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Texto Base - Congreso Eucarístico Nacional

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V <strong>Congreso</strong> <strong>Eucarístico</strong> <strong>Nacional</strong><br />

“LA EUCARISTÍA: MESA FRATERNA PARA LA RECONCILIACIÓN<br />

Y LA PAZ”.<br />

1.- INTRODUCCIÓN<br />

“DENLES USTEDES DE COMER”<br />

Tijuana, 5-9 de octubre, 2011<br />

DOCUMENTO BASE<br />

El V <strong>Congreso</strong> <strong>Eucarístico</strong> <strong>Nacional</strong>, que se llevará a cabo en la<br />

ciudad de Tijuana durante el mes de octubre de 2011, ofrecerá a esta<br />

Iglesia local y a la Iglesia Católica en México un tiempo fuerte de<br />

oración y de reflexión para celebrar el don de la Sagrada Eucaristía.<br />

Este 5° <strong>Congreso</strong> está en continuidad con el legado de los <strong>Congreso</strong>s<br />

<strong>Eucarístico</strong>s <strong>Nacional</strong>es que han marcado la historia y las vicisitudes<br />

de la Iglesia en México desde los comienzos del siglo XX. El primer<br />

<strong>Congreso</strong> <strong>Eucarístico</strong> <strong>Nacional</strong>, celebrado en Guadalajara, Jal. en el<br />

año 1906, se integró en el Tercer <strong>Congreso</strong> Católico <strong>Nacional</strong>. El<br />

segundo se llevó a cabo en la Ciudad de México, en Octubre de 1924,<br />

en un ambiente muy difícil de persecución religiosa por parte del<br />

gobierno mexicano.<br />

Fue hasta Mayo del 2000, en vísperas del XLVII <strong>Congreso</strong> <strong>Eucarístico</strong><br />

Internacional, con motivo del Jubileo de la Encarnación, cuando se<br />

pudo celebrar el tercer <strong>Congreso</strong> <strong>Nacional</strong>, también en México, D. F.<br />

con una manifestación extraordinaria de la fe de los mexicanos en<br />

torno al misterio eucarístico.<br />

Y el cuarto <strong>Congreso</strong> <strong>Nacional</strong> tuvo lugar en la Arquidiócesis de<br />

Morelia, Mich., del 30 de Abril al 4 de Mayo 4 de 2008, en vísperas del<br />

XLIX <strong>Congreso</strong> <strong>Eucarístico</strong> Internacional celebrado en Quebec,<br />

Canadá.<br />

También nuestra nación tuvo el honor de ser la sede del XLVIII<br />

<strong>Congreso</strong> <strong>Eucarístico</strong> Internacional que se llevó a cabo en la<br />

Arquidiócesis de Guadalajara, Jal. en octubre del año 2006.<br />

1


Este 5º <strong>Congreso</strong> <strong>Nacional</strong> que será celebrado con la gracia de Dios<br />

en la frontera noroeste de México, como preparación al quincuagésimo<br />

<strong>Congreso</strong> <strong>Eucarístico</strong> Internacional que, Dios mediante, se realizará<br />

en el año 2012 en la capital irlandesa de Dublín, tendrá lugar en el<br />

marco histórico del Bicentenario de la Independencia de México y del<br />

Centenario de la Revolución Mexicana.<br />

El Ritual de “La Sagrada Comunión y del Culto a la Eucaristía fuera de<br />

la Misa” describe el sentido de los <strong>Congreso</strong>s <strong>Eucarístico</strong>s y señala<br />

también sus objetivos y algunas normas para su realización:<br />

"Los <strong>Congreso</strong>s eucarísticos, que en los tiempos modernos se han<br />

introducido en la vida de la Iglesia como peculiar manifestación del<br />

culto eucarístico, se han de mirar como una statio [estación], a la cual<br />

alguna comunidad invita a toda la Iglesia local, o una Iglesia local<br />

invita a otras Iglesias de la región o de la nación, o aun de todo el<br />

mundo, para que todos juntos reconozcan más plenamente el misterio<br />

de la Eucaristía bajo algún aspecto particular y lo veneren<br />

públicamente con el vínculo de la caridad y de la unión" 1 .<br />

Un <strong>Congreso</strong> <strong>Eucarístico</strong> es una concentración de la Iglesia para<br />

celebrar a Jesucristo vivo y presente en la Eucaristía, fuente y cumbre<br />

de la evangelización y centro de la vida de la Iglesia.<br />

Podemos definirlo como una manifestación especial del culto<br />

eucarístico, que convoca al pueblo cristiano de toda una nación,<br />

alrededor de Cristo en su misterio pascual, con todo el pueblo de Dios<br />

representado y presidido por sus pastores 2 .<br />

“Al preguntarnos qué es un <strong>Congreso</strong> <strong>Eucarístico</strong>, podemos decir que<br />

se trata de una vivencia fuerte de la Iglesia en torno al centro de<br />

nuestra fe, en torno a Cristo realmente presente en el Sacramento del<br />

altar. Es una vivencia de fe, una manifestación pública de culto y una<br />

expresión de caridad” 3 .<br />

Es un verdadero acontecimiento eclesial. Un signo auténtico de fe y de<br />

caridad, de compromiso y oración, por la participación de la Iglesia<br />

local y por la presencia representativa de otras comunidades.<br />

1 Ritual de la Sagrada Comunión y del Culto a la Eucaristía fuera de la Misa 1973, nn. 109-112<br />

2 Cfr. X <strong>Congreso</strong> <strong>Eucarístico</strong> <strong>Nacional</strong> de España – Toledo, 27 a 30 de junio de 2010,<br />

3 Mons. Alberto Suárez Inda, Convocatoria al 4º <strong>Congreso</strong> <strong>Eucarístico</strong> <strong>Nacional</strong> de Morelia<br />

2


Las Iglesias particulares, unidas en la comunión eucarística, forman<br />

una gran asamblea que manifiesta de manera elocuente el culto<br />

eucarístico de la vida de la Iglesia 4 .<br />

La Iglesia local, sede de un <strong>Congreso</strong> <strong>Eucarístico</strong> <strong>Nacional</strong>, se<br />

convierte en punto de convergencia de las Iglesias particulares y las<br />

convoca para expresar la fe en el Misterio de la Eucaristía e integrarlas<br />

en una experiencia de comunión y solidaridad.<br />

Sus fines y objetivos<br />

Tres son los fines de los <strong>Congreso</strong>s <strong>Eucarístico</strong>s. El primero es<br />

reconocer y celebrar el misterio y el don de la Eucaristía, el segundo<br />

es fortalecer la fe y el testimonio de la Iglesia y, el tercero, reflexionar,<br />

orar y encontrar caminos para una pastoral evangelizadora y<br />

misionera que tenga como fuente y cumbre la celebración eucarística.<br />

Las características y programas de un <strong>Congreso</strong> <strong>Eucarístico</strong><br />

