La Hojita de los niños - Editorial SAN PABLO

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El mensaje de
la Palabra de Dios
para esta semana
La Hojita
Año XVIII - nº 1.088
23 de septiembre de 2012
¿De dónde provienen la discordia, los
desacuerdos y las diferencias?
Se puede pensar que fue otro el culpable,
o una determinada situación o
nuestra forma de ser porque nacimos
así.
Sin embargo, Santiago en su carta
nos aclara que cuando el único fin de lo
que hacemos es obtener nuestro propio
placer, «fracasamos», nos peleamos,
estamos solos y tristes.
Pensemos en alguien cuyo único objetivo
es conseguir dinero.
Si lo logra, pero no tiene amigos, ni
familia, ni ayuda a los que lo rodean, no
será verdaderamente feliz. Y si, para
lograrlo, tuvo que traicionar o mentir,
menos.
Quizás, alguno podría pensar que
obtuvo éxito, pero no habrá alcanzado
la verdadera felicidad, ni la justicia, ni
el amor y menos, la sabiduría.
de los niños
¡La buena noticia para todos!
Domingo 25º durante el año
Para observar
Buscá a dónde pertenece cada cuadradito.
En el Evangelio de hoy Jesús habla de los niños.
¿Qué hace el niño de este dibujo?
¿Recordás otro texto en el que aparezcan niños?

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LAS LAS LECTURAS LECTURAS DE DE LA MISA MISA DEL DOMINGO
La Biblia, el libro de la Palabra de Dios
SEGUNDA LECTURA
E VA N G E L I O
Santiago 3, 16–4, 3 Marcos 9, 30-37
H
ermanos, don de
hay ri va li dad y
dis cor dia, hay tam bién
de sor den y to da cla se
de mal dad.
En cam bio, la sa bi du ría que vie ne
de lo al to es, an te to do, pu ra; y ade -
más, pa cí fi ca, be né vo la y con ci lia -
do ra; es tá lle na de mi se ri cor dia y
dis pues ta a ha cer el bien; es im par -
cial y sin ce ra.
Un fru to de jus ti cia se siem bra pa -
cí fi ca men te pa ra los que tra ba jan
por la paz.
¿De dón de pro vie nen las lu chas y
las que re llas que hay en tre us te des?
¿No es pre ci sa men te de las pa sio nes
que com ba ten en sus mis mos
miem bros? Us te des am bi cio nan, y
si no con si guen lo que de sean, ma -
tan; en vi dian, y al no al can zar lo que
pre ten den, com ba ten y se ha cen la
gue rra. Us te des no tie nen, por que
no pi den. O bien, pi den y no re ci -
ben, por que pi den mal, con el úni co
fin de sa tis fa cer sus pa sio nes.
J
esús atra ve saba la Ga li -
lea junto con sus discípulos
y les de cía:
–El Hi jo del hom bre va a
ser en tre ga do en ma nos de
los hom bres; lo ma ta rán y tres días des -
pués de su muer te, re su ci ta rá .
Pe ro los dis cí pu los no com pren dían es to y
te mían ha cer le pre gun tas.
Lle ga ron a Ca far naún y, una vez que es tu -
vie ron en la ca sa, les pre gun tó:
–¿De qué ha bla ban en el ca mi no?
Ellos ca lla ban, por que ha bían es ta do dis -
cu tien do so bre quién era el más gran de.
En ton ces, sen tán do se, lla mó a los Do ce y
les di jo:
–El que quie re ser el pri me ro, de be ha cer -
se el úl ti mo de to dos y el ser vi dor de to -
dos.
Des pués, to man do a un ni ño, lo pu so en
me dio de ellos y, abra zán do lo, les di jo:
–El que re ci be a uno de es tos pe que ños en
mi nom bre, me re ci be a mí, y el que me re -
ci be, no es a mí al que re ci be, si no a aquel
que me ha en via do.

