un cadáver frente a mí - Universidad de Sevilla
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52<br />
Aires barrocos<br />
José Luis Molina<br />
Paco Sola Cerezuela<br />
Cuando a fi nales <strong>de</strong> los ochenta, Omar Calabrese habló <strong>de</strong> <strong>un</strong> “gusto” particular <strong>de</strong> nuestra<br />
época que explicaba por qué la ciencia, la literatura, la fi losofía o el arte compartían<br />
caracteres y resultaban familiares al tiempo que distintos <strong>de</strong> los fenómenos culturales <strong>de</strong>l<br />
pasado reciente, empleó el término neobarroco. No quería <strong>de</strong>cir con ello que se hubiera<br />
retrocedido sin más a aquella corriente artística, sino que la cultura en general presentaba<br />
<strong>un</strong> “aire <strong>de</strong>l tiempo” <strong>de</strong>l que se impregnaban formalmente sus realizaciones <strong>frente</strong> a otros<br />
momentos don<strong>de</strong> ese “aire” era, por el contrario, clásico, al consi<strong>de</strong>rar las contantes alternativas<br />
entre lo clásico y lo barroco como categorías <strong>de</strong> la expresión o el contenido. Así,<br />
nuestro tiempo era neobarroco en la medida en que sus formas acusaban <strong>un</strong>a pérdida <strong>de</strong><br />
la integridad, la globalidad y sistematización or<strong>de</strong>nada, ganando, a cambio, en inestabilidad,<br />
polidimensionalidad y mutabilidad.<br />
Precisamente los rasgos que, según Calabrese, caracterizaban morfológicamente al<br />
neobarroco, entre ellos, el cambio, el <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n, el caos, la complejidad y el exceso, son los<br />
que concurren en estas dos obras <strong>de</strong> José Luis Molina; dos paisajes rebosantes <strong>de</strong> formas<br />
inestables, fl uctuantes, formas <strong>un</strong>as veces <strong>de</strong> límites imprecisos creando entre ellas combinaciones<br />
fortuitas, formas otras veces perfectamente <strong>de</strong>fi nidas y acotadas, pero don<strong>de</strong><br />
las nuevas hibridaciones acontecidas en su interior, lejos <strong>de</strong> dar fi jeza y soli<strong>de</strong>z a la estructura<br />
resultante, hacen <strong>de</strong> ella <strong>un</strong> oscuro e in<strong>de</strong>scifrable puzzle <strong>de</strong> piezas con<strong>de</strong>nadas<br />
irremediablemente a la <strong>de</strong>scomposición. Porque ese es el sino <strong>de</strong> las formas confusas,<br />
fragmentarias y perentorias como las aquí representadas, como lo es también <strong>de</strong> los tiempos<br />
confusos, fragmentarios y perentorios como el nuestro, a juicio <strong>de</strong> Calabrese, neobarrocas<br />
las <strong>un</strong>as y neobarroco el otro.<br />
Mª Jesús Godoy Do<strong>mí</strong>nguez (para José Luis Molina)<br />
El silencio que se ha acabado, 2011<br />
Acrílico y óleo sobre tela<br />
194 x146 cm