La Eucaristía celebrada, la Eucaristía adorada y la Eucaristía vivida<br />

constituye la triple faceta de los <strong>Congreso</strong>s <strong>Eucarístico</strong>s, cuyas<br />

dimensiones son la oración, la adoración, el estudio, la reflexión e<br />

intercambio de ideas, la celebración, la comunión, la caridad y la<br />

misión. Los <strong>Congreso</strong>s <strong>Eucarístico</strong>s conllevan siempre una obra<br />

social.<br />

El programa de los <strong>Congreso</strong>s <strong>Eucarístico</strong>s está entretejido de<br />

conferencias, seminarios, mesas redondas, celebraciones litúrgicas,<br />

adoración eucarística y ofertas culturales y musicales. Asimismo los<br />

<strong>Congreso</strong>s se vertebran y dinamizan a través de un lema y cita bíblica,<br />

que se traducen también en logotipos, catequesis, predicaciones y<br />

demás materiales y subsidios. Estos <strong>Congreso</strong>s suelen presentar una<br />

Temática correspondiente a los problemas que aquejan al mundo. Se<br />

realizan etapas de preparación a nivel parroquial y diocesano y<br />

“Estaciones” de reflexión de todo el país, entre otras actividades.<br />

La eucaristía nos recuerda la Pascua del Señor, es su “memorial”,<br />

cuyo sentido no solamente es recordar sino realizar la presencia del<br />

evento salvífico.<br />

El <strong>Congreso</strong> <strong>Eucarístico</strong> <strong>Nacional</strong> que se celebrará en Tijuana será<br />

ocasión privilegiada para honrar ese don de Dios a nuestra patria y<br />

recordar y actualizar nuestras raíces cristianas y nuestro compromiso<br />

4 Cfr. Pastoral de la Comunicación, 4º <strong>Congreso</strong> <strong>Eucarístico</strong> <strong>Nacional</strong> de Morelia<br />

3


en favor de nuestra nación que espera y necesita una evangelización<br />

nueva y una profunda renovación de la Iglesia.<br />

La eucaristía ha sido desde los inicios fuerza para el anuncio del<br />

Evangelio y para el desarrollo de la historia de México. La eucaristía<br />

sigue siendo, también hoy, un fermento de la cultura espiritual y una<br />

prenda segura de esperanza para el futuro de un mundo globalizado.<br />

2.- UNA REALIDAD PALPITANTE.<br />

Los obispos de México en su reciente Exhortación Pastoral Que en<br />

Cristo, Nuestra Paz, México Tenga Vida Digna, sobre la Misión de la<br />

Iglesia en la Construcción de la Paz, para la vida digna del pueblo de<br />

México, nos han presentado un diagnóstico muy certero y un<br />

panorama verdaderamente crítico de la realidad que vive hoy nuestra<br />

patria. Sus palabras son elocuentes: “Con esta Exhortación Pastoral<br />

queremos compartir nuestro discernimiento sobre la misión de la<br />

Iglesia en la realidad de inseguridad y violencia que se vive en nuestro<br />

país y alentar la esperanza de quienes por esta razón viven con<br />

miedo, con dolor e incertidumbre. La Iglesia cumple su misión<br />

siguiendo los pasos de Jesús y haciendo suyas sus actitudes (Cf. Mt<br />

9,35-36); de Él aprendemos la sublime lección de anunciar el<br />

Evangelio de la paz 5 con la confianza puesta en la fuerza<br />

transformadora del Amor” 6 .<br />

Su diagnostico general es muy alarmante: “En los últimos meses, en<br />

toda la geografía nacional, suceden hechos violentos, relacionados, en<br />

numerosas ocasiones, con la delincuencia organizada; esta situación<br />

se agrava día con día... Esta situación repercute negativamente en la<br />

vida de las personas, de las familias, de las comunidades y de la<br />

sociedad entera; afecta la economía, altera la paz pública, siembra<br />

desconfianza en las relaciones humanas y sociales, daña la cohesión<br />

social y envenena el alma de las personas con el resentimiento, el<br />

miedo, la angustia y el deseo de venganza” 7 .<br />

5<br />

Cf. V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Aparecida, Documento conclusivo,<br />

No. 31.<br />

6<br />

Conferencia Episcopal Mexicana, QUE EN CRISTO, NUESTRA PAZ, MÉXICO TENGA VIDA DIGNA, Exhortación<br />

Pastoral del Episcopado Mexicano sobre la Misión de la Iglesia en la Construcción de la Paz, para la vida<br />

