />
357 François Furet, La revolución a debate, Madrid: Encu<strong>en</strong>tro 2000, p. 103: "Burke se percató del vínculo<br />
secreto que puede unir la democracia revolucionaria y el despotismo: la emancipación de los individuos<br />
respecto a los vínculos tradicionales que los ligaban a sus comunidades, superiores y anteriores a ellos, no<br />
suponía una disminución de la autoridad ejercida sobre ellos, sino su desplazami<strong>en</strong>to y <strong>en</strong>sanchami<strong>en</strong>to bajo la<br />
forma del Estado-soberano".<br />
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En los regím<strong>en</strong>es autoritarios la élite del poder es también reducida numéricam<strong>en</strong>te y<br />
privilegiada desde la perspectiva legal e institucional, y ejerce las funciones<br />
gubernam<strong>en</strong>tales d<strong>en</strong>tro de límites mal definidos, pero sin incurrir continuam<strong>en</strong>te <strong>en</strong><br />
arbitrariedades escandalosas. Su poder está constreñido por variados sectores privilegiados,<br />
que exist<strong>en</strong> desde hace mucho tiempo y que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> procedimi<strong>en</strong>tos muy distintos de<br />
reclutami<strong>en</strong>to. Los regím<strong>en</strong>es autoritarios pued<strong>en</strong> ser considerados como una continuación,<br />
ciertam<strong>en</strong>te más dura del ord<strong>en</strong> tradicional, cuando este ha sido puesto <strong>en</strong> cuestionami<strong>en</strong>to<br />
por una bu<strong>en</strong>a parte de la sociedad. Este <strong>en</strong>durecimi<strong>en</strong>to conlleva una reducción de las<br />
modestas libertades públicas, pero el sistema sigue t<strong>en</strong>i<strong>en</strong>do un pluralismo de sectores<br />
elitarios que evitan un monopolio absoluto del poder. Los modelos autoritarios no son<br />
expon<strong>en</strong>tes del Estado de Derecho, pero tampoco son regím<strong>en</strong>es ex<strong>en</strong>tos de todo estatuto<br />
legal. A ellos les falta la dim<strong>en</strong>sión del terror perman<strong>en</strong>te y sistemático, propia del<br />
totalitarismo; <strong>en</strong> ellos las prácticas del miedo paralizante, la desconfianza mutua total y la<br />
intimidación policial constante se dan sólo ocasionalm<strong>en</strong>te y, <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral, <strong>en</strong> los primeros<br />
tiempos del régim<strong>en</strong>. La exist<strong>en</strong>cia de fracciones concurr<strong>en</strong>tes d<strong>en</strong>tro de la élite del poder,<br />
por un lado, y el carácter difuso de la ideología oficial, por otro, son factores que <strong>en</strong> las<br />
sociedades autoritarias dificultan una movilización masiva como se observa <strong>en</strong> las<br />
totalitarias. Esto conduce a que los sistemas autoritarios toler<strong>en</strong>, más mal que bi<strong>en</strong>, ciertos<br />
ámbitos autónomos consagrados a las actividades culturales e intelectuales. El resultado<br />
fáctico es una limitación del poder estatal, un resultado no deseado ni previsto por la élite<br />
gubernam<strong>en</strong>tal. Esta constelación fáctica no cu<strong>en</strong>ta habitualm<strong>en</strong>te con una base legal.<br />
El limitado pluralismo institucional, cultural y social de los regím<strong>en</strong>es autoritarios, un<br />
cierto respeto a los estatutos legales y la car<strong>en</strong>cia de un partido único todopoderoso pued<strong>en</strong><br />
dar lugar a el Estado de Derecho que se vaya afianzando paulatinam<strong>en</strong>te; este conjunto de<br />
factores, bajo ciertas circunstancias, puede derivar <strong>en</strong> una democracia liberal moderna. El<br />
régim<strong>en</strong> de Francisco Franco <strong>en</strong> España (1936-1975) constituye uno de los ejemplos más<br />
notables de autoritarismo y de la posibilidad de una transición ulterior a la democracia<br />
contemporánea. En cambio los sistemas totalitarios más conocidos han sido el fascismo<br />
italiano (1922-1943), el nacionalsocialismo alemán (1933-1945), el régim<strong>en</strong> comunista <strong>en</strong> la<br />
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antigua Unión Soviética (1917-1991, sobre todo <strong>en</strong> sus periodos l<strong>en</strong>inista y stalinista), el<br />
periodo duro ("ortodoxo") <strong>en</strong> la República Popular China (1949-1976), el curioso modelo<br />
establecido a partir de 1945 <strong>en</strong> Corea del Norte y la llamada revolución islámica <strong>en</strong> Irán (a<br />
partir de 1978).<br />
A comi<strong>en</strong>zos del siglo XXI hay que considerar otras posibilidades de evolución históricopolítica,<br />
muy difer<strong>en</strong>tes del caso español:<br />
(1) las sociedades autoritarias se pued<strong>en</strong> convertir <strong>en</strong> regím<strong>en</strong>es semi-totalitarios y<br />
totalitarios, con rasgos propios y persist<strong>en</strong>tes; y (2) las democracias sin una cultura liberal<br />
vigorosa (es decir: democracias mal consolidadas) pued<strong>en</strong> transformarse <strong>en</strong> gobiernos<br />
débiles de larga duración, que, bajo ciertas circunstancias, dan paso a regím<strong>en</strong>es autoritarios<br />
con marcada inclinación a adoptar de modo paulatino rasgos totalitarios.<br />
La primera posibilidad existe, por ejemplo, <strong>en</strong> el ámbito islámico contemporáneo 358 ; la<br />
segunda puede ser constatada a lo ancho del Tercer Mundo. En este último caso la acción<br />
combinada de un desarrollo tecnológico descontrolado, el pot<strong>en</strong>cial de seducción de los<br />
medios masivos de comunicación, la desilusión de la población con los resultados reales de<br />
la democracia contemporánea (muy magros, por lo habitual) y el r<strong>en</strong>acimi<strong>en</strong>to de<br />
tradiciones premodernas e irracionalistas, pero ampliam<strong>en</strong>te compartidas por la población,<br />
pued<strong>en</strong> g<strong>en</strong>erar un autoritarismo que se acerca a modelos totalitarios.<br />
Los factores proclives al totalitarismo: la experi<strong>en</strong>cia de la revolución<br />
Esta constelación de factores es similar a la que dio orig<strong>en</strong> a las primeras teorías del<br />
totalitarismo, lo que hace indisp<strong>en</strong>sable un somero recu<strong>en</strong>to de las mismas. Lo que puede<br />
afirmarse de los experim<strong>en</strong>tos totalitarios del siglo XX Ä con alguna seguridad Ä es que<br />
358 Cf. Yehuda Bauer, Der dritte Totalitarismus (El tercer totalitarismo), <strong>en</strong>: DIE ZEIT (Hamburgo), Nº 32<br />
del 31 de julio de 2003, p. 1: El primer totalitarismo habría sido el comunismo ruso, el segundo el<br />
nacionalsocialismo alemán y el tercero el radicalismo islámico. Sobre el totalitarismo religioso <strong>en</strong> el s<strong>en</strong>o de<br />
corri<strong>en</strong>tes fundam<strong>en</strong>talistas islamistas, cf. Hartmut Krauss, Der islamische Fundam<strong>en</strong>talismus als religiöser<br />
Totalitarismus (El fundam<strong>en</strong>talismo islámico como totalitarismo religioso), <strong>en</strong>: GLASNOST-ARCHIV<br />
(www.glasnost.de).<br />
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estos nac<strong>en</strong> <strong>en</strong> un contexto (a) donde las tradiciones político-culturales no son<br />
históricam<strong>en</strong>te favorables a comportami<strong>en</strong>tos democráticos duraderos; (b) donde el<br />
populismo radical puede ser aprovechado por partidos extremistas; (c) donde prevalece una<br />
amplia desilusión con los resultados de una incipi<strong>en</strong>te modernización; (d) donde se<br />
resquebrajan los valores de ori<strong>en</strong>tación "tradicionales" (como la religiosidad g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te<br />
aceptada) y donde no hay normativas que los reemplac<strong>en</strong> <strong>en</strong> la misma magnitud y calidad; y<br />
(e) donde la g<strong>en</strong>te del ámbito cultural y <strong>en</strong> particular los intelectuales se dejan seducir por<br />
ideologías que propugnan un cambio fundam<strong>en</strong>tal <strong>en</strong> los asuntos públicos y que, al mismo<br />
tiempo, no atribuy<strong>en</strong> gran relevancia a los derechos humanos y a las libertades públicas.<br />
Esta combinación de elem<strong>en</strong>tos se ha dado <strong>en</strong> países del Primer Mundo, como Italia, Rusia,<br />
Alemania y Europa Ori<strong>en</strong>tal durante la primera mitad del siglo XX. Entre tanto la situación<br />
<strong>en</strong> numerosas sociedades del Tercer Mundo, que se hallan <strong>en</strong> un proceso acelerado de<br />
modernización, exhibe algunos paralelismos notables. Por estos motivos es que las teorías<br />
del totalitarismo merec<strong>en</strong> de nuevo la at<strong>en</strong>ción de los ci<strong>en</strong>tistas sociales.<br />
François Furet estudió det<strong>en</strong>idam<strong>en</strong>te uno de los factores más importantes que allanan el<br />
camino al totalitarismo: la pasión revolucionaria que afecta a dilatados grupos sociales,<br />
precisam<strong>en</strong>te a aquellos con ciertos conocimi<strong>en</strong>tos históricos y amplia cultura g<strong>en</strong>eral.<br />
Desde la Revolución Francesa estos sectores alim<strong>en</strong>tan una concepción sacralizada de los<br />
procesos revolucionarios: se los percibe como un impulso noble y desinteresado, que, pese a<br />
sus muchos errores y hasta horrores, ti<strong>en</strong>e como objetivo determinante la consecución de un<br />
ord<strong>en</strong> social más justo, humano y solidario. En el marco de esta visión embellecida y<br />
romántica de los procesos revolucionarios, es muy improbable que estas metas sublimes<br />
sean asociadas, por ejemplo, al sucio trabajo cotidiano de los funcionarios policiales de estos<br />
regím<strong>en</strong>es o a las cárceles y otros mecanismos de disciplinami<strong>en</strong>to que sigu<strong>en</strong> existi<strong>en</strong>do <strong>en</strong><br />
los mismos. Es decir: aquellos que se dejan fascinar por el brillo de las ley<strong>en</strong>das<br />
revolucionarias no pued<strong>en</strong> percibir los numerosos aspectos negativos y hasta monstruosos<br />
que g<strong>en</strong>eran los totalitarismos <strong>en</strong> la praxis diaria.<br />
La pasión revolucionaria está habitualm<strong>en</strong>te vinculada a un moralismo doctrinario, que se<br />
refleja <strong>en</strong> una afición <strong>en</strong>tusiasta y luego <strong>en</strong> un exagerado apego por el "hombre reg<strong>en</strong>erado",<br />
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aquel que sabe eximirse de la "maldición del lucro" y del "prosaísmo universal del cálculo<br />
económico" 359 . Se trata <strong>en</strong> el fondo del viejo odio a la "burguesía" o, de acuerdo a los<br />
cánones y términos contemporáneos, de la repulsión que muchas personas s<strong>en</strong>sibles y cultas<br />
experim<strong>en</strong>tan fr<strong>en</strong>te a las detestables prácticas de los estratos medios, sobre todo con<br />
refer<strong>en</strong>cia a aquellos dedicados a actividades mercantiles, bancarias y financieras, porque<br />
éstos serían incapaces de s<strong>en</strong>tir algo así como el <strong>en</strong>tusiasmo por una bu<strong>en</strong>a causa y la<br />
g<strong>en</strong>erosidad hacia el prójimo, estando más bi<strong>en</strong> sometidos a la medida uniformante del<br />
dinero.<br />
Otra de las manifestaciones de la pasión revolucionaria es la fascinación que ejerc<strong>en</strong> las<br />
grandes revoluciones, la rusa, la china y la cubana ("el embrujo universal de Octubre"),<br />
sobre todo porque los actos revolucionarios repres<strong>en</strong>tarían "la afirmación de la voluntad <strong>en</strong><br />
la historia, la inv<strong>en</strong>ción del hombre por sí mismo, figura por excel<strong>en</strong>cia de la autonomía del<br />
individuo democrático" 360 . Como dijo Furet, lo que más atrae y fascina de las revoluciones<br />
es su elem<strong>en</strong>to voluntarista y subjetivista, aunque sea el m<strong>en</strong>os democrático-liberal. Este<br />
subjetivismo, como lo llama Furet, se muestra <strong>en</strong> algo que es irresistible para muchos<br />
intelectuales de talante radical: la omnipot<strong>en</strong>cia de la voluntad política, voluntad que recibe<br />
el apoyo de una teoría histórica apar<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te ci<strong>en</strong>tífica y que se <strong>en</strong>carna <strong>en</strong> un partido<br />
político, "oligarquía de sabios y de organizadores", una organización que cambia el mundo<br />
según su voluntad, pero cree hacerlo obedeci<strong>en</strong>do las leyes de la historia 361 . Esta irrupción<br />
de la voluntad <strong>en</strong> los decursos de la historia parece exonerar a la misma de su carácter<br />
azaroso y fortuito, y gracias a la acción planificada de los revolucionarios, la "historia"<br />
359 François Furet, El pasado..., op. cit. (nota 7), p. 180, 354.<br />
360 Ibid., p. 77 sq.- Sobre la tesis de Furet acerca del "embrujo universal de Octubre", cf. la suger<strong>en</strong>te obra de<br />
Wolfgang Kraushaar, Linke Geisterfahrer. D<strong>en</strong>kanstösse für eine antitotalitäre Linke (Izquierdistas<br />
atolondrados. Impulsos conceptuales para una izquierda antitotalitaria), Frankfurt: Neue Kritik 2001, pp. 178-<br />
180.<br />
361 Furet, ibid., p. 167 sq.- Por ello los historiadores socialistas y comunistas se empeñan <strong>en</strong> justificar y<br />
glorificar el periodo jacobino de la Revolución Francesa, "prefiguración" del "poder del pueblo", cuyos<br />
designios están dirigidos de manera conc<strong>en</strong>trada y antidemocrática contra los numerosos <strong>en</strong>emigos internos y<br />
externos de la revolución (ibid., p. 78, 273).- Cf. también el interesante volum<strong>en</strong>: Eduardo Bello (comp.),<br />
Filosofía y revolución. Estudios sobre la Revolución Francesa y su recepción filosófica, Murcia: Editorial de la<br />
Universidad de Murcia 1991.<br />
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parece alcanzar por fin un carácter y un s<strong>en</strong>tido lógicos y racionales. Todo ello conduce a<br />
justificar cualquier acción revolucionaria que conlleve víctimas humanas.<br />
Esta tradición revolucionaria Ä y no una que defi<strong>en</strong>da las libertades públicas e<br />
individuales Ä es la más común <strong>en</strong> los sectores sociales de m<strong>en</strong>ores ingresos y bajo nivel<br />
educativo, pero también es muy popular <strong>en</strong>tre intelectuales, no sólo por su sinuosa relación<br />
con la teoría y ante todo con la práctica de las libertades públicos y los derechos humanos,<br />
sino porque este concepto de revolución ha canalizado las pasiones dirigidas contra el<br />
egoísmo del ord<strong>en</strong> burgués y así ha creado sus propios mitos, los que paradójicam<strong>en</strong>te<br />
resultan robustos <strong>en</strong> el imaginario colectivo si están respaldados por el poderío militar de<br />
una gran pot<strong>en</strong>cia (lo que fue el caso de China y la Unión Soviética). En un estudio<br />
psicoanalítico sobre el marxismo, Mathilde Niel aseveró que la popularidad de las doctrinas<br />
revolucionarias no se basa <strong>en</strong> el valor ci<strong>en</strong>tífico de sus <strong>en</strong>unciados, sino <strong>en</strong> el hecho de que<br />
millones de personas cre<strong>en</strong> <strong>en</strong> la fuerza mágica de las mismas 362 .<br />
Pero: desde la misma Revolución Francesa la credibilidad de los propagandistas de los<br />
regím<strong>en</strong>es revolucionarios ha sido cuestionada porque ellos han cons<strong>en</strong>tido las<br />
vulneraciones a las libertades públicas y a los derechos humanos de parte de esos regím<strong>en</strong>es,<br />
amparándose <strong>en</strong> un inadmisible derecho histórico superior de las revoluciones, lo que las<br />
haría inmunes a cualquier crítica. Por todo ello una de las labores c<strong>en</strong>trales de una teoría<br />
crítica del totalitarismo es tratar de explicar la extraordinaria popularidad de estos<br />
regím<strong>en</strong>es, indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te de su desempeño cotidiano (y a veces contra el mismo): la<br />
historia objetiva de hechos y resultados es desplazada d<strong>en</strong>tro del imaginario colectivo por<br />
una visión idealizada y edulcorada de las grandes revoluciones, y esta visión, adornada de<br />
ley<strong>en</strong>das románticas, es la que perdura a la hora de moldear las imág<strong>en</strong>es que el gran<br />
público ti<strong>en</strong>e de los fastos heroicos del mesianismo comunista 363 .<br />
362 Mathilde Niel, Psychoanalyse des Marxismus (Psicoanálisis del marxismo), Munich: List 1972, p. 7.<br />
363 François Furet escribió sobre el culto consagrado a las revoluciones de China y Cuba <strong>en</strong>tre los<br />
intelectuales occid<strong>en</strong>tales: "La China maoísta repres<strong>en</strong>ta <strong>en</strong> París, para los discípulos de Althusser, la utopía de<br />
un universo pobre, austero y justo. Las Cuba de Castro repres<strong>en</strong>ta para los estudiantes californianos el paraíso<br />
latino del calor comunitario" (Furet, El pasado..., p. 556).<br />
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Una teoría crítica del totalitarismo debe, por lo tanto, emitir juicios valorativos bi<strong>en</strong><br />
fundam<strong>en</strong>tados <strong>en</strong> torno a ciertas preguntas c<strong>en</strong>trales, como ser (a) si el régim<strong>en</strong> analizado<br />
está <strong>en</strong> condiciones de aliviar real y persist<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te la vida cotidiana de sus ciudadanos,<br />
(b) si respeta efectivam<strong>en</strong>te la vig<strong>en</strong>cia de los derechos humanos y las libertades políticas y<br />
(c) si persigue a largo plazo una política de conviv<strong>en</strong>cia pacífica con otros estados. La<br />
valoración de acuerdo a este criterio de la vida diaria presupone un ejercicio de phronesis, es<br />
decir: de prud<strong>en</strong>cia, de la estimación de situaciones recurr<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> la exist<strong>en</strong>cia de seres<br />
humanos concretos, para lo cual no se puede apelar a leyes obligatorias de la historia o<br />
desarrollos tecnológicos insoslayables. Lo que interesa es la calidad y estructuración de la<br />
vida cotidiana, las pequeñas contrariedades de la misma y las interacciones del sujeto común<br />
y corri<strong>en</strong>te con la burocracia estatal, con los jefes <strong>en</strong> el puesto del trabajo y con los otros<br />
ciudadanos. Aquí es donde se puede apreciar la vig<strong>en</strong>cia o no de pequeñas, pero<br />
indisp<strong>en</strong>sables libertades <strong>en</strong> ámbitos delimitados de la exist<strong>en</strong>cia diaria; aquí se puede<br />
estudiar si una opinión casual, una palabra al vi<strong>en</strong>to o un s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>to espontáneo significan<br />
la ruina de una vida o una carrera o si son interpretados como actos de la esfera personal sin<br />
consecu<strong>en</strong>cias legal-políticas. En regím<strong>en</strong>es totalitarios, donde las compet<strong>en</strong>cias de los jefes<br />
políticos y ger<strong>en</strong>tes empresariales se transforman fácilm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> derechos ilimitados no<br />
escritos sobre el destino de la g<strong>en</strong>te común y corri<strong>en</strong>te, el ciudadano dep<strong>en</strong>de de los<br />
humores y caprichos de sus superiores, lo que obliga a un comportami<strong>en</strong>to de extremo<br />
cuidado y recelo, donde precisam<strong>en</strong>te lo espontáneo y bi<strong>en</strong> int<strong>en</strong>cionado puede ser fatal 364 .<br />
En casi todos los modelos civilizatorios y para la mayoría de los seres humanos la vida<br />
cotidiana repres<strong>en</strong>ta una experi<strong>en</strong>cia gris y <strong>en</strong>gorrosa, que es agravada por el proceder de los<br />
burócratas. Al ciudadano "normal" le es indifer<strong>en</strong>te e irrelevante si los medios de<br />
producción pert<strong>en</strong>ec<strong>en</strong> a "todo el pueblo", si el régim<strong>en</strong> <strong>en</strong> el que le toca vivir es la<br />
"culminación de la razón histórica" o si el gobierno de turno es la "repres<strong>en</strong>tación adecuada<br />
364 Cuando todavía existía una cierta esperanza para un marxismo crítico <strong>en</strong> Europa Occid<strong>en</strong>tal, Albrecht<br />
Wellmer lo concibió como una teoría altam<strong>en</strong>te favorable a las pret<strong>en</strong>siones de autonomía y felicidad de los<br />
