PROD. - Funcas

Scipioues, asi como Cartagena lo fue de los cartagineses.
Pero, si hubiera esplicado mas este hombre eminente su
opinión respecto del principio de estas dos ciudades, ¿hubiera
parado en decir lo mismo? Es muy probable que Plinio
las tuviese á ambas por preexistentes á las épocas en
que establecía de esté modo sus respectivos principios, como
las tuvo mas tarde el indigne español Silio Itálico; y que,
en razón de haber debido la primera su importancia á aquellos
generales romanos, y á los cartagineses la segunda, se
espresó de aquel modo , produciendo asi un concepto mejor
dicho , que bueno. Aunque Plinio hubiese carecido de otios
datos históricos en orueoa de la preexistencia de Tarragona
, ¿hubiera encontrado fácil,, aquel eminente escritor,
que los Scipioues , apenas asomaron en la Península española,
y en una época tan dííicil para el pueblo romano , se
hubieran ocupado en fundar una c. ? ¿No hubiese reparado
en la dificultad de averiguar el nombre que en.tal caso debieran
haberle impuesto, seguro de que no podia ser el de
Tarraco, uo siendo este nombre latino? ¿Se dirá que la
llamaron Terra agonum por las grandes batallas que los
costara su conquista, y de aqui se denominó Tarraco , según
hemos indicado afirmarlo algunos? A esto contesta el
Diccionario citado, que, asi supuesto, la misma razón denominante
confirmaría la anterior existencia de la población;
«pues, si Tarragona opuso resistencia á los Scipio-
»nes, no pudo primitivamente ser fundada por estos; pres-
#»cindiendo de otros varios documentos históricos que atestiguan
ser la fundacion.de Tarragona anterior á los Scipio-
»nes....» Ni uno ni otro creemos se objetase á Plinio-. pues
por lo que hace á los documentos históricos aqui supuestos,
dudamos que ni aquel sabio naturalista, á pesar de su afán
investigador que lü llevó á morir en los cráteres del Besuvio,
lograse conocerlos; y respecto de la razón denominante
imaginada, la espresion Teira agonum no.se limita aun
pueblo, ni supone que la c. de aqui denominada , fuese el
punto de la resistencia ó de las batallas, dado que se digese
con propiedad Terra agonum á aquella en que se daban
estas , siendo su verdadera aplicación á la en que se celebrasen
los juegos y fiestas agonales. Mas, ¿pudiéronlos
Scipiones formar de Terra agonum la voz Tarraco para imponerla
á esta c. ? Si le dieron otro nombre que adulterado
paró en este , ¿ pudieron ser su formación y su adulteración
simultáneas? Nada menos era preciso; pues desde luego
figuró el nombre Tarraco , sin que haya sido conocida
con otro esta c en lo antiguo.
Si el distinguido historiador Romey cree haber tenido,antes
el de Tyricha- mencionado por Avicno, ya dejamos consignada
en el art. Peñíscola la identidad de este nombre con
el de Chersoneto, mencionado por Estrabon, de quien tal
vez lo tomó Avieno, donde también se lee , con el de Acra-
Leuke, y con el de Cartago Vetus, cuyos cuatro nombres
quedan redudidos á aquella c. Ruscar la" etimología de Tarragona
en la lengua latina, sobre ser un absurdo histórico
es aun contra la índole del nombre mismo. No negaremos
que Tarraco parezca de tipo etrusco, segun también se afirma;
pero sí, que pueda asegurarse haberlo recibido de los
etruscos ó tyrrenos; porque, si bien cabe sostener, que desde
muy antiguo tuvieron relaciones c«m nuestra costa oriental
los pueblos establecidos en la contrapuesta de Italia; hállanse
otros muchos nombres de igual naturaleza por toda la Península,
y en puntos á que no hubieron de alcanzar aquellas
contrataciones, para que el de Tarragona no pueda tener el
mismo origen, y sea necesario atribuirlo á aquellos estranjeros.
Es verdad que, siguiendo el testimonio de Apollodoro,
Tzetrez intérprete de Licophron , Scilax y otros', podríamos
creer que los lygures, arrojados del suelo itálico por los umbros,
y estendidos por la Galia Narvonense, trageron nombres
de aquel pais hasta lo mas interior de la Península, por
lo cual llegaron á derramarse, aunque también parece haber
seguido la costa: pero ni en este concepto mismo desaparece
la duda; porque entonces y de cualquier modo que
se insista en derivar de estos pueblos el nombre Tarraco,
es preciso ir á parar en el idioma céltico, que hubo de ser
su principal tronco, aunque hay escritores modernos muy
respetables que lo contradicen; pues sus argumentos no
bastan á conocer que los griegos hubiesen enseñado este
idioma á los bárbaros del Norte, sin darles una civilización,
que no presentaron sus emigraciones; y como estas alcan­
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zaron también á España, aunque su principal establecimiento
tue en lo interior y en la parte occidental y boreal
de ella, podría muy bien derivarse del idioma traído por
estos, y tener por consiguiente este tipo, una antigüedad
común en España v en Etruria. Sin embargo, nosotros
creemos mas natural suponerle un origen casi contrapuesto
y oriental; siendo muchos los que lo han hecho igualmente.
