La Guerra civil brama en Roma por el Tercer Secreto de Fátima

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El Cardenal Bertone hace un esfuerzo patético para desacreditar
el libro de Antonio Socci El Cuarto Secreto de Fátima
La Guerra civil brama en Roma por
el Tercer Secreto de Fátima
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por Christopher A. Ferrara
El Cardenal Bertone intenta una respuesta al libro explosivo de Antonio Socci que acusa al
Vaticano de ocultar el Tercer Secreto de Fátima, pero el Cardenal sólo logra ponerse en un aprieto
y confirmar las sospechas de los fieles.
En medio de la manía sobre el motu proprio ha acontecido un desenvolvimiento de enorme
importancia en la controversia que rodea al Tercer Secreto de Fátima. El Cardenal Tarcisio
Bertone, Secretario de Estado del Vaticano, ha publicado un pequeño libro, L’Ultima veggente di
Fatima [“La última vidente de Fátima”], en el cual ataca al intelectual italiano Antonio Socci por haber
llegado a la conclusión en su propio libro Il Quarto Segreto di Fatima [“El cuarto Secreto de Fátima”],
que el Vaticano está ocultando un texto del Tercer Secreto. La conclusión de Socci hace estallar la
burbuja – que hierve lentamente hace tiempo – de la convicción entre los fieles que, como la Madre
Angélica expresó en su programa de la televisión nacional en el 2001, “no hemos recibido la cosa
completa”.
Revisando la evidencia obtenida en mayor parte por fuentes tradicionalistas, Socci –
abandonando su propia defensa anterior de la posición Vaticana – concluyó que hay verdaderamente un
texto retenido del Secreto, que indudablemente contiene las palabras de la Santísima Virgen que
acompañan la visión del “obispo vestido de blanco” publicadas por el Vaticano en junio del 2000, texto
que el Vaticano pretende es el Tercer Secreto en su totalidad. Las palabras faltantes de la Virgen podrían
constituir la “banda de sonido” de la visión, que explicarían cómo un Papa que camina con dificultad
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esulta ejecutado por una banda de soldados en una colina en las afueras de una ciudad en ruinas llena de
cadáveres.
Socci (junto con virtualmente todos los expertos en Fátima, tradicionalistas y no tradicionalistas),
ahora está convencido que las palabras faltantes que siguen a la afirmación de la Virgen “En Portugal, se
conservará siempre el dogma de la Fe, etc.” – el “etc.” fue agregado por la Hermana Lucía para señalar
el lugar donde va el contenido hablado del Tercer Secreto. Como Socci escribe en su libro (basado en el
testimonio de aquellos que leyeron el Secreto), las palabras faltantes “preanuncian una crisis
apocalíptica de la fe en la Iglesia, comenzando a partir de su vértice”, acompañada por “sucesos
dramáticos para la humanidad”.
Por supuesto, Bertone tuvo que hacer algo, pues la publicación del libro de Socci significó que
esa publicación ya no sería una lucha entre el aparato vaticano y aquellos que podrían ser desestimados
altaneramente con las etiquetas demagógicas de “fatimistas” y “tradicionalistas extremos”. Socci es uno
de los comentaristas católicos de la línea central más altamente respetados, quien ha conducido
conferencias de prensa tanto con el Cardenal Bertone como con quien fuera el Cardenal Ratzinger.
Bertone no tuvo otra elección que un intento de responder.
La tentativa de Bertone, un mayor aprieto
Pero como Socci muestra en su respuesta (ver página 35, “Estimado Cardinal Bertone: ¿Quién es
el mentiroso, usted o yo?”) al libro de Bertone en el periódico italiano Libero, la tentativa de Bertone
resulta en un mayor aprieto para él y para el Vaticano – un desastre, en realidad, porque deja sin tocar
todo el caso en apoyo de la tesis de que el Vaticano está ocultando parte del Secreto, mientras levanta
aún más dudas sobre la credibilidad de Bertone. Al mismo tiempo, Bertone menosprecia su alto oficio al
lanzar imprudentemente tales invectivas a Socci, al pronunciar sus desvaríos “delirantes”, llamándolo
deliberadamente mentiroso (“mendace”), y hasta acusándolo de emplear las tácticas de la Masonería, lo
cual resulta una de las observaciones más irónicas de la época post-conciliar. Bertone actúa como un
desesperado, como un hombre herido en vez del Secretario de Estado del Vaticano.
