Libro Oficial de la XVII Cumbre Iberoamericana - Segib

Presentación
Un país que sabe, con Gonzalo Rojas, que “América es la casa” y que
es un fi el socio iberoamericano desde el inicio de nuestro proyecto.
Majestad, Señoras y Señores Jefes de Estado y de Gobierno:
En el inicio de mi trabajo en Salamanca les agradecí de corazón la
confi anza que depositaron en mí.
Se la agradezco nuevamente hoy, al cumplir la primera mitad de mi
mandato. Y debo decirles que, 24 meses después del inicio de mis
funciones, siento quizá de manera aún más intensa, la misma ilusión
de servir a mi Patria grande, Iberoamérica.
Mantengo la profunda convicción de que el espacio iberoamericano
se traduce en contribuciones efectivas para nuestros pueblos, y que
sirve para afi anzar la paz social en los Estados, y entre los Estados,
y cooperar en los grandes objetivos de progreso económico y social
al que aspiramos.
Una comunidad iberoamericana donde la confi anza y la convivencia
en el respeto a la diversidad de cada país nos ayuden a superar desencuentros,
y a alcanzar con mayor fuerza que en cualquier otra de
nuestras épocas históricas anteriores, altos niveles de intercambio
económico, cultural y humano.
Se trata de trabajar juntos para cooperar en la salvación de los grandes
desafíos que recordaba un reciente encuentro celebrado en
Costa Rica: la pobreza y la desigualdad, la educación de calidad, la
democracia participativa, las infraestructuras económica y social, el
crimen y la violencia, la efi cacia de la administración pública, los problemas
fi scales, el desempleo, la salud y el medio ambiente.
Creo que nuestro tema de este año, la cohesión social, y políticas
sociales para alcanzar sociedades más inclusivas, por cuya elección
le felicito sinceramente, señora Presidenta, es central para Iberoamérica.
Nos corresponde interrogarnos sobre qué hacer para que el
actual ciclo de auge económico se sostenga y también se aproveche
para empezar a revertir, de una vez por todas, el patrón histórico de
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crecimiento con exclusión. La actual bonanza económica con raíces
en los términos de intercambio puede darnos crecimiento, pero no
nos asegura necesariamente desarrollo económico y social.
Éste es, por tanto, el tiempo de la verdad, donde tenemos que saber
cómo crecer sostenidamente, pero crecer para todos y cómo ir resolviendo
las disparidades sociales, territoriales, de etnia y de género y
los dramáticos bolsones de excluidos.
En la búsqueda de respuesta a estos interrogantes en la Comunidad
Iberoamericana, adquiere particular relevancia el diálogo de políticas,
y el aporte de las experiencias de los países de la Península Ibérica
que tanto ha avanzado en reducir asimetrías sociales y territoriales.
Nuestra comunidad de naciones, con España, Portugal y Andorra
ofrece el escenario más propicio para ese diálogo.
Cohesión social signifi ca enfrentarnos abiertamente a la desigualdad,
que conspira contra el crecimiento económico, que mina el sentido
de pertenencia de los ciudadanos y que erosiona la democracia.
Precisamos de políticas que refuercen la ciudadanía, entendida como
titularidad de derechos y obligaciones, pero también, y sobre todo,
como participación en los asuntos públicos, y como compromiso con
la sociedad.
Pero importa decir una vez más, con serenidad y con fi rmeza, que si
bien el refuerzo de la cohesión social compromete a las políticas internas
de nuestros países, ello no libera a la Comunidad internacional
de su cuota de responsabilidad en el fortalecimiento de la cohesión
social en nuestros países, asegurando una mayor justicia y equidad
en las relaciones comerciales y fi nancieras internacionales.
Nuestra refl exión de estos últimos meses ha aportado luz sobre muchos
de estos temas y particularmente sobre un punto que es la necesidad
de promover grandes acuerdos entre los actores sociales,
públicos y privados. Si algo se desprende de las experiencias internacionales,
es el valor que adquieren estas acciones en el enfrentamiento
de los problemas de una mayor cohesión social.
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