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<strong>Literatura</strong> <strong>Comparada</strong>: <strong>El</strong> <strong>Cantar</strong> <strong>de</strong> <strong>Mío</strong> <strong>Cid</strong> Bachillerato<br />

EL ARTE DE CONTAR HISTORIAS<br />

J.L. Borges<br />

Las distinciones verbales <strong>de</strong>berían ser tenidas en cuenta, puesto que representan distinciones<br />

mentales, intelectuales. Pero es una lástima que la palabra «poeta» haya sido dividida en dos. Pues<br />

hoy, cuando hablamos <strong>de</strong> un poeta, sólo pensamos en alguien que profiere notas líricas y pajariles<br />

<strong>de</strong>l tipo <strong>de</strong> «With ships the sea was sprinkled far and nigh, / Like stars in heaven» («Con barcos, el<br />

mar estaba salpicado aquí y allá como las estrellas en el cielo»; Wordsworth), o «Music to hear, why<br />

hear'st thoumusic sadly? / Sweets with sweets war not, joy <strong>de</strong>lights in joy» («¿Por qué, siendo tú<br />

música, te entristece la música? / Placer busca placeres, ama el goce otro goce»; Shakespeare).<br />

Mientras que los antiguos, cuando hablaban <strong>de</strong> un poeta –un «hacedor»–, no lo consi<strong>de</strong>raban<br />

únicamente como el emisor <strong>de</strong> esas elevadas notas líricas, sino también como narrador <strong>de</strong> historias.<br />

Historias en las que podíamos encontrar todas las voces <strong>de</strong> la humanidad: no sólo lo lírico, lo<br />

meditativo, la melancolía, sino también las voces <strong>de</strong>l coraje y la esperanza. Quiere <strong>de</strong>cir que vaya<br />

hablar <strong>de</strong> lo que supongo la más antigua forma <strong>de</strong> poesía: la épica. Ocupémonos <strong>de</strong> ella un<br />

momento.<br />

Quizá el primer ejemplo que nos venga a la mente sea La historia <strong>de</strong> Troya, como la llamó<br />

Andrew Lang, que tan certeramente la tradujo. Examinaremos en ella la antiquísima narración<br />

<strong>de</strong> una historia. Ya en el primer verso encontramos algo así: «Háblame, musa, <strong>de</strong> la ira <strong>de</strong><br />

Aquiles». O, como creo que tradujo el profesor Rouse: «An angry man –that is my subject.<br />

(«Un hombre iracundo: tal es mi tema»). Quizá Hornero, o el hombre a quien llamamos<br />

Homero (pues ésta es, evi<strong>de</strong>ntemente, una vieja cuestión), pensó escribir un poema sobre un<br />

hombre iracundo, yeso nos <strong>de</strong>sconcierta, pues pensamos en la ira a la manera <strong>de</strong> los latinos:<br />

«ira furor brevis». La ira es una locura pasajera, un ataque <strong>de</strong> locura. Es verdad que la trama <strong>de</strong><br />

la lliada no es, en sí, precisamente agradable: esa i<strong>de</strong>a <strong>de</strong>l héroe malhumorado en su tienda, que<br />

siente que el rey lo ha tratado injustamente, empren<strong>de</strong> la guerra como una disputa personal<br />

porque han matado a su amigo y ven<strong>de</strong> por fin al padre el cadáver <strong>de</strong>! hombre al que ha<br />

matado.<br />

Pero quizá (pue<strong>de</strong> que ya lo haya dicho antes; estoy seguro), las intenciones <strong>de</strong>l poeta<br />

carezcan <strong>de</strong> importancia. Lo que hoy importa es que, aunque Homero creyera que contaba esa<br />

historia, en realidad contaba algo mucho más noble: la historia <strong>de</strong> un hombre, un héroe, que<br />

ataca una ciudad que sabe que no conquistará nunca, un hombre que sabe que morirá antes <strong>de</strong><br />

que la ciudad caiga; y la historia aun más conmovedora <strong>de</strong> los hombres que <strong>de</strong>fien<strong>de</strong>n una<br />

ciudad cuyo <strong>de</strong>stino ya conocen, una ciudad que ya está en llamas. Yo creo que éste es el<br />

verda<strong>de</strong>ro tema <strong>de</strong> la lliada. y, <strong>de</strong> hecho, los hombres siempre han pensado que los troyanos<br />

eran los verda<strong>de</strong>ros héroes. Pensamos en Virgilio, pero también podríamos pensar en Snorri<br />

Sturluson, que, en su más joven edad, escribió que Odín –el Odín <strong>de</strong> los sajones, el dios– era<br />

hijo <strong>de</strong> Príamo y hermano <strong>de</strong> Héctor. Los hombres siempre han buscado la afinidad con los<br />

troyanos <strong>de</strong>rrotados, y no con los griegos victoriosos. Quizá sea porque hay una dignidad en la<br />

<strong>de</strong>rrota que a duras penas le correspon<strong>de</strong> a la victoria.<br />

Tomemos un segundo poema épico, la Po<strong>de</strong>mos leer la <strong>de</strong> dos maneras. Supongo que e!<br />

hombre (o la mujer, como pensaba Samuel Butler) que la escribió no ignoraba que en realidad<br />

contenía dos historias: el regreso <strong>de</strong> Ulises a su casa y las maravillas y peligros <strong>de</strong>l mar. Si<br />

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<strong>Literatura</strong> <strong>Comparada</strong>: <strong>El</strong> <strong>Cantar</strong> <strong>de</strong> <strong>Mío</strong> <strong>Cid</strong> Bachillerato<br />

tomamos la Odisea en el primer sentido, entonces tenemos la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong>l regreso, la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que<br />

vivimos en el <strong>de</strong>stierro y nuestro verda<strong>de</strong>ro hogar está en el pasado o en el cielo o en cualquier<br />

otra parte, que nunca estamos en casa.<br />

Pero evi<strong>de</strong>ntemente la vida <strong>de</strong> la marinería y el regreso tenían que ser convertidos en algo<br />

interesante. Así que, poco él poco, se fueron añadiendo múltiples maravillas. y ya, cuando<br />

acudimos a Las mil una noches, encontramos que la versión árabe <strong>de</strong> la Odisea, los siete viajes<br />

<strong>de</strong> Simbad el marino, no son la historia <strong>de</strong> un regreso, sino un relato <strong>de</strong> aventuras; y creo que<br />

como tal lo leemos. Cuando leemos la Odisea, creo que lo que sentimos es el encanto, la magia<br />

<strong>de</strong>l mar; lo que sentimos es lo que el navegante nos revela. Por ejemplo: no tiene ánimo para el<br />

arpa, ni para la distribución <strong>de</strong> anillos, ni para el goce <strong>de</strong> la mujer, ni para la gran<strong>de</strong>za <strong>de</strong>l<br />

mundo. Sólo busca las altas corrientes saladas. Así tenemos las dos historias en una: po<strong>de</strong>mos<br />

leerla como un retorno a casa y como un relato <strong>de</strong> aventuras, quizá el más admirable que jamás<br />

haya sido escrito o cantado.<br />

Pasemos ahora a un tercer «poema» que <strong>de</strong>staca muy por encima <strong>de</strong> los otros: los cuatro<br />

Evangelios. Los Evangelios también pue<strong>de</strong>n leídos <strong>de</strong> dos maneras. <strong>El</strong> creyente los lee como la<br />

extraña historia <strong>de</strong> un hombre, <strong>de</strong> un dios, que expía los pecados <strong>de</strong> la humanidad. Un dios que<br />

se digna sufrir, morir, en la «bitter cross» («amarga cruz»), como señala Shakespeare. Existe<br />

una interpretación aun más extraña, que encuentro en Langland. la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que Dios quería<br />

conocer en su totalidad el sufrimiento humano, que no le bastaba con conocerlo<br />

intelectualmente, tal como le era divinamente posible; quería sufrir como un hombre y con las<br />

limitaciones <strong>de</strong> un hombre. Pero quien (como muchos <strong>de</strong> nosotros) no es creyente pue<strong>de</strong> leer la<br />

historia <strong>de</strong> otra manera. Po<strong>de</strong>mos pensar en un hombre <strong>de</strong> genio, un hombre que se creía un<br />

dios y al final <strong>de</strong>scubre que sólo era Un hombre y que Dios –su dios– lo había abandonado.<br />

Digamos que durante muchos siglos, estas tres historias –la <strong>de</strong> Troya, la <strong>de</strong> Ulises, la <strong>de</strong><br />

