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A<br />

El 26 de septiembre, dos hombres murieron y un<br />

tercero resultó herido de muerte en circunstancias<br />

poco claras, cuando las fuerzas de seguridad<br />

irrumpieron en una casa en busca de un hombre que<br />

presuntamente había “provocado disturbios”. No se<br />

tenía constancia de que se hubiera emprendido<br />

ninguna investigación independiente al respecto.<br />

Al parecer, varios hombres fueron condenados a<br />

flagelación por haber participado en las protestas de<br />

la Provincia Oriental, mientras que a otros se les<br />

prohibió viajar al extranjero. Los clérigos chiíes<br />

que propugnaban reformas o criticaban al gobierno<br />

en público eran detenidos y, en algunos casos,<br />

acusados de desobedecer al gobernante y de otros<br />

delitos.<br />

Sheij Nimr Baqir al Nimr, que criticaba con<br />

frecuencia la discriminación de la minoría chií, fue<br />

detenido el 8 de julio en Al Awwamiya (Provincia<br />

Oriental), al parecer a causa de unos comentarios que<br />

presuntamente había formulado tras la muerte del<br />

ministro del Interior, el príncipe Naif bin Abdulaziz al<br />

Saud. En el momento de su detención resultó herido de<br />

bala en circunstancias controvertidas. Las autoridades<br />

lo calificaron de “instigador de la sedición” y<br />

aseguraron que había recibido el disparo en un puesto<br />

de control, cuando él y otras personas se resistieron a<br />

ser detenidos y trataron de escapar; sin embargo, su<br />

familia sostenía que estaba solo y desarmado cuando<br />

fue detenido. Al terminar el año continuaba recluido sin<br />

cargos ni juicio.<br />

En agosto se presentaron cargos, por instigar a las<br />

autoridades, calumniar al Consejo de Ulemas y otros<br />

delitos, contra Sheij Tawfiq al Amer, clérigo chií que<br />

propugnaba reformas y llevaba recluido desde agosto<br />

de 2011. En diciembre fue condenado a tres años de<br />

prisión y a la prohibición de viajar durante cinco años y<br />

de dar prédicas y discursos.<br />

Tortura y otros malos tratos<br />

Según informes, la tortura y los malos tratos de<br />

detenidos y presos condenados seguían siendo<br />

prácticas comunes y generalizadas, que<br />

habitualmente quedaban impunes. Entre los métodos<br />

denunciados se mencionaban palizas, suspensión<br />

por las extremidades y privación de sueño. Al parecer,<br />

entre las personas torturadas figuraban manifestantes<br />

detenidos, que permanecían recluidos en régimen de<br />

incomunicación durante días o semanas, sin cargos<br />

ni juicio.<br />

Según noticias, algunas personas recluidas en la<br />

prisión de Al Hair comunicaron a sus familias en agosto<br />

que habían sido agredidas por guardias penitenciarios,<br />

y temían por su vida.<br />

Derechos de las mujeres<br />

Las mujeres seguían discriminadas en la ley y en la<br />

práctica, y no recibían protección adecuada contra la<br />

violencia intrafamiliar y otros tipos de violencia de<br />

género.<br />

Por primera vez se permitió a dos mujeres saudíes<br />

participar en los Juegos Olímpicos, aunque con<br />

condiciones relativas al código indumentario islámico<br />

y a la presencia de tutela masculina.<br />

La ley seguía exigiendo a las mujeres la<br />

autorización de un tutor varón para casarse, viajar,<br />

aceptar trabajo remunerado o matricularse en centros<br />

de educación superior. A diferencia de los varones,<br />

las mujeres saudíes casadas con extranjeros no<br />

podían transmitir la nacionalidad a sus hijos.<br />

Continuaba la prohibición de conducir para las<br />

mujeres, aunque la campaña “Mujeres al volante”,<br />

llevada a cabo por activistas locales, la desafiaba. Al<br />

parecer, algunas mujeres se veían atrapadas en<br />

relaciones violentas y de maltrato a causa de normas<br />

discriminatorias relativas al matrimonio y al divorcio.<br />

Derechos de la población trabajadora<br />

migrante<br />

La legislación laboral no protegía adecuadamente a<br />

los trabajadores migrantes –que representaban<br />

alrededor de un tercio de la población– y los dejaba<br />

expuestos a sufrir explotación y abusos a manos de<br />

sus empleadores. Las empleadas domésticas corrían<br />

especial riesgo de violencia sexual y otros abusos.<br />

Penas crueles, inhumanas o degradantes<br />

Los tribunales continuaban imponiendo penas de<br />

flagelación, ya fuera como pena principal o<br />

suplementaria, por numerosos delitos. Al menos<br />

cinco personas fueron condenadas a recibir entre<br />

1.000 y 2.500 latigazos. Las penas de flagelación se<br />

ejecutaban en las prisiones.<br />

Pena de muerte<br />

Los tribunales continuaron imponiendo condenas de<br />

muerte por diversos delitos relacionados con drogas y<br />

de otra índole. Se creía que había cientos de<br />

personas condenadas a muerte, algunas desde hacía<br />

40 Informe 2013 Amnistía Internacional

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