Respuestas que no logran responder
Utilizando a un oscuro vaticanista (un reportero del entorno vaticano) para que le lanzara una
serie de preguntas blandas, el libro de Bertone, aparte de sus insultos a Socci, es esencialmente una sarta
de vagas respuestas en 140 páginas, que no alcanzan a compararse con los méritos de uno solo de los
bien fundados argumentos de Socci. Por ejemplo, frente a la controversia clave que las palabras faltantes
de la Virgen se encuentran dentro del “etc.” de la Hermana Lucía, Bertone no hace nada más que
reafirmar la controversia sin contestarla. Pequeño prodigio, pues fueron Bertone y sus colaboradores
quienes (como Socci trata en su libro) evadieron deliberadamente el revelador “etc.” al eliminarlo del
texto íntegro del Mensaje de Fátima y relegarlo a una nota al pie sin explicación en el comentario
vaticano oficial sobre el Tercer Secreto.
Para poner otro ejemplo, respecto a la evidencia substancial (que incluye tres testigos
presenciales y un fotógrafo) que el texto faltante de una sola página conteniendo las palabras de la
Virgen fue guardado separadamente en el aposento papal y no en el archivo del Santo Oficio, donde
había estado guardado el texto de cuatro páginas de la visión, Bertone elude la cuestión, al afirmar que el
texto de una sola página nunca estuvo en el archivo, mientras no dijo nada que, de haber algo, estaba en
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el aposento papal. Habiendo negado conspicuamente que el texto faltante estuviera en el dormitorio,
Bertone anuncia repentinamente, por primera vez, que hace unos siete años la Hermana Lucía le dijo
durante una entrevista no grabada que el texto de cuatro páginas de la visión “es el Tercer Secreto y que
nunca he escrito otro”.
“Entrevista” critica nunca testimoniada
Se nos pide creer que la Hermana Lucía pronunció esa nunca-antes-mencionada frase durante
una de las tres entrevistas conducidas por Bertone, las que totalizan diez horas, las cuales, como advierte
la respuesta de Socci, no fueron “increíblemente … ni grabadas, ni filmadas, ni transcriptas”. Bertone
alega, sin embargo, que él “tomó apuntes” – un total de cuatro minutos, para una entrevista de supuestas
diez horas de conversación. Socci con justicia pregunta: “¿Por qué frase tan importante no fue referida
por Bertone en la publicación oficial [en el 2000]?” Además, ¿por qué todo esto no fue revelado hasta
después del fallecimiento de la Hermana Lucía, cuando ella ya no pudo negar nada? Como Socci
muestra con éste y otros ejemplos de declaraciones alegadas de la Hermana Lucía en las supuestas
entrevistas, los misteriosos “apuntes” de Bertone más bien proporcionan justamente lo que Bertone
necesita, precisamente cuando él lo necesita – y no un minuto antes. Sin embargo, por alguna razón,
ninguna de las mismas supuestas declaraciones de la Hermana Lucía encontraron lugar en el comentario
vaticano del 2000, donde hubieran apoyado convenientemente la posición del Vaticano.
Verdaderamente, la Hermana Lucía fue mantenida incomunicada durante toda la “revelación” del Tercer
Secreto ese año, aunque ella era la única testigo viviente del verdadero contenido.
¿Por qué nunca fue interrogada la Hermana Lucía?
La respuesta de Socci plantea la pregunta de los $64.000 que Bertone continúa eludiendo:
“¿[Por]qué el prelado no preguntó a la vidente si ella había escrito alguna vez la continuación de las
misteriosas palabras de la Virgen interrumpidas por el etc. (‘En Portugal se conservará siempre el
dogma de la Fe etc.’.) que siempre ha sido considerado por lo expertos como el principio del Tercer
Secreto? Muy extraño”. O tal vez Bertone se lo preguntó, y recibió una respuesta que él no quiso que
fuera conocida. Tal vez la respuesta está en sus “apuntes”. Pero no esperemos que eses “apuntes” vean
alguna vez la luz del día.
Como Socci observa en su respuesta, el libro de Bertone no solo deja de responder a cualquiera
de los puntos que él suscitó en El cuarto secreto de Fátima, sino que también “plantea más problemas.