individuos, contraria a los rasgos objetivistas de la filosofía marxista de la historia y opuesta a las t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias<br />
totalizantes de la racionalidad técnica y burocrática.- Albrecht Wellmer, Kritische Gesellschaftstheorie und<br />
Positivismus (Teoría crítica de la sociedad y positivismo), Frankfurt: Suhrkamp 1969, p. 135 sq.<br />
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de la voluntad popular", pues <strong>en</strong> la vida diaria está sometido a la monotonía del trabajo, a<br />
una autoridad imprevisible y absolutista y a una atmósfera cultural de dogmatismo y<br />
obscurantismo. Como dijo Karl Dietrich Bracher, haci<strong>en</strong>do uso de un s<strong>en</strong>tido común guiado<br />
críticam<strong>en</strong>te, para la inm<strong>en</strong>sa mayoría de los seres humanos la difer<strong>en</strong>cia de vivir bajo un<br />
régim<strong>en</strong> que es la <strong>en</strong>carnación de la "razón histórica emancipada" y otro que es la "sociedad<br />
clasista de la explotación", ha resultado ser un asunto meram<strong>en</strong>te académico 365 , pues el<br />
ciudadano "normal" está <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tado a un poder político similar y a tribulaciones semejantes<br />
de la vida diaria. El consuelo de que alguna vez sobrev<strong>en</strong>drá el paraíso <strong>en</strong> la Tierra es un<br />
consuelo demasiado débil.<br />
La justificación del totalitarismo revolucionario<br />
Uno de los factores es<strong>en</strong>ciales de la ideología exculpatoria del totalitarismo práctico debe<br />
ser vista <strong>en</strong> la t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia a eximir a las grandes revoluciones de toda justificación moral y<br />
político-institucional. Hannah Ar<strong>en</strong>dt llamó la at<strong>en</strong>ción sobre el hecho de que los modelos<br />
totalitarios confund<strong>en</strong> deliberadam<strong>en</strong>te el poder y la autoridad, el ejercicio del gobierno y la<br />
ley 366 : el poder y el gobierno aparec<strong>en</strong> <strong>en</strong>tonces como anteriores y superiores a la autoridad<br />
y la ley. Los últimos adquier<strong>en</strong> sólo una función subordinada. Al régim<strong>en</strong> revolucionario<br />
victorioso se lo exonera de la obligación de someterse a elecciones libres, <strong>en</strong> las cuales<br />
t<strong>en</strong>dría que r<strong>en</strong>dir cu<strong>en</strong>tas a la sociedad <strong>en</strong> una compet<strong>en</strong>cia pluralista con otras corri<strong>en</strong>tes<br />
políticas. Los intelectuales al servicio de la revolución inv<strong>en</strong>tan la llamativa fórmula de la<br />
"democracia real" y las "libertades reales", distintas y superiores a la mera "democracia<br />
formal" y las "libertades formales" del ord<strong>en</strong> "burgués". El Estado todopoderoso de la<br />
revolución es considerado como el garante de la igualdad y la libertad revolucionarias.<br />
Como dijo Furet, su preemin<strong>en</strong>cia con respecto a todos los otros modelos sociales parece ser<br />
tan evid<strong>en</strong>te e inm<strong>en</strong>sa, que resulta inmune a todo argum<strong>en</strong>to empírico o prueba<br />
365 Karl Dietrich Bracher, Zeitgeschichtliche Kontrovers<strong>en</strong> um Faschismus, Totalitarismus, Demokratie<br />
(Controversias de la historia contemporánea <strong>en</strong> torno al fascismo, el totalitarismo y la democracia), Munich:<br />
Piper 1976, p. 40.<br />
366 Hannah Ar<strong>en</strong>dt, Über die Revolution (Sobre la revolución), Munich: Piper 1974, p. 237.<br />
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testimonial 367 . Y de ahí hay un solo paso a creer que la "democracia real" y la revolución<br />
requier<strong>en</strong> de un Estado todopoderoso y dictatorial, que no esté coartado por prescripciones<br />
legales e institucionales de ningún tipo.<br />
Hay que subrayar, por consigui<strong>en</strong>te, el rol indisp<strong>en</strong>sable que juegan los intelectuales a la<br />
hora de crear y propalar esa concepción idealizada de los grandes procesos revolucionarios.<br />
No es necesario ocuparse de esa dilatada masa de funcionarios a sueldo bajo los propios<br />
regím<strong>en</strong>es totalitarios, que no t<strong>en</strong>ían más remedio que cantar las loas del sistema, pues<br />
durante largas décadas cualquier otro comportami<strong>en</strong>to hubiera sido peligroso o simplem<strong>en</strong>te<br />
fatal. Y, como se sabe, la g<strong>en</strong>te de los <strong>libro</strong>s y la pluma rara vez exhibe un temple heroico.<br />
Lo que interesa y espanta es el papel de los intelectuales que celebraron (y aun celebran) los<br />
modelos totalitarios desde la seguridad que les brinda el Estado de Derecho bajo las<br />
d<strong>en</strong>ostadas democracias occid<strong>en</strong>tales, donde no estaban (y no están) sometidos a la presión<br />
de organismos como la policía secreta y donde, además, t<strong>en</strong>ían (y ti<strong>en</strong><strong>en</strong>) la posibilidad de<br />
examinar y contrastar todas las informaciones prov<strong>en</strong>i<strong>en</strong>tes de los elogiados sistemas<br />
totalitarios. Esta trahison des clercs muestra el carácter básicam<strong>en</strong>te iliberal y<br />
antidemocrático de muchísimos p<strong>en</strong>sadores que, bajo ese cómodo refugio de la legislación<br />
burguesa, se dedicaron a confeccionar las más curiosas justificaciones del terror<br />
revolucionario y de la vulneración de los derechos humanos.<br />
La traición de los intelectuales queda como una posibilidad siempre lat<strong>en</strong>te, porque, como<br />
escribió Mark Lilla, la inclinación por lo despótico está <strong>en</strong> nuestras almas 368 . La fascinación<br />
que irradia el totalitarismo ti<strong>en</strong>e que ver con algunos aspectos protorreligiosos, a los que son<br />
particularm<strong>en</strong>te s<strong>en</strong>sibles los intelectuales: la unidad doctrinaria, la disciplina jerárquica de<br />
la iglesia, el sueño de hogar y fraternidad, la ilusión de la solidaridad practicada 369 . Otros<br />
367 François Furet, La revolución..., op. cit. (nota 8), p. 14; cf. también p. 41, 130.<br />
368<br />
Mark Lilla, The Reckless Mind. Intellectuals in Politics, New York: The New York Review of Books<br />
2001, p. 216.<br />
369 Michael Rohrwasser, Der Kommunismus. Verführung, Mass<strong>en</strong>wirksamkeit, Entzauberung (El<br />
comunismo. Seducción, efecto masivo, des<strong>en</strong>canto), <strong>en</strong>: Hans Maier (comp.), Wege in die Gewalt. Die<br />
modern<strong>en</strong> politisch<strong>en</strong> Religion<strong>en</strong> (Caminos hacia la viol<strong>en</strong>cia. Las religiones políticas modernas), Frankfurt:<br />
Fischer 2002, p. 128 sq.<br />
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factores de la misma seducción ti<strong>en</strong><strong>en</strong> que ver con algo que no es de ninguna manera<br />
sagrado, pero que, bajo ciertas circunstancias, ti<strong>en</strong>de a ser sacralizado. Un régim<strong>en</strong> político<br />
que det<strong>en</strong>ta un gran poder, prefer<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te de carácter irrestricto, llega fácilm<strong>en</strong>te a ser<br />
<strong>en</strong>diosado por muchos de sus b<strong>en</strong>évolos admiradores, que aprecian sobre todo la facultad de<br />
"hacer historia", la aptitud de moldear y dirigir los acontecimi<strong>en</strong>tos políticos y los destinos<br />
de la humanidad. No pocos intelectuales se han considerado como demiurgos impedidos, y<br />
proyectan sobre otros hombres exitosos sus ambiciones de poder y su inmodestia proverbial.<br />
La factibilidad de la historia 370 , la posibilidad de hacer tabula rasa con lo alcanzado hasta<br />
ahora, la cre<strong>en</strong>cia de que la inmin<strong>en</strong>te instauración del futuro está <strong>en</strong> sus manos, repres<strong>en</strong>tan<br />
otros elem<strong>en</strong>tos que explican la acción cautivadora de modelos totalitarios sobre g<strong>en</strong>te culta,<br />
pero ávida de poder y prestigio. Numerosos investigadores han señalado que una de las<br />
fu<strong>en</strong>tes más notables del totalitarismo moderno es la pret<strong>en</strong>sión de lo "básicam<strong>en</strong>te nuevo":<br />
al propugnar una ruptura radical con el curso de la historia y, concomitantem<strong>en</strong>te, la<br />
creación de un ord<strong>en</strong> fundam<strong>en</strong>talm<strong>en</strong>te difer<strong>en</strong>te, los revolucionarios exig<strong>en</strong> que se<br />
reconozca nuevos criterios de justificación, nuevos principios morales y nuevos<br />
procedimi<strong>en</strong>tos políticos 371 . Todos ellos no podrían ser juzgados y m<strong>en</strong>os cond<strong>en</strong>ados desde<br />
la perspectiva "conv<strong>en</strong>cional", desde los valores "tradicionales" anteriores a la gran<br />
revolución, sino desde una constelación novedosa, que inv<strong>en</strong>ta los principios éticos e<br />
históricos que inician así su propio periodo de vig<strong>en</strong>cia. Lo nuevo legitima asimismo el uso<br />
de la viol<strong>en</strong>cia física <strong>en</strong> gran escala para def<strong>en</strong>derse o para conquistar nuevos territorios; las<br />
víctimas de la viol<strong>en</strong>cia revolucionaria son "víctimas" sólo desde la perspectiva antigua,<br />
tradicional, depasada por la historia. Desde la óptica de lo "nuevo", la viol<strong>en</strong>cia política deja<br />
de t<strong>en</strong>er una connotación ética negativa y se transforma <strong>en</strong> un mecanismo político, cuya<br />
razón de ser se reduce al hecho instrum<strong>en</strong>tal si contribuye (o no) eficazm<strong>en</strong>te a consolidar y<br />
<strong>en</strong>sanchar el poder político revolucionario. Esto inmuniza al proceso revolucionario de toda<br />
crítica relevante, pues esta puede ser desdeñada como una mera opinión adversa porque<br />
370<br />
Jürg<strong>en</strong> Habermas, Theorie und Praxis. Sozialphilosophische Studi<strong>en</strong> (Teoría y praxis. Estudios socialfilosóficos),<br />
Neuwied: Luchterhand 1963, p. 214.<br />
371 Cf. Bronislaw Baczko, Hat die Französische Revolution d<strong>en</strong> Totalitarismus hervorgebracht? (Ha<br />
g<strong>en</strong>erado la Revolución Francesa el totalitarismo?), <strong>en</strong>: Hans Maier (comp.), op. cit. (nota 20), pp. 11-36,<br />
especialm<strong>en</strong>te p. 13.<br />
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provi<strong>en</strong>e del campo <strong>en</strong>emigo y perdedor. Y el partido político que dirige el magno proceso<br />
revolucionario se considera como un movimi<strong>en</strong>to que posee su fin <strong>en</strong> sí mismo: esta<br />
pret<strong>en</strong>sión, como dice François Furet, lo empar<strong>en</strong>ta con la secta religiosa 372 y lo pone por<br />
<strong>en</strong>cima de toda impugnación racional. De ahí se deriva también una de las fortalezas de los<br />
regím<strong>en</strong>es totalitarios y, deplorablem<strong>en</strong>te, una de las fu<strong>en</strong>tes de su popularidad, por lo<br />
m<strong>en</strong>os <strong>en</strong> ciertas épocas históricas.<br />
Los sistemas totalitarios combinan prácticas arcaicas con tecnología moderna, rituales<br />
primitivos con adelantos industriales, control despótico con ideología revolucionaria,<br />
hábitos policiales con medios modernos de comunicación, palizas y cárceles tradicionales<br />
con modelos administrativos de último mom<strong>en</strong>to, campos de conc<strong>en</strong>tración con hazañas de<br />
astronautas, y todo ésto los hace paradójicam<strong>en</strong>te atractivos para un número muy elevado de<br />
g<strong>en</strong>te p<strong>en</strong>sante 373 . La sacralización de la historia y de los grandes <strong>en</strong>tes colectivos (Estado,<br />
partido, movimi<strong>en</strong>to) conduce a percibir los regím<strong>en</strong>es como una forma superior y perfecta<br />
de la democracia, porque, además, es el modelo institucional que las clases explotadas se<br />
dan apar<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te a sí mismas.<br />
El rechazo a las instituciones democráticas<br />
François Furet, sigui<strong>en</strong>do argum<strong>en</strong>tos de Hannah Ar<strong>en</strong>dt, aseveró que las dos formas<br />
principales del totalitarismo, el fascismo y el comunismo, se nutr<strong>en</strong> de una fu<strong>en</strong>te común: el<br />
rechazo de la democracia, <strong>en</strong>t<strong>en</strong>dida esta última como (a) el sistema político fundado <strong>en</strong><br />
elecciones libres y competitivas y como (b) el régim<strong>en</strong> de derechos garantizados para una<br />
sociedad de individuos iguales, autónomos y con difer<strong>en</strong>tes proyectos de vida. El<br />
totalitarismo premia, <strong>en</strong> cambio, la uniformidad de comportami<strong>en</strong>tos y valores, rechaza el<br />
individualismo y propugna la unidad de intereses y voluntades. Bajo el totalitarismo el terror<br />
político-policial no siempre prop<strong>en</strong>de a la eliminación física de todos los disid<strong>en</strong>tes, pero sí<br />
se esfuerza <strong>en</strong> eliminar todas las difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong>tre los "ciudadanos" y, por consigui<strong>en</strong>te, <strong>en</strong><br />
372 François Furet, El pasado..., op. cit. (nota 7), p. 161.<br />
373 Ibid., p. 132 sq.<br />
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anular el concepto mismo de individualidad positiva. El régim<strong>en</strong> totalitario promueve la<br />
atomización de las personas ante el Estado todopoderoso. En la esfera política las corri<strong>en</strong>tes<br />
totalitarias combat<strong>en</strong> la inclinación "reformista" a pactos, compromisos y alianzas y<br />
desprecian el Estado de Derecho ("la viol<strong>en</strong>cia como partera de la historia)". Se trata de un<br />
sistema donde el poder político es monopolizado por un solo partido o grupo, y nunca<br />
compartido lealm<strong>en</strong>te con otras fuerzas; donde la viol<strong>en</strong>cia cotidiana se convierte <strong>en</strong> un<br />
hábito tácito; donde prevalece con todo espl<strong>en</strong>dor la doctrina de que el fin justifica los<br />
medios; donde el partido único siempre ti<strong>en</strong>e razón (y <strong>en</strong> todas las actividades humanas); y<br />
donde la ética toma la forma de un catecismo conv<strong>en</strong>cional para domesticar a las masas 374 .<br />
A comi<strong>en</strong>zos del siglo XXI se hac<strong>en</strong> manifiestos ciertos rasgos que se popularizan <strong>en</strong>tre<br />
algunos círculos intelectuales, rasgos que también florecieron, y con inusitado vigor, <strong>en</strong> la<br />
primera mitad del siglo XX. Los sujetos colectivos Ä como el grupo étnico o lingüístico, las<br />
nacionalidades, los movimi<strong>en</strong>tos sociales, las t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias indig<strong>en</strong>istas Ä vuelv<strong>en</strong> a ganar <strong>en</strong><br />
importancia, y ésto ocurre <strong>en</strong> detrim<strong>en</strong>to del individuo y de la repres<strong>en</strong>tación racional de<br />
intereses bi<strong>en</strong> delimitados. El pluralismo ideológico, el parlam<strong>en</strong>to como lugar de<br />
negociación de políticas públicas, los partidos cont<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes <strong>en</strong>tre sí y los debates<br />
interminables <strong>en</strong> el s<strong>en</strong>o de la opinión pública son vistos otra vez como obstáculos a un<br />
desarrollo auténtico, como una rémora fr<strong>en</strong>te a las apremiantes necesidades del mom<strong>en</strong>to y<br />
como una pérdida de tiempo <strong>en</strong> comparación con el presunto mejor desempeño de un<br />
gobierno fuerte y de un líder <strong>en</strong>érgico. Se repite la crítica, muy difundida, acerca de las<br />
debilidades innatas y las complicaciones innecesarias de la cultura liberal-democrática; las<br />
instituciones de la misma, desde los procedimi<strong>en</strong>tos parlam<strong>en</strong>tarios hasta las discusiones <strong>en</strong><br />
los órganos de la opinión pública, pierd<strong>en</strong> el favor de las masas.<br />
Distinguidos intelectuales de indudable prosapia progresista e izquierdista, como Walter<br />
B<strong>en</strong>jamin 375 , Ernst Bloch 376 y Herbert Marcuse 377 , alim<strong>en</strong>taron la concepción de que las<br />
374 Ibid., pp. 36, 154, 191-200, 221, 234.- Una de las primeras formulaciones de esta teoría sigue si<strong>en</strong>do la<br />
más brillante: Hannah Ar<strong>en</strong>dt, The Origins..., op. cit. (nota 2), pp. 323-334, 468-473.- Cf. una crítica interesante<br />
de las posiciones de Ar<strong>en</strong>dt, aunque desde una perspectiva exclusivam<strong>en</strong>te politológica: Peter Graf<br />
Kielmansegg, Hannah Ar<strong>en</strong>dt and Leo Strauss, Cambridge: Cambridge U. P. 1995, passim.<br />
375 Walter B<strong>en</strong>jamin sostuvo que el "dogma de la santidad de la vida" sería una de las "últimas confusiones<br />
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ideas liberales eran sólo instrum<strong>en</strong>tos de la "burguesía" para seducir a las masas explotadas<br />
o, <strong>en</strong> el mejor caso, ficciones para obnubilar a los ing<strong>en</strong>uos. La tolerancia ideológica sería<br />
sólo una forma de represión, aseveró Marcuse, cuya ética revolucionaria desembocó <strong>en</strong> la<br />
apología del odio, la viol<strong>en</strong>cia y el terror 378 . Estos p<strong>en</strong>sadores, <strong>en</strong>tre ellos algunos<br />
distinguidos miembros de la Escuela de Frankfurt 379 , se sintieron atraídos por las<br />
simplificaciones teóricas de Carl Schmitt (la reducción de la política al principio "amigo /<br />
<strong>en</strong>emigo"), por el radicalismo de su doctrina, que habría contribuido a redescubrir la es<strong>en</strong>cia<br />
de lo g<strong>en</strong>uinam<strong>en</strong>te político y por su propósito de desvelar la hipocresía que <strong>en</strong>cubría la<br />
<strong>en</strong>gorrosa democracia parlam<strong>en</strong>taria y pluralista. (El desinterés por la esfera político-<br />
de la debilitada tradición occid<strong>en</strong>tal". Walter B<strong>en</strong>jamin, Zur Kritik der Gewalt (Sobre la crítica de la viol<strong>en</strong>cia),<br />
<strong>en</strong>: B<strong>en</strong>jamin, Zur Kritik der Gewalt und andere Aufsätze (Sobre la crítica de la viol<strong>en</strong>cia y otros <strong>en</strong>sayos),<br />
Frankfurt: Suhrkamp 1965, pp. 29-65, especialm<strong>en</strong>te p. 63.- Sobre B<strong>en</strong>jamin cf. Mark Lilla, op. cit. (nota 19),<br />
pp. 90-93; Werner Fuld, Walter B<strong>en</strong>jamin. Zwisch<strong>en</strong> d<strong>en</strong> Stühl<strong>en</strong> (Walter B<strong>en</strong>jamin <strong>en</strong>tre las sillas), Munich:<br />
Hanser 1979, passim.<br />
376 Cf. Arno Münster, Ernst Bloch. Eine Biographie (Ernst Bloch. Una biografía), Frankfurt: Suhrkamp<br />
2004; para una versión difer<strong>en</strong>te y más b<strong>en</strong>évola cf. Francisco Serra, Historia, política y derecho <strong>en</strong> Ernst<br />
Bloch, Madrid: Trotta 1998.<br />
377 Herbert Marcuse, Der Kampf geg<strong>en</strong> d<strong>en</strong> Liberalismus in der totalitär<strong>en</strong> Staatsauffassung (La lucha contra<br />
el liberalismo <strong>en</strong> la concepción totalitaria del Estado), <strong>en</strong>: Marcuse, Kultur und Gesellschaft (Cultura y<br />
sociedad), Frankfurt: Suhrkamp 1965, vol. I, pp. 17-55; sobre Marcuse <strong>en</strong> este contexto cf. Douglas Kellner,<br />
Marcuse in the 1940s: Some New Textual Discoveries, <strong>en</strong>: Institut für Sozialforschung (comp.), Kritik und<br />
Utopie im Werk von Herbert Marcuse (Crítica y utopía <strong>en</strong> la obra de Herbert Marcuse), Frankfurt: Suhrkamp<br />
1992, pp. 308-310; Douglas Kellner, Herbert Marcuse and the Crisis of Marxism, Basingstoke: Macmillan<br />
1984.<br />
378 Cf. los textos "clásicos" de Herbert Marcuse, Ethik und Revolution (Etica y revolución), <strong>en</strong>: Marcuse,<br />
Kultur und Gesellschaft (Cultura y sociedad), Frankfurt: Suhrkamp 1965, vol. II, pp. 130-146; Marcuse,<br />
Repressive Toleranz (Tolerancia represiva), <strong>en</strong>: Robert Paul Wolff / Barrington Moore / Herbert Marcuse,<br />
Kritik der rein<strong>en</strong> Toleranz (Crítica de la tolerancia pura), Frankfurt: Suhrkamp 1966, pp. 91-128, especialm<strong>en</strong>te<br />
p. 120.- Cf. la excel<strong>en</strong>te crítica de Wolfgang Lipp, Apparat und Gewalt. Über Herbert Marcuse (Aparato y<br />
viol<strong>en</strong>cia. Sobre Herbert Marcuse), <strong>en</strong>: SOZIALE WELT, vol. 20 (1970), Nº 3, pp. 274-303, especialm<strong>en</strong>te p.<br />
295, 302 sq.<br />