Jesús–le han bastado a la humanidad. La gente las ha contado y las ha vuelto a contar una y otra<br />

vez; les ha puesto música, las ha pintado. Han sido contadas muchas veces, pero las historias<br />

perduran, sin límites. Podríamos pensar en alguien que, <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> milo diez mil años, una vez<br />

más volviera a escribirlas. Pero, en el caso <strong>de</strong> los Evangelios, hay una diferencia: creo que la<br />

historia <strong>de</strong> Cristo no pue<strong>de</strong> ser contada mejor. Ha sido contada muchas veces, pero creo que los<br />

pocos versículos en los que leemos, por ejemplo, cómo Satán tentó a Cristo tienen más fuerza<br />

que los cuatro libros <strong>de</strong>l Paradise Regained. Uno intuye que Milton quizá ni sospechaba la<br />

clase <strong>de</strong> hombre que fue Cristo.<br />

Bien, tenemos estas historias y tenemos el hecho <strong>de</strong> que los hombres no necesitan<br />

<strong>de</strong>masiadas historias. Imagino que Chaucer jamás pensó en inventar una historia. No pienso<br />

que la gente fuera menos inventiva en aquellos días que hoy. Pienso que se contentaba con las<br />

nuevas variaciones que se añadían al relato, las sutiles variaciones que se añadían al relato.<br />

Esto, a<strong>de</strong>más, facilitaba la tarea <strong>de</strong>l poeta. Sus oyentes y lectores sabían lo que iba a <strong>de</strong>cir y<br />

podían apreciar las diferencias en su justa medida.<br />

Ahora bien, la épica –y po<strong>de</strong>mos consi<strong>de</strong>rar los Evangelios una especie <strong>de</strong> épica divina– lo<br />

admite todo. Pero la poesía, como he dicho, ha sufrido una división; o, mejor, por un lado<br />

tenemos el poema lírico y la elegía, y por otro tenemos la narración <strong>de</strong> historias: tenemos la<br />

novela. Uno casi siente la tentación <strong>de</strong> consi<strong>de</strong>rar la novela como una <strong>de</strong>generación <strong>de</strong> la épica,<br />

a pesar <strong>de</strong> escritores como Joseph Conrad o Herman Melville. Pues la novela recupera la<br />

dignidad <strong>de</strong> la épica.<br />

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<strong>Literatura</strong> <strong>Comparada</strong>: <strong>El</strong> <strong>Cantar</strong> <strong>de</strong> <strong>Mío</strong> <strong>Cid</strong> Bachillerato<br />

Si pensamos en la novela y la épica, nos vemos tentados a pensar que la principal<br />

diferencia estriba en la diferencia entre verso y prosa, entre cantar y exponer algo. Pero pienso<br />

que hay una diferencia mayor. La diferencia radica en el hecho <strong>de</strong> que lo importante para la<br />

épica es el héroe: un hombre que es un mo<strong>de</strong>lo para todos los hombres. Mientras, como<br />

Mencken señaló, la esencia <strong>de</strong> la mayoría <strong>de</strong> las novelas radica en el fracaso <strong>de</strong> un hombre, en<br />

la <strong>de</strong>generación <strong>de</strong>! personaje.<br />

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<strong>Literatura</strong> <strong>Comparada</strong>: <strong>El</strong> <strong>Cantar</strong> <strong>de</strong> <strong>Mío</strong> <strong>Cid</strong> Bachillerato<br />

Estructura interna<br />

CANTAR DE MÍO CID<br />

<strong>El</strong> <strong>Cantar</strong> <strong>de</strong> mio <strong>Cid</strong> trata el tema <strong>de</strong>l complejo proceso <strong>de</strong> recuperación <strong>de</strong> la honra perdida por el<br />

héroe, cuya restauración supondrá una honra mayor a la <strong>de</strong> la situación <strong>de</strong> partida.<br />

<strong>El</strong> poema se inicia con el <strong>de</strong>stierro <strong>de</strong>l <strong>Cid</strong>, primer motivo <strong>de</strong> <strong>de</strong>shonra, tras haber sido acusado <strong>de</strong><br />

robo. Este <strong>de</strong>shonor supone también el ser <strong>de</strong>sposeído <strong>de</strong> sus hereda<strong>de</strong>s o posesiones en Vivar y<br />

privado <strong>de</strong> la patria potestad <strong>de</strong> su familia.<br />

Tras la conquista <strong>de</strong> Valencia, gracias al solo valor <strong>de</strong> su brazo, su astucia y pru<strong>de</strong>ncia, consigue el<br />

perdón real y con ello una nueva heredad, el señorío sobre Valencia, que se une a su antiguo solar<br />

ya restituido. Para ratificar su nuevo estatus <strong>de</strong> señor <strong>de</strong> vasallos, se conciertan bodas con linajes <strong>de</strong>l<br />

mayor prestigio cuales son los infantes <strong>de</strong> Carrión.<br />

Pero paradójicamente, con ello se produce la nueva caída <strong>de</strong> la honra <strong>de</strong>l <strong>Cid</strong>, <strong>de</strong>bido al ultraje <strong>de</strong><br />

los infantes a las hijas <strong>de</strong>l <strong>Cid</strong>, que son vejadas, fustigadas, malheridas y abandonadas en el robledal<br />

<strong>de</strong> Corpes.<br />

Este hecho supone según el <strong>de</strong>recho medieval el repudio <strong>de</strong> facto <strong>de</strong> estas por parte <strong>de</strong> los <strong>de</strong><br />

Carrión. Por ello el <strong>Cid</strong> <strong>de</strong>ci<strong>de</strong> alegar la nulidad <strong>de</strong> estos matrimonios en un juicio presidido por el<br />

rey, don<strong>de</strong> a<strong>de</strong>más los infantes <strong>de</strong> Carrión que<strong>de</strong>n infamados públicamente y apartados <strong>de</strong> los<br />

privilegios que antes ostentaban como miembros <strong>de</strong>l séquito real. Por el contrario, las hijas <strong>de</strong>l <strong>Cid</strong><br />

conciertan matrimonios con reyes <strong>de</strong> España, llegando al máximo ascenso social posible.<br />

Así, la estructura interna está <strong>de</strong>terminada por unas curvas <strong>de</strong> obtención–pérdida–restauración–<br />

pérdida–restauración <strong>de</strong> la honra <strong>de</strong>l héroe. En un primer momento, que el texto no refleja, el <strong>Cid</strong> es<br />

un buen caballero vasallo <strong>de</strong> su rey, honrado y con hereda<strong>de</strong>s en Vivar. <strong>El</strong> <strong>de</strong>stierro con que se inicia<br />

el poema es la pérdida, y la primera restauración, el perdón real y las bodas <strong>de</strong> las hijas <strong>de</strong>l <strong>Cid</strong> con<br />

gran<strong>de</strong>s nobles. La segunda curva se iniciaría con la pérdida <strong>de</strong> la honra <strong>de</strong> sus hijas y terminaría<br />

con la reparación mediante el juicio y las bodas con reyes <strong>de</strong> España. Pero la curva segunda supera<br />

en amplitud y alcanza mayor altura que la primera.<br />

Estructura externa<br />

Los editores <strong>de</strong>l texto, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la edición <strong>de</strong> Menén<strong>de</strong>z Pidal <strong>de</strong> 1913, lo han dividido en tres<br />

cantares. Podría reflejar las tres sesiones en que el autor consi<strong>de</strong>ra conveniente que el juglar recite<br />

la gesta. Parece confirmarlo así el texto al separar una parte <strong>de</strong> otra con las palabras: «aquís<br />

conpieça la gesta <strong>de</strong> mio Çid el <strong>de</strong> Bivar» (v. 1085), y otra más a<strong>de</strong>lante cuando dice: «Las coplas<br />

<strong>de</strong>ste cantar aquís van acabando» (v. 2776).<br />

Primer cantar. <strong>Cantar</strong> <strong>de</strong>l <strong>de</strong>stierro (vv. 1–1084)<br />

<strong>El</strong> <strong>Cid</strong> ha sido <strong>de</strong>sterrado <strong>de</strong> Castilla. Debe abandonar a su esposa e hijas, e inicia una campaña<br />

militar acompañado <strong>de</strong> sus fieles en tierras no cristianas, enviando un presente al rey tras cada<br />

victoria para conseguir el favor real.<br />

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<strong>Literatura</strong> <strong>Comparada</strong>: <strong>El</strong> <strong>Cantar</strong> <strong>de</strong> <strong>Mío</strong> <strong>Cid</strong> Bachillerato<br />

Segundo cantar. <strong>Cantar</strong> <strong>de</strong> las bodas (vv. 1085–2277)<br />