digna del pueblo de México, N. 1<br />

7<br />

Idem, N. 2<br />

4


Los obispos presentan también, en su importante documento, criterios<br />

de discernimiento y líneas de acción que nos permiten enfrentar esta<br />

situación angustiosa con esperanza y decisión al asumir un auténtico y<br />

justo compromiso de fe: “En el seguimiento de Jesucristo, aprendemos<br />

de Él mismo su compasión entrañable ante el dolor humano; su<br />

cercanía a los pobres y a los pequeños; y su fidelidad a la misión<br />

encomendada. Contemplando lo que Él hizo, con la luz de su Vida y<br />

de su Palabra, queremos discernir lo que nosotros debemos hacer en<br />

las circunstancias que se viven en nuestra patria. 8 Nos sentimos<br />

movidos a la compasión evangélica (Cf. Lc 10, 25-37) que nos impulsa<br />

a acercar, a los que sufren, el consuelo de la fe, la fortaleza de la<br />

esperanza y el bálsamo de la caridad” 9 .<br />

Su amplia Exhortación Pastoral está inspirada además en el<br />

magisterio del actual pontífice, el Papa Benedicto XVI y en el<br />

Documento Conclusivo de la V Conferencia del Episcopado<br />

Latinoamericano y del Caribe, en Aparecida: “Acogemos la oportuna<br />

enseñanza del Santo Padre Benedicto XVI que nos invita promover,<br />

con la caridad en la verdad, el auténtico desarrollo de cada persona y<br />

de toda la humanidad. 10 En este horizonte, asumimos la Misión<br />

Continental a la que hemos convocado a la Iglesia en México, en el<br />

espíritu del acontecimiento de la V Conferencia General del<br />

Episcopado Latinoamericano y del Caribe; ésta, nos exige fortalecer<br />

en todos los fieles de la Iglesia su condición de discípulos misioneros<br />

al servicio de la construcción de la paz para la vida digna del pueblo<br />

de México” 11 .<br />

Finalmente, nuestros obispos, al reconocer los profundos valores<br />

espirituales y religiosos del pueblo mexicano, alientan de manera muy<br />

eficaz la confianza y la esperanza cierta de una primavera de<br />

reconciliación y de paz para nuestra nación: “Al acercarnos a esta<br />

compleja realidad, no perdemos de vista las grandes riquezas del<br />

pueblo mexicano, por las que bendecimos y agradecemos a Dios.<br />

Somos un pueblo de tradiciones con profundas raíces cristianas,<br />

amante de la paz, solidario, que sabe encontrar en medio de las<br />

situaciones difíciles razones para la esperanza y la alegría y lo<br />

expresa en su gusto por la fiesta, por la convivencia y en el gran valor<br />

que da a la vida familiar. Precisamente, porque sabemos que la raíz<br />

8 Cf. Aparecida, Documento conclusivo, No. 139.<br />

9 Conferencia Episcopal Mexicana, QUE EN CRISTO, NUESTRA PAZ, MÉXICO TENGA VIDA DIGNA, N. 5<br />

10 Cf. Benedicto XVI, Carta encíclica Caritas in veritate, No. 1<br />

11 Conferencia Episcopal Mexicana, QUE EN CRISTO, NUESTRA PAZ, MÉXICO TENGA VIDA DIGNA, N. 7<br />

5


de la cultura mexicana es fecunda y porque reconocemos en ella la<br />

obra buena que Dios ha realizado en nuestro pueblo a lo largo de su<br />

historia, hoy queremos alentar en todos la esperanza” 12 .<br />

Ante esta palpitante realidad que vive hoy el pueblo de México,<br />

deseamos convocar a todas las Iglesias Particulares de nuestra<br />

Nación a celebrar el V <strong>Congreso</strong> <strong>Eucarístico</strong> <strong>Nacional</strong> bajo el lema<br />

“DENLES USTEDES DE COMER” que expresa en el lenguaje bíblico<br />

el tema elegido para este <strong>Congreso</strong>: “LA EUCARISTÍA: MESA<br />

FRATERNA PARA LA RECONCILIACIÓN Y LA PAZ”.<br />

3.- “¡DENLES USTEDES DE COMER!” (Mt 14, 16; Mc 6, 37; Lc 9,<br />

13).<br />

1. Estas palabras de Jesús, que relatan los tres evangelios sinópticos<br />

al inicio del signo de la multiplicación de los panes que anticipa y nos<br />

introduce en el misterio de la Eucaristía, son el lema de nuestro 5º.<br />

<strong>Congreso</strong> <strong>Eucarístico</strong> <strong>Nacional</strong>. Reflejan también los contenidos<br />

básicos de la Exhortación Apostólica Postsinodal del Santo Padre<br />

Benedicto XVI “Sacramentum Caritatis” y expresan el sentido del<br />

Mensaje Final de la XI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los<br />

Obispos: “La Eucaristía, Pan vivo para la paz del mundo”.<br />

El lema evangélico “denles Ustedes de comer”, generó en la tradición<br />

apostólica el servicio esencial de la caridad, que es propio de la<br />

Eucaristía, en favor de la humanidad que sufre, que tiene hambre y<br />

que anda “como ovejas sin pastor”. Es la expresión del compromiso y<br />

de la misión que la Iglesia recibe de Cristo de trabajar por un mundo<br />

más justo y más fraterno. Y responde, además, a la situación de<br />

millones de mexicanos que son víctimas de la pobreza, la marginación<br />

y la falta de valores en nuestra sociedad flagelada por la violencia y la<br />

inseguridad.<br />

Al abordar este grave problema, los obispos de México afirman<br />

enfáticamente que “la vocación cristiana incluye el llamado a construir<br />

comunidades fraternas y justas; el compromiso de servir al hermano y<br />

de buscar juntos caminos de justicia y ser así constructores de paz. De<br />

esta manera la Iglesia es fiel a su esencia misma que es sacramento<br />

de unidad entre Dios y la persona humana y de los hombres y mujeres<br />

12 Ídem, N. 8<br />

6


entre sí” 13 . La Eucaristía es alimento y signo de la caridad social de los<br />