379 Cf. el brillante <strong>en</strong>sayo (que conti<strong>en</strong>e algunas exageraciones) de Ell<strong>en</strong> K<strong>en</strong>nedy, Carl Schmitt und die<br />
"Frankfurter Schule". Deutsche Liberalismuskritik im 20. Jahrhundert (Carl Schmitt y la "Escuela de<br />
Frankfurt". La crítica alemana del liberalismo <strong>en</strong> el siglo XX), <strong>en</strong>: GESCHICHTE UND GESELLSCHAFT,<br />
vol. 12 (1986), Nº 3, pp. 388-391; y las réplicas: Alfons Söllner, J<strong>en</strong>seits von Carl Schmitt. Richtigstellung<strong>en</strong><br />
zur politisch<strong>en</strong> Theorie im Umkreis der "Frankfurter Schule" (Más allá de Carl Schmitt. Rectificaciones sobre<br />
teoría política <strong>en</strong> el <strong>en</strong>torno de la "Escuela de Frankfurt"), <strong>en</strong>: ibid., vol. 12 (1986), Nº 4, pp. 502-529; Martin<br />
Jay, Les extrêmes ne se touch<strong>en</strong>t pas. Eine Erwiderung auf Ell<strong>en</strong> K<strong>en</strong>nedy (Una réplica a Ell<strong>en</strong> K<strong>en</strong>nedy), <strong>en</strong>:<br />
ibid., vol. 13 (1987), Nº 4, pp. 542-558.- Sobre la cercanía de Theodor W. Adorno a las simplificaciones de Carl<br />
Schmitt, cf. Peter von Haselberg, Geist und Aristokratie (Espíritu y aristocracia), <strong>en</strong>: Josef Früchtl / Maria<br />
Calloni (comps.), Zeit geg<strong>en</strong> d<strong>en</strong> Zeitgeist. Erinnern an Adorno (El espíritu contra el espíritu del tiempo.<br />
Acordarse de Adorno), Frankfurt: Suhrkamp 1991, pp. 11-22, especialm<strong>en</strong>te p. 18.<br />
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institucional, la ing<strong>en</strong>uidad con respecto a las cosas del mundo y la férrea voluntad de no<br />
<strong>en</strong>terarse de algunos detalles sucios de la realidad llevó a que muchos frankfurtianos<br />
exhibies<strong>en</strong> un desconocimi<strong>en</strong>to proverbial de los mecanismos político-institucionales. Al<br />
mismo tiempo este déficit de lo político pot<strong>en</strong>ció una curiosa construcción teórica,<br />
amalgama de logos, viol<strong>en</strong>cia y poder, lo que dio por resultado la famosa crítica totalizadora<br />
de la razón de esta escuela, que conti<strong>en</strong>e manifiestas exageraciones e inexactitudes, que no<br />
pued<strong>en</strong> ser aceptadas sin más.)<br />
Pese a las abiertas simpatías fascistas de Schmitt, numerosos intelectuales progresistas<br />
contribuyeron a su retorno intelectual, retomando la revalorización de la voluntad popular y<br />
de la lucha de clases que Schmitt efectuó con notable virtuosismo a la moda del día 380 . Y a<br />
todo ésto se añadía la atracción que irradiaba la viol<strong>en</strong>cia política Ä admitida por Karl Marx<br />
como uno de los grandes impulsos históricos Ä como la gran fuerza reg<strong>en</strong>eradora,<br />
combinada con el vitalismo alemán, las muchas escuelas que propagaban la liberación de los<br />
instintos y la voluntad del poder de Friedrich Nietzsche, lo que finalm<strong>en</strong>te terminaba <strong>en</strong> el<br />
"nihilismo apocalíptico" 381 , que durante décadas gozó de gran estima y se lo consideró<br />
como algo plausible, necesario y noble.<br />
Hoy <strong>en</strong> día existe una amplia corri<strong>en</strong>te intelectual, inspirada originalm<strong>en</strong>te por Karl Marx<br />
y los teóricos radicales de la revolución, <strong>en</strong>riquecida por Michel Foucault y Jacques Derrida<br />
y repres<strong>en</strong>tada por Chantal Mouffe 382 , Ernesto Laclau 383 y la llamada Filosofía de la<br />
Liberación 384 , que termina "compr<strong>en</strong>di<strong>en</strong>do" y justificando el (neo)populismo<br />
380 Sobre la relevancia de Carl Schmitt cf. Panajotis Kondylis (comp.), Der Philosoph und die Macht (El<br />
filósofo y el poder), Hamburgo: Junius 1992, passim; Mark Lilla, op. cit. (nota 19), pp. 49-76.<br />
381 Mark Lilla, op. cit. (nota 19), p. 92.<br />
382 Chantal Mouffe, El retorno de lo político, Barcelona: Paidós 1999; Mouffe, La paradoja democrática,<br />
Barcelona: Gedisa 2003; Chantal Mouffe (comp.), Deconstrucción y pragmatismo, Bu<strong>en</strong>os Aires: Paidós 1998.<br />
383 Ernesto Laclau, La razón populista, Bu<strong>en</strong>os Aires: FCE 2005; Ernesto Laclau / Chantal Mouffe,<br />
Hegemonía y estrategia socialista. Hacia una radicalización de la democracia, Madrid: Siglo XXI 1987.<br />
384 Cf. Enrique Dussel, Introducción a la Filosofía de la Liberación, Bogotá: Nueva América 1998; Dussel,<br />
Etica de la liberación, México: UNAM / Trotta 1998; Dussel, Historia de la filosofía latinoamericana y<br />
Filosofía de la Liberación, Bogotá: Nueva América 1997.<br />
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latinoamericano, debilitando la democracia repres<strong>en</strong>tativa, cerrando los ojos ante los<br />
f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os de la vida cotidiana <strong>en</strong> los partidos y <strong>en</strong> los regím<strong>en</strong>es populistas y dejando a un<br />
lado las bi<strong>en</strong> arraigadas tradiciones culturales del autoritarismo. Los frutos ambival<strong>en</strong>tes de<br />
la democracia pluralista repres<strong>en</strong>tativa deb<strong>en</strong> ser naturalm<strong>en</strong>te sometidos a un severo<br />
análisis, pero estos p<strong>en</strong>sadores se consagran a celebrar la dilución de los principios<br />
fundam<strong>en</strong>tales de la democracia y a redescubrir los elem<strong>en</strong>tos "g<strong>en</strong>uinam<strong>en</strong>te democráticos"<br />
cont<strong>en</strong>idos <strong>en</strong> los regím<strong>en</strong>es (neo)populistas 385 . En cierta medida los teóricos del<br />
(neo)populismo aportan su grano de ar<strong>en</strong>a a la abdicación del p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to ante un horizonte<br />
cultural y político percibido, así sea indirectam<strong>en</strong>te, como la barrera actual e impasable del<br />
quehacer político <strong>en</strong> América Latina. Adicionalm<strong>en</strong>te estos p<strong>en</strong>sadores cierran<br />
deliberadam<strong>en</strong>te los ojos ante la alta probabilidad de que la cultura popular repres<strong>en</strong>te un<br />
modelo de disciplinami<strong>en</strong>to colectivo y vaciado de consci<strong>en</strong>cia crítica, es decir ante la<br />
posibilidad de que esta cultura esté permeada por la racionalidad instrum<strong>en</strong>tal y se haya<br />
transformado <strong>en</strong> una forma contemporánea de control social 386 . F<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os como la<br />
manipulación de consci<strong>en</strong>cias, la consolidación de un caudillismo carismático y la creación<br />
de un barniz anti-imperialista con los colores del folklore mom<strong>en</strong>táneo, repres<strong>en</strong>tan<br />
elem<strong>en</strong>tos recurr<strong>en</strong>tes del (neo)populismo, que pued<strong>en</strong> facilitar la transición a un sistema<br />
totalitario.<br />
La democracia del homo vid<strong>en</strong>s, el consumismo de masas y la libertad desmesurada<br />
como anteced<strong>en</strong>tes del totalitarismo contemporáneo<br />
Desde la Revolución Francesa se advierte que un proceso de democratización radical<br />
conti<strong>en</strong>e también algunos factores que pued<strong>en</strong> desembocar <strong>en</strong> un desarrollo proclive al<br />
totalitarismo. Esto no es, de ninguna manera, un argum<strong>en</strong>to contra todo proceso de<br />
385 Sobre esta influ<strong>en</strong>cia cf. el <strong>en</strong>sayo que no ha perdido vig<strong>en</strong>cia: Axel Honneth, Foucault und Adorno. Zwei<br />
Form<strong>en</strong> einer Kritik der Moderne (Foucault y Adorno. Dos formas de una crítica a la modernidad), <strong>en</strong>: Peter<br />
Kemper (comp.), "Postmoderne" oder Der Kampf um die Zukunft ("Postmodernidad" o la lucha por el futuro),<br />
Frankfurt: Fischer 1988, pp. 127-144, especialm<strong>en</strong>te p. 137.<br />
386 Fernando Calderón, Latin American Id<strong>en</strong>tity and Mixed Temporalities, or How to Be Postmodern and<br />
Indian at the Same Time, <strong>en</strong>: J. Beverly et al. (comps.), The Postmodernism Debate in Latin America, Durham /<br />
Londres: Duke U. P. 1995, p. 58.<br />
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democratización, sino un ejercicio de realismo y sobriedad. Hay que reconocer, por ejemplo,<br />
que el otorgami<strong>en</strong>to de derechos políticos a dilatados sectores sociales conlleva a veces<br />
grandes movilizaciones de masas, que requier<strong>en</strong> de una dirección y del estímulo perman<strong>en</strong>te<br />
de una organización política. La espontaneidad revolucionaria es, como se sabe, una cosa<br />
muy emotiva, pero efímera y pasajera. Y las organizaciones políticas ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> rápidam<strong>en</strong>te a<br />
desplegar elem<strong>en</strong>tos oligárquicos, como el predominio de los elegidos sobre los electores y<br />
la conformación de élites extraordinariam<strong>en</strong>te estables y duraderas. Estas élites partidarias<br />
no pose<strong>en</strong> una gran autoridad moral ni intelectual, pero sab<strong>en</strong> adueñarse del aparato<br />
partidario, que se vuelve autónomo con respecto a las masas de los simples afiliados. Marx y<br />
los intelectuales marxistas no han querido o no han podido darse cu<strong>en</strong>ta de este desarrollo,<br />
que conduce a élites dirig<strong>en</strong>tes estables y altam<strong>en</strong>te privilegiadas 387 .<br />
Diversos autores, <strong>en</strong>tre ellos Wolfgang Kraushaar, han señalado el papel decisivo que la<br />
democracia como tal habría jugado para el surgimi<strong>en</strong>to del totalitarismo, pero bajo la figura<br />
de una deg<strong>en</strong>eración de la democracia moderna de masas 388 . Desde J. L. Talmon hasta la<br />
Escuela de Frankfurt, pasando por Hannah Ar<strong>en</strong>dt, se han elaborado varias teorías <strong>en</strong> torno<br />
a la "modernidad totalitaria", que señalan las complejas vinculaciones <strong>en</strong>tre la sociedad<br />
democrática de masas y el régim<strong>en</strong> totalitario 389 . El punto c<strong>en</strong>tral sería la pérdida de la<br />
facultad personal de discernir, es decir el sometimi<strong>en</strong>to de las masas a la industria de la<br />
cultura. Se trata, obviam<strong>en</strong>te de juicios surgidos desde una perspectiva liberal, individualista<br />
387 Robert Michels, Zur Soziologie des Parteiwes<strong>en</strong>s in der modern<strong>en</strong> Demokratie. Untersuchung<strong>en</strong> über die<br />
oligarchisch<strong>en</strong> T<strong>en</strong>d<strong>en</strong>z<strong>en</strong> des Grupp<strong>en</strong>leb<strong>en</strong>s (Sociología de los partidos <strong>en</strong> la democracia moderna.<br />
Investigaciones sobre las t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias oligárquicas <strong>en</strong> la vida grupal) [1912], Stuttgart: Krone 1970, pp. 13-15,<br />
38, 368-371, 380.- A Michels le corresponde el destacado mérito de ser el primero <strong>en</strong> haber investigado y<br />
comprobado las t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias oligárquicas <strong>en</strong> los partidos socialdemocráticos e izquierdistas, pero al mismo<br />
tiempo él tomó como fundam<strong>en</strong>to un concepto absoluto de democracia, que sólo permite como alternativa una<br />
democracia radical y plebiscitaria como la postulada por Jean-Jacques Rousseau.<br />
388 Wolfgang Kraushaar, op. cit. (nota 11), pp. 181, 192-194.<br />
389 Cf. los excel<strong>en</strong>tes estudios: J. L. Talmon, Les origines de la démocratie totalitaire, París: Calman-Lévy<br />
1966; Hannah Ar<strong>en</strong>dt, Ideologie und Terror: eine neue Staatsform (Ideología y terror: una nueva forma estatal),<br />
<strong>en</strong>: Bruno Seidel / Siegfried J<strong>en</strong>kner (comps.), op. cit. (nota 3), pp. 133-167.- Cf. el <strong>en</strong>sayo de Lars R<strong>en</strong>smann,<br />
Das Besondere im Allgemein<strong>en</strong>. Totale Herrschaft und Nachkriegsgesellschaft in d<strong>en</strong> politisch-theoretisch<strong>en</strong><br />
Narrativ<strong>en</strong> von Ar<strong>en</strong>dt und Adorno (Lo particular <strong>en</strong> lo g<strong>en</strong>eral. Poder total y sociedad posterior a la guerra <strong>en</strong><br />
las narrativas político-teoréticas de Ar<strong>en</strong>dt y Adorno), <strong>en</strong>: Dirk Auer et al. (comps.), Ar<strong>en</strong>dt und Adorno<br />
(Ar<strong>en</strong>dt y Adorno), Frankfurt: Suhrkamp 2003, pp. 150-195.<br />
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y logocéntrica, como se dice actualm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> talante peyorativo, pero ello no desvaloriza este<br />
análisis. Si no aceptamos la degradación postmodernista de la consci<strong>en</strong>cia individual y si<br />
nos negamos a considerar esta última como un mero receptáculo casual de s<strong>en</strong>saciones<br />
cambiantes, <strong>en</strong>tonces la facultad personal de discernir, elegir y actuar de forma autónoma<br />
sigue si<strong>en</strong>do el criterio más importante para juzgar la calidad y los logros de un régim<strong>en</strong><br />
social determinado.<br />
Ahora bi<strong>en</strong>: no hay una evid<strong>en</strong>cia concluy<strong>en</strong>te <strong>en</strong> el s<strong>en</strong>tido de que las democracias<br />
contemporáneas, que tratan de incluir a dilatados sectores de la población respectiva, sean<br />
per se una fu<strong>en</strong>te de totalitarismo. Tampoco hay ningún camino obligatorio que conduzca<br />
desde la democracia moderna hasta el surgimi<strong>en</strong>to de regím<strong>en</strong>es totalitarios. Para que esto<br />
ocurra, deb<strong>en</strong> concurrir simultáneam<strong>en</strong>te muchos factores. Pero hay <strong>en</strong>tre los teóricos del<br />
totalitarismo una clara t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia a considerar que ciertos aspectos de la sociedad de masas<br />
son proclives pot<strong>en</strong>cialm<strong>en</strong>te a la emerg<strong>en</strong>cia de sistemas totalitarios, pero sólo si el régim<strong>en</strong><br />
democrático sufre una profunda crisis, tanto económica como ideológica. Es decir: sólo si se<br />
pres<strong>en</strong>ta un complejo conjunto de factores causales, <strong>en</strong>tre los que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> que estar la crisis<br />
económica y el desprestigio de los procedimi<strong>en</strong>tos y valores democráticos, se produce un<br />
adv<strong>en</strong>imi<strong>en</strong>to exitoso de un modelo totalitario. Es obvio que esta situación está p<strong>en</strong>sada para<br />
la Alemania del periodo <strong>en</strong>tre 1918 y 1933. Un argum<strong>en</strong>to notable contra esta teoría señala<br />
que algunos de los regím<strong>en</strong>es totalitarios más importantes y más curiosos del siglo XX<br />
(Rusia, China, Corea del Norte, Birmania/Myanmar, Cambodia, Cuba, Etiopía, Albania) se<br />
originaron <strong>en</strong> sociedades que nunca habían conocido una democracia moderna de masas ni,<br />
<strong>en</strong> lo refer<strong>en</strong>te a la mayoría de estos casos, ningún tipo de democracia digna de m<strong>en</strong>ción.<br />
De todas maneras: la desconfianza ante la sociedad de masas <strong>en</strong> particular y la modernidad<br />
<strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral es una constante <strong>en</strong>tre los teóricos del totalitarismo y también <strong>en</strong>tre p<strong>en</strong>sadores<br />
actuales. Friedrich Rapp, qui<strong>en</strong> es un ejemplo repres<strong>en</strong>tativo de una amplia corri<strong>en</strong>te crítica<br />
de la modernidad <strong>en</strong> su etapa globalizante del mom<strong>en</strong>to, considera que la modernidad<br />
occid<strong>en</strong>tal está dominada por una concepción de libertad desmesurada, que, fortalecida por<br />
valores normativos como el consumismo des<strong>en</strong>fr<strong>en</strong>ado, el hedonismo a ultranza, la<br />
indifer<strong>en</strong>cia ecológica y el individualismo egoísta, acabará por destruir las libertades<br />
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públicas que hicieron grande (y único) al mundo occid<strong>en</strong>tal. Según Rapp esta libertad<br />
desmesurada se refleja <strong>en</strong> una voluntad pura (y <strong>en</strong>érgica), que no ti<strong>en</strong>e objetivos claros a<br />
largo plazo. El resultado es un ámbito de frustración, indifer<strong>en</strong>cia y nihilismo. El hombre<br />
moderno está interesado por todo, pero nada le concierne realm<strong>en</strong>te. En este contexto de una<br />
arbitrariedad fundam<strong>en</strong>tal los individuos son libres, pero también intercambiables <strong>en</strong>tre sí.<br />
La libertad moderna ha sido conseguida al precio de una ali<strong>en</strong>ación exist<strong>en</strong>cial y una<br />
inestabilidad estructural 390 . Esta constelación predispone a que amplios sectores sociales<br />
qued<strong>en</strong> expuestos a la magia y la seducción de experim<strong>en</strong>tos totalitarios.<br />
Esta concepción está basada <strong>en</strong> un pesimismo liminar con respecto a la modernidad<br />
occid<strong>en</strong>tal y sus resultados, y por ello es poco difer<strong>en</strong>ciada a la hora de analizar procesos<br />
altam<strong>en</strong>te complejos y contradictorios. Pero <strong>en</strong> un punto este <strong>en</strong>foque teórico analiza<br />
sistemáticam<strong>en</strong>te un punto ya tratado por los románticos <strong>en</strong> su crítica del capitalismo<br />
incipi<strong>en</strong>te: la libertad individual irrestricta socava sus propios cimi<strong>en</strong>tos, pues niega, <strong>en</strong> el<br />
fondo, la condición precaria, finita y falible del ser humano, tanto individual como<br />
colectivam<strong>en</strong>te. "La modernidad, as<strong>en</strong>tada sobre la experi<strong>en</strong>cia de la libertad sin límites, se<br />
si<strong>en</strong>te con el derecho de cuestionar e incluso derribar todas las cre<strong>en</strong>cias y los valores del<br />
pasado, pero al no proponer nada perman<strong>en</strong>te o sustancial a cambio, lo que hace es agravar<br />
la crisis de id<strong>en</strong>tidad, de desori<strong>en</strong>tación g<strong>en</strong>eralizada <strong>en</strong> el pres<strong>en</strong>te", afirma Amán Rosales<br />
Rodríguez <strong>en</strong> un brillante com<strong>en</strong>tario sobre Friedrich Rapp 391 .<br />
A nivel de una consci<strong>en</strong>cia intelectual más amplia esta "libertad desmesurada" g<strong>en</strong>era la<br />
s<strong>en</strong>sación de una inseguridad que abarca todos los aspectos de la vida social y cultural; el<br />
mundo aparece como fácilm<strong>en</strong>te modificable y moldeable, pero sin un claro s<strong>en</strong>tido<br />
discernible. Al mismo tiempo las sociedades contemporáneas buscan a m<strong>en</strong>udo el cambio<br />
por el cambio mismo, pero sin una meta clara <strong>en</strong> sus innumerables empr<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>tos. Lo<br />
390 Friedrich Rapp, Destruktive Freiheit. Ein Plädoyer geg<strong>en</strong> die Masslosigkeit der modern<strong>en</strong> Welt (Libertad<br />
destructiva. Un alegato contra la desmesura del mundo moderno), Münster: LIT-Verlag 2003, p. 10 sq.<br />
391 Amán Rosales Rodríguez, ¿Libertad sin medida, libertad que destruye? Acerca de un diagnóstico crítico<br />
de la modernidad, <strong>en</strong>: REVISTA DE FILOSOFIA DE LA UNIVERSIDAD DE COSTA RICA (San José),<br />
vol. XLII, Nº 105, <strong>en</strong>ero-abril de 2004, pp. 175-181, especialm<strong>en</strong>te p. 176.<br />
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absurdo de la condición actual es un mero activismo obsesivo, un apetito por nuevas<br />
experi<strong>en</strong>cias individuales y utopías y fantasías sin límite, pero sin un nexo realista con las<br />
posibilidades efectivas de la praxis. El hombre actual, sobre todo el homo vid<strong>en</strong>s Ä<br />
prisionero de la "espiral sin fin de los deseos" Ä ignora las limitaciones de todo tipo a las<br />
que está sometida la especie, y sólo quiere fabricar más y consumir mejor 392 . Todo esto<br />
termina <strong>en</strong> una frustración perman<strong>en</strong>te, no sólo por la imposibilidad de alcanzar los<br />
objetivos anhelados, sino porque el activismo irrestricto pasa por alto una nostalgia indeleble<br />
del ser humano por t<strong>en</strong>er algo perman<strong>en</strong>te, estable y confiable. Y la doctrina y los modelos<br />
totalitarios han int<strong>en</strong>tado, a su modo, dar una solución a estos dilemas, una solución sin duda<br />
espúrea, irracional y antihumanista, pero que adquiere verosilimitud bajo ciertas condiciones<br />