Es preciso orillar aquella voz torjada por algunos, Taracoam,
que llaman Caldea, interpretándola Congregación
de pastores; orillar asi mismo otras muchas esplicaciones
semejantes, ademas de las ya espuestas; y fijarse solo en
las opiniones mas graves. El eruditísimo Bochart presenta
como originaria de este nombre la voz sira Tarcon, que
dice significar pobl. regia ó palacio: Tarcon cuasi Regiam
aut Palatium dixeris. El profundo Florez, que prohija esta
opinión, cita para corroborarla los testos latinos de Marcial:
Hispanice pete Tarraconis Arces.
(lib. 10 Ep. 104)
de Anson'iOj en el orden de las ciudades famosas:
Non Arce potens Ubi Tarraco certat.
y de Prudencio, que empieza su himno 0.° ensalzando á
Tarragona con el dictado de Alcázar de España. Pero don.
Miguel Cortés y López reproduce estos mismos testos, sosteniendo
que en ellos la palabra Arx no .espresa el concepto
de Bochart, ciudad regia ó palacio, como supone Florez;
sino puramente fortaleza. Asi dice este escritor tan distinguido
eu la materia, que los antiguos, acostumbrando dar
á los nombres bárbaros ó de lenguas orientales sus sinónimos
en la latina ó griega, nunca construyeron el de Tarraco
: en el concepto de aquel sabio orientalista , y aduce po.r
prueba los espresados testos, desentendiéndose de haberlos
visto emitidos por Florez en sentido contrario. No deja de
parecer justísima la objeción qué asi nos suministra Cortés
contra la interpretación de Bochart; mas apesar do esto,
creemos hubiera ido con mayor acierto, negando toda autoridad
á estas citas en la p»ueba que se apetecía; especialmente,
pudiendo, como pudo, hacer uso de otros argumentos
menos dudosos y de mucha mas fuerza: los escritores
latinos, como de umtiempo en que no habia dictado honorífico
que no mereciese Tarragona , es muy de creer, que se
los diesen sin consideración alguna á lo "que hubiera sido,
cuando se le dio nombre ni á las raices de este: no deben
entenderse los dictados de Tarragona unidos al nombre
por los latinos, como el de Regia que dieron á Asta, el de
Ccerealis á Ebura etc.; y si hubiera sido asi, y aquellos escritores
hubiesen querido darnos en estos la interpretación
del nombre Tarragona, como probablemente lo hicieron con
los de aquellas otras ciudades, tampoco nos probaria otra
cosa mas, que llevados del mismo sentimiento que muchos
modernos, por verla verdaderamente regia,entonces, quisieron
que lo hubiera sido siempre, como digimos en Madrid.
Teniendo los fenicios la portentosa colonia gaditana sobre
el mar Océano, y otras muchas sobre el Mediterráneo, con
hermosos fondeaderos, entre ellas una próxima á las bocas
del Ebro, que por su semejanza con la cap. 2'¡ro les mereció
el mismo nombre , como hemos dicho en Peñíscola , ¿es
probable que diesen la preponderancia que manifestaría un
nombre equivalente al nuestro Regia, á Tarragona ,c. de la
que Estrabon dijo estar colocada en un golfo , pero sin
puerto? ¿No era un buen fondeadero preferente á los de las
demás c. lo que debia dar el carácter de Regia á una c. fenicia?
No habiendo tenido Tarragona , como no lo tuvo nunca,
segun nos resultará mejor aun luego, puerto seguro para
las naves, con harta razón se disputará, no solo que fuese
preponderante entre las c. fenicias españolas, sino hasta
que fuese fenicia , contra la opinión bastante generalizada
que asi lo afirma. El citado Sr. D. Miguel Cortés , con su
natural inclinación á los orígenes hebraicos , como Bochart
la tuvo á los fenicios, opina haberse formado el nombre
Tarraco de las voces Tirafí ó Tarah y Gov, y lo interpreta
Arx, robusta fortis. Aqui es preciso repetir lo que o« diferentes
casos semejantes hemos establecido. La profunda
erudición de este distinguido académico ha dado asi, no solo
con una etimología natural y fácil, sino con una fácil interpretación
que cuenta en su apoyo el mayor número de probabilidades.
Cualquiera que sea la dificultad quo hajii en