comentario sobre accidentes ocurridos durante el ... - Revistas FHVL
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que todos los meses d<strong>el</strong> año son igualmente empinados y escabrosos, y que lo que im<br />
porta es <strong>el</strong> ánimo con que acometamos su escalada.<br />
¿Es que acaso, con la llegada de la primavera no se nos plantea a los seres racionados<br />
normales, una cuesta harto difícil? La primavera, con su explosión floral y su turbadora<br />
invitación a la vida, nos despoja de esa funda piadosa que es la gabardina, debajo de la<br />
cual conservamos discretamente <strong>el</strong> traje maltratado por <strong>el</strong> uso, y nos impone inflexiblemen<br />
te una total renovación de vestuario. ¿Cabe contratiempo más doloroso y cuesta más difícil?<br />
Luego, <strong>el</strong> verano adviene de repente, y apenas repuestos de la merma de nuestros<br />
pobres caudales, hemos de arbitrar recursos para cubrir <strong>el</strong> expediente de la vacación, sa<br />
cando fuerzas de flaqueza y dinero d<strong>el</strong> Monte de Piedad.<br />
Así, hasta enlazar con los meses pr<strong>el</strong>iminares de la Navidad, en que nuevamente<br />
hemos de renovar <strong>el</strong> pleito de nuestra incapacidad económica. ¡Y así siempre!<br />
Nos esforzamos, como resistentes, como pacientes animalitos de buena carga, en<br />
transponer montículos, y volvemos a prepararnos, <strong>sobre</strong> la marcha, para salvar montañas.<br />
Sin descanso, sin desmayos, sin volver la vista atrás, y sin permitirnos <strong>el</strong> sueño plácido,<br />
porque <strong>el</strong> que se duerme en la corriente acaba en <strong>el</strong> Cantábrico.<br />
Todos los meses, pues, son ENEROS empinados y difíciles. Y lo que importa, repeti<br />
mos, es no perder <strong>el</strong> ánimo, ni <strong>el</strong> estilo, a fin de que al coronar cada una de las múltiples<br />
cuestas que se <strong>el</strong>evan a nuestro paso, tengamos al menos la satisfacción de haber cumpli<br />
do con nuestro deber de hombres.<br />
Aparte de que, ya se sabe, <strong>el</strong> que se desalienta en <strong>el</strong> camino, acaba por sentir más<br />
duramente las asperezas d<strong>el</strong> mismo, y es pasto seguro de su propio desánimo, como <strong>el</strong><br />
que, perdido en <strong>el</strong> desierto, se deja abatir por la desesperanza.<br />
El mes de enero también tiene sus ventajas: por lo pronto es prácticamente <strong>el</strong> más corto<br />
d<strong>el</strong> año, pues que comienza en realidad después d<strong>el</strong> día siete, lo que ya es bien digno de<br />
tenerse en cuenta. Además siempre nos coge a todos regularmente alimentados, después<br />
de las copiosas colaciones navideñas, y así nos es dac^o re<br />
sistir mejor, alimentándonos de nuestras propias sustancias.<br />
Por otra parte, <strong>durante</strong> una buena porción d<strong>el</strong> mes de<br />
enero nos duran todavía las restricciones voluntarias que nos<br />
imponemos por <strong>el</strong> aqu<strong>el</strong> de la «vida nueva en <strong>el</strong> año nuevo»,<br />
lo que implica una disminución notable de gastos.<br />
Y, finalmente, en este mes, la luna, la cándida y lírica<br />
luna, tan cortejada ahora por los rusos y por los norteameri<br />
canos, asoma su faz brillante, animosa, por encima de los<br />
tejados, para acompañar con su resplandor <strong>el</strong> m<strong>el</strong>ancólico<br />
idilio de los gatos.<br />
Lo cual, si no sirve para alimentar, al menos vale para<br />
ser contemplado. ¡Y ya se sabe: en este mundo <strong>el</strong> que no se<br />
consu<strong>el</strong>a es porque no quiere!<br />
De todo lo cual se deduce fácilmente: que lo que importa<br />
es conservar <strong>durante</strong> todo <strong>el</strong> año 1964, en <strong>el</strong> que estamos<br />
metidos ya hasta <strong>el</strong> cu<strong>el</strong>lo, <strong>el</strong> ánimo esforzado de nuestros<br />
más ilustres campeones históricos, para subir y bajar cuestas,<br />
sean de enero, de febrero o de abril... H. V. L.