históricas.<br />
La patología de la modernidad<br />
Mi <strong>en</strong>foque no está contrapuesto a la teoría "clásica" del totalitarismo 393 , sino que se basa<br />
<strong>en</strong> ella, sobre todo <strong>en</strong> las concepciones de Hannah Ar<strong>en</strong>dt; incluyo algunos aportes de la<br />
ci<strong>en</strong>cia política contemporánea y aplico esta teoría a la temática del Tercer Mundo,<br />
especialm<strong>en</strong>te al problema de sus sociedades <strong>en</strong> proceso acelerado de modernización. Este<br />
último crea habitualm<strong>en</strong>te una <strong>en</strong>orme población desarraigada y, a veces, privada de<br />
derechos fundam<strong>en</strong>tales, sometida a la arbitrariedad del poder político y tratada como objeto<br />
de experim<strong>en</strong>tación social. Además de la Alemania bajo Hitler, este fue claram<strong>en</strong>te el caso<br />
de la Unión Soviética (1917-1991), China (1949-1976), Cuba (a partir de 1959) y<br />
numerosos regím<strong>en</strong>es m<strong>en</strong>ores <strong>en</strong> Asia y Africa, que van desde Etiopía (1974-1991) y<br />
Cambodia (1975-1979) hasta Birmania (Myanmar) y Corea del Norte <strong>en</strong> la actualidad. La<br />
int<strong>en</strong>sidad de ese despotismo, que <strong>en</strong> nombre de lo nuevo se arroga el derecho de imponer<br />
392 Friedrich Rapp, op. cit. (nota 41), p. 87 sq.<br />
393 Cf. el excel<strong>en</strong>te comp<strong>en</strong>dio ya m<strong>en</strong>cionado: Bruno Seidel / Siegfried J<strong>en</strong>kner (comps.), op. cit. (nota 3);<br />
cf. también las obras que no han perdido vig<strong>en</strong>cia: Martin Greiff<strong>en</strong>hag<strong>en</strong> (comp.), Totalitarismus. Zur<br />
Problematik eines politisch<strong>en</strong> Begriffs (Totalitarismo. Sobre la problemática de un concepto político), Munich:<br />
List 1972; Walter Schlang<strong>en</strong>, Die Totalitarismus-Theorie. Entwicklung und Probleme (La teoría del<br />
totalitarismo. Desarrollo y problemas), Stuttgart: Kohlhammer 1976; Uwe Backes / Eckhard Jesse (comps.),<br />
Totalitarismus, Extremismus, Terrorismus (Totalitarismo, extremismo, terrorismo), Oplad<strong>en</strong>: Leske und<br />
Budrich 1985.<br />
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un ord<strong>en</strong> tiránico de int<strong>en</strong>sidad irrestricta, repres<strong>en</strong>ta uno de los aspectos distintivos del<br />
totalitarismo del siglo XX. Lo realm<strong>en</strong>te terrible es que estos sistemas equiparan lo nuevo<br />
con lo factible y maleable. Los seres humanos <strong>en</strong>carnan ese material moldeable, con los<br />
cuales la élite de los iluminados puede construir cualquier modelo social: todo es posible,<br />
porque este modelo desecha las grandes tradiciones occid<strong>en</strong>tales del racionalismo y la ética.<br />
Una filosofía de la historia fuertem<strong>en</strong>te determinista, que <strong>en</strong> la esfera académica es un<br />
inof<strong>en</strong>sivo ejercicio retórico-teórico, se transforma <strong>en</strong> un arma mortífera <strong>en</strong> el campo<br />
político proclive al totalitarismo. El ámbito de lo político dominado por radicales es, como<br />
ya se m<strong>en</strong>cionó, el terr<strong>en</strong>o del voluntarismo de la élite dirig<strong>en</strong>te y del subjetivismo de los<br />
que gobiernan <strong>en</strong> nombre del "pueblo". Pero este voluntarismo ti<strong>en</strong>e que ser justificado ante<br />
las masas mediante una ideología que afirma que todo ocurre de acuerdo a leyes históricas<br />
obligatorias y que las actividades de los dirig<strong>en</strong>tes son únicam<strong>en</strong>te las manifestaciones de<br />
esos decursos prefijados y garantizados por la "historia". Como señaló Wolfgang Kraushaar<br />
<strong>en</strong> un brillante <strong>en</strong>sayo, uno de los aspectos fundam<strong>en</strong>tales de este contexto es la<br />
transformación de los grupos dirig<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> una nueva capa de privilegiados (la contra-élite<br />
revolucionaria se convierte <strong>en</strong> la nueva élite del poder) 394 , pero ahora, como este sector es<br />
apar<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te la repres<strong>en</strong>tación fidedigna de los intereses populares, se halla eximida de<br />
todo control institucional, por un lado, y exonerada de toda fiscalización mediante una<br />
opinión pública autónoma, por otro. Las políticas públicas gubernam<strong>en</strong>tales y las<br />
disposiciones cotidianas de los gobernantes aparec<strong>en</strong> <strong>en</strong>tonces como acciones inevitables,<br />
más aun: como decisiones siempre correctas y, por ello, situadas por <strong>en</strong>cima de toda crítica.<br />
C<strong>en</strong>surar decisiones estrictam<strong>en</strong>te racionales y avaladas por los decursos evolutivos toma el<br />
carácter de algo irracional, <strong>en</strong>fermizo, inaceptable y hasta perverso. Los adversarios de un<br />
régim<strong>en</strong> de esta naturaleza pued<strong>en</strong> ser percibidos como dem<strong>en</strong>tes que no pued<strong>en</strong> apelar a<br />
ningún derecho humano, como el de libre expresión. Es claro lo que se puede y se debe<br />
hacer con ellos. En un contexto de este tipo el individuo, afirmó Bernd Gugg<strong>en</strong>berger,<br />
domina la necesidad histórica si la reconoce y se somete consci<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te a ella y a los que<br />
394<br />
Wolfgang Kraushaar, 1968 als Mythos, Chiffre und Zäsur (1968 <strong>en</strong> cuanto mito, cifra y cesura),<br />
Hamburgo: Hamburger Edition HIS 2000, p. 223-253.<br />
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la administran 395 . Hannah Ar<strong>en</strong>dt observó que Marx, <strong>en</strong> el fondo, había propugnado la<br />
"abdicación de la libertad" ante el "dictado de la necesidad" 396 .<br />
Todos los regím<strong>en</strong>es totalitarios requier<strong>en</strong> de notables edificios ideológicos para justificar<br />
el voluntarismo de los líderes <strong>en</strong> nombre de las leyes y los decursos obligatorios de la<br />
evolución histórica. Y, además, un manto ideológico que tapa y controla cada resquicio de la<br />
vida social es indisp<strong>en</strong>sable porque aligera las funciones del aparato estatal, consolida la<br />
opinión pública, manti<strong>en</strong>e a los súbditos <strong>en</strong> un estadio político de infantilismo y hace pasar<br />
los intereses particulares de la élite dirig<strong>en</strong>te como si fues<strong>en</strong> los intereses g<strong>en</strong>erales de la<br />
nación. Todos los sistemas totalitarios utilizan ideologías que neutralizan el pot<strong>en</strong>cial crítico<br />
de los "ciudadanos" 397 . En el nacionalsocialismo alemán 398 y el stalinismo soviético la<br />
doctrina oficial omnipres<strong>en</strong>te Ä que ll<strong>en</strong>aba todos los poros de la sociedad y t<strong>en</strong>ía respuestas<br />
preparadas para todas las situaciones individuales y colectivas Ä repres<strong>en</strong>taba uno de los<br />
aspectos más pérfidos y por ello más odiados del régim<strong>en</strong> totalitario.<br />
La mayoría de estos factores y elem<strong>en</strong>tos se pued<strong>en</strong> observar tanto <strong>en</strong> regím<strong>en</strong>es fascistas<br />
como <strong>en</strong> modelos comunistas. Por ello la teoría del totalitarismo considera al fascismo y al<br />
comunismo como variantes del mismo f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o básico. Debido a la anterioridad<br />
395 Esta actitud sería el único modo realista de liberarse del carácter de sufrimi<strong>en</strong>to de toda la historia:<br />
realizarla y consumarla con conocimi<strong>en</strong>to de causa. Esta observación irónica ti<strong>en</strong>e como trasfondo la filosofía<br />
de la historia de Karl Marx y Friedrich Engels, qui<strong>en</strong>es simplificaron una famosa concepción hegeliana.- Bernd<br />
Gugg<strong>en</strong>berger, Weltflucht und Geschichtsgläubigkeit. Strukturelem<strong>en</strong>te des Linksradikalismus (Huida del<br />
mundo y cre<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> la historia. Elem<strong>en</strong>tos estructurales del radicalismo de izquierda), Maguncia: von Hase &<br />
Köhler 1974, p. 66.<br />
396 Hannah Ar<strong>en</strong>dt, Über die Revolution..., op. cit. (nota 17), p. 76.<br />
397 Sobre las muy difer<strong>en</strong>tes concepciones de ideología cf. las sigui<strong>en</strong>tes obras, m<strong>en</strong>cionadas aquí por su<br />
notable calidad: Herbert Schnädelbach, Was ist Ideologie? Versuch einer Begriffsklärung (Qué es ideología?<br />
Int<strong>en</strong>to de una explicación conceptual), <strong>en</strong>: DAS ARGUMENT (Berlin), vol. 10 (1969), Nº 50, pp. 77; Kurt<br />
L<strong>en</strong>k (comp.), Ideologie. Ideologiekritik und Wiss<strong>en</strong>ssoziologie (Ideología. Crítica de las ideologías y<br />
sociología del saber), Neuwied: Luchterhand 1967; Hans Barth, Wahrheit und Ideologie (Verdad e ideología),<br />
Zurich: R<strong>en</strong>tsch 1961; Peter Christian Ludz, Ideologiebegriff und marxistische Theorie. Ansätze zu einer<br />
imman<strong>en</strong>t<strong>en</strong> Kritik (Concepto de ideología y teoría marxista. Int<strong>en</strong>tos de una crítica inman<strong>en</strong>te), Oplad<strong>en</strong>:<br />
Westdeutscher Verlag 1976.<br />
398 Uno de los mejores estudios sigue si<strong>en</strong>do: Karl Dietrich Bracher, Die deutsche Diktatur. Entstehung,<br />
Struktur, Folg<strong>en</strong> des Nationalsozialismus (La dictadura alemana. Surgimi<strong>en</strong>to, estructura y consecu<strong>en</strong>cias del<br />
nacionalsocialismo), Colonia: Kiep<strong>en</strong>heuer & Witsch 1972.<br />
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cronológica del comunismo <strong>en</strong> el poder (1917), Ernst Nolte y otros historiadores sostuvieron<br />
la tesis de que el fascismo debe ser visto como un movimi<strong>en</strong>to "reactivo" al comunismo, lo<br />
que para François Furet es sólo una explicación parcial 399 . Pero también Furet admite la<br />
"prioridad" del bolchevismo 400 . El adversario común de ambos sería la democracia,<br />
<strong>en</strong>t<strong>en</strong>dida como (a) el tipo de gobierno fundado <strong>en</strong> el libre sufragio de los ciudadanos y la<br />
compet<strong>en</strong>cia abierta de los partidos, y (b) la exist<strong>en</strong>cia de una sociedad moderna de<br />
individuos libres y autónomos 401 .<br />
Aquí es necesario consignar que los marxistas de casi todas las t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias se han opuesto<br />
a la equiparación de fascismo y comunismo o, más claram<strong>en</strong>te, de nacionalsocialismo y<br />
stalinismo bajo la d<strong>en</strong>ominación de totalitarismo. Para ellos un interés particular (la gran<br />
industria privada) se impuso de forma total <strong>en</strong> los regím<strong>en</strong>es fascistas bajo el manto de una<br />
ideología vulgar-populista, mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> los sistemas comunistas un interés g<strong>en</strong>eral (los<br />
designios del proletariado) se habría sobrepuesto a los particulares bajo una ideología<br />
demagógica. Las similitudes de ideología, estructuras partidarias y prácticas estatales<br />
ocasionales harían aparecer el fascismo y el comunismo equivocadam<strong>en</strong>te como un modelo<br />
similar 402 . La debilidad de estas teorías marxistas reside <strong>en</strong> que toman como moneda<br />
verdadera los aspectos meram<strong>en</strong>te ideológicos y programáticos del comunismo, mi<strong>en</strong>tras<br />
que la vida cotidiana del ciudadano "normal" bajo el stalinismo queda excluida de todo<br />
análisis. Pero, como afirmó Wolfgang Kraushaar <strong>en</strong> su teorema de la crítica de los<br />
elem<strong>en</strong>tos dominacionales, se puede hablar de dos "singularidades", de dos variantes<br />
importantes d<strong>en</strong>tro del totalitarismo (fascismo y comunismo), cuyas peculiaridades merec<strong>en</strong><br />
399 François Furet, Un tema tabú, <strong>en</strong>: François Furet / Ernst Nolte, Fascismo y comunismo, Bu<strong>en</strong>os Aires:<br />
FCE 1999, p. 42.- Sobre la "polémica de los historiadores" cf. Wolfgang Kraushaar, Linke Geisterfahrer..., op.<br />
cit. (nota 11), pp. 171, 174-184; Kraushaar, 1968, op. cit. (nota 45), pp. 253-347 (y la amplia literatura citada <strong>en</strong><br />
las dos obras de Kraushaar).<br />
400 François Furet, El pasado..., op. cit. (nota 7), p. 36: "El fascismo nació como reacción anticomunista. El<br />
comunismo prolongó su atractivo gracias al antifascismo. La guerra los <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tó, pero sólo después de haberlos<br />
asociado".<br />
401 Ibid., p. 36; cf. también p. 162.<br />
402 Bernhard Blanke, "Rot gleich Braun" ("Rojo igual a pardo"), <strong>en</strong>: Wolfgang F. Haug et al., Ideologische<br />
Kompon<strong>en</strong>t<strong>en</strong> in d<strong>en</strong> Theori<strong>en</strong> über d<strong>en</strong> Faschismus (Compon<strong>en</strong>tes ideológicos <strong>en</strong> las teorías sobre el<br />
fascismo), <strong>en</strong>: DAS ARGUMENT (Berlin), vol. 7, Nº 2 (= 33), mayo de 1965, p. 30.<br />
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ser tratadas detalladam<strong>en</strong>te 403 . Hoy <strong>en</strong> día el llamado totalitarismo religioso <strong>en</strong> sociedades<br />
islámicas urbanizadas y semi-industrializadas adquiere especial importancia, conformando<br />
otra "singularidad", así como el neopopulismo autoritario <strong>en</strong> América Latina, prefigurado<br />
por el peronismo <strong>en</strong> Arg<strong>en</strong>tina (1943/1946-1955).<br />
Por todo ello el sigui<strong>en</strong>te criterio resulta ser mucho más relevante. El totalitarismo del<br />
siglo XXI se alim<strong>en</strong>ta de aquello que ha pervivido desde la primera mitad del XX y que fue<br />
analizado brillantem<strong>en</strong>te por Hannah Ar<strong>en</strong>dt: la patología de la modernidad. Se manifiesta<br />
<strong>en</strong> las relaciones humanas convertidas <strong>en</strong> fríos vínculos funcionales, la anonimidad de las<br />
grandes ciudades, la soledad y el desamparo del individuo 404 (que ha perdido sus raíces y<br />
nexos primarios), las personas con un yo débil, la sociedad de masas, la decad<strong>en</strong>cia del<br />
espíritu crítico-político y la t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia a la burocratización. Todo esto promueve una<br />
atmósfera donde se conjuga el s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>to de impot<strong>en</strong>cia social y debilidad personal, lo que<br />
favorece la emerg<strong>en</strong>cia de un líder carismático, un gobierno arbitrario, pero vigoroso, y un<br />
partido único que ahorra al "ciudadano" el peso y la preocupación de tomar decisiones. No<br />
importa, <strong>en</strong> un contexto así, que el resultado sea un sistema despótico <strong>en</strong> alto grado; <strong>en</strong><br />
tiempos de crisis aguda a la masa atemorizada de la población le parece que este sistema<br />
repres<strong>en</strong>ta lo último (y lo único) <strong>en</strong> lo que puede confiar 405 . Hay que recordar que este<br />
régim<strong>en</strong> no es un retorno al oscurantismo de épocas pretéritas, sino un desarrollo peculiar<br />
que se basa <strong>en</strong> la tecnología moderna, <strong>en</strong> un ord<strong>en</strong> social urbanizado e industrializado y <strong>en</strong><br />
el triunfo de la razón instrum<strong>en</strong>talista, aunque t<strong>en</strong>ga poco que ver con la modernidad <strong>en</strong><br />
s<strong>en</strong>tido político, institucional y cultural 406 .<br />
403 Wolfgang Kraushaar, Linke Geisterfahrer..., op. cit. (nota 11), p. 11 sq., 63.<br />
404 La tesis decisiva de Hannah Ar<strong>en</strong>dt, Ideologie und Terror, op. cit. (nota 40), p. 159, 160.- El desamparo<br />
del ser humano, el sins<strong>en</strong>tido de la historia, el predominio ciego de la técnica sobre la naturaleza y la<br />
decad<strong>en</strong>cia nihilista de la vida social repres<strong>en</strong>tan conceptos usuales <strong>en</strong> p<strong>en</strong>sadores como Georg Lukács, Martin<br />
Heidegger y Max Horkheimer ya antes de la Segunda Guerra Mundial.- Cf. Jürg<strong>en</strong> Habermas, Politik, Kunst,<br />
Religion. Essays über zeitg<strong>en</strong>össische Philosoph<strong>en</strong> (Política, arte, religión. Ensayos sobre filósofos<br />
contemporáneos), Stuttgart: Reclam 1982, p. 110.<br />
405 Hannah Ar<strong>en</strong>dt, The Origins..., op. cit. (nota 2), pp. 305-340.<br />
406 Cf. las obras que anticipan estos temas: Guy Hermet, Totalitarismos, México: FCE 1991; Claude Lefort,<br />
L'inv<strong>en</strong>tion démocratique. Les limites de la domination totalitaire, París: Fayard 1981; Claude Lefort, Elém<strong>en</strong>ts<br />
d'une critique de la bureaucratie, París: Gallimard 1979.<br />
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Hoy <strong>en</strong> día la marcha victoriosa de la razón instrum<strong>en</strong>talista parece haberse desplazado a<br />
las sociedades autoritarias del Tercer Mundo, sobre todo <strong>en</strong> aquellas con un proceso<br />
acelerado de modernización, el cual se mezcla con la car<strong>en</strong>cia de tradiciones democrático-<br />
pluralistas y con un crecimi<strong>en</strong>to desmesurado de su población, dando como consecu<strong>en</strong>cia<br />
procesos de crisis de índole novedosa, pero similares al totalitarismo del siglo XX.<br />
Factores proclives al totalitarismo <strong>en</strong> las periferias mundiales<br />
Las sociedades cerradas sobre sí mismas 407 , que muestran poco interés por conocer (y<br />
apreciar) el mundo exterior, favorec<strong>en</strong> una opinión demasiado positiva sobre sí mismas y<br />
una concepción negativa (g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te falsa) sobre otras naciones, lo que impide<br />
desarrollar criterios realistas de autopercepción y análisis. Estas sociedades, anquilosadas y<br />
poco flexibles, carec<strong>en</strong> de procedimi<strong>en</strong>tos adecuados de autocorrección y reforma. España<br />
<strong>en</strong> el Siglo de Oro 408 pres<strong>en</strong>taba estas características, y probablem<strong>en</strong>te estas mismas<br />
influyeron <strong>en</strong> la larga decad<strong>en</strong>cia española y <strong>en</strong> la formación de una m<strong>en</strong>talidad autoritaria<br />
de notable duración, que se prolongó <strong>en</strong> tierras latinoamericanas hasta el pres<strong>en</strong>te.<br />
Innumerables testimonios históricos nos sugier<strong>en</strong> que esta cultura política no promueve el<br />
Estado de Derecho, no fom<strong>en</strong>ta autonomías regionales y tampoco una administración<br />
pública racional y confiable, sino más bi<strong>en</strong> ali<strong>en</strong>ta el surgimi<strong>en</strong>to de regím<strong>en</strong>es c<strong>en</strong>tralistas,<br />
auspicia una dilatada corrupción y consolida la inclinación a la astucia cotidiana (el ámbito<br />
de los trucos y las picardías <strong>en</strong> lugar de comportami<strong>en</strong>tos predecibles y razonables). Todo<br />
esto no predestina obligatoriam<strong>en</strong>te a un sistema totalitario. Pero una cultura política de esta<br />
índole, que habitualm<strong>en</strong>te es muy resist<strong>en</strong>te al cambio, se puede combinar con elem<strong>en</strong>tos<br />
muy modernos <strong>en</strong> los campos de la economía y la tecnología, y el resultado son los<br />
regím<strong>en</strong>es autoritarios <strong>en</strong> muchas regiones del Tercer Mundo, cuya afinidad al totalitarismo<br />
puede crecer bajo ciertas circunstancias históricas.<br />
407<br />
Sobre las implicaciones del aislami<strong>en</strong>to individual y colectivo, cf. Hannah Ar<strong>en</strong>dt, The Origins..., op. cit.<br />
(nota 2), p. 477.<br />
408<br />
Marcelin Defournaux, La vie quotidi<strong>en</strong>ne <strong>en</strong> Espagne au siècle d'or, París: Hachette 1964 (y la amplia<br />
literatura allí citada).<br />
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En Asia, Africa y América Latina el totalitarismo incipi<strong>en</strong>te puede ser interpretado como<br />
una especie de revuelta contra el mundo moderno, la democracia pluralista y el<br />
individualismo occid<strong>en</strong>tal, pero una revuelta dirigida y configurada por aparatos partidarios<br />
y religiosos de considerable disciplina y rigor, apoyados por los mecanismos de control<br />
social que sólo brindan los adelantos de la técnica. El efecto es un ord<strong>en</strong> social premoderno<br />
con símbolos revolucionarios y consignas radicales, pero con objetivos programáticos<br />
