3el piano del 27. el grupo

El piano de la edad de plata
3 EL
PIANO DEL 27. EL GRUPO
DE LOS OCHO DE MADRID (I)
REMACHA Y SU MAGISTERIO
ANTONIO BACIERO
5 NOVIEMBRE 2006

CON MOTIVO DEL CENTENARIO DE LA CON-
CESIÓN DEL NOBEL A SANTIAGO RAMÓN
Y CAJAL, DEL CINCUENTENARIO DE LA CON-
CESIÓN DEL NOBEL A JUAN RAMÓN JIMÉNEZ
Y DEL CENTENARIO DE LA CREACIÓN DE LA
JUNTA PARA AMPLIACIÓN DE ESTUDIOS.S

Tercer concierto
El piano del 27.
El Grupo de los
Ocho de Madrid (I)
Remacha y su magisterio
A NTONIO B ACIERO
RESIDENCIA DE ESTUDIANTES
DOMINGO 5 DE NOVIEMBRE
A LAS SIETE Y MEDIA DE LA TARDE

El piano es uno de los fundamentales vehículos de
expresión musical. Los compositores españoles del
98 para acá cultivaron profusamente la literatura destinada
a este instrumento de percusión, de tan amplias posibilidades
de matización gracias a los pedales y a las distintas
clases de ataque y digitación. Nuestros músicos siguieron
en principio las sendas postrománticas y las combinaron,
primero, con una veta nacionalista o casticista y, después, con
elementos franceses y neoclásicos que terminaron por
conducir a una estilización superior de los materiales y que
encontró su paradigma en la obra de Manuel de Falla y de
los creadores de la generación del 27. La nómina de autores
es muy extensa. En el ciclo que tienen ante su vista hemos
recogido a los más importantes y a algunos que permanecían
prácticamente en el anonimato y, en ciertas ocasiones,
los hemos conectado con músicos de los siglos de oro, siempre
influyentes en los compositores del XX. Las tendencias
y las escuelas son muchas. En esta propuesta hemos tratado
de parcelar técnica y estilísticamente cada una de ellas.
De esta manera, podremos escuchar los pentagramas que
escuchaban nuestros intelectuales y que nacieron en un
tiempo en el que la fantasía creadora a todos los niveles resplandecía
en nuestro país. Ramón y Cajal, Juan Ramón
Jiménez, Severo Ochoa, Picasso y tantos otros convivieron
con estas músicas, algunas veces emanadas de los salones
de la Residencia de Estudiantes, que es donde, como parece
lógico, se va a desarrollar esta serie, organizada por la Sociedad
Estatal de Conmemoraciones Culturales y destinada a
conmemorar el centenario y el cincuentenario respectivamente
de la concesión del Premio Nobel a Ramón y Cajal
y a Juan Ramón Jiménez en 2006 y el centenario de la creación
de la junta para la ampliación de Estudios en 2007.
Arturo Reverter

programa

El piano del 27.
El Grupo de los Ocho de Madrid (I)
Remacha y su magisterio
Antonio Baciero
I
Fernando Remacha (1898-1984)
Tres piezas
«Allegro»
La maja vestida
«Danza tercera»
Preludio en la menor
Antonio de Cabezón (1510-1566)
Ave Maris Stella (VII/Ve)
Tiento de cuarto tono (XII/Ve)
(sobre un tema de Ockeghem)
Diferencias sobre la gallarda milanesa
Tiento de primer tono (III/H)
Juan Cabanilles (1644-1712)
Pasacalles de cuarto tono
Diferencias de gallardas

II
Francisco Correa de Arauxo (1576?-1654)
Dos tientos «partidos de bajo» (de noveno y sexto tono)
José Moreno y Polo (1708-1754)
Sonata en do menor
«Moderato»
«Presto»
Rafael Anglés (1730?-1816)
Sonata en sol mayor
Sebastián de Albero (1722-1756)
Sonata en do mayor
Antonio Soler (1729-1783)
Sonata en do mayor (por la Princesa de Asturias)
Fernando Remacha (1898-1984)
Tirana (homenaje a Laserna)
Epitafio (a la memoria de J. C. Arriaga)
Sonatina en La mayor
«Allegro ma non troppo»
«Andante»
«Allegro»

notas
al programa

La primera referencia pianística que en realidad tenemos
de Remacha es la transcripción de la «Danza tercera»
(Vivo) del ballet La maja vestida, que data de
1919, cuando el compositor contaba veintidós años y apenas
estaba empezando sus estudios de composición. Con
destreza y una muy original maestría también en lo estético,
la partitura original del ballet incluye ya un piano obligado
dentro de la paleta orquestal, a la manera de Noches
en los Jardines de España, de Falla (que había sido estrenada
en Madrid por Arbós y Cubiles hacía pocos años, en abril
del 16). Esta danza, la tercera dentro del ballet, «sobre un
asunto de Mauricio Bacarisse» —excepcional y malogrado
poeta, Premio Nacional de Literatura en 1931 (moriría en
febrero del año siguiente) y primo y amigo del compositor
Salvador Bacarisse— da cuenta de la sensibilidad del grupo
en ese momento en que Remacha estaba empezando a
estudiar composición. Nunca ejecutado íntegramente, una
selección de este ballet fue incluida en un festival español
en el Teatro de los Campos Elíseos, durante la Exposición
Universal de París de 1938.
En 1919 se publica también la Fantasía Bética de Falla;
Stravinsky termina La historia del soldado (1918), y Bartók
El mandarín maravilloso, otro ballet inmortal. Como paisaje
envolvente, La maja no puede tener mejor acompañamiento
histórico.
Con frecuencia se ha atribuido a Remacha una influencia
preponderante de Stravinsky, lo que resume bien las premisas
de las que arranca su trayectoria (Stravinsky, Bartók,
Falla…). Las Tres piezas para piano (publicadas en 1924),
que él consideraba como su verdadero Op. 1 pianístico, se

sitúan más en el contexto Debussy-Falla, otro de los polos
importantes de síntesis idiomática y que escribe con la tinta
fresca del título de la clase de Conrado del Campo (firmado
por Tomás Bretón). La primera pieza, «Allegro», va
de la máxima simplicidad —una sola nota sin acompañamiento
en un intervalo insistente de segunda menor, compás
5/4—, a los tres pentagramas organísticos, para dar cabida
al desarrollo de un «canto» en un leve fondo de guitarra,
interrumpido por incisiones estilísticas heterogéneas.
Premio Roma (1923-1927), Remacha había sido en Italia
alumno de Malipiero, músico culto e independiente que
por entonces se encontraba editando (por iniciativa de
D’Annunzio) la vieja música italiana. Remacha pasó incluso
algún verano con el maestro en Asolo (Treviso, Italia),
ayudándole en esa tarea e incorporando plenamente esas
inquietudes a las suyas propias, lo que unido al «scarlattianismo»
de su generación hizo de él un músico apasionado
también por el Renacimiento y el Barroco españoles. Como
profesor en el Conservatorio de Pamplona, incluyó pronto
estas influencias en la modernización de las enseñanzas
musicales, actualizó métodos e introdujo igualmente a Bartók,
Hindemith y Schönberg, junto a cursos de canto gregoriano
que hicieron del Conservatorio de Pamplona,
durante unos años, una sucursal de Solesmes y del Instituto
Gregoriano de París.
Tuve ocasión de conocer a Fernando Remacha, a quien
me presentó Rafael Moneo, y desde entonces compartí con
él aquellas inquietudes. Pese a no aceptar su ofrecimiento
de llevar los estudios de piano en su Conservatorio, mantuvimos
una profunda amistad desde la creación del nuevo

Conservatorio Pablo Sarasate, y fue una de las personas que
más me influyeron y ayudaron en lo que tal vez sea el logro
más importante para un intérprete: la formación de un criterio.
Como otros miembros de su generación madrileña,
se interesaba por los antiguos españoles, particularmente
por Soler, Victoria, Guerrero, Salinas y Cabezón. Sobre un
Tiento de este último (el n.º XIII/Ve, de cuarto tono), había
compuesto incluso una preciosa obra coral (La que tengo no
es prisión) con aplicación de un texto coetáneo. Remacha
había seguido también con interés al núcleo del Instituto
Español de Musicología que, junto a otros como Kastner,
Querol, Marius Schneider, Donostia, etc., mantenía en Barcelona
Higinio Anglés. Él me puso en contacto con las escasas
ediciones existentes; su ejemplar del Libro de Venegas,
cuyo estudio a fondo me recomendó, estuvo durante muchos
años entre mis materiales, al igual que las rarísimas ediciones
de Cabanilles y Correa de Araúxo. Era un maestro vocacional
y gozaba transmitiendo lo que sabía. Ningún lugar
mejor que éste para recordar las palabras sobre el Remacha
joven que Gustavo Pittaluga, en esta misma Residencia de
Estudiantes, pronunció en aquel acto considerado fundacional
por la generación de la República:
Fernando Remacha es el romántico. Pero claro, un romántico
como puede serlo el de hoy. Si en su romanticismo tuviera
que tomar una resolución trágica, ésta podría ser sólo provocada
por la música misma.
El resultado es una música llena de sugerencias, de inquietud
constante, de constante busca de la misma música. Remacha
desea una música tan libre del más ligero asomo de contaminación,
que si para hacerla pudiera prescindir del sonido,

prescindiría. El resultado es muy bello como vais a ver. Muy
complejo también y en su turbulencia acaso el más difícil de
percibir. En una audición única es difícil percibirlo todo, tanto
más cuanto la inquietud febricitante de Remacha se ha
esparcido a lo largo de una obra considerable. Si su figura
pálida y tímida no bastara, su música os acabaría de convencer
de su romanticismo. El romántico de 1830 se dejaba morir
por la mujer inaprehensible. Remacha se dejaría matar por
la música. Claro que, siendo tan bella como la suya, hasta
puede creerse.
La escritura pianística de Remacha es pulcra, personal,
a la vez que jugosa y equilibrada en un punto de severidad
y quintaesencia técnica. En ocasiones se manifiesta un dodecafonismo
de trasfondo expresionista más o menos punzante:
en una u otra proporción, «los azufres del 27…»
(Rodolfo Halffter). Su movimiento expresivo tiende a la
sencillez de los clásicos, con sus proporciones invariables,
mientras su piano pide una definición de colorido orquestal,
«de intencionalidad», cuyos arranques ocasionales de
pianismo seco, al estilo de Hindemith, son de carácter puramente
accidental. Lo tímbrico, el color en el espacio musical,
es para él lo esencial y ello se entremezcla con su talento
de orquestador y con cierta vocación «secreta» de gran
dramaturgo reprimido.
En el Preludio en la menor y su línea de cargada expresividad
presenta una sucesión de segundas sincopadas sobre
un «ostinato». Podría tratarse de la mejor obra de todo el
primer periodo tudelano (1939-1947), por el pulso de su
seguro lirismo en la serie de soportes verticales, que se
resuelven cadencialmente en un original «estrecho» hacia
la tonalidad mayor. Tirana para piano es un homenaje a su

colega dieciochesco Blas de Laserna, nacido en la vecina
Corella, en aquel momento reivindicado con fuerza desde
su propio pueblo natal. Remacha, que había estudiado y
adaptado algunas de sus tonadillas, aborda ahí una sucesión
de propuestas sobreacentuadas en evidente obsesión
rítmica, con su marcado ritmo característico y frecuentes
síncopas unidas a disonancias en «armonías de cruce», tan
familiares al autor. Un cierto italianismo, incluso, aparece
insinuado realzando la gracia de esta página, recortada y
lírica, pese a lo descarnado del trazo y la prístina dureza.
Sin gran aparato técnico, la Sonatina para piano personifica
todo un estilo —y hasta un periodo— en su obra. La
fanfarria descendente que abre el primer tiempo muestra
un neoclasicismo que no renuncia a recursos más avanzados
en el plano armónico. Está ausente también cualquier
prurito modernista y se aleja de corrientes de su tiempo a
las que el autor no era impermeable en otras décadas. Un
eclecticismo evidente y su equilibrada estructura son calidades
aún más ostensibles en el expresivo «Andante», donde
algún momento aislado (como la breve y cincelada
cadencia hacia la reexposición) rompe la reposada ambientación,
casi mozartiana, de este movimiento central y sus
bajos de Alberti sutilmente coloreados, mientras el «Allegro»
final vuelve a enlazar con el primero en una rítmica
ternaria de acento españolista.
Epitafio, su última página para piano, es meditada y
lenta. Con una cierta «iluminación» de fondo («A la memoria
de J. C. Arriaga»), Remacha (a quien le horrorizaba producirse)
se sentó un día al piano de repente y la tocó para
mí. Su pulcritud y gran estilo conmovieron en lo más hon-

do a aquel pobre viejo piano…, y en mi recuerdo es como
si en esa ocasión hubiera expresado un resquicio de satisfacción
por la paternidad de esta bellísima pieza, solitario
islote en su escasa producción de entonces (1958-1959),
porque efectivamente en esta composición Fernando Remacha
se remonta a los mejores acentos de sus épocas de juventud.
Presencias «debussianas» y vienesas (Schönberg) reaparecen
en esta orientación estilística, un articulado mixto,
por secciones en las que, a modo de versículos «cabezonianos»,
desarrolla multilateralmente una idea de progresivas
segundas superpuestas, que no es sino una vieja obsesión
por los grados conjuntos —cromáticos o diatónicos— que
funcionan cerca del procedimiento argumental en muchas
de sus obras. ¿No recuerda a Falla, una vez más y casi sin
quererlo, este inspiradísimo tombeau con reminiscencias
de aquel que el maestro gaditano compuso en 1935, a la
muerte de Paul Dukas? Algunos acordes tienen un parentesco
patente, pero en la progresión final queda constancia
de cómo la línea y la psicología de la obra son otras. Recordando
la prematura desaparición de Arriaga, Remacha parece
haberse acercado aquí a la idea de un propio tombeau,
el de alguien como él, arrancado por la guerra de su mejor
fluido creacional en plena juventud. Don Fernando recobra
en esta página iluminada y de sabia inspiración el viejo
pulso de sus mejores consecuciones. Con ella se cierra el
ciclo pianístico de nuestro admirado maestro y amigo.
En este concierto, las obras de Remacha se intercalan
con otras de autores españoles estudiados o conocidos bajo
su influencia. Sirvan estos apuntes como recuerdo al que
fue —casi sin pretenderlo y a pesar de su desmesurada

modestia— maestro integral de una generación y de una
época por su brillantez intelectual y su capacidad de transmisión
afectuosa del saber.
Antonio Baciero

iografía

ANTONIO BACIERO
Pianista
Nació en Aranda de Duero y comenzó los estudios
en Pamplona, donde dio su primer concierto a los
10 años. A los 18 años obtuvo el Primer Premio y
Premio Extraordinario del Real Conservatorio de Madrid,
bajo la tutela de sus profesoras Puri Villar y Julia Parody.
Asistió a los cursos internacionales de la Academia
Chigiana de Siena, con Guido Agosti, y, tras abandonar sus
estudios de medicina, se trasladó a Viena (1956-1965),
donde estudió con Viola Thern, Paul Badura-Skoda, Jörg
Demus y Alfred Brendel. Su carrera internacional comenzó
en 1961, cuando obtuvo, en el Concurso Internacional
Viotti de Vercelli, un Premio Especial fundado por el
famoso pianista Arturo Benedetti-Michelangeli, presidente
del jurado.
En 1963 interpretó en Viena, Madrid y Barcelona,
entre otras ciudades, las Seis Partitas de Bach en un solo
concierto, y fue considerado por la crítica como un especialista
en el gran compositor alemán. En los actos de inauguración
del Teatro Real de Madrid presentó, junto a
Santiago Kastner, dos programas con obras de Cabezón
que tuvieron una notable resonancia, y recibió, junto a
Nadia Boulanger, el Premio Juventudes Musicales de
Madrid a las mejores interpretaciones de la temporada.
Su amistad con Fernando Remacha (uno de los más
destacados maestros de la generación del 27) le puso en
contacto con los ideales de recuperación del antiguo patrimonio
musical español, e inició entonces una actividad de

investigación y difusión que compaginaría en el futuro con
su actividad concertística.
Su primer trabajo discográfico extenso fue la Obra
Completa de Antonio de Cabezón (15 discos), versionada
con órganos históricos españoles, piano moderno y diecisiete
instrumentos originales de los museos instrumentales
de Londres (Fenton House y Victoria and Albert
Museum), Nuremberg (Germanisches Nationalmuseum)
y París (Musée du Conservatoire). Su edición por el sello
Hispavox recibió en dos ocasiones el Premio Nacional del
Disco y el de la revista Ritmo, y fue candidata al Premio
Mundial del Disco de Montreux. Su ejecución íntegra en
diez recitales fue programada en el marco del III Ciclo de
Grandes Autores e Intérpretes de la Universidad Autónoma
de Madrid.
Ha participado en numerosos conciertos conmemorativos
con motivo de los centenarios de Albert Schweitzer,
Joseph Haydn, Antonio Soler, etc. También en el Europalia
de Bruselas; en la ejecución integral colectiva de la obra de
teclado de J. S. Bach en la Gewandhaus de Leipzig; en la
Neue Bach Gesellschaft, o en el 150 aniversario de la muerte
de Schubert, en el Festival de Granada. También en conciertos
especiales en el Archivo General de Simancas (con motivo
del centenario de Felipe II), en el Palacio Real de Versalles
y en Les Invalides (París), en la Royal Academy of Music
(Londres), en el Kunsthistorisches Museum (Viena), etc.
Igualmente, ha estado presente en numerosos ciclos y
conciertos sobre Mozart y su obra, y ha protagonizado
múltiples colaboraciones para los actos del Quinto
Centenario y la Expo 92 de Sevilla, la Exposición Universal

de Lisboa, España Nuevo Milenio, el Instituto Cervantes, la
Sociedad Estatal para la Acción Cultural Exterior, la
Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, etc., así
como para fundaciones como la Sanchez-Albornoz, la
Hennie Omstad, la Juan March, el Banco Consolidado, la
Gulbenkian, la Real Fundación de Toledo, etc.
Ha compaginado su condición de intérprete con una
creciente actividad pedagógica (cursos de interpretación,
temas especializados, jurado en concursos internacionales,
etc.). Su atención al Barroco y al ideal sonoro de épocas
pretéritas ha impulsado la recuperación de órganos históricos
y pianofortes.
Desde el comienzo de su trayectoria ha extendido su
actividad concertística a América (Metropolitan Museum,
Carnegie Hall, Library of Congress, Cleveland Museum of
Art, Princeton University, New York University, University
of Harvard, etc.), donde ha actuado en recitales con relevantes
orquestas y directores, y en producciones de radio y
televisión. Sus actuaciones en la URSS —del Báltico a
Siberia— constituyeron también notables éxitos (ciclo de
Música Inédita Española en el Conservatorio Tschaikovsky,
de Moscú; Masterclasses en el Collegium Musicum de dicho
centro y en la Capilla Imperial de San Petesburgo, etc.).
Sus trabajos como musicólogo e investigador se hallan
recogidos principalmente en Nueva Biblioteca Española de
Música de Teclado: siglos XVI al XVIII (Unión Musical
Española, Madrid, 1977), con quinientas obras inéditas
españolas; en Cuadernos para el piano (Real Musical,
Madrid, 1984), y en Obra completa para piano, de
Fernando Remacha (Pamplona, 2003).

Es miembro de Honor del Instituto Bach-Riemenschneider
(Universidad de Baldwin-Wallace, Ohio),
de la Sociedad Española de Musicoterapia, de la Sociedad
Cultural Universitaria FSY (Lake Forest College, Chicago)
y de EPTA (European Piano Teachers Association). Socio
de Honor del Ateneo de Valladolid, oficial de la Academia
Francesa PAHC y presidente de Honor de la Sociedad
Hispánica de Música Barroca. Premio Castilla y León de
las Artes, Encomienda de la Orden del Mérito Civil y
Premio Nacional ADELFA (Asociación para la Defensa del
Patrimonio Histórico y Artístico). Miembro de la Real
Academia de la Historia (Madrid), de la Academia de San
Dámaso de Arte e Historia (Madrid), de la Academia de
San Quirce de Historia y Arte de Segovia, y académico de
Honor de la Institución Fernán González de Burgos. Hijo
Predilecto de Aranda de Duero, cuya Escuela de Música
lleva su nombre.
Ha publicado sus discos en RCA, Hispavox, Ensayo,
Etnos, Telefunken-Decca, GAM-Clásica, EMI-Odeon y
Testimonio Editorial.

programa
del ciclo

◆2006 ◆
I
La síntesis: Falla
DOMINGO, 8 DE OCTUBRE, A LAS 19:30 HORAS
Obras de Manuel de Falla
Joaquín Achúcarro
II
El ejemplo francés
DOMINGO, 22 DE OCTUBRE, A LAS 19:30 HORAS
Obras de Francis Poulenc, Maurice Ravel y Erik Satie
Hajdi Elzeser
III
El piano del 27. El Grupo de los Ocho de Madrid (I)
Remacha y su magisterio
DOMINGO, 5 DE NOVIEMBRE, A LAS 19:30 HORAS
Obras de Fernando Remacha, Antonio de Cabezón,
Juan Cabanilles, Francisco Correa de Arauxo,
José Moreno y Polo, Rafael Anglés, Sebastián de Albero
y Antonio Soler
Antonio Baciero
IV
El piano del 27. La Escuela de Barcelona (I)
DOMINGO, 26 DE NOVIEMBRE, A LAS 19:30 HORAS
Obras de Frederic Mompou, Joaquim Serra,
Robert Gerhard y Manuel Blancafort
Emili Brugalla

◆2007 ◆
V
El piano del 98. Plenitudes
DOMINGO, 28 DE ENERO, A LAS 19:30 HORAS
Obras de Isaac Albéniz y Enrique Granados
Douglas Riva
VI
El piano del 27. Afinidades
DOMINGO, 11 DE FEBRERO, A LAS 19:30 HORAS
Obras de José Gallés, Antonio Soler y Joaquin Nin-Culmell
María Luisa Cantos
VII
El piano del 98. La Escuela de Madrid
DOMINGO, 25 DE FEBRERO, A LAS 19:30 HORAS
Obras de Conrado del Campo, Adolfo Salazar,
María Rodrigo, Joaquín Turina, Jesús Guridi, Julio Gómez,
Manuel Martínez Chumillas, Ángel Martín Pompey
y Evaristo Fernández Blanco
Ana Vega Toscano
VIII
El piano del 27. El Grupo de los Ocho de Madrid (II)
DOMINGO, 11 DE MARZO, A LAS 19:30 HORAS
Obras de Juan José Mantecón, Salvador Bacarisse, Gustavo
Pittaluga y Julián Bautista
Jorge Robaina

IX
El piano del 27. La Escuela Levantina (I)
DOMINGO, 25 DE MARZO, A LAS 19:30 HORAS
Obras de Camille Saint Saëns, Ferruccio Busoni,
Oscar Esplá y Rafael Rodríguez Albert
Silvia Torán
X
El piano del 27. La Escuela Levantina (II)
DOMINGO, 15 DE ABRIL, A LAS 19:30 HORAS
Obras de Antonio Soler y Joaquín Rodrigo
María Garzón
XI
El piano del 27. La Escuela de Barcelona (II)
DOMINGO, 29 DE ABRIL, A LAS 19:30 HORAS
Obras de Josep María Ruera, Ricard Lamote de Grignon, Joan
Massià, Joaquín Zamacois, Joaquín Homs y Xavier Montsalvatge
Jordi Masó
ASESOR MUSICAL
ARTURO REVERTER

EN LA
Residencia de Estudiantes
C/ Pinar, 21-23 28006 Madrid
Tel.: 91 563 64 11
www.residencia.csic.es
ASESOR MUSICAL
ARTURO REVERTER
ORGANIZACIÓN
CON LA COLABORACIÓN DE
Amigos de la Residencia de Estudiantes