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Estelle Irizarry - La broma literaria en nuestros días - El Ortiba

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los expertos de la aut<strong>en</strong>ticidad de sus poemas [12] atribuidos a un monje del siglo XV llamado<br />

Rowley. Los eruditos Gray y Mason detectaron la impostura y Chatterton, sin poder ganarse la<br />

vida con sus propios poemas, se suicidó a la edad de dieciocho años. (2)<br />

Clifford Irving y su esposa admitieron <strong>en</strong> 1972 que sus supuestas <strong>en</strong>trevistas con el multimillonario<br />

recluso Howard Hughes y su biografía basada <strong>en</strong> ellas eran fraudul<strong>en</strong>tas. Como la editorial<br />

les había adelantado una suma muy considerable a base de una biografía auténtica, el<br />

episodio les costó a los Irving el <strong>en</strong>carcelami<strong>en</strong>to.<br />

Lo que llamamos <strong>broma</strong> <strong>literaria</strong> es una travesura empr<strong>en</strong>dida con propósitos es<strong>en</strong>cialm<strong>en</strong>te<br />

literarios y humorísticos. Casi siempre incluye todas las pistas necesarias para conducir al<br />

lector al descubrimi<strong>en</strong>to de la superchería, y una confesión --o por lo m<strong>en</strong>os admisión-- de<br />

paternidad. Se pued<strong>en</strong> considerar como anteced<strong>en</strong>tes los sigui<strong>en</strong>tes casos internacionales:<br />

Sir Walter Scott (1771-1832), famoso novelista inglés, usaba <strong>en</strong> sus obras falsos epígrafes<br />

atribuidos a baladas antiguas.<br />

G. W. Häring, inspirado por una apuesta, publicó <strong>en</strong> Lepsic <strong>en</strong> 1824 una supuesta traducción<br />

de una novela de Walter Scott titulada Walladmor. Como la versión original no aparecía, De-<br />

Quincey la iba a traducir al inglés, pero dándose cu<strong>en</strong>ta de que era una superchería --y bastante<br />

mala-- decidió fabricar su propia novela, resultando así una concat<strong>en</strong>ación de <strong>broma</strong>s.<br />

Reiteramos que las <strong>broma</strong>s de autores hispánicos que tratamos a continuación impresionan<br />

tanto por sus valores literarios como por la calidad de su superchería. En vista de los ejemplos<br />

antes citados, es evid<strong>en</strong>te que repres<strong>en</strong>tan formas nuevas de gran imaginación d<strong>en</strong>tro de un<br />

género ya tradicional.<br />

Uno de los peligros inher<strong>en</strong>tes a la ejecución de una <strong>broma</strong> <strong>literaria</strong>, sin embargo, es que<br />

sea mal<strong>en</strong>t<strong>en</strong>dida debido al res<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>to de qui<strong>en</strong> no sabe reírse. Hemos [13] tratado de<br />

establecer deslindes <strong>en</strong>tre la falsificación, la impostura comercial y la <strong>broma</strong>, y <strong>en</strong> todas las<br />

apreciaciones críticas que hemos examinado <strong>en</strong> torno a las <strong>broma</strong>s aquí tratadas, sólo aparece<br />

una c<strong>en</strong>sura, completam<strong>en</strong>te injusta a nuestro modo de ver: «No es bu<strong>en</strong>a táctica la del <strong>en</strong>gaño.<br />

Sobre todo cuando produce la s<strong>en</strong>sación de una tomadura de pelo... <strong>La</strong> ficción va más allá<br />

de los campos literarios a que ti<strong>en</strong>e derecho.» (3) Otra reacción, m<strong>en</strong>os alarmante que la acusación<br />

de «fraude editorial» pero también perjudicial a la larga, es el sil<strong>en</strong>cio motivado por<br />

cautela ante el riesgo de equivocarse o por la turbación de s<strong>en</strong>tirse víctima de la <strong>broma</strong>. En<br />

algunos casos el doble carácter de <strong>broma</strong> y obra <strong>literaria</strong> constituye una desv<strong>en</strong>taja fr<strong>en</strong>te al<br />

peligro de que, descubierta la superchería, v<strong>en</strong>ga a perder su <strong>en</strong>canto original para el público y<br />

los críticos. Así no se le dedica una segunda lectura, que puede ser aún más rica que la primera<br />

al r<strong>en</strong>dir nuevas intuiciones y pistas antes inadvertidas.<br />

<strong>La</strong> omisión de las obras de Jorge Luis Borges se explica por su confesión explícita y abierta,<br />

hecha de antemano, del carácter apócrifo de muchas de sus bibliografías y notas, como puede<br />

apreciarse <strong>en</strong> su prólogo a Ficciones, cuyo título <strong>en</strong> sí lo declara. Por las mismas razones tampoco<br />

nos referimos a las Falsas novelas de Ramón Gómez de Serna, los cancioneros apócrifos

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