modernos, como la consecución acelerada del progreso material Ä el nacionalsocialismo<br />
alemán y el stalinismo ruso lograron aquí un notable virtuosismo Ä, lo que aum<strong>en</strong>ta su<br />
atractivo para las g<strong>en</strong>eraciones jóv<strong>en</strong>es del Tercer Mundo. Para sus ambiciosos procesos de<br />
modernización rápida vi<strong>en</strong><strong>en</strong> muy bi<strong>en</strong> los otros f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os del totalitarismo clásico: la<br />
movilización perman<strong>en</strong>te de todos los "recursos humanos", la conc<strong>en</strong>tración de la "voluntad<br />
histórica" <strong>en</strong> pocas manos y cerebros que sab<strong>en</strong> "descifrar" los decursos históricos, la<br />
eliminación de los derechos individuales que devi<strong>en</strong><strong>en</strong> <strong>en</strong> "obsoletos" y la instauración de<br />
un partido único que administra la verdad absoluta 409 . Aquí pued<strong>en</strong> surgir los elem<strong>en</strong>tos<br />
constitutivos "clásicos" del totalitarismo: una ideología ubicua y preponderante con<br />
pret<strong>en</strong>sión de verdad absoluta, una partido único de masas organizado jerárquicam<strong>en</strong>te, un<br />
sistema brutal de control y supervisión de parte de la policía secreta, un monopolio de los<br />
medios de comunicación y una dirección c<strong>en</strong>tralizada y burocrática de las actividades<br />
económicas 410 . Pero lo más probable hoy <strong>en</strong> día es un totalitarismo "suave", basado <strong>en</strong><br />
factores político-institucionales: conc<strong>en</strong>tración de los procesos decisorios <strong>en</strong> instancias<br />
c<strong>en</strong>trales que no están sometidas a ningún control democrático; compet<strong>en</strong>cias (de estas<br />
instancias) irrestrictas <strong>en</strong> casi todos los ámbitos de la vida social; posibilidad de aplicar<br />
sanciones y castigos ejemplares a los desobedi<strong>en</strong>tes y disid<strong>en</strong>tes; influ<strong>en</strong>cia determinante<br />
sobre los procesos educativos y formativos; y apari<strong>en</strong>cia g<strong>en</strong>eral de un gran apoyo popular<br />
(democracia populista con un g<strong>en</strong>uino sust<strong>en</strong>to mayoritario <strong>en</strong> la población).<br />
409 Hannah Ar<strong>en</strong>dt, Ideologie und Terror, op. cit. (nota 40), pp. 133-167.<br />
410 Cf. los textos más repres<strong>en</strong>tativos de la primera teoría del totalitarismo: Gerhard Leibholz, Das<br />
Phänom<strong>en</strong> des total<strong>en</strong> Staates (El f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o del Estado total), <strong>en</strong>: Bruno Seidel / Siegfried J<strong>en</strong>kner (comps.),<br />
op. cit. (nota 3), pp. 123-132; Carl J. Friedrich, Der einzigartige Charakter der totalitär<strong>en</strong> Gesellschaft (El<br />
carácter único de la sociedad totalitaria), <strong>en</strong>: ibid., pp. 179-196.<br />
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En las periferias mundiales los regím<strong>en</strong>es situados a medio camino <strong>en</strong>tre autoritarismo y<br />
totalitarismo parec<strong>en</strong> crecer <strong>en</strong> número. Son sistemas sociales como Irán desde 1978 y<br />
V<strong>en</strong>ezuela desde 1998, que respetan la propiedad privada, sobre todo <strong>en</strong> los niveles de<br />
empresas medianas y pequeñas, que esc<strong>en</strong>ifican elecciones g<strong>en</strong>erales cada cierto tiempo,<br />
pero sin alternativas partidarias realm<strong>en</strong>te auténticas, que exhib<strong>en</strong> poco apego a los derechos<br />
humanos, especialm<strong>en</strong>te a los políticos, y que pose<strong>en</strong> una ideología oficial Ä basada a veces<br />
<strong>en</strong> la religión tradicional Ä que permea casi todos los aspectos de la vida social y hasta<br />
familiar, una ideología que ti<strong>en</strong>e respuestas prefabricadas para casi todos los asuntos<br />
humanos y cuyo efecto de seducción y fascinación es muy dilatado. Una élite política muy<br />
reducida controla casi todo el aparato del Estado, permiti<strong>en</strong>do un pluralismo institucionalpolítico<br />
cada vez más reducido. Un liderazgo carismático, al que es difícil y hasta peligroso<br />
criticar, repres<strong>en</strong>ta una de las características c<strong>en</strong>trales de estos regím<strong>en</strong>es. No hay duda, por<br />
otra parte, de la popularidad y aceptación de estos líderes por parte de la población<br />
respectiva 411 . En dilatadas regiones del Tercer Mundo lo recurr<strong>en</strong>te es una fatal<br />
combinación de nacionalismo y socialismo, que se parece a la "dialéctica disimulada de<br />
nacionalismo e internacionalismo" 412 , que con mucha perspicacia constató Wolfgang<br />
Kraushaar <strong>en</strong> el movimi<strong>en</strong>to estudiantil alemán alrededor de 1968. Este f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o es<br />
extraordinariam<strong>en</strong>te relevante porque los elem<strong>en</strong>tos involucrados son muy resist<strong>en</strong>tes a toda<br />
crítica y la mixtura resultante adquiere el aspecto de algo totalm<strong>en</strong>te plausible y razonable.<br />
Paralelam<strong>en</strong>te a la exist<strong>en</strong>cia de caudillos vigorosos y populares se puede constatar una<br />
considerable fragilidad de las instituciones, como el Parlam<strong>en</strong>to, el Poder Ejecutivo y otros<br />
órganos estatales, además de la precariedad de las organizaciones de la sociedad civil. La<br />
inclinación prevaleci<strong>en</strong>te es una subordinación de todas estas instituciones al Poder<br />
Ejecutivo, que vi<strong>en</strong>e de muy atrás y que no es percibida por la mayoría de la población<br />
como una car<strong>en</strong>cia o un déficit. Las normas hechas por seres humanos y organizaciones<br />
estatales son vistas como secundarias y subalternas; las leyes de orig<strong>en</strong> biológico y religioso<br />
411 Margarita López Maya, V<strong>en</strong>ezuela: reactualización del populismo "radical"?, <strong>en</strong>: ESTUDIOS<br />
LATINOAMERICANOS (México), Nº 45, vol. 2005, pp. 251-265.<br />
412 Wolfgang Kraushaar, 1968..., op. cit. (nota 45), pp. 89-129.<br />
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son las que realm<strong>en</strong>te val<strong>en</strong>. Como estas leyes ti<strong>en</strong><strong>en</strong> que ser adaptadas perman<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te a<br />
las necesidades de la modernidad tecnificada, los que interpretan las leyes son los<br />
verdaderos det<strong>en</strong>tadores del poder. Estas operaciones no están eximidas de una cierta<br />
arbitrariedad y parcialidad (y de intereses propios particulares), para decir lo m<strong>en</strong>os.<br />
La situación es muy similar <strong>en</strong> los estados sucesorios de la antigua Unión Soviética (con la<br />
notable excepción de los tres países bálticos, con raíces culturales <strong>en</strong> las tradiciones de<br />
Europa Occid<strong>en</strong>tal), sobre todo <strong>en</strong> el Cáucaso y <strong>en</strong> Asia C<strong>en</strong>tral, y <strong>en</strong> amplias regiones del<br />
ámbito islámico. Es superfluo añadir que estados como Cuba, Corea del Norte y Birmania<br />
(Myanmar) pert<strong>en</strong>ec<strong>en</strong> todavía a un totalitarismo muy cercano al modelo clásico.<br />
En muchos de estos regím<strong>en</strong>es situados <strong>en</strong>tre el autoritarismo y el totalitarismo la<br />
viol<strong>en</strong>cia política es uno de los problemas más graves. Como los procedimi<strong>en</strong>tos<br />
institucionales para resolver conflictos son poco usados y usuales, lo habitual es dirimir los<br />
asuntos p<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes mediante procedimi<strong>en</strong>tos arcaicos, inmediatos y a m<strong>en</strong>udo irracionales.<br />
En casos marcadam<strong>en</strong>te asimétricos de conflictos <strong>en</strong>tre partes Ä <strong>en</strong> los que cre<strong>en</strong><br />
<strong>en</strong>contrarse los terroristas islámicos fr<strong>en</strong>te al mundo occid<strong>en</strong>tal Ä emerg<strong>en</strong> las variantes<br />
particularm<strong>en</strong>te duras e irracionales del terrorismo con auto-inmolación y numerosas<br />
víctimas totalm<strong>en</strong>te inoc<strong>en</strong>tes <strong>en</strong>tre la población civil. Se trata, como aseveró Peter<br />
Waldmann, de una estrategia desde la posición de una supuesta debilidad, que ti<strong>en</strong>e como<br />
fin "la propaganda del hecho". Esta desemboca <strong>en</strong> una "estrategia comunicacional" 413 ,<br />
fríam<strong>en</strong>te planificada y ejecutada. Lo relevante de este caso es su inm<strong>en</strong>sa influ<strong>en</strong>cia<br />
público-colectiva de corte totalitario: pese o a causa de su carácter irracional, estas<br />
estrategias g<strong>en</strong>eran un factor de cohesión y solidaridad sociales muy fuerte y profundo,<br />
int<strong>en</strong>sam<strong>en</strong>te s<strong>en</strong>tido y compartido por los sectores más pobres y m<strong>en</strong>os instruidos de la<br />
población, factor que, a su vez, consolida los aspectos m<strong>en</strong>os recom<strong>en</strong>dables de estas<br />
culturas políticas autoritarias y totalitarias. Al subrayar la diversidad de motivos del<br />
terrorismo contemporáneo y la imposibilidad de reducirlos a una causa común, Peter<br />
413 Peter Waldmann, Einleitung: Determinant<strong>en</strong> der Entstehung und Entwicklung terroristischer<br />
Organisation<strong>en</strong> (Introducción: determinantes del surgimi<strong>en</strong>to y desarrollo de organizaciones terroristas), <strong>en</strong>:<br />
Peter Waldmann (comp.), Determinant<strong>en</strong> des Terrorismus (Determinantes del terrorismo), Weilerswist:<br />
Velbrück 2005, pp. 11-28.<br />
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Waldmann indicó que no existe una correlación positiva <strong>en</strong>tre pobreza y predisposición a las<br />
acciones viol<strong>en</strong>tas, o <strong>en</strong>tre subdesarrollo y apoyo a grupos insurg<strong>en</strong>tes terroristas; estos<br />
últimos exhib<strong>en</strong>, de todas maneras, una t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia a autoperpetuarse, a volverse autónomos<br />
con respecto a su propia situación de orig<strong>en</strong> 414 , lo que <strong>en</strong> el largo plazo favorece una cultura<br />
política totalitaria.<br />
El estudio del totalitarismo y de las condiciones de su surgimi<strong>en</strong>to ti<strong>en</strong>e una importancia<br />
práctica de primer ord<strong>en</strong>: es relativam<strong>en</strong>te fácil el sucumbir a la fascinación que emana del<br />
compacto tejido elaborado por el <strong>en</strong>gaño sistemático de arriba y las cómodas ilusiones de<br />
uno mismo, pero muy difícil el despr<strong>en</strong>derse de las garras de un régim<strong>en</strong> totalitario bi<strong>en</strong><br />
establecido. Para ello son necesarios grandes esfuerzos, que individual y colectivam<strong>en</strong>te<br />
pued<strong>en</strong> tomar largos años de duración, y cuyo éxito nunca está garantizado. Un logro de<br />
primera magnitud es evitar que un sistema autoritario resbale <strong>en</strong> el irracionalismo y se<br />
convierta <strong>en</strong> uno totalitario; un éxito aun mayor consiste <strong>en</strong> transformar una cultura<br />
autoritaria <strong>en</strong> una democrática, basada <strong>en</strong> principios racionalistas, por más anticuado que<br />
esto su<strong>en</strong>e. Las ci<strong>en</strong>cias sociales deberían contribuir a esta magna empresa. Desde<br />
Immanuel Kant y la Ilustración se descubrió que la razón t<strong>en</strong>dría una responsabilidad moral<br />
e histórica y que debería, por consigui<strong>en</strong>te, emitir juicios valorativos acerca de los designios<br />
de liberarse de un sistema despótico y del peso del pasado. Aunque estos int<strong>en</strong>tos derivaron<br />
a m<strong>en</strong>udo <strong>en</strong> regím<strong>en</strong>es aun más autoritarios y brutales y considerando, además, el carácter<br />
histórico Ä es decir: relativo Ä de la propia razón, esta tarea sigue tan vig<strong>en</strong>te como <strong>en</strong> el<br />
siglo XVIII, sólo que ahora con una bu<strong>en</strong>a dosis de distancia y escepticismo.<br />
414 Ibid., p. 12 sqq., 23.<br />
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11<br />
BREVES NOTAS DISPERSAS SOBRE LA PROBLEMÁTICA<br />
CONTEMPORÁNEA DESDE UN POSIBLE SENTIDO<br />
COMÚN CRÍTICO<br />
La pregunta de si el des<strong>en</strong>volvimi<strong>en</strong>to histórico ti<strong>en</strong>e un s<strong>en</strong>tido no puede ser respondida<br />
directa y fácilm<strong>en</strong>te. Un caso similar es la cuestión <strong>en</strong> torno al éxito o fracaso de los<br />
procesos de modernización <strong>en</strong> el Tercer Mundo, sobre todo <strong>en</strong> aquellos países que no han<br />
logrado integrarse adecuadam<strong>en</strong>te al mercado mundial. Estos problemas ─ como el precio<br />
ecológico que hay que pagar por el progreso material ─ pert<strong>en</strong>ec<strong>en</strong> al género de las grandes<br />
cuestiones recurr<strong>en</strong>tes a lo largo de la evolución humana, como la plausibilidad del vínculo<br />
<strong>en</strong>tre fe y razón o el s<strong>en</strong>tido último de nuestra exist<strong>en</strong>cia, cuestiones que admit<strong>en</strong> variadas<br />
interpretaciones, todas ellas insatisfactorias, y que se hallan <strong>en</strong> la cercanía del campo<br />
metafísico y hasta teológico. El int<strong>en</strong>to de dilucidarlas coher<strong>en</strong>te y exhaustivam<strong>en</strong>te resulta<br />
imposible durante la vida de un solo autor, pero esto no nos exime de la necesidad de un<br />
esfuerzo sost<strong>en</strong>ido <strong>en</strong> esta dirección. Además, sigui<strong>en</strong>do a mis maestros de la Escuela de<br />
Frankfurt, trato de evitar definiciones categóricas, esperando que el despliegue<br />
argum<strong>en</strong>tativo brinde una idea más o m<strong>en</strong>os aceptable del propósito de estos com<strong>en</strong>tarios.<br />
La abst<strong>en</strong>ción de dictám<strong>en</strong>es valorativos, que se deriva, por ejemplo, del énfasis<br />
postmodernista <strong>en</strong> la incomparabilidad de los sistemas civilizatorios <strong>en</strong> un contexto<br />
multicultural, no sería pertin<strong>en</strong>te <strong>en</strong> este contexto. Las ci<strong>en</strong>cias sociales ti<strong>en</strong><strong>en</strong> que esbozar<br />
una respuesta, por más provisoria que sea, a los anhelos de ext<strong>en</strong>sos grupos de la población<br />
y de innumerables individuos aislados que desean saber si tal o cual experim<strong>en</strong>to<br />
sociopolítico ha sido realm<strong>en</strong>te provechoso <strong>en</strong> la perspectiva de largo plazo y si vale la p<strong>en</strong>a<br />
imitarlo <strong>en</strong> otros países y otras regiones. En una palabra: mucha g<strong>en</strong>te ti<strong>en</strong>e el legítimo<br />
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interés de conocer los criterios que se hallan <strong>en</strong> la base o detrás de los trabajos de los<br />
especialistas para luego decidirse por un modelo sociopolítico o por otro. Para cumplir este<br />
objetivo necesariam<strong>en</strong>te hay que emitir un juicio valorativo, y para ello el s<strong>en</strong>tido común<br />
guiado críticam<strong>en</strong>te puede resultar un instrum<strong>en</strong>to adecuado. Este concepto alude de manera<br />
manifiesta a la Escuela de Frankfurt, y d<strong>en</strong>tro de ella a autores tan dispares como Theodor<br />
W. Adorno, Erich Fromm y Jürg<strong>en</strong> Habermas. Es un <strong>en</strong>sayo de combinar esta notable<br />
corri<strong>en</strong>te teórica con elem<strong>en</strong>tos prov<strong>en</strong>i<strong>en</strong>tes del vasto acervo anglosajón, que <strong>en</strong> este campo<br />
se exti<strong>en</strong>de desde Sir Francis Bacon (un g<strong>en</strong>uino repres<strong>en</strong>tante de un common s<strong>en</strong>se<br />
<strong>en</strong>riquecido por una dilatada experi<strong>en</strong>cia política) y la Escuela Escocesa 415 hasta el<br />
pragmatismo norteamericano de Charles S. Peirce.<br />
Un ejemplo de s<strong>en</strong>tido común crítico es la distancia que se debió mant<strong>en</strong>er fr<strong>en</strong>te a la<br />
<strong>en</strong>orme producción de teorías y diagnósticos sobre el desarrollo ineludible ─ el socialista ─<br />
que parecía obligatorio para el llamado Tercer Mundo. Hasta 1989 / 1991 la inm<strong>en</strong>sa, pero<br />
vana divulgación de doctrinas falaces e inútiles, prov<strong>en</strong>i<strong>en</strong>tes de las diversas t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias<br />
marxistas, opacaba y convertía <strong>en</strong> casi clandestinas las opiniones adversas a los regím<strong>en</strong>es<br />
revolucionarios y a los "movimi<strong>en</strong>tos de liberación nacional". Los más activos<br />
propagandistas de tales concepciones sosti<strong>en</strong><strong>en</strong> ahora la cómoda ocurr<strong>en</strong>cia de que ha<br />
llegado el fin del Tercer Mundo (como concepto que tuviera s<strong>en</strong>tido) y que ha fracasado,<br />
por consigui<strong>en</strong>te, la "gran teoría" sobre su evolución. Lo sintomático de esta posición es que<br />
estos autores olvidan premeditadam<strong>en</strong>te lo que propugnaban <strong>en</strong>tonces con marcado<br />
<strong>en</strong>tusiasmo y hasta fanatismo, y <strong>en</strong> la actualidad se consagran a lo que hacían sus<br />
adversarios: a reconocer los aspectos positivos del desarrollo capitalista, incluy<strong>en</strong>do su<br />
aporte a la moderna democracia pluralista 416 .<br />
415 D<strong>en</strong>tro del marco de la Ilustración Escocesa surgió la corri<strong>en</strong>te inspirada por Thomas Reid (1710-1796),<br />
llamada también la escuela escocesa del s<strong>en</strong>tido común, que ha t<strong>en</strong>ido importantes derivaciones <strong>en</strong> el campo<br />
político. Cf. Josep Baqués Quesada, La Ilustración escocesa: ¿un depósito de intuiciones para el<br />
neoconservadurismo?, <strong>en</strong>: REVISTA DE ESTUDIOS POLITICOS (Madrid), Nº 118, octubre-diciembre de<br />
2002, pp. 143-180.<br />
416 Cf. la exculpación y auto-estilización de esta escuela (inspirada por Dieter S<strong>en</strong>ghaas) y su adaptación a<br />
las corri<strong>en</strong>tes de moda: Ulrich M<strong>en</strong>zel, Das Ende der Dritt<strong>en</strong> Welt und das Scheitern der gross<strong>en</strong> Theorie (El<br />
fin del Tercer Mundo y el fracaso de la gran teoría), Frankfurt: Suhrkamp 1992, pp. 68, 125 sq.<br />
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Una aproximación más adecuada a esta importante temática es, por ejemplo, la int<strong>en</strong>tada<br />
por Hans Küng, qui<strong>en</strong> mediante su ext<strong>en</strong>sa obra ha tratado de utilizar de manera fructífera<br />
los aspectos religiosos y las reflexiones teológicas para aclarar problemas sociales y<br />
políticos. El s<strong>en</strong>tido común crítico que se puede derivar de algunos fragm<strong>en</strong>tos de la<br />
tradición religioso-teológica nos puede brindar algunos elem<strong>en</strong>tos de juicio para evaluar las<br />
t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias sociales. Küng aseveró que el impulso primordial de las grandes religiones<br />
proféticas reside <strong>en</strong> una relación dialógica <strong>en</strong>tre Dios y el hombre, <strong>en</strong> una ética de<br />
humanidad elem<strong>en</strong>tal y <strong>en</strong> un s<strong>en</strong>tido histórico del desarrollo del mundo y de los seres<br />
humanos 417 . Si existe algo así como un código moral común a todos los mortales, una<br />
convicción de carácter ecuménico <strong>en</strong> torno a la unidad del género humano y un desarrollo<br />
histórico que no es totalm<strong>en</strong>te arbitrario y fortuito, podemos <strong>en</strong>tonces aseverar que nuestro<br />
mundo posee algo que le brinda un s<strong>en</strong>tido más o m<strong>en</strong>os perman<strong>en</strong>te, aunque sea muy arduo<br />
expresar este s<strong>en</strong>tido <strong>en</strong> un idioma racional y aceptado <strong>en</strong> el ámbito moderno.<br />
Este principio <strong>en</strong>globante se vislumbra, por ejemplo, cuando se reconoce que el Estado de<br />
Derecho contemporáneo, liberal-democrático y secular, está basado <strong>en</strong> presupuestos<br />
normativos prepolíticos que el propio ord<strong>en</strong> político, laico y democrático, no ha creado y no<br />