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El camino de la sabiduría
Capítulo 4 – El encuentro
Menelik salió de la ciudad y encontró dos caminos.
Uno cruzaba un bosque y el otro corría
junto al lecho de un río. Se detuvo a pensar por
dónde ir, pero no veía motivos para elegir uno u
otro. Entonces decidió escuchar
su corazón.
Recordó que en una tarde
de su niñez había ido a
pescar con su abuelo y esa
había sido uno de los
momentos más maravillosos
de su vida. Entonces
decidió caminar junto al
río. Al atardecer, Menelik
vio un lugar para armar su
carpa y pasar la noche.
Luego encendió un fuego
y fue a buscar agua al río
para hacerse una sopa.
Allí encontró a un joven sentado viendo cómo
pasaba el agua entre sus pies. Se pusieron a conversar
y el joven le contó que había perdido la
esperanza, que ya no tenía nada que hacer en su
vida, que había logrado muchas cosas, pero se
sentía vacío, sin verdaderos amigos o alguien en
quién confiar. Menelik lo invitó a pasar la noche
en su carpa y compartir su comida.
Estaba comenzando a hacer frío y la noche iba a
ser larga. El joven aceptó y disfrutó de la compañía
de Menelik, que no paró de hablar de su
familia y de sus amigos. Le contó de su tierra y
de su búsqueda de la sabiduría. El joven parecía
interesarse cada vez más con lo que le contaba y
le hacía preguntas.
de María Inés Casalá y Juan Carlos Pisano - dibujo de Hania Kollenberger
Esta historia se desarrolla en nueve capítulos. Cada uno es un episodio individual pero,
si querés conocer el relato completo, podés pedirlo a inescasala@gmail.com y te la
enviamos por correo electrónico.
Le asombraba ver que Menelik, teniendo tan
poco, estuviera tan feliz y con tanto ánimo.
Él, que tenía más o menos la misma edad, se
sentía viejo y prefería quedarse sentado viendo
pasar el agua a andar
por el mundo buscando
algo que no sabía si lo
iba a encontrar.
–¿Te hiciste un plan
para alcanzar la sabiduría?
¿Dónde la vas a
buscar? ¿Vas al encuentro
de algún maestro?
Menelik no pudo responder
ninguna de esas
preguntas y sólo le dijo
que seguía su corazón.
–Así no vas a llegar a
ningún lado– insistió el
otro joven.
Sin embargo, a medida que transcurría la conversación,
las convicciones de Menelik eran más
fuertes y las del joven, más débiles.
Cuando asomaron los primeros rayos de sol, el
joven sintió que algo se encendía en su corazón.
De pronto se oyeron gritos, ladridos de perros y
galopar de caballos y los dos jóvenes fueron
rodeados de soldados. Un hombre descendió del
caballo y le habló al joven casi sin mirarlo.
–Su majestad, le dijo. Su padre está preocupado
y lo espera en el castillo. Usted sabe que no
puede ausentarse de esta forma. Además es peligroso,
no sabe con quién puede encontrarse en
estos caminos.

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Menelik estaba asombrado y asustado. Nunca
había estado rodeado de tantos soldados y su
sola presencia le parecía amenazadora.
El príncipe se puso de pie y con voz segura ordenó
que le alcanzaran dos caballos.
Luego dijo a Menelik:
–Amigo, si querés conocer la sabiduría te invito
a que vengas a vivir a mi palacio. En la ciudad,
hay grandes maestros que te pueden enseñar.
Además, creo que tu amistad me resultará muy
beneficiosa. En este poco tiempo que hemos
compartido, me enseñaste mucho y, lo más
importante, es que me transmitiste muchas
ganas de seguir adelante, yo creía que ya no tenía
nada más que aprender y lo que conversamos
esta noche fue como una gran escuela para mí.
Menelik aceptó gustoso la invitación, aunque le
aclaró que él no sabía nada de la vida en un palacio
o en una gran ciudad.
–Mejor– dijo el príncipe– eso es lo que yo quiero,
estar al lado de alguien que no sepa ni le
importe. Vos me invitaste a compartir lo que
tenías sin esperar algo a cambio.
PARA PENSAR Y CONVERSAR
www­.san-pa­blo­.co­m.ar
ACERCA DE ESTE CAPÍTULO
• ¿Qué relación tiene el relato
con la frase: «Quizás, alguno
podría pensar que obtuvo éxito,
pero no será sin alcanzar la verdadera felicidad,
la justicia, el amor y la sabiduría»?
• ¿Qué es el éxito?
• ¿Por qué el príncipe se sentía vacío?
Muchos niños y niñas hacen como
Bebéhojita que se enorgullecen por sus
logros y no valoran el esfuerzo de los
demás. Alguien puede ser bueno para
una cosa y no saber hacer otra.
La Ho ji ta de los ni ños. Se ma na rio re li gio so in fan til de uso li túr gi co. No reem pla za el uso de los lec cio na rios.
Ni hil Obs tat: Con fe ren cia Epis co pal Ar gen ti na. Im pri ma tur: Ar qui dió ce sis de Bs. As. Edi ta: So cie dad de San Pa blo.
Propietario: Sociedad de San Pablo. Re gis tro Nacional de la Pro pie dad In te lec tual nº 898915 21/12/2010.
Di rec ción: P. Aderico Dolzani y Juan Carlos Pi sa no. Re dac to res: Ma ría Inés Ca sa lá y Juan Car los Pi sa no.
Di bu jos: Ha nia Ko llen ber ger (cuen to) y Gladys y Mar ga ri ta «Las Me lli» Pé rez.
Di rec ción y ad mi nis tra ción: Rio bam ba 230 - C1025ABF Bs. As., Ar gen ti na.
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