SÍMBOLOS Y PALABRAS EN EL SETENARIO DE ALFONSO X
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250 RAFA<strong>EL</strong> LAPESA NRFH, XXIX<br />
refiere, pues, al grado más primitivo de esta creciente elevación;<br />
sin embargo, los parangones que el Rey Sabio establece entre la tierra,<br />
"la más baxa cosa e la más vil que [Dios] ífiziera" 8<br />
, y Santa<br />
María no han de entenderse como agravio para ésta, cuyo culto<br />
aparece prefigurado también por el que otros gentiles rindieron a<br />
la Luna (ley XLVIII) y al signo zodiacal de Virgo (ley LX) : según<br />
don Alfonso la devoción mariana se hallaba latente en todos los<br />
niveles del paganismo, desde su manifestación más rastrera hasta<br />
las que se alzaban a contemplar alturas estelares.<br />
Contra lo usual en otros capítulos, las siete semejanzas tratadas<br />
en el XLIII no se ensartan en una enumeración inicial, quizá por<br />
la dificultad de condensar cada una en un solo vocablo o en un<br />
sintagma breve. Se omiten aquí por consabidos casi todos 9<br />
los<br />
términos que en cada paralelo se refieren a realidades naturales<br />
(bajeza, sequedad y fertilidad de la tierra; tiempos señalados para<br />
fructificar; sabrosía y provecho de los frutos); en cambio se explicitan<br />
los términos que corresponden a aquéllos en el orden espiritual<br />
(humildad de María; su hermosura ajena a toda mancha de<br />
pecado; oportunidad con que fructificó en Jesucristo; belleza, virtudes<br />
y beneficio de este supremo Fruto). Las tres primeras similitudes<br />
no llevan ordinal 10<br />
que las introduzca; enlazan directamente<br />
con el anuncio, hecho hacia el final del preámbulo, de "siete cosas"<br />
comunes a la tierra y a Santa María:<br />
[1] Que ffué más baxa en sser homillosa que otra mugier, assí<br />
commo sse muestra por las palabras que dixo al Ángel; que allí ol<br />
dixo que ssería bienauenturada entre todas las mugieres porque<br />
ssería madre del rrey del cielo e de la tierra, allí rrespondió ella<br />
que era ssu ssierua e que ffiziese della lo que quisiese ssegunt ssu<br />
uoluntad. [2] Et ffué sseca e enxuta de todo peccado, ssegunt dixo<br />
Ssalamón, que ffué rrey e propheta, por Spíritu Ssanto en boz de<br />
Dios: Toda eres fermosa, la mi amiga, e ninguna manziella non<br />
ha en ti. [3] Que obró en ella el Spíritu Ssanto e la labró por<br />
que diesse buen ffructo, ssegunt dixo el Ángel mismo: El Spíritu<br />
Ssanto verná en ti e la uertud de Dios te cobrirá. Et esto sse<br />
entiende por tres rrazones que ffazían en la tierra leuar buen<br />
ffructo: la vna, labrarla; la otra, estercolarla; la tercera, rregarla.<br />
Labrarla ffué apartamiento que ffizo el Spíritu Santo en el cuerpo<br />
della en que descendiese Ihesu Cristo para sser omne e Dios. Et<br />
el estercolamiento ffué la vida lazrada que ffizo en este mundo e la<br />
crúa muerte que ssuffrió por nos, en que ffué despreciado e dese-<br />
« Ibid., p. 5026. 9<br />
Sólo se mencionan expresamente las tareas materiales de la labranza,<br />
relacionadas con las maravillas de Dios en María, y el sabor del buen fruto,<br />
comparado con los salutíferos efectos de las palabras y obras de Cristo.<br />
1 0<br />
Lo suplo, entre corchetes, en la cita que sigue.