los puede garantizar, como lo afirmó Jürg<strong>en</strong> Habermas al discutir el rol de la religión y sus<br />
complejos nexos con los procesos de secularización 418 . Estos cimi<strong>en</strong>tos normativos<br />
prepolíticos ti<strong>en</strong><strong>en</strong> que ir hoy acompañados de una atmósfera g<strong>en</strong>eral de tolerancia<br />
pluralista, que sólo la secularización <strong>en</strong> Europa Occid<strong>en</strong>tal y <strong>en</strong> el Asia Ori<strong>en</strong>tal ha sabido<br />
brindar con éxito duradero. Estos cimi<strong>en</strong>tos impid<strong>en</strong> el regreso a cre<strong>en</strong>cias religiosas<br />
exclusivistas y permit<strong>en</strong> el libre juego de las disonancias cognitivas 419 . No hay duda, por<br />
417 Hans Küng, Der Islam. Geschichte, Geg<strong>en</strong>wart, Zukunft (El Islam. Historia, pres<strong>en</strong>te, futuro), Munich:<br />
Piper 2006, p. 130.- El hombre sería el amigo de Dios según las religiones derivadas del tronco de Abraham:<br />
ibid., p. 87.<br />
418 En un texto de factura trabajosa y retorcida, Jürg<strong>en</strong> Habermas llegó a admitir lo positivo y hasta<br />
constructivo de factores religiosos para la vida social-política. Habermas, Vorpolitische Grundlag<strong>en</strong> des<br />
demokratisch<strong>en</strong> Rechtsstaates? (Fundam<strong>en</strong>tos prepolíticos del Estado democrático de derecho?), <strong>en</strong>: Jürg<strong>en</strong><br />
Habermas / Joseph Ratzinger, Dialektik der Säkularisierung. Über Vernunft und Religion (Dialéctica de la<br />
secularización. Sobre razón y religión), Freiburg etc.: Herder 2006, pp. 15-37, especialm<strong>en</strong>te p. 31 sq.- Cf.<br />
también el <strong>en</strong>gorroso texto de H<strong>en</strong>t de Vries, Minimal Theologies. Critiques of Secular Reason in Adorno and<br />
Levinas, Baltimore / Londres: Johns Hopkins U. P. 2005.<br />
419 Giovanna Borradori, Die Rekonstruktion des Terrorismusbegriffs nach Habermas (La reconstrucción del<br />
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otra parte, de que la modernidad ha conllevado un progreso <strong>en</strong> el campo ético, el<br />
universalismo de la "moral postconv<strong>en</strong>cional" (Habermas), g<strong>en</strong>eralizando un sistema<br />
normativo que se legitima mediante los argum<strong>en</strong>tos racionales y no acudi<strong>en</strong>do a una<br />
tradición que estaría por <strong>en</strong>cima del cuestionami<strong>en</strong>to discursivo.<br />
La evaluación de lo alcanzado hasta ahora y, por consigui<strong>en</strong>te, de las grandes t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias<br />
de la evolución humana, no puede r<strong>en</strong>unciar a determinadas preguntas, aunque estas sean<br />
calificadas de metafísicas o teológicas. Para precisar esta temática no es superfluo retornar a<br />
un clásico. Immanuel Kant com<strong>en</strong>zó su obra más conocida señalando que la razón es<br />
asediada por cuestiones que ella no puede rechazar, pues provi<strong>en</strong><strong>en</strong> de la naturaleza misma<br />
de la razón 420 . Estas cuestiones, como la exist<strong>en</strong>cia de Dios, el inicio del universo, la es<strong>en</strong>cia<br />
de la libertad, el s<strong>en</strong>tido del mundo y otras afines, son indemostrables por y para la razón<br />
pura, pero, según Kant 421 , son los postulados fundam<strong>en</strong>tales de la razón práctica. La misma<br />
facultad que impide el análisis y la aclaración de las cuestiones metafísicas mediante la<br />
razón pura obliga a ponerlas sobre el tapete de una discusión más amplia; este hecho nos<br />
muestra las limitaciones propias de la razón 422 . El porqué de todo lo exist<strong>en</strong>te o la<br />
conting<strong>en</strong>cia absoluta de toda la creación no es sólo una de las grandes interrogantes<br />
teológico-metafísicas 423 , sino una cuestión básica para juzgar los esfuerzos humanos <strong>en</strong> la<br />
esfera terr<strong>en</strong>al, por más abstracto y alejado del common s<strong>en</strong>se que parezca este postulado.<br />
concepto de terrorismo según Habermas), <strong>en</strong>: Jürg<strong>en</strong> Habermas / Jacques Derrida, Philosophie in Zeit<strong>en</strong> des<br />
Terrors (Filosofía <strong>en</strong> tiempos del terror), compilación de G. Borradori, Hamburgo: EVA 2006, pp. 70-113,<br />
especialm<strong>en</strong>te p. 103.<br />
420 Immanuel Kant, Kritik der rein<strong>en</strong> Vernunft (Crítica de la razón pura) [prólogo de 1781, no incluido <strong>en</strong> la<br />
edición posterior de 1787], <strong>en</strong>: Kant, Werke in zehn Bänd<strong>en</strong> (Obras <strong>en</strong> diez tomos), compilación de Wilhelm<br />
Weischedel, Darmstadt: WBG 1968, t. 3, p. 11.<br />
421 Immanuel Kant, Kritik der rein<strong>en</strong> Vernunft, [prólogo a la segunda edición de 1787], <strong>en</strong>: Kant, Werke...,<br />
ibid., t. 3, p. 33 sq.<br />
422<br />
Immanuel Kant, Kritik der praktisch<strong>en</strong> Vernunft (Crítica de la razón práctica) [1788], <strong>en</strong>: Kant, Werke...,<br />
ibid., t. 6, pp. 252-266<br />
423<br />
Karl Löwith, Wiss<strong>en</strong>, Glaube und Skepsis (Saber, creer y escepticismo), Götting<strong>en</strong>: Vand<strong>en</strong>hoeck &<br />
Ruprecht 1962, p. 80 sq.<br />
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Según Sir Isaiah Berlin, cada nueva g<strong>en</strong>eración se hace las mismas preguntas, que no<br />
pued<strong>en</strong> ser contestadas mediante un concepto restringido de razón instrum<strong>en</strong>talista. Estas<br />
cuestiones giran <strong>en</strong> torno al s<strong>en</strong>tido de la vida, la configuración de una exist<strong>en</strong>cia bi<strong>en</strong><br />
lograda, el cont<strong>en</strong>ido de conceptos como libertad, autoridad y obligación, la voluntad<br />
histórica de una comunidad, los vínculos <strong>en</strong>tre individuo e institución y la compleja relación<br />
<strong>en</strong>tre poder, efici<strong>en</strong>cia y ord<strong>en</strong> 424 . Una visión sólo analítico-descriptiva, por más exacta y<br />
aguda que sea, no llega a formular una aproximación fructífera a estas preguntas, como<br />
tampoco el impulso universalista del racionalismo y la Ilustración llega a compr<strong>en</strong>der el<br />
valor intrínseco de las culturas particulares, una de cuyas funciones más relevantes es<br />
brindar una id<strong>en</strong>tidad propia e inconfundible a sus miembros.<br />
La abst<strong>en</strong>ción de juicios de valor ha estado vinculada a las diversas teorías positivistas y<br />
empiricistas, cuya significación <strong>en</strong> los últimos tiempos no ha dejado de crecer. Uno de los<br />
logros perdurables de la Escuela de Frankfurt es (1) haber mostrado exhaustivam<strong>en</strong>te las<br />
consecu<strong>en</strong>cias del positivismo aplicado a la praxis sociopolítica y (2) haber difer<strong>en</strong>ciado<br />
<strong>en</strong>tre una razón global de los fines y una racionalidad instrum<strong>en</strong>tal de los medios. Max<br />
Horkheimer abogó por una posición que evitaba dos extremos: la fundición del sujeto y el<br />
objeto <strong>en</strong> una sola <strong>en</strong>tidad o hasta id<strong>en</strong>tidad, por un lado, y la estricta separación de ambos<br />
<strong>en</strong> una oposición dualista perman<strong>en</strong>te, por otro. Esta segunda posición, claram<strong>en</strong>te visible <strong>en</strong><br />
el legado cartesiano, obliga a la razón consagrada a la crítica de los fines a permanecer <strong>en</strong><br />
una dim<strong>en</strong>sión subjetivista y una actitud contemplativa, que muchas veces deriva <strong>en</strong> una<br />
aceptación acrítica del <strong>en</strong>torno y casi siempre <strong>en</strong> una posición apolítica 425 . En el plano de la<br />
prosaica praxis cotidiana, esta gran corri<strong>en</strong>te teórica, prosigui<strong>en</strong>do con la abst<strong>en</strong>ción de<br />
juicios de valor, considera que los esfuerzos ci<strong>en</strong>tíficos no pued<strong>en</strong> contribuir a elaborar<br />
424 Isaiah Berlin, Das krumme Holz der Humanität. Kapitel der Ide<strong>en</strong>geschichte (La madera torcida de la<br />
humanidad. Capítulos de la historia de las ideas), Frankfurt: Fischer 1992, p. 229.<br />
425 Max Horkheimer, Zum Problem der Wahrheit (Sobre el problema de la verdad) [1935], <strong>en</strong>: Horkheimer,<br />
Kritische Theorie. Eine Dokum<strong>en</strong>tation (Teoría crítica. Una docum<strong>en</strong>tación), compilación de Alfred Schmidt,<br />
Frankfurt: Fischer 1968, t. I, pp. 228-276, especialm<strong>en</strong>te p. 229, 241 sq.; Max Horkheimer, Zum<br />
Rationalismusstreit in der geg<strong>en</strong>wärtig<strong>en</strong> Philospophie (Sobre el debate <strong>en</strong> torno al racionalismo <strong>en</strong> la filosofía<br />
del pres<strong>en</strong>te) [1934], <strong>en</strong>: ibid., t. I, pp. 118-174, especialm<strong>en</strong>te pp. 118-122; Max Horkheimer, Der neueste<br />
Angriff auf die Metaphysik (El más reci<strong>en</strong>te ataque a la metafísica) [1937], <strong>en</strong>: ibid., t. II, pp. 82-136,<br />
especialm<strong>en</strong>te pp. 83-85, 115.<br />
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espuestas y alternativas racionales a cuestiones políticas. El Hombre contemporáneo<br />
habitaría necesariam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> la intemperie exist<strong>en</strong>cial y <strong>en</strong> el vacío de valores<br />
fundam<strong>en</strong>tados metafísicam<strong>en</strong>te. La política moderna, de índole aporética, se movería <strong>en</strong>tre<br />
los extremos conformados por la conting<strong>en</strong>cia y la decisión; las cuestiones políticas t<strong>en</strong>drían<br />
que ser decididas <strong>en</strong> última instancia, como <strong>en</strong> el campo de los s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>tos 426 .<br />
Pero aparte de este aspecto es útil señalar que la crítica frankfurtiana a la reducción<br />
instrum<strong>en</strong>talista de la razón no quería caer <strong>en</strong> argum<strong>en</strong>taciones metafísicas, <strong>en</strong> el postulado<br />
de que existe algo por afuera y por <strong>en</strong>cima de la evolución social concreta que permitiría<br />
actuar como tribunal de la razón para juzgar la historia. Como afirmó Martin Jay, la teoría<br />
de Horkheimer negó simultáneam<strong>en</strong>te (a) las pret<strong>en</strong>siones de verdad absoluta y (b) el<br />
relativismo epistemológico y ético 427 . El evitar estos extremos es un arduo ejercicio de<br />
s<strong>en</strong>tido común guiado críticam<strong>en</strong>te. No es superfluo, sin embargo, m<strong>en</strong>cionar que tampoco<br />
la Escuela de Frankfurt logró plasmar explicaciones claras y definiciones operativas de la<br />
razón substantiva, contrapuesta a la racionalidad instrum<strong>en</strong>tal, y de la verdad histórica. Su<br />
fuerte es, como se sabe, una actitud emin<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te crítica (y no tanto un negativismo<br />
doctrinario): el análisis inexorable de la sociedad moderna, <strong>en</strong>raizado <strong>en</strong> los hechos y las<br />
teorías de la misma, pero mant<strong>en</strong>i<strong>en</strong>do una distancia adecuada fr<strong>en</strong>te a ella. Uno de sus<br />
instrum<strong>en</strong>tos más útiles es la crítica inman<strong>en</strong>te: confrontar la realidad socio-política de un<br />
mom<strong>en</strong>to con sus pret<strong>en</strong>siones programáticas y los elem<strong>en</strong>tos definitorios de su id<strong>en</strong>tidad.<br />
Adicionalm<strong>en</strong>te: elem<strong>en</strong>tos del s<strong>en</strong>tido común crítico pued<strong>en</strong> ser ganados de la crítica del<br />
racionalismo dogmático. La Escuela de Frankfurt ha volcado su at<strong>en</strong>ción a las grandes<br />
paradojas de la actualidad: guerras civiles, odios raciales, una pobreza inimaginable, la<br />
426 Karl R. Popper y Hannah Ar<strong>en</strong>dt no fueron extraños a esta teoría, que nos brinda el consuelo de que el<br />
propio actuar debe superar las aporías de la acción. Cf. Thorst<strong>en</strong> Bonacker, Die Konting<strong>en</strong>z politisch<strong>en</strong><br />
Handelns. Adorno, Ar<strong>en</strong>dt und die Legitimationsprobleme in der politisch<strong>en</strong> Gesellschaft (La conting<strong>en</strong>cia de<br />
la acción política. Adorno, Ar<strong>en</strong>dt y los problemas de legitimación <strong>en</strong> la sociedad política), <strong>en</strong>: Dirk Auer et al.<br />
(comps.), Ar<strong>en</strong>dt und Adorno (Ar<strong>en</strong>dt y Adorno), Frankfurt: Suhrkamp 2003, pp. 286-310.<br />
427 Cf. el brillante estudio de Martin Jay, The Dialectic Imagination. A History of the Frankfurt School and<br />
the Institute of Social Research, 1923-1950, Boston / Toronto: Little Brown 1973, pp. 61-63. Jay dice<br />
refiriéndose a la teoría crítica de Horkheimer: "Dialectics was superb at attacking other systems' pret<strong>en</strong>sions to<br />
truth, but wh<strong>en</strong> it came to articulate the ground of its own assumptions and values, it fared less well" (ibid., p.<br />
63).<br />
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destrucción de la naturaleza y la preval<strong>en</strong>cia de nuevas "verdades políticas" <strong>en</strong> medio del<br />
desarrollo más notable de la racionalidad instrum<strong>en</strong>tal de toda la historia universal. Una<br />
"vida averiada" (Theodor W. Adorno) al lado de la prosperidad más notable. Nuestros<br />
mejores sistemas políticos y nuestros esfuerzos teóricos más reputados no alcanzan para<br />
compr<strong>en</strong>der y m<strong>en</strong>os para mitigar esta constelación <strong>en</strong> la praxis 428 . Es de justicia señalar una<br />
curiosa paradoja del p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to contemporáneo. La Escuela de Frankfurt, que tematizó la<br />
dialéctica <strong>en</strong>tre razón substancial (de los fines) y racionalidad instrum<strong>en</strong>tal (de los medios),<br />
llegó a postular el predominio universal e irrestricto de esta última <strong>en</strong> todas las esferas de la<br />
vida social, como si fuese la característica inescapable de la era moderna, r<strong>en</strong>unciando así a<br />
su propia distinción <strong>en</strong>tre las dos naturalezas de la razón. Los p<strong>en</strong>sadores frankfurtianos han<br />
llegado a subsumir tout court el pot<strong>en</strong>cial crítico de la reflexión bajo las manifestaciones del<br />
instinto de autopreservación 429 . Mediante esta operación la Escuela de Frankfurt, que no<br />
pudo o no quiso resistir la seducción del p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to de Friedrich Nietzsche, se ha privado<br />
del mejor instrum<strong>en</strong>to para un análisis difer<strong>en</strong>ciado de la realidad social contemporánea 430 .<br />
Por todo ello se puede aseverar lo sigui<strong>en</strong>te. Al ejercer un juicio valorativo matizado sobre<br />
las etapas del desarrollo histórico no podemos dejar de lado los elem<strong>en</strong>tos rescatables del<br />
ord<strong>en</strong> premoderno. O dicho <strong>en</strong> tono <strong>en</strong>fático: la marcha triunfal de la razón instrum<strong>en</strong>talista<br />
ha g<strong>en</strong>erado algunos traumas recurr<strong>en</strong>tes, y la consci<strong>en</strong>cia intelectual no puede eximirse de<br />
analizarlos. El recuerdo de otras épocas y otras posibilidades de organización social nos<br />
otorga la necesaria distancia crítica para apreciar el pres<strong>en</strong>te y evitar una apología de lo<br />
alcanzado por el Hombre <strong>en</strong> los últimos dosci<strong>en</strong>tos años, que es mayoritariam<strong>en</strong>te el éxito<br />
428 Gilda Waldman, Max Horkheimer: un diálogo inconcluso, <strong>en</strong>: Gina Zabludovsky (comp.), Teoría<br />
sociológica y modernidad. Balance del p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to clásico, México: UNAM / Plaza & Valdés 1998, p. 247<br />
sq.<br />
429 Jürg<strong>en</strong> Habermas, Der philosophische Diskurs der Moderne. Zwölf Vorlesung<strong>en</strong> (El discurso filosófico<br />
de la modernidad. Doce lecciones), Frankfurt: Suhrkamp 1985, p. 108, 119 sq., 137, 156.<br />
430 Jürg<strong>en</strong> Habermas, Max Horkheimer: zur Entwicklungsgeschichte seines Werkes (Max Horkheimer:<br />
sobre la historia de la evolución de su obra), <strong>en</strong>: Habermas, Texte und Kontexte (Textos y contextos), Frankfurt:<br />
Suhrkamp 1991, p. 97 sq., 101.- Sobre las relaciones <strong>en</strong>tre Nietzsche, Adorno y Horkheimer cf. Norbert Rath,<br />
Zur Nietzsche-Rezeption Horkheimers und Adornos (Sobre la recepción de Nietzsche por Horkheimer y<br />
Adorno), <strong>en</strong>: Willem van Reij<strong>en</strong> / Gunzelin Schmid Noerr (comps.), Vierzig Jahre Flasch<strong>en</strong>post: "Dialektik der<br />
Aufklärung" 1947-1987 (Cuar<strong>en</strong>ta años de m<strong>en</strong>saje <strong>en</strong> botella: la "Dialéctica de la Ilustración" 1947-1987),<br />
Frankfurt: Fischer 1987, pp. 73-110.<br />
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de la ci<strong>en</strong>cia y la tecnología. El recuerdo del mundo premoderno nos ofrece algunos criterios<br />
razonables de apreciación, si observamos, por ejemplo, la destrucción del medio ambi<strong>en</strong>te,<br />
la decad<strong>en</strong>cia estética y la declinación ética 431 que caracterizan parcialm<strong>en</strong>te la modernidad.<br />
La soledad exist<strong>en</strong>cial del Hombre moderno, los f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os de ali<strong>en</strong>ación y cosificación 432<br />
<strong>en</strong> la vida laboral y social y los aspectos monstruosos vinculados al desarrollo de la ci<strong>en</strong>cia y<br />
la tecnología nos obligan a ver con otros ojos ─ más favorables ─ el mundo premoderno.<br />
No hay duda de que vivimos <strong>en</strong> una "sociedad de riesgo" 433 , que produce un número muy<br />
elevado de am<strong>en</strong>azas y situaciones de peligro ─ por ejemplo <strong>en</strong> el campo ecológico y de los<br />
recursos naturales ─, que no pued<strong>en</strong> ser controladas o mant<strong>en</strong>idas a raya por factores tales<br />
como el s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>to de responsabilidad, autolimitación y repartición de daños y riesgos.<br />
Estos últimos se distingu<strong>en</strong> porque no ti<strong>en</strong><strong>en</strong> ninguna solución clara, lo que m<strong>en</strong>oscaba el<br />
gran proyecto de la modernidad: la factibilidad de los designios humanos. La sociedad<br />
industrial del pres<strong>en</strong>te, que promete bi<strong>en</strong>estar a todos, g<strong>en</strong>era inexorablem<strong>en</strong>te una<br />
destrucción equival<strong>en</strong>te 434 . Para ello la única solución viable es volver al principio clásico<br />
de la moderación: algo que es fácil de <strong>en</strong>unciar y difícil que llevar a cabo. Más difícil aun si<br />
seguimos a Manfred Wöhlcke, para qui<strong>en</strong> la sociedad contemporánea d<strong>en</strong>ota una prop<strong>en</strong>sión<br />
irrefr<strong>en</strong>able a la <strong>en</strong>tropía social, a la desestructuración de sus principios organizativos y a la<br />
crisis ecológica y demográfica, a lo cual contribuiría asimismo la democratización<br />
g<strong>en</strong>eralizada 435 ─ argum<strong>en</strong>to difícil de ser digerido <strong>en</strong> el Tercer Mundo.<br />
431 Hasta las obras más refinadas de la ética postmodernista no nos ofrec<strong>en</strong> criterios sólidos para la<br />
actuación social y política <strong>en</strong> la vida cotidiana. Cf. por ejemplo: Zygmunt Bauman, Postmoderne Ethik (Etica<br />
postmoderna), Hamburgo: Hamburger Institut für Sozialforschung 1995, passim.<br />
432 Axel Honneth, Verdinglichung. Eine anerk<strong>en</strong>nungstheoretische Studie (Cosificación. Un estudio <strong>en</strong> la<br />
teoría del reconocimi<strong>en</strong>to), Frankfurt: Suhrkamp 2005, estudio basado <strong>en</strong> el dictum de Horkheimer y Adorno:<br />
"Toda cosificación es un olvido".<br />
433 Ulrich Beck, Risikogesellschaft. Auf dem Weg in eine andere Moderne (La sociedad de riesgo. En<br />
camino a una otra modernidad), Frankfurt: Suhrkamp 1986, passim; Ulrich Beck, Was ist Globalisierung?<br />
(Qué es globalización), Frankfurt: Suhrkamp 1999, p. 73 sqq.<br />
434 Ulrich Beck, Die Erfindung des Politisch<strong>en</strong>. Zu einer Theorie reflexiver Modernisierung (La inv<strong>en</strong>ción<br />
de lo político. Sobre una teoría de la modernización reflexiva), Frankfurt: Suhrkamp 1993, p. 37 sq., 47, 58 sq.,<br />
67.<br />