creyentes para ser buenos ciudadanos y para actuar con inteligencia,<br />

amor y responsabilidad, con miras a edificar una Iglesia y una<br />

sociedad más justas y solidarias.<br />

2. “¡Denles ustedes mismos de comer!” (Mt 14, 16; Mc 6, 37; Lc 9,<br />

13). Es el mandato que Jesús dio a sus apóstoles frente a la multitud<br />

que lo seguía hambrienta de pan y de palabra, desprovista de los<br />

recursos básicos para la subsistencia, sin alimentos y sin esperanzas.<br />

La situación era urgente: se encontraban en lugar despoblado y la<br />

hora avanzada. Urgía, por tanto, la respuesta del buen Pastor, que no<br />

duda en comprometer a sus discípulos y los asocia integralmente al<br />

misterioso signo de su salvación.<br />

El Papa Benedicto XVI, en efecto, en su libro Jesús de Nazaret,<br />

cuando comenta la primera tentación de Cristo en el desierto, escribe:<br />

“Hay dos grandes relatos relacionados con el pan de vida de Jesús.<br />

Uno es la multiplicación de los panes para las miles de personas que<br />

habían seguido al Señor en un lugar desértico. ¿Por qué se hace esto<br />

en ese momento lo que antes se había rechazado como tentación? La<br />

gente había llegado para escuchar la palabra de Dios y, para ello,<br />

habían dejado todo lo demás. Y asi, como personas que han abierto<br />

su corazón a Dios y a los demás en reciprocidad, pueden recibir el pan<br />

de modo adecuado. Este milagro de los panes supone tres elementos:<br />

le precede la búsqueda de Dios, de su palabra, de una recta<br />

orientación de toda la vida. Además, el pan se pide a Dios. Y, por<br />

último, un elemento fundamental del milagro es la mutua disposición a<br />

compartir. Escuchar a Dios se convierte en vivir con Dios, y lleva de la<br />

fe al amor, al descubrimiento del otro. Jesús no es indiferente al<br />

hambre de los hombres, a sus necesidades materiales, pero las sitúa<br />

en el contexto adecuado y les concede la prioridad debida”.(Joseph<br />

Ratzinger-Bendicto XVI, Jesús de Nazaret, Ed. Planeta, pp.56-57)<br />

El evangelista san Marcos describe a la multitud que sigue al Señor<br />

con una imagen sugerente: “eran como ovejas sin pastor” (Mc 6, 34).<br />

La comparación es muy elocuente y describe los rasgos propios de<br />

una sociedad que está en crisis. Las ovejas que no tienen pastor se<br />

dispersan y andan errantes porque nadie las conduce ni las reúne. No<br />

pueden encontrar por sí mismas alimento. No están protegidas ni<br />

13 Idem N. 148<br />

7


defendidas frente a las fieras que intentan devorarlas. Por todo esto se<br />

encuentran en peligro de morir en el desierto. Nuestras multitudes<br />

frecuentemente se parecen a “las ovejas sin pastor” porque carecen<br />

de conducción, de alimento, de protección. En esta escena vemos<br />

reflejada la dispersión, el abatimiento, la indefensión y el desamparo<br />

de grandes mayorías del pueblo mexicano en los últimos años.<br />

Jesús se encuentra frente a esta multitud doliente. El evangelista nos<br />

dice que el Señor, al verlos, “se compadeció de ellos” (Mc 6, 34). El<br />

profeta Ezequiel nos ha dejado un magnífico texto que describe la<br />

enorme compasión de Dios por su pueblo disperso y confundido por<br />

falta de pastor. “Yo mismo voy a buscar mi rebaño y me ocuparé de él”<br />

(Ez 34, 11). Jesús ha realizado lo anunciado por el profeta. Su corazón<br />

compasivo y su gesto solidario revelan el rostro de Dios, Padre y<br />

Pastor, “rico en misericordia” (Ef 2, 4).<br />

El Papa Benedicto comenta: “Este segundo relato sobre el pan remite<br />

anticipadamente a un tercer relato y es su preparación: la Ultima<br />

Cena, que se convierte en la Eucaristía de la Iglesia y el milagro<br />

permanente de Jesús sobre el pan. Jesús mismo se ha convertido en<br />

grano de trigo que, muriendo, da mucho fruto (cf Jn 12,24). El mismo<br />

se ha hecho pan para nosotros, y esta multiplicación del Pan durara<br />

inagotablemente hasta el fin de los tiempos. De este modo<br />

entendemos ahora las palabras de Jesús, que toma del Antiguo<br />

Testamento (cf Dt 8,3), para rechazar al tentador: “no solo de pan vive<br />

el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. (Jesús<br />

de Nazaret, 57)<br />

3. Los evangelios muestran -de muchas formas- la reacción de Jesús<br />

ante los sufrimientos y las necesidades de las muchedumbres que lo<br />

seguían: curaba a los enfermos (Mt 14, 14; Lc 9, 11), les enseñaba<br />

largamente (Mc 6, 34), les hablaba de la cercanía del Reino de Dios<br />

(Lc 9, 11). Como Pastor misericordioso atendió a las ovejas enfermas<br />

y reunió a las dispersas (cfr. Ezq 34, 16). San Marcos dice que los hizo<br />

sentar y los alimentó sobre la hierba verde (Mc 6, 39), como el Buen<br />

Pastor que lleva a su rebaño para que se apaciente “en las verdes<br />

praderas” (Sal 23, 2).<br />

4. Junto a Jesús, frente a la multitud, están también los discípulos del<br />

Señor. El evangelio los describe con rasgos poco alentadores: se<br />

acercan a Jesús para decirle: “Despide a esta gente para que vaya a<br />

8


las aldeas y pueblos del contorno a comprar de comer” (Mc 6, 35-36;<br />

ver Mt 14, 15; Lc 9, 12). La actitud de los discípulos, aunque muy<br />

explicable ante la situación en que se encuentran, contrasta, sin<br />

embargo, con la enorme compasión de Cristo. Sus palabras resuenan<br />

como burla grotesca: “Como están en el desierto y ya es casi de<br />

noche, que vayan a las ciudades a comprar alimentos...”. Jesús los irá<br />

a sorprender con su respuesta, que es su llamada al compromiso.<br />

La situación extrema en que se encuentra la multitud que sigue a<br />

Jesucristo parece que no tiene salida. Solo el poder de Dios podía<br />

solucionarla. Pero los discípulos sólo intentan tomar distancia del<br />

problema, porque no conocen a su maestro, porque les falta fe. Y<br />

Jesús les ordena entonces algo que parece imposible: “¡Denles<br />

ustedes (mismos) de comer!” (Mt 14, 16; Mc 6, 37; Lc 9, 13). El Señor<br />

no ha aceptado la actitud evasiva de sus discípulos. Al contrario, les<br />

exige que ellos se muestren compasivos y solidarios ante la necesidad<br />

de la gente, aunque la situación se muestre muy por encima de sus<br />

pobres fuerzas. El Señor ha querido hacer necesario nuestro trabajo<br />

responsable para realizar su proyecto.<br />

5. Queda establecida así una norma de vida y de conducta cuyo<br />

modelo es Jesucristo y que habrá de ser la característica que<br />

identifique a todos sus discípulos. El Señor ha cumplido lo que dice el<br />

profeta: “Él tomó nuestras debilidades y cargó sobre sí nuestras<br />

enfermedades” (Is 53, 4; ver Mt 8, 17). Los discípulos, por lo tanto, no<br />

deben buscar nunca su interés propio, sino el de los demás y sentir<br />

como propias las necesidades de los demás (1 Cor 10, 24; Fil 2, 4).<br />

6. Ante el mandato de Jesús, los discípulos -como sucede con<br />

frecuencia a los cristianos de este tiempo- intentan evadirse<br />

introduciendo el argumento de la insuficiencia de medios: ¿cuánto<br />

dinero se requiere para comprar el alimento para tanta gente? (cfr. Mc<br />

6, 37; ver Jn 6, 7). Jesús pasa por alto la objeción y ordena que la<br />

multitud se siente sobre el pasto en grupos de cincuenta (Mc 6, 39-40).<br />

A partir de este punto, la escena de la multiplicación de los panes se<br />

va desarrollando de manera que nos recuerda una cena ritual judía,<br />

preludio de la pascua: cuando la familia se encuentra reunida en torno<br />

de la mesa, el padre toma el pan en sus manos, pronuncia la oración<br />