Quedé aun desconcertado al leer una cosa tan grosera y auto-agraviante”. Por ejemplo, para apoyar la
línea del partido vaticano que el Mensaje de Fátima (al igual que el Tercer Secreto) pertenecen al pasado
porque Rusia ya se ha “convertido”, Bertone “da crédito al rumor que Gorbachev, en la histórica visita
al Papa Wojtyla del 1º de diciembre de 1989, ‘hizo un mea culpa’ ante el Papa” – un mito que fue
“oficialmente negado por la Oficina de Prensa del Vaticano el 2 de marzo de 1998”.
El auto-agravio de Bertone
Otro auto-agravio de Bertone es la afirmación que “la Hermana Lucía nunca usó una
computadora”. Aquí Bertone olvida que, cuando fue conveniente para él hacerlo, afirmó precisamente lo
opuesto: que la Hermana Lucía “aun usó una computadora” en 1989 – una aserción que, como anota
Socci, “sirvió para dar crédito a ciertas cartas que la Hermana Lucía no había escrito de su propia mano
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y que contradecían todo lo que ella había dicho antes sobre la Consagración de Rusia”. Bertone socavó
así todas las pretensiones de que la Hermana Lucía fuera la autora de aquellas cartas.
Podría escribir todo un libro sobre las irrecusables omisiones, admisiones e inconsistencias en el
intento de Bertone de contestar a Socci. Basta decir por ahora que Bertone ha logrado verdaderamente
ayudar a Socci a probar el ocultamiento. Socci, verdaderamente, es preciso en sus disparos: “Es evidente
que el ‘Cuarto Secreto’ de Fátima (o más bien la parte oculta del Tercero) existe y pienso que en mi
libro lo he demostrado”.
Pero Socci no está contento con su reivindicación a través de los ataques machacones e inútiles
de Bertone. Como él explica: “Para cualquier autor sería un golpe de suerte excepcional ser atacado
personalmente por el Secretario de Estado Vaticano sin una traza de argumento. Pero para mí es un
desastre, porque me siento en primer lugar católico, después periodista. Habría preferido estar
terriblemente equivocado y ser refutado. O bien habría querido que la Santa Sede se decidiera a revelar
toda la verdad sobre el Tercer Secreto de Fátima, publicando – como la Virgen pidió – la parte todavía
oculta. De no ser así habría preferido ser ignorado, desdeñado, boicoteado. La única cosa equivocada, la
única cosa que había que evitar era precisamente lo que Bertone hizo: exponerse públicamente sin
contestar a nada y por el contrario añadiendo subterfugios desastrosos. Para él y para el Vaticano”.
Sería difícil subestimar la importancia del este acontecimiento: un prominente e irreprochable
periodista e intelectual católico ha acusado públicamente al Vaticano de ocultar un texto conteniendo
una profecía de la Virgen referida a la Apostasía en la Iglesia y tal vez episodios apocalípticos para el
mundo en general, y el Vaticano no ofrece ninguna defensa ante ese cargo, excepto una colección de
tortuosas evasivas e insultos proferidos por su Secretario de Estado.
El libro de Bertone presenta una introducción en forma de carta del Papa Benedicto, la cual
expresivamente evita cualquier detalle de la controversia. Pero como una instancia de la intriga, Socci
revela que él tiene una carta del Papa “referente a mi libro, agradeciéndome por ‘los sentimientos que lo
han inspirado’”. Socci afirma que las palabras del Papa “confortan frente a los insultos y a las
descomedidas acusaciones” que Bertone le ha lanzado en contra. Mientras es comprensiblemente
confortado por la carta del Papa, Socci platea inquietantes interrogantes: ¿Por qué podría el Papa
agradecer a Socci por un libro que acusa al Vaticano de censurar las propias palabras de la Madre de
Dios, mientras al mismo tiempo apoya a su Secretario de Estado en la publicación de un ataque contra
Socci, lleno de insultos y evasivas que sólo confirman las sospechas de los fieles? Si lo que dice Bertone
es cierto y lo de Socci es falso, ¿entonces por qué la carta del Papa a Socci aparentemente no contiene
ninguna palabra de reproche o corrección?
Mientras esperamos el “inminente” motu proprio que puede no venir nunca, podemos saber con
mucha certeza sobre el estado de los asuntos en el Vaticano: todo es caos.
Quiera Nuestra Señora interceder pronto por nosotros, librándonos de la “desorientación
diabólica” que Ella misma profetizó en el Tercer Secreto.
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