435 Manfred Wöhlcke, Soziale Entropie. Die Zivilisation und der Weg all<strong>en</strong> Fleisches (Entropía social. La<br />
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A esta visión más sobria de la actualidad y, simultáneam<strong>en</strong>te, más respetuosa de la<br />
realidad empírica, parece contribuir el llamado "giro histórico" <strong>en</strong> las ci<strong>en</strong>cias sociales y<br />
políticas, que desplaza el "giro lingüístico", la importancia de la epistemología y el<br />
relativismo axiológico que prevalecieron <strong>en</strong> las últimas décadas del siglo XX 436 . Con un<br />
gran éxito de divulgación, Jan Assmann ha fundam<strong>en</strong>tado este giro histórico desde una<br />
perspectiva inesperada: la egiptología y los estudios clásicos <strong>en</strong>riquecidos por el<br />
psicoanálisis freudiano 437 .<br />
Adicionalm<strong>en</strong>te el s<strong>en</strong>tido común guiado críticam<strong>en</strong>te debe exhibir una necesaria distancia<br />
fr<strong>en</strong>te a todos los int<strong>en</strong>tos por modificar radical y racionalm<strong>en</strong>te el mundo y la historia,<br />
sopesando los resultados poco promisorios de los experim<strong>en</strong>tos revolucionarios del siglo<br />
XX. Sigui<strong>en</strong>do modelos clásicos, como los esbozados por p<strong>en</strong>sadores escépticos y por la<br />
medicina clínica, Odo Marquard expuso de modo asistemático su teorema sobre vita brevis,<br />
ars longa: la brevedad de la exist<strong>en</strong>cia humana hace imposible el probar de manera<br />
adecuada todos los modelos y experim<strong>en</strong>tos que propon<strong>en</strong> una vida mejor <strong>en</strong> los planos<br />
social, político y cultural. No t<strong>en</strong>emos a libre disponibilidad todo el tiempo requerido para<br />
examinar las v<strong>en</strong>tajas y desv<strong>en</strong>tajas de todas las propuestas de cambio radical. Puesto que la<br />
exist<strong>en</strong>cia está determinada <strong>en</strong> gran parte por lo ya somos y lo que traemos de atrás, lo que<br />
realm<strong>en</strong>te podemos modificar no es muy amplio. No podemos disponer del pasado a nuestro<br />
antojo, el cual, además, puede ser considerado como una protección contra las inevitables<br />
arbitrariedades de todo proyecto reformador. El futuro provi<strong>en</strong>e del pasado y necesita de él.<br />
Cuando un bu<strong>en</strong> cirujano opera, elimina sólo lo imprescindible y conserva todo lo posible y<br />
civilización y el camino de toda carne), Munich: dtv 1996, p. 15, 27, 171.<br />
436 T. McDonald, The Historic Turn in the Human Sci<strong>en</strong>ces, Michigan: University of Michigan Press 1996;<br />
María de los Angeles Fernández Ramil, La ci<strong>en</strong>cia política <strong>en</strong> el diván: la introspección disciplinar, <strong>en</strong>:<br />
REVISTA DE INVESTIGACIONES POLITICAS Y SOCIOLOGICAS (Santiago de Compostela), vol. 4<br />
(2005), Nº 2, pp. 11-30; M. Jerez Mir, Ci<strong>en</strong>cia política, un balance de fin de siglo, Madrid: C<strong>en</strong>tro de Estudios<br />
Políticos y Constitucionales 1999.<br />
437 Jan Assmann, Moses der Ägypter. Entzifferung einer Gedächtnisspur (Moisés el Egipcio.<br />
Desciframi<strong>en</strong>to de una huella de la memoria), Frankfurt: Fischer 2007, p. 236. Cf. también: Donald P. Sp<strong>en</strong>ce,<br />
Narrative Truth and Historical Truth. Meaning and Interpretation in Psychoanalysis, New York / Londres:<br />
Norton 1982.<br />
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conv<strong>en</strong>i<strong>en</strong>te 438 . Por ello: aquellos que pret<strong>en</strong>d<strong>en</strong> los cambios ti<strong>en</strong><strong>en</strong> que producir y pres<strong>en</strong>tar<br />
los argum<strong>en</strong>tos realm<strong>en</strong>te convinc<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> favor de estos 439 . Un ejemplo actual: el progreso<br />
material y tecnológico no debería ser puesto <strong>en</strong> duda porque contribuye a superar estructuras<br />
anquilosadas y constelaciones injustas ─ esa es su función primordial e histórica ─, sino<br />
porque obliga a la humanidad a un tipo único de desarrollo, porque impulsa a un proceso de<br />
globalización que puede terminar con el pluralismo cultural y porque quiere eliminar toda<br />
forma de conting<strong>en</strong>cia.<br />
La concepción marxista original reproducía igualm<strong>en</strong>te un optimismo exagerado sobre las<br />
bondades civilizatorias del colonialismo europeo <strong>en</strong> el Tercer Mundo, que los mismos<br />
marxistas no aceptan <strong>en</strong> la actualidad 440 . Aunque su<strong>en</strong>e a exageración, hoy <strong>en</strong> día puede<br />
afirmarse <strong>en</strong> retrospectiva que la praxis de la Unión Soviética no fue precisam<strong>en</strong>te un<br />
ejercicio paradigmático de s<strong>en</strong>tido común (<strong>en</strong> ninguna de sus acepciones), como tampoco lo<br />
fue la doctrina oficial que acompañó este proceso evolutivo. No hay duda, por otra parte, de<br />
la calidad y profundidad del p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to de Antonio Gramsci, qui<strong>en</strong> se ocupó largam<strong>en</strong>te<br />
del s<strong>en</strong>tido común <strong>en</strong> la praxis socio-política, pero este gran ideólogo no aplicó una especie<br />
de s<strong>en</strong>tido común a temáticas es<strong>en</strong>ciales de su época, como las estructuras internas de los<br />
partidos comunistas, los nexos asimétricos de los mismos con la Unión Soviética, la<br />
necesidad de rescatar la democracia repres<strong>en</strong>tativa pluralista y la m<strong>en</strong>talidad autoritaria<br />
prevaleci<strong>en</strong>te d<strong>en</strong>tro de los partidos de izquierda 441 . También se podría aseverar que el<br />
438 Odo Marquard, Abschied vom Prinzipiell<strong>en</strong>. Philosophische Studi<strong>en</strong> (Adiós a los principios. Estudios<br />
filosóficos), Stuttgart: Reclam 1981, pp. 16-20, 124 sq.<br />
439 Ibid., p. 77 sq.; cf. el gran estudio sistemático sobre este tema: Harald Weinrich, "Knappe Zeit". Kunst<br />
und Ökonomie des befristet<strong>en</strong> Leb<strong>en</strong>s ("Tiempo escaso". Arte y economía de la vida limitada), Munich: Beck<br />
2004.<br />
440 El testimonio más famoso de este optimismo eurocéntrico es: Karl Marx, Die künftig<strong>en</strong> Ergebnisse der<br />
britisch<strong>en</strong> Herrschaft in Indi<strong>en</strong> (Los resultados futuros del dominio británico <strong>en</strong> la India), <strong>en</strong>: Karl Marx /<br />
Friedrich Engels, Werke (Obras), Berlin/RDA: Dietz 1960, t. 9, pp. 220-226.- Sobre la temprana crítica de la<br />
Escuela de Frankfurt a la concepción mecanicista de progreso material e histórico de Friedrich Engels y del<br />
marxismo vulgarizado de los partidos comunistas, cf. el importante texto de Martin Jay, op. cit. (nota 13), p.<br />
156 sq.<br />
441 Cf. Nazar<strong>en</strong>o Bravo, Del s<strong>en</strong>tido común a la filosofía de la praxis. Gramsci y la cultura popular, <strong>en</strong>:<br />
REVISTA DE FILOSOFIA (Maracaibo), Nº 53, mayo-agosto de 2006, pp. 59-75.<br />
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eurocomunismo fue como una aplicación tardía del s<strong>en</strong>tido común a la práctica de estos<br />
partidos <strong>en</strong> el marco de las exitosas democracias contemporáneas, pero esa práctica estuvo<br />
marcada por un oportunismo demasiado transpar<strong>en</strong>te y una falta de reflexión teórica a la<br />
altura de los tiempos; no llegó a edificar una doctrina duradera del common s<strong>en</strong>se político, y<br />
m<strong>en</strong>os una de ori<strong>en</strong>tación crítica.<br />
Casi todas las corri<strong>en</strong>tes marxistas no han g<strong>en</strong>erado una reflexión aceptable <strong>en</strong> torno al<br />
tema c<strong>en</strong>tral del s<strong>en</strong>tido común crítico, la preservación de nuestro medio ambi<strong>en</strong>te a largo<br />
plazo, tema que <strong>en</strong>globa (a) las cuestiones ecológicas, (b) la compr<strong>en</strong>sión de los límites que<br />
la naturaleza impone a nuestros designios y las limitaciones de la especie humana para<br />
compr<strong>en</strong>der contextos muy complejos (y actuar adecuadam<strong>en</strong>te d<strong>en</strong>tro de ellos), y (c) la<br />
crítica de las implicaciones del progreso per<strong>en</strong>ne. El tipo actual de progreso am<strong>en</strong>aza con<br />
erradicar toda conexión con nuestro pasado y, por consigui<strong>en</strong>te, destruir todo factor de<br />
id<strong>en</strong>tificación con tradiciones que conti<strong>en</strong><strong>en</strong> elem<strong>en</strong>tos razonables y que nos brindan un<br />
s<strong>en</strong>tido de pert<strong>en</strong><strong>en</strong>cia a aquello que significa id<strong>en</strong>tidad para nosotros 442 . Esta evolución se<br />
basa, según Odo Marquard, <strong>en</strong> el "monomito" por excel<strong>en</strong>cia: desde la Ilustración del siglo<br />
XVIII se ha consolidado el mito del progreso per<strong>en</strong>ne, que nos compele a una única<br />
evolución histórica, lo que conlleva la eliminación del plural de las historias particulares y la<br />
coerción a volvernos cada vez "más adultos", <strong>en</strong> s<strong>en</strong>tido socio-político y cultural, es decir a<br />
r<strong>en</strong>unciar a toda espontaneidad y a la fantasía creadora de la infancia 443 . El mundo estaría<br />
sometido, según Gerhard Schulze, al juego de la int<strong>en</strong>sificación incesante; el increm<strong>en</strong>to y<br />
aum<strong>en</strong>to de todo constituiría el mínimo común d<strong>en</strong>ominador de la sociedad 444 . Como<br />
conclusión provisoria podemos decir que el análisis del monomito resultaría un mero<br />
ejercicio teórico inof<strong>en</strong>sivo si no se hubieran producido durante el siglo XX las<br />
consecu<strong>en</strong>cias negativas de la concepción del progreso perman<strong>en</strong>te: la destrucción del<br />
medio ambi<strong>en</strong>te constituye, como la explosión demográfica, el acondicionami<strong>en</strong>to de las<br />
442 Cf. Lord Ralf Dahr<strong>en</strong>dorf, El recomi<strong>en</strong>zo de la historia, Bu<strong>en</strong>os Aires: Katz 2007.<br />
443 Odo Marquard, op. cit. (nota 24), p. 99; Marquard, Apologie des Zufällig<strong>en</strong>. Philosophische Studi<strong>en</strong><br />
(Apología de lo casual. Estudios filosóficos), Stuttgart: Reclam 1986, p. 79.<br />
444 Gerhard Schulze, Die beste aller Welt<strong>en</strong>. Wohin bewegt sich die Gesellschaft im 21. Jahrhundert? (El<br />
mejor de todos los mundos. Adónde se dirige la sociedad <strong>en</strong> el siglo XXI?), Frankfurt: Fischer 2004, p. 18.<br />
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consci<strong>en</strong>cias y el consumismo masivo, un aspecto de un mismo proceso, que ti<strong>en</strong>de a<br />
divinizar los proyectos socio-políticos porque estarían justificados por la razón histórica<br />
absoluta. Como afirmó Hans Maier, las "religiones políticas modernas" y el totalitarismo<br />
que se deriva de ellas dan orig<strong>en</strong> a un efecto de fascinación, del cual uno puede liberarse<br />
sólo mediante <strong>en</strong>ormes esfuerzos del intelecto y de la conci<strong>en</strong>cia moral 445 . Estas religiones<br />
políticas modernas ─ que a m<strong>en</strong>udo cu<strong>en</strong>tan con una amplia legitimidad democrática ─<br />
cre<strong>en</strong> que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> derecho a hacer tabula rasa con el pasado y las tradiciones 446 , y así<br />
imposibilitan la aplicación del s<strong>en</strong>tido común y erosionan el conocimi<strong>en</strong>to de los límites y<br />
las limitaciones inher<strong>en</strong>tes a la especie humana.<br />
Desde la Revolución Francesa se pued<strong>en</strong> detectar nuevos credos pseudo-religiosos,<br />
dogmáticos y avasalladores, que prescrib<strong>en</strong> magnas obras de reforma socio-política, reforma<br />
que sería obligatoria según las presuntas leyes de la historia. Sería necio, <strong>en</strong>tonces, prestar<br />
resist<strong>en</strong>cia a decursos evolutivos de carácter insoslayable y g<strong>en</strong>eral. El fatalismo de las<br />
masas y su aceptación acrítica de esas leyes y esos proyectos se complem<strong>en</strong>tan con el<br />
voluntarismo soberano de los políticos ─ que implem<strong>en</strong>tan estos proyectos <strong>en</strong> la praxis sin<br />
preocuparse mucho de los costes humanos ─ y con el oportunismo de los intelectuales,<br />
<strong>en</strong>cargados, como es habitual, de justificar esos magnos proyectos mediante argum<strong>en</strong>tos que<br />
parezcan irrebatibles 447 . Admito que estas aseveraciones son incómodas, pero hay que<br />
insistir <strong>en</strong> que la sacralización de la viol<strong>en</strong>cia, la maleabilidad de los hombres y la<br />
credulidad de las masas han constituido los factores que han hecho posible los diversos<br />
totalitarismos del siglo XX.<br />
Ante esta constelación, un s<strong>en</strong>tido común guiado críticam<strong>en</strong>te nos sugiere considerar con<br />
más cuidado los impulsos socialpsicológicos del desarrollo histórico y la temática de las<br />
445 Hans Maier, Vorwort (Prólogo), <strong>en</strong>: Hans Maier (comp.), Wege in die Gewalt. Die modern<strong>en</strong> politisch<strong>en</strong><br />
Religion<strong>en</strong> (Caminos a la viol<strong>en</strong>cia. Las religiones políticas modernas), Frankfurt: Fischer 2002, p. 8.<br />
446 Bronislaw Baczko, Hat die Französische Revolution d<strong>en</strong> Totalitarismus hervorgebracht? (Ha g<strong>en</strong>erado<br />
la Revolución Francesa el totalitarismo?), <strong>en</strong>: Hans Maier (comp.), op. cit. (nota 31), p. 13 sq.<br />
447 Philippe Burrin, Totalitäre Gewalt als historische Möglichkeit (La viol<strong>en</strong>cia totalitaria como posibilidad<br />
histórica), <strong>en</strong>: Hans Maier (comp.), op. cit. (nota 31), p. 185.<br />
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m<strong>en</strong>talidades colectivas, problemática, como se sabe, desat<strong>en</strong>dida por teorías marxistas y<br />
afines. En este marco la Escuela de Frankfurt y muy especialm<strong>en</strong>te la obra de Erich Fromm<br />
realizaron una labor original y pionera. El motor de la historia no sería <strong>en</strong> primer lugar la<br />
dialéctica de condiciones de producción y relaciones de clase, sino el conflicto del ser<br />
humano con la naturaleza y las consecu<strong>en</strong>cias del mismo <strong>en</strong> la psique individual. Los nexos<br />
de poder se reproducirían <strong>en</strong> el aparato anímico de cada hombre 448 , lo que conlleva,<br />
manifiestam<strong>en</strong>te, a ver con más det<strong>en</strong>imi<strong>en</strong>to el rol de los intelectuales, la función de los<br />
aparatos ideológicos, el papel de los medios masivos de comunicación y, <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral, el peso<br />
político de la cultura popular.<br />
En el Tercer Mundo p<strong>en</strong>sadores ilustres y de notable influ<strong>en</strong>cia pública han contribuido<br />
muy poco al esclarecimi<strong>en</strong>to de esta problemática. La traición de los grandes intelectuales<br />
de moda, su frivolidad fr<strong>en</strong>te a los asuntos realm<strong>en</strong>te serios y su desconsideración ante los<br />
problemas de la vida cotidiana ti<strong>en</strong><strong>en</strong> que ver con sus principios morales primarios y su<br />
proced<strong>en</strong>cia de una tradición cultural poco crítica y más bi<strong>en</strong> autoritaria y hasta dogmática,<br />
disimulada, obviam<strong>en</strong>te, por las modas del día, el relativismo axiológico y la tolerancia<br />
superficial con respecto a todo. Esto ha demostrado ser, <strong>en</strong> el fondo, un f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o universal.<br />
Los déspotas reales a los que los intelectuales cantan alabanzas ─ mi<strong>en</strong>tras esta actividad<br />
brinda réditos público-políticos ─ correspond<strong>en</strong> al alma tiránica y egoísta que suel<strong>en</strong> llevar<br />
los intelectuales <strong>en</strong> su interior 449 . Y <strong>en</strong> nuestra época ello se complem<strong>en</strong>ta con una<br />
consci<strong>en</strong>cia populista igualitaria, que, como dice George Steiner, está impregnada de<br />
<strong>en</strong>vidia, d<strong>en</strong>igración y nivelación hacia abajo, todo ello bajo el rótulo de la moderna<br />
democracia de masas 450 .<br />
Por todo ello es imprescindible examinar, aunque sea someram<strong>en</strong>te, el carácter de las<br />
m<strong>en</strong>talidades colectivas y de la función de los intelectuales <strong>en</strong> el Tercer Mundo. En la<br />
448 Cf. Martin Jay, op. cit. (nota 13), p. 256.<br />
449 Sobre la predisposición autoritaria de los p<strong>en</strong>sadores postmodernistas más destacados (y sus<br />
inspiradores) cf. el instructivo <strong>en</strong>sayo de Mark Lilla, The Reckless Mind. Intellectuals in Politics, New York:<br />
The New York Review of Books 2001, p. 216.<br />
450 George Steiner, Lecciones de los maestros, México / Madrid: FCE / Siruela 2004, p. 172.<br />
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mayor parte de este <strong>en</strong>orme ámbito geográfico las tradiciones y prácticas liberal-<br />
democráticas han sido hasta hoy débiles y accid<strong>en</strong>tales. Su consolidación se dificulta por la<br />
preponderancia del legado cultural del autoritarismo. Exist<strong>en</strong>, obviam<strong>en</strong>te, muchas<br />
excepciones temporales y espaciales a esta afirmación. En dilatadas regiones de Asia, Africa<br />
y América Latina la democracia repres<strong>en</strong>tativa, liberal y pluralista no ha podido echar raíces<br />
profundas, aunque este juicio sea demasiado g<strong>en</strong>eral y no t<strong>en</strong>ga validez para el futuro. Estas<br />
doctrinas fueron importadas <strong>en</strong> variadas ocasiones y han sido y son desplazadas con la<br />
misma facilidad por ideologías nacionalistas y socialistas, que r<strong>en</strong>iegan del legado liberal-<br />
individualista y que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> como objetivo una modernización apresurada dirigida por un<br />
Estado c<strong>en</strong>tralizado y poderoso. P<strong>en</strong>sadores nacionalistas y marxistas ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a otorgar poca<br />
importancia a la m<strong>en</strong>talidad prevaleci<strong>en</strong>te, ya que ésta constituiría el "factor subjetivo" o la<br />
"superestructura ideológica", que, <strong>en</strong> el mejor de los casos, sería barrida del horizonte social<br />
por medio de los procesos materiales de urbanización e industrialización. Desde el primer<br />
contacto con la cultura europea occid<strong>en</strong>tal, los intelectuales del Tercer Mundo se destacaron<br />
─ con pocas y notables excepciones ─ por adoptar una versión tecnicista e instrum<strong>en</strong>talista<br />
de la modernidad. Esto les permitió tolerar simultáneam<strong>en</strong>te el autoritarismo y el<br />
burocratismo rutinarios <strong>en</strong> la administración pública y mant<strong>en</strong>er los antiguos hábitos<br />
sociales, todo esto como una preservación de elem<strong>en</strong>tos c<strong>en</strong>trales de la id<strong>en</strong>tidad colectiva<br />
tradicional. Ellos mismos prov<strong>en</strong>ían de una her<strong>en</strong>cia cultural autoritaria, y por ello este<br />
f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o no les llamó la at<strong>en</strong>ción negativam<strong>en</strong>te. Más aun: el autoritarismo ─ practicado<br />
g<strong>en</strong>erosam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> regím<strong>en</strong>es nacionalistas y socialistas ─ parecía y parece ser altam<strong>en</strong>te<br />
favorable para los fines de un progreso acelerado dirigido desde arriba. La mayoría de los<br />
intelectuales <strong>en</strong> Asia, Africa y América Latina no protestó contra la car<strong>en</strong>cia de valores y<br />
procedimi<strong>en</strong>tos democráticos <strong>en</strong> el ámbito socialista (hasta 1989). Tampoco les preocupa la<br />
dignidad ontológica inferior atribuida al individuo <strong>en</strong> sus propios países y el uniformami<strong>en</strong>to<br />
de las pautas de comportami<strong>en</strong>to que se deriva del actual proceso globalizador. A comi<strong>en</strong>zos<br />
del siglo XXI se puede constatar <strong>en</strong> numerosos países del Tercer Mundo una modernización<br />
tecnocrática, que, con muchas limitaciones, ha devaluado el estatismo y el colectivismo,<br />
pero ha dejado incólume una porción considerable de la tradición autoritaria y ha g<strong>en</strong>erado<br />