de acción de gracias, parte el pan y va colocando un trozo en la mano<br />

de cada uno de los comensales. Esto lo hace Jesús, asumiendo el<br />

9


papel del padre de familia. Y el relato se expresa de tal forma que a<br />

los oyentes les viene a la memoria la narración de la última cena del<br />

Señor.<br />

7. Ante la enorme multitud de comensales, los discípulos de Jesús<br />

asumen gran protagonismo: ellos son los que aportan los panes y los<br />

peces y serán encargados de repartirlos a toda la gente (Mt 14, 17.19).<br />

Los cinco panes y los dos pescados que los discípulos entregan, al<br />

pasar por las manos de Jesús, se convierten en alimento suficiente<br />

para la multitud que come hasta saciarse (Mt 14, 20). Más aun, con lo<br />

que sobra se llenan doce canastas (Mc 6, 43), como para indicar que<br />

cada uno de los apóstoles será el garante y responsable de ese pan<br />

inagotable que alimenta a los hombres y a las mujeres a través de<br />

todas las generaciones del curso de la historia.<br />

8. La actitud de Jesús y su mandato a los discípulos siguen estando<br />

muy presentes y se dirigen hoy también a la Iglesia. Ante una<br />

humanidad en peligro de sucumbir por las graves carencias y las<br />

distintas formas de hambre que se dan en el mundo, el Señor de<br />

nuevo nos dice: “¡Denles ustedes mismos de comer!” Y lo sigue<br />

diciendo a través de quienes, en su Nombre, son hoy nuestros<br />

pastores: “Millones de personas y familias viven en la miseria e incluso<br />

pasan hambre” 14 , “los pobres no pueden esperar” 15 . Informes<br />

recientes dan cuenta de que en México, con una población de 105<br />

millones de habitantes – según el último censo – tiene una población<br />

de 60 millones de personas que están cercanas a la línea de la<br />

pobreza, y de ellas 19 millones viven en pobreza extrema.<br />

9. El relato de la multiplicación de los panes ha sido redactado, tanto<br />

en la tradición sinóptica, como en el evangelio de san Juan con<br />

características que permiten entenderlo como figura y anticipo de la<br />

Eucaristía. Por ello es que la Iglesia, obediente al mandato del Señor<br />

ofrece diariamente a la multitud hambrienta el Pan de la Palabra y de<br />

la Eucaristía comprometiéndose en la caridad a construir el reino de la<br />

paz y de la justicia.<br />

Es urgente integrar cada vez mejor estas tres formas de presencia de<br />

Cristo como “pan”. El único Pan de Vida se nos da en alimento para<br />

14 V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Aparecida, Documento conclusivo, N.<br />

65<br />

15 Juan Pablo II, homilía en Santiago de Chile, en 1987<br />

10


ser “comido” en la fe tanto en el don de su Palabra (Jn 6, 32-50) como<br />

en la entrega de su propia Carne (Jn 6, 51-58) para que el mundo<br />

tenga vida.<br />

12. El evangelio de Juan lo sintetiza de manera admirable cuando<br />

resume todas las hambres de la humanidad en el hambre de vida. En<br />

este Evangelio, después del relato de la multiplicación de los panes se<br />

introduce una larga homilía en la que Jesús se revela como el Pan<br />

verdadero: “Yo soy el Pan...” (Jn 6, 35. 48. 51). Él es el Pan verdadero<br />

que alimenta a todas las multitudes hambrientas. Y es Pan verdadero<br />

porque es “el Pan de vida” (Jn 6, 35. 48) o “el Pan vivo” (Jn 6, 51). Es<br />

verdadero Pan para los que en Él creen (Jn 6, 35) y verdadero Pan<br />

para quienes lo reciben y lo comen en la Eucaristía (Jn 6, 55-56). El<br />

pan amasado por las manos del hombre no puede dar la vida eterna,<br />

como no pudo darla el maná del desierto (Jn 6, 49. 58). Jesucristo en<br />

la Eucaristía es el Pan vivo y verdadero. Es el único pan que puede<br />

darnos vida eterna (Jn 6, 58).<br />

13. Vale la pena recordar el texto de la Exhortación Apostólica<br />

Sacramentum Caritatis del Papa Benedicto XVI, que describe en una<br />

hermosa síntesis esta riqueza extraordinaria de la eucaristía: “«El pan<br />

que yo daré es mi carne para la vida del mundo» (Jn 6,51). Con estas<br />

palabras el Señor revela el verdadero sentido del don de su propia<br />

vida por todos los hombres y nos muestran también la íntima<br />

compasión que Él tiene por cada persona. En efecto, los Evangelios<br />

nos narran muchas veces los sentimientos de Jesús por los hombres,<br />

de modo especial por los que sufren y los pecadores (cf. Mt 20,34; Mc<br />

6,54; Lc 9,41). Mediante un sentimiento profundamente humano, Él<br />

expresa la intención salvadora de Dios para todos los hombres, a fin<br />

de que lleguen a la vida verdadera. Cada celebración eucarística<br />

actualiza sacramentalmente el don de su propia vida que Jesús hizo<br />

en la Cruz por nosotros y por el mundo entero. Al mismo tiempo, en la<br />

Eucaristía Jesús nos hace testigos de la compasión de Dios por cada<br />

hermano y hermana. Nace así, en torno al Misterio eucarístico, el<br />

servicio de la caridad para con el prójimo, que « consiste precisamente<br />

en que, en Dios y con Dios, amo también a la persona que no me<br />

agrada o ni siquiera conozco. Esto sólo puede llevarse a cabo a partir<br />

del encuentro íntimo con Dios, un encuentro que se ha convertido en<br />

comunión de voluntad, llegando a implicar el sentimiento. Entonces<br />

aprendo a mirar a esta otra persona no ya sólo con mis ojos y<br />

sentimientos, sino desde la perspectiva de Jesucristo ». De ese modo,<br />

11


en las personas que encuentro reconozco a hermanos y hermanas por<br />

los que el Señor ha dado su vida amándolos « hasta el extremo » (Jn<br />

13,1). Por consiguiente, nuestras comunidades, cuando celebran la<br />

Eucaristía, han de ser cada vez más conscientes de que el sacrificio<br />

de Cristo es para todos y que, por eso, la Eucaristía impulsa a todo el<br />

que cree en Él a hacerse « pan partido » para los demás y, por tanto,<br />

a trabajar por un mundo más justo y fraterno. Pensando en la<br />

multiplicación de los panes y los peces, hemos de reconocer que<br />

Cristo sigue exhortando también hoy a sus discípulos a<br />

comprometerse en primera persona: « dadles vosotros de comer » (Mt<br />

14,16). En verdad, la vocación de cada uno de nosotros consiste en<br />

ser, junto con Jesús, pan partido para la vida del mundo” 16 .<br />

4.- LA EUCARISTÍA: UNA MESA FRATERNA<br />

“Yo, por mi parte, dispongo un Reino para ustedes, como mi Padre lo<br />

dispuso para mí, para que coman y beban a mi mesa en mi Reino” (Lc<br />

22,29)<br />

El Reino es la irrupción de Dios en la historia humana. Este Reino<br />

convierte a todos los hombres y mujeres en “hermanos”, teniendo a<br />

Dios como único Padre, a Jesús como Maestro y Hermano mayor, y al<br />

Espíritu Santo como el Amor de comunión que hace posible la<br />

fraternidad.<br />

El anuncio del Reinado de Dios es el centro de la misión y de la vida<br />

de Jesús. Todas sus palabras y acciones irán encaminadas a<br />

presentarnos la riqueza de ese proyecto. La mesa que Jesús comparte<br />

en sus comidas es signo y anticipación de la instauración definitiva del<br />

Reino. Jesús comparte la mesa con todos los destinatarios de la<br />

buena nueva, los fariseos y los pecadores, los judíos y los gentiles. De<br />

esta forma, la mesa compartida de Jesús es un signo eficaz e<br />

inequívoco de la fraternidad buscada en la realización del Reino de<br />

Dios.<br />

16 Cf. Benedicto XVI, Exhortación Apostólica Sacramentum Caritatis, No. 88<br />

12


1. Mesa fraterna de la Eucaristía<br />

“Y les digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se pondrán a<br />

la mesa con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los Cielos” (Mt<br />