<strong>El</strong> <strong>Cid</strong> se dirige a Valencia, en po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> los moros, y logra conquistar la ciudad. Envía a su amigo y<br />

mano <strong>de</strong>recha Álvar Fáñez a la corte <strong>de</strong> Castilla con nuevos regalos para el rey, pidiéndole que se le<br />

permita reunirse con su familia en Valencia. <strong>El</strong> rey acce<strong>de</strong> a esta petición, e incluso le perdona y<br />

levanta el castigo que pesaba sobre el Campeador y sus hombres. La fortuna <strong>de</strong>l <strong>Cid</strong> hace que los<br />

infantes <strong>de</strong> Carrión pidan en matrimonio a doña <strong>El</strong>vira y doña Sol. <strong>El</strong> rey pi<strong>de</strong> al Campeador que<br />

acceda al matrimonio y él lo hace aunque no confía en ellos. Las bodas se celebran solemnemente.<br />

Tercer cantar. <strong>Cantar</strong> <strong>de</strong> la afrenta <strong>de</strong> Corpes (vv. 2278–3730)<br />

Los infantes <strong>de</strong> Carrión muestran pronto su cobardía, primero ante un león que se escapa y <strong>de</strong>l que<br />

huyen <strong>de</strong>spavoridos, <strong>de</strong>spués en la lucha contra los árabes. Sintiéndose humillados, los infantes<br />

<strong>de</strong>ci<strong>de</strong>n vengarse. Para ello empren<strong>de</strong>n un viaje hacia Carrión con sus esposas y, al llegar al robledo<br />

<strong>de</strong> Corpes, las azotan y las abandonan <strong>de</strong>jándolas <strong>de</strong>sfallecidas. <strong>El</strong> <strong>Cid</strong> ha sido <strong>de</strong>shonrado y pi<strong>de</strong><br />

justicia al rey. <strong>El</strong> juicio culmina con el «riepto» o duelo en el que los representantes <strong>de</strong> la causa <strong>de</strong>l<br />

<strong>Cid</strong> vencen a los infantes. Estos quedan <strong>de</strong>shonrados y se anulan sus bodas. <strong>El</strong> poema termina con<br />

el proyecto <strong>de</strong> boda entre las hijas <strong>de</strong>l <strong>Cid</strong> y los infantes <strong>de</strong>Navarra y Aragón.<br />

Características y temas<br />

<strong>El</strong> <strong>Cantar</strong> <strong>de</strong> Mio <strong>Cid</strong> se diferencia <strong>de</strong> la épica francesa en la ausencia <strong>de</strong> elementos sobrenaturales,<br />

la mesura con la que se conduce su héroe y la relativa verosimilitud <strong>de</strong> sus hazañas. <strong>El</strong> <strong>Cid</strong> que<br />

ofrece el <strong>Cantar</strong> constituye un mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong> mesura y equilibrio. Así, cuando <strong>de</strong> un prototipo <strong>de</strong> héroe<br />

épico se esperaría una inmediata venganza <strong>de</strong> sangre, en esta obra el héroe se toma su tiempo para<br />

reflexionar al recibir la mala noticia <strong>de</strong>l maltrato <strong>de</strong> sus hijas («cuando ge lo dizen a mio <strong>Cid</strong> el<br />

Campeador, / una grand ora pensó e comidió», vv. 2827-8) y busca su reparación en un solemne<br />

proceso judicial; rechaza, a<strong>de</strong>más, actuar precipitadamente en las batallas cuando las circunstancias<br />

lo <strong>de</strong>saconsejan. Por otro lado, el <strong>Cid</strong> mantiene buenas y amistosas relaciones con muchos<br />

musulmanes, como su aliado y vasallo Abengalbón, que refleja el estatus <strong>de</strong> mudéjar (los «moros <strong>de</strong><br />

paz» <strong>de</strong>l <strong>Cantar</strong>) y la convivencia con la comunidad hispanoárabe, <strong>de</strong> origen andalusí, habitual en<br />

los valles <strong>de</strong>l Jalón y Jiloca por don<strong>de</strong> transcurre buena parte <strong>de</strong>l texto.<br />

A<strong>de</strong>más está muy presente la condición <strong>de</strong> ascenso social mediante las armas que se producía en las<br />

tierras fronterizas con los dominios musulmanes, lo cual supone un argumento <strong>de</strong>cisivo <strong>de</strong> que no<br />

pudo componerse en 1140, pues en esa época no se daba ese «espíritu <strong>de</strong> frontera» y el consiguiente<br />

ascenso social <strong>de</strong> los caballeros infanzones <strong>de</strong> las tierras <strong>de</strong> extremadura.<br />

<strong>El</strong> propio <strong>Cid</strong>, siendo solo un infanzón (esto es, un hidalgo <strong>de</strong> la categoría social menos elevada,<br />

comparada con con<strong>de</strong>s, potesta<strong>de</strong>s y ricos hombres, rango al que pertenecen los infantes <strong>de</strong> Carrión)<br />

logra sobreponerse a su humil<strong>de</strong> condición social <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la nobleza, alcanzando por su esfuerzo<br />

prestigio y riquezas (honra) y finalmente un señorío hereditario (Valencia) y no en tenencia como<br />

vasallo real. Por tanto se pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cir que el verda<strong>de</strong>ro tema es el ascenso <strong>de</strong> la honra <strong>de</strong>l héroe, que<br />

al final es señor <strong>de</strong> vasallos y crea su propia Casa o linaje con solar en Valencia, comparable a los<br />

con<strong>de</strong>s y ricos hombres.<br />

Más aún, el enlace <strong>de</strong> sus hijas con príncipes <strong>de</strong>l reino <strong>de</strong> Navarra y <strong>de</strong>l reino <strong>de</strong> Aragón, indica que<br />

su dignidad es casi real, pues el señorío <strong>de</strong> Valencia surge como una novedad en el panorama <strong>de</strong>l<br />

siglo XIII y podría equipararse a los reinos cristianos, aunque, eso sí, el <strong>Cid</strong> <strong>de</strong>l poema nunca <strong>de</strong>ja<br />

<strong>de</strong> reconocerse él mismo como vasallo <strong>de</strong>l monarca castellano, si bien latía el título <strong>de</strong> Emperador,<br />

tanto para los dos Alfonsos implicados como para lo que fue su origen en los reyes leoneses,<br />

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<strong>Literatura</strong> <strong>Comparada</strong>: <strong>El</strong> <strong>Cantar</strong> <strong>de</strong> <strong>Mío</strong> <strong>Cid</strong> Bachillerato<br />

investidos <strong>de</strong> la dignidad imperial.<br />

De cualquier modo, el linaje <strong>de</strong>l <strong>Cid</strong> emparenta con el <strong>de</strong> los reyes cristianos y, como dice el poema:<br />

«Oy los reyes d'España sos parientes son, / a todos alcança ondra por el que en buen ora nació.»<br />

(«Hoy los reyes <strong>de</strong> España sus parientes son, / a todos les alcanza honra por el que en buena hora<br />

nació.»), vv. 3724–3725,3 <strong>de</strong> modo que no sólo su casa emparenta con reyes, sino que estos se ven<br />

más honrados y gozan <strong>de</strong> mayor prestigio por ser <strong>de</strong>scendientes <strong>de</strong>l <strong>Cid</strong>.<br />

Respecto <strong>de</strong> otros cantares <strong>de</strong> gesta, en particular franceses, el <strong>Cantar</strong> presenta al héroe con rasgos<br />

humanos. Así, el <strong>Cid</strong> es <strong>de</strong>scabalgado o falla algunos golpes, sin que por ello pierda su talla heroica.<br />

De hecho, se trata <strong>de</strong> una estrategia narrativa, que al hacer más dudosa la victoria, realza más sus<br />

éxitos.<br />

La verosimilitud se hace patente en la importancia que el poema da a la supervivencia <strong>de</strong> una<br />

mesnada <strong>de</strong>sterrada. Como señala Alvar Fáñez en el verso 673 «si con moros no lidiamos, nadie nos<br />

dará el pan». Los combatientes <strong>de</strong>l <strong>Cid</strong> luchan para ganarse la subsistencia, por lo que el <strong>Cantar</strong><br />

<strong>de</strong>talla por extenso las <strong>de</strong>scripciones <strong>de</strong>l botín y el reparto <strong>de</strong>l mismo, que se hace conforme a las<br />

leyes <strong>de</strong> extremadura (es <strong>de</strong>cir <strong>de</strong> zonas fronterizas entre cristianos y musulmanes) <strong>de</strong> fines <strong>de</strong>l siglo<br />

XII.<br />

INFLUENCIA DEL CANTAR DE MÍO CID<br />

La literatura <strong>de</strong> creación pronto inventó aquello que se <strong>de</strong>sconocía o completaba la figura <strong>de</strong>l <strong>Cid</strong>,<br />

contaminando progresivamente las fuentes más históricas con las leyendas orales que iban<br />

surgiendo para ensalzarlo y <strong>de</strong>spojar su biografía <strong>de</strong> los elementos menos aceptables por la<br />

mentalidad cristiana y el mo<strong>de</strong>lo heroico que se quería configurar, como su servicio al rey<br />

musulmán <strong>de</strong> Saraqusta.<br />

Sus hazañas fueron incluso objeto <strong>de</strong> inspiración literaria para escritores cultos y eruditos, como lo<br />

<strong>de</strong>muestra el Carmen Campidoctoris, un himno latino escrito hacia 1190 en poco más <strong>de</strong> un<br />

centenar <strong>de</strong> versos sáficos que cantan al Campeador ensalzándolo como se hacía con los héroes y<br />

atletas clásicos grecolatinos.<br />

En este panegírico ya no se encuentran registrados los servicios <strong>de</strong> Rodrigo al rey <strong>de</strong> la taifa <strong>de</strong><br />

Zaragoza; a<strong>de</strong>más, se han dispuesto combates singulares con otros caballeros en sus moceda<strong>de</strong>s<br />

para resaltar su heroísmo, y aparece el motivo <strong>de</strong> los murmuradores, que provocan la enemistad <strong>de</strong>l<br />

rey Alfonso, con lo que el rey <strong>de</strong> Castilla queda exonerado en parte <strong>de</strong> responsabilidad en el<br />

<strong>de</strong>sencuentro y <strong>de</strong>stierro <strong>de</strong>l <strong>Cid</strong>.<br />

En resumen, el Carmen es un catálogo selecto <strong>de</strong> las proezas <strong>de</strong> Rodrigo, para lo cual se prefieren<br />

las li<strong>de</strong>s campales y se <strong>de</strong>sechan <strong>de</strong> sus fuentes (Historia Ro<strong>de</strong>rici y quizá la Crónica najerense)<br />

algaras <strong>de</strong> castigo, emboscadas o asedios, formas <strong>de</strong> combate que conllevaban un menor prestigio.<br />

De esta misma época data el primer cantar <strong>de</strong> gesta sobre el personaje: el <strong>Cantar</strong> <strong>de</strong> mio <strong>Cid</strong>, escrito<br />

entre 1195 y 1207 por un autor con conocimientos legales <strong>de</strong> la zona <strong>de</strong> Burgos, Soria, la Comarca<br />

<strong>de</strong> Calatayud, Teruel o Guadalajara. <strong>El</strong> poema épico se inspira en los hechos <strong>de</strong> la última parte <strong>de</strong> su<br />

vida (<strong>de</strong>stierro <strong>de</strong> Castilla, batalla con el con<strong>de</strong> <strong>de</strong> Barcelona, conquista <strong>de</strong> Valencia),<br />

convenientemente recreados. La versión <strong>de</strong>l <strong>Cid</strong> que ofrece el <strong>Cantar</strong> constituye un mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong><br />

mesura y equilibrio. Así, cuando <strong>de</strong> un prototipo <strong>de</strong> héroe épico se esperaría una inmediata<br />

venganza <strong>de</strong> sangre, en esta obra el héroe se toma su tiempo para reflexionar al recibir la mala<br />

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<strong>Literatura</strong> <strong>Comparada</strong>: <strong>El</strong> <strong>Cantar</strong> <strong>de</strong> <strong>Mío</strong> <strong>Cid</strong> Bachillerato<br />

noticia <strong>de</strong>l maltrato <strong>de</strong> sus hijas («cuando ge lo dizen a mio <strong>Cid</strong> el Campeador, / una grand ora<br />

pensó e comidió», vv. 2827-8) y busca su reparación en un solemne proceso judicial; rechaza,<br />

a<strong>de</strong>más, actuar precipitadamente en las batallas cuando las circunstancias lo <strong>de</strong>saconsejan. Por otro<br />

lado, el <strong>Cid</strong> mantiene buenas y amistosas relaciones con muchos musulmanes, como su aliado y<br />

vasallo Abengalbón, que refleja el estatus <strong>de</strong> mudéjar (los «moros <strong>de</strong> paz» <strong>de</strong>l <strong>Cantar</strong>) y la<br />

convivencia con la comunidad hispanoárabe, <strong>de</strong> origen andalusí, habitual en los valles <strong>de</strong>l Jalón y<br />

<strong>de</strong>l Jiloca por don<strong>de</strong> transcurre buena parte <strong>de</strong>l texto.<br />

La literaturización y <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> <strong>de</strong>talles anecdóticos ajenos a los hechos históricos también se da<br />

en las crónicas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> muy pronto. La Crónica najerense, todavía en latín y compuesta hacia 1190,<br />

ya incluía junto a los materiales provenientes <strong>de</strong> la Historia Ro<strong>de</strong>rici otros más fantasiosos<br />

relacionados con la actuación <strong>de</strong> Rodrigo persiguiendo a Bellido Dolfos en el episodio legendario<br />

<strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong>l rey Sancho a traición en el Cerco <strong>de</strong> Zamora, y que darían origen al no menos<br />

literario <strong>de</strong> la Jura <strong>de</strong> Santa Ga<strong>de</strong>a. Unos años más tar<strong>de</strong> (hacia 1195) aparece el Linage <strong>de</strong> Rodric<br />

Díaz en aragonés, un texto genealógico y biográfico que recoge también la persecución y<br />

alanceamiento <strong>de</strong>l <strong>Cid</strong> al regicida <strong>de</strong> la leyenda <strong>de</strong> Bellido Dolfos.<br />

Hasta el siglo XIV fue fabulada su vida en forma <strong>de</strong> epopeya, pero cada vez con más atención a su<br />

juventud, imaginada con mucha libertad creadora, como se pue<strong>de</strong> observar en las tardías<br />

Moceda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> Rodrigo, en que se relata cómo en sus años mozos se atreve a invadir Francia y a<br />

eclipsar las hazañas <strong>de</strong> las chansons <strong>de</strong> geste francesas. <strong>El</strong> último cantar <strong>de</strong> gesta le dibujaba un<br />

carácter altivo muy <strong>de</strong>l gusto <strong>de</strong> la época, que contrasta con el personaje mesurado y pru<strong>de</strong>nte <strong>de</strong>l<br />

<strong>Cantar</strong> <strong>de</strong> mio <strong>Cid</strong>.<br />

A partir <strong>de</strong>l siglo XV se va perpetuando la versión popular <strong>de</strong>l héroe asentada sobre todo en el ciclo<br />

cidiano <strong>de</strong>l romancero. Su juventud y sus amores con Jimena fueron <strong>de</strong>sarrollados en numerosos<br />

romances con el fin <strong>de</strong> introducir el tema sentimental en el relato completo <strong>de</strong> su leyenda. Del<br />

mismo modo, se añadieron en ellos más episodios que le retrataban como un piadoso caballero<br />

cristiano, como el viaje a Santiago <strong>de</strong> Compostela o su caritativo comportamiento con un leproso, a<br />

quien, sin saber que es una prueba divina (pues es un ángel transformado en tullido), el <strong>Cid</strong> ofrece<br />

su comida y conforta. <strong>El</strong> personaje se va configurando, <strong>de</strong> ese modo, como perfecto amante y<br />

ejemplo <strong>de</strong> piedad cristiana. Todos estos pasajes formarán la base <strong>de</strong> las comedias <strong>de</strong>l Siglo <strong>de</strong> Oro<br />

que tomaron al <strong>Cid</strong> como protagonista. Para dar unidad biográfica a estas series <strong>de</strong> romances se<br />

elaboraron compilaciones que orgánicamente reconstruían la vida <strong>de</strong>l héroe, entre las que sobresale<br />

la titulada Romancero e historia <strong>de</strong>l <strong>Cid</strong> (Lisboa, 1605), reunida por Juan <strong>de</strong> Escobar y<br />

profusamente reeditada.<br />

En el siglo XVI, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> continuar con la tradición poética <strong>de</strong> elaborar romances artísticos, le<br />

fueron <strong>de</strong>dicadas varias obras teatrales <strong>de</strong> gran éxito, generalmente inspiradas en el propio<br />

romancero. La más importante expresión teatral basada en el <strong>Cid</strong> son las dos obras <strong>de</strong> Guillén <strong>de</strong><br />

Castro Las moceda<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l <strong>Cid</strong> y Las hazañas <strong>de</strong>l <strong>Cid</strong>, escritas entre 1605 y 1615. Corneille se basó<br />

(por momentos al pie <strong>de</strong> la letra) en la obra <strong>de</strong>l español para componer Le <strong>Cid</strong> (1636), un clásico <strong>de</strong>l<br />

teatro francés.<br />

<strong>El</strong> siglo XVIII fue poco dado a recrear la figura cidiana.<br />

Los románticos recogieron con entusiasmo la figura <strong>de</strong>l <strong>Cid</strong> siguiendo el romancero y las comedias<br />

barrocas: ejemplos <strong>de</strong> la dramaturgia <strong>de</strong>l siglo XIX son La jura <strong>de</strong> Santa Ga<strong>de</strong>a, <strong>de</strong> Hartzenbusch y<br />

La leyenda <strong>de</strong>l <strong>Cid</strong>, <strong>de</strong> Zorilla, una especie <strong>de</strong> extensa paráfrasis <strong>de</strong> todo el romancero <strong>de</strong>l <strong>Cid</strong> en<br />

aproximadamente diez mil versos.<br />

En el ámbito teatral Eduardo Marquina lleva al mo<strong>de</strong>rnismo este asunto con el estreno en 1908 <strong>de</strong><br />

7


<strong>Literatura</strong> <strong>Comparada</strong>: <strong>El</strong> <strong>Cantar</strong> <strong>de</strong> <strong>Mío</strong> <strong>Cid</strong> Bachillerato<br />

Las hijas <strong>de</strong>l <strong>Cid</strong><br />

En el siglo XX se realizaron mo<strong>de</strong>rnizaciones poéticas <strong>de</strong>l <strong>Cantar</strong> <strong>de</strong> mio <strong>Cid</strong>, como las <strong>de</strong>bidas a<br />

Pedro Salinas, en verso, y Camilo José Cela.<br />

Introducción histórica<br />

Generación <strong>de</strong>l 98<br />

<strong>El</strong> último tercio <strong>de</strong>l siglo XIX fue muy negativo para la sociedad española a causa <strong>de</strong> una serie <strong>de</strong><br />

problemas que concluyeron con el Desastre <strong>de</strong>l 98. Políticamente, la alternancia entre los<br />

conservadores y los liberales en el po<strong>de</strong>r no satisfacía a una población <strong>de</strong>scontenta que sufría<br />

dificulta<strong>de</strong>s económicas, así como el atraso económico <strong>de</strong>l país. Aparecieron grupos políticos<br />

anarquistas y socialistas, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> los carlistas, que intentaban aportar las soluciones que los<br />

conservadores y los liberales no hallaban.<br />

A<strong>de</strong>más <strong>de</strong> la sublevación <strong>de</strong> las colonias americanas, los problemas regionalistas constituyeron<br />

otra dificultad más para la maltrecha sociedad española. <strong>El</strong> ambiente era <strong>de</strong> <strong>de</strong>scontento, <strong>de</strong> <strong>de</strong>ja<strong>de</strong>z<br />

en todos los sentidos, en un país don<strong>de</strong> la mayoría <strong>de</strong> la población vivía atrasada y miserable,<br />

cuando no hostigada por los caciques. La poca industria que sostenía la economía se encontraba en<br />

Cataluña y en el País Vasco, con lo que la concentración <strong>de</strong> este tipo <strong>de</strong> activida<strong>de</strong>s favorecía la<br />

emigración hacia zonas más prósperas. Por su parte, las clases altas formadas por aristócratas y<br />

miembros <strong>de</strong> la alta burguesía vivían apartadas <strong>de</strong> los problemas <strong>de</strong>l campesinado y <strong>de</strong>l<br />

proletariado, en un mundo cerrado sobre sí mismo.<br />

Hemos <strong>de</strong> añadir el conocido Desastre <strong>de</strong>l 98. Cuba, Puerto Rico y Filipinas eran las últimas<br />

colonias <strong>de</strong> ultramar que España poseía hasta ese momento. Las guerras coloniales que se habían<br />

iniciado en 1895 fueron minando poco a poco la moral y la economía <strong>de</strong> un país ya <strong>de</strong> por sí<br />

<strong>de</strong>smoralizado ante el <strong>de</strong>smoronamiento que se presentía. <strong>El</strong> 1 <strong>de</strong> mayo <strong>de</strong> 1898, a las 4:45 horas, el<br />

comandante Juan <strong>de</strong> la Concha <strong>de</strong>scubrió que una flota estadouni<strong>de</strong>nse se aproximaba hacia<br />

posiciones españolas. Sólo siete horas más tar<strong>de</strong> –a las 11’45–, las tropas españolas fueron<br />

<strong>de</strong>rrotadas y aniquiladas. A<strong>de</strong>más, el ejército americano sólo sufrió una baja, el maquinista <strong>de</strong>l<br />

Boston, a causa <strong>de</strong> un ataque al corazón. Esta humillación hizo que la conciencia <strong>de</strong> los españoles –<br />

al menos <strong>de</strong> los intelectuales– se tambalease y se intentasen buscar soluciones ante el <strong>de</strong>clive<br />

imparable <strong>de</strong> España, que unos años antes había sido la principal potencia mundial.<br />

La firma <strong>de</strong>l Tratado <strong>de</strong> París significó el fin <strong>de</strong> un sueño. La anterior gran<strong>de</strong>za había quedado<br />

reducida en unas horas a ceniza. La entrega <strong>de</strong> Cuba, Filipinas y Puerto Rico obligaba a replantearse<br />

el camino que el país llevaba, y en este contexto, en esta situación, un grupo <strong>de</strong> intelectuales se<br />

pusieron manos a la obra: había que analizar las causas <strong>de</strong> la <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ncia y, por supuesto, buscar<br />

soluciones. A esto se <strong>de</strong>dicaron los noventayochistas, aunque hay que <strong>de</strong>cir que no fueron los<br />

primeros, como veremos a continuación.<br />

8


<strong>Literatura</strong> <strong>Comparada</strong>: <strong>El</strong> <strong>Cantar</strong> <strong>de</strong> <strong>Mío</strong> <strong>Cid</strong> Bachillerato<br />

<strong>El</strong> Regeneracionismo<br />

Ya hemos advertido que la <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong>l país no se produjo sólo en 1898. Era un fenómeno que se<br />

presentía <strong>de</strong>s<strong>de</strong> años atrás. Los regeneracionistas <strong>de</strong>mandaban la necesidad <strong>de</strong> la reconstrucción<br />

interior <strong>de</strong> España a través <strong>de</strong> una reforma agraria efectiva, que contemplara una política <strong>de</strong><br />

regadíos acor<strong>de</strong> con las necesida<strong>de</strong>s, así como la importancia <strong>de</strong> que el pueblo fuera educado e<br />

instruido. España no podía seguir viviendo cerrada sobre sí misma, sino que era fundamental que se<br />

produjera una apertura verda<strong>de</strong>ra a Europa. Los regeneracionistas pedían la europeización <strong>de</strong><br />

España como única salida al atraso imperante. Así, el lema <strong>de</strong> este movimiento i<strong>de</strong>ológico –no<br />

literario– es bastante <strong>de</strong>mostrativo <strong>de</strong> estos anhelos: <strong>de</strong>spensa y escuela.<br />

Uno <strong>de</strong> los principales representantes <strong>de</strong>l Regeneracionismo fue Macías Picavea (1874-1899), quien<br />

se preguntaba: “¿Posee España, la patria amada, alientos para seguir viviendo entre los pueblos<br />

vivos <strong>de</strong> la historia, (...) hemos tocado en la víspera <strong>de</strong> su <strong>de</strong>saparición como nación<br />

in<strong>de</strong>pendiente?”. <strong>El</strong> principal representante <strong>de</strong> este movimiento fue Joaquín Costa (1844-1911),<br />

cuyas apreciaciones produjeron una gran impresión e influencia en los escritores más jóvenes, entre<br />

ellos Unamuno, Azorín y Ortega y Gasset. Joaquín Costa, en Colectivismo agrario en España<br />

(1898) analizó las reformas que serían necesarias en el campo para conseguir que el sector agrario<br />

fuera rentable y productivo. En 1899, con el fin <strong>de</strong> regenerar la riqueza agrícola nacional, fundó la<br />

Liga <strong>de</strong> Contribuyentes <strong>de</strong> Ribagorza, que le dio a conocer en toda España. En Oligarquía y<br />

caciquismo (1901) analizó el problema <strong>de</strong> los abusos e imposiciones que los caciques ejercían sobre<br />

el campesinado. Posteriormente fue diputado republicano y alcanzó una extraordinaria popularidad.<br />

A<strong>de</strong>más <strong>de</strong>l Regeneracionismo, aunque estrechamente vinculado a éste, no po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> hablar<br />

<strong>de</strong> la Institución Libre <strong>de</strong> Enseñanza (I.L.E.), fundada en 1876 por Francisco Giner <strong>de</strong> los Ríos<br />

(1840-1915) en un intento por renovar la enseñanza en España. Opinaba que reformar el país a<br />

través <strong>de</strong> medidas políticas era absurdo, pues el pueblo era analfabeto, con lo que había que intentar<br />

que alcanzase un nivel aceptable <strong>de</strong> educación como condición necesaria antes <strong>de</strong> pensar en tomar<br />

otro tipo <strong>de</strong> medidas. Giner <strong>de</strong> los Ríos quería apartarse <strong>de</strong> la enseñanza oficial, insuficiente y<br />

dogmática, y <strong>de</strong> la enseñanza religiosa, clasista y reservada a unos pocos.<br />

Características <strong>de</strong> la Generación <strong>de</strong>l 98<br />

Al tratar sobre la lírica en la primera mitad <strong>de</strong>l siglo XX, ya hemos hablado sobre el concepto<br />

Generación <strong>de</strong>l 98, así como <strong>de</strong> su origen. Se trata <strong>de</strong> un término eminentemente histórico-social<br />

que tiene una repercusión <strong>de</strong>terminante sobre un grupo <strong>de</strong> autores literarios preocupados por la<br />

marcha que España había tomado <strong>de</strong>s<strong>de</strong> unos años atrás hacia la <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ncia.<br />

Es difícil establecer características comunes para un grupo <strong>de</strong> escritores tan heterogéneo como el<br />

que nos ocupa, aunque es indudable que hay rasgos compartidos por todos ellos –o al menos la<br />

mayoría– que no pue<strong>de</strong>n ser obviados. De todos modos, más abajo iremos analizando uno a uno a<br />

estos autores y, en ese momento, concretaremos las características generales que a continuación<br />

exponemos:<br />

<strong>El</strong> concepto <strong>de</strong> generación <strong>de</strong>l que estamos tratando, en su sentido literario, fue analizado por<br />

un crítico alemán llamado Julius Petersen. Este autor estableció una serie <strong>de</strong> premisas que un<br />

grupo <strong>de</strong> autores <strong>de</strong>berían cumplir para po<strong>de</strong>r ser consi<strong>de</strong>rados una generación. Vamos a<br />

analizarlas con respecto a los autores <strong>de</strong>l 98:<br />

Los autores <strong>de</strong>ben ser coetáneos: establezcamos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> aquí quiénes son los autores<br />

que conforman esta generación: Unamuno (1864-1936), Ángel Ganivet (1865-1898),<br />

9


<strong>Literatura</strong> <strong>Comparada</strong>: <strong>El</strong> <strong>Cantar</strong> <strong>de</strong> <strong>Mío</strong> <strong>Cid</strong> Bachillerato<br />

Pío Baroja (1872-1956), José Martínez Ruiz “Azorín”(1873-1967), Ramiro <strong>de</strong><br />

Maeztu(1874-1936), Antonio Machado (1875-1939) y Ramón María <strong>de</strong>l Valle-Inclán<br />

(1866-1936). Observamos que entre la fecha <strong>de</strong> nacimiento <strong>de</strong>l mayor <strong>de</strong> ellos –<br />

Unamuno– y <strong>de</strong>l menor –Antonio Machado– no hay más que once años, con lo que<br />

pue<strong>de</strong>n ser consi<strong>de</strong>rados coetáneos.<br />

Deben tener una formación intelectual semejante: todos estos autores recibieron las<br />

mismas influencias, así como unas preocupaciones comunes. <strong>El</strong> liberalismo era común<br />

a la mayoría <strong>de</strong> ellos; todos mostraron interés en mayor o menor medida por el<br />

Desastre <strong>de</strong>l 98 y la situación subsiguiente; realizaron publicaciones conjuntas, como<br />

el Manifiesto (conocido como Manifiesto <strong>de</strong> los Tres) elaborado en 1901 por Azorín,<br />

Baroja y Maeztu, apoyados por Unamuno, en el que <strong>de</strong>nuncian la <strong>de</strong>sorientación <strong>de</strong> la<br />

población española, especialmente <strong>de</strong> la juventud, con tintes regeneracionistas.<br />

Debe darse un hecho generacional que los aglutine: sin duda, el Desastre <strong>de</strong>l 98 es ese<br />

hecho en torno al cual se reúnen estos autores al menos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> un punto <strong>de</strong> vista<br />

temático e i<strong>de</strong>ológico.<br />

Presupuestos estéticos, lenguaje y estilo comunes y opuestos a los <strong>de</strong> la generación<br />

anterior: los <strong>de</strong>l 98 se rebelan contra la prosa inflada y grandilocuente <strong>de</strong> finales <strong>de</strong>l<br />

siglo XIX y respon<strong>de</strong>n con unas obras claras y luminosas don<strong>de</strong> la lengua se estructura<br />

en párrafos cortos formados, en su mayoría, por oraciones simples, <strong>de</strong> manera que la<br />

comprensión <strong>de</strong>l mensaje se facilita bastante.<br />

Existencia <strong>de</strong> un jefe o guía espiritual: Miguel <strong>de</strong> unamuno: es la figura que po<strong>de</strong>mos<br />

consi<strong>de</strong>rar guía <strong>de</strong> este grupo.<br />

La <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> España culmina con el Desastre mencionado, y esto motiva que los autores<br />

<strong>de</strong>l 98 analicen la conciencia nacional, el problema <strong>de</strong> España: las causas <strong>de</strong> sus males, las<br />

posibles soluciones, el pasado, el futuro, etc. Estos escritores toman una actitud bastante<br />

peculiar ante el problema: buscan el conocimiento <strong>de</strong> España viajando por ella, <strong>de</strong>scribiendo<br />

los campos, las ciuda<strong>de</strong>s, los viejos monumentos, para intentar recrear literariamente la<br />

historia <strong>de</strong>l país. Con esto, po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>cir que no se conforman con un acercamiento sin más<br />

al paisaje: es un acercamiento estético, bello, claro. Castilla será el eje <strong>de</strong>l paisaje, como<br />

representante <strong>de</strong> la esencia española, <strong>de</strong> la <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ncia. Todos estos autores provienen <strong>de</strong> la<br />

periferia –Unamuno, Maeztu y Baroja eran vascos, Azorín alicantino, Machado y Ganivet<br />

andaluces y Valle-Inclán gallego– y coinci<strong>de</strong>n en Madrid. Des<strong>de</strong> aquí <strong>de</strong>scubrirán los viejos<br />

pueblos castellanos, silenciosos y casi muertos, los paisajes, la historia <strong>de</strong> nuestro país, los<br />

monumentos, los recuerdos. Su amor a España les llevó a analizar las causas <strong>de</strong> tanto <strong>de</strong>clive<br />

a través <strong>de</strong> tres temas fundamentales:<br />

<strong>El</strong> paisaje: viajaron por España y la <strong>de</strong>scribieron, especialmente Castilla, como una<br />

re-creación <strong>de</strong>l paisaje. Había que empezar <strong>de</strong> cero, y esto no era otra cosa que mirar<br />

con ojos nuevos lo que les ro<strong>de</strong>aba. Castilla simbolizaba a toda España.<br />

La historia: no se interesan por la Historia con mayúscula, es <strong>de</strong>cir, la <strong>de</strong> los gran<strong>de</strong>s<br />

hombres y las gran<strong>de</strong>s batallas, sino por la historia <strong>de</strong>l pueblo, <strong>de</strong> las personas que<br />

trabajan día a día, la <strong>de</strong> los hechos cotidianos, la <strong>de</strong>l trabajo, la <strong>de</strong> las costumbres, la <strong>de</strong><br />

10


<strong>Literatura</strong> <strong>Comparada</strong>: <strong>El</strong> <strong>Cantar</strong> <strong>de</strong> <strong>Mío</strong> <strong>Cid</strong> Bachillerato<br />

“los millones <strong>de</strong> hombres sin historia”, calificada por Unamuno como intrahistoria.<br />

La literatura: las fuentes literarias que influyen están muy claras, ya que son un<br />

referente histórico y literario. Los autores <strong>de</strong>l 98 se interesan por los clásicos <strong>de</strong><br />

nuestra literatura, como el Poema <strong>de</strong> <strong>Mío</strong> <strong>Cid</strong>, Gonzalo <strong>de</strong> Berceo, el Arcipreste <strong>de</strong><br />

Hita, Jorge Manrique, Fray Luis <strong>de</strong> León, Cervantes, Góngora...<br />

Estos autores evolucionan <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el compromiso social y político <strong>de</strong> su juventud hasta la<br />

evasión por medio <strong>de</strong> la literatura a medida que van envejeciendo. Azorín poseía <strong>de</strong> joven<br />

una i<strong>de</strong>ología anarquista radica para, posteriormente, evolucionar a posturas conservadoras;<br />

Baroja se mostraba contrario a todo –era anticlerical, antimilitarista, anticristiano, antijesuita,<br />

antimasón, antisocialista y anticomunista–; Unamuno estaba afiliado al partido socialista;<br />

Maeztu se consi<strong>de</strong>raba anarco-socialista. Todos asistían a las mismas tertulias o a los mismos<br />

actos como elemento i<strong>de</strong>ológico común: realizaron una visita en común a la tumba <strong>de</strong><br />

Mariano José <strong>de</strong> Larra (consi<strong>de</strong>rado por algunos como un prece<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> la Generación),<br />

fueron <strong>de</strong> excursión a Toledo en 1902, asistieron al estreno <strong>de</strong> <strong>El</strong>ectra <strong>de</strong> Galdós. Antonio<br />

Machado y Valle-Inclán, mencionados en el capítulo anterior, fueron más bien mo<strong>de</strong>rnistas<br />

en su juventud (Valle-Inclán, a<strong>de</strong>más, simpatizaba con el carlismo tradicionalista) y poco a<br />

poco fueron evolucionando hacia compromisos <strong>de</strong> tipo progresista en su madurez.<br />

Entre los autores <strong>de</strong>l 98 predomina el uso <strong>de</strong> la prosa para expresarse. La mayoría <strong>de</strong> las<br />

obras más importantes son novelas o ensayos. Tres autores po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>stacar como poetas:<br />

Antonio Machado, Valle-Inclán y Unamuno. Tanto Valle como Unamuno, a pesar <strong>de</strong> escribir<br />

algunas obras <strong>de</strong> poesía, cultivan fundamentalmente la novela o el ensayo, en el caso <strong>de</strong>l<br />

bilbaíno, o la novela y el teatro en el caso <strong>de</strong>l gallego. Por su parte, Machado es el poeta <strong>de</strong> la<br />

Generación. Aunque tenga escritos en prosa más o menos apreciables, <strong>de</strong>staca<br />

fundamentalmente por su obra poética. Baroja será el gran novelista <strong>de</strong>l 98, entregado por<br />

entero a esta labor.<br />

<strong>El</strong> estilo es muy personal en lo que se refiere a los autores <strong>de</strong> los que estamos tratando. Aun<br />

así, po<strong>de</strong>mos citar algunas características coinci<strong>de</strong>ntes:<br />

Reaccionan contra la retórica, el prosaísmo y la grandilocuencia <strong>de</strong> la literatura<br />

anterior. Se convierten en auténticos renovadores <strong>de</strong>l panorama literario <strong>de</strong> principios<br />

<strong>de</strong> siglo.<br />

<strong>El</strong> estilo es sobrio y directo. Importa el contenido e intentan que éste llegue al lector <strong>de</strong><br />

la manera más clara posible.<br />

Cuidan la forma <strong>de</strong> su prosa, son exigentes y reaccionan contra las imprecisiones o los<br />

contenidos confusos.<br />

Recogen palabras que están en <strong>de</strong>suso y las incluyen en sus escritos. Las ven como una<br />

muestra <strong>de</strong>l pasado que hay que conservar.<br />

Visión subjetiva (emotiva o intelectual), entonación lírica y sentimental. Al igual que<br />

los autores románticos (Bécquer), asocian el paisaje al estado <strong>de</strong> ánimo, <strong>de</strong> ahí que el<br />

11


<strong>Literatura</strong> <strong>Comparada</strong>: <strong>El</strong> <strong>Cantar</strong> <strong>de</strong> <strong>Mío</strong> <strong>Cid</strong> Bachillerato<br />

símbolo <strong>de</strong> la <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ncia española sea la yerma meseta castellana.<br />

Los temas principales <strong>de</strong> los autores <strong>de</strong> esta generación, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> los relacionados con la<br />

regeneración <strong>de</strong>l país y el problema <strong>de</strong> España, ya analizados, serán dos:<br />

La vida y la muerte, el sentido <strong>de</strong> la vida, el paso <strong>de</strong>l tiempo. Estas preocupaciones<br />

existenciales estarán representadas fundamentalmente por Unamuno, aunque los<br />

<strong>de</strong>más autores también dan muestras <strong>de</strong> ellas en su obra, como veremos.<br />

La religión. No hay unanimidad entre ellos en cuanto a este tema: <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los católicos<br />

fervorosos como Azorín y Maeztu hasta los agnósticos como Baroja, pasando por los<br />

dubitativos, como Unamuno, vemos representadas en la Generación <strong>de</strong>l 98 posturas<br />

muy diversas en relación con la religión.<br />

Poema ''Castilla'' en Alma <strong>de</strong> Manuel Machado<br />

<strong>El</strong> ciego sol se estrella<br />

en las duras aristas <strong>de</strong> las armas,<br />

llaga <strong>de</strong> luz los petos y espaldares<br />

y flamea en las puntas <strong>de</strong> las lanzas.<br />

<strong>El</strong> ciego sol, la sed y la fatiga.<br />

Por la terrible estepa castellana,<br />

al <strong>de</strong>stierro, con doce <strong>de</strong> los suyos,<br />

-polvo, sudor y hierro- el <strong>Cid</strong> cabalga.<br />

Cerrado está el mesón a piedra y lodo...<br />

Nadie respon<strong>de</strong>. Al pomo <strong>de</strong> la espada<br />

y al cuento <strong>de</strong> las picas, el postigo<br />

va a ce<strong>de</strong>r... ¡Quema el sol, el aire abrasa!<br />

A los terribles golpes,<br />

<strong>de</strong> eco ronco, una voz pura, <strong>de</strong> plata<br />

y <strong>de</strong> cristal respon<strong>de</strong>... Hay un niña<br />

muy débil y muy blanca,<br />

en el umbral. Es toda<br />

ojos azules; y en los ojos, lágrimas.<br />

Oro pálido nimba<br />

su carita curiosa y asustada.<br />

“¡Buen <strong>Cid</strong>! Pasad... <strong>El</strong> rey nos dará muerte,<br />

arruinará la casa<br />

y sembrará <strong>de</strong> sal el pobre campo<br />

que mi padre trabaja...<br />

Idos. <strong>El</strong> Cielo os colme <strong>de</strong> venturas...<br />

12


<strong>Literatura</strong> <strong>Comparada</strong>: <strong>El</strong> <strong>Cantar</strong> <strong>de</strong> <strong>Mío</strong> <strong>Cid</strong> Bachillerato<br />

En nuestro mal ¡oh <strong>Cid</strong>! No ganáis nada.”<br />

Calla la niña y llora sin gemido...<br />

Un sollozo infantil cruza la escuadra<br />

<strong>de</strong> feroces guerreros,<br />

y una voz inflexible grita: “¡En marcha!”<br />

<strong>El</strong> ciego sol, la sed y la fatiga.<br />

Por la terrible estepa castellana,<br />

al <strong>de</strong>stierro, con doce <strong>de</strong> los suyos<br />

-polvo, sudor y hierro-, el <strong>Cid</strong> cabalga.<br />

MANUEL MACHADO, “Castilla”. En Alma.<br />

• Apoyo léxico<br />

Peto. Armadura <strong>de</strong>l pecho.<br />

Espaldar. Parte <strong>de</strong> la coraza que sirve para cubrir y <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r la espalda.<br />

Pica. Especie <strong>de</strong> lanza larga, compuesta <strong>de</strong> un asta con hierro pequeño y agudo en el extremo<br />

superior.<br />

Cuento. Pieza <strong>de</strong> metal colocada en el extremo opuesto al puño <strong>de</strong> la pica.<br />

Nimbar. Ro<strong>de</strong>ar <strong>de</strong> aureola una figura.<br />

• Comentario explicativo <strong>de</strong>l texto<br />

Apoyándose en un episodio relatado en el "Poema <strong>de</strong>l <strong>Cid</strong>", Manuel Machado ensalza la dimensión<br />

humana <strong>de</strong> Rodrigo Díaz <strong>de</strong> Vivar. <strong>El</strong> rey Alfonso VI ha prohibido a sus vasallos que auxilien al <strong>Cid</strong><br />

en su camino hacia el <strong>de</strong>stierro. Agobiados por el calor y exhaustos por el cansancio, los guerreros<br />

pi<strong>de</strong>n alojamiento en un mesón; pero ante el recordatorio que una inocente niña hace al <strong>Cid</strong> <strong>de</strong>l<br />

castigo que aguarda a quienes le ofrezcan posada y comida (“<strong>El</strong> rey nos dará muerte, / arruinará la<br />

casa / y sembrará <strong>de</strong> sal / el pobre campo / que mi padre trabaja...”) y la súplica angustiosa <strong>de</strong> que se<br />

vaya (“Idos. <strong>El</strong> Cielo os colme <strong>de</strong> venturas... / En nuestro mal ¡oh <strong>Cid</strong>! no ganáis nada.”), el <strong>Cid</strong><br />

or<strong>de</strong>na a los suyos proseguir la marcha a través <strong>de</strong> la árida meseta castellana. La reciedumbre física<br />

y moral <strong>de</strong> un <strong>Cid</strong> que cabalga sin tregua hacia el <strong>de</strong>stierro, insensible a los rigores atmosféricos,<br />

pero profundamente humano, <strong>de</strong>staca en un ambiente que sólo ofrece ari<strong>de</strong>z, <strong>de</strong>solación y fatigas.<br />

Manuel Machado realza imaginativamente las notas <strong>de</strong>l paisaje acumulando verbos que ponen <strong>de</strong><br />

manifiesto la potencia calórica <strong>de</strong>l sol, que “se estrella / en las duras aristas <strong>de</strong> las armas,” (versos 1<br />

y 2), “llaga <strong>de</strong> luz los petos y espaldares” (verso 3), y “flamea en las puntas <strong>de</strong> las lanzas.” (verso<br />

4). <strong>El</strong> ardor <strong>de</strong>l ambiente se proyecta, así, sobre la hueste <strong>de</strong>l <strong>Cid</strong>, abrasada por un sol implacable; y<br />

reaparece en el verso 12, que cierra la tercera estrofa en conciso quiasmo: “¡Quema el sol, el aire<br />

abrasa!” Y a la impresión <strong>de</strong> luminosidad subrayada por estos versos, se suma la eficacia <strong>de</strong> una<br />

adjetivación que insiste en la dureza <strong>de</strong>l ambiente: “ciego sol” (versos 1, 5, 31), “terrible estepa<br />

castellana” (verso 6).<br />

Precisamente la adjetivación le sirve a Manuel Machado para caracterizar a los personajes: la<br />

fragilidad y <strong>de</strong>lica<strong>de</strong>za <strong>de</strong> la niña (“voz pura, <strong>de</strong> plata / y <strong>de</strong> cristal” –versos 14, 15-, “muy débil y<br />

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<strong>Literatura</strong> <strong>Comparada</strong>: <strong>El</strong> <strong>Cantar</strong> <strong>de</strong> <strong>Mío</strong> <strong>Cid</strong> Bachillerato<br />

muy blanca,” –verso 16-, “toda / ojos azules;” –versos 17, 18-, “oro pálido (...) / su carita curiosa y<br />

asustada.” –versos 19, 20-) contrasta con la ru<strong>de</strong>za <strong>de</strong> la hueste <strong>de</strong>l <strong>Cid</strong>, “escuadra / <strong>de</strong> feroces<br />

guerreros,” –versos 28, 29-, que pi<strong>de</strong> alojamiento en un mesón “cerrado a piedra y lodo...” –verso<br />

9-, dando en el postigo “terribles golpes, / <strong>de</strong> eco ronco,” –versos 13, 14- con el pomo <strong>de</strong> la espada<br />

y el cuento <strong>de</strong> las picas; pero que es sensible al “sollozo infantil” –verso 28- <strong>de</strong> esa niña que “llora<br />

sin gemido...” –verso 27-, cuando les <strong>de</strong>niega el auxilio solicitado por temor a las represalias <strong>de</strong>l<br />

rey. Y en medio <strong>de</strong>l embate <strong>de</strong>l sol abrasador –“<strong>El</strong> ciego sol, la sed y la fatiga.” –verso 31-, la “voz<br />

inflexible” <strong>de</strong>l <strong>Cid</strong> –verso 30-, que or<strong>de</strong>na a los suyos proseguir la marcha hacia tierra <strong>de</strong> moros.<br />

Son varios los encabalgamientos que figuran en el texto –al no coincidir las unida<strong>de</strong>s sintácticas con<br />

las unida<strong>de</strong>s rítmicas, lo que supone, por tanto, la supresión <strong>de</strong> la pausa obligada a final <strong>de</strong> verso-;<br />

encabalgamientos que se producen, precisamente, en los momentos <strong>de</strong> mayor tensión dramática, y<br />

que confieren a la tercera estrofa –combinación <strong>de</strong> versos heptasílabos y en<strong>de</strong>casílabos- un ritmo<br />

muy dinámico:<br />

A los terribles golpes, / <strong>de</strong> eco ronco,<br />

una voz pura, <strong>de</strong> plata / y <strong>de</strong> cristal<br />

(respon<strong>de</strong>...<br />

Hay un niña / muy débil y muy blanca,<br />

(en el umbral.<br />

Es toda / ojos azules; y en los ojos,<br />

(lágrimas.<br />

(Versos 13-18)<br />

<strong>El</strong> resto <strong>de</strong>l poema –en el que predomina la <strong>de</strong>scripción, excluido el aparente diálogo entre la niña y<br />

el <strong>Cid</strong> –versos 21 a 26-, es <strong>de</strong> ritmo más lento, coincidiendo las unida<strong>de</strong>s sintácticas con las<br />

rítmicas, a base <strong>de</strong> estrofas <strong>de</strong> cuatro versos en<strong>de</strong>casílabos, excepto el 1 y el 29, que son<br />

heptasílabos.<br />

Con las muchas aliteraciones repartidas a lo largo <strong>de</strong> poema se obtienen sorpren<strong>de</strong>ntes efectos<br />

expresivos. La acumulación <strong>de</strong> vibrantes, por ejemplo, realza el po<strong>de</strong>r abrasador <strong>de</strong>l sol, cuyos<br />

efectos –sed, sudor, fatiga- aquejan al cortejo <strong>de</strong>l <strong>Cid</strong> en su marcha por la árida meseta castellana:<br />

<strong>El</strong> ciego sol, la sed y la fatiga.<br />

Por la terrible estepa castellana,<br />

al <strong>de</strong>stierro, con doce <strong>de</strong> los suyos,<br />

-polvo, sudor y hierro- el <strong>Cid</strong> cabalga.<br />

(Versos 4 a 7 y 31 a 34).<br />

La aliteración <strong>de</strong> la /p/ en la tercera estrofa y, nuevamente, <strong>de</strong> la vibrante múltiple /rr/, también al<br />

comienzo <strong>de</strong> la cuarta –aliteraciones que suelen coincidir en sílaba tónica, y <strong>de</strong> ahí su importancia<br />

rítmica-, intensifican, igualmente, la violencia con que la hueste <strong>de</strong>l <strong>Cid</strong> golpea con sus armas el<br />

postigo <strong>de</strong>l mesón en el que busca refugio:<br />

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<strong>Literatura</strong> <strong>Comparada</strong>: <strong>El</strong> <strong>Cantar</strong> <strong>de</strong> <strong>Mío</strong> <strong>Cid</strong> Bachillerato<br />

Cerrado está el mesón a piedra y lodo...<br />

Nadie respon<strong>de</strong>... Al pomo <strong>de</strong> la espada<br />

y al cuento <strong>de</strong> las picas el postigo<br />

va a ce<strong>de</strong>r... ¡Quema el sol, el aire abrasa!<br />

(Versos 9 a 12).<br />

A los terribles golpes,<br />

<strong>de</strong> eco ronco, (...)<br />

(Versos 13-14, en los que se reitera, a<strong>de</strong>más, la sílaba –co a final <strong>de</strong> palabra: eco ronco).<br />

Y, frente a la dureza <strong>de</strong> vibrantes y velares, la aliteración <strong>de</strong> la /l/ ayuda a sugerir la <strong>de</strong>lica<strong>de</strong>za y<br />

fragilidad <strong>de</strong> la niña, que no pue<strong>de</strong> ofrecer al <strong>de</strong>sterrado posada ni comida:<br />

(...) una voz pura, <strong>de</strong> plata<br />

y <strong>de</strong> cristal, respon<strong>de</strong>... Hay un niña<br />

muy débil y muy blanca<br />

en el umbral. Es toda<br />

ojos azules; y en los ojos, lágrimas.<br />

(Versos 14 a 18)<br />

Y todavía podrían rastrearse más aliteraciones, aunque menos relevantes; así, <strong>de</strong> laterales en la<br />

primera estrofa y en los versos iniciales <strong>de</strong> la sexta; <strong>de</strong> silbantes en el verso 23...; aliteraciones que<br />

refuerzan la sonoridad <strong>de</strong> una poesía que nunca llega a alcanzar las estri<strong>de</strong>ncias <strong>de</strong> la <strong>de</strong> Rubén<br />

Darío.<br />

Y aunque Manuel Machado es poeta mo<strong>de</strong>rnista –“medio gitano y medio parisién”, se califica a sí<br />

mismo; y es que su poesía incorpora las audacias y renovaciones técnicas <strong>de</strong> los poetas franceses<br />

contemporáneos al tratamiento aristocrático <strong>de</strong> los temas andaluces-, en este poema –incluido en<br />

"Alma", su primer libro- evoca, excepcionalmente, lo esencial <strong>de</strong>l espíritu castellano –como es<br />

propio <strong>de</strong> los escritores <strong>de</strong> su tiempo- que encarna la figura <strong>de</strong>l <strong>Cid</strong> Campeador.<br />

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