una amplia homog<strong>en</strong>eización de toda la vida privada y pública.<br />
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Uno de los fundam<strong>en</strong>tos de la m<strong>en</strong>talidad conservadora-conv<strong>en</strong>cional prevaleci<strong>en</strong>te <strong>en</strong> el<br />
Tercer Mundo es paradójicam<strong>en</strong>te una visión acrítica de la modernidad: la convicción de<br />
que ésta no es una creación específica de un grupo de naciones ─ para la que fueron<br />
imprescindibles la ci<strong>en</strong>cia y el racionalismo, cosas que se dieron <strong>en</strong> pocas regiones del<br />
mundo ─, sino un f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o g<strong>en</strong>eral, casi natural, al cual accederán, más temprano o más<br />
tarde, todos los pueblos del mundo. Esta cualidad de universalidad atribuida al proceso de<br />
modernización ti<strong>en</strong>de a sobrevalorar sus aspectos positivos (<strong>en</strong>tre otras razones porque<br />
serían históricam<strong>en</strong>te obligatorios) y a pasar por alto sus lados negativos. Ya que la<br />
modernización es considerada como algo fácticam<strong>en</strong>te inexorable, la consci<strong>en</strong>cia intelectual<br />
ha evitado todo cuestionami<strong>en</strong>to serio y profundo de ese objetivo tan anhelado. En la praxis<br />
lo que ha resultado de todo ésto puede ser descrito como una modernización imitativa de<br />
segunda clase que es vista como si fuese de primera. La consecu<strong>en</strong>cia inevitable es una<br />
tecnofilia <strong>en</strong> el ámbito económico-organizativo: los intelectuales del Tercer Mundo no han<br />
desarrollado la ci<strong>en</strong>cia contemporánea ni g<strong>en</strong>erado los grandes inv<strong>en</strong>tos técnicos, y<br />
precisam<strong>en</strong>te por ello ti<strong>en</strong><strong>en</strong> una opinión ing<strong>en</strong>ua y casi mágica de todo lo relacionado con<br />
la tecnología. Numerosos sectores sociales desdeñan la esfera del p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to críticoci<strong>en</strong>tífico<br />
con el mismo <strong>en</strong>tusiasmo con que utilizan las técnicas importadas, sin reflexionar<br />
sobre las consecu<strong>en</strong>cias a largo plazo de tal comportami<strong>en</strong>to. El resultado g<strong>en</strong>eral es una<br />
m<strong>en</strong>talidad colectiva predominante <strong>en</strong> ext<strong>en</strong>sas porciones del Tercer Mundo, que puede ser<br />
calificada como una fatal combinación de autoritarismo y tecnofilia. Una de mis<br />
experi<strong>en</strong>cias recurr<strong>en</strong>tes y deprim<strong>en</strong>tes es la car<strong>en</strong>cia de una consci<strong>en</strong>cia de problemas <strong>en</strong> el<br />
Tercer Mundo <strong>en</strong> torno a los propios asuntos más alarmantes, como la crisis del medio<br />
ambi<strong>en</strong>te, las consecu<strong>en</strong>cias de la explosión demográfica, la excesiva burocratización de la<br />
administración pública y la necesidad de p<strong>en</strong>sar <strong>en</strong> el largo plazo.<br />
Esta m<strong>en</strong>talidad ti<strong>en</strong>e algunos inconv<strong>en</strong>i<strong>en</strong>tes adicionales. No es una actitud que examina<br />
con ánimo esclarecedor ni la propia tradición ni la recepción meram<strong>en</strong>te instrum<strong>en</strong>tal de la<br />
modernidad occid<strong>en</strong>tal. Es más bi<strong>en</strong> una r<strong>en</strong>ovación de la apología conv<strong>en</strong>cional del propio<br />
pasado, que ahora, con autoridad "ci<strong>en</strong>tífica", subestima el legado autóctono de despotismo<br />
e irracionalidad y sobreestima los aspectos técnico-económicos de la modernidad<br />
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importada 451 . Por ello el autoritarismo y la adopción de una modernidad acrítica y<br />
tecnocrática van bastante bi<strong>en</strong> de la mano, desat<strong>en</strong>di<strong>en</strong>do los problemas del medio ambi<strong>en</strong>te,<br />
minimizando las defici<strong>en</strong>cias de la urbanización acelerada, callando los excesos del<br />
desarrollo demográfico y celebrando los modestos logros de una industrialización dudosa.<br />
Todo esto repres<strong>en</strong>ta, por otra parte, un aporte apreciado y popular para consolidar una<br />
id<strong>en</strong>tidad colectiva dev<strong>en</strong>ida precaria, una contribución intelectual muy esperada para<br />
reafirmar una nacionalidad que pierde prestigio ante el avance imparable de la<br />
modernización occid<strong>en</strong>tal. La m<strong>en</strong>cionada mezcla de autoritarismo y tecnofilia es percibida<br />
como una reconquista 452 de la id<strong>en</strong>tidad colectiva: la rápida superación de un atraso técnico-<br />
industrial considerado como intolerable <strong>en</strong> el contexto actual de las naciones, una<br />
superación que incluye un reforzami<strong>en</strong>to de tradiciones culturales vistas ahora como<br />
am<strong>en</strong>azadas por la influ<strong>en</strong>cia occid<strong>en</strong>tal. Esta nueva id<strong>en</strong>tidad nacional constituye un pu<strong>en</strong>te<br />
<strong>en</strong>tre el pasado ahora revalorizado y una aceptación selectiva de la modernidad percibida<br />
como algo universal, es decir como algo que supera de lejos el horizonte civilizatorio<br />
europeo. El peligro de todo esto reside, evid<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te, <strong>en</strong> una nueva ilusión colectiva y <strong>en</strong><br />
la probabilidad de diversas variantes de fundam<strong>en</strong>talismo. La nueva utopía es concebida<br />
como una abundancia de bi<strong>en</strong>es materiales posibilitada por el avance técnico, pero que ti<strong>en</strong>e<br />
lugar <strong>en</strong> una constelación de colectivismo y homog<strong>en</strong>eidad muy marcada. Por ello el<br />
fundam<strong>en</strong>talismo es considerado como la respuesta premoderna a los desafíos de la<br />
modernidad occid<strong>en</strong>tal <strong>en</strong> aquellas regiones del Tercer Mundo que están am<strong>en</strong>azadas por<br />
crisis de id<strong>en</strong>tidad y donde predomina una ambigüedad irritante <strong>en</strong> los valores de<br />
ori<strong>en</strong>tación: las tradiciones aristocráticas se evaporan, las normativas conv<strong>en</strong>cionales de<br />
índole autoritaria y colectivista se manti<strong>en</strong><strong>en</strong> y no surg<strong>en</strong> nuevos valores <strong>en</strong>dóg<strong>en</strong>os de<br />
ori<strong>en</strong>tación a consecu<strong>en</strong>cia de una debilidad básica fr<strong>en</strong>te a la exitosa cultura occid<strong>en</strong>tal 453 .<br />
451 Cf. dos obras que no han perdido vig<strong>en</strong>cia: Samuel Kodjo, Probleme der Akkulturation in Afrika<br />
(Problemas de aculturación <strong>en</strong> Africa), Meis<strong>en</strong>heim: Hain 1973; Bassam Tibi, Die Krise des modern<strong>en</strong> Islams.<br />
Eine vorindustrielle Kultur im wiss<strong>en</strong>schaftlich-technisch<strong>en</strong> Zeitalter (La crisis del Islam moderno. Una cultura<br />
pre-industrial <strong>en</strong> la era ci<strong>en</strong>tífico-técnica), Munich: Beck 1981.<br />
452 Anouar Abdel-Malek, La dialectique sociale, París: Seuil 1972, p. 69.<br />
453 Cf. Thomas Meyer, Fundam<strong>en</strong>talismus. Die andere Dialektik der Aufklärung (Fundam<strong>en</strong>talismo. La<br />
otra dialéctica de la Ilustración), <strong>en</strong>: Thomas Meyer (comp.), Fundam<strong>en</strong>talismus in der Dritt<strong>en</strong> Welt. Die<br />
Internationale der Unvernunft (El fundam<strong>en</strong>talismo <strong>en</strong> el Tercer Mundo. La Internacional del irracionalismo),<br />
Frankfurt: Suhrkamp 1989, p. 16.<br />
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El s<strong>en</strong>tido común guiado críticam<strong>en</strong>te se nutre del p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to clásico, mitigado por las<br />
tareas de la g<strong>en</strong>te consagrada a la vida práctica y a los negocios cotidianos. El common<br />
s<strong>en</strong>se anglosajón (tanto <strong>en</strong> su verti<strong>en</strong>te británica como <strong>en</strong> la norteamericana) se originó <strong>en</strong><br />
aquella atmósfera que gozaba de una cierta autonomía con respecto al poder estatal y que<br />
estaba <strong>en</strong>lazada con el comercio internacional, donde la pluralidad de culturas, perspectivas<br />
y visiones del mundo impidió el surgimi<strong>en</strong>to de dogmatismos profundos y perman<strong>en</strong>tes. La<br />
tradición empírica, la inclinación a soluciones pragmáticas, la t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia a sopesar todos los<br />
aspectos de un asunto y la prop<strong>en</strong>sión a los experim<strong>en</strong>tos fom<strong>en</strong>taron la consolidación de un<br />
common s<strong>en</strong>se que pasó paulatinam<strong>en</strong>te del terr<strong>en</strong>o práctico-pragmático a la esfera del<br />
p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to y las actividades intelectuales 454 . Un s<strong>en</strong>tido común guiado críticam<strong>en</strong>te no es<br />
un escepticismo doctrinario, y requiere de los esfuerzos sistemáticos desplegados por las<br />
escuelas racionalistas de la filosofía y las ci<strong>en</strong>cias sociales y de la perman<strong>en</strong>te reflexión<br />
ética 455 . El p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to crítico y radical sólo puede ser fructífero, dijo Erich Fromm, si está<br />
unido a la cualidad más valiosa del ser humano: el amor a la vida 456 .<br />
El s<strong>en</strong>tido común guiado críticam<strong>en</strong>te es, <strong>en</strong> cierta manera, una prolongación del modelo<br />
clásico de prud<strong>en</strong>cia y plausibilidad (phronesis), pero <strong>en</strong>riquecido mediante el análisis<br />
desapasionado de la historia universal, decurso, <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral, de hechos atroces y<br />
simultáneam<strong>en</strong>te banales. No es, por lo tanto, otra versión del "sano s<strong>en</strong>tido común<br />
conv<strong>en</strong>cional" que, con toda razón, criticara Theodor W. Adorno, actitud que siempre buscó<br />
las coincid<strong>en</strong>cias con el poder político del mom<strong>en</strong>to y que ha sido responsable por algunas<br />
de las aberraciones socio-políticas más graves de los últimos siglos 457 . La concepción<br />
454<br />
Sobre la plausibilidad y necesidad de un common s<strong>en</strong>se <strong>en</strong> la sociología política y la antropología<br />
filosófica, cf. Gerhard Schulze, op. cit. (nota 30), pp. 192-207.<br />
455<br />
Aristoteles, Nikomachische Ethik (Etica a Nicómaco), Munich: dtv 1972, pp. 182-190 (= 1139a -<br />
1141b), la obra de ética más notable escrita jamás.<br />
456<br />
Erich Fromm, Anatomie der m<strong>en</strong>schlich<strong>en</strong> Destruktivität (Anatomía de la destructividad humana),<br />
Reinbek: Rowohlt 1981, p. 490 sq.<br />
457 Theodor W. Adorno, Minima moralia. Reflexion<strong>en</strong> aus dem beschädigt<strong>en</strong> Leb<strong>en</strong> (Minima moralia.<br />
Reflexiones desde la vida deteriorada), Frankfurt: Suhrkamp 1971, p. 89; Adorno, Aufsätze zur<br />
Gesellschaftstheorie und Methodologie (Ensayos sobre teoría de la sociedad y metodología), Frankfurt:<br />
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clásica de prud<strong>en</strong>cia (autodisciplina, autolimitación) es hoy indisp<strong>en</strong>sable porque nos<br />
muestra los peligros inher<strong>en</strong>tes a la libertad desbocada y desmesurada, es decir:<br />
autodestructiva, que se deriva de la concepción racionalista-absolutista de hacer tabula rasa<br />
de la historia y de proponer el cambio por el cambio mismo, como si los seres humanos<br />
estuvieran <strong>en</strong> la posibilidad de modificar soberanam<strong>en</strong>te el mundo según sus designios<br />
mom<strong>en</strong>táneos 458 .<br />
Paradójicam<strong>en</strong>te este tipo de common s<strong>en</strong>se crítico nos hace ver <strong>en</strong> otra luz ─ más positiva<br />
─ algunos aspectos del saber clásico, sobre todo la relación <strong>en</strong>tre metas e instrum<strong>en</strong>tos.<br />
Aristóteles trató de manera sistemática el objetivo del Estado, estableci<strong>en</strong>do que este último,<br />
con todas sus instituciones y reglas, no es más que un medio para un fin más alto: la<br />
felicidad de sus ciudadanos. El funcionami<strong>en</strong>to adecuado de una comunidad y la dicha de<br />
los mortales pued<strong>en</strong> ser consideradas como dos caras complem<strong>en</strong>tarias del mismo esfuerzo,<br />
tales como son, por ejemplo, la contemplación teórica y la praxis política ciudadana 459 . Este<br />
<strong>en</strong>foque todavía puede r<strong>en</strong>dir frutos adecuados <strong>en</strong> el pres<strong>en</strong>te: la mejor filosofía de la<br />
historia es aquella que examina el desempeño global de un modelo económico-político<br />
específico de acuerdo a la felicidad que brinda a sus ciudadanos y al criterio de la vida<br />
cotidiana, y no según su cercanía a modelos abstractos de organización social, a utopías<br />
literarias o a leyes presuntam<strong>en</strong>te obligatorias del desarrollo histórico. En este contexto es<br />
conv<strong>en</strong>i<strong>en</strong>te m<strong>en</strong>cionar que el respeto estricto a los procedimi<strong>en</strong>tos democráticos, la<br />
corrección <strong>en</strong> las elecciones, la continuidad de las instituciones del Estado de Derecho y<br />
hasta el "patriotismo constitucional" (Habermas) no son probablem<strong>en</strong>te sufici<strong>en</strong>tes para<br />
configurar un ord<strong>en</strong> razonable; como sostuvo Axel Honneth, hace falta una constelación<br />
Suhrkamp 1970, p. 115.<br />
458 Friedrich Rapp, Destruktive Freiheit. Ein Plädoyer geg<strong>en</strong> die Masslosigkeit der modern<strong>en</strong> Welt (La<br />
libertad destructiva. Argum<strong>en</strong>tos contra la desmesura del mundo moderno), Münster / Hamburgo: LIT 2003; cf.<br />
la interesante síntesis de Amán Rosales Rodríguez, ¿Libertad sin medida, libertad que destruye? Acerca de un<br />
diagnóstico crítico de la modernidad, <strong>en</strong>: REVISTA DE FILOSOFIA DE LA UNICVERSIDAD DE COSTA<br />
RICA (San José), vol. XLII, Nº 105, <strong>en</strong>ero-abril de 2004, pp. 175-181.<br />
459<br />
Aristoteles, Politik (Política), Reinbek: Rowohlt 1965, pp. 94 (= 1279 a-b), 97-99 (= 1280 a - 1281 a),<br />
233 sq. (= 1325 b).<br />
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formada por la solidaridad, el reconocimi<strong>en</strong>to y el amor para asegurar la participación<br />
efectiva <strong>en</strong> la vida pública 460 .<br />
Este <strong>en</strong>sayo ha tratado de explorar la conv<strong>en</strong>i<strong>en</strong>cia de posiciones intermedias, es decir de<br />
evaluar lo positivo de las grandes t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias históricas, evitando sobreestimar los extremos.<br />
Aristóteles <strong>en</strong>trevió esta posibilidad: las contradicciones conv<strong>en</strong>cionales no dejan lugar para<br />
terceras posiciones, pero sí los opuestos, que sólo marcan los extremos, <strong>en</strong>tre los cuales son<br />
posibles diversas posturas y actitudes 461 . Para edificar una explicación coher<strong>en</strong>te de<br />
problemas actuales se pued<strong>en</strong> y deb<strong>en</strong> considerar puntos intermedios <strong>en</strong>tre las sigui<strong>en</strong>tes<br />
posiciones, que de ninguna manera son equidistantes <strong>en</strong>tre ellas y que están m<strong>en</strong>cionadas<br />
aquí sólo como ejemplos didácticos de un s<strong>en</strong>tido común guiado críticam<strong>en</strong>te.<br />
Entre la concepción que afirma el s<strong>en</strong>tido pl<strong>en</strong>o de la evolución histórica y el <strong>en</strong>foque que<br />
proclama el sins<strong>en</strong>tido primordial de ese desarrollo, parece razonable dudar de un s<strong>en</strong>tido<br />
evid<strong>en</strong>te y estable del mismo, pero se puede atribuir un s<strong>en</strong>tido parcialm<strong>en</strong>te satisfactorio a<br />
determinados periodos históricos y a ciertos esfuerzos sistemáticos de los seres humanos,<br />
destinados a mejorar la conviv<strong>en</strong>cia social. La exist<strong>en</strong>cia de leyes y etapas obligatorias de la<br />
historia es una opción teórica altam<strong>en</strong>te improbable. Pero no todos los sistemas<br />
sociopolíticos y económicos se hallan a la misma altura <strong>en</strong>tre sí (o a igual distancia de Dios).<br />
Afirmar que todos los modelos culturales son inconm<strong>en</strong>surables <strong>en</strong>tre sí es un débil<br />
consuelo para <strong>en</strong>cubrir las fal<strong>en</strong>cias (y la inhumanidad) de numerosos ord<strong>en</strong>ami<strong>en</strong>tos<br />
sociales. Existe una gradación cualitativa <strong>en</strong>tre ellos, y los mejores son claram<strong>en</strong>te aquellos<br />
que han sabido brindar una vida bi<strong>en</strong> lograda y libertades más amplias a sus habitantes. La<br />
exist<strong>en</strong>cia de un solo paradigma normativo-positivo de desarrollo es insost<strong>en</strong>ible, pero<br />
igualm<strong>en</strong>te la posición que decreta la diversidad e incomparabilidad totales de los regím<strong>en</strong>es<br />
460 Axel Honneth, Kampf um Anerk<strong>en</strong>nung. Zur moralisch<strong>en</strong> Grammatik sozialer Konflikte (Lucha por el<br />
reconocimi<strong>en</strong>to. Sobre la gramática moral de los conflictos sociales), Frankfurt: Suhrkamp 1998, p. 65 sq., 68,<br />
73, 278 sq.- Cf. la posición matizada de Jürg<strong>en</strong> Habermas, Der gespalt<strong>en</strong>e West<strong>en</strong> (El Occid<strong>en</strong>te escindido),<br />
Frankfurt: Suhrkamp 2004, p. 64 sqq., 68 sqq.<br />
461 Aristoteles, Metaphysik (Metafísica), Reinbek: Rowohlt 1966, p. 223 (= 1055 b).<br />
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civilizatorios, y así iguala y equipara a todos hacia abajo, hacia el mínimo común<br />
d<strong>en</strong>ominador, que es a veces la estulticia humana 462 .<br />
El contexto de ideas e instituciones alrededor de la Ilustración europea es algo digno de ser<br />
def<strong>en</strong>dido aun hoy y la negación deconstruccionista del racionalismo repres<strong>en</strong>ta una moda<br />
deleznable que no pasará la prueba del tiempo y las g<strong>en</strong>eraciones. La apología de las<br />
difer<strong>en</strong>cias culturales y sociohistóricas como valores per se, fuera de todo cuestionami<strong>en</strong>to<br />
racionalista, <strong>en</strong>cubre la exist<strong>en</strong>cia de prácticas autoritarias que no pued<strong>en</strong> ser def<strong>en</strong>didas por<br />
ningún argum<strong>en</strong>to racional. El extremo que hay que evitar de todas maneras es la transición<br />
de autoritarismo a totalitarismo, posibilidad que ahora, <strong>en</strong> el Tercer Mundo, se ha<br />
acrec<strong>en</strong>tado por el surgimi<strong>en</strong>to de regím<strong>en</strong>es populistas y fundam<strong>en</strong>talistas.<br />
Es conv<strong>en</strong>i<strong>en</strong>te adoptar una línea intermedia <strong>en</strong>tre universalismo y particularismo y<br />
alcanzar una síntesis fructífera de ambos. Como escribió Mauricio Beuchot, puede darse un<br />
tipo de interpretación que sea preponderantem<strong>en</strong>te abierto y plural y, sin embargo, aspire a<br />
lograr cierta unidad 463 . También es adecuada una posición intermedia <strong>en</strong>tre la teoría que<br />
califica la política como el juego aleatorio del poder y la concepción de la política como la<br />
ocupación más noble para hacer razonable y segura la conviv<strong>en</strong>cia humana. Pese a todas sus<br />
car<strong>en</strong>cias, la democracia repres<strong>en</strong>tativa pluralista, originada primeram<strong>en</strong>te <strong>en</strong> Europa<br />
Occid<strong>en</strong>tal, sigue si<strong>en</strong>do el camino m<strong>en</strong>os malo para organizar la vida social de los<br />
mortales, y por ello, junto con el Estado de Derecho, merece ser consolidada y ampliada.<br />
Se trata, <strong>en</strong> el fondo, de conclusiones de s<strong>en</strong>tido común, dichas además <strong>en</strong> clave<br />
provisoria, que como tales son decepcionante para el lector que ha buscado respuestas<br />
originales.<br />
462 George Steiner, op. cit. (nota 36), p. 172.<br />
463 Mauricio Beuchot, Tratado de herm<strong>en</strong>éutica analógica. Hacia un nuevo modelo de interpretación,<br />
México: UNAM / Itaca 2000, p. 11.<br />
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