8,11).<br />

La mesa compartida por Jesús y los marginados es una prefiguración<br />

de lo que será la celebración Eucarística. Con el trasfondo de las<br />

comidas fraternas, “el sentido de la Eucaristía es ser lugar de<br />

encuentro y comunión entre los de dentro y los de fuera, entre los de<br />

cerca y los de lejos, para ir formando de ese modo el único cuerpo que<br />

Dios quiere que sea la humanidad por Él creada a imagen del cuerpo<br />

de su Hijo” 17 .<br />

La Eucaristía es la celebración de la fraternidad por excelencia. El pan<br />

partido y la sangre derramada son expresión de comunión del<br />

discípulo con su Maestro y también de la comunidad entre sí; la<br />

comunión se vive en una doble perspectiva: vertical (con Cristo) y<br />

horizontal (con los hermanos). Esta comunidad de discípulos y<br />

marginados -todos hermanos-, no puede estar dividida, sino que forma<br />

un solo cuerpo. La Cena del Señor es el principio unificador básico y la<br />

instancia que estructura y sustenta a la comunidad (1 Cor 10, 16-17).<br />

El libro de los Hechos de los Apóstoles, en los sumarios, que<br />

describen las dimensiones que estructuran la vida cotidiana de la<br />

comunidad naciente de Jerusalén, señala enfáticamente la vivencia<br />

de la fraternidad en torno a la “fracción del pan” y a la “enseñanza de<br />

los apóstoles”; los creyentes “eran perseverantes en la enseñanza de<br />

los apóstoles, la comunión, la fracción del pan y las oraciones. El<br />

temor se apoderaba de todos, pues los apóstoles realizaban muchos<br />

prodigios y señales” (Act 2,42-43).<br />

Y en Hechos 4,32-34: “La multitud de los creyentes no tenía sino un<br />

solo corazón y una sola alma. Nadie llamaba suyos a sus bienes, sino<br />

que todo era en común entre ellos. Los apóstoles daban testimonio<br />

con gran poder de la resurrección del Señor Jesús. Y gozaban todos<br />

de gran simpatía. No había entre ellos ningún necesitado, porque<br />

todos los que poseían campos o casas los vendían, traían el importe<br />

de la venta y lo ponían a disposición de los Apóstoles.<br />

17 Ulrich Luz, El Evangelio según san Mateo II, 15.<br />

13


5.- MESA PARA LA RECONCILIACIÓN<br />

“Y todo proviene de Dios, que nos reconcilió consigo por Cristo y nos<br />

confió el ministerio de la reconciliación. Porque en Cristo estaba Dios<br />

reconciliando al mundo consigo, no tomando en cuenta las<br />

transgresiones de los hombres, sino poniendo en nosotros la palabra<br />

de la reconciliación”. (2 Cor 5,18-19)<br />

La reconciliación es, sin lugar a dudas, una categoría central del<br />

mensaje cristiano y de la vida cotidiana de la Iglesia. Resume de modo<br />

admirable el contenido del “Evangelio de Jesús”.<br />

“Toda la historia de la salvación no es otra cosa que la historia del<br />

camino y los medios por los cuales el Dios verdadero y único, Padre,<br />

Hijo y Espíritu Santo, se revela, reconcilia consigo a los hombres,<br />

apartados por el pecado y se une con ellos” 18 .<br />

«La historia de la salvación —tanto la de la humanidad entera como la<br />

de cada hombre de cualquier época— es la historia admirable de la<br />

reconciliación: aquella por la que Dios, que es Padre, reconcilia al<br />

mundo consigo en la Sangre y en la Cruz de su Hijo hecho hombre,<br />

engendrando de este modo una nueva familia de reconciliados» 19 .<br />

La teología paulina insiste en señalar que el Padre ha proyectado<br />

nuestra reconciliación y la ha realizado en Jesucristo. “Dios lo exhibió<br />

como instrumento de propiciación por su propia sangre” (Rom 3,25),<br />

en su humanidad “estaba Dios reconciliando al mundo consigo” (2Cor<br />

5,19) 20 . La reconciliación es un don gratuito del amor del Padre,<br />

ofrecido a la humanidad en la persona de Jesús.<br />

Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre, es quien ha realizado la<br />

reconciliación, cumpliendo de esta forma el Proyecto del Padre en la<br />

historia. «El Verbo se encarnó para salvarnos reconciliándonos con<br />

Dios: “Dios nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por<br />

nuestros pecados” (1Jn 4,10)» 21 .<br />

18<br />

Congregación para el Clero, Directorio Catequístico General, 11/4/1971, 47. Citado en Catecismo de<br />

la Iglesia Católica, 234.<br />

19<br />

Reconciliatio et paenitentia, 4.<br />

20<br />

Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, 433.<br />

21 Catecismo de la Iglesia Católica, 457.<br />

14


En el Antiguo Testamento, las reiteradas trasgresiones del pueblo<br />

hicieron surgir algunos ritos que buscaban la reconciliación del pueblo<br />

con Dios, con la finalidad de purificar los pecados. Al mismo tiempo,<br />

las relaciones interpersonales fueron siempre difíciles, surgiendo<br />

entonces la necesidad de ritos y sacrificios para promover la comunión<br />

en el mismo pueblo. En el Nuevo Testamento, Jesús realiza un sólo<br />

sacrificio, de una vez y para siempre, que nos ha alcanzado la<br />

reconciliación, de la humanidad con Dios y de los hombres y mujeres<br />

entre sí. Ya no se necesitan más sacrificios de purificación o de<br />

expiación, sino solamente aceptar el único sacrificio de Jesús en la<br />

cruz, así como vivir entre nosotros la reconciliación y el perdón. De<br />

esta forma, la reconciliación se ha convertido en un signo claro de la<br />

presencia del Resucitado en la fraternidad de los discípulos.<br />

1. Las acciones y signos de reconciliación de Jesús<br />

“Cuando se iba de allí, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo,<br />

sentado en el despacho de impuestos, y le dice: «Sígueme.» Él se<br />

levantó y le siguió. Y sucedió que estando él a la mesa en la casa,<br />

vinieron muchos publicanos y pecadores, y estaban a la mesa con<br />

Jesús y sus discípulos.” (Mt 9,9-10)<br />

Toda la vida de Jesús es signo de la búsqueda de Dios por los<br />

pecadores para que pudieran regresar a la amistad con Él; con sus<br />

propias palabras: “no vino a llamar a los justos, sino a los pecadores”.<br />

Jesús manifestó públicamente el poder para perdonar a los pecadores<br />

y, estando en el suplicio de la cruz, prometió a un ladrón el paraíso. No<br />

hay duda, pues, de que la acogida de Jesús a los publicanos y<br />

pecadores es un signo elocuente de la constante preocupación de<br />

Dios por restablecer relaciones de amistad con los hombres.<br />

Pero la reconciliación, en el ministerio de Jesús, no sólo tenía una<br />

dimensión vertical (entre Dios y los hombres), sino que ofrecía una<br />

dimensión horizontal (entre los hermanos y hermanas del Reino).<br />

Como muestra, podríamos sugerir la parábola del hijo pródigo (Lc<br />

15,11-32). La reconciliación del hijo con su Padre, invita a compartir la<br />

alegría de tal reconciliación con el hermano. Quien se siente<br />

reconciliado con Dios, no puede ya vivir distanciado ni mucho menos<br />

enojado con su hermano; al contrario, al igual que Mateo, se debe<br />

compartir con los demás la experiencia de sentirnos reconciliados.<br />

15


2. Reconciliación y Eucaristía<br />

“Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de<br />

que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del<br />

altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano” (Mt 5,23-24).<br />

Toda Eucaristía es un sacramento de perdón y reconciliación. Jesús<br />

mismo, en la última cena, manifestó que la sangre derramada de su<br />

sacrificio era para el “perdón de los pecados”. La celebración de la<br />

Eucaristía exige una actitud de humildad ante Dios, pero sobre todo,<br />

una actitud de reconciliación. Nadie puede presentar su ofrenda ante<br />

el altar de la celebración eucarística, si antes no se ha reconciliado de<br />

corazón con su hermano. El cuerpo de Cristo no puede estar dividido,<br />

por eso la fraternidad de los que viven el Reino de Dios no puede estar<br />

quebrantada, pues ellos mismos son el cuerpo de Cristo.<br />

Sacando las últimas consecuencias de lo anterior, la Eucaristía no<br />

puede ser celebrada correctamente, si en la asamblea celebrante hay<br />

cualquier tipo de marginación, de división o de discriminación. “La<br />

comunidad de los justos debe estar siempre abierta, mediante su<br />

mesa eucarística, a los que no lo son, para ofrecerles el don del<br />

perdón misericordioso de Dios. La eucaristía es el sacramento central<br />

del perdón” 22 .<br />

La comunión, por ende, debe ser entendida en la doble perspectiva de<br />

lo que hemos venido hablando: vertical y horizontal. La eucaristía es la<br />

comunión del cristiano con Dios, por el cuerpo y la sangre de Cristo,<br />

en el Espíritu Santo; al mismo tiempo, la comunión es la unidad<br />

(koinonia) de la comunidad como tal. “La comunión es, pues, no sólo<br />

una comunión con el cuerpo y la sangre de Cristo, sino también en su<br />

Espíritu. Y por ello es también una comunión eclesial, porque la Iglesia<br />

no acaece más que allí donde el Espíritu de Cristo congrega a una<br />

comunidad vivificándola y aunándola en un único cuerpo” 23.<br />

3.- Jesús y el Espíritu Santo<br />

El Paráclito, primer don para los creyentes, que actúa ya en la<br />

creación (cf. Gn 1,2), está plenamente presente en toda la vida del<br />

Verbo encarnado; en efecto, Jesucristo fue concebido por la Virgen<br />

22 Luis Maldonado, Eucaristía en devenir, 82.<br />

23 M. Gesteira Graza, La Eucaristía, misterio de comunión, 581.<br />

16


María por obra del Espíritu Santo (cf. Mt 1,18; Lc 1,35); al comienzo de<br />

su misión pública, a orillas del Jordán, lo ve bajar sobre sí en forma de<br />

paloma (cf. Mt 3,16 y par.); en este mismo Espíritu actúa, habla y se<br />

llena de gozo (cf. Lc 10,21), y por Él se ofrece a sí mismo (cf. Hb<br />

9,14). En los llamados « discursos de despedida » recopilados por<br />

Juan, Jesús establece una clara relación entre el don de su vida en el<br />

misterio pascual y el don del Espíritu a los suyos (cf. Jn 16,7). Una vez<br />

resucitado, llevando en su carne las señales de la pasión, Él infunde el<br />

Espíritu (cf. Jn 20,22), haciendo a los suyos partícipes de su propia<br />

misión (cf. Jn 20,21). Será el Espíritu quien enseñe después a los<br />

discípulos todas las cosas y les recuerde todo lo que Cristo ha dicho<br />

(cf. Jn 14,26), porque corresponde a Él, como Espíritu de la verdad (cf.<br />

Jn 15,26), guiarlos hasta la verdad completa (cf. Jn 16,13). En el relato<br />

de los Hechos, el Espíritu desciende sobre los Apóstoles reunidos en<br />

oración con María el día de Pentecostés (cf. 2,1-4), y los anima a la<br />

misión de anunciar a todos los pueblos la buena noticia. Por tanto,<br />

Cristo mismo, en virtud de la acción del Espíritu, está presente y<br />

operante en su Iglesia, desde su centro vital que es la Eucaristía. (S.C.<br />

12).<br />

6.- LA EUCARISTÍA MESA FRATERNA PARA LA PAZ<br />

Los Obispos de México, en su Exhortación Pastoral sobre la Misión de<br />

la Iglesia en la Construcción de la Paz, para la vida digna del pueblo<br />

de México 24 , han subrayado al mismo tiempo el dinamismo y el<br />

compromiso de reconciliación y de paz que comporta el misterio<br />

eucarístico: “La Eucaristía, fuente y cumbre de la vida eclesial y<br />

proyecto de solidaridad para toda la humanidad, actualiza en todos los<br />

discípulos misioneros de Jesucristo la vocación y misión de ser<br />

artífices de paz. En efecto, quien participa en la Eucaristía de manera<br />

activa, consciente y responsable, «aprende de ella a ser promotor de<br />

comunión, de paz y de solidaridad en todas las circunstancias de la<br />

vida.» 25 En medio de las situaciones de violencia los cristianos somos<br />

interpelados «a vivir la Eucaristía como una gran escuela de paz,<br />

donde se forman hombres y mujeres que, en los diversos ámbitos de<br />

24 Conferencia Episcopal Mexicana, QUE EN CRISTO, NUESTRA PAZ, MÉXICO TENGA VIDA DIGNA, N. 153<br />

25 Juan Pablo II, Carta apostólica Mane nobiscum Domine, No. 27.<br />

17


esponsabilidad de la vida social, cultural y política, sean artesanos de<br />

diálogo y comunión.» 26<br />

Esta dimensión pedagógica de la eucaristía a favor de la paz tiene<br />

como fundamento la experiencia de comunión con Cristo que<br />

reconcilia y trae la paz. “Porque El mismo es nuestra paz, quien de<br />

ambos pueblos hizo uno, derribando el muro de separación, aboliendo<br />

en su carne la enemistad, la ley de los mandamientos expresados en<br />

ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un nuevo hombre,<br />

estableciendo así la paz, y para reconciliar con Dios a los dos en un<br />

cuerpo por medio de la cruz, habiendo dado muerte en ella a la<br />

enemistad. Él vino y anunció la paz a ustedes que estaban lejos, y<br />

paz a los que estaban cerca” (Ef 2, 14-17).<br />

Es a la luz de esta profunda teología paulina que los obispos de<br />

México han explicado la gracia reconciliadora y la fuente inagotable de<br />

paz que brota de la Eucaristía: “la unión con Cristo, que se realiza en<br />

la Eucaristía, nos capacita para nuevos tipos de relaciones sociales<br />

pacíficas, pues es sacramento de comunión entre hermanos y<br />

hermanas que aceptan reconciliarse en Cristo. Sólo esta constante<br />

tensión hacia la reconciliación nos permite comulgar dignamente con<br />

el Cuerpo y la Sangre de Cristo (Cf. Mt 5,23- 24). 27<br />

En su Exhortación Apostólica Sacramentum Caritatis, el Papa<br />

Benedicto XVI amplía esta reflexión señalando cómo en la Eucaristía<br />

“Cristo, por el memorial de su sacrificio, refuerza la comunión entre los<br />

hermanos y, de modo particular, apremia a los que están enfrentados<br />

para que aceleren su reconciliación abriéndose al diálogo y al<br />

compromiso por la justicia. No cabe duda de que las condiciones para<br />

establecer una paz verdadera son la restauración de la justicia, la<br />

reconciliación y el perdón. De esta toma de conciencia nace la<br />

voluntad de transformar también las estructuras injustas para<br />

restablecer el respeto de la dignidad del hombre, creado a imagen y<br />

semejanza de Dios. La Eucaristía, a través de la puesta en práctica de<br />

este compromiso, transforma en vida lo que ella significa en la<br />

celebración. Como he afirmado, la Iglesia no tiene como tarea propia<br />

emprender una batalla política para realizar la sociedad más justa<br />

posible; sin embargo, tampoco puede ni debe quedarse al margen de<br />

26 Ibídem.<br />

27 Conferencia Episcopal Mexicana, QUE EN CRISTO, NUESTRA PAZ, MÉXICO TENGA VIDA DIGNA, N.<br />

18


la lucha por la justicia. La Iglesia « debe insertarse en ella a través de<br />

la argumentación racional y debe despertar las fuerzas espirituales, sin<br />

las cuales la justicia, que siempre exige también renuncias, no puede<br />

afirmarse ni prosperar» 28 .<br />

Más aun, en esa misma Exhortación, el Papa compromete a todos los<br />

católicos a asumir una responsabilidad social muy decidida a favor de<br />

la paz, de la justicia y de la solidaridad entre los hombres a partir de<br />

una espiritualidad eucarística más auténtica: “El alimento de la verdad<br />

nos impulsa a denunciar las situaciones indignas del hombre, en las<br />

que a causa de la injusticia y la explotación se muere por falta de<br />

comida, y nos da nueva fuerza y ánimo para trabajar sin descanso en<br />

la construcción de la civilización del amor. Los cristianos han<br />

procurado desde el principio compartir sus bienes (cf. Hch 4,32) y<br />

ayudar a los pobres (cf. Rm 15,26). La colecta en las asambleas<br />

litúrgicas no sólo nos lo recuerda expresamente, sino que es también<br />

una necesidad muy actual. Las instituciones eclesiales de<br />

beneficencia, en particular Caritas en sus diversos ámbitos, prestan el<br />

precioso servicio de ayudar a las personas necesitadas, sobre todo a<br />

los más pobres. Estas instituciones, inspirándose en la Eucaristía, que<br />

es el sacramento de la caridad, se convierten en su expresión<br />

concreta; por ello merecen todo encomio y estímulo por su<br />

compromiso solidario en el mundo” 29 .<br />

Por ello, los obispos de México, siguiendo esta clara enseñanza, no<br />

dudan en afirmar que la Eucaristía es el sacramento de la paz. “La<br />

Eucaristía es sacramento de paz. 30 En ella somos perdonados y<br />

santificados y Jesús mismo nos hace testigos de la compasión de Dios<br />

por la humanidad. Aquí tiene su fuente el servicio de la caridad para<br />

con el prójimo, que nos mueve a amar, en Dios y con Dios, incluso a<br />

las personas que no conocemos o no nos simpatizan, pues el<br />

encuentro íntimo con Él ilumina la mirada y permite descubrir en ellas,<br />

hermanos y hermanas por quienes ha dado su vida el Señor”. 31<br />

La Eucaristía nos pone en comunión y nos hace partícipes del<br />

acontecimiento pascual del Jesús.<br />

28<br />

Benedicto XVI, Exhortación apostólica postsinodal Sacramentum caritatis, No. 89.<br />

29<br />

Ídem, N. 90<br />

30<br />

Conferencia Episcopal Mexicana, QUE EN CRISTO, NUESTRA PAZ, MÉXICO TENGA VIDA DIGNA, N.<br />

31<br />

Conferencia Episcopal Mexicana, QUE EN CRISTO, NUESTRA PAZ, MÉXICO TENGA VIDA DIGNA, N. 160<br />

19


Conclusión:<br />

Hacemos votos para que la celebración del V <strong>Congreso</strong> <strong>Eucarístico</strong><br />

<strong>Nacional</strong>, que se llevará a cabo en esta ciudad fronteriza de Tijuana,<br />

muchas veces golpeada por la violencia criminal y el sufrimiento de los<br />

migrantes y los pobres, renueve en la Iglesia peregrina en nuestra<br />

nación mexicana la fuerza pacificadora y reconciliante de la Eucaristía,<br />

Mesa Fraterna para la Reconciliación y la Paz, para que como<br />

discípulos misioneros, con la valiosa intercesión de Santa María de<br />

Guadalupe, demos cumplimiento a la exhortación de Cristo a sus<br />

discípulos: “Denles ustedes mismos de comer” (Mt 14, 16).<br />

Comisión Teológica Diocesana Preparatoria del V <strong>Congreso</strong><br />

<strong>Eucarístico</strong> <strong>Nacional</strong>.<br />

Tijuana, B. C. junio 7 de 2